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Procedimiento : 2009/2558(RSP)
Ciclo de vida en sesión
Ciclos relativos a los documentos :

Textos presentados :

RC-B6-0185/2009

Debates :

PV 23/04/2009 - 13
CRE 23/04/2009 - 13

Votaciones :

PV 24/04/2009 - 7.22
Explicaciones de voto

Textos aprobados :

P6_TA(2009)0330

Acta literal de los debates
Jueves 23 de abril de 2009 - Estrasburgo Edición DO

13. Conclusiones de la Cumbre del G-20 (debate)
Vídeo de las intervenciones
PV
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  Presidente . − El siguiente punto del orden del día son las declaraciones del Consejo y de la Comisión sobre las conclusiones de la cumbre del G-20.

 
  
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  Petr Nečas, Presidente en ejercicio del Consejo. – (CS) Señor Presidente, Señorías, el pasado 2 de abril de 2009 se celebró en Londres una reunión de los Jefes de Estado y de Gobierno del G-20 con el objetivo de adoptar nuevas medidas para ayudar a la recuperación de la economía global y evitar que se repitan crisis de esta magnitud en el futuro. Durante la reunión, los Jefes de Estado y de Gobierno prometieron hacer todo lo necesario para restaurar la confianza, el crecimiento económico y el empleo, reparar el sistema financiero y reactivar el mercado crediticio, reforzar la regulación de las finanzas, restaurar la confianza en el mercado y financiar y reformar las instituciones financieras internacionales para que pudieran ayudar de manera efectiva a afrontar la crisis actual y a prevenir futuras crisis. Asimismo, los Jefes de Estado y de Gobierno se comprometieron, en aras de aumentar el bienestar y la prosperidad en todo el mundo, a fomentar las inversiones y el comercio global y a rechazar el proteccionismo, además de preparar sus respectivas economías para una recuperación y un crecimiento sostenible, inclusivo y respetuoso con el medio ambiente.

Gracias a sus propuestas y actitudes, la UE tuvo un papel muy significativo en esta reunión. En muchos campos, si no en la mayoría, la UE y los representantes de los países europeos del G-20 fueron los más activos, o estuvieron entre los más activos, en los grupos preparatorios y tuvieron una gran influencia en la amplitud del consenso que se alcanzó y en la forma final de las propuestas acordadas. Estamos hablando de temas como la regulación y supervisión de los mercados financieros, la transparencia del sistema financiero, el rechazo del proteccionismo, la presión para finalizar la Agenda de Doha para el Desarrollo y las medidas para fomentar la recuperación económica, como la defensa de la necesidad imperiosa de sanear el sector financiero eliminando los activos tóxicos y sentando las bases para crear una economía global sostenible de cara al futuro. Finalmente, hay que destacar el compromiso de los países de la UE de proporcionar una inyección económica al FMI, que no solo influyó en la disposición de otros países a colaborar sino que, por encima de todo, tuvo un papel importante, si no fundamental, en la decisión de estabilizar las economías que no podían salir solas del agujero. Esta ayuda no se materializará en soluciones ad hoc ni en medidas de asistencia bilateral, sino en el uso sistemático de las instituciones internacionales que existen con este fin. De este modo reforzaremos financieramente estas instituciones y, al mismo tiempo, les devolveremos la autoridad y el respeto que se merecen.

Es por ello que me gustaría analizar desde la distancia lo que puede suponer la cumbre del G-20 de Londres para la economía mundial y para la UE en particular.

Empezaré echando la vista atrás, al año 1933. En junio de 1933, los representantes de 66 países se reunieron en Londres para intentar consensuar un plan para recuperar le economía mundial, sumida en una gran crisis económica. La Conferencia Internacional Económica y Monetaria de Londres, que tenía como objetivo estimular el comercio mundial, estabilizar los precios y recuperar el patrón oro como base del sistema monetario, fue organizada por la Liga de Naciones y se celebró en medio de una situación económica global parecida a la de hoy en día. Sin embargo, transcurrido un mes, la conferencia terminó en un rotundo fracaso, con la subsiguiente pérdida de confianza, el recrudecimiento del hundimiento económico y una cadena de devaluaciones de monedas, con las que los países buscaban reforzar sus propias economías a expensas de las del resto del mundo. Los Estados europeos se encerraron en sí mismos, y la economía estadounidense inició una fase de aislacionismo que duraría muchos años. A medida que la recesión se transformaba en una profunda depresión económica, el desempleo y las tensiones sociales aumentaron y las consecuencias políticas condujeron a la Segunda Guerra Mundial. En las semanas previas a la cumbre de Londres de 2009, resultaba difícil no recordar los paralelismos con la cumbre de 1933. Afortunadamente, parece que, al menos por ahora, el mundo ha aprendido de esta pésima experiencia.

Tras muchos meses de esperanzas y expectativas frustradas, poca confianza en los mercados y una recesión cada vez más profunda, era casi un imperativo político que la cumbre del G-20 fuese un éxito. Sin embargo, las dificultades para alcanzar un acuerdo fueron enormes si tenemos en cuenta las expectativas tan diversas de los diferentes grupos y países presentes y el hecho de que algunas de estas expectativas no eran demasiado realistas. Señorías, todavía es demasiado pronto para decir si la reunión del G-20 fue un éxito o un fracaso. No obstante, las semanas que han transcurrido desde la reunión nos permiten ser prudentemente optimistas y pensar que quizás si haya sido un punto de inflexión en esta recesión global y que también puede convertirse en un acontecimiento histórico clave en la cooperación económica global. Es posible que incluso resista el paso del tiempo y se le dé la misma importancia histórica que a la Conferencia de Bretton Woods de 1944, que definió las líneas maestras de la cooperación económica global durante un cuarto de siglo y que sigue teniendo influencia incluso 60 años después.

Sin embargo, la importancia histórica de las ideas planteadas en la cumbre del G-20 solo quedará clara cuando todos los compromisos adquiridos por los participantes en la cumbre se hayan puesto en práctica, si es que eso se consigue. A pesar de esta necesaria cautela, hay cuatro razones por las que la reunión del G-20 de Londres puede considerarse un buen primer paso de cara a la recuperación económica y hacia una economía global y un modo de adoptar decisiones económicas más sostenibles.

La primera razón es que el G-20 consiguió aumentar la confianza en la economía y en los mercados. Aunque por el momento el aumento de confianza no ha sido muy destacable, es normal que pase tiempo hasta que las cosas vuelvan a la normalidad. Lo más importante desde la perspectiva de aumentar la confianza en la economía fue el propio comportamiento de los países del G-20. Ante el profundo hundimiento de la economía global, se mantuvieron unidos y llegaron a un amplio consenso.

En el actual período de incertidumbre, también resultó de vital importancia que los participantes en la reunión del G-20 confirmasen los paradigmas económicos fundamentales: el núcleo o la base de la recuperación de la economía global deben ser los puestos de trabajo, las necesidades y los intereses de las personas de todo el mundo a las que no les asusta trabajar, tanto en los países ricos como en los pobres. El punto central de nuestro plan para la recuperación global deben ser las necesidades y los intereses no solo de los trabajadores actuales, sino también los de las generaciones futuras. La recuperación no debe suponer una carga para nuestros hijos y nietos. La única fórmula fiable para conseguir un crecimiento, una prosperidad y una globalización sostenibles es contar con una economía mundial abierta, basada en los principios del libre mercado, una regulación eficaz e instituciones globales fuertes.

