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Acta literal de los debates
Miércoles 24 de septiembre de 2003 - Estrasburgo Edición DO

Constitución para Europa, Conferencia Intergubernamental
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  Gil-Robles Gil-Delgado (PPE-DE), ponente. (ES) Señor Presidente, Señorías, el informe que hemos elaborado mi colega Dimitris Tsatsos y yo se basa en unos criterios políticos muy claros. En primer lugar, el Parlamento debe respaldar a su delegación en la Convención, que ha conseguido un buen texto, un texto inteligente, aunque, naturalmente, no sea un texto perfecto porque ningún texto legal lo es.

Por tanto, a nuestro juicio, no hay que formular propuestas de modificación de ese texto; comprendemos que a muchos colegas les hubiera gustado pedir mejoras en uno u otro punto, pero nuestro criterio ha sido que no debe pedirse ninguna, sino pedir a los Jefes de Estado y de Gobierno que no deshagan ni alteren sustancialmente el amplio consenso obtenido en la Convención.

No estamos ante un simple trabajo preparatorio, sino ante la expresión de unas soluciones respaldadas por los Parlamentos nacionales y el Parlamento Europeo -que representan a los ciudadanos europeos- y por los representantes de los Gobiernos y de los Estados miembros. Repito, ante un consenso político que no cabe ni despreciar ni orillar.

Ciertamente, en algún punto, Señorías, algunos Gobiernos y la Comisión han expresado reservas. Sería ingenuo pensar que estos problemas de gran relevancia política no van a ser abordados por la Conferencia Intergubernamental, que ésta va a limitarse a bendecir lo hecho por la Convención. Quienes mantienen esta postura están expresando, naturalmente, una posición inicial en una negociación, porque, de no ser así, tendríamos que pensar que estaban en babia.

Tengo el convencimiento, Señorías, -y expreso, claro está, una opinión a título personal y no como ponente- de que el sistema por el que solo la mitad de los Comisarios votaría constituye un craso error. Esa solución debilitaría a la Comisión en el momento en que más necesita ser fortalecida. Se trata de una equivocación que debe ser subsanada.

Con igual claridad digo que no será posible alterar el equilibrio de poder establecido en Niza, de forma que solo uno o dos Estados paguen el precio de un nuevo método de tomar decisiones. En la Unión los consensos pueden alterarse, claro, pero con una condición: que se consiga aunar los intereses de todos. De no ser así, no se pueden obtener nuevos consensos. Los consensos se sustituyen por otros consensos, no por imposiciones.

Nuestro informe pretende destacar que abordar y resolver esas cuestiones concretas será legítimo si con ello se consigue perfeccionar el consenso democrático hasta ahora logrado. Pero no puede ser motivo para empezar de nuevo la negociación constitucional -como si de una tela de Penélope se tratase-. Sres. Jefes de Estado y de Gobierno, sería una tremenda equivocación.

Éste es el principal mensaje político de nuestro informe, pero éste, lógicamente, no podía quedarse ahí. Era necesario evaluar las luces y sombras del proyecto de Constitución para que los ciudadanos puedan en su día pronunciarse sobre él y para que quede claro que el Parlamento Europeo acepta y sostiene este proyecto como un compromiso, una transacción realista entre las soluciones ideales que ha venido preconizando y las posibilidades de llevarlas a la práctica en este momento. No abandonamos estas metas. Dejamos claro que el proyecto representa un paso adelante, un paso importante, pero no renunciamos a lograr en su momento nuevos avances.

Señor Presidente, Señorías, no quiero terminar esta breve intervención sin agradecer a mi coponente, el profesor Tsatsos, su ejemplar voluntad de consenso y la alta calidad intelectual con que ha contribuido a lograrlo. Agradezco, asimismo, a todos nuestros colegas de los distintos Grupos sus valiosísimas aportaciones y su sentido de la responsabilidad.

Hemos podido trabajar, ciertamente, de una manera muy consensuada porque ya en su día la representación del Parlamento en la Comisión -de acuerdo con los Parlamentos nacionales- hizo un trabajo muy importante de consenso sobre el cual hemos podido nosotros seguir construyendo.

He hablado de sentido de responsabilidad de este Parlamento. Es ese sentido de la responsabilidad del que el Parlamento suele hacer gala cuando se trata de tomar decisiones políticas de auténtica transcendencia. Es el que lo ha llevado desde su elección por sufragio universal a ser el motor de la Unión. Lo he comprobado en las sucesivas Conferencias Intergubernamentales, en alguna de las cuales he participado muy directamente.

En este espíritu integrador, constructivo, auténticamente europeísta, confío esperanzadamente al pedir a la Cámara el voto favorable para nuestro informe.

(Aplausos)

 
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