El Presidente. Señoras y señores diputados, en efecto, debemos hoy dar nuestra más cordial bienvenida a los observadores de Bulgaria y Rumanía, que ya se sientan en nuestro Parlamento.
Su presencia nos recuerda que en mayo del año pasado la quinta ampliación de la Unión Europea quedó inconclusa a la espera de que Rumanía y Bulgaria concluyesen ese proceso de adhesión.
También es bueno recordar que nuestro Parlamento dio su dictamen conforme al Tratado de Adhesión de estos países, que está siendo ratificado por los Estados miembros, y creo que hoy podemos decir que todos esperamos que la fecha de adhesión sea, efectivamente, la prevista, el 1 de enero de 2007. Estoy seguro de que nadie ahorrará esfuerzos, que todos haremos lo que esté en nuestras manos, también Rumanía y Bulgaria, para conseguir que sea una realidad.
Hoy quiero decir a nuestros nuevos colegas que esperamos con interés sus contribuciones a nuestros debates, y les deseamos el mayor éxito en su trabajo parlamentario.
Pero, señoras y señores diputados, la llegada de nuestros colegas búlgaros y rumanos se produce en un momento especialmente difícil para la Unión Europea. En lo cotidiano, las Instituciones funcionan normalmente, nada ocurre de anormal en la vida normal de la Unión; pero el proyecto de Europa sufre una crisis de identidad que no nos deberíamos ocultar.
Para algunas voces que hemos escuchado estos últimos días, la Unión Europea podría prescindir de una visión de su futuro, y bastaría con que la Unión mejore el funcionamiento de sus mercados y se siga ampliando. Para algunos, esto sería suficiente. Sin embargo, en mi opinión, el problema es más profundo. El problema tiene que ver con el sentido político del proyecto europeo y con su dimensión geográfica. Hoy, ambos aspectos, el sentido político y la dimensión geográfica, se encuentran en un impasse y el Parlamento Europeo debe contribuir poderosamente a salir de él. Nuestra Institución debe contribuir poderosamente a salir de esta situación.
Señoras y señores diputados, hace poco más de un año les expuse las prioridades de nuestro trabajo parlamentario. Pero, créanme, difícilmente podíamos haber imaginado entonces, en septiembre del año pasado, cuál sería nuestra actual circunstancia. Difícilmente podríamos haber imaginado la situación en la que hoy nos encontramos. Por ello creo que conviene revisar qué ha ocurrido en este año y replantear nuestros objetivos para el año parlamentario que ahora empieza.
En efecto, permítanme que nos preguntemos colectivamente qué hemos conseguido de lo que nos propusimos hace un año y cómo abordar el año parlamentario que ahora empieza en esta fase crítica de la construcción europea.
También hace un año acogíamos a nuevos colegas. Hace un año acogíamos a los colegas de 10 Estados miembros nuevos y entonces nos preguntábamos, en la alegría de la reunificación, si íbamos a ser capaces de trabajar juntos, de juntar culturas parlamentarias tan diferentes; si íbamos a ser capaces de superar el reto, único en el mundo, de trabajar en veinte lenguas diferentes, que no son suficientes todavía para reflejar la diversidad lingüística de la Unión. Creo que un año después, un año intenso desde todo punto de vista, podemos decir que este reto ha sido superado y que el Parlamento de la Unión ampliada funciona satisfactoriamente. Quiero agradecerles a todos su contribución a este éxito.
También hace un año les anunciaba mi determinación de concluir el asunto complejo y sensible del Estatuto de los diputados. Recordarán que todo el mundo coincidió en que esta era una prioridad, y fui muy animado a intentar encontrarle una solución. Pues bien, hoy podemos decir: misión cumplida.
Gracias a la contribución inestimable de la Presidencia luxemburguesa, el Consejo expresó en julio su conformidad con el texto aprobado por el Parlamento, que firmaré el próximo miércoles. Se trata de un acuerdo muy importante para nuestra Institución, cuya ausencia había emponzoñado durante mucho tiempo nuestra imagen pública.
Ahora quiero señalarles que, desde el punto de vista de nuestras normas de funcionamiento, tenemos que fijarnos dos objetivos: la reglamentación relativa a los asistentes parlamentarios y la reforma del Reglamento financiero para que la Unión pueda gestionar sus recursos de forma más eficaz. Hay un amplio consenso al respecto. Sin perjuicio de una buena gestión, la Unión necesita una norma financiera que le permita funcionar más eficazmente.
Ya tenemos un proyecto que la Comisión nos ha remitido. Y les propongo que nos fijemos como objetivo que este nuevo Reglamento financiero entre en vigor junto con el presupuesto del año 2007.
También hace un año se perfilaba la investidura de la nueva Comisión y entonces, lo recordarán, atravesamos un periodo de turbulencias. Pero hoy creo que podemos decir que el Parlamento Europeo ha ganado en madurez, en legitimidad, en credibilidad y en visibilidad ante la opinión pública. Y también que nuestra colaboración con la Comisión está asentada sobre bases firmes.
Después de esa investidura agitada, negociamos un Acuerdo marco entre el Parlamento y la Comisión. Un Acuerdo que nos permite avanzar sustancialmente en materia de información y de control democrático. También me felicito por ello. Y en su aplicación, la Conferencia de Presidentes recibirá dentro de dos días al señor Barroso para conocer directamente los planteamientos que la Comisión ha anunciado para este curso.
También hace un año el trágico final de los rehenes de Beslán ensombreció nuestra sesión plenaria. Entonces insistí en la necesidad de impulsar el espacio europeo de seguridad y de justicia, fomentando activamente una estrategia antiterrorista. Pero un año después la barbarie terrorista sigue activa. Londres ha sido la última víctima en territorio europeo, pero Iraq lo es todos los días.
Hoy la amenaza terrorista es mayor y no desaparecerá de inmediato. Pondrá a prueba la capacidad de la sociedad europea para hacerle frente desde el respeto a nuestros valores democráticos. Por ello, el equilibrio entre libertad y seguridad formará parte permanente de nuestro debate. Lo fue ya en la pasada sesión plenaria, cuando escuchamos al Ministro Clarke, y lo seguirá siendo en el futuro.
Por otra parte, todos somos conscientes de que el terrorismo borra la distinción entre asuntos internos y política externa y que hoy, nos guste o no, aparece directamente relacionado con los problemas de la inmigración. Por ello, debemos combatir el terrorismo junto con nuestros vecinos y socios del mundo islámico, especialmente del Mediterráneo y de Oriente Próximo.
Señoras y señores diputados, permítanme que me detenga aquí un momento para decirles que una de las grandes cuestiones del futuro de la Unión Europea es su relación con el mundo musulmán. Quizá la más importante. Les propongo que utilicemos la Asamblea Parlamentaria Euromediterránea, que ahora preside el Parlamento Europeo, para desarrollar positivamente esta relación, evitando que la amenaza terrorista y las tensiones generadas por la inmigración deriven en una islamofobia que sería el mayor éxito de los terroristas.
También hace un año les hablaba de dos cuestiones que entonces eran fundamentales y que hoy son todavía más importantes. Me refiero, ustedes lo saben, al Tratado Constitucional y a las perspectivas financieras. En ambos casos el Parlamento ha hecho lo que nos propusimos hacer.
En lo que respecta al Tratado Constitucional, fuimos la sede de un gran debate que terminó con un apoyo mayoritario al Tratado. Trece países lo han ratificado, pero los «noes» de Francia y Holanda han inducido, como saben, al Consejo a establecer un período de reflexión al que luego me referiré.
