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Procedimiento : 2004/2166(INI)
Ciclo de vida en sesión
Ciclo relativo al documento : A6-0399/2005

Textos presentados :

A6-0399/2005

Debates :

PV 18/01/2006 - 12
CRE 18/01/2006 - 12

Votaciones :

PV 19/01/2006 - 8.10
CRE 19/01/2006 - 8.10
Explicaciones de voto

Textos aprobados :

P6_TA(2006)0028

Acta literal de los debates
Miércoles 18 de enero de 2006 - Estrasburgo Edición DO

12. Política europea de vecindad
Acta
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  El Presidente. – De conformidad con el orden del día se procede al debate del informe del señor Tannock, en nombre de la Comisión de Asuntos Exteriores, sobre la política europea de vecindad (2004/2166(INI) (A6-0399/2005).

 
  
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  Charles Tannock (PPE-DE), ponente. – (EN) Señor Presidente, en primer lugar quiero rendir un homenaje especial a mi predecesor, el señor Laschet, de quien heredé este informe cuando abandonó la Cámara.

Al comienzo yo era escéptico cuando se planteó por primera vez el concepto de la política europea de vecindad (PEV) en la Comunicación de 2003 sobre una Europa más amplia. El principal problema conceptual era cómo coordinar una política hacia países que parecen tener objetivos diferentes y contradictorios, como Libia, que quería ser sede de la Unión Africana en ese momento, y Ucrania, que quería unirse a la Unión Europea.

El liderazgo político consiste en convertir los conceptos en realidad y la PEV es ahora una realidad política establecida, aceptada por los Estados asociados. Mi informe pretende revisar su funcionamiento, formular recomendaciones complementarias del Parlamento y aclarar algunos de los malentendidos que la rodean.

La PEV ofrece una relación privilegiada entre la Unión Europea y todos sus actuales vecinos del sur y del este, que actualmente no son Estados miembros. Excluye a los actuales países candidatos de la Unión y a los posibles candidatos de los Balcanes Occidentales, que mantienen acuerdos especiales separados. Pero, ¿qué supone este privilegio? En resumen, dos cosas: en primer lugar, una base común más amplia de valores democráticos y, en segundo lugar, ayuda y comercio para promover esos valores. Así pues, la PEV es de doble vía: una promueve los valores que sustentan a la Unión Europea, concretamente un compromiso con los valores comunes relativos al Estado de Derecho, la gobernanza, el respeto de los derechos humanos, la promoción de buenas relaciones de vecindad y los principios de la economía de mercado y el desarrollo sostenible; la otra incluye sanciones por incumplimiento mediante la restricción de la ayuda o los privilegios comerciales. El objetivo último es establecer un círculo de amigos en torno a la Unión Europea, en el que la tarea esencial de promover e intensificar la prosperidad, estabilidad y seguridad se realice en colaboración y en beneficio mutuo. Existirá una mayor ayuda financiera, a través de un único Instrumento Europeo de Vecindad y Asociación (ENPI) específico, también aplicable a Rusia, que a partir de 2007 sustituirá a los actuales programas TACIS y MEDA. No obstante, me preocupa que la Comisión pueda desvincular la PEV del presupuesto del ENPI, lo que conllevará una importante erosión de las competencias de supervisión y fiscalización del Parlamento.

La Comisión ya ha presentado un documento de estrategia e informes nacionales con respecto a una serie de países incluidos en la PEV, seguidos de planes de acción. Un proceso de revisión regular controlará la aplicación de los mismos, para el que pido una mayor implicación parlamentaria. Se han adoptado siete planes de acción con Israel, Jordania, Marruecos, Túnez, Autoridad Palestina, Ucrania y Moldova. Se están preparando cinco más con Armenia, Azerbaiyán, Egipto, Georgia y Líbano.

Apoyo firmemente la mejora del acceso de los países PEV al mercado único y, en algunos casos, la eventual celebración de acuerdos de vecindad y el establecimiento de acuerdos de libre comercio plenamente operativos con la Unión Europea. También apoyo la participación en la PESD/PESC, incluyendo los diversos grupos de trabajo del Consejo, y la asociación, cuando sea oportuno, de las agencias correspondientes de la Unión Europea.

También necesitamos prestar más atención a las drogas, las armas, la trata de personas y mejorar el intercambio de inteligencia sobre organizaciones delictivas entre las agencias nacionales, en la lucha contra el terrorismo internacional y el crimen organizado, así como renovados esfuerzos por la resolución pacífica de conflictos territoriales pendientes, incluidos los que están congelados. Casualmente, hoy se reúnen Armenia y Azerbaiyán en Londres para resolver la cuestión de Nagorno-Karabaj.

Varios PEV países asociados, como Azerbaiyán y Argelia, son ricos en recursos energéticos, dado que son productores o transportadores de petróleo y gas. Por lo tanto, la política energética y la seguridad energética de la Unión Europea constituirán un pilar fundamental de la PEV. La reciente crisis del gas entre Rusia y Ucrania ilustra cómo la política energética y la política exterior están ahora interconectadas.

Por último, no considero que la PEV sea una alternativa fija, a largo plazo, a la pertenencia de pleno derecho a la Unión Europea para aquellos países europeos democráticos con derecho a solicitarlo y que han expresado su deseo de hacerlo, como Ucrania y Moldova. El informe va algo más allá, al reconocer sus aspiraciones europeas.

Por el contrario, con respecto a otros antiguos Estados soviéticos de Asia Central, como Kazajstán –a pesar de que actualmente no forman parte de la PEV–, la Unión Europea debería plantearse muy en serio, en mi opinión, si ampliar su derecho a participar en este ambicioso proyecto, si así lo desean, cuando sus acuerdos AAC expiren finalmente.

 
  
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  Benita Ferrero-Waldner, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, quiero dar las gracias al ponente por este magnífico informe sobre la política europea de vecindad, que me dará la oportunidad de retomar el tema de las prioridades para los próximos meses con respecto a esta importante cuestión.

Como hemos reiterado en varias ocasiones desde su aparición en 2003, la política de vecindad es una política ambiciosa. Sigue siendo la cuestión principal –al menos en mi propia cartera– en las relaciones exteriores de la Unión Europea, porque es muy importante promover la prosperidad, la estabilidad y la seguridad. Nuestros países vecinos se juegan mucho. Está claro que a la Unión Europea le interesa tener socios democráticos y bien gobernados en su vecindad, que finalmente puedan unirse a la dinámica positiva del desarrollo social y económico sostenible. Como han mencionado ustedes, también nos interesa que los conflictos de nuestro vecindario se resuelvan pacíficamente y que problemas como la inmigración, el control de fronteras, el crimen organizado y el terrorismo se atajen de forma más efectiva, a través de una cooperación más estrecha.

El año 2005 ha sido el primer año de resultados de la PEV, con el comienzo de la aplicación de los siete primeros planes de acción en el marco de la PEV.

¿Qué queremos hacer en el futuro? La Comisión se ha mantenido activa en un amplio frente, que incluye, por ejemplo, el progreso con respecto al estado de la economía de mercado; la facilitación de visados y problemas energéticos en Ucrania; la misión de ayuda para la frontera Moldova/Ucrania; la creación de nuevos foros en los que discutir cuestiones como la democracia, los derechos humanos y la gobernanza, por ejemplo con nuestros socios mediterráneos –basta recordar la Conferencia Euromediterránea de Barcelona en noviembre; los preparativos para conseguir nuestra cooperación educativa y, en particular, para ampliar el hermanamiento y los programas de intercambio de información y de asistencia técnica a programas TAIEX para nuestros socios; y nuestra propuesta de un nuevo Instrumento Europeo de Vecindad y Asociación –el ENPI, que no se desvincule de la política de vecindad.

Cabe señalar que para 2006 y 2007 será fundamental cumplir los objetivos con respecto al desarrollo de la PEV y que nuestros socios se responsabilicen considerablemente de su aplicación, porque continuaremos cumpliendo nuestros propios compromisos, pero es muy importante la forma en la que los países socios reaccionen. Continuaremos aplicando los planes de acción de la PEV, en estrecha cooperación con nuestros socios. A finales de 2006 elaboraremos un completo informe de progreso relativo a la aplicación. También abriremos ciertos programas y agencias para los socios PEV. Por ejemplo, comenzaremos las negociaciones sobre productos agrícolas y pesqueros con nuestros socios mediterráneos. Trabajaremos en las cuestiones de la facilitación de visados con Ucrania y Moldova. Para Ucrania el mandato ya existe. También adoptaremos el ENPI lo antes posible y esperamos dotarlo de los recursos adecuados, para que pueda estar plenamente operativo a partir de enero de 2007. Estamos convencidos de que el ENPI nos proporcionará un instrumento mejor, más flexible y más concentrado, con el que poder apoyar reformas y la cooperación transfronteriza.

Tanto nosotros como nuestros socios nos enfrentamos al importante desafío de convertir los compromisos incluidos en los planes de acción en acciones concretas reales. La aplicación es siempre la prueba más importante y dependerá mucho de la voluntad política de los países asociados y de nuestra capacidad, pero también de su capacidad para aplicar los compromisos alcanzados en los planes de acción. Permítanme asegurarles que haremos todo cuanto esté en nuestra mano para conseguirlo.

Permítanme también apuntar brevemente que el conflicto del gas del 1 de enero ha demostrado la importancia que ha adquirido la cuestión de la energía. Permítanme decir también que debemos sacar urgentemente las conclusiones de este conflicto del gas y la cuestión de la energía para nuestra política exterior. Pretendo dar la máxima prioridad al desarrollo de una política exterior efectiva en el ámbito de la energía, destinada a ofrecer la garantía más efectiva posible de la seguridad del suministro de energía de la Unión Europea. No vamos a empezar de cero, dado que ya existen muchos instrumentos, pero hay que continuar explotándolos y también existe un diálogo sobre la energía con Rusia, que ya ha cubierto muchos aspectos y nos ha proporcionado una buena base para tratar aspectos bilaterales, pero tenemos que conseguir que sea realmente profundo y seguir adelante. Recientemente hemos firmado un memorando de acuerdo con Ucrania en el ámbito de la energía y además facilitaremos conocimientos técnicos a Ucrania y Moldova. Por lo tanto, existe un aspecto multidimensional y los trataremos a través de instituciones como el G8, la Agencia Internacional de Energía, la OSCE y otras. Tenemos el Tratado sobre la Carta de la Energía, que Rusia todavía no ha adoptado, pero también tenemos el Tratado de la Comunidad de la Energía, como instrumentos con los que seguiremos trabajando. Esto significa que la política de vecindad indudablemente también tendrá que hacer frente a estas cuestiones en el formato adecuado. Sin embargo, una vez más, como ya he dicho hoy en otro contexto, también necesitaremos coherencia de los Estados miembros.

 
  
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  Elmar Brok, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (DE) Señor Presidente, señora Comisaria, Señorías, quisiera dar las gracias tanto al ponente por su trabajo como a su predecesor, el señor Laschet, por lo que contribuyó a su elaboración; también estoy muy agradecido con la señora Ferrero-Waldner por su contribución al hecho de que la política de vecindad nos lleve a un ámbito extremadamente importante. Esto no solo ayuda a esos países, sino que es también una política a favor de la estabilidad y la paz en nuestro propio interés.

Pienso que los programas de acción deben basarse en un instrumento financiero con suficiente financiación y también que, en cooperación con el Parlamento Europeo –de acuerdo con la división de funciones que tenemos que respetar– deben incluirse aspectos importantes.

La implicación de nuestros vecinos en varios ámbitos políticos refuerza los vínculos entre nosotros desde el punto de vista de la política económica, incluida la ayuda a su desarrollo político, el respeto de los derechos humanos y muchas cosas más. El ejemplo de la política energética ya se ha mencionado, lo que implica, por ejemplo, prestar ayuda a Ucrania. Ayudar a Ucrania a mantener el control sobre sus propios gasoductos e impedir que caigan en otras manos también redundaría en interés nuestro.

