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Textos presentados :

RC-B6-0149/2007

Debates :

PV 25/04/2007 - 2
CRE 25/04/2007 - 2

Votaciones :

PV 25/04/2007 - 11.13
CRE 25/04/2007 - 11.13
Explicaciones de voto

Textos aprobados :


Acta literal de los debates
Miércoles 25 de abril de 2007 - Estrasburgo Edición DO

2. Relaciones transatlánticas (debate)
Acta
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  El Presidente. – De conformidad con el orden del día, se procede a las declaraciones del Consejo y de la Comisión sobre las relaciones transatlánticas.

 
  
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  Günter Gloser, Presidente en ejercicio del Consejo. (DE) Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, tal y como se afirma en la Estrategia Europea de Seguridad, «actuando juntos, la Unión Europea y los Estados Unidos pueden constituir una fuerza extraordinaria en pro del bien en el mundo».

El refuerzo de las acciones transatlánticas comunes y el estrechamiento de nuestras relaciones con los Estados Unidos son dos cuestiones fundamentales para nuestra Presidencia, tanto en los ámbitos político y económico, como en materia de seguridad energética o del cambio climático, y el propósito es que este sea el mensaje emitido en la cumbre entre la UE y los Estados Unidos que se celebrará el 30 de abril en Washington.

Es positivo contar con la oportunidad de debatir estas cuestiones aquí hoy, unos días antes de la cumbre, de forma que podamos emitir esta importante señal desde el Parlamento Europeo.

Esta Cámara desempeña un papel activo en las relaciones transatlánticas, sobre todo –por mencionar solo un ejemplo– a través del Diálogo Transatlántico de Legisladores, una pieza fundamental de la red de vínculos bilaterales por la que se establecen vínculos entre ambas orillas del Atlántico en muchos niveles diferentes. Quiero darle las gracias expresamente a usted, señor Presidente, y a todo el Parlamento Europeo por esta actitud comprometida.

Los Estados Unidos siguen siendo el país con el que la Unión Europea mantiene las relaciones más estrechas y variadas. La relación transatlántica se sustenta en una sólida base que tiene su origen en experiencias históricas comunes, en la similitud de nuestros intereses y, en especial, en la existencia de valores compartidos: libertad, democracia, tolerancia y el Estado de Derecho. Estas experiencias han demostrado que esta base, sometida en ocasiones a duras pruebas, es de una resistencia extraordinaria, por lo que resulta esencial que las relaciones transatlánticas se renueven de manera constante y se preparen de cara al futuro. Creo que la puesta en marcha de medidas comunes constituye el modo más sostenible de consolidar la importancia de la cooperación transatlántica, tanto en el presente como en el futuro.

La asociación transatlántica no se limita a asuntos bilaterales, sino que tiene una marcada dimensión global. Prácticamente no ha habido crisis –desde Afganistán hasta Irán o Kosovo– en la que los socios transatlánticos no hayan unido fuerzas con el propósito de encontrar posibles soluciones. Si bien hay que decir que existe un amplio acuerdo en lo que respecta al análisis de los riesgos y los desafíos principales y a nuestros objetivos políticos fundamentales, la Unión Europea y los Estados Unidos han mantenido, y siguen manteniendo, posiciones distintas en cuanto a las prioridades, los instrumentos y los métodos. No cabe esperar que esto cambie y sería de ilusos esperar que siempre coincidiéramos.

En lugar de ignorar los asuntos complicados, aspiramos a mantener un intenso diálogo al respecto con los Estados Unidos, durante el cual no abandonaremos la convicción de que las medidas destinadas a luchar contra el terrorismo se deben adoptar sobre la base de nuestros valores comunes y deben respetar plenamente nuestros compromisos internacionales, incluida la legislación en materia de derechos humanos y de refugiados y el Derecho humanitario internacional. Esta Asamblea ha dejado clara su postura al respecto en repetidas ocasiones y seguiremos tratando estas cuestiones en las negociaciones con nuestros interlocutores estadounidenses.

Lo importante es evitar que este tipo de cuestiones nos separen, ya que la asociación entre la Unión Europea y los Estados Unidos resulta indispensable para ambas partes. Este es otro mensaje que se debe extraer de la cumbre Unión Europea-Estados Unidos que se celebrará el 30 de abril en Washington.

En esta reunión, la atención no se centrará solo en asuntos políticos o relativos a la seguridad, sino también en el impulso del comercio transatlántico y en una colaboración más estrecha en materia de protección climática y política energética.

Paralelamente a la cumbre, vamos a firmar con los Estados Unidos el acuerdo de transporte aéreo, otro paso importante hacia una mayor liberalización de los mercados transatlánticos, que beneficia tanto a las empresas como a los ciudadanos.

Me parece que la movilidad de nuestros ciudadanos es otro factor importante en este sentido porque, como sabrán, los ciudadanos de doce Estados de la Unión Europea siguen necesitando visados para entrar en los Estados Unidos, incluso cuando se trata de estancias breves. La Presidencia insta a dichos país a que permita que todos los ciudadanos de la Unión puedan disfrutar del denominado Programa de Exención de Visado, un tema que también se debatirá en la cumbre. Quiero hacer especial énfasis en este punto, ya que últimamente algunos Estados miembros han manifestado una cierta indignación al pensar que quizás este objetivo no entraba entre los deseos de la Presidencia. Junto con nuestros sucesores, quiero dejar claro que deseamos que el Programa de Exención de Visado incluya a todos los Estados miembros.

Los Estados Unidos y la Unión Europea se han convertido en las zonas económicas más interconectadas del mundo. Creemos –y sé que gran parte de ustedes comparte esta opinión– que nuestro potencial de cooperación económica dista mucho de haberse agotado. Los diferentes enfoques normativos existentes en la Unión Europea y los Estados Unidos generan costes de transacción innecesarios, por lo que también solicitamos con carácter de urgencia que se sigan suprimiendo las barreras no arancelarias que obstaculizan el comercio. Por este motivo, queremos usar la cumbre Unión Europea-Estados Unidos a modo de trampolín para establecer un comercio transatlántico consolidado. En el fondo de esta iniciativa subyace el compromiso político mutuo de intensificar la cooperación con vistas a lograr una convergencia normativa e incluso vínculos económicos más fuertes. Queremos aprovechar esta iniciativa para dar un nuevo impulso a la cooperación en multitud de frentes; por ejemplo, en lo que respecta a las condiciones de inversión, a la regulación de los mercados financieros, a las nuevas tecnologías industriales y a la propiedad intelectual.

Esperamos poder presentar juntos un paquete ambicioso que genere un impulso renovado.

Un aspecto que quiero destacar es que esta iniciativa no se adopta en oposición a los esfuerzos multilaterales para facilitar el comercio; al contrario, su finalidad es complementarlos y apoyar la culminación satisfactoria de la Ronda de Doha.

La cumbre también centrará su atención en los temas de la seguridad energética y el cambio climático, que la Presidencia considera cuestiones transatlánticas fundamentales para el futuro. En la Cumbre de primavera de la Unión Europea, celebrada los días 8 y 9 de marzo, llegamos a un acuerdo sobre unos objetivos ambiciosos de protección climática y un plan de acción en materia de energía. En vista de dichas decisiones, queremos aprovechar la cumbre entre la Unión Europea y los Estados Unidos para desarrollar una cooperación más estrecha con ese país en dichos ámbitos.

No es necesario recordar a la Asamblea que, en los últimos años y décadas, han existido diferencias de opinión recurrentes entre la Unión Europea y los Estados Unidos en relación con determinadas cuestiones relativas al cambio climático, algunas de ellas de carácter fundamental. Sin embargo, creo que podemos confiar en los grandes cambios que parecen estar produciéndose en los Estados Unidos, en especial en lo que respecta a la cooperación en materia de investigación y tecnología, un campo en el que los estadounidenses también muestran gran interés por estrechar los lazos con la Unión Europea. Debido, entre otras cosas, a que se trata de un mercado importante de cara al futuro, debemos unir nuestras fuerzas para reducir de forma drástica los ciclos de innovación de los nuevos procesos y tecnologías y, en este sentido, nos conviene especialmente que nuestros socios transatlánticos tomen la delantera. Lo digo pensando sobre todo en la comunidad de investigadores de Europa y en la influencia que tiene esta Asamblea sobre ella. Estoy convencido de que la seguridad energética y el cambio climático se incluirán entre los proyectos transatlánticos del siglo XXI.

La seguridad y la prosperidad en Europa y los Estados Unidos dependen en gran parte del desarrollo pacífico y estable del mundo entero. Por tanto, también queremos aprovechar la cumbre Unión Europea-Estados Unidos para enviar una señal que demuestre el mayor acuerdo posible en asuntos de exterior y de política de seguridad.

En relación con el conflicto de Oriente Próximo –y voy a medir mucho mis palabras a este respecto–, hemos vuelto a encontrar una posible vía de solución, al menos en cierta medida, gracias a la revitalización del Cuarteto. En nuestras negociaciones con Irán y sus socios nucleares, hemos logrado mantener unido el frente presentado por la comunidad internacional, lo cual, en mi opinión, constituye una condición previa para alcanzar una solución consensuada con dicho país. Trabajamos en estrecha colaboración con la OTAN y los Estados Unidos a favor de la estabilización civil y militar de Afganistán, una colaboración que queremos aumentar, en particular en lo que respecta a la formación policial; lo mismo puede decirse de la misión planeada en Kosovo en el contexto de la Política Europea de Seguridad y Defensa.

Estos son solo algunos de los asuntos internacionales en los que es preciso mantener una estrecha cooperación transatlántica.

Para terminar, quizás deba hacer referencia una vez más a la Estrategia Europea de Seguridad, en la que se declara que «ningún país puede hacer frente en solitario a los complejos problemas del mundo de hoy»; una afirmación aplicable no solo a la Unión Europea, sino también a los Estados Unidos. Solo lograremos encontrar respuestas viables a nuestro futuro común y al futuro de las generaciones venideras si somos capaces de aprovechar la influencia, la experiencia y el potencial de Europa y de los Estados Unidos, y si conseguimos movilizar sus mejores ideas y energías.

 
  
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  Vladimír Špidla, miembro de la Comisión. (DE) En primer lugar, pido disculpas por la ausencia de mi colega, la Comisaria Ferrero-Waldner, quien ha tenido que asistir al funeral del anterior presidente de la Federación de Rusia, Boris Yeltsin.

Señor Presidente, Señorías, la cumbre que se celebrará el 30 de abril entre la Unión Europea y los Estados Unidos constituye una nueva oportunidad para reforzar nuestros lazos políticos y económicos con ese país. Permítanme, pues, que comente brevemente los objetivos de dicha cumbre.

En primer lugar, nos esforzaremos por lograr una convergencia económica transatlántica ya que, al abarcar un segmento de un 40% del volumen comercial internacional, las relaciones económicas entre los Estados Unidos y la Unión Europea son las más importantes del mundo, pero aún así necesitan una nueva inyección de energía política. Al mismo tiempo, la supresión de los obstáculos al comercio y la inversión supondría una ventaja significativa para nuestros consumidores y empresarios.

Por este motivo, la Comisión acoge con satisfacción la iniciativa adoptada por la Canciller Merkel, quien se ha manifestado a favor de una nueva y ambiciosa asociación económica entre la Unión Europea y los Estados Unidos, en la que las instituciones legislativas y los organismos reguladores habrán de desempeñar también un papel y los participantes de la cumbre ejercerán funciones destacadas de supervisión y liderazgo.

En la cumbre se planificarán los ámbitos políticos específicos en los que se puede alcanzar un progreso sostenible, incluidos, entre otros, la cooperación reguladora en materia de productos industriales, energía, innovación, mercados financieros e inversiones.

En segundo lugar, en el ámbito de la política exterior, analizaremos una serie de asuntos clave en los que tenemos puntos en común con los Estados Unidos, con quienes seguiremos cooperando intensamente para lograr estabilidad, prosperidad y el Estado de Derecho en Kosovo y en Afganistán.

En su calidad de miembros del Cuarteto para Oriente Próximo, la Unión Europea y los Estados Unidos mantienen una constructiva colaboración a fin de reactivar un proceso político en el que participen los jefes de Gobierno israelíes y palestinos. Nuestra disposición a negociar con el Gobierno de unidad nacional y a ofrecerle nuestro apoyo dependerá de la política de dicho Gobierno y que su actuación sea conforme a los principios del Cuarteto.

La Comisión debe desempeñar un papel especial en el desarrollo de un mecanismo internacional de ayuda al pueblo palestino, destinado a apoyarlo y a mejorar el modo en que es gobernado.