En materia de perspectivas financieras hemos sido capaces de elaborar una propuesta ambiciosa y razonable a través de una comisión ad hoc que permitió la coordinación de todos los puntos de vista involucrados. De esta manera nuestro Parlamento tiene una posición propia con la que poder analizar las que hagan las demás instituciones. Nosotros sabemos lo que queremos y lo hemos dicho. Con respecto a nuestra posición, deberemos valorar las de la Comisión, que también conocemos, y las del Consejo, que estamos esperando. Porque, ciertamente, el Consejo no fue capaz de llegar a un acuerdo. Y mucho me temo que ello no se debió a los problemas de la Constitución, sino a una preocupante carencia de espíritu comunitario y a una creciente devaluación de la idea de solidaridad europea.
Señoras y señores diputados, hasta aquí hemos llegado siguiendo este camino. ¿Qué más y cómo debemos hacer a partir de ahora?
En mi opinión, lo más urgente, lo más importante, por lo menos lo más urgente, son las perspectivas financieras. Y es bueno recordar que un acuerdo en el Consejo es una condición necesaria, pero no suficiente, para que la Unión disponga de este marco financiero plurianual.
Se lo he dicho a los miembros del Consejo en varias ocasiones: de nada serviría un acuerdo entre ustedes si este no puede ser asumido por el Parlamento, porque se trata de un acuerdo interinstitucional del que somos parte las tres Instituciones.
Desde aquí insto al Consejo a hacer sus deberes y a llegar a un acuerdo durante la Presidencia británica, porque después será demasiado tarde, o mucho más complicado.
La Presidencia británica, en el brillante discurso con el que inició su mandato, parecía tener ideas para conseguir un acuerdo sobre una mejor estructura del gasto comunitario. El Parlamento Europeo recuerda que es urgente convertir en realidad esas ideas.
Mientras tanto nosotros debemos continuar trabajando en los programas legislativos. Ya sé que elaborar esos programas sin conocer los recursos asignados a cada programa de gasto complica nuestro trabajo, pero no lo hace imposible. Debo comunicarles que la Comisión y el Consejo me han pedido, insistentemente, que sigamos trabajando en esos programas legislativos, porque son imprescindibles para ejecutar el presupuesto de 2007. En los próximos días la Conferencia de Presidentes deberá decidir cómo hacerlo y pedir a las comisiones competentes que actúen de forma coordinada de acuerdo con sus directrices.
Señoras y señores diputados –permítanme una cierta solemnidad, aprovechando la presencia del Viceprimer Ministro británico a quien agradezco la dedicación al Parlamento– la Unión necesita las perspectivas financieras para el periodo 2007-2013. Pero necesita todavía más, es imprescindible para la Unión, un presupuesto que pueda ser ejecutado a partir del 1 de enero de 2007. No tenerlo sería dramático.
Por ello, desde ahora, es preciso prever la posibilidad de que tengamos que empezar a elaborar el presupuesto anual de 2007 antes de que haya un acuerdo sobre las perspectivas financieras. Esa posibilidad existe. Y desde ahora quiero asegurar que el Parlamento asumirá sus responsabilidades, según prevén los Tratados, para garantizar que la Unión, con o sin perspectivas financieras, tenga un presupuesto ejecutable para 2007.
Sería una situación novedosa, pero llegado el caso deberíamos afrontarla con normalidad democrática. Y luego está la otra gran cuestión de fondo: el futuro de la Unión y su relación con el Tratado Constitucional.
Como ustedes saben, el Consejo ha acordado un periodo de reflexión hasta la primavera que viene; digo bien, periodo de reflexión. No se trata de una pausa, palabra que verán que no aparece para nada en las conclusiones del Consejo. Estuvo, pero no está en las conclusiones finales. Y de hecho, otros países han seguido con sus procesos de ratificación, después de ese Consejo, incluido, por referéndum, Luxemburgo.
Pero es evidente que, mientras reflexionamos, durante algún tiempo vamos a seguir trabajando con lo que tenemos: el Tratado de Niza. No hay ninguna crisis de funcionamiento cotidiano. No hay ningún vacío legal. Es una obviedad decirlo. Pero en política enunciar obviedades a veces tiene sentido. No es un simple recuerdo inútil y, cuando se recuerda esta obviedad, hay que decir a continuación que los problemas de futuro para los que el Tratado Constitucional proponía una solución subsisten. Los problemas subsisten.
Y la solución a los problemas institucionales de la Unión no es una mera cuestión de decorado. Hacen falta instituciones adecuadamente diseñadas para permitir trabajar eficazmente.
Todo el mundo ve ahora que no existía, ni existe, ningún plan B, alternativo al Tratado Constitucional. No hay plan B, pero entre todos hemos acuñado el plan D: «D» de democracia y debate. Y, precisamente, democracia y debate es lo que define la esencia de un Parlamento.
Por ello, este Parlamento en el que tuvo lugar el último gran debate democrático sobre la Unión con las intervenciones de los señores Juncker y Blair, este Parlamento que vivió ese gran momento de la democracia parlamentaria tiene que continuar en esa línea y, por qué no, invitar a los Jefes de Estado y de Gobierno de los países en los que los resultados de los referéndums fueron especialmente significativos para continuar ese debate tan brillantemente iniciado.
Por otra parte, la Comisión de Asuntos Constitucionales trabaja en la elaboración de un informe sobre este periodo de reflexión y en su momento nos presentará propuestas.
Señorías, recordarán que hace un año consideraba que las ratificaciones iban a ser un momento decisivo para hablar de Europa a los europeos. La gran ocasión para hablar de Europa a los europeos, decía, y la verdad es que nunca pensé que fuera a ser tanto la ocasión de hablar de Europa a los europeos.
Tras lo ocurrido, debemos fomentar en toda Europa una gran conversación entre europeos, descentralizada, por supuesto, en colaboración con los Parlamentos nacionales, por supuesto, pero también con todas las expresiones de la sociedad civil. Tenemos el tiempo necesario. Hagámoslo, quizá con menos pasión que durante las campañas de los referéndums, pero con más y mejor información.
Acabo de recibir una carta del Presidente Barroso, y he mantenido reuniones de trabajo con la Vicepresidenta aquí presente, en la que nos propone trabajar juntos en este ámbito. Y, por supuesto, lo vamos a hacer, tanto con la Comisión como con el Consejo, porque todos estamos convencidos de que la Europa que vamos a construir no será ni tecnocrática ni burocrática y por ello el Parlamento tiene que desarrollar toda su razón de ser.
Ahora permítanme que vuelva a nuestra tarea legislativa. Creo que nuestro balance es positivo. Pero hemos de poner más en relieve el valor añadido que tiene Europa para los europeos y tendremos ocasión de hacerlo cuando debatamos la Directiva REACH –la clase de directiva, por cierto, que la Comisión anuncia que nunca más volverá a enviar– la Directiva sobre servicios, sobre el tiempo de trabajo, seguridad aérea, tráfico ferroviario.
Y también los asuntos de seguridad y de justicia. Y también Turquía, porque hace un año nos propusimos pronunciarnos sobre Turquía. Lo hicimos.
Nuestra postura tuvo un impacto político cierto. Y este miércoles volveremos a estudiar el estado de la situación en la víspera de la apertura de negociaciones. Estamos, sin duda, ante un momento histórico, y el Parlamento deberá pronunciarse sobre el Protocolo al Acuerdo de Asociación UE-Turquía que ha suscitado los problemas que todos conocemos y en cuya solución trabaja la Presidencia británica.
