El Presidente. De conformidad con el orden del día vamos a proceder a la Declaración de la Comisión sobre el Programa legislativo y de trabajo para 2006.
José Manuel Barroso, Presidente de la Comisión. (FR) Señor Presidente, Señorías, 2005 no ha sido un año fácil para Europa. Europa ha tenido que hacer frente al terrorismo, a la incertidumbre social, a catástrofes naturales. Por lo que se refiere a las instituciones, hemos tenido que afrontar todas esas dificultades sin la ayuda de una Constitución y sin disponer hasta ahora de un marco presupuestario plurianual. La Unión se ha visto obligada a preguntarse sobre el propio proceso de integración, pero estamos convencidos y nuestra Comisión está convencida de que la Unión Europea nunca ha sido tan necesaria como lo es actualmente.
Estamos orgullosos de la respuesta decidida y clara que la Comisión ha dado a esta situación. Trabajando estrechamente con el Parlamento, hemos estado todos a la altura de los desafíos. Estos son algunos ejemplos de lo que hemos hecho juntos: la renovación de la Estrategia de Lisboa; una revisión del Pacto de Estabilidad y Crecimiento capaz de reforzar la credibilidad de la gobernanza económica de Europa; más solidaridad gracias a la adopción de una agenda social renovada, el pleno reconocimiento del papel motor del diálogo social y de sus protagonistas; la lucha por un medio ambiente más limpio, con la adopción de estrategias temáticas y la continuación de nuestra acción internacional en el ámbito del cambio climático; mayor seguridad mediante la aplicación del ambicioso programa de La Haya paralelamente a muchas otras iniciativas –en particular, nuestra propuesta sobre la retención de datos–; la promoción de los valores europeos en el mundo –citemos a este respecto el compromiso de duplicar la ayuda de la Unión a los países en desarrollo y la adopción de una estrategia para África–; la intensificación de la cooperación con nuestros aliados estratégicos como los Estados Unidos y la continuación del diálogo entablado con nuevos socios importantes como China, y, por último, la apertura de las negociaciones de adhesión con Turquía y Croacia.
La Comisión ha asumido sus responsabilidades. Nuestro hilo conductor era y sigue siendo el interés general europeo. Todas las iniciativas que adoptamos en 2005 representan la primera traducción concreta de los objetivos estratégicos que nos fijamos para cinco años. El programa que presentamos hoy sigue siendo fiel a los objetivos que adoptamos a comienzos de nuestro mandato: prosperidad, solidaridad en la Europa ampliada, seguridad y refuerzo del papel de Europa en el mundo.
Estos objetivos siguen siendo pertinentes. Son compartidos por las tres instituciones, que han hecho de ellos los principales motores de su acción. Veo en ello una señal de la cooperación para la renovación europea que he querido situar en el centro de nuestra acción. El acuerdo marco es una traducción concreta de la cooperación entre nuestras dos instituciones. Representa un salto cualitativo en el desarrollo de las iniciativas políticas. Ha permitido un diálogo intenso y centrado entre las comisiones parlamentarias y los Comisarios sobre el mejor modo de traducir la estrategia política anual en iniciativas concretas. Quiero decirles que este diálogo ha aportado una contribución positiva al programa que les presento hoy. Espero que reconozcan sus ideas, incluidas las que desarrollen en el debate de hoy, en la acción que tenemos pensado aplicar en 2006.
Señor Presidente, Señorías, liberar todo el potencial de Europa es el enfoque que la Comisión ha elegido para elaborar su programa legislativo y de trabajo para 2006.
¿Cuáles son las acciones clave para 2006? En primer lugar, el capítulo de la prosperidad. El año 2006 será crucial para la aplicación de la Estrategia de Lisboa renovada. La Comisión desempeñará plenamente su función de instigación, gestión y apoyo de los esfuerzos de los Estados miembros. Los programas nacionales de reforma de los Estados miembros, en cuyo análisis trabajamos ya, desempeñarán un papel fundamental en este proceso. Hay que conectar esos programas con nuestras prioridades políticas, mejorar la gobernanza económica de la Unión e incrementar los esfuerzos nacionales y europeos por la reforma y la inversión, una inversión a escala nacional pero también europea con vistas a la economía de mañana, la innovación, el conocimiento y nuevas infraestructuras. Estos dos tipos de inversión, a escala nacional y a escala europea, deben ir parejos. Debemos apoyar estos esfuerzos con otras iniciativas, como propuestas encaminadas a completar el mercado único, la promoción de la movilidad geográfica y profesional y, por ejemplo, la creación de un Instituto Europeo de Tecnología.
Quisiera destacar, en particular, las propuestas sobre el mercado único presentadas por el Parlamento en su resolución sobre el programa de trabajo. En este contexto, deseo destacar la importancia de las medidas tendentes a crear un marco favorable para el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, principales responsables de la creación de empleo en Europa.
El segundo capítulo es el de la solidaridad. La solidaridad sigue siendo un componente fundamental de la construcción europea, y quiero hablar aquí de la solidaridad entre empresas y trabajadores. Quiero hablar también de la solidaridad entre generaciones, a través de una buena gestión de los recursos naturales, incluidos los recursos marítimos, y la aplicación de una nueva estrategia para el desarrollo sostenible; dicho sea de paso, presentaremos esta nueva estrategia en el mes de diciembre.
La solidaridad entre generaciones pasa también por la creación de empleo para los jóvenes y la búsqueda de soluciones equitativas para la financiación de las pensiones. No olvidemos tampoco la solidaridad entre el hombre y la mujer, ni la solidaridad entre los Estados miembros más prósperos y los que lo son menos, como tampoco la solidaridad entre la Unión y el resto del mundo, en especial los países en desarrollo. El año 2006 será esencial para atacar en todos estos frentes.
