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Acta literal de los debates
Miércoles 16 de enero de 2002 - Estrasburgo Edición DO

17. Acuerdo de asociación ACP/CE
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  El Presidente. – De conformidad con el orden del día, se procede al debate de la recomendación (A5-0412/2001) del Sr. Rod, en nombre de la Comisión de Desarrollo y Cooperación, sobre la propuesta de decisión del Consejo (2117/2000 - COM(2000)324 - C5-0417/2000 - 2000/0124(AVC)) relativa a la celebración del Acuerdo de Asociación entre los Estados de África, del Caribe y del Pacífico, por una parte, y la Comunidad Europea y sus Estados miembros, por otra parte.

 
  
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  Rod (Verts/ALE), ponente. - (FR) Señor Presidente, Señorías, aun cuando en la exposición de motivos de este informe he adoptado un tono bastante crítico, nuestro análisis debe seguir siendo constructivo, y, a pesar de lo avanzado de la hora recomendaría al Parlamento Europeo que emita su dictamen conforme para la ratificación de este Acuerdo ACP/UE.

Al principio la firma del Acuerdo de Cotonú no estaba ganada por adelantado. Si bien los países ACP siempre han manifestado su voluntad de continuar su cooperación con la Unión Europea, por parte europea se examinaban otras hipótesis. Los intereses europeos en el escenario internacional han cambiado, África se ha convertido en un continente marginal. Ningún país ACP se encuentra entre los diez primeros beneficiarios de la ayuda europea. Nunca se ha hecho un verdadero balance político de Lomé, aunque se aplican las mismas bases en Cotonú. Ahora bien, dudamos de la capacidad del Acuerdo de Cotonú para crear una dinámica de desarrollo sostenible sin una nueva definición de un orden económico internacional más equilibrado, donde los países en desarrollo obtengan, por fin, unos derechos. En efecto, las causas estructurales que obstaculizaron el logro de los Convenios de Lomé siguen estando presentes: el peso del pago de la deuda que asfixia los presupuestos de los países ACP y sus posibilidades de inversión con vistas al desarrollo sostenible; el continuo deterioro de los términos del intercambio en detrimento de los países ACP, a falta de un sistema internacional de regulación del comercio de los productos de base; una política de ajustes estructurales que impone restricciones presupuestarias a los países ACP y, finalmente, una política europea incoherente que, paralelamente a su política de desarrollo, no sólo subvenciona su producción agrícola y exporta sus excedentes hacia los países en vía de desarrollo - desestructurando, de este modo, los mercados locales -, sino que también autoriza los buques pesqueros industriales para explotar las aguas territoriales de los países ACP, lo que perjudica la subsistencia de las poblaciones y daña la protección de la biodiversidad. Tampoco subestimemos los problemas de funcionamiento interno del grupo ACP, las carencias democráticas en algunos países y la utilización improductiva de los fondos por regímenes corruptos.

El Acuerdo de Cotonú no es innovador, sino que prosigue y acentúa el viraje hacia la liberalización iniciado con Lomé IV y prorrogado por las instituciones internacionales: liberalización comercial, con el abandono del sistema de intercambios no recíprocos, así como de Stabex y de Sysmin, en beneficio del futuro régimen comercial, que probablemente será definido basándose en AAER compatibles con las normas de la OMC. ¿Pero los países ACP pueden resistir la competencia internacional? ¿La diferenciación con los PMA, que se benefician de la iniciativa “Todo Menos Armas”, no podría perjudicar la cohesión del grupo ACP? Liberalización económica, asimismo, en el marco del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios. La privatización de este sector económico constituye un proceso muy peligroso en los países ACP, donde los servicios públicos básicos - educación, salud, justicia - ya son frágiles o incluso inexistentes. De igual modo, la referencia a los Acuerdos ADPIC representa un peligro para las poblaciones del Sur, que pueden ser privadas del acceso a sus propios recursos naturales. La biodiversidad está en peligro. Por otra parte, en el Acuerdo de Cotonú el medio ambiente está relegado a un segundo plano. Sólo se busca limitar los efectos medioambientales de las políticas de desarrollo, en lugar de aplicar una estrategia de desarrollo sostenible.

El Acuerdo de Cotonú contiene, sin embargo, elementos interesantes que han de utilizarse adecuadamente. El reconocimiento de la sociedad civil como actor de asociación es una innovación de capital importancia. Sus representantes deben participar situándose en la fuente del diálogo sobre las estrategias y las políticas de desarrollo, deben estar asociados a la aplicación de los programas y beneficiarse directamente de los fondos. Es preciso definir dicha sociedad civil y asegurarse de que no será instrumentalizada por una u otra parte. La sociedad civil propia de cada país ACP debe, pues, organizarse tanto en el plano nacional como en el plano regional, a fin de participar activamente en el desarrollo de su país. Este proceso ha sido iniciado con la constitución del Foro de la Sociedad Civil ACP. La Unión Europea debe apoyar dicho proceso, como lo ha hecho la Presidencia belga.