Quisiera resaltar que esto es igualmente importante para Europa Oriental y el Mediterráneo. En casos individuales, sin embargo, podemos usar métodos y plataformas diferentes para lograr los objetivos de la política de vecindad. Para los países de Europa Oriental existe una perspectiva europea que es importante para legitimar los esfuerzos de reforma interna y apoyar al Gobierno para que pueda hacerlo.

Sin embargo, esto no significa que todos los países tengan automáticamente la perspectiva de la adhesión, como ha señalado hoy el Primer Ministro francés, el señor De Villepin, en su alocución en Berlín. Es posible que tengamos que encontrar métodos que no necesariamente conduzcan a la adhesión al final del camino. Por ello, también deberíamos considerar si el desarrollo de esta política no debería conducir a un «Espacio Económico Europeo plus». Utilizo estas palabras simplemente como un título de trabajo y como una oferta multilateral que, en principio, deja la puerta abierta a la adhesión a la UE si los países son capaces de ello y si la Unión Europea está dispuesta y es capaz de aceptarlos. En el Parlamento estamos debatiendo actualmente si esto podría ser una posibilidad. Sin embargo, este no es el propósito de este informe, que sirve de paso intermedio para algunos de los países balcánicos con los que todavía no se han iniciado negociaciones de adhesión, sin cuestionar el compromiso de adhesión de Salónica.

Tenemos mucho que hacer aquí, señora Comisaria, y me gustaría, en nombre de mi Grupo, ofrecerle el apoyo necesario para avanzar en estrecha cooperación.

 
  
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  Pasqualina Napoletano, en nombre del Grupo del PSE. - (IT) Señor Presidente, señora Comisaria, señor Tannock, Señorías, en primer lugar quisiera invitar a la Comisión a tener en cuenta seriamente este informe, pues no lo hizo así con la resolución aprobada por este Parlamento en 2003. Esta resolución, de hecho, contiene una serie de útiles sugerencias para mejorar la política de vecindad, que es uno de los desafíos más importantes a los que se enfrenta Europa. Las relaciones constructivas que debemos ser capaces de desarrollar con nuestros vecinos representan de hecho la única perspectiva para crear paz y seguridad alrededor de nuestras fronteras.

Hay dos razones principales por las que esto no será una tarea fácil. La primera es que estamos rodeados de zonas de fuerte inestabilidad y conflicto: desde Chechenia hasta Nagorno-Karabaj, Transdniéster, Afganistán, Iraq y Oriente Próximo. En segundo lugar, el objetivo de esta política no es la adhesión a la Unión, lo que dificulta su éxito a la hora de influir tanto en las reformas internas de los distintos países como en las relaciones entre estos países y entre ellos y la Unión.

Algunos de los países actualmente implicados en la política de vecindad están buscando lograr la plena adhesión a la UE; el ponente ha mencionado ya los casos de Ucrania y Moldova. Incluso si no descartamos esa posibilidad, al menos deberíamos ser sinceros y decir que la adhesión actualmente no es factible, tanto por la situación interna de la Unión como por el progreso que esos países todavía deben realizar. Todo ello, sin embargo, no hace sino apoyar esta política.

El aspecto que he decidido resaltar es la mejora de la visión global de la política de vecindad, a pesar de que abarza diversas zonas en el este, el sudeste y el sur, así como países con grandes diferencias entre sí. La seguridad, la energía, la inmigración, el medio ambiente y los derechos humanos exigen visión y diálogo político así como instituciones específicas para poder progresar juntos.

Junto a los planes de acción que la Comisión está negociando, esta es la dimensión que debe destacarse, inclusive por medio de políticas específicas, tales como la política energética, que la Comisaria ha señalado en particular. En 2003, el Parlamento señaló que la energía era un aspecto que había que atender en las relaciones con los países vecinos; hoy reiteramos esta necesidad de atención y pedimos que se elabore una comunicación sobre aquellos aspectos de la política energética que afectan a nuestra política exterior y de vecindad.

Concluiré, por tanto, con mi llamada inicial a la Comisión y a la señora Comisaria, que mantiene una relación excelente con nosotros: no infravaloren la contribución del Parlamento Europeo.

 
  
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  Paavo Väyrynen, en nombre del Grupo ALDE. – (FI) Señor Presidente, el Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa está muy satisfecho con el contenido del informe del señor Tannock, pero nos hubieran gustado introducir algunas mejoras conceptuales en el mismo.

La Comisión utilizó originalmente la expresión «política de vecindad» junto al concepto de una «Gran Europa». Esto se refería generalmente al conjunto de Europa, tanto en el debate científico como el político. El informe del señor Tannock contiene muchas opiniones sobre cómo desarrollar la cooperación paneuropea, inclusive en el marco del Consejo de Europa y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, pero esto no se tiene en cuenta en sus subtítulos. Por ello proponemos reemplazar la desafortunada redacción del subtítulo que sigue al apartado 30 con las palabras «Gran Europa».

El Grupo liberales propuso también que se incluyera el concepto de la «Dimensión Meridional» en el informe. Sería una descripción más acertada de las relaciones exteriores de la Unión con el sur, la región mediterránea, Oriente Próximo en sentido amplio y los países situados más al este. Sería lógico hablar al mismo tiempo de las dimensiones septentrional y meridional de la política de la Unión.

Nuestra tercera sugerencia conceptual era que el informe debería haber incluido la idea del desarrollo de Europa como un sistema de círculos concéntricos, que constase por una parte de una diferenciación flexible dentro de la Unión y por otra de la creación de círculos funcionales de cooperación alrededor de la misma. Esta noción brinda la oportunidad de buscar una solución al conflicto entre la consolidación y la expansión de la Unión. La idea fue apoyada en las conversaciones entre los Grupos, pero nadie quiso incluirla en este informe. Me pregunto por qué no. Como no recibimos suficiente apoyo de los demás Grupos para la inclusión de esta ni ninguna otra de nuestras propuestas de mejora conceptual, no las presentaremos en los turnos de votación. Esperaremos a una ocasión más propicia para su aprobación.

Deseo dar las gracias al ponente, el señor Tannock, por su excelente grado de cooperación y especialmente por haber aprobado nuestra propuesta de incluir la Dimensión Septentrional en el informe y también las propuestas relativas a la cooperación paneuropea, aunque se haya omitido el importante concepto de la Gran Europa.

 
  
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  Marie Anne Isler Béguin, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (FR) Señor Presidente, señora Comisaria, agradezco al señor Tannock, que ha recogido la antorcha, su disponibilidad y su voluntad de escuchar con respecto a las cuestiones sumamente complejas que se plantean al definir la política de vecindad.

La política de vecindad se hizo necesaria con la llegada de nuevos Estados miembros y al integrar a todos los países limítrofes al Este alrededor del Mediterráneo, se ha convertido en uno de los elementos clave y uno de los puntos fuertes de la política exterior de la Unión. Con esta acción, la Unión ha asumido una gran responsabilidad y tendrá la ardua tarea de no decepcionar la esperanza suscitada entre nuestros vecinos. En efecto, en estos países ha nacido una nueva dinámica y ahora esperan que la Unión les acompañe en el proceso de democratización, estabilización y desarrollo sostenible que han emprendido. Para algunos países, constituye incluso una condición necesaria para una futura adhesión. Debemos evitar, por tanto, una serie de escollos para hacer de esta política de vecindad un éxito.

Ha de integrar una dimensión multilateral y ofrecer un marco institucional que permita a los países asociados participar plenamente en la definición de la política europea. No debe limitarse a una mera zona de libre cambio, sino basarse en valores realmente compartidos de democracia y derechos humanos. La política de vecindad deberá trabajar por la consolidación de la sociedad civil mediante la creación de un foro civil en el que las ONG sigan unos planes de acción que no sean unos planes de cooperación bis, señora Comisaria, sino planes concretos y eficaces, con una Unión decidida a controlarlos y aplicarlos de acuerdo con criterios precisos.

No sin orgullo, señora Comisaria, Señorías, apoyaré los planes de acción a favor de los países del Cáucaso meridional, porque si Armenia, Azerbaiyán y Georgia forman parte de la política de vecindad, es sin duda gracias al Parlamento Europeo y no a la Comisión y el Consejo.

Hoy, estas tres repúblicas de la antigua Unión Soviética soporten una pesada carga de la historia. La política de vecindad debe ayudarles a encontrar una salida a sus conflictos congelados. El asunto del Alto Karabaj ha de resolverse; los refugiados –y en especial los azerbayanos– deben volver a sus casas; la demolición de monumentos históricos armenios en Nakhitchevan no es aceptable; Turquía debe reabrir su frontera con Armenia; Rusia no puede, por un lado, mantener una cooperación privilegiada con la Unión y, por otra, expedir pasaportes a los separatistas georgianos; la Unión debe apoyar el plan de paz en Georgia para Osetia del Sur y contribuir a la elaboración de un plan para Abjasia.

Como ven, es absolutamente indispensable una implicación importante de la Unión, que pasa por la elaboración de un pacto de estabilidad en el Cáucaso meridional para conseguir la resolución pacífica de los conflictos, y es una estrategia en que todos salen ganando. Permitirá a estos países encontrar la vía del desarrollo y de una paz duradera y aportará un crédito considerable a la Unión en una región dominada por las influencias rusa y norteamericana. Hagamos de la política de vecindad la punta de lanza de una política global de seguridad común acertada.

 
  
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  Erik Meijer, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (NL) Señor Presidente, la política de vecindad puede adoptar dos formas, y ambas son muy diferentes. La primera se basa en el mero egoísmo, en el intento de supeditar el entorno a las exigencias económicas y militares desarrolladas en el seno de la Unión Europea. Los países que defienden este modelo están felices de tener como vecinos a países que les proporcionan petróleo y gas, mantienen alejados a los refugiados de su territorio y someten a sus propios ciudadanos a medidas dictatoriales destinadas a impedir que los intereses de los países que se adhieren a este modelo se vean afectados adversamente.

En un modelo de este tipo, la política de vecindad es también un medio de mantener alejados de la rica Fortaleza Europa de una vez y para siempre a los países que tienen un menor nivel de vida, menos democracia y menos derechos humanos. Para lo único que se necesita a esos países es para proporcionar mano de obra barata. Una política de vecindad de este tipo nos recuerda mucho al modo en que los Estados Unidos han tratado a Latinoamérica durante dos siglos.

También es posible una forma totalmente diferente de política de vecindad, a saber, la que reconoce que en esta parte de Europa hemos organizado las cosas mejor que en otros países y que tenemos algo que ofrecerles. La promoción de la democracia y los derechos humanos en Belarús, Túnez, Argelia y las regiones palestinas que están todavía ocupadas estaría en consonancia con este tipo de política. También significa que contribuimos a un desarrollo económico que debería elevar el nivel de prosperidad de esos países a nuestro nivel. En una serie de casos, concretamente los Balcanes Occidentales, pero posiblemente también en Ucrania, Belarús, Moldova y Turquía, podría representar una fase transitoria a la plena adhesión a la UE.

Mientras mi Grupo se opone con firmeza a la primera forma de política de vecindad, abraza con entusiasmo la segunda. Afortunadamente, es esta segunda variante la que domina el informe del señor Tannock. También la mayoría de las enmiendas valoran la democracia, los derechos humanos y la solidaridad por encima de las ventajas económicas y militares. Si el Consejo y la Comisión siguen esta línea, entonces es probable que nuestra política de vecindad avance en la dirección correcta.

