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Textos presentados :

B6-0040/2007

Debates :

PV 13/02/2007 - 8
CRE 13/02/2007 - 8

Votaciones :

PV 14/02/2007 - 5.9
CRE 14/02/2007 - 5.9
Explicaciones de voto

Textos aprobados :


Acta literal de los debates
Martes 13 de febrero de 2007 - Estrasburgo Edición DO

8. Preparación del Consejo Europeo (8 y 9 de marzo de 2007) (debate)
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  El Presidente. De conformidad con el orden del día, se procede a la declaración del Consejo y de la Comisión relativa a los preparativos para el Consejo Europeo de los días 8 y 9 de marzo.

 
  
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  Günter Gloser, Presidente en ejercicio del Consejo. (DE) Señor Presidente, Comisaria Wallström, Señorías, esta cumbre de primavera de los Jefes de Estado o de Gobierno se dedicará a asuntos económicos principalmente, al igual que en años anteriores, y a la Estrategia de Lisboa en particular. Por supuesto, estamos satisfechos de que la Cumbre de primavera de este año se vaya a celebrar en un momento en el que la economía está atravesando una situación favorable y están ocurriendo cosas positivas en los mercados laborales. Por eso llegamos a la prudente conclusión de que la Estrategia de Lisboa está dando sus primeros frutos, pero también estamos convencidos de que sería inapropiado dormirnos en los laureles. Lejos de esto, queremos aprovechar las tendencias favorables generales y el incipiente clima de optimismo para trabajar en interés de nuevas reformas estructurales, para unirnos en la realización de nuevos esfuerzos por consolidar a largo plazo los logros de los últimos meses y partir de ellos para seguir avanzando, dado que es importante que Europa esté en plena forma para hacer frente a la competencia global.

Tras un intenso trabajo preparatorio, que se ha caracterizado por una cooperación muy estrecha y fructífera con la Comisión, la reunión del Consejo Europeo de los días 8 y 9 de marzo está preparada para materializarse. El Consejo de Asuntos Generales y Relaciones Exteriores debatió ayer el orden del día comentado para el Consejo que la Presidencia había elaborado y me satisface poder decirles que los Estados miembros apoyan incondicionalmente la lista de temas propuesta por la Presidencia.

En las próximas semanas, el Coreper coordinará las contribuciones de las diversas formaciones sectoriales del Consejo y continuará trabajando en el proyecto de conclusiones del Consejo, a la luz de sus comentarios básicos. Quizás debería recordar a la Cámara en este punto las fechas en las que los diversos Consejos sectoriales ultimarán sus contribuciones. El Consejo de Energía se reunirá pasado mañana para debatir el plan de acción energético, que es uno de los problemas realmente importantes para el Consejo Europeo; el Consejo de Educación y Juventud se reúne el 16 de febrero, seguido por el Consejo de Competitividad, el 19 de febrero, y el Consejo de Medio Ambiente, el 20 de febrero. Esta ronda concluye con las reuniones del Consejo responsable de empleo y asuntos sociales, el 22 de febrero, y el Ecofin, el 27 de febrero.

A pesar de que esta Cámara no está directamente implicada en estas actividades de preparación, puedo asegurarles que la Presidencia tendrá en cuenta las opiniones que hayan aprobado ustedes con respecto a los temas de la cumbre.

Quizás debería ofrecer ahora más detalles sobre los planes de la Presidencia para la Cumbre de primavera de este año. También hablaré sobre lo que ha dicho esta mañana en esta Cámara la Presidenta del Consejo. Nos esforzaremos por garantizar que el Consejo Europeo cumpla su papel esencial, que implica que deba centrarse en cuestiones centrales, fijando directrices generales, tomando decisiones sobre el futuro y emitiendo orientaciones políticas para las entidades responsables a escala europea y nacional. El intercambio de opiniones de hoy y, por supuesto, el profundo diálogo con el Presidente de esta Cámara en el transcurso de la sesión, son elementos importantes para el desempeño de esta función. Partiendo de estas consideraciones generales hemos intentado centrar las deliberaciones del Consejo Europeo en temas con respecto a los que se reconoce generalmente que es necesario actuar y en ámbitos en los que se precisan más esfuerzos.

Nuestra preocupación específica consiste en apoyar las reformas estructurales iniciadas en los Estados miembros e impulsarlas, integrando recomendaciones concretas para el país en cuestión. En el ámbito del mercado interior, queremos reforzar el deseo compartido de llenar lagunas, detectar puntos débiles y conseguir que la UE sea más competitiva frente a terceros países, impulsando, al mismo tiempo, el relanzamiento de la Ronda de Doha. Estamos tan interesados en fomentar la innovación, la investigación y la educación como en promover la creación de empleo y el desarrollo ulterior del modelo social europeo, siendo fundamentales para todo ello la «flexiguridad» y el cambio demográfico.

Como ha dicho esta mañana la Canciller Federal, «legislar mejor» es importante para todos nosotros, dado que esto supone un importante potencial de aumento de la competitividad de la economía europea, por lo que la reducción de la burocracia es una cuestión prioritaria para la Presidencia alemana. Nos hemos fijado el objetivo de emitir ambiciosos mensajes desde la reunión del Consejo Europeo; en términos prácticos, lo que más nos preocupa es la simplificación de las leyes vigentes y el análisis de cómo se podría evaluar mejor el impacto de las nuevas. Como autoridad legislativa, el Consejo y el Parlamento tienen una responsabilidad particular de garantizar que las propuestas de la Comisión para la simplificación de la legislación sean examinadas a fondo y procesadas rápidamente. Nuestra principal preocupación es impulsar la reducción de la burocracia, particularmente a través del establecimiento de objetivos cuantitativos claros.

Finalmente, el Consejo Europeo, tal como se decidió el año pasado, prestará atención al plan exhaustivo de la UE para la energía, que mantiene un compromiso con respecto a los tres objetivos fundamentales de la Unión en este terreno –seguridad del suministro, competitividad y compatibilidad ambiental–, siendo necesario hacer hincapié siempre en este último. En el informe estratégico sobre la energía que la Comisión presentó en enero se pone de manifiesto que solamente una política energética que abarque los tres aspectos de este objetivo triangular estará a la altura de los desafíos que afronta la UE y esa es la razón por la que vamos a impulsar un paquete de medidas sin las que –en conjunto– no se obtendrá el efecto deseado. Este paquete incluye medidas que refuerzan la competencia en el mercado interior de la energía, que conceden mayor importancia a las energías renovables y ayudan a desarrollar mejores tecnologías energéticas y una mayor eficiencia energética, y a este respecto es fundamental que se conceda mayor importancia a los componentes de la política exterior de la política energética. Quiero dejar claro que Europa debe hablar cada vez más con una sola voz con respecto a las cuestiones energéticas.

El tema de la protección climática es inseparable del de la energía. Dado que el cambio climático representa el desafío del siglo, estamos totalmente decididos a elaborar resoluciones ambiciosas y previsoras, con inclusión de objetivos cuantitativos, también en este ámbito, y las propuestas planteadas por la Comisión para una plena coordinación en cuestiones de energía nos ofrecen una buena base para ello. El Consejo Europeo debe trabajar para enviar una clara señal a favor del constante desarrollo del régimen de protección climática internacional después de 2012. Solamente si los países industrializados, liderados por la Unión Europea, toman la delantera al comprometerse a cumplir exigentes objetivos y medidas, cabrá esperar que los países emergentes demuestren la voluntad de aceptar compromisos apropiados para sus propias circunstancias a fin de limitar sus emisiones, que están aumentando rápidamente.

 
  
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  El Presidente. Muchas gracias, señor Presidente en ejercicio, no solamente por lo que ha dicho, sino también por haber utilizado solamente la mitad del tiempo del que disponía para hacerlo. Deberíamos tomar ejemplo de ello al plantearnos la reforma relativa al funcionamiento de nuestra Cámara; el Consejo también es capaz de imponerse límites y, al mismo tiempo, decir algo que merezca la pena escuchar.

 
  
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  Margot Wallström, Vicepresidenta de la Comisión. (EN) Señor Presidente, marzo ofrece una verdadera oportunidad para la Unión Europea. Primero, nos proporciona una ocasión para mostrar a los ciudadanos una Unión Europea capaz de adoptar decisiones ambiciosas y claras sobre asuntos que les preocupan profundamente. Segundo, tendremos que llegar a un acuerdo sobre una declaración que no solo conmemorará nuestros logros a lo largo de estos 50 años, sino que definirá lo que podemos hacer en el futuro. Así pues, ambas cosas están estrechamente vinculadas. Un Consejo de primavera satisfactorio constituiría la perfecta plataforma de lanzamiento para una ambiciosa Declaración de Berlín.

Europa tiene que pasar a la acción. Tiene que ser política, eficaz y desempeñar un papel clave a la hora de hacer frente a los principales retos del mundo globalizado actual. Crecimiento y puestos de trabajo, cambio climático, energía: son temas que están todos los días en la mente de los europeos. Tenemos una auténtica oportunidad para mostrar lo que la Unión Europea puede ofrecer, por supuesto, respetando plenamente nuestro renovado compromiso de «legislar mejor».

Voy a centrarme en el cambio climático y la energía y en las cuestiones de crecimiento y empleo. Hace dos semanas, el Grupo de Expertos sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas describió de manera clara, sosegada e irrefutable los datos acerca del cambio climático. El objetivo de limitar el aumento de la temperatura a 2 °C es todavía alcanzable, aunque sea por los pelos. La próxima década, más o menos, decidirá si conseguiremos tener bajo control la situación. Nuestros socios internacionales, los inversores y los ciudadanos esperan de la Unión Europea una actuación clara y decidida.

La magnitud del problema es enorme. Una respuesta audaz es la única que tendría sentido y eso implica propuestas políticas prácticas y objetivos vinculantes. Esa es la razón por la que hemos propuesto que los países desarrollados acepten el objetivo para 2020 de reducir un 30 % las emisiones sobre los niveles de 1990. Al mismo tiempo, nadie pone en duda la necesidad de incorporar a los países en desarrollo a los esfuerzos globales por recortar las emisiones y desde luego es posible conseguir que limiten el aumento de sus emisiones, para empezar, y empiecen a reducirlos en 2020.

Espero que el Consejo Europeo de primavera envíe una señal convincente y firme sobre la necesidad de una acción decidida respecto del cambio climático. La resolución sobre el cambio climático que esta Cámara va a aprobar mañana y que es, a la vez, alentadora y chocante, contiene un mensaje importante y urgente que la Comisión va transmitir a los Jefes de Estado y de Gobierno cuando se debatan los temas climáticos durante el Consejo de primavera.

Sin embargo, tenemos que demostrar, tanto dentro como fuera de la UE, que estamos dispuestos a actuar hoy mismo. Esa es la razón por la que el Consejo de primavera debería acordar un compromiso firme e independiente por parte de la UE de alcanzar, al menos, una reducción del 20 % de las emisiones de gases de efecto invernadero en 2020. Eso constituiría una demostración real de nuestro compromiso.

La energía es un factor clave para recortar las emisiones. Pero es algo más que eso: la seguridad del suministro, precios más justos y más posibilidades de elección son temas, todos ellos, que se hallan en el centro de las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos con respecto a ellos mismos, sus familias, las generaciones futuras y, desde luego, la industria europea. Existe asimismo un sentimiento instintivo de que estos asuntos solo pueden resolverse eficazmente a escala europea. Por consiguiente, esto constituye igualmente una prueba de fuego para la propia Unión Europea.

El mes pasado, la Comisión expuso su visión acerca de cómo plantear la política energética europea y me complace sinceramente la postura de apoyo de este Parlamento. Siempre que hacemos frente a un problema de largo alcance, es importante que los europeos puedan acudir a sus representantes elegidos democráticamente para que les expliquen por qué es esencial la reforma, para situar los cambios a corto plazo dentro del contexto de los planes a largo plazo, para convencernos de que cada uno de nosotros puede desempeñar un papel, por ejemplo, haciendo cuanto podamos respecto del ahorro de energía.

La amplia resolución que aprobaron ustedes el 14 de diciembre del año pasado refleja el papel fundamental que desempeña el Parlamento en este contexto. Así pues, la ambición y la convicción del Consejo Europeo son aspectos críticos. No podemos posponer las decisiones por más tiempo. Europa necesita enviar un mensaje muy claro acerca de su compromiso de cambiar la estructura de la energía europea a lo largo de las próximas décadas. Los inversores están dispuestos a aportar lo que haga falta, pero necesitan una señal más clara. Eso implica una acción decidida en el mercado interior. Implica medidas reales para garantizar la solidaridad entre los Estados miembros. Implica convertir la investigación en este entorno en nuestra máxima prioridad, por ejemplo, en el primer objetivo del Instituto Europeo de Tecnología. Implica un objetivo preciso, ambicioso y, sobre todo, vinculante de convertir la energía renovable en una fuente principal para 2020.

Si el Consejo Europeo da claramente la luz verde, la Comisión está dispuesta a impulsar todo un abanico de medidas legislativas concretas este año. El cambio climático y la energía forman parte del tema más amplio en que se centrará el Consejo de primavera, la Estrategia de Lisboa para el crecimiento y el empleo. Se están dando pasos reales para invertir más en innovación, para facilitar las cosas a las empresas nuevas y ascendentes, para ayudar a los ciudadanos a prepararse para el cambio. La situación económica, como saben, está mejorando y Europa ha demostrado que es capaz de estar a la altura del reto de la globalización, pero estos primeros pasos tienen que ir acelerándose. El consenso sobre el cambio debe transformarse en acción en todas las partes de Europa y en todos los sectores. La modernización de nuestras economías y sociedades es vital si queremos que nuestros valores y la calidad de vida prosperen en este mundo que cambia rápidamente.

El Consejo de primavera tiene que enviar el mensaje claro de que vamos a impulsar la reforma en todos los niveles, tal como quedó expuesto en el informe anual de progreso de la Comisión sobre la Estrategia de Lisboa, incluidas las recomendaciones específicas de cada país.

La Comisión acoge con sumo agrado el apoyo del Parlamento en este punto. Su resolución contiene un oportuno recordatorio de algunas de las pruebas por la que se medirá la credibilidad de las acciones. Por ejemplo, la reducción del plazo de puesta en marcha de nuevas empresas a no más de una semana, o una protección menos costosa de los derechos de propiedad intelectual.

Se está agotando el tiempo para evitar los efectos más adversos del cambio climático, remediar el desequilibrio global entre oferta y demanda energética y garantizar la modernización real. Va siendo hora de que pongamos nuestra mejor sabiduría al servicio de estos objetivos. George Bernard Shaw dijo que no nos hacemos sabios recordando el pasado, sino siendo responsables ante el futuro. En una época en que estamos celebrando los 50 años de la Unión Europea, es un pensamiento que vale la pena recordar.

Las decisiones valientes, ambiciosas y de largo alcance por parte del Consejo de primavera en marzo permitirán a la Unión Europea encontrar respuestas reales a estas cuestiones sumamente urgentes.

 
  
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  El Presidente. Muchas gracias, Vicepresidenta Wallström, sobre todo por no haber utilizado todo el tiempo que tenía asignado. Se trata de un ejemplo muy positivo de la Presidencia y la Comisión.

 
  
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  Marianne Thyssen, en nombre del Grupo del PPE-DE. (NL) Señor Presidente, señor Presidente en ejercicio del Consejo, señora Comisaria, Señorías, cada generación tiene la obligación y la responsabilidad de aportar su granito de arena al progreso. La nuestra también se enfrenta a un desafío, concretamente el de la globalización. Vivimos en un mundo que se está abriendo y cambiando rápidamente. En la Unión Europea debemos enfrentarnos a una competencia mundial, en ocasiones muy dinámica, con una población envejecida y en el marco del calentamiento global.