Señoría, este Parlamento es imprescindible para definir el equilibrio entre libertad y seguridad en la lucha antiterrorista. Si Europa tiene que tener una política antiterrorista que defina de nuevo la relación entre libertad y seguridad, este Parlamento tiene que estar plenamente presente.
Así lo preveía el Tratado Constitucional, con importantes avances en cuanto al papel de nuestro Parlamento en este ámbito. Pero, sin Tratado Constitucional, es positivo que en el último Consejo informal de Ministros del Interior, el Consejo y la Comisión hayan estado de acuerdo en dar plena participación al Parlamento en la definición de este equilibrio. Si así fuera, y espero que así sea, creo que sería una excelente muestra de colaboración entre las tres Instituciones y la mejor manera de definir una política antiterrorista plenamente asumida por la sociedad europea.
Para acabar, permítanme hacer una referencia a la cuestión de la calidad y la pertinencia de la legislación europea. Qué legislación producimos, qué calidad tiene, sobre qué temas trata, es pertinente, está bien hecha; el better regulation es un asunto de moda. No es un asunto nuevo, cada Comisión anuncia su voluntad de simplificar el acquis communautaire. Creo que es la tercera vez, por lo menos, que las comisiones anuncian que así va a ser.
Pero está la actualidad, y el Presidente de la Comisión ha anunciado recientemente su intención de retirar varias decenas de propuestas legislativas. Desde el punto de vista formal, he recordado a la Comisión su obligación, según nuestro Acuerdo marco, de informar al Parlamento antes de retirar dichas propuestas y de hacerlo sin que esta obligación de informar sea un mero trámite y quede vacía de contenido. No sabemos todavía qué textos son, seguro que el Presidente Barroso nos informará de ello, pero debo advertir desde ahora que según cual sea el estado de avance de su tramitación en el Consejo y en el Parlamento, su retirada podría plantear problemas jurídicos que el Parlamento desea resolver positivamente. Eso sobre la forma.
Sobre el fondo, es cierto que a veces la Unión Europea trata muchas cuestiones con mucho detalle. Pero además de procurar no legislar con excesivo detalle, también sería bueno preguntarse si en el edificio europeo no faltan algunas vigas maestras para garantizar la solidez del conjunto. Sin duda, son necesarias medidas para simplificar la legislación, evaluar su impacto y analizar cómo se transponen los textos. Por ejemplo, me informan de que hay hoy 56 directivas que regulan el etiquetado de los productos. Si fuera cierto que hay 56 directivas que regulan el etiquetado de los productos en Europa, sería necesario consolidar este cuerpo legislativo.
Desde esta perspectiva, la Presidencia británica ha convocado una Cumbre extraordinaria para finales de octubre, en la que tendré el honor de representar a nuestra Institución, cuya participación ha ido creciendo, y creo que ello debe satisfacernos.
Todavía no conocemos el orden del día de esa Cumbre, pero es seguro que la cuestión del famoso modelo social europeo será uno de los asuntos principales a debate. Ese modelo social, que para algunos no existe y para otros es pluriforme, es un objeto prioritario de nuestro debate. Porque no es otro que el debate relativo a la respuesta de la sociedad europea a la globalización económica. Algo trascendental para el futuro de nuestra sociedad.
Para ello serán muy importantes los trabajos de nuestras comisiones y también el debate que celebraremos en el Pleno en presencia del Primer Ministro británico, que vendrá aquí a debatir con el Parlamento en vísperas de esa Cumbre.
Por otra parte, debo decirles que a lo largo de todos mis viajes de este año he constatado que la política exterior de la Unión ha dejado de ser el ámbito exclusivo de los Gobiernos; que en todos mis desplazamientos a terceros países constato que la diplomacia parlamentaria gana en madurez y en responsabilidad, en particular, gracias a la excelente cooperación con el Consejo y la Comisión. Y también debo decirles que en todas partes me expresan la necesidad de Europa y con frecuencia se lamentan de que su presencia sea insuficiente. Quizá los no europeos sienten más la necesidad de Europa que nosotros mismos.
Señoras y señores diputados, analizando la democracia que nacía en América, una democracia como la que ahora pretendemos construir, supranacional, Tocqueville decía que las naciones, al igual que los hombres, solo llegan a un destino más grande a través del diálogo y del debate político. Quiero invitarles a hacer vivir este espíritu en el debate sobre el futuro de Europa, en nuestros Estados respectivos y en las Instituciones europeas.
(Aplausos)
Hans-Gert Poettering, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (DE) Señor Presidente, Señorías, quisiera empezar dando una afectuosa bienvenida, en nombre de nuestro Grupo, a nuestros amigos de Bulgaria y Rumanía y asegurarles que esperamos con agrado poder iniciar lo que va a ser un proceso de aprendizaje mutuo. Quienes ya formamos parte de esta Cámara tendremos mucho que aprender de Bulgaria y Rumanía en lo que respecta al desarrollo de los acontecimientos en esos frentes, mientras que ellos, en su calidad de nuevos observadores, tendrán mucho que aprender sobre nuestra manera de trabajar. Una actitud comprensiva por ambas partes nos permitirá alcanzar éxitos que todos podamos compartir.
Señor Presidente, usted ha hablado de una crisis de identidad y, por mi parte, acojo con satisfacción la oportunidad de pasar revista a la situación actual que nos brinda su intervención. También se ha referido a la Constitución. Por mi parte, tengo el profundo convencimiento de que la única respuesta posible frente a esta crisis de identidad en la que nos encontramos inmersos en Europa es que consigamos expresar los valores que nos unen –incluso por encima de las divisiones políticas– en forma de normas constitucionales europeas. Por esto no debemos dejar aparcada nuestra Constitución –y ahora pienso sobre todo en su segunda parte, donde se describen dichos valores–, sino que esta debe mantenerse en el programa de trabajo, pues lo cierto es que necesitamos esos valores y de ellos depende nuestro futuro común. Por esto no debemos permitir que la respuesta negativa de Francia y los Países Bajos se convierta en la última palabra. Por supuesto, habrá que establecer un calendario adecuado y decidir con prudencia el momento propicio para avanzar, un aspecto que tendremos que considerar conjuntamente con la Comisión. Ninguno de nosotros debe permitir que cunda la impresión de que la Constitución de algún modo ya no figura en el programa de trabajo; ahora mismo también estamos reflexionando sobre la manera de plasmar de forma tangible esta Constitución y sus elementos fundamentales.
Pienso que también sería una buena idea –y creo que el Presidente comparte esta línea de pensamiento– invitar de vez en cuando a los Jefes de Gobierno a esta Cámara, independientemente de cuál sea el país que ocupe la Presidencia, a fin de entablar con ellos un debate sobre el futuro de Europa.