En este ámbito, el papel de la Asamblea Parlamentaria Paritaria resulta reforzado en la medida en que debe garantizar el seguimiento de la participación de la sociedad civil, así como, en particular, la puesta en marcha de los procesos democráticos. Pero ésta no dispone de instrumentos vinculantes para hacerlo. El diálogo político es otro elemento esencial, pero siempre que sea recíproco y se aplique efectivamente. La iniciativa “Todo Menos Armas” fue adoptada sin consultar a los países ACP y las sanciones siguen siendo de geometría variable. Finalmente, puesto que la Comunidad Europea desea realizar inversiones considerables en algunos sectores claves, los programas indicativos nacionales deberían dar prioridad al fortalecimiento de los servicios públicos y de las capacidades administrativas e institucionales. En realidad, todo dependerá de la aplicación del Acuerdo de Cotonú. Por ejemplo, el nuevo Acuerdo de Cotonú establece una programación evolutiva de la ayuda, en función concretamente de los resultados conseguidos por los países. Pero, ¿quién definirá los procedimientos para evaluar dichos resultados? ¿Se evaluará la capacidad de los países para restablecer sus grandes equilibrios macroeconómicos o los efectos de la ayuda en la reducción de la pobreza? El nuevo reparto de competencias entre los servicios de la Comisión parece poco propicio para una mayor coherencia en la política de desarrollo. ¿En qué medida la Dirección General “Comercio” podrá fomentar un modelo comercial más favorable a los países ACP, defendiendo al mismo tiempo los intereses comerciales europeos? Finalmente, el hecho de que la Dirección General “Desarrollo” sea progresivamente desposeída de sus prerrogativas en este ámbito no es un buen augurio.

Por lo que nos atañe como diputados europeos - y concluiré con esto, señor Presidente -, tras la votación de mañana nuestra misión estará teóricamente terminada. Puesto que el FED no está presupuestado, ya no somos competentes para efectuar el seguimiento y para llevar a cabo los objetivos de la cooperación ACP/UE. Esto es inaceptable, y debemos trabajar colectivamente en la aplicación del presente acuerdo para que la ayuda contribuya realmente al mayor bienestar de las poblaciones de los países ACP, en función de sus necesidades alimentarias, sanitarias y educativas.

 
  
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  Dybkjær (ELDR), ponente de opinión de la Comisión de Asuntos Exteriores, Derechos Humanos, Seguridad Común y Política de Defensa. – (DA) Señor Presidente, se cumple ahora medio año desde que tuviéramos oportunidad de felicitar a la Comisión por el acuerdo de Cotonú y resulta un poco bochornoso que sigan siendo sólo tres los países comunitarios que han ratificado el acuerdo. Me doy perfecta cuenta de que probablemente haya algunos en vías de hacerlo a lo largo de la primavera, pero aún sigue siendo muy poco satisfactorio. Al menos es positivo que mañana logremos la aprobación, aunque coincido con el señor ponente en que se trata sólo del comienzo, no obstante, quiero felicitar al señor ponente por su informe.

Indudablemente se ha producido una fractura en el mundo desde la firma del acuerdo en junio de 2000, sin embargo, tal cosa no disminuye la importancia de éste. Creo que es un hecho que la relación entre la política exterior y la política de desarrollo ha quedado claramente subrayada desde entonces y asimismo me alegra intervenir hoy en nombre de la Comisión de Asuntos Exteriores, pues esto demuestra la relación existente entre la política exterior y la política de desarrollo. El señor Comisario Nielson ha hecho suyas estas palabras en un discurso pronunciado en diciembre de 2001 en Berlín con el título de ”De Afganistán a Zimbabwe”. Si una precede a la otra carece de importancia. Sin embargo, el 11 de septiembre mostró con toda la claridad deseable esta relación y ante todo la importancia de la política exterior. El 11 de septiembre mostró lo que puede suceder si no garantizamos un desarrollo en todas las partes del mundo. Nuestra tarea en este momento consiste en llevar a cabo un seguimiento de este desarrollo. Así es el caso con nuestra labor de seguimiento en Kosovo. También con respecto a Zimbabwe resulta evidente la relación existente entre la política exterior y la política de desarrollo y también que a pesar de todo la UE ha logrado un acuerdo que hace que podamos manejar un probable acuerdo positivo en Zimbabwe. Estoy de acuerdo con el señor Comisario, quien en sus comentarios finales –que también serán los míos- de su discurso decía que la C de CFP ”... significa común, no conveniente ni colonial”. Aún nos queda –y estoy de acuerdo en esto- tarea por hacer, también en este Parlamento.