 
  
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  Bastiaan Belder, en nombre del Grupo IND/DEM. – (NL) Señor Presidente, el señor Tannock acierta al dedicar parte de este interesante informe a la situación actual de uno de los países vecinos de la UE, concretamente Belarús. Particularmente en el apartado 56, apela a todas las instituciones europeas a redoblar su apoyo a las actividades de la sociedad civil de Belarús y de su oposición política.

En este contexto, quisiera preguntar a la Comisaria cómo avanzan los planes de Bruselas para abrir una delegación en Minsk. Esa delegación debería poder operar realmente sobre la base de sus propios objetivos, sobre la base del compromiso compartido de los Estados miembros de la Unión con el Estado de Derecho democrático. Canal ideal para la comunicación entre la Comisión y la sociedad civil belarusa, podría ser también, a fin de cuentas, una condición imprescindible para adoptar una política de vecindad activa con Belarús.

Me temo que el actual régimen autoritario del Presidente Lukashenko no estaría muy encantado con ello. Probablemente preferiría una delegación europea pasiva en su territorio para legitimarse a los ojos de la comunidad internacional. Quisiera preguntar a la Comisaria si esta actitud de Minsk podría impedir la apertura de la delegación europea en la capital belarusa.

El señor Tannock convoca también a todas las partes implicadas a llegar a un acuerdo político en el viejo asunto de Transdniéster. Con malos presagios para Moldova, hace justo un mes, a mediados de diciembre de 2005, dos de las partes implicadas, Rusia y Ucrania, emitieron una declaración conjunta sobre el conflicto de Transdniéster sin implicar a Chisinau. De hecho, los presidentes Putin y Yúschenko no hicieron partícipes de este asunto ni a los Estados Unidos, ni a la Unión Europea ni a Rumanía. Entre los dos se autonombraron «poderes garantes» en Moldova y Transdniéster. ¿Podría ser esto una repetición de la acción emprendida por Yevgeni Primakov en 1997, que, de hecho, no recibió ningún tipo de respaldo internacional y fue rechazada de plano por Moldova?

De paso, Putin y Yúschenko se han nombrado también a sí mismos responsables de la «paz, la estabilidad y el bienestar de los ciudadanos de Moldova, rusos y ucranianos en ambas riberas del Dniéster». Esto equivale ni más ni menos que a un condominio ruso-ucranio. Al mismo tiempo, el 15 de diciembre de 2005, Kiev y Moscú aceptaron las respectivas soluciones del conflicto de Transdniéster calificándolas de «complementarias». Estas son propuestas transparentes que, en mi opinión equivalen a la confirmación de una división geográfica de Moldova, de la legitimación internacional de la presencia militar de Rusia en Transdniéster y de un «Estado de Moldova democrático y neutral».

Quisiera preguntar a la Comisaria cómo interpreta este acuerdo bilateral entre Putin y Yúschenko sobre el futuro de Moldova en el contexto de la política europea de vecindad. Espero con interés su respuesta a mis dos preguntas.

 
  
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  Konrad Szymański, en nombre del Grupo UEN. – (PL) Señor Presidente, quisiera resaltar una serie de principios clave que deberían formar parte de toda política de vecindad razonable y eficaz.

En primer lugar, una política de este tipo no debe presentarse como algo diametralmente opuesto a la adhesión a la Unión Europea. Por el contrario, en el caso de un país europeo, una política de vecindad acertada debería propiciar la adhesión. Está claro que la vecindad no comporta automáticamente la adhesión, pero puede concluir en adhesión.

En segundo lugar, convendría resaltar que el nivel de ayuda debe condicionarse a la voluntad demostrada por el país vecino o socio de acatar las normas democráticas. Esto se aplica especialmente al caso de Belarús, donde no nos es posible cooperar con el Gobierno. Sin embargo, también debería aplicarse a Rusia, porque ha habido un notable deterioro del respeto de las normas democráticas en ese país durante el actual período de aplicación de los acuerdos de asociación. Me da la impresión de que lo que estamos haciendo en Rusia es ayudar a construir carreteras que después se utilizan para transportar a personas sentenciadas injustamente u oleoductos en los que posteriormente se nos cierra el grifo.

El tercer principio es el siguiente. Dondequiera que se observe un nivel insuficiente de democracia, deberíamos hacer un esfuerzo especial por apoyar a la sociedad civil y a las fuerzas democráticas. Para poder hacerlo de forma eficaz necesitamos contar con un instrumento especial fiable para los derechos humanos. Este instrumento debería ser suficientemente flexible para servir de herramienta eficaz en un entorno jurídico y político hostil.

Estos principios están contenidos en el informe Tannock y son respaldados por él. Mi Grupo, por tanto, se complace en votar a favor del informe.

 
  
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  Ryszard Czarnecki (NI).(PL) Señor Presidente, la política europea de vecindad, el debate de hoy y la resolución propuesta demuestran que aunque la Unión está sumida en una crisis todavía no hemos perdido la capacidad de pensar estratégicamente. Reconocemos la importancia de abrirnos a nuestros vecinos. Los problemas económicos de la Unión ampliada y las dificultades para la aprobación de la Constitución no deben disuadirnos de desarrollar una visión de futuro más allá de las próximas elecciones en cada uno de nuestros países.

Las relaciones con nuestros vecinos del este y sudeste son aspectos particularmente importantes de nuestra política de vecindad. El proyecto de resolución se refiere con bastante acierto a Ucrania, Georgia, Moldova y los países del Cáucaso meridional en general. También es cierto que debemos reconocer el error que cometimos al no influir debidamente en Rusia para asegurar que esta desempeñase un papel estabilizador y no desestabilizador de la situación de las antiguas repúblicas soviéticas.

Quisiera hacer una observación a la Comisaria Ferrero-Waldner. No podemos esperar que nadie dirija la política europea de vecindad en nuestro nombre. No debemos encajárselo al G8 o a la OCDE o dejar que se convierta en una competición política. Tampoco debemos olvidar un principio fundamental. La ayuda financiera en el marco del recién creado Instrumento Europeo de Vecindad y Asociación debe estar controlada, como ha señalado antes el señor Szymañski. No debemos favorecer los intereses de Gobiernos no democráticos. Esta ayuda debe utilizarse para apoyar la democracia en esas sociedades y estructuras gubernamentales y para promover el respeto de los derechos humanos.

En conclusión, la política europea de vecindad es una oportunidad para la Unión, no un oneroso deber. Haríamos bien en recordarlo.

 
  
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  Paweł Bartłomiej Piskorski (PPE-DE).(PL) Señor Presidente, todos creemos firmemente que la política europea de vecindad es un elemento clave del desarrollo de una política exterior y de seguridad común para la Unión Europea. También somos conscientes de que nuestra política de vecindad debe ser adaptable a las necesidades de los diferentes países. Después de todo, afectará a países que son muy diferentes entre sí, como Marruecos y Ucrania.

Somos conscientes también de que sin prescindir de la flexibilidad de este instrumento no deberíamos olvidar que tratamos con dos tipos de situaciones. Vale la pena resaltar este hecho. Hay situaciones en las que la cuestión es profundizar y ampliar la cooperación en aspectos como la energía y la seguridad y el avance hacia otros ámbitos adecuados. Los países del norte de África son un buen ejemplo. También tenemos que tratar situaciones en países muy diferentes como Belarús y Siria, donde nos enfrentamos a dictaduras y situaciones antidemocráticas. La política europea de vecindad debería servir de instrumento para presionar a favor de la democratización de esos países.

Nos complace observar que el informe Tannock responde a estos desafíos y por ello merece nuestro apoyo. Un punto de partida muy válido es que esta política de vecindad no debería percibirse como una alternativa a la futura adhesión de estos países a la Unión Europea. Nadie cree seriamente que países como Moldova, Belarús o Ucrania se adhieran pronto a la Unión Europea. Sin embargo, lo que es importante es dejar la puerta abierta para permitir que los países europeos soliciten la adhesión de conformidad con los tratados.

También pedimos el apoyo a la enmienda 55 y a la enmienda 52 presentadas por el señor Klich. Entro otras cosas, se refieren al régimen belaruso calificándolo de lo que es: un régimen antidemocrático.

 
  
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  Pierre Schapira (PSE).(FR) Señor Presidente, señora Comisaria, Señorías, me complace esta resolución sobre la política de vecindad. Pasa revista de forma exhaustiva a todas las prioridades que ha fijado el Parlamento para esta política: derechos humanos, democracia, inmigración, medio ambiente y libre comercio.

Sin embargo, está totalmente ausente un aspecto vital. Se trata de la cooperación al desarrollo. Permítanme recordarles que de los diecisiete países incluidos en la política de vecindad, doce son países en desarrollo y una tercera parte de ellos pertenecen a la categoría de países con rentas bajas. Con la reforma en curso de los instrumentos de acción exterior, esos doce países en desarrollo no estarán amparados por el futuro instrumento de cooperación y desarrollo. A resultas de ello, si la política de vecindad no comprende ninguna política de desarrollo, esos doce países no se beneficiarán ya de una ayuda al desarrollo por nuestra parte.

Lamento, sin embargo, que un texto de orientación política tan general y extenso como este no haga alusión alguna a la cooperación. No es razonable hablar de reforzar la prosperidad de una zona sin comprometerse al mismo tiempo a erradicar la pobreza. ¿Es que las necesidades elementales de las poblaciones de Azerbaiyán, Moldavia o Palestina están actualmente cubiertas? ¿Cómo pueden esos países luchar contra la dictadura y ser competitivos en unas economías de mercado cuando una parte de su población no tiene acceso siquiera al agua potable, a servicios sociales, a asistencia sanitaria o a la educación básica? ¿Cómo podemos esperar alcanzar un día los Objetivos de Desarrollo del Milenio si no somos capaces de atacar la pobreza a las puertas de Europa?

Adoptar una resolución sobre la política de vecindad que pase por alto hasta tal punto los objetivos de erradicación de la pobreza es, a mi entender, un grave error de apreciación, que por desgracia compromete nuestra responsabilidad en el futuro.

 
  
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  Diana Wallis (ALDE).(EN) Señor Presidente, señora Comisaria, quiero hablar en mi calidad de Presidenta de la Delegación para las Relaciones con Suiza, Islandia y Noruega, y de la Delegación del Comité Parlamentario Mixto del Espacio Económico Europeo (EEE). Lamento ver el apartado 43 del informe, que mete torpemente en el mismo saco a estos países y al resto de nuestros vecinos o los compara con Andorra y el Estado Vaticano. Lamentablemente no es la primera vez que eso ocurre en este Parlamento.

Con mi enmienda pretendía al menos mencionar el EEE-AELC. En efecto, deberíamos tener en cuenta que nuestros propios Estados miembros forman parte del EEE. Se trata de una relación estrecha y profunda que ya supone una participación plena en el mercado interior y otros programas de la Unión Europea. Asimismo, los países del EEE-AELC ya son, de hecho, nuestros socios y contribuyen a la construcción de la democracia y otras actividades en el territorio de nuestros nuevos vecinos.

Creo que el señor Tannock entenderá una analogía futbolística británica. A pesar de que estos países no aspiran actualmente a la Premiership, para ser miembros de pleno derecho, sí están en el Championship y sin duda no se encuentran perdidos en la cola de la clasificación de la Conference League.

Creo que esperamos repetir una reunión con los Ministros de Asuntos Exteriores del EEE-AELC y nuestra Comisión de Asuntos Exteriores. Espero que mi enmienda evite cierto desconcierto con respecto a la forma en la que percibimos a nuestros vecinos y socios más antiguos y cercanos, y también acerca de nuestro entendimiento del EEE-AELC.

 
  
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  Cem Özdemir (Verts/ALE).(DE) Señor Presidente, señora Comisaria, a nosotros también nos complace el informe del señor Tannock, y me gustaría aprovechar esta oportunidad para dar las gracias en particular al señor Laschet por su trabajo previo.

