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Acta literal de los debates
Miércoles 6 de julio de 2005 - Estrasburgo Edición DO

28. Un mundo sin minas
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  El Presidente.   De conformidad con el orden del día, se procede a las declaraciones del Consejo y la Comisión sobre un mundo sin minas.

 
  
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  Douglas Alexander, Presidente en ejercicio del Consejo. (EN) Señor Presidente, es un honor para mí tener la oportunidad de abrir este debate sobre «un mundo sin minas». El respaldo a las acciones internacionales relacionadas con las minas es una de las máximas prioridades políticas de la Unión Europea y estoy realmente agradecido por los esfuerzos del Parlamento Europeo por ayudar a garantizar que esta cuestión no se quede fuera de la agenda internacional.

La Unión Europea desempeñó un papel activo durante la Primera conferencia de revisión de la Convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonas y sobre su destrucción en noviembre de 2004, a la que se denominó Cumbre 2004 de Nairobi para un mundo sin minas. La Unión Europea considera que la Primera conferencia de revisión de la Convención constituyó un importante hito para evaluar qué se ha conseguido hasta el momento en la aplicación de la Convención y para identificar las necesidades que existen para renovar el compromiso de los Estados firmantes con la erradicación de los efectos inhumanos de las minas antipersonas.

Existe el riesgo de que perdamos de vista la importancia de esta cuestión mientras debatimos hoy aquí de forma segura en el corazón de Europa o en Nueva York o Ginebra. Por ello me gustaría dibujar la escena del debate de esta tarde al tiempo que les recuerdo la dimensión y la gravedad del problema y por qué es importante que la Unión Europea y el Parlamento Europeo continúen desempeñando un papel tan importante.

Se calcula que cada año entre 15 000 y 20 000 personas mueren o son heridas por las minas antipersonas. Estas muertes y lesiones se producen en más de 80 países de todo el mundo, desde Angola a Zimbabue e incluso más cerca, en los Balcanes. Asombrosamente, esta cifra asciende a más de 40 muertes al día, lo cual estoy seguro que todos los presentes consideran simplemente inaceptable. La gran mayoría de estas muertes se produce en países que ya no se encuentran en conflicto. Sin embargo, las minas antipersonas no reconocen el fin de las hostilidades. El hecho de que todavía existan millones de minas antipersonas y que sigan colocándose en algunas partes del mundo constituye una terrible verdad que afecta a las personas más pobres de los países más pobres, a aquéllas menos capaces de hacer frente a la amenaza y que más necesitan nuestra ayuda y apoyo.

Las minas antipersonas son despiadadas e indiscriminadas. No puede establecerse su objetivo de forma exacta; no distinguen entre soldados y civiles ni entre adultos y niños. Las lesiones que ocasionan las minas antipersonas en aquellos que tienen la mala suerte de entrar en contacto con ellas son terribles. No se trata de un error. Este tipo de minas han sido diseñadas para mutilar en vez de matar a sus víctimas. Las víctimas de estas sufren terriblemente, volando literalmente en pedazos. Por ponerlo de forma simple: las minas antipersonas causan privaciones, muertes aleatorias y un sufrimiento incalculable en numerosas poblaciones de civiles inocentes.

Por eso es adecuado que la comunidad internacional adopte medidas y que la Unión Europea desempeñe un papel principal. La Convención de Ottawa o el «Tratado de prohibición de las minas» que prohíbe las minas antipersonas ha tenido un gran respaldo internacional y actualmente cuenta con 152 signatarios. Se ha avanzado mucho en la lucha contra el azote de estas terribles armas desde la entrada en vigor de la Convención en 1999. La Convención es una historia de éxito. Antes de la Convención, se estimaba que 34 naciones comerciaban con minas antipersonas. En la actualidad, al margen de alguna actividad ilícita, no se negocia con este tipo de minas. Antes, 54 naciones producían minas antipersonas; en la actualidad se considera que son 15 la que tienen capacidad para producirlas, pero la mayoría de estos países no lo hacen. Hace siete años las minas se empleaban en 19 países; ahora probablemente en 5. De hecho, la prohibición de estas minas antipersonas es global gracias al enorme y adecuado estigma que actualmente se asocia al uso de estas armas.

