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Acta literal de los debates
Miércoles 13 de abril de 2005 - Estrasburgo Edición DO

20. Política exterior / Seguridad
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  El Presidente. De conformidad con el orden del día, se procede al debate conjunto de los siguientes informes:

- A6-0062/2005 del señor Brok, en nombre de la Comisión de Asuntos Exteriores, sobre el informe anual del Consejo al Parlamento Europeo sobre los principales aspectos y las opciones fundamentales de la PESC, incluidas sus implicaciones financieras para el presupuesto general de las Comunidades Europeas – 2003 [8412/2004 – 2004/2172(INI)]

- A6-0072/2005 del señor Kuhne, en nombre de la Comisión de Asuntos Exteriores, sobre la aplicación de la Estrategia Europea de Seguridad [2004/2167(INI)].

 
  
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  Brok (PPE-DE), ponente. (DE) Señor Presidente, Comisaria, señor Presidente en ejercicio del Consejo, el objetivo de nuestro informe anual es presentar una propuesta relativa a las modificaciones o mejoras que se podrían aplicar a la cooperación entre el Consejo y el Parlamento, o entre la Comisión y el Parlamento. Esta cuestión reviste especial importancia teniendo en cuenta que nos encontramos en el primer año de una nueva legislatura.

Sabemos perfectamente que la responsabilidad principal de la política exterior, de seguridad y de defensa recae en el ejecutivo. El papel del Parlamento en este sentido se limita en gran medida a una función de control, si bien sus competencias presupuestarias le permiten ejercer cierta influencia. Particularmente respecto a esto último, sería conveniente que la Comisión y, sobre todo, el Consejo evitaran en el futuro presentar hechos consumados al Parlamento y dejaran que este participara antes en el procedimiento. No se puede informar al Parlamento a posteriori, sino que se le debe hacer partícipe de la planificación y la formulación de estrategias para garantizar que sus deseos sean tenidos debidamente en cuenta. Eso facilitaría las cosas a todas las partes implicadas, puesto que habríamos encontrado un planteamiento que nos permitiría hacer grandes avances.

El Parlamento Europeo considera importante que se sigan respetando las mismas prioridades que hasta ahora en materia de política exterior. Según un viejo dicho, la guerra representa el fracaso de la política, y es cierto que a la guerra debería recurrirse siempre como último recurso. Por ese motivo, creemos que es fundamental reforzar el aspecto preventivo de nuestra política exterior y aumentar considerablemente nuestras capacidades de prevención y gestión de crisis. Esa es la línea seguida por la Unión Europea en su conjunto, ya que el proyecto de Constitución establece claramente la prevención como objetivo. Debemos dejar muy clara nuestra postura sobre este asunto, no solo para ganarnos el apoyo de los ciudadanos, sino también para adoptar posiciones estratégicas.

Lo cual nos lleva a hacer una serie de consideraciones de marcado carácter práctico sobre cuáles deberían ser nuestras prioridades. La respuesta tiene que ser el conflicto de Oriente Próximo, a raíz del cual mantenemos una cooperación más estrecha con los estadounidenses, los rusos y Naciones Unidas dentro del «Cuarteto». Esa cooperación tiene como finalidad no solo prestar apoyo a los palestinos e israelíes y contribuir al proceso de paz, sino también adquirir un mayor control de las actividades encubiertas de terrorismo en el más amplio sentido, que de hecho es nuestra segunda prioridad principal.

Las disposiciones solidarias del Tratado Constitucional relativas a la asistencia mutua revisten también una gran importancia a este respecto. Debemos preguntarnos de qué forma puede la Unión Europea utilizar una serie de nuevos mecanismos para hacer frente a las amenazas para la seguridad interior y exterior y cómo podemos seguir avanzando en este ámbito. Tenemos que asegurarnos de que se otorgue prioridad a los asuntos relacionados con la no proliferación de armas atómicas, por ejemplo en Irán y Corea del Norte, si es que pretendemos obtener alguna credibilidad en lo que a este problema se refiere.

Pero tenemos también que asegurarnos de que se dé mayor cabida a este instrumento en la política de vecindad de la Unión Europea, que después de todo constituye un concepto de seguridad en sí mismo, puesto que establece vínculos entre países para conseguir que no se vuelvan a estallar conflictos bélicos entre ellos. Además, ha llegado la hora de que dejemos atrás el modelo tradicional de política de vecindad adoptado en los últimos años.

La capacidad de actuación de la Unión Europea depende también de sus fronteras, motivo por el que hemos de cerciorarnos de que a los países vecinos, aquellos que deseamos tener de nuestro lado y que son importantes para nosotros, y a los que queremos ayudar en su proceso de desarrollo y democratización, se les ofrezca una alternativa a la plena adhesión, ya se le denomine Espacio Económico Europeo Plus o de cualquier otra forma.

Debemos encontrar un punto así de partida multilateral para dar a países como Ucrania una respuesta inmediata, y no dentro de 15 o 20 años, cuando nos preguntan cómo pueden mejorar. Esperemos que el Consejo y la Comisión sean más imaginativos en esta cuestión y no tengan que recurrir a métodos políticos ya conocidos, como han hecho con frecuencia en el pasado. En realidad, la señora Comisaria está adoptando un nuevo enfoque al tratar de buscar ese punto de partida.

Quiero referirme a dos últimas cuestiones. Me complace que la gran mayoría de los diputados se haya manifestado a favor de mantener el embargo de armas sobre China hasta que en ese país mejore la situación de los derechos humanos y se dejen de aprobar leyes que legitiman la guerra. Debemos alcanzar un acuerdo sobre esta cuestión antes de que se pongan en peligro las relaciones transatlánticas.

(Aplausos)

Los enfoques multilaterales, como los adoptados en nuestras relaciones con los Estados Unidos, deben complementarse con una asociación que tenga unos objetivos claros y definidos y se oriente a la creación de un mercado transatlántico para el año 2015. Quiero dejar claro a los diputados que han presentado enmiendas que apoyo las propuestas de algunos grupos para que la Unión Europea se convierta en miembro del Consejo de Seguridad, y digo esto especialmente como ciudadano alemán.

(Aplausos)

 
  
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  Kuhne (PSE) , ponente. (DE) Señor Presidente, quiero empezar considerando dos escenarios diferentes. Cuando debatimos esta cuestión en la comisión, el señor Ilves preguntó qué sucedería si se produjera otro atentado terrorista de la magnitud del de Madrid en algún Estado miembro de la Unión Europea y si, tras dicho atentado, saliese a la luz que los servicios de seguridad de otro Estado miembro tenían conocimiento de que se estaba preparando el atentado, pero no habían podido informar a las autoridades del país en cuestión. Con toda probabilidad, eso acabaría provocando una verdadera crisis de legitimidad en la Unión Europea.

Pasaré ahora a mi segundo ejemplo. La Unión Europea ha asumido el mando de las tropas de la OTAN en Bosnia y Herzegovina. Esta es la primera vez que la Unión Europea ha tenido la oportunidad de demostrar que es capaz de dirigir la política de seguridad en esa región y de adquirir experiencia práctica en este tipo de cuestiones. Por conversaciones con ciudadanos de mi circunscripción, sé que mucha gente opina que la Unión Europea se libraría de muchos males, por así decirlo, si se inmiscuyera lo menos posible en los asuntos de los demás.

Este tipo de actitud puede terminar siendo un funesto error, ya que la Unión Europea necesita realmente una estrategia de seguridad. Por ese motivo, la gran mayoría de los miembros de la comisión acogieron con satisfacción el documento elaborado por Javier Solana durante su mandato y sobre el cual hemos seguido trabajando en la comisión. Asimismo, celebramos el apoyo que dicho documento ha recibido de los Gobiernos de los Estados miembros.

No obstante, hay una serie de cuestiones que merecen una especial atención, puesto que revelan la naturaleza exclusiva de la Estrategia Europea de Seguridad. La primera de ellas es la necesidad de entender los problemas de seguridad y sus numerosas y diferentes posibles causas, entre ellas la violación de los derechos humanos, la pobreza y la enfermedad, en un contexto general, en lugar de reducir la Estrategia a sus aspectos militares. La Estrategia de Seguridad es, ante todo, un concepto político y, como tal, trasciende las consideraciones militares.

La segunda cuestión es la necesidad de un compromiso con el Derecho internacional y los principios de la Carta de Naciones Unidas.

La tercera cuestión tiene que ver con la necesidad de reforzar el orden internacional mediante estructuras multilaterales eficaces y proteger los derechos fundamentales de los ciudadanos en la Unión Europea, adoptando al mismo tiempo todas las medidas necesarias para luchar contra las amenazas terroristas.

En vista de estos factores, no debemos avergonzarnos de decir que la Unión Europea desea realmente adquirir capacidades y estructuras decisorias militares. La mayor ventaja de la Estrategia de Seguridad es que nos permite adaptar la combinación de capacidades de gestión de crisis civiles y militares a cada situación específica.

Este enfoque ha contado con la oposición de dos bandos totalmente enfrentados en la comisión; por un lado, algunos de sus miembros consideran imposible concebir la Unión Europea más que como una delegación de la OTAN, mientras que otros miembros condenan la militarización en forma de nuevas capacidades y modelos de organización. Aunque ambos bandos representan polos opuestos, tienen en común el hecho de que utilizan sus argumentos para oponerse y hacer campaña en contra de la Constitución Europea.

A pesar de esa oposición, se alcanzó un amplio consenso en la comisión a favor de la Estrategia de Seguridad, que contempla la creación de una serie de instrumentos, como un centro de análisis, una célula de planificación civil y militar y la creación de grupos de combate o la Agencia de Defensa. Esos instrumentos no son alternativas a la OTAN y, de hecho, la mayoría de los Estados miembros de la Unión Europea pertenecen también a esta organización. Por el contrario, ofrecen a la Unión Europea nuevas posibilidades con las que no contaba en el pasado. Solo de este modo podrá llegar a ser un socio en igualdad de condiciones para los países del otro lado del Atlántico, como los Estados Unidos.

No obstante, todavía queda mucho por hacer. Por ejemplo, seguimos sin tener un plan coherente de cómo deben organizar las fuerzas de gestión de crisis civiles. Carecemos todavía de capacidades de transporte aéreo permanentes, de tropas desplegables con disponibilidad permanente y de recursos suficientes de reconocimiento y comunicaciones. La finalidad de este informe es conseguir que el Parlamento Europeo –considerando también lo que el señor Bork ha dicho en su primera intervención– pueda influir en el futuro desarrollo y en la aplicación práctica de la Estrategia Europea de Seguridad en el marco del diálogo con el Consejo.

(Aplausos)

 
  
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  Schmit, Presidente en ejercicio del Consejo. (FR) Señor Presidente, en primer lugar quisiera dar las gracias y también felicitar al Parlamento, en particular a los dos ponentes, por el trabajo que han realizado, por el enfoque ambicioso pero también realista que han desarrollado en estos dos informes.

En alguna parte citan ustedes dos cifras, 60 % y 70 % de apoyo de la opinión pública al desarrollo de una política exterior y de seguridad común. Es probablemente uno de los elementos que gozan del más alto grado de apoyo entre la opinión pública. Son ustedes los representantes de los ciudadanos europeos, y eso quiere decir que solo se puede desarrollar esta política junto con los ciudadanos, lo que quiere decir también con el apoyo de ustedes, en el diálogo, como acaba de decir el ponente señor Kuhne.

