La persecución de los cristianos en el mundo (debate)
Javier Couso Permuy, en nombre del Grupo GUE/NGL. – Señor presidente, la persecución de los cristianos y el incremento de la misma es real; debe ser denunciada y combatida. Pero el problema no es la persecución solo de los cristianos en particular: es el incremento de la persecución por razones religiosas en todo el mundo.
Y hay muchos ejemplos: la persecución salvaje de los yazidíes por el grupo terrorista Dáesh; el genocidio de la minoría musulmana rohinyá en Myanmar, con al menos 270 000 huidos y más de 2 000 asesinados, una masacre organizada de manera sistemática por el Gobierno de ese país con la connivencia de una presidenta Premio Nobel de la Paz y muy aplaudida y jaleada por integrantes de esta Cámara: la presidenta Aung San Suu Kyi, a la que le dieron en 1990 el Premio Sájarov; la represión en Egipto de los igures; la persecución en Yemen de la minoría religiosa bahaí; en Pakistán, cualquier crítica a la religión puede ser condenada con la pena de muerte; o en Malasia, donde hay un ministro, el señor Shahidan Kassim, que defendió este verano cazar a los ateos.
Y no debemos olvidar el incremento de la islamofobia en muchos países europeos, atizados por la histeria racista y xenófoba de todos los partidos de la extrema derecha, pero también de fuerzas políticas aparentemente más respetables.
El compromiso del Parlamento Europeo debe ser firme contra la discriminación y el incremento de la violencia vinculada a las diferencias religiosas. Abordar ese problema global eligiendo solo una de las religiones perseguidas es atizar el conflicto religioso y la lógica del odio y de la confrontación.