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Procedimiento : 2008/2318(INI)
Ciclo de vida en sesión
Ciclo relativo al documento : A6-0079/2009

Textos presentados :

A6-0079/2009

Debates :

PV 23/03/2009 - 17
CRE 23/03/2009 - 17

Votaciones :

PV 24/03/2009 - 4.6
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Textos aprobados :

P6_TA(2009)0151

Acta literal de los debates
Lunes 23 de marzo de 2009 - Estrasburgo Edición DO

17. Un año después de Lisboa: la Asociación África-UE en marcha (debate)
Vídeo de las intervenciones
Acta
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  Presidente. – El siguiente punto del orden del día es el informe (A6-0079/2009) elaborado por la señora Martens en nombre de la Comisión de Desarrollo, sobre Un año después de Lisboa: la Asociación África-UE en marcha (2008/2318(INI)).

 
  
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  Louis Michel, miembro de la Comisión. – (FR) Señor Presidente, Señorías, quisiera en primer lugar expresar mi agradecimiento a la Comisión de Desarrollo y a su ponente, la señora Martens, por este informe en el que se presenta una primera evaluación de la Asociación Estratégica África-UE un año después de la Cumbre de Lisboa.

Acojo, por supuesto, con gran satisfacción el gran número de elementos positivos que subraya este informe y el progreso logrado en un año, un plazo relativamente breve para un ejercicio político tan amplio y, sobre todo, tan ambicioso. Por mencionar solamente un aspecto, esta tarde hemos mantenido una reunión entre la Delegación ad hoc del Parlamento para las relaciones con el Parlamento Panafricano de la Unión Africana y la Comisión ad hoc del Parlamento Panafricano de la Unión Africana para las relaciones con el Parlamento Europeo, en la que se ha tratado la función de los parlamentos en la aplicación y la supervisión de la estrategia África-UE.

Esto, en sí mismo, es un resultado concreto. Se está instaurando una nueva arquitectura institucional entre ambos continentes y quisiera felicitar a los dos presidentes por el trabajo que han llevado a cabo.

En lugar de centrarme en los aspectos positivos del informe Martens, me gustaría abordar tres puntos clave que el informe destaca para la mejora de la colaboración entre la UE y la Unión Africana. El primero de ellos es el papel de los parlamentos. Como saben ustedes, soy un gran defensor de la función que desempeñan los parlamentos, como actores y como supervisores del proceso democrático. Pues bien, en esta doble capacidad se invita al Parlamento Europeo y al Parlamento Panafricano a participar en la Asociación Estratégica África-UE.

En consecuencia, puedo garantizarles mi apoyo sin reservas a las propuestas planteadas en la propuesta conjunta de ambos parlamentos y que se recogen en el informe. Dichas propuestas consisten, en primer lugar, en una participación en el nivel adecuado de los paneles de expertos conjuntos con respecto a las cuatro asociaciones temáticas que les conciernen a ustedes. En segundo lugar, la participación en la elaboración de los informes anuales de progreso. En tercer lugar, la participación en el grupo de trabajo conjunto y, en cuarto lugar, la participación de los presidentes en la Cumbre África-Unión Europea.

Me gustaría añadir que algunas de estas propuestas ya se han materializado o están a punto de hacerlo. En cuanto a la sociedad civil y a los actores privados, soy el primer convencido de que el principal reto para 2009 es acelerar la consecución de resultados tangibles antes de la evaluación intermedia programada para el otoño de 2009 y hacer realidad la ambición de una asociación centrada en las personas más allá de las instituciones.

En este contexto, los actores del sector privado deben desempeñar un importante papel, mediante su participación en los paneles de expertos conjuntos para cada una de las ocho asociaciones temáticas. Por lo que respecta a Europa, durante la última primavera se creó un grupo director de la sociedad civil cuya misión es supervisar y participar en la aplicación de la asociación. En el lado Africano, también se ha creado recientemente un grupo director de la sociedad civil bajo los auspicios del Consejo Económico, Social y Cultural de la Unión Africana.

La sociedad civil europea y la africana tienen previsto reunirse en un foro a finales de abril de 2009 con el fin de elaborar propuestas concretas para la troika ministerial conjunta África/Unión Europea.

En cuanto a las asociaciones estratégicas, y en concreto la que trata sobre la gobernanza y los derechos humanos, me alegro de que el Parlamento haya asumido un concepto de gobierno muy estimado para mí: la buena ejecución de las funciones ejecutivas y de los poderes conferidos por el derecho público por un Estado que sea imparcial y capaz de responder a las necesidades y aspiraciones de sus ciudadanos.

Por tanto, teniendo en mente lo anterior, establecimos hace dos años la sección sobre la gobernanza, dotada de 2 700 millones de EUR para todos los países ACP. Este enfoque se basa en tres principios: diálogo, reformas que supongan un nuevo impulso y el control de estas reformas por parte del país asociado. No obstante, el informe expresa dudas y preocupaciones, especialmente en cuanto a los perfiles de gobernanza: cómo se establecen dichos perfiles, cómo se utilizan y su posible impacto negativo sobre el Mecanismo de evaluación inter pares africano.

Permítanme recordarles que los perfiles de gobernanza que abarcan todas las dimensiones de lo anterior —a saber, la política, la económica, la social, la institucional, la medioambiental, etc.— no eran sino un punto de partida y en modo alguno guiaron la programación de esta sección.