 
  
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  Corrie (PPE-DE). – (EN) Señor Presidente, en primer lugar, quisiera expresar mi agradecimiento al ponente por el enorme esfuerzo que ha invertido en este documento y por la información que éste contiene. No obstante, me ha decepcionado el pesimismo del ponente, tanto cuando mira al pasado como al futuro. Naturalmente apoyo algunas de sus críticas: demasiados trámites burocráticos, falta de toma de decisiones, lentitud en los plazos de entrega y falta de capacidad en los países en desarrollo. Esto ha provocado la frustración, pero el Comisario Nielson está atajando estos problemas de manera bastante enérgica.

Soy mucho más optimista que el ponente. Creo que el Acuerdo de Cotonú es el camino acertado. Lomé tenía sus fallos. Pero fue un concepto único y se han hecho muchas buenas obras. El nuevo Acuerdo de Asociación está basado en los principios correctos y mejora el antiguo Convenio de Lomé. El tema de paliación de la pobreza no puede estar equivocado. La única incógnita es cuál es el mejor modo de llevarla a cabo. Se discute mucho sobre si es mejor financiar proyectos o apoyar el presupuesto. ¿Deberíamos recurrir a la ayuda multilateral o a la ayuda bilateral? Apoyo firmemente la ayuda multilateral respaldada por la ayuda bilateral allí donde permita completar un proyecto.

No creo que la ayuda a proyectos haya fallado. El problema ha sido la escasa capacidad de los países para continuar los proyectos una vez que han quedado completados por la Unión Europea. Asimismo, tampoco estoy convencido de que la ayuda al presupuesto pueda ser controlada con el rigor suficiente en muchos países en desarrollo y me temo que abra la puerta a la corrupción.

Creo que serán los nuevos factores del Acuerdo de Cotonú los que ejerzan la máxima influencia: la dimensión política, el énfasis en la buena gobernanza, la prevención y resolución de conflictos, la interacción con la sociedad civil, el enfoque regional para reforzar el comercio y el elemento parlamentario de la Asamblea Paritaria. Son todos ellos elementos que deberían reforzar la asociación.

Todo esto ha modificado mi papel de copresidente en el pasado año. No hay ninguna duda de que en el pasado año mi papel ha sido fundamentalmente político cuando he tratado, por ejemplo, con el Presidente Taylor de Liberia sobre la resolución de conflictos y la buena gobernanza, o he mantenido conversaciones con los Presidentes de Botsuana, Malaui y Mozambique sobre la situación en Zimbabue, y podido oír y ver las consecuencias sobre sus países.

Todo esto depende de una Comisión eficaz, con delegaciones que dispongan de una financiación y una dotación de personal adecuadas. La mayoría de las delegaciones que he visto están muy mal atendidas en estos momentos por falta de fondos y por el pesado papeleo que deben tramitar. La culpa de ello es del Parlamento. Debemos instar a todos los países a que ratifiquen el acuerdo, como ha dicho la Sra. Dybkjær, que haga posible la entrada en vigor del Noveno FED.

Esta asociación tiene que funcionar. Si realmente queremos frenar la migración económica y el terrorismo en el mundo, debemos proporcionar un nivel de vida en los países en desarrollo que persuada a las personas a quedarse y a trabajar allí.

 
  
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  Junker (PSE) . – (DE) Señor Presidente, Señorías, para adelantarles de entrada el resultado, el Grupo del Partido Socialista Europeo puede aceptar con convencimiento el Acuerdo de Cotonú, aunque nada es tan perfecto que no se pueda mejorar. El escaso tiempo de uso de la palabra de que dispongo no me permite realizar, lamentablemente, una valoración detallada del Acuerdo y, por lo tanto, me voy a limitar a considerar algunos aspectos.

El Acuerdo de Cotonú se sitúa en una línea de continuidad de la cooperación europea con los países en desarrollo de África, el Caribe y la zona del Pacífico. Ésta se inició con el Convenio de Yaundé y se fue ampliando a partir de 1975 con un total de cuatro Convenios de Lomé. En Lomé I participaron inicialmente 46 países ACP y 9 Estados miembros de lo que entonces era la Comunidad Europea. El Acuerdo de Cotonú reúne ahora a 77 Estados ACP y 15 países miembros de la UE. Sin embargo, más importante que su extensión geográfica es la ampliación de su base de contenidos. La dimensión política y también la político-comercial adquirieron una mayor importancia con el desmoronamiento de los bloques y las transformaciones políticas que conllevó en todo el mundo y por lo tanto también en los Estados ACP. El respeto de los derechos humanos y la aplicación de los principios democráticos del Estado de Derecho, un gobierno responsable y el fortalecimiento de la sociedad civil son contenidos importantes de los acuerdos, cuyo incumplimiento puede ser penalizado, llegado el caso, con sanciones.