Evidentemente, nos inquieta que una parte numerosa de la población considere esta Europa nuestra como algo muy distante. Señora Vicepresidenta Wallström, no cabe duda de que en parte se trata de una cuestión de relaciones públicas, que por consiguiente forma parte de sus responsabilidades, pero el quid de la cuestión es en el fondo la labor legislativa que desarrollamos, por lo que en nombre de nuestro Grupo quiero manifestar que el planteamiento de la Comisión –cuando recomienda que se legisle menos– en principio es acertado. Sin embargo, lo que hagamos debe ser bueno; debemos «legislar mejor». La Comisión aborda estas cuestiones desde el punto de vista correcto, pero le ruego que no soslaye los procedimientos convenidos en el Acuerdo interinstitucional, pues ese camino no lleva a ninguna parte. Si bien podemos aceptar el fondo de lo que desea conseguir, le recomiendo encarecidamente que se atenga a los procedimientos de consulta del Parlamento Europeo antes de adoptar resoluciones formales. Si desea adoptar ya una decisión este próximo martes, para ello no basta con que el Comisario Verheugen –y se me escapa por qué ha de ser él– informe hoy de forma oficiosa a los Grupos; al contrario, se requiere un diálogo institucional constructivo entre la Comisión y el Parlamento Europeo.
Uno de los aspectos más importantes que habrá que considerar es, sin duda, el de la competitividad de Europa. Estamos de acuerdo con el señor Barroso en que el debate sobre la Constitución no debe distraernos de este tema, que es esencial, junto con el de cómo vamos a construir una Europa social. También es necesario que entablemos un diálogo más estrecho con los Parlamentos nacionales, pues sería una tragedia para la Unión Europea que entre ellos y nosotros surgiera una división. Si deseamos conducir la Unión Europea hacia un futuro luminoso, tenemos que encontrar la forma de hacerlo conjuntamente.
Quisiera referirme igualmente –y con esto terminaré, entre otras cosas porque veo que acaba de llegar el Viceprimer Ministro, en su calidad de Presidente en funciones del Consejo– al tema de cómo debemos proceder en el ámbito de la información y de la lucha contra el terrorismo. Hemos tenido noticia de que algunos Gobiernos desean abordar esta cuestión exclusivamente mediante la adopción de resoluciones marco, lo que equivaldría a una exclusión del Parlamento Europeo. El Ministro del Interior británico, el señor Clarke, ha manifestado que la Presidencia británica del Consejo está dispuesta a aceptar la participación de esta Asamblea si logramos presentar un texto definitivo en un plazo razonable. En nombre de mi Grupo, puedo decirle que eso es lo que pretendemos, ya que es necesario luchar contra el terrorismo. Se lo puedo asegurar. Sin embargo, también queremos que el Parlamento participe, para así poder contar con un marco legislativo adecuado y que no lo establezcan solo los Gobiernos nacionales por su cuenta. Por esto espero que el Consejo, la Comisión y esta Asamblea mantengamos una buena colaboración, pues si no lo hacemos, la Unión Europea se encontrará en dificultades aún mayores. Estamos colaborando en aras del futuro de la Unión Europea y esa es una obligación que compartimos.
(Aplausos)
Martin Schulz, en nombre del Grupo del PSE. – (DE) Señor Presidente, quiero darle las gracias por lo que acaba de decir sobre la orientación general de nuestros trabajos durante el próximo año. Doy una cordial bienvenida a nuestros amigos de Rumanía y Bulgaria, cualquiera que sea su filiación política, en particular a quienes pertenecen a mi propio Grupo, pero también a aquellos que defienden ideas distintas, con la esperanza de que mantengamos una buena colaboración en esta Cámara por el bien de la Unión Europea. A la vez les pido que trabajen y debatan con empeño en esta Cámara, pues la Unión Europea también lo necesita.
La democracia europea se desarrolla en este Parlamento, así que permítanme que enlace con lo que acaba de decir mi buen amigo el señor Poettering. Estoy completamente de acuerdo en que no podemos aceptar la forma en que hace circular la información la Comisión, anunciando, a través del Comisario Verheugen, al Frankfurter Allgemeine Zeitung las cuestiones que se propone retirar, tras lo cual, un día después, el señor Barroso comunica a la prensa internacional lo que él se propone retirar, sin que el Parlamento haya sido informado oficialmente hasta la fecha, a pesar de que la Comisión está obligada a hacerlo en virtud del Acuerdo interinstitucional.
El Parlamento sin duda tiene derecho a saber qué está ocurriendo en los pasillos secretos del poder dentro de este edificio. Habría habido ocasión de comunicar esta información el jueves pasado, en la Conferencia de Presidentes, donde el señor Barroso podría haberlo hecho. Evidentemente, había sido invitado, pero comunicó que no podría asistir. Luego tuve noticia de que el motivo era que el señor Poettering tampoco asistiría. Bueno, me dije, si el señor Poettering no está, no habrá nada que hacer. Y esta mañana, al leer los periódicos, me he enterado de dónde estaba el señor Barroso el jueves pasado, el día en que su ausencia era inevitable. El Presidente del Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y de los Demócratas Europeos puede indignarse de que no se nos haya informado, pero esto se podría haber hecho el jueves pasado, de no ser porque el señor Poettering y el Presidente Barroso habían acudido a una reunión organizada por los laboratorios de ideas del Partido Popular Europeo en Lisboa. Uno no debe quejarse de la Comisión cuando uno mismo se encarga de que no se respeten las citas destinadas a informarnos.
No dirijo estas observaciones al señor Poettering, pues eso no es tarea suya. Le compadezco un poco, pero no siento lo mismo por el Presidente de la Comisión. Señora Comisaria Wallström, puede decirle al señor Barroso de mi parte que no estoy dispuesto a aceptar que el Presidente de la Comisión informe a la prensa internacional de sus intenciones, pero no al Parlamento Europeo. ¡Esto es inaceptable!
Tampoco me parece aceptable que el Presidente de la Comisión declare en una rueda de prensa convocada con motivo de su regreso de vacaciones –y debieron ser unas vacaciones muy largas, pues hacía mucho que no tenía ninguna noticia de él– que no tiene sentido centrarse en la Constitución, que de todos modos tiene un largo período por delante, y que ha llegado el momento de centrarnos en otras cosas, ¡y esto en boca de una persona cuya tarea es luchar por esa misma Constitución!
Me pregunto cuál es la actitud del Presidente de la Comisión con respecto a los países que han ratificado la Constitución o a los que están en vías de hacerlo. ¿Qué cabe esperar que piensen ante semejante Presidente de la Comisión?
No tengo nada que objetar contra el fondo de dicho argumento y no cabe duda de que debemos legislar mejor y retirar las normas que resulten superfluas. Estoy plenamente de acuerdo con ello, pero permítame que deje bien claro, señor Presidente, que el programa de trabajo que usted acaba de anunciar para el año próximo no puede pasar de la misma forma que los precedentes. Todo gira en torno a la cooperación entre las instituciones europeas, en particular entre la Comisión y el Parlamento, pero a la vista de ello, por mi parte espero de la Comisión que llegue a un compromiso con el Parlamento y lo erija en foro de debate sobre el futuro de Europa, en lugar de optar por una conferencia de prensa o una de sus sesiones informativas en Bruselas.
Es la única forma de que lleguemos a alcanzar algún acuerdo, en particular sobre las perspectivas financieras. Permítame que le recuerde que, entre las cifras del Parlamento –es decir, nuestras propuestas– y las que no se adoptaron en la Cumbre, me refiero al compromiso del 1,07 % que se presentó allí, media una brecha de varios miles de millones, pero entre las exigencias que plantea la Comisión con respecto a las perspectivas financieras y lo que en realidad desea el Consejo media un enorme abismo que duplica de nuevo esa cifra. Cualquier Presidente de la Comisión que deseara aplicar su ambicioso programa tendría que haber montado un escándalo tras el fracaso del acuerdo sobre las perspectivas financieras y haberlo denunciado como el camino hacia la ruina de la Unión Europea.
