24. Reforma de las Naciones Unidas y Objetivos del Milenio para el Desarrollo
El Presidente. – De conformidad con el orden del día, se procede al debate de las declaraciones del Consejo y la Comisión sobre la reforma de las Naciones Unidas y los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Douglas Alexander, Presidente en ejercicio del Consejo. (EN) Señor Presidente, hace dos semanas, en la Cumbre Mundial de 2005, nuestros Jefes de Estado y de Gobierno se reunieron para decidir cómo debería resolver la comunidad internacional, a través de las Naciones Unidas, los problemas más apremiantes del mundo: los retos interrelacionados del desarrollo, la seguridad y los derechos humanos.
Las decisiones que tomaron después de dos años de debate y consultas, ahora resumidas en el denominado Documento Final, configuran el programa de trabajo de las Naciones Unidas para los próximos años. Las amenazas que se ciernen sobre la seguridad y la prosperidad a escala mundial han sido descritas de forma franca y exhaustiva por el Grupo de Alto Nivel sobre Amenazas, Desafíos y Cambio, del Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, por el profesor Jeffrey Sachs, director del Proyecto del Milenio de las Naciones Unidas, y por el propio Kofi Annan en su informe «Un concepto más amplio de la libertad». Todos llegaron a la conclusión de que si no tomamos medidas urgentes para abordar la pobreza, la enfermedad, la degradación ambiental y la injusticia social, no estaremos en condiciones de prevenir ni resolver conflictos. No podremos construir la paz, y sin paz y seguridad no se puede conseguir el desarrollo. Tampoco es posible sin respetar los derechos humanos.
Como sus Señorías saben, estos conceptos no son nuevos. En realidad, las Naciones Unidas se crearon hace 60 años para consolidar la paz y la seguridad en todo el mundo. Pero el mundo es muy distinto al cabo de 60 años. Con la tecnología y la comunicación, los países están más cerca unos de otros que nunca hasta ahora. Esto también significa que el impacto de los conflictos y las catástrofes es cada vez más global en su alcance. Por lo tanto, todos tenemos un interés primordial en la lucha por asegurar la paz y crear prosperidad.
Sé que algunas personas se sintieron decepcionadas y frustradas por los resultados de la Cumbre Mundial. Muchas personas creen que los compromisos alcanzados no llegan suficientemente lejos. Llegar a un consenso entre 191 naciones nunca va a ser fácil. Lo sabemos muy bien por nuestra experiencia con 25.
De modo que debería animarnos el hecho de que los compromisos de gran alcance acordados por los líderes del G8 en julio para aumentar la ayuda, reducir la deuda y expandir el comercio se hayan mantenido esencialmente en la cumbre de las Naciones Unidas. El Secretario General, Kofi Annan, dijo que en su conjunto, el documento de la cumbre de la ONU seguía siendo una expresión notable de la unidad del mundo en una amplia gama de cuestiones.
Ahora nuestra tarea es asegurar que los acuerdos se pongan en práctica. Como dijo en Nueva York el Primer Ministro de mi país, Tony Blair, si empezamos a aplicar con urgencia los acuerdos sobre la duplicación de la ayuda, la apertura del comercio y el establecimiento reglas de de libre comercio, la reducción de la deuda, la lucha contra el VIH/sida y la malaria, la prevención de conflictos y el fin del genocidio, tendremos más democracia, menos opresión, más libertad, menos terrorismo, más crecimiento y menos pobreza.
Me siento orgulloso de que la Unión Europea estuviera al frente de los esfuerzos por llegar al consenso sobre todos los temas que se debatieron. Teníamos muchas prioridades para la cumbre en los denominados cuatro sectores: el desarrollo, la paz y la seguridad colectiva, los derechos humanos y el Estado de Derecho y el refuerzo de las Naciones Unidas.
Creo que las conclusiones a que se llegó en la cumbre nos sitúan en el camino correcto hacia la mejora de esos cuatro ámbitos, siempre que se conserve el impulso y siempre que actuemos ahora. El interés y el compromiso mostrados por sus Señorías respecto a las mejoras en estos ámbitos son realmente admirables y quedó demostrado con la pericia de la delegación del Parlamento Europeo que asistió a la cumbre, dirigida por los copresidentes Nirj Deva y Michel Rocard.
La cumbre aseguró unos compromisos firmes y sin ambigüedades tanto por parte de los donantes como de los países en desarrollo sobre lo que se necesita para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Reforzó la asociación entre los países desarrollados y los países en desarrollo establecida en Monterey y consolidó todos los logros de este año hasta la fecha. Amplió el consenso sobre los compromisos establecidos en julio en la cumbre de Gleneagles a 191 países, en especial la necesidad de acelerar el progreso hacia los Objetivos del Milenio en África y de conseguir de nuevo un progreso internacional respecto al cambio climático. También, como se indica claramente en el documento final, se acordó que el desarrollo debe ser sostenible y tener en cuenta su impacto en el medio ambiente.
Bajo la Presidencia del Reino Unido, el Consejo Europeo ha seguido presionando para redoblar la acción internacional con vistas a aumentar la ayuda al desarrollo en la lucha contra la pobreza y la privación. La Unión Europea ya es con mucho el principal donante del mundo: el 80 % de los 5 000 millones de dólares adicionales de ayuda prometidos en la cumbre de los G8 en Gleneagles vendrán de Europa.
También hemos contraído el compromiso histórico de doblar la ayuda a África antes del año 2010. Hemos encabezado los importantes acuerdos alcanzados este año para reducir la deuda y lanzar programas mundiales de inmunización contra las enfermedades y las dolencias en los países más pobres.
Por supuesto, para volver a la cumbre de julio, se ha dicho que no se progresó de forma suficiente en materia de comercio. Pero finalmente será a través de la Ronda para el Desarrollo de Doha que la comunidad internacional podrá y deberá ofrecer ganancias reales a los países pobres aboliendo las subvenciones a la exportación y eliminando los obstáculos al comercio, incluido el apoyo nacional que distorsiona el mercado. Nos esforzaremos tanto como podamos para asegurar que los líderes políticos se centren en la obtención de resultados en la reunión ministerial de la OMC en Hong Kong en diciembre, e incluso que se centren en dichos temas antes de la reunión ministerial de Hong Kong en diciembre.
Como dijo el Primer Ministro de mi país, si fracasamos en diciembre, esto tendrá una gran resonancia a escala mundial. Para avanzar en el desarrollo necesitamos paz y seguridad. Como indica Kofi Annan en su documento «Un concepto más amplio de la libertad»: «Así pues, no tendremos desarrollo sin seguridad, no tendremos seguridad sin desarrollo, y no tendremos ni seguridad ni desarrollo si no se respetan los derechos humanos.»
En la cumbre se acordó crear una nueva comisión para la consolidación de la paz que agrupará a los Estados miembros de las Naciones Unidas, a los organismos de la ONU y a las instituciones financieras internacionales, para llenar el importante vacío existente en la capacidad de la ONU para ayudar a los países que salen de un conflicto a conseguir una transición vital hacia la estabilidad a largo plazo y evitar recaer en la guerra. Como diputados a este Parlamento, sus Señorías saben que la Unión Europea se ha comprometido a cumplir el plazo establecido en la cumbre para crear la comisión antes de que termine este año.
En la cumbre se podrían haber dicho muchas cosas más sobre el terrorismo. La fuerte condena del terrorismo «en todas sus formas y manifestaciones» fue sin duda una declaración política bien acogida. Pero ahora debemos trabajar para cumplir nuestra promesa de concertar una convención amplia sobre el terrorismo antes de septiembre de 2006. Esto significará acordar una definición jurídica del acto terrorista, cosa que todos nuestros Gobiernos están realmente interesados en conseguir. A pesar de que en la cumbre no se consiguió llegar a un acuerdo sobre las medidas para la no proliferación y el desarme, puedo asegurar al Parlamento que seguiremos trabajando para progresar en la agenda sobre estos temas importantes.
Asegurar el respeto por los derechos humanos es un objetivo inherente de la misión de las Naciones Unidas. Por lo tanto, apoyamos plenamente la creación de un nuevo consejo de derechos humanos que deberá sustituir a la difamada Comisión de Derechos Humanos. Debemos llegar urgentemente a un acuerdo sobre sus dimensiones, su mandato y su composición para que pueda empezar a trabajar y asegurar que los derechos humanos sean de nuevo el centro de toda actividad de las Naciones Unidas.
Quizás la decisión de mayor importancia que surgió de la cumbre fue el acuerdo sobre la «responsabilidad de proteger», el compromiso político de que la comunidad internacional tiene la obligación de actuar cuando los Estados no puedan o no quieran proteger a sus poblaciones de las peores atrocidades: genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Es un reconocimiento importante de que en el mundo actual no podemos dejar de actuar cuando poblaciones vulnerables se enfrentan con esas terribles atrocidades.
También debemos trabajar para reforzar la Secretaría de las Naciones Unidas, para que sea un organismo más eficaz y más eficiente. Deberíamos empezar animando a Kofi Annan a utilizar los poderes ejecutivos que ya ostenta para realizar el cambio desde dentro de la organización. Pero nosotros, como Estados miembros, también tenemos la gran responsabilidad de asegurar que las Naciones Unidas se estructuren y equipen de forma que pueda cumplir los objetivos de hoy y mañana. El Consejo Europeo agradeció los compromisos de reformar los principales organismos de las Naciones Unidas, incluyendo la Asamblea General, el Consejo Económico y Social y el Consejo de Seguridad. Para que la ONU sea efectiva debe trabajar colectivamente con todos sus miembros. Esto significa ganarse su apoyo. Por lo tanto, las organizaciones de las Naciones Unidas deben ser representativas, abiertas y eficientes.
Seguiremos trabajando por mejorar la eficacia de la Asamblea General y del Ecosoc en particular. En especial acogemos con satisfacción el mandato dado al Secretario General para que considere una reforma a más largo plazo de las organizaciones de las Naciones Unidas para el desarrollo, la asistencia humanitaria y el medio ambiente, de modo que su trabajo esté mejor gestionado y mejor coordinado.