Ya se han destruido más de 37 millones de minas antipersonas almacenadas. Grandes regiones del mundo se han limpiado de minas y han vuelto a ser productivas. Se trata de logros de los que puede enorgullecerse la comunidad internacional y que nunca se habrían producido si no fuese por el Tratado de prohibición de las minas. Pero esto no significa que debamos ceder en nuestro objetivo de una total universalización del Tratado de Ottawa y debemos trabajar para conseguir un acuerdo que garantice que el plan de acción completo de la Conferencia de Revisión de Nairobi se aplica en su totalidad.

Hoy aquí ante ustedes, me enorgullece y celebro especialmente el papel que ha desempeñado la Unión Europea en la lucha contra las minas antipersonas. La Unión Europea ha ayudado a mantener la cooperación política además de la asistencia práctica. Respaldo plenamente el objetivo de la Unión Europea de reducir drásticamente la permanente amenaza y el impacto de las minas terrestres en el contexto de un aumento de la seguridad local y una mayor confianza regional. Puede que algunos argumenten que el objetivo de «cero víctimas» de la Unión Europea es demasiado optimista y de hecho inalcanzable. Pero esta debe seguir siendo nuestra meta y estamos comprometidos a trabajar para conseguirla.

La estrategia de acción sobre minas para 2005-2007 de la Unión Europea se basa en tres objetivos temáticos principales: reducir la amenaza de las minas antipersonas, aliviar el sufrimiento de las víctimas de las minas y contribuir a la reintegración socioeconómica, además de mejorar el efecto local y regional de la capacidad de acción efectiva ante las minas.

En la consecución de nuestros objetivos, hemos demostrado un compromiso político y financiero para hacer que se conviertan en realidad. Y así lo seguiremos haciendo. La Unión Europea ha tratado de promover todas las medidas que puedan contribuir al objetivo de la total eliminación de las minas antipersonas, incluida la acción conjunta y las gestiones diplomáticas, el diálogo con terceros países y la actividad en foros internacionales.

Todavía queda mucho por hacer. La Unión Europea ha respaldado y seguirá respaldando la política en esta área con recursos. Se prevé que la ayuda económica de la Unión Europea para la acción relativa a las minas dentro de nuestra estrategia para 2005-2007 ascenderá al menos a 140 millones de euros, la cual estará asociada a las metas de desarrollo de la Unión Europea. Los Estados miembros respaldan esto con financiación bilateral adicional para los países necesitados.

Es obvio que donde hay minas terrestres hay pocas posibilidades de desarrollo. La simple presencia de las minas exacerba la pobreza al impedir el uso productivo de la tierra y las infraestructuras, mientras que el coste de tratar a los supervivientes lesionados de los accidentes con minas agota los recursos ya escasos de las naciones más pobres. Por eso es particularmente importante la eliminación humanitaria de las minas. Seguiremos respaldando la acción relativa a las minas centrada en los países más pobres. Las acciones futuras sobre las minas dependerán en gran parte de la incorporación de las medidas relativas a estas en los planes de desarrollo de los países. El no hacerlo afectará negativamente a las esperanzas de alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en lo que se concentrará la Cumbre de Revisión del Milenio de Septiembre.

Para terminar quisiera decir que la Unión Europea está determinada a conseguir la total eliminación de la amenaza que plantean las minas terrestres, mediante la promoción de la universalidad, la destrucción de las minas almacenadas, la eliminación de las minas colocadas y la asistencia a las víctimas. Esto lo hacemos en estrecha colaboración con la comunidad internacional, ya se trate de Gobiernos, organizaciones internacionales u organizaciones no gubernamentales. Sigamos adoptando medidas concertadas hasta que se elimine de la faz de la tierra la última mina antipersonas y se alcance finalmente el objetivo de cero víctimas de minas terrestres.

 
  
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  Benita Ferrero-Waldner, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, además de ser un tema extremadamente importante para la comunidad internacional y la Unión Europea, la cuestión de las minas terrestres tiene también un gran interés personal para mí. Durante la guerra mi padre pisó una mina terrestre y sufrió la amputación de una pierna, por lo que pueden imaginar que en cierto sentido esto marcó toda mi infancia. Por lo tanto, como Ministra de Asuntos Exteriores, me siento muy comprometida con la lucha contra las minas terrestres y creo que constituye una pieza esencial de nuestro trabajo sobre la seguridad humana. Como hemos oído, las minas terrestres siguen siendo una amenaza en demasiados países.