En segundo lugar, la cumbre del G-20 envió una clara señal, la más intensa de los últimos 60 años, de que el mundo volvía al multilateralismo a la hora de tomar decisiones sobre temas con consecuencias globales. En las conclusiones de la cumbre, los Jefes de Estado y de Gobierno reafirmaron su convicción de que la prosperidad es indivisible y que si queremos un crecimiento económico sostenido, los diferentes países deben compartir su crecimiento con el resto. Si hay que aprender una lección de la crisis actual es que todos compartimos el mismo destino en lo referente a la economía. Todos viajamos en el mismo barco, países grandes y pequeños, países abiertos y países encerrados en sí mismos. La interconexión de nuestras economías nos ha aportado grandes beneficios durante los últimos 10-15 años, que han supuesto un largo período sin conflictos importantes, con unos niveles de prosperidad sin igual y el crecimiento económico global más rápido en toda la historia de la humanidad, además de ofrecer la oportunidad de salir de la pobreza extrema a centenares de millones de personas. Estos años de prosperidad han permitido ampliar los mercados a nuestros productores, moderar la inflación y reducir el desempleo. De ninguna manera debemos renunciar a estos avances, por lo que es de vital importancia que coordinemos nuestras políticas, tanto en tiempos de abundancia como cuando toca estrecharse el cinturón, y la cumbre del G-20 confirmó esta idea.

En tercer lugar, los Jefes de Estado y de Gobierno reunidos en Londres llegaron a consensos considerados casi imposibles hace solo un año o incluso nueve meses. Los compromisos adquiridos en Londres han coronado tres meses de intensos debates a nivel de trabajo y supusieron un gran avance. Si se cumplen y ponen en práctica, no hay duda de que serán unos buenos fundamentos para evitar futuros problemas, de modo que podamos evitar la repetición de crisis tan destructivas como la actual en las décadas venideras.

En cuarto lugar, la cumbre supuso un cambio en la forma del espacio de la cooperación económica global que conducirá a una nueva división de poderes. Las principales economías emergentes consiguieron que se reconociese plenamente su papel en la economía global. Los países desarrollados y las potencias emergentes también reconocieron conjuntamente que la estabilidad y la prosperidad de los países pobres y de los grupos sociales más vulnerables en todos los países del mundo es beneficioso para todos. Se trata de un cambio estratégicamente significativo. Esto significa que Europa tendrá que luchar con una nueva visión y con políticas sofisticadas para preservar su posición en la élite de la economía global. El tamaño de la economía de la UE y la herencia del pasado no serán suficientes para mantener el importante papel estratégico de Europa en los futuros procesos de toma de decisiones económicas globales.

Sin embargo, desde una perspectiva europea, la cumbre de Londres fue todo un éxito. Todas las prioridades de los líderes de los Estados miembros de la UE, consensuadas en las conclusiones del Consejo Europeo de los días 19 y 20 de marzo de 2009, obtuvieron el respaldo del resto de países. Los líderes presentes en la cumbre del G-20 de Londres rechazaron el proteccionismo, se comprometieron a implementar políticas económicas responsables y sostenibles, apoyaron el multilateralismo y respaldaron todas las prioridades relacionadas con la regulación del sector financiero que los Estados miembros de la UE consideraban fundamentales. Como ya hemos dicho, los miembros de la UE fueron los más activos o estuvieron entre los más activos en las diversas negociaciones que hubo. Sin embargo, todavía quedan preguntas sin responder tras la cumbre del G-20.

Primero, en el campo de la supervisión y la regulación del sistema financiero, a pesar de los grandes avances de los últimos meses, todavía quedan por resolver una serie de temas, en los que estamos trabajando. Evidentemente, a escala europea disponemos de una hoja de ruta y un calendario claramente definidos para los próximos dos meses, y también hemos hecho un reparto de funciones entre la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, el Consejo de Asuntos Económicos y Financieros —el Ecofin— y el Consejo Europeo de junio. El programa incluye, entre otras cosas, la tarea inmediata de adoptar medidas resolutivas en el campo de las normas de contabilidad que permitan que los bancos europeos operen en condiciones equiparables a los norteamericanos.

Segundo, en el campo del comercio global, los líderes del G-20 confirmaron en Londres su compromiso, ya adquirido en la reunión de Washington, de no erigir nuevas barreras comerciales. La cumbre del G-20 también ratificó el compromiso de completar la Agenda de Doha para el Desarrollo «con unos resultados ambiciosos y equilibrados». Sin embargo, este compromiso ya se había adoptado en la reunión del G-20 celebrada en noviembre del año pasado, en la que los jefes de estado y de gobierno incluso prometieron llegar a un acuerdo sobre la Agenda de Doha para el Desarrollo a finales de 2008. Es por ello que queda por ver si, esta vez, el compromiso será firme. No obstante, los líderes del G-20 reunidos en Londres emitieron una nueva declaración que decía que, de ahora en adelante, se comprometerían personalmente con la Agenda de Doha para el Desarrollo y garantizaron que la atención política se centraría en Doha en todas las próximas reuniones internacionales relevantes desde esta perspectiva. Una de las principales prioridades de la UE debe ser que se lleven a término estos acuerdos.

Tercero, los participantes de la cumbre del G-20 se comprometieron a proporcionar 1,1 billones de dólares estadounidenses a través del FMI y de bancos multilaterales de desarrollo con el objetivo de revitalizar el mercado crediticio, fomentar el crecimiento económico y generar empleo en todo el mundo. Lo único que queda por hacer es aclarar y ponerse de acuerdo en cuanto a los detalles de este compromiso. Este plan se compone de fases a corto, medio y largo plazo. La primera fase incluye los 75 000 millones de euros que la UE prometió al FMI para que los países que lo necesiten puedan recuperar la estabilidad de su balanza de pagos. Los detalles de este compromiso también deben definirse y los ministros de finanzas de nuestros países deben perfilar la forma y los mecanismos de este compromiso.

En lo referente a los planes para reforzar las instituciones multilaterales a medio y largo plazo, existe el compromiso de conceder un crédito multilateral sin precedentes de 500 000 millones de dólares estadounidenses al FMI. Además, de la cumbre de Londres surgió el compromiso de los países del G-20 de apoyar una nueva emisión de derechos especiales de giro o, lo que es lo mismo, la impresión de dinero en la moneda propia del FMI, los DEG (derechos especiales de giro), que los Estados miembros del FMI pueden utilizar para efectuar pagos entre ellos. El compromiso adquirido es por un valor de 250 000 millones de DEG. Al igual que el crédito multilateral, una emisión de DEG implica una serie de aspectos técnicos relativamente complejos, como la aprobación de los órganos oficiales del FMI, negociaciones con los países participantes y la ratificación de los acuerdos por parte de los parlamentos nacionales de los países miembros. Todo este proceso podría tardar varios años en completarse, por lo que cabe demostrar firmeza pero ser realistas en nuestras expectativas.

Los compromisos anteriores también incluían un acuerdo en virtud del cual los países del G-20 harían todo lo posible para garantizar la rápida aplicación de las reformas de las estructuras de toma de decisiones del FMI aprobadas en abril de 2008, que están sufriendo considerables retrasos por la lentitud en su ratificación en los parlamentos nacionales. Los países del G-20 también pidieron al FMI que acelerase la siguiente ronda de reformas de los derechos de voto y el peso relativo de los distintos Estados miembros, de modo que esté lista en enero de 2011. Los países de la UE deben prestar atención a esta reforma, dado que puede suponer que muchos Estados miembros de la UE, grandes y pequeños, pierdan la posibilidad de que sus representantes nacionales participen directa e indirectamente en la toma de decisiones del FMI y dejen de tener acceso directo a la información. También habrá reformas encaradas a reforzar el papel del FMI en la toma de decisiones económicas a escala global. Hasta ahora, muchos Estados miembros de la UE han demostrado poco interés en este sentido, pero creemos que es importante que se centren en ello durante los próximos meses.