Lo que critico, señor Presidente, es la ausencia excesivamente prolongada de la Comisión del debate sobre las perspectivas financieras y sobre la Constitución. Al tiempo que apoyamos sinceramente sus propuestas, esperamos igualmente que la Comisión –y en particular su Presidente– regrese pronto al terreno de juego.
(Aplausos)
Graham Watson, en nombre del Grupo ALDE. – (EN) Señor Presidente, en nombre de mi Grupo quisiera dar la bienvenida al Presidente en ejercicio del Consejo, el señor Prescott, que a todas luces prefiere disfrutar de la compañía de antiguos colegas a asistir a la comilona de su partido en Brighton.
Yo también doy la bienvenida a nuestros nuevos amigos de Rumanía y Bulgaria. Lamento que se hayan unido a nosotros en unos tiempos no muy felices. Europa está de capa caída: su Constitución ha sufrido un revés, su presupuesto está paralizado, su economía está estancada. Busca una nueva brisa para levantar velas.
Antes, los Parlamentos esperaban que fuera la Comisión quien tomara la iniciativa: como guardiana de los Tratados, como motor de integración e impulsora de ideas. Este Parlamento debe desafiar a los Estados miembros. ¿Está Alemania dispuesta a aplicar reformas? ¿Se enfrentará Italia a su déficit? ¿Apoyará Tony Blair sus bonitas palabras con una plena participación británica en los proyectos europeos? ¿Y mostrarán París y La Haya que son capaces de liderar a sus ciudadanos? Ahora, más que nunca, el Parlamento y la Comisión deben trabajar juntos para rescatar el proyecto europeo, para unir a la Unión.
Hace cinco años, en Lisboa, los Estados miembros acordaron una agenda. Hace cinco meses, en Bruselas, la Comisión estableció una nueva estrategia de fomento del empleo y el crecimiento. ¿Cuántas semanas hemos de esperar hasta que haya consenso en el Consejo y, cuando lo logremos, hasta reunir la valentía suficiente para llevarlo a la práctica?
Hemos leído algo acerca de una purga del arsenal legislativo, que sin duda ya hace tiempo que tendría que haberse producido. Pero permítanme unas palabras sobre el proceso: hacer cumplir mejor la legislación, es incumbe a la Comisión y al Tribunal; menos leyes nuevas y más enfocadas, esto también es competencia de la Comisión. Sin embargo, las decisiones sobre la abolición de directivas y la mejora de las que son deficientes implican un proceso que requiere la participación del Parlamento, por lo que esperamos poder intervenir en la retirada o la reescritura de las leyes.
(Aplausos)
Señora Comisaria Wallström, nuestra participación es su responsabilidad. Nuestra aprobación es su legitimidad.
Me temo que no vaya a estar usted de acuerdo con el presupuesto bajo la Presidencia británica. Pero aproveche su gira pública por Europa junto con el señor Barroso para conseguir el acuerdo de las capitales nacionales sobre la financiación de las necesidades de la Unión. Necesitamos más campeones como Airbus. No los tendremos con un tope del 1 %. Debemos invertir en la mejora de las cualificaciones, asegurar la formación permanente, fomentar la investigación y el desarrollo; no habrá forma de conseguirlo con un 1 %. Señora Comisaria Wallström, emprenda ahora la gira que tendría que haber llevado a cabo en junio. Marque la pauta o los Estados miembros lo harán por usted.
La Constitución Europea lleva las bonitas firmas de Presidentes y Primeros Ministros. Sin embargo, algunos de nuestros ciudadanos se negaron a ratificarla. Posiblemente, la receta no sea del todo correcta. Posiblemente, la gente sospecha que se firmó de mala fe. De lo que no hay duda es que sus firmantes muestran muy poco respeto por las instituciones que han creado. De momento se encuentra congelada. De forma que sí, señor Barroso, permítanos enderezar las políticas, lo que probablemente significa colocarlas en el centro.
No obstante, por lo que a la Constitución respecta, no se dé prisa por llevar a cabo los ritos funerarios. Parafraseando a Mark Twain, puede que los rumores sobre su muerte sean exagerados. Aprovechemos este periodo de reflexión para convocar a Chirac y a Balkenende a esta Cámara para que nos explican qué piensan hacer; celebremos audiencias con aquellos que todavía no han ratificado la Constitución; confrontemos a los Estados miembros con sus responsabilidades. Mostremos juntos que nuestra Unión satisface las necesidades de sus ciudadanos: reforzando la seguridad sin amenazar la libertad; sentando las bases para la creación de más empleos sin minar la solidaridad; aumentando el valor añadido europeo sin reducir la identidad. Si este es nuestro programa, en algún momento a partir de ahora nuestras instituciones y planes institucionales volverán a contar con el apoyo de nuestros ciudadanos y la entrega que se merecen.
(Aplausos)
Daniel Marc Cohn-Bendit, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (FR) Señor Presidente, Señorías de Rumanía y Bulgaria, todo el mundo les ha saludado calurosamente, nuestro Grupo les saluda calurosamente y, como ven, llegan en el momento justo. De hecho, su situación es peculiar. Este Parlamento está visiblemente furioso, al menos si creemos a los presidentes de Grupo que se han expresado en contra de la Comisión, contra tal o cual persona.
Señor Borrell, ha dicho usted que cuando el señor Blair habló aquí fue un gran momento para la democracia. ¿Qué pasó? Habló, se marchó y desde entonces la Presidencia no ha dicho nada. «Ellos» ya no existen en absoluto, no se sabe qué hacen: no es un gran momento para la democracia.
(Dirigiéndose al señor Watson, que le pregunta: «¿Y la Presidencia francesa?»)
No hablamos de la Presidencia francesa, de momento tenemos una Presidencia británica. Existe una Presidencia británica que debe presidir las actividades y que no lo hace. Tenemos derecho, como Parlamento que somos, a señalar que no hace nada. Es lo mínimo que puede hacer un Parlamento. Punto y aparte.
Quisiera decir ahora algo muy simple. Si el señor Barroso piensa esto o aquello de la Constitución, que venga a decirlo al Parlamento. Lo discutiremos con él, le echaremos la bronca. Que venga a hablar de la Constitución al Parlamento. Si el señor Barroso considera que hay leyes que retirar, ¡que venga a decirlo! Y, a este respecto, señor Poettering, no puede decir que, en cuanto al contenido, está de acuerdo con el señor Barroso: no sabemos lo que quiere el señor Barroso. Puede decir que, en la forma, está de acuerdo, pero, en cuando al fondo, personalmente, no sé qué quiere hacer la Comisión.
Con respecto a «legislar mejor», pongamos el ejemplo de la señora Reding, que quiere hacer una televisión en Europa, una televisión a la Berlusconi, con publicidad por todas partes. ¿Es eso «legislar mejor»? No, es «legislar peor», y no lo queremos. Conocemos su contenido. Que la señora Reding venga a proponer su nueva directiva sobre la televisión, y verán que lo que quiere la Comisión jamás obtendrá una mayoría en este Parlamento.
Por tanto, las cosas son muy sencillas. La Comisión presenta propuestas y formula ideas. Se va de vacaciones, se plantea algunas cuestiones serias, vuelve y formula ideas. Que venga al Parlamento a proponer sus ideas. Cuando se tiene una directiva, se vota: se acepta o no se acepta. Cuando se quiere retirar una directiva, se vota la propuesta: se acepta o no se acepta.
