El Presidente. – De conformidad con el orden del día, se procede al debate del informe (A4‐0237/96) del Sr. Martinez, en nombre de la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural, sobre la propuesta de directiva del Consejo (COM(95)0491 – C4‐0527/95‐95/0255(CNS)) por la que se modifica la Directiva 92/117/CEE relativa a las medidas de protección contra determinadas zoonosis y determinados agentes productores de zoonosis en animales y productos de origen animal, a fin de evitar el brote de infecciones e intoxicaciones procedentes de los alimentos
Martinez (NI), ponente. – (FR) Señora Presidenta, el tema es bastante más modesto, aparentemente, que la bioética: se nos pidió modificar algunos detalles en el marco de una directiva de 1992. Un texto insignificante, pues, en un contexto angustioso.
Al principio, sólo se trataba de zoonosis clásicas, es decir enfermedades transmisibles de los animales al hombre, a través ya sea de virus, parásitos o bacterias. El asunto más importante era el de la salmonelosis y las listeriosis, esas enfermedades a 38, 5 en el hombre, que aparecen regularmente en la restauración colectiva u otra.
Resulta que, en este contexto modesto, pero no desdeñable, apareció el asunto de la ESB, la encefalopatía espongiforme bovina, que vino a trastocarlo todo. Creo que, en su gran sabiduría, la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural pensó que se debía obedecer a un principio de prudencia. No se sabía si la ESB era o no transmisible al hombre, pero en la duda, era preciso tomar la hipótesis más grave para proteger a los consumidores, es decir, actuar como si fuera transmisible.
Había buenos argumentos para ello. La barrera de las especies había sido superada por los gatos, las avestruces ‐incluidas las de la Comisión Europea‐ los antílopes, por unas cuarenta especies. No se veía cómo no hubiera superado la barrera del hombre. La Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural había escuchado sobre todo a Heino Diringer, director del Instituto Robert Koch de Berlín, y Heino Diringer dijo, el pasado mes de febrero, ante la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural: »Alerto a las autoridades sanitarias de Europa: todo hace pensar que el virus, o el virino o el prión, supera la barrera humana».
Por tanto, en un sentido: ligereza de las autoridades sanitarias del continente. En sentido inverso, probablemente para hacer olvidar su ligereza, se libraron de Charibde y cayeron en Escilla yendo hasta exigir la erradicación de todo el rebaño de bovinos británicos, lo que era una tontería, puesto que se sabía que la transmisión era oral, parental, pero no horizontal. La enfermedad no era pasteuriana, no se transmitía de un bovino a otro, incluso frotándose uno con otro. Como consecuencia, comprendo perfectamente la posición del gobierno británico en el plano científico.
No nos queda sino sacar algunas lecciones. Lecciones jurídicas primero. Hay un principio de derecho internacional, e incluso de derecho nacional ahora, que surge de toda una serie de convenios, un principio del derecho medioambiental: el contaminador es el que paga. Pues bien, si el contaminador es el que paga, el envenenador es también el que paga, y los hermanos de Mulder, en Doncaster, en Yorkshire, que fabricaron las harinas contaminadas, ¡deberían pagar! Este es uno de los principios fundamentales.
Segunda lección, las lecciones de tipo político, de política sanitaria, primero. Nos encontramos confrontados al desconcierto de las autoridades comunitarias que llegaron hasta una solución mágica, irracional, una especie de vaca expiatoria, consistente en poder abatir 11, 2 millones de vacas británicas, es decir, puestas una sobre otra, 11 kilómetros de altura de animales en canal, es decir más alto que el Himalaya, una cantidad con la que cubrir, una junta a otra, la mitad de la circunferencia terrestre. Es para decirles a qué nivel de desconcierto había llegado la Comisión. ¡Se trata de erradicar las harinas y no de erradicar los bovinos!
Otra lección política: el carácter ilusorio de las protecciones comunitarias. Ayer, escuchamos al Director de Salud de la DG VI decirnos ‐resulta pasmoso incluso para los proeuropeos: »No sabíamos, durante cinco años, estuvimos en la duda, se pensaba que la enfermedad estaba incubándose. Es la razón por la que no hicimos nada». Y se escuchó al conjunto de los Comisarios responderle: »Pero cómo, no es posible que no hayan hecho nada». A lo que respondió: »Sí, no se sabía, estaba incubándose, entonces no nos movíamos».