El Consejo Europeo adoptó la Estrategia Europea de Seguridad el 11 de diciembre de 2003. Evidentemente, los quince meses transcurridos no nos permiten hacer un balance completo y exhaustivo de su aplicación, pero son suficientes para evaluar al menos el impacto que la estrategia ha tenido ya y debatir el camino a seguir para su aplicación futura.

El año 2004 fue crucial para el desarrollo político de la Unión, cuyas ambiciones y responsabilidades en el mundo han ido en aumento. Los ciudadanos de la Unión, al igual que sus socios internacionales, han reclamado una presencia más importante de Europa en la escena internacional. La Unión ha respondido a este llamamiento intentando practicar una política exterior más activa, más coherente y más eficaz, en particular sobre la base de los principios de la Carta de las Naciones Unidas.

La Unión Europea es un actor mundial que se apoya en logros políticos, económicos y de otro tipo. El hecho de que el «modelo europeo», del que hablamos mucho en el contexto de la Constitución Europea, sea muy valorado en el mundo es un motivo de satisfacción pero también debe ser, para nosotros, los europeos, una potente fuerza motriz para hacer más cosas.

La Estrategia Europea de Seguridad traza de algún modo las líneas maestras del desarrollo cotidiano de nuestra Política Exterior y de Seguridad Común. Fija los desafíos y amenazas a los que debemos hacer frente, del mismo modo que los instrumentos que hemos de aplicar para atajar los problemas.

Se ha mencionado la lucha contra el terrorismo. Es sin duda uno de los problemas cruciales. Hemos establecido una serie de mecanismos, una cooperación más intensa entre Europol y Eurojust. La lucha contra el terrorismo demuestra claramente que el concepto de seguridad no comprende solo una dimensión de política exterior, una dimensión militar, sino que va mucho más allá. Hay también una dimensión de desarrollo, una dimensión de defensa y de promoción de los derechos humanos. Hay también, por supuesto, una dimensión de solución de los grandes conflictos, en particular el conflicto de Oriente Próximo, sin olvidar la presencia en las regiones de que hemos hablado anteriormente, en particular Bosnia y Herzegovina u otras zonas de los Balcanes occidentales.

Habida cuenta de las principales amenazas identificadas en dicha estrategia, el Consejo Europeo adoptó, en diciembre de 2003, una estrategia europea contra la proliferación de las armas de destrucción masiva, que constituye una medida complementaria. Este es otro ámbito en el que Europa ha demostrado que sabe actuar, en especial con relación a Irán. Creo que hemos sentado una base importante para intentar encontrar soluciones políticas a cuestiones extremadamente delicadas, al mismo tiempo que enormemente peligrosas, para la paz internacional.

La Estrategia Europea de Seguridad se basa en la idea de que la mayoría de los problemas solo pueden encontrar solución en un contexto multilateral. En este punto también coincidimos con los dos ponentes. La Unión Europea tiene una clara necesidad de perseguir sus objetivos en este contexto multilateral, en cooperación con todos los actores, en particular las Naciones Unidas. Por consiguiente, redunda en interés de la Unión Europea que las Naciones Unidas, el sistema multilateral, se refuerce. Debemos apoyar los esfuerzos del Secretario General encaminados a modernizar el sistema de las Naciones Unidas, a hacerlo más eficaz. La reforma de las Naciones Unidas constituye un aspecto muy importante de la política de seguridad de la Unión Europea y un aspecto muy importante de su política exterior. Felicito al señor Brok por lo que ha dicho a este respecto, especialmente en relación con un aspecto concreto.

Mencionaré brevemente la importancia de la cooperación trasatlántica, pues hace tan solo unas semanas celebramos un debate aquí, en el Parlamento, sobre esta cuestión. La cooperación también se ha relanzado, en particular desde la visita del Presidente Bush a Bruselas, y debemos asegurar que este relanzamiento tenga continuidad. Tenemos muchos intereses en común, y diría incluso un enorme número de intereses. Tenemos un enorme número de ocasiones para cooperar más, pero en pie de igualdad. Podemos encontrar con los norteamericanos soluciones a los grandes problemas, en particular, como ya se ha dicho, a un problema prioritario: el conflicto en Oriente Próximo.

La Unión Europea dedica asimismo muchos esfuerzos a desarrollar su cooperación económica, política y cultural, no solo con sus principales socios tradicionales como los Estados Unidos o Canadá, sino también con socios como Rusia y Japón. Creo que la cooperación con Rusia, aun cuando haya problemas, es una cooperación importante para la Unión Europea, para la estabilidad y la paz en nuestro continente. Dicho esto, he de señalar también que hay actores nuevos en la escena mundial: China, la India, Brasil y Sudáfrica. Hay también actores regionales como la Unión Africana, con la que hemos mantenido hace algunos días un diálogo con miras a reforzar, como ha indicado la Comisión, nuestra política hacia África, con el objetivo de promover la paz y el desarrollo –pues las dos cosas están estrechamente unidas– en este continente especialmente cercano a la Unión Europea.

La estrategia sirve también para promover nuestras relaciones con otros vecinos del Este y del Sur. Acabamos de mantener un debate sobre los Balcanes. La cooperación euromediterránea y la política europea de vecindad tienen una importancia capital para promover la estabilidad en los países afectados, pero también para nuestros intereses, tanto económicos como políticos. Recuerdo perfectamente lo que se ha dicho. No basta con cerrar los ojos para evitar que se contagien los problemas. Los problemas de estos países se convierten muy pronto en nuestros problemas, bien a través de la migración descontrolada, ilegal, bien a través del terrorismo o de la amenaza de terrorismo.

La importancia de los derechos humanos desde la perspectiva de la seguridad ocupa también un lugar central en las soluciones que hay que aportar a los conflictos, y el último informe del Secretario General de las Naciones Unidas destaca muy especialmente este aspecto. No hay desarrollo ni paz sin respeto de los derechos humanos. Con este espíritu, el Alto Representante ha nombrado recientemente a un representante personal para los derechos humanos, con el objetivo de mejorar la coherencia y la eficacia de nuestra política en este terreno en el marco de la PESC.

Por lo que se refiere al aspecto más militar, la estrategia sugiere que la Unión Europea necesita ser más operativa en los distintos ámbitos en que tiene un papel que desempeñar. Debemos aportar soluciones a los conflictos. Debemos actuar y debemos desempeñar un papel más activo en el mantenimiento y en el restablecimiento de la paz. Debemos garantizar una mayor coherencia entre los aspectos civiles y militares. Debemos tener un enfoque centrado, ante todo, en la prevención de conflictos. En este contexto, es importante que 7 000 soldados europeos estén desplegados hoy bajo la bandera de la Unión Europea con la misión de salvaguardar la paz, de favorecer la continuación de las reformas, la prosecución de la reconciliación. Hemos hablado, en particular, del tema de los Balcanes. La Unión Europea ha asumido también importantes operaciones en otros lugares, por ejemplo en el Cáucaso meridional, en África y en Afganistán.

Se han hecho progresos significativos en materia de capacidades militares. Se ha creado el primero de los trece grupos tácticos en el marco de la Fuerza Europea de Despliegue Rápido. La Unión Europea ha creado también la Agencia Europea de Defensa para racionalizar los costes de las compras en materia de defensa y para aumentar la calidad y la cantidad de las capacidades militares de que pueden disponer los Estados europeos. La cooperación entre círculos civiles y militares se ha llevado al más alto nivel operativo, en particular mediante la creación de una célula civil-militar. Todas estas medidas deberían permitir a la Unión aumentar sus capacidades de gestión de crisis, a fin de poder atajar con éxito las complejas crisis de seguridad del siglo XXI. Se ha destacado especialmente la cooperación con la OTAN. Creo que hay que pensar en un desarrollo de las disposiciones de «Berlín plus» en un espíritu de cooperación y no con un espíritu de sumisión. Creo que a este respecto también el papel de la Unión Europea es muy importante.

Así, la política exterior y de seguridad europea ha reforzado su coherencia y sus capacidades operativas, pero no podemos permitirnos cejar en nuestros esfuerzos. Necesitamos un respaldo institucional, compromisos claros, en particular en lo que se refiere a la solidaridad frente a las amenazas potenciales, a una mayor visibilidad de la Unión Europea en el escenario internacional. A este respecto, pienso que la futura Constitución, una vez más, generará progresos importantes para el desarrollo de la PESC y de nuestra política de seguridad exterior. La creación de un Ministro de Asuntos Exteriores de la Unión es una innovación fundamental que confiere mayor coherencia a las relaciones exteriores de la Unión. El hecho de que presida el Consejo de Relaciones Exteriores permite esa coherencia que todos queremos asegurar y nos garantiza también una mayor visibilidad al mismo tiempo que una mayor continuidad.

Otro aspecto importante que me gustaría simplemente mencionar –y sé que es una cuestión que importa mucho al señor Brok, entre otros– es la creación del Servicio Europeo de Acción Exterior, cuyos pormenores prácticos todavía están en debate.

La Presidencia luxemburguesa está muy atenta a los progresos realizados en la creación de este Servicio Europeo de Acción Exterior, así como a los puntos de vista del Parlamento Europeo al respecto. No queremos que el establecimiento de este servicio desmonte subrepticiamente determinados mecanismos de la Comunidad dando preferencia a mecanismos intergubernamentales.

Este servicio se ha concebido para marcar un progreso importante en la conducción y la aplicación de la política exterior de la Unión, en particular en forma de mayor eficacia, mayor coherencia, mayor presencia de la Unión Europea y mejor empleo de todos los recursos disponibles. Queremos que se respeten las normas institucionales y las respectivas competencias. Hay que implicar más a las diplomacias nacionales. De algún modo hay que europeizarlas más, sin llegar por ello a una especie de renacionalización o intergubernamentalización de lo que hoy funciona conforme a normas comunitarias. Esto es a grandes rasgos lo que defendemos con la creación de este servicio.

Una última palabra sobre la cuestión de la información. Creo que la Presidencia actual, como las Presidencias anteriores, quiere mantener un intercambio de puntos de vista con el Parlamento Europeo sobre las grandes opciones y las fechas importantes en materia de política exterior. Queremos ese diálogo, es importante, como he dicho al comienzo de esta intervención. Puedo comprometerme, en nombre de esta Presidencia, a continuar los esfuerzos en este sentido y a mantener los contactos y reuniones que deseen ustedes para llegar precisamente a este tipo de Política Exterior y de Seguridad Común coherente que cuente con el apoyo efectivo de todas las personas implicadas y todas las instituciones de la Unión.

(Aplausos)

 
  
  

PRESIDENCIA DEL SR. MAURO
Vicepresidente

 
  
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  Ferrero-Waldner, miembro de la Comisión. (DE) Señor Presidente, Señorías, ponentes, para empezar quiero manifestarles mi más sincero agradecimiento por sus importantes e imparciales informes, la mayoría de los cuales destacan por su extrema claridad.

Pasaré a mencionar tres aspectos específicos que potencian el papel de Europa en el escenario mundial. Uno de ellos es el multilateralismo eficaz. Desde mi punto de vista, se trata sin duda de la respuesta acertada a uno lazos internacionales cada vez más estrechos. Este año 2005 será decisivo para reformar y fortalecer el multilateralismo, el Derecho internacional y, en particular, las Naciones Unidas. La cumbre de la ONU prevista para septiembre utilizará el último informe de su Secretario General, Kofi Annan, como base para tomar decisiones fundamentales en este ámbito.