Además, los resultados y las conclusiones de este análisis fueron sometidos a debate con el gobierno del país asociado durante el diálogo para la programación. Con base en dichas conclusiones, se alentó al gobierno a que expusiese su propio plan de reforma o, si fuera necesario, a que lo completase o entrase en mayor detalle con el fin de demostrar la pertinencia, la ambición y la credibilidad de estas reformas sobre la base de tres criterios de evaluación, que a continuación permitieron determinar el nivel del incentivo financiero para cada país. En este contexto, se prestó una atención especial a los países participantes en el Mecanismo de evaluación inter pares africano y que completaron el examen, mostrando su deseo de continuar por ese camino. Este ejercicio puso de relieve el contraste entre las situaciones tan diferentes de cada país, las reformas necesarias en cada uno de ellos y su distinta capacidad para elaborar y proponer un plan de gobernanza. Por tanto, fue necesario aplicar criterios de flexibilidad y pragmatismo al adjudicar el fondo de incentivos de gobernanza. En enero de 2009, la Comisión publicó un informe intermedio sobre el proceso del fondo de incentivos y lo remitió a todas las instituciones de la Unión Europea para que lo utilicen para los fines que estimen oportuno.

 
  
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  Maria Martens , ponente.(NL) Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, estamos debatiendo sobre el informe «Un año después de Lisboa: la Asociación África-UE en marcha», es decir, sobre la aplicación de la estrategia conjunta África-UE para el desarrollo de África, como se decidió en la Cumbre UE-África de diciembre de 2007.

Dicha Cumbre representó una ocasión trascendental. Fue, de hecho, la primera vez que la Unión Europea y la Unión Africana diseñaban conjuntamente una estrategia basada en valores y principios compartidos y en el respeto mutuo, que alcanzaban acuerdos para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y que, juntas, encontraban soluciones a desafíos comunes en las esferas, por ejemplo, de la seguridad, la migración o el clima.

Todos somos conscientes de las críticas que todo ello provoca en nuestros propios países, donde la gente se pregunta si realmente tiene algún sentido continuar invirtiendo dinero en África, especialmente en estos tiempos de crisis económica. Quisiera hacer hincapié, una vez más, en la enorme importancia de los esfuerzos que seguimos realizando en pro del desarrollo de África, y en que esta afirmación vale para ambos continentes. El Comisario Michel tenía toda la razón al decir, en una reunión sobre este tema celebrada hace tan solo un rato, que cuanta más pobreza hay, mayor es la inestabilidad. Esto también es muy importante desde el punto de vista de las tendencias demográficas. Muy pronto África representará un 20 % de la población mundial, mientras Europa representará solamente un 5 %. Tenemos problemas comunes y nos enfrentamos a retos también comunes. Si la gente carece de oportunidades en África, es totalmente natural que las busque en Europa. África merece nuestro apoyo, y no solo por ese motivo.

Hoy estamos debatiendo acerca de la aplicación de la estrategia acordada y contamos con un plan de acción. Debemos seguir trabajando juntos en la ejecución de esta estrategia y de ese plan de acción. Me complacen los resultados alcanzados hasta el momento en lo concerniente a las asociaciones. En mis informes anteriores siempre expresé mi preocupación por la falta de un papel concreto claro para los parlamentos en lo que respecta a la aplicación de una estrategia conjunta. En 2007, el Parlamento Panafricano y el Parlamento Europeo emitieron una declaración conjunta que resume de manera muy concisa lo que hay en juego. A continuación la leeré en inglés.

«Como instituciones que representan la voluntad de los pueblos, nuestros parlamentos deben ocuparse de que sus necesidades sean satisfechas, de que sus preocupaciones sean oídas por los responsables políticos y de que sus deseos se vean reflejados en las políticas propuestas por las instituciones que los gobiernan. Nuestros parlamentos tienen una función esencial que desempeñar en la configuración del debate sobre las prioridades conjuntas para el futuro de nuestros continentes; son el reflejo de las diversas corrientes de opinión presentes en nuestras sociedades y, por tanto, son el lugar en el que debe celebrarse el debate, y en el que pueden conciliarse los distintos puntos de vista y buscarse compromisos».

(NL) Por tanto, me satisface que en esta reunión hayamos acordado cuál será el papel de los parlamentos. Este acuerdo sobre la función de los parlamentos ha sido posible también gracias al señor Gahler, a nuestros colegas del Parlamento Panafricano y a todos aquellos que han participado en el proceso. El acuerdo incluye la participación en el grupo de expertos en relación con las ocho asociaciones y en el grupo de trabajo coordinador. Los parlamentos deben realizar sus aportaciones en los informes anuales de progreso y debe invitarse a los presidentes del Parlamento Europeo y del Parlamento Panafricano a exponer sus puntos de vista en las cumbres de África. Este es un detalle importante.

Concluyo con una pregunta más para el señor Comisario. Sabemos que las definiciones de la AOD pronto —en abril— volverán a incluirse en el orden del día de las conversaciones entre la UE y la SEDAC y que la Comisión Europea participará en dichas conversaciones. ¿Podría decirnos el señor Comisario cuál es su punto de vista de cara a ese debate y cuál será la contribución de la Comisión Europea?

 
  
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  Filip Kaczmarek, en nombre del Grupo del PPE-DE. (PL) Señor Presidente, la política de desarrollo, una de las áreas más importantes de la política comunitaria, tiene por objetivo resolver problemas globales. La decisión de crear la primera estrategia de asociación conjunta para África, y con la participación de África —que no fue en modo alguno casual— resultó muy afortunada.

Una de las razones por las que la política de desarrollo es tan importante es el hecho de haberse convertido en un instrumento de política orientado por la historia. En este contexto, el objetivo fundamental de la cooperación en materia de desarrollo es contrarrestar procesos y mecanismos pasados. Jomo Kenyatta, padre de la independencia de Kenya, lo describió sucintamente pero de una forma muy realista. Sé que el señor Comisario conoce la famosa cita. El señor Kenyatta dijo una vez: «Cuando llegaron los misioneros, los africanos teníamos la tierra y los misioneros la Biblia. Nos enseñaron a rezar con los ojos cerrados. Cuando los abrimos, ellos tenían la tierra y nosotros la Biblia».