Cuarto, hay otra área que hay que analizar con cuidado y que debemos solucionar: estamos hablando de la desigualdad entre países y la cuestión de crear un sistema monetario global en un futuro. Estos temas se dejaron fuera de la agenda de la cumbre de Londres deliberadamente y siguen en la lista de aspectos que habrá que tratar en un futuro. En este contexto, cabe mencionar que fue precisamente la incapacidad de ponerse de acuerdo sobre un orden monetario global lo que hizo fracasar la cumbre de Londres de 1933. Está claro que este tema es tan complejo hoy como ayer. La UE debe dedicarle la atención necesaria, porque encontrar una solución a este tema sigue siendo un ingrediente importante para que la recuperación económica sea sostenible y para prevenir futuras crisis tan devastadoras como la actual.

Señorías, para terminar me gustaría dar las gracias a Gran Bretaña, el país que ostentó la presidencia del G-20, por la organización de la cumbre y, por encima de todo, por haber organizado todo el proceso de debate y negociación a nivel de trabajo en los meses y las semanas previas a la cumbre. Los organizadores hicieron un excelente trabajo y merecen nuestros elogios, ya que contribuyeron significativamente a los avances realizados y al amplio el consenso final.

Tenemos la esperanza de que la cumbre del G-20 de Londres marque el comienzo de una nueva y exitosa era de cooperación económica. Creo sinceramente que tiene una buena oportunidad de serlo. Las conclusiones de la cumbre del G-20 son un extraordinario punto de partida para poder superar la crisis económica actual lo antes posible. También hemos abierto la puerta a un cambio en la forma de la futura economía global interconectada que nos permitirá estar mejor preparados para un sistema de producción más sostenible a largo plazo y una mayor coordinación en la toma de decisiones económicas. Es evidente que todavía queda mucho por hacer y hay muchos compromisos que cumplir. Los próximos meses y años demostrarán hasta qué punto se merecerá la cumbre de Londres un lugar en los libros de historia. En cualquier caso, esta cumbre del G-20 ha marcado un cambio de las posiciones estratégicas en la economía global. Es importante que la UE entre en esta nueva era con una visión clara y realista y con políticas que garanticen que, en el futuro, Europa conserve el mismo papel estratégico que ha tenido en el pasado y que sin duda merecen sus 500 millones de ciudadanos.

 
  
  

PRESIDE: GÉRARD ONESTA
Vicepresidente

 
  
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  Pervenche Berès (PSE).(FR) Señor Presidente, soy plenamente consciente de que no podemos hacer nada en contra del Consejo. A pesar de eso, lamento que nuestro trabajo se haya demorado tanto.

Nuestra agenda está llena de temas de gran importancia. Aunque solo disponía de 5 minutos, el portavoz del Consejo ha hablado durante 20 minutos. Creo que es un claro desprecio hacia los diputados al Parlamento Europeo.

 
  
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  Presidente. – Señor Berès, creo que conoce nuestro Reglamento tan bien como yo. Puedo utilizar el mazo en las intervenciones de los diputados, pero solamente puedo invitar a la Comisión y al Consejo a ser concisos, tal como usted sin duda ha sido.

Señor Comisario, se lo ruego. No hay límite de tiempo, pero le pido que recuerde que tengo un papel enfrente que dice que cinco minutos son suficientes.

 
  
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  Olli Rehn, miembro de la Comisión. − (EN) Señor Presidente, los resultados de la cumbre del G-20 de Londres son de gran importancia, ya que transmiten un claro mensaje de unidad global y trabajo en común para sacar a la economía mundial de la crisis actual y devolverla al camino del crecimiento económico y la creación de empleo.

El G-20 se centró en tres líneas de acción básicas, y hoy estoy aquí sustituyendo a mi colega, el señor Almunia, que precisamente está desarrollando estas líneas de acción en la reunión del FMI que se celebra hoy en Washington, por lo que le es imposible participar en este período parcial de sesiones.

Permítanme que les transmita brevemente la valoración que hace la Comisión de los resultados de la cumbre y de las acciones subsiguientes relacionadas con estas tres líneas de acción.

Primero, no hay duda de que los líderes reunidos acordaron hacer todo lo necesario para que la economía se recupere y, en este momento, la principal prioridad es restablecer los canales para revitalizar el flujo crediticio. En este sentido, es necesario que nos hagamos cargo de activos tóxicos, lo que implica ratificar los principios adoptados por los Ministros de Economía del G-20 el pasado mes de marzo, algo perfectamente coherente con el enfoque adoptado por la Unión Europea.

También se acordó implementar sin demora las medidas de estímulo económico anunciadas. En este sentido, consideramos que el paquete coordinado de estímulos fiscales de la UE, que supone más del 3 % —quizás cerca del 4 %— del PIB europeo, es sustancial para Europa y supone una notable contribución a la respuesta macroeconómica anticrisis a corto plazo del G-20.

Las conclusiones de la reunión del G-20 deberían garantizar un equilibrio correcto entre la expansión fiscal a corto plazo que es, sin duda alguna, necesaria, y la sostenibilidad fiscal a largo plazo, que requiere una retirada paulatina de los estímulos cuando llegue el momento. Una vez más, el consenso europeo respecto a la necesidad de proteger la sostenibilidad fiscal a medio plazo contribuyó al equilibrio de las medidas y los acuerdos adoptados en Londres.

El proteccionismo es una amenaza en potencia en cualquier recesión global, por lo que era importante que el G-20 confirmase el compromiso de no imponer barreras al comercio y a las inversiones, para así evitar cualquier tipo de proteccionismo.

La segunda línea de acción gira alrededor de un ambicioso plan para reformar la normativa financiera. En este sentido, se acordó que, en el futuro, estas normas deberían respetarse en todo momento, en cualquier lugar del mundo y por parte de todos los bancos. El G-20 dio un gran paso hacia la convergencia global en materia de reglamentación que Europa lleva tiempo pidiendo.

Hemos conseguido los siguientes objetivos: el aumento de la capitalización de los bancos y las provisiones de liquidez, además de la aplicación de medidas para limitar el endeudamiento; la regulación de los fondos especulativos y los grupos de capital privado; un acuerdo para mejorar la regulación y la supervisión de los mercados de derivados de crédito; una reglamentación más ambiciosa de las agencias de calificación crediticia; la creación de colegios globales de supervisores de todos los grandes bancos transfronterizos; y la aprobación de los nuevos principios del Foro de Estabilidad Financiera sobre los sueldos y las primas de los ejecutivos de las instituciones financieras. Asimismo, también se decidió actuar contra los paraísos fiscales que no cooperasen con el G-20, con el claro objetivo de que, en el futuro, no quede ningún lugar del mundo donde los evasores fiscales puedan ocultar su dinero. En este sentido, nos agrada especialmente la referencia al final del secreto bancario.

También valoramos positivamente el anuncio realizado por varios países de acercarse a las normas de la OCDE en lo referente al intercambio de información con finalidades fiscales. En general, se ha avanzado más en materia de regulación del sistema financiero en esta cumbre que en toda la última década.