El diálogo político inscrito en el Acuerdo de Cotonú y el compromiso, enraizado igualmente en el mismo, a favor de la consolidación de la paz y la prevención y superación de los conflictos, así como el objetivo declarado de combatir la pobreza son instrumentos importantes de la cooperación ACP, aunque lamentablemente no está garantizado que prevalezcan. Basta recordar en este contexto algunas palabras clave como Sudán, el Cuerno de África, Congo, Zimbabue, islamismo y VIH/SIDA. El seguimiento parlamentario de la cooperación ACP constituye un modelo a escala mundial. Ésta se ha revalorizado con el Acuerdo de Cotonú, que refuerza, junto con su carácter parlamentario, su papel como foro público de discusión y órgano de control. También esto forma parte de la nueva calidad del Acuerdo de Cotonú y permite que nuestro Grupo pueda votarlo afirmativamente sin dificultad.

(Aplausos)

 
  
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  Van den Bos (ELDR). – (NL) ¿Dará el Tratado de Cotonú más frutos que sus antecesores de Lomé? El nuevo acuerdo de asociación con los países ACP extrae consecuencias de la experiencia adquirida hasta ahora y refleja los nuevos criterios en el ámbito del comercio, la buena administración, la asistencia y el papel de las organizaciones civiles. Por supuesto, la crítica resulta posible, pero creo que el Sr. Rod ha ido demasiado lejos en su informe general. Según su análisis, Europa es el mismo demonio y los países ACP son santos. Los conflictos desastrosamente violentos son ocasionados por la pobreza y la pobreza es culpa del Occidente rico. Desgraciadamente, no es así de simple. Es injusto plantear que Cotonú solamente conducirá a un liberalismo desenfrenado. Con razón, el acuerdo sí hace mucho hincapié en la importancia de la participación de otros actores distintos de la Administración local, tales como las ONGs y el sector privado. No sólo los donantes deben extraer consecuencias, también los propios países en desarrollo. Por ello, también es positivo que Cotonú responsabilice a los propios países ACP. El refuerzo de la ayuda está justificado teniendo en cuenta las prestaciones de los países receptores. El éxito a largo plazo no depende exclusivamente de nosotros, sino sobre todo, de los esfuerzos incansables de nuestros socios ¿Está el Comisario Nielsen de acuerdo conmigo?

Para lograr resultados, es crucial contar con capacidad administrativa. Al menos igual de importante, resulta evitar el abuso de poder y las violaciones de derechos humanos. Considero que el amplio diálogo que prevé el Tratado de Cotonú constituye el núcleo del mismo. Resulta esencial que la UE y los socios ACP no se limiten a las buenas intenciones. Europa debe reformar drásticamente su propia política de desarrollo, comercial y agrícola, y los países ACP deben poner todo su empeño en la democratización, la estabilidad política y la prevención de conflictos para, con ello, poder desarrollar socialmente sus países y convertirse en socios comerciales plenos.

 
  
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  Miranda (GUE/NGL). - (PT) Señor Presidente, quiero agradecer y felicitar al Sr. Didier Rod por el excelente trabajo que ha hecho respecto de este asunto y subrayar que comparto, en lo esencial, las consideraciones vertidas en su exposición de motivos y las conclusiones que nos propuso y aprobamos en la Comisión de Desarrollo y Cooperación.

Por eso, voy a limitarme a algunas breves consideraciones. Para decir, en primer lugar, que considero que el mayor éxito de este nuevo convenio radica en que se haya llegado a él, pues fueron muchos, muy largos y muy difíciles lo obstáculos que hubo que superar para que así fuera. Dificultades y obstáculos que comenzaron al propugnarse el fin de la asociación con los ACP y culminaron en la problemática tardía y poco conveniente de las migraciones, ya en la fase final de las negociaciones. Por eso, el desenlace definitivo de éstas, con el establecimiento, además, de un nuevo convenio por un período de veinte años, constituye, para mí, uno de los elementos más positivos que tener en cuenta.

Pero existen también otras razones más substanciales. Una es un mayor llamamiento a la participación de la sociedad civil, en particular si se entiende ésta de forma amplia y si no representa una contradicción con la colaboración y el apoyo que merecen las administraciones centrales de los Estados ACP, que por regla general adolecen de gran debilidad estructural; otra, la regionalización prevista, si se materializa de forma cuidadosa, si no se impone y no representa una indeseable fragmentación de los países ACP.