Un punto importante de este informe es sin duda el apartado 4, que una vez más afirma que debe asegurarse la existencia de estímulos para la reforma democrática y la promoción del desarrollo económico. La UE debe velar más que en el pasado por asegurar que las cláusulas sobre la democracia incluidas en nuestros acuerdos con terceros países se tomen en serio y que tengan consecuencias, tanto positivas como negativas. El informe se refiere en este sentido a un mecanismo de seguimiento efectivo. Un gran paso adelante lo constituiría la creación de la Agencia de los Derechos Fundamentales que vamos a debatir en otra ocasión, pues nos daría un instrumento con el que podríamos evaluar efectivamente la situación de los países socios.

Sin embargo, el caso es también que el enfoque bilateral que ha venido siguiendo la política europea de vecindad desde 2003, y que nosotros apoyamos expresamente, permite tener en cuenta la diversidad de los países. Pero no debemos olvidar que existe otro enfoque: el Proceso de Barcelona con su enfoque regional. Sería aconsejable considerarlos complementarios y, con el fin de fraguar una política homogénea para la Unión Europea, combinar las ventajas de ambos enfoques.

También me gustaría referirme particularmente al campo de la política de migración, que desafortunadamente no desempeña en la actualidad ningún papel en el Proceso de Barcelona. Sería aconsejable discutir este asunto con los países del sur del Mediterráneo. Todos recordamos las terribles imágenes de Ceuta y Melilla, que nos dejaron muy afectados aquí en la Unión Europea. Por supuesto que tenemos que debatir los temas de las fronteras, los acuerdos de readmisión y los procedimientos de asilo. Al mismo tiempo, sin embargo, también tenemos que hablar sobre el trato humano de los refugiados y mejorar la situación global en estos países. Me complace mucho que la Unión Europea intensifique sus actividades en materia de educación. Tenemos que hacer mucho más en este terreno. Estoy pensando en particular en los jóvenes de los países del sur del Mediterráneo, que merecen una oportunidad de participación futura en sus países. Solo si los jóvenes tienen oportunidades en sus propios países, permanecerán allí y utilizarán su conocimiento para mejorar el bienestar y la organización democrática de sus sociedades.

Finalmente, quisiera recordarles la situación de Egipto. Todos conocemos el encarcelamiento del político opositor Aiman Nur, y creo que hablo en nombre de todos nosotros al expresar nuestra solidaridad con él y con todos los demás que luchan allí a favor de la democracia y los derechos humanos, a veces en condiciones difíciles.

 
  
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  Esko Seppänen (GUE/NGL).(FI) Señor Presidente, el informe de la Comisión de Asuntos Exteriores redactado por el señor Tannock es meticuloso en muchos aspectos. Contiene muchas opiniones en aspectos políticamente delicados de las que nadie debe responsabilizarse. El informe se ha elaborado por propia iniciativa de la comisión en un ámbito en el que el Parlamento Europeo no tiene competencias.

El informe refleja la tendencia a infundir esperanzas de ayuda y apoyo a los países que no están en la Unión. Ese camino es un deseo de vincular políticamente a la Unión a los países incluidos en la política de vecindad, muchos de los cuales no son vecinos de la UE. La posición del informe sobre los países que pueden adherirse a la Unión Europea no es clara. Uno no quiere decir a Ucrania, por ejemplo, que no tiene esa opción o que sí la tiene, aunque Ucrania es un país mucho más europeo que Turquía. De hecho, la adhesión de Ucrania a largo plazo queda tan lejos que ni siquiera se vislumbra.

Por razones que me parecen muy poco sólidas, el informe menciona la Constitución de la UE en lugar de mostrar cómo la adhesión a la Unión podría enfocarse a través y desde el punto de vista de una estructura como el Espacio Económico Europeo.

Una administración corrupta forma parte de la vida cotidiana en muchos países vecinos. Por ejemplo, sería interesante saber quién es dueño de Ros-Ukr-Energo, que administra el acuerdo de gas entre Rusia y Ucrania. ¿Puede incluso el Presidente de Ucrania ser inocente en este asunto? Desde la «revolución naranja», Ucrania ha sido un ejemplo de Gobierno corrupto. Azerbaiyán, por ejemplo, o Kazajstán y Turkmenistán, que es donde están situadas las fuentes del gas y el petróleo más al este, deberían evaluarse también desde este punto de vista del abuso de Estado, al igual que Belarús, y no simplemente como proveedores de gas y petróleo.

 
  
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  Gerard Batten (IND/DEM).(EN) Señor Presidente, la política europea de vecindad prevé la consolidación de la democracia y del Estado de Derecho en los países vecinos de la Unión Europea. ¿Cómo puede la Unión Europea consolidar en serio la democracia en los países que no pertenecen a la misma, cuando la principal fuerza motriz de la pertenencia a la Unión Europea es en sí la inexorable eliminación de cualquier responsabilidad democrática, significativa y real en sus Estados miembros? ¿Cómo puede la Unión Europea exigir en serio la extensión del Estado de Derecho en los países no miembros cuando la misma Unión ignora sus propias leyes?

Me refiero, por supuesto, a la propuesta Constitución de la Unión Europea, que debería estar muerta, de acuerdo con las disposiciones del Tratado, a raíz de los resultados negativos de los referendos de Francia y los Países Bajos. Sin embargo, en vez de esto, la Constitución se mantiene viva con una máquina de respiración asistida, hasta que la inconveniencia del rechazo democrático se pueda superar con algún método turbio. Al señor Tannock más le valdría ocuparse de los intereses de aquellos que lo eligieron para que los represente, y no de los que no lo eligieron.

 
  
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  Ģirts Valdis Kristovskis (UEN).(LV) Señora Comisaria, señor Presidente en ejercicio del Consejo, Señorías, el informe del señor Tannock brinda un excelente testimonio del problema y de la capacidad de la Unión Europea para hacer valer sus intereses y políticas particulares en el ámbito geopolítico que rodea a la Unión Europea.

Por supuesto, un país vecino democrático, estable y próspero es la mejor garantía de desarrollo y seguridad. Como afirma con razón el autor del informe, sin embargo, la política de vecindad de la UE debería ser más efectiva aumentando la precisión de los criterios aplicables a sus objetivos, sus prioridades y su evaluación. Al aplicar la política europea de vecindad, la experiencia de los nuevos Estados miembros de la UE debería utilizarse para alentar reformas en el Cáucaso, Ucrania y Moldova.

El informe afirma, con razón, que el éxito de la política de vecindad en los diferentes países depende de las relaciones entre la Unión Europea y Rusia. Sin embargo, es difícil creer que una Rusia que piensa en términos de viejas categorías geopolíticas demuestre ser un aliado fiable. De hecho, la invitación a lograr la democratización de Belarús junto con Rusia parece incluso cómica. Es un hecho bien conocido que con cada día que pasa el régimen de Putin se aleja cada vez más de una administración democrática y se convierte en autoritaria.

Señora Ferrero-Waldner, los diálogos bilaterales entre el señor Putin y el señor Schröder, el señor Putin y el señor Blair y el señor Putin y el señor Chirac están logrando lamentablemente el deseo de Rusia de negociar con una Unión Europea fragmentada. La consecuencia de ello es un abandono de los principios y exigencias de la política comunitaria de vecindad. Equilibrar los precios del gas de Rusia y Ucrania en función de los del llamado gas barato de Turkmenistán es una disposición monopolista y no la acción del mercado.

Estoy preocupado. Es difícil entender por qué en un momento en que la economía de Rusia está creciendo, no crece la cuota de cofinanciación aportada por Rusia en el marco de la Unión Europea, la Dimensión Septentrional, la Asociación Global y los programas de desmantelamiento de armas de destrucción masiva. El informe, sin embargo, menciona el uso sensato y efectivo de los recursos de la política de vecindad. Vale la pena esforzarse al máximo por el desarrollo de las dimensiones regional y subregional. Vale la pena reflexionar sobre el significado de los aspectos geográficos, históricos y políticos de Europa Oriental a la hora de definir una política de vecindad fiable de la Unión Europea.

 
  
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  Frank Vanhecke (NI).(NL) Señor Presidente, no creo que sea ni mucho menos restar méritos a la labor del señor Tannock si llegamos a la conclusión de que esta política europea de vecindad, de hecho, representa una enorme oportunidad perdida para la Comisión, concretamente para asegurar, de hecho de forma prioritaria, que nuestra vecina Turquía quede incluida en esta política, ocupando, como debiera, el primer lugar y de forma privilegiada. A estas alturas debería estar claro que la mayoría de los ciudadanos europeos se oponen categóricamente a la plena adhesión de Turquía a la UE, y que por ello sería muy antidemocrático hacer simplemente caso omiso de esta evidente desaprobación. Quiero recordarle nuevamente que Turquía no es un país europeo, ni en sentido geográfico, ni histórico, ni religioso ni en ningún otro. Pero Turquía es un país vecino con el que queremos mantener las mejores relaciones y que fácilmente podría haber desempeñado un papel importante y de primera categoría en la política europea de vecindad. Por tanto, es una oportunidad perdida y un error que tarde o temprano nos costará caro.

Quisiera añadir otro comentario a las consideraciones del informe sobre nuestras relaciones con los países del Magreb. Lamento la omisión de un aspecto muy importante, que es la reciente declaración por parte del Gobierno marroquí solicitando una política de reinmigración, una vuelta de un gran número de los 2,5 millones de marroquíes que residen actualmente en Europa, cuyos jóvenes, como ustedes saben, o bien están desempleados en un 40 % o acaban siendo objeto de la atención del Estado de otro modo. Este es un cambio de rumbo extremadamente importante por parte del Gobierno marroquí y que los europeos deberíamos apoyar activamente, entre otras cosas con nuestra política de vecindad.

 
  
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  Francisco José Millán Mon (PPE-DE). – (ES) Señor Presidente, señora Comisaria, para una persona o un país los lazos con los vecinos tienen enorme importancia. También para la Unión Europea son importantes las relaciones con los países vecinos. Deben ser relaciones positivas y enmarcadas en el objetivo de conseguir alrededor de la Unión un círculo de países en paz, prósperos, respetuosos de los derechos humanos, estables y que compartan nuestros principios de democracia y Estado de Derecho. La obtención de dicho círculo es necesaria en interés de la Unión, como la Comisaria acaba de reconocer.

Con la mundialización y la interdependencia, es evidente que no hay muro alguno que pueda aislar a la Unión Europea de los países más próximos; de ahí la importancia de una activa y generosa política de vecindad.

Creo que, como se desprende del informe del señor Tannock, cuyo trabajo ciertamente agradezco, las políticas de vecindad concretas deben diferenciarse básicamente en función del país vecino del que se trate. En efecto, la diferencia no debe depender del continente al que el país pertenezca; si así fuera, daríamos la impresión de que hay una política de vecindad de primera y otra de segundo nivel, para los países vecinos mediterráneos no europeos. Esto sería un error, puesto que muchos de estos países mediterráneos tienen muy estrechas y antiguas relaciones con la Unión, más estrechas y antiguas que las que tiene la Unión con varios países europeos también objeto de la política de vecindad.

Estos países mediterráneos esperan, conforme a nuestros compromisos, conseguir la relación más estrecha posible con la Unión. Necesitan, además, de nuestra mayor cooperación para subsanar sus retrasos en materia de desarrollo democrático institucional, crecimiento económico y social, etc.

Pero la política europea de vecindad más estrecha también implica el impulso de unas reformas orientadas hacia la democracia, el respeto de los derechos humanos y la economía de mercado. Y tiene que haber también progresos en materias como, por ejemplo, la apertura económica, el control de fronteras, la cooperación en la lucha contra el terrorismo, el crimen organizado y la inmigración ilegal. Está claro que los avances en estas materias beneficiarán a los países vecinos concernidos y a toda la región.