Otro acontecimiento destacado de la cumbre será la firma del reciente e histórico acuerdo sobre espacios abiertos de aviación entre la Unión Europea y los Estados Unidos, el cual permitirá obtener beneficios económicos del orden de los 12 000 millones de euros y crear unos 80 000 nuevos puestos de trabajo en ambas orillas del Atlántico. Al mismo tiempo, confirmaremos nuestro compromiso con la segunda fase de las negociaciones relativas a un acuerdo global sobre los servicios de transporte aéreos, que aumentará las ventajas económicas derivadas de la liberalización de este importante sector.

Aún no ha finalizado el proceso de preparación de la cumbre, entre cuyos temas principales se incluirán el cambio climático y la energía. Nuestro propósito es conseguir que los Estados Unidos se comprometan con una política con un enfoque global, basada en mecanismos de mercado y tecnologías limpias como objetivo. Los esfuerzos europeos en esta dirección se basan en el consenso alcanzado en el Consejo Europeo de 9 de marzo de 2007, en el sentido de que es necesario que adoptemos medidas de alcance global para poder reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

La intención es que la próxima cumbre tenga como resultado un avance en la cooperación europea con los Estados Unidos en ese ámbito. Espero que la declaración resultante de dicha reunión prepare el terreno para la adopción de posiciones claras en el G-8 y en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que tendrá lugar en Bali en diciembre de este año. Asimismo, se debatirán cuestiones relativas a la seguridad y la eficiencia energéticas y trataremos de identificar objetivos comunes para el desarrollo de tecnologías limpias y sus aplicaciones a corto y medio plazo.

En materia de política de visados, instaremos al Presidente Bush a que presione para que se permita la entrada sin visado en los Estados Unidos a todos los ciudadanos de la Unión Europea, del mismo modo que los ciudadanos de su país ya no necesitan un visado para visitarnos; nos sentiríamos muy complacidos si los Estados Unidos ampliaran la exención de visado a todos los Estados miembros de la Unión, poniendo fin así a la discriminación de facto contra los ciudadanos europeos.

Por otro lado, en relación con la transferencia a los Estados Unidos de datos de pasajeros aéreos, pediremos a nuestro interlocutor que acepte una solución que cumpla con los requisitos más estrictos en materia de protección de datos dentro de un nuevo marco que reemplazaría a los acuerdos transitorios actuales.

Naturalmente, en nuestra agenda también figura, y no en último lugar, la necesidad de una colaboración más estrecha en la lucha contra el terrorismo. Y al resaltar este punto dejaremos claro nuestro deseo de que esos esfuerzos no entren en conflicto con el respeto al Derecho internacional, un aspecto crucial si pretendemos que las medidas adoptadas conjuntamente en ese ámbito gocen de credibilidad.

(Aplausos)

 
  
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  Joseph Daul, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (FR) Señor Presidente, señor Comisario, señor Presidente en ejercicio del Consejo, Señorías, nací hace 60 años en Alsacia y pertenezco a una generación que puede testimoniar, por haberlo vivido, hasta qué punto los europeos están en deuda con los estadounidenses.

Los fuertes lazos transatlánticos que unen a nuestros dos continentes descansan en millones de historias personales como la mía. Han contribuido a modelar nuestra historia y nuestros valores comunes.

Con ocasión de la reciente celebración del cincuentenario de los Tratados de Roma, el Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y de los Demócratas Europeos ensalzó el papel clave desempeñado por los Estados Unidos en la creación de lo que iba a convertirse en la Unión Europea, porque sin el apoyo del plan Marshall, sin el decisivo papel desempeñado por los Estados Unidos y Canadá en el marco de la OTAN, la reconstrucción de Europa no habría sido posible. Incluso en tiempos difíciles, siempre hemos creído en la importancia vital de la cooperación transatlántica, una cooperación basada en el diálogo y el respeto.

En el Parlamento Europeo, nuestro Grupo es el más decidido partidario de unas relaciones transatlánticas estrechas. Por esta razón, he querido que la primera visita fuera de la Unión tuviera como destino Washington. El Parlamento Europeo debe desarrollar unos vínculos más fuertes con el Congreso y el Gobierno de los Estados Unidos, a fin de cooperar en asuntos de interés común desde fases más tempranas. Y quisiera proponer aquí que el Presidente del Parlamento invite a la nueva Presidenta de la Cámara de Representantes a intervenir ante nuestro Pleno.

Me ha alegrado saber que, al igual que nosotros, el Congreso de los Estados Unidos ha creado una comisión temporal sobre el cambio climático. Deseo que esas dos comisiones puedan cooperar estrechamente.

Señorías, la creación de un mercado común transatlántico de aquí a 2015 es una de nuestras prioridades. Debemos reducir la carga de la normativa, alentar la competencia y armonizar las normas técnicas a ambos lados del Atlántico. Fijemos un plan de trabajo vinculante, acompañado de un calendario concreto en el que 2015 sea la fecha tope para el lanzamiento de un mercado transatlántico sin barreras.

El Parlamento Europeo debe participar ampliamente en este proceso, pero entre amigos tenemos también el deber de hablarnos mutuamente con toda franqueza, incluso de expresar críticas.

Como señaló el Presidente Kennedy en 1963, no ignoremos nuestras diferencias, pero interesémonos también por los medios de resolver nuestras diferencias. Deseo resaltar asimismo mi preocupación por el riesgo de que unos controles aduaneros estadounidenses más estrictos se conviertan en barreras comerciales disfrazadas.

Debemos mantener nuestra vigilancia sin socavar el libre comercio. Del mismo modo, la legislación estadounidense relativa a la protección de los datos personales todavía plantea algunas dudas sobre el pleno respeto de la vida privada y las libertades civiles.

Europa está decidida a luchar contra el terrorismo y la delincuencia organizada, pero esa lucha ha de basarse en los fundamentos jurídicos adecuados. El respeto de los derechos fundamentales no hará sino reforzar nuestra acción e influencia en el mundo.

Compartimos también el compromiso de crear las condiciones para la estabilidad, la paz y la prosperidad en la vecindad de la Unión Europea. Hemos cooperado ya de forma positiva en Belarús, en Ucrania y en Kosovo. Pero debemos actuar también en África. Es un deber moral e histórico devolver la esperanza a los más pobres del mundo.

El genocidio de Darfur o la tiranía de Zimbabue demuestran que no estamos a la altura de los retos. Tenemos que convencer también a otras naciones, como China, la India, Brasil o Sudáfrica, de que secunden nuestros esfuerzos en los países en desarrollo.

Por otra parte, tenemos que hacer llegar a buen puerto el Acuerdo de Doha, porque es la ronda del desarrollo para los países más pobres. Europa y los Estados Unidos deben asegurar un acuerdo global lo antes posible.

Por último, nuestro Grupo cree en las oportunidades de un mundo más seguro. La proliferación nuclear ha hecho el mundo más peligroso. Apoyamos una solución negociada sobre el programa nuclear iraní. Europeos y estadounidenses compartimos raíces comunes que han modelado en gran medida nuestro mundo. Debemos mantener nuestra posición en un mundo que se ha vuelto multipolar y, como dijo Jean Monnet, juntos, los estadounidenses y los europeos defendemos una civilización común.

(Aplausos)

 
  
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  Jan Marinus Wiersma, en nombre del Grupo del PSE. (NL) Señor Presidente, creo que queda claro que soplan nuevos vientos en Washington; vientos que ofrecen nuevas oportunidades, también en materia de cooperación con la Unión Europea. En primer lugar figura, sin duda alguna, la victoria de la mayoría demócrata en ambas Cámaras del Congreso, por la que queremos felicitarles una vez más, aunque también se pueden apreciar cambios en el Gobierno Bush. El tono es distinto y estamos en condiciones de afirmar que la autoridad del Departamento de Estado y de Condoleezza Rice ha aumentado muchísimo. Se desea una mayor cooperación y debemos reaccionar frente a ello.

La semana pasada acompañé a la delegación que viajó a Washington, donde se está desarrollando un cambio tangible. En primer lugar, se ha incrementado el apoyo a un ámbito que siempre ha revestido gran importancia para nosotros, el multilateralismo. Este cuenta cada vez con mayor respaldo, al igual que la búsqueda de colaboración con la Unión Europea en ese ámbito. Se han dado cuenta de que el enfoque adoptado en Iraq ha fracasado y de que es preciso determinar otros métodos de cooperación a la hora de abordar las cuestiones de seguridad.

Muchos los ponen a Afganistán como ejemplo; en nuestra opinión, no hay motivos para que, en el contexto de la OTAN, la Unión Europea y sus Estados miembros no unan fuerzas con los estadounidenses en aquellos proyectos relacionados con la seguridad y la reconstrucción. De hecho, en la actualidad se desarrolla un debate sobre defensa militar en ese mismo nivel. Aunque apreciamos el hecho de que se persiga un diálogo más intenso con europeos y rusos, seguimos manteniendo una actitud crítica en relación con el resultado de ese proceso.

Otro asunto esencial que planteamos fue el del conflicto de Oriente Próximo. Queremos resaltar una vez más –y espero que la Presidencia tome nota– que debemos evitar dejar al margen al nuevo Gobierno de unidad nacional de Palestina y tenemos que buscar maneras de respaldar esta nueva evolución.

Otro aspecto que nos llamó la atención es que los demócratas, en particular, intentan establecer en los Estados Unidos una nueva agenda social centrada en el problema de la sanidad y también en Doha. ¿Qué solución conjunta podemos aportar para garantizar que el medio ambiente y las condiciones laborales ocupen un lugar central en las conversaciones sobre comercio?

Por supuesto, también señalamos ciertas cuestiones que son objeto de crítica en el contexto de las entregas de prisioneros y las cárceles secretas, pero también en lo que respecta a los acuerdos en materia de protección de datos. Son cuestiones que debemos tener siempre presentes. En última instancia, en fin de cuentas tenemos una agenda de cooperación importante, basada en los valores comunes ya mencionados.

Para finalizar, en relación con un tema menor: se espera que la Presidencia también pueda incluir el caso Wolfowitz en el orden del día de la cumbre, si es preciso, ya que, desde nuestro punto de vista, dado el papel influyente del Banco Mundial en la lucha contra el fraude, su cargo como Director de dicha entidad resulta inadmisible.

(Aplausos de la izquierda)

 
  
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  Graham Watson, en nombre del Grupo ALDE. (EN) Señor Presidente, después del 11 de Septiembre, Le Monde escribió: «Nous sommes tous Américains». Los tiempos han cambiado.

Por motivos económicos, ambientales y éticos, el Gobierno de los Estados Unidos ha venido destruyendo los valores por los que ese país nos infundía respeto. El desafío a que se enfrentan los Estados miembros de la Unión Europea es el de resistir los avances estadounidenses hacia el unilateralismo, ya sea en materia de política comercial, en lo que concierne a Kyoto o en cuanto a la observancia del Derecho internacional. Para ello será preciso mantener un diálogo transatlántico franco, directo y, en ocasiones, tenso, sobre determinados asuntos, como el programa de exención de visados, la extradición y los «cielos abiertos», a los que hasta la fecha se han resistido nuestros Estados miembros. De hecho, se puede decir que el Presidente Bush logra aplicar el principio de «divide y vencerás» en Europa al menos tan bien como el Presidente Putin.

Esta cumbre brinda la ocasión de decir algunas verdades. La eliminación de las barreras reglamentarias y la armonización de las normas entre los principales socios comerciales del mundo deben convertirse en nuestras prioridades principales. No obstante, es preciso que esto no impida que se celebre con éxito una Ronda de Doha antes de que finalice el mandato del señor Bush el 1 de julio.

Asimismo, esta cumbre debe servir para forzar el reconocimiento de la que constituye la mayor amenaza para la seguridad de la era moderna –el cambio climático– y para lograr que los estadounidenses acepten estabilizar y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El Consejo de Seguridad de la ONU debatió el asunto por primera vez la semana pasada y destacó la gravedad de la situación.

Por otra parte, también hay que insistir en que la administración aclare su postura con respecto a las acusaciones de tortura, de cárceles secretas y de entregas extraordinarias en el desarrollo de la lucha contra el terrorismo. Aparte de ser lo correcto, es lo único que se puede hacer para restaurar la reputación de los Estados Unidos.

A largo plazo, solo un escrutinio democrático más amplio, en el que participe este Parlamento junto con el Congreso y el Senado estadounidenses, quizás en el marco de un sistema transatlántico similar a Schengen, podrá reforzar nuestra relación estratégica y evitar el tipo de limbo legal que afecta a los datos incluidos en el registro de los nombres de pasajeros o a las transacciones de pago SWIFT.

El éxito de la lucha contra el terrorismo depende del equilibrio entre libertad y seguridad, y no del sacrificio de nuestras libertades civiles.