Tercero, se acordó reformar y reforzar las instituciones financieras internacionales, para así adaptarlas a la nueva economía global y dotar de unos niveles de representación adecuados a los países emergentes y en desarrollo. En este sentido, se acordó aumentar sustancialmente los recursos del FMI, y cabe destacar que la UE y sus Estados miembros fueron los encargados de liderar y dirigir esta iniciativa. Algunos países han seguido el ejemplo de la UE y Japón y se han comprometido a asignar recursos al FMI, pero todavía necesitamos el compromiso de más países, concretamente de los Estados Unidos y China.

Evidentemente, es de esencial importancia que las decisiones adoptadas por el G-20 se lleven a la práctica rápidamente. Tampoco deberíamos olvidarnos de construir una economía mundial más equilibrada, para así evitar repetir los errores del pasado. Quizá sea necesario un ajuste fundamental del modelo de crecimiento global —me refiero al enorme déficit presupuestario de los Estados Unidos y el enorme superávit comercial chino— para que la economía global vuelva al camino del crecimiento sostenible.

Los líderes reunidos en Londres acordaron volverse a encontrar antes de que termine el año, probablemente en septiembre. Será necesaria una coordinación muy efectiva para que Europa siga conduciendo los procesos del G-20, que debería ser uno de nuestros claros objetivos.

Para terminar, quisiera decir que la crisis actual exige estímulos fiscales efectivos y coordinados, así como la reforma de las regulación del sistema financiero y de las instituciones internacionales.

Dejen que les recuerde que esta crisis tiene su origen en los excesos y en la avaricia de los mercados financieros, especialmente de Wall Street. En el caso de Europa, el objetivo debe ser volver a los valores básicos del modelo europeo, que gira alrededor de la combinación de las iniciativas empresariales, el respecto por el trabajo productivo y el principio de la solidaridad. En resumen, nuestro reto común debe ser salvar la economía social de mercado europea de los errores sistémicos del capitalismo financiero.

 
  
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  Joseph Daul , en nombre del Grupo del PPE-DE. – (FR) Señor Presidente, Señor Nečas, Señor Rehn, Señorías, estamos sufriendo la primera recesión a nivel mundial. Dicha recesión exige una respuesta coordinada a nivel internacional. Esta es la única manera de que todos podamos salir de esta situación.

El acuerdo alcanzado en la cumbre del G-20 nos ayudará a encontrar el camino correcto hacia el crecimiento y el empleo. En Londres los líderes mundiales triplicaron los fondos asignados al FMI, concedieron créditos adicionales a los bancos de desarrollo y reafirmaron su apoyo al comercio libre internacional. Este programa, que busca restablecer el crédito, el crecimiento y el empleo, debería proporcionarnos tiempo suficiente para estabilizar los mercados y, sobre todo, restablecer la confianza en la economía mundial.

No obstante, debemos estar alerta y no dejarnos tentar por soluciones fáciles. Debemos dejar atrás por completo el fantasma del proteccionismo. Si cerramos nuestras fronteras al comercio y los intercambios, no haremos más que repetir los errores cometidos por nuestros predecesores en la crisis de 1929.

Hoy, más que nunca, lo que necesitamos es un aumento del comercio, no un descenso. Entonces, si pudiéramos crear una verdadera economía transatlántica sin barreras con nuestro principal socio comercial, los Estados Unidos, ya habríamos conseguido un crecimiento adicional del 3,5 %. Es en esto en lo que deberíamos seguir trabajando.

Debemos estimular el crecimiento, no solo con el fin de proteger los puestos de trabajo existentes sino, sobre todo, para poder crear otros nuevos. Mis colegas de la izquierda en el Parlamento exigen un aumento en gasto social y en seguridad social. Supuestamente, quieren proteger los empleos mediante el cierre de nuestras economías. Una economía transparente que permita a cada persona expresar su talento es una economía innovadora y sostenible. Lo que necesitamos es una economía social de mercado.

Debemos aprender de los errores cometidos en los últimos meses, y uno de los principales problemas del sector financiero ha sido la falta de regulación y supervisión financieras. La cuestión es que no podremos devolver la confianza en la economía a nuestros conciudadanos hasta que no hayamos restablecido la confianza en nuestro sistema financiero.

Para poder hacer esto, tenemos que extender la regulación y la supervisión a todas las instituciones financieras y a todos los instrumentos, incluidos los fondos especulativos. Debemos luchar contra los paraísos fiscales, deshacernos del secreto bancario y aumentar la supervisión de las agencias de calificación crediticia.

En una economía globalizada, donde los mercados nunca descansan, nuestra única defensa es la transparencia. Los inversores deben saber que se aplican las mismas normas en todo el mundo.

Por último, también tenemos una responsabilidad para con los países en vías de desarrollo. De hecho, esta crisis no debe arruinar todo el trabajo que le hemos dedicado durante años a este tema. Por ello, debemos seguir presionando para que la OMC se adapte rápidamente al siglo XXI y a las nuevas normas.

Las naciones más pobres del mundo necesitan ayuda para poder participar de verdad en la economía mundial. De este modo, la economía mundial podrá crecer al año 150 millones de dólares estadounidenses. Son los países en vías de desarrollo quienes recibirán la mayor parte de este dinero.

Por eso damos nuestro apoyo al compromiso del G-20 de asignar 850 000 millones en recursos adicionales para la ayuda al crecimiento de los mercados emergentes y de los países en vías de desarrollo.

Señorías, solo podremos salir de la crisis económica y financiera cambiando la gobernanza internacional y cambiando nuestra actitud tolerante hacia aquellos que no cumplen las normas.

 
  
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  Poul Nyrup Rasmussen , en nombre del Grupo del PSE. (EN) Señor Presidente, la cuestión esencial es, por supuesto, qué hacer ahora. ¿Qué debe hacer Europa cuando la reunión del G-20 se reanude en septiembre de este año?

Aquí tengo el último pronóstico hecho por el FMI. Lamento informar al Comisario Rehn de que este informe afirma que, incluyendo todo lo que hemos hecho, el desarrollo económico en la zona del euro descenderá este año un - 4,2 % en cuanto a crecimiento y, solamente en Alemania, la tasa será de un 5,6 %. Hemos trasladado esto a nuestras estimaciones macroeconómicas, y puedo decirles, colegas, que esto significa que en la primavera de 2010 tendremos 27 millones de desempleados en la Unión Europea. Básicamente, esto quiere decir que, en dos años, el desempleo habrá aumentado con 10 millones de puestos de trabajo perdidos en la Unión Europea.

Ahora necesitamos actuar con rapidez de una manera coordinada y eficaz, exactamente como dijo el señor Rehn. La conclusión del G-20 en Londres fue que, si es necesario hacer más, entonces estamos de acuerdo en hacer más. No puedo hacer más que repetir la cifra de 27 millones de parados. ¿Son necesarios más argumentos para hacer más?

Propongo cuatro cosas para preparar la cumbre de septiembre del G-20: en primer lugar, preparar un nuevo esfuerzo coordinado con el fin de reducir la amenaza del desempleo masivo; en segundo lugar, seguir las dos propuestas del Grupo de Larosière —establecer un consejo de supervisión y dar más competencia a las organizaciones que se interesan por la RSE—; en tercer lugar, introducir una regulación financiera eficaz, que cubra los fondos especulativos y el capital de riesgo; y, en cuarto lugar, preparar a Europa para que participe a la hora de fomentar un nuevo pacto mundial, incluyendo aquellos países en vías de desarrollo que hayan sido más duramente castigados por la crisis económica.