En el capítulo de la seguridad, prestaremos una atención prioritaria a la mejora de la coordinación en la lucha contra el terrorismo y la delincuencia organizada. Hemos podido comprobar ya la influencia de la legislación comunitaria en estos ámbitos. A modo de ejemplo, puedo asegurarles que una de las personas acusadas por los ataques de Londres fue extraditada de Italia al Reino Unido en un plazo de menos de cincuenta días. Sin instrumentos comunitarios, un procedimiento como este habría requerido sin duda varios años. He aquí, pues, un ámbito en el que, claramente, los ciudadanos, incluidos los ciudadanos de los países menos entusiastas de la integración europea, piden más, y no menos, a Europa y a la Unión Europea.
Además, estaremos muy activos en el ámbito de la inmigración ilegal, como hemos dicho. Los problemas que experimentan algunos Estados miembros no son exclusivos de esos países: en realidad, son problemas que se registran en toda Europa. En sinergia con los Estados miembros, debemos combatir con decisión esta plaga. Por supuesto, el problema de la inmigración no es solo un problema de seguridad. Comprende una dimensión de seguridad, es cierto, pues hay que combatir la inmigración ilegal. Pero tenemos que actuar al mismo tiempo en relación con la ayuda al desarrollo en los países de origen. Debemos combinar nuestro enfoque en materia de inmigración con nuestro enfoque del desarrollo, y hacer todo lo necesario por una integración armoniosa de las comunidades de origen extranjero en nuestros países.
Queremos continuar también nuestra acción en el ámbito de la protección de la salud y de los consumidores, ámbito que está incluido en el terreno más amplio de la seguridad. Un elemento esencial será el desarrollo de una capacidad de reacción rápida por parte de los responsables de la protección civil.
Señor Presidente, Señorías, las 96 iniciativas prioritarias que les presentamos son la prueba de nuestro compromiso con estos objetivos: prosperidad, solidaridad, seguridad y proyección de Europa en el mundo. Pero su credibilidad dependerá también de su calidad. Por esta razón, la Comisión aplicará rigurosamente los métodos reforzados del programa «legislar mejor». Esos métodos no son un fin en sí mismos, sino un medio de transformar las intenciones, que compartimos, en una realidad, una realidad que nuestros conciudadanos puedan experimentar realmente en su vida de cotidiana.
Para 2006, nuestra ambición nos lleva a querer una Europa que sea un interlocutor mundial y que ejerza una mayor influencia. Y en este frente, 2006 debe aportar también resultados concretos: resultados concretos en lo relativo al proceso de ampliación y al proceso de estabilización y de asociación; resultados concretos en nuestra política de vecindad, que es una política muy importante para la estabilidad de Europa y de su contexto geográfico más próximo; resultados concretos en materia de lucha contra la pobreza, haciendo de nuestra promesa de duplicar la ayuda una realidad concreta; y, por último, resultados en materia de promoción de los valores europeos en el mundo, en particular apoyando la transición política y la reconstrucción en Afganistán, Iraq y Palestina.
(EN) Hay un asunto que predominará en la agenda económica internacional de 2006: la culminación de la Ronda de Desarrollo de Doha.
Pascal Lamy ha dicho que ajustar las expectativas para la cumbre ministerial de Hong Kong el mes que viene no significa rebajar nuestra ambición acerca de la Ronda de Desarrollo de Doha. Estoy de acuerdo. La Ronda es importante para abrir mercados y liberar el comercio. En la Unión Europea, nuestro crecimiento depende de la fortaleza de las exportaciones. Queremos, por tanto, que la Ronda sea un éxito. Y por eso hemos hecho recientemente nuestra oferta, firme y condicionada –y subrayo lo de «condicionada»– en materia de agricultura. Europa ha hecho más que nadie por mantener viva esta Ronda. Nuestro compromiso se mantiene, pero ahora toca mover ficha a otros.
La Ronda debe contemplar algo más que la agricultura, con toda su importancia. Es necesario un equilibrio. Por tanto, apelo a nuestros socios de la OMC para que se impliquen en una negociación completa, que incluya bienes y servicios. Europa no necesita sermones de otros países que cierran sus mercados a los más pobres y, en algunos casos, mantienen unos aranceles sobre productos agrarios más altos que los nuestros. No acepto que algunos culpen a Europa con ocasión de esta Ronda.
En la Comisión Europea creemos que estas negociaciones no pueden llevarse simplemente en beneficio de unos pocos grandes exportadores agrícolas de países muy ricos o que se desarrollan rápidamente. Hay una enorme diferencia entre los países en desarrollo más pobres y los que crecen rápidamente. Es hora de terminar con las lecciones y empezar a negociar.
El coste del fracaso es alto, y no solo para todas las naciones comerciantes, sino también para el sistema de comercio internacional justo y regulado que tanto nos ha costado crear, y también para la confianza empresarial a escala mundial. La economía internacional necesita buenas noticias, sobre todo debido al alto coste de la energía. De modo que nos interesa el éxito de esta Ronda. Y no solo a nosotros: interesa especialmente a los países más pobres. Ese es el motivo por el que la Comisión quiere proponer ideas antes de Hong Kong sobre el modo de garantizar que esta sea realmente una ronda de desarrollo.
Mañana debatiremos el seguimiento de Hampton Court. El nuevo consenso que comenzó a emerger allí enlaza con nuestro debate de hoy. En la cumbre informal vimos una confirmación del análisis de la Comisión sobre la manera de salvaguardar nuestros valores en un mundo globalizado. Si queremos preservarlos, debemos modernizar nuestra política.
Hubo acuerdo en áreas en que los ciudadanos quieren que Europa asuma el liderazgo: ciencia e innovación, educación superior, energía, gestión de fronteras e inmigración. También necesitamos una Europa más coherente como agente mundial. Muchas de nuestras políticas comunitarias internas tienen ahora un elemento externo: medio ambiente, migración, transporte, energía, etc. Por eso, la Comisión presentará el año que viene ideas sobre el modo de mejorar la coherencia de las actividades exteriores de la UE. Ahora estamos elaborando un documento básico al respecto.