Me parece esencial que Europa haga una contribución al debate sobre la reforma, ya que en ese terreno le corresponde un papel destacado que tiene que representar. Por ese motivo, la Comisión está preparando actualmente propuestas detalladas acerca de las cuestiones a las que he hecho referencia. Como sabrán ustedes, estoy presionando para que se acepte a la Unión Europea como miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Aunque tendríamos que debatir los detalles de cómo se haría eso, lo importante es que la Unión Europea debe asumir el papel que le corresponde en las grandes instituciones internacionales.

Como acaba de decir el señor Schmit, el multilateralismo solo puede ser eficaz si se basa en una asociación transatlántica sólida. Solo se podrán encontrar soluciones efectivas a los problemas internacionales si Estados Unidos y Europa siguen una misma línea. La visita del Presidente Bush a Bruselas ha demostrado claramente que Estados Unidos tiene plena conciencia del papel cada vez mayor y más importante de la Unión Europea.

Por ese motivo, es preciso que nuestras estructuras comunes sean capaces de hacer frente a un programa de trabajo más amplio, conservando al mismo tiempo su flexibilidad. La Comisión está estudiando la necesidad de que nuestras instituciones modifiquen la Nueva Agenda Transatlántica y hasta qué punto. El resultado de las deliberaciones será nuestra aportación a la cumbre de la Unión Europea y Estados Unidos que tendrá lugar en junio. En este sentido, creo esencial –al igual que otros diputados y grupos en esta Cámara– que mantengamos unas relaciones más estrechas con el Congreso de ese país.

El informe refleja debidamente el hecho de que la política exterior de Europa se basa en un concepto general de seguridad. Considero que la seguridad en Europa no depende solo de las operaciones militares o la existencia de una política de defensa; hoy día, sobre todo, tiene que ver con la prevención de conflictos, con la gestión de crisis civiles y con las políticas comunes en materia de comercio, economía, energía, justicia, salud y medio ambiente.

En la Estrategia de Seguridad Europea ya se tienen en cuenta estas complejas amenazas potenciales. La Comisión está contribuyendo de forma importante, en especial en los aspectos prácticos, a estrechar nuestras relaciones con terceros países, y más recientemente, destacan en este sentido las comunicaciones que ha publicado sobre temas como la mejora de la protección civil y la lucha contra el terrorismo, sino también sobre la reforma de la política de desarrollo, una importante cuestión sobre la que presentamos ayer en la Comisión varias comunicaciones importantes.

Creo que el concepto más amplio de seguridad tiene, en definitiva, que centrarse en la seguridad de los ciudadanos, una preocupación constante en mi trabajo. Tras los riesgos de seguridad estructurales, suelen encontrarse ofensas contra la libertad y la dignidad de las personas. En resumen, las acciones contempladas por la Estrategia de Seguridad en relación con cuestiones como la no proliferación de armas de destrucción masiva o la defensa contra el terrorismo, y la forma de enfrentarnos a Estados en descomposición y a conflictos regionales, solo podrán ser eficaces si se integran en una política más general de prevención y resolución de conflictos. Un ejemplo de ello es Afganistán, y esperamos que Iraq se convierta algún día en un ejemplo de cómo una estrategia de este tipo puede dar sus frutos.

Aquí es donde el excepcional conjunto de instrumentos de la Unión Europea se considera una ventaja comparativa, pero si queremos trabajar de forma eficaz, tendremos que hacer un buen uso de todos ellos, civiles, militares y sectoriales. Tenemos que elaborar planes a largo plazo para las regiones en crisis, dirigiendo y desplegando como un todo integral nuestros instrumentos comunitarios – no solo la ayuda exterior, sino también la perspectiva de estrechar las relaciones con la UE. Está también la asistencia que prestamos para evitar la proliferación nuclear; por ejemplo, la enorme cantidad de ayuda concedida por la Unión Europea para la seguridad y la no proliferación nuclear desde principios del decenio de 1990, por no hablar de nuestro compromiso con la lucha contra el terrorismo, la proliferación de armas ligeras y minas terrestres, y el tráfico de drogas.

Antes he mencionado otro instrumento fundamental para la aplicación de la Estrategia Europea de Seguridad. Me refiero, claro está, a nuestra política de desarrollo. También en este terreno estamos tratando de avanzar, en especial teniendo en cuenta los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas, ya que también en este terreno –como he dicho antes– los europeos debemos marcar la pauta.

Permítanme llamar su atención ahora sobre las próximas propuestas de la Comisión para la reforma de la protección civil y la gestión de crisis europeas, que presentaremos la semana que viene en una comunicación al Consejo y a esta Cámara, cuyos detalles tendrán la oportunidad de debatir. Asimismo, aprovecho esta ocasión para agradecer al Parlamento su apoyo al Programa de Investigación Europeo sobre Seguridad, una iniciativa en la que la Comisión está trabajando en estrecha colaboración con la Agencia Europea de Defensa.

Asimismo, quiero destacar que considero importante la propuesta del Parlamento relativa a la celebración de un debate periódico sobre la Estrategia de Seguridad en el que también participarían los parlamentos de los Estados miembros. Hacemos bien en recordar que la democracia y el Estado de derecho son los valores esenciales sobre los que se sustenta Europa y, por tanto, los elementos integrales de nuestra política exterior.

Pero la Unión Europea solo puede ser fuerte en la escena internacional si sus acciones son realmente coherentes y, por consiguiente, si quiere hacer frente a los nuevos retos, necesitará algo más que la política exterior y de seguridad común en el sentido estricto del término. Esta política es uno más de los diferentes instrumentos de la Unión Europea en materia de política exterior y sirve como complemento de otras políticas. El éxito de este amplio enfoque queda demostrado, en mi opinión, por el concepto de la Política Europea de Vecindad, que ilustra una de mis prioridades especiales: la exportación de la seguridad, la estabilidad y la prosperidad a nuestros vecinos, y la creación de unas condiciones que faciliten las reformas estructurales, todo lo cual lleva implícito una clara dimensión de política de seguridad. La Política Europea de Vecindad es análoga a nuestra política europea de desarrollo por el hecho de tratarse de una política de seguridad inteligente y larga de miras en el contexto regional.

Ya se ha dado un primer paso de cara a su aplicación. Esta política se está utilizando para estrechar las relaciones con nuestros Estados asociados, en particular a través de planes detallados de acción conjunta que les ofrecen perspectivas claras de acercamiento a Europa. El apoyo directo del Parlamento a la Política de Vecindad ha sido muy importante para mí, y lo sigue siendo. Así pues, espero con interés el informe del señor Laschet.

La Política Europea de Vecindad se podría describir –y así lo haré– como nuestra política de seguridad a escala regional. Contribuye a fomentar la estabilidad y la reforma en regiones de gran importancia geopolítica a través de su asociación a largo plazo con Europa y la puesta en marcha de actividades conjuntas en ámbitos concretos, como la cooperación en la lucha contra el terrorismo, convirtiéndose así en un instrumento fundamental para la aplicación de la Estrategia Europea de Seguridad. Ya se han elaborado planes de acción detallados y ambiciosos para siete países socios –Ucrania es uno de ellos– y se están preparando cinco más.

Una de las últimas cosas que quiero decir es que los informes hacen también un gran hincapié en la necesidad de emprender reformas institucionales. Nuestro nuevo Tratado Constitucional aportará a esta cuestión algunos cambios fundamentales y positivos que cuentan con el apoyo de la Comisión. Por tanto, me interesan mucho sus propuestas pormenorizadas y las tendré en cuenta. Llevamos un tiempo preparando la aplicación del Tratado, de manera que este pueda entrar en vigor tan pronto como se ratifique, como esperamos que ocurra. Eso se hará, sobre todo, mediante la creación de un Servicio Exterior Conjunto, en torno al cual el Consejo y la Comisión están celebrando debates de gran calado. Estas reformas son sumamente importantes. Es indispensable que se establezca una colaboración más eficaz entre las instituciones comunitarias.

El informe del señor Kuhne hace bien en destacar la necesidad evidente de dotar a la Unión Europea, como actor en la escena internacional, de los recursos financieros que necesita. Por ese motivo, yo también confío en que podamos llegar pronto a un acuerdo relativo a la propuesta de la Comisión sobre la reforma de nuestros instrumentos de ayuda exterior. Pero, al mismo tiempo, es obvio que la reforma institucional y la mejora de la situación financiera no pueden reemplazar la voluntad política que necesitamos. Es preciso que Europa se considere más a sí misma como protagonista en la escena mundial. Como foro para un debate amplio, transparente y democrático, el Parlamento Europeo desempeña un papel crucial en la articulación de esta voluntad política.

(Aplausos)

 
  
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  Lambrinidis (PSE), ponente de opinión de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior. – (EL) Señor Presidente, como ponente de opinión de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior en relación con el informe Kuhne, aprovecharé esta oportunidad para dar al señor Kuhne mi más sincera enhorabuena por haber superado un proceso tan extremadamente complicado para alcanzar un compromiso entre las diferentes opiniones y plasmarlo en un informe tan sólido y extraordinario.

Quiero hacer cuatro comentarios. La política de seguridad, en su forma actual, no se centra en los medios militares, sino en todos los demás medios que la Unión Europea puede utilizar para promover la lucha contra cualquier amenaza para la seguridad en Europa. Una de ellas es el terrorismo, pero no es la única. Tenemos que ser muy prudentes cuando formulemos nuestra estrategia en este ámbito, para no centrar toda nuestra atención en el peligro más inminente y olvidarnos de otros muchos. En este marco, es muy importante que, cuando actuemos en el exterior, lo hagamos siempre respetando los derechos humanos. La Unión Europea no puede tolerar que se produzcan fenómenos como el de Guantánamo. Hago hincapié en esto porque, a pesar de que hace unos años Estados Unidos no podía imaginar que llegaría a tolerar ese tipo de cosas, somos testigos de lo que está sucediendo ahora. Preferiría prevenir desde ahora esos problemas, en lugar de tener que resolverlos más adelante, cuando no estemos preparados para ello.

Mi segundo comentario es que, como europeos, debemos defender la democracia. Ambos ponentes y la Comisión han dicho, con razón, que en Europa se defiende la democracia de un modo muy diferente a como lo hacen otras grandes potencias del mundo. Sigamos en esta línea, con el apoyo constante de Naciones Unidas. No podemos actuar fuera de su marco.

Mi tercer comentario es que el Parlamento tiene que ser informado y debatir en él las cuestiones de política exterior. No se le puede seguir ignorando en cuestiones relacionadas con los derechos fundamentales, como, por ejemplo, el famoso registro de nombres de pasajeros aéreos, datos que se facilitan a Estados Unidos con el supuesto propósito de luchar contra el terrorismo. El Parlamento ha iniciado un proceso legal en contra de la Comisión por esta cuestión y confío en que ganará el caso.

Mi cuarto y último comentario tiene que ver con el conocido Centro de Análisis de la Unión Europea (SITCEN), un importante servicio. Mi comisión no sabe con exactitud cómo funciona, cuáles son sus límites de actuación ni cómo obtiene información, pero este Parlamento considera que la información y la obtención de información y de datos personales, ya sea por el SITCEN o por cualquier otro organismo, son cuestiones igualmente delicadas. En este mismo momento se está debatiendo en mi comisión el principio de disponibilidad e intercambio de información, aunque todavía no se ha tomado ninguna decisión. Doy las gracias al señor Kuhne y le felicito por la importancia que otorga en su informe a la cooperación entre nuestras comisiones. La necesidad de luchar contra el terrorismo no justifica el uso de cualquier medio. Debemos tomar buena nota de ello en esta Cámara y en este Parlamento.

