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Acta literal de los debates
Miércoles 4 de junio de 2003 - Estrasburgo Edición DO

4. Solicitud de adhesión de Turquía a la Unión Europea
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  El Presidente. – De conformidad con el orden del día, se procede al debate del informe de Sr. Oostlander sobre la solicitud de adhesión de Turquía a la Unión Europea.

 
  
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  Oostlander (PPE-DE), ponente. – (NL) Señor Presidente, en lo que respecta a Turquía como país candidato a la adhesión, la puerta está abierta, pero el camino es difícil. Este es el mensaje de mi informe. Con los otros países candidatos esto ya fue algo evidente. También a esos países y a sus ciudadanos les costó mucho alcanzar la línea de llegada y hasta el último momento, en las reuniones de las comisiones se hicieron observaciones claras que les instaban a completar el trabajo. Turquía no es una excepción. Por consiguiente, no hay ninguna razón para que este país, por su tamaño o su situación estratégica, reciba un tratamiento especial.

Turquía tiene problemas muy diferentes a los de otros países candidatos. Estos problemas residen sobre todo en el ámbito de los criterios políticos de Copenhague. Es posible que en este informe se recalque más que nunca el trasfondo o las causas profundas del déficit político que a menudo se manifiesta en violaciones de las libertades clásicas y de los derechos humanos fundamentales. Esto tiene que ver con el hecho de que el Estado turco se basa en una filosofía desarrollada en el decenio de 1920, un período durante el cual Europa no daba muchos ejemplos buenos para imitar.

Las críticas a Turquía se dirigen a las estructuras de su Estado, la posición política dominante del ejército, el Consejo Nacional de Seguridad dominado por los militares, el nacionalismo que conlleva la represión de las minorías étnicas, religiosas y culturales, y la prioridad que recibe la seguridad colectiva y los intereses colectivos por encima de los derechos humanos individuales, que son una y otra vez motivo de quejas. El ejército tiene además una gran influencia en la enseñanza, los medios de comunicación y las empresas, y es sumamente importante que esto también se reconozca en parte en los nuevos paquetes de reforma de Turquía.

En los contactos con Turquía siempre se plantea la misma pregunta: ¿Con quién estamos hablando? ¿Hablamos con el Gobierno y la mayoría en el Parlamento o hablamos en realidad con los representantes de lo que se denomina el «Estado profundo», los generales y la alta burocracia establecida?

Además de estos problemas, mencionamos también los de las fronteras, tanto con Chipre como con Armenia y eventualmente con Iraq. Asimismo, llama la atención la falta de unas organizaciones sociales que funcionen bien. El movimiento sindicalista tiene poco margen de acción. Las comunidades religiosas, incluida la islámica, están sometidas a un estricto control estatal o tienen dificultades. También otros países candidatos tuvieron que poner remedio a todos estos problemas.

La condición de candidato a la adhesión tiene como finalidad que el país en cuestión se convierta en un Estado miembro como los demás. Por ejemplo, la situación jurídica tiene que ser la misma con independencia de que un ciudadano resida en Diyarbakir o en Rotterdam. De lo contrario, no podremos defender la adhesión ante nuestros ciudadanos. Es posible que un parlamento elegido directamente sea más consciente de ello y le preocupe más que a un consejo de ministros. Por ello pedimos al Consejo que en su política con respecto a Turquía sea igual de claro que este Parlamento y que no se aferre a símbolos y fechas simbólicas.

En este informe hemos tratado expresamente de ser muy claros. No sería honesto silenciar una serie de objeciones porque se necesite apoyo, para luego volver a sacarlas a colación. Turquía tiene que saber en qué situación se encuentra. Eso significa la necesidad de realizar cambios radicales, como ya hicieron otros países candidatos. De ahí que aplaudamos la intención de elaborar una nueva Constitución, expresando a la vez el deseo de que se tomen como punto de partida los valores políticos a los que se adhieren los demás Estados miembros. Además, el ejército tiene que abandonar su actual posición dominante y adquirir la forma y la función que es usual en otros Estados miembros. Lo cual tendrá consecuencias para el Consejo de Seguridad Nacional y para los tribunales de seguridad nacional.

Las modificaciones legislativas que aspiran a transformar una nación militar, como los ciudadanos me la describen, en una nación civil, tienen que demostrar en la práctica que alcanzan sus objetivos. Esta es una cuestión de mentalidad y de cultura. Por consiguiente, la Unión tiene que centrarse sobre todo en el cumplimiento real de los criterios políticos, es decir, en los programas de formación e intercambio de funcionarios públicos, sobre todo en la policía, y los jueces que forman parte de tribunales de justicia, etc. Por ejemplo, tiene que ponerse fin a las torturas, y los vigilantes armados tienen que dejar de entorpecer el retorno de los deportados y los refugiados a sus pueblos. La libertad religiosa no puede ser letra muerta.

La realidad es que podrían eliminarse de un plumazo muchas de las medidas gubernamentales que han fracasado y es asombroso que no se haga. Los derechos culturales no tienen que ser reconocidos con cuentagotas, sino de forma convincente y generosa. Por un momento tuvimos la impresión de que el Gobierno sería capaz de afianzar su autoridad y esperamos que podría hacer realidad su intención de solucionar el problema de Chipre aceptando el plan de la ONU. Pero por desgracia no lo consiguió. Tendrá que volverlo a intentar para demostrar que el ejército está normalizando su función.

Señor Presidente, estoy satisfecho por el amplio apoyo que ha recibido mi informe en este Parlamento. He adoptado una actitud generosa con las enmiendas y siempre que he podido las he aceptado. Con el Sr. Swoboda hemos acordado que podemos aceptar como añadidura, pero no como sustitución, una enmienda del sector de los radicales y los verdes sobre la voluntad que muestra Turquía de seguir adelante con las reformas. Si no lo aceptan como añadidura, votaremos en contra. Pero si se presenta la enmienda como añadidura, podremos darles el visto bueno. Por otra parte, espero que las supresiones realizadas en el apartado 3 no impidan que se inicie abiertamente un debate sobre religión, cultura y política, pues se trata de un apartado que podría llevar ese debate a buen término.

 
  
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  Yiannitsis, Consejo. – (EL) Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, quisiera igualmente aprovechar que hoy se somete a votación el informe Oοstlander para hacer referencia a las relaciones entre la Unión Europea y Turquía, y a los avances en la estrategia de adhesión para este país.

Como saben, Turquía es un socio destacado de la Unión, con el que durante mucho tiempo hemos mantenido relaciones contractuales, las cuales se remontan hasta 1963. No obstante, el Consejo Europeo de Helsinki marcó un punto de inflexión en este período de treinta años, ya que durante este se reconoció a Turquía como país candidato a la adhesión a la Unión, aplicándole los mismos criterios que al resto de los candidatos. En Helsinki, el objetivo de la estrategia de adhesión aprobada era ayudar a Turquía en su camino hacia la integración. En ella se contemplaba el refuerzo del diálogo político, el apoyo en la preadhesión y un procedimiento para el examen analítico de la aplicación del acervo. La base de esta estrategia de preadhesión fue la asociación de marzo de 2001, con principios, prioridades y objetivos provisionales que permitirían a Turquía cumplir con los criterios de Copenhague. Dentro de este marco, es preciso resaltar que no solo resulta esencial la adaptación de la legislación en relación con los criterios de Copenhague, sino también su aplicación material. La Comisión ha subrayado claramente este punto, sobre todo en los informes de situación anuales.

Recientemente hemos observado algunos avances importantes en Turquía. Un nuevo gobierno ha asumido el poder, contando con un fuerte apoyo por parte del pueblo. El nuevo primer ministro, el Sr. Erdogan, ha afirmado con claridad que pretende seguir con el proceso de reforma y reforzarlo, de modo que Turquía pueda cumplir con los criterios de Copenhague. Asimismo, algunos sondeos recientes han demostrado que este objetivo es compartido por una gran mayoría de la opinión pública en Turquía. Considero que esta voluntad política se refleja, cabría decir, en las acciones y no solo en las palabras.

En el Consejo de Copenhague, la propia Unión reconoció que el nuevo gobierno turco estaba decidido a avanzar en la reforma y lo instó en particular a solucionar rápidamente todos los puntos débiles que siguen existiendo en el ámbito de los criterios políticos, en relación con la legislación y su aplicación. Dentro de este marco, la Unión animó a Turquía a continuar activamente con el proceso de reforma. Si el Consejo Europeo de diciembre de 2004, basado en la recomendación y el informe de la Comisión, decide que Turquía satisface los criterios políticos de Copenhague, la Unión renovará sin demora las negociaciones de adhesión con este país. Como todos saben perfectamente, esta fue una decisión muy importante para el futuro de las relaciones entre la Unión Europea y Turquía. Confiamos en que esta perspectiva actúe como detonante y empuje a Turquía a aprobar e implementar las reformas necesarias. No obstante, llegados a este punto, quisiera que analizáramos el aspecto que presenta la situación seis meses después de Copenhague.

Señorías, durante la Presidencia griega, hemos trabajado de forma sistemática para implementar los elementos de la estrategia de adhesión de conformidad con las decisiones adoptadas en Copenhague. La asociación revisada aprobada por el Consejo de Asuntos Generales y Relaciones Exteriores en abril de 2003 resulta especialmente importante en lo que respecta al apoyo a Turquía en la gestión de los asuntos principales durante su esfuerzo por cumplir con los criterios políticos. Se espera que la respuesta planeada de este país a la nueva asociación sea un programa nacional revisado para la adopción del acervo, en el que se incluyan objetivos claramente definidos. Del mismo modo, hemos celebrado tres encuentros para el diálogo político, uno de ellos en el nivel ministerial, durante los cuales hemos podido comprobar lo que cabe esperar de Turquía de aquí a finales del año 2004. La Presidencia y la Comisión han planeado otras dos reuniones con el objetivo más específico de examinar los avances en cuanto al cumplimiento de los criterios políticos. El Consejo de Asociación se reunió en abril en el nivel ministerial y llevó a cabo una evaluación de los avances registrados tanto en la estrategia de preadhesión como en el estado de la asociación.