Las instituciones europeas deben desempeñar un papel capital en este proceso, recuperando el consenso y conectando de nuevo con los ciudadanos. Ese es el motivo por el que hoy he anunciado que la Comisión presentará una nueva política energética verdaderamente europea en 2006. Es bueno que en todos los ámbitos de la Unión Europea se entienda que no tiene sentido ir por libre en materia de retos energéticos. Incluso los más reticentes ven ahora que es un asunto que compete a Europa y que nos enfrentamos a los mismos retos: precios en alza, reservas menguantes, creciente dependencia de pequeñas regiones del mundo y la necesidad de proteger nuestro medio ambiente. Es necesaria una política energética coherente para el siglo XXI, una política que atienda a estos problemas y decida de forma serena y firme.
A menudo olvidamos el gran logro que es la integración europea. Es demasiado fácil olvidar que uno de los logros de 2005 fue hacer funcionar la Unión Europea ampliada, y gran parte del mérito corresponde a los Estados miembros. Creo que podemos hacerlo mejor en 2006, y lo haremos. A menudo olvidamos que Europa ya no es la «Europa en miniatura». Ahora Europa consta de 25 Estados miembros que son libres, independientes y viven en paz y democracia. El reto es hacer que esta Europa ampliada funcione. Este año hemos hecho una gran contribución para alcanzar esa meta.
Al final de esta semana voy a ir a Praga y Budapest para ver y respaldar esta nueva Unión Europea ampliada. Tengo confianza, porque existe un consenso cada vez mayor en que los interminables debates sobre la ampliación o la profundización y sobre el mercado o la protección social han concluido, y que aun en medio de las consabidas dificultades hay una creciente conciencia de que necesitamos una dimensión más europea si queremos resolver los problemas que nos acechan.
Surge un nuevo consenso en que una Europa poderosa y dinámica no puede tener 25 minimercados de servicios ni 25 minimercados de energía, pero que un único mercado también necesita una poderosa y dinámica Europa política y social. El mercado solo no basta. Por sí solo, el mercado no puede resolver problemas como la seguridad, el calentamiento global o la integración de los inmigrantes.
Sí, se trata de una Europa pragmática, pero un pragmatismo con principios, que añada valor en aspectos en que podemos marcar una diferencia, trazando políticas que den una respuesta a la mundialización y que respondan a los desafíos y a las oportunidades de nuestra envejecida población; una Europa que es parte de la solución, no del problema.
Observo un paralelismo con la actividad relacionada con el período de reflexión en que sus Señorías, como diputados al Parlamento Europeo, están muy implicadas. Como instituciones, debemos demostrar que escuchamos atentamente a nuestros ciudadanos y que afrontamos sus preocupaciones. Por eso pondremos en marcha nuestro plan D de diálogo y democracia, y contamos con la estrecha colaboración del Parlamento.
Quizá he dejado para el final el mensaje más importante sobre el programa de trabajo para 2006. Seamos francos. Los planes para 2006 servirán de poco sin un acuerdo el próximo mes sobre las perspectivas financieras. El acuerdo es la prueba de si Europa avanza. ¿Cómo podemos procurar a nuestros ciudadanos prosperidad, solidaridad y seguridad sin los medios para hacerlo? El acuerdo sobre las perspectivas financieras es clave para desplegar el potencial europeo en 2006. Una Europa ampliada y más diversa precisa una mayor inversión. Tenemos un deber de solidaridad con los nuevos Estados miembros que esperan que la UE les apoye en su rápida y notable labor de modernización y reforma.
Es necesario compartir de forma justa esta carga. A ningún Estado miembro puede salirle barata la ampliación. Confío en el sentido común de la Presidencia británica para que procure un acuerdo justo y equilibrado el mes que viene. Espero que lo haga fortaleciendo, no reduciendo, la ambición que el Comisión y el Parlamento comparten para la Europa ampliada. Creo y espero que las propuestas que les presenté el mes pasado ayuden a desbloquear las negociaciones.
Mi llamamiento hoy aquí para 2006 es que consolidemos y construyamos sobre este nuevo consenso, que recuperemos ese compartido sentimiento de utilidad que ha de poner de nuevo a Europa en su sitio, una Europa que actúe colectivamente en los asuntos que más preocupan a nuestros ciudadanos. En mi opinión, es la mejor respuesta posible a los votos negativos a la Constitución que ha habido este año. También es lo que subyace en el centro del programa de la Comisión para el segundo año de nuestra sociedad. Espero que reciba el respaldo activo de sus Señorías. No puedo imaginar una señal mejor para nuestros ciudadanos de que Europa está trabajando para ellos.
(Aplausos)
Françoise Grossetête, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (FR) Señor Presidente, Señorías, señor Barroso, el programa que nos presenta apunta prioridades esenciales, como son la seguridad, la competitividad, la justicia social y el mercado interior, y resaltamos su voluntad de traducir en acciones los objetivos de Lisboa. También habrá que dotarse de los medios para alcanzarlos. Ahora bien, lo que temo es que falte ambición para responder a las expectativas de una Europa en crisis.
También es interesante su metodología del plan D, de democracia, diálogo y debate, siempre que no se convierta en el plan de la demagogia o la decepción. Pues falta algo en este plan D, a saber, la determinación, su determinación de encontrar soluciones concretas. Lo que me preocupa, señor Presidente, es saber cuáles serán los puestos de trabajo que tendremos de aquí a cinco años en Europa. No solo puestos de trabajo en los servicios, sino también en la industria. ¿Qué empleos tendremos aún en Europa dentro de cinco años?