Pero conviene decir que hay también elementos en este nuevo convenio que nos inspiran alguna aprensión. En primer lugar, el llamamiento sistemático a condicionalismos y objetivos unilaterales, que, además de poder determinar la degradación de una asociación que se pretende que sea entre iguales, podrían también poner en entredicho la elección por los propios países ACP de sus políticas de desarrollo. Y, en segundo lugar, el rápido avance hacia la consagración de la lógica liberalizadora de la OMC, que, como sabemos, ha resultado particularmente negativa para los países de menor desarrollo. Son aspectos que no podemos escamotear y que, junto con el nítido viraje al Este de la Unión Europea -he de recodar que ninguno de los países ACP se encuentra ya en la lista de los diez países que más se benefician de la cooperación europea- pueden comprometer una asociación que deseamos fructífera, mutuamente ventajosa y apta para acabar con el ciclo del frágil desarrollo y la enorme pobreza que afecta a esos países.

 
  
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  Belder (EDD). – (NL) Señor Presidente, aquí no hacemos más que comentar la jugada. Ya hace casi dos años que terminaron las negociaciones sobre el Acuerdo de Cotonú. Sin embargo, espero que el Consejo se tome en serio el informe del Sr. Rod. Felicito al ponente por el análisis crítico que ha plasmado en su informe. La persistencia de algunas inconsistencias en el Acuerdo de Cotonú y el no querer disminuir el subdesarrollo cuando eso significa renunciar a los propios intereses, llevan al ponente a arrojar una sombra de duda sobre el éxito de este proyecto de desarrollo. Me sumo a ello. Sólo suscribo parcialmente el movimiento a favor de la integración en el sistema comercial mundial en lugar de modificar ese sistema en beneficio de los más pobres. La ayuda sin comercio ciertamente no sirve para mucho, pero el comercio no es una panacea para el desarrollo.

Por último, algo sobre los futuros acuerdos comerciales regionales. Desde la perspectiva de la OMC, no hay más remedio que seguir con Lomé de esta forma. Sin embargo, quisiera mencionar otra perspectiva, a saber, la del desarrollo. No estoy tan seguro de que los acuerdos de asociación económicos regionales beneficien a todos nuestros socios. Los países menos desarrollados, en especial, obtienen poco beneficio de ellos. Además, podría que existieran conflictos de intereses entre los distintos países en sus regiones más o menos artificialmente clasificadas. Eso atenta directamente contra la política de prevención de conflictos de la Unión Europea que figura como prioridad en la agenda.

 
  
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  Schwaiger (PPE-DE) . – (DE) Señor Presidente, señor Comisario Nielson, estimadas y estimados colegas, el nuevo acuerdo de cooperación y desarrollo, el Acuerdo de Cotonú, mejora considerablemente el marco para la cooperación con los Estados ACP. Varias mejoras de contenido y políticas significativas tienen su origen en propuestas del Parlamento Europeo. En consecuencia, nosotros no compartimos la valoración muy crítica y la exposición de motivos del ponente. Incluso nos parece casi caricaturesca.

Permítanme que contraponga tres aspectos muy positivos al análisis del ponente. En primer lugar, la introducción de una asamblea parlamentaria constituye un verdadero avance. Como resultado, después de un período prudencial de rodaje, sólo los parlamentarios libremente elegidos podrán intervenir en nombre de los Estados ACP y ya no los embajadores, como ha ocurrido en parte hasta ahora. Este principio no sólo debe quedar inscrito en el nuevo reglamento de nuestra Asamblea paritaria, sino que también se deberá aplicar en la practica. Vamos a pronunciarnos en contra de la acreditación de cualquier embajador ACP en detrimento de los parlamentarios africanos libremente elegidos, por ejemplo.

El segundo punto, es la orientación regional de la cooperación, que acabará con los particularismos económicos en África y tiene asimismo su origen en las propuestas del Parlamento Europeo. Acuerdos regionales de libre comercio y cooperación deberán constituir el futuro eje central de nuestra cooperación. Nosotros solicitamos encarecidamente que la cooperación parlamentaria a escala regional se pueda iniciar sobre el terreno todavía dentro de este año; por ejemplo, a continuación de la reunión de Ciudad del Cabo del mes de marzo con el África meridional y en el transcurso del año con la comunidad económica del África occidental.

En tercer lugar, apoyamos la aplicación reforzada de la cláusula relativa a la democracia y los derechos humanos. A nuestro parecer, también ésta se debe incorporar rápidamente a la legislación. A modo de ejemplo, quiero citar los casos de Nigeria, Togo y Zimbabue. Gracias a la misma esperamos poder establecer por fin una auténtica cooperación parlamentaria con nuestros homólogos africanos y de los demás Estados ACP.