Tomamos las cosas de una por una y, ya se trate de mejorar la normativa, o de una normativa neoliberal, una normativa socialista o ninguna normativa en absoluto, lo que importa es el contenido.
Estoy harto de esas personas que no paran de proponer cosas en el espacio europeo sin saber a quién dirigirse. Queremos una Comisión que proponga leyes europeas. Queremos un Parlamento. Queremos un Consejo que se ocupe de sus asuntos: cuando hay una Presidencia, que presida las actividades sin dedicarse a otras distracciones. Si al señor Blair le gusta jugar al cricket y tomar té, es libre de hacerlo, pero como Presidente tiene otras cosas que hacer. Debe hacer propuestas para que Europa avance y, por el momento, Europa no avanza, y ello se debe a esta Presidencia.
(Aplausos)
Francis Wurtz, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (FR) Señor Presidente, señor Prescott, señora Wallström, junto con mi Grupo se sumo con mucho gusto a todos los mensajes de bienvenida que se han dirigido a los observadores de Rumanía y Bulgaria. Pero si no queremos que nuestras palabras se queden en votos piadosos, debemos tener el valor de asumir todas las consecuencias de nuestras decisiones. En efecto, la perspectiva ya próxima de la entrada de esos dos países en la Unión Europea, que mi Grupo siempre ha apoyado plenamente, no hace sino más urgente y decisivo un auténtico cambio de rumbo de la política europea en materia económica, monetaria, presupuestaria, fiscal y comercial. Con 15 Estados miembros era necesaria, con 25 o 27 Estados miembros resulta esencial.
Señor Presidente, ha hablado usted de crisis de identidad. Creo que tiene razón. Para superarla, las decisiones políticas deben primar sobre las necesidades del mercado, porque si en nombre de la competencia internacional nos contentamos con adaptarnos a la mundialización tal como es hoy, simplemente dejará de haber lugar para las cuestiones sociales o para la solidaridad. Con el desempleo masivo, el aumento rápido de la precariedad laboral, la pobreza a gran escala y las escandalosas desigualdades que conocemos, sería políticamente irresponsable y socialmente explosivo quedarse con las ideas fijas en la libre competencia, la restricción del gasto público, el dumping social y fiscal y, como guinda, la tacañería presupuestaria. Nosotros, como representantes elegidos de nuestros conciudadanos, tenemos el deber de testimoniar el profundo malestar que, de un modo u otro, se expresa de una punta a otra de Europa. ¿Qué puede hacer el Parlamento en los próximos meses para enviar a los europeos las señales positivas que esperan? Avanzaré tres propuestas.
En primer lugar, se nos juzgará por cómo votemos sobre toda una serie de proyectos de directiva. Esta semana, sobre el proyecto encaminado a liberalizar totalmente el transporte ferroviario. En las próximas semanas, la profundamente simbólica directiva Bolkestein, que el señor Barroso se ha cuidado mucho de echar al cesto con las demás. Después vendrán los textos sobre los transportes regionales, los servicios portuarios y el tiempo de trabajo, sin olvidar el dictamen que deberemos emitir sobre las negociaciones de la OMC y, en particular, sobre el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios. Si queremos responder a las expectativas, sería inteligente que adoptáramos, en cada uno de esos casos, una actitud claramente antiliberal y muy exigente con respecto a los servicios públicos,.
En segundo lugar, deberíamos tomar algunas iniciativas políticas importantes sobre grandes temas de civilización. Un solo ejemplo: la guerra y la paz. Para expresar nuestro rechazo a la guerra y, con más razón, la implicación de países europeos en semejante aventura, invitemos al Parlamento a la señora Cindy Sheehan, la madre de un soldado estadounidense muerto en Iraq cuyo grito de dolor, de verdad y de humanidad conmueve a la opinión pública a un lado y otro del Atlántico.
En tercer lugar, por último, e indisociablemente de los dos primeros temas, contribuyamos a conceder a nuestros conciudadanos su libertad de expresión. Organicemos debates con todos los medios, pero auténticos debates, sin censura, en los veintisiete Estados miembros de la Unión ampliada, sobre qué debería cambiar en la Unión para insuflar nueva vida al sueño europeo.
Nigel Farage, en nombre del Grupo IND/DEM. – (EN) Señor Presidente, doy la bienvenida a nuestros amigos de Rumanía y Bulgaria. Serán recibidos con los brazos abiertos por este imperio europeo expansionista.
Les diría lo siguiente: aunque no sean ustedes diputados electos, serán tratados como miembros de pleno derecho de la elite política europea. Tendrán derecho a generosísimas dietas, contarán con un servicio de coger y asistirán a una serie interminable de desayunos, almuerzos, cenas y cócteles. Después de todo esto, y con unos cuantos kilos de más, el plan es que regresen a sus países de origen y cuenten a la gente que todo va bien con este club en el que han aceptado ingresar.
Como dijo Marx –me refiero a Groucho Marx, no a Karl Marx–, «yo no entraría en ningún club que tuviera socios como yo». Por lo que se refiere a la UE, se trata de un consejo muy acertado, porque este es un club cuyas cuentas no han sido aprobadas con respecto a los últimos diez años. Se trata de un club, como ya han escuchado antes en boca de los líderes de los Grupos, que trata a los votantes de Francia y los Países Bajos con absoluto desprecio, puesto que intenta imponer las disposiciones de una Constitución que debería estar muerta. Es un club que les quitará hasta sus derechos de autogobierno y, tristemente, está empezando a parecerse cada vez más al sistema político del que acaban ustedes de deshacerse. Oirán abucheos de aquellos que viven de esta Unión Europea y que ganan aquí mucho más de lo que nunca llegarían a merecer en el sector privado.
Ustedes están aquí como observadores, así que echen un vistazo alrededor. ¿Qué estamos haciendo hoy aquí? Menudo sinsentido que nos estemos gastando 200 millones de euros al año del dinero de los contribuyentes en la excursión mensual a Estrasburgo. Fíjense mañana, así como el miércoles y el jueves, en el sistema absolutamente ridículo de votación que tenemos aquí, y se darán cuenta de que, por mucho que el señor Barroso hablara la semana pasada de desregulación, menos legislación y de sesenta actos legislativos que pretenden retirar, en el corto periodo de tiempo transcurrido desde el 1 de julio, cuando los británicos asumieron la Presidencia del Consejo, se han aprobado unos 2 000 instrumentos legislativos.
Les ruego que se fijen y de vuelta a su país cuenten la verdad a la gente. Todos los diez Estados miembros que se adhirieron el año pasado celebraron referendos en sus países. Tengo entendido que no hay intención de celebrar referendos en Rumanía ni en Bulgaria. ¿Es que sus ciudadanos no se merecen por lo menos la oportunidad de votar en un referendo y celebrar un debate? ¿No sería un enorme error histórico apremiar a sus ciudadanos a ingresar en esta Unión Europea fracasada sin contarles antes la verdad? A los británicos se les mintió hace treinta años acerca de este club europeo. Sus ciudadanos se merecen algo mejor.
(Aplausos por parte del Grupo IND/DEM)
Brian Crowley, en nombre del Grupo UEN. – (EN) Señor Presidente, quisiera dar las gracias al Viceprimer Ministro Prescott y a la Comisaria Wallström por su presencia hoy aquí. También quiero dar las gracias al señor Cohn-Bendit por dedicarme, como siempre, tanta atención.