Crecimiento, empleo y seguridad son los tres pilares sobre los cuales Europa debe construir su política. Pero para ello, y a falta de Constitución, necesitamos una iniciativa política, que reúna al Consejo, la Comisión y el Parlamento, para hacer efectivas las medidas necesarias para el funcionamiento de las instituciones europeas. En ningún caso se trata de hacer caso omiso del resultado de los referendos. Todo lo contrario. Ahora bien, usted sabe que las ampliaciones futuras preocupan a gran parte de los ciudadanos europeos. Si es indiscutible que Europa debe acompañar los esfuerzos realizados en la vía de la democracia por nuestros vecinos más próximos, también es necesario no dar la impresión de ir demasiado deprisa y querer ampliar sin cesar, cuando no hemos resuelto ni el problema de nuestras instituciones ni el de las finanzas de Europa.
Señor Presidente, reiteramos nuestra ambición de contar con una Comisión Europea fuerte. Estaremos a su lado, pero debe escucharnos más. El Consejo no es su único interlocutor. Por otra parte, sería conveniente intensificar la cooperación entre la Presidencia de la Unión Europea y nuestra Asamblea.
En la última Cumbre, en Hampton Court, el Consejo le pidió un nuevo impulso en materia de inmigración y de seguridad interior. Celebramos esa iniciativa, porque hasta ahora el Consejo más bien ha frenado la cooperación judicial reclamada por este Parlamento. Cuestiones como la seguridad interior y la lucha contra el terrorismo no deben inscribirse solo en el plano intergubernamental. Por esta razón, esperamos iniciativas importantes en la materia y pedimos una revisión total de las acciones de protección de Internet, a fin de crear una ciberseguridad sin por ello obstaculizar la libertad de la red.
«Legislar mejor» no quiere decir: «no hacer nada», sino «hacerlo mejor», orientar mejor a sus objetivos la intervención de la Unión Europea. Antes de proponer, hay que reflexionar en el valor añadido que aporta Europa. Es importante, entre otras cosas, por lo que respecta al apoyo a la investigación. Acogemos pues con satisfacción la creación del Instituto Europeo de Tecnología. Ese valor añadido consiste también en velar por la buena aplicación de los textos europeos. Cada Comisario debería publicar trimestralmente un estado de la situación claro y preciso. Es necesario revisar también el procedimiento de comitología, y deseamos asimismo participar más en el proceso indispensable de simplificación de la legislación. La Comisión no solo quiere acometer los problemas de los europeos hoy, sino también las cuestiones que se plantearán de mañana.
Dos aspectos parecen especialmente importantes. El primero es la demografía y el envejecimiento de la población. A este respecto, hay que crear un entorno más favorable para la familia. Aunque se trate de una competencia de los Estados miembros, la Unión puede intentar reunir las mejores iniciativas de los 25 Estados miembros y proponer soluciones eficaces en materia de política sanitaria.
Otro aspecto es la gestión sostenible de los recursos naturales y, en particular, el impulso dado a la política energética. La propuesta de un plan de acción en materia de eficiencia energética y la relativa al proyecto de Libro Verde, destinadas a garantizar unas fuentes de energía seguras, competitivas y sostenibles, van en la buena dirección. Velaremos por que esos objetivos se traduzcan en hechos, en particular en un desarrollo de los biocarburantes y del transporte por las vías de agua interiores.
Por último, Europa será tanto más fuerte cuanto más influya en las negociaciones internacionales. Sabemos que no tenemos casi nada que esperar de la reunión de Hong Kong, pero le pedimos que no reconsidere la reforma de la PAC, decidida en 2003, y que siga apoyando una agricultura multifuncional. Pero nuestras perspectivas de futuro serán vanas si no tenemos unas perspectivas financieras antes de finales de año. ¿Cómo pensar en funcionar con presupuestos anuales? Usted mismo ha dicho, señor Barroso, que el año 2006 sería esencial para transformar las palabras en acciones concretas. Sabe que buen número de proyectos esperan ese presupuesto. El Parlamento ha cumplido con su deber, a través del informe Böge. A usted corresponde influir en la Presidencia británica para que saque a Europa de este punto muerto.
Hannes Swoboda, en nombre del Grupo del PSE. – (DE) Señor Presidente, señor Presidente del Tribunal de Cuentas, señores Comisarios, estamos de acuerdo con gran parte del programa y de lo que hoy ha dicho el Presidente Barroso, en especial –y quisiera retomar aquí el comentario del señor Barón Crespo– los intentos del Comisario Mandelson de que la ronda de negociaciones en Hong Kong sea justa y equilibrada. A pesar de su escepticismo, espero que se consiga.
Su programa, señor Presidente, en que expresa usted su deseo de liberar todo el potencial de Europa, es un programa muy ambicioso, pero debo decir que, según las deliberaciones de mi Grupo, adolece de graves carencias.
Comenzaré hablando de los altercados en las ciudades francesas. Se trata realmente de sucesos franceses, pero tras ellos subyacen causas más profundas. Quizá entienda usted ahora por qué nuestro Grupo siempre ha destacado la importancia de la cohesión social: donde hay desempleo, donde falta integración, donde cunden el aislamiento y la discriminación, no es difícil que se den tales sucesos. A este respecto, el programa también carece de toda declaración inequívoca sobre la importancia de los servicios públicos, que son especialmente importantes, sobre todo en las ciudades, para ayudar a los más desfavorecidos.
También se ha referido usted, señor Presidente, al asunto de la energía. Aunque tengo un alto concepto del Comisario de Energía y mantengo una buena colaboración con él, debo decir que a menudo hemos constatado la importancia que tiene, a la vista de los acontecimientos, que la Comisión en su conjunto asuma claramente una política en materia de energías alternativas. También es fundamental que introduzcan ustedes en Europa lo que es práctica habitual en los Estados Unidos: obligar a las grandes empresas a invertir una parte mayor de sus beneficios desorbitados en investigación y desarrollo. Estamos impacientes por conocer el contenido del Libro Verde –que ya debería estar disponible desde hace tiempo–, que seguramente será objeto de un animado y serio debate.