Sin embargo, la política orientada por la historia no es el único motivo que justifica la intervención de Europa en los problemas relacionados con el desarrollo. También hay otras razones de carácter práctico. África sigue siendo el continente más pobre del mundo; pese a ello, por primera vez en 30 años está experimentando un periodo de crecimiento económico. Además, podríamos añadir, ese crecimiento económico es superior al de Europa. Hay, por supuesto, países africanos que, como consecuencia de la labor de unos gobiernos ineptos, han logrado destruir sus propias economías. En líneas generales, podemos afirmar que África es un continente con un potencial aún sin explotar. Me alegro de que la UE esté ayudando a reavivar y a activar ese potencial.

Por esta razón, una de las metas de la estrategia es garantizar un diálogo y una cooperación más amplios en esferas que no se limitan a las típicamente relacionadas con las cuestiones de desarrollo. La estrategia abarca un amplio elenco de políticas, que incluyen las de seguridad, energía y cambio climático. Resulta preocupante, no obstante, el escaso progreso realizado en la mayoría de estas áreas. Debemos admitir asimismo que algunos Estados miembros no han mostrado un compromiso tan sólido con África como otros. Estoy convencido de que el segundo año de la asociación será mejor y que seremos capaces de alcanzar nuestros objetivos más rápidamente.

 
  
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  Alain Hutchinson, en nombre del Grupo del PSE.(FR) Señor Presidente, señor Comisario, llevamos un año celebrando el desarrollo de este nuevo proceso, de este nuevo acuerdo entre la Unión Europea y África. Teniendo esto presente, me permitirá, señor Comisario, que me pronuncie de forma algo menos reservada de lo habitual. Creo que, con ocasión de este primer aniversario, hay que expresar una serie de reconocimientos.

En aquel continente existen carencias en todos los ámbitos. Hay carencia de gerentes, de médicos, de maestros y de técnicos. Aquí hablamos sobre la inmigración ordenada, cuando todavía no hemos adoptado las medidas necesarias para permitir que las diásporas, por ejemplo, se pongan al servicio de sus Estados. En África no logran siquiera alimentar a su población, mientras aquí estamos renovando los subsidios a la exportación de nuestros productos agrícolas y promoviendo los biocarburantes, lo que arrastra a África a enormes monocultivos.

Allí, todas las iniciativas continúan fracasando, se generaliza la indigencia, las enfermedades son mortales y el agua es un bien escaso. Aquí hablamos mucho, hacemos promesas, debatimos y votamos resoluciones; pero, ¿qué está ocurriendo, desde un punto de vista práctico para los pueblos de África? En mi opinión —que, en este asunto, coincide con la suya, y sé que usted está firmemente convencido de ello— es el momento de unir los parlamentos de esos países, uniendo así sus pueblos. Creo que ningún proceso entre la Unión Europea y África tendrá éxito mientras permanezcamos al nivel de los políticos y los técnicos. Los pueblos africanos deben unirse y esto debe llevarse a cabo a través de sus parlamentos.

Me encanta oír que hay voluntad de desarrollar esta relación especial a escala parlamentaria. No obstante, señor Comisario, tengo mis dudas, porque justo antes de este debate hemos mantenido otro muy prolongado con su colega, la señora Ashton, acerca de los Acuerdos de Asociación Económica. Resulta extraño que sea casi imposible lograr la participación de los parlamentos de los países asociados en esos acuerdos. No estamos siendo capaces de convencer a parte de esta Cámara, ni tampoco a la Comisión, de que sería realmente necesario que sus parlamentos dieran primero su opinión al respecto, antes de pedirnos a nosotros —el Parlamento Europeo— la nuestra sobre cuestiones que afectarán de forma directa a las vidas de la gente de allí. Si se diese el caso, espero que las cosas cambien a este respecto.

Del mismo modo, pienso que es importante —le agradezco que haya hecho hincapié en ello— implicar mucho más y mejor a las ONG y a la sociedad civil africana en el proceso; también he mencionado las diásporas, pero ese tema está relacionado con Europa. No sé qué medidas prácticas se pueden tomar a ese respecto pero, en cualquier caso, creo que brindarán una oportunidad de éxito para el proceso que han puesto en marcha.

 
  
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  Toomas Savi, en nombre del Grupo ALDE. Señor Presidente, 2007 fue, por desgracia, el segundo año consecutivo en que las aportaciones destinadas a la ayuda oficial al desarrollo se redujeron en el mundo desarrollado. Me complace, por tanto, que la ponente haya reiterado la necesidad de instar a los Estados miembros de la Unión Europea a que cumplan sus compromisos.

A mi juicio, los Estados miembros deberían revisar las ayudas que conceden actualmente a los países beneficiarios, dado que la Carta de Progreso de los Objetivos de Desarrollo del Milenio correspondiente a 2008 indica que el África subsahariana es la única región que sufre un serio retraso con respecto al progreso previsto. Quisiera aprovechar esta oportunidad para alentar a los Estados miembros a incrementar su contribución al África subsahariana, la región menos desarrollada del mundo. Asimismo, los países beneficiarios no siempre acogen con excesivo agrado la naturaleza condicional de la ayuda de la UE. Deberíamos proseguir los esfuerzos para lograr una mayor implicación de estos países.