Para ser eficaz la ONU debe disponer de los recursos que necesita, pero no puede permitirse derrochar dinero en ineficacia y duplicación de esfuerzos. La Unión Europea apoya plenamente el antiguo principio de la disciplina presupuestaria. Por lo tanto, queremos adoptar un presupuesto para el próximo ejercicio que permita al Secretario General y a las Naciones Unidas ofrecer lo que sus miembros piden y esperan, incluso en los nuevos mandatos acordados en la cumbre de Nueva York.
Por supuesto, la clave del éxito de dicha Cumbre de Revisión del Milenio de 2005 y el programa de reformas de la ONU en general es la aplicación. Algunas de las propuestas se explorarán en la Comisión de la Asamblea General, en sesión a partir de ahora y hasta finales de año. Otras se abordarán de forma independiente. La Unión Europea volverá a estar al frente de este proceso. Nosotros, como Estados miembros de las Naciones Unidas, somos responsables de convertir las palabras en hechos.
(Aplausos)
Benita Ferrero-Waldner, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, me llena de orgullo haber podido asistir a la Cumbre del Milenio y a la semana ministerial subsiguiente. Fue la mayor reunión de líderes mundiales que se ha visto jamás y espero que sea el comienzo de una nueva era de cooperación internacional. A pesar de todas las críticas –que yo también hice–, debemos dejar claro que las Naciones Unidas son el cimiento del orden mundial moderno.
Los resultados, como ya ha dicho mi colega, han sido diversos, pero el vaso está medio lleno y no medio vacío. La Unión Europea era muy ambiciosa y se puso al frente, junto con el Presidente, Jean Ping, de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Al final no pudimos conseguir todo lo que queríamos. Esto es normal en las reuniones multilaterales. Se tienen grandes ambiciones pero al final hay que pactar.
Dicho esto, se puede hablar de diversos logros muy importantes y de otros asuntos en los que nos sentimos muy decepcionados. ¿Cuáles fueron los logros? Para la Comisión es digno de destacar que los Objetivos de Desarrollo del Milenio se incluyeran en la Declaración del Milenio. Esto se lo debemos a mi colega el señor Michel. Me complace decir que la Unión Europea ha dado ejemplo fijando el 0,56 % para 2010 y el 0,7 % para 2015. Y se vio que otros colegas, sobre todo de los países en desarrollo, estaban muy satisfechos con ello. Esta reafirmación del reconocimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio como marco galvanizador de los esfuerzos en pro del desarrollo se ha conseguido por primera vez a escala intergubernamental.
El segundo logro importante fue el apoyo al principio de responsabilidad para proteger a las poblaciones de atrocidades. Fue un éxito importante porque redefine el concepto de soberanía como concepto positivo, y sitúa a los seres humanos en el centro de las preocupaciones por la seguridad. Esto debería mejorar la credibilidad de la comunidad internacional, y las Naciones Unidas están dispuestas a actuar frente al genocidio, los crímenes de guerra, la limpieza étnica y los crímenes contra la humanidad. Procedo de un país próximo a los Balcanes y recuerdo la intervención de Kosovo. En cierto modo, dicha intervención fomentó este nuevo desarrollo del Derecho internacional y, por primera vez, esta consagración de los objetivos para el desarrollo.
El tercer logro es la Comisión para la Consolidación de la Paz, que es un resultado concreto importante que debería aportar eficacia y coordinación a la respuesta de la comunidad internacional a las necesidades de los países que deben superar las consecuencias de un conflicto. La Comisión ha trabajado con los mismos factores, desde los esfuerzos humanitarios hasta los esfuerzos por la reconstrucción y la creación de instituciones, hasta el comercio y todas las cuestiones que rodean a la democracia y a los derechos humanos; desde las misiones militares para el mantenimiento de la paz y las misiones de observación electoral. Todo esto estará coordinado a partir de ahora por la Comisión para la Consolidación de la Paz y por lo tanto creemos que la Comisión debe tener su puesto en la mesa.
Hay otros asuntos en los que personalmente me he sentido decepcionada. El primero se refiere al Consejo de Derechos Humanos. Ha sido más un cambio de nombre que un verdadero avance, pero al menos se ha aceptado el principio y esperamos que juntos podamos trabajar para que la nueva arquitectura de los derechos humanos sea mejor, más decisiva, junto con el nuevo Presidente de la Asamblea General, Jan Eliasson. Es importante tener una institución fuerte, creíble, permanente que incluya a Estados miembros acreditados en materia de derechos humanos.
Por otra parte, se tomaron algunas medidas positivas respecto a los derechos humanos, como la duplicación del presupuesto para el Alto Representante Especial para los Derechos Humanos, que abre la posibilidad de tomar medidas directas en este campo. También observo con satisfacción que el documento final de la cumbre contiene una resolución encaminada a «reforzar los mecanismos de derechos humanos de las Naciones Unidas con el fin de promover el respeto universal de la protección de todos los derechos humanos».
Otro punto negativo fue toda la cuestión referente al desarme. El Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, lo calificó nada menos que de verdadera desgracia. Es evidente que debemos seguir trabajando en este ámbito tan importante.
Hay dos cuestiones más, y una de ellas es el medio ambiente. La sostenibilidad medioambiental es instrumental en nuestra lucha contra la pobreza, para la estabilización y para una mayor seguridad. Sobre todo ahora, con el tsunami, el Katrina y el Rita, y las inundaciones en la Unión Europea, una verdadera organización medioambiental de las Naciones Unidas habría sido una respuesta correcta por parte de la comunidad internacional.
Finalmente, unas palabras sobre la reforma de la gestión de las Naciones Unidas. Creo que es muy importante que el Secretario General no solo tenga la responsabilidad, sino también la autoridad para dirigir esta reforma de la gestión y poder llevarla a cabo.
(Aplausos)
Francisco José Millán Mon, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (ES) Señor Presidente, yo coincido con la Comisaria, señora Ferrero-Waldner, en que la Cumbre de Nueva York arroja un resultado diverso y heterogéneo, en el que elementos positivos están acompañados de otros negativos.
En todo caso, tengo una sensación de alivio ante el documento final de la Cumbre, porque, en efecto, no puedo olvidar que hace dos años la comunidad internacional estaba muy dividida y las Naciones Unidas atravesaban una etapa de bloqueo. Es más, incluso horas antes de que se abriese la Cumbre, parecía difícil llegar a un documento final que contuviera algo más que simples generalidades.
Afortunadamente, se ha podido alcanzar un acuerdo sobre un documento que contiene logros sustantivos, aunque ciertamente también recoge insuficiencias y fracasos.
Quiero destacar —como lo ha hecho la Comisaria— que, por ejemplo, la Cumbre ha logrado una importante reafirmación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
En lo relativo a la seguridad, yo llegaría al mismo diagnóstico: es lamentable el nulo resultado obtenido en "no proliferación y desarme".
En materia de lucha contra el terrorismo —tema tan importante—, creo que los avances son muy escasos. No hemos podido redactar siquiera una definición de mínimos del acto de terrorismo con la que toda la comunidad internacional pudiera estar de acuerdo. El aspecto positivo es, desde luego, y como ya se ha mencionado, la creación de la Comisión de Consolidación de la Paz.
En el área de la reforma de las Naciones Unidas, creo que a nadie sorprende el fracaso de la reforma del Consejo de Seguridad. En la comunidad internacional hay profundas y, aparentemente, insuperables divisiones a este respecto. En la propia Unión Europea carecemos de una posición común. Lo único que quiero subrayar aquí es que la mayoría de este Parlamento, en su Resolución de junio de este año, se pronunció a favor de un asiento para la Unión Europea.
En otra gran área, como son los derechos humanos, celebro —como han señalado el representante del Consejo y la Comisaria— el reconocimiento del derecho o deber de protección de la comunidad internacional en caso de genocidio. Pero, en esta misma área de derechos humanos, lamentablemente, solo se ha adoptado la decisión de crear el Consejo de Derechos Humanos, sin más detalle. Por consiguiente, mucho me temo que la puesta en marcha de la negociación para delimitar el mandato del Consejo, sus miembros y la forma de elección se demore mucho.
En resumen, creo que queda mucho por hacer, pero lo cierto es que tras la Cumbre —y estoy terminando, señor Presidente— existe una base sobre la que seguir construyendo. La ocasión del 60 aniversario de la creación de las Naciones Unidas era muy propicia para reagrupar a la comunidad internacional y adaptarla a los retos del nuevo siglo.
Espero que los pasos dados puedan traducirse en algunos avances a lo largo de este año tan decisivo.
Glenys Kinnock, en nombre del Grupo del PSE. – (EN) Señor Presidente, quiero empezar dando la bienvenida a este debate al Presidente en ejercicio del Consejo, a quien conozco bien y sé que es un internacionalista muy comprometido. Doy las gracias a la Comisaria por el apoyo que nos dio en la delegación que asistió a la cumbre de Nueva York.
Como todos han mencionado, las ONG y otros han sido bastante críticos respecto al documento final de la cumbre. Sin embargo, yo hablaría, como ustedes han hecho, a favor de un planteamiento más prudente en la valoración que hacemos, y estaría de acuerdo en que debemos considerarla un vaso medio lleno. También creo que las acusaciones exageradas de fracaso no ayudarán a generar los incentivos adecuados para que los políticos asuman riesgos y tomen medidas.
En el documento final hay sólidos compromisos sobre cómo deberíamos cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio antes de 2015. Pero una de las cosas que lamento es que el Objetivo 8 de la campaña no sea bastante sólido como para asegurar que países como Nueva Zelanda, Australia, Canadá o Italia no se libren, y mantener la presión sobre ellos para que hagan lo mismo que ha hecho la Unión Europea. Las promesas del 0,7 % no bastan y, por lo tanto, necesitamos ver que estos países y otros pasen a la acción.
Acojo con satisfacción, y estoy segura de que el Presidente en ejercicio también, la enérgica referencia que hace el documento a la necesidad de buscar fuentes innovadoras de financiación para alcanzar los ODM.
