INFORME sobre el Informe Anual 2010 del BCE

17.10.2011 - (2011/2156(INI))

Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios
Ponente: Ramon Tremosa i Balcells

Procedimiento : 2011/2156(INI)
Ciclo de vida en sesión
Ciclo relativo al documento :  
A7-0361/2011
Textos presentados :
A7-0361/2011
Textos aprobados :

PROPUESTA DE RESOLUCIÓN DEL PARLAMENTO EUROPEO

sobre el Informe Anual 2010 del BCE

(2011/2156(INI))

El Parlamento Europeo,

–   Visto el Informe Anual 2010 del Banco Central Europeo (BCE),

–   Visto el artículo 284 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE),

–   Visto el artículo 15 de los Estatutos del Sistema Europeo de Bancos Centrales y del Banco Central Europeo,

–   Vista su Resolución de 4 de mayo de 1998 sobre la responsabilidad democrática en la tercera fase de la UEM[1],

–   Vista su Resolución de 23 de noviembre de 2010 sobre el Informe Anual 2009 del BCE[2],

–   Visto el artículo 119, apartado 1, de su Reglamento,

–   Visto el informe de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios (A7-0361/2011),

A. Considerando que en 2010 la zona del euro se recuperó, con un crecimiento del PIB del 1,7 %, y que se espera que crezca al 1,6 % en 2011, después de la caída de 2009, cuando se registró una cifra de crecimiento del -4,2 %, si bien algunos organismos internacionales alertan sobre una posible desaceleración económica global;

B.  Considerando que el promedio global del déficit público en la zona del euro aumentó hasta el 6,0 % del PIB en 2010 y que la carga de la deuda media se situó en el 85,1 % del PIB, frente al 0,7 % y al 66,2 %, respectivamente, en 2007 y en comparación con una carga de la deuda del 101,1 % del PIB en los EE.UU. y del 212,71 % en Japón;

C. Considerando que la tasa media de inflación interanual medida por el IAPC en la zona del euro fue del 1,6 % en 2010 y que el crecimiento de M3 se ha mantenido bajo, a un ritmo medio del 0,6 % en 2010;

D. Considerando que el 10 de mayo de 2010 el BCE anunció que el Eurosistema intervendría con carácter temporal en los mercados secundarios de deuda pública de la zona del euro a través del Programa para los Mercados de Valores, con compras liquidadas cuyo valor contable ascendía a 129.000 millones de euros a principios de septiembre de 2011; considerando que estos títulos se han adquirido con un descuento;

E.  Considerando que el 4 de junio de 2009 el BCE decidió poner en marcha un programa de compra de bonos garantizados en los mercados primarios y secundarios por valor de 60.000 millones de euros, programa que se esperaba aplicar en su integridad antes de terminar el mes de junio de 2010;

F.  Considerando que a finales de 2010 el BCE mantenía bonos de titulización por valor de 480.000 millones de euros e instrumentos financieros no negociables por valor de 360.000 millones de euros, categorías que sumaban entre ellas el 44 % de sus activos totales;

G. Considerando que los persistentes rumores de reestructuración de la deuda y sus consiguientes repercusiones en los mercados financieros y en la economía en general pueden volver a retrasar el abandono de medidas no convencionales por parte del BCE; que, sin embargo, debe buscarse una solución completa y duradera para la gestión de la deuda soberana al margen del BCE;

H. Considerando que los tipos de interés en la zona del euro se mantuvieron en el 1 % durante todo 2010, pero desde entonces subieron en 25 puntos básicos en abril de 2011 y en otros 25 puntos básicos en julio de 2011, por lo que los tipos se sitúan en el 1,5 %;

I.   Considerando que en el artículo 282 del TFUE se dispone que el objetivo principal del BCE es mantener la estabilidad de precios y que debe prestar apoyo a las políticas económicas generales para contribuir a la consecución de dicho objetivo, y poniendo de relieve la labor de la JERS bajo los auspicios del BCE en materia de estabilidad financiera;