Esta competencia es cada vez más feroz, no solo en el lado de la oferta de nuestro mercado, sino también en el de la demanda de materias primas y energía. Podríamos no hacer caso, podríamos someternos a ella pasivamente o podríamos prepararnos para hacerle frente. No obstante, si queremos ofrecer a los niños de hoy alguna perspectiva de una buena calidad de vida y de un buen empleo, entonces solo hay una respuesta: asegurarnos de ser competitivos. Ser competitivo no significa ceder a ciegas a las presiones de la globalización. Significa, por el contrario, que debemos equiparnos con los instrumentos apropiados que nos garantizarán un futuro para lo que es importante para nosotros, concretamente nuestro modelo social europeo y los valores en los que se basan nuestra forma de vida y nuestra sociedad. Para ser competitivos, necesitamos una visión atrevida, estrategia y personal, además de recursos. Nosotros tenemos la visión. Tenemos la Estrategia de Lisboa con la asociación para el crecimiento y el empleo, y los diputados del Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y de los Demócratas Europeos siempre hemos defendido esto totalmente. También agradecemos enormemente que la Comisión Barroso se esté esforzando tanto, al igual que la Presidencia alemana, para concentrarse más en los ámbitos en que más flaqueamos y en los que necesitamos mejorar, así como en un plan energético serio.

En el último informe de la Comisión leemos que las perspectivas económicas han mejorado el ejercicio pasado. Debemos aprovechar este impulso para alcanzar nuestros objetivos con todas nuestras fuerzas, porque queda mucho por hacer, también por parte de los Estados miembros, con respecto a los que los informes de la Comisión, en ocasiones, ofrecen una imagen demasiado halagüeña. Mañana votaremos sobre una resolución de cara a la Cumbre de primavera. Hemos podido contrastarla con la opinión de los diputados nacionales, con los que mantuvimos una reunión positiva la semana pasada. Esta resolución también señala nuestras prioridades, que serán nuevamente subrayadas por nuestro ponente alternativo, el señor Lehne. La plena realización del mercado interior, entre otros aspectos para los consumidores y las PYME, la simplificación administrativa, un estudio relativo al efecto de la práctica de elaborar textos legislativos superfluos, más investigación e innovación, un planteamiento renovado para la política energética y para combatir el cambio climático, con la debida atención al suministro de energía, viabilidad económica, menos dependencia, más fuentes de energía renovables y menos emisiones de gases con efecto invernadero. Todas estas son medidas que es necesario emprender si queremos conseguir nuestro objetivo de aumentar el crecimiento y los puestos de trabajo. Para la mayoría de nuestro Grupo, también hay cabida para la energía nuclear, aunque respetamos plenamente el principio de subsidiariedad a este respecto.

Por supuesto, Lisboa es más que el total de la suma de lo que he explicado hasta ahora. Lo más importante es preocuparse por el bienestar y la dignidad de los ciudadanos, así como por su posición y participación en la sociedad. Esta es también la razón por la que toda nuestra atención se centra en la formación, la educación, el aprendizaje permanente, la lucha contra la exclusión, una sólida política de inmigración y, claro está, la igualdad de género, porque cuando mujeres de talento abandonan el mercado de trabajo también se produce una fuga de cerebros. Con respecto a la reforma del mercado de trabajo, esperamos con interés el debate del documento de la Comisión sobre la flexiguridad.

Dado que Lisboa trata de los ciudadanos, el proceso también debe ser respaldado por los ciudadanos. Mientras que la estrategia europea para el crecimiento y el empleo sea considerada por el público más una parte del problema que el camino hacia una solución, existen motivos para preocuparse. Es preciso reforzar la implicación tanto de los ciudadanos como de la sociedad civil. En proyectos importantes del pasado, como Europa «92» en su tiempo y también cuando se introdujo el euro, tuvimos éxito gracias a una enorme y amplia iniciativa de comunicación. Nosotros, e indudablemente los Estados miembros, desaprovechamos oportunidades durante el proceso de ampliación. Sin una estrategia de comunicación apropiada, Lisboa no se entenderá convenientemente, ni será apoyada ni aplicada como es debido, algo que probablemente se puede atribuir a una falta de valentía política. Por lo tanto, me gustaría formular una petición apasionada a las tres instituciones para que comprometan sus fondos a esta causa y, si es posible, que dediquen un espacio a esto en la importante declaración de Berlín que se está elaborando.

Quiero dar las gracias a los ponentes y a la ponente alternativa por la resolución que aprobaremos mañana y que hemos elaborado en el grupo de trabajo con los 33, bajo la Presidencia del señor Daul. La resolución ha resultado ser bastante larga, pero dado que goza de un amplio apoyo y que también es positiva, nos permite enviar un amplio mensaje de hasta dónde queremos llevar esta estrategia.

 
  
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  Robert Goebbels, en nombre del Grupo del PSE. (FR) Señor Presidente, Señorías, en un momento en que se acumulan los problemas globales, algunos Estados miembros de la UE se ven tentados por el nacionalismo. El caso es que la enseñanza indiscutible de la globalización en curso es que incluso Alemania, Francia y el Reino Unido, por no hablar de Polonia, están relativamente inermes ante el ascenso previsible de determinadas naciones grandes.

Todo el mundo está de acuerdo en que el Tratado de Niza ya no basta para garantizar una gobernanza eficaz de la UE de 27. Sin embargo, el Tratado constitucional está colapsado, no solo debido al «no» francés y neerlandés, sino también porque algunos Jefes de Estado o de Gobierno se niegan a defender lo que han firmado. La visión de Europa no puede reducirse únicamente al mercado interior. Nuestros conciudadanos quieren una dimensión más social y una acción común más eficaz.

La integración europea se inició con la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. El año pasado, China se convirtió en el primer productor mundial de acero. En enero, China y Rusia firmaron quince acuerdos de cooperación energética, uno de ellos para la construcción de dos gasoductos con una capacidad de 40 000 millones de metros cúbicos cada uno.

Este mes, la India, China y Rusia se reúnen en un foro trilateral para promover sus intercambios. Los Estados Unidos y Rusia acaban de firmar un acuerdo para una investigación nuclear conjunta. Los chinos, los japoneses, los indios, los rusos y los estadounidenses cooperan para desarrollar nuevas tecnologías que permitan luchar contra el cambio climático. ¿Y dónde está Europa en todo esto? Estamos lejos de la solidaridad de la ya difunta CECA. Nos cuesta definir una política energética caracterizada por la solidaridad y por tanto común por naturaleza, cuando nuestra dependencia energética va en aumento. Es cierto que damos prioridad a objetivos ambiciosos, pero para 2020, 2030 o 2050, es decir, para más allá del futuro previsible.

La señora Merkel nos ha recordado esta mañana que la Unión es responsable del 15 % de las emisiones globales de CO2. Según el Comisario Dimas, nuestra cuota descendió al 14 % en 2006, pero eso no demuestra una mayor eficiencia de los europeos, sino un aumento de las emisiones de otras naciones industrializadas.

Si es evidente que Europa debe dar ejemplo, no es menos evidente que no vamos a poder evitar solos los problemas globales. Para influir en el debate global, Europa dispone de bazas. Seguimos siendo la primera potencia económica, que genera el 30 % del producto mundial bruto. Más de un tercio de las dos mil empresas mundiales más grandes son europeas. Seguimos siendo líderes en prácticamente todos los sectores, excepto la tecnologìa digital y la biotecnología, y en la Cumbre de Lisboa se definió una estrategia para remediar estas deficiencias. Esta estrategia sigue viva, aun cuando los progresos son desesperadamente lentos, en especial en materia de investigación y de innovación.

La próxima Cumbre nos brinda la ocasión de un nuevo comienzo. Están hechos todos los análisis, se conocen todos los problemas. Ha llegado la hora de las decisiones prácticas. El relanzamiento político de Europa debe tener lugar a más tardar en junio. Esta es en todo caso la ambición del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo.

 
  
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  Graham Watson, en nombre del Grupo ALDE.(EN) Señor Presidente, la UE creció en 2006 un 2,7 %, la cifra más alta de los últimos seis años. El desempleo es del 7,9 %, el nivel más bajo desde 1998. Podríamos felicitarnos por ello, pero este crecimiento del 2,7 % no es nada en comparación con el 9,5 % de China y la India, y nuestra tasa de desempleo del 7,9 % es mayor que la de los Estados Unidos (5 %) y Japón (4,1 %). En vista de ello, el objetivo de la Estrategia de Lisboa de hacer de Europa la economía basada en el conocimiento más competitiva del mundo para 2010 no solo suena ambicioso, sino también poco realista. Ya hemos renunciado al plazo alcanzar el objetivo. ¿Podemos mantener el objetivo?

Celebramos este debate cada año y algunos Estados miembros ignoran permanentemente nuestras exhortaciones. Hace dos años, el informe Kok señalaba que los objetivos de la Estrategia de Lisboa se habían vuelto confusos y los resultados no eran convincentes. Ello se debe a que algunos Estados miembros han intentado salir del paso en lugar de realizar verdaderas reformas. La Estrategia de Lisboa solo funcionará si se realizan reformas a escala europea. La solidaridad no puede consistir en que los Gobiernos que han pasado por el arduo proceso de reforma deban ahora sacar de apuros a aquellos que no lo han hecho. En algunos países, ni siquiera la oposición considera necesarias las reformas y hace a los ciudadanos promesas que no puede cumplir, y estoy tentado de decir:

(FR) Podría decirse que en este caso existe una urgente necesidad de una cura de realismo.

(EN) Una economía basada en el conocimiento debe estar dispuesta a aprender. En Europa podemos aprender unos de otros. El crecimiento económico, una tasa de paro reducida, un entorno económico dinámico y un alto nivel de protección social son aspectos que no se excluyen mutuamente; basta ver el ejemplo de Dinamarca o Finlandia.

Para modernizar los sistemas de protección social y prestaciones hace falta más flexibilidad. El desempleo juvenil es demasiado alto, pero proteger a nuestros ciudadanos no significa que debamos proteger empleos que no son competitivos. La red de seguridad social no debe sostener empresas sin futuro, sino ayudar a los afectados a reintegrarse en nuevas oportunidades de negocio.

Mi Grupo considera también que la inversión en tecnologías ecológicas es crucial para contener el cambio climático y garantizar la seguridad energética de Europa. La energía es la fuerza que impulsa nuestra economía y cuando nuestros Ministros de Energía se reúnan en Bruselas esta semana, deberán estar a la altura de las circunstancias y tener el valor de liberalizar el sector energético e introducir más competencia y flexibilidad, y no limitarse a disociar la infraestructura del suministro. La construcción de un auténtico mercado energético europeo es importante, pero no suficiente: también debemos reducir el consumo de energía y espero que la Comisión que en el futuro la Comisión se muestre más ambiciosa de lo que ha sido hasta ahora. Debemos crear incentivos para que las personas cambien de hábitos y realicen compras e inversiones sensatas utilizando para ello el sistema tributario.

Asimismo debemos velar por que la legislación europea se aplique correctamente y hacer saber a nuestros ciudadanos lo que es preciso hacer, y los Estados miembros deben cumplir su promesa de llevar a cabo reformas económicas para que podamos dar luz verde a la Estrategia de Lisboa.

 
  
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  Cristiana Muscardini, en nombre del Grupo UEN. – (IT) Señor Presidente, señor Gloser, Señorías, una de las cosas que irrita especialmente al público en general es el exceso de regulación en la Unión Europea. Normas que no solo son demasiado numerosas, sino también difíciles de entender y complejas: es necesario poner fin a esta tendencia. Fijar la curvatura del plátano o el diámetro de los guisantes o la longitud de los anticonceptivos y creer que esto significa que uno está regulando el mercado es un signo de que se está a años luz de la vida cotidiana de los ciudadanos.

Normas como estas son fruto de la presión ejercida por poderosos grupos de interés para proteger sus negocios particulares y no se promulgan en interés de los ciudadanos. Cuando hay demasiadas normas reina la burocracia en lugar de la política o la economía y la Unión Europea puede incluso morir de burocracia. La elaboración de leyes mejores debe convertirse en un imperativo para las instituciones y, en este punto, el Parlamento debe actuar como catalizador. Nos satisface que la Presidencia del Consejo también esté preste atención a este asunto.

Como se ha puesto de manifiesto en los discursos pronunciados en la Cámara esta mañana, existe cierta tendencia izquierdista europea que continúa exigiendo más legislación, pero que apenas se interesa por si esta se aplica realmente o es aplicable. Creemos que una sociedad libre y unida se basa en normas estables, claras y compartidas, y no en una burocracia excesiva. Para favorecer el crecimiento y el desarrollo, invitamos al Consejo a adoptar con mayor firmeza una política que preste atención a los problemas del continente africano y a los derechos humanos y los derechos de los trabajadores en los países con los que comercia y dentro de la propia Unión.

Sin una política energética común no habrá recuperación ni crecimiento. Apoyamos el nuevo Libro Verde de la Comisión sobre las fuentes de energía renovables y la mejora de la infraestructura de gas natural, centrándose en las terminales de gas natural licuado, una postura que también respalda la Presidencia del Consejo. Por lo tanto, deberíamos eliminar todos los obstáculos, incluidos los que plantea el Ministro de Medio Ambiente italiano, Pecoraro Scanio, quien continúa ignorando las posturas europeas con respecto a esta cuestión y, por lo tanto, retrasando el progreso. El desarrollo y el medio ambiente son los desafíos a los que debemos responder, incluida la ratificación de un nuevo tratado que defina las nuevas y distintas áreas de responsabilidad de nuestras instituciones en la Europa de los 27.

 
  
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  Rebecca Harms, en nombre del Grupo Verts/ALE.(DE) Señor Presidente, Señorías, representantes del Consejo y la Comisión, quiero comenzar felicitando a la Comisión por haberse mantenido firme en el argumento sobre los planes de asignación nacionales para el comercio de CO2 y por haber, al menos, frustrado expectativas al corregir el plan de asignación nacional de Alemania.

Me desconcierta comprobar que el acuerdo alcanzado con respecto a los objetivos de reducción de las emisiones de CO2 de los vehículos, evidentemente en el marco de un acuerdo más amplio, no resultó ser como la Comisión quería y quiero aprovechar esta oportunidad para señalar que lo que se está ignorando en esos acuerdos relativos al CO2 –del tipo de los que están alcanzando actualmente los Estados miembros, la Comisión y el Consejo– es el hecho de que los objetivos que nos hemos fijado no los establece el ser humano; al contrario, el objetivo de impedir que la Tierra se caliente dos grados más viene fijado por la naturaleza.

En mi opinión, si nosotros, en estas transacciones entre diversos intereses nacionales e industriales, continuamos haciendo caso omiso del objetivo fijado en Kyoto, en un futuro previsible ya no podremos realmente afirmar que perseguimos una política ambiciosa en materia de protección climática.

En opinión de los ecologistas, el paquete energético y el objetivo del 20 % de reducción del CO2 en toda Europa podría ser ambicioso, pero ya no guardan ninguna relación con el objetivo general de hacer algo para contrarrestar el calentamiento global. Si realmente nos quedamos parados en este 20 %, diremos adiós definitivamente a la idea de poder influir positivamente en el calentamiento global, es decir, de reducirlo. Hemos escuchado que si nos quedamos en el 20 %, la Tierra podría sufrir un calentamiento de 4 o 5 grados, es decir, que las predicciones adversas relativas al cambio climático se volverían mucho peores.

Todo lo que puedo hacer desde aquí es pedir, una vez más, a la Cumbre energética de Bruselas que deje de recortar los acuerdos relativos a los porcentajes de reducción y, al menos, que aplique lo que la Comisión ha puesto sobre la mesa. En mi opinión, la parte más importante de este paquete energético se refiere al ahorro y a la eficiencia energética, y quiero pedir a la Comisión que vuelva a lo que se había planteado a esta Cámara el pasado otoño –no hace tanto tiempo– en forma de plan de acción energético. También en este terreno tiene que haber menos discontinuidad. En aquel entonces se dio por hecho que el objetivo adecuado para Europa consistía en reducir el consumo energético. Actualmente, el paquete energético incluye la idea firme de que el consumo energético de Europa aumentará constantemente. Por lo tanto, hay muchas correcciones que hacer.