Por favor, señor Comisario, no me vuelva a decir que ha llevado a cabo un estímulo financiero del 4 %, incluyendo los estabilizadores automáticos. La próxima vez será de un 5 % , cuando el desempleo aumente hasta 27 millones de parados. Seamos justos y creemos empleo. Juntos podemos hacerlo.

 
  
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  Margarita Starkevičiūtė, en nombre del Grupo ALDE. – (LT) Yo también quisiera aplaudir el acuerdo alcanzado en Londres pero, al mismo tiempo, quiero resaltar que la economía mundial necesita una gobernanza mundial. La Unión Europea puede asumir ese papel de liderazgo por dos razones: porque, tanto después de la guerra como después de la caída del bloque soviético, esta fue capaz de reestructurar sus economías en un corto espacio de tiempo. Tenemos una experiencia significativa a la hora de conseguir llevar a cabo procesos tan complicados.

Dichos procesos deben basarse en reformas estructurales. Debemos prestar espacio a nuevas iniciativas. Si ahora centramos nuestra atención en detalles técnicos, en vez de en la mejora de la normativa, que es claramente necesaria, entonces perderemos la iniciativa y la capacidad de movimiento. El movimiento y los nuevos puestos de trabajo solo aparecen cuanto tienen lugar cambios estructurales. ¿Qué cambios estructurales puede ofrecer al mundo la Unión Europea?

Por encima de todo, debemos modernizar la gobernanza, modernizar los mercados financieros de la Unión Europea, apoyarnos en la fuerza de nuestro mercado común europeo y no encerrarnos en nuestros pequeños espacios nacionales. Si somos capaces de trabajar juntos en el mercado común europeo, ello supondrá un excelente ejemplo para el mundo de que no necesitamos buscar el proteccionismo, sino que es precisamente la apertura, la colaboración, el movimiento de capital y los equilibrios macroeconómicos, basados en acuerdos comunes, lo que contribuirá a mantener la estabilidad y a reactivar la economía. La experiencia de Europa en este ámbito es inestimable.

Siempre me resulta difícil entender por qué no estamos haciendo esto. Tal vez prestamos demasiada atención a los fondos especulativos y muy poca a las vidas de las personas.

 
  
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  Roberts Zīle, en nombre del Grupo UEN. – (LV) Gracias, señor Presidente. Nuestro proyecto de resolución sobre la cumbre del G-20 dice que, en primer lugar, diferentes países de la Unión Europea han recibido ayuda del Fondo Monetario Internacional para resolver sus problemas de balanza de pagos y, en segundo lugar, que diferentes países de la zona del euro, gracias directamente al euro, han podido evitar la presión de los tipos de cambio en esta situación. No obstante, y por desgracia, los nuevos Estados miembros de la Unión Europea no pueden reducir esta presión del riesgo de cambio, puesto que no pueden adherirse a la zona del euro. Al mismo tiempo, la economía se ha sobrecalentado en algunos Estados nuevos de la UE como consecuencia directa de la inyección de una enorme cantidad de dinero por parte de muchos bancos europeos, luchando por forjar un mercado en dichos Estados. Ahora son los prestatarios quienes tienen que padecer todo el riesgo de cambio. Por lo tanto, pido que consideremos, en particular en los nuevos Estados miembros de la UE que se han adherido al instrumento de mecanismo de tipo de cambio y que mantienen un tipo de cambio fijo que permite que una gran parte de estos préstamos se devuelvan a los bancos europeos, si esto no debería significar que a dichos países también se les debería ayudar mediante una introducción más rápida del euro. Esto es particularmente crucial, ya que la solidaridad es extremadamente importante en tiempos difíciles. En realidad, todos estamos en el mismo barco —especialmente en este momento, en el cual, para ser sinceros, incluso aquellos países que ya se han adherido al euro no pueden cumplir con los criterios de Maastricht, con unos déficit presupuestarios de más del 10 %—. Puesto que estamos en el mismo barco, ¡pensemos igual! Gracias.

 
  
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  Caroline Lucas, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (EN) Señor Presidente, el G-20 supuso una oportunidad tremendamente desperdiciada de abordar a la vez tanto la crisis medioambiental como la crisis económica, es decir, de lo que llamamos un «Nuevo Pacto Verde». Aquella reunión debería haber sido el momento para, por ejemplo, una enorme inversión en energía renovable y eficiencia energética, no solamente porque tenemos que ocuparnos del reto del cambio climático, sino porque la inversión en tecnologías ecológicas es una de las mejores formas de hacer que la gente vuelva a trabajar.

La energía verde, por ejemplo, puede crear muchos más puestos de trabajo que la tradicional inversión en empresas, aunque el paquete acordado por el G-20 de hecho hará del mundo una economía de altas emisiones de carbono duro justamente en el momento en que deberíamos hacer un cambio hacia una economía diferente que sea sostenible y de bajas emisiones de carbono. Miles de millones de euros han ido a parar al FMI y el Banco Mundial, pero para hacer vital dicha transición hacia una economía ecológica no se puso ninguna cantidad sobre la mesa, tan solo vagas aspiraciones —solo discusiones—.

Las palabras del comunicado sobre el cambio climático y la economía de bajas emisiones de carbono se redujeron a tan solo dos párrafos al final del comunicado, sin ningún compromiso específico. Es una tragedia que, justo en el momento en que el sistema económico y el medio ambiente mundial están a punto de colisionar, se haya perdido esta oportunidad crucial de cambiar de rumbo, de asegurarnos de hacer frente a ambas crisis y de hacer que las personas vuelvan al trabajo.

 
  
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  Francis Wurtz, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (FR) Señor Presidente, la evaluación de los resultados del G-20 que acabamos de escuchar —un éxito, un momento decisivo de la crisis, un enorme éxito para la Unión Europea, etc.— hace que, en mi opinión, surjan dos cuestiones.

La primera se refiere al análisis de la situación actual del sistema financiero mundial al cual Europa, como se ha visto, está estrechamente vinculado. Seamos claros: el deseo de los líderes del G-20 de enviar a toda costa un mensaje tranquilizador al mercado , y en realidad al público, les llevó a restar mucha importancia a la situación actual.

En realidad, las previsiones de las pérdidas estimadas (pero todavía ampliamente ocultadas) de los bancos están aumentando de un mes a otro. Lo peor no ha pasado, sino que está por venir. Hace tres meses se hablaba de pérdidas de 2 billones de dólares estadounidenses, y esa era ya una cifra astronómica. Ahora, el FMI da como cifra 4 billones de dólares estadounidenses.

Por su parte, la Comisión acaba de hablar de una cifra de 3 billones de euros correspondiente a los fondos dispuestos bajo diferentes apariencias por parte de los Estados miembros para salvar a los bancos, en otras palabras: una cuarta parte de su PIB. Ese es el precio de precipitarse desenfrenadamente por dinero para lucrarse, y de lucrarse por dinero.

Esta nefasta realidad subraya la importancia de mi segunda cuestión: ¿cuál es el verdadero fundamento del progreso llevado a cabo en cuanto a regulación por parte del G-20 en Londres?

Cuando a Joseph Stiglitz, que fue, como ustedes saben, designado por las Naciones Unidas para presidir un comité independiente de expertos sobre la crisis financiera, se le preguntó: «¿Está usted de acuerdo con el economista Simon Johnson cuando este dice que el aspecto regulador del G-20 está próximo al cero?», el señor Stiglitz respondió: «Sí, lo estoy».