Introducción

1.  Acoge con satisfacción el hecho de que, hasta el momento, el BCE haya logrado un éxito notable en el mantenimiento de la inflación medida por el IAPC en cerca del 2 %, a pesar de una serie de golpes macrofinancieros y de la volatilidad de los precios de las materias primas, y en un momento de bajo crecimiento medio del PIB en la Unión;

2.  Expresa su preocupación por los efectos que las subidas de los tipos de interés puedan tener en el crecimiento económico de la zona del euro; añade que esta circunstancia podría comprometer la ya lenta recuperación en dicha zona, especialmente en sus economías más débiles;

3.  Destaca que, aunque desde principios de 2010 la inflación mensual medida por el IAPC ha sido generalmente superior al 2 %, lo importante para la política monetaria son las expectativas de inflación futura, cuyo bajo nivel demuestra la alta credibilidad e independencia del BCE;

4.  Pone de relieve que, antes de la crisis financiera, la deuda privada, así como las burbujas crediticias y, en algunos casos, la deuda pública, había aumentado hasta niveles insostenibles, y que las burbujas de deuda privada ya habían originado riesgos; señala asimismo que el aumento de la deuda pública se debió a la necesidad de salvar al sector privado y en particular al sector financiero;

5.  Opina que, además del IAPC, el crecimiento del crédito y las tendencias de los precios de los activos en la UE y en los Estados miembros son indicadores cruciales para la supervisión eficaz de la estabilidad financiera en la UEM y en la UE en general;

6.  Observa que la deuda pública en relación con el PIB es mucho menor en la zona del euro que en los EE.UU. o en Japón;

7.  Está convencido de la fortaleza de la economía en la zona del euro y de la importancia del euro como moneda internacional;

8.  Recuerda que, de acuerdo con el artículo 282 del TFUE, el objetivo principal del BCE es la estabilidad de precios y que esta contribuye a la estabilidad financiera y a una liquidez adecuada de los mercados financieros; señala que la inestabilidad financiera supone un grave riesgo para la estabilidad de precios a medio plazo, ya que dificulta el buen funcionamiento de los mecanismos de transmisión de la política monetaria; celebra la creación de la JERS, el 1 de enero de 2011, bajo los auspicios del BCE; felicita al BCE por el papel decisivo que ha desempeñado al adoptar medidas de emergencia para mantener la estabilidad de los mercados;

9.  Subraya que, de conformidad con el artículo 127, apartado 6, del TFUE, el Consejo, mediante reglamentos adoptados con arreglo a un procedimiento legislativo especial, por unanimidad y previa consulta al Parlamento Europeo y al Banco Central Europeo, podrá encomendar al Banco Central Europeo tareas específicas respecto a políticas relacionadas con la supervisión prudencial de las entidades de crédito y otras entidades financieras, con excepción de las empresas de seguros.

10. Destaca que la recompra de bonos en los mercados secundarios está justificada por el objetivo de restablecer una política monetaria eficaz durante el presente periodo de funcionamiento excepcionalmente deficiente de determinados sectores del mercado; observa que estos programas de recompra se complementan con otras iniciativas para neutralizar los efectos sobre la liquidez;

11. Está profundamente alarmado por la persistencia de las renovadas turbulencias financieras en la UE y de considerables desequilibrios macrofinancieros entre las economías de la zona del euro, así como por las presiones deflacionarias en muchos Estados miembros de esta zona;

12. Recuerda que la persistente, e incluso agudizada, falta de convergencia económica sigue siendo un problema estructural para la política monetaria única de la zona del euro; hace hincapié en que el impacto de la política monetaria presenta diferencias notables entre los Estados miembros de la zona del euro; considera probable que este impacto asimétrico de la política monetaria se exacerbe aún más si el BCE mantiene los tipos en aumento, dado el predominio de préstamos indiciados a tipos de interés a corto plazo en varios Estados miembros; está convencido, por tanto, de la necesidad de una gobernanza presupuestaria común de la UE;

13. Pide a la Comisión la creación de una fundación europea de calificación crediticia y la evaluación de los pros y los contras de la suspensión temporal de las calificaciones crediticias para aquellos países que estén sujetos a un programa de ajuste UE/FMI; lamenta, además, el actual oligopolio de calificación crediticia y pide medidas para estimular la competencia entre las agencias de calificación y para aumentar el número de tales agencias;