 
  
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  Von Wogau, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (DE) Señor Presidente, Señorías, para empezar quiero expresar mi más sincero agradecimiento al señor Kuhne por su extenso informe. Creo que es importantísimo que las cuatro principales familias políticas representadas en esta Cámara –los Verdes, los Socialdemócratas, los Liberales y el grupo al que yo pertenezco– apoyen la posición del Parlamento en relación con esta Estrategia de Seguridad, consiguiendo con ello un apoyo inaudito hace 10 años.

En el informe se analiza la Estrategia de Seguridad concebida por Javier Solana, cuya opinión sobre las amenazas comparte esta Cámara. Las tres amenazas más importantes son, sin lugar a dudas, el terrorismo, las armas de destrucción masiva y los conflictos entre nuestros vecinos que afectan directamente a la Unión Europea y a sus ciudadanos al provocar avalanchas de refugiados. No obstante, desde mi punto de vista y el de otros muchos, en este análisis se echa en falta el concepto de seguridad interior, que suele estar en el centro de cualquier política de defensa. Si comparamos la atención prestada a la seguridad interior en los Estados Unidos con la que recibe aquí en la Unión Europea, creo que existe un déficit que habría que subsanar.

Asimismo, creo que es preciso ampliar las conclusiones sobre las acciones que debemos emprender. Puesto que las conclusiones del informe no pueden ponerse en práctica, considero fundamental que se elabore de inmediato un Libro Blanco sobre la política de seguridad y defensa en el que se especifiquen con claridad contenidos y plazos, al menos con más claridad que hasta la fecha.

Es importante que la fuerza de intervención para casos de crisis, de marcado carácter virtual cuando se creó en 1999, se haya convertido ahora en una realidad activa: en Macedonia, en el Congo y actualmente en Bosnia y Herzegovina. Cuando visité ese país con la subcomisión de defensa por primera vez, un general británico que lucía en su manga el emblema europeo con sus estrellas, se me presentó como un soldado europeo. En ese momento me di cuenta de que había ocurrido un hecho de trascendencia histórica; señor Schmit, usted puede hacer referencia solo de pasada a las «tropas europeas» o las «fuerzas de la Unión Europea», pero no hay duda de que se trata de un hecho de trascendencia histórica.

En Macedonia se está demostrando la eficacia de la estrategia global consistente en recurrir a algo más que a la simple intervención militar para afrontar las crisis; la fuerza de la Unión Europea radica en la dimensión civil del mantenimiento de la paz, un ámbito en el que nuestra actuación destaca por encima de la de Estados Unidos. Se trata de un concepto positivo. Por otro lado – como hemos podido comprobar con la repentina aparición de disturbios en Kosovo –, es muy importante que tengamos presente la idea de que nuestras tropas deben conservar su capacidad para intervenir y actuar de forma enérgica cuando así sea necesario para proteger a los grupos minoritarios. Estas son dos de las tareas que tienen que acometer nuestras tropas en la zona, ambas igualmente importantes y difíciles.

Una de las lecciones que aprendimos en nuestra visita a Bosnia y Herzegovina es que las tropas de combate que se están creando actualmente, algunas de las cuales serán capaces en breve –esperemos– de realizar intervenciones y despliegues de corta duración, necesitan disponer del mejor equipamiento posible. Las misiones que deben llevar a cabo en la región son misiones de paz. Sin embargo, tanto si se trata de misiones de paz como de operaciones de combate, la gran diversidad en el equipamiento de nuestras tropas será una importante desventaja. Exigimos que se equipe de la manera más uniforme posible a los denominados grupos de combate europeos que se están creando actualmente, que sean los primeros en recibir sin retrasos el más moderno equipamiento y que esta cuestión reciba prioridad. Asimismo, según se nos informó durante nuestra visita, se necesitan helicópteros para garantizar la seguridad en zonas extensas, así como más vehículos a prueba de minas. Nos explicaron que Bosnia y Herzegovina no quedarán limpias de minas hasta el año 2010, dada la excesiva lentitud de las tareas de limpieza de mismas. Por tanto, tenemos que considerar esta cuestión como otra prioridad financiera más en nuestro trabajo.

 
  
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  Wiersma, en nombre del Grupo del PSE. (NL) Estamos hoy debatiendo el informe sobre la actuación exterior de la Unión Europea en el año 2003. Celebro en particular que el ponente, señor Brok, haya insistido en que la participación del Parlamento no debe limitarse a un debate a posteriori. Por lo tanto, me tomaré la libertad de considerar, en particular, algunos asuntos incluidos en la agenda del año pasado y de lanzar una mirada al futuro. La elaboración de la Estrategia Europea de Seguridad, que también se debatirá aquí, jugará un papel importante en este sentido. El informe Kuhne – mis felicitaciones a su ponente – realiza una excelente evaluación de las consecuencias concretas que ha tenido esta estrategia hasta la fecha. Ruego a la Comisión, al Consejo y, por supuesto, al Alto Representante, que se tomen muy en serio estas recomendaciones. Hay dos puntos que quiero destacar.

En primer lugar está la dimensión militar. Europa solo podrá tener un papel protagonista si nos mostramos dispuestos y capaces de emprender acciones militares cuando así sea necesario. La prevención de la escalada de conflictos hasta el punto de requerir una intervención militar tiene y sigue teniendo la máxima importancia, pero en lo que se refiere al uso real de medios militares, se debe seguir haciendo hincapié en la interacción con otros mecanismos: la intervención humanitaria, la protección del orden jurídico, la estructura institucional, la democratización y el desarrollo económico. En la primera misión militar europea importante, la misión Althea en Bosnia y Herzegovina, se está adquiriendo una gran experiencia con este tipo de combinación de capacidades civiles y militares. En particular, aparte del aspecto material, el desarrollo del grupo de defensa europeo también tiene un aspecto político. La Unión Europea tiene que crear un marco político que nos permita recurrir a medios militares cuando así se considere necesario.

El segundo punto tiene que ver con las relaciones entre la seguridad interior y exterior, una cuestión que salta a un primer plano sobre todo en la lucha contra el terrorismo. La conexión entre ellas es insuficiente en la política comunitaria actual. El Consejo ha hecho bien en solicitar al Alto Representante propuestas en este sentido y yo le insto a que haga partícipe al Parlamento en dicha tarea. La cuestión se aborda tanto en el informe Brok como en el informe Kuhne. Por desgracia, la aplicación de la política exterior y de seguridad común no es siempre tan común como yo quisiera. No obstante, mi evaluación de los últimos años no es demasiado negativa. La Unión Europea ha jugado un papel fundamental en la revolución de Ucrania. La rápida reacción de la Presidencia, la excelente coordinación entre el Parlamento y el Consejo y la actuación del Alto Representante y de los Jefes de Estado de Polonia y Lituania, han contribuido de manera importante al resultado positivo de esa crisis política.

Los esfuerzos de Francia, Alemania y el Reino Unido dentro de la Unión Europea para afrontar el conflicto que plantea el programa nuclear iraní constituyen, en mi opinión, un buen ejemplo de cómo se pueden abordar los problemas desde una perspectiva europea. Aunque el resultado es incierto, la vía diplomática, el modelo utilizado en este proceso, es muy importante desde nuestro punto de vista. Los principios básicos de la política exterior y de seguridad común europea, el multilateralismo, la intervención preventiva, un planteamiento amplio que otorgue prioridad a la democracia y al desarrollo económico y social, la resolución de conflictos y la oposición contra la proliferación de armas de destrucción masiva, cuentan con todo nuestro apoyo. No obstante, nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de la colectividad, ya que Europa solo podrá adquirir todo su peso político si actúa de forma colectiva.

 
  
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  Lambsdorff, en nombre del Grupo ALDE. (DE) Señor Presidente, Señorías, felicito al señor Kuhne por su informe realmente excepcional. Asimismo, quiero darle las gracias por su constante y franca cooperación, gracias a la cual se ha conseguido el apoyo generalizado de los principales grupos de esta Cámara.

La Estrategia Europea de Seguridad es el programa de la política exterior comunitaria para los próximos años y décadas, un programa en el que se incluyen muchas preguntas y acertadas respuestas. Puede que una política exterior y de seguridad común digna de llamarse así sea un objetivo europeo, pero todavía no es una realidad europea. En este informe se explica que el Parlamento apoya los esfuerzos del Consejo y la Comisión para acabar con las actitudes egoístas que siguen manteniendo los Estados nación en este ámbito.

Un aspecto importante del informe es la afirmación de que los conceptos tradicionales de seguridad han dejado de tener sentido. ¿Qué entendemos por seguridad interior o exterior? ¿Qué tipo de crisis pueden prevenirse eficazmente por medios civiles? ¿En qué fase de un conflicto que no hemos podido evitar nos vemos obligados a recurrir a medios militares, dejando a un lado los medios civiles utilizados hasta entonces? ¿En qué momento, tras la resolución de un conflicto, podemos considerar nuestra retirada sin poner con ello en peligro la seguridad de los ciudadanos y qué instrumentos necesitamos para ello?

Estas son preguntas que nosotros, los europeos, tenemos que responder; este informe las responde, siempre que puede, insistiendo en la gran importancia de la cooperación civil y militar. Por eso cuenta con nuestro apoyo y por eso votaremos a su favor.

Tras deliberar sobre todas estas cuestiones, los miembros del Grupo liberal tenemos claro que los principios de la Carta de las Naciones Unidas siguen siendo el punto de referencia primordial. Por eso es absurdo que los comunistas hagan declaraciones acerca de la supuesta militarización de la Unión Europea. Pero teniendo, como tienen, tanta experiencia de intervención militar, seguramente saben de lo que están hablando.

Este informe constituye un paso intermedio; en él se explica que, a principios del tercer milenio, no solo debemos crear los instrumentos de nuestra política exterior, sino también las ideas sobre las que se fundamenta dicha política. Precisamente por ese motivo me complace que la Comisión de Asuntos Exteriores y la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior hayan recibido el mandato de trabajar conjuntamente para garantizar y, cuando sea necesario, mejorar la protección de los derechos de los ciudadanos en este momento de lucha contra el terrorismo. Si queremos defender nuestros valores, tenemos también que tratarlos con respeto. He de añadir que creo que este debate se debería estar celebrando en Bruselas, no en Estrasburgo.

 
  
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  Beer, en nombre del Grupo Verts/ALE. (DE) Señor Presidente, Señorías, en nombre del Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea, al que pertenezco, quiero decir que acojo con satisfacción estos dos informes y, sobre todo, quiero expresar mi agradecimiento por la constructiva cooperación. Hay un aspecto de la Posición Común del Consejo que quiero destacar.

El informe del señor Brok hace gran hincapié en la exigencia de cooperación activa con el Parlamento. No nos basta con ser informados, y mucho menos a posteriori. Digo esto antes de que se celebre el debate sobre la Constitución. La Estrategia Europea de Seguridad no es una cuestión de estadísticas. A medida que las amenazas cambien, nosotros tendremos que averiguar, una y otra vez, cuáles son nuestros puntos débiles –como los que existen actualmente en el sector civil– o dónde debemos cambiar de dirección. Pero solo si ustedes trabajan conjuntamente con el Parlamento, conseguiremos convencer a los ciudadanos de la credibilidad de la política de seguridad comunitaria y explicarles los aspectos positivos que en ella reforzará la Constitución. Y eso es algo que no conseguirán con la oposición del Parlamento.

Puedo asegurarles que hay señales inequívocas de que vamos por buen camino, tales como el intento por parte de tres Estados europeos de colaborar con Irán para encontrar una solución pacífica al problema de la proliferación y el intento de reforzar el tratado sobre la no proliferación de armas nucleares, ya que nuestra política multilateral depende de este tipo de iniciativas.