La confusión en Iraq demuestra lo que sucede cuando no se consigue ese equilibrio. Es preciso que los Estados Unidos y la Unión Europea ayuden a reparar los daños y se muestren solidarios con los dos millones de refugiados iraquíes. Los estadounidenses han acogido exactamente a 466 refugiados iraquíes desde 2003. Sabemos que no quieren reconocer a una oleada de refugiados que constituyen un indicio de su fracaso, pero necesitamos un presupuesto de ayuda claro y completo y un acuerdo sobre el reparto de la carga de las solicitudes de asilo.

Por último, nuestros negociadores no deben tener miedo de tomar la iniciativa. Paul Wolfowitz ha minado la autoridad moral del Banco Mundial. El mensaje que les mandamos es que ya es hora de que abandone su cargo.

Para concluir, debo a un poeta estadounidense, Ralph Waldo Emerson, la idea de que la historia no existe, solo la biografía. Recomiendo a los líderes europeos que tengan presente que se les juzgará como personas por el valor que demuestren en Washington.

 
  
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  Angelika Beer, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (DE) Señor Presidente, Señorías, mañana aprobaremos por unanimidad una resolución por la que se condena el trato brutal infligido a unos manifestantes por parte de las fuerzas armadas rusas y esperamos que en la cumbre entre la Unión Europea y los Estados Unidos se hable con la misma claridad. Sí, no hay duda de que queremos que se establezcan nuevas lazos económicos, una relación transatlántica reforzada con una base renovada. Pero es preciso que esta se sustente en unos valores claros, los valores democráticos cuya defensa se ha comprometido a asumir la Unión Europea.

Después de Guantánamo, de la tortura y el secuestro de personas inocentes, hay que buscar una solución y ¿qué mejor solución que presionar al Gobierno de los estados Unidos para que, en el futuro, adopte una política guiada por los principios democráticos? Cuando hablamos de una moratoria en la pena de muerte –como hemos hecho en las últimas semanas y volveremos a hacer en el futuro–, no nos anima solo el propósito de librar a víctimas potenciales de ese tipo de castigo en Irán, sino que también esperamos que los estadounidenses acepten establecer una moratoria.

Del mismo modo, cuando hablamos de la guerra contra el terrorismo, lo hacemos con la esperanza de que se redefinan los valores fundamentales en todas partes y que se amplíe el control parlamentario, no solo en los Parlamentos nacionales, sino también en esta Asamblea, no podemos aceptar que lo que se ha visto hasta ahora sea realmente una manera de combatir el terrorismo, toda vez que con ello estamos limitando las libertades fundamentales para Europa, para los ciudadanos y para las sociedades.

En lo que respecta a Afganistán y Kosovo, insto a ambas partes a que se tomen en serio la cuestión de un cambio de estrategia en Afganistán y que, además, lo lleven a la práctica; la operación «Libertad duradera» ya no tiene fundamento jurídico alguno y hay que modificarla. También nosotros, los europeos, debemos hacer las aportaciones económicas que sean necesarias para lograr un desarrollo pacífico en Afganistán en todos los ámbitos, específicamente en la lucha contra las drogas, en la educación y en el apoyo democrático a todos los ciudadanos del país y a las mujeres en particular.

Lo mismo se aplica a Kosovo; no podemos esperar a que los Estados Unidos resuelvan esta cuestión por nosotros. Pido una vez más a la Unión Europea y a los ministros de Asuntos Exteriores que reconozcan ahora la independencia de Kosovo, a fin de evitar que sufra otra guerra.

En cuanto a Irán, ya es hora de abandonar la idea del cambio de régimen a la que se sigue aferrando Bush; solo así, y mediante negociaciones, podremos evitar la siguiente guerra y espero que la Unión Europea se comprometa de manera clara con ese objetivo.

 
  
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  Francis Wurtz, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (FR) Señor Presidente, ¿qué nos reserva exactamente la cooperación económica transatlántica?

Según la señora Merkel, no sería ni el libre cambio ni el mercado común, sino la regulación de los mercados, la protección de las patentes, la armonización de las normas y la cooperación para mejorar la gobernanza económica mundial. Su Secretario de Estado, el señor Würmeling, ha sido más directo al declarar que el objetivo era avanzar hacia un mercado transatlántico sin restricciones. Después de todo, la propia Canciller había dado a entender que la experiencia del mercado único europeo podría servir de modelo a este nuevo espacio.

¿Hace falta que les recuerde la definición que daba de este mercado único el Comisario encargado de su supervisión, el señor McCreevy? Como ha subrayado, el mercado único «es de lejos el mayor ejercicio de desregulación de la historia europea reciente». ¿Es esta la experiencia que conviene generalizar a escala transatlántica?

Merece tanto más la pena plantear esta cuestión cuanto que este proyecto tiene ya una historia agitada. En marzo de 1998, el que era entonces el mascarón de proa de la Europa liberal, el Comisario Leon Brittan, lanzó el proyecto del New Transatlantic Market, calcado del modelo de Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte, el ALCAN. Paralelamente se negociaba en gran secreto, en la OCDE, el proyecto de Acuerdo Multilateral sobre Inversiones, el AMI, que ya estaba destinado a detectar toda legislación que los inversores percibieran como un obstáculo a sus operaciones financieras en permanente expansión.

Estos dos proyectos suscitaron tantas protestas entre los europeos que tuvieron que abandonarse. Sin embargo, desde entonces, ciertos grupos de presión, como el «Transatlantic Business Dialogue», han vuelto continuamente a poner sobre el tapete este proyecto estratégico, aunque en una forma nueva. La adopción, el año pasado, de las normas contables estadounidenses y, más recientemente, la recompra de la bolsa europea Euronext por la Bolsa de Nueva York forman parte de esta alarmante tendencia.

Lejos de la imagen de cooperación constructiva que se nos quiere vender, en realidad estamos hablando un frente importante de la batalla sobre el modo de concebir el futuro de Europa. Están en juego tanto su modelo de sociedad como su identidad democrática. Les recuerdo que el informe aprobado a este respecto el pasado mes de junio por este Parlamento lamentaba «que los lazos entre la UE y los Estados Unidos estén gravados por conflictos de orden político y caracterizados con bastante frecuencia por grandes declaraciones».

¿Tendremos que callarnos, en nombre de los valores comunes del «Transatlantic Business Dialogue», sobre la guerra de Iraq o Guantánamo? ¿Sobre la pena de muerte o la Corte Penal Internacional? ¿Sobre Kyoto o los OGM? ¿Sobre los datos personales, el asunto SWIFT o los vuelos de la CIA? Cuando se ha iniciado el proceso que debe conducir a un nuevo Tratado europeo, la naturaleza de las relaciones entre la Unión Europea y los Estados Unidos constituye un aspecto crucial, que habrá que tratar con mucha claridad.

 
  
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  Godfrey Bloom, en nombre del Grupo IND/DEM. – (EN) Señor Presidente, en el breve tiempo del que dispongo, quisiera realizar una o dos observaciones en las que quizás se cuelen algunas advertencias. En los últimos dos años he comprobado que en esta Cámara existe una especie de adicción a la política de gestos, una práctica que convendría evitar a toda costa en nuestras relaciones con los Estados Unidos de América. El efecto de la legislación, por ejemplo, es absolutamente global. Todo lo que hacemos tiene una dimensión global. El crecimiento efectivo del PIB se registra en los países de la costa del Pacífico, en la India y en China, pese a la situación de otras partes del Pacífico y de Japón. Por tanto, hemos de tener mucho cuidado de no quemar las naves al negociar con los Estados Unidos, país que también cuenta con un factor proteccionista muy arraigado en su sociedad. Como saben los británicos, los Estados Unidos son el socio comercial e inversor más importante del Reino Unido desde hace ya algunos años. Es una lástima que el pueblo británico se haya visto obligado, en contra de su voluntad, a abandonar el sistema imperial de medidas, que compartíamos con los Estados Unidos y, por tanto, nos ofrecía una ventaja especial en ese país. Sin embargo, el debate de esta cuestión deberá esperar a otro día.

 
  
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  Frank Vanhecke, en nombre del Grupo ITS. (NL) Señor Presidente, comparto las esperanzas de gran parte de los diputados a este Parlamento de que la cumbre del 30 de abril y la nueva asociación transatlántica sean todo un éxito. Si bien, habría que añadir que esta nueva asociación se debe basar en la reciprocidad y en el respeto mutuo de los intereses fundamentales. Por tanto, los estadounidenses y sus diplomáticos tendrán que aprender que Turquía no pertenece a Europa y no puede convertirse en un Estado miembro de la Unión Europea, independientemente de cuáles sean los intereses de su país al respecto.

Nuestras relaciones comerciales con los Estados Unidos serán el tema principal de las conversaciones que se desarrollarán en Washington en abril, donde también se debatirán las cuestiones del cambio climático y la energía. Considero que dicha reunión representa, además, una oportunidad para reflexionar más detenidamente sobre la batalla común que debemos librar contra el terrorismo internacional en general y contra el peligro del fundamentalismo islámico en particular. No debemos olvidar que esta batalla se libra en defensa de nuestros valores occidentales comunes, unos valores que se ven amenazados por el fundamentalismo islámico y el terrorismo. En ocasiones se pasa por alto esta cuestión, también en esta Cámara.

Aunque la política exterior de los Estados Unidos merece frecuentes críticas, la falta de objetividad con la que estas se suelen expresar en este Parlamento no resulta en absoluto constructiva. A modo de ejemplo, cabría citar las actividades y las conclusiones unilaterales de la Comisión Temporal en Europa sobre las actividades unilaterales de la CIA, así como el asunto de los datos personales. Hagamos lo que hagamos, no nos confundamos de enemigo. Conviene recordar que, a pesar de los numerosos malentendidos y las diferencias de opinión que podamos tener, los Estados Unidos son nuestros aliados, y no el enemigo.

 
  
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  Brian Crowley, en nombre del Grupo UEN. (GA) A Uachtaráin, tá an gaol eacnamaíochta idir an tAontas Eorpach agus Meiriceá ar an ngaol eacnamaíochta is tábhachtaí ar domhan. Is dhá chóras pholaitiúla sinn, le haidhm láidir a chinntíonn caomhnú agus cur chun cinn an daonlathais ar fud an domhain. Bíonn ár naimhde ag iarraidh aird a tharraingt ar an difríocht pholaitiúil atá idir an dá réimeas. Ní mór dóibh cuimhneamh, áfach, go bhfuil i bhfad níos mó nithe comónta eadrainn ná mar atá difríochtaí.

en nombre del Grupo UEN. – En particular, al considerar los vínculos existentes entre Europa y los Estados Unidos con respecto a las acciones que se pueden poner en marcha en el escenario internacional, avanzar resulta ahora más importante que nunca, a pesar de las dificultades y las diferencias del pasado.

Echemos un vistazo a lo que sucede en el mundo. En Afganistán debemos colaborar con los Estados Unidos para garantizar una estabilización de la situación, no solo por el bien del propio país, sino también porque el 90 % de la heroína consumida en Europa en la actualidad procede de allí. Del mismo modo, es preciso llevar a cabo una acción conjunta en Sudamérica a fin de asegurar la identificación de cultivos alternativos para sus agricultores, ya que de aquella zona llegan grandes cantidades de cocaína.

Si miramos a Darfur, la comunidad internacional ha demostrado ser incapaz de actuar y reaccionar ante el genocidio que se comete en esa región. Corresponde a Europa animar a los Estados Unidos a emprender acciones más intensas y numerosas. Del mismo modo, ya que hoy se celebra el Día Internacional contra la Malaria, he de decir que las iniciativas emprendidas de forma colectiva tienen mayor alcance que las asumidas por separado.

No obstante, las acciones que revisten mayor importancia de todas son las que conciernen al comercio internacional, con vistas a asegurar una sociedad justa y más equitativa para todos. Insto a la Comisión y a los demás presentes a que dejen de rescindir aquellos acuerdos firmados con otros países con el fin de proteger y asistir a los sectores más pobres del planeta. Juntos podemos obtener mayores logros que de forma independiente y así podemos superar nuestras diferencias políticas en relación con asuntos de menor importancia.

 
  
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  Roger Helmer (NI).(EN) Señor Presidente, en esta Cámara nos encanta alardear de nuestras credenciales ecológicas y criticar a los Estados Unidos y al Presidente Bush por su vandalismo ambiental. Después de todo, nosotros firmamos el Protocolo de Kyoto y ellos no.

Parémonos a analizar los hechos. En realidad, los Estados Unidos sí que firmaron el Protocolo de Kyoto, pero no lo ratificaron. Aunque la Unión Europea lo ratificó, no está cumpliendo lo pactado. A pesar de que la Comisión ha pasado los últimos 10 años intentando amañar las cifras de referencia de Kyoto, parece que serán solo dos los Estados miembros que lograrán cumplir realmente sus objetivos derivados de este Protocolo.