14. Pide a la Comisión que adopte las medidas necesarias para establecer un fondo monetario europeo y garantizar así que el FMI no tenga que participar en la futura política de crédito europea, reduciendo de este modo la dependencia de los Estados miembros respecto a otros mercados e instituciones internacionales;

15. Celebra la incorporación de Estonia a la zona del euro, que demuestra la fuerza del proyecto de una moneda común;

16. Muestra su preocupación por la evolución del sistema monetario mundial y por el valor externo del euro, ya que las inyecciones de liquidez no convencionales que se realizan en la mayoría de los países de la OCDE tienen importantes efectos de contagio; considera que es necesaria una coordinación internacional mucho más estrecha para estabilizar el sistema monetario mundial;

Gestión de la crisis

17. Acoge con satisfacción la postura decidida y anticipatoria que ha adoptado el BCE a lo largo de toda la crisis desde el año 2007, y especialmente durante las turbulencias que agitaron los mercados financieros en 2007, 2008 y 2010, y, más recientemente, durante el verano de 2011, cuando algunas de las principales economías de la UE pasaron por dificultades ante la continua indecisión de los Estados miembros, lo que está llevando al BCE a asumir una función manifiestamente política en respuesta a la actual crisis de la deuda;

18. Observa que la política monetaria debe asumir su parte de responsabilidad por la creación de burbujas de activos, dado el crecimiento insostenible del crédito durante los años que condujeron a la crisis;

19. Toma nota de las propuestas presentadas por el BCE en materia de gestión de la crisis, tanto en términos de gobernanza económica como del mecanismo de resolución bancaria;

20 Lamenta la falta de un marco adecuado de política económica de la UE para gestionar la crisis, así como la gestión indecisa de la crisis por parte de la Comisión y de los Estados miembros, en especial de aquellos que necesitan reformas, e insta al Consejo y a la Comisión a presentar con rapidez las medidas globales y de gran alcance necesarias para salvaguardar la estabilidad del euro;

21. Muestra su alarma por las continuas tensiones en los mercados de deuda soberana de la zona del euro, que se reflejan en el aumento de los diferenciales durante los dos últimos años; señala que la búsqueda de seguridad provocada por las olas de pánico acontecidas durante la actual crisis financiera ha tenido enormes efectos distorsionadores, con costosas externalidades negativas; elogia los esfuerzos realizados por el BCE para disminuir los diferenciales de los Estados miembros vulnerables a través de su Programa para los Mercados de Valores;

22. Toma nota de la reestructuración de la deuda griega mediante una oferta de canje voluntario y coordinado por la UE; considera que la disminución de la carga de la deuda griega, acordada en la cumbre del 21 de julio de 2011, no ha contribuido en absoluto al restablecimiento de la sostenibilidad de la deuda pública;

23. Observa que, si bien el desapalancamiento continúa en algunos ámbitos del sector privado y en la mayoría de los Estados miembros, los niveles de deuda excesivos están todavía muy generalizados en el sector público, debido en gran parte a las medidas destinadas a absorber los efectos de la crisis financiera;

24. Recuerda que, antes del estallido de la crisis financiera, la deuda pública en relación con el PIB de la zona del euro había disminuido pasando del 72 % en 1999 al 67 % en 2007 y que, por el contrario, los niveles de deuda de las familias y las empresas, así como el nivel de apalancamiento del sector financiero, aumentaron considerablemente durante el mismo periodo; destaca, en concreto, que el endeudamiento familiar en la zona del euro aumentó del 52 % al 70 % del PIB en ese mismo período y que el nivel de la deuda de las instituciones financieras pasó de menos del 200 % del PIB a más del 250 %; reconoce que algunos Estados miembros, como Grecia e Italia, constituyeron excepciones significativas a estas tendencias generales;