Señor Presidente, permítame un comentario adicional. Lamento mucho que, en la Cumbre de Barcelona del pasado mes de noviembre, el nivel de asistencia de nuestros vecinos del Sur del Mediterráneo resultara decepcionante. Creo que han desaprovechado una ocasión inmejorable para testimoniar su interés por reforzar sus relaciones con la Unión. Pero, más allá de esa decepción, hemos de mirar al futuro y a los imperativos estratégicos de la Unión. Esto nos exige una atención prioritaria a nuestros vecinos, no solo en su interés, sino también en el nuestro.

 
  
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  Panagiotis Beglitis (PSE).(EL) Señor Presidente, yo también quiero dar las gracias a la Comisaria Ferrero-Waldner y resaltar la contribución particularmente positiva de mi honorable amigo, el señor Tannock, a la redacción definitiva del texto.

Quisiera mencionar ciertos asuntos relativos a acontecimientos de los que dependerá la aplicación de los ambiciosos objetivos de la política europea de vecindad.

En primer lugar, no puede haber una política europea de vecindad fiable sin un enfoque geográfico equilibrado. Debemos hacer todo lo posible por evitar que los Estados miembros adopten un enfoque orientado al cliente sobre la base de sus intereses nacionales particulares.

La principal condición necesaria para que la política de vecindad resulte eficaz es la voluntad política de los Estados miembros de hacer uso de los mecanismos previstos para la protección de los derechos humanos y las libertades democráticas. La experiencia negativa del proceso de Barcelona en esta vertiente debería hacernos más sabios.

La política de vecindad debe combinarse con la aplicación de la estrategia europea de seguridad, especialmente en los sectores de la lucha contra el terrorismo internacional, el crimen organizado, la seguridad energética y los problemas ambientales.

La política europea de vecindad no debería solaparse ni confundirse con las perspectivas europeas ni la futura integración en la Unión Europea de los países balcánicos. Hay que definirse también con mayor claridad las relaciones con el proceso de cooperación euromediterráneo.

Se necesita una mayor coordinación y una mejor cooperación con las organizaciones financieras internacionales para la aplicación de los programas de acción. Hace falta una planificación financiera más fiable en 2006 para la aprobación del reglamento relativo al nuevo mecanismo de financiación. La política europea de vecindad debe desarrollarse en un proceso en que participen ciudadanos y comunidades de terceros países. También es necesario el desarrollo y ampliación de la cooperación regional y la integración y fortalecimiento de la unión aduanera regional.

La crucial situación energética internacional es tal que la Unión Europea necesita armonizar e integrar sus mercados energéticos con los de los países de la política de vecindad.

Para terminar, deseo resaltar la necesidad de acelerar las negociaciones sobre la aprobación de los programas de acción con los países del Cáucaso meridional, especialmente las negociaciones con Georgia. Hay que tener especialmente en cuenta la situación de los derechos humanos y la situación del grupo étnico griego en la zona de Tsalka en Georgia, donde hay graves problemas con los derechos humanos y los derechos de propiedad de la comunidad griega.

 
  
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  Cecilia Malmström (ALDE).(SV) Señor Presidente, este es un informe muy constructivo e importante acerca de uno de los temas más importantes para el futuro de la UE. ¿Qué clase de relaciones mantendremos con los países vecinos? ¿Cómo aumentaremos la cooperación en asuntos en los que tenemos que cooperar, como la lucha contra el terrorismo, los problemas ambientales, la seguridad y la energía? ¿Cómo vamos a ayudar a fortalecer la democracia y el Estado de Derecho en los países vecinos?

Mi opinión es que, en la situación actual, no deberíamos definir las fronteras de Europa. Los países europeos capaces y decididos a cumplir todos los criterios deberían tener perspectivas claras de adhesión. Hemos visto lo que esto ha significado para la transformación de nuestros nuevos Estados miembros. Para ellos, la adhesión a la UE ha funcionado como el palo y la zanahoria y ha sido sumamente importante para su transformación. La adhesión es también increíblemente importante para la democratización y el proceso de reforma en los Balcanes y en Turquía. Por ello, mi opinión es que deberíamos brindar a Ucrania la perspectiva de la adhesión.

Desde luego, la UE no puede ampliarse indefinidamente, razón por la cual la política de vecindad puede ofrecer una alternativa a la adhesión. Pero en ese caso deberá ofrecer una alternativa atractiva. El mensaje del Parlamento es claro en este punto. Tenemos que concretar más y definir qué vamos a hacer con esta política. ¿Cuáles van a ser nuestras prioridades? ¿Podemos resolver los aspectos institucionales que surgirán en conexión con estos países? Necesitamos valores comunes y esferas políticas comunes. Además, los acuerdos de cooperación deben adaptarse a las necesidades individuales, porque, como se ha señalado, existen diferencias increíbles entre un país y otro.

Debemos centrarnos en cuestiones relativas a la democracia. El fondo de transición o para la democracia propuesto por el señor Tannock es una idea muy buena. Nuevamente quiero dar las gracias a mi colega diputado, el señor Tannock, por un informe tan constructivo.

 
  
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  Hélène Flautre (Verts/ALE). (FR) Señor Presidente, señora Comisaria, si queremos que la política de vecindad sea un verdadero éxito, tenemos que asegurarnos la plena cooperación de nuestros vecinos. Desde este punto de vista, desearía llamar la atención, algunas semanas después de la cumbre de Barcelona, sobre el boicot a dicha cumbre por parte de la mayoría de los Jefes de Estado y de Gobierno mediterráneos, incluso los que son nuestros socios en el marco de la política de vecindad. Creo que es importante que la Comisión y el Consejo saquen conclusiones de la actitud de los países asociados y procuren no reproducir los mismos esquemas en el marco de la política de vecindad.

Este boicot fue en parte una muestra de desaprobación por parte de los países asociados ante, por un lado, la enorme presión ejercida sobre ellos por la Comisión y los Estados miembros para la celebración de acuerdos de cooperación sobre las políticas migratorias y la lucha contra el terrorismo y, por otro, ante la falta de perspectivas presupuestarias para la implantación de una política real de cooperación y desarrollo. ¿Podemos estar seguros de que la Unión Europea ha sacado todas las lecciones de ello?

Todos los planes de acción que se han negociado ya en el marco de la política de vecindad contienen apartados relativos a la cooperación para la seguridad de las fronteras de la Unión Europea: lucha contra el terrorismo y lucha contra la inmigración ilegal. No es aceptable que la Unión Europea practique una política encaminada a hacer desempeñar a los países de la vecindad el papel de gendarmes de nuestras fronteras. No es aceptable porque los países asociados no se suman a ello y porque el Parlamento Europeo se ha expresado ya con toda claridad en contra de esa tendencia. Pero ¿se le ha consultado en alguna fase de la negociación de esos planes de acción nacionales?

Para que dé resultado, la política de la Unión Europea debe ser recíproca, es decir, ha de responder a los intereses de unos y otros. Es importante también que la política de la Unión Europea sea coherente. Por ejemplo, no podemos pedir a nuestros vecinos que celebren acuerdos de readmisión cuando algunos Estados miembros de la Unión no respetan las disposiciones de la Convención de Ginebra. Tampoco podemos, por un lado, alentarles a respetar los derechos humanos y los principios democráticos y, por otro, cerrar los ojos ante violaciones flagrantes de esos derechos y principios cometidas en nombre de la lucha contra el terrorismo.

Por lo que respecta a los derechos humanos, la Comisión negocia la creación de subcomités de «derechos humanos y democracia». Son foros importantes para evaluar nuestra eficacia en la materia. Por tanto, me parece lamentable que la Unión se esfuerce más por crear dichos subcomités con determinados Estados, como Israel por ejemplo.

 
  
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  Irena Belohorská (NI). – (SK) Muchas gracias, señor Tannock, por un excelente informe que trata de las relaciones de la Unión Europea con sus vecinos y de la creación de un círculo de amigos en torno a la Unión Europea. Al ayudar a nuestros vecinos estamos, de hecho, ayudándonos a nosotros mismos. El círculo comprende países que no aspiran a convertirse en miembros de la UE, pero que desean una cooperación estrecha con ella, así como otros países que querrían llegar a ser miembros pero que, por ahora, no son capaces de cumplir los criterios para convertirse en países candidatos. Es loable que se hayan suscrito acuerdos de asociación y planes de acción con estos países, y que ellos a su vez se hayan comprometido a dar todos los pasos necesarios para participar en el mercado interior de la UE y estén armonizando su legislación con la de la UE.

Cuando revisemos la puesta en práctica de estos acuerdos dentro de unos años, se verá que algunos de los objetivos eran ambiciosos pero no realistas. La UE ofrece una ayuda financiera notable a los países comprendidos dentro de la política de vecindad. Sin embargo, es necesario vigilar el cumplimiento de otras disposiciones importantes de los acuerdos, relativas al respeto de los derechos humanos. La violación de estas previsiones puede conducir a la suspensión temporal o definitiva de la ayuda financiera. Parece como si estas disposiciones solo existieran sobre el papel y los países en cuestión continúan recibiendo ayuda financiera a pesar de las flagrantes violaciones de los derechos humanos. Por tanto, solicito un mejor control del cumplimiento en este ámbito.

 
  
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  Anna Ibrisagic (PPE-DE). – (SV) Señor Presidente, señora Comisaria, en primer lugar quiero manifestar que el informe del señor Tannock sobre la política europea de vecindad es un documento que merece todo mi apoyo y solo me cabe felicitarle por su excelente trabajo. Su informe demuestra que conoce a fondo la historia europea y el estado actual de las cosas. Solo quienes conocen el pasado son capaces también de responder a los retos del mañana.

Las circunstancias, no obstante, en las que ha desarrollado su labor no siempre han sido fáciles, ya que la política europea de vecindad se ha ampliado ahora para acoger, por una parte, a países europeos con derecho a solicitar ser miembros y que pueden llegar a convertirse en Estados miembros y, por otra, a países no europeos que no tienen posibilidad de llegar a ser Estados miembros de la UE. A mi juicio, la política de vecindad únicamente debería aplicarse a los países que son vecinos de Europa. Los países que son europeos y que desean llegar a ser miembros no deberían recibir la consideración de vecinos, sino la de posibles Estados miembros de la UE, y deberían reconocérseles unas perspectivas claras de acceso a la UE.

Además, el debate sobre estos temas ha variado notablemente de orientación en los últimos tiempos. Cuando hablamos sobre la política europea de vecindad, estamos hablando de una perspectiva a largo plazo. Por lo que se refiere a una perspectiva a corto plazo, a menudo ni existe tal cosa. ¿Significa eso que la opinión tanto dentro como fuera del Parlamento ha variado, o nos falta coraje político? Hace un año, por ejemplo, la opinión respecto de Ucrania era que contaba con perspectivas muy claras de convertirse en miembro de la UE y que no existía ninguna duda de que pertenecía a la familia europea. Todos recordamos el sinfín de bufandas de color naranja exhibidas en esta Asamblea en apoyo del proceso de democratización ucraniano. Si se hubiera debatido en esos momentos el tema de la situación de las negociaciones para el acceso de Ucrania, estoy convencida de que no habrían sido muchos los que se hubieran opuesto a que se convirtiera en Estado miembro. Hoy, la situación es diferente. Ciertamente, seguimos diciéndole a Ucrania que queremos verla convertida en Estado miembro de la UE, pero subrayamos que eso llevará algún tiempo y que no debe tener ninguna prisa.