La crisis económica mundial nos está afectando a todos, pero no debemos olvidar ni ignorar el hecho de que los países menos desarrollados son también ahora los más vulnerables. Además, con la situación de estancamiento que se vive en África, Europa se siente crecientemente intimidada por los flujos de inmigración, que pueden resultar agotadores para el estado de bienestar. Es mucho más acertado abordar los problemas de la población de los países en desarrollo antes de que esos problemas se conviertan en preocupaciones a las que tengamos que hacer frente en Europa.

 
  
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  Wiesław Stefan Kuc, en nombre del Grupo UEN. – (PL) Señor Presidente, señor Comisario, una vez más el Parlamento Europeo debate sobre África. Hoy no hablamos de guerras, derechos humanos ni ayuda a los países en desarrollo, sino que estamos tratando de resumir el estado actual de la asociación entre África y la Unión Europea. Por desgracia, se trata de una asociación prácticamente inexistente.

Para ser justos, tenemos nobles aspiraciones de lograr una buena cooperación y un adecuado entendimiento entre la Unión Africana, el Parlamento de la Unión Africana y la Comisión de la Unión Africana. Sin embargo, África sigue siendo el continente más pobre de nuestro planeta, en el que la gente tiene la menor esperanza de vida del mundo, donde el hambre y las enfermedades adquieren dimensiones sin precedentes y donde el nivel de educación y salud, especialmente en las aldeas y en las zonas urbanas pobres, se aproxima a cero.

El efecto positivo de la Unión Africana sobre la situación económica es tan pequeño que, en la práctica, la organización es prácticamente insignificante, sin capacidad alguna para influir en la resolución de los problemas cotidianos. Es una organización de políticos, quienes la utilizan para participar en la vida política mundial. África es un continente que posee una gran riqueza de recursos naturales, que todo el mundo utiliza. Pese a ello, esto no ha tenido ninguna consecuencia positiva para el nivel de vida de la población en términos de reducción de la pobreza. Diversas organizaciones tratan de luchar contra este problema, pero por el momento apenas se aprecian los resultados. La ponente, la señora Martens, ha manifestado este hecho con toda claridad.

En realidad no sabemos cómo ayudar a África, y tampoco el informe ofrece una solución al respecto. Recordemos cómo un país como Kenia, que vivía en paz, se vio inmerso en un baño de sangre en tan solo unos días. ¿Cómo podemos garantizar una adecuada distribución de la ayuda financiera procedente de los diferentes países? He aquí una cuestión sobre la que ya debatimos hace unos meses. También hablamos de los pasos que está dando China; ¿quizá China ha encontrado el camino correcto? Deberíamos examinarlo con atención.

 
  
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  Luisa Morgantini, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (IT) Señor Presidente, Señorías, la estrategia conjunta UE-África es ante todo un enorme desafío, una oportunidad para que demostremos que somos capaces de renovarnos tanto nosotros mismos como las políticas que aplicamos. En mi opinión, todavía hemos de considerar las relaciones entre nuestros continentes, así como nuestras estrategias de desarrollo, con gran cautela.

El proceso es largo; no podemos esperar resolver todos los problemas de una vez, y también es muy complicado, pero fundamentalmente, a mi juicio, debe ser un proceso participativo e inclusivo que debe instaurarse de abajo arriba: una asociación entre iguales.

En la Cumbre de Lisboa no se pudo alcanzar este objetivo en su totalidad, quizá debido a la precipitación con la que concluyó, y ni la Unión Europea ni la Unión Africana quisieron o pudieron conceder una función estructural a los parlamentos ni a la sociedad civil, en África ni en Europa. Hace ya un año de aquella Cumbre y, como destaca con fuerza el informe Martens, nuestro Parlamento, el Parlamento Panafricano y la sociedad civil siguen sin tener una opinión definida a la hora de determinar la estrategia.

En consecuencia, es vital —especialmente para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio sobre la erradicación de la pobreza y las enfermedades y sobre el desarrollo de la agricultura y la educación— que se incluyan esos temas, junto a todos los demás que han surgido, desde la desertización hasta el cambio climático o la energía.

Es esencial contar con un control total y con una asociación democrática abierta, por tanto, al público y no confinada exclusivamente a los gobiernos y las comisiones. El Parlamento Europeo ha mejorado sus relaciones con el Parlamento Panafricano y no hay duda de que este avance ha tenido una repercusión positiva sobre la estrategia conjunta UE-África.

Sin embargo, en 2007 surgió una serie de dudas con respecto a la financiación. ¿Se encontrarán los fondos necesarios para la aplicación de esta estrategia conjunta? ¿Cuál es el futuro de los Estados ACP y del Acuerdo de Cotonú? ¿Qué relación mantendremos con las organizaciones internacionales —el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la OIT—? Trabajemos conjuntamente en pos de una mayor democratización de esas instituciones.

Para concluir, creo que deberíamos tomarnos en serio este reto y seguir adelante, puesto que África —como hemos tenido ocasión de aprender a lo largo de los últimos años— es un continente rico en recursos humanos y económicos, un auténtico socio. Es formidable ver —el Comisario Michel, a quien conozco bien, es perfectamente consciente de ello— que hay allí una gran riqueza y no solo muerte, destrucción y guerra, aunque, claro está, debemos trabajar en esas esferas para instaurar la paz y la democracia.

 
  
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  Bastiaan Belder, en nombre del Grupo IND/DEM. (NL) Señor Presidente, en primer lugar quisiera dar las gracias a la ponente, la señora Martens, por el sólido informe que ha elaborado. Es bueno que el Parlamento no solo acoja con satisfacción el anuncio del establecimiento de una alianza, sino también que supervise los resultados tangibles de esta. Eso es lo que África necesita: para sentar las bases de una alianza exitosa con África, se necesitan derechos humanos y una buena gobernanza. Esto es esencial en un continente en el que los alcaldes pueden derrocar a los presidentes y donde otro presidente se ha dedicado a mutilar a sus propios ciudadanos con la excusa de llevar a cabo cazas de brujas. El Consejo y la Comisión deberían hacer de esto una prioridad fundamental.