Quiero añadir algo sobre la política nuclear, dado que sé que hay muchos países que tienen muchas esperanzas depositadas en ella. Creo que urge realizar controles en toda Europa para averiguar si la escandalosa cultura de seguridad acerca de la que recibimos constantes informes de la central nuclear sueca de Forsmark es un problema únicamente de Suecia o si podría darse el caso de que, durante las décadas en las que se ha utilizado la energía atómica, esta decadencia de la cultura de seguridad se ha convertido en un problema universal, debido a fenómenos como las reducciones de personal. Esta es ya la tercera vez que me levanto para manifestar que todavía no se ha debatido el problema de Forsmark a escala europea y la razón por la que insisto tanto en ello aquí y ahora es que tengo entendido que Euratom va a prestar el dinero para la construcción de una nueva central nuclear en Belene, y las negociaciones al respecto se están llevando a cabo entre bastidores. Eso sería una primicia, con la exportación de la electricidad generada con energía nuclear financiando una central eléctrica en la Unión Europea con fondos europeos, lo que permitirá a la gente actuar como si se estuviese produciendo un renacimiento de la energía nuclear. No obstante, creo que la cuestión es que esta industria está en un estado deplorable, no solo desde el punto de vista de la seguridad, sino también en términos económicos.

 
  
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  Gabriele Zimmer, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (DE) Señor Presidente, Señorías, la Comisaria Wallström ha subrayado que la Cumbre de primavera tendrá que hacer un buen trabajo de preparación para la reunión de Berlín, que se celebrará unos días después y, aunque puedo estar de acuerdo con esto, esto está sujeto a dos condiciones: la primera es que sería necesario que se produzca un debate profundo sobre la declaración de Berlín en la Cumbre de primavera, aunque todo el mundo sabe que un debate en profundidad sobre el posible contenido de la declaración conlleva el riesgo inherente de que se pongan de manifiesto las diferencias de opinión. ¿No va a haber entonces ningún debate público, ningún debate entre los Jefes de Estado? Si este es el caso, entonces me pregunto quién se supone que va a trabajar sobre la Declaración de Berlín, una declaración tan importante que acompañará a la UE en su camino al futuro.

En segundo lugar, existe la necesidad de formular más preguntas sobre el orden del día de la cumbre, siendo una de ellas, por ejemplo, cómo se puede llevar a cabo una lucha consecuente contra la pobreza, el desempleo y la exclusión social, conjuntamente con una lucha efectiva contra el calentamiento global. ¿Qué significa eso, en particular en términos de una transformación de la energía y del transporte orientada al futuro e intensiva en creación de empleo, y qué es necesario que ocurra para que se ponga en marcha una solución realmente sostenible para los problemas laborales, sociales, ambientales y globales?

No obstante, el hecho es que estas preguntas no se están formulando. Hablamos de «legislar mejor» y del cambio energético y climático, pero en ningún caso sobre el tan esperado comienzo de una reestructuración social y ambiental que realmente contrarreste la división social y la catástrofe climática de la que todos hablamos actualmente. Hace tan solo unos días comprobamos lo difícil que le resulta esto a la Presidencia alemana del Consejo, como ya ha mencionado la señora Harms. Ese «legislar mejor» significa, sobre todo, mayor apertura al mercado, algo que el señor Barroso dejó meridianamente claro la semana pasada, al igual que la Comisión con su Comunicación sobre la aplicación de la estrategia renovada para el crecimiento y el empleo. Es la apertura del mercado lo que se supone que beneficiará tanto a empresas como a consumidores, pero una mayor apertura significa más competencia, beneficiando, por lo tanto, siempre a los más fuertes y condenando a los débiles a salir perdiendo. La apertura de los mercados no va unida a la clase de cambio estructural que nosotros buscamos y del que siempre hablamos, aunque debo decir que la cuestión siempre tiene que ver con quién quiere qué y en qué momento.

El 1 de febrero, el señor Solana, al dirigirse a la conferencia de la Agencia Europea de Defensa –una entidad cuya creación anticipa la entrada en vigor de una Constitución europea– pidió una planificación y una política deliberada basada en la demanda para la industria del armamento. Yo no considero que esto sea de ningún modo compatible con los fines de una cumbre en la que debería plantearse la cuestión de qué se puede hacer para crear puestos de trabajo de forma sostenible, para combatir el cambio climático de forma sostenible y para ofrecer –también de forma sostenible– a los ciudadanos de la Unión Europea unas condiciones de trabajo y de vida de una calidad igualmente alta.

 
  
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  Nigel Farage, en nombre del Grupo IND/DEM. – (EN) Señor Presidente, muy a menudo, en política lo que cuenta no es lo que se dice en público, sino lo que sucede en secreto entre bastidores, y esto es lo que sucede con el próximo Consejo Europeo. Por mucho que el Ministro alemán de Asuntos Europeos, el señor Gloser, hable de sostenibilidad y política energética, he de decir que su capacidad para mantener el gesto cuando habla de la ya fracasada Agenda de Lisboa realmente me supera.

Sin embargo, de lo que no habla, por supuesto, es de que en este Consejo Europeo se debatirá la Constitución Europea. La Canciller Merkel ya ha dejado claro que está decidida a seguir adelante y, de hecho, esta misma semana continúan en secreto las deliberaciones sobre la Constitución en Berlín.

Una vez más se trama un gran engaño. Ustedes están intentando confeccionar un minitratado, deshacerse de la palabra que comienza con «C» y, de este modo, niegan a los pueblos de Europa la oportunidad de votar sobre su propio futuro. Como si tuvieran una vocación superior y supieran lo que es bueno para la plebe europea.

No crean que me lo estoy inventando, pues el Presidente Barroso señaló la semana pasada que cuando era Primer Ministro, estaba a favor de un referendo sobre la Constitución. Desde que llegó a Bruselas, es evidente que le han echado algo en la bebida, pues ahora dice: «Si se hubiese celebrado un referendo sobre la fundación de la Comunidad Europea o la introducción del euro, ¿creen ustedes que habrían salido adelante?» Creo que sabemos la respuesta: «no». Yo me atrevería incluso a decir que lo que hace el señor Barroso es poner al descubierto el proyecto europeo. Muestra un desdén absoluto por los ciudadanos de Francia y los Países Bajos que votaron «no», pero lo que resulta más grave es que muestra un absoluto desprecio por el proceso mismo de la democracia. Si insistimos sin cesar en imponer esta Constitución, si seguimos denegando a los pueblos de Europa la posibilidad de expresar su opinión sobre su propio futuro, acumularemos problemas muy graves para nuestros hijos.

 
  
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  Andreas Mölzer, en nombre del Grupo ITS. – (DE) Señor Presidente, le ruego me permita, con el Consejo Europeo a la vista, realizar una serie de observaciones básicas con respecto a la política energética y la liberalización.

En mi opinión, para cumplir los criterios de Maastricht y satisfacer las demandas de la Estrategia de Lisboa, el Estado está vendiendo la plata de la familia, mientras que el público tiene que apretarse aún más el cinturón, con las personas que trabajan en los servicios públicos jubilándose demasiado a menudo de forma anticipada y quedando desempleados y temblando de miedo ante la idea de perder su seguridad social. Se han hecho promesas de que todo va a tener un valor más apropiado, a ser más eficiente y flexible, pero con este tipo de liberalización no se van a cumplir de ningún modo. En las infraestructuras públicas ya se habla de prolongados periodos de amortización y bajos ingresos.

Sin embargo, los inversores privados están principalmente interesados en el dinero en efectivo y todos estamos familiarizados con las consecuencias, por ejemplo, de la escasa puntualidad de los trenes y los tramos de vías abandonados que nos obligan a regresar a los vehículos. Gracias a la privatización del correo, ahora podemos invertir en nuevos buzones y realizar largas peregrinaciones a las oficinas de correos, donde nos encontramos infinidad de prácticas de trabajo indecentes que pertenecen a la Edad de Piedra. Las especulaciones con las acciones están encareciendo la electricidad y puede que acabemos, en algún momento, siendo incapaces de poder pagar nuestra propia agua, cuando se ofrezcan unos precios más elevados por ella en el extranjero, pero lo que es todavía más peligroso es la perspectiva de que los trabajadores extranjeros y los que buscan asilo sean considerados una respuesta a la baja tasa de natalidad y un medio para garantizar nuestra previsión social, lo que supone prender la mecha de un barril de pólvora y las primeras explosiones ya pueden escucharse cada vez más cerca.

Por lo tanto, debemos reconsiderarlo; debemos aplicar una política competente en materia de vida familiar y natalidad, invertir más en educación y emplear una dosis razonable de proteccionismo para promover nuestros sectores empresariales y nuestra propia producción agrícola, con el fin de proteger a nuestro pueblo de las relocalizaciones empresariales que la Unión Europea potencia. En mi opinión, tampoco se puede pretender que la electricidad generada con energía nuclear se utilice para producir energía segura desde el punto de vista ambiental ni que el biocombustible se traduzca en escasez de alimentos, como ha ocurrido en México. Lo que se necesita en tales situaciones es la promoción activa de la investigación de nuevas tecnologías o el uso de otros tipos de producción energética que sean realmente más ecológicos.

 
  
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  Jana Bobošíková, (NI) – (CS) Señorías, creo que pronto se pondrá de manifiesto el verdadero coste de la guerra comercial que se está librando so pretexto del «calentamiento global». El Consejo va a adoptar claramente las afirmaciones pseudocientíficas tan de moda de que solo salvaremos al planeta si reducimos notablemente las emisiones de CO2.

Si permitimos que se nos haga creer que podemos influir en los ciclos climáticos naturales de nuestro planeta sacrificando la competitividad de la industria europea, no haremos lo que conviene al planeta. Simplemente cederemos ante los intereses económicos de los inversores y países que no prestan atención a los óxidos ni a los protocolos. La contaminación que nosotros evitamos con nuestros sacrificios se ve compensada con creces por el CO2 que producen ellos. Por lo tanto, me decepciona enormemente que el punto de partida de las negociaciones del Consejo en materia energética sea la lucha contra el cambio climático.

Creo que tanto nuestros ciudadanos como nuestras empresas están más interesados en el precio de la energía y especialmente en su suministro seguro e ininterrumpido. Así pues, quiero concentrarme en la liberalización del mercado de la energía, que impedirá aumentos de precios masivos. La Presidencia debería presentar una propuesta adecuada sobre cómo garantizar suministros ininterrumpidos desde Rusia a toda la Unión Europea y no solamente a Alemania. Finalmente, debemos invertir en el desarrollo de nuevas fuentes de energía y, en particular, en energía nuclear. Si no lo hacemos, los elevados costes de la energía causarán daños irreparables a la competitividad de las empresas europeas.

¿Cómo pueden los parados hacer frente al astronómico precio de la electricidad? Podría enviarlos a las oficinas del Consejo en Bruselas, aunque dudo que sirviera de ayuda. Gracias.

 
  
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  Klaus-Heiner Lehne (PPE-DE).(DE) Señor Presidente, Señorías, permítanme comenzar con un breve resumen de lo que hemos conseguido. Quiero recordarles que hace aproximadamente dos años y medio, la Comisión lanzó una nueva iniciativa, habiendo llegado a la conclusión, tras el informe Kok, de que había que poner de nuevo en pie la Estrategia de Lisboa. Queremos que esta estrategia, que en la primera mitad de la década no era básicamente más que un objetivo político sin la más mínima posibilidad de hacerse realidad, se acerque al menos a su objetivo en la segunda mitad de la década. Yo afirmaría que lo ha hecho. Es cierto que «Lisboa» todavía no suena como «Kyoto», pero todos los Estados miembros ya están elaborando planes nacionales. En esta Cámara hemos propuesto una estructura para entender la Estrategia de Lisboa e intentar que progrese. La Comisión también ha establecido nuevas prioridades para ello. Hemos celebrado conferencias interparlamentarias en esta Cámara, con un número cada vez mayor de participantes de los Parlamentos. Todo esto demuestra que avanzamos en la dirección correcta y que el intento de resucitar la estrategia ha prosperado.

En segundo lugar, hemos conseguido dejar claro que, a pesar de que pueden existir tres pilares en la Estrategia de Lisboa, nuestra capacidad para aplicar una política social y ambiental apropiada depende del crecimiento y de la creación de empleo. También debemos dejar claro que la Estrategia de Lisboa es la respuesta de Europa a la globalización.

En la resolución –cuyo tema será evidentemente distinto del de años anteriores– dejaremos claro que hay una serie de deficiencias en el mercado interior que debemos mitigar. Hay muchas, pero yo quiero subrayar dos. Una de ellas es que el nuevo avance de la legislación europea en materia de patentes todavía no se ha producido y, en este frente, esperamos que la Comisión tome algunas iniciativas, como ya ha hecho con respecto a la liberalización del tráfico de mercancías en el mercado interior, que es una cuestión igualmente crucial.

No obstante, es la política energética en lo que deben centrarse principalmente la cumbre y las actividades de la Comisión y de esta Cámara. Permítanme recordarles lo que ocurrió el pasado año, cuando los Jefes de Estado o de Gobierno no se convencieron de que la política energética realmente contenía afirmaciones de interés para Europa y que era necesario un planteamiento europeo con respecto a esa cuestión, prevaleciendo todavía la opinión de que estas cosas se podían resolver a escala nacional. Eso ha cambiado. En esta ocasión, si se debate la política energética en la cumbre, todos trabajaremos dando por supuesto que esta tarea corresponde a Europa.

En esta resolución hemos dicho que las energías renovables deben promoverse tanto como sea posible, por supuesto, pero también hemos subrayado la importancia de la energía nuclear, que será inevitable en el futuro debido al problema de las emisiones de CO2, un problema abordado en general en esta resolución también y, por supuesto, debatido con mucha mayor profundidad en la resolución paralela sobre el cambio climático. Nos hemos impuesto unos objetivos muy ambiciosos con respecto a la eficiencia energética y en efecto creo que –como ya han demostrado las cifras– una cuota del 30 % en el producto económico mundial, combinada con una cuota de solo el 15 % en las emisiones, ya indica que Europa está a la cabeza por lo que respecta a eficiencia energética, aunque podemos conseguir mucho más y ser un ejemplo para el mundo.

Otra cosa a la que se ha hecho referencia es que sigue siendo necesario hacer realidad el mercado interior de la energía. Sabemos que continúa existiendo una estructura oligárquica y monopolística y que solo en una parte de la Unión Europea podemos hablar de un verdadero mercado interior, mientras que en extensas partes de la UE existen carencias reales.

También quiero hacer referencia al aspecto de una «legislar mejor». En este sentido, también son muchos los logros. Si pensamos en el acuerdo interinstitucional de diciembre de 2003, fue realmente un paso muy importante, aunque no es oro todo lo que reluce. La Comisión todavía no ha respondido a la petición del Parlamento –articulada en más de media docena de resoluciones– de una evaluación independiente del impacto de las leyes, a pesar de nuestra insistencia. Si la Comisión no emprende acciones pronto, tendremos que pensar en otras formas y medios para hacerlo nosotros mismos.

En mi opinión, ahora lo realmente importante es establecer unas referencias apropiadas que nos permitan revisar los informes de los Estados miembros y decir lo que consideramos necesario para que, a través de estas referencias, los objetivos de la Estrategia de Lisboa se consigan de forma todavía más efectiva que en el pasado.

 
  
  

PRESIDENCIA DEL SR. MARTÍNEZ MARTÍNEZ
Vicepresidente

 
  
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  Hannes Swoboda (PSE).(DE) Señor Presidente, ya se ha mencionado repetidas veces la Constitución, en virtud de la cual Europa adquiere nuevas competencias con respecto a la política energética. Sin embargo, dado que la Constitución todavía no está en vigor, tendremos que esforzarnos por encontrar otra forma de adquirir mayores competencias en el ámbito de la política energética, en particular –como ha mencionado el señor Gloser– con respecto a la política exterior.