También creo que el apoyo que George Bush ha dado a los ODM representa un avance significativo, quizás el mejor de la semana. Quizás es el propio interés el que impulsa a los Estados Unidos por esta ruta multilateral que muchos de nosotros creemos que no están dispuestos a seguir.
También me enorgullece reconocer que en el documento final queda muy claro el vínculo que existe entre seguridad, desarrollo y resolución de conflictos en las medidas que se toman. También se identifican claramente las responsabilidades de los países desarrollados y los países en desarrollo. La declaración sobre política de desarrollo de la UE es ahora el vehículo adecuado para que podamos avanzar en esta dirección y demostrar que creemos firmemente en la necesidad de reconstruir, en Europa y en todas partes, ese firme sentimiento de unidad, propósito y acción. El documento también muestra firmeza en materia de gobernanza y Estado de Derecho, que son aspectos muy importantes de nuestro trabajo con los países en desarrollo.
Se ha mencionado la Comisión para la Consolidación de la Paz –que es muy importante– y el establecimiento, el mantenimiento y la construcción de la paz. Lamento que el Consejo de Derechos Humanos vaya ahora a la Asamblea General, donde será objeto de regateos y chalaneos. Por lo tanto, una vez más, la Unión Europea tiene la responsabilidad de hacer avanzar esta cuestión en sentido positivo.
Sobre todo, agradezco el hecho de que ahora tengamos la responsabilidad colectiva de proteger a los civiles contra el genocidio, los crímenes de guerra, la limpieza étnica y todos los crímenes contra la humanidad. Esperamos que en el futuro las Naciones Unidas demuestren que pueden evitar fracasos como los que tan trágicamente vimos en Bosnia y Ruanda.
En cuanto a la reforma, lamentamos que la Secretaría General siga estando microgestionada por los Estados miembros de las Naciones Unidas.
La mayor decepción es no haber podido abordar la proliferación de armas nucleares. Esto significa que ahora tenemos un vacío enorme en nuestros acuerdos internacionales y la UE, de nuevo, debe ejercer presión para avanzar en este sentido.
Por último, quiero referirme a la enmienda presentada por el Grupo del PSE sobre los derechos en materia de salud sexual y reproductiva. Es una posición importante que debemos aprobar si queremos cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Respalda todos estos objetivos, sobre todo en cuanto al VIH/sida y la mortalidad maternal e infantil. Confío en que este Parlamento lo incorpore al texto; que, como hicimos en la votación sobre mi informe referente a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, nos comprometamos en esta importante cuestión. Y después, este Parlamento debería apoyar la legitimidad internacional de la ONU. En 1945 había mucho en juego para los políticos; ahora también hay muchas cosas en juego, pero los motivos para avanzar son igual de importantes que entonces.
Alexander Lambsdorff, en nombre del Grupo ALDE. – (DE) Señor Presidente, Señorías, los europeos estamos de acuerdo en que el mundo necesita a las Naciones Unidas y, es más, necesita que esta organización sea fuerte.
En sus sesenta años de historia, las Naciones Unidas han sido en pocas ocasiones el centro de tanta atención y también en pocas ocasiones han sido tan importantes o necesarias las reformas como este año.
Los logros definitivos del documento final no son satisfactorios. Sin embargo, mi Grupo, el Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa, considera que deben reconocerse los avances realizados, aunque las cosas que no pudimos conseguir se debatirán de forma aún más intensa que antes.
El vaso está medio lleno. Ahora la UE tiene la labor de contribuir a llenarlo hasta el borde. El Parlamento, sobre todo, debe considerar el resultado de la Cumbre una oportunidad. Lo consideramos uno de los arquitectos del continuo proceso de reforma. Como diputados al Parlamento Europeo, tenemos la llave para garantizar y reforzar la aceptación de las Naciones Unidas por parte de los ciudadanos, impulsando con éxito la democratización de la organización y sobre todo garantizando que millones de personas tengan acceso a alimentos, agua limpia y mejores servicios sanitarios.
Deben aplicarse los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ya que los Estados miembros no han avanzado satisfactoriamente en esta cuestión. El documento final de la Cumbre no establece un calendario exacto para exigir a los Estados miembros que cumplan sus compromisos, lo cual es decepcionante. Por otra parte, como ha mencionado la señora Kinnock, está el hecho de que los Estados Unidos hayan refrendado los Objetivos de Desarrollo del Milenio de una forma inesperadamente clara, un hecho muy importante en el que debemos apoyarnos. Considero que deberíamos tomar la palabra a nuestros amigos de los Estados Unidos.
Mi Grupo ha acogido con agrado la creación de una Comisión de Consolidación de la Paz. Se trata de una decisión que aumentará el papel de las Naciones Unidas en las regiones en crisis. La UE debe encargarse de la labor de proporcionar un respaldo valioso al establecimiento y el funcionamiento de esta Comisión. La UE es uno de los principales constructores de paz del mundo como donante, al prestar su ayuda y como fuerza política. Por cierto, esto debe hacerse de forma mucho más clara que como se ha hecho en el sistema de las Naciones Unidas. Nos complace que la señora Comisaria esté de acuerdo con nosotros en esta cuestión.
Un primer paso, sobre el que también me gustaría conocer la opinión de la Comisión y el Consejo, es el de combinar los representantes del Consejo y la Comisión en Nueva York y en las demás sedes de las Naciones Unidas.
El Grupo ALDE considera que la promoción de la democracia es otra tarea importante. El establecimiento de un Fondo para la Democracia constituye un paso importante en la buena dirección. Otras medidas adicionales podrían ser el establecimiento de un «grupo de democracias» dentro de la Asamblea General. Asimismo debería considerarse una asamblea parlamentaria.
Algo está claro, que la reforma de las Naciones Unidas no se ha completado y que hay que continuar con ella de forma sistemática. Eso se aplica especialmente al Consejo de Seguridad. Las propuestas de Kofi Annan son de sobra conocidas. Ahora depende de la Asamblea General optar por una antes de final de año. Además, en el Parlamento seguimos manteniendo la idea de un puesto permanente para la Unión Europea tan pronto como se reúnan las condiciones políticas, jurídicas y constitucionales. Esto se destaca una vez más en nuestra resolución, que se someterá a votación mañana.
No podemos permitirnos dejar que las Naciones Unidas sea un agente de segunda fila. Debe adquirir protagonismo, ya que solamente esta organización tiene el potencial para superar los retos de nuestro tiempo a través de un planteamiento multilateral y a escala global. El Parlamento debe prestarle su apoyo en este sentido, ya que necesitamos que la Organización de las Naciones Unidas sea sólida. Por cierto, creo que deberíamos celebrar este debate en Bruselas, no en Estrasburgo.
Frithjof Schmidt, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (DE) Señor Presidente, señora Comisaria, señor Ministro, Señorías, hay que decir sin temor a equivocarse que las Naciones Unidas acaban de perder una oportunidad histórica de reforma sistemática. El resultado es decepcionante y el buen trabajo preparatorio del Kofi Annan no se ha plasmado en un verdadero éxito.
La reforma ha fracasado en cuatro áreas fundamentales. No habrá ninguna reforma del Consejo de Seguridad que dé lugar a una verdadera representación regional. No existe un plan de desarme y de no proliferación de armas de destrucción masiva. Los planes de creación de una organización de las Naciones Unidas para el medio ambiente no tuvieron éxito. Quisiera añadir que, especialmente dados los retos que plantea la política internacional sobre el clima, se trata de una omisión muy grave. No tenemos ningún instrumento real para las Naciones Unidas en este campo. Tampoco tuvieron éxito las iniciativas para un mayor desarrollo del Consejo de Asuntos Económicos y Sociales, sobre todo ante los grandes retos a los que nos enfrentamos en política de desarrollo. Por lo tanto, hoy es cierta la frase «el fin de una reforma es el inicio de la siguiente».
Sin embargo, por supuesto se ha producido cierto avance que podemos tomar como punto de partida. El establecimiento de un Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas es positivo, aunque su composición no esté clara. También es positivo que se dupliquen los recursos del Alto Comisionado de Derechos Humanos. Otro avance positivo es que habrá una Comisión de Consolidación de la Paz. Es bueno que se hayan reafirmado los Objetivos de Desarrollo del Milenio y que se estén estableciendo diversos programas de acción y fondos de solidaridad.
De esto se desprende un reto específico para la Unión Europea, por lo que quisiera solicitar al Consejo y a la Comisión que presenten un plan de acción preciso para la contribución financiera y organizativa específica de la Unión Europea a la aplicación de estas medidas. Ahora, tras la Cumbre, el objetivo es respaldar la retórica de las Naciones Unidas con apoyo específico y material.
Miguel Portas, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (PT) También a mí me gustaría decir que el vaso está medio lleno, pero todos sabemos que no es cierto. La Cumbre fue un fracaso. Pese a que reafirmó los modestos Objetivos del Milenio, se le impidió pasar de las palabras a los hechos. Alguien impidió que los países donantes contrajesen compromisos de apoyo financiero basado en objetivos claros. Se nos ha dejado con un vaso lleno de palabras y una mano vacía.
La Asamblea también sacó a relucir palabras bien intencionadas contra la proliferación de armas nucleares, pero varias personas plantearon obstáculos a una estrategia de desarme. Sin esta estrategia será inevitable que el club nuclear siga proliferando. La Asamblea también pretendía reformar las Naciones Unidas, pero alguien hizo todo lo posible por garantizar que las cosas se quedasen como estaban. Esta persona tiene nombre: John Bolton, voz oficial del imperio en las Naciones Unidas.
Señora Comisaria, usted ha mencionado el Katrina. La tragedia de Nueva Orleáns y el fracaso de Nueva York comparten un mismo aspecto: el gobierno estadounidense. En Nueva Orleans la cosa era simple: si tenías coche podías irte y si no, lo tenías difícil. En el mundo ideal del emperador así es como funcionan las cosas. Washington no quiere saber nada de los pobres, ya que ni siquiera se hace cargo de los suyos. En lo que respecta a la Casa Blanca, los pobres son simplemente una pérdida de tiempo y dinero.