En este punto, guiado por la asociación revisada adoptada recientemente, quisiera hacer referencia con mayor claridad a los principales asuntos de los que esperamos que se ocupe Turquía de aquí a su evaluación en 2004. Por supuesto, con esto no se pretende pasar por alto la evaluación realizada por la Comisión dentro del marco del informe de situación de este año y, aún más importante, del año que viene, ni tiene que ver con otros criterios, aparte de los de Copenhague. La asociación ha sido el resultado de la valiosa experiencia vivida durante los dos años de apoyo a Turquía en la adopción de las reformas políticas. Esto significa que tanto la Comisión como el Consejo han tomado debida cuenta de las lecciones de los últimos años, surgidas del debate, sin apenas aplicar cambios.

Lo que quiero decir es que, desde nuestro punto de vista, existen dos aspectos básicos para el fomento del estado de la candidatura de Turquía. En primer lugar, la democracia se debe desarrollar en este país sin enfrentarse a los obstáculos del pasado y, en segundo lugar, los cambios institucionales votados en el parlamento se deben aplicar a la práctica administrativa y judicial real. Por lo tanto, el control político ejercido por el parlamento y a través de la supervisión democrática de un gobierno de todas las instituciones y organismos del Estado es un asunto esencial que Turquía deberá abordar de forma eficiente. Esto implica además la adaptación legal de las normas y plantea una serie de cuestiones reveladoras y de marcado carácter material en conexión con las relaciones entre el gobierno electo y el ejército. La Unión también se ha referido públicamente a este asunto y ha resaltado que no pueden existir prácticas cuya consecuencia sea el distanciamiento de los criterios de Copenhague. Hemos observado que recientemente se han registrado ejemplos correspondientes con referencia a la política interior o exterior.

En cuanto a la cuestión de los derechos humanos y el Estado de derecho, se han producido avances evidentes, incluso en sectores considerados prohibidos hace poco tiempo. No debemos olvidar que la abolición de la pena de muerte y la introducción del derecho a usar y enseñar idiomas minoritarios representan un gran paso adelante. Según parece, la propia Turquía desea que los avances se sucedan a un ritmo acelerado y que se inicien las negociaciones de adhesión en los plazos establecidos. Es fundamental que conozcamos esta ambición, para cuya materialización aún queda mucho por hacer.

En el Consejo de Asociación del pasado mes de abril, la Unión aclaró el hecho de que los asuntos básicos pendientes en el ámbito de los criterios políticos requieren atención inmediata por parte de Turquía. Entre estos asuntos se incluyen principalmente, por citar algunos, las numerosas acusaciones relativas a la existencia de cámaras de tortura en el país, las referencias a arrestos arbitrarios y a la detención de personas sin los procedimientos judiciales correspondientes en el sudeste del territorio, los juicios contradictorios en relación con la condena de los culpables de delitos de tortura, los casos judiciales que demuestran que aún no existe una interpretación y una aplicación uniformes de las disposiciones sobre la libertad de expresión, y el régimen relativo a las comunidades y fundaciones religiosas, que continúa siendo particularmente restrictivo. Ya hemos manifestado nuestra preocupación acerca del trato que se otorga a las fundaciones religiosas y mantenemos la esperanza de que el bando turco cumpla sus promesas. De este modo, con las reformas adicionales necesarias, se podrán resolver los problemas surgidos de conformidad con las normas internacionales.

Tampoco se ha garantizado el disfrute por parte de todos los ciudadanos turcos, independientemente de su origen étnico, de todos los derechos culturales. El carácter restrictivo de los últimos reglamentos aplicables a las emisiones de radio y televisión, así como a la enseñanza de idiomas distintos del turco, parece dificultar la implementación de las reformas de agosto de 2002.

Además, existen elementos adicionales relacionados con la situación de los derechos humanos. Se trata del reciente ataque infligido por las fuerzas de seguridad sobre la Asociación Turca de Derechos Humanos, las continuas muertes por huelga de hambre registradas en las prisiones de alta seguridad y el incierto final del caso pendiente contra Leila Zana, el cual ya ha sido debatido en el Parlamento. Todos estos asuntos son elementos de un proceso de reforma imperfecto en el que las reformas aprobadas formalmente no siempre han logrado mejorar la situación según lo esperado una vez puestas en marcha. Asimismo, podría hacer mención al informe de Amnistía Internacional en Turquía, en el que se presenta un panorama bastante problemático de la situación de los derechos humanos, pero no tiene sentido entrar en detalle.

No obstante, quisiera añadir que en el texto de la asociación revisada se reflejan una serie de prioridades fundamentales, las cuales esperamos que sean consideradas seriamente por Turquía. En ellas se contemplan sectores relevantes de los criterios económicos y, asimismo, opino que corresponden a la intención declarada del gobierno turco de mejorar la situación económica en el país. Del mismo modo, en las prioridades se trata el importante capítulo de la justicia y los asuntos internos, en el que esperamos conseguir una cooperación mejorada del bando turco y en relación al cual fomentamos la firma de un acuerdo de readmisión comunitario.

Señorías, quisiera señalar que existen otras dos prioridades básicas que juegan un papel destacado en la asociación. Estas tienen que ver con Chipre y las relaciones greco-turcas. A pesar de que los esfuerzos del Secretario General de las Naciones Unidas por resolver el problema chipriota acabaron en punto muerto en La Haya, su plan sigue sobre la mesa. Tal y como ha indicado el Secretario General, para poder alcanzar una solución debe existir un verdadero compromiso político con sus propuestas y una agenda clara para la finalización de las negociaciones. El Consejo de primavera manifestó su pesar por el fracaso de los esfuerzos del Secretario General. La Unión apoya enérgicamente el mantenimiento de la mediación del Secretario General y de las negociaciones sobre la base de sus propuestas. Hemos instado a todas las partes interesadas a que no escatimen esfuerzos en la búsqueda de una solución operativa viable y justa y, concretamente, hemos solicitado a la autoridad turcochipriota que evalúe de nuevo su postura.

Dentro de este marco, la prioridad de la asociación turca de apoyar iniciativas para la búsqueda de una solución global a la cuestión chipriota a través de la mediación del Secretario General y las negociaciones basadas en sus propuestas sigue manteniendo una relevancia decisiva. El Presidente del Consejo Europeo también ha hecho referencia a este asunto en recientes declaraciones públicas. El Gobierno de la República de Chipre ha demostrado en la práctica su deseo de facilitar la obtención de una solución de este tipo. El protocolo sobre Chipre adjunto al Acuerdo de Asociación ofrece un margen para este desarrollo. Sin embargo, nuestra voluntad común es la de lograr algún avance al respecto para el 1 de mayo de 2004. La reciente apertura de la línea verde constituye una prueba material de que las dos comunidades de la isla pueden vivir y progresar juntas, y así lo harán. No obstante, los cambios prácticos impuestos desde abajo, por la sociedad, no pueden sustituir a las soluciones institucionales. Es preciso obtener soluciones de este tipo ya que, solo de este modo, Chipre asegurará el nuevo horizonte que se merece después de tantos años. Tanto la Unión como nosotros, en calidad de Presidencia y de Estado miembro, apoyamos la necesidad de encontrar una solución sobre la base del plan Annan.

Por tanto, en lo que respecta a la cuestión de una solución pacífica a las diferencias existentes, ya se ha podido apreciar un cambio en el clima de las relaciones greco-turcas en distintos sectores. Los contactos preliminares entre los dos ministerios de Asuntos Exteriores se iniciaron en marzo de 2002. Los debates entre los altos funcionarios son continuados. La mejora en la situación ha ocasionado un mayor número de intercambios bilaterales y una serie de acuerdos. Sin embargo, en el otro bando, el turco, se vienen observando determinadas prácticas, como las de las fuerzas aéreas turcas, que se alejan del objetivo de mantener relaciones más estrechas entre este país y la Unión. Deseamos que se obtengan mayores avances en este sector sobre la base del principio de una solución pacífica de las diferencias de acuerdo con las conclusiones de Helsinki y la prioridad correspondiente de la asociación. Según lo estipulado en Helsinki, el Consejo evaluará la situación en relación con las diferencias pendientes y, lo que es más importante, sus repercusiones en el proceso de integración, con la intención de promover su resolución a través del Tribunal Internacional de la Haya a finales de 2004, a más tardar.

Para terminar, permítanme celebrar una vez más el profundo interés que demuestra el Parlamento por la estrategia de integración de Turquía. Seguiremos cooperando para repetir en esta cuestión el éxito patente que ha acompañado al mensaje político de la ampliación: la extensión del espacio de paz, estabilidad y prosperidad, y la abolición de las líneas divisorias del pasado. Celebramos especialmente el carácter continuado de la política de ampliación de la Unión, la cual representa un incentivo básico para los países, concretamente para los países candidatos como Turquía, al inducirlos a llevar a cabo nuevas reformas para la protección de los valores y los principios mencionados anteriormente. Asimismo, nos alegra que este objetivo corresponda también a la voluntad manifiesta del pueblo turco y a la política de su gobierno electo. Esperamos que se alcancen los avances necesarios en los plazos establecidos, de modo que podamos garantizar un futuro positivo y prometedor para las relaciones entre la Unión y Turquía.