Ni siquiera se había secado todavía la tinta de la declaración de Londres cuando, el principal estado miembro del G-20, los Estados Unidos, apeló a los fondos especulativos que están cómodamente instalados en los paraísos fiscales para comprar a un precio rebajado los activos tóxicos que están bloqueando el balance de los bancos estadounidenses. Realmente estamos aumentando los estándares morales del capitalismo.

En realidad, el G-20 no hizo nada por detener la globalización liberal. Ignoró la cuestión clave: la reorganización del sistema monetario internacional. Promocionó el FMI sin tener en cuenta su transformación. Corrió un velo sobre el inmenso reto social que ha surgido con esta crisis. Prescribió remedios curativos, cuando lo que obviamente se necesita es una operación seria.

En mi opinión, Europa debe ir más allá del G-20. La cosa está que arde. ¿Oyen los gritos de enfado que salen de nuestras sociedades? No están pidiendo palabras tranquilizadoras, ¡sino medidas prácticas y sólidas ya!

 
  
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  Jana Bobošíková (NI). – (CS) Señorías, la decisión de la cumbre del G-20 de verter miles de millones de dólares al FMI para combatir la crisis es, en mi opinión, contraproducente y perjudicial. Existen tres razones inmediatas para esto. En primer lugar, este compromiso obliga a los países acreedores a hacer uso de sus reservas de divisas, o bien a contraer deudas.

En segundo lugar, el compromiso obliga incluso a aquellos Estados que han sufrido un daño prolongado, fruto de los análisis incompentes del FMI, a que contribuyan al fondo. La República Checa, a cuyos ciudadanos represento aquí, es un ejemplo de ello. A pesar de que las previsiones para mi país hechas por el FMI no tienen nada que ver con la realidad, los ciudadanos checos están contribuyendo con 1 400 millones de dólares estadounidenses a este fondo.

En tercer lugar, el FMI prestará dinero a Estados con normas mucho más flexibles que las aplicadas hasta la fecha, y no presionará para que los préstamos sean condicionales a la hora de elaborar medidas para resolver los problemas económicos del prestatario.

Señorías, creo firmemente que esto conducirá a una deformación del mercado crediticio internacional a expensas de los contribuyentes.

 
  
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  Othmar Karas (PPE-DE). - (DE) Señor Presidente, Presidente en ejercicio, Señorías, la cumbre supuso un éxito político y lanzó un importante mensaje, es decir, que el mundo está cerrando filas y que la voluntad política está ahí con el fin de encontrar conjuntamente y de aplicar respuestas globales a las crisis y a los desafíos. No obstante, me gustaría decir muy claramente que no deberíamos exagerar la importancia de las perspectivas de la cumbre. Las cumbres solamente hacen declaraciones de intenciones, las cumbres no toman decisiones, las cumbres no son legisladoras, las cumbres no tienen una base jurídica.

Se están haciendo varios llamamientos a la Unión Europea. Debemos tener como ambición asumir un papel vanguardista en la construcción de un orden financiero y económico mundial. Sin embargo, solo podemos asumir dicho papel vanguardista si contamos con normativas europeas y si podemos ofrecer modelos. Estamos en el camino correcto con nuestro modelo de una economía social de mercado, con garantías de depósito y con la normativa sobre las agencias de calificación crediticia aprobada hoy. Sin embargo, para mí, el resultado de la cumbre carece de un acuerdo claro en cuanto a la eliminación de los efectos pro cíclicos de las normativas existentes a nivel europeo y a nivel global, siendo su contraseña Basilea II.

Aún nos queda mucho por hacer: los fondos especulativos, los salarios de los directores, la directiva de coordinación bancaria y la supervisión europea, entre otras cosas. Somos portavoces, a través de la Comisión, de este continente. No obstante, también están representados los Estados nacionales. Los intereses de la Comunidad van paralelos a los intereses nacionales en el escenario mundial. Esto podría suponer una oportunidad, pero también una debilidad. Por eso resulta especialmente importante la coordinación. Si nuestros representantes no empujan todos en la misma dirección, podríamos vernos debilitados en el escenario global.

Mi último comentario se refiere a que la aplicación jurídica de las declaraciones de intenciones políticas, su aplicación y la coordinación de la aplicación global en cuanto al tiempo y al contenido, determinarán nuestro éxito. La cumbre apenas señala el camino. El resultado está aún por alcanzarse.

 
  
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  Elisa Ferreira (PSE).(PT) Señor Presidente, la Cumbre del G-20 fue importante, en particular porque creó un espacio para un diálogo multilateral e hizo que la gente se diera cuenta de que, sin este multilateralismo, la crisis no puede resolverse. Sin embargo, supuso un punto de partida, y no un punto final. El papel de la Unión Europea en este sentido debe ser reforzado y aclarado, y la UE debe actuar como una fuerza motriz, aunque de momento no vemos señales de que esto vaya a ocurrir.

En cambio, sí tenemos una guía extremadamente importante, esto es, el informe Larosière, pero la Comisión ha sido lenta tanto a la hora de aplicarlo como a la hora de reaccionar. Fíjense, por ejemplo, en la reacción hacia los fondos especulativos. Mientras tanto, la economía real de Europa aún no está dando muestras de ningún signo de recuperación, y la política del «espera y verás» que se ha seguido es sinónimo de esperar cifras peores y una situación cada vez más grave. Fíjense en las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional y de la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos): 27 millones de desempleados, lo cual constituye un problema enorme.

Asimismo, la Comisión le debe una explicación a esta Cámara sobre cuáles son sus intenciones, sobre lo que realmente conlleva su iniciativa y sobre en qué situación se encuentra la política de coordinación de las iniciativas de los Estados miembros. No deberíamos tener que seguir esperando. La voluntad política de actuar ya debería existir.

 
  
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  Rebecca Harms (Verts/ALE). - (DE) Señor Presidente, Señorías, el G-20 representa la dirección correcta para seguir adelante; con el tiempo, el G-20 tendrá que ser disuelto por el propio G-20. Entonces tendríamos una cumbre menos. Los europeos han fracasado. La Unión Europea, con sus 27 Estados miembros, es el escenario correcto en el que organizar un nuevo orden del mercado financiero.

Hasta ahora hemos hablado mucho sobre este tema, pero no hemos llegado a unas resoluciones claras. Hemos oído hablar mucho sobre la eliminación de los paraísos fiscales, sobre el control de los fondos especulativos y sobre el fin de los productos provenientes de los mercados financieros fraudulentos. Si los europeos hubieran acudido a Londres con una postura política, ¿realmente quién habría podido alzarse en su contra? Me parece, tal y como dijo mi distinguida amiga, la señora Lucas, que resulta exasperante que la cumbre de Londres simplemente pospuso el tema de la crisis climática y el de la crisis de seguridad del abastecimiento energético. Esto no solamente ha infligido un daño enorme al tema del clima y al de la seguridad del abastecimiento energético, sino que también ha hecho que se desperdicie la oportunidad de crear miles de puestos de trabajo.

 
  
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  Hans-Peter Martin (NI). - (DE) Señor Presidente, podría continuar eternamente. Es una tragedia que este continente sea incapaz de alcanzar una mayoría en cuanto a lo que mi colega, la señora Lucas, hizo referencia. Si Europa consiguiese esto, nos encontraríamos en una posición mucho mejor y podríamos mirar a los ojos a las generaciones futuras. Sin embargo, tal y como están las cosas, no podemos.