Señor Presidente, mi Grupo votará a favor de esta resolución, porque, independientemente de lo poco ambiciosa que pueda ser, constituye un paso en la buena dirección y porque necesitamos que las Naciones Unidas sean más fuertes y haremos todo lo que esté en nuestras manos para conseguirlo. Sin embargo, seamos claros. Las Naciones Unidas solamente podrán ser creíbles cuando Europa y el resto del mundo envíen a Washington las señales adecuadas. Hoy se ha hablado con crudeza sobre Turquía. Quisiera ver cómo se aplican los mismos criterios restrictivos a Washington.
Hélène Goudin, en nombre del Grupo IND/DEM. – (SV) Señor Presidente, la Lista de Junio es amiga de las Naciones Unidas y cree que puede otorgársele una gran capacidad para proporcionar soluciones constructivas a los conflictos internacionales. Sin embargo, no creemos que la UE y su Parlamento deban dictarle su forma de trabajar y las metas que debe tener. El debate sobre el futuro de las Naciones Unidas debe celebrarse entre los Estados miembros de esta organización y en contextos internacionales más amplios que el europeo. Criticamos la propuesta de que la UE esté representada por un único puesto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Tampoco apoyamos el deseo del Parlamento de establecer delegaciones comunes de la UE en las diversas sedes de esta organización. Los Estados miembros de la UE tienen distintos puntos de vista sobre las cuestiones que abordan las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad.
Suecia, por ejemplo, ha desempeñado un importante papel en las Naciones Unidas, tendiendo puentes de unión entre los países pobres y ricos, como mediadora y promotora del desarme. Esto demuestra que los países pequeños también pueden desempeñar un importante papel en las Naciones Unidas y en la política internacional. Tememos que las voces de los países pequeños no se oigan si la UE habla con una sola voz en los contextos de las Naciones Unidas. ¿Cuál sería la voz de los 25 países de la UE que se escucharía desde este único puesto? Si es posible que la UE hable con una sola voz en los contextos de las Naciones Unidas ¿por qué defienden el Reino Unido y Francia sus actuales puestos permanentes en el Consejo de Seguridad? ¿Por qué Alemania trata de obtener su puesto en el mismo? Lo cierto es que los Estados miembros de la UE no tienen una visión uniforme de las cuestiones de política internacional. Esto se ha hecho evidente en numerosas ocasiones, sobre todo respecto a la intervención de los Estados Unidos en Iraq. Manifestemos las múltiples facetas de nuestro continente y trabajemos para garantizar que en el debate se oigan todas las voces.
(Aplausos)
Inese Vaidere, en nombre del Grupo UEN. – (LV) Señor Presidente, Señorías, tras animados debates, el Parlamento Europeo aprobó en mayo una resolución sobre la reforma de las Naciones Unidas. En dicha resolución, el Parlamento solicitó a las Naciones Unidas que mantuviese sus promesas, que proporcionase ayuda a los países en desarrollo, que alcanzase un acuerdo sobre una definición común del terrorismo, que adoptase un plan de acción para la prevención del genocidio y también que reformase el Consejo de Seguridad, que sigue reflejando el orden mundial de posguerra. Ninguna de estas tareas se ha realizado. Al contrario, los pocos acuerdos que se han alcanzado están plagados de compromisos que con toda probabilidad no se harán debidamente efectivos. Respecto al tema de la reforma de las Naciones Unidas, actualmente hay más fracasos que éxitos.
Este resultado plantea la pregunta de si la Unión Europea es un potente agente global. La respuesta es obvia. La labor de la Unión Europea no ha sido suficientemente efectiva. Por lo tanto, quisiera pedir a la Comisión Europea que evalúe los resultados de la reforma de las Naciones Unidas desde la perspectiva de la Unión Europea, y que también reflexione sobre cómo coordinar las actividades futuras con otros países, de forma que las decisiones que tomemos no se queden en simples resoluciones. En estas circunstancias, es importante evaluar si las Naciones Unidas tienen capacidad de autorreformarse o si quizás hace falta una nueva organización similar. Sin embargo, esto sería en el futuro. En la actualidad es importante elaborar una estrategia sobre cómo conseguir las metas que ya se han establecido, de forma que las Naciones Unidas puedan trabajar eficazmente para conseguir la seguridad y la prosperidad en el mundo moderno.
Irena Belohorská (NI). – (SK) Todo el mundo está de acuerdo sobre la necesidad de reforma de las Naciones Unidas, el único problema es la forma que debe adoptar. Estamos de acuerdo en que el sistema de las Naciones Unidas es demasiado complejo y que debería dinamizarse. Sin embargo, considero que el principal problema no es la reforma de los órganos de las Naciones Unidas, sino la incapacidad de los miembros de esta organización para alcanzar un acuerdo político, debido a puntos de vista esencialmente opuestos respecto al trabajo de las Naciones Unidas como tal. A algunos miembros les gustaría que las Naciones Unidas fuesen una organización sólida, mientras que otros se oponen; esto es precisamente lo que impide alcanzar un acuerdo.
Sin embargo, me preocupa más el compromiso de esta organización de alcanzar los denominados Objetivos de Desarrollo del Milenio, es decir, reducir a la mitad la pobreza, luchar contra el hambre, la malaria y otras enfermedades como el VIH/sida y garantizar el respeto de los derechos humanos, sobre todo los derechos de las mujeres. Aunque las Naciones Unidas han prometido cumplir estos objetivos para 2015, la pobreza no se ha reducido todavía y de hecho está aumentando. Se calcula que si seguimos trabajando al ritmo actual, llevará cien años alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
En septiembre fui la única persona perteneciente a una institución de la UE que participó en una conferencia sobre los derechos de las mujeres en China. Se trata de la denominada Conferencia Pekín+10. La Conferencia se celebró por primera vez en 1975 y desde entonces se ha repetido cada diez años. Es interesante que, desde 1995, ningún país del mundo haya podido organizar una quinta conferencia sobre los problemas de las mujeres. Me pregunto si a la Unión Europea le interesa la información sobre cómo se aplican las declaraciones que hemos firmado y sobre cómo se emplea la ayuda proporcionada por la Unión Europea a algunos países, principalmente a modo de ayuda financiera.
Si queremos alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015 hace falta más que duplicar la ayuda financiera. La Unión Europea, como donante importante, debe controlar el modo en que se emplea esta ayuda. Debe garantizar que no se haga un mal uso de ella al asignarla a otros fines y que los países receptores respeten los derechos humanos. Si no se respetan los derechos humanos debería retirarse la ayuda financiera. Sin embargo, si no participamos en conferencias y no nos enteramos del tipo de problemas que surgen en la aplicación, nuestra ayuda, destinada a la compra de medicamentos y a construir escuelas, puede ser utilizada para la compra de armas o para reclutar a niños soldado.
Nirj Deva (PPE-DE). – (EN) Señor Presidente, quiero dar las gracias al Presidente en ejercicio del Consejo y a la Comisaria Ferrero-Waldner por el excelente trabajo que ya han realizado en las Naciones Unidas. Tuve el privilegio de copresidir la delegación ante las Naciones Unidas junto con mi distinguido colega Michel Rocard, ex primer ministro de Francia.
Necesitamos unas Naciones Unidas que reflejen los valores compartidos de la gente de a pie y que los ponga en práctica. En la actualidad vivimos en un mercado mundial lleno de imágenes. El tsunami en Indonesia, las inundaciones de Nueva Orleans y el terrorismo de Londres se convierten en acontecimientos locales: locales en mi pueblo, en mi realidad, en mi casa y entre mis amigos. Es una «unidad a través de la diversidad», no una «talla única». ¿Cómo pueden existir las Naciones Unidas en este «nuevo mundo» y seguir siendo importantes? La ONU no tiene poderes legislativos, ni es un gobierno mundial. No es más que una organización que cumple. Visto en retrospectiva, lo mejor que le ha ocurrido a las Naciones Unidas es que los Estados Unidos de repente se hayan vuelto más serios respecto a su capacidad de cumplir.
Por lo tanto, seguir como si nada ya no es una opción y los señores Ping y Annan han realizado un trabajo excelente poniendo en marcha el proceso de reforma. Y un trabajo excelente realizan también los organismos especializados de las Naciones Unidas, como la OMS, el PNUD, el Programa Mundial de Alimentos, la OMI y la OIC, pero incluso en este aspecto existe un margen para una reforma profunda que asegure el buen fin del dinero gastado y la máxima calidad de la gestión.
Esas organizaciones quizás cumplan, pero el propio proceso de las Naciones Unidas en Nueva York, no. Eso debe cambiar. Debemos limitar el proceso en Nueva York y a cambio centrarnos en las agencias de las Naciones Unidas como productos. Debemos recurrir a las mejores prácticas en el Gobierno y en las grandes empresas. Habría que crear un grupo de planificación a largo plazo para prever situaciones de crisis con la debida antelación.
La pobreza, la enfermedad, los conflictos y la desesperación suelen ser el resultado de una deficiente gobernanza nacional. Deberíamos ayudar a aumentar la capacidad y prestar ayuda a quienes puedan usarla con sensatez.
Me complace anunciar que el Parlamento Europeo, a través de la Comisión de Desarrollo y Cooperación, ya ha propuesto que se asigne una cantidad de unos 2 millones de euros del presupuesto a acciones de efecto rápido y también, después de una reunión con la Comisaria en Nueva York, a la Comisión para la Consolidación de la Paz.
Un sistema eficaz de justicia y gobernanza internacional debe someter a la justicia a quienes han cometido crímenes contra la humanidad. También tenemos un derecho que proteger. Los encargados del mantenimiento de la paz de la ONU deben recibir mejor formación y, según el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, podrían tener poderes ejecutivos para la resolución de conflictos.
Señor Presidente, quiero decir que ha sido un debate excelente y muy importante. Gracias.
Jo Leinen (PSE). – (DE) Señor Presidente, la Cumbre de las Naciones Unidas no fue un fracaso, pero estoy de acuerdo con muchos de mis colegas diputados en que fue decepcionante. Sin embargo, gracias al compromiso de Europa y de muchos países en desarrollo, hubo resultados tangibles. Cabe esperar que la Asamblea General produzca un avance aún mayor durante los próximos meses.