 
  
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  Verheugen, Comisión. (DE) Señor Presidente, señor Presidente en ejercicio del Consejo, Señorías, el debate de hoy sobre el informe del Sr. Oostlander corresponde a una etapa importante de nuestra política en relación con Turquía. Turquía ha estado a menudo bajo los focos durante los últimos meses y semanas y los acontecimientos internacionales más recientes han vuelto a hacernos patente su importancia estratégica para la estabilidad y la paz en una región que limita directamente con la Unión Europea y a la vez es una de las regiones del mundo más expuestas a las crisis. Al mismo tiempo, cada vez está más claro cuán ventajoso puede resultar para la Unión Europea tener firmemente de su lado a un país de carácter musulmán que constituye una prueba viva de que un país de esas características puede estar comprometido perfectamente con los mismos valores que nosotros. Uno de los grandes interrogantes del siglo XXI será cómo vamos a configurar la relación entre Occidente y el mundo islámico. Turquía puede estar llamada a desempeñar un papel fundamental en este contexto.

El Consejo Europeo de Copenhague estableció un calendario político claro para Turquía. Ahora dispone de menos de dieciocho meses de plazo para realizar intensos esfuerzos de reforma antes de que la Comisión adopte una posición sobre su cumplimiento de los criterios políticos de Copenhague. La Comisión ha comenzado a trasponer una estrategia de preadhesión reforzada con objeto de apoyar a Turquía en el camino hacia la adhesión a la Unión Europea.

En primer lugar, se está reforzando la cooperación en una serie de ámbitos, como son el diálogo político y económico, el de la justicia y los asuntos de interior, y también el de la seguridad marítima, se está intensificando la revisión de las disposiciones legales, se está ampliando el campo de aplicación de la unión aduanera y se están intensificando las relaciones comerciales.

En segundo lugar, la Comisión ha propuesto un incremento considerable de la ayuda financiera. La Comisión propone la asignación de créditos por un montante de 1.050 millones de euros para el período 2004-2006. Una parte de esta ayuda estará destinada a apoyar iniciativas encaminadas a consolidar e impulsar el desarrollo de prácticas democráticas, del Estado de Derecho, de los derechos humanos, de la igualdad entre las mujeres y los hombres, y de la protección de las minorías.

En tercer lugar, el 14 de abril se aprobó una revisión de la asociación para la adhesión de Turquía. Su objetivo es ayudarla a cumplir los criterios de adhesión. Evidentemente, en este contexto se va a prestar la máxima atención a los criterios políticos. La asociación para la adhesión ofrece un marco para evaluar el cumplimiento de los criterios políticos por parte de Turquía y, por lo tanto, para los siguientes pasos en la consideración de su candidatura a la adhesión.

Esperamos que el Gobierno turco responda a la asociación para la adhesión con la rápida aprobación de una revisión del plan nacional para la incorporación del acervo comunitario, incluido un programa legislativo claro con un calendario. Las reformas aprobadas en Turquía durante los últimos dieciocho meses son ciertamente impresionantes. Esta ha abordado varios de los problemas aún pendientes que se mencionan en los informes periódicos. Está claro que la decisión adoptada en Helsinki de reconocer a Turquía la condición de país candidato a la adhesión constituyó un estímulo eficaz para que el país pusiera en marcha una serie de reformas. Por nuestra parte, apoyamos el firme propósito de Turquía de introducir en el transcurso de este año todas las modificaciones legales que todavía se requieren. Esto le permitirá concentrarse plenamente en la transposición el año próximo. Hemos tomado atenta nota de la intención de elaborar una nueva constitución anunciada por el Gobierno que preside el primer ministro Erdogan. Además, también sabemos que existe el propósito de aprobar muy pronto un nuevo paquete de reformas. Es una satisfacción para mí poder constatar que destacados representantes de las Fuerzas Armadas turcas han declarado, solo en los últimos días, su pleno apoyo a la orientación europea de Turquía y a las reformas asociadas a la misma. En el marco del acuerdo para la adhesión hemos identificado claramente los puntos débiles que aún subsisten en relación con estas cuestiones.

Estos son: la supresión de la tortura en la práctica, la abolición de las restricciones en el ámbito de las libertades fundamentales, como son las de opinión, asociación y religión, problemas relacionados con el papel político de los militares, así como el respeto de los derechos culturales y el cumplimiento de las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Como se indica en el Informe periódico de 2002, para que dichas reformas sean efectivas es preciso que el poder ejecutivo y el poder judicial turco también las apliquen. Quiero insistir en que nuestra evaluación no se referirá solo a las normas legales en vigor, sino también al cumplimiento en la práctica de los criterios políticos de Copenhague.

(Aplausos)

La situación en lo que respecta al respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales es desigual. A pesar de las reformas políticas, la actitud de al menos una parte de los jueces, de las fuerzas de seguridad y de los funcionarios encargados de su aplicación no parece haberse modificado en la práctica. Siguen existiendo abundantes ejemplos de actuaciones represivas. La preocupación por la seguridad y la supuesta amenaza contra la laicidad y la indivisibilidad del Estado continúan influyendo, al parecer, de manera importante sobre la actitud de los órganos ejecutivos y de la justicia. La reciente prohibición del HADEP y el inicio de actuaciones judiciales contra el DEHAP son ejemplos de dicha actitud. Por esto, a pesar de las reformas aprobadas, en este momento todavía no es posible emitir un dictamen vinculante. Tampoco voy a negar que me preocupan algunos sucesos ocurridos recientemente que contradicen el espíritu de las reformas iniciadas. Estos ya pesaron en el debate de la sesión plenaria pasada.

Se ha reabierto el nuevo proceso contra la Sra. Leyla Zana sobre la base de las modificaciones legales más recientes. Es sumamente importante que la nueva sentencia refleje el espíritu de las reformas democráticas y a favor del Estado de Derecho introducidas por Turquía en los últimos meses. Si Turquía desea mejorar la credibilidad de su proceso de reforma tiene que colmar la brecha que media entre el espíritu de las reformas políticas y su aplicación en la práctica. Ya sé que esto no resulta fácil debido a la resistencia existente en algunos campos, pero tengo la seguridad de que Turquía dispone de fuerzas y capacidad para conseguir ese objetivo.

Por lo que respecta al tema de Chipre, nuestro objetivo primordial sigue siendo alcanzar una solución global sobre la base del plan de las Naciones Unidas, con objeto de que un Chipre unificado pueda adherirse a la Unión Europea el 1 de mayo de 2004. Por lo tanto, ahora se trata de mantener el ritmo político del proceso de Chipre. El apoyo de Turquía es más necesario que nunca en este contexto, por dos motivos: en primer lugar, para permitir que los turcochipriotas se puedan integrar plenamente en la UE, como ya lo están sus conciudadanos grecochipriotas, y en segundo lugar, para resolver un tema que de lo contrario podría convertirse en un escollo para la traducción práctica de los esfuerzos realizados por la propia Turquía una vez iniciadas las negociaciones para la adhesión.

Como señal de buena voluntad y con objeto de mantener la dinámica política, la Comisión adoptó ayer un paquete de medidas dirigidas a la comunidad turcochipriota, que incluye un apoyo financiero amplio al desarrollo económico y a una mayor aproximación a la Unión Europea, así como medidas de apoyo al comercio. En este último ámbito, proponemos que se abra la posibilidad de admitir la entrada en la Unión Europea de mercancías procedentes de la parte norte de Chipre. Espero sinceramente que todas las partes consigan dar muestras de la flexibilidad necesaria para que sea posible avanzar efectivamente por esta vía.

A Turquía solo le queda un plazo limitado para cumplir los criterios políticos de Copenhague. El Gobierno turco lo sabe y, a mi vez, yo sé que está decidido a alcanzar esa meta y estoy convencido de que está capacitado para ello. La Comisión seguirá animando a Turquía y le brindará todo el apoyo necesario. Los reformadores de Turquía necesitan recibir señales claras y fiables, también de nuestra parte. Los mensajes contradictorios obstaculizan la aceptación de las reformas en la sociedad turca.

Por esto quiero confirmar de nuevo que los jefes de Estado y de Gobierno de los quince Estados miembros han manifestado en repetidas ocasiones durante los últimos años, de manera del todo inequívoca, su compromiso con respecto al tema fundamental de si Turquía puede llegar a ser miembro de la Unión Europea, y lo ha hecho la totalidad de los quince. No existe ningún rechazo de principio a la posible adhesión de Turquía por razones geográficas, culturales o religiosas. Turquía es un país candidato a la adhesión y tiene derecho a que se consideren con sinceridad, equidad y objetividad sus aspiraciones. Esta idea básica guiará la colaboración de la Comisión con Turquía y la evaluación final sobre su grado de preparación para la adhesión. Una Turquía democrática, basada en el Estado de Derecho, tolerante e internamente en paz representaría una ganancia para todos.

(Aplausos)

 
  
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  Van Orden (PPE-DE).(EN) Señor Presidente, todos reconocemos que en Turquía son necesarias muchas reformas para que su candidatura a la Unión Europea pueda tramitarse lo más rápidamente posible. Turquía no espera recibir un trato más o menos favorable que cualquier otro país candidato, espera un trato justo.

Llevo mucho tiempo señalando que es necesario enviar una señal firme y positiva a Turquía que estimule el compromiso con la modernización y la occidentalización que ha caracterizado a este país durante 80 años o más. Con la amenaza sobre nuestras cabezas del terrorismo internacional y la permanente inestabilidad en Oriente Próximo, es muy importante que Turquía permanezca firmemente anclada en la alianza de las democracias.