Una crítica que debo señalar es que una buena parte del debate sobre el desastre financiero y la forma en que la emergente, o ya real, catástrofe climática se está dejando de lado, me recuerdan al Bundestag alemán tras la Segunda Guerra Mundial. Muchos miembros del parlamento, así como numerosos políticos del Bundestag dejaron de interesarse por todo lo ocurrido antes de 1945. Poco a poco tuvieron que hacer frente a ello. Este es el punto de partida: si no conquistas el pasado, si no examinas tus propios errores y no miras hacia el futuro, entonces no puedes seguir adelante. La UE y, lo que es más importante, los actores políticos fracasaron de forma espectacular en la crisis financiera. Deben extraer las conclusiones de ello y primero saber qué es lo que hicieron mal.

 
  
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  Jean-Paul Gauzès (PPE-DE).(FR) Señor Presidente, Señorías, en la resolución que se va a aprobar mañana , el Parlamento acogerá con agrado las posiciones adoptadas relativas a las agencias de calificación crediticia, que buscan aumentar la transparencia y reforzar la colaboración entre las autoridades supervisoras nacionales.

A este respecto, hoy mismo, Europa ha mostrado el camino a seguir. Esta mañana, el Coreper ha aprobado el compromiso alcanzado entre los Estados miembros, la Comisión y el Parlamento. Este mediodía, el Parlamento, por su parte, ha aprobado el compromiso por una mayoría aplastante: 569 votos a favor y 47 en contra. Por lo tanto, la regulación propuesta por la Comisión y enmendada por el Parlamento pronto entrará en vigor.

Me gustaría resaltar que dicha regulación pone las bases para la supervisión europea, siguiendo el espíritu de las propuestas del informe Larosière. El CERV constituirá el único punto de entrada para las agencias de registro e inicialmente desempeñará un papel de coordinador.

La Comisión se ha comprometido a proponer en los próximos meses una iniciativa legislativa que permitirá añadir los toques finales a un verdadero sistema europeo de supervisión.

Antes de concluir, debemos también tener en cuenta los miedos de nuestros conciudadanos y responder a estos de forma positiva. Deberíamos darles mensajes esperanzadores realistas. A menos que subamos la moral de nuestros conciudadanos, no podremos restaurar la confianza de los consumidores, sin la cual no será posible la recuperación económica. La información que se ha proporcionado a nuestros conciudadanos debe ser equilibrada y sincera, y no fomentar el derrotismo ocultando el progreso, los éxitos y las consecuencias prácticas de los planes de recuperación. A su vez, hay que tener en cuenta la escala temporal necesaria para que estos planes surtan efecto.

 
  
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  Pervenche Berès (PSE).(FR) Señor Presidente, quería decirle al señor Daul , aunque se ha ido, que hoy resulta increíble ver a los conservadores acusar a los socialistas de querer aumentar el gasto social, cuando su principal argumento para rechazar los planes de recuperación es que Europa posee los famosos estabilizadores automáticos. ¿Qué es esto, si no son prestaciones por desempleo, las cuales hemos defendido a gritos?

En cuanto al G-20, voy a hacer una única crítica importante: han adoptado el método Barroso, que consiste en añadir los planes ya existentes y asumir que ello constituye un plan de recuperación. Eso no es un plan de recuperación. Además, si observamos las cifras que dio ayer la OCDE, las que ha dado hoy el FMI, y las de mañana de la Comisión, ¿cómo puede alguien imaginar que Europa puede darse por satisfecha con esto?

Necesitamos un verdadero plan europeo de recuperación y el único método para ello, señor Comisario, es la financiación a través de un préstamo europeo. Ya es hora de que empiecen a trabajar, incluso a pesar de que este Parlamento Europeo ya no estará ahí para ayudarles en esta tarea.

Por último, quiero apuntar que el G-20 tenía una tarea que llevar a cabo, siguiendo un mensaje enviado por el señor Strauss-Kahn en vísperas de su trabajo: «El sistema no se recuperará mientras siga sin resolverse la cuestión de los activos tóxicos». Claramente, a este respecto, el G-20 ha sido incompetente. Aún nos queda todo por hacer.

Dos observaciones: las conclusiones del G-20 evalúan los beneficios de la Ronda de Doha en 150 000 millones de dólares estadounidenses. ¿De dónde sale esta cifra? ¿Cómo puede justificarse? Le pedimos a usted, señor Comisario, que nos lo explique.

Finalmente, en cuanto a la supervisión, si Europa quiere seguir por el buen camino, debe aplicar urgentemente las propuestas del Grupo de Larosière.

 
  
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  Antolín Sánchez Presedo (PSE). - (ES) Señor Presidente, el G-20 ha dejado un mensaje valioso: la prosperidad es indivisible y sólo una recuperación compartida e inclusiva es sostenible.

Ahora, de lo que se trata es de hacerlo eficaz. Hay que continuar en su misma línea. El G-20 ha reafirmado prioridades comunes, ha adoptado acuerdos para proporcionar recursos al Fondo Monetario Internacional, a los bancos de desarrollo y para la promoción del comercio, ha realizado reformas para la gobernanza financiera global, ha realizado propuestas ambiciosas en regulación y supervisión, y ha avanzado en la lucha contra los paraísos fiscales.

Sin el G-20 la situación sería desesperada y las enfermedades podrían llegar a ser crónicas.

Pero lo más importante es que la iniciativa del G-20 no es un evento sino un proceso. Y la Unión Europea es el espacio económico más integrado, importante y equilibrado del mundo y, por lo tanto, debe marcar la pauta porque tiene un gran potencial y puede enriquecer la agenda global, con la consideración de que no estamos solamente ante una crisis coyuntural, sino ante una crisis con causas más profundas que necesita de la iniciativa política de la Unión Europea.

 
  
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  Danutė Budreikaitė (ALDE). – (LT) Una de las medidas proporcionadas en la declaración emitida por el Fondo Monetario Internacional relativa a las oportunidades para los países de Europa Central y Oriental pertenecientes a la UE de salir de la crisis más rápidamente, es la introducción del euro. Esta propuesta se ha hecho para aquellos países que posean juntas monetarias. En Lituania, la litas ha estado vinculada al euro a una tasa sin cambios durante cuatro años, período que supone el doble de lo que el mecanismo de la junta monetaria requiere. También deberíamos reducir el período del mecanismo del tipo de cambio a un año para otros países que no pertenezcan a la zona del euro. La depresión económica en la UE y en todo el mundo exige decisiones y compromisos novedosos, rápidos y creativos, sobre todo teniendo en cuenta que, en los diez años de existencia del euro, ni un solo país de la zona del euro ha aplicado todos los criterios y requisitos de la zona del euro, los criterios de Maastricht.

 
  
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  Bart Staes (Verts/ALE). (NL) Quisiera aprovechar esta oportunidad para denunciar la hipocresía en lo que concierne a la cumbre del G-20. Dicha cumbre fue anunciada como un acuerdo histórico, como algo increíble, como un paso hacia delante, por ejemplo, en la lucha contra el fraude fiscal y los paraísos fiscales. Asimismo, se preparó una lista negra, una gris y otra blanca.

Sin embargo, la hipocresía de la Unión Europea reside en el hecho de que —por citar un ejemplo— apenas una semana y media antes de la cumbre del G-20, firmamos un acuerdo de asociación con los países del Caribe. Ocho de esos catorce países son paraísos fiscales y, aún así, firmamos un acuerdo comercial con estos, lo cual resultará en la institución de un libre comercio y la liberalización de los servicios financieros. Todo ello tendrá como consecuencia que los créditos tóxicos, así como el dinero ilícito, puedan circular libremente desde estos paraísos fiscales hacia la Unión Europea.