Junto a las lecciones jurídicas, políticas, también hay lecciones en el plano de la política agrícola. Son las crianzas intensivas las que han desembocado en esta situación poco razonable. Y quizás ahora sea preciso reflexionar, no ya en términos de anacronismos o de simplezas de extravagantes, en una agricultura más biológica, es decir considerada desde el ángulo de las marcas. Un gigante como la Federación Nacional de Sindicatos de Explotadores Agrícolas en Francia considera que, hoy día, hablar de agricultura biológica, ya no es folkclor.
Para terminar, un último punto que la comisión de investigación está abordando poco a poco, se trata de un problema de política estratégica: ¿a quién aprovecha el asunto de las vacas locas? ¿Acaso el mercado americano de la soja no ha mejorado? ¿Acaso el conflicto estratégico sobre el problema de la carne con hormonas entre el continente europeo y los Estados Unidos no puede explicar, quizás en parte, el desencadenamiento irracional y mediático de este asunto?
He aquí, señora Presidenta, en base a un texto modesto, algunos desarrollos que pueden desembocar en problemas de estrategia.
Glase (PPE). – (DE) Dado lo escaso del tiempo, renuncio a intervenir, pero pido que se incluya mi intervención como explicación de voto.
Crepaz (PSE). – (DE) Señora Presidenta, señor Comisario, ha bastado la sospecha de que la enfermedad EEB de las vacas sea transmisible a los seres humanos para que casi se desmorone el mercado europeo de carne de vacuno. La recuperación de la confianza de los consumidores cuesta miles de millones de ecus de fondos públicos. La EEB ha originado una profunda crisis política en la Unión Europea. El Gobierno británico ha bloqueado al Consejo durante meses y lo seguirá haciendo. Durante años el Gobierno británico ha descartado el peligro de una posible transmisión de la EEB a los seres humanos y ahora aflora que la Comisión también participó en esa maniobra de camuflaje.
Nos gustaría tener la esperanza de que la Comisión ha aprendido la lección, pero, evidentemente, no es el caso. Señor Comisario, le he hecho una pregunta sobre el llamado sida de las vacas. Se trata de un virus VIB, que pertenece, como el VIH, al grupo de los retrovirus. En su respuesta, señor Comisario, explica usted que esta enfermedad ha aparecido en una explotación del Reino Unido, pero ya en el siguiente párrafo se refiere usted a la difusión mundial del virus VIB. Luego habla usted, cito textualmente, de que existen buenos argumentos para excluir que los VIB y los otros retrovirus que aparecen en animales tengan repercusiones en la salud humana. Según mis informaciones, existe el peligro de que los virus VIH se transmitan de los monos a los seres humanos. Induce, precisa usted, a confusión, señor Comisario, a confusión hablar de inmunodeficiciencias congénitas, esto es, de sida, porque esa enfermedad no produce síntomas parecidos al sida. Pero al mismo tiempo menciona usted que son necesarios más estudios para que la Comisión pueda estimar la importancia de los virus VIB.
Esta línea argumental me suena familiar. Es la misma argumentación que se usó durante años con la EEB. Ahora se encuentra la Comisión ante un montón de trizas económicas. La Comisión tiene que implantar a toda velocidad el principio del causante también en la agricultura. La Comisión tiene que reconocer que favorece la difusión epidémica de los agentes zoonóticos a través de la agricultura intensiva que subvenciona la UE con la mitad de su presupuesto.
Santini (UPE). – (IT) Señora Presidenta, quisiera precisar en seguida que no pretendo agraviar a los colegas que estaban más interesados por la bioética, pero, como ha subrayado muy bien el ponente, Sr. Martinez, este informa que parecía destinado a interesar exclusivamente a los veterinarios o poco más, con la explosión del caso de la EEB, con su inclusión sobre todo en el diálogo de la Comisión de investigación, reviste, en cambio, un grandísimo interés y sobre todo es de gran actualidad.