¿Cómo se supone que vamos a mantener una relación apropiada con Rusia de igual a igual si la Unión Europea no puede, en estas cuestiones, hablar con firmeza y con una única voz? Rusia preferiría negociar con los países individuales y enfrentarlos unos con otros, pero lo que estamos pidiendo –en esta cumbre específicamente– es que dejemos claro que, en esta relación con Rusia, hay una única voz europea, y si Rusia se queja de que no tiene pleno acceso al mercado, ¿qué se supone que vamos a hacer, en Europa, al respecto? Esa es la razón por la que una relación de igual a igual con Rusia es tan importante.

En segundo lugar, tenemos que diversificar. Necesitamos tener acceso a otras fuentes, pero ¿dónde? Estoy hablando en particular del Cáucaso y Asia Central. Cuando uno comprueba cómo los Estados Unidos de América –por comprometidos que puedan estar con el libre comercio– han conseguido que se construya un oleoducto desde Baké hasta Ceyhan en Turquía, vía Tblisi, fomentando que los inversores privados apoyen lo que se consideraba un importante proyecto político, y lo compara con la debilidad y dificultad con la que se hacen este tipo de cosas en la Unión Europea –se puede tomar como ejemplo el gaseoducto de Nabucco para suministrar gas a Europa–, se pone de manifiesto que tenemos que exigir que esta Unión Europea nuestra se defienda sola y hable con una sola voz. Dado que el señor Goebbels ya ha mencionado muchas de estas cosas, realmente me gustaría que todas ellas se explicasen con detalle en la cumbre.

Si creemos que tenemos que diversificar, si creemos que necesitamos oleoductos nuevos y adicionales, entonces debemos decirlo alto y claro, para que Rusia venga e intente implicarse o hacer negocios con nosotros. Si no tenemos, en los mercados internacionales, un perfil europeo inconfundible, entonces no podremos hacer las cosas que tenemos que hacer para nuestros propios ciudadanos, es decir, garantizar la seguridad del suministro energético de Europa.

 
  
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  Alexander Lambsdorff (ALDE).(DE) Señor Presidente, Señorías, mañana esta Cámara adoptará una resolución en la que hacemos una serie de peticiones al Consejo. Como ponente, quiero aprovechar esta oportunidad para dar las gracias a mi coponente, el señor Hughes, del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo, por su cooperación, que ha sido siempre constructiva, buena y justa. En breve les presentará las partes de la resolución relacionadas con el empleo y los objetivos de la iniciativa «legislar mejor», así que voy a centrarme en lo que nuestra Cámara espera del Consejo en materia de política energética.

Lo más importante que esta Cámara espera del Consejo está claro para todos nosotros: queremos una política energética única y sólida para Europa. La tarea más urgente para los Jefes de Estado o de Gobierno consiste en conseguir resultados reales en la Cumbre de primavera, dado que esta será la medida de su éxito o su fracaso.

Un mercado único de la energía en funcionamiento no es un fin por sí mismo. Para comenzar, un mercado único de la energía es uno de los mayores proyectos europeos. Queremos una Unión Europea que dé resultados. Si podemos decir al público que gracias a la política europea sus facturas de la electricidad y el gas en constante aumento han regresado a niveles tolerables, eso será positivo para Europa. Los últimos estudios sobre el mercado europeo de la energía han demostrado, una vez más, el hecho de que estamos a años luz de un mercado interior de la energía operativo, como ya ha señalado el señor Lehne. Casi una década después de que se diesen los primeros pasos hacia la liberalización de los mercados de la electricidad y el gas, un resultado así es decepcionante, por no decir otra cosa. Por lo tanto, en primer lugar necesitamos el mercado energético único por el bien del público.

La segunda razón por la que un mercado único de la energía que funcione es tan importante es la competitividad de nuestras empresas, particularmente por el lado de la producción. Ninguna empresa debería pagar más de lo que es justo y apropiado por la cantidad de energía que utiliza; se lo debemos a nuestras empresas y a las personas que trabajan para ellas. Esto es un medio que está al servicio del fin de aumentar nuestra competitividad en el interior y en el extranjero, que es uno de los objetivos de la Estrategia de Lisboa; por lo tanto, la segunda razón por la que necesitamos el mercado único energético es que lo precisa la competitividad de Europa.

La tercera razón es que, en un mercado con señales de precios que funcionan, la energía se utiliza efectivamente, se desarrollan alternativas y se generan ahorros. Es cierto que, en ocasiones, hay que reclamar políticamente las cosas para conseguir la apertura de nuevos caminos y eso es lo que estamos haciendo con este informe, para conseguir –o eso esperamos– los objetivos de protección climática gracias a una política energética europea; a ese respecto, existe consenso en esta Cámara. Por lo tanto, en tercer lugar necesitamos la política energética única en bien de una Europa que afronta sus responsabilidades globales.

Por esta razón, la Cámara aprobará mañana una resolución y ahora les voy a leer una selección de los puntos más importantes uno por uno. En primer lugar, las redes de distribución de gas y electricidad necesitan ser gestionadas y administradas de forma económica e independientemente del proceso de producción de la energía, si queremos poner fin al fracaso duradero del mercado del gas y la electricidad.

En segundo lugar, dado que la energía renovable ayuda a mejorar la seguridad del suministro de energía, pedimos que la proporción de fuentes de energía renovables aumente al 50 % para 2040. El Parlamento Europeo defiende ambiciosos objetivos en materia de investigación energética y en todos los ámbitos, sea convencional, renovable o nuclear. Europa está a la cabeza en muchos ámbitos de este campo y este papel necesita consolidarse y aumentarse, si queremos tener un orden económico basado en el conocimiento. Esta Cámara está de acuerdo con las propuestas de la Comisión en materia de eficiencia energética y el objetivo del ahorro del 20 % para 2020.

Queremos que se establezca un calendario para la reducción del 30 % de las emisiones de CO2 para 2020 y también mantenemos un compromiso con respecto a la reforma del sistema de comercio de emisiones, al tiempo que pedimos una mayor solidaridad entre los Estados miembros en tiempos de crisis energética.

Los diputados de todas las corrientes políticas han coincidido en la necesidad de una política exterior energética única, dado que los problemas energéticos deben convertirse en una característica permanente de las relaciones exteriores de la Unión Europea. Me ha complacido escuchar al Presidente en ejercicio decir que es aquí donde Europa debe hablar con una sola voz, dado que eso es precisamente lo que nosotros pensamos también.

Tal y como lo ha planteado el señor Barroso esta mañana, nuestra credibilidad a los ojos del público es una condición para que Europa se mantenga unida y, en este sentido, estoy de acuerdo con el. La Comisión, el Consejo y los diputados a esta Cámara deben afrontar por igual estos desafíos europeos; esa es la única manera de que podamos asumir nuestra responsabilidad frente al público europeo, ofrecerles resultados o, como ha planteado el Presidente de esta Cámara esta mañana, triunfar por el bien de nuestro continente y estar al servicio del pueblo de la Unión Europea. Quiero añadir que creo que deberíamos estar celebrando este debate en Bruselas y no en Estrasburgo.

 
  
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  Guntars Krasts (UEN). – (LV) El orden del día de la Cumbre de primavera del Consejo Europeo es, sin duda, el tema más importante en estos momentos en la Unión Europea en general y en cada Estado miembro. Las tareas propuestas en torno a la Estrategia de Lisboa y también a la política energética y sobre el cambio climático son ambiciosas, pero para ponerlas en práctica necesitaremos tener sentido de la realidad. Sabemos gran parte de lo que hay que hacer para conseguir los objetivos propuestos, pero el hecho de que las reformas a llevar a cabo estén mutuamente interconectadas en los ámbitos económico, social y ambiental complica notablemente la realización de las tareas. La interdependencia mutua de los Estados miembros para el mantenimiento del ritmo y de la calidad de la reforma complica todavía más la situación. Lo hemos experimentado recientemente, en el curso de las difíciles discusiones en torno a la Directiva relativa a los servicios, que se pretendía que fuese una de las piedras angulares de la Estrategia de Lisboa. En el orden del día hay ahora nuevas pruebas acerca de la disposición de los Estados miembros a mantener el ritmo de la reforma, siendo la liberalización del mercado energético de Europa una de ellas. Un mercado energético europeo liberalizado es un requisito imprescindible para la competitividad general del mercado, la independencia energética, la estabilidad a largo plazo y la integración de los nuevos Estados miembros en el mercado único del gas y la electricidad. Una de las tareas centrales de esta cumbre del Consejo Europeo consiste en establecer un planteamiento basado en el consenso, en el entendimiento en los Estados miembros de la política energética única europea. La política energética debe convertirse en un componente de la política de seguridad de la Unión Europea lo antes posible. Los Estados miembros deberían ser capaces de acordar una estrategia común en el ámbito de las rutas de tránsito y suministro. Tampoco deberíamos aplazar la creación de un diálogo permanente entre los Estados consumidores de energía y los Estados proveedores de energía, para impedir un incremento del desequilibrio global y de la inestabilidad. Con respecto al principal proveedor de gas de Europa –Rusia–, debemos asegurarnos de que ratifique el Protocolo de Tránsito y el Tratado sobre la Carta de la Energía. Asimismo, no debemos permitir que las opiniones de la Comisión y de los Estados miembros sobre este tema sean diferentes. Espero que, en la cumbre de primavera del Consejo Europeo, esta importante cuestión ayude a fomentar un entendimiento común de la interdependencia mutua relativa tanto a las tareas como a los logros de cada Estado miembro individualmente y de la Unión Europea en su conjunto. Gracias.

 
  
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  Pierre Jonckheer (Verts/ALE). – (FR) Señor Presidente, para el Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea está muy claro, como ha indicado mi colega, la señora Harms, que el Consejo Europeo del mes de marzo se consagrará principalmente a la energía y que tenemos algunas peticiones de plantear a este respecto. Por mi parte quisiera abordar otro punto que tiene que ver con la evolución del mercado de trabajo y la fiscalidad en Europa.

Permítanme citar dos ejemplos. En Bélgica, en vez de perder 4 000 puestos de trabajo, la planta Volkswagen-Forest perderá 3 000 y los trabajadores pasarán de la semana de 35 horas a la semana de 38 por el mismo salario, además de exigírseles mayor flexibilidad. La dirección del grupo considera que en estas condiciones la planta será una de las más eficientes de Europa y cumplirá los criterios de éxito de la Estrategia de Lisboa. El segundo ejemplo se refiere a trabajadores franceses del sector privado, la mitad de los cuales perciben un salario de menos de 1 400 euros al mes, como nos recordó este domingo la señora Royal.

Estos son hechos que arrojan una cruda luz sobre el modelo social europeo. En opinión de muchos economistas, esta evolución de las condiciones de trabajo y las condiciones salariales es estructural, pues está ligada a las innovaciones tecnológicas y a una mayor globalización de las actividades. En los próximos años, la mayoría de los trabajadores europeos estarán sometidos a una presión cada vez mayor. ¿Cómo debemos responder a esta situación?

Pienso que la Unión Europea puede ayudar. Puede ayudar poniendo fin al escándalo absoluto que representa que un ciudadano pudiente pueda pasearse de Mónaco a Bélgica pasando por Lichtenstein para eludir el sistema fiscal y escapar así del carácter progresivo del impuesto.

Pienso también que la Unión Europea debería comprometerse, como hizo en el G8 y en el seno de la OCDE, a aplicar una política decidida de abolición de los paraísos fiscales, que pululan por todo el planeta y permiten funcionar al capitalismo financiero.

Por otra parte, pienso que si la señora Merkel y la señora Royal quieren dar un contenido concreto al protocolo social que anuncian para modificar el proyecto de Tratado constitucional, la Unión Europea debería dotarse de medios para crear, por fin, un impuesto de sociedades mínimo en la Unión Europea, lo que supone, si se quiere mantener la norma de la unanimidad, que un grupo de países tendrá que decidirse a abrir camino.

 
  
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  Ilda Figueiredo (GUE/NGL).(PT) En este debate sobre la aportación al próximo Consejo Europeo de primavera, en el cual se va evaluar la aplicación de la denominada «Agenda de Lisboa», adoptada en 2000, deberíamos tener presente qué ha ocurrido realmente durante estos siete años desde el punto de vista de los objetivos y retos que nos marcamos en aquel momento, en lo referente al pleno empleo, la reducción de la pobreza, las infraestructuras y los equipamientos de apoyo a la infancia, y la igualdad de oportunidades para las mujeres, por un lado, y al tan mentado objetivo de transformar a Europa en la economía basada en el conocimiento más avanzada del mundo para 2010, por otro.

Lo cierto es que desde 2000, la Unión Europea ha experimentado un lento crecimiento de la economía y del empleo y una progresiva transferencia de los beneficios obtenidos gracias a la mejora de la productividad de los trabajadores a las empresas, con la consiguiente intensificación de las desigualdades sociales. De ahí que se mantengan los elevados niveles de desempleo, de manera que la pobreza y la exclusión social afectan a 72 millones de personas, el fuerte aumento del empleo precario, cada vez con menos derechos, y los problemas crecientes que plantea la integración de los nuevos Estados miembros, sin respuestas financieras adecuadas desde los presupuestos comunitarios.

Esto pone de manifiesto que nuestras críticas a esta estrategia estaban plenamente justificadas. La aplicación de la Agenda de Lisboa solo ha ampliado la liberalización y las privatizaciones en sectores tan diversos como el transporte, la energía, los servicios postales, las telecomunicaciones y los servicios, poniendo así en peligro servicios públicos esenciales, a lo cual ahora podríamos sumar la flexibilidad del trabajo y la tan pregonada «flexiguridad» que facilita aún más el despido de trabajadores.

Por esto estamos a favor de un cambio total de orientación de las políticas aplicadas, a saber: la Estrategia de Lisboa, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, las principales directrices económicas y en materia de empleo, y el presupuesto comunitario.

Por consiguiente, en la resolución alternativa que ha presentado nuestro Grupo en el marco de este debate optamos por situar en primer plano un auténtico pacto para el avance económico y el desarrollo social, y una estrategia europea de solidaridad y desarrollo sostenible basada en una mayor solidaridad de los países más desarrollados, acompañada de una distribución más adecuada y de mayor alcance de los fondos comunitarios. La resolución tiene por objeto la cohesión económica y social, unas mejores condiciones de vida para la mayoría de la población, incluidos los inmigrantes, la dignidad de los trabajadores y el respeto de los derechos humanos, especialmente en los ámbitos de la educación, la sanidad, la vivienda, la seguridad social, y la investigación y desarrollo.

 
  
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  Patrick Louis (IND/DEM). (FR) Señor Presidente, Señorías, el señor Moscovici acaba de escribir un libro muy interesante, en el que da por muerto el Tratado constitucional. Demuestra a todas luces que nadie puede reintroducir un minitratado de tapadillo cuando un pueblo ha hablado. No podemos contravenir el Derecho de los Tratados. Aquí no basta con el número, solo cuenta la soberanía de un Estado.

La farsa de Madrid fue un callejón sin salida y un insulto a las normas diplomáticas. Sepan, Señorías, que los diputados al Parlamento Europeo, como yo mismo en este caso, no tenían acceso a la sala de debates, cuando cualquier funcionario podía acceder a ella libremente. La solución para la Unión no reside en recrear Madrid, sino en revitalizar el espíritu del Tratado de Roma, es decir, en redescubrir el sentido de una cooperación libre entre naciones soberanas, restablecer la preferencia comunitaria y renunciar al imperialismo difuso de un Estado supranacional, un Estado que ahogaría a nuestros pueblos y entorpecería sus derechos.

 
  
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  Carl Lang (ITS). (FR) Señor Presidente, Señorías, para fijar sus objetivos económicos, la Presidencia alemana del Consejo Europeo se apoya en un informe que afirma que se ha producido un descenso del desempleo en Europa. Ahora bien, dicho descenso refleja más una disminución del número de personas activas a causa del envejecimiento de la población que el resultado de una economía próspera. Con una tasa de crecimiento anual de apenas el 2,6 %, frente al 3,6 % de los Estados Unidos y el 10 % de China, la Europa de Bruselas sigue a remolque de las grandes potencias económicas del mundo.

