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Acta literal de los debates
Miércoles 22 de octubre de 2003 - Estrasburgo Edición DO

Política de innovación e industrial
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  Ferrer (PPE-DE). (ES) Señor Presidente, señor Comisario, la realización de la estrategia de Lisboa de cara a mejorar la competitividad de nuestras empresas es un elemento clave para el relanzamiento de la economía y para preservar el modelo social europeo. Alcanzar este objetivo requiere la existencia de un amplio y dinámico tejido empresarial compuesto fundamentalmente por pequeñas y medianas empresas, ya que estas son las que mejor pueden adaptarse a los desafíos de un entorno en constante proceso de mutación y, en consecuencia, responder a las preocupaciones de los ciudadanos en materia de empleo.

Para asegurar el mantenimiento de este tejido no basta, sin embargo, con garantizar el buen funcionamiento, por ejemplo, del mercado interior, o con una política comercial que asegure una apertura de los mercados terceros en condiciones de reciprocidad, ni con una política industrial que tenga en cuenta las necesidades específicas de los distintos sectores, por importante que todo esto sea. Déjeme, en este sentido, señor Comisario, mostrar mi satisfacción por el anuncio que ha hecho de una próxima comunicación sobre el sector textil y de la confección.

Además de todos estos aspectos a los que me refería, hay también que incentivar el espíritu empresarial y promover la creación de empresas y de un clima favorable que les permita desarrollarse y crecer; sin empresas no hay tejido empresarial posible. De ahí la oportunidad del Libro Verde de la Comisión y del informe Langen, objeto de este debate, por cuyo excelente trabajo también quiero felicitar al ponente.

Hay que reafirmar, en efecto, la importancia y el valor de las pequeñas y medianas empresas en tanto que pilar básico de la economía europea y propiciar el establecimiento de un entorno que garantice la adecuada formación de los empresarios, estimule la creación de empresas, favorezca su crecimiento, promueva su competitividad y elimine los obstáculos legislativos, administrativos y fiscales que dificultan la actividad empresarial en la línea de lo que muy acertadamente propone el informe Langen. De lo contrario, los objetivos de Lisboa, que -no lo olvidemos- deberían conllevar la creación, de aquí al 2010, de 15 millones de puestos de trabajo y una mayor cohesión social, se verán reducidos a meros deseos imposibles de alcanzar.

 
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