En tercer lugar, es preciso reactivar el potencial de investigación de Europa. Actualmente se está discutiendo el Séptimo Programa Marco de Investigación, pero ¿tiene la Comisión alguna idea de cómo ponerlo en marcha? Por ejemplo, su programa hace meramente una vaga y cautelosa referencia al Instituto Europeo de Tecnología, y es aquí donde deben mostrar ustedes una mayor audacia y determinación y presentar un programa general para todas las universidades europeas. Tenemos que dejar de subvencionar a los estadounidenses con la exportación de jóvenes investigadores. Nosotros los formamos y después dejamos que se vayan allí porque en Europa no hay oportunidades para ellos. También es necesario un plan que mejore y facilite el acceso a los recursos de investigación a las pequeñas y medianas empresas, sobre todo. También eso es absolutamente necesario.
Le doy la razón en lo referente a «legislar mejor»: redundaría en beneficio de muchas grandes empresas, de las pequeñas y medianas empresas y también de los ciudadanos particulares. Pero aunque apoyamos el plan de la Vicepresidenta, legislar mejor también es una tarea para nosotros en esta Cámara. Debemos hacer mucho más que hasta ahora por explicar, defender y justificar cada iniciativa legislativa al público, y debemos ser razonables con respecto a la forma de hacerlo. Hemos de actuar con un mayor sentido de nuestro objetivo. No depende tanto de que la Comisión supervise la legalidad de cada una de las medidas como del hecho de que los Estados miembros sean capaces de cumplir los objetivos asociados a la legislación europea.
Ha hecho usted bien en referirse a las cuestiones sociales, pero en el programa no se expresa ni mucho menos con suficiente claridad que el desarrollo económico y social deben ir de la mano. Quisiera verle elaborar, en nombre de la Comisión, un informe el año que viene sobre el progreso de la ampliación, tema sobre el que volveré, quizá en un sentido diferente. Hay un gran escepticismo por parte de la sociedad. Muchos ciudadanos de los antiguos Estados miembros tienen la impresión de que la ampliación se está utilizando para reducir los estándares sociales y recortar los impuestos. Cuando pienso en el debate que mantuvimos con usted, señor Presidente de la Comisión, y con el Comisario McCreevy, creo que no fuimos capaces de transmitir con suficiente claridad lo importante que es para nosotros la cuestión social. Ahora, al leer en el Financial Times –el portavoz principal de la Comisión– que el Comisario McCreevy es absolutamente contrario a la armonización fiscal, me pregunto si nuestra verdadera intención es recortar cada vez más los impuestos directos e impedir que podamos financiar nuestros servicios sociales y nuestras infraestructuras. ¿Queremos una Europa única y compartida con unos estándares sociales mucho más bajos? Nuestro objetivo debe consistir –e incluyo tanto a los antiguos como a los nuevos Estados miembros– en conseguir una Europa social. Me gustaría ver que la Comisión emitiera un informe al respecto el año que viene.
Según un reciente artículo del Financial Times, muchos de los líderes políticos de los grandes países –Schröder, Chirac, Blair– desaparecerán de la escena en los próximos años. Polonia cuenta ahora con un Gobierno totalmente nuevo. En un momento en que acceden al poder nuevos Gobiernos y nuevos Jefes de Gobierno que quizá no estén tan familiarizados con esta nuestra Europa, la Comisión debe ejercer el liderazgo para que el ideal europeo no se debilite aún más. Si lo hace, le apoyaremos, pero en tal caso le ruego que haga de la Europa social uno de sus objetivos.
Silvana Koch-Mehrin, en nombre del Grupo ALDE. – (DE) Señor Presidente, señor Presidente de la Comisión, señores Comisarios, el programa de trabajo para 2006 no es un programa cualquiera. Debe ser un programa que haga perceptible de nuevo la UE para los ciudadanos y, además, perceptible de forma positiva.
Los problemas de la UE con la credibilidad y la aceptación pueden no seguir siendo materia de titulares de prensa, pero, sin duda, no han desaparecido y pueden volver a las portadas en cualquier momento. No han sido resueltos, y por eso es mayor aún el reto para la UE: su política debe demostrar al público que realmente sirve a los ciudadanos. Eso se logrará mediante políticas comprensibles y eficaces, que den resultados a tiempo y que den los mejores resultados posibles. Eso no quiere decir que haya que legislar lo más posible, con la mayor repercusión sobre el mayor número de personas. Por el contrario, el objetivo principal de toda la política de la Europa común debe ser cómo situar a Europa en lo más alto.
Ahí es donde el título del programa de trabajo, «Liberar todo el potencial de Europa», acierta de lleno. Por cierto, esa fue la idea central de la campaña electoral de los Liberales en 2004, y me alegro de que hayan recurrido a ella. Por ese mismo motivo celebro que el programa de trabajo haya sido fruto de la colaboración con las comisiones del Parlamento. La elaboración conjunta de un programa común para todas las instituciones comunitarias es un paso adelante por el buen camino. Sin embargo, todo lo demás está muy fragmentado, y eso no parece justificable para la sociedad.
Los cuatro principales aspectos –que ya se han mencionado– son definitivamente los correctos. En consecuencia, la alegación de que esta política responde a las preocupaciones los ciudadanos todavía está muy lejos de verse corroborada. Ni la estructura ni el contenido del programa de trabajo cumplen este requisito de cercanía al público; en todo caso, no puede hablarse de que se legisla mejor cuando las dos partes presentadas no tienen nada que ver una con otra y, por eso, el programa carece de coherencia.
Quisiera destacar algunos aspectos de particular importancia para nosotros, los Liberales y Demócratas. El hecho de que la Agenda de Lisboa se convierta en la máxima prioridad es muy positivo. Una política coherente a favor de la educación, la investigación y el crecimiento generará empleo y hará que la UE sea competitiva. Eso implica también la creación de un mercado único de servicios, incluidos los financieros. Asimismo, es importante que seamos ambiciosos al impulsar la reforma de la política agrícola, entre otras cosas reasignando más fondos a la investigación y la tecnología agrarias.