Afirmamos que los Estados Unidos son el país que más contamina del mundo, pero esto es así porque también es la economía más fuerte. Desde la entrada en vigor de Kyoto, la tendencia estadounidense en lo que respecta a las emisiones de CO2 ha sido mejor que la nuestra. Repito, para que lo escuche el señor Watson, que la actitud de los Estados Unidos durante los últimos años con respecto a las emisiones ha sido mejor que la de la Unión Europea. La economía estadounidense tiene una intensidad energética similar a la nuestra y, en función de los referentes actuales, para el año 2010 resultará más ecológica que la de Europa. Los Estados Unidos tienen un amplio programa en materia de biocombustibles. Realizan grandes inversiones en el campo de las tecnologías verdes y su Asociación AP6 incluye a China y la India, países sin los cuales ningún programa global tiene posibilidades de éxito. El Comisario Špidla insta a los Estados Unidos a que adopten un enfoque global, sin tener en cuenta que ya lo han hecho.

Ya es hora de que este Parlamento deje a un lado tanta moralina y de que empecemos a tratar a nuestros aliados estadounidenses con un poco más de cortesía y respeto.

 
  
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  José Ignacio Salafranca Sánchez-Neyra (PPE-DE). – (ES) Señor Presidente, creo que es importante que desembaracemos este debate sobre las relaciones transatlánticas de su hojarasca ideológica.

No sé si, como dice la resolución común negociada, tiene que producirse o no la dimisión del Presidente del Banco Mundial, pero lo que sí me parece importante es que la Unión Europea empiece a desarrollar sus consideraciones estratégicas y que se convierta en un adulto en la escena internacional. Sé que la Comisaria Ferrero consagra todos sus esfuerzos –que no son pocos– a esta materia.

Creo que esto no nos debe hacer olvidar que el vínculo transatlántico no está inscrito en el código genético de la Unión Europea y también que han sido los Estados Unidos –quizás por nuestras propias incapacidades– los garantes de la seguridad en Europa y que, hoy por hoy, en materia de seguridad, no hay alternativa al vínculo transatlántico.

Señor Presidente, creo que, si queremos que la Unión Europea se convierta en la Europa potencia, esto no se va a poder hacer en contra de los Estados Unidos, sino con los Estados Unidos, como dos socios que se respetan, que comparten una serie de valores y que tienen una misma visión del mundo.

Naturalmente, esto no quiere decir que haya que firmar un cheque en blanco, y la Unión Europea tiene que afirmar sus principios en el tema de la pena de muerte, en el tema del Tribunal Penal Internacional, en el tema del Protocolo de Kyoto o en el tema de las leyes de efecto extraterritorial.

Esto quiere decir también que los Estados Unidos tienen que aprender a respetar a la Unión Europea, que hoy es un factor de estabilidad en el mundo, y que debe desempeñar un papel fundamental ejerciendo su influencia en muchas regiones.

En este hemiciclo, señor Presidente, el Comisario Patten dijo en otra ocasión que, para que la Unión Europea alcanzara sus objetivos y sus propósitos –entre los que no son los menos importantes el que los derechos humanos y las libertades fundamentales se respeten en todas las regiones del planeta–, era imprescindible la colaboración de los Estados Unidos, de la misma manera que los objetivos de los Estados Unidos solo se podrían alcanzar si cooperaban con la Unión Europea.

Si la Unión Europea y los Estados Unidos trabajan juntos, la prosperidad, la estabilidad y la seguridad, señor Presidente, estarán en una mejor situación en el mundo, y creo que esos son los objetivos a los que debe contribuir y para los que ha de cooperar esta Cumbre transatlántica.

 
  
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  Poul Nyrup Rasmussen (PSE).(EN) Señor Presidente, doy las gracias al Comisario y al señor Gloser por sus respectivas declaraciones sobre las relaciones entre los Estados Unidos y Europa.

Tengo la impresión de que la actitud y la estrategia de los Estados Unidos están pasando de forma gradual y cautelosa del unilateralismo al multilateralismo. Hace tan solo seis días visité el Congreso y el Senado de este país junto con mi buen colega el señor Wiersma, el Vicepresidente de nuestro Grupo y otros colegas. Allí pudimos comprobar claramente que la actitud está cambiando, lo cual brinda una nueva oportunidad a la Unión Europea.

Voy a compartir tres reflexiones con ustedes. En primer lugar, creo que una condición necesaria para el progreso de las negociaciones de la OMC es que se incorpore de algún modo el «Programa sobre el Trabajo Digno». Reconozcámoslo: será imposible registrar avances nuevos e importantes sin dicho programa.

En segundo lugar, es hora de darse cuenta de que los mercados financieros y los últimos avances en los fondos de cobertura y en los ingentes y poderosos fondos de capital riesgo no son del todo compatibles con los objetivos de Lisboa y nuestras necesidades financieras y de inversión a largo plazo. Esta apreciación no solo es europea, sino que el Partido Demócrata, que ostenta la mayoría en el Congreso y el Senado de los Estados Unidos, también es cada vez más consciente de ello. Por tanto, espero que esta señal sea clara y que se debata el asunto en la próxima cumbre del G-8 en Heiligendamm.

En tercer lugar, en relación con Oriente Próximo, no podemos ser ingenuos y esperar que se produzcan cambios importantes en la política estadounidense en las próximas dos semanas. No obstante, convendría intensificar el diálogo con nuestros amigos y colegas de los Estados Unidos e insistir en que se apoye al Gobierno de unidad nacional en Palestina. Si este Gobierno fracasa, la organización Hamás será la vencedora, cosa que nadie desea que suceda.

(Aplausos de la izquierda)

 
  
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  Sarah Ludford (ALDE).(EN) Señor Presidente, en la visita parlamentaria realizada a Washington la semana pasada logramos aprender más acerca del grupo de contacto de alto nivel en materia de seguridad que en la propia Bruselas. Hay que dar gracias al cielo por la cultura de la libertad de información que impera en los Estados Unidos. Asimismo, se nos informó acerca de los nuevos debates transatlánticos entre los funcionarios en relación con el fundamento jurídico de las entregas extraordinarias. Es preciso que tanto congresistas como diputados no solo sean informados, sino que también participen en este debate.

La táctica de la lucha global contra el terrorismo ha fracasado, según el jefe de la luchan antiterrorista de Scotland Yard, quien afirmó ayer que Al Qaeda no solo había resistido a seis años de ataques, sino que además estaba recobrando fuerzas.

No hay duda de que tenemos que construir una zona transatlántica común en materia de desplazamientos y justicia en la que se comparta el máximo de información posible. Sin embargo, hay que insistir en que también es preciso establecer las máximas garantías y asegurar el respeto de los derechos fundamentales. Si la información compartida se basa en dudosos ejercicios de extracción de datos o de elaboración de perfiles, y si está manchada por la tortura, ¿qué valor tiene? Como dijo uno de los funcionarios de Washington con ese saludable tono directo de los estadounidenses: «si metes basura, sacas basura». El daño potencial para los derechos individuales es enorme.

Debemos aumentar la cooperación entre el Congreso de los Estados Unidos y el Parlamento Europeo con vistas a instaurar una responsabilidad democrática y a lograr el objetivo deseado de un espacio transatlántico similar a Schengen.

 
  
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  Konrad Szymański (UEN). – (PL) Señor Presidente, ninguno de los problemas políticos y económicos principales a los que se enfrenta Europa se podrían resolver sin el diálogo y la cooperación con los Estados Unidos. Un mercado común transatlántico es el único modo de poder competir con China y la India. Solo a través de una cooperación entre los Estados Unidos y Europa lograremos poner freno a la amenaza que representa Irán para nuestra seguridad, un país que en la actualidad constituye el mayor peligro para la paz mundial, una potencia nuclear y un enemigo declarado de la civilización occidental. Solo juntos podremos contener la agresividad descontrolada de Corea. Y, del mismo modo, solo juntos podremos evitar que Rusia abuse de su peso energético y militar en Europa y en los países vecinos. Ahora tenemos la oportunidad de actuar de modo más pragmático. No se trata solo de que haya un cambio de Gobierno en Washington, sino también en París y en Berlín. Espero que los resultados sean satisfactorios y que la identidad europea nunca se vuelva a rebajar a una confrontación vulgar, falsa y perjudicial con los Estados Unidos dadas las graves amenazas que se ciernen sobre nuestra seguridad y nuestros valores.

 
  
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  Johannes Voggenhuber (Verts/ALE).(DE) Señor Presidente, Señorías, la asociación se basa en el respeto mutuo y este empieza por respetar la legislación de cada una de las partes y los valores que ambas tienen en común. No cabe duda de que muchas de las invocaciones a la armonía transatlántica pronunciadas hoy en este debate provocarán en los austriacos un gran asombro y un enorme desconcierto.

Hay dos hechos que perturban a la opinión pública en Austria y que centran su atención. Un banco importante fue comprado con capital estadounidense y, de la noche a la mañana, se vio obligado a deshacerse de los clientes de origen cubano, sin previo aviso y sin otro motivo que su nacionalidad, lo cual va en contra del Derecho internacional, del Derecho comunitario y del Derecho penal austriaco. Ahora se va a prohibir a una gran empresa petrolífera que siga haciendo negocios con Irán, una imposición que también es contraria al Derecho austriaco, al Derecho comunitario y al Derecho internacional.

Me sorprende mucho que no se haya mencionado este asunto crucial en el debate. Si nuestros interlocutores reconocen nuestro ordenamiento jurídico y nuestros valores, podremos decir que lo que tenemos es una asociación; si no es así, entonces se trata de relación entre señor y siervo. La respuesta de la Comisión a estos dos hechos ocurridos en Austria, que han tenido una difusión enorme y han generado una gran inquietud, no contribuye a mejorar la confianza de los ciudadanos en su capacidad y su voluntad de defender y hacer cumplir la legislación europea, a pesar de que la asociación se basa precisamente en ello.

(Aplausos)

 
  
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  Miguel Portas (GUE/NGL).(PT) Señor Presidente, el ejército estadounidense está levantando un muro en una zona de Bagdad que, en aras de la seguridad, dividirá a los ciudadanos iraquíes, a pesar de las protestas de los habitantes de dicha zona y de las críticas del Primer Ministro de Iraq. Al Gobierno Bush le encantan los muros; los construye en Iraq, en Palestina y en su frontera con México. Es preciso que el punto de vista europeo sea diferente. El muro derrumbado en Berlín debe ser el último de nuestra historia.

Por tanto, conviene que las relaciones transatlánticas ocupen un lugar más destacado en la agenda política. Para la Europa del liberalismo económico, la política va de la mano de los negocios, a pesar que de la depreciación del dólar, el dumping ambiental practicado por un país que no ha ratificado el Protocolo de Kyoto y la injusticia en materia de derechos sociales ponen de manifiesto el peligro que se corre al eliminar indiscriminadamente las barreras a la circulación de capitales en un mundo de muros.

 
  
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  Bastiaan Belder (IND/DEM). – (NL) Señor Presidente, en la actualidad, la Unión Europea y los Estados Unidos se enfrentan a los mismos retos en materia de política internacional. En primer lugar, está el peligro del terrorismo islámico que acecha en cada esquina. Nada sería más obvio que plantar cara conjuntamente a las amenazas comunes. Sin embargo, esto no es tan sencillo; hace años que no lo es en el marco de las relaciones transatlánticas y sería muy fácil culpar de ello a los Estados Unidos. Una vez más, vuelven a aflorar sentir en la Unión Europea los instintos antiamericanos estereotipados, que pueden llegar a paralizar la cooperación transatlántica. Debemos recordar que lo que está en juego es nada menos que una estrategia de supervivencia esencial.

Por esto, quiero deseo mucho éxito al Consejo y a la Comisión en el intento de crear un clima de trabajo transatlántico favorable. Nuestra iniciativa pone en entredicho la idea estadounidense de que somos unos europeos exóticos y rebeldes. En cualquier caso, la suma de las fuerzas transatlánticas permitirá mantener una relación de trabajo constructiva, que en definitiva es el objetivo de cualquier cumbre transatlántica.

 
  
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  Andreas Mölzer (ITS).(DE) Señor Presidente, antes de que se invadiera Iraq, Europa tuvo la oportunidad de abandonar el dudoso lugar a la sombra de los Estados Unidos para forjarse un papel independiente como mediadora motivada por la razón. También más tarde, cuando salió a la luz el asunto de los vuelos de entrega de prisioneros de la CIA y las torturas infligidas en cárceles secretas, tendríamos que habernos distanciado de las actividades inhumanas y contrarias al Derecho internacional de la Banda de George Bush, y haberlas denunciado, en lugar de intentar que los contribuyentes europeos sufragaran las políticas beligerantes de los estadounidenses.