Centrándonos ahora en otro Estado, la situación en Belarús se asemeja a la de una dictadura y es todo menos satisfactoria. Su camino hasta convertirse en miembro de la UE va a ser largo. A pesar de ello, creo que, junto con nuestros llamamientos en favor de la democratización, debemos enviar señales claras de que, el día que sea democrática, Belarús también tendrá un lugar dentro de la familia europea. Lo que busco, tanto en la política de vecindad como en el debate europeo en general, es imaginación y optimismo. Sin optimismo y unos deseos claramente expresados en cuanto a lo que queremos promover y el tipo de Europa que deseamos tener en el futuro, tampoco vamos a poder hacer frente a los retos de hoy.

 
  
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  Ana Maria Gomes (PSE).(PT) Señor Presidente, deseo felicitar al señor Tannock por su informe sobre la nueva política europea de vecindad, que está llamada a ser uno de los instrumentos de mayor importancia estratégica de la UE, incluso desde el punto de vista de la seguridad global, tal como ha apuntado la señora Ferrero-Waldner, a la que también quiero manifestar mi reconocimiento.

Carece de sentido que la Unión se encierre dentro de una fortaleza rodeada de sus fronteras para protegerse de peligros tales como el terrorismo, el crimen organizado, el tráfico de drogas, la inmigración ilegal y el tráfico de mujeres y niños. Por muy altos que sean los muros, siempre habrá una forma de salvarlos; valgan como ejemplos elocuentes Lampedusa, Ceuta y Melilla.

Buena vecindad significa una mayor seguridad mutua para los vecinos en cuestión. De ahí la importancia de poner correctamente en práctica esta nueva política, que nos va a permitir apoyar a nuestros vecinos por medio de programas específicos con una influencia directa sobre la seguridad reforzada, tanto la seguridad de ellos como la nuestra. Al ayudarles a resolver sus problemas de seguridad estamos contribuyendo también a ampliar la zona de estabilidad a nuestro alrededor.

Pero la zona sudoccidental del círculo de seguridad en torno a Europa que esta nueva política pretende construir quedaría rota si se excluyera de este instrumento a Cabo Verde. Excluir a Cabo Verde equivaldría a ignorar sus sólidos lazos con Europa y su frontera común con la UE a través de las Islas Canarias. Este informe tiene que facilitar una solución en virtud de la cual Cabo Verde pueda beneficiarse de programas bajo el paraguas de la política europea de vecindad.

La UE no debe permitir que Cabo Verde se convierta en un eslabón frágil en la cadena de vecinos. Si se le permite disfrutar de los beneficios dentro del marco de la política europea de vecindad, Cabo Verde podrá desempeñar un papel importante en la seguridad europea y mundial. Hay que ayudar a las autoridades de Cabo Verde a evitar que su territorio se convierta en una plataforma para el crimen organizado, la inmigración ilegal y el terrorismo. En consecuencia, con el apoyo de mi Grupo, he presentado dos enmiendas, que espero sean respaldadas por la mayoría en el Parlamento.

 
  
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  Jana Bobošíková (NI).(CS) Señorías, me complace que se haya confeccionado el excepcional informe del señor Tannock sobre la política europea de vecindad. Presenta respuestas prácticas a problemas que la UE debe resolver si desea acallar a los agoreros de la antimundialización. Sencillamente no resulta posible variar en cada ronda de ampliación de la UE los paralelos y los meridianos en el mapa de Europa y señalar nuestro territorio sobre la arena; la misma arena, por cierto, en la que siempre cabe esconder la cabeza, en lugar de afrontar los problemas del mundo a nuestro alrededor, incluidos los de los vecinos de la UE. Es justamente este fenómeno, a mi juicio, el que aborda e intenta resolver el informe. La política europea de vecindad versa sobre el ofrecimiento de relaciones privilegiadas entre la UE y sus vecinos más próximos, soportadas por instrumentos financieros tales como TACIS y MEDA, que serán sustituidos por el Instrumento Europeo de Vecindad y Asociación (ENPI) en 2007.

Pero por otra parte, la UE a menudo parece ignorar que no debería reivindicar el derecho a decirles a los países vecinos lo que deben hacer y no hacer, sobre la base de que les está proporcionando apoyo financiero, y no tengo ningún miedo a proclamar esto. Aquí no estamos hablando de países irresponsables o inferiores y eso es algo que la Unión olvida frecuentemente, en su propensión, en ocasiones arrogante, de mirarse el ombligo. La UE tiene que respetar plenamente a sus vecinos y no intentar ejercer ninguna presión sobre ellos. Es la única forma de poder hablar de una buena política de vecindad.

 
  
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  Alojz Peterle (PPE-DE). – (SL) Estamos hablando de una de las políticas centrales de la Unión Europea, y me complace poder darle las gracias al señor Tannock por un informe tan bueno, y a usted, señora Comisaria, por unas aspiraciones al más alto nivel. La seguridad de la UE depende de forma crítica de la calidad de la democracia y el desarrollo económico entre nuestros vecinos. Respaldo la voluntad política expresamente manifestada de que no nos vamos a dar por satisfechos con el statu quo por razones pragmáticas, sino que vamos a apoyar de manera activa el desarrollo de la democracia, el respeto de los derechos humanos y el desarrollo de una economía de mercado social, con carácter permanente, entre los países vecinos.

Apoyo sobre todo el llamamiento a la Comisión para que establezca unos criterios claros para evaluar los logros políticos de nuestros vecinos, y supongo que el respeto por los derechos humanos ocupará una posición clave entre estos criterios. He de reiterar la enorme importancia de la cooperación regional, así como los proyectos a escala local. Además, como elemento integrante de cualquier programa de acción me gustaría ver asimismo proyectos de cooperación con la juventud, y más concretamente proyectos destinados al desarrollo de la sociedad civil.

Permítanme finalizar con una manifestación de apoyo decidido a la opinión referente a la OSCE y el Consejo de Europa. Creo firmemente que la Unión Europea puede y debe lograr más a través de la OSCE de lo conseguido hasta ahora, incluso en regiones más allá de las fronteras de nuestros vecinos inmediatos, y me refiero concretamente a Asia Central. Gracias por su atención y espero que, en el futuro, podamos reforzar también la dimensión parlamentaria de nuestra cooperación.

 
  
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  Marianne Mikko (PSE).(ET) Señorías, me agrada enormemente que este informe de tanta actualidad haya quedado concluido. Tras la última ampliación, la Unión Europea necesita, más que nunca, una política de vecindad decidida y flexible. La Comisión Europea tiene que formular con toda claridad los objetivos y prioridades de la política de vecindad, así como los criterios para evaluar su éxito. La política de vecindad, tal como se está llevando a la práctica en la actualidad, está desvaneciéndose. Los países cubiertos por la política están quedando sumidos en una zona de penumbra.

Como Presidenta de la delegación del Parlamento Europeo, he tenido que examinar el desarrollo de los acontecimientos en Moldova. Moldova es rehén del problema de Transdniéster, un hecho que no debemos menospreciar. El conflicto de Transdniéster constituye una de las razones más significativas del bajo ritmo de desarrollo económico de Moldova.

Pero Europa, tal como también se afirma en este informe, no ha aprovechado plenamente su asociación estratégica con Rusia para resolver el conflicto. Hoy, el Canciller Schlüssel ha alabado a su Gobierno por la intervención satisfactoria en el problema ruso–ucraniano del gas. En su elogio, ha sido secundado por el señor Barroso. El hecho de que el problema similar de Moldova no haya recibido atención alguna, y que, en consecuencia, el país haya sufrido una crisis del gas que ha durado casi tres semanas, demuestra lo poco apropiado de la actual política de vecindad. Ignorar a un asociado en la política de vecindad, ignorar a un país en el centro de Europa con una población de cuatro millones de habitantes no constituye un patrón de comportamiento que la Unión Europea debiera continuar practicando.

Apoyo el llamamiento del ponente en el sentido de reconocer las aspiraciones de Ucrania y Moldova en cuanto a la adhesión a la Unión Europea, y aplaudo la petición de ofrecerles la posibilidad de convertirse en miembros de la Unión Europea; esto es, una vez que cumplan los tres criterios de Copenhague. La posibilidad de llegar a ser miembro de la Unión Europea tiene una importancia máxima cara a la democratización y las reformas económicas. Ese fue el mismo argumento que se esgrimió para justificar el inicio de las negociaciones de adhesión con Turquía.

Si podemos conceder una oportunidad a Turquía, cuya población pronto será mayor que la de Alemania, entonces ¿por qué no podemos enviar un mensaje claro a Ucrania, que tiene la mitad de habitantes, y a Moldova, que cuenta con una población que es la vigésima parte de la de Turquía? En ese sentido, el informe sobre la política de vecindad constituye una excepción generosa en la Unión Europea. De nuevo, muchas gracias al ponente, y a ustedes por su atención.

 
  
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  Christopher Beazley (PPE-DE).(EN) Señor Presidente, me gustaría ensalzar la labor del Comisario Verheugen a la hora de asegurar la ampliación efectiva, con inclusión de los Estados bálticos. ¿Podría la Comisaria Ferrero-Waldner, en su respuesta a este debate, aclarar un aspecto que resulta algo confuso? Estamos hablando de nuestra «política de vecindad», pero Rusia es un nuevo vecino de la Unión Europea. ¿Forma parte Rusia de la política de vecindad o tenemos una política UE/Rusia distinta?

George Orwell, un compatriota mío, escribió un libro llamado Rebelión en la Granja y utilizaba la expresión: «Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros.» Espero que los Gobiernos de los Estados miembros de la Unión Europea no compartan esa opinión, sino que suscriban la Política Exterior y de Seguridad Común, y la idea de que no habrá negociaciones bilaterales con ninguno de nuestros vecinos.

Un poeta norteamericano, Robert Frost, hablando sobre la vecindad, decía: «Buenos cercados hacen buenos vecinos.» Espero que Rusia esté muy pronto en condiciones de ratificar los acuerdos fronterizos con Estonia y Letonia. Es muy difícil, por muy firme que pueda ser nuestra opinión las buenas relaciones, si no solo las fronteras de los Estados miembros, sino también nuestras propias fronteras de la Unión Europea no son reconocidas por un vecino. Quizás la señora Comisaria pueda hablar del progreso realizado con el Presidente Putin y sus colegas con respecto a un acuerdo sobre lo que debe ser una cuestión bastante fundamental. Está claro que estamos apostando mucho por nuestros amigos y colegas rusos, pero a menos que reconozcan nuestros cercados, indudablemente nos resultará muy difícil mantener esa sensación de mutua confianza.

Dos minutos no es mucho tiempo para discutir este tema tan importante, pero quiero remitir a mis colegas al apartado 1 del excelente informe del señor Tannock, que afirma que el Parlamento Europeo «declara que el compromiso a favor de los valores comunes en los ámbitos del Estado de Derecho, la buena gobernanza, el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales, así como de los principios de la economía social de mercado y el desarrollo sostenible, constituye una condición indispensable para alcanzar el objetivo de unas relaciones privilegiadas con los países vecinos de la Unión».

Espero que el Presidente Putin tenga tiempo para leer al menos el apartado 1 del informe del señor Tannock.

 
  
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  Ioannis Varvitsiotis (PPE-DE).(EL) Señor Presidente, yo también quiero dar las gracias a la señora Comisaria y al ponente, señor Tannock, por sus posturas coherentes. No existe ninguna duda de que la política europea de vecindad es una política satisfactoria.

Sin embargo, creo que ha llegado el momento de que consideremos si tal vez necesita ser dotada de una base institucional. Mi propuesta es concreta y se refiere a lo siguiente: todos los Estados que actualmente participan de la política europea de vecindad deberían formar una mancomunidad, una versión perfeccionada de la Commonwealth británica. De esta forma, la Unión Europea crearía a su alrededor un amplio espacio de paz, libertad y prosperidad.