La segunda de esas señales – a la que ya se ha hecho referencia antes – es que se está aplicando el Derecho internacional. Los diputados que en esta Cámara se oponen a la Constitución sobre la base de una supuesta militarización ignoran el hecho de que incorpora la Carta de Derechos Fundamentales, la cual pasará de este modo a formar parte de la política exterior y de seguridad europea; asimismo, niegan todos los avances conseguidos hasta la fecha, devolviéndonos a Niza, devolviéndonos al fenómeno de renacionalización que estamos viendo actualmente en Alemania, un país convencido de que obtendrá su propio asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, o que será capaz, por sí solo, de levantar el embargo sobre China. Eso no constituye una política de seguridad europea común, sino una vuelta al tipo de política que solemos criticar, en lugar de apoyar, en nuestras propuestas de resolución.

Los europeos estamos avanzando en nuevas direcciones al asumir responsabilidades civiles y militares. El momento decisivo llegará dentro de poco en Kosovo. Podremos hacer uso de estos instrumentos, los cuales contribuirán en última instancia a reconciliar hasta cierto punto a las sociedades y a estabilizar a Europa, siempre y cuando, junto con nuestras sociedades y la ciudadanía europea, sigamos persiguiendo el mismo objetivo pacífico y multilateral con la ayuda de la cooperación transatlántica, un objetivo que los ciudadanos esperan de nosotros. Ustedes, los representantes del Consejo, tendrán que prestar atención a lo que se diga en esta Cámara; si no cuentan con su apoyo, tampoco tendrán el respaldo de los ciudadanos de Europa.

 
  
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  Agnoletto, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (IT) Señor Presidente, Señorías, encuentro extremadamente peligroso y preocupante el informe Kuhne, porque no reconoce la primacía de las Naciones Unidas y del Derecho internacional en la política europea de seguridad y defensa. El informe sitúa a las Naciones Unidas en el mismo nivel que la OTAN y otras organizaciones e instituciones, despeja el camino para la aprobación de la teoría de la intervención militar preventiva, que vulnera el Derecho internacional, y asimila la intervención militar a la acción humanitaria, relegando de forma implícita la ayuda humanitaria al desarrollo a un papel funcional, subordinado a la política militar y de seguridad. Asimismo, afirma que la OTAN y la Unión Europea son complementarias, pasando por alto el papel subalterno de la Unión Europea dentro de la OTAN y la necesidad de fomentar una política exterior europea independiente y no agresiva.

Por último, no menciona que la aplicación del Derecho internacional y de las resoluciones de las Naciones Unidas y el fin de las ocupaciones militares son las únicas condiciones para una paz justa y duradera en Oriente Próximo. El apoyo de la UE a la no proliferación debería incluir un llamamiento a Israel para que suscriba el Tratado de no proliferación de armas nucleares.

 
  
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  Batten, en nombre del Grupo IND/DEM. – (EN) Señor Presidente, este informe demuestra claramente a dónde se dirige la Unión Europea. Reclama que se pongan en marcha las políticas comunes de defensa y seguridad exterior previstas en la Constitución Europea sin esperar a que se resuelva la cuestión inoportuna e impredecible de su ratificación por parte de los Estados miembros.

El informe incluye la postura reveladora de que la lucha contra el terrorismo difumina la tradicional distinción entre política exterior e interior. Este es otro ejemplo de cómo se utilizará cualquier argumento para promover la integración europea en todas y cada una de las esferas políticas.

La amenaza del terrorismo hace que las fronteras nacionales y los intereses nacionales resulten tanto más vitales, y no menos. Este informe constituye otro paso adelante en el intento de la Unión Europea de avanzar en sus ambiciones de política exterior y militares para erigirse al final en rival de los Estados Unidos en el plano mundial. Mientras tanto, la intención del Consejo Europeo de levantar el embargo sobre la venta de armas a China, que el señor Brok critica con razón y que se debe a las necesidades del sector armamentístico de Francia, arroja luz sobre la palabrería en torno a una política exterior ética.

Por supuesto, el Consejo ignorará la oposición del Parlamento a levantar el embargo de armas a China, demostrando una vez más la irrelevancia de este Parlamento.

Gran Bretaña debería recuperar el control de su política exterior y de seguridad y defensa. La única forma de hacerlo radica en la política del Partido por la Independencia del Reino Unido de abandonar incondicionalmente la Unión Europea.

 
  
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  Kristovskis, en nombre del Grupo UEN. (LV) Señor Presidente, Señorías, en nombre propio y del Grupo de la Unión por la Europa de las Naciones, quiero expresar nuestro reconocimiento al honorable señor Kuhne por su excelente informe sobre la Estrategia Europea de Seguridad. En dicho informe se amplía el concepto de seguridad en línea con la situación actual, se ofrece una opinión razonable sobre los acontecimientos actuales en el ámbito de la seguridad europea y se ponen de relieve las deficiencias que existen. Comentaré solo un aspecto. Creo que, en su informe, el señor Kuhne ha demostrado y justificado perfectamente al Parlamento Europeo la necesidad de promover la participación en la aplicación de la Estrategia Europea de Seguridad. El logro de este objetivo constituye una tarea relativamente compleja para los diputados al Parlamento Europeo y, por supuesto, también para las instituciones comunitarias. No obstante, tenemos que admitir que en el Parlamento Europeo no contamos con la necesaria seguridad informativa ni con el apoyo de especialistas como para poder debatir en profundidad y con una base sólida las actividades de la Dirección General pertinente de la Comisión ni las del Consejo en lo que respecta a la aplicación de la Estrategia Europea de Seguridad, por no mencionar la posibilidad de más o menos entender las medidas adoptadas por los Gobiernos nacionales, con sus acciones mutuamente recíprocas, para la transposición de las medidas de seguridad y defensa.

Señorías, tenemos que reconocer que se trata de un problema grave. De hecho, hay varios problemas relacionados con este ámbito de la seguridad común en la Unión Europea, entre cuyas causas se encuentran deficiencias de naturaleza económica, así como el escaso desarrollo de capacidades militares, la falta de seguridad informativa y carencias de otro tipo. En estos últimos meses, durante los cuales he sido diputado al Parlamento Europeo por primera vez, he tenido la oportunidad de entender poco a poco cómo se formula la política de seguridad en Europa y quiénes son los actores más importantes. Por lo tanto, me parece que tengo plena razón al afirmar que la calidad del informe es suficientemente elevada. Puesto que el 70% de los ciudadanos de la Unión Europea apoyan la necesidad de una única política de defensa europea, hemos de reconocer que la vigilancia de la aplicación de la Estrategia Europea de Seguridad debe convertirse en un prioridad para ampliar el alcance de las actividades del Parlamento Europeo. Las amenazas del siglo XXI –el terrorismo internacional, la proliferación ilegal de armas de destrucción masiva, los conflictos regionales y el fundamentalismo islámico– nos imponen a todos la obligación de saber cuáles son nuestros desafíos mundiales, en cuya prevención el Parlamento Europeo tiene que desempeñar un papel activo.

 
  
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  Claeys (NI). – (NL) Señor Presidente, la Política Exterior y de Seguridad Común abarca numerosos aspectos de primer y segundo orden, por lo que resulta imposible hacer una exposición exhaustiva en el corto espacio de tiempo del que dispongo. No obstante, comentaré dos cuestiones.

En primer lugar, he de decir que falta un punto en la lista de prioridades: el apoyo a los ciudadanos europeos o de origen europeo que habitan en otras partes del mundo. Me refiero sobre todo al sur de África, no solo a Sudáfrica, sino también a Zimbabue. Ya es hora de que la Unión Europea empiece a tomar medidas enérgicas para poner fin a los ataques que sufren las granjas y las expropiaciones sistemáticas de explotaciones agrícolas gestionadas por europeos. Una actuación de ese tipo acabaría beneficiando en realidad a toda la población de la zona. Me refiero, por ejemplo, a Zimbabue, un país que se conocía como el granero de África y que se encuentra en la actualidad asolado por el hambre, principalmente como consecuencia de la mala administración del dictador Mugabe.

Otro problema que merece más atención es el desarme nuclear. El informe hace hincapié en el cumplimiento del tratado de no proliferación, pero pasa por alto el enorme riesgo para la seguridad que representan las centrales nucleares escasamente vigiladas o en estado de semiabandono que hay en los antiguos Estados soviéticos y en otros países, y el mal uso que pueden hacer de ellas organizaciones terroristas como Al Qaeda. Es preciso que la Unión Europea se reúna urgentemente con los países y las organizaciones internacionales implicados, y que garantice la asignación de los recursos necesarios para desactivar esa bomba de relojería.

 
  
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  Klich (PPE-DE). (PL) Señor Presidente, esta Cámara tiene plena convicción de que el año pasado se registraron avances significativos en relación con la Política Europea de Seguridad y Defensa, y que se pudo superar el punto muerto al que se había llegado tras el conflicto iraquí. Celebramos la creación de la Agencia Europea de Defensa y creemos que jugará un papel importante en lo que se refiere al suministro de nuevo equipamiento. Asimismo, celebramos la inclusión en el Tratado Constitucional de las disposiciones que contemplan un futuro para la Política Europea de Seguridad y Defensa, sobre todo para la cooperación estructural, esto es, la cláusula de solidaridad. Otro avance de gran importancia ha sido el anuncio por parte de la Comisión del Programa de Investigación Europeo sobre Seguridad que se pondrá en marcha con un presupuesto mínimo de 1 000 millones de euros a partir de 2007. Por último, el acontecimiento más destacado del año pasado fue la transferencia del mando de la misión de estabilización en Bosnia, que hasta ahora asumía la OTAN. Se trata en realidad de la primera operación militar importante de la Unión Europea.

En este contexto, creemos también firmemente que las cuatro preguntas planteadas hace unos seis años, cuando se presentó por primera vez en Colonia el concepto de una Política Europea de Seguridad y Defensa, siguen siendo válidas. En primer lugar, ¿qué medidas se requieren para garantizar que nuestras capacidades de defensa se correspondan con nuestras aspiraciones y retos, los retos que se han consagrados ahora en la Política Europea de Seguridad? En segundo lugar, ¿cómo se puede garantizar la cohesión de la Política Europea de Seguridad y Defensa? En tercer lugar, ¿cómo se puede desarrollar esa política sin debilitar los compromisos contraídos en materia de defensa por la mayoría de los Estados miembros que pertenecen también a la OTAN? En cuarto lugar, ¿cómo se puede garantizar una buena administración de los recursos financieros tanto a escala nacional como comunitaria?

Estas preguntas van dirigidas sobre todo a la Comisión y al Consejo, puesto que esas instituciones y el Parlamento tendrán que trabajar juntos para encontrar las respuestas adecuadas. De lo contrario, la Política Europea de Seguridad y Defensa se quedará en papel mojado y resultará totalmente ineficaz.

 
  
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  D'Alema (PSE).(IT) Señor Presidente, Señorías, deseo sumarme a las expresiones de agradecimiento de muchos diputados a los ponentes por dos informes importantes que presentan una visión general exhaustiva de la política exterior, de seguridad y defensa de Europa y los avances logrados, y en los que se proponen orientaciones muy convincentes para una presencia eficaz de Europa como actor global en el escenario mundial.

El Tratado Constitucional puede fortalecer el papel de Europa con innovaciones que garantizarán una integración y cooperación más fuertes, y justo ahora creo que es importante impulsar –como dicen– la colaboración entre el Parlamento, la Comisión y el Consejo.