Ayer nos reunimos durante cuatro horas con la Comisión de investigación sobre la EEB y precisamente durante esa labor surgieron lagunas, nuevas preocupaciones, que motivan una prosecución del debate sobre este informe, dado que, de entre las cerca de 200 zoonosis que se están estudiando hoy en Europa, podríamos decir que la EEB es aún clamorosamente la menos conocida, no sólo por los efectos que puede tener en el hombre y, por tanto, por la posibilidad de que llegue a ser el agente transmisor de la famosa enfermedad de Creutzfeld‐Jacob, sino también por los efectos que tiene en los propios animales.
El presente informe representa, por tanto, otro motivo de profundización en un momento de grandísima preocupación para Europa, después de los hechos que el Comisario Fischler nos ha dado a conocer también hoy. Así, pues, no debe parecer un informe inferior a los otros, no debe parecer una ocasión para desperdiciar el tiempo. Es un llamamiento más a una mayor concentración de empeños y esfuerzos, a una mayor voluntad de luchar con transparencia, claridad, pero sobre todo con una disponibilidad de medios adecuados.
Ayer supimos que la Comisión, durante los años nefandos del llamado «agujero negro» en la lucha contra la EEB, cuando, después de la alarma, no se hizo prácticamente nada o poco para intentar comprender las causas e intentar encontrar remedios, supimos ‐decía‐ que no disponemos de medios para organizar los equipos de los inspectores, para pagarles los viajes, para ir a pedir a los científicos de gran fama que contribuyan a aclarar esta epidemia. ¡Eso es preocupante! Si ha sucedido con una de las 200 zoonosis de aquel momento, ¿qué podemos decir de las otras que hasta ahora sólo en parte son objeto de estudio?
He de decir que la preocupación básica sigue siendo la misma: ante todo, la salud del ciudadano; después, en segundo plano, la tutela del mercado. Pero precisamente por la salud del ciudadano estamos preocupados nosotros en relación con las noticias que nos llegan de los estudios de los científicos. Se dice que no existe total seguridad de que la EEB u otras zoonosis puedan afectar a la salud del ciudadano o a la enfermedad de CreutfeldJacob. Pues bien, he de decir que, si los científicos no tienen valor o son prudentemente protegidos tras los datos que la ciencia pone a su disposición, más valiente es, involuntariamente, la estadística, si es cierto que en los cuatro primeros meses de este año ‐para no abrumar a Sus Señorías con números, cito sólo algunas cifras referidas al momento que estamos viviendo‐, la enfermedad de Creutzfeld‐Jacob ha afectado a dos sujetos en Francia, tres en Italia, uno en Alemania y once en el Reino Unido. Pero, ¿quién tiene aún el valor de decir que tal vez la EEB no afecte al hombre, que tal vez no tenga nada que ver con ese tipo de enfermedad? ¿Quién nos dice, además, señora Presidenta, que esa EEB no pueda tener presencias negativas en otras formas de enfermedad que aún no conozcamos?
Ésa es la razón por la que es lógico preocuparse, es lógico que este debate se haya celebrado y, como penitencia, prometo escuchar también todo el debate sobre la biotecnología o sobre la bioética.
Fischler , miembro de la Comisión. – (DE) Señora Presidenta, yo también quisiera contribuir a ahorrar tiempo. No obstante, he de dejar clara una cosa: la Comisión no rechaza las enmiendas del Sr. Martinez porque no esté interesada en contar con los mejores datos posibles sobre la EEB, sino porque, si se aceptaran sus enmiendas, lo que se conseguiría es un empeoramiento de la información. En este momento, la frecuencia y el detalle de las informaciones sobre la EEB son mayores que las previstas en las enmiendas. Dicho esto, quisiera añadir lo siguiente para la señora Crepaz: estoy completamente dispuesto a exponerle fuera del pleno cómo se comportan los virus VIB ya que he podido inferir de su intervención que su información tiene bastantes lagunas.
El Presidente. – Muchas gracias.
El debate queda cerrado.
Se procede a la votación.
Explicaciones de voto
Klaß (PPE), por escrito. – (DE) El objetivo de la Directiva 92/117/CEE es crear un sistema fiable de notificación de casos de zoonosis. Se entiende por zoonosis las enfermedades y/o infecciones de los animales que se pueden transmitir directa o indirectamente al hombre. Hay que revisar esta directiva ya que la prevención y la lucha contra la zoonosis ha adquirido una importancia enorme en los últimos años. Hasta que se concluya esta revisión, la Comisión propone prolongar los plazos de ejecución actualmente en vigor.