Cuando he hecho referencia a la buena gobernanza estaba pensando también en el papel de China, que en esta resolución se menciona únicamente de pasada. Me sorprende que no se haya hecho ninguna anotación crítica sobre las consecuencias, a veces desastrosas, del papel que ha desempeñado China en África. Quizá la Unión Europea pueda aprender la lección de los 2 000 millones de euros que el Fondo Chino-Africano de Desarrollo invierte en África. El hecho de que Pekín también invierta en países como Zimbabue lo dice todo acerca de la contribución de China a la democracia y a la buena gobernanza en África a largo plazo.

También me gustaría dirigir un comentario a la ponente. En el apartado 46 hace referencia a la seguridad y a la soberanía alimentarias de África. Creo que en esta resolución falta algún texto relativo a un problema que lleva presente varios años, en concreto, el alquiler o incluso la compra por parte de Estados o empresas extranjeros de extensas áreas de terreno agrícola, cuyas cosechas van a inversores extranjeros y, por tanto, no benefician a la malnutrida población local. Tales situaciones resultan bastante alarmantes. Además, estas inversiones no crean empleo. Es una vergüenza que la resolución no aborde este problema concreto, que actualmente está volviendo a ser objeto de fuerte atención por parte de los medios de comunicación.

 
  
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  Michael Gahler (PPE-DE).(DE) Señor Presidente, como presidente de la Delegación ad hoc para las relaciones con el Parlamento Panafricano, me gustaría aprovechar la oportunidad que hoy se me brinda para dar las gracias a las numerosas personas implicadas. Quiero dar las gracias, ante todo, a la señora Martens, que ha elaborado un excelente informe sobre el progreso logrado en relación con la estrategia UE-África aprobada. En segundo lugar, quisiera dar las gracias también a las instituciones participantes; hemos conseguido, en el marco de un diálogo en el que han intervenido seis interlocutores, alcanzar un buen entendimiento entre los dos Parlamentos. Ambas Comisiones, al igual que los dos Parlamentos y que los dos Consejos, han llegado a un acuerdo. Por lo que respecta al Consejo, me gustaría destacar expresamente el servicio jurídico, que siempre adquiere una especial importancia al tratar estos asuntos, dado que en ocasiones no es posible llegar a posiciones comunes. Sin embargo, tras la primera reunión celebrada en Addis Abeba, hemos logrado en nuestra segunda reunión, celebrada hoy, aplicar y alcanzar un acuerdo definitivo acerca de lo que habíamos acordado en lo referente a la implicación de los dos Parlamentos.

Quisiera referirme a lo que ha dicho el señor Hutchinson. ¿Qué está ocurriendo realmente? Es cierto que suceden muchas cosas terribles en África, aunque tengo la impresión —quizá fortuita— de que, desde que se aprobó esta estrategia común, África ha reaccionado de manera diferente a los golpes de Estado. En Mauritania, Guinea, Guinea-Bissau y Madagascar, África ha reaccionado suspendiendo la afiliación de esos países. Eso no sucedía en el pasado. Antaño, las cosas habrían sucedido como siempre.

En este sentido, me gustaría añadir asimismo que también nosotros, en nuestra condición de gobiernos europeos, deberíamos tener en cuenta estos hechos. Si esta alianza está basada en unos valores compartidos, entonces los europeos también deben reaccionar cuando algo marcha mal en África. Por esta razón confío en que si nosotros, como Parlamentos, nos involucramos en mayor medida en la aplicación de esta estrategia en el futuro, seremos capaces de añadir valor a esta alianza.

 
  
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  Ana Maria Gomes (PSE).(PT) Quiero felicitar a la señora Martens por el importante informe que ha elaborado y resaltar el papel fundamental de este Parlamento en la supervisión de la aplicación de la estrategia conjunta África-UE y de su plan de acción.

Ya se han dado algunos pasos importantes con respecto a algunas de las ocho alianzas implicadas en la estrategia, en especial la creación de grupos de expertos conjuntos y equipos de implementación, así como la puesta en marcha de un diálogo en el marco de estas alianzas.

No obstante lamento que, al llegar al final del primer año, algunas de estas alianzas se encuentren todavía definiendo los métodos de trabajo y no hayan establecido aún un calendario de trabajo, los productos que se elaborarán ni las asignaciones presupuestarias correspondientes.

Confío en que el próximo informe anual conjunto sobre la marcha de las actuaciones sea mucho más concreto que el primero en cuanto a la presentación de resultados y a la indicación de las dotaciones financieras. Es especialmente importante que permanezcamos vigilantes en cuanto al cumplimiento de los compromisos contraídos por la Unión Europea y sus Estados miembros con vistas a seleccionar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Asimismo, hemos de garantizar que la recesión mundial, que está afectando a todos, no castigue de forma desproporcionada a los países y pueblos de África, puesto que son precisamente ellos los más vulnerables.

El desarrollo y la gobernanza democrática en África forman parte de la estrategia de salida de la crisis para todos nosotros. En este sentido, necesitamos también ver un progreso significativo en todas las alianzas, incluidas las más sensibles desde el punto de vista político, como sucede en el caso de la gobernanza y los derechos humanos.