El objetivo central de Europa es fomentar el multilateralismo eficaz, que significa garantizar la seguridad y también la expansión de la democracia, los derechos humanos y las oportunidades de desarrollo y crecimiento. En pocas palabras, significa controlar la globalización, dando prioridad a los métodos políticos, civiles y económicos, pero sin descartar los métodos militares como último recurso, y por consiguiente dejar abierta la opción de utilizar la fuerza en circunstancias legítimas.

Para tener legitimidad, sin embargo, es necesario restaurar la autoridad del sistema de las Naciones Unidas, tal como señala muy convenientemente el informe Brok. Esta autoridad se ha visto convulsionada en parte por la teoría y la práctica de la guerra preventiva y unilateral. Europa no tiene más opción que condenar esta teoría y esta práctica, y creo que la reanudación de la cooperación entre Europa y los Estados Unidos no puede prescindir de esta cuestión de principio.

En este contexto, creo que es muy importante la exigencia planteada por muchos diputados –al igual que la Comisaria Ferrero-Waldner– de que Europa ocupe un asiento en las Naciones Unidas, ya que representaría un salto cualitativo en la relación entre la Unión Europea y las Naciones Unidas.

Me gustaría hacer hincapié en una prioridad en este escenario, que es el conflicto israelo-palestino y la crisis en Oriente Próximo. Con razón hemos señalado las nuevas oportunidades y esperanzas. Deseo añadir, sin embargo, una nota de preocupación: el propio encuentro entre George W. Bush y Ariel Sharon ha puesto de manifiesto un profundo desacuerdo sobre la política israelí de expansión de los asentamientos, que en la práctica significa la anexión de Jerusalén Este y de parte de Cisjordania. Si esta política sale adelante, se desvanecerán todas las esperanzas de alcanzar la paz. Si hasta el Gobierno de los Estados Unidos está haciendo oír sus críticas, Europa también debe hacerlo, de forma contundente y clara, para evitar que se tomen decisiones que pongan en peligro cualquier esperanza de paz y de distensión.

 
  
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  Neyts-Uyttebroeck, Annemie (ALDE). – (NL) En primer lugar, felicito al señor Brok por su extraordinario informe, que proporciona una visión coherente, progresista y realista de la política exterior y de seguridad común.

Con demasiada frecuencia nos olvidamos de lo reciente que es, en realidad, esta política. Recuerdo muy bien que hace 20 años las palabras seguridad, política exterior y, en particular, política de defensa, ni siquiera podían aparecer en los textos comunitarios o en los programas de los partidos políticos europeos. Hace 10 años existía una política exterior y de seguridad común en estado embrionario, que se presentó con gran cautela en forma de un pilar independiente casi intergubernamental. Hoy día tenemos nuestra propia visión y estrategia, todavía en proceso de elaboración, es cierto, pero de una originalidad innegable. Esa originalidad radica sobre todo en nuestro deseo de asumir la responsabilidad tanto de los aspectos civiles, como de los diplomáticos y militares de esa política. Quiero destacar que el Tratado Constitucional contiene una serie de exigencias de especial importancia en este ámbito, una de las principales razones por las que ese documento merece ser ratificado.

En este informe anual se reclama la participación más activa del Parlamento Europeo y de los parlamentos nacionales en la preparación y aplicación de la política exterior y de seguridad común, en lugar de limitar su contribución a la celebración de debates a posteriori. El intercambio de opiniones que mantendremos durante un período de tres meses con el Alto Representante y con la Comisaria responsable de las Relaciones Exteriores y de la Política Europea de Vecindad, en el cual podrán participar los representantes de los parlamentos nacionales, es una excelente oportunidad para hacerlo y es uno de los aspectos de las propuestas que nos complace apoyar.

 
  
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  Pflüger (GUE/NGL). (DE) Señor Presidente, para no ser excesivamente repetitivos, pasaré a exponer una posición diferente. En la Estrategia Europea de Seguridad se dice que la primera línea de defensa frente a las nuevas amenazas se desplegará generalmente en el exterior. El informe Kuhne no discrepa en modo alguno de esa afirmación.

La Estrategia Europea de Seguridad pretende ser vinculante para todos los Estados miembros de la Unión Europea. Está concebida para orientar cada vez más la política militar comunitaria hacia la planificación de guerras preventivas. En el informe Kuhne se solicita un rearme aún mayor para garantizar que la Unión, basándose en las capacidades de la OTAN, pueda realizar intervenciones militares en todo el planeta. De acuerdo con lo que hemos escuchado, la Unión Europea pretende convertirse en protagonista de la escena mundial, sobre todo en el plano militar.

Precisamente por este motivo, mi grupo ha presentado una opinión minoritaria. Por un lado, se afirma que no hay concentración militar en la Unión Europea; por otro, como hemos podido escuchar, se hace todo lo posible para favorecer el rearme e incluso se elaboran planes para que la UE libre batallas regionales que le permitan garantizarse el suministro de materias primas. El Tratado Constitucional de la UE, que espero que Francia eche por tierra, su Estrategia de Seguridad y el «Libro sobre Defensa Europea» representan a una Europa caracterizada por el rearme y la perspectiva de futuras guerras.

Analicen seriamente estas críticas. Los tiempos de la polémica ya se acabaron. Como podrán comprobar en Francia, solo sirven para equivocarnos.

 
  
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  Coûteaux (IND/DEM).(FR) Señor Presidente, un minuto y treinta segundos es mucho más de lo que necesito, dado que los vastos temas que se tratan en este informe maleta suponen la existencia de un Ministro de Asuntos Exteriores, de un servicio diplomático y de una política exterior común. Ahora bien, en lo que respecta a la política exterior común no tenemos más que el más vago de los vagos esbozos, dado que fue decretada en 1992 en el Título V del Tratado de Maastricht. Por otra parte, no hay y no puede haber una política común por la buena razón de que no hay acuerdo sobre los principios, las tradiciones y los intereses y, por tanto, las políticas de nuestras distintas naciones, empezando además por la cuestión vital de las relaciones con los Estados Unidos de América.

En cuanto a esa condición mínima, la creación de un instrumento diplomático común, presupone la adopción de la Constitución Europea. Lamento tener que decirle –aunque para la mayoría de las personas no es un secreto– que es muy probable que ese proyecto no vea nunca la luz del día y que todos sus andamiajes, construidos sobre la completa ausencia de legitimidad popular, se vendrán abajo por sí mismos.

Por tanto, podría quedarme ahí y no agotar mi tiempo de palabra ni sus nervios, pero no quisiera impedirles soñar, ya que sus sueños interesan mucho a los defensores de la soberanía que dan la batalla hoy en Francia y en otros lugares. Cuando, en nuestras reuniones, anunciamos a los franceses que en Washington hay un personaje que se hace dar la pomposa denominación de Embajador de la Unión Europea ante los Estados Unidos, se divierten mucho. Cuando anunciamos a los franceses que, con la citada Constitución, habrá un supuesto Ministro de Asuntos Exteriores y que el titular del cargo será, como por azar, un ex Secretario General de la OTAN, pues bien, los franceses todavía se divierten más o se intrigan o se escandalizan.

Pase lo que pase, pues, Señorías, sigan ustedes, eurófilos y eurómanos de toda clase, suministrándonos argumentos tan divertidos.

 
  
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  Czarnecki, Ryszard (NI). (PL) Señor Presidente, probablemente la política exterior y de seguridad común no es una política virtual, como sostienen algunos escépticos, pero sí es cierto que tiene mejor aspecto sobre el papel que en la práctica. Si, como los autores del proyecto de resolución, examinamos las encuestas de opinión pública en busca de la voluntad de aplicar esa política, su futuro parece verdaderamente incierto. Si el 60% de los ciudadanos de la Unión que apoyan la política exterior común se reduce en el futuro a un 45%, y el 70% de los que apoyan la política de defensa común se reduce a, pongamos, un 47%, ¿deberíamos abandonar enseguida ese concepto? Debemos evitar la dependencia en las encuestas de opinión pública. La Cámara está dividida en cuanto al grado de apoyo a la idea de una política de seguridad común y una política exterior común. Debemos aceptar este hecho. Sin embargo, estamos de acuerdo en varios temas. El primero es que el terrorismo islámico es una amenaza real. El segundo es que la acción militar no puede ser el primer recurso cuando se trata de abordar determinados problemas. El tercero es que debemos seguir con mucha atención las actividades conjuntas de la EUFOR en Bosnia y Herzegovina. Cierto, la Unión había llevado a cabo antes la misión Concordia en Macedonia, pero era de una importancia relativamente menor, al igual que las actividades policiales que hemos llevado a cabo, por ejemplo, en Bosnia y Herzegovina o, más recientemente, en África.

Finalmente, podemos hablar con unanimidad cuando se trata de insistir en que el Consejo cumpla el artículo 21 del Tratado de la Unión Europea relativo a la consulta sobre las principales acciones de política exterior para el próximo año. No se trata de que el Consejo se digne a proporcionar información. Es que está obligado a hacerlo.

 
  
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  Zieleniec (PPE-DE). (CS) Como principal protagonista internacional, la Unión Europea asume una responsabilidad a escala mundial. Por lo tanto, me gustaría resaltar que el éxito de la política exterior de la UE depende de su colaboración con los Estados Unidos. A pesar de las diferencias que existen entre nosotros, de todos los actores mundiales, los Estados Unidos son los más próximos a Europa, y no son únicamente los valores comunes los que nos unen. La cooperación es un resultado natural de nuestro interés común por conseguir la estabilidad en el mundo, consolidar el Estado de Derecho y la democracia y garantizar que los mercados mundiales funcionen de forma adecuada y siga siendo posible disponer de los recursos de materias primas en todo el mundo.

La Alianza del Atlántico Norte sigue siendo una garantía fundamental de la seguridad europea y estadounidense, pero las dificultades con que nos encontramos en la actualidad no tienen que ver solo con la seguridad, ni mucho menos. Por lo tanto, llegados a este punto, me gustaría pedir a la Comisión y al Consejo que presenten un plan de acción para una cooperación estratégica entre la Unión Europea y los Estados Unidos que sitúe en un marco institucional nuestro diálogo sobre una amplia gama de cuestiones mundiales. La cooperación resolvería temas que van desde el funcionamiento de los servicios financieros hasta la estabilización del orden internacional, así como la agricultura mundial, la lucha contra el sida, la disponibilidad de agua, el cambio climático del planeta y la no proliferación de armas de destrucción masiva. Uno de sus objetivos sería la creación de un espacio de libre comercio Unión Europea-Estados Unidos, que podría actuar como fuerza motora de la economía mundial.

El Presidente Bush nos dijo en febrero que los ciudadanos de los Estados Unidos son conscientes de la necesidad de tener un socio fuerte al otro lado del Atlántico. Por lo tanto, creo que la Unión Europea debería aprovechar esta oportunidad de consolidar una operación que podría ser clave para la estabilidad y el orden mundial.

 
  
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  Gomes (PSE).(PT) La estrategia europea de seguridad nos obliga a considerar el papel de la Unión en la gobernanza mundial, y los informes del señor Kuhne y el señor Brok constituyen una excelente aportación para abordar este reto. Si queremos que sean eficaces y coherentes, las políticas exteriores de seguridad y defensa de Europa deben dirigirse a los ciudadanos, promover los derechos humanos, el derecho internacional y humanitario y el multilateralismo en las relaciones internacionales. En otras palabras, deben basarse en el concepto de seguridad humana, como resalta el informe Kuhne, en línea con el informe de Barcelona sobre la Doctrina de Seguridad Humana.