 
  
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  Martínez Martínez (PSE). - Señor Presidente, la recomendación que nuestro amigo Rod nos hace en favor de la ratificación por nuestro Parlamento del Acuerdo de Cotonú se acompaña de un análisis exhaustivo del acuerdo, de su significado y de sus novedades, y lo hace desde un punto de vista crítico, que compartimos por las mismas razones del ponente: por las lagunas que contiene el Tratado y por las carencias que se han observado ya durante su corta vida provisional. Ello no impide que lo apoyemos y promovamos su ratificación.

Este acuerdo se produjo en un mundo significativamente diferente al del primer Convenio de Lomé; pero en las condiciones mundiales actuales los instrumentos económicos no bastan ya para guiar la globalización hacia metas de justicia. Hay que dotarse también de instrumentos de cooperación política. Por ello, aun con insuficiencias, este acuerdo debe ser bienvenido para obtener de él lo mejor que pueda darnos.

El papel del Parlamento Europeo respecto del acuerdo no puede quedar limitado al control del Fondo Europeo de Desarrollo. Creo que podemos hacer cosas importantes con este acuerdo. De momento, difundir sus elementos positivos y procurar su ratificación por nuestros Parlamentos nacionales. Es escandaloso que un año y medio después de su firma, al parecer sólo tres de los quince lo hayan ratificado.

Otra acción importante que podemos propiciar es la consolidación y el funcionamiento efectivo de los Parlamentos nacionales de los países ACP. Rod destaca como novedad en el acuerdo la participación de la sociedad civil y reconoce el papel siempre esencial del Estado, pero dentro del Estado los parlamentos eficaces son la mejor garantía para evitar la miseria, luchar contra la corrupción y hacer eficaz nuestra cooperación, que es el objetivo subyacente del Acuerdo de Cotonú. Apoyemos a los parlamentos de nuestros socios y así la Asamblea Paritaria ACP-UE podrá cumplir la función de control democrático que el acuerdo le encomienda.

Rod nos hace la pregunta del millón: ¿nuestra cooperación en el contexto del Acuerdo de Cotonú sirve para el desarrollo de nuestros socios ACP o busca sencillamente la implantación del modelo liberal en estos países?, y: ¿sirve el modelo liberal para garantizar allí un desarrollo justo? Creo que eso solo no sirve. Por ello, deberíamos esforzarnos para que este Acuerdo de Cotonú sea, más allá de un marco de relaciones comerciales, un instrumento de relaciones políticas y económicas decentes y equitativas con los Estados ACP y para que nuestra cooperación con ellos sea uno de los pilares del orden mundial solidario y democrático que necesitamos y con el que estamos comprometidos, al menos en mi Grupo.

 
  
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  Howitt (PSE). – (EN) Señor Presidente, acojo favorablemente el informe del Sr. Rod y estoy de acuerdo con él en que la renovación del acuerdo marco, por el que se rige la cooperación entre la UE y los Estados ACP, conviene estudiarlo ante el trasfondo de los retos que plantea la globalización, la liberalización económica y la reforma de la ayuda exterior de la Comisión Europea. De hecho, cuando han transcurrido más de 18 meses desde la firma de Cotonú, podemos comenzar a evaluar el Acuerdo analizando el progreso real de su puesta en marcha.

Primero, a pesar de sus virtudes, el anterior Acuerdo de Lomé fracasó, como mínimo, en un aspecto concreto, a saber, el de la lucha contra la pobreza. Acojo con gran satisfacción que uno de los objetivos fundamentales del nuevo Acuerdo de Asociación sea el fomento de la erradicación de la pobreza, pero debemos garantizar que este objetivo queda reflejado también en la programación de la Comisión a través de sus informes estratégicos sobre los países.

Lamento decir que los documentos estratégicos sobre los países revisados hasta ahora reflejan que el sector de transportes ha recibido el 35% y la ayuda macroeconómica el 25% de todos los recursos programables. En la Comisión de Desarrollo y Cooperación hemos hecho hincapié en innumerables ocasiones en la necesidad de invertir recursos en la asistencia sanitaria básica y en la enseñanza básica si nos proponemos seriamente reducir la pobreza. Es acertado volver a hacer hincapié en este punto esta noche.

El segundo cambio fundamental respecto a Lomé es el de la participación de la sociedad civil. ¿Qué tipo de resultados podemos esperar tras conocer que la sociedad civil aún no ha sido involucrada de una manera real y significativa? Me siento decepcionado al ver en los informes estratégicos sobre los países redactados hasta ahora que de un posible 15% de los recursos, sólo se ha destinado un 2% a la generación de capacidad. ¿Ha sido esto debido a que las organizaciones de la sociedad civil no han sido consultadas o es que la sociedad civil tiene un índice de absorción tan bajo?