Lo que hemos visto hoy aquí es la capacidad de una institución como la nuestra de levantar la voz con grave preocupación y mostrarse incapaz de aportar solución alguna. Porque, al fin y al cabo, si realmente queremos dar respuesta a lo que ocurre en la Unión Europea hoy, primero debemos reconocer que, por mucha crisis que podamos percibir, la gente ahí fuera no lo ve como una crisis. Para el 90 % de la población, la Unión Europea no refleja una imagen positiva que sea importante para ellos. Es vista como un ente intervencionista, excesivamente oneroso, superior a todo lo demás y, además, indiferente ante las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos.
Es importante ser realistas cuando consideramos el número de cuestiones que nuestra organización puede abordar con arreglo a sus normas. Hoy he oído hablar aquí del error del Presidente Barroso al mencionar que la Comisión iba a retirar cierto número de directivas, o que se iba a reducir el número de directivas en vigor. El Presidente de nuestro Parlamento ha dicho hoy aquí que existen 56 directivas distintas relacionadas con la venta y la producción de bienes y servicios. Existen 16 directivas distintas relacionadas con la compra, la comercialización y la presentación de fertilizantes destinados a la venta. No hay duda de que todas ellas pueden refundirse en una única directiva. Quizás haya una diferencia lingüística y de interpretación y, lo que el Presidente de la Comisión quiso decir es consolidación, o codificación, como ocurre en todos los Gobiernos.
No existe razón alguna por la que cualquier institución no deba autoexaminarse con todo rigor para determinar cuáles son las cuestiones más importantes a las que debe enfrentarse y cómo mejorar la legislación y hacer que sea más relevante para los ciudadanos.
Los desafíos a que nos enfrentamos hoy no se refieren a un futuro lejano, ni tampoco a las ideologías fracasadas del pasado. Los desafíos a los que hoy nos enfrentamos consisten en garantizar que podamos crear una estructura adecuada para Europa en el siglo XXI. La financiación es una cuestión esencial y hay que llegar a un acuerdo sobre las perspectivas financieras. Los Estados miembros deben efectuar una aportación al presupuesto central para garantizar que podamos ayudar a los países que más lo necesitan, y para garantizar que podamos seguir impulsando a Europa como un centro dinámico, innovador y creativo.
También debemos intentar asegurar que, de esta forma, no vayamos a tirar al bebé junto con el agua del baño. Ha habido quien, en el pasado reciente, han tratado de vincular la Política Agrícola Común a las perspectivas financieras. Eso ha sido un error, y se espera que ahora se abandone esa posición. Asimismo es importante que nosotros, en este Parlamento, consideremos nuestra función con responsabilidad y que, cuando no nos guste o estemos en desacuerdo con la legislación, no aplacemos la decisión, tal y como hicimos con la Directiva de las invenciones implementadas en ordenador, como estamos intentando hacer con la Directiva sobre servicios, y como hemos hecho con muchas otras directivas propuestas en el pasado. Nuestra tarea como legisladores es legislar. Ello requiere decisiones difíciles, lo que significa que habrá diferencias entre nosotros en esta Cámara. Esas diferencias no son de carácter personal, sino que surgen a raíz de lo que consideramos la mejor visión para el futuro.
Finalmente, cuando hablamos de un espacio de libertad, seguridad y justicia, es la justicia lo que debería primar por encima de estos objetivos e ideales porque, a menos que podamos garantizar a la gente que sus derechos y libertades individuales estén protegidos, habremos fracasado en nuestro primer deber como legisladores, a saber, garantizar que las leyes que aprobamos no solo protejan el bien común, sino que además no vayan en detrimento de la minoría.
Jean-Marie Le Pen (NI). – (FR) Señor Presidente, Señorías, también yo quisiera saludar a los nuevos colegas rumanos y búlgaros. Ellos devolverán, espero, a la lengua y la cultura francesas un poco del lustre que ha perdido aquí con las sucesivas ampliaciones, en particular con la adhesión de los países del norte de Europa y de Europa Central y Oriental. No olvido notables excepciones, como nuestro difunto colega el polaco Filip Adwent.
Doy la bienvenida, en particular, a nuestros cinco colegas y amigos del Partido de la gran Rumanía, Romania Mare, y a nuestro colega búlgaro del partido Attack. Llegan como observadores al Parlamento Europeo en un momento en que, el próximo 3 de octubre, Turquía va a iniciar las negociaciones de adhesión, cuando esta ha sido una de las causas del rechazo de la Constitución, y sin haber reconocido a la república de Chipre, e incluso, sin querer hacerlo. Pienso que, con un 10 % de su población de origen turco, Bulgaria es especialmente sensible a este acontecimiento capital.
Que nuestros colegas sepan que pueden contar con nuestro apoyo en el Parlamento Europeo para defender la Europa de las patrias frente a la mundialización destructora y la oleada de migrantes. Observo con interés el golpe de gracia que el señor Barroso, Presidente de la Comisión Europea, acaba de dar a la difunta Constitución europea. Como demócrata racional, ha aprendido las lecciones de los referendos francés y neerlandés para enterrar ese texto liberticida. Por una vez, el Derecho se aproxima a la moral. La opinión de los pueblos prevalece sobre la de los tecnócratas, a pesar de las presiones de todo tipo ejercidas por las grandes conciencias profesionales.
Por lo que respecta a las perspectivas financieras 2007-2013, la batalla franco-británica sobre el cheque y el presupuesto de la PAC puede durar, salvo que se aumente el presupuesto comunitario por encima del 1 % del PIB para satisfacer las necesidades de los PECO. En este asunto denunciaremos cualquier repliegue o paso atrás del señor Chirac y del Gobierno francés con respecto a la PAC. Los británicos, como fieles aliados de los norteamericanos, solo tienen dos objetivos durante su Presidencia semestral: encarrilar la adhesión de Turquía y asegurar que se apruebe la famosa directiva «Bolkestein» sobre los servicios. Nos opondremos a ambos.
El señor Chirac se ha dirigido a la Comisión Europea, de modo desvergonzado, para pedirle que intervenga en el asunto Hewlett Packard, con sus 1 240 despidos forzosos. Se ha humillado públicamente y Francia con él. En efecto, la Comisión no tiene que intervenir en la gestión interna de las empresas. Lo normal es que la defensa de los intereses económicos y sociales franceses se decida en París y no en Bruselas y Ginebra.
Solo las elecciones presidenciales francesas de 2007, que llegan tras el acontecimiento fatal del 29 de mayo de 2005, marcarán una auténtica ruptura con el eurointernacionalismo y el espíritu de renuncia. Una ruptura que esperan todos los europeos sinceros. Será el retorno de las ideas nacionales y del patriotismo económico al servicio del pueblo. Teniendo el temible privilegio de la anterioridad, creo poder ser su portavoz más convincente en esta materia en Francia y en Europa.
Margot Wallström, Vicepresidenta de la Comisión. (EN) Señor Presidente, permítame comenzar sumándome al Presidente Borrell y a otros que han dado la bienvenida a nuestros amigos de Bulgaria y Rumanía como observadores. Este será un paso muy importante respecto a la colaboración en los preparativos finales para la adhesión. La Comisión continuará apoyando activamente sus esfuerzos y esperamos trabajar con ustedes. Permítanme añadir también que he seguido los informes sobre las inundaciones y sus efectos en sus países durante el verano. Espero que sean conscientes de la solidaridad que sentimos y sepan que daremos respuesta a cualquier petición de ayuda que puedan formular.