Por otra parte, algunos Estados miembros falsifican las estadísticas oficiales de empleo. Así, en Francia, si a los 2 millones o más de parados oficiales sumamos los trabajadores que se han visto obligados a jubilarse y prejubilarse, los desempleados en formación y los que tienen contratos subsidiados, el desempleo afecta a casi 4,5 millones de personas en Francia, es decir, el 18 % de la población activa. Con un crecimiento a media asta, una población que crece a un ritmo inferior a la tasa de renovación y empresas que deslocalizan sus actividades, la Unión Europea prosigue, por desgracia, su declive económico.

Por tanto, si el diagnóstico es erróneo, los tratamientos prescritos, inspirados por la política malthusiana y antisocial de los últimos veinte años, son nefastos: nuestras fronteras comerciales han sido destruidas, nuestra industria está a merced de la competencia desleal de las economías asiáticas, se han multiplicado las trabas burocráticas, más de un millón de inmigrantes llegan cada año de forma prácticamente legal de fuera de la Comunidad, nuestros servicios públicos han sido desmantelados, sufrimos una sobrecarga fiscal y nuestra agricultura, sometida a las horcas caudinas de la Organización Mundial del Comercio, se halla en barbecho.

Para reorientar nuestras economías hacia la prosperidad y dar a nuestros descendientes la seguridad económica y social a que tienen derecho, debemos construir una Europa distinta y un modelo comercial diferente, basado en fronteras seguras que protejan a nuestras empresas del dúmping social, en la aplicación de la preferencia comunitaria y en el respeto de los valores que han hecho la grandeza de nuestra civilización: patria, libertad, trabajo, familia y seguridad en todas sus formas, inclusive económica y social.

 
  
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  Sergej Kozlík (NI). – (SK) Dos días antes de que la Comisión Europea adoptara oficialmente la Revisión estratégica del Sector de la Energía y otros informes sobre dicho sector en enero de 2007, el Eurobarómetro publicó los resultados de una encuesta sobre el sector energético. Estos indican claramente que los ciudadanos de la Unión no consideran prioritarios los temas relacionados con la energía, ya sea el cambio climático o la futura escasez de energía.

Los temas energéticos ocupaban el puesto número doce en la lista de cuestiones más importantes a las que debe enfrentarse Europa, muy por detrás del desempleo, la delincuencia, la atención sanitaria o la situación económica. Resulta desconcertante que los ciudadanos europeos estén convencidos de que las causas fundamentales de los problemas energéticos se hallan en otros continentes y países, fuera del ámbito de la Unión Europea.

Casi una cuarta parte de los ciudadanos europeos admiten que no hacen nada por reducir su consumo de energía. La población apenas es consciente de que los precios de la energía seguirán subiendo a largo plazo. Nos encontramos en el umbral de una nueva revolución industrial que tendrá que abordar los problemas energéticos y el cambio climático, y ofrecernos, así, unos objetivos pragmáticos y a la vez también de carácter absolutamente político. Si queremos que nuestros esfuerzos tengan éxito, necesitamos obtener el mayor apoyo posible de los ciudadanos de la Unión para perseguir estos objetivos y los Gobiernos de los Estados miembros deben dejar de andarse por las ramas y empezar a hacer frente a los problemas pendientes.

 
  
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  Gunnar Hökmark (PPE-DE).(EN) Señor Presidente, la reunión con el Consejo Europeo en Berlín es una excelente oportunidad para enviar un mensaje sobre lo que hemos logrado juntos y lo que necesitamos lograr juntos en los próximos años, en una primera fase hasta 2009. Creo que es muy importante que dejemos claro en la Declaración de Berlín que los problemas y retos a los que nos enfrentamos se deben a nuestros éxitos y no a nuestros fracasos.

Varios países desean adherirse a la Unión en virtud de estos éxitos: porque han visto qué puede aportar la Unión Europea a la paz, al Estado de Derecho y a la estabilidad. Tenemos todo el debate acerca de la globalización, en la que la economía europea es el principal agente a escala mundial y nos ofrece oportunidades de ponernos a su altura y contribuir a la globalización. Tenemos la cuestión de la seguridad y la estabilidad en los Balcanes, región en la que, a pesar de que la Unión Europea no fue capaz de hacer gran cosa a principios de la década de los noventa, actualmente sí lo puede hacer y por ello tenemos esta responsabilidad. Si hubiéramos fracasado, si no hubiésemos sido capaces de desarrollar la Unión Europea, nadie nos habría pedido que resolviéramos este problema, pero ahora podemos hacerlo y tenemos esta responsabilidad.

Otro tanto sucede con el debate acerca del cambio climático, porque somos, desde una perspectiva económica, pero también ambiental, uno de los principales agentes mundiales. Podemos contribuir al debate sobre la reducción del efecto invernadero más que nadie y por ello tenemos que hacerlo, pero debemos hacerlo de forma sensata, sin poner en peligro las oportunidades de crecimiento, inversión y alta tecnología, pues de lo contrario no podremos hacer frente a los retos del cambio climático cuando este se produzca.

Se trata de un desafío que presenta dos caras. Tenemos que reducir la emisión de gases de efecto invernadero, pero al mismo tiempo tenemos que afianzar una economía estable y próspera que nos permita hacer frente a los problemas del futuro.

 
  
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  Stephen Hughes (PSE).(EN) Señor Presidente, cuento con muy poco tiempo, por lo que en mi calidad de ponente alternativo sobre este tema y miembro de la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales, me gustaría hacer algo que no hacemos muy a menudo, a saber, centrarme en algunos aspectos sociales, de cohesión social y desempleo de la Estrategia de Lisboa.

En el apartado «Crear más empleo y oportunidades de empleo», nuestra resolución subraya la necesidad de un planteamiento equilibrado de la flexiguridad. Estamos de acuerdo con la flexibilidad para las empresas, pero también con el grado necesario de seguridad para los trabajadores. Millones de nuestros conciudadanos, demasiados, ven en la flexiguridad una amenaza. Tenemos que convertirla en una oportunidad.

Invitamos a aquellos Estados miembros que no se han esforzado por cooperar con los interlocutores sociales a que hagan mucho más por crear empleo e incrementar la participación de los jóvenes, las mujeres y los trabajadores mayores en el mercado de trabajo. En concreto les pedimos que velen por que se ofrezca empleo, formación u otra medida de empleabilidad a cada uno de los jóvenes que sale de la escuela, que ofrezcan un acceso más amplio a la formación para los desempleados, en particular a los menos cualificados, que incrementen la inversión en guarderías integrales y asequibles, que sigan invirtiendo en educación, formación profesional y aprendizaje permanente a fin de mejorar la base de cualificaciones de la Unión, que velen por una mayor correspondencia entre el sistema educativo y las necesidades de los nuevos mercados laborales, mediante la inclusión del espíritu de empresa en los planes de estudios y, por último, que permitan a los trabajadores mayores permanecer en la vida laboral de forma voluntaria y modifiquen sus regímenes fiscales y de seguridad social para incentivar la prolongación de la vida laboral activa. Estas ideas son tan viejas como la propia Estrategia de Lisboa. Todo lo que necesitamos es que los Estados miembros las apliquen.

Por último, quisiera subrayar igualmente que es necesario que tanto el Consejo como la Comisión salgan del punto muerto en que se encuentra la política de empleo y la política social. La actual combinación de políticas en relación con la Estrategia de Lisboa presenta un grave desequilibrio. Si deseamos volver a tomar contacto con nuestros ciudadanos, debemos restablecer dicho equilibrio a favor de la política social y de empleo.

 
  
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  Margarita Starkevičiūtė (ALDE). (LT) Hace ya bastante tiempo que los economistas demostraron que el desarrollo europeo tiene una influencia positiva sobre las economías nacionales, sobre todo las de los países de mayor tamaño. Este efecto positivo procede sobre todo del comercio, de los intercambios comerciales mutuos. Lamentablemente, me parece que ahora está en marcha un proceso de centralización y que las decisiones, bien en el ámbito de la política energética, bien con respecto a la Estrategia de Lisboa, fomentan dicho proceso de centralización. Esto podría hacer que no quede nada para el comercio mutuo, ya que habrá varios centros comerciales mundiales.

Por mi parte, pienso que una de las cosas más importantes e indispensables, en el marco del propósito de mantener en funcionamiento el motor de la economía europea y aplicar políticas que mejoren la eficiencia de nuestros países y su competitividad a escala mundial, sería contemplar, en primer lugar, la necesidad de fomentar un desarrollo uniforme de todos los Estados miembros de la Unión, mediante el desarrollo de centros de investigación científica y centros energéticos en diversos países. Una vez sincronizadas las economías nacionales, nuestro motor económico dejará de petardear.

 
  
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  Konrad Szymański (UEN). – (PL) Señor Presidente, las diferencias políticas entre las estrategias económicas de los Estados miembros han obstaculizado la aplicación de la Estrategia de Lisboa y esto está afectando a la Unión. Si deseamos que la estrategia alcance sus metas, tenemos que diseñar un nuevo equilibrio político.

Debemos permitir que los países que no desean una reglamentación costosa y compleja, como Polonia, el Reino Unido y los países bálticos, conserven cierto grado de control sobre el proceso legislativo. El Tratado constitucional no lo garantiza y por eso quiero rogar personalmente a la Presidencia alemana que no haga suya la consigna de «Tratado constitucional o muerte», tan en boga en esta Asamblea. Esta consigna resultará muy perjudicial para la Unión Europea, sobre todo en lo que respecta a su política legislativa y económica.

Otro tanto puede decirse de la legislación europea de mejor calidad. Si deseamos alcanzar las metas de esta política, no debemos eludir las cuestiones relativas a la distribución de poder o al equilibro político dentro de la Unión Europea. La reforma del Tratado debe ser objeto de una evaluación verdaderamente pragmática del coste que supondrá la legislación basada en las nuevas competencias del Consejo. El Tratado constitucional no promueve estos objetivos.

 
  
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  Bernat Joan i Marí (Verts/ALE).(EN) Señor Presidente, según la Estrategia de Lisboa debemos construir un Estado del bienestar en toda la Unión Europea que sea un modelo para nuestro mundo globalizado. Debemos hacer un llamamiento al europeísmo social a fin de que Europa sea atractiva para los ciudadanos, ya que la vida en Europa debe ser mejor que en otras partes del mundo. Para lograr un buen nivel de vida no solo necesitamos crecimiento económico, sino también un alto nivel de educación, de aprendizaje permanente, de consumo cultural, etc.

Por otra parte, tenemos que reducir el calentamiento del planeta sin poner en peligro el progreso de los países en desarrollo. En nuestra parte del mundo podemos hacerlo mejorando la investigación. En los países en vías de desarrollo se puede lograr expandiendo la educación y la ayuda al desarrollo, siempre en relación con la mejora de los niveles educativos. Creo que una buena combinación de ayuda al desarrollo y mayores niveles de educación es la clave para crear un mejor mundo globalizado.

 
  
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  Georgios Karatzaferis (IND/DEM).(EL) Señor Presidente, la energía significa tres cosas: nuclear, petróleo y gas. La energía nuclear no es posible en todos los países europeos y, además, supone «vivir peligrosamente».

El petróleo está controlado por los Estados Unidos de América: de una manera en Iraq, de otra en Arabia Saudita, de otra en Libia y de otra distinta en Venezuela. ¿Cuál de estos países que poseen petróleo mantiene una relación estrecha con Europa? Ninguno. El juego está contolado por los estadounidenses. ¿Qué nos queda? El gas.

En esta parte del mundo, el gas está básicamente en manos de Rusia. ¿Qué relaciones mantenemos con Rusia? Nuestras relaciones con ese país resultan decepcionantes, precisamente porque eso es lo que desean los Estados Unidos. ¿Vieron lo que sucedió con Putin el otro día? Existe un gasoducto, listo para la firma, que no atraviesa Asia, que no pasa por Belarús ni Ucrania, de modo que no estaríamos sometidos a esas vicisitudes ni al chantaje. Me refiero al que va de Burgas a Alexandrópolis pasando por Bulgaria y Tracia. Y también en este caso, los estadounidenses no quieren permitir que Bulgaria firme. Así pues, si los europeos deseamos recibir energía, si deseamos recibir gas directamente de Rusia ¿por qué no presionamos más a favor de este gasoducto?

Si queremos tener nuestro propio petróleo, en el Egeo hay mucho. Suficiente para mitigar las necesidades de Europa. Pero ahí tenemos el problema de Turquía, país controlado por los Estados Unidas, que no permite la exportación del petróleo del Egeo.

 
  
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  Othmar Karas (PPE-DE). – (DE) Señor Presidente, Señorías, la Estrategia de Lisboa es uno de nuestros temas de debate recurrentes en vísperas del Consejo Europeo de primavera de cada año y haríamos bien en tomarnos más en serio los objetivos que nosotros mismos nos marcamos, en el Consejo, la Comisión y el Parlamento. Solo les insto a que hagamos lo que se ha acordado, que persuadamos por nuestros actos en vez de limitarnos a hacer declaraciones, y todo esto yo lo resumiría en las palabras «legislar mejor».

Para legislar mejor se requiere más transparencia y esta se conseguirá si todas las normas se adoptan a través del procedimiento de codecisión. Hoy ya se ha hablado del «examen previo», de que todos los actos legislativos europeos deben ser objeto de dicho examen previo desde el punto de vista de la subsidiariedad, con objeto de poner de manifiesto su valor añadido para la legislación europea y sus efectos sobre el crecimiento y la creación de empleo. Se ha hablado de análisis de costes y beneficios, de la abreviación de los procesos legislativos; con cinco años basta para adoptar una ley, sin que se requieran al menos diez. Debemos mejorar los instrumentos de seguimiento de cómo y cuándo se aplica nuestra legislación.

En segundo lugar, hemos designado a personas con competencias a escala nacional. ¿Qué están haciendo? ¿Presentan los Parlamentos nacionales cada seis meses un informe sobre la evolución del proceso de Lisboa y sobre qué se proponen hacer y cuándo? ¿Dónde está el informe anual que deben presentar a esta Cámara la Comisión y los supervisores nacionales?

En tercer lugar, hacer realidad el mercado único es la tarea que cada uno debe cumplir en su casa, consolidar la innovación mediante un uso eficiente de los recursos, adoptar medidas de ahorro energético, crear el espacio de investigación, fortalecer las PYME, lo cual implica facilitar la creación de otras nuevas, promover el asentamiento y el desarrollo en las zonas rurales y favorecer las transferencias, y abordar por fin activamente las consecuencias del cambio demográfico a fin de que no se conviertan en una traba para nuestro continente. Tenemos suficientes metas que alcanzar; son los actos los que generan credibilidad y confianza.

 
  
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  Udo Bullmann (PSE).(DE) Señor Presidente, señora Comisaria, señor Presidente en ejercicio del Consejo, Señorías, varios oradores han destacado las numerosas oportunidades que se abren ante nosotros, y con mucha razón, pues hace bastante tiempo que no teníamos una oportunidad como la que ahora se nos ofrece para emprender nuevas cosas. El gran problema que se presentó tras la adopción de la Agenda de Lisboa fue, sin duda, el colapso de las tasas de crecimiento, entre otras cosas debido a una insuficiente actuación por parte de los Estados miembros. Y ahora que la Unión Europea ha recuperado el crecimiento, ¿qué vamos a hacer con él? El crecimiento no se genera solo; no lograremos un crecimiento satisfactorio a largo plazo a menos que actuemos. Sí, el mercado único es, sin duda, un instrumento poderoso; un 90 % de lo que fabricamos lo compramos luego dentro de la Unión Europea, a través de las adquisiciones de nuestras empresas y de la población en general, y esto es positivo, ya que nos convierte en un agente internacional fuerte. Sin embargo, como ha señalado el señor Hughes, ahora ha llegado un momento en que es necesario conseguir que la gente se reincorpore al trabajo y no mediante presiones ni exclusiones, sino mejorando la educación y la formación, y a través de la oferta de nuevas oportunidades.