Cinco después de la entrada en vigor del Tratado de prohibición de las minas y tras el excelente resultado de la Conferencia de Revisión de Nairobi del pasado año, la comunidad internacional, con la Unión Europea a la cabeza, ha hecho grandes avances para conseguir un mundo sin minas. Hasta la fecha, 144 países han ratificado el Tratado de prohibición de las minas.

Pese a que obtenido un gran éxito, todavía queda mucho por hacer y no puede existir seguridad a largo plazo sin seguridad humana. Por lo tanto, el respaldo a las medidas internacionales con respecto a las minas sigue siendo una de las principales prioridades políticas de la Unión Europea.

Nuestros esfuerzos por combatir las minas terrestres constituyen una parte integrante de nuestra política exterior de desarrollo y humanitaria. En respuesta al plan de acción de Nairobi, la Comisión Europea adoptó a finales del año pasado la Segunda Estrategia de acción contra las minas 2005-200. Su objetivo global es conseguir que haya cero víctimas. Lo que deseamos es un mundo en el que nadie sufra lesiones o muera a consecuencia de las minas. No se trata de un remoto sueño político. Se trata de una meta alcanzable. Para hacerla realidad, la Comisión está reforzando más la ayuda internacional en la acción contra las minas, alentando firmemente a los Estados a que ratifiquen el Tratado de prohibición de las minas y ayudándoles a aplicarlo.

A este respecto, me complace anunciar que, tras la reciente ratificación del Tratado de prohibición de las minas por parte del Parlamento ucraniano, la Comisión y el Gobierno de este país acaban de acordar los detalles de un importante proyecto para la destrucción de las minas terrestres almacenadas. Hemos explicado a nuestros socios ucranianos que necesitaban ratificar el Tratado de prohibición de las minas antes de que pudiésemos darles fondos. Este es un alentador ejemplo de una cooperación concreta que promueve la adherencia universal al Tratado.

Nuestra estrategia está respaldada por un presupuesto de 140 millones de euros, un 10 % más que la estrategia 2002-2004. Este dinero se gasta adecuadamente, no solo en la identificación, la retirada y la destrucción de las minas, sino en aliviar el sufrimiento de las víctimas, en la reintegración socioeconómica y en la mejora de la capacidad local y regional. Por dar una cifra concreta, en Afganistán gastamos aproximadamente 40 millones de euros entre 2001 y 2006 para hacer que el país fuese seguro para la población civil.

Quisiera destacar que desde la firma del Tratado de prohibición de las minas, el respaldo financiero general de la Comunidad y los Estados miembros alcanzó una cifra récord de más de mil millones de euros, prácticamente la mitad del presupuesto global para las minas terrestres. Esto demuestra que también en este caso la Unión Europea es un actor global que puede marcar la diferencia además de que el Parlamento Europeo y la Comisión, conjuntamente con el Consejo, son un fuerte equipo en asuntos exteriores. Celebro y respaldo en gran medida todas sus iniciativas y quisiera darles las gracias por ponerlas sobre la mesa.

Para terminar, quisiera decir que en la actualidad nos enfrentamos a un tiempo malo, pero esto no es un motivo para volvernos introspectivos. Debemos mantenernos firmes en la consecución de nuestro objetivo final de política exterior, que es una Europa segura en un mundo mejor y más seguro.

(Aplausos)

 
  
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  Geoffrey Van Orden, en nombre del Grupo del PPE-DE. (EN) Señor Presidente, quisiera dar las gracias a la señora Ferrero-Waldner por sus comentarios y su compromiso. Quisiera dar especialmente la bienvenida al Ministro de Estado británico para Europa, el señor Douglas Alexander. Nos complace tenerle aquí.

Llevo 10 años implicado en las acciones contra el azote de las minas antipersonas. Es lamentable que tengamos que seguir planteando esta cuestión. Como ha dicho el señor Ministro, muchas de las regiones más pobres del mundo siguen estando afectadas por estas armas. Se calcula que todavía hay unas 15 000 víctimas de minas al año y que millones de estas continúan todavía almacenadas. El hecho es que las fuerzas armadas de los países afectados no están lo suficientemente implicadas en la eliminación de las minas. Gran parte del trabajo se deja a las organizaciones no gubernamentales y a la comunidad internacional y existe el peligro de que la campaña política que respalda la acción contra las minas tome otras direcciones en lugar de concentrarse en lo que verdaderamente importa: hacer seguras aquellas zonas en las que la sospecha de la presencia de minas constituye un impedimento para la vida normal y el desarrollo económico, además de la asistencia a las víctimas.