25. Señala el rápido aumento del coeficiente de apalancamiento del BCE, determinado por su capital y sus reservas en relación con sus activos, aunque dicho coeficiente de apalancamiento no puede aplicarse a los bancos centrales de la misma manera que a los bancos comerciales; destaca, no obstante, que a mediados de agosto de 2011 el balance del BCE ya se había reducido en un 10 % aproximadamente respecto a su nivel máximo, si bien ha ido aumentando con rapidez desde entonces; observa que, a pesar de la también considerable expansión de los balances de otros bancos centrales, el coeficiente de apalancamiento del BCE es superior al de otros bancos centrales comparables, exceptuando aquellos que han aplicado programas de flexibilización cuantitativa, como la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra;

26. Señala y celebra que la expansión del balance del BCE no haya producido inflación; subraya su creciente papel como contraparte central entre los bancos de la zona del euro, lo que refleja una alteración temporal en la intermediación, que pasa del mercado interbancario al Eurosistema, así como un aumento de activos de la zona del euro mantenidos por el Eurosistema, que vencerán con el tiempo; recuerda, además, que la provisión de liquidez a bancos solventes no implica necesariamente un aumento de la oferta monetaria y constata que las medidas no convencionales son de carácter temporal; está convencido de que todos estos cambios, junto con factores externos, han garantizado el mantenimiento constante de la inflación en un 2 % aproximadamente;

27. Recuerda una vez más el preocupante exceso de confianza que muchos bancos de la zona del euro tienen en la liquidez proporcionada por el BCE, a falta de un mercado interbancario plenamente funcional; observa que, mientras en 2010 el Eurosistema aceptó como garantía bonos de titulización (ABS) por valor de 488.000 millones de euros, los criterios para aceptar ABS en las operaciones de crédito del Eurosistema se han endurecido de modo significativo, lo que debería llevar a una reducción progresiva de esa cantidad;

28. Destaca que el Eurosistema se ha negado a divulgar el método empleado para determinar el «precio teórico» de los activos deteriorados aceptados para sus operaciones de liquidez en el marco del programa de apoyo reforzado al crédito; hace hincapié en la consiguiente imposibilidad de comprobar si el BCE ha desempeñado una función cuasi fiscal; pide, por tanto, al BCE que revele los métodos de valoración que ha empleado a lo largo de la crisis;

29. Destaca que, dada la falta de un marco adecuado para responder a las crisis en la zona del euro, el BCE se vio obligado a asumir riesgos que no forman parte de sus competencias;

30. Pide al BCE más transparencia respecto a la calidad y la cantidad de los valores que mantiene, incluyendo los ABS aceptados como garantía, así como otros valores negociables y no negociables que mantenga por motivos monetarios y valores mantenidos por otros motivos;

31. Reconoce la necesidad de adoptar medidas no convencionales de política monetaria y destaca su naturaleza temporal, pero pide la eliminación progresiva de estos programas en cuanto los mercados financieros se estabilicen y se haya resuelto la crisis de la deuda soberana, siempre y cuando se establezca un marco comunitario para abordar adecuadamente la inestabilidad financiera; pide medidas para establecer una gobernanza económica más integrada;

32. Pide al BCE la introducción, dentro del Programa para los Mercados de Valores, de un mecanismo de tipos de descuento, ajustable en caso de mayor rebaja de un determinado valor por parte de la mayoría de las agencias de calificación crediticia, con el objetivo de garantizar que el BCE no acabe teniendo demasiados activos de riesgo; opina, además, que el BCE debería considerar la posibilidad de ampliar la política de exigir al menos dos calificaciones crediticias antes de aceptar un valor como garantía, desde solo los ABS hasta cualquier otro tipo de garantía, para los que solo se exige actualmente una calificación, y pide al BCE que desarrolle su propio marco de evaluación del riesgo.