Dentro de este régimen, de esta mancomunidad, la unión aduanera sería válida para todos los países, pero los ciudadanos no tendrían libertad para cambiar de residencia entre los países de la Unión Europea o para participar en las instituciones de toma de decisiones de la Comunidad o de la moneda única.

Esta relación especial ofrecería ventajas económicas y de otros tipos en sectores tales como las infraestructuras, la energía, el medio ambiente y el transporte, convirtiéndose en incentivos para adherirse a la mancomunidad.

La institución de la mancomunidad podría evolucionar hacia una valiosa solución de reserva en el caso de que la integración plena de un país en la Unión Europea encontrase problemas graves. Podría ser asimismo la vía en la que los países en la periferia de Europa convergiesen con mayor rapidez con Europa. Crearía una zona de países con orientación europea y resolvería, de una vez por todas, el dilema entre la ampliación constante y la profundización de la Unión Europea. Al mismo tiempo, disminuiría con prontitud muchos de los problemas dentro de Europa y eliminaría nuevos dilemas y nuevas polarizaciones en la Unión antes de que atentaran contra su unidad. Nos uniría y nos fortalecería simultáneamente, sin un coste significativo y con bastante menos riesgo.

 
  
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  Józef Pinior (PSE). – (PL) Señor Presidente, el debate de esta tarde en la Cámara trata de uno de los retos más importantes a los que se enfrenta la Unión Europea. Me refiero al desarrollo de una política de vecindad que va a permitir que el espacio de seguridad, democracia, libertad política y desarrollo económico en el mundo contemporáneo quede ampliado en la vecindad inmediata de la Unión Europea.

La Unión Europea se ha convertido en un actor global, siempre sobre la base de sus principios tales como el respeto a la paz, la búsqueda de compromisos, además de la defensa de los derechos humanos y de una democracia liberal. En concreto, está inmersa en un esfuerzo por promocionar la democracia en países de África del Norte, Oriente Próximo, el Cáucaso y Europa Oriental. Es preciso apuntar que esta política implica toda una red de vínculos políticos, económicos, científicos y culturales recíprocos.

Quiero llamar su atención sobre el aspecto de los derechos humanos de la política europea de vecindad. Las sociedades que luchan contra la falta de democracia y de respeto por los derechos humanos en sus países perciben a la Unión Europea como un socio y como un garante de los procesos democráticos. La política europea de vecindad deberá tener en cuenta las aspiraciones de las sociedades en dichos países. Deberá apoyar a la sociedad civil y prestar ayuda con políticas en materia de visados. Además deberá favorecer una auténtica apertura del espacio europeo de investigación para dar cabida a países fuera de la Unión Europea.

Por último, la política europea de vecindad no debería convertirse en un obstáculo para los países europeos que esperan solicitar la adhesión a la Unión en el futuro.

 
  
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  Libor Rouček (PSE).(CS) Señora Comisaria, Señorías, en los últimos días y semanas se ha hablado profusamente de la dependencia energética de Europa respecto de fuentes externas. Los Estados miembros de la EU siguen siendo mayoritariamente dependientes del suministro de petróleo y gas natural de los países contemplados en este informe, tales como Rusia, Argelia, Libia, Egipto y Azerbaiyán, así como otros países de tránsito, como Ucrania, Belarús y Georgia, a través de los cuales fluyen estos suministros de materias primas de importancia estratégica.

A este respecto, quiero referirme a un aspecto de la política de vecindad al que aún hemos de prestar la debida atención, a saber, la cooperación regional. Soy del parecer que la política de vecindad no debería basarse únicamente en la consolidación de las relaciones bilaterales, sino sobre la cooperación regional entre estos países a nivel económico, cultural y político. Si miramos, por ejemplo, a las regiones individuales como el Cáucaso meridional, vemos que tal cooperación está plagada de problemas o sencillamente no existe. Y, sin embargo, la existencia de buenas relaciones de vecindad, que implican una cooperación regional entre los países a nuestro alrededor, constituye una de las condiciones previas para alcanzar los objetivos de la política de vecindad, incluso para garantizar los suministros energéticos a los países de la UE.

Por tanto, me gustaría realizar un llamamiento a la Comisión para que en adelante hiciera más hincapié en la cuestión de promocionar la cooperación regional y resolver los conflictos regionales, a la hora de ejecutar las distintas fases prácticas de la política de vecindad.

 
  
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  Jana Hybášková (PPE-DE).(EN) Señor Presidente, señora Comisaria, realmente admiro su capacidad física. Lo mismo le digo también al señor Tannock. La última ronda de ampliación de la UE cambió radicalmente la dimensión exterior europea. Se produjo la ampliación y nosotros introdujimos la política europea de vecindad. La actual PEV me hace pensar en la ampliación y la Asociación para la Paz de la OTAN. El Consejo Europeo de Copenhague estableció los criterios para la ampliación y finalmente fueron admitidos diez países. El proceso careció de concepto, planificación y gestión del proyecto. No dejemos que se repita el mismo error.

Punto 1: Digamos que la ampliación es ampliación. La PEV debería ser todo menos ampliación. Hablemos de la PEV.

Punto 2: También necesitamos asociaciones privilegiadas. Todo poder en la historia ha tenido relaciones especiales. La Unión Europea también las necesita. Es necesario definir claramente una nueva categoría especial «A–» . Todos sabemos que por motivos de seguridad, energía, económicos, comerciales e incluso sociales, culturales y políticos, ya hay países con los que mantenemos y necesitamos relaciones especiales, aunque nunca –en un futuro previsible– llegarán a ser miembros de la Unión Europea. Llamemos PEV a ese sistema.

Punto 3: El mayor error es la situación actual: No hablamos de la PEV; hablamos acerca de si los Balcanes, Ucrania y Turquía –con o sin un conjunto claro de criterios– deberían ser candidatos a la ampliación. Sin duda, la PEV debe estar desligada de los nombres de los países y es necesario introducir conceptos y criterios.

Punto 4: Criterios. Los criterios geográficos deberían debatirse sobre la base del Tratado. No todos los países que pueden acogerse tienen la capacidad de cumplir los criterios de Copenhague. No podemos engañarnos a nosotros mismos por lo que se refiere al pleno respeto de los derechos humanos individuales, la igualdad de oportunidades económicas, la plena liberalización y privatización. Deberíamos preocuparnos por definir los criterios «A–» de Copenhague. Solo si somos serios y transparentes podremos mejorar la región.

Punto 5: Instituciones y nuestra capacidad. Es necesario analizar cuatro libertades. La libre circulación de bienes es aceptable, pero la libre circulación de personas deberá ser limitada, al igual que la libre circulación de capital, pero no la de servicios.

Transparencia y responsabilidad son la piedra angular de la estabilidad, el entendimiento y la lucha contra la frustración, el extremismo y el radicalismo. Seamos abiertos, transparentes y lógicos. A resultas de ello, todos estaremos seguros y gozaremos de prosperidad.

 
  
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  Bernd Posselt (PPE-DE).(DE) Señor Presidente, quiero dejar constancia de mi rotundo apoyo al excelente informe del señor Tannock, así como a la excelente y práctica política de vecindad de la señora Comisaria.

Sin embargo, no puedo aceptar ni nunca aceptaré determinados planteamientos. ¿Qué tienen en común los antepasados de muchos ucranianos occidentales con los de la señora Comisaria o los míos, los de la señora Hybášková o el señor Rouèek, los del señor Peterle o los de otras muchas personas en esta sala? Eran ciudadanos de un Estado centroeuropeo llamado Austria–Hungría. Hasta ahora nadie ha sido capaz de darme una explicación racional acerca de por qué algunos de estos ciudadanos deben ser de pronto europeos occidentales y otros, europeos orientales, o por qué, de hecho, algunos de ellos –tal como proclaman insensatamente algunas personas– deberían ser de repente europeos y los otros, vecinos de Europa.

Las políticas de vecindad y de ampliación, como la política económica, necesitan un enfoque de política reguladora. El hecho es que Ucrania, Belarús y Moldova son inequívocamente países europeos, como los son los países del sureste europeo que curiosamente llamamos «Balcanes Occidentales». A todos ellos hay que concederles, en última instancia, la perspectiva de pertenencia plena a la Unión Europea, aún cuando de momento sepamos que para algunos, como Ucrania, Belarús o Moldova, ese momento se encuentra muy lejos.

Por tal razón, la política europea de vecindad tiene pleno sentido como punto de escala intermedia. No obstante, aquí solo tenemos que diferenciar entre aquellos para los que esta política representa la perspectiva de convertirse en miembro de Europa, por una parte, y aquellos con los que deseamos tener una asociación permanente como vecinos, como en el caso de los países del Mediterráneo meridional y oriental, por la otra.

A este respecto, me ha gustado mucho la observación planteada hoy por el señor Özdemir del Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea en el sentido de que necesitamos una mayor vinculación del proceso de Barcelona y los países mediterráneos con la política europea de vecindad, ya que nuestra política mediterránea tendrá que ser, a la larga, una política de vecindad en el sentido clásico. Por esa razón, hoy tenemos que ponernos de acuerdo acerca de los planteamientos y las categorías a medida que van planteándose. Pero no deberíamos perder de vista la realidad de la situación, o nos espera un brusco despertar, algunas de cuyas escalofriantes señales hemos podido detectar este invierno, plasmadas en la situación entre Rusia y Ucrania.

 
  
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  Bogusław Sonik (PPE-DE). – (PL) Señor Presidente, en situaciones de crisis como la que ha surgido recientemente al cortar Moscú el suministro de gas a Ucrania y Moldova, la política europea de vecindad debería desempeñar un papel clave y proporcionar una fórmula para crear un planteamiento común de la política europea de vecindad. El gas se ha convertido en un medio para ejercer presión política, así que una de las prioridades de la política europea de vecindad tiene que ser participar en un diálogo sobre la energía con terceros países, e implicarse en la organización de redes de energía transeuropeas.

Las reservas más importantes de petróleo y gas natural en el mundo se encuentran en zonas alrededor de la Unión Europea. Muchos de los vecinos de la Unión son productores o países de tránsito. Por consiguiente, existe un margen considerable de acción dentro del contexto de una política destinada a la creación de una zona de amigos alrededor de la Unión. Hasta la fecha, las acciones en este sentido han resultado poco satisfactorias. Podría mencionar el consentimiento político a la construcción del gasoducto noreuropeo bajo las aguas del Mar Báltico. Este sistema no solo resulta perjudicial para los intereses de los Estados miembros, sino que a la larga tendrá un impacto negativo sobre los países allende la frontera oriental de la Unión Europea afectados por nuestra política de vecindad. Me refiero a países como Ucrania, Belarús y a los países del Cáucaso meridional.

Los responsables europeos de la toma de decisiones no reaccionaron con decisión ante este tema. Eso ha supuesto que se adoptara una decisión estratégica al margen de varios Estados miembros, con repercusiones negativas para una serie de países de tránsito. Agradecería que la señora Comisaria comentara el asunto y expusiera sus opiniones.

La política europea de vecindad tiene que convertirse en una herramienta eficaz para consolidar la democracia y el Estado de derecho en países próximos a la Unión Europea. Debe promover asimismo el cambio en países donde no existe una democracia eficaz. Deberán apoyarse las actividades de los movimientos democráticos en países vecinos, facilitando el acceso a los medios de comunicación y a la información independientes. La Iniciativa europea para la democracia y los derechos humanos puede desempeñar un papel importante a este respecto. De una manera flexible y eficaz, este instrumento debería ser capaz de apoyar iniciativas para promover la democracia parlamentaria. Quiero recordar a la Cámara que este es el único instrumento externo de la Unión que no precisa el consentimiento del país receptor.