Por lo tanto, el informe del Parlamento debería ser optimista y estimulante, debería reconocer los grandes avances logrados y la voluntad de las autoridades turcas de efectuar cambios profundos, y al mismo tiempo hacer hincapié en los pasos que aún hay que dar para superar las dificultades y los obstáculos. Por el contrario, el informe Oostlander, a pesar de haber mejorado gracias a las enmiendas, no es proclive. Recalca lo negativo, da una importancia indebida a presunciones y a opiniones a menudo sin verificar de extremistas y minorías, y no transmite calor o amistad. Más bien parece querer decir que Turquía no es muy bienvenida.

Yo soy el más ardiente defensor de los derechos humanos, pero no cuando es una tapadera de la subversión o cuando los extremistas se disfrazan bajo la pancarta de los derechos humanos. Por supuesto que condenamos la tortura, es inexcusable en todas partes, pero también deberíamos reconocer la explotación política de las alegaciones de tortura por parte de los oponentes al régimen de Turquía. No creo que en ningún país sirva para algo institucionalizar a las minorías. Hay que esforzarse al máximo por integrar a las minorías en la vida oficial de una nación, sin negarles el derecho a expresarse en su propio idioma o cultura.

En nombre de la democracia y de los derechos humanos, el informe solicita medidas que, si no se presta atención, solamente servirían para dar poder a elementos básicamente no democráticos, concediendo mayor influencia y visibilidad a islamistas fundamentalistas y extremistas que desean deshacer toda adhesión a valores occidentales.

En cuanto a Chipre, hay una interpretación parcial de la situación que no reconoce los pasos positivos dados por las autoridades turcochipriotas, y ninguna llamada a la generosidad de ambas partes. Celebro las medidas adoptadas por la Comisión en los últimos días para ayudar a levantar el embargo. Es muy importante que en diciembre de 2004 la Unión Europea asigne una fecha temprana para iniciar las negociaciones sobre la adhesión de Turquía. Me temo que este informe transmite, bastante deliberadamente, la señal opuesta.

 
  
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  Swoboda (PSE). (DE) Señor Presidente, Señorías, quiero felicitar sinceramente al Sr. Oostlander por su equilibrado informe y voy a consolarle: aunque el portavoz oficial del grupo del Partido Popular Europeo y demócratas no lo apoye, el portavoz oficial de los socialdemócratas lo apoya firmemente en un 99%. Esto a veces es un consuelo en esta Asamblea.

Como señala acertadamente el Sr. Oostlander, el informe indica que la puerta está abierta, pero el camino es laborioso. Ahora hay algunos que tienden a destacar la puerta abierta, otros hacen hincapié más bien en lo laborioso del camino. Personalmente, junto con la mayor parte de mi Grupo, opino que es preciso apoyar en igual medida ambos aspectos. El punto de partida era, en efecto, la filosofía kemalista del Estado, que el colega Oostlander criticó, y luego ya no se volvió a utilizar dicho concepto en el informe. Por mi parte, también pienso que el kemalismo tiene dos caras, una positiva, con su apoyo a la república y al laicismo y el rechazo del predominio de la religión sobre la autoridad civil en el caso del Islam. Pero a la sombra del kemalismo -sin que este en sí mismo lo justifique– se ha desarrollado con los años un predominio del estamento militar. Ahora, el nuevo Gobierno tiene una filosofía algo distinta, como ya ha señalado el señor Comisario. Por esto, los militares lo vigilan con cien ojos, aun cuando –y quiero apoyar las palabras del Comisario Verheugen también en este aspecto–, gracias a Dios, hay algunos militares que aceptan la vía de la democracia porque saben que el camino hacia Europa pasa por esa vía. Yo también valoro como la vía acertada las iniciativas del Gobierno turco encaminadas a apartar progresivamente ejército de los ámbitos no directamente vinculados con la seguridad, como los medios de comunicación y la educación. El camino todavía será largo y laborioso, aún se encontrarán algunas resistencias, pero creo que se ha escogido la vía adecuada.

Esto incluye también el tema de las minorías. Y cuando hablo de minorías, colega Van Orden, no me refiero al 2-3% que supone una pequeña minoría. Se trata en parte de una minoría muy grande, si pensamos en la población kurda. Pero, evidentemente, existen asimismo otras minorías –la griega, la armenia, la siria–, que también es preciso tener debidamente en cuenta. Permítanme que les recuerde que Turquía negaba hasta hace poco la existencia de ningún tipo de minorías. Había dejado de hablar por completo de minorías, salvo las minorías religiosas. Y gracias justamente a la insistencia de esta Cámara, junto con la Comisión, pero seguramente sobre todo de esta Cámara, conseguimos cambiar dicha situación. Si siempre hubiésemos sido tan blandos en nuestras exigencias, como pide ahora el colega Van Orden, no lo habríamos logrado aún. Ya sé que en Turquía se ha criticado a menudo al Comisario Verheugen por sus palabras duras, pero claras. Sin embargo, con ellas también ayudamos a Turquía a seguir esta vía adecuada de transformación y progresos reformadores.

(Aplausos)

Finalmente, una última observación sobre el tema de Chipre. Hace poco estuve en Chipre, en la parte griega, lo advierto de antemano. Vi que la gente estaba entusiasmada de haber podido visitar sus antiguos pueblos y hogares. También les oí decir a muchos grecochipriotas que los turcochipriotas les recibieron cordialmente, lo que no resulta nada fácil cuando uno acoge de pronto en su casa a alguien y sabe que esa persona antes fue, de hecho, quién ocupó la casa. Y aun así se produjeron esos contactos amistosos. No sé cuánto tiempo durará esta situación. Probablemente, los Sres. Denktash, el viejo y el joven, incluso creían poder imponer un reconocimiento de la República del Norte de Chipre, por medio de esta medida de apertura de las fronteras.

Solo quiero recordar lo que ocurrió en el caso de la RDA, aunque las situaciones no sean del todo comparables. Los deseos de unos son una cosa y la realidad es otra. Y la realidad será que Chipre va a ser, a la corta o a la larga, un Chipre común, porque esa frontera antinatural, esa última frontera de muros y alambre de espino ya no se puede seguir sosteniendo. Y si nosotros también podemos contribuir, y lo estamos haciendo, por medio de la adhesión de Chipre y de nuestra postura crítica con respecto a Turquía, sería un hermoso éxito para nuestra Europa asistir a la desaparición de esta última alambrada de espino del continente europeo.

(Aplausos)

 
  
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  Van den Bos (ELDR).(NL) Señor Presidente, Turquía ha ganado el Festival de Eurovisión, pero no ha obtenido suficientes puntos para el festival de la integración. Es indiscutible que en los últimos años, nuestros amigos turcos han realizado progresos en muchos sentidos. Si el país cumple los criterios de Copenhague, la Unión Europea tendrá que cumplir las promesas hechas. Celebro que nuestro colega demócrata-cristiano, el Sr. Oostlander, en su sólido y compasivo informe, reconozca que los valores universales de la democracia, el Estado de derecho y los derechos humanos puedan muy bien ser aceptados y defendidos en un país con una clara mayoría musulmana.

Para nosotros es crucial que Turquía se convierta rápidamente en una democracia plena, en la que los militares se subordinen a los políticos elegidos. Por ello es preciso disolver el Consejo de Seguridad Nacional turco con sus actuales competencias y su actual composición. Son muchos los que señalan al importante papel que desempeñan los militares en el control del Estado laico. Se dice que hacen las veces de baluarte contra el creciente fundamentalismo musulmán. Pero quisiera decir que mantener apartado el radicalismo musulmán no es solo tarea de los militares, sino de todos los gobernantes responsables. La estructura del Estado tiene que adaptarse hasta dónde sea necesario para dar cabida a todos los requisitos democráticos. Por ello apoyamos las reformas del sistema político y jurídico que desea realizar el Gobierno Erdogan. Por supuesto, tenemos curiosidad por saber cuál será el contenido exacto de la nueva Constitución. No es una cuestión de más o menos kemalismo, sino únicamente de la compatibilidad con las normas universales y las exigencias de la pertenencia a la UE.

Nos complace que el Gobierno Erdogan haya presentado propuestas legislativas para reforzar la libertad de expresión y para permitir el uso del kurdo en los medios audiovisuales y en las campañas electorales. No obstante, al igual que el Sr. Oostlander, quiero señalar que un proceso legislativo favorable no es, por sí solo, suficiente. Ante todo es necesaria su puesta en práctica. Por mi parte, considero que las negociaciones no podrán empezar mientras la policía pueda seguir torturando impunemente a los presos y mientras se sigan violando los derechos humanos. Además, Turquía tendrá que adoptar una actitud mucho más flexible frente al problema de Chipre. El fracaso de la conferencia de La Haya se debió en gran medida a la actitud rígida de los turcos. Ankara debe dejarse guiar más por la postura positiva de los turcos que viven en Chipre, que por las declaraciones negativas de su líder allí.

Por último, Turquía tendrá que establecer buenas relaciones de vecindad con Armenia, que a la larga desemboquen en un gesto político que tanto necesitan los armenios. En diciembre de 2004 haremos balance, pero no podemos hablar en ningún caso de una adhesión a corto plazo. Aún queda un camino muy largo por recorrer antes de que toda Europa, al margen del Festival de Eurovisión, vote a favor de Turquía.

 
  
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  Uca (GUE/NGL). (DE) Señor Presidente, Señorías, acojo con satisfacción los esfuerzos del informe Oostlander por hacer justicia al desarrollo de los acontecimientos en Turquía. El informe ha salido ganando claramente con las numerosas enmiendas. Ahora se designan de manera más concreta los ámbitos problemáticos y la crítica se formula en la mayoría de los casos en un lenguaje más objetivo que antes.