33. Subraya que las condiciones impuestas a los bancos que se acogen al sistema de liquidación TARGET2 y, de forma más general, a los mecanismos de inyección de liquidez del BCE son motivo de preocupación por lo que se refiere a los riesgos de crédito del propio BCE; pide, por tanto, al BCE que proporcione más información de forma periódica y pública acerca de los flujos entre los bancos centrales de la zona del euro, medidos en el marco del sistema de liquidación TARGET2, en aras de una mayor transparencia, y una perspectiva adecuada de los últimos cambios para que estos flujos no se interpreten erróneamente como transferencias permanentes de países con superávit por cuenta corriente a países con déficit;

34. Muestra su preocupación por los elevados niveles de desajuste de moneda y de vencimiento de la deuda de varias entidades de crédito de la zona del euro, con o sin importancia sistémica;

35. Opina que, en el actual contexto de emergencia, existe la necesidad urgente de definir y divulgar más condiciones estrictas en relación con las inyecciones de liquidez por parte del BCE, como condiciones prudenciales más severas que las normas internas y confidenciales y recortes de valoración vinculados a las garantías aceptadas para sus operaciones de refinanciación;

36. Pide al BCE que estudie la posibilidad de que las exigencias de reservas mínimas obligatorias puedan ser otro instrumento, junto con el tipo de interés, para salvaguardar la estabilidad financiera sin comprometer el crecimiento;

37. Observa que en los EE.UU. y en la UE una de las consecuencias de las políticas monetarias anteriores y simultáneas a la crisis ha sido lograr una pronunciada curva de rendimientos que contribuye a una recapitalización más rápida del sistema bancario con la ayuda de los depósitos y préstamos a corto plazo;

38. Destaca la postura invariable y rigurosa del BCE durante muchos años en cuanto al fortalecimiento de la gobernanza económica en interés de Europa;

Gobernanza económica y financiera

39. Pide una supervisión macroprudencial del sistema financiero que esté mejor integrada en el contexto de la política monetaria y que tome en cuenta las diferencias entre los países de la zona del euro y los demás países; pide un esfuerzo adicional para crear un marco analítico integrado a fin de evaluar conjuntamente los efectos de las políticas macroprudencial y monetaria, y de seguir desarrollando el conjunto de instrumentos de política macroprudencial de la JERS, teniendo en cuenta las particularidades nacionales, jurídicas y propias de los sistemas financieros;

40. Pide un aumento considerable de los recursos destinados a la nueva arquitectura de supervisión financiera para aumentar así su eficacia y pide además un análisis continuo de la eficacia de esta nueva arquitectura, con la ayuda de valoraciones del impacto, y una evaluación de la opción a largo plazo de establecer una única autoridad europea de supervisión financiera que unifique bajo su paraguas a las actuales autoridades europeas de supervisión y a la Junta Europea de Riesgo Sistémico;

41. Destaca la necesidad de contar con un único ministro de finanzas europeo, procedente posiblemente de la Comisión, en consonancia con la propuesta formulada por Jean-Claude Trichet en Aquisgrán el 2 de junio de 2011; cree que la cuestión de la legitimidad democrática de una propuesta de este tipo ha de tratarse adecuadamente; observa a este respecto que, en una unión monetaria, la política fiscal no solo afecta a los Estados miembros, sino que además tiene múltiples efectos de propagación transfronteriza, y que la actual crisis ha revelado los límites de las políticas fiscales completamente descentralizadas; considera que el ministro de finanzas europeo debería rendir cuentas de manera democrática ante el Parlamento Europeo; subraya que, para avanzar de este modo hacia la creación de una unión fiscal basada en el método comunitario, es necesario una mayor implicación democrática y una posible revisión de los Tratados a largo plazo, pero reconoce que el marco actual permite el fortalecimiento de la gobernanza económica a corto plazo;

42. Hace hincapié en la necesidad de un tesoro único europeo para aliviar al BCE de su función cuasi fiscal; opina que este tesoro europeo podría establecerse introduciendo un cambio en el Tratado de la UE;

43. Celebra que se haya otorgado al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) el derecho de adquirir títulos de deuda pública en el mercado secundario, ya que esto podría aliviar la presión a la que está sometido el BCE en las circunstancias actuales;

44. Lamenta, a este respecto, que el MEDE se haya creado al margen de los Tratados de la UE y, por tanto, pide a la Comisión que proponga un mecanismo permanente de gestión de crisis basado en la normativa comunitaria (por ejemplo, un fondo monetario europeo);