En lo que respecta a la seguridad interna, creemos que hay dos aspectos que merecen igual atención: la necesidad de seguridad y el respeto de la libertad. En efecto, no estaremos más seguros ni derrotaremos al terrorismo coartando las libertades de la UE, las mismas que combaten los terroristas.
Europa es un ejemplo único en el mundo de cómo lograr una paz estable y duradera entre países antes enemigos. También es un caso único en la exportación pacífica de la economía de mercado, la democracia y los derechos humanos. Eso es estupendo, pero para seguir triunfando debemos orientarnos en la dirección correcta. ¿Adónde se dirige Europa? Nuestra obligación como legisladores europeos es aportar respuestas comprensibles, fiables y rápidas. Eso debe ser parte de nuestro día a día, nuestra labor diaria. En las próximas semanas, con este programa de trabajo para 2006 debemos dar ya un ejemplo de cómo hacerlo.
Pero por encima de eso tiene que haber un sueño común que nos una como europeos. Víctor Hugo dijo una vez que nada es más poderoso que una idea cuya hora ha sonado. Europa era y es una idea así. El programa de trabajo puede ser una piedra en el mosaico de esa idea, pero debe encajar en la figura de una Europa que quiere avanzar y, sobre todo, reforzarse.
Pierre Jonckheer, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (FR) Señor Presidente, señor Barroso, señoras y señores Comisarios, escuchándole, señor Barroso, y leyendo el texto de la Comisión, el primer sentimiento que me viene a la cabeza es desearle buen trabajo, y buen trabajo a todos nosotros, porque el Parlamento tendrá, por supuesto, su palabra que decir sobre cada uno de esos proyectos, tendrá el poder de codecisión. Al oírle hablar de «prosperidad, solidaridad y seguridad», suena bien. Hay otros tipos de tríptico: libertad, igualdad y fraternidad. En la Carta de los Derechos Fundamentales encontramos también el término dignidad, o el de justicia. Pero está ausente un concepto, el de sostenibilidad. Yo, por mi parte, me he dicho: de hecho, en inglés, sustainable, suena bien. El equivalente francés, soutenabilité, ya no suena tan bien. Y el extraño término de durabilité suena aún peor. Quizás otro tríptico podría ser: vivir, circular y amar. ¡Es solo una sugerencia!
Más en serio, ¿dónde está la urgencia? Escuchándole, y es usted un orador elocuente, uno se dice: «Tiene razón». Sin embargo, falta algo, y mi Grupo experimenta de forma permanente cierto malestar. Y ese malestar, para expresarlo también con una imagen, se disiparía si la estrategia de desarrollo sostenible que usted anuncia para diciembre no resultase ser el hijo pobre de papá Barroso, porque, como sabe, la famosa imagen con sus tres hijos sigue grabada en nuestra memoria. Intentaré explicarme: se remite usted constantemente a la economía estadounidense, pero ¿sabe que la huella ecológica de la economía estadounidense representa seis veces lo que el planeta puede soportar? ¿Y que la de las economías europeas oscila entre tres y cuatro veces? Es lo que indica un estudio realizado por World Wide Fund, y sería interesante que, en el marco de esa estrategia de desarrollo sostenible, la Comisión nos dijera si reconoce esta afirmación y si saca de ella alguna conclusión en relación con las políticas públicas europeas.
Con respecto a la cuestión de las empresas y la competitividad, los ecologistas estamos absolutamente convencidos de que las empresas son los actores, no ya principales, pero sí esenciales del desarrollo sostenible. Por este motivo, mi Grupo, así como el Parlamento Europeo, sabiendo que las empresas están divididas entre el deber de rendir cuentas a sus accionistas cada trimestre y la necesidad de elaborar estrategias de desarrollo sostenible y de inversión a largo plazo, insistimos constantemente en la necesidad de adoptar objetivos respaldados en cifras. Así, queremos de un 20 a un 25 % de energía renovable para 2020 y queremos coches que consuman 2,5 litros cada 100 kilómetros para 2020, porque el 70 % del consumo de petróleo en la Unión Europea se debe a los transportes.
Por lo que respecta a la cuestión económica y social, señor Barroso, sería conveniente convencer a los ciudadanos de que el mercado único europeo no se construye sobre la base del dúmping social. Haga saber desde ahora –haciéndolo no se extralimitará en sus prerrogativas– que el compromiso avanzado por la señora Gebhardt sobre el principio del país de origen puede ser aceptable para la Comisión. Haga saber también a los nuevos Estados miembros, y sobre todo a los Gobiernos, que las cláusulas de restricción impuestas sobre el Derecho laboral al conjunto de los ciudadanos de la Unión Europea no sirven para nada, que son inaceptables y que el 1 de mayo de 2006 pueden ser abolidas.
Son unas cuantas sugerencias que quería comunicarle. No tengo tiempo para continuar, pero, si lo desea, podría reunirme con usted en otro marco.
Roberto Musacchio, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (IT) Señor Presidente, señor Barroso, Señorías, al comienzo de la legislatura dije en esta Cámara que este Parlamento era el fruto de unas elecciones en las que todos los partidos gubernamentales habían sido derrotados, empezando por su país, señor Barroso, que es Portugal.
Era la señal de una crisis económica y social que afectaba también a las políticas europeas, es decir, las políticas de libre comercio. Hacía falta una acción decisiva que no se produjo, ni siquiera tras los resultados de los referendos de Francia y los Países Bajos, que rechazaron el Tratado constitucional. De hecho hubo incluso la tentación de dar la espalda al pueblo en vez de cambiar de política.
Llegó después la Presidencia del señor Blair, quien se presenta como la solución de los problemas europeos, cuando es evidente que es parte integrante de esos problemas. En efecto, su semestre está llegando a su fin y todavía no se ha alcanzado siquiera un acuerdo sobre el presupuesto. Es un fracaso del que usted, señor Barroso, es responsable junto con el señor Blair, ya que usted y su Comisión han secundado todos los procesos de crisis en curso, acabando incluso por agravarlos.