Es especialmente importante que el problema de las minas terrestres se solucione por todos los medios para 2010, en un plazo de cinco años, y que no se convierta en uno de esos problemas que nunca desaparece. Esto requiere un compromiso acelerado de voluntad política y de recursos por parte de la comunidad internacional y los países afectados.

Debemos felicitar a la Comisión por la cantidad, la calidad y la continuidad de su contribución, pero debe dar una mayor prioridad a este problema y necesitamos garantizar el compromiso multianual de fondos adecuados, además de garantizar que el dinero se gasta adecuadamente.

También es importante que nos mantengamos muy centrados, teniendo en cuenta los requisitos de nuestras propias fuerzas armadas responsables y profesionales. Algunos parecen olvidar que no son las democracias occidentales las que plantean el problema. En su mayoría, son parte de la solución. Me refiero a nuestros Gobiernos –al británico y a otros Gobiernos europeos, y también al de los Estados Unidos, que se encuentra entre los principales contribuidores a las acciones contra las minas.

El Grupo del PPE-DE presenta su propia resolución y no puede respaldar la resolución de los restantes grupos políticos, que destaca la ampliación de la campaña para incluir las minas antitanques y otras categorías de munición.

Esta semana la atención se centra en África en la Cumbre del G8 de Gleneagles, así como aquí en las instituciones Europeas. Recordemos que muchos países africanos se encuentran entre los más afectados por las minas terrestres y que su presencia constituye un importante obstáculo para el rápido desarrollo que debe producirse en todo el continente si el pueblo africano quiere escapar de la pobreza. Renovemos nuestro compromiso para superar el terrible impacto de las minas antipersonas.

 
  
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  Ana Maria Gomes, en nombre del Grupo del PSE. – (PT) Yo también estoy conmovida por las intervenciones del Presidente en ejercicio del Consejo y de la Comisaria, quien se ha referido a un incidente que debió de producirse en la II Guerra Mundial. No obstante, las estadísticas muestran que 20 000 personas al año son víctimas de minas o de munición abandonada, de las cuales entre 8 000 y 10 000 son niños que mueren o quedan mutilados, normalmente por minas antipersonas. Estas armas inmorales siguen teniendo un impacto económico, medioambiental y humanitario sobre la población, y por lo tanto representan una amenaza intolerable para la seguridad de comunidades enteras.

La Convención de Ottawa representa un paso adelante en la lucha contra esta lacra, pero aún queda mucho por hacer, como oímos en boca de Jody Williams y del embajador Wolfang Petritsch durante la jornada informativa organizada en el Parlamento el 16 de junio. Aparte de las obligaciones internacionales a las que se encuentran sujetos los Estados Parte, la comunidad internacional tiene el deber de eliminar de una vez por todas no solo las minas antipersonas, sino cualquier mina o dispositivo que pueda matar o mutilar de manera indiscriminada. Aquellos países que, como el mío, hayan colocado minas en otros países durante guerras de naturaleza colonialista, o de cualquier otro tipo, tienen en este momento una responsabilidad especial en la retirada de esas minas y en el apoyo a la rehabilitación de las víctimas y su integración en la sociedad.

Europa, en particular, debe continuar desempeñando un papel líder en este campo y debe extender dicho papel a otros aspectos relacionados con el desarme. La producción, el comercio y el uso de minas antivehículos, municiones en racimo y armas ligeras constituyen retos que deben abordarse sin más demora. De no ser así, habremos perdido el impulso. Los Estados miembros y los miembros de la Comisión deben crear un frente unido y hablar con una sola voz. También deben hablar de manera más contundente y eficaz para promover la universalización de la Convención de Ottawa en todos los foros internacionales y en las relaciones con terceros países, enfatizando la necesidad de que se que ratifique y aplique. Con este fin, los países de la UE que aún tienen que firmar o ratificar la Convención deben hacerlo sin demora, y unirse de este modo a los 144 países que consideran este y otros aspectos del desarme mundial como elementos clave en la estabilidad duradera de nuestro planeta y de la seguridad de todos.