El Acuerdo de Cotonú estipula que la participación de la sociedad civil debe surgir desde la base, aunque si no existe capacidad, eso es imposible.

Por último, al señalar algunos de los retos de orden práctico que deberemos afrontar, no quisiera menospreciar y no menosprecio el enorme logro que ha supuesto la negociación y la firma del Acuerdo. La asociación entre la UE y los Estados ACP sigue siendo un modelo de cooperación Norte-Sur en nuestro mundo y un modelo que celebramos debidamente con nuestra aprobación de la ratificación en el Parlamento Europeo esta semana.

 
  
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  Nielson, Comisión. – (EN) Señor Presidente, permítame, en primer lugar, felicitar a los diputados al Parlamento por haber dado este importante paso en el proceso de aprobación del Acuerdo de Cotonú.

Todos ustedes saben lo importante que es completar el proceso de ratificación para que el acuerdo entre plenamente en vigor, incluido su componente financiero. También saben cuán importantes son las relaciones ACP-CE en el marco de la política de desarrollo comunitaria.

Un aspecto muy importante es que el texto del Acuerdo de Cotonú es un texto negociado. Aspecto que también ha quedado reflejado indirectamente en los comentarios de muchos en el presente debate, en el sentido de que ha sido todo un logro alcanzar el acuerdo. Y lo hemos alcanzado a través de negociaciones reales. El Sr. Howitt se refería a ello cuando lo ha presentado como modelo de unas relaciones Norte-Sur más globales. El Acuerdo tiene muchas carencias y gran parte de las críticas se derivan del hecho de que sigue siendo muy ambicioso y de que es difícil de aplicar. Esto tiene que ver con nuestras expectativas respecto a lo que nuestros países asociados aportan realmente al proceso de programación. No debemos ser los únicos que toman las decisiones, con lo que respondo en parte a los comentarios del Sr. Howitt.

A continuación haré algunos comentarios breves sobre el informe como tal. Encuentro interesante el modo en que el informe enfoca la dimensión comercial del Acuerdo de Cotonú, aunque no puedo estar de acuerdo con el mismo en su totalidad. No hay ninguna duda de que la evaluación que hace el informe del régimen económico y comercial del Acuerdo de Cotonú está basado en un punto de vista político del desarrollo de las relaciones Norte-Sur. Por ejemplo, no coincidimos con el informe en que el Acuerdo de Cotonú "sólo concibe el desarrollo a través de las leyes del mercado". En nuestra opinión, el Acuerdo de Cotonú establece un marco amplio que integra el comercio como un instrumento, entre otros, para fomentar el desarrollo sostenible. El elemento fundamental de las futuras relaciones comerciales serán los Acuerdos de Asociación Económica, que tienen el objetivo de crear condiciones favorables para mejorar el volumen y los beneficios del comercio.

Es cierto, las negociaciones de los acuerdos de cooperación económica regional buscarán la liberalización progresiva y flexible de los flujos comerciales y la integración de los países ACP en la economía mundial. Pero esto se hará conforme a sus niveles de desarrollo y se tendrán en cuenta las consecuencias socioeconómicas de las medidas comerciales. Los acuerdos de cooperación económica regional estarán basados en la integración regional, el fortalecimiento y la profundización de las iniciativas de integración regional en vigor. Es también el motivo por el que no comparto el punto de vista expresado por el Sr. Belder en el sentido de que estas iniciativas podrían representar un riesgo en relación con la prevención de conflictos. Tenemos la clara expectativa de que esta cooperación regional formará parte de la prevención de conflictos y la potenciará. Así nos lo dice la experiencia.

Los acuerdos de cooperación económica regional también irán unidos a amplias medidas económicas y sociales que pueden ser financiadas a través del FED. Este aspecto no queda suficientemente reflejado en el informe.

Algunas de las afirmaciones del informe, en nuestra opinión, podrían ser más precisas. Por ejemplo, la referencia a las exportaciones de carne de vacuno de la UE a África Occidental critica duramente que se sustituya la carne local por carne comunitaria subvencionada. No obstante, esta crítica está basada en las exportaciones comunitarias entre 1981 y 1991. Ahora estamos en 2002 y la política comunitaria de exportación hacia los países en desarrollo ha cambiado en estos últimos años. En particular, desde comienzos de los años noventa, hemos reducido considerablemente las restituciones a la exportación para las exportaciones de carne de vacuno a África Occidental, precisamente para evitar cualquier sustitución de la carne local por carne comunitaria subvencionada. Como consecuencia de ello, se ha producido una disminución progresiva de las exportaciones de carne de vacuno comunitaria a los países de ECOWAS (Comunidad Económica de los Estados de África Occidental) que han pasado de 54.000 toneladas en 1991 a sólo 1.600 toneladas en 2000. Éste es un caso clásico. Hemos tenido varios de ellos en el debate sobre la coherencia. Se trata en su mayoría de casos históricos y todos han quedado resueltos. Pero existen otros problemas importantes muy reales y significativos sobre los que deberemos tratar en el marco del debate sobre la coherencia, por tanto, aconsejaría encarecidamente a todos los que intervienen en este debate que pongan el dedo en los problemas reales, en vez de recurrir solamente a material arqueológico.