No obstante, subsiste una dificultad que no se debe pasar por alto. En efecto, resulta sin duda sorprendente que se hable largo y tendido de las minorías religiosas y, en cambio, se traten de manera comparativamente breve los intereses de la población kurda, veinte millones de personas al fin y al cabo. Ante las múltiples trabas y amenazas, es una minimización intolerable que se inste al Gobierno turco a adoptar un enfoque más relajado y constructivo en relación con sus propios ciudadanos de origen kurdo. En este contexto, yo habría deseado, desde luego, unos términos claramente críticos.

En fin de cuentas, los problemas son múltiples. Así, ni siquiera se menciona la situación precaria de la asociación de derechos humanos EHD. Sus locales fueron registrados hace poco. Las amenazas están al orden del día; hubiese sido oportuna una referencia a la difícil situación de los defensores y defensoras de los derechos humanos en Turquía. También hubiese podido ser más clara la crítica en relación con el caso de Leyla Zana y los demás diputados del DEP. Después de tres días de juicio, continúan encarcelados. El juicio parece una farsa y no se puede prever ni mucho menos que el tribunal vaya a levantar su sentencia, contraria a los derechos humanos, y dejarles en libertad.

El caso Ocalan no recibe absolutamente ninguna mención en el informe. Sin embargo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos calificó asimismo de injusto dicho juicio. Por lo tanto, su revisión también hubiese sido oportuna. Sin embargo, al parecer resulta demasiado delicado mencionar siquiera el nombre de Ocalan en un informe del Parlamento Europeo.

En el informe se condena acertadamente la prohibición del HADEP y la amenaza de un expediente de prohibición contra el DEHAP. Sin embargo, no se menciona en absoluto la prohibición del ejercicio de una actividad política que pesa sobre miembros destacados del HADEP. ¿Por qué no? Se hubiese debido adoptar una posición más clara al respecto.

En cambio, en otros aspectos el informe habría salido ganando con una actitud menos arrogante. Me parece indescriptible que en él se siga citando a la cultura humanista y judeocristiana de Europa y se dé a entender que esta ha sido siempre refugio de la democracia, el Estado de Derecho, los derechos humanos y de las minorías, y la libertad de religión y de conciencia. Con displicencia se añade que un país islámico también puede aceptar y defender dichos valores. Aun prescindiendo del hecho de que el Islam también tuvo una influencia en Europa, quisiera recordarles precisamente a los alemanes que los valores que se suponen tan típicamente europeos no están tan arraigados en Europa. La paleta de la historia europea abarca desde las cruzadas cristianas hasta los crímenes de la época colonial. ¡Por no citar el horror del fascismo!

La referencia a la religión es, además, del todo superflua. La UE es una Unión política y económica. Existen unos criterios claros para la adhesión, que es preciso cumplir. Que esto se haga con unos antecedentes cristianos, islámicos, judíos o ateos es irrelevante. ¡Lo esencial es que se haga! Lamentablemente, esto no está ocurriendo en este momento en Turquía. El informe así lo indica a pesar de todas sus insuficiencias y deja claro que ahora mismo no se puede contemplar el inicio de negociaciones para la adhesión. No obstante, el informe tiene el mérito de expresar también con claridad que la posibilidad de una adhesión de Turquía está abierta de modo general.

Confiemos en que el informe contribuya a modificar la política del Gobierno turco de manera que la adhesión de Turquía a la Unión Europea sea posible.

 
  
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  Lagendijk (Verts/ALE).(NL) Señor Presidente, ya se ha completado el principal trabajo del informe del Sr. Oostlander. De hecho, se hizo en la comisión. Aquí, por medio de enmiendas, se ha conseguido transformar un informe –tengo que decirlo– desequilibrado cuyo tono no siempre era afortunado, en un informe equilibrado en el que se establece una distinción entre, por un lado, lo que se ha alcanzado, y por otro, una larga lista de puntos concretos que aún han de realizarse.

Sobre el texto solo quiero hacer tres breves comentarios. Señora Uca, me temo que usted –si escucha– sigue sin comprender las implicaciones exactas del apartado 3. En este apartado el ponente establece una distinción, para mí justificada, entre, por un lado, las raíces judeocristianas y humanistas y, por otro, los valores universales que se desprenden de ellas, sin que ello suponga ningún inconveniente para la adhesión de un país en su mayoría islámico. Una formulación que comparto plenamente.

Mi segundo comentario va dirigida a los colegas del Grupo del GUE/NGL, a quienes pido que dejen ya de hacerle el juego al grupo de presión armenio. A mi entender, el texto contiene un compromiso equilibrado sobre esta cuestión y sinceramente me irrita cada vez más sus continuos intentos de tensar la cuerda al máximo en esta cuestión.

Por último, un tercer comentario en respuesta a la propuesta del ponente. En nombre de mi Grupo acepto que se añada la enmienda 11 en lugar de mejorar el texto.

Señorías, es fundamental que no nos olvidemos en el debate de cuál es el trasfondo de lo que estamos haciendo ahora, cuál es el trasfondo de este debate sobre la relación entre la UE y Turquía. Se trata de una lucha constante entre, por un lado, los reformistas –con una posición fuerte en el gobierno y en el parlamento– y, por otro, los conservadores –con una posición fuerte en el ejército, la policía y el poder judicial. En esta lucha, la tarea de la Unión Europea, y también del Parlamento Europeo, consiste –por supuesto– en criticar a los conservadores. Sabemos hacerlo muy bien y sin duda hemos de seguir haciéndolo. Si se trata, por ejemplo, de prohibir el HADEP: ¡inaceptable! Si se trata, por ejemplo, de registrar las sedes de las organizaciones de derechos humanos: ¡indefendible! Si se trata de rechazar un juicio nuevo y realmente justo para Layla Zana y sus colegas: ¡inadmisible!

Ahora bien, creo que estas críticas tienen que ir indisolublemente unidas al apoyo de los reformistas, y eso es algo que a veces olvidamos. Por ejemplo, en lo que respecta al nuevo paquete de propuestas de reforma que se debate ahora en el Parlamento turco, después de que el Parlamento Europeo insistiera durante mucho tiempo se ha eliminado, por ejemplo, el artículo 8 de la Ley antiterrorista y se concede a los medios de difusión privados kurdos la posibilidad de emitir.

Hemos de procurar mantener este equilibrio y lo que quiero evitar a toda costa es causar la impresión de que en Turquía las cosas no han ido bien, siguen sin ir bien y nunca irá bien. Creo que Turquía puede llevar a cabo las reformas, creo que merece nuestro apoyo. Por último, señor Presidente, todos nosotros tendremos que responder a la pregunta de si queremos que lo logren. ¿Queremos que ganen los reformistas? Mi respuesta es claramente afirmativa, porque eso sería bueno para Turquía y para Europa.

 
  
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  Belder (EDD).(NL) Señor Presidente, el Sr. Oostlander ha escrito un informe sincero, crítico y justo sobre la solicitud turca de adhesión a la Unión Europea. Al fin y al cabo, la claridad política beneficia a todas las partes implicadas. Comparto la opinión del ponente –me remito al apartado 52– de que, en estos momentos, Turquía no cumple las condiciones para poner iniciar las negociaciones de adhesión.

El informe fundamenta de forma convincente esta franca conclusión. En este sentido, para mí hay tres contradicciones fundamentales con los criterios políticos de Copenhague –que son condiciones esenciales para la adhesión– que tienen una importancia decisiva : la posición dominante del ejército en el Estado y la sociedad turcos, véanse los apartados 7, 8 y 9 ; la continua discriminación de las minorías religiosas, en especial las de denominación cristiana (apartado 39) ; y, en tercer lugar, el difícil problema kurdo, mencionado en los apartados 34, 35 y 43.

El papel dominante de las fuerzas armadas turcas se ha evidenciado claramente en las últimas semanas durante la campaña en los medios de comunicación del país sobre las posibles tensiones dentro de la cúpula del ejército entre los partidarios y los contrarios a las reformas exigidas para la adhesión a la UE. La máquina de los rumores dice mucho sobre la verdadera relación entre las autoridades civiles y militares. En los Estados miembros de la Unión Europea, la relación con las autoridades es muy diferente. En resumidas cuentas, Bruselas queda fuera del campo visual político-militar de Ankara.

Entretanto, el partido en el gobierno, el AKP, exige la libertad de religión para los musulmanes en su propio país, pero según los expertos occidentales en temas relacionados con Turquía, no dice nada de los derechos fundamentales para los no musulmanes. La petición urgente a la Comisión en el apartado 40 de realizar un estudio comparativo de la libertad religiosa en Turquía y los Estados miembros de la UE es, por consiguiente, muy oportuna.

Al igual que el ponente, hago un llamamiento a las autoridades turcas para que se ocupen en serio del Sudeste kurdo. El Consejo y la Comisión deben apoyar con fuerza un plan de desarrollo general para esta región sumamente atrasada. Un gesto turco hacia los conciudadanos kurdos sería muy positivo, tanto en el interior como en el exterior, y añadiría en consideración al Sr. Oostlander: incluso independientemente de las relaciones con la UE.

 
  
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  Borghezio (NI). (IT) Señor Presidente, es curiosa la situación de un país al que se reconoce la condición de candidato a la adhesión a la Unión Europea y que deja salir de sus puertos, como sucedió aún hace una semana, viejos botes repletos de migrantes ilegales. ¿Cómo es posible que un Estado con rasgos casi de Estado policial, como el Estado turco, tan eficiente para reprimir a los opositores políticos y a las minorías, se muestre tan débil e ineficiente con el tráfico de la fortísima mafia turca? Una buena reflexión para nosotros que nos disponemos a valorar ahora las condiciones de admisibilidad a la adhesión.