Como concluyó la Conferencia de Revisión de Nairobi, la prioridad es trabajar hacia un mundo libre de minas. Se lo debemos a los miles de comunidades cuyo desarrollo se ha visto mermado por estas y otras armas que matan y mutilan al azar. Se lo debemos en nombre de los derechos humanos, de la seguridad humana, de la paz, y en nombre de los mismos valores en los que se basa la UE y que se reflejan en la resolución que hemos presentado.

 
  
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  Jelko Kacin en nombre del Grupo ALDE. (SL) Aunque un gran número de países ha prohibido el uso, el almacenamiento, la fabricación y la distribución de minas antipersonas y se han comprometido a eliminarlas ratificando la Convención, este y otros tipos de minas terrestres siguen existiendo. Ayer mismo, un vehículo militar esloveno se encontró con una mina en Afganistán. Estas minas se encuentran en el campo y alrededor de zonas habitadas, amenazando la vida humana y el ganado, causando la muerte e infligiendo daños físicos y psicológicos, con graves consecuencias sociales, entre otras, a largo plazo. El mundo aún no se ha deshecho de esta amenaza, que es la más inhumana de las armas que contaminan nuestro planeta.

Comprendo la situación y las circunstancias históricas de los tres Estados miembros de la Unión Europea que aún no han ratificado la Convención, pero este es el momento de que se produzcan cambios. Se deberían utilizar otros medios para prevenir el peligro de conflictos militares en Europa.

Hay más víctimas de minas de lo que podamos pensar, o de las que somos conscientes. Las víctimas no son solo civiles inocentes, principalmente agricultores y sus descendientes, los cuales, si llegan a sobrevivir, se ven psicológica y físicamente dañados y marcados para el resto de sus vidas. Sus padres, sus familiares, sus vecinos y sus amigos son víctimas también. Es más que justo que en nuestra resolución también hablemos de dinero para la rehabilitación y la reintegración de las víctimas. Incorporar a estas personas de nuevo en la sociedad es un proceso a largo plazo y extremadamente delicado, si queremos garantizar una auténtica y total rehabilitación.

Sin embargo, cualquier proceso de retirada de minas es mucho más valioso que el abordar las consecuencias de una explosión o rehabilitar a las víctimas. También en el Sureste de Europa, a menos de mil kilómetros de Estrasburgo, se siguen registrando nuevas víctimas de minas, por lo que debemos continuar el proceso de retirada de minas hasta que se haya eliminado hasta la última mina de Europa. Si no lo hacemos con mayor rapidez, tendremos que afrontar el que se produzcan nuevas víctimas y no podremos actuar de manera convincente ni con éxito en otros continentes. Hay que solucionar este problema primero en nuestra propia casa.

Solo un mundo sin minas permitirá el retorno de los refugiados y la regeneración de la agricultura, que constituye un factor económico crucial, especialmente en países arrasados por la guerra.

 
  
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  Caroline Lucas, en nombre del Grupo Verts/ALE. Señor Presidente, hace tan solo una semanas en Nepal un autobús pisó una mina antitanque que había sido colocada en la carretera por los rebeldes. Más de 60 civiles fallecieron. Este incidente –uno de miles que se producen– destaca el terrible daño que pueden ocasionar las modernas minas antitanques.

La prohibición de minas antipersonas establecida por el Tratado de Ottawa fue un importante primer paso. Sin embargo, para que el mundo esté verdaderamente libre de minas, es esencial que vayamos más allá y demandemos una prohibición completa que englobe todos los tipos de minas, incluidas las minas antitanques y las bombas de fragmentación. Lamento que el Grupo del PPE-DE no pueda unirse a nosotros en este sentido. El terrible incidente de Nepal ilustra la urgente necesidad de permitir a las organizaciones no gubernamentales especializadas que impliquen a los agentes no estatales además de limpiar de minas las zonas que están bajo su control.

No debemos olvidar el papel que desempeñan las instituciones financieras. Celebro enormemente la iniciativa adoptada por los bancos belgas privados para detener la inversión en empresas implicadas en la producción de minas terrestres. La UE y los Estados miembros deberían trabajar duramente para hacer que este buen ejemplo de responsabilidad social corporativa sea legalmente vinculante en Europa. Espero que retransmitamos un sólido mensaje mañana mediante la adopción de esta excelente resolución y hagamos avanzar una campaña esencial para eliminar finalmente el azote de las minas, que ha matado y lesionado a tantas personas.

