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Az ülések szó szerinti jegyzőkönyve
2005. február 23., Szerda - Strasbourg Lektorált változat

3. Az Elnökség közleménye
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  El Presidente. Antes de iniciar los trabajos de la sesión de hoy, básicamente concentrados en las relaciones de la Unión Europea con la región mediterránea, el Presidente debe informarles del desarrollo de la reunión que tuvo lugar ayer en Bruselas.

Ayer en Bruselas, como ustedes saben, se reunió el Consejo Europeo, aunque no específicamente como tal, y a esa reunión asistimos tanto el Presidente de la Comisión, señor Barroso, como yo mismo. En el curso de la misma, tomaron la palabra varios de los Jefes de Estado y Presidentes de Gobierno, no todos, que asistían a la misma para analizar con el señor Bush algunos de los aspectos más relevantes de las relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Europea y los problemas a los que debemos hacer frente conjuntamente.

Como ustedes saben, la presencia del Presidente del Parlamento Europeo, en representación de esta Institución en este encuentro, marca un punto importante del reconocimiento político que esta Institución merece y quiero de nuevo agradecer al señor Juncker y al señor Barroso que así lo hayan entendido y hecho posible.

Al final de las intervenciones de los Jefes de Estado y Presidentes de Gobierno, insisto, no todos ellos tomaron la palabra, el Presidente del Consejo nos invitó al señor Barroso y a mí mismo a tomar brevemente la palabra, cosa que hicimos. Yo fui el último en intervenir. Una intervención que tuvo que ser necesariamente corta, puesto que ya habíamos sobrepasado con mucho el tiempo previsto.

Pero creo que debemos considerar muy positivamente que, sin estar previsto, al final también el Parlamento Europeo pudiese hacer oír su voz. Eso marca, en mi opinión, otro precedente que sigue incrementando el papel del Parlamento Europeo.

En esa breve intervención no pude sino apoyarme en la Resolución que había votado el Parlamento Europeo en el mes de enero pasado, sobre las relaciones transatlánticas, y haciéndome portavoz de lo que aquí habíamos discutido y votado, pedí al Presidente Bush que su visita a Europa, de la que también me congratulé, sirviese para abrir una nueva era en las relaciones transatlánticas fundadas en un multilateralismo que nos permitiese mejorar nuestra cooperación. A continuación insistí o hice referencia a dos temas, puesto que no había tiempo para tratarlos todos: escogí la situación en el Medio Oriente y el Protocolo de Kyoto.

Sobre el primer aspecto insistí, como habían hecho antes otros Jefes de Estado y Presidentes de Gobierno, en que había una ventana de oportunidad que no podíamos perder, que teníamos afortunadamente la misma concepción del problema, es decir, una garantía de seguridad para Israel y la creación de un Estado palestino viable, tanto en términos geográficos como económicos y políticos. Que coincidíamos nosotros en el Parlamento Europeo con las palabras que él había pronunciado, y que nuestra cooperación debía hacer posible llevarlas a la práctica.

En cuanto al Protocolo de Kyoto, le señalé la importancia que el Parlamento Europeo había atribuido siempre a este acuerdo internacional y la necesidad de que los Estados Unidos contribuyesen a los esfuerzos indispensables necesarios para darle toda su dimensión, y que debíamos seguir colaborando o, por lo menos, dialogando para que todos contribuyésemos a la resolución de este problema global; si no era a través del Protocolo, cuya firma ellos no habían decido, a través de todos los instrumentos posibles en el campo del desarrollo tecnológico para hacer frente a los problemas ambientales globales.

Eso fue lo que tuve la ocasión de transmitir, seleccionando dos problemas en los que creo que el Parlamento Europeo ha concentrado buena parte de sus debates y su atención política.

Muchas gracias por su atención.

(Aplausos)

 
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