Si acabamos imponiendo a Irán sanciones más estrictas, como se prevé, no haremos más que volver a obedecer a ciegas las órdenes de Washington y provocar así inevitablemente que el mundo islámico nos considere más enemigos de lo que ya lo somos; así lo han demostrado los anteriores atentados terroristas y las recientes amenazas contra Alemania y Austria. Está claro que, con la esperanza de lograr que la cumbre entre la Unión Europea y los Estados Unidos resulte satisfactoria, se abandona sin pensar la posición de mediadores por la que tanto nos hemos esforzado; eso es lo que vale nuestra política exterior independiente y asertiva.

Una vez más, los estadounidenses han demostrado que tienen poco interés en contar con la Unión Europea como socia y que casi preferirían verla debilitada por el exceso de cargas, los problemas internos y los conflictos en sus fronteras, que es justamente lo que sucedería como consecuencia de la adhesión de Turquía. El propósito es que los conflictos reduzcan a la Unión Europea a la impotencia y aquí es donde entran en juego los sistemas antimisiles planeados.

Las potencias políticas no tienen amigos, solo intereses. Los estadounidenses están intentando proteger los suyos de forma despiadada y a costa incluso de sus supuestos amigos, los europeos.

 
  
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  Jana Bobošíková (NI).(CS) Señor Presidente, apoyo sin reservas el acuerdo de asociación económica entre la Unión Europea y los Estados Unidos.

La aplicación de normas y reglas comunes en los sectores industrial y financiero permite simplificar el comercio y, a la vez, ahorrar miles de millones de dólares y de euros. Considero que el tema de la exención de visados para los ciudadanos de la Unión Europea debe incluirse sin lugar a dudas en un acuerdo de este tipo.

Sin embargo, hay que evitar que las relaciones transatlánticas queden reducidas simplemente a cuestiones comerciales o de visados. Es preciso estudiar diferentes formas de resolver la situación en Iraq y trabajar juntos para desarrollar fuentes de energía que no contaminen el planeta y que garanticen un desarrollo sostenible y duradero.

Señorías, creo firmemente que la era de la grave rivalidad entre la Unión Europea y los Estados Unidos ha quedado atrás. Enfundarse los guantes de boxeo en un cuadrilátero edificado sobre la base de nuestros valores comunes de libertad, democracia, derechos humanos y Estado de Derecho no aporta valor añadido alguno a los ciudadanos de la Unión Europea.

En mi opinión, hay otra prioridad bastante más apremiante que es responder conjuntamente al reto que plantean la India y China, países que están empezando a tomarnos la delantera en lo que respecta al desarrollo económico y político. Esas potencias se basan en valores sociales y medioambientales distintos de los nuestros. Los sistemas sociales de la Unión Europea y de los Estados Unidos se basan en las experiencias del pasado.

Nos enfrentamos a la ardua tarea de asegurar que la competitividad de nuestro modelo cultural común y los niveles de vida de nuestros ciudadanos perduren a largo plazo y no se vean menoscabados. Por tanto, considero que el mayor reto con el que se enfrentan las relaciones transatlánticas pasa por defender la posición de la principal cultura del planeta. Muchas gracias.

 
  
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  Charles Tannock (PPE-DE).(EN) Señor Presidente, la próxima cumbre Unión Europea-Estados Unidos hará historia. Apoyo plenamente la iniciativa de la Presidencia alemana relativa a una asociación económica más fuerte entre la Unión Europea y los Estados Unidos, que representa en la actualidad cerca del 40 % del comercio mundial. Además, en particular, apoyo el objetivo ambicioso de la Canciller Merkel de crear un mercado transatlántico sin barreras para el año 2015 a través del reconocimiento mutuo de las mismas normas para las diferentes industrias y servicios, en especial para el sector financiero.

Lamentablemente, algunos miembros de este Parlamento preferirían tildar esta asociación de «rivalidad», porque tienen la idea de que la Unión Europea se encuentra en competencia con los Estados Unidos. Si fuera así, no hay duda de que los Estados Unidos saldrían ganando. Las prósperas perspectivas a largo plazo de su economía de libre empresa contrastan de forma acusada con la decadencia gradual de una Unión Europea perdida en un mar de reglamentos, una situación que debemos solucionar antes de que sea demasiado tarde. Las relaciones Unión Europea-Estados Unidos, al igual que las existentes entre la Unión Europea y la India –cuyo Presidente, el señor Kalam, visita hoy nuestro Parlamento, un hecho que me complace especialmente–, constituyen una asociación basada en nuestros valores comunes de democracia, derechos humanos, libertad y seguridad.

En el escenario internacional, tendríamos que estar agradecidos a los Estados Unidos por estar dispuestos a asumir una responsabilidad desproporcionada en la lucha contra el terrorismo global, con su postura inflexible con respecto a la adquisición por parte de Irán de armamento nuclear. Es hora de que los Gobiernos de la Unión Europea den una respuesta similar. Los Estados Unidos han sido los primeros en solicitar que se impongan sanciones a Sudán en relación con el genocidio cometido en Darfur y se han opuesto a las exportaciones de armas a China. Asimismo, este país contribuye a aumentar la seguridad en Europa gracias al despliegue de misiles y de escudos antimisiles, y colabora actualmente con la Unión con vistas a defender los principios del «Cuarteto» para una paz árabe-israelí duradera. Por otra parte, también acogemos con agrado su compromiso con países como Georgia, Moldova, Belarús y Ucrania, en un intento de resolver distintos conflictos congelados.

Por último, debemos pedir juntos a Rusia que se convierta en un proveedor de energía fiable y que mantenga su compromiso con la democracia y los derechos humanos.

 
  
  

PRESIDENCIA DEL SR. McMILLAN-SCOTT
Vicepresidente

 
  
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  Erika Mann (PSE).(DE) Señor Presidente, solo voy a referirme a algunos aspectos importantes en relación con la idea del mercado transatlántico. Al escuchar a los diputados a este Parlamento, da la impresión de que las relaciones entre Europa y los Estados Unidos son increíblemente tensas, con sentimientos opuestos de frustración permanente, por un lado, y de entusiasmo constante, por el otro. Esto no constituye una base sólida para una relación; lo que necesitamos es un sano realismo. En este sentido, felicito a la Presidencia alemana del Consejo por haber retomado la idea del mercado transatlántico, una idea expuesta en numerosas resoluciones de esta Asamblea, que durante tantos años ha mantenido una intensa colaboración con los estadounidenses y también, por supuesto, con varias Presidencias del Consejo y con la Comisión. Doy las gracias a todos los que han participado en este trabajo.

Lo que necesitamos de cara al futuro es ese realismo sano, junto con un modelo, un marco regulador en el que se pueda ampliar la cooperación económica entre ambas partes, en el que estas puedan intensificar su colaboración y mirar juntas hacia el futuro. Sin embargo, el objetivo no es la coherencia sino, más bien, que dos sociedades y espacios económicos sigan se desarrollo de manera autárquica. Tendremos enfrentamientos en el futuro, pero eso es inherente al hecho de que no somos un espacio económico único, sino que existen diferencias en muchos ámbitos. Lo que necesitamos, no obstante, es este pragmatismo sano y espero que la Comisión y espero que las próximas Presidencias del Consejo se pongan manos a la obra y se esfuercen por fomentar este enfoque en muchos ámbitos.

También es evidente que no se trata solo de una cuestión económica; este modelo se ha visto refrendado repetidamente en numerosos debates sobre asuntos que van desde la protección del consumidor hasta la política sindical, y también goza de un enorme respaldo en toda la sociedad. Asimismo, diré que lo lógico es que los diputados a este Parlamento participen en el trabajo de cooperación ya que, sin lugar a dudas, se trata de un requisito indispensable para que se pueda desarrollar un modelo orientado hacia el futuro. Creo que el temor expresado por algunos diputados de que esto pueda perjudicar a los países en desarrollo carece de todo fundamento; no tiene sentido porque, por el contrario, mediante la cooperación vamos a ayudarlos en lugar de dividirlos.

 
  
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  Sophia in 't Veld (ALDE). – (NL) Señor Presidente, la Unión Europea tiene razón al criticar el método aplicado por el Gobierno Bush en la lucha contra el terrorismo. Y no se trata de una muestra de antiamericanismo como sugieren algunas acusaciones falsas y baratas formuladas en esta Asamblea, puesto que las críticas al Gobierno Bush y al modo en que esta hace caso omiso de los derechos humanos son mucho mayores en los propios Estados Unidos que en Europa. Sin embargo, no basta con quejarse de que los Estados Unidos impongan su política en Europa o con expresar nuestro desacuerdo al respecto. En lugar de lamentarse constantemente, convendría que la Unión Europea hable con una sola voz, porque solo de este modo lograremos hacer valer nuestros principios. Debemos mostrarnos como un interlocutor fuerte y creíble en el diálogo con los Estados Unidos, porque el embrollo originado por 27 voces de protesta no causará impresión alguna. Quiero llamar la atención sobre el hecho de que han sido los Estados Unidos, y no los europeos, los que han denunciado los escándalos de las entregas de prisioneros de la CIA, el caso SWIFT, las escuchas telefónicas ilegales o el abuso por parte del FBI de las cartas de seguridad nacional.

Para terminar, estoy a favor de unir fuerzas con los estadounidenses, siempre y cuando esto no se lleve a cabo a través de pequeños grupos no democráticos clandestinos, como el grupo de contacto de alto nivel, sino simplemente a través de procedimientos democráticos.

 
  
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  Mario Borghezio (UEN).(IT) Señor Presidente, Señorías, la Presidencia alemana ha marcado el comienzo de la mejora del clima de las relaciones transatlánticas y de un fortísimo compromiso de lucha contra el terrorismo. Todo esto contrasta, por ejemplo, con la política de un Estado miembro, o sea, la política exterior del Gobierno Prodi-D'Alema, una política ambigua, peligrosísima y quizás también suicida. Un Gobierno que es amigo de Hezbolá y dialoga con Hamás, por no hablar del apoyo prestado a Chávez y a Morales, así como las ambiguas negociaciones mantenidas con los talibanes para la liberación de un periodista. Todo esto choca con la mejora de las relaciones transatlánticas y hace que también la política europea parezca ambigua.

Creo que la Europa de los pueblos que intentamos representar no desea, sin duda, someterse a los Estados Unidos en todos los ámbitos, por ejemplo con respecto a los OMG, la política comercial y el asunto de Turquía, que pedimos a los Estados Unidos que reconsidere. Pero creo que las relaciones de Europa con los Estados Unidos deben inscribirse en el marco de una política de plena solidaridad, confianza recíproca y lealtad, conforme a la visión de Edmund Burke, porque lo que nos queda son los valores profundos que compartimos con ese país profundamente arraigado y auténtico, anclado en sus tradiciones y en sus valores históricos, religiosos y culturales.

 
  
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  Georgios Karatzaferis (IND/DEM). – (EL) Señor Presidente, no hace mucho Bush dijo lo siguiente refiriéndose directamente a Europa: «El que no está conmigo está contra mí». Ni siquiera Hitler hizo una afirmación de ese estilo.

¿Cómo podemos olvidarnos ahora de las palabras de este chantajista y correr tras él suplicando cooperación? ¿Acaso se ha votado en el Congreso una resolución similar a favor nuestro? ¿Acaso hemos olvidado el comportamiento de esa persona y de ese país en relación con los vuelos secretos sobre Europa? ¿Qué clase de cooperación queremos para la industria y la economía europeas con un país que se muestra despiadado? Nuestras industrias cumplen con los requisitos de Kyoto, a diferencia de las estadounidenses. ¿Cómo es posible que así exista cooperación alguna? ¿Cómo vamos a cooperar si tenemos una divisa «cara» y no podemos exportar nada, mientras que los estadounidenses lo hacen sin trabas?

Si pretendemos cooperar en un entorno comercial transatlántico, tendremos que ajustar las dos divisas. No nos podemos permitir ese lujo. Solo los productos estadounidenses se venden en todo el mundo. Si de verdad queremos que se hagan realidad los sueños de Europa, esto es, la libertad, la democracia y las relaciones internacionales, tendríamos que pedir la dimisión de Wolfowitz y Bush.

 
  
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  Jonathan Evans (PPE-DE).(EN) Señor Presidente, como Presidente del Diálogo Transatlántico de Legisladores, el martes de la semana pasada tuve el honor de encabezar la delegación parlamentaria en la reunión celebrada en el Congreso en Washington con la finalidad de informar acerca de los resultados de la Comisión Temporal sobre el supuesto uso de países europeos por la CIA para el transporte y la detención ilegal de prisioneros. Recibimos una respuesta contundente por parte del Presidente de la Subcomisión de Organizaciones Internacionales, el congresista Delahunt, de Massachusetts, quien no solo nos brindó su apoyo, sino que además dio las gracias al Parlamento por su trabajo en este asunto.