La importancia de este ámbito es aún mayor si tenemos en cuenta que la proliferación de armas de destrucción masiva y la lucha contra el terrorismo deben seguir siendo una de las principales prioridades en términos de seguridad. Debemos incorporar esas preocupaciones en todos los aspectos de las relaciones exteriores, en concreto en la nueva política de vecindad, y en este contexto la Unión debe tener un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, como se ha dicho antes.

La UE también debe luchar para reforzar los tratados de desarme y no proliferación nuclear y reforzar los controles de las exportaciones de material nuclear y armas en general. La Unión debe asegurar también que su plan de acción para combatir el terrorismo esté estrechamente coordinado con sus políticas exteriores de defensa y de seguridad, como parte de la estrategia global integrada para combatir el terrorismo anunciada recientemente por Kofi Annan.

También hay que cumplir los compromisos para el desarrollo presentados por los Gobiernos europeos en la Declaración del Milenio. La pobreza y la injusticia son terrenos fértiles para el terrorismo. Si queremos conseguir una política de defensa y de seguridad que comporte una mayor independencia estratégica para Europa, más capacidad y más integración de los recursos de defensa, así como un auténtico mercado interior, la Agencia Europea de Defensa debe proporcionarnos, para nuestros debates, información sobre las políticas de contratación pública, desarrollo e investigación de maquinaria. Ahora está en manos de los Gobiernos de los Estados miembros crear la base para que esta nueva agencia pueda funcionar. Las próximas perspectivas financieras deben demostrar que nuestros Gobiernos están comprometidos con el éxito de la seguridad europea, que depende en gran manera de los recursos que le asignemos en la Unión.

Quiero terminar explicando que la semana pasada en Sarajevo, junto con el señor Von Wogan y otros diputados de esta Cámara, fui testigo de cómo el orgulloso general británico a cargo de la EUFOR repartía honores nacionales. No pude evitar pensar que, si hace 15 años hubiera habido una política exterior y una política de defensa y seguridad europea, Europa podría haber evitado la guerra de la antigua Yugoslavia o podría haberla detenido mucho antes. La importante labor de la misión Althea en Bosnia y Herzegovina es una prueba de que, con los recursos apropiados, Europa puede y debe asumir más responsabilidades en la seguridad europea y mundial.

 
  
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  Pafilis (GUE/NGL).(EL) Señor Presidente, los dos informes que hoy debatimos aquí reflejan claramente la identidad y el carácter imperialista agresivo de la Unión Europea. Confirman la estrategia conjunta de la Unión Europea con los Estados Unidos de América contra pueblos y países que, aparte de todo lo demás, se basará en la doctrina despiadada de la guerra preventiva, que se menciona en los informes y a la que claramente se hace referencia en el Tratado Constitucional. Califican de prioridad inmediata una mejor preparación de la Unión Europea para nuevas intervenciones estratégicas, junto con la OTAN y los Estados Unidos de América o independientemente.

En nombre de la seguridad de la Unión Europea, se están fotografiando países y zonas donde se tiene previsto intervenir, empezando por los Balcanes, el Cáucaso y Oriente Próximo y ampliándose hasta casi todo el planeta, con el pretexto de consolidar el orden internacional.

La filosofía en que se basan la política de defensa y exterior común y la estrategia europea de seguridad es la versión europea de la doctrina imperialista de los Estados Unidos de América para la protección de los intereses de los Estados Unidos, en nombre de la cual se han llevado a cabo cientos de intervenciones y se ha diseminado muerte y destrucción en todos los rincones del planeta.

Creemos que los pueblos están despertando. Resistirán y no permitirán la aplicación de esta política. Finalmente, nos planteamos la siguiente pregunta: ¿quién amenaza a quién? La Unión Europea tiene fuerzas en una gran cantidad de países. Participa en una red interminable de bases, ha participado en tres guerras y, además…

(El Presidente interrumpe al orador)

 
  
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  Mölzer (NI). (DE) Señor Presidente, Señora Comisaria, aunque sea muy crítico con algunos aspectos del Tratado Constitucional de Europa, me parece que es importante reforzar la política exterior y de seguridad común. Si queremos que Europa se asiente como potencia para la paz mundial, necesitará hablar al mundo exterior con una sola voz, y poseer la capacidad necesaria para abrirse camino en temas de política militar y de seguridad.

Aunque creo que hay que repudiar enérgicamente toda tendencia hacia el desarrollo de un Estado europeo centralizado, pienso que es correcto que exista un solo ministro de asuntos exteriores de la UE con amplios poderes y responsabilidades, y una posición sólida dentro de la UE. Eso me lleva a acoger con satisfacción la creación de un Servicio Europeo de Acción Exterior.

Pero es inaceptable que dicho servicio de acción exterior de la Unión Europea deba estar dominado y mantenido solo por los Estados miembros de la UE más grandes. Los Estados miembros más pequeños, y Austria entre ellos, deben poder participar también en la creación de la política europea de asuntos exteriores, y el Parlamento Europeo debe tener los mismos derechos que el Consejo a la hora de decidir cómo debe ser esa política.

Si los Estados miembros más pequeños deben contribuir de la misma forma que los grandes a la política europea de defensa común y al funcionamiento de una fuerza única europea de reacción rápida, también deben tener el mismo derecho a ser consultados.

 
  
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  Jarzembowski (PPE-DE). (DE) Señor Presidente, Señor Presidente en ejercicio del Consejo, Señora Comisaria, hay dos declaraciones del Parlamento en ese informe que me gustaría recuperar, y tienen que ver con la situación de la política exterior y de seguridad en el Lejano Oriente. Yo creo que la República Popular China, al aprobar su ley antisecesionista, ha situado a la región en una posición mucho más precaria. Deberíamos repudiar enérgicamente esa ley antisecesionista; al promulgar dicha ley, la República Popular China está intentando, sin justificación, legitimar sus amenazas militares contra Taiwan y adquirir el derecho a atacarles. Es una violación del Derecho internacional, y es completamente inaceptable. Los 23 millones de ciudadanos de Taiwan tienen el derecho inalienable de tomar sus propias decisiones democráticas sobre su futuro: sobre si quieren reunificarse con el continente o si quieren seguir siendo independientes y un Estado soberano.

Todos deberíamos exigir a la República Popular China que dejara de enviar mensajes amenazadores y en cambio iniciara un diálogo directo con Taiwan sobre la base del reconocimiento mutuo para conseguir una distensión entre los dos países y asegurar la paz en el Lejano Oriente. Y me dirijo a los representantes del Consejo cuando digo que, si queremos que esto ocurra, no hay que levantar el embargo de armas a China. El Consejo Europeo tenía razón al imponerlo en 1989, y podemos ver que la postura en relación con los derechos humanos y los derechos de las minorías realmente ha mejorado, aunque todavía deja mucho que desear. Esta Cámara ha observado en muchas ocasiones que la situación en China en relación con los derechos civiles fundamentales, culturales, religiosos y políticos ni siquiera llega a los mínimos internacionales que la propia China reconoce.

Espero que el Presidente en ejercicio tome nota de ello. En especial en estos momentos, y en vista de las continuas infracciones que China comete contra los derechos humanos, levantar el embargo de armas sería enviar un mensaje totalmente equivocado y parecería como una recompensa por la ley antisecesionista.

 
  
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  Siwiec (PSE). (PL) Señor Presidente, hemos recibido un documento que describe la política europea en el ámbito de la seguridad, que es la política más difícil de abordar para cualquier país u organización internacional. Este documento constituirá una base o un punto de referencia cuando se trate de decidir la mejor forma de consolidar las políticas de los Estados miembros y asegurar que la política exterior sea más efectiva. Haríamos bien en recordar que la forma más costosa de tener una política de asuntos exteriores es no tener ninguna. La Unión no está aprovechando las oportunidades que se le abren en muchos ámbitos, precisamente por su falta de políticas. Permítanme mencionar otro hecho que salta a la vista, y ahora me dirijo en concreto a quienes durante algún tiempo en esta Cámara han pontificado la militarización. La capacidad en defensa es una condición sine qua non para una politica eficaz. La capacidad militar es esencial. También haríamos bien en recordar que los principios redactados sobre la salvaguarda de nuestra seguridad, en el sentido más amplio, pueden constituir un punto de partida excelente para el diálogo con nuestro socio estadounidense, y una base para la creación de un nuevo tipo de relación transatlántica. Por un lado, estarían los Estados Unidos, en algún lugar confuso entre el liderato y la hegemonía, y, por otro lado la Unión Europea, que está empezando a desarrollar su papel en este ámbito particular. Necesitaremos paciencia y creatividad para este proceso, pero también se requerirá experiencia. En este sentido, creo que el informe del señor Kuhne representa un buen compromiso para todas las instituciones europeas, y les será útil para considerar la seguridad europea. Además, es significativo que el informe del señor Kuhne se debata al mismo tiempo que el informe anual sobre la política exterior de la Unión Europea. Representa una buena aportación y una feliz contribución por parte del Parlamento, que ayudará a asegurar que por fin podamos hablar de una política europea real y no virtual.

 
  
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  Van Orden (PPE-DE).(EN) Señor Presidente, si opina usted que la Unión Europea debería convertirse en una especie de Estado europeo integrado, entonces es lógico y necesario que tenga su moneda, su sistema policial y judicial, su representación diplomática, su ejército y presupuesto de defensa y todo lo que conlleva la categoría de Estado en el marco jurídico de una constitución.

Los dos informes que tenemos hoy ante nosotros se inspiran precisamente en este impulso. He de decir que los conservadores británicos tienen una visión bastante diferente. Básicamente nos oponemos a una mayor integración política europea. En efecto, nosotros intentaríamos desbrozar y repatriar muchas de las excesivas competencias que ha acumulado Bruselas. Por tanto, a nadie le sorprenderá que nos opongamos a la idea misma de una constitución europea, así como a su contenido detallado.

Los informes se centran especialmente en la política de seguridad y defensa. Pretenden reforzar las credenciales militares de la Unión Europea distorsionando la naturaleza y el papel de la OTAN y, además, marginar a esta organización mientras se duplican con despilfarro sus estructuras, intentando desplazar a las naciones en su papel de agentes en la relación de seguridad transatlántica, al mismo tiempo que reclaman la propiedad de sus capacidades y se suscriben ideas equivocadas de diseño social de nuestros ejércitos.

No creo que los países europeos tengan intereses de seguridad estratégicos que deban separarse de los de sus aliados transatlánticos y de otros. A veces es posible que los europeos tengan una responsabilidad principal en la aportación de fuerzas militares en sus propia región. Esto es precisamente lo que ha ocurrido en los últimos diez años o más en la antigua Yugoslavia, donde insinuar que la operación militar de EUFOR en Bosnia es muy diferente a lo que había allí antes es un simple juego de manos. De los 7 000 soldados de la SFOR de la OTAN, más de 6 000 eran europeos. Por tanto, no es honesto pretender que la Unión Europea esté contribuyendo a una mejora de la seguridad cuando la mayoría de sus Estados miembros están reduciendo, en lugar de aumentar, su gasto en defensa y la propia Unión Europea se limita a copiar los sistemas de planificación, toma de decisiones y mando y control de la excelente organización que es la OTAN.