¿Qué podemos decir de sus indicaciones más recientes, cuando nos habla de una simplificación que de hecho significará no hacer las cosas buenas, como la Directiva REACH, y hacer en cambio las malas, como la Directiva Bolkestein? El asunto es que el camino liberal conduce a Europa a una vía muerta. El problema no es Europa, la ampliación o Turquía, sino el libre comercio, y hoy nos ha vuelto a proponer usted esa vía muerta.
Queremos algo muy distinto. Es necesario definir un proyecto de relanzamiento de un desarrollo de calidad y una cohesión social que pueda reinstaurar el modelo social europeo como alternativa al modelo estadounidense y no como una burda copia del mismo.
Para ello es necesario un presupuesto más robusto y no esquelético, así como un paquete de normas que promueva la armonización al alza, y no el dúmping social de la Directiva Bolkestein.
Necesitamos cooperación dentro de Europa y con los demás países para relanzar un desarrollo cualificado y no una competencia insensata o la dictadura ruinosa de la Organización Mundial del Comercio. Hemos de dar prioridad a la innovación y el medio ambiente, y no al ridículo y desastroso relanzamiento de la energía nuclear. Precisamos redes de comunicación que impongan el respeto del medio ambiente y no contribuyan a su destrucción.
Es necesario conceder la ciudadanía a los inmigrantes y evitar que se produzcan más episodios como los de Lampedusa o Melilla. Hay que garantizar la democracia y no los denominados paquetes de seguridad, que afectan negativamente a los derechos democráticas y además han sido rechazados por el Parlamento del Reino Unido. Hemos de optar por la paz y no por la guerra. Hemos de dar preferencia a un Parlamento democrático y no a una autoridad burocrática más.
Finalmente, necesitamos Gobiernos de izquierda que apuesten por el cambio y no por grandes coaliciones inaceptables. Nosotros proponemos una izquierda alternativa europea, cada vez más unida a una sociedad europea que quiere cambiar.
Nigel Farage, en nombre del Grupo IND/DEM. – (EN) Señor Presidente, felicito al señor Barroso por el notable documento que ha elaborado. Señor Barroso, su voluntad de crear un Estado unitario de Europa no ha disminuido ante inconvenientes tales como los resultados de los referendos de Francia y los Países Bajos. Me preguntaba si la iniciativa del señor Blair de reducir la regulación y eliminar leyes innecesarias podría frenarle siquiera un poquito, pero veo que no, nada le ha disuadido de trazar el más ambicioso programa de trabajo jamás visto en la historia de la Unión Europea. Lástima que no se haya podido molestar a la Presidencia británica para que venga a escucharle esta mañana.
Además de la extensión de las competencias al terreno de la justicia y los asuntos de interior, el establecimiento de visados comunitarios, hasta la misma normativa sobre juguetes infantiles, observo que en el presupuesto dice usted que debe haber sistemas adecuados de auditoría y control. Resulta cómico oírlo en la misma semana en que el Tribunal de Cuentas ha rehusado convalidar sus cuentas por undécimo año consecutivo.
Perdió usted la Constitución y ahora trata con desdén a los votantes de Francia y de los Países Bajos. Muchos franceses habrán pensado que, al votar «no», frenarían el caudal de burocracia europea. Sin embargo, igual que fracasó su fe en la Línea Manigot en 1940, una vez más los enemigos de los países libres e independientes llegan por todas partes y se lo tragan todo.
Con este programa de trabajo ha demostrado usted no haber aprendido nada y que no entiende nada de nada.
(Aplausos del Grupo IND/DEM)
Brian Crowley, en nombre del Grupo UEN. – (EN) Señor Presidente, quiero dar las gracias al Presidente Barroso y a toda la Comisión por estar aquí esta mañana. Es una pena que el Parlamento no haya correspondido con una afluencia equivalente.
Uno de los factores principales para evaluar el programa de trabajo es comprobar si las ideas y propuestas que contiene responden a las actuales necesidades de los ciudadanos de la Unión Europea.
Quisiera referirme brevemente a uno o dos puntos planteados por el Presidente Barroso en su presentación. Ha hablado acertadamente de la importancia de la Ronda de Doha y de la repercusión que puede tener, dentro de Europa y también en todo el planeta, en el aumento del comercio y en el cumplimiento de ciertos aspectos de la justicia social, si bien no de toda la justicia social. No obstante, a pesar de las aseveraciones del Presidente Barroso, sigo un tanto preocupado por los intentos de algunos miembros de la Comisión y de algunos diputados a este Parlamento, en la preparación de la ronda de conversaciones de Hong Kong, de exigir más a los agricultores europeos. Se está pidiendo a los agricultores más reducciones y sacrificios, pese a que se les dijo que la reforma de 1999 supondría el establecimiento definitivo de la PAC. Se les dijo después, en 2003 y 2004, que eran necesarios nuevos ajustes con vistas a las próximas conversaciones de la OMC. De pronto descubrimos que aún se está pidiendo más al sector agrario europeo. Son demandas que no se pueden cumplir si queremos mantener un sector agrario viable y sostenible en la Unión Europea para el futuro. No se trata solo de proteger los intereses de los agricultores; es también un aspecto fundamental que afecta a la seguridad alimentaria, a la seguridad del suministro de alimentos y a la calidad de la alimentación, y también a la seguridad de que se mantengan la biodiversidad y las opciones disponibles en las áreas rurales de Europa.
Hablando de las distintas propuestas del programa de trabajo, celebro las iniciativas recogidas en una comunicación sobre los derechos de los niños. Ya era hora de que la Unión Europea se tomara en serio los derechos de este sector, que constituye más del 40 % de nuestra población pero carece de representación en las políticas e ideas de Europa, salvo en las palabras que usamos para expresar nuestra voluntad de proteger a los niños. Debido al progreso tecnológico, dichas ideas sobre los derechos de los niños deben tratar también de la seguridad informática, pues se ha comprobado que hay quien usa Internet –pese a su maravillosa utilidad, la excelente innovación y las oportunidades que nos brinda a todos– para corromper las mentes inocentes y pervertir el uso de la red traficando con pedofilia y pornografía infantil.