Me gustaría aprovechar esta oportunidad para quejarme de la hipocresía que es tener un buen espectáculo mediático, la cumbre del G-20, que afirma que hará frente a los paraísos fiscales, mientras en la práctica se aplica una política diametralmente opuesta a lo que se ha dicho. Eso es lo quería decir.

 
  
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  Petr Nečas, Presidente en ejercicio del Consejo. – (CS) Señorías, muchas gracias por este debate. Me gustaría dejar claro que estoy de acuerdo con el señor Daul, quien supo identificar que evitar el proteccionismo es un factor clave. El proteccionismo actúa como un cáncer y podría destruir por completo nuestra economía, volviéndose en contra de los ciudadanos de la UE y conduciendo a una agudización de la crisis económica y a un deterioro mayor de los niveles de vida. También coincido con la exigencia del señor Daul de una economía transparente con unos niveles eficaces y sensatos de regulación y, por supuesto, de unas instituciones financieras mundiales más fuertes.

El señor Rasmussen y la señora Starkevičiūtė han hablado de verter dinero en la economía. Debo resaltar aquí que no estamos vertiendo dinero en la economía con el fin de ayudar a las instituciones financieras. Todo lo que hacemos tiene como objetivo aumentar el empleo y ayudar a las personas a mantener sus puestos de trabajo, ya que todos coincidimos en que la manera más digna de que los ciudadanos de la UE tengan su vida asegurada es a través de su propio empleo. Al mismo tiempo, sin embargo, a la hora de implementar estas medidas de estímulo financiero para la economía, no debemos pensar solo en nosotros mismos, sino también en nuestros hijos y en nuestros nietos. En otras palabras, estas medidas no deben conducir a ninguna amenaza grave a largo plazo para la estabilidad de las finanzas públicas. Nuestros esfuerzos deben centrarse en la protección del empleo y, por ello, la Comisión Europea, en colaboración con la Presidencia, organizará una cumbre sobre el empleo donde la principal prioridad serán las medidas del ámbito laboral.

Me gustaría expresar mi desacuerdo con la señora Lucas. Estoy en total desacuerdo cuando esta dice que la cumbre del G-20 fue una oportunidad perdida, aunque he de pedirles a todos que demostremos un poco de realismo político. La economía actual está enferma. Necesita una cura, necesita primeros auxilios, necesita cuidados a largo plazo y necesita un período de convalecencia. No debemos esperar que durante los próximos tres o cuatro meses aparezcan de repente resultados positivos. Los problemas que afectan a la economía mundial —y por tanto, también a la economía europea— son de origen profundo y solo tienen solución a largo plazo. Por lo tanto, el tratamiento debe ser igualmente a largo plazo y requerirá paciencia. Creo firmemente que desde esta perspectiva la cumbre del G-20 representa un paso positivo.

El señor Wurtz ha criticado la superficialidad de los acuerdos sobre el mercado financiero. Coincido con él en que, en muchos aspectos, la UE debe profundizar más y creo firmemente que esto está ocurriendo. No debemos observar únicamente las medidas adoptadas por los Jefes de Estado y de Gobierno, sino también las que han adoptado los Ministros de Economía, que a menudo quedan relegadas a los anexos de diferentes documentos. Igualmente, me gustaría hacer hincapié en que la Comisión Europea ya ha debatido esta semana acerca de medidas adicionales. Sin embargo, quisiera apelar de nuevo al realismo. No podemos esperar encontrar remedios milagrosos en los próximos tres o cuatro meses. La economía mundial está en apuros y la cura será a largo plazo. Es esencial subrayar que incluso dentro de un marco de la UE, debemos proceder de manera coordinada. Ninguno de nosotros puede existir de forma aislada. Solamente a través de una acción coordinada podemos superar con éxito los efectos de la crisis económica mundial.

 
  
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  Olli Rehn, miembro de la Comisión. – (EN) Señor Presidente, me gustaría darle las gracias por este debate tan serio y constructivo. Naturalmente informaré de ello a la Comisión, al Presidente Barroso y a mi colega, el señor Almunia.

Tengo que hacer dos o tres observaciones. La primera de ellas hace referencia al plan europeo de recuperación económica. Al igual que el señor Rasmussen, he tomando nota, por supuesto, de las últimas perspectivas económicas del FMI, que son realmente poco halagüeñas. Al mismo tiempo, es esencial apuntar que ya hemos tomado decisiones políticas muy importantes y significativas con el fin de estimular la economía europea y la economía mundial. Esto, en conjunto, ha contribuido a detener el hundimiento financiero. Pero, claro, es muy honesto decir que todavía seguirán llegando malas noticias sobre la economía real durante un tiempo, especialmente en lo que se refiere al aumento del desempleo. Por ello, debemos estar muy atentos y en alerta. Tenemos que evaluar constantemente cómo están funcionando y dando resultados el paquete de resuperación económica, el estímulo fiscal y las reformas financieras. Si es necesario, tendremos que hacer más —y mejor— en el transcurso de los próximos meses.

En respuesta a varios colegas, estamos cumpliendo con nuestros deberes en lo que se refiere a la reforma del mercado financiero. En el orden del día de la Comisión para la próxima semana, por ejemplo, hay un paquete importante de legislación relativa a los mercados financieros, especialmente acerca de la remuneración del Director, y una recomendación sobre las políticas de remuneración en el sector de los servicios financieros. Supone una parte muy importante de las reformas de los mercados financieros.

Por último, mientras la reforma de la regulación financiera en Europa, y en todo el mundo, resulta realmente necesaria con el fin de corregir los errores del sistema del capitalismo financiero, al mismo tiempo es importante que no paguen justos por pecadores en lo que se refiere a la economía de mercado como tal. Es decir, debemos preservar el mercado único —el cual ha representado el motor del bienestar en Europa— y debemos trabajar por conseguir un nuevo pacto comercial mundial en el contexto de la Organización Mundial del Comercio. Como ha dicho el señor Daul , lo que necesitamos es más comercio, no menos. Esto resulta especialmente importante para los países en vías de desarrollo, los cuales están gravemente afectados por la actual recesión y la desaceleración del comercio mundial.

Como sustituto del señor Michel el próximo mes, también me encuentro involucrado en esto, debido a las responsabilidades que conlleva mi cartera. Realmente, los países en vías de desarrollo se encuentran entre aquellos que están sufriendo más a consecuencia de esta recesión económica. Por lo tanto, no deberíamos perder el impulso de alcanzar rápidamente una conclusión ambiciosa de la Ronda de Doha. En el actual clima económico, el valor de concluir Doha ha aumentado de manera muy importante. Doha daría un empuje a la economía mundial y evitaría que se recurriera al proteccionismo. Por tanto, todos los países del G-20 deberían mirar más allá de sus asuntos políticos internos y mostrar un verdadero compromiso de avanzar sin más dilación en lo que se refiere a la Ronda de Doha. Asimismo, creo que es importante señalar que, desde el punto de vista del desarrollo, los líderes del G-20 también acordaron un paquete comercial financiero valorado en 250 000 millones de dólares estadounidenses para dos años con el fin de contribuir a los flujos comerciales mundiales, a lo que Europa contribuirá de manera importante.

 
  
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  Presidente. – Me gustaría subrayar que, de conformidad con el apartado 2 del artículo 103 del Reglamento, he recibido seis propuestas de resolución(1), presentadas por los seis principales grupos de este Parlamento al final de este debate.

Se cierra el debate.

La votación tendrá lugar el viernes 24 de abril de 2009.

 
  

(1) Véase el Acta.

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