La mayor decepción, a mi entender, es que no se haya formalizado un compromiso de desarme global. La humanidad gasta un billón de euros al año en armas y 60 000 millones en ayuda al desarrollo. Si alguien de otro planeta observase la Tierra pensaría que la humanidad quiere destruirse a sí misma y no desea sobrevivir. Por lo tanto, quisiera preguntar a la Comisión y al Consejo qué está haciendo Europa para garantizar que se tome una iniciativa para subsanar esta deficiencia en el campo del desarme, especialmente de las armas de destrucción masiva. También creo que es una vergüenza que prácticamente no se haya conseguido nada en la reforma de los órganos de las Naciones Unidas. El papel del Secretario General prácticamente no ha salido reforzado. La Asamblea General ha sido incapaz de reformarse a sí misma y el Consejo de Seguridad es totalmente anacrónico. En este sentido, es sorprendente que la Unión Africana funcione aparentemente mejor que la Unión Europea. Los 53 Estados africanos tenían ideas específicas sobre qué países de su continente deberían sentarse en el Consejo de Seguridad. Europa está dividida en esto y quizás incluso contribuyó al fracaso de la ampliación del Consejo de Seguridad. Por lo tanto, también quisiera preguntar a la Comisión y al Consejo qué está haciendo Europa para solucionar esto.
Mi último comentario tiene que ver con la democratización de las Naciones Unidas. Sesenta años después, esto no puede ser una cuestión exclusiva de los Gobiernos. Necesitamos un componente parlamentario. La Unión Interparlamentaria está muy bien, pero no es suficiente. Antes o después hará falta una asamblea parlamentaria, porque la sociedad civil de la UE está mejor situada que las cámaras de ciudadanos en las Naciones Unidas y esta situación no puede continuar.
Lapo Pistelli (ALDE). – (IT) Señor Presidente, Señorías, mi amigo y colega el señor Lambsdorff ha intervenido ya en nombre del Grupo y me ha hecho gracia cuando en nombre de la componente liberal del Grupo ha hablado del vaso medio lleno. Me toca a mí, quizás porque pertenezco a la componente democrática del mismo Grupo, intentar reflexionar un poco sobre la parte medio vacía del vaso.
Todos nosotros hemos vivido una contradicción estas semanas: en el mundo se presta una creciente atención, como nunca antes, al papel de la ONU y al papel de Europa. Hay una gran demanda. Sin embargo, cuando tenemos la oportunidad de responder a esta creciente expectativa, nos falla el resultado.
El documento que aprobamos en las Naciones Unidas no era un documento para iniciar una reflexión sobre la ONU. Debía conducir a la fase de aplicación de un debate que tenía ya dos años de vida. Pero sabemos que, entre agosto y septiembre, algunos temas difíciles desparecieron de la mesa, otros fueron confirmados solo en términos de principio, y ahí nos quedamos, otros también fueron postergados a negociaciones sucesivas. Este es el estado de cosas.
Ninguna reforma del Consejo de Seguridad, ningún avance en la relación entre desarme y no proliferación, ninguna condena clara del terrorismo, aunque ha habido una definición vaga del mismo. Un órgano como el Consejo de Derechos Humanos existe solo en principio. Incluso lo que se ha presentado como un gran avance, es decir, la nueva norma del «derecho a proteger» establece, como uno se da cuenta si la lee atentamente, que el Consejo de Seguridad evaluará caso por caso, quiere decir que estamos en la misma situación que antes de Ruanda.
No ha cambiado nada. Hemos dicho que existe un principio, pero habrá que determinar en cada ocasión si se aplica a un caso concreto. ¿Qué significa todo esto? Que aunque hayamos confirmado los Objetivos del Milenio, hemos desaprovechado una ocasión. El documento es un poco parecido a nuestro trabajo en Europa, no estamos en crisis, la burocracia funciona, producimos documentos. Tomamos miles de decisiones, pero a menudo son las decisiones que los ciudadanos no esperan de nosotros y no somos capaces de tomar las decisiones que los ciudadanos sí esperan de nosotros.
Este es nuestro problema. Un documento de 35 páginas que omite los puntos más difíciles no es un buen resultado: es un documento que ahoga sus dificultades en un mar de páginas. Así pues, lo único que quiero decir es que esta Cumbre ha testimoniado, en cambio, cuán necesario es, hoy, que Europa cuente como una unidad política, como una única unidad política en la que tengamos peso comercial porque tenemos una voluntad única. Tenemos un papel que desempeñar en el mundo; en situaciones en que estamos divididos en veinticinco no lo tenemos o lo tenemos mucho menos de lo que pensamos.
Nos encontramos en plena pausa de reflexión tras las derrotas de los referendos. No hagamos que esta pausa de reflexión se convierta en una siesta a la mexicana; despertemos un poco antes.
Raül Romeva i Rueda (Verts/ALE). – (ES) Señor Presidente, estimados y estimadas colegas, seamos claros: la Cumbre sobre la reforma de las Naciones Unidas supuso globalmente una enorme decepción para quienes creemos en esta institución y, sobre todo, en sus principios fundacionales.
La Cumbre concluyó —es cierto y se ha dicho— con algunos compromisos positivos, pero quedaron fuera aspectos clave —como también se ha dicho—, como, por ejemplo, la reforma del Consejo de Seguridad.
Las propuestas que sometió a discusión el Secretario General, Kofi Annan, eran buenas y razonables, pero además eran urgentes y había que apoyarlas, y por ello lamento, y así tengo que decirlo, que la Unión Europea haya sucumbido a las presiones estadounidenses, para aguar, así, lo que debía haber sido una oportunidad histórica.
En particular es preocupante la falta de compromisos para mejorar y fortalecer la gobernanza global en cuestiones ecológicas, sociales y económicas, pero también la retirada de las conclusiones del capítulo relativo al desarme y a la no proliferación. Y tampoco se dice nada de algo tan urgente y tan necesario como la adopción de un tratado internacional sobre armas, siendo la proliferación de armas la principal causa de muchas muertes en el mundo.
Por todo ello, yo tengo que pedir al Consejo y a la Comisión que, de ahora en adelante, la valentía y la osadía para defender estos principios se materialicen en medidas concretas y, como decía mi colega Schmidt, en un plan de acción que defina claramente cuál debe ser la postura de la Unión Europea, para no sucumbir —insisto— otra vez más ante las presiones estadounidenses.
Tobias Pflüger (GUE/NGL). – (DE) Señor Presidente, ahora discutimos sobre lo lleno que está el vaso. Debo ser sincero y decir que el vaso está prácticamente vacío; no hay nada que beber, y esto debería aceptarse de forma general.
Esta Cumbre de las Naciones Unidas fue un fracaso general. No se consiguió lo que se había programado. Un excelente ejemplo de ello es el cambio que se ha producido en esta resolución final si se compara su apariencia original con el escueto documento en el que ha acabado.
Sin embargo, hay un aspecto que me complace: que no se haya aprobado. El motivo es que tiene que ver con las propuestas del Grupo de Alto Nivel que presentó un informe a Kofi Annan. Este grupo de expertos pretendía arraigar el concepto de guerra preventiva en las Naciones Unidas y al hacerlo habría destruido la idea básica de esta organización. Ya no hay ninguna referencia específica al concepto de guerra preventiva; solo queda una alusión a la misma en el apartado 92, cambio que me complace enormemente.
La Comisaria Ferrero-Waldner afirma que esto se desencadenó, en cierto modo, con la guerra de Kosovo, pero ahí radica exactamente el problema. Esta guerra fue una violación del derecho internacional y es precisamente eso lo que queremos evitar. No debe violarse el Derecho internacional.
Kathy Sinnott (IND/DEM). – (EN) Señor Presidente, las Naciones Unidas evolucionaron a partir de diversas iniciativas para reunir a los países del mundo con el fin de promover una paz verdadera mediante el reconocimiento de la dignidad y el valor de la persona humana y la importancia de la comunidad –local, nacional y mundial– para la protección de la persona. En muchos aspectos, en sus más de 60 años, las Naciones Unidas han cumplido ese mandato vital. Pero en las últimas décadas ha habido un aumento de las críticas respecto a cómo actúa la ONU, cómo gasta su dinero y el tipo de resultados que obtiene y que no obtiene.
El desafío del Milenio es enorme y se necesitarán unas Naciones Unidas que funcionen para afrontarlo. No debemos avergonzarnos de la reforma. Incluso la casa más pulcra necesita una limpieza general. Todas las organizaciones deben analizar y revisar sus métodos. Creo que el ejemplo del UNICEF es un buen punto para empezar a comprender la necesidad desesperada y urgente de reformar las Naciones Unidas.
Jim Grant dirigió y en gran medida creó el UNICEF, la respuesta de las Naciones Unidas a los niños, hasta que murió en 1995. El UNICEF se ganó justificadamente el respeto de los países y los organismos de todas partes por sus programas de rehidratación oral, promoción del amamantamiento materno y la enseñanza primaria. El UNICEF estaba en contacto con las necesidades reales de niños reales. Diez años después de la muerte del señor Grant, parece que el UNICEF se ha convertido no en un vehículo en favor de los niños, sino en un programa político centrado en los derechos de la mujer, cosa que no viene a cuento: era un organismo destinado a los niños.
La señora Bellamy, que tomó el mando del UNICEF después del señor Grant, se vio obligada a dimitir el año pasado. Aunque hubo críticas durante los más de nueve años que ostentó el cargo, las estructuras de las Naciones Unidas tal como han evolucionado no permitían ninguna investigación interna del UNICEF. Solo desde el exterior, la acumulación de críticas y un creciente escándalo sobre la negligencia de los programas infantiles la obligaron finalmente a dimitir. El año pasado, en plena apoteosis final, publicaciones como The Lancet informaban de la incapacidad del UNICEF de desarrollar una estrategia coherente para la supervivencia de los niños, y sus deficiencias contribuían a 10 millones de muertes infantiles al año. Que una organización tolere esto, un problema que es de dominio público como este, demuestra que necesita una reforma.