Deseo hacer dos comentarios; en primer lugar sobre la Constitución, porque es importante que todo el mundo aprecie el papel de la Comisión en este asunto. Desde el principio, la Comisión no solo apoyó la Constitución, sino que también participó activamente en el trabajo de la Convención. Sobre este tema se discutió cada semana en la Comisión. La Constitución sigue contando con nuestro apoyo. Todos estamos de acuerdo en que posiblemente no se trate de un documento perfecto, pero lo apoyamos y hemos participado activamente en su elaboración.
Tras los resultados negativos de los referendos en Francia y los Países Bajos, todos sabemos que es improbable que la Constitución vaya a ser ratificada por todos los Estados miembros en un futuro inmediato. Ello no significa que no vayamos a seguir elaborando activamente la agenda política con el fin de alcanzar resultados concretos para los ciudadanos de Europa. La Comisión continuará garantizando que nos centremos en nuestras prioridades políticas y que avancemos efectivamente. También debemos aprovechar este periodo de reflexión para entablar un diálogo con los ciudadanos. Esta es la única forma de garantizar que podamos obtener su pleno apoyo para una nueva Constitución. Queremos llegar a un entendimiento común con los Estados miembros sobre el camino a seguir, con la ayuda del Parlamento Europeo. Por esta razón, ya incluso antes del verano empezamos a preparar lo que llamamos el «plan D», por debate, diálogo y democracia. En nuestro seminario de la semana pasada debatimos una serie de ideas muy concretas sobre cómo podríamos entablar ese tipo de diálogo con los Estados miembros. Debe tratarse de una agenda muy amplia, con el objetivo de continuar el diálogo más allá de la presente legislatura del Parlamento y la Comisión. No se trata únicamente de una operación de rescate de la Constitución, sino que también debe ser una nueva forma de compromiso con los ciudadanos. El Presidente Barroso y yo presentaremos nuestras ideas preliminares sobre este plan D el miércoles ante la Conferencia de Presidentes. También se está preparando una comunicación para el Consejo y el Parlamento, y espero que a finales de esta semana esté lista una versión formal para que sus Señorías tengan oportunidad de opinar sobre ella.
La semana pasada, el Presidente Barroso envió una carta al Presidente Borrell en la que le proponía que concibiéramos iniciativas en que la Comisión y el Parlamento puedan cooperar, además de proponer que nuestros respectivos servicios se reúnan los antes posible para discutir dichas iniciativas.
La mejor forma de superar la crisis actual consiste en convencer a los europeos de la importancia de Europa. Por lo tanto, nuestra preocupación primordial es cumplir nuestras prioridades políticas. Nuestros objetivos de prosperidad, solidaridad y seguridad todavía son válidos e incluso más relevantes que nunca. Están en sintonía con lo que desean los ciudadanos de Europa al preguntarles en las encuestas del Eurobarómetro: más y mejores puestos de trabajo, preservar la cohesión social y territorial, gestionar los recursos de nuestro planeta de forma sostenible y reforzar la seguridad en Europa y el mundo en su conjunto.
En segundo lugar, sobre el tema de «legislar mejor», ante todo quiero agradecer al Parlamento su cooperación en la suscripción de un nuevo acuerdo marco. Dado que se trata de mi responsabilidad, tendré especial cuidado en asegurarme de que nos atengamos al acuerdo marco. Por esta razón he estudiado los acontecimientos que dieron lugar a las críticas y al descontento de algunos diputados acerca de la cuestión de mejorar la legislación.
Esta cuestión ha estado sobre el tapete en nuestras instituciones durante mucho tiempo. Desde 2003 hemos estado trabajando juntos para mejorar el proceso legislativo. El año pasado se firmó un acuerdo interinstitucional con el objetivo de simplificar y mejorar la normativa comunitaria.
Esta Comisión se comprometió de nuevo firmemente a mejorar la legislación al inicio de su mandato, y dicha mejora en todos los niveles también se ha convertido en un puntal central de la revisada Estrategia de Lisboa. Mi colega, el señor Verheugen, ha mantenido informada a esta Cámara con regularidad sobre el planteamiento de la Comisión y, echando un vistazo al calendario, observo que por lo menos en diez ocasiones, incluidas las audiencias preliminares, la Cámara ha sido informada acerca del programa para la mejora de la legislación, además de la información general facilitada en entrevistas y otras ocasiones.
Se trata de un planteamiento basado en tres pilares que incluye: la revisión de la legislación pendiente, con vistas a la retirada de propuestas que no cumplan los criterios, el ejercicio de simplificación y la mejora de los métodos para preparar nuevas propuestas legislativas, incluidas las evaluaciones de impacto.
Mañana la Comisión discutirá y aprobará los resultados del ejercicio de revisión y presentará la lista de propuestas legislativas que considera que deberían retirarse. Es la primera vez que la Junta de Comisarios ha tenido la oportunidad de decidir sobre ello. Ha sido un ejercicio minucioso y extenso, y proponemos eliminar aproximadamente un tercio de las 183 propuestas pendientes. Esto se hará con respeto absoluto por las disposiciones pertinentes del Acuerdo marco revisado. De conformidad con el artículo 12 del acuerdo marco, el Comisario Verheugen presentará nuestra propuesta al Parlamento antes de que se haga pública; se presentará aquí mañana en su totalidad, inmediatamente después de que la Comisión la haya discutido.
Con referencia al artículo 32 del acuerdo marco, nuestra propuesta, que en estos momentos es una decisión política, se considera una notificación previa a las demás instituciones y, en consonancia con la práctica común, el acto jurídico de retirada tendrá lugar dentro de tres meses. Este ejercicio ha sido anunciado desde hace tiempo, y la Comisión ha estado abierta para discutir tanto de métodos como de objetivos. No creemos que pueda considerarse que ninguna de las declaraciones comunicadas a la prensa por los Comisarios a título individual o por el Presidente vaya a debilitar la prerrogativa de la Comisión de actuar colegiadamente o los compromisos contraídos ante las demás instituciones. Si lo desean, puedo proporcionarles la lista entera, donde se detallan todas las ocasiones en las que se presentaron a esta Cámara estas propuestas en distintos foros, ya fuera en las comisiones o en forma de decisiones.
Acepto que siempre existe espacio para mejorar la comunicación y la confianza entre nuestras dos instituciones. Quisiera reiterar mi compromiso personal de mantener el alto grado de prioridad de este objetivo para la Comisión. No dejaré escapar ninguna oportunidad para recordar a mis colegas que las propuestas deben presentarse en primer lugar en esta Cámara.
(Aplausos)
El Presidente. Muchas gracias, señora Vicepresidenta de la Comisión.
Ha solicitado la palabra la señora Berès. Por favor, indique el artículo del Reglamento al que se acoge.
Pervenche Berès (PSE). – (FR) Señor Presidente, quisiera intervenir con respecto al orden del día simplemente para llamar su atención sobre nuestro método de trabajo. Lamento que un texto legislativo de una importancia absolutamente esencial para la financiación de nuestra economía –que es un texto, repito, de naturaleza legislativa–, esté inscrito para hoy en el orden del día a partir de las 19.30 horas. Pienso que habría que ponerlo en otro día y en otra hora. Comprendo la importancia de estos momentos de respiro, de debate político, pero creo que también es necesario que el Parlamento trate de forma razonable su labor legislativa.
El Presidente. Gracias por su observación sobre el desarrollo de nuestros trabajos, pero no podemos sino seguir el orden que hemos aprobado.