La Comisión de Agricultura apoya esta prórroga con el informe del Sr. Martinez. El ponente propone, además, incluir la enfermedad de las vacas EEB como una zoonosis potencial en un nuevo artículo de la lista de dichos agentes. La Comisión de Agricultura adoptó estas propuestas.
Como portavoz del Grupo del PPE quisiera apoyar esta propuesta. Cuando aparecieron los primeros casos de EEB en 1986 se sabía muy poco de esta enfermedad. Se suponía que su origen estaba en la Traberkrankheit (brucelosis?) de las ovejas. En aquel momento, nadie hubiera pensado que la enfermedad pudiera suponer un peligro indirecto para los seres humanos. Al hacerse pública una nueva variante de la enfermedad de CreutzfeldJakob en marzo de este año, se acrecentaron las sospechas de que la EEB se puede transmitir a los seres humanos. Sin embargo, a pesar del intenso trabajo de investigación, no se ha podido ofrecer hasta ahora la prueba científica de esta relación.
La agricultura europea se encuentra desde entonces sumida en su crisis más dura. La confianza del consumidor ha dado paso a una amplia desconfianza. En gran parte de la Unión Europea el mercado de carne de vacuno prácticamente se ha desmoronado. Muchos ganaderos, pero también operadores de mataderos e industrias cárnicas, están a punto de arruinarse. Las reacciones más extremas de los consumidores se dan, ante todo, en países donde no ha habido ningún caso de EEB.
Lo que necesitamos ahora, además de apoyo financiero a los ganaderos, son medidas que restauren la confianza para conseguir que aumenten las ventas. Necesitamos controles efectivos y un sistema de designación obligatorio para la carne de la Unión para que el consumidor pueda reconocer el origen regional de la carne. Nos hacen falta sistemas de garantía de origen como los que existen en Alemania.
Con la inclusión de la EEB como posible zoonosis en la Directiva 92/117/CEE el Parlamento Europeo fomenta un examen sistemático de esta enfermedad. Es una aportación a la tarea de recuperar la confianza del ciudadano europeo en la carne de vacuno.
Sjöstedt (GUE/NGL), por escrito. – (SV) Voto a favor de las propuestas de modificación que contiene el informe Martinez, pero no obstante tengo una objeción sobre las afirmaciones incorrectas que se incluyen en el texto principal.
Por lo que respecta al llamado «integrismo escandinavo de la salmonela», podemos comprobar que antes de que Suecia fuera miembro de la UE, habíamos prácticamente erradicado la salmonela del país, mientras que nuestro vecino escandinavo, Dinamarca, tenía una frecuencia relativamente alta de salmonela en la carne de ave. Dudo de que esta diferencia se deba a la diversidad en el grado del miedo que se tuviera, o a la diversidad en el número de las medidas higiénicas de precaución y de los requisitos de sanidad. El motivo era más bien que en aquellos tiempos podíamos ejercer unos controles fronterizos rigurosos, y que limitábamos la utilización de antibióticos en los piensos.
Wibe (PSE), por escrito. – (SV) Nunca creí que en un informe público del Parlamento se calificase el respeto de Suecia por la salud pública y nuestra lucha eficaz contra la salmonela de «integrismo escandinavo de la salmonela». Además, el ponente acusa más o menos a los pueblos del norte de Europa de ser unos hipocondríacos por lo que a la salmonela se refiere.
Sobre el motivo de que el número de casos de infecciones debidas a la salmonela aumente cuanto más nos alejamos de la zona del Mediterráneo y nos movemos en dirección a Escandinavia se pueden elucubrar muchas teorías. Por mi parte, pienso que el motivo es que nosotros tenemos unos exámenes sanitarios más rigurosos y una asistencia médica muy eficaz, lo cual tiene como resultado que en Escandinavia se da tratamiento a todos los casos de infección por salmonela. No creo que los exámenes médicos y la asistencia en general funcionen con una eficacia igual en la región del Mediterráneo.
El ponente ha formulado bajo la rúbrica de su informe «las diferentes percepciones culturales de las zoonosis» unas procacidades directas, de las que los miembros del Parlamento Europeo deben abstenerse, especialmente en la labor de redacción de informes oficiales.