Este ha de ser el tema de debate. Tenemos que debatir sobre cómo debemos proceder para avanzar conjuntamente, tomarnos en serio las conclusiones y trasladarlas a la práctica en los Estados miembros; pero esto requiere una mejor coordinación. La coordinación, aplicada a la economía política, no debe ser una palabra tabú en esta Cámara. Si ni siquiera podemos acordar una base imponible unificada, no podemos sentar cátedra sobre otras cosas, y este es un debate que debemos trasladar también a nuestros países.

El señor Lehne nos ha dicho que para poder actuar a favor del medio ambiente, primero tenemos que hacer algo a favor de las empresas. No estoy de acuerdo. Es una idea desfasada que no está a la altura de lo que se requiere para hacer frente a la revolución de la eficiencia que aguarda a nuestras empresas. Una idea desfasada que nos condujo a muchos al callejón sin salida de la energía nuclear, una vía muerta que tenemos que abandonar, y para ello es necesario que discutamos y debatamos más entre nosotros.

 
  
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  Anneli Jäätteenmäki (ALDE). – (FI) Señor Presidente, la Canciller Angela Merkel pronunció un hermoso discurso sobre energía y cambio climático en nuestra sesión de enero. Ahora ha llegado el momento de actuar. Espero que la Canciller y Alemania pongan en juego su poder y su prestigo para conseguir que la Unión Europea tome la iniciativa y se sitúe a la cabeza en el ámbito del cambio climático y su control. La prevención del cambio climático depende de dos factores importantes: la necesidad de reducir las emisiones de dióxido de carbono a un ritmo mucho más rápido que el actual y una importante mejora de la eficiencia de la UE en materia energética. Se calcula que la respuesta al cambio climático reducirá el PNB mundial aproximadamente un 1 %, es decir, que tendrá un alto coste. Sin embargo, esos mismos cálculos indican que la indolencia y quedarse cruzados de brazos tendría un coste aún mayor; muchísimo mayor, de hecho. Si se quiere continuar desarrollando la Estrategia de Lisboa, es necesario tener también en cuenta el cambio climático y procurar hacer algo al respecto.

 
  
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  Mirosław Mariusz Piotrowski (UEN). – (PL) Señor Presidente, la Estrategia de Lisboa, que en cierta ocasión fue calificada de catálogo de buenos deseos, se adecuó en 2005 para que reflejara las verdaderas prioridades de las sociedades de los Estados miembros de la Unión. Entre toda la palabrería contenida en la montaña de documentos sobre el tema, podemos detectar algunos de los retos a los que debemos hacer frente con urgencia.

Entre estos figura, en primer lugar, asegurar el abastecimiento energético de toda Europa y solo no de unos cuantos países privilegiados. Fomentar el uso de fuentes de energía renovables forma parte del mismo apartado. En segundo lugar, eliminar los obstáculos a la libre circulación de trabajadores dentro de la Unión Europea que aún subsisten y controlar de manera continuada la aplicación de dicho principio en cada Estado miembro. Esto contribuirá a evitar que los trabajadores procedentes de países distintos del de la empresa sean tratados de forma discriminatoria o incluso como esclavos. Por último, la Unión Europea debe rechazar la idea totalmente desfasada de intentar competir con los Estados Unidos y reemplazarla por una colaboración estrecha y sólida.

 
  
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  Jerzy Buzek (PPE-DE). – (PL) Señor Presidente, por lo general, los ciudadanos de Europa no entienden qué persigue la Estrategia de Lisboa. Y me temo que, en nuestra calidad de políticos, a menudo nos equivocamos y no llegamos a la raíz del problema. Modificamos leyes y aprobamos directivas, pero estas no influyen para nada sobre el fondo de la cuestión.

En esencia se trata de que la competitividad de la Unión Europea se conseguirá gracias a las personas emprendedoras que apliquen nuevas tecnologías e introduzcan nuevos métodos de producción y organización. Además será necesario que estas personas sean capaces de convencer a las grandes empresas y a las PYME de lo acertado de sus ideas. En Europa parece faltarnos espíritu de empresa y cultura empresarial, sobre todo si nos comparamos con los Estados Unidos. Concedemos muy poca importancia a la idea de libertad, que no solo supone la libertad de actuar, sino también una responsabilidad. Las PYME son el fundamento de la sociedad civil y del autogobierno responsable de los ciudadanos; deberíamos aprenderlo desde el primer curso de primaria. Tenemos que inculcar a nuestros jóvenes ciudadanos el respeto al espíritu empresarial leal. Los medios públicos de comunicación europeos deben difundir asimismo dichos valores y se deberían desarrollar campañas financiadas por la UE para dar a conocer a los europeos que más han contribuido a nuestra competitividad, tanto en el pasado como en el presente. Esto tal vez nos permita dejar de preocuparnos por los millones de parados, muchos de los cuales crearán sus propias empresas. Y también dejar de preocuparnos por la falta de espíritu innovador de nuestras empresas y nuestra industria y por que estas no están aprovechando los resultados de la investigación científica, ámbito en el que Europa de hecho destaca.

Deseo a la señora Comisaria y a la Comisión Europea mucho éxito en esta acción y también en el ámbito de la información. Esperemos que sea un éxito para toda la Unión.

 
  
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  Inés Ayala Sender (PSE). – (ES) Señor Presidente, agradezco a los señores Lehne y Lambsdorff, y especialmente a mis colegas, los señores Hughes y Goebbels, todo el trabajo de coordinación y cooperación que entraña este ejercicio, que, en este segundo año, ya se va abriendo camino en la conciencia y voluntad políticas de los Estados miembros y de nuestras Instituciones. Y ello de manera singular, a partir de los encuentros preparatorios entre el Parlamento Europeo y los Parlamentos nacionales.

Ha sido en el seno de esta última reunión, la semana pasada, cuando surgió, de un modo todavía tímido, pero firme, la recuperación del transporte, la logística y las infraestructuras europeas como políticas irrenunciables para que la economía europea pueda afrontar con garantías los retos de la globalización.

Esta globalización llega a Europa por barco a nuestros puertos, por avión a nuestros aeropuertos, o por nuestras carreteras y, todavía demasiado poco, por tren y por vía fluvial. Una globalización a la que hacemos frente con instrumentos como Galileo, SESAR —el sistema de control aéreo—, RTMS, E-Safetynet, etc. Además, es preciso hacer frente a los desafíos que entraña de tipo ambiental, social o en materia de seguridad.

La iniciativa de la Presidencia alemana facilitó el compromiso del Consejo de Transportes en ese sentido, con la iniciativa de incluir el transporte, con sus cuatro prioridades esenciales, en la propuesta para la Estrategia de Lisboa de esta primavera. Y el señor Harbour aceptó incluirlo como tercer párrafo de las conclusiones del Grupo de trabajo sobre mercado interior e innovación en la reunión de la semana pasada.

De ahí que les pida especialmente a los redactores y coordinadores de la Resolución que integren la enmienda 10, donde precisamente se incluye este sector tan importante —transporte, logística y redes transeuropeas— como base para la Estrategia de Lisboa.

 
  
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  Elizabeth Lynne (ALDE).(EN) Señor Presidente, me alegro de que en esta resolución aceptemos que la Agenda de Lisboa no se basa únicamente en la economía, sino que también tiene una dimensión social. Por ello es importante que permitamos que los excluidos del mercado laboral encuentren empleo mediante una aplicación uniforme de la Directiva marco de empleo de 2000 en todos los Estados miembros. Asimismo es muy importante que sigamos reclamando directivas específicas en materia de edad y discapacidad, ya que si las personas no pueden llegar al trabajo, ni siquiera aceptan un empleo si se les ofrece.

Igualmente acojo con agrado el pasaje dedicado a «legislar mejor», pero me habría gustado que incluyera una referencia a las cláusulas de suspensión en toda la legislación.

Por último, las propuestas legislativas en materia de salud y seguridad deberían basarse en hallazgos científicos y médicos actuales. Pido igualmente a todos los diputados que voten a favor de mi enmienda relativa al Acuerdo Interinstitucional sobre «Legislar mejor».

 
  
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  Alexander Stubb (PPE-DE).(EN) Señor Presidente, me gustaría hacer tres observaciones sobre el Consejo Europeo. Es una pena que no haya más diputados presentes, pero aún así haré mis tres observaciones.

La primera se refiere a la Agenda de Lisboa. A finales de marzo firmaremos la Declaración de Berlín. Uno de sus principales puntos está relacionado con la Agenda de Lisboa, en concreto con la libre circulación de mercancías, servicios, personas y capitales. Este debe incluirse por ser uno de los principios fundacionales de toda la Unión Europea. Desgraciadamente, vivimos en una época proteccionista. Y ese proteccionismo debe terminar y tenemos que enviar un mensaje al respecto en la Agenda de Lisboa y la Declaración de Berlín.

Mi segunda observación es que, en mi opinión, la Unión Europea ha echado en falta su peligro rojo desde el final de la Guerra Fría. En efecto, implantamos el euro en la década de los noventa y hemos ampliado la Unión en este decenio, pero desde entonces hemos estado buscando algo y el debate de hoy pone de manifiesto que hemos encontrado algo: el cambio climático. En cierta manera deberíamos agradecer al Presidente Putin que haya inscrito la política energética en el plan de trabajo europeo, porque si no hubiese hecho lo que hizo en Ucrania, no creo que hablásemos con tanto interés de suficiencia energética y combinación de energías como hacemos hoy. Me complace realmente el rumbo que imprime la Comisión al debate energético, al debate ambiental y al debate sobre el cambio climático.

La última observación que deseaba hacer versa sobre mi tema favorito: la Constitución. Sé que no figura en el orden del día del Consejo Europeo que tendrá lugar a principios de marzo, pero me gustaría simplemente invitar a la Presidencia alemana a que continúe la buena labor que ha realizado hasta ahora de mantener este tema en el candelero. Necesitamos esa Constitución y la necesitamos urgentemente por tres razones: la primera es que haría que la Unión fuera más eficiente, la segunda es que haría que la Unión fuese más democrática y la tercera es que hace que la Unión sea más fácil de comprender.

Espero que se defina un plan de trabajo al final de la Presidencia alemana con vistas a que el Tratado pueda entrar en vigor en 2009.

 
  
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  Enrique Barón Crespo (PSE). – (ES) De cara a la Cumbre de Primavera, señor Presidente del Consejo, entiendo que el discurso de esta mañana de la señora Presidenta, de la señora Canciller, también entra de lleno en la agenda de marzo. Después de la reunión de Madrid de los dieciocho «Amigos de la Constitución», con los dos que han anunciado que la van a ratificar y los que tienen todavía que expresarse —hay silencios clamorosos—, creo que sí es importante apoyar lo que ha dicho la Presidenta del Consejo, con una observación, y es que si hay que hacer algo, habrá que utilizar más la pluma que las tijeras, porque defender solo la sustancia es peligroso, sobre todo si se empieza a podar.

Quiero señalar desde el punto de vista democrático y de la acción política en el sector de la energía, de cara a las políticas que tenemos que desarrollar, que existe un peligro importante al reducir, porque, desde el punto de vista democrático, —y al Parlamento le interesa mucho— pasaremos de tener treinta y cinco bases jurídicas a actuar con ochenta y cinco, y eso tiene una enorme y decisiva importancia.

En segundo lugar, en relación con la Estrategia de Lisboa, querría introducir un elemento que no se ha mencionado aquí, que es la conclusión exitosa de la Ronda de Doha. Podemos hablar de cambio climático, podemos hablar de energía y de modelo social, pero si no conseguimos una conclusión positiva en la Ronda de Doha —que, evidentemente, no puede integrar de manera directa estos elementos, que hay que tener en cuenta y poner en la agenda de nuestras relaciones internacionales—, creo que nosotros solos no podemos resolver problemas que tienen una dimensión global en el mundo.

Creo que la Unión Europea debe hacer una política activa que incluya estos elementos, teniendo en cuenta la importancia que reviste la conclusión de la Ronda de Doha, que está en la agenda de la Presidencia alemana, pero sobre la cual, entiendo, se habla demasiado poco.

 
  
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  Danutė Budreikaitė (ALDE). – (LT) Señor Presidente, Señorías, en mis comentarios sobre la aplicación de la Estrategia de Lisboa quisiera hacer hincapié en una de las cuatro prioridades, a saber, la energía. La Unión Europea todavía sufre sobre todo un gran retraso en este sector, con una bajísima competitividad en el mercado y entre los servicios de red. Los países bálticos siguen estando aislados desde el punto de vista energético, tanto por lo que se refiere a la electricidad como, en particular, al gas natural.

El gasoducto del norte de Europa, que se está construyendo al amparo de un acuerdo entre solo dos países –Alemania y Rusia–, no resuelve los problemas de las redes de comercialización y distribución de gas natural. El discurso que pronunció el Presidente ruso en Múnich puso de manifiesto que en Rusia está resurgiendo una mentalidad imperial y al parecer mantiene la intención de continuar utilizando la energía con fines políticos.

Un mercado energético común de la UE constituiría una garantía de seguridad frente a terceros países y ayudaría a resolver las crisis energéticas internas o provocadas desde el exterior que puedan darse. En las negociaciones con Rusia es necesario adoptar salvaguardias frente a las tentativas de terceros países de imponer dictados monopolistas.

Con objeto de que todos podamos sentirnos más seguros, invito al Consejo y a la Comisión a que encarguen rápidamente a expertos independientes una evaluación de los efectos que puede tener el gasoducto del norte de Europa. El mar Báltico no pertenece únicamente a dos países, sino a toda la Unión.

 
  
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  Malcolm Harbour (PPE-DE).(EN) Señor Presidente, no creo que se sorprenda si digo que deseo abordar especialmente las cuestiones relacionadas con la futura estrategia para el mercado único en mi calidad de coordinador de mi Grupo en la Comisión de Mercado Interior y Protección del Consumidor. Sé muy bien, señor Presidente en ejercicio del Consejo, que en breve recibirá un documento estratégico de la Comisión para debatirlo. Aún no lo conocemos, pero todo lo que puedo decir es que espero que sea un documento audaz, porque nos queda mucho por hacer.

Me dirijo a usted, en su calidad de Presidente en ejercicio del Consejo, porque quiero llamar su atención sobre el título de todo un capítulo de esta resolución: «Eliminar los déficit persistentes del mercado interior». Esto nos remite directamente a miembros del Consejo. La Comisión hace grandes esfuerzos en este sentido, pero el caso es que el mercado interno es una responsabilidad compartida. Podemos hacer mucho en esta Cámara y hemos hecho mucho con la Directiva relativa a los servicios, que constituye el mejor ejemplo reciente, pero es necesario hacer mucho más. Estamos a punto de examinar, bajo la dirección de mi homólogo, el señor Stubb, toda la cuestión de la libre circulación de mercancías pertenecientes a sectores no armonizados. Esa será también una propuesta importante, pero tenemos que contar con su dedicación y compromiso de trabajar sobre ella.

Hace unas cuantas semanas tuve el honor –como acaba de señalar la señora Ayala Sender, que también es miembro de la comisión parlamentaria– de ser el ponente para nuestra reunión interparlamentaria, a la que asistieron parlamentarios de todos los Estados miembros para hablar del mercado interior. Lo interesante fue la prioridad que se otorgó a las cuatro libertades que el señor Stubb acaba de mencionar y la ayuda que necesitan para defenderlas en sus Parlamentos contra sus propios Gobiernos. A menudo se dice que resulta demasiado fácil culpar al mercado interior de la pérdida de empleos o de intensificar la competencia perjudicial para los consumidores y para las economías, pero lo cierto es que el mercado único es el núcleo central de nuestra respuesta a las presiones globales. Como dijo un diputado a uno de los Parlamentos nacionales en nuestra reunión, el mercado interior es crucial porque refuerza en profundidad toda la Estrategia de Lisboa.

Pido al señor Presidente en ejercicio del Consejo que incluya esto en su plan de trabajo para que sus homólogos, los Ministros, comiencen a tomarse en serio realmente el mercado interior y su transposición y para que hagan que sus ciudadanos y sus parlamentarios asuman este reto.

