Carolina Punset (ALDE), por escrito. – Aunque lo nieguen algunos miembros de este y otros foros, las evidencias del cambio climático son abrumadoras, con anomalías cada vez más frecuentes y dañinas. El 40 % de la población mundial vive en zonas costeras, con el riesgo de perder sus viviendas y su modo de vida. Rebasar 1,5 °C la temperatura global conllevaría cambios sin precedentes. En casos extremos, algunos Estados serán engullidos por el mar o los ciclones como las Islas Marshall. La lucha contra el cambio climático es una tarea global. La actividad humana nos afecta por igual y esta lucha debe ser igualitaria y solidaria. Por ello, la diplomacia climática debe servir para anteponer el cumplimiento del acuerdo sobre el clima a cualquier otro acuerdo comercial de la UE con terceros países, sobre todo para no dar ventaja en relaciones comerciales a aquellos no firmantes o incumplidores. En este sentido, no es necesario irse hasta el Pacífico para aplicar la diplomacia climática, pues numerosos Estados miembros incumplirán los objetivos de reducción de emisiones y renovables en 2020, y nuestros vecinos más pobres del Báltico, incluso dentro de la Unión de la Energía, planean quemar lignito sin ningún tipo de internalización del CO2 emitido. Apliquémosla aquí también.