Era la primera vez que se celebraba una reunión de ese tipo, en este caso de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior, al amparo del DTL y en la sede del Congreso. Nuestro ponente, el señor Fava, dijo a nuestros colegas estadounidenses que hablaba mucho a su favor el hecho de que el Congreso fuera el primer órgano parlamentario en pedir a una comisión del Parlamento que compartiera y debatiera sus conclusiones. Nuestras críticas también se han dirigido a los Gobiernos europeos y a los Parlamentos nacionales, que todavía no han imitado el ejemplo del Congreso.

Como comenté en el Congreso, somos aliados que comparten los valores de libertad, democracia y Estado de Derecho, pero para promover estos valores en el resto del mundo debemos asegurarnos de que prevalezcan en nuestros propios países. Espero que esta iniciativa del Congreso, amparada por el DTL, sea imitada por las demás comisiones de este Parlamento en las próximas semanas y meses.

Este fin de semana voy a encabezar una pequeña delegación del Parlamento que asistirá a unos debates de alto nivel en Washington, paralelamente a la cumbre Unión Europea-Estados Unidos del lunes. Sé que el Consejo y la Comisión consideran que resulta altamente prioritario mejorar de forma significativa la intensidad y la regularidad del diálogo entre los legisladores transatlánticos. Para preparar esta cumbre se han presentado diversas ideas. Tendremos que esperar hasta el lunes parar ver cuántas llegan a cuajar. No obstante, es fundamental que en la declaración de la cumbre se refleje con claridad la necesidad de establecer un diálogo más estrecho.

Para terminar, cabe recordar que los tres Presidentes, el señor Barroso, el señor Bush y la señora Merkel, mantendrán una sesión informativa formal con el Diálogo Empresarial Transatlántico y con los presidentes de diferentes empresas mundiales, mientras que todavía no se ha programado ninguna reunión de ese tipo con los legisladores estadounidenses o europeos. Confío en que esto no vuelva a suceder en futuras cumbres.

 
  
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  El Presidente. Buena suerte con su delegación, señor Evans.

 
  
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  Hannes Swoboda (PSE).(DE) Señor Presidente, Señorías, aún recuerdo bien uno de los primeros discursos del señor Barroso, en el cual afirmó, y creo que con toda razón, que teníamos que tratar a los Estados Unidos como a nuestros iguales; en este caso, el objetivo es establecer una asociación económica. Estoy totalmente a favor de crear un mercado común en el que se reconozcan las normas internacionales de aceptación general, como las de la Organización Mundial del Comercio.

Sin embargo, lo que resulta inaceptable –y ya se ha mencionado– es que los Estados Unidos, o por lo menos el Gobierno Bush, de vez en cuando, y últimamente con mayor frecuencia, intenten pasar por alto las resoluciones de la ONU y otro tipo de normas ejerciendo presión sobre las empresas europeas y diciéndoles cómo deben actuar.

Se acaba de citar un ejemplo concreto ocurrido en Austria, donde los nuevos propietarios del BAWAG, un importante banco austriaco, se ven obligados a suspender toda relación comercial con sus clientes cubanos, lo cual resulta escandaloso; no corresponde al Gobierno estadounidense decidir el modo en que los bancos europeos deben dirigir sus negocios, de la misma manera que nosotros no podemos imponer decisiones similares sobre sus homólogos estadounidenses. Espero que la Comisión o el Consejo dejen clara su posición al respecto.

La Comisión ya me dio una respuesta clara a una pregunta sobre otro asunto relacionado, pero la respuesta correspondiente de la Secretaría del Consejo fue bastante imprecisa. Es preciso adoptar una posición firme e inequívoca para evitar que se aviven las llamas del antiamericanismo y para conseguir mantener una relación correcta y provechosa entre Europa y los Estados Unidos.

He de añadir que creo que el señor Wolfowitz debería dimitir; no podemos permitir que quienes luchan contra el fraude escondan sus trapos sucios. Esta es otra cuestión que debe ser abordada de forma conjunta por la Unión Europea y los Estados Unidos.

(Aplausos de la izquierda)

 
  
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  Anneli Jäätteenmäki (ALDE). – (FI) Señor Presidente, resulta positivo que en ambas orillas del Atlántico se reconozca que es preciso volver a levantar puentes de cooperación. Hasta la fecha, las relaciones transatlánticas se han basado en un conjunto de valores comunes y en una historia compartida. Sin embargo, tenemos que admitir que no podemos vivir de los elogios y los triunfos del pasado.

Durante la Segunda Guerra Mundial y una vez acabada esta, nos mantuvimos unidos por una visión común de los derechos humanos. Actualmente, creo que hay que preguntarse qué se ha hecho de con esa visión común. El éxito en la lucha contra el terrorismo exige que se respeten los derechos y las libertades fundamentales de los ciudadanos. Espero que en la cumbre también se debata esta cuestión.

Las elecciones al Congreso celebradas el pasado otoño anunciaban nuevos aires. Creo que la idea aquí propuesta de invitar a Nancy Pelosi a que intervenga en esta Cámara merece nuestro apoyo, ya que podría contribuir a fortalecer los puentes de cooperación entre el Parlamento Europeo y el Congreso.

 
  
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  Miloslav Ransdorf (GUE/NGL).(CS) Gracias, señor Presidente. La situación actual en Iraq muestra cuánta razón tenía el filósofo estadounidense Santayana al afirmar que quienes no aprenden de la historia están condenados a repetirla.

Cuando dio comienzo la invasión de Iraq, algunos Estados como Francia, Alemania y Bélgica se negaron a tomar parte en la operación. El entonces Ministro de Defensa Rumsfeld dividió a Europa en dos, la nueva y la vieja, y vio con malos ojos la postura adoptada por países como Francia y Alemania. En realidad, los que apoyaron el ataque contra Iraq fueron los países de la vieja Europa, los países que se mantuvieron fieles a las tradiciones de las guerras coloniales y a la arrogancia del poder.

Creo que la nueva Europa se basa en la tolerancia, el diálogo y el entendimiento mutuo entre civilizaciones, sin perder de vista los grandes logros de nuestro continente. Opino que si la Unión Europea representa en la actualidad la voz de la razón y de la dignidad humana en el mundo, cabe esperar que los Estados Unidos también se alíen con la voz de la razón y de la dignidad humana tras las próximas elecciones presidenciales en aquel país.

 
  
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  Paul Marie Coûteaux (IND/DEM).(FR) Señor Presidente, lo que estamos escuchando desde esta mañana sobre las denominadas relaciones transatlánticas –una expresión engañosa, ya que nuestras capitales mantienen relaciones muy diversas con los Estados Unidos– no nos tranquiliza.

En realidad, esta expresión oculta mal una relación de subordinación que me parece ir en aumento. Cedemos en todo. Ya se trate de la transmisión de datos personales por motivos diversos; ya de las sorprendentes cesiones de soberanía, vergonzosas para toda Europa, que son las prisiones secretas de la CIA y otros asuntos de ese tipo, que por lo demás se olvidan demasiado rápido; ya de nuestra complacencia al aceptar el propio término de «comunidad internacional», que no significa otra cosa que la potencia imperial y sus cómplices; ya de la posición general –de la que, por cierto, se sabe demasiado poco– que ocupa la embajada de los Estados Unidos en los órganos centrales de la Unión, esas relaciones ocultan mal intereses diferentes, principios diferentes y visiones diferentes al mundo.

Pido a los Estados miembros que muestren ante Washington, como intenta hacer Francia –admito que resultados diversos–, un poco más de dignidad y de espíritu de independencia, por el bien de Europa en su conjunto.

 
  
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  Alexander Radwan (PPE-DE).(DE) Señor Presidente, Señorías, intervengo hoy en nombre de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios en particular, en relación con el asunto de los mercados financieros, un ámbito en el que los europeos llevamos mucho tiempo envueltos en una red internacional y transatlántica de relaciones. Por tanto, y como experto en la materia, también hablaré sobre el proyecto de cooperación económica en el que participan Europa y los Estados Unidos, un proyecto que celebro y apoyo.

En particular, tenemos algunas reservas y también algo de experiencia en lo que respecta a la labor legislativa, que resumiré citando Basilea II y AFAS. En especial, dirijo mis comentarios al Consejo, ya que estoy en condiciones de poder advertir al señor Gloser de que debemos estar atentos a que las prerrogativas de este Parlamento y los derechos de Europa reciban el mismo trato que los de los Estados Unidos a la hora de establecer las normas, ya que en el caso de Basilea II los estadounidenses decidieron finalmente no implementar el paquete.

Asimismo, tenemos que considerar el tema de la normativa, cuál se debe aplicar y dónde; ¿tengo que recordar el caso de la Ley Sarbanes-Oxley? En repetidas ocasiones, hemos tratado con la Comisión sobre las consecuencias de la incursión de la «bolsa más innovadora» en Euronext. ¿Se aplicará la reglamentación estadounidense? Hasta la fecha, la Comisión ha afirmado que la decisión queda en manos del mercado de capitales.

BAWAG nos ofrece un ejemplo actual de cómo la normativa estadounidense interviene de manera directa en el mercado europeo con la intención de desvincularlo de las normas europeas. Es preciso que la Comisión manifieste con claridad su oposición al respecto y les pregunte cómo se atreven a hacer eso. Por supuesto, estimado señor Gloser, lo mismo vale para el Consejo y quisiera recordarle el caso de SWIFT; también en ese caso, la legislación europea se ha visto obligada a ceder paso a la estadounidense.

Insto a la Comisión a que por fin intervenga en relación con los fondos de alto riesgo, un sector en el que se está produciendo una invasión estadounidense y sobre el que se está desarrollando un debate a escala nacional. Se trata de un asunto de alcance mundial, que se está impulsando; la Comisión guarda un profundo silencio sobre el tema y el Comisario responsable se limita a responder con regularidad que así funciona el mercado.

A la hora de unir esfuerzos de cooperación internacionales, resulta especialmente importante evitar que se socave el control parlamentario y lo digo pensando sobre todo en el Consejo. Pienso en los debates sobre la comitología y en el comportamiento antidemocrático de los ministros de Asuntos Exteriores en Europa cuando insisto en que se debería consultar a esta Cámara con suficiente antelación sobre los proyectos futuros de esta clase, en lugar de presentarle hechos consumados.

 
  
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  Martine Roure (PSE).(FR) Señor Presidente, la semana pasada, la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior envió una delegación –que resultó ser muy útil– para abordar las cuestiones de exención de visado y protección de datos, en particular sobre la negociación de un Acuerdo PNR y, por supuesto, los problemas planteados por SWIFT. Es lamentable que para obtener respuestas a cuestiones que habíamos planteado en vano a nuestras instituciones, hayamos tenido que ir a Washington.

Para el Parlamento Europeo, es indispensable distinguir las negociaciones sobre la exención de visado y las relativas al PNR. Los Estados excluidos de la exención de visado están sufriendo un chantaje. En estos dos temas, no es aceptable ninguna negociación bilateral. Solo cabe contemplar acuerdos con el conjunto de la Unión Europea. Los ciudadanos están amparados por la legislación europea de protección de los datos, pero la legislación estadounidense excluye a los europeos y no les permite ninguna vía de recurso.

Por tanto, Europa debe proponer a mi juicio la negociación de un acuerdo global sobre el intercambio y la protección de datos personales con los Estados Unidos. Es nuestro deber proteger los datos de nuestros ciudadanos.

 
  
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  Jerzy Buzek (PPE-DE). – (PL) Señor Presidente, la posición de los Estados miembros de la Unión Europea oscila actualmente entre dos extremos: mantener una actitud distante hacia los Estados Unidos o apoyarles sin reservas en contra de los intereses europeos. Ninguna de las dos opciones es la acertada. La respuesta a la eterna pregunta –¿mayor competencia o mayor colaboración con los Estados Unidos?– está clara. En el mundo actual, la única opción posible tanto para los Estados Unidos como para la Unión Europea pasa por mantener una cooperación bien fundada y prudente.

Para empezar, podríamos cooperar de manera clara e incondicional en los sectores comercial y tecnológico. No hay necesidad de repetir investigaciones que ya se han completado en la otra orilla opuesta del Atlántico; aquí estamos más avanzados en materia de energías renovables, por ejemplo, y los Estados Unidos en cuestión de tecnologías limpias del carbón.