 
  
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  Douglas Alexander, Presidente en ejercicio del Consejo. (EN) Señor Presidente, celebrar este importante debate ha sido muy acertado. Valoro la animada y profunda discusión que hemos tenido en el escaso tiempo con el que hemos contado hoy. De hecho, hemos escuchado el conmovedor testimonio personal de la señora Comisaria y observado su compromiso con esta cuestión y con esta agenda.

Como hemos oído, existe un acuerdo prácticamente universal sobre la necesidad de afrontar los terribles problemas ocasionados por las minas antipersonas. También existe el reconocimiento de que la gente de nuestras circunscripciones de todo el continente no esperan menos de nosotros. Permítanme responder a algunas de las principales cuestiones planteadas durante el debate.

Para empezar quisiera rendir homenaje al mucho tiempo que ha dedicado el señor Van Orden a trabajar en esta cuestión. Este habló con verdadero conocimiento y cierto sentido de urgencia, dada la magnitud del reto al que nos enfrentamos. Quisiera unirme a él para felicitar a la Comisión por su trabajo y rendir homenaje al trabajo que ha realizado sobre esta cuestión y reconocer, como ha dicho, el especial reto al que se enfrenta África respecto a la eliminación de las minas. Todos nosotros, con una sincera consideración por el estado de este continente, reconocemos que hacer una importante contribución a la eliminación de las minas puede conducir a que se consigan los Objetivos de Desarrollo del Milenio allí.

La señora Gomes ha hablado concretamente de los riesgos para los niños que plantean las minas, al tiempo que ha reconocido el importante paso adelante que representa la Convención. Estoy de acuerdo con las principales observaciones que hizo, relativas a que Europa debe desempeñar un papel principal en este sentido. De hecho la Unión Europa ha estado al frente de la lucha contra las minas antipersonas. Puedo asegurarle que seguiremos haciéndolo. Conforme a la estrategia para 2005-2007, nuestro objetivo es la ambiciosa meta de conseguir que haya cero víctimas y que nadie más muera o sufra lesiones a consecuencia de las minas terrestres. Esta estrategia es una meta común que comparten los 25 Estados miembros.

El señor Kacin ha hablado de la actual amenaza que plantean las minas terrestres con referencia al reciente incidente que tuvo lugar en Afganistán. Sobre la cuestión de universalizar la Convención, en el marco del plan de acción acordado por la Primera conferencia de revisión de la Convención de Ottawa celebrada el pasado diciembre, la Unión Europea está comprometida con la promoción de la universalización del Tratado y la comunidad internacional está haciendo avances: actualmente 152 países han firmado la Convención y 144 la han ratificado, con lo que el Tratado de Ottawa es ahora la norma internacional, aunque esto no significa que debamos relajar nuestros esfuerzos por universalizarlo.

La señora Lucas ha rendido homenaje, a mi juicio con razón, a la importante labor de los agentes no estatales en relación con el constante trabajo de universalización del Tratado y de seguir abogando por que se tomen medidas adicionales. Hemos tenido la oportunidad y de hecho creo que ahora tenemos la responsabilidad de marcar una verdadera diferencia en las vidas de millones de personas de todo el mundo al tomar medidas sobre las minas. Se trata de una oportunidad para ayudarles a liberarse de la sombra del temor que proyectan las minas antipersonas sobre sus vidas cotidianas y tenemos la responsabilidad de conseguir ese objetivo y proporcionar resultados reales que ayudarán a proporcionar prosperidad y seguridad a las generaciones futuras, no solo en este continente, sino en todos los continentes del mundo.

Quisiera dar las gracias por las contribuciones al debate que he escuchado esta tarde. Me ha alentado especialmente el compromiso de la Comisión. Puedo garantizarles que la Presidencia del Reino Unido seguirá adoptando medidas sobre este importante tema.

(Aplausos)

 
  
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  El Presidente.   He recibido cinco propuestas de resolución para finalizar el debate, presentadas de conformidad con el apartado 2 del artículo 103 del Reglamento.

El debate queda cerrado.

La votación tendrá lugar el 7 de julio de 2005.

(La sesión, suspendida a las 17.50, se reanuda a las 18.00 horas)

 
  
  

PRESIDENCIA DE LA SRA. KAUFMANN
Vicepresidenta

 
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