 
  
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  Simon Busuttil (PPE-DE). – (MT) Muchas gracias, señor Presidente, señora Comisaria, yo también deseo adherirme a mis compañeros y transmitir mi felicitación al ponente por la estupenda labor que ha realizado. Se trata de un informe exhaustivo sobre un asunto muy amplio. Por tanto, soy consciente de que su labor no ha sido sencilla. Si se me permite criticar el informe, diría que no creo que el informe coloque al mismo nivel a los países de Europa Oriental y a los países del Mediterráneo Meridional. Parece como si el informe se hubiera redactado para los países del este y luego se hubieran añadido algunas partes sobre el Magreb y el Mashrek. De hecho, en el párrafo 33, el informe incluso pide a la Comisión que clarifique la definición de las relaciones entre la política europea de vecindad y la asociación euromediterránea. Por tanto, proclamo, señora Comisaria, que si nosotros en el Parlamento Europeo no entendemos bien hasta dónde abarca la política europea de vecindad e incluye a los países del Proceso de Barcelona, y no estamos entendiendo en qué forma esta política complementa nuestra política euromediterránea, entonces ¿cómo podemos esperar que los países asociados nuestros en el Mediterráneo la entiendan? No es de extrañar que multitud de personas procedentes de países mediterráneos que vienen a hablar conmigo, que son nuestros asociados, sobre todo en mi condición de Vicepresidente de la Delegación para el Magreb, expresen una grave preocupación por la política europea de vecindad. Tal vez, al igual que nosotros, ellos no entiendan la relación con el Proceso de Barcelona, probablemente porque teman que esto absorba al Proceso de Barcelona en detrimento de los países mediterráneos, tal vez porque teman que con el nuevo fondo, que se va a crear el año próximo, el Instrumento Europeo de Vecindad y Asociación, esté abocado a perder más que a ganar algo, probablemente porque los fondos no estarán protegidos, por lo que los países mediterráneos no tendrán ninguna garantía de que vayan a recibir lo que ya han conseguido, mucho menos algo por encima de eso. Todos estos son motivos de preocupación planteados por nuestros compañeros de países como Túnez y Marruecos. Son aspectos a los que, espero, la señora Comisaria podrá proporcionar una respuesta, ya que son consideraciones graves y legítimas.

Gracias.

 
  
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  Benita Ferrero-Waldner, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, en primer lugar quisiera saludar a mi colega el señor Verheugen, que está detrás de la política de vecindad. Su presencia hoy aquí es una feliz coincidencia.

En segundo lugar, deseo repetir que valoro mucho el amplísimo apoyo de que gozan el informe del señor Tannock y la política de vecindad. Se trata realmente de una política muy amplia y por ello supuso un amplio debate. Es una política destinada a los vecinos de la UE en el este, pero también a sus vecinos del Mediterráneo. Volveré sobre ello más adelante.

Desde la perspectiva europea está claro que la política de vecindad es distinta de la de ampliación, pero al mismo tiempo debo decir también que el futuro no está escrito. En este momento tenemos una política totalmente distinta de la de ampliación. No puedo ser más clara a la hora de distinguir y definir esta política.

También existe una perspectiva regional. Esto es muy claro, por ejemplo, en el proceso mediterráneo, Euromed. Es regional y la política de vecindad es la parte bilateral, complementaria, de modo que las dos operan conjuntamente. Por ejemplo, siempre hemos apoyado plenamente la Cooperación Sur-Sur de Agadir entre los países.

Naturalmente, con respecto al este, este aspecto todavía es ampliable. Queda mucho por hacer. Sin embargo, también puedo decirles que durante la crisis energética la dimensión regional también se hizo patente. Asimismo hemos reforzado, ayudado y alentado mucho a Ucrania para que ayude a Moldova en los difíciles momentos que ha experimentado recientemente.

En el campo energético en su conjunto estamos intentando trabajar a favor de un mercado energético integrado. En el Mashreq existe un mercado de gas integrado. También existe la cooperación entre Palestina e Israel que se pretende al menos que aumente su integración efectiva.

Permítanme responder a algunas cuestiones específicas. Muchas de ellas se han planteado aquí. En primer lugar, celebramos la inclusión de los países del Cáucaso meridional en la política de vecindad, cosa que originalmente solicitó el Parlamento Europeo. El informe sugiere utilizar plenamente la política europea de vecindad (PEV) para promover la generación de confianza entre Estados, cosa que es muy importante. Es esencial que los países del Cáucaso meridional creen estabilidad. Estoy de acuerdo con todos los que han dicho que tenemos que promover y reforzar la solución de los conflictos actualmente congelados en estos países. Esto es lo que estamos intentando hacer.

El desarrollo de la PEV con respecto al Cáucaso meridional sigue siendo una gran prioridad. Todos ustedes saben que han ido misiones técnicas a esos países para negociar los planes de acción, especialmente porque también queremos contribuir a la estabilidad regional y reforzar el apoyo de la UE para resolver aquellos conflictos. Sabemos que tomará tiempo, pero es muy importante que nos comprometamos plenamente con ello.

Otra pregunta hace referencia a Belarús. Hasta ahora la Comisión ha estado representada a través de su delegación en Kiev, que está acreditada ante Belarús. He solicitado, a modo de primera fase, que se establezca en Belarús una delegación regionalizada, encabezada por un encargado de negocios, a las órdenes del jefe de misión de Kiev. Todavía estoy esperando una respuesta positiva de las autoridades belarusas. Sin embargo, mi opinión es que si tenemos allí una delegación, podremos trabajar mucho más estrechamente con el Gobierno de Minsk y tratar de reforzar nuestros propios criterios.

Muchos de ustedes sabrán que nuestra ayuda a Belarús se caracteriza por un enfoque de doble vía. También existe una estrategia a favor de una mayor democratización y respeto de los derechos humanos para satisfacer las necesidades de la población en su conjunto y un programa descentralizado. Esto implica destinar nuevos fondos para apoyar la democratización, que están disponibles en el marco de la Iniciativa Europea para la Democracia y los Derechos Humanos (IEDDH) y el trabajo directo, por ejemplo con respecto a la emisora de radio y la posibilidad de influir directamente en información mediante nuestra radiodifusión independiente a Belarús. Esto ya está en marcha. Pero también estamos trabajando a favor de la educación universitaria y la formación si tienen en cuenta el cierre de la universidad de Minsk y nuestro trabajo en Vilnius.

Se ha mencionado el tema del conflicto de Transdniéster. De acuerdo con el compromiso del plan de acción, hemos asumido un papel mucho más importante en el apoyo al proceso de mediación. Desde octubre de 2005 hemos intentado trabajar como observadores, junto con los Estados Unidos. Ahora tenemos un representante especial para Moldova, el embajador Jacobovits de Szeged, que está trabajando a favor de una solución para el conflicto de Transdniéster. En conexión con esto creamos el 1 de diciembre la misión de ayuda fronteriza Moldova-UE. Su finalidad es ayudar a Moldova y Ucrania a asegurar una gestión transparente de su frontera común, aumentando así la cooperación en temas fronterizos e intentando combatir la corrupción y la evasión de derechos de aduana.

No estoy de acuerdo con los que dicen que la Cumbre de Barcelona fue un fracaso. Lamento profundamente los informes de los medios de comunicación sobre Barcelona. Estuve allí desde el principio hasta el final. Puedo decirles que Barcelona fue excelente en su sustancia. Hay un informe sobre migración. Por favor, léanlo. Hay una posición común sobre la lucha contra el terrorismo. Existe el contenido sustancial que la Comisión, en nuestra Comunicación, adelantó en abril. Deberíamos analizar por qué varios jefes de Estado no asistieron. Por ejemplo, quizás al Rey de Marruecos le resultó difícil ir a España por las diferencias que todavía subsisten entre estos dos países. El rey Abdullah II de Jordania tenía que cambiar de Gobierno. El presidente Abdelaziz Buteflika, de Argelia, estaba en un hospital de París y todavía sigue allí, por lo que yo sé. El presidente Mubarak acababa de salir de unas elecciones en Egipto y no estaba en las mejores condiciones para ir a Barcelona. Sin embargo, muchos primeros ministros asistieron y son ellos los que tienen que aplicar las políticas.

El hermanamiento y la Oficina de Asistencia Técnica en el Intercambio de Información (TAIEX), los dos excelentes instrumentos que han ayudado mucho a los países de la ampliación, también están disponibles para los países vecinos y los utilizaremos.

Se han formulado muchas más preguntas, pero ahora no puedo entrar en detalles debido a las limitaciones de tiempo. Sin embargo, si estas preguntas vuelven a plantearse en la Comisión de Asuntos Exteriores, me complacerá responderlas.

 
  
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  Christopher Beazley (PPE-DE).(EN) Señor Presidente, quiero plantear una cuestión de observancia del Reglamento, cuyo artículo conocerán sus ayudantes; se trata de una cuestión sobre las preguntas suplementarias que siguen a un debate.

La Comisaria no ha respondido a la pregunta de si la política UE/Rusia y la política de vecindad están vinculadas. Remito a la Comisaria a los apartados 16 y 26 del informe Tannock. Quizás pueda darme una respuesta por escrito.

 
  
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  Benita Ferrero-Waldner, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, me complace mucho contestar a esto. Simplemente he pensado que el debate se había prolongado demasiado.

Rusia no está incluida en la PEV normal. Tenemos un instrumento financiero especial, el Instrumento Europeo de Vecindad y Asociación (ENPI). ¿Por qué? Porque Rusia es un país enorme y piensa que merece una estrategia de asociación especial. Hemos trabajado con Rusia en los cuatro espacios comunes y en cada cumbre repasamos el plan de trabajo sobre las distintas cuestiones, como la que usted mencionó sobre el acuerdo fronterizo con Estonia y Letonia. Otras cuestiones como el gas y la energía también serán aspectos importantes. Estos son asuntos bilaterales de los países con Rusia. Hemos intentado facilitar estas negociaciones, pero hemos entendido que por el momento las partes prefieren trabajar en el tema solas.

Al menos veo que hay cierto progreso, pero soy prudente porque llevará tiempo.

No he olvidado contestar a su pregunta, pero el debate ha sido muy largo y ha habido muchas intervenciones, todas ellas muy interesantes.

 
  
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  El Presidente. – El debate queda cerrado.

La votación tendrá lugar el jueves, 19 de enero de 2006, a las 12 del mediodía.

Declaración por escrito (artículo 142 del Reglamento)

 
  
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  José Ribeiro e Castro (PPE-DE).(PT) La política de vecindad tiene que ser un concepto más abierto, que no esté restringido únicamente a los asuntos mediterráneos o a la frontera oriental de la UE.

No debemos olvidar que tenemos otros vecinos en nuestras fronteras marítimas del Atlántico. A la luz de su importancia y su especial sensibilidad en cuanto a la seguridad europea, también merecen una posición de relevancia en este contexto.

Lindantes con las regiones ultraperiféricas de la UE, contiguas al continente europeo, estos países insulares resultan especialmente vulnerables frente al tráfico ilegal a gran escala. Eso es peligroso para los propios países y, a su vez, para nuestra seguridad y, por consiguiente, hemos de prestar una atención especial a estos países.

Hay quienes afirman que Cabo Verde ya cuenta con su propio marco en la zona de Estados de África, del Caribe y del Pacífico (ACP). Esa es una visión muy miope que no tiene en cuenta la realidad de la situación. Tenemos que ser capaces de definir políticas con influencia mutua con otros marcos, entre ellos ACP, de una manera provechosa, flexible e imaginativa.

Estamos obligados a hacerlo, y a la luz del ejemplar historial de su población en cuanto a democracia, gobernanza y respeto por los derechos humanos, por no hablar de sus profundos lazos históricos, sociales, políticos, culturales y geográficos con la UE, Cabo Verde se lo merece.

Por tanto, solicito a los diputados que voten a favor de las enmiendas 11, 12, 36 y 38.

 
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