El informe, que a mi entender es muy equilibrado y del que comparto el firme contenido del apartado 52, no dice ni una palabra sobre el genocidio de los armenios: fruto quizás de una intensa actividad de lobbying, de presión, ejercida por el Gobierno turco sobre miembros de nuestro Parlamento. No debemos olvidar los derechos de la diáspora, es decir, de los hijos de las víctimas del holocausto, que están diseminados por Europa y son ciudadanos europeos, exactamente igual que nosotros. Una situación, la que nos describe la Asociación para la protección de los derechos humanos, que no es desde luego apasionante: una policía política que interroga, tortura y viola a las mujeres, en especial a las kurdas, y una constante persecución de las minorías étnicas y religiosas.

 
  
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  Zacharakis (PPE-DE).(EL) Señor Presidente, señor Presidente en ejercicio del Consejo, señor Comisario, el informe del Sr. Oostlander sobre Turquía se incluye entre los muchos que se han presentado en diferentes ocasiones en el Parlamento Europeo en conexión con los diferentes aspectos de las relaciones entre este problemático país y la comunidad internacional y, más concretamente, la Unión Europea.

Sin embargo, el informe Oostlander, aparte de por su objetivo más general y sus formulaciones equilibradas, se caracteriza principalmente por la claridad y la franqueza con las que se apuntan y enumeran las flaquezas, los defectos y las imperfecciones permanentes de Turquía en lo que respecta al Estado de derecho, la gobernanza democrática, los derechos humanos y de las minorías y su conducta internacional legal. En otras palabras, lo que se plantea en este informe es algo que debería haberse hecho hace mucho tiempo, en lugar de la práctica sostenida hasta la fecha de evitar cualquier descripción sincera de la realidad por diversas razones que favorecen a intereses políticos y de otro tipo, mediante la demostración de una concepción equivocada de la tolerancia, la existencia de dos grupos de pesos y medidas y la mención de argumentos engañosamente etiquetados, tales como la importancia estratégica de Turquía, el adorado pretexto de sus protectores transatlánticos, la supuesta necesidad de enviar mensajes positivos a Ankara –como acabamos de oír por enésima vez– y demás justificaciones parecidas.

Los resultados infructuosos de este embellecimiento esencial de lo que constituye una situación totalmente reprensible y censurable resultan ahora evidentes. Con el debido respeto al Sr. Presidente en ejercicio, incluso los más soñadores apologistas del trato indulgente y de los intentos de acercamiento a Turquía deben sentirse decepcionados, porque ni siquiera los mensajes positivos lanzados durante años han obtenido una respuesta acorde por parte de este país. Tampoco la clase dirigente turca ha apreciado debidamente la tolerancia europea sino que, al contrario, la ha entendido —quizás con toda la razón— como el apoyo y la aceptación de su política. Si la postura europea se hubiera manifestado anteriormente con la misma valerosa sinceridad que presenta el informe Oostlander, quizás las perspectivas de la denominada orientación europea de Turquía serían más prometedoras y existirían menos reservas y dudas razonables con respecto al alcance del derecho legal de este país de convertirse en un candidato para la integración en la familia europea.

No obstante, más vale tarde que nunca. Con la ligera esperanza de que Ankara comprenda finalmente el mensaje real del Parlamento Europeo y proceda de acuerdo con sus decisiones, apoyo sin reservas el informe Oostlander.

 
  
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  Baltas (PSE).(EL) Señor Presidente, quisiera aprovechar el debate sobre el excelente informe del Sr. Oostlander sobre la adhesión de Turquía a la Unión Europea para manifestar una vez más mi más firme apoyo a este proceso. Mi postura se basa en las razones siguientes:

En primer lugar, como ciudadano griego, desearía que este país vecino de Grecia aumentara y desarrollara la capacidad creativa de su pueblo dentro de los marcos democráticos con los que la Unión Europea protege a todos sus miembros. Opino que el pueblo griego y el turco tendrán una oportunidad única para cooperar en el esfuerzo conjunto por obtener una Europa pacífica y próspera, así como relaciones bilaterales más profundas y de apoyo mutuo entre ellos.

En segundo lugar, como socialista, quisiera ver a una Turquía democrática defender una serie de garantías institucionales para todas las libertades de sus ciudadanos, para que estos puedan intervenir de manera creativa y sin trabas en el desarrollo de su sociedad, de acuerdo con los deseos, expectativas, las aspiraciones y el resultado de su trabajo. Creo que el desarrollo económico y cultural de Turquía como resultado de la libertad de acción de sus ciudadanos bajo la protección del Estado de derecho ocasionará beneficios exponenciales para la propia Turquía para empezar, para la Unión Europea claramente y, sin la menor duda, para el acercamiento, la comprensión y la cooperación por parte de los países y pueblos vecinos de Turquía.

En tercer lugar, hay una razón personal que me lleva a defender la adhesión de Turquía a la Unión Europea. Estoy convencido de que la intervención de las fuerzas militares en la vida política de un país, ya sea directa o indirectamente, no logra solucionar los problemas. Al contrario, no hace más que provocar la acumulación de dificultades y obstáculos en el país. No tengo una consideración o confianza especial por los soldados salvadores de naciones del mundo, los cuales consideran cualquier acción o expresión libre como un objetivo militar que debe ser neutralizado por todos los medios, sin excluir, por supuesto, las prohibiciones, el encarcelamiento, la tortura y el exterminio natural. Por lo tanto, las perspectivas europeas de Turquía dependen de que los soldados regresen a sus barracas y sean controlados por la autoridad política elegida democráticamente por el pueblo para su gobierno. Hace treinta años, cuando una junta militar se creyó con derecho para hacer recapacitar al pueblo griego acerca de los excesos de su exaltación democrática, la CEE, tal como se conocía entonces, paralizó el acuerdo de asociación con Grecia, lo cual contribuyó considerablemente a restaurar la normalidad democrática en mi país. La razón personal a la que he hecho referencia anteriormente tiene que ver con las luchas y las experiencias de aquella época.

Ésta es una oportunidad para el pueblo turco de disfrutar de una transición sin obstáculos, sacrificios ni trágicas consecuencias, de una democracia parlamentaria completamente operativa, una democracia con todos sus parámetros correspondientes. Por consiguiente, el reto europeo favorece al mismo tiempo las perspectivas democráticas de Turquía, que deberá interpretar dicho reto como una oportunidad única en su camino hacia Europa. Está en sus manos, su autoridad política lo desea y el informe Oostlander establece las condiciones previas para evitar que surjan malentendidos.

 
  
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  Nordmann (ELDR).(FR) Señor Presidente, como ya han comentado otros oradores, el informe del Sr. Oostlander ha sido modificado de modo bastante sustancial en comisión. Ahora está más equilibrado y esto es sin duda una mejora. Es lógico que un informe como este examine cierto número de deficiencias y lagunas, sobre todo en relación con cuestiones de derechos humanos y libertades públicas. Sobre todos estos puntos, creo que no puedo sino estar de acuerdo con el ponente.

Por otro lado, no puedo estar tan de acuerdo con él en una de sus preferencias personales, que aunque ha quedado bastante disimulada por las enmiendas, sigue estando latente y a veces aparece explícitamente. Me refiero a lo que yo llamaría aversión patológica del Sr. Oostlander por el secularismo y el ideal secular. Esta aversión ha asomado también en su breve exposición oral, en la que presenta lo que él llama la filosofía política de Turquía. Mediante un examen del contexto histórico ha vinculado esta filosofía con el totalitarismo, una de las formas más monstruosas de opresión política que Europa ha engendrado. De hecho, señor Oostlander, el kemalismo no era en modo alguno un sistema totalitario ni seguía modelos totalitarios. El kemalismo, que era sin duda una forma de despotismo ilustrado, se propuso una modernización acelerada de Turquía inspirándose, en gran medida, en los modelos democráticos de la Europa occidental y, en particular, en la separación de Iglesia y Estado y en el republicanismo secular.

Señor Oostlander, cuando Turquía solicita adherirse a la Unión, cosa que lógicamente suscita polémica e incluso controversia, de lo que puede estar orgullosa en cuanto a su legado histórico positivo es justamente este esfuerzo de integración de nuestro secularismo europeo en una sociedad musulmana. Porque este, como han dicho algunos diputados, es el reto, uno de los retos del siglo XXI. No creo que haya justificación alguna para adoptar la actitud triste que muestra usted ante el ideal secular en el considerando G de su informe. La Europa de hoy está enraizada en este ideal, que destaca muy claramente, en mi opinión, en la Carta de los Derechos Fundamentales que hemos aceptado. Tendría que adoptar usted la posición contraria, acogiendo más calurosamente el ideal secular y apreciándolo de forma más positiva.

Señor Presidente, Turquía tenía derecho a presentar su candidatura. Creo que tendrá derecho a permanecer es esta condición de candidata durante un tiempo, pues los progresos son lentos y tenemos que vigilarlos de cerca. Esto no nos autoriza a repetir simplemente la frase de que «progresa, pero podría mejorar si quisiera», tan cara a los maestros de escuela. Hay que darse cuenta de que la candidatura de Turquía representa para este país el equivalente de lo que los Estados Unidos experimentaron a finales del siglo XIX con el concepto de frontera. Esta especie de frente agitado y pionero infunde el ímpetu para seguir adelante. Desde este punto de vista, hemos de estimular la solicitud de Turquía.