En el informe existe también cierta confusión en lo relativo a las relaciones comerciales con los Países Menos Avanzados (PMA). El informe afirma que los PMA optarán automáticamente por el régimen "Todo Excepto Armas", mientras que los que no pertenecen a los PMA pueden elegir entre los Acuerdos de Asociación Económica y el régimen normal de SPG. Eso no es cierto. Por el contrario, es importante subrayar que los PMA participarán en el proceso de acuerdos de cooperación económica regional. Estos acuerdos de cooperación económica regional tratarán de eliminar todas las barreras comerciales, incluidos temas como las medidas sanitarias y fitosanitarias o las barreras técnicas para el comercio, y ampliarán las actuales iniciativas para la integración regional. Ambas medidas son muy importantes para los PMA.

Por último, permítanme hacer hincapié en que los acuerdos de cooperación económica regional deben ser integrados en las estrategias de desarrollo de los países ACP y de la CE. Por consiguiente, será fundamental que las negociaciones sobre los acuerdos de cooperación económica regional y su aplicación, por un lado, y las políticas de desarrollo, por otro, se apoyen mutuamente y que en la financiación regular del FED se incluyan medidas comunitarias de apoyo adecuadas. Los acuerdos de cooperación económica regional crearán un marco de política comercial que será necesario para poder ser plenamente coherentes con las políticas de desarrollo.

Es cierto que los objetivos de la agenda comercial de Cotonú son ambiciosos, pero si no hacemos nada y continuamos con nuestro anterior enfoque, correríamos grandes riesgos y probablemente no podríamos invertir la marginación económica de los países ACP. Es algo que resulta bastante evidente cuando analizamos lo ocurrido hasta ahora sobre la base de los instrumentos del pasado. El Acuerdo de Cotonú prevé instrumentos para ayudar a los países ACP a integrarse en la economía mundial y reducir la pobreza. Debemos utilizarlos de la mejor manera posible. Sería un malentendido pensar que este acuerdo nuestro y nuestros instrumentos bastan para resolver el problema. Existen muy buenas razones de peso por las que estos países pobres no están bien integrados en la economía mundial. Existen problemas reales en este sentido.

El informe está redactado como si fuera una hipótesis realista que, como parte de la ingeniería y de las negociaciones subyacentes al Acuerdo de Cotonú, hubiéramos podido fácilmente hacer frente y modificar muchos de los aspectos mundiales subyacentes. Espero no asustar a nadie al decir que no es así de fácil. Nunca nos hemos planteado la posibilidad de ofrecer a los países ACP un marco de desarrollo económico que no estuviera basado en el hecho de que la economía de mercado prevalecerá. Pero eso no es lo mismo que decir que el mercado es el único método. La Comisión discrepa de dicha afirmación. De hecho, todo el esfuerzo de nuestra cooperación ACP-UE, así como el resto de nuestros esfuerzos de cooperación al desarrollo en el mundo, demuestra el hecho de que intentamos hacer algo que nunca podría haberse hecho si el desarrollo se dejara en manos del mercado como tal. Es por eso por lo que lo hacemos. Permítanme terminar en un tono más conciliador haciendo referencia a la conclusión del informe, que apoyo firmemente. "En efecto, la existencia de un nuevo acuerdo de cooperación ACP-UE ya es, en sí, una victoria. Además, contiene elementos innovadores, que será necesario interpretar y utilizar de forma constructiva. En la medida en que el Parlamento Europeo no tiene competencias para enmendar este texto, es esencial trabajar para sacar lo mejor de él, y para que la ayuda contribuya realmente a un mayor bienestar de la población de los países ACP en función de sus necesidades alimentarias, sanitarias, educativas, etc". Éste es el tipo de lenguaje con el que me identifico. Acogemos favorablemente dicha conclusión.

Para terminar, quiero expresar mi profunda satisfacción, en nombre de la Comisión, por el hecho de que el Parlamento Europeo ya haya concluido su parte en este proceso, y esperamos que quede concluido en su totalidad lo antes posible.

 
  
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  El Presidente. – El debate queda cerrado.

La votación tendrá lugar mañana a las 12.00 horas.(1)

(Se levanta la sesión a las 23.30 horas)

 
  

(1) Orden del día de la próxima sesión: cf. Acta.

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