El papel del Parlamento Europeo en este proceso debe reforzarse dotándolo con carácter oficial de funciones de control e implicándolo en el trabajo de los equipos de implementación de la estrategia. También es crucial asegurar la implicación en este proceso de los actores que representan a las sociedades civiles europea y africana, en especial a sus Parlamentos nacionales, a las ONG y a los medios de comunicación.

 
  
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  Zbigniew Krzysztof Kuźmiuk (UEN). - (PL) Señor Presidente, me gustaría llamar la atención sobre tres puntos en este debate. En primer lugar, en diciembre de 2007, el Parlamento Europeo aprobó una nueva estrategia UE-África, cuyo objetivo era garantizar la igualdad entre ambas partes. El punto nuclear de esta estrategia era reducir la pobreza en los países africanos; sin embargo, a lo largo del último año los avances en este terreno han sido escasos.

En segundo lugar, la persistente crisis económica y financiera, por desgracia, empeorará la situación a la que se enfrentan los países africanos. Las instituciones financieras líderes en el mundo han formulado las siguientes previsiones para 2009: el FMI estima que el PIB mundial disminuirá un 1 %, mientras el Banco Mundial pronostica una caída del 2 %. La OIT predice una reducción del 9 % en el valor del comercio mundial. Será la primera vez que esto suceda en los últimos 50 años. De acuerdo con el FMI, la crisis que sufre la mayoría de los países desarrollados continuará y afectará a los países en desarrollo, incluidos los que se encuentran en África, al mismo tiempo que el aumento del desempleo y de la pobreza podrían generar tensiones civiles y, en algunos casos, provocar guerras.

Espero que, en vista de esta crisis y de sus repercusiones, que continuarán sintiéndose durante los próximos años, la estrategia de cooperación UE-África se adaptará convenientemente con el fin de evitar este tipo de desórdenes civiles, o incluso conflictos armados, provocados por la crisis económica mundial.

 
  
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  Juan Fraile Cantón (PSE).(ES) Señor Presidente, en diciembre de 2007, los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea aprobaron en Lisboa la Estrategia Conjunta África-Unión Europea y el primer Plan de Acción para su implementación.

Dicha Estrategia estaba motivada por tres realidades. La primera, la coexistencia en el continente africano de procesos de paz y la progresiva consolidación de sistemas democráticos, con persistentes conflictos, como el de Darfur, elevados índices de pobreza y la aparición de fenómenos como los flujos masivos de inmigración ilegal.

La segunda de las realidades es que el África subsahariana es la región más pobre del planeta. Una población con baja esperanza de vida, bajos índices de escolarización y de alfabetización y un fuerte crecimiento demográfico. 300 millones de personas sobreviven con menos de un euro al día.

La tercera de las realidades es que África es el marco físico de las grandes pandemias, el lugar en el que habitan más de dos tercios de las personas que están infectadas de sida y donde se produce el 90 % de las muertes que causa la malaria.

En este año poco hemos avanzado en los objetivos que nos propusimos entonces, y, puesto que el plan de acción abarca hasta 2010, es necesario actuar con prontitud en dos grandes ámbitos: el de la cooperación en materia de gobernanza democrática, fortalecimiento institucional y fortalecimiento del papel de la sociedad civil, con especial atención a las políticas de género, y el de la cooperación para conseguir la cobertura de necesidades sociales básicas, la lucha contra el hambre y el lanzamiento de políticas de desarrollo en los ámbitos de la educación, la salud y el acceso a bienes fundamentales como el agua.

 
  
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  Czesław Adam Siekierski (PPE-DE). (PL) Señor Presidente, la alianza que hoy debatimos es la respuesta a las necesidades de África, dado que brinda el apoyo necesario para el proceso de democratización de los países africanos así como para el de los derechos humanos y, al mismo tiempo, garantiza una sólida implicación bilateral en la lucha contra el cambio climático y en el ámbito de la seguridad energética.

Hoy en día, en vista de nuestra creciente codependencia y de nuestra responsabilidad compartida, también necesitamos contar con el compromiso de otros socios que son potencialmente más débiles. Tomemos, a modo de ejemplo, la lucha contra el cambio climático. Pese a que África es el continente que menos contribuye a la contaminación de la atmósfera, es el que más sufre las consecuencias de dicha contaminación. Por ello, debemos incluir a los países africanos en la lucha contra el cambio climático, especialmente tratando de lograr que estos países hagan el mayor uso posible de las fuentes de energía renovables que tienen a su disposición.

Algunos países están intentando atraer a los países africanos a sus respectivas áreas de influencia. Esto no debería suceder, África no debe estar bajo el control de nadie. En lugar de ello, necesita nuestra ayuda y nuestro apoyo. Al mismo tiempo, deberíamos tratar a África como socio en pie de igualdad, no como simple receptor de ayuda financiera. De ese modo lograremos estimular un mayor grado de compromiso.

 
  
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  Louis Michel, miembro de la Comisión. – (FR) Señor Presidente, quisiera expresar mi agradecimiento a los diversos oradores que han intervenido.

Me complace que los primeros resultados hayan generado satisfacción, si bien huelga decir que lo hecho hasta ahora no basta. Debemos comprender que las actuaciones solamente llevan un año en marcha y que a lo largo de 2009 deberíamos aumentar el ritmo.

Estoy de acuerdo con los aspectos fundamentales que se han planteado en los diversos discursos y las cuestiones señaladas corresponden perfectamente a mis convicciones. Resulta evidente que no puede haber desarrollo sin control, como han dicho el señor Hutchinson y la señora Morgantini. Igualmente obvio es que el papel de los Parlamentos nacionales y el de la sociedad civil revisten una importancia crucial.