 
  
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  Bernard Poignant (PSE). (FR) Señor Presidente, Señorías, no sé si ha sido a propósito o por casualidad, pero el día elegido para abrir el Consejo Europeo, el 8 de marzo, es el Día Internacional de la Mujer. Ha sido una buena idea por parte de la señora Merkel y ella sabrá sacar el máximo provecho de la jornada.

Quiero situar el Consejo Europeo en su perspectiva histórica: creo que los años 2007 a 2010 serán decisivos, un poco como los de 1954 a 1957, entre el fracaso de la Comunidad de Defensa y el relanzamiento del presupuesto europeo con el Tratado de Roma, cuyo 50º aniversario celebramos ahora. Nos esperan muchas reuniones: institucional, presupuestaria, electoral, con las elecciones europeas y quizás los referendos, una revisión de la Estrategia de Lisboa e incluso reuniones sobre la política agrícola. Por tanto, será preciso que todos nos esforcemos por convencer a los ciudadanos para que se vengan con nosotros llegado el momento.

Los ciudadanos nos oirán hablar de competencia y no se oponen a ella. Nos oirán hablar de flexibilidad en las empresas y no se oponen a ella siempre que los trabajadores tengan seguridad. Dicho esto, hay otra palabra que les sugiero: armonización. Al parecer ha desaparecido de nuestro lenguaje, aunque figura en el Tratado de Roma. La armonización ambiental está ahí y progresa. La armonización fiscal está más bien estancada por lo que respecta al impuesto de sociedades. La armonización social es demasiado débil. Sea como fuere, pienso que la tonadilla de la armonización debe volver a sonar en los oídos de nuestros conciudadanos. Del mismo modo, y como a muchos otros, me gustaría que el Consejo incitara a la Comisión a presentar un texto, una directiva marco, sobre los servicios públicos.

Sin duda es necesario reequilibrar el mercado, si bien es cierto que aquí nadie se opone a ello. No implicaría más que traducir el sentido que Jacques Delors daba a la integración europea, o al menos a una de sus expresiones: la competencia estimula, la cooperación fortalece, pero la solidaridad une.

 
  
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  Markus Ferber (PPE-DE).(DE) Señor Presidente, señor Presidente en ejercicio del Consejo, señora Comisaria, Señorías, permítanme que retome algunas de las cuestiones que se han mencionado, entre otras la de la reducción de los trámites burocráticos. Este mediodía el Pleno ha anulado dos directivas, pero aún así creo que entre todos debemos hacer un mayor esfuerzo y, además, necesitamos un mecanismo que nos ayude a determinar conjuntamente qué directivas resultan realmente superfluas. El laborioso procedimiento, conforme al cual la Comisión prepara una propuesta, a continuación se requiere la aprobación del Consejo y luego por fin podemos manifestar nuestra opinión desde esta Asamblea, no me parece eficiente. Creo que entre todos podríamos anular las directivas superfluas con mucha mayor rapidez si contáramos con un sistema adecuado para ello y también me gustaría conocer qué opina al respecto el Comisario competente en la materia.

También quisiera referirme brevemente a una segunda cuestión. Este año tendremos que tomar una decisión sobre un acto legislativo por el que se liberaliza el mercado de los servicios postales, una medida de gran importancia desde el punto de vista del mercado interior. Las propuestas que ha presentado la Comisión ponen de manifiesto la gran atención que presta a esta cuestión. Desde esta Asamblea, intentaremos completar la primera lectura lo antes posible y espero que el Consejo recoja todas las decisiones que se adopten en el Consejo Europeo de marzo –incluidos los espléndidos títulos y el lenguaje florido– y las ponga en práctica en la legislación relativa a la liberalización de mercados en el sector de los servicios postales, un ámbito en el que dicha liberalización resulta realmente urgente, ya que si deseamos crecer, crear empleo y fomentar la seguridad social, no encontraremos una solución en el modelo monopolístico que ha predominado hasta ahora en Europa. Espero ansiosamente las propuestas del Consejo y espero en particular que el Gobierno de la República Federal de Alemania siga el camino que se ha comprometido a seguir y que no flaquee.

Hoy he escuchado comentarios muy interesantes con respecto a la política energética y voy a permitirme hacer una última observación sobre este tema. Quisiera decir a la señora Harms que me parece vergonzoso que la política energética de los socialdemócratas y de los Verdes haya contribuido al aumento de las emisiones de CO2 en Alemania y, por lo tanto, le pediría que no intente dar lecciones a esta Asamblea sobre qué se debe hacer al respecto. En los siete años en que fueron responsables en este ámbito, ustedes, señora Harms, hicieron exactamente lo contrario de lo que ahora nos dice que debemos hacer.

 
  
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  Gary Titley (PSE).(EN) Señor Presidente, creo que sería muy difícil subestimar la importancia de este Consejo Europeo de primavera, porque se produce antes de la Declaración de Berlín, en la que se explicará de qué forma y por qué motivos la Unión Europea es importante para el mundo, sobre todo relanzando la Unión Europea. Se produce antes de que prosigamos con la reflexión sobre la futura reforma de la propia Unión Europea.

Por ello me gustaría repetir lo que ha dicho la Comisaria Wallström, a saber, que este Consejo de primavera tiene que demostrar cómo la Unión Europea es capaz de cumplir con sus ciudadanos, porque antes de hablar de elevadas cuestiones institucionales es necesario hablar de cómo lograr resultados. Creo que si este Consejo Europeo no arroja resultados, socavará todos los planes de la Presidencia alemana.

Me parece que debemos adoptar acciones, como ya se ha dicho, para completar el mercado interior. Existen simplemente demasiadas lagunas que afectan a los ciudadanos ordinarios que desean trasladarse y trabajar en otros Estados miembros, incluso cosas como matricular un vehículo de motor en varios Estados miembros. Tenemos que lograr resultados en materia de «legislar mejor» para reforzar los derechos de los consumidores y el clima empresarial. Tenemos que lograr el compromiso de reducir un 25 % el coste de los trámites administrativos. Y en particular tenemos que llevar a cabo las diez propuestas prácticas de vía rápida que ha presentado la Comisión.

En cuanto a la energía, debemos cumplir los acuerdos alcanzados sobre la liberalización del sector energético. Tenemos que contar con un mercado energético competitivo y eso implica separar y reforzar las competencias de las autoridades reguladoras. Espero que el Gobierno alemán, por oposición a la Presidencia alemana, asuma el liderazgo en este terreno.

Tenemos que adoptar medidas contra el cambio climático. Tenemos que asumir el liderazgo mundial, pero solo podremos hacerlo si adoptamos medidas para reducir nuestras propias emisiones, si reducimos el uso del carbón y hacemos que el régimen de intercambio de derechos de emisión resulte mucho más eficaz y consistente.

 
  
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  Margie Sudre (PPE-DE). (FR) Señor Presidente, señor Presidente en ejercicio del Consejo, señora Comisaria, la Estrategia de Lisboa es la respuesta de Europa a los retos de la globalización.

Los esfuerzos realizados por la Comisión y los Estados miembros por relanzar y aclarar dicha estrategia deben dar ahora sus frutos en forma de crecimiento y empleo. El Consejo Europeo ha de reafirmar que la solución de nuestras dificultades económicas pasa en buena medida por una mejor aplicación de la Estrategia de Lisboa, incluido el gasto público productivo en inversiones, investigación el desarrollo, energía y medio ambiente.

La combinación de reformas económicas, sociales y ambientales a escala nacional y europea es el único medio de alcanzar nuestros objetivos comunes de mejora de la competitividad y creación de más y mejores puestos de trabajo.

El Consejo Europeo va a adoptar asimismo el plan de acción sobre la energía, destinado a garantizar la seguridad del suministro, la competitividad y el respeto del medio ambiente. Quisiera llamar su atención sobre la repercusión potencial de los objetivos absolutamente ambiciosos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2020 que prevé la Comisión, ya que, si el objetivo es muy loable, hemos de velar por que se mantenga un equilibrio entre los principios ecológicos y la competitividad de nuestras empresas.

Apoyo a la Presidencia alemana y a la Comisión en su alegato a favor de la iniciativa «legislar mejor». Con frecuencia, Europa ha querido reglamentar demasiado sobre todo, y a veces sobre cualquier asunto, pero no incumbe a la Unión inmiscuirse en todo. En cambio, debe hacer mejor las cosas en las políticas que requieren un nivel de decisión al menos europeo y que suponen un verdadero valor añadido europeo: la energía, el clima, la seguridad, la inmigración, por citar tan solo estos. Es hora de que la Unión se concentre en lo esencial, respetando el principio de subsidiariedad y respondiendo a las expectativas de los ciudadanos.

 
  
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  Edite Estrela (PSE) .(PT) Señor Presidente, señor Presidente en ejercicio del Consejo, señora Comisaria, en este año en que la UE celebra el 50º aniversario del Tratado de Roma, en el año de la igualdad de oportunidades para todos y también el año en que mi país, Portugal, va a asumir la Presidencia de la UE, me parece importante recordar que el domingo los ciudadanos portugueses votaron en un referendo a favor de la despenalización del aborto hasta la décima semana de embarazo.

Considero que debemos destacar la importancia de esa votación en esta Cámara y en el presente contexto por otras dos razones: en primer lugar, porque la clara victoria del «sí» coincide con las recomendaciones que adoptó el Parlamento a favor de un aborto legal y seguro en todos los Estados miembros y, en segundo lugar, porque, por una feliz coincidencia, como ha mencionado el señor Poignant, el Consejo Europeo de primavera tendrá lugar el 8 de marzo. Como ha indicado el Primer Ministro portugués, señor Socrates, con este resultado Portugal ha dado otro paso firme en la construcción de una sociedad más abierta, tolerante y justa.

En cuanto a la Estrategia de Lisboa, es necesario consolidar también el elemento social en todos los Estados miembros, a fin de promover el equilibro entre la vida laboral y la vida familiar de los hombres y mujeres de Europa. Esto requiere, por ejemplo, la creación y desarrollo de infraestructuras de alta calidad y asequibles de atención infantil y para otras personas dependientes. Son necesarios asimismo más y mejores puestos de trabajo para las mujeres y con el mismo salario por igual trabajo. Consideramos que los ambiciosos objetivos de la Estrategia de Lisboa no podrán alcanzarse sin la participación de las mujeres.

 
  
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  Cristóbal Montoro Romero (PPE-DE). – (ES) Señor Presidente del Consejo, señora Comisaria, Vicepresidenta de la Comisión, la Estrategia de Lisboa es el lanzamiento del gran proyecto europeo, una vez que hemos conseguido el euro, para alcanzar un mayor bienestar y, sobre todo, unos niveles de empleo y de participación de los europeos en la actividad laboral, especialmente las mujeres, un proyecto ambicioso para el año 2010. Lo que nos marcaba era un camino de apertura —abrir Europa—, un camino para liberalizar los sectores estratégicos, las comunicaciones, los transportes, la energía, los servicios financieros, en definitiva para modernizar también las relaciones laborales, a fin de conseguir a través de los acuerdos sociales una modernización de los mercados de trabajo que hicieran más accesible, especialmente para los jóvenes y para los desempleados de larga duración, encontrar puestos de trabajo.

Ahora estamos viviendo una recuperación del crecimiento económico y esta Cumbre, la que se celebrará el próximo marzo, que va a revisar esa Estrategia de Lisboa, tiene la obligación de confirmar a los europeos que la recuperación económica del 2006 no es un hecho pasajero, sino que puede fortalecerse en el marco de la economía global y de esa recuperación. Para eso vamos a necesitar mucha iniciativa política, mucha capacidad política para abordar esas reformas que no pueden esperar más —y en la Cámara se han citado esta tarde energía, medio ambiente—, en definitiva, la suma de unas reformas que tienen que devolver la confianza a los europeos en su propio proyecto. No habrá confianza si no hay empleo.

Lo que está deteniendo el gran proyecto europeo es la incapacidad de crecer, como decía la señora Wallström, es en definitiva un crecimiento bajo e insuficientemente creador de empleo. Los que nos sentimos profundamente europeos creemos que todavía hay tiempo para recuperar ese proceso y no dejarlo morir en sí mismo.

 
  
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  Andrzej Jan Szejna (PSE). – (PL) Señor Presidente, una vez más estamos debatiendo un programa para Europa que es preciso que sea de largo alcance, claro y capaz de responder a los retos que se plantean a escala mundial. En esta ocasión debemos prestar especial atención al problema de la política energética común, que en la actualidad constituye un tema político y social de gran importancia.

Debemos recordar que los recientes aumentos de los precios de la energía se convertirán en un problema creciente en el futuro, tanto para los mercados mundiales de la energía como para el desarrollo económico. Aún no contamos con una estrategia europea clara en el ámbito de la energía. Los Estados miembros siguen concentrándose en sus propios intereses estratégicos, que a menudo se reflejan en sus decisiones políticas internas. Por esto sigue quedando muy poco margen para la cooperación a escala europea. Por otra parte, una política europea en materia de energía significa actuar de forma armonizada y solidaria.

El señor Barroso, Presidente de la Comisión Europea, ha manifestado con toda la razón esta mañana que si deseamos ser tratados como un agente importante en el sector energético, tenemos que hablar con una sola voz y no con 27. La solidaridad reviste una especial importancia para garantizar el abastecimiento de energía. La Unión Europea debe hablar con una sola voz en las negociaciones con sus principales proveedores de energía a fin de lograr una asociación sólida a largo plazo y acuerdos sobre cooperación energética.

Además, la política energética también está vinculada de manera indirecta con las prioridades de la nueva Estrategia de Lisboa, que son aumentar el crecimiento y la creación de empleo. Con esta estrategia, el Consejo propone, acertadamente, que nos concentremos en cuatro ámbitos, a saber: una política económica basada en la estabilidad y el crecimiento, el desarrollo del mercado interior, la innovación, la investigación y la educación, la creación de empleo y el desarrollo del modelo social europeo.

Sin embargo, los Gobiernos de los Estados miembros deben asumir un mayor compromiso en lo que se refiere a la aplicación de la Estrategia de Lisboa. Para mantener un crecimiento equilibrado, también tenemos que consolidar los aspectos ambientales y sociales de la estrategia, sobre todo en lo relativo a la creación de empleo.

 
  
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  José Albino Silva Peneda (PPE-DE).(PT) Señor Presidente, señor Presidente en ejercicio del Consejo, hoy es el momento adecuado para decir que, gracias a la reforma de 2004, la Estrategia de Lisboa es algo más que una serie de objetivos inalcanzables, sus prioridades han quedado más claras y las responsabilidades se encuentran mejor definidas.

Quisiera aprovechar esta intervención para hablar acerca de la política social en el marco de la Estrategia de Lisboa. En primer lugar, ha quedado abundantemente claro que la Estrategia de Lisboa no es, como pretenden algunos, un intento liberal de socavar los cimientos y los valores del modelo social europeo. Más bien todo lo contrario. La Estrategia de Lisboa representa una visión que, con un profundo espíritu de reforma, intenta mantener los valores en que se sustenta el modelo social europeo. En consecuencia, la Estrategia de Lisboa establece directrices políticas relativas a la necesidad de modernizar los sistemas de protección social, que es una respuesta necesaria a lo que está sucediendo en Europa y en todo el mundo.

Estas directrices amplias expresan con toda claridad que la política social no debe considerarse una carga, sino un factor que puede influir de manera positiva sobre el crecimiento económico, en la medida en que aumenta la productividad y la competitividad, y mejora los niveles de cohesión social y de acceso a los derechos fundamentales. De ese modo se convierte en un instrumento importante para garantizar la paz social y la estabilidad política, sin las cuales no puede haber un progreso económico duradero.