Abramos por completo nuestros mercados e intercambiemos sin trabas nuestras tecnologías. Mantengamos una colaboración más amplia en el contexto del Séptimo Programa Marco de la Comunidad Europea y de la Fundación Nacional para la Ciencia estadounidense. Dejemos de competir con tanta obstinación por los mercados del gas y el petróleo. Pongámonos de acuerdo para actuar conjuntamente. La diversificación es importante para las dos orillas del Atlántico.

 
  
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  Andrzej Jan Szejna (PSE). – (PL) Señor Presidente, las relaciones entre dos importantes potencias mundiales como los Estados Unidos y la Unión Europea siempre han despertado gran interés, no solo por su repercusión sobre el orden internacional, sino también por su complejidad y por la diversidad de asuntos a los que afectan.

Es preciso que todos los temas planteados en la resolución se consideren importantes y se debatan ampliamente en la próxima cumbre. Los esfuerzos de cooperación mutua de ambos interlocutores con vistas a reforzar el mercado transatlántico son un aspecto muy positivo. También considero que hay que dar un impulso renovado a estas relaciones y una de las formas de hacerlo sería actualizando la nueva agenda.

En la actualidad está aumento mucho la competencia internacional por parte de países como China, la India y Rusia. Por esto, mejorar la cooperación comercial y empresarial estableciendo una metodología común y evitando las discrepancias normativas es favorable para el desarrollo económico tanto de la Unión Europea como de los Estados Unidos.

Asimismo, quiero llamar la atención sobre un tema que dificulta en estos momentos las relaciones Unión Europea-Estados Unidos, a saber, el de los escudos antimisiles. Es preciso determinar públicamente si el asunto de los escudos antimisiles se debe resolver o no mediante una decisión política conjunta entre la OTAN y la Unión Europea en el marco de una política exterior y de seguridad común. Aunque reconozco que hay que apoyar a los Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo y en la protección de la seguridad mundial, esto no significa que debamos permitir la aparición de nuevas líneas divisorias en Europa. Unas divisiones que siguen existiendo en la Unión Europea, por ejemplo, en lo que respecta al régimen de visados. Los ciudadanos de los nuevos Estados miembros y de Grecia siguen estando discriminados a la hora de viajar a los Estados Unidos. Pido que se respeten los principios de cooperación leal y de no discriminación.

 
  
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  Bogdan Klich (PPE-DE). – (PL) Señor Presidente, desde hace varios años venimos pidiendo a los Estados Unidos que eliminen las restricciones que se imponen a algunos Estados Miembros en materia de visados. Sin embargo, la falta de progreso en este asunto ha generado un comprensible sentimiento de frustración en los países afectados, entre los que se encuentra Polonia. La política de visados estadounidense no debería distinguir entre ciudadanos europeos de primera y de segunda clase al permitir que unos viajen a los Estados Unidos libremente, mientras que otros se ven obligados a esperar con pacientemente que se les conceda el visado.

No obstante, desde el pasado mes de diciembre, los Estados Unidos se han mostrado dispuestos a introducir cambios en el Programa de Exención de Visado, al menos así se nos ha dicho desde el Capitolio y los Departamentos de Estado y de Seguridad Interior. Tenemos que aprovechar la oportunidad e instar a los Estados Unidos en la próxima cumbre a que tomen medidas reales y eximan de la exigencia de visado a todos los ciudadanos de la Unión Europea. Pido a la Presidencia y a la Comisión que así lo hagan. Al mismo tiempo, debemos asegurarnos de que el intercambio de datos personales de quienes viajan a los Estados Unidos no infrinja las normas en materia de protección de datos.

 
  
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  Helmut Kuhne (PSE).(DE) Señor Presidente, quiero comentar la declaración del Presidente en ejercicio del Consejo de que en la cumbre se pedirá que el Programa de Exención de Visado se haga extensivo a todos los ciudadanos de la Unión Europea. Se trata de un anuncio muy importante, ya que si eso se consigue, todos los ciudadanos de la Unión Europea podrán experimentar los efectos prácticos de la política europea y se pondrá fin a la división que existe entre ellos en ese aspecto y que usted ya ha recordado.

En materia de política de seguridad, los europeos podemos estar orgullosos de que el enfoque político que hemos defendido –con su combinación de diplomacia, presión y ofertas a Irán– haya sido adoptada ahora por la Unión Europea y los Estados Unidos. Además, este enfoque ha conseguido unir a la comunidad mundial, a diferencia de otros planteamientos que habían provocado su distanciamiento.

No obstante, dado que existe una política aceptada por todos, inevitablemente se plantea un interrogante en relación con el programa antimisiles, al que muchos han hecho referencia. Si estamos convencidos de que este enfoque conjunto promete obtener resultados satisfactorios, entonces lo que habría que plantearse en todos los debates sobre el emplazamiento de los misiles y sobre quiénes van a participar es lo siguiente: si estamos seguros de que es posible conseguir por medios pacíficos y a través de las negociaciones que Irán renuncie a su armamento nuclear, por qué es tan urgente que se adopte justamente ahora una decisión sobre el emplazamiento de esos misiles. Puesto que los participantes en este debate sobre política de seguridad todavía no han aportado respuesta alguna, me complacería mucho que se incluyera esta cuestión en la agenda.

 
  
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  Avril Doyle (PPE-DE).(EN) Señor Presidente, como ha dicho la señora Merkel, necesitamos una nueva y ambiciosa alianza económica entre los Estados Unidos y la UE, pero esta debe venir acompañada de una nueva y ambiciosa alianza en el terreno ambiental.

En la reciente reunión de Ministros de Medio Ambiente del G-8 se acordó aprobar el informe científico, revisado por homólogos, de 2 500 científicos de todo el mundo que señala que el cambio climático provocado por el ser humano se está acelerando y que tiene consecuencias no solo para el entorno natural, sino también para el crecimiento y el desarrollo económicos, los niveles de pobreza en el mundo, la seguridad internacional y el abastecimiento energético. Por unanimidad se acordó que el cambio climático exige la adopción de «medidas inmediatas» y «respuestas políticas rápidas y decididas». Sin embargo, el acuerdo no fue tan amplio, lo que resulta lamentable pero no sorprendente, respecto a cuáles deberían ser estas respuestas políticas. En el apartado 16 de nuestra propuesta de resolución menciona la decepción que nos causa que los Estados Unidos se hayan negado a cambiar de posición con respecto a los objetivos en materia de emisiones y la creación de un régimen mundial de comercio de emisiones de dióxido de carbono.

Sin embargo, con el informe Stern, las recientes elecciones en los Estados Unidos, el informe del IPCC y las crecientes exigencias de ciudadanos de ambos lados, me parece que el diálogo y la cooperación transatlánticos en materia de cambio climático está intensificándose realmente y deberá conducir a un acuerdo para el período a partir de 2012 que incluya a los Estados Unidos.

 
  
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  Adrian Severin (PSE).(EN) Señor Presidente, vengo de una parte de Europa en la que los Estados Unidos se consideraban y se siguen considerando una potencia europea.

No hay ningún problema global, desde Oriente Próximo y los Balcanes hasta la energía y el cambio climático, que no pueda ser resuelto si la Unión Europea y los Estados Unidos actúan conjuntamente. Este debería ser el principio primordial en el que debe basarse la asociación transatlántica.

Los conceptos democráticos y la retórica de los Estados Unidos y de la Unión Europea a menudo difieren, pero tan solo son dos dialectos de la misma lengua, y esta lengua tiene sus raíces en los mismos valores fundamentales. Debemos partir de esa base e insistir durante la cumbre que nuestros amigos estadounidenses regresen al principio de «juntos cuando sea posible, solos si es necesario», y abandonar el pujante principio de «solos cuando sea posible, juntos si es necesario».

Uno de los problemas del diálogo transatlántico es que no hablamos con una sola voz. Otro problema es que no siempre hemos reconocido la existencia de distintas escuelas de pensamiento en los Estados Unidos. Debemos alentar a aquellos que desean regresar al realismo y desalentar la continuación del unilateralismo neoconservador.

Si queremos lograrlo, debemos intentar eliminar las asimetrías y diferencias que existen en el ámbito de la investigación, la mejora tecnológica y el gasto en seguridad.

Por último, deseamos felicitar a la Presidencia alemana por sus ambiciosas ideas sobre la alianza transatlántica. Ya es hora de trabajar por una zona transatlántica de libre comercio que allane el camino a la cooperación transatlántica institucionalizada. Necesitamos más colaboración y menos rivalidad.

 
  
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  Georgios Papastamkos (PPE-DE).(EL) Señor Presidente, es bien sabido que la Unión Europea y los Estados Unidos son los actores principales de la política comercial internacional. En mi calidad de miembro de la Comisión de Comercio Internacional, quiero manifestar que el entendimiento entre ambos interlocutores y el hecho de que se mantenga una relación armoniosa y funcional no solo genera resultados positivos bilaterales. Sus efectos se dejan sentir en el sistema de comercio multilateral en general y afectan a la balanza comercial en escala mundial, no solo desde el punto de vista del poder político, sino también de la interdependencia económica.

Cuanto más se consolide la convergencia política y comercial, más evidentes resultarán los efectos de la cooperación política y económica internacional. Las voces que se alzan en contra del sistema de comercio multilateral en el marco de la OMC solo dejan margen para la fragmentación del sistema de comercio mundial y el retorno al bilateralismo, como única alternativa.

Señorías, ¿creen que la disciplina de la OMC permitirá la existencia de un importante mercado euroatlántico liberado, que en la actualidad abarca un 40 % del comercio mundial? ¿Qué consecuencias tendrá para los demás países, en especial para los países en desarrollo?

 
  
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  Richard Falbr (PSE).(CS) Señor Presidente, Señorías, a lo largo de su historia, los bomberos checos han entrado en conflicto con dos conceptos de la política exterior de los Estados Unidos, el concepto del faro y el del cruzado. La Doctrina Monroe de 1823 y las acciones de Roosevelt en 1904, es decir, el derecho de intervención, y las actuales intervenciones en la zona del Caribe –Haití, Panamá, la República Dominicana, Cuba y Guatemala– constituyen ejemplos significativos de una práctica centenaria ahora resucitada. Desde la memorable cumbre de la OTAN en Washington durante el bombardeo de Serbia, ha quedado claro que los Estados Unidos pueden apañárselas perfectamente sin el Consejo de Seguridad y la OTAN.

En paralelo a la globalización económica, ha surgido una globalización del intervencionismo militar. La Administración Bush ha retrocedido con ello un siglo. Esto no puede seguir así. Es preciso que los Estados Unidos recuerden que no se puede tirar por la borda el Derecho internacional, que la tortura es un instrumento que no consigue resultados creíbles y que la democracia no puede ni debe exportarse con el uso de bayonetas.

Estoy a favor de las relaciones transatlánticas, siempre y cuando se desarrollen en igualdad de condiciones, sin la clase de comportamiento servil tan característico de algunos de los nuevos Estados miembros.

 
  
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  Antonio Tajani (PPE-DE).(IT) Señor Presidente, Señorías, hoy se celebra en Italia la Fiesta de la Liberación Nacional, el fin de la dictadura y de la guerra. Pero no podríamos recordar el 25 de abril de 1945 si no hubiese sido también por el sacrificio de miles y miles de jóvenes estadounidenses. Después del nazismo, Europa no habría podido derrotar también al comunismo sin la generosidad de los Estados Unidos.

Al hablar de relaciones transatlánticas no podemos olvidar a quien luchó por nuestra libertad porque comparte los valores fundamentales de nuestra sociedad occidental. Por este motivo, las relaciones con la democracia más importante del mundo deben constituir un punto cardinal de la política europea, desde la lucha contra el terrorismo y a favor de la seguridad hasta la lucha contra el narcotráfico, desde la búsqueda de la libertad energética hasta la cuestión del cambio climático.

En este contexto, Europa debe apoyar la propuesta Merkel de crear una zona de libre comercio transatlántico. Estoy convencido también de que el nacimiento de un futuro ejército europeo no debe entrar en conflicto con la OTAN, que es un instrumento útil para la ONU y para la seguridad de todos nosotros.

No obstante, del mismo modo que Europa necesita a los Estados Unidos, estos no pueden prescindir de una Europa fuerte, capaz de ser un interlocutor leal, creíble y fiable, además de protagonista esencial en la defensa de los valores comunes en que se basan nuestras democracias y la de los Estados Unidos.

 
  
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  Günter Gloser, Presidente en ejercicio del Consejo. (DE) Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, aunque intentaré ser muy breve, pues ya es tarde, quiero expresarles mi agradecimiento por este intenso y sincero debate.

Un punto esencial que ha quedado claro es que es mejor hablar con otros que sobre otros. Del contacto mantenido entre los diputados a este Parlamento y los diputados del Congreso de los Estados Unidos se desprende que la comunicación es el único modo de aprender unos de otros y llegar a comprenderse mejor.