Además, lamento que no haya sido posible acometer una reforma profunda de los mecanismos institucionales que rigen la responsabilidad del Parlamento con respecto a la política de desarrollo. Recuerdo que pidieron que los documentos de estrategia por país no se debatiesen únicamente aquí sino también en los Parlamentos nacionales de los países asociados. Sin embargo, el Consejo Europeo no me lo permitió, por lo que envié los documentos de estrategia por país a la asamblea parlamentaria conjunta. A través de este canal, ustedes lo enviaron a su vez a los diferentes Parlamentos nacionales de Europa, pero todo ello no dio lugar a ningún tipo de norma institucional, como sinceramente me hubiera gustado. Quiero añadir, a modo de recordatorio, que esta continuará siendo una de mis prioridades absolutas, puesto que lograríamos avanzar enormemente si se incluyesen los Fondos Europeos de Desarrollo en el presupuesto. Aunque no se incluyan, tendremos pocos motivos para impedir que el Parlamento desempeñe la función que le corresponde y, como resultado de ello, en ocasiones el Comisario responsable del desarrollo no podrá hacer nada. Sería mucho más simple si pudiera debatir las prioridades, los programas y los proyectos aquí, en el Parlamento; podría avanzar, reforzado por el respaldo de esta institución. Por desgracia, esto todavía no es así, aunque espero que lo logremos algún día.

No quiero dejar de referirme a algunas cuestiones que no me parecen correctas. Quiero recordarles que el año pasado gastamos en toda Europa la contribución de la Comisión y de los Estados miembros, sabiendo que cada uno aportó 46 000 millones de euros. Sin embargo, estamos 1 700 millones de euros por detrás de lo programado, o, dicho de otro modo, del objetivo que se había fijado. No estoy en absoluto satisfecho con este punto y creo que tendremos que luchar por ello en el futuro. El Parlamento debe ser un auténtico embajador de este mensaje y ejercer presión. Necesitamos toda nuestra fuerza en la esfera política para lograr que los Estados miembros respeten sus compromisos de 2005. No será tarea fácil. Todavía recuerdo la lucha por los mil millones del instrumento alimentario. Fue complicado, pero obtuvimos unas buenas condiciones. Conseguimos 1 000 millones más, aunque fuesen repartidos en tres años en lugar de en dos. Afortunadamente, pese a todo, los proyectos avanzan y su ejecución progresa adecuadamente. Por tanto, como es natural, estoy totalmente de acuerdo.

miembro de la Comisión. − No es nuestra intención reabrir el tema del CAD. Hay algunos ajustes al margen que están siendo objeto de debate, por ejemplo con respecto a las misiones de mantenimiento de la paz.

miembro de la Comisión. − .(FR) No pretendemos, por tanto, reabrir ese debate. Debo decir, además, que soy muy cauto al respecto. No me inclino especialmente a reabrir esa discusión, puesto que si lo hacemos, algunos Estados miembros participarán en ella con objeto de incluir en el presupuesto todo lo que puedan a tal fin.

Debo decirle, señor Cook, que no estoy de acuerdo cuando se dice que hemos perdido nuestros ideales. No creo que eso sea cierto. Solo tiene que escuchar las voces en esta Cámara para darse cuenta de que estamos tremendamente comprometidos con la defensa de los países en desarrollo. No es cierto que no estemos contribuyendo a la solución. Obviamente, no se puede esperar que seamos capaces de solucionarlo todo, pero me estremezco al pensar lo pobre que sería el mundo sin la ayuda europea.

Dicen que no es suficiente; estoy totalmente de acuerdo, pero representa el 57 % del total de la ayuda mundial. Por desgracia, no creo que podamos debatirlo ahora, pero el tema de saber si la ayuda europea procedente de nuestros Estados miembros o de la Comisión sigue consiguiendo sus objetivos o siendo efectiva —si constituye una forma adecuada de trabajar— es otro aspecto que habría que abordar. Me gustaría que este debate volviese a la cuestión del establecimiento, o no, de apoyo presupuestario y de condiciones, porque, al igual que ustedes, no tengo nada claro este último punto.

Dicho esto, todavía no sabemos lo que queremos. Si queremos un gobierno que se acerque a la sociedad civil o que logre que esta —o su Parlamento, en algunos casos— participe, hemos de aceptar que debemos imponer ciertas condiciones, porque en ocasiones no basta con decir simplemente a un gobierno "esperamos que esté haciendo tal cosa", formular peticiones apasionadas o sugerencias meramente amistosas. La cuestión de las condiciones —no me gusta esa palabra, prefiero hablar de criterios— sigue siendo importante. Cuando hablan, por ejemplo, del perfil, creo que es bastante normal que podamos fijar uno. No se ha usado un perfil para determinar el presupuesto de la iniciativa. Sigue siendo normal que estudiemos los perfiles de gobernanza de cada país cuando nos disponemos a concederles un 25 o incluso un 30 % adicional de incentivos financieros. Todos estos debates siguen abiertos, y no deseo cerrarlos, pero espero que seamos capaces de hacerlo en algún momento.

Omitiré todo lo que tiene que ver con China. Obviamente creo que es un buen debate y, naturalmente, pienso que los países en desarrollo tienen derecho a cooperar con quien más les interese. África ha dejado de ser territorio exclusivo de Europa, y eso es muy positivo. Esto es algo que me parece importante.