 
  
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  Rouček (PSE). (CS) Señorías, desde el final de la Guerra Fría han aparecido nuevas amenazas para la seguridad. Son el terrorismo internacional, la proliferación de armas de destrucción masiva, el crimen organizado y toda una gama de conflictos regionales. Se está haciendo evidente que ningún país, no importa cuán grande sea, está en posición de resolver esas amenazas a la seguridad por sí solo, y por este motivo la política exsterior, de seguridad y de defensa común de la UE debería ampliarse y reforzarse. Y así lo creen no solo una mayoría de los miembros de esta Cámara, y no solo los representantes del Consejo y de la Comisión, sino también, y sobre todo, los ciudadanos europeos. Es algo que ya se ha dicho en esta Cámara.

Otra cosa que se está haciendo evidente es que no podemos superar ninguna de esas amenazas solo con medios militares; necesitamos utilizar una combinación de medios militares y medios civiles. Los dos informes presentados hoy y ambos ponentes ofrecen respuestas claras y detalladas a la pregunta de cómo podemos conseguirlo. El éxito y el futuro desarrollo de la política exterior, de seguridad y de defensa común depende de que se cumplan dos condiciones: que se ratifique la Constitución Europea y se reserve la financiación adecuada. No se puede tener más seguridad europea a cambio de menos dinero.

 
  
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  Kauppi (PPE-DE).(EN) Señor Presidente, voy a centrarme en dos cuestiones cruciales. Deseo empezar con unas pocas palabras sobre el Servicio Europeo de Acción Exterior. Es sumamente importante que el servicio dependa de la Comisión. Hemos de evitar todos los intentos de aguar el nuevo servicio haciéndolo depender principalmente en el Consejo. Bajo ningún concepto hay que permitir que el servicio se convierta en una agencia intergubernamental incontrolable que empieza a vivir por su cuenta.

Solo estableciendo un grado máximo responsabilidad ante el Parlamento podemos estar seguros de que se conseguirán los nobles objetivos que tiene Europa para el resto del mundo. Combatir la pobreza, apoyar la democracia y defender los derechos humanos son cuestiones en las que podemos, y debemos, cooperar basándonos en valores comunes. Un servicio intergubernamental correría el riesgo de caer presa de numerosos intereses sectoriales y estratégicos y nuestros valores y objetivos comunes se perderían en la mezcolanza.

En segundo lugar, tenemos que adoptar un enfoque ambicioso y realista de la política exterior europea en el marco de la nueva Constitución, si la tenemos y cuando la tengamos. La Constitución lleva adelante la política exterior y de seguridad europea en muchos aspectos cruciales y tenemos que asegurarnos de que se cumplan estos compromisos. A pesar de que los cambios contemplados en las cláusulas de la Constitución en materia de solidaridad mutua, así como de una mayor capacidad de reacción rápida, son reflexiones en curso más que innovaciones, tenemos que garantizar que se interpretan de forma ambiciosa, concreta y vinculante cuando se pongan en práctica.

Asimismo, es menester acoger con agrado y consolidar la inclusión de garantías mutuas de seguridad en la Constitución. La oposición de algunos Estados miembros puede contrarrestarse con unos pocos y argumentos sencillos. La OTAN es, y seguirá siendo, la columna vertebral de la defensa europea, no hay duda al respecto. Nosotros proponemos garantías europeas simplemente para complementar las disposiciones de la OTAN con una dimensión europea muy necesaria. También apoyan y consolidan décadas de cooperación política y de seguridad europea, que ha existido fuera del ámbito de la Unión Europea. No constituyen una reescritura radical de las ambiciones exteriores y de seguridad de Europa: se limitan a establecer que Europa debe ser al fin suficientemente madura para combinar su fuerza económica con alguna voz y compromiso políticos.

 
  
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  Pinior (PSE). (PL) Señorías, en los últimos tiempos la Unión Europea se ha convertido cada vez más en una fuerza motora para la creación de un nuevo orden internacional. Así ha sido sobre todo desde la ampliación del año pasado. El éxito de la integración europea significa que el sistema político europeo está siendo cada vez más atractivo para los ciudadanos de los países de fuera de la Unión. Determinados analistas estadounidenses hablan ahora del denominado soft power europeo y del sueño europeo que se está haciendo realidad ante nuestros propios ojos.

El terrorismo, la diseminación de armas de destrucción masiva, los conflictos regionales, la caída de las naciones y el crimen organizado, todo eso exige una dimensión global en las acciones exteriores de la Unión. Además, exige una mayor responsabilidad democrática en esas acciones. Con este fin, deberíamos seguir la letra y el espíritu del Tratado Constitucional en cuanto a los temas que tengan relación con la política exterior y de seguridad común. El futuro Servicio Europeo de Acción Exterior debe tener un papel esencial en este ámbito, y ser de utilidad para los ministros de asuntos exteriores de la Unión Europea. Tan pronto como entre en vigor el Tratado Constitucional, será esencial hacer todo lo posible para otorgar un significado real a la cláusula de solidaridad en relación con los temas de defensa que se estipulan en el Tratado.

 
  
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  Landsbergis (PPE-DE).(EN) Señor Presidente, el informe del señor Brok contiene muchas ideas nuevas, visionarias y alentadoras. Quiero añadir algunas observaciones sobre los problemas del nuevo terrorismo no estatal. En primer lugar, ¿que más podríamos recomendar que no recomiende ya el señor Brok?

La lucha contra el llamado terrorismo reclama una clara descripción del terrorismo político. Su propósito es lograr objetivos políticos concretos, ¿y cuáles son estos objetivos? Es preciso distinguir entre el nuevo terrorismo político no estatal, que supuestamente no reside en ningún Estado preciso, y el tradicional terrorismo de Estado, que se encuentra principalmente allí donde la democracia falla. Este tipo de terrorismo político tiende a provocar respuestas vengativas en ciertos grupos y organizaciones, como ocurre ahora con la guerra terrorista –o aterrorizadora– rusa en Chechenia.

La comunidad democrática no puede afrontar con éxito ningún concepto abstracto de terrorismo como tal, ya que solo se apoyaría en la ideología o el fanatismo. No, los verdaderos enemigos que hay que combatir son las organizaciones terroristas y los Estados que utilizan estos métodos y apoyan a dichas organizaciones. Se han hecho dos nuevos esfuerzos por encontrar escondites en Afganistán e Iraq. Actualmente son los únicos lugares donde las organizaciones terroristas parecen estar a la defensiva. En el terreno de la defensa, esto cumpliría con creces el deseo europeo de competir con los Estados Unidos.

Por último, existe una especie de beneficio diabólico que puede obtenerse de este fenómeno de terror no estatal, ya que las democracias quizá ahora sean más conscientes de cuáles son sus valores que están peligro. Al crear los conceptos y las estructuras de la política europea de seguridad y defensa hemos de centrarnos cada vez más en esta cuestión: ¿en aras de qué Europa y a favor de qué Europa estamos trabajando? ¿Seguro que no en aras de una Europa consumista y suicida que está perdiendo su identidad y su sentido de valores, a pesar que habla mucho de ello? Eso es defender lo indefendible.

 
  
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  Schmit, Presidente en ejercicio del Consejo. (FR) Señor Presidente, creo que este debate ha demostrado, una vez más, la contribución enormemente valiosa de su Parlamento a las grandes orientaciones, las grandes concepciones, de la Política Exterior y de Seguridad Común. Ha demostrado también que este diálogo, tan deseado por el Parlamento, existe de forma muy concreta, y comprendo que el Parlamento pida ese contacto, ese diálogo con el Consejo y con la Comisión. El debate ha demostrado que este diálogo no solo existe a toro pasado, para hablar del pasado, sino que existe también para hablar del presente y de las políticas futuras.

Pienso por lo demás –como alguien ha dicho– que no debemos llevar a cabo una política exterior en contra de los deseos del Parlamento. Desde que tengo el placer de representar a la Presidencia, nunca he tenido la impresión de que el Consejo realizara una política contraria a los deseos del Parlamento. Más bien he tenido la impresión de que la política era realizada conjuntamente, y los debates de hoy, pero también los de reuniones pasadas, sobre Oriente Próximo, sobre el Líbano, sobre los Balcanes hace algunas horas, demuestran que el Parlamento no solo participa en el análisis de nuestra política, sino también en la concepción y en las orientaciones futuras de esa política.

No puedo sino observar un amplio consenso sobre las grandes orientaciones de esta política en todas sus facetas, sobre la idea que Europa debe tener de la seguridad, sobre el hecho de que esa seguridad no es únicamente una seguridad en términos políticos y militares, sino una seguridad global que comprende aspectos como el medio ambiente o los derechos humanos. Soy especialmente sensible también a lo que se ha dicho sobre el valor de los símbolos y lo que va mucho más allá de los símbolos, es decir, el hecho de que el encuentro con militares que llevan las estrellas europeas en sus hombreras les haga sentir un escalofrío y muestre efectivamente que Europa está en marcha, que la unificación de Europa está en marcha, que estamos superando un nuevo hito, en particular a través de nuestra política de seguridad y defensa.

Quisiera hacer una única y última observación con respecto a China. En la reunión de la Comisión de Asuntos Exteriores, señor Jarzembowski, he tomado una posición, y veo que progresivamente la posición que he tomado se confirma. Creo que hay que mirar las realidades que tenemos enfrente: hay que desarrollar una relación con China, porque es un país que está adquiriendo importancia. Hay que entablar con China un diálogo general que abarque todos los aspectos.

Muchas gracias por sus aportaciones, creo que ha sido un debate rico, un debate útil y un debate que demuestra que el diálogo entre las distintas instituciones de la Unión funciona.

 
  
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  Ferrero-Waldner, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, al igual que mi colega, creo que ha sido un debate interesante y completo porque ha demostrado que con las banderas de la PESC y la PESD se han abordado muchas cuestiones específicas. Muchos de estos temas aparecerán de nuevo en otros futuros debates. Claro que no hemos olvidado los derechos humanos. Muchos de ustedes han hablado de los derechos humanos y creo que ya son inherentes a toda nuestra política. Es muy importante que nos convirtamos en un protagonista en el escenario mundial con una Carta Europea de los Derechos Humanos y, esperemos que muy pronto, una Constitución.

Hay un tema que no se ha mencionado en este debate, pero que quisiera mencionar porque es muy importante para la seguridad y el desarrollo. Es la cuestión de género, que tan bien se promueve en Europa, incluso en el marco de nuestras políticas de desarrollo y vecindad. Forma parte de la política global que queremos.

También quiero expresar mi acuerdo con el comentario de que la Unión Europea necesita trabajar con sus socios para evitar que lleguen a manos de los terroristas elementos nucleares y otros materiales delicados. Es un objetivo importante en nuestro plan de acción de trabajo conjunto.

También estoy de acuerdo con el señor Von Wogau y otras personas que han dicho que existe un vínculo muy importante entre la seguridad interior y la seguridad exterior. Es un elemento esencial para conseguir una estrecha cooperación entre las diversas direcciones generales de la Comisión y la Dirección General de Relaciones Exteriores.

Finalmente, ha habido una pregunta concreta sobre el desminado. No es solo un problema de Bosnia. Es un problema en todo el mundo y, por lo tanto, nos complace que la Conferencia de Examen de la Convención de Ottawa, que prohibía las minas terrestres antipersonas, se celebrara en Kenia, donde hemos visto que este tema, promocionado por la Unión Europea, ha salido con mucha fuerza. Quedan muchas cosas más por hacer, pero tenemos una base sólida y extensa. Trabajemos juntos sobre esta base.

 
  
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  El Presidente. – El debate queda cerrado.

La votación tendrá lugar mañana a las 12.00 horas.

 
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