Las relaciones transatlánticas han sido importantes en el pasado y también lo serán en el futuro, sobre todo en vista de los desafíos que afrontamos conjuntamente en la Unión Europea, en forma de problemas relacionados con la energía y el cambio climático, pero también, por ejemplo, en lo que respecta a la lucha contra el terrorismo internacional. Nuestras relaciones con otros actores económicos destacados demuestran que la única manera de encontrar soluciones a estos problemas es trabajando juntos, y no enfrentándonos. La señora Mann ha dicho antes que en este contexto de nada sirven ni la frustración, ni el entusiasmo declarado, y el pragmatismo al que se han referido ustedes es la actitud que debemos adoptar, porque este es esencial en todos los diálogos en curso con los Estados Unidos.

Se han expresado varias críticas, no solo en relación con los temas de seguridad que interesan a los Estados Unidos, sino también a cuestiones de interés para la Unión Europea, como por ejemplo, las normas de protección de datos, los datos de pasajeros y el caso SWIFT. Todas estas cuestiones se están considerando abiertamente, sin evasivas, y la Comisión y la Presidencia ya han dejado claro que todas ellas se tratarán con los estadounidenses. Permítanme que destaque una vez más el tema de la exención de visados. Es preciso que no existan diferencias de trato en el seno de la Unión Europea en lo que respecta a la decisión sobre quién podrá viajar a los Estados Unidos sin visado; todos los ciudadanos de los Estados miembros de la Unión Europea deben tener esta oportunidad, puesto que los Estados Unidos tienen que negociar la Unión Europea.

Si me lo permitan, quisiera comentar otras observaciones críticas. Creo que, en determinados conflictos internacionales, la Unión Europea ha abandonado el unilateralismo para acercarse a una especie de multilateralismo. Y así ha logrado que los Estados Unidos participen en sus iniciativas en relación con Irán, en las que también se han mantenido consultas y una colaboración con China y Rusia. Del mismo modo se han dar pasos importantes. Sé que los diputados a este Parlamento nunca podrán darse por satisfechos con los progresos conseguidos hasta la fecha en relación con Oriente Próximo. Sin embargo, tras el conflicto entre el Líbano e Israel, se propugnó con bastante entusiasmo de la reactivación del Cuarteto para Oriente Próximo y que esos asuntos se aborden en colaboración con los Estados Unidos resulta muy constructivo. Espero que esta cumbre entre la Unión Europea y los Estados Unidos permita sentar las bases necesarias para debatir en el futuro los asuntos de importancia crítica. Una alianza o una relación no se deben considerar lastradas por el mero hecho de que haya discusiones en su seno.

 
  
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  Vladimír Špidla, miembro de la Comisión. (DE) Señor Presidente, Señorías, por supuesto que este debate ha cobrado cierta profundidad y quisiera tomarme la libertad de extenderme más de lo habitual. Se han planteado muchas líneas argumentales interesantes y considero que sería positivo darles una respuesta adecuada.

Celebro que la Cámara opine que deberíamos trabajar conjuntamente con los Estados Unidos para encontrar soluciones multilaterales a los retos que hemos de afrontar juntos, lo cual apoyo sin reservas. Quisiera asegurarles que estamos trabajando duramente para garantizar que la declaración que salga de la cumbre entre la UE y los Estados Unidos exprese en términos suficientemente claros nuestra firme voluntad compartida de reforzar el mandato de las Naciones Unidas y de dotar a esta organización de los instrumentos necesarios para que pueda desempeñar sus funciones.

En la cumbre entre la UE y los Estados Unidos instaremos a este país a que recurra de forma preferente a las Naciones Unidas para resolver crisis como las de Irán, Sudán y Afganistán, y por supuesto a que siga el planteamiento del «Cuarteto» en el proceso de paz en Oriente Próximo.

El cambio climático constituye otro ejemplo contra el que el planteamiento multilateral es el único modo efectivo de actuar. En la cumbre nos esforzaremos por garantizar el apoyo estadounidense al inicio de las negociaciones en el marco global durante las conversaciones convocadas por las Naciones Unidas en Bali (Indonesia) en diciembre.

La Comisión ha respaldado en numerosas ocasiones los esfuerzos de todas las Presidencias del Consejo por dejar claro a las Naciones Unidas nuestra obligación de refrendar de forma incondicional la aplicación del derecho internacional a las cuestiones humanitarias y los problemas de derechos humanos. Quisiera recordar a la Cámara que fue la UE, en la Cumbre de 2006, la que provocó que el Presidente Bush manifestase su deseo de que se cerrase Guantánamo y que los presos que quedaban allí fuesen llevados ante un tribunal o puestos en libertad. Las preocupaciones manifestadas por sus Señorías constituyen algunas de las principales razones por las que se ha iniciado el diálogo de la troika de la UE con el asesor jurídico del Departamento de Estado estadounidense.

Asimismo, celebro la idea de que se intensifique el diálogo entre los diputados al Parlamento Europeo y los congresistas estadounidenses. El diálogo entre los parlamentarios de ambas partes constituye un importante pilar de la relación entre la UE y los Estados Unidos. La Comisión ha sido firme en sus esfuerzos por garantizar una mayor implicación de las instituciones legislativas en las relaciones trasatlánticas y fue concretamente la Comisión la que estableció el diálogo trasatlántico entre ellas. Los miembros de estas instituciones podrían situarse en una postura incluso más fuerte si celebrasen la reunión anual de «temas de alto nivel» inmediatamente antes de la cumbre entre la UE y los Estados Unidos, como es habitual con el diálogo económico trasatlántico.

Como es costumbre, este año la Comisión se ha esforzado por hacer que nuestros anfitriones estadounidenses impliquen a los órganos legislativos en los eventos que se celebran al margen de la cumbre; que yo sepa, el actual plan de los estadounidenses consiste en invitar a los representantes de los «temas de alto nivel» a una reunión informativa de altos funcionarios de la Unión Europea y los Estados Unidos que se celebrará la tarde siguiente a la cumbre.

Nuestro objetivo consiste en que, dentro del nuevo acuerdo político sobre la promoción de relaciones económicas bilaterales, se designe una figura política de cada bando para hacer que el proceso de la cumbre Unión Europea-Estados Unidos avance, y hemos sugerido a los Estados Unidos que estas personas o contactos, como se denominan, estén asesorados por un pequeño grupo informal formado por personas elegidas entre los órganos legislativos, las asociaciones empresariales y los grupos de consumidores.

Nuestros objetivos compartidos desde el punto de vista del desarrollo y el uso de energías respetuosas con el medio ambiente abarcan, a medio plazo, en su mayor parte el uso de carbón libre de emisiones, el desarrollo y el uso de fuentes de energía renovables –concretamente biocarburantes– y la promoción de la eficiencia energética, áreas en las que nos esforzaremos por establecer objetivos que cumplan los requisitos tanto para la Unión Europea como para los Estados Unidos, a cuya promoción nos limitaremos en exclusiva. La UE trabajará basándose en la sólida plataforma política acordada en la reunión del Consejo Europeo de 9 de mayo.

Volviendo a la cuestión del visado, debo destacar que el compromiso del Gobierno estadounidense de reformar el sistema es algo que debemos celebrar, aunque, dado que sería algo prematuro adoptar ahora una postura sobre la reforma del programa de visados de este país, debemos esperar a ver el documento final, que podría ser aprobado por el Congreso de los Estados Unidos incluso antes del verano. Solamente entonces estará la Comisión en posición de juzgar si el nuevo programa constituye un avance desde el punto de vista de una mayor reciprocidad entre la UE y los Estados Unidos.

Nuestra postura, que ha estado muy clara desde el principio, consiste en que los ciudadanos de la UE deberían poder entrar en los Estados Unidos sin necesidad de visado, al igual que sucede con los ciudadanos estadounidenses que quieren entrar a la UE. Hemos planteado estas cuestiones a los Estados Unidos a todos los niveles y hemos solicitado que el programa de exoneración de visados se amplíe a todos los Estados miembros de la UE, garantizando así un trato igualitario para todos los ciudadanos de la Unión.

Las negociaciones sobre los datos de pasajeros de compañías aéreas comenzaron en Washington el 26 de febrero y esperamos concluirlas a finales de julio, es decir, para cuando venza el actual acuerdo sobre los datos de registro de pasajeros (PNR). Durante la semana pasada hemos celebrado nuevas conversaciones constructivas con los Estados Unidos, sobre las que el Vicepresidente Frattini podrá facilitarles información más detallada.

También pretendemos asegurar medidas de seguridad similares para SWIFT con el fin de garantizar la adecuada protección de los datos de los ciudadanos europeos en los Estados Unidos y seguimos trabajando con este país para llegar a un acuerdo a largo plazo sobre una serie de principios generales para la protección de datos. El diálogo entre expertos de ambas partes ha sido fructífero hasta el momento, pero todavía no hemos llegado lo suficientemente lejos como para poder negociar un acuerdo formal.

También se ha hecho referencia a la cuestión del escudo antimisiles. Refrendo plenamente lo dicho por el señor Solana a la Cámara el 29 de marzo sobre este tema: que la UE no es una alianza de defensa y que, conforme a los tratados, en este campo la soberanía recae en los Estados miembros, aunque cabe señalar que esto no quiere decir que la UE no se vea afectada por esta cuestión. Dado que la UE tiene una Política Exterior y de Seguridad Común, además de una Política Europea de Seguridad y Defensa, y que las cuestiones de interés común, entre ellas las relaciones entre la UE y Rusia, podrían verse afectadas, me parece importante que se busque la oportunidad de celebrar un debate sobre esta materia en el ámbito de la UE.

El caso BAWAG es muy interesante, pero hasta el momento la Comisión no dispone de información alguna relativa a que BAWAG haya dado ese paso; la Comisión debería haber sido informada al respecto en caso de que hubiese tomado dicha decisión, ya que este tipo de extraterritorialidad no es aceptable conforme a nuestras leyes. Los hechos de este caso son poco claros por el momento, pero, en términos generales, los reglamentos europeos no permiten este tipo de medidas ni una extraterritorialidad así.

El término «contactos económicos» no debe utilizarse para hacer referencia a una simple liberalización, sino al acuerdo de cuestiones que preocupan a ambas partes de forma que pueda hacerse un verdadero uso del potencial económico a ambos lados del Atlántico.

Estoy seguro –hecho también reflejado en este debate– de que las relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Europea, y las cuestiones de interés común que comparten, son muy importantes y que para Europa no existen relaciones más importantes que esta; no hay prácticamente ninguna cuestión prioritaria en la que Europa y los Estados Unidos no compartan un interés y una implicación común, por lo que –como ya se ha expresado claramente– deberíamos tratar a los estadounidenses como iguales y participar en un diálogo realmente racional, pero al hacerlo no debemos perder de vista nuestros valores europeos comunes.

 
  
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  El Presidente. Muchas gracias, señor Comisario, por abreviar lo que a todas luces era una intervención mucho más larga.

He recibido siete propuestas de resolución(1), presentadas de conformidad con el apartado 2 del artículo 103 del Reglamento.

El debate queda cerrado. La votación tendrá lugar hoy.

Declaraciones por escrito (artículo 142 del Reglamento)

 
  
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  Pedro Guerreiro (GUE/NGL), por escrito. – (PT) Uno de los eventos destacados del inicio de la Presidencia Alemana de la UE fue el viaje de la señora Merkel a los Estados Unidos, cuyo objetivo era renovar la propuesta germana de asociación estratégica entre la UE, Alemania y los Estados Unidos que persigue un «liderazgo mundial compartido», en un momento en el que se consideraba que el Gobierno Bush pasaba por importantes problemas y parecía estar cada vez más aislada.

En el contexto de la rivalidad/conciliación entre las principales potencias capitalistas europeas –con Alemania a la cabeza– y los Estados Unidos, la situación actual puede caracterizarse como un intento por relanzar las denominadas relaciones trasatlánticas. La cumbre Unión Europea-Estados Unidos que se celebrará el 30 de abril es el resultado de los intentos por superar las diferencias, dejar los desacuerdos a un lado y realinear las agendas económicas y militares a ambos lados del Atlántico Norte.

Una de las prioridades de la agenda de debate señalada por la señora Merkel es el refuerzo de la «nueva asociación económica trasatlántica» con el objetivo de establecer un «mercado trasatlántico sin barreras» en los próximos años.

Estos esfuerzos –liderados por la señora Merkel y su coalición social demócrata de derechas– llegan en un momento en el que los Estados Unidos están reforzando sus raíces militares en Europa con la creación de nuevas bases militares y con sus planes de instalar sistemas antimisiles, que constituyen nuevas amenazas para la paz.

Maquinaciones imperialistas...

 
  

(1)Cf. Acta.

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