Una reforma no es una desgracia. No, la desgracia solo viene cuando alguien se resiste a una reforma que es necesaria. Conseguiremos lo que queremos cuando nos demos cuenta de que las Naciones Unidas son un ideal que debe impulsarse y que necesitamos una organización eficiente que pueda servir a esos ideales.
Koenraad Dillen (NI). – (NL) Señor Presidente, el General de Gaulle solía referirse a las Naciones Unidas con el término le Machin. En la actualidad, ahora que el 60º aniversario de esta organización parece haber acabado en una actuación que recuerda la obra Mucho ruido y pocas nueces, de Shakespeare, podemos preguntarnos sinceramente si las sabias palabras del antiguo Jefe de Estado francés no son aplicables en la actualidad. De hecho, nos llevó semanas y semanas debatir un documento de 35 páginas que finalmente –llamemos a las cosas por su nombre– no es más que una vaga declaración de intenciones.
Sesenta años después de su fundación, la debilidad de las Naciones Unidas se ha puesto una vez más claramente de manifiesto. La Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, tan desacreditada por su inclusión en el pasado de países como Cuba, Zimbabue y Sudán, será sustituida por un Consejo de Derechos Humanos. Sin embargo, el texto no hace ni una sola referencia a la composición de esta nueva institución ni a las medidas para excluir a estos países. Pese a que todos los países condenaron el terrorismo, la comisión no consiguió alcanzar un acuerdo sobre la definición del término.
Tampoco alcanzó un consenso sobre los principios de la no proliferación de armas nucleares y, por último, se pospuso una vez más la tan necesaria reforma del Consejo de Seguridad. Visto en este contexto, realmente no le cabe a uno en la cabeza que Japón, por citar un solo ejemplo, deba financiar el 19 % del coste de las operaciones de paz de las Naciones Unidas y sin embargo no participe en el proceso de toma de decisiones; cabe decir que no se trata de una forma demasiado democrática de hacer las cosas.
Enrique Barón Crespo (PSE). – (ES) Señor Presidente, señor Presidente en ejercicio del Consejo, señora Comisaria, Señorías, la Cumbre del Milenio tenía como ambicioso desafío la globalización humana, los derechos humanos, la paz y la prosperidad para toda la humanidad, y se puede decir que, básicamente, esa Cumbre lo que ha conseguido es frenar los intentos de desmantelamiento de las Naciones Unidas y señalar, aunque con muchas insuficiencias, tendencias de avance.
Y yo querría, señor Presidente, señalar una importante: la iniciativa del Secretario General, señor Kofi Annan, que ha hecho suya la propuesta del Presidente del Gobierno español, señor Rodríguez Zapatero, y del Primer Ministro de Turquía, señor Erdogan. Lo que hemos presenciado esta mañana en este hemiciclo demuestra la importancia de esa iniciativa sobre la alianza de civilizaciones.
Señor Presidente, para concluir, quiero decir que también hay que tener en cuenta que en este momento la Unión Europea no es miembro de las Naciones Unidas, pero sí es miembro decisivo de la OMC. Ese es un desafío que tenemos que saber afrontar con generosidad y con espíritu multilateral.
Paul Marie Coûteaux (IND/DEM). – (FR) Señor Presidente, Señorías, así pues, pasó lo que tenía que pasar. No ha habido una auténtica reforma de la ONU, no habrá puesto europeo en el Consejo de Seguridad, una cuestión con respecto a la cual todo el mundo calla, cuando era, hay que decirlo, la principal esperanza de la Unión en la cumbre.
Una de las consecuencias de este fracaso es que la Unión Europea, que por otra parte no tendrá un Ministro de Asuntos Exteriores como tampoco tiene política exterior común, seguirá siendo una especie de foro internacional sin visibilidad exterior. Por lo demás, todo esto era evidente, a pesar de los sopesados comentarios que acaba de hacer la señora Ferrero-Waldner, que, dicho sea de paso, ya que habla en tierra francesa, habría podido expresarse en francés; de todos modos, no me escucha, como tan bien sabe hacer.
Si la denominada «máquina» europea fuera un poco realista en cuanto a su propia importancia, nos habríamos ahorrado esos largos debates en el vacío sobre el pretendido puesto europeo, que irá a parar al fondo del armario junto con el gran montón de ilusiones perdidas. Pero, a pesar de todo, reflexionemos sobre este fracaso, porque debería ponernos en guardia, como lo ha hecho a mayor escala el fracaso de la Constitución, o la desconstitución europea, sobre los estrechos límites en que podemos inscribir nuestras pretensiones. La imposibilidad de reformar la ONU, imposibilidad previsible, que por lo demás habíamos predicho en nuestras intervenciones precedentes sobre el tema, estaba en sí misma escrita en las condiciones propias de la acción internacional.
Lo que preside y presidirá siempre la vida internacional es la preeminencia de las soberanías. Si, dentro de los Estados, puede existir un Derecho que se imponga a todos y medios de coerción legítimos, capaces de pacificar las relaciones entre los ciudadanos, en el orden internacional, en cambio, no hay, ni habrá jamás, un árbitro legítimo, ya se trate de una organización internacional o de un Estado que se pretenda único garante de la paz entre las naciones. Porque, ante ese Estado arbitral y en realidad imperial, como ante cualquier organización supranacional, los demás Estados nunca perderán de vista sus propios intereses, su personalidad y, lo repito, su soberanía, como ha dicho mi colega, la señora Goudin.
Esto no significa que el mundo sea necesariamente una jungla, sino tan solo que la paz se asienta únicamente en el equilibrio entre las naciones y los grupos de naciones y que el Derecho internacional solo puede limitar de forma marginal el juego natural de los Estados, que, por más devotos que pretendan ser de la causa de la paz, siguen siendo monstruos fríos y no olvidan nunca calcular su poder.
Esto nos debería servir por tanto de lección: el marco multilateral puede hacer ciertas cosas, pero única y exclusivamente donde coinciden, por obra de algún milagro, los intereses de las naciones. Espero que el realismo nos abra los ojos y que sepamos ver al fin qué estrecho es el marco en que se inscribe nuestra acción por la naturaleza misma de las cosas.
Miguel Angel Martínez Martínez (PSE). – (ES) Señor Presidente, quiero hacer apenas seis comentarios.
Primero, quiero denunciar la actuación de la administración estadounidense, al torpedear las Naciones Unidas en general y estas reuniones de Nueva York en particular. Torpedearlas fue nombrar a Bolton como representante de los Estados Unidos ante la las Naciones Unidas y presentar 750 enmiendas al proyecto de texto final, largamente trabajado, negociado y consensuado por la comunidad internacional, para vaciarlo de cualquier contenido.
Por cierto, no deja de ser un sarcasmo que, cuando, por fin, los estadounidenses tienen que hacer un par de concesiones, todo sean parabienes y expresiones de gratitud porque no hayan llevado hasta las últimas consecuencias su más reciente remake de «Apocalipsis now».
Segundo, reconozco que el papel de la Unión Europea en la Cumbre ha sido relativamente digno y positivo. Ha sido además razonablemente eficaz, cuando sus Estados miembros han actuado de forma coordinada y coincidente.
Tercero, quiero destacar que el mejor ejemplo de esto se da en lo que, sin duda, ha sido lo más válido de la Cumbre de Nueva York: respecto a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, no se ha retrocedido, pese a los esfuerzos de algunos para dar marcha atrás. La Unión Europea actuó con firmeza y se consiguió por lo menos que se mantuvieran los compromisos y el calendario aprobados hace cinco años.
Cuarto, es de lamentar el fracaso en la imprescindible reforma de las Naciones Unidas, punto igualmente ilustrativo que el anterior, pero en clave negativa. Aquí nuestros Estados miembros llegaron con planteamientos distintos y la Unión fue incapaz de manifestarse, ni con posturas ni con influencia alguna, haciéndose corresponsable de dicho fracaso.
Quinto, expresamos nuestra satisfacción, porque la Cumbre haya apoyado la estrategia de la alianza de civilizaciones, asumida por Kofi Annan, haciendo suya una iniciativa tan europea como la propuesta por los Primeros Ministros de España y de Turquía.
Y sexto, nos alegramos, en definitiva, de que Europa haya contribuido a mantener las Naciones Unidas a flote, salvándolas del naufragio que algunos habían preparado. Pero no basta con mantener las Naciones Unidas a flote, sino que es indispensable relanzar definitivamente la organización. A ese objetivo deben dirigirse los esfuerzos de la Unión Europea, pero para ello, será preciso que nuestra Unión esté algo más que simplemente a flote.
Terminaré con algo que nos decía un político africano: «Este mundo no entusiasma e incluso llega a dar asco muchas veces, pero produce espanto pensar lo que sería si Europa no estuviera operando como factor de racionalidad, de equilibrio, de una cierta coherencia y, a veces, de solidaridad».
Inger Segelström (PSE). – (SV) Señor Presidente, Consejo, Comisión, colegas diputados, damas y caballeros. La cumbre de las Naciones Unidas dejó clara la necesidad de cooperación en la lucha contra el terrorismo, el cambio climático, el crimen internacional y las armas de destrucción masiva, así como para afrontar la migración. Queda claro que hace falta más –y no menos– cooperación. La Comisión de Consolidación de la Paz tiene manga ancha. En esto el Parlamento Europeo tiene ahora la oportunidad de dar nuevos impulsos. Tras la iniciativa del Ministro de Asuntos Exteriores sueco, en la que participan 13 Ministras de Exteriores y la Comisaria Ferrero-Waldner, contamos ahora con la labor de consolidación de la paz sobre la que adoptar una postura. Debemos implicar a más mujeres y, sobre todo, hacer que haya una mujer por cada hombre en todos los niveles, ya que esta representación igualitaria permitirá a hombres y mujeres mejorar sus aportaciones. ¿Por qué es esto tan importante? Porque en las guerras y los conflictos modernos la gran mayoría de las víctimas son mujeres y niños inocentes. En la transición del conflicto a una paz duradera se precisan todos los recursos y soluciones civiles. ¿Cómo hacemos ahora un seguimiento de esto en la UE? Cuando se debatieron los Objetivos del Milenio, quedó claro que los países donantes deberían ser más generosos. Por eso nos alegró saber durante el fin de semana que 18 países cancelarían sus deudas. Lamento que solamente Suecia y otros cuatro países proporcionen una ayuda que asciende al 0,7 %. Debemos hacerlo mejor. En el año 2000, Suecia alcanzó el nivel del 1 %. Teniendo en cuenta cuánto invertimos aquí en la UE, deberíamos poder llenar el vaso fácilmente.