45. Hace hincapié en la necesidad imperiosa de instrumentar y aplicar rápidamente las disposiciones del paquete de gobernanza económica; a este respecto, pide coherencia y equilibrio en la aplicación del Pacto Europeo de Estabilidad y Crecimiento, así como un mecanismo automático para la imposición de sanciones a aquellos países que presenten déficits presupuestarios;

46. Espera con impaciencia la presentación, antes de que acabe 2011, del informe de la Comisión sobre la creación de un sistema de emisión común de bonos soberanos europeos, o eurovalores, bajo el principio de responsabilidad conjunta y solidaria, acompañado, si procede, de propuestas legislativas;

Dimensión exterior

47. Puesto que el BCE, el FMI y la Comisión colaboran en misiones a determinados Estados miembros, pide a la Comisión que presente propuestas para la creación de una representación exterior única de la zona del euro, de conformidad con el artículo 138 del TFUE, especialmente en el FMI;

Transparencia y responsabilidad

48. Recomienda que el BCE incremente la transparencia de su trabajo, con el fin de aumentar su legitimidad y su previsibilidad; reitera su llamamiento de larga data para que se publiquen los sumarios de las actas de las reuniones del Consejo de Gobierno;

49. Pide, en consonancia con los informes del Tribunal de Cuentas, más transparencia y responsabilidad por lo que se refiere a la documentación de las decisiones sobre los procedimientos de selección de personal y las revisiones de salarios y primas;

50. Celebra el compromiso del BCE de rendir cuentas ante el Parlamento Europeo y destaca el papel tan constructivo que el BCE ha desempeñado al más alto nivel y a través de su personal en el procedimiento de codecisión;

51. Encarga a su Presidente que transmita la presente Resolución al Consejo, a la Comisión, al Eurogrupo y al Banco Central Europeo.

EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Al momento de escribir esta exposición de motivos sobre el informe 2010 del BCE, los días 11 y 12 de julio, las primas de riesgo de Italia y España han llegado a límites históricos y parecen estar acercándose a un nivel de no retorno, ya que sólo la intervención del BCE ha calmado los mercados financieros y ha traído un alivio temporal.

Y por eso hoy en particular es muy importante recordar que el éxito del euro también ha sido el éxito de la idea de Europa. En 1989, un muro dividía a Europa en dos bloques opuestos. Hoy el euro incluye a diecisiete países procedentes de orígenes muy diversos: países que proceden del Imperio Británico como Irlanda, Chipre o Malta; antiguos países comunistas como República Checa, Rumanía o Estonia; países neutrales como Austria y Finlandia e incluso países que han salido de dictaduras militares como España, Grecia o Portugal. Si el euro logra superar los momentos críticos actuales, incluso podría ocurrir que otros países europeos llamen a sus puertas para unírsele. A pesar de que las recientes tensiones pueden indicar lo contrario, desde el año 2008 el euro ha sido una «isla de estabilidad en el mar inestable y agitado de la crisis financiera mundial», según ha reconocido recientemente el financista británico David Marsh.

Por ello, en estos momentos de crecientes tensiones para el proyecto europeo del que nuestra moneda es símbolo, es importante recordar que el euro ha sido, al menos durante sus primeros diez años de vida, un éxito rotundo ya que: 1) sin el euro la crisis financiera global podría haber sido mucho peor para todos los países europeos - prueba de ello es la constante depreciación que la libra secularmente fuerte ha sufrido desde 2008 y la inflación consecuente; 2) sin el euro, los países del norte de Europa no se hubieran recuperado tan rápidamente como lo han hecho desde 2009 a través de su modelo basado en las exportaciones. De hecho, si el marco alemán existiera todavía, sería tan fuerte frente al dólar y otras monedas que perjudicaría su propio crecimiento; 3) sin el euro, algunos países europeos, especialmente los que han aplicado una política fiscal más frívola y menos orientada a elevar la competitividad, posiblemente habrían sufrido un «corralito». Los efectos morales y económicos subsecuentes habrían tenido consecuencias terribles para todos los países involucrados.