Por otro lado, es aconsejable cuestionar la calidad de las políticas de desarrollo que se han establecido entre China y África. No podemos criticarles por hacerlo, pero nada nos impide preguntarnos por ello. Por ejemplo, a lo largo de varios meses he estado recibiendo informes referentes a contratos chinos en la República Democrática del Congo. No estoy diciendo que sean malos contratos; simplemente digo que hay toda una serie de problemas que merecen respuestas. En estos momentos estamos ocupados respondiendo a esos problemas, sobre todo a la cuestión de la garantía estatal, dado que se trata de un acuerdo suscrito con una empresa privada. También estamos estudiando el porcentaje de préstamos en comparación con las donaciones, el hecho de que no se convocase una licitación y el de que se trata prácticamente de una suma idéntica a la deuda que tiene el país con el Fondo Monetario Internacional. Todos ellos son problemas que necesitan una solución que, sin embargo, no pasa por la denuncia de este tipo de relación. Los países africanos tienen derecho a concluir acuerdos de colaboración también con los chinos. No volveré sobre este punto.

A mi juicio, señora Morgantini, ha señalado usted algunos temas que ya había planteado el señor Hutchinson. Está claro que el verdadero problema siempre será garantizar que la relación entre nosotros y los países en desarrollo tenga el carácter de una auténtica alianza. Creo que la Cumbre de Lisboa representó un considerable paso adelante, puesto que al menos nosotros forjamos en los textos el comienzo de una nueva filosofía de asociación en pie de igualdad en términos de derechos y de responsabilidades.

Sin embargo, es evidente que no nos encontramos aún en ese punto y este es uno de los elementos relacionados con el control y —allí donde sea posible— con el apoyo presupuestario. Guarda relación con el control por parte de la sociedad civil y por parte del debate parlamentario. Creo que tiene razón y que estas son las áreas en las que debemos trabajar.

También ha planteado una pregunta que constituye para mí una auténtica preocupación y que, en mi opinión, es un asunto fundamental para el debate. Era: «¿Cómo podemos lograr mejorar la armonización: hacer que la gente trabaje mejor en equipo, distribuir mejor el trabajo, prestar un mejor apoyo a la política de desarrollo global entre los diversos socios, la función del Banco Mundial, de la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, la Comisión y todos los grandes donantes?»

Es verdad que, por el momento —como se dijo en otra reunión— existen solapamientos y duplicaciones, e incluso competencia, una competencia que no siempre resulta útil. Puedo decirles que se ha progresado notablemente en los últimos dos años, especialmente con el Banco Mundial. El nuevo mensaje, la estrategia y la filosofía que se detectan en el Banco Mundial me hacen ser bastante optimista. Hay, por tanto, espacio para otro tipo de cooperación, para la colaboración entre los diversos socios, y creo sinceramente que ha señalado un punto crucial, que tendremos que analizar en profundidad.

La buena gobernanza, por supuesto, es un elemento esencial; por esta razón, tomamos precauciones con respecto al paquete de gobernanza.

La señora Gómez ha mencionado un tema importante: los efectos de la crisis financiera sobre la situación económica y social en los países en desarrollo. En la actualidad existe un consenso prácticamente unánime entre los expertos en que el crecimiento se reducirá en al menos un 2 %, lo que implica un aumento de la población pobre en hasta 50 millones de personas. Hemos de ser muy conscientes de ello.

En lo que nos concierne, me sentiré muy complacido si los Estados miembros mantienen las promesas que hicieron en 2005. Les aseguro que tendremos que luchar conjuntamente y con gran esfuerzo para obligar a los Estados miembros a que lo hagan.

En segundo lugar, estoy preparando una comunicación —el paquete de abril que prometí— que va más allá de la ayuda pública al desarrollo. Esta iniciativa tratará de movilizar toda una serie de presupuestos de la Comisión por secciones para políticas de desarrollo. Debo decirles que hay algunas medidas realmente interesantes. También estoy trabajando con el Banco Europeo de Inversiones en el desarrollo de este paquete, sobre todo en lo que respecta a la infraestructura de apoyo para lograr un despliegue y un impacto rápidos de estas políticas. En abril vendré al Parlamento para informar de ello. Ahora quisiera decir únicamente que me queda un asunto más que tratar, muy importante: el papel de la sociedad civil y de los Parlamentos nacionales.

Concluiré con esto. El señor Hutchinson sugirió una vez que podrían hacerse algunos experimentos con miembros de esta Cámara, y quizá con miembros de los Parlamentos de los Estados miembros, ir donde se pudiera para hacerlo, y celebrar debates sobre los documentos nacionales de estrategia. Por mi parte, he tenido ocasión de hacerlo en tres países diferentes y funcionó muy bien, pero es evidente que funcionó bien porque en esos tres países contábamos con el respaldo de los Gobiernos respectivos, puesto que sin ese apoyo esta cuestión resulta extremadamente complicada. Creo, por consiguiente, que tiene razón: la movilización de la acción parlamentaria constituye ciertamente una de las prioridades. En cualquier caso, pueden estar seguros de que haré todo lo que esté en mi mano para garantizarlo.

 
  
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  Maria Martens , ponente. – (NL) Señor Presidente, no tengo mucho más que añadir. Este es el primer debate sobre la aplicación de la estrategia; hemos iniciado el camino, pero todavía queda muchísimo trabajo por delante. África sigue siendo el continente más pobre. Todos ustedes han señalado los temas que nos preocupan y los retos a los que nos enfrentamos, ya sea en relación con la paz y la seguridad, con el crecimiento económico, con la buena gobernanza, con el desarrollo de la capacidad o con el papel de los parlamentos y de la sociedad civil. El Comisario ha formulado las observaciones pertinentes a ese respecto.

Quiero expresarles mi agradecimiento a ustedes, Señorías, al señor Comisario y a nuestros colegas del Parlamento Panafricano. Continuaremos avanzando en este proceso.

 
  
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  Presidente. – Se cierra el debate.

La votación tendrá lugar el martes 24 de marzo de 2009.

 
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