Manuel António dos Santos (PSE). – (PT) Participé en representación del Parlamento Europeo en la Segunda Conferencia Mundial de los Presidentes de los Parlamentos Mundiales, organizada por la Unión Interparlamentaria celebrada en Nueva York los días 7, 8 y 9 de septiembre.
En mi intervención ante las 145 delegaciones asistentes, reafirmé las recientes posturas del Parlamento con respecto a la reforma de las Naciones Unidas y el compromiso con los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Mi mensaje se vio ampliado por el hecho de que anteriormente todas las resoluciones del Parlamento Europeo sobre cuestiones como esta fueron difundidas a las delegaciones políticas nacionales y regionales.
En lo que respecta específicamente a la reforma de las Naciones Unidas, pude decir a los delegados que el Parlamento apoya plenamente las posiciones adoptadas por el Secretario General, como su idea de que la seguridad mundial está estrechamente relacionada con el desarrollo social y económico, el respeto de los derechos humanos y la protección medioambiental. También mencioné la necesidad de seguir adelante con los cambios en la composición del Consejo de Seguridad; creo que la UE finalmente debería tener un asiento y que deberían crearse nuevos asientos lo antes posible para permitir que los nuevos países y las regiones emergentes puedan estar representados.
Mi último comentario en la Asamblea General de las Naciones Unidas fue que no solo debería producirse una reforma de los métodos de trabajo, sino que a largo plazo debería crearse una verdadera asamblea parlamentaria de las Naciones Unidas.
Mi idea era contribuir al debate con esta breve visión general, que también sirve como informe de la misión que debo presentar al Parlamento.
Douglas Alexander, Presidente en ejercicio del Consejo. (EN) Señor Presidente, gracias por darme la oportunidad de responder a este debate. Agradezco a sus Señorías sus preguntas perspicaces y sus inteligentes comentarios. Intentaré abordar el máximo de puntos posible en mi intervención final.
En la Cumbre de Revisión del Milenio de 2005, nuestros Jefes de Estado y de Gobierno y los de otros 166 países asumieron el reto lanzado por Kofi Annan de reformar las Naciones Unidas para que sean más eficientes y eficaces y desempeñen un papel más relevante ante los problemas de hoy. El documento final de la cumbre no debería verse como un vaso medio vacío, para caracterizar el debate que hemos tenido esta tarde, sino como lo que yo creo que es: un mandato claro para seguir cambiando. Creo que todos compartimos la opinión de que unas Naciones Unidas más fuertes, más eficaces y con los recursos adecuados es la única forma de asegurar la estabilidad mundial y la prosperidad en este mundo interdependiente.
Como indicaba la Unión Europea en su declaración ante la Asamblea General el 17 de septiembre, sin un esfuerzo compartido para acelerar el avance hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio, tanto a los países ricos como a los pobres les espera un futuro cada vez más inestable. El fracaso de los esfuerzos dirigidos por la ONU para abordar la amenaza del terrorismo y la proliferación pondría en peligro la prosperidad del mundo en desarrollo tanto como la del mundo desarrollado. Las Naciones Unidas no deberían ser un foro para que los países impulsen sus planes individuales, sino un foro donde la comunidad internacional pueda acordar acciones comunes en beneficio de todos los ciudadanos del mundo.
Este me parece el contexto adecuado para abordar varios de los puntos que sus Señorías han planteado hoy. El señor Millán Mon, el señor Lambsdorff y el señor Schmidt han hablado del tema de la ampliación del Consejo de Seguridad. En relación con este tema, aunque los socios de la Unión Europea están de acuerdo en que el Consejo de Seguridad debería reformarse, el caso es que no existe un consenso europeo respecto al modelo. En cuanto al tema concomitante de si la Unión Europea debería tener un puesto en el Consejo de Seguridad, con todos mis respetos quisiera recordar a sus Señorías que la Carta de las Naciones Unidas es muy clara sobre este punto: solo permite que tengan asiento en el Consejo los Estados miembros individuales, y no organizaciones regionales. Por lo tanto, no es posible que haya un puesto único de la UE en el Consejo de Seguridad.
La señora Kinnock ha elogiado de forma efusiva el trabajo realizado y, en mi opinión, ha pintado una imagen exacta de los progresos conseguidos, aunque en un contexto en que aún queda mucho por hacer. Su intervención es una oportunidad perfecta para que yo pueda elogiar no solo sus esfuerzos incansables respecto a este asunto durante tantos años –antes de entrar en este Parlamento y después–, sino también la experiencia de muchos otros diputados a este Parlamento, que creo que ha enriquecido el debate de la Unión Europea sobre estos temas y de hecho la voz de Europa en foros internacionales. No le sorprenderá saber que apoyo las referencias a la necesidad de unos mecanismos de financiación innovadores en relación con la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
En cuanto a su otra pregunta concreta, si los Estados miembros ya están empezado a reducir sus compromisos respecto al volumen de la ayuda, categóricamente le digo que no. Los 25 Estados miembros acordaron aportar colectivamente al menos un 0,56 % de la RNB antes de 2010 y, en el caso de la UE de los 15, a dedicar todos al menos el 0,7 % de su RNB a la ayuda antes de 2015. Como dije hace tan solo un par de días en la conferencia de mi partido, pocos años atrás imaginar que 15 países de Europa llegaran a ese compromiso habría sido un sueño para muchos de los que hace tiempo que propugnamos este objetivo.
La Unión Europea ha reafirmado este compromiso en su declaración de la Cumbre de Revisión del Milenio. La Comisión y el Consejo revisarán el progreso anualmente. Es vital que existan garantías. También diré que la Unión Europea está a punto de superar el objetivo de 2006, que era del 0,39 % de la media de la UE, fijado en 2002. No hay motivos en estos momentos para pensar que no lo consigamos de nuevo.
El siguiente punto lo ha planteado el señor Portas. Ha expresado unas opiniones sobre los Estados Unidos con las que yo sinceramente no estoy de acuerdo.
Sin embargo, sobre el tema concreto de la no proliferación, permítanme aclarar los siguientes puntos. Es importante reflejar el hecho de que todos compartimos la decepción de muchos Estados miembros de las Naciones Unidas, y en realidad de muchos diputados a este Parlamento, incluido el señor Leinen, sobre la falta de un compromiso internacional respecto a la no proliferación, tal como se demostró con la incapacidad de los Estados para ponerse de acuerdo en torno a cualquier lenguaje sobre estos temas. Puedo asegurarles a todos que, aunque hoy hablo en nombre de la Presidencia, el Reino Unido ha trabajado de forma incansable y literalmente hasta el último minuto, tanto a escala nacional como en otros foros, representando a la Unión Europea como Presidencia, para conseguir el mejor resultado posible respecto a la no proliferación y el desarme en la Cumbre de Revisión del Milenio. También puedo asegurar a esta Cámara que seguiremos buscando soluciones delicadas y pragmáticas para superar esta deficiencia, con lo que mejorará el régimen de no proliferación nuclear.
Pasando a las preguntas planteadas por el señor Guardans Cambó, con todos los respetos le digo que los países más pequeños de la Unión Europea desempeñaron un papel esencial en la formulación de las opiniones compartidas de la Unión Europea durante la preparación de la Cumbre de Revisión del Milenio. Sugerir lo contrario sería desmerecer la aportación realizada por varios países que no son los principales Estados miembros de la Unión Europea.
La señora Vaidere ha preguntado después si había espacio para una nueva organización internacional que sustituyera a las Naciones Unidas. De nuevo, le diría con todos los respectos que no estoy de acuerdo con esta propuesta. En cambio, lo que tanto yo como algunas de sus Señorías hemos dejado claro hoy es que necesitamos dotar de una expresión tangible a las palabras acordadas en la Cumbre de Revisión del Milenio de las Naciones Unidas celebrada hace pocos días, y asegurar que las palabras que ahora están sobre el papel puedan traducirse dentro de unas semanas y meses a hechos reales.
La señora Belohorská ha preguntado a la Comisión sobre la cumbre de seguimiento de Pekín. Puedo informarle de que la Unión Europea no envió a nadie a la cumbre extraoficial de Pekín celebrada el 29 de agosto y el 1 de septiembre. El décimo aniversario de la Declaración de Pekín y la Plataforma de Acción se celebró en la Comisión de las Naciones Unidas sobre el Estatuto de la Mujer en marzo de 2005. En aquella ocasión la Unión Europea estuvo representada por la ministra de Luxemburgo para la Igualdad de Oportunidades.
El señor Deva ha expuesto sus argumentos a favor de una mayor eficacia y eficiencia en la gestión de las Naciones Unidas. Creo que ha habido un amplio consenso hoy en este Parlamento respecto a la necesidad de que se tomen ahora más medidas.
El señor Pistelli ha preguntado –dada su decepción por la naturaleza en cierto modo chapucera del progreso, como él ha dicho– en qué ámbitos la Unión Europea podría conseguir más progreso dadas las limitaciones del documento final de la cumbre. Puedo asegurarle lo siguiente: estamos alentando a los interlocutores, incluido Kofi Annan, para que avancen urgentemente en las reformas que son importantes para nosotros, pero que no están incluidas o no se expresan de forma satisfactoria en el documento final de la Cumbre, En concreto, sobre el tema de la reforma de la gestión –del que se ha hablado tanto en este debate de hoy–, Kofi Annan ha recibido el mandato de la cumbre de proponer nuevas reformas para la organización y la secretaría de las Naciones Unidas en el primer trimestre de 2006. Ya hemos instado al Secretario General a que haga propuestas valientes, especialmente tras el escándalo del «petróleo por alimentos», porque es importante que se den esos pasos.