Obviamente, el euro tiene también alguna responsabilidad en la situación actual: sin los tipos de interés reales negativos que algunos países periféricos han experimentado en los primeros años de la moneda única, las burbujas de las valoraciones de activos sufridas no habrían sido tan fuertes. No obstante, si existe un consenso hoy en el campo académico, es que sin el euro esta crisis financiera habría sido mucho peor para Europa. También es una visión compartida reconocer que, sin el euro, el mercado único y la libre circulación de personas, que son los mayores éxitos de la UE, probablemente habrían hecho implosión.

Y, sin embargo, hoy en día, la convulsión permanente en la que viven los mercados financieros está llevando a la desintegración de zona del euro. País tras país, rescate tras rescate, la crisis de la deuda amenaza con crear un efecto de contagio en los países más grandes, España e Italia no son impermeables a ella.

El euro no ha fallado en su función de asegurar un aterrizaje suave ante una gran crisis bancaria, el euro no ha fallado en su función de anclaje de la inflación dado, que el BCE es una garantía de éxito en este campo y, por último, el euro no ha fallado como mecanismo de profundización de la integración del mercado único, como lo demuestra el aumento de los flujos comerciales entre los países desde su nacimiento.

Sin embargo, está claro que algo ha fallado sin lugar a dudas, la gobernanza de la zona del euro. La teoría económica nos enseña que la viabilidad de una moneda única se basa en su capacidad de restar importancia a los grandes desequilibrios macroeconómicos ya existentes. Lo que también ha fallado es la disciplina interna de la zona del euro, especialmente en el cumplimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, ya que desde 1999 se contaron decenas de violaciones en muchos países, incluidos Alemania y Francia, y nunca se aplicaron multas. Por último, la norma de «no rescate» que prohíbe la compra de deuda soberana por parte del BCE se ha interpretado de modo flácido. Por todo ello, la zona del euro se ha vuelto vulnerable a los ataques especulativos centrados en la deuda soberana de los países menos eficientes y competitivos. Estos procesos especulativos podrían volver a aparecer en el futuro si no se resuelve la gobernanza de la zona del euro. Sin estabilidad financiera, las reformas en los países periféricos del euro serán imposibles e ineficaces.

Las instituciones europeas, hasta ahora, han seguido la estrategia de «echar balones fuera» que sólo ha servido para ganar tiempo a la espera de una recuperación económica que pueda fortalecer los balances de los bancos con la esperanza de que el crecimiento económico, que ha estado presente en el centro y norte de Europa durante seis trimestres, llegue finalmente a los países periféricos de la zona del euro. Esta estrategia puede funcionar, pero es arriesgada. Un ataque especulativo puede hacerla cambiar de rumbo y llevar al euro muy cerca del abismo. Tal vez ha llegado la hora de cuestionar la declaración oficial que dice que Grecia no tiene un problema de solvencia, ya que esta tesis es menos sostenible cada día: en lugar de contener las especulaciones, alimenta las dudas sobre los planes de ajuste de otros países.

En mayo de 2010, el BCE puso en marcha el Programa de Mercado de Valores, que tiene una función «cuasi fiscal» y ha suplido la falta de una política fiscal común a escala europea. Sin embargo, esta estrategia no puede mantenerse indefinidamente ya que fortalece a los que ponen en tela de juicio la independencia del BCE, uno de los pilares fundamentales del euro como moneda única, y también la falta de transparencia en sus decisiones principales. Por eso, en mi informe solicito la publicación de las actas del Consejo de Gobierno, lo que puede reducir el impacto de las discrepancias en los medios de comunicación. En mi opinión, la falta de publicidad es un signo de debilidad de la integración europea, ya que la necesaria responsabilidad individual se seguirá interpretado como una posible fuente de conflicto entre los Estados miembros.

La existencia del euro ha hecho que algunos países periféricos que históricamente han depreciado su moneda con el fin de recuperar competitividad se hayan visto obligados a aplicar severas medidas de austeridad para combatir la crisis. Sin embargo, esta es la mejor opción, ya que el euro debe seguir siendo una moneda estable porque la Unión Europea no debe encaminarse hacia un horizonte de inflación o hacia una redistribución económica excesiva.