(Aplausos)

 
  
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  Maes (Verts/ALE).(NL) Señor Presidente, señor Presidente en ejercicio del Consejo, señor Comisario, Señorías. El patrimonio de Atatürk es un patrimonio de doble filo y algo ambiguo. Por un lado está el Estado laico, pero por otro, la fuerte posición del ejército turco, reflejada en el poder del Consejo de Seguridad Nacional, que implica el control de los militares sobre los ciudadanos. En una verdadera democracia tendría que ser justo lo contrario.

¿Cómo se puede mantener en Turquía el Estado laico y establecer un sistema democrático? El ejército no puede ser el último garante de la democracia, razón por la cual se precisan unas reformas profundas. El país no es todavía una democracia, como demuestra claramente el informe Oostlander, pues se siguen violando los derechos humanos y no se garantizan en absoluto los derechos de las minorías. Las torturas son una práctica cotidiana. La situación de la lengua kurda y la exclusión o el intento de exclusión de los kurdos de la vida política, demuestra que no se quiere encontrar una solución política a este importante conflicto de nacionalidades. La amenaza del fundamentalismo sigue existiendo a pesar de que el AKP ha adoptado una política reformista. Reconocemos que han realizado avances importantes en el terreno de la legislación, como la abolición de la pena de muerte, pero todavía no se han emprendido reformas en profundidad.

En el apartado 11 del informe Oostlander se sugiere la posibilidad de elaborar una nueva Constitución. Esto no puede imponerse, por supuesto, como una condición, pero aún así me parece acertada la sugerencia de elaborar una nueva Constitución en la que haya espacio para los derechos humanos, y también para la comunidad autónoma kurda, y en la que se garantice la posición de las minorías.

 
  
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  Langen (PPE-DE) . (DE) Señor Presidente, quiero felicitar al colega Oostlander. Estamos ante un excelente informe, que enumera todos los aspectos críticos, sin ofender a Turquía. Es equitativo y sincero, y creo que quien ha presentado una solicitud de adhesión tiene derecho a recibir un trato equitativo y sincero.

En segundo lugar, quisiera contradecir explícitamente a los dos oradores que me han precedido. No se trata de ideas casi pararreligiosas –como se escribió en la opinión minoritaria–, sino que en el punto 3 se dice explícitamente que los valores europeos fundamentales, que se basan en el legado judeocristiano, pero también en los valores de la Ilustración, no se oponen de manera general a la adhesión de un Estado musulmán. Señor Nordmann, señora Maes, visto lo que acaban de decir sobre el laicismo en Turquía, solo puedo invitarles a que se informen. Allí no existe ninguna libertad religiosa, ni ningún tipo de laicismo según el modelo francés. En Turquía, el laicismo significa que 130 000 funcionarios estatales controlan a la minoría no musulmana y la martirizan. Las religiones cristianas carecen de derechos en Turquía. La separación entre el Estado y la religión es un aspecto, la garantía de la libertad religiosa es otro. Es parte indispensable del acervo del sistema de valores europeo que cada cual pueda vivir y actuar conforme a su religión. Esto no está garantizado en Turquía. Hasta 1954, incluso estaba penado impartir clases de religión. Por lo tanto, les ruego sinceramente que se informen.

Otros puntos que se han citado: el papel del estamento militar, los derechos de las minorías para los kurdos, el derecho de elección, esto es, el hecho de que todavía se mantenga la barrera del 10%, el encarcelamiento de «delincuentes de opinión» como Leyla Zana, que pronto llevará ya diez años en prisión por haberse expresado libremente, o el tema del legado armenio y sirio, que actualmente no se reconocen en Turquía. Una larga lista sobre la que Turquía debe trabajar. ¡Esa es su obligación!

Quiero manifestar explícitamente mi satisfacción por que en el punto 52 del informe se diga que, a la luz de los acuerdos de Copenhague, no estamos ante el inicio de negociaciones. Para ello es preciso que se cumplan las condiciones. Esto se verificará a finales de 2004. También apoyo que no se haga ahora, sino a finales de 2004. En su calidad de informe intermedio, este tampoco puede suponer de ningún modo una decisión en firme del Parlamento, con vistas a una posterior decisión, sobre si vamos a aceptar o no la solicitud de adhesión de Turquía.

 
  
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  Ceyhun (PSE). (DE) Señor Presidente, Señorías, en verdad deseo –lo digo de corazón–, en verdad deseo que Turquía llegue a ser un día un país democrático. Entonces algunos miembros de esta Asamblea tendrán grandes dificultades para presentar intervenciones.

Estimado colega Langen, le aprecio mucho, pero ya he escuchado muchas veces esa intervención, ocurra lo que ocurra en Turquía. Algunas intervenciones ya no se podrán sostener porque siempre expresan lo mismo, con independencia de lo que ocurra en Turquía. En realidad –el Comisario Verheugen se ha referido a ello– se puede constatar que han ocurrido muchas cosas, pero es absolutamente cierto que no son suficientes. ¡Es absolutamente cierto que esperamos más y que criticamos a Turquía! Sin embargo, estimadas y estimados colegas, por favor, sean sinceros: para muchos de ustedes –acabamos de escuchar cuatro intervenciones–, los derechos humanos y los derechos ciudadanos son en realidad solo una excusa.

Muchos de ustedes sencillamente no quieren admitir a Turquía, díganlo con sinceridad, de manera que las circunstancias queden claras. ¡Digámoselo a Turquía y podremos ahorrarnos toda la comedia! Cualquier otra cosa, en realidad es solo teatro. En mi calidad de diputado, me alegro de que el Consejo y la Comisión tengan más competencias en materia de definición de la política exterior, pues el Parlamento, al que pertenezco, no es capaz de emprender esa tarea.

 
  
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  Arvidsson (PPE-DE). (SV) Señor Presidente, hace poco pasé en coche sobre los dos puentes que unen Estambul y Üsküdar. Me sorprendió lo sencillo que resulta cruzar el Bósforo, aún más que atravesar el Öresund entre Suecia y Dinamarca. El Puente del Bósforo me trasladó del Estambul más antiguo a la Üsküdar más moderna. No da la sensación de estar pasando de una parte del mundo a otra. Helsinki, en Finlandia, queda aún más lejos hacia el este que Üsküdar en la costa de Anatolia.

La afirmación de que el Bósforo divide dos partes del mundo y que, por tanto, la expansión de la Unión Europea debe detenerse en este punto, resulta estúpida e insustancial. En su lugar, deberíamos estar encantados de aceptar el interés demostrado por Turquía por convertirse en un miembro de la Unión Europea. Deberíamos ofrecer a este país el apoyo que necesita para llevar a cabo su propia reforma y llegar a ser en el futuro un país candidato que cumpla a la perfección todos los requisitos.

Turquía es un socio digno de cooperar con la Unión. Como miembro de la OTAN durante tantos años y territorio colindante con zonas más problemáticas y conflictivas, Turquía seguirá siendo un país clave como futuro socio colaborador. Tratar de establecer obstáculos de carácter religioso que dificultan la adhesión turca a la Unión Europea no solo resultará totalmente desacertado, sino también sumamente contrario al cristianismo.

El informe que tenemos ante nosotros plantea una serie de exigencias a Turquía, las cuales deberán ser satisfechas para que su adhesión a la Unión sea posible. No obstante, el informe, cuya naturaleza es muy constructiva, mantiene las puertas claramente abiertas para facilitar la futura adhesión de este país. Se podría afirmar que el Sr. Oostlander, cuyo nombre resulta verdaderamente apropiado, ha triunfado realmente con su informe sobre el Oriente.

 
  
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  Cashman (PSE).(EN) Señor Presidente, quisiera adherirme a los comentarios del Sr. Ceyhun y a la excelente y formidable contribución del Sr. Nordmann.

Cuando esta Asamblea habla de Turquía se percibe un tufillo a hipocresía: No veo el mismo enfoque y la misma actitud con respecto a los demás países candidatos. Quisiera decirles hoy aquí a sus Señorías que si se hubieran aplicado los mismos criterios, el pasado de algunos Estados miembros les habría incapacitado para entrar en la Unión Europea. Hoy tenemos que enviar el mensaje de que somos coherentes en la aplicación de nuestro principio. Hemos de apoyar a los reformistas, hemos de promover el cambio; o hacemos lo contrario, desanimamos a los reformistas, propiciamos el aumento del fundamentalismo y cerramos la puerta a Turquía para siempre.

Estoy satisfecho con los comentarios del Comisario. Se ha logrado mucho, las reformas son impresionantes y está bien que así lo reconozcamos. El Presidente en ejercicio del Consejo ha dicho que hay dos áreas prioritarias. Mis áreas prioritarias son estas: promover la reforma y acelerar el proceso de reforma. Los políticos y los hombres y mujeres de la calle de Turquía (estuve allí hace diez días) tienen la idea de que la Unión Europea no quiere que Turquía forme parte de ella. Por desgracia, me parece que en este debate este sentimiento ha salido reforzado.

 
  
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  Dell'Alba (NI).(FR) Señor Presidente, Señorías, el Sr. Nordmann se ha expresado de manera muy elocuente. Como acaba de hacer el Sr. Cashman, quisiera también confirmarle mi apoyo y, retomando sus palabras, yo también estoy convencido de que en este informe hay muchos prejuicios no explícitos que no deberían figurar en un texto objetivo sobre la situación de un país. Por supuesto, hay que respetar las creencias políticas de todas las partes interesadas. Sin embargo, suscribo lo que ha dicho su Señoría a propósito del secularismo y de la esencia misma del Estado kemalista. Este planteamiento está totalmente ausente del informe, como lo está toda mención del esfuerzo del actual Primer Ministro turco por vincular su país firmemente a Europa.