La Unión Europea apoya la firme condena del terrorismo en el documento final de la Cumbre –un tema que también ha sido abordado por varios diputados– y su llamamiento a establecer una estrategia antiterrorista efectiva de las Naciones Unidas. Pero creemos que el texto podría haber ido más lejos.
Durante casi una década, las Naciones Unidas han estado debatiendo en torno a una convención mundial contra el terrorismo que pretende definir qué es terrorismo. Queremos que esa definición se acuerde en términos inequívocos. No dejaría lugar a dudas de qué es un acto de terrorismo y de que dichos actos son del todo inaceptables.
Por último, permítanme hablar de otro punto concreto. Estamos totalmente de acuerdo con el Secretario General de las Naciones Unidas de que la ausencia de un lenguaje en materia de no proliferación y desarme en el documento final de la Cumbre supuso una gran decepción. La Unión Europea se esforzó literalmente hasta el último momento por intentar mediar en un acuerdo sobre los temas clave. A pesar de este contratiempo, reafirmo que la Unión Europea seguirá buscando oportunidades para reforzar el régimen de no proliferación en todos los foros pertinentes.
El señor Romeva i Rueda ha expresado su decepción con respecto al Consejo de Seguridad. Ya he hablado de ello. Sin embargo, compartimos la decepción que ha expresado por no haber podido conseguir un tratado sobre el comercio internacional de armas. De nuevo, soy consciente de que hoy hablo ante este Parlamento como representante de la Presidencia y no como representante de un Estado miembro. Pero puedo asegurarle que mantendremos nuestro compromiso al respecto, sobre todo porque mi propio partido ha sido reelegido recientemente en el Reino Unido por su compromiso electoral explícito de intentar progresar en el terreno de un tratado de comercio de armas.
La señora Sinnott ha dicho que incluso la casa más pulcra necesita de vez en cuando una limpieza general. Sin duda estoy de acuerdo en que esa reforma constituye una verdadera aportación para conseguir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y por este motivo estamos tan decididos a que las palabras de septiembre se conviertan en hechos durante las próximas semanas y meses.
El señor Dillen ha citado al general Charles de Gaulle. He tenido la tentación de responder con la misma moneda, pero desistiré y lo dejaré para otro día. En cambio, después ha planteado de nuevo la cuestión de la ampliación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y yo ya he hablado largamente de la posición de la Presidencia en relación con esta cuestión.
El señor Barón Crespo ha planteado un tema que francamente esperaba haber oído mucho más en el transcurso del debate de hoy, y es el de la importancia crucial de las conversaciones de la Organización Mundial del Comercio, justo dentro de diez semanas de trabajo, de cara a la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Es difícil exagerar la importancia del reto a que se enfrentarán colectivamente Europa, los Estados Unidos y los demás representantes de la Organización Mundial del Comercio cuando lleguen, y durante las semanas previas a la reunión de Hong Kong. No cabe ninguna duda de que 2005 se recordará como el año del verdadero progreso en relación con la reducción de la deuda y el aumento de los flujos de ayuda, por todos los motivos que he descrito. Ahora la oportunidad para Europa es aprovechar de nuevo el potencial de liderazgo que tiene a su alcance y avanzar activamente y con ahínco para intentar asegurar que la dimensión del desarrollo de la Declaración de Doha original quede expresada en Hong Kong. En este sentido me dieron ánimos las observaciones que hizo Pascal Lamy la semana pasada, en su primera conferencia de prensa como Secretario General de la OMC, porque creo que solo hablando claro sobre la dimensión del desarrollo de la Ronda de Doha en Hong Kong veremos el tipo de progreso que creo que muchas de sus Señorías quisieran ver a principios de diciembre.
El señor Couteaux ha planteado el tema de un puesto en las Naciones Unidas, que ya he abordado, y el señor Martínez Martínez ha hablado de los Estados Unidos. Como espero que ya haya quedado claro en mi intervención inicial en este debate, siento un cierto alivio al hablar en nombre de la Presidencia de la Unión Europea, y no en nombre de ninguna otra Administración, de modo que dejaré que otros respondan por las acciones de quienes no forman parte de la Unión Europea.
La señora Segelström ha planteado la cuestión del terrorismo y la necesidad de más cooperación, cosa con la que estoy totalmente de acuerdo, y que he oído expresar enérgicamente en este Parlamento cuando Charles Clarke, el Ministro de Interior del Reino Unido, defendió con firmeza que no contrarrestaremos el terrorismo construyendo muros más gruesos y más altos, sino más bien con una cooperación más profunda y eficaz entre los Estados miembros de la Unión Europea. La señora Segelström también ha planteado una cuestión importante sobre la igualdad de género entre los altos cargos presentes en la Cumbre de Revisión del Milenio de las Naciones Unidas. Sin duda reconozco la importancia de este aspecto y, por lo tanto, sugiero respetuosamente que quizás la Comisaria esté mejor cualificada que yo para responder.
La última intervención ha sido del señor Dos Santos, que ha hablado de su presencia en una importante reunión internacional que precedió a la Cumbre de Revisión del Milenio. De nuevo, simplemente aprovecho la oportunidad para reiterar una sincera gratitud, tanto de la Comisión, creo, como sin duda de la Presidencia en ejercicio del Consejo, por los incansables esfuerzos de muchos diputados a este Parlamento por conseguir lo que se logró en la Cumbre de Revisión del Milenio de las Naciones Unidas.
Admito plenamente que cunde cierta decepción por el hecho de que el documento de la Cumbre no llegara finalmente tan lejos como muchos de nosotros deseábamos, pero estoy absolutamente convencido de que si no hubiera sido por la acción eficaz de los miembros de la Unión Europea, no habríamos conseguido el progreso que alcanzamos en Nueva York. Por ese motivo, creo que podemos sentir un real y auténtico orgullo compartido.
Benita Ferrero-Waldner, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, seré breve y solo quiero decir de entrada que nos complació en gran manera ver una delegación parlamentaria en Nueva York. Doy las gracias a la señora Kinnock, al señor Deva y al señor Lambsdorff por haber estado allí. Debo decir que fue muy positivo porque así han podido ver por sí mismos la cara y cruz de esta Cumbre del Milenio.
Muchos de ustedes han dicho que ven el vaso medio lleno o medio vacío. El cuadro es ambivalente, pero creo que era muy importante que esta Cumbre del Milenio terminara con una declaración a partir de la cual podamos continuar, y eso es lo más importante.
Conozco muy bien las Naciones Unidas –fui jefa de protocolo de Boutros Boutros-Ghali en 1994 y 1995– y sé que solo puede ser tan buena como sus Estados miembros, y tan buena como los Estados miembros que estén dispuestos a aceptar compromisos. Hay 191 Estados miembros, de modo que no es fácil para una Unión Europea de 25 Estados miembros y algunos Estados miembros asociados con las mismas posiciones llevar adelante la cuestión. La Unión Europea ha trabajado muy bien, y esto también lo han dicho el Secretario General Kofi Annan y muchas otras personas.
Es cierto que en el Consejo de Derechos Humanos, como he dicho al principio, al hablar de la definición del terrorismo, por ejemplo, no lo hemos conseguido todo. Permítanme entrar un poco en esta cuestión. Yo diría que la condena clara y sin reservas por todos los Gobiernos del terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, independientemente de quién lo cometa y de dónde y con qué propósitos, es un elemento muy importante, y es un fuerte impulso, dado que este acuerdo se ha negociado durante casi diez años. Existen posibilidades de que en esta Asamblea General se pueda llegar antes de finales de año a una conclusión de este acuerdo. Si así fuera, sería otro resultado positivo.
Permítanme decir también, en relación con la cuestión de las mujeres, que yo estuve presente en la cena de la Red de Mujeres. Yo era Ministra de Asuntos Exteriores, pero ahora soy Comisaria de Relaciones Exteriores. Es muy importante pensar en la otra parte de la población que no siempre está representada de forma adecuada y, por lo tanto, creemos que las mujeres pueden realizar una aportación especial a la paz y a la consolidación de la paz, en la que hemos hecho mucho hincapié.
También me gustaría decir que los temas que hemos mencionado hoy –y los temas del diálogo y la alianza de civilizaciones y culturas– son un elemento muy decisivo. Ha estado ahí durante mucho tiempo, pero ahora se ha mencionado como un nuevo concepto y ciertamente trabajaremos y cooperaremos al respecto porque con ello podríamos conseguir de nuevo que los pueblos, en general, entendieran que tiene que haber tolerancia con las civilizaciones religiosas, pero que a la vez compartimos valores comunes.
En conjunto puedo decir de nuevo que la UE es, de hecho, el socio natural de las Naciones Unidas y ambas organizaciones han nacido de la misma experiencia, la experiencia de la guerra, y se han fundado con la misma convicción de que actuar juntos es mucho mejor que actuar solos, aunque a veces debamos llegar a un compromiso para poder continuar. Pero existe un compromiso muy fuerte por nuestra parte de continuar, con un presidente excelente de la Asamblea General.
Alexander Lambsdorff (ALDE). – (DE) Señor Presidente, he pedido a la Comisión y al Consejo su opinión sobre cuándo puede esperar el Parlamento que los representantes de estas dos instituciones se incorporen a Nueva York y a las restantes sedes de las Naciones Unidas para conseguir una mayor coherencia de la representación de la Unión en las Naciones Unidas. Me complacería enormemente que el Consejo y la Comisión respondieran a esta pregunta.
Benita Ferrero-Waldner, miembro de la Comisión. – (DE) Señor Presidente, señor Lambsdorff, sabe tan bien como yo que la Constitución todavía no ha avanzado y no se ha ratificado. La Secretaría del Consejo cuenta ahora con una oficina en Nueva York; la Comisión tiene el estatuto de observador en las Naciones Unidas y trabajamos en estrecha colaboración. Sin embargo, en la actualidad no existen planes para amalgamar ambas cosas.
El Presidente. – He recibido seis propuestas de resolución(1) de conformidad con el apartado 2 del artículo 103 del Reglamento.
El debate queda cerrado.
La votación tendrá lugar el jueves 29 de septiembre de 2005 a las 12.00 horas.
(La sesión, suspendida a las 18.10 horas en espera del turno de preguntas, se reanuda a las 18.35 horas)