Gracias a la reforma de 2004 me siento más optimista que antes con respecto a la aplicación de la Estrategia de Lisboa. La UE ha entrado en un período de aceleración económica y podría superar a los Estados Unidos de América en este aspecto. Solo durante el primer semestre de 2006, la inversión se incrementó en un 6%, es de esperar que las exportaciones hayan aumentado más del 5% y la tasa de desempleo ha descendido a los niveles de 1998. Estos datos vienen a confirmar que los objetivos de la Estrategia de Lisboa están teniendo un efecto acumulativo sobre el terreno, de manera que el crecimiento económico sostenido genera más y mejores empleos, con la consiguiente mejora continuada del nivel de vida de los ciudadanos de la Unión sin que se pierda competitividad y el mantenimiento de los valores del modelo social europeo.

Quiero felicitar, por lo tanto, al señor Barroso y a la Comisión por la reforma que tan oportunamente decidieron introducir en la Estrategia de Lisboa.

 
  
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  Christa Prets (PSE).(DE) Señor Presidente, señor Presidente en ejercicio del Consejo, mucho se ha dicho sobre el éxito de la aplicación de la Estrategia de Lisboa o en todo caso de los esfuerzos para lograrlo. Antes de que se vaya, quisiera pedirle que en la próxima reunión se manifieste a favor de unas líneas generales de actuación y unos límites claros de responsabilidad «individual», con lo cual me refiero a la de cada Estado miembros y de la Unión Europea.

En la reunión interparlamentaria celebrada la semana pasada en Bruselas, nuestros homólogos de los distintos Estados miembros expusieron todas sus críticas y reivindicaciones en materia de educación, empleo, seguridad social, protección del clima, etc. e insistieron en reclamar soluciones, a pesar de que la mayoría de estas competencias y responsabilidades corresponden a los Estados miembros. Se necesita más transparencia y más información para que se sepa sobre quién recae la responsabilidad en fin de cuentas, qué competencias corresponden a la UE y cuáles a los Estados miembros.

La educación ocupa un lugar destacado dentro de la Estrategia de Lisboa. El último informe intermedio que presentó la Comisión muestra que los Estados miembros siguen haciendo esfuerzos considerables para alcanzar los cinco objetivos para 2010 y que ello requerirá, con urgencia, una mayor inversión en educación y que se especifiquen explícitamente los derechos y obligaciones en este ámbito y en el del aprendizaje permanente. Si deseamos una mayor movilidad de la población, también será necesario que se reconozcan sus títulos. Los títulos adquiridos en la Unión Europea siguen siendo de muy poca utilidad práctica. Le pido que tengan en cuenta este aspecto en sus trabajos.

La semana pasada asistí a una reunión muy interesante con miembros de la Juventud Socialista Europea, quienes me pidieron que les transmitiera el mensaje de que la educación también constituye un fin en sí misma, que no siempre tiene por única finalidad contribuir a la transformación de las personas en trabajadoras o trabajadores adaptados al mercado de trabajo, sino que también influye mucho sobre el desarrollo de la conciencia personal, las aptitudes sociales y la comprensión cultural. Esa es, a mi parecer, la gran tarea educativa que tenemos ante nosotros.

 
  
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  Günter Closer, Presidente en ejercicio del Consejo. (DE) Señor Presidente, señora Comisaria, Señorías, quiero agradecerles muy especialmente las numerosas sugerencias que se han formulado y que también se recogen igualmente en la resolución parlamentaria aun pendiente de votación.

Nos hemos centrado en una serie de cuestiones importantes, a saber, las inherentes a la Estrategia de Lisboa: crecimiento, empleo y también la sostenibilidad, que se añadió en Gotemburgo.

En la última intervención, en particular, la señora Prets ha destacado el tema de quién es responsable de esta estrategia y mi experiencia personal de los últimos años confirma la importancia de esta cuestión. Es evidente que, en muchos ámbitos, existe una coordinación de cuestiones que luego se deben aplicar a escala nacional. Sin embargo –y esto guarda relación con otro asunto que hoy han planteado varias de sus Señorías–, existen aspectos con respecto a los cuales todos los Estados miembros coinciden en que no es posible adoptar medidas exclusivamente a escala nacional y se requiere una ayuda desde el ámbito europeo. Esto está relacionado a su vez con el tema de la labor legislativa: ¿se debe legislar a escala europea o esto puede hacerse a escala nacional?

Un tema importante relacionado con todo esto es el de la energía, que a su vez se solapa con el del crecimiento. En el Consejo Europeo de primavera también se tratará este tema, ya que el desarrollo de las energías renovables figura en el orden del día. Lo cual también constituirá la primera contribución importante a la protección del medio ambiente, a la vez que también ofrecerá nuevas oportunidades de empleo. En fin de cuentas, este sector ha demostrado ser una fuente de creación de nuevos puestos de trabajo, que a su vez abrirán oportunidades para la exportación de productos fuera de la UE. No basta con que Europa se sitúe en la vanguardia de la conservación de la energía y de la lucha contra el cambio climático, sino que también tiene que convencer a otros para que sigan el mismo camino. Pero solo podremos convencerles si damos buen ejemplo.

Quisiera insistir en otro punto importante, aunque no sea un tema tan destacado del Consejo Europeo. Se han hecho repetidos llamamientos a favor de la solidaridad energética y también se ha pedido, con razón, que se entablen conversaciones con Rusia. Sin embargo, para lograr esa seguridad es necesario negociar con Rusia y, además, se requiere un mandato que por fin permita revitalizar el Acuerdo de Asociación y Cooperación con dicho país, de manera que sea posible en las negociaciones aquellos aspectos que también influyen sobre la seguridad energética.

Quisiera mencionar otro aspecto de esta cuestión, a saber, los motivos por los que este diálogo con Rusia es importante. Si todos tenemos presente el trazado y la ubicación de los gasoductos en Rusia y el hecho de que estos pueden empezar a deteriorarse pronto –en parte a raíz del calentamiento del planeta–, veremos que es importante establecer estrecho contacto con Rusia sobre este particular, y no solo con los demás países productores o de tránsito.

Quisiera referirme ahora a un ámbito que ya han mencionado varias de sus Señorías, entre ellas el señor Goebbels; me refiero a la dimensión social, al modelo social europeo. Se ha formulado alguna crítica en el sentido de que esta dimensión en realidad no ocupa un lugar central. Solo quisiera recordar a la Asamblea que esta Presidencia celebró hace pocos días una conferencia en Núremberg, presidida por Franz Müntefering, Ministro Federal de Trabajo y de Asuntos Sociales de Alemania y Presidente del Consejo de Empleo, Política Social, Salud y Política del Consumidor, dedicada a tratar cuestiones como las siguientes. ¿Cómo podemos responder al reto que nos plantea la globalización? ¿Qué puede hacer la UE? ¿Qué debemos conservar y qué debemos modificar para responder a esos retos? La Presidenta del Consejo también se ha propuesto continuar este debate durante la Presidencia alemana del G-8. Sin embargo, tenemos que buscar la manera de disipar los temores que despierta en muchos ciudadanos este mundo en transformación. Es muy importante tener en cuenta que la gente necesita seguridad durante los cambios.

Y volviendo al tema de la Estrategia de Lisboa, muchos la asocian con la hermosa capital de Portugal, mientras que para otros no evoca ninguna asociación. Remediar esta situación no es exclusivamente tarea de la Comisión. Es nuestro deber hacer hincapié, una y otra vez, en los objetivos de la Estrategia de Lisboa –crecimiento, empleo y sostenibilidad– y coordinarlos con los nuevos temas y retos, como los de la investigación, la educación y la formación. Sin embargo, al mismo tiempo tenemos que demostrar a escala nacional que este impulso y esta coordinación proceden de Europa.

Permítanme que añada un último comentario sobre el tema del Tratado constitucional, aunque este no figure en el orden del día del Consejo Europeo de primavera. Resulta poco convincente hacer comentarios del tipo: «¿Por qué no prescindir del Tratado constitucional, en vista de que la gente no lo quiere?» Tales afirmaciones son erróneas, puesto que algunos Estados miembros, como España y Luxemburgo, han aceptado este Tratado constitucional, ya sea a través de su Parlamento o mediante referendo. También es cierto que otros dos Estados miembros lo rechazaron, pero –como señaló hace algunas semanas la Canciller alemana en su discurso sobre la Presidencia alemana ante esta Asamblea– muchas personas que rechazan este Tratado constitucional a la vez también desean que la Unión Europea tenga más competencias y responsabilidades, por ejemplo, en el sector de la energía. Y esto es exactamente lo que prevé el Tratado constitucional. Por lo tanto, la gente tiene que decidir qué desea; no pueden limitarse a escoger solo las partes que sean de su agrado. Quienes derechos para el Parlamento, como por ejemplo el mecanismo de alerta rápida para legislar mejor, tienen que poder decidir en qué ámbito –nacional o europeo– consideran necesaria una reglamentación y creen que esta se debería adoptar.

 
  
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  Margot Wallström, Vicepresidenta de la Comisión. (EN) Señor Presidente, me gustaría dar las gracias a todas sus Señorías por haber permanecido aquí hasta el final del debate. Siempre es todo un reto generar un verdadero debate y no asistir a simples monólogos.

Me gustaría hacer tres observaciones. En primer lugar, quisiera abundar en algo que muchos de ustedes han mencionado: el punto muerto en que se encuentra el Tratado constitucional y lo que muchos han calificado de falta de voluntad de los dirigentes políticos europeos de hoy. Desde luego, la Comisión apoya plenamente lo que podríamos denominar un compromiso valiente y ambicioso de la Presidencia alemana para que esta cuestión pase de la fase de reflexión a la fase de acción. Sabemos que no será fácil encontrar soluciones, pero contribuiremos a ello tanto como podamos. Debemos superar este punto muerto lo antes posible.

Los resultados del Consejo de primavera serán muy importantes a este respecto, así como su capacidad para colmar las expectativas en asuntos cruciales del orden del día, entre ellos el cambio climático. Me gustaría comentar lo que han dicho algunas de sus Señorías acerca de las ambiciones de la Comisión y la Unión Europea. Tenemos que decir que existe un objetivo y una meta a largo plazo para lo que tenemos que hacer a fin de combatir el cambio climático. Una reducción del 30 % de las emisiones de los países desarrollados de aquí a 2020 es un paso necesario para alcanzar el objetivo a largo plazo de reducirlas en 2050 hasta un 50 % por debajo del nivel de 1990. Hemos de ser conscientes de que este es un paso en esa dirección. Esta reducción es indispensable si queremos alcanzar el objetivo de 2º C, que como sabemos evitaría a su vez un trastorno masivo e irreversible del sistema climático del planeta. Son los países desarrollados los que deben seguir soportando la mayor parte de este esfuerzo a escala mundial para reducir las emisiones durante la próxima década, como ya lo hacen en el marco del Protocolo de Kyoto, a fin de adquirir credibilidad y motivar a los países más pobres del mundo que deberán seguirles en este camino.

Hemos pedido al grupo de países desarrollados una reducción del 30 %. Ahora debemos preguntarnos si esta es una meta ambiciosa. En comparación con 1990, las emisiones de los Estados Unidos han aumentado un 15 %, las de la UE-25 han descendido un 5% y las de Rusia un 30 %. No resultará fácil, y no podemos contemplar esto país por país, pero representa un reto enorme.

Permítanme igualmente hablar de los costes, porque muchas de sus Señorías se han referido a los costes para la industria. La Comisión ha llevado a cabo una serie de evaluaciones de impacto que muestran que la acción encaminada a limitar el cambio climático es plenamente compatible con un crecimiento mundial sostenible. Las inversiones en una economía de bajas emisiones de carbono absorberán alrededor del 0,5 % del PIB mundial durante el período comprendido entre 2013 y 2030, y reducirían el crecimiento del PIB mundial a razón del 0,19 % anual, que es una fracción de la tasa de crecimiento anual prevista del PIB, que asciende al 2,8 %.

Esto sin tener en cuenta las ventajas para la salud, la mayor seguridad energética y la reducción de los daños provocados por el cambio climático. Se trata de una pequeña prima de seguro que debemos pagar para reducir de forma considerable el riesgo de provocar daños irreversibles a nuestra economía y a nuestro planeta, sobre todo si lo comparamos con los cálculos del Informe Stern, que señala que un cambio climático descontrolado tendría un coste situado entre el 5 % y el 20 % del PIB a largo plazo. Así que hemos de tener en cuenta el coste que tendría no hacer nada. El cambio climático ya tiene un coste... basta con preguntar a las compañías de seguros de todo el mundo.

Por último, el Consejo Europeo de primavera tratará de la Estrategia de Lisboa. Sus Señorías tienen toda la razón cuando dicen que si queremos comunicar, hemos de señalar que lo que está en juego es el crecimiento y el empleo. La Estrategia de Lisboa trata igualmente del valor para reformar. Estoy totalmente de acuerdo con el señor Watson en que existen pruebas fehacientes de que las reformas dan resultados. Sin embargo, también tenemos pruebas de que no es fácil reformar las sociedades dominadas por el temor y la inseguridad, pues tienen miedo al cambio. Eso es también lo que vemos en Europa y por eso debemos infundir confianza y recordar que la Estrategia de Lisboa –la estrategia de empleo y crecimiento– también pretende luchar contra la exclusión social y la pobreza; luchar contra la pobreza también en Europa, mejorar la calidad del trabajo, invertir en educación, crear competencias cívicas e invertir en las personas. Ese es el único camino para superar el miedo.

Al escuchar todas estas intervenciones tan interesantes, me acuerdo del estrecho vínculo que existe entre la estrategia para el crecimiento y el empleo, por una parte, y el desarrollo sostenible, por otra, pues todos hemos escuchado los argumentos que explican por qué los europeos aspiramos al crecimiento económico acompañado de seguridad social y del mantenimiento de un alto nivel de protección ambiental, pero sin dejar de ser ambiciosos. Creo que objetivo del desarrollo sostenible gana cada vez más terreno tanto como visión de Europa como del mundo entero.

 
  
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  El Presidente. Para cerrar el debate se han presentado cinco propuestas de resolución sobre la Estrategia de Lisboa de conformidad con el apartado 2 del artículo 103 del Reglamento.

Queda cerrado el debate.

La votación tendrá lugar mañana a las 11.30 horas.

(La sesión, interrumpida a las 17.20 horas a la espera del Turno de preguntas a la Comisión, se reanuda a las 17.35 horas)

Declaraciones por escrito (artículo 142 del Reglamento)

 
  
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  Ján Hudacký (PPE-DE). – (SK) Todos estamos sin duda de acuerdo en que la innovación desempeña o debería desempeñar un papel de primer orden en nuestra respuesta frente a los riesgos y oportunidades que nos presenta la economía mundial. Todos sabemos que el principal problema para desarrollar la innovación es una aplicación insuficiente en los distintos Estados miembros. El principal objetivo de la Estrategia de Lisboa es generar las condiciones adecuadas para consolidar el entorno interno de competitividad en cada uno de los Estados miembros. La economía de la UE solo puede ser tan competitiva e innovadora como lo sean las empresas más pequeñas de sus regiones más remotas. Por ello, los programas de innovación se deben desarrollar directamente a escala regional, donde pueden crear un entorno suficientemente competitivo para las PYME locales.

La gestión centralizada de los programas de innovación está condenada de entrada al fracaso. El camino que se debe seguir es el de la consolidación de una infraestructura técnica regional para la innovación, que incluya viveros tecnológicos y centros de alta tecnología que permitan aprovechar todo el potencial de conocimientos disponible, al igual que todas las ideas innovadoras viables. Esta tarea debe ir acompañada de un enfoque flexible que abarque todas las formas de financiación, en particular el capital de riesgo, teniendo en cuenta el nivel de desarrollo de cada empresa o proyecto innovador. La financiación se debe poner a disposición asimismo a escala regional, pues solo así se podrá apoyar, motivar, desarrollar y aprovechar el potencial de conocimientos de nuestras regiones con vistas a conseguir un crecimiento sostenible a largo plazo. Por consiguiente, quiero pedir a la CE en su evaluación de los marcos nacionales estratégicos de referencia tenga en cuenta los aspectos del desarrollo de la innovación al valorar antes citados.

 
  
  

PRESIDENCIA DEL SR. DOS SANTOS
Vicepresidente

 
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