Señor Oostlander, en este contexto, si nuestro Parlamento hubiera tenido la posibilidad de hacer un informe tan puntilloso no solo de los países candidatos, sino también de los Estados miembros actuales de la Unión, y pienso en mi país, no se habrían necesitado 56 apartados, sino quizás el doble para hablar de la situación en las prisiones italianas, del estado del sistema jurídico italiano, y de muchos otros sectores en los que las cosas no funcionan. Señorías, también en nuestros países, o al menos en algunos de nuestros países, hasta hace poco tiempo los ciudadanos iban a prisión porque eran Testigos de Jehová y no querían hacer el servicio militar. Los obligaban a hacerlo o los metían en la cárcel. Nuestros países han conocido todo esto.

Por supuesto, Turquía tiene que hacer progresos importantes, pero una de dos: o le ofrecemos un sitio en Europa, o no se lo ofrecemos y cometemos no solo un error político y estratégico catastrófico, sino que la invitamos, la empujamos de alguna manera hacia otras orillas mucho más peligrosas, tanto para la estabilidad como para el bienestar de los turcos y para su progreso hacia la democracia, el Estado de derecho y los derechos humanos.

A este respecto, mis colegas radicales de este Parlamento y yo, junto con los diputados del Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea, a quienes quiero dar las gracias, una enmienda destinada precisamente a no cerrar la puerta, como hace el informe Oostlander, cuya versión inicial, cuyo tono me recuerda más que nada a la batalla de Lepanto, ha mejorado sin duda alguna en el intervalo. Por lo tanto, hemos presentado una enmienda en la que nos declaramos convencidos de que Turquía reunirá las condiciones de admisión en las negociaciones de adhesión si el Gobierno turco prosigue con constancia y determinación su actual programa de reformas esenciales.

El ponente ha propuesto que la enmienda se incluya como un añadido, haciendo gala de una voluntad de compromiso que me complace. En un espíritu de compromiso similar acepto esta oferta del ponente, al igual que el Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea, y espero que de este modo podamos llegar a un acuerdo para dirigir un mensaje a Turquía cuyo tema dominante no sea que la puerta está cerrada, sino que esperamos progresos reales. Evidentemente, cuando llegue el momento unos y otros podrán elegir. Pero dejemos al menos esta puerta abierta y, desde este punto de vista, espero que la Asamblea apruebe esta enmienda por unanimidad.

 
  
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  Gawronski (PPE-DE). (IT) Señor Presidente, el Sr. Oostlander ha llevado a cabo un inmenso y difícil trabajo para mediar entre las más diversas opiniones expresadas por este Parlamento sobre un tema candente y controvertido como el de la adhesión de Turquía. El resultado es una resolución aceptable por su talante mediador, pero quizás habríamos deseado que estuviese marcada e inspirada por un mayor optimismo, para dar a Turquía una señal más positiva, de acuerdo con lo expresado también por el Comisario Verheugen, a pesar de que este país tiene aún mucho que hacer, que cambiar, que innovar, antes de poder aspirar a la adhesión, como justamente indica la resolución.

Hay que determinar si geografía y religión son criterios que limitan la posibilidad de adhesión o si, por el contrario, la idea de Europa es un conjunto de valores y principios, de modo que los países que suscriban dichos valores y dichos principios de democracia y de libertad tienen derecho a presentarse candidatos. Con este espíritu, nosotros, en el apartado 52 del informe, que establece que no se reúnen todavía las condiciones para iniciar las negociaciones –cosa indudablemente cierta hoy– habríamos preferido la versión que ofrecía la enmienda 11, como señalaba hace poco el Sr. Dell'Alba, que expresa de forma positiva la confianza en que podrán reunirse las condiciones si Turquía adopta las reformas necesarias. También yo quiero dar las gracias al ponente Oostlander, que me parece dispuesto a aceptar esta enmienda, si no es en sustitución del apartado 52, al menos como añadido.

 
  
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  De Keyser (PSE).(FR) Señor Presidente, con 283 enmiendas presentadas, el informe Oostlander ha quedado bastante remozado.

Han desaparecido ciertas formulaciones extremas, que habrían comprometido las relaciones políticas entre el Parlamento y Turquía. Si bien el informe señala con razón el camino que el país aún debe recorrer en el ámbito del respeto de los derechos humanos, sigue siendo, en mi opinión, un informe parcial y lleno de carga ideológica. Trata de etiquetar a Turquía con su propia visión de los valores europeos.

El apartado 3 invoca un conjunto de valores europeos esencialmente basados en la cultura judeocristiana. Si no se modifica este apartado, será una bofetada en la cara de un país esencialmente laico regido por un gobierno musulmán. También será inaceptable para nosotros los europeos, ya que supondrá el regreso de los viejos demonios y la renovada influencia de la religión en la vida política.

Si hablamos de valores judeocristianos, ¿por qué no hablamos también de sus crímenes? Una relectura de El Evangelio según Jesucristo, del premio Nobel portugués José Saramago, nos recordará cuántos crímenes se han cometido en nombre de nuestros dioses. Por lo tanto, dejemos a los dioses fuera. Admitamos de una vez por todas que Europa es secular y alberga en su seno muchas religiones diferentes. Y tratemos con firmeza pero con equidad la solicitud de adhesión de Turquía a la Unión Europea.

 
  
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  Sommer (PPE-DE). (DE) Señor Presidente, es importante que seamos francos y sinceros con nuestros amigos turcos. Este trato incluye naturalmente el derecho a criticar y a señalar las deficiencias. Queremos ayudar a Turquía en su camino hacia una auténtica democracia y un auténtico Estado de Derecho. Turquía merece un trato equitativo y el informe Oostlander lo es. Describe progresos notables, pero también dice con toda claridad en qué aspectos existe aún una enorme necesidad de reformas.

A mi modo de ver, es importante lo siguiente: Turquía también tiene que querer avanzar en el sentido del cumplimiento de los criterios de Copenhague. No debe llevar a cabo las reformas solo de manera superficial, para tranquilizar a los críticos de la Unión Europea, casi para complacernos. Turquía debe enraizar las reformas necesarias profundamente en su sociedad. Las enmiendas constitucionales sobre el papel y las nuevas leyes sobre el papel no bastan por sí solas. ¡El papel es paciente! Lo decisivo es la aplicación de las reformas en la vida cotidiana de la población. Pero justamente esto es lo que todavía no se aprecia. El Informe Oostlander describe una enorme cantidad de deficiencias en todos los ámbitos. Constata que en este momento no se dan las condiciones para el inicio de negociaciones para la adhesión y pide al Consejo que adopte por fin una posición clara y explícita. Los criterios de Copenhague –solo podemos volver a subrayarlo cada vez– no son negociables. Esto es igualmente cierto para todos los países candidatos y, por lo tanto, también para Turquía. En este aspecto, Turquía también debe mantener por fin una actitud leal con respecto a la UE y reconocer este hecho. Tiene que dejar de descargar de una vez la responsabilidad sobre la UE y de ejercer presiones. No fuimos nosotros quienes le prometimos a la población turca una rápida adhesión en el plazo de pocos años; fue única y exclusivamente cuestión de la propia clase política turca. Si esta ahora se ve obligada a dar explicaciones por este motivo y la población comienza a impacientarse, se trata de un problema de origen interno, que se debe resolver internamente en Turquía y no desde la Unión Europea suavizando los criterios para la adhesión.

Lo que Turquía puede esperar de nosotros –y puede esperarlo de verdad– es honestidad, sinceridad, seriedad y equidad.

 
  
  

PRESIDENCIA DE LA SRA. CEDERSCHIÖLD
Vicepresidenta

 
  
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  Gemelli (PPE-DE). (IT) Señora Presidenta, quisiera expresar mi agradecimiento al Sr. Oostlander por el informe que ha presentado, al Presidente en ejercicio del Consejo Yiannitsis y al Comisario Verheugen.

Creo que el informe Oostlander es muy equilibrado y claro. La Unión Europea es una unión de valores compartidos; por tanto, todos los países que en el pasado quisieron adherirse y siguen adhiriéndose hoy han compartido dichos valores y, para hacerlo, han adecuado sus sistemas institucionales, políticos y económicos. Este es el dato. No es la Unión Europea la que se adhiere a Turquía, sino Turquía la que quiere adherirse a estos valores compartidos. Respetamos las diferencias que constituyen la riqueza de la Unión Europea, pero los límites vienen definidos por el respeto de los criterios de Copenhague y de los principios de la democracia y del Estado de Derecho, que deben ser criterios y principios no solo proclamados sino aplicados y vividos. Quisiera aventurarme a decir que los países que deseen compartir la cultura europea pueden formar parte de la Unión Europea.

Turquía solicita adherirse. No somos ideológicamente contrarios. Esperamos que el país siga una senda que nos motive a la adhesión cultural. Hay que alentar al Gobierno Erdogan en el proceso de aproximación a los valores de la Unión Europea. Los atlantistas ideológicos creen que el papel de Turquía en la OTAN puede ser una baza para el acceso a la Unión Europea. Quizás en el pasado fuera así; hoy pensamos que la OTAN, con la participación de Rusia, debe asumir gradualmente, con una aportación un poco más eficaz por parte de la Unión Europea, un papel de policía internacional al servicio de las Naciones Unidas, reformadas para la defensa de los derechos humanos y de la democracia en los países del mundo.

Espero que Turquía pueda seguir estas sugerencias, resolver el problema de Chipre e instaurar una relación de buena vecindad con todos los países lindantes resolviendo antiguos conflictos.

 
  
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  La Presidenta. El debate queda cerrado.

La votación tendrá lugar mañana a las 12.00 horas.

 
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