La Unión Monetaria Europea tiene el deber de mantener la inflación bajo control y proteger el poder adquisitivo de la moneda. También debe reducir el riesgo moral que puede implicar la redistribución encubierta en favor de aquellos países cuyos gobiernos inflan la base monetaria más rápido que los demás a través de procesos no controlados de expansión del crédito. Esta redistribución es mayor si el BCE acepta con demasiada frecuencia la deuda emitida por los Estados miembros como garantía, y más aún si la compra.

Con el fin de que el euro siga siendo un proyecto viable, es necesario crear un marco claro que permita ayudar a los países con problemas de liquidez, pero que, al mismo tiempo, sea capaz de incentivar la responsabilidad fiscal y una convergencia sostenida de los niveles de competitividad entre los Estados miembros. Durante todo este tiempo, el sistema ha funcionado únicamente por reacción a la disciplina del mercado, poniendo en marcha un rescate sólo cuando un país tenía problemas.

Sin embargo, existe otra manera: progresar mejorando la integración a través de transferencias importantes de la soberanía de los Estados miembros a la UE. Por supuesto, este es un camino complicado y es importante tener en cuenta que existe un camino intermedio, más realista en el corto plazo, en el que es posible integrar al mismo tiempo la disciplina de mercado y la necesaria disciplina fiscal externa de los Estados miembros, un camino intermedio que puede ser eficaz, pero que tiene que ser diseñado con gran precisión.

Los fracasos actuales en la zona del euro son una valiosa experiencia para no repetir los mismos errores. En este sentido, propongo la creación de un Ministerio de Finanzas Europeo y de un Tesoro Europeo autorizado a emitir eurobonos. Soy consciente de que esta propuesta sólo puede convertirse en realidad previa reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento que permita un mejor control de las políticas presupuestarias disfuncionales de los Estados miembros de la zona del euro.

Los Eurobonos pueden constituir una importante fuente de financiación para los países con bajos niveles de deuda y una financiación muy costosa para los países que incumplen las normas, siguiendo un modelo de bonos rojos y azules. Finalmente, los eurobonos pueden dar un impulso al euro como moneda de reserva global, ya que con ellos nacería un mercado de títulos de deuda a escala europea, cinco veces más grande que el alemán y casi tan grande como el de los Estados Unidos.

Los arquitectos del euro han construido una unión monetaria a pesar de ser conscientes de la inestabilidad que una moneda única podría generar en países con una amplia gama de estructuras económicas y de producción diferentes. Es posible que los arquitectos pensaran que, llegado el momento, se darían los pasos necesarios hacia una unión política más fuerte. Hoy, con la gran explosión de la crisis de la deuda en la zona del euro, el momento finalmente ha llegado.

RESULTADO DE LA VOTACIÓN FINAL EN COMISIÓN

Fecha de aprobación

11.10.2011

 

 

 

Resultado de la votación final

+:

–:

0:

35

4

3

Miembros presentes en la votación final

Burkhard Balz, Udo Bullmann, Pascal Canfin, Nikolaos Chountis, George Sabin Cutaş, Leonardo Domenici, Diogo Feio, Elisa Ferreira, Ildikó Gáll-Pelcz, Jean-Paul Gauzès, Sven Giegold, Sylvie Goulard, Othmar Karas, Wolf Klinz, Jürgen Klute, Rodi Kratsa-Tsagaropoulou, Werner Langen, Astrid Lulling, Arlene McCarthy, Ivari Padar, Alfredo Pallone, Anni Podimata, Antolín Sánchez Presedo, Olle Schmidt, Edward Scicluna, Peter Simon, Peter Skinner, Theodor Dumitru Stolojan, Ivo Strejček, Kay Swinburne, Marianne Thyssen, Ramon Tremosa i Balcells, Corien Wortmann-Kool

Suplente(s) presente(s) en la votación final

Elena Băsescu, Pilar del Castillo Vera, Sari Essayah, Vicky Ford, Ashley Fox, Sophia in ‘t Veld, Olle Ludvigsson, Thomas Mann, Sirpa Pietikäinen, Gianni Pittella