Respecto a la sostenibilidad, el aumento de precios del petróleo y de los carburantes en los últimos meses ha puesto a prueba todas las economías, incluidas las de los consumidores particulares. No olvidemos que el precio del petróleo repercute no solo en la economía en su conjunto, sino también en cada uno de nosotros como consumidores individuales, tanto en el combustible de nuestros vehículos, como en el precio de los artículos que compramos, nuestros desplazamientos al trabajo, etc. Ha llegado el momento de avanzar hacia un mercado común europeo de la energía en que podamos utilizar la fuerza colectiva de los 25 Estados miembros para conseguir mejores precios, y que aunemos las inteligencias y la innovación de que disponen esos 25 países para buscar proveedores alternativos de carburante y, sobre todo, para buscar nuevas formas y mecanismos de conservación de la energía. Por eso también celebro la propuesta de una directiva sobre biocarburantes. Sin embargo, debería prestarse más atención a la energía solar, eólica e hidráulica, que pueden ser decisivas para un plan energético definitivo.
Por último, no importa lo que se diga: las perspectivas financieras son lo único que cuenta ahora. Si no tenemos los medios, no podemos emprender las acciones y políticas que queremos. Pero para determinar cómo deberían ser las perspectivas financieras, corresponde a los Estados miembros aportar un paquete de recursos, pues son ellos una vez más quienes han de sostener la actividad futura de la Unión Europea. A ellos compete la decisión de aportar los fondos necesarios para poner en marcha esas importantes medidas. El hecho de que hasta ahora los Gobiernos no hayan logrado ponerse de acuerdo es inaceptable para todo el mundo. De hecho, es irónico que los Gobiernos de los nuevos Estados miembros sean quienes encabecen los intentos de resolver el tema de las perspectivas financieras.
Sin embargo, no debemos aprovechar el fracaso del acuerdo como excusa para bloquear, obstaculizar o contrarrestar los esfuerzos que se están haciendo. Celebro la oportunidad que tenemos de colaborar con usted, Presidente Barroso, y con su Comisión para cumplir este programa.
Jean-Claude Martinez (NI). – (FR) Señor Presidente, señor Barroso, ha ocurrido el asunto de Ceuta, ha ocurrido el asunto de Melilla, y ahora tenemos los suburbios en llamas. Los medios de comunicación de todo el mundo formulan preguntas y nosotros, ¿qué hacemos? Elaborar un programa legislativo. ¿Para abordar qué? Por ejemplo, el calentamiento del planeta, lo que parece lógico; cuando arden coches y escuelas, hay desde luego un problema de calentamiento y, por tanto, de respeto del protocolo de Kyoto. Por otra parte, podríamos, junto con la señora Fischer-Boel, destruir un poco más nuestra agricultura, así el señor Mandelson obtendría un acuerdo en Hong Kong y nosotros un nivel de desempleo un poco mayor. Adoptemos unas pocas directivas más y la montaña legislativa nos hará bastante impotentes. Propongo incluso un título para el programa legislativo del señor Barroso: «Operación humo y espejos», pues el programa es una cortina de humo que oculta bonitas ideas, pero ideas que solo enmascaran tragedias.
Una última palabra, señor Barroso, un día de Navidad del siglo V después de Cristo, el Rin se congeló a causa a un cambio climático. Miles de carros de fuego atravesaron el Rin, y Roma fue saqueada. ¿Sabe usted qué hacía el Senado romano durante ese invierno de 483? Hacía un programa legislativo.
(El señor Cohn-Bendit grita al señor Martinez las palabras «¡Por Dios! ¡Qué hombre más listo, conoce su historia!»)
PRESIDENCIA DEL SR. ONESTA Vicepresidente
El Presidente. – Señor Cohn-Bendit, le ruego se abstenga de hacer comentarios.
Ingeborg Gräßle (PPE-DE). – (DE) Señor Presidente, señor Presidente de la Comisión, señores Comisarios, Señorías, con noventa y seis proyectos prioritarios, treinta y dos de ellos de carácter legislativo, esta Europa nuestra no puede ser acusada de no hacer planes, de modo que ¡mucho respeto! Sobre todo si se tiene en cuenta que ni siquiera están incluidos en el catálogo los proyectos legislativos que realmente deberían ser prioritarios para 2006, en forma de unos cincuenta fundamentos jurídicos de los programas plurianuales del período 2007-2013.
Por tanto, hoy estamos debatiendo un paquete que poco dice de su auténtico contenido. ¿Qué ha sido de la subsidiariedad y de la piedra de toque de la subsidiariedad? El Consejo, que hoy brilla por su ausencia, se ha puesto una vez más en ridículo al no participar en esta labor de planificación, por no hablar de la formulación de sus prioridades. Las dos Presidencias del año que viene, Austria y Finlandia, en una carta fechada el 19 de octubre, han llegado incluso a anunciar su propio programa de trabajo para 2006, de modo que podemos esperar algo y ver cómo pueden encajar todas estas cosas.
El propio Consejo, aprovechando este procedimiento de consulta, podría haber dado una muestra de su respeto a la subsidiariedad haciendo participar a los Parlamentos nacionales en la forma prevista en la Constitución. Podría haber dejado su marca en este procedimiento acercándose al Parlamento y a la Comisión, en vez de dejarnos a todos pendientes de lo que pueda pasar después y de las propuestas que el mismo Consejo vaya a hacer.
El Parlamento ha establecido una reserva para puestos de trabajo en la Comisión que solo será desembolsada si se aprueba el programa de trabajo. Quisiera que este programa incluyera realmente todos los proyectos que ya sabemos que figuran en el programa de trabajo de 2006, y que respetara más la idea de subsidiariedad tanto con respecto a los procedimientos como en cuanto al fondo.
Jan Andersson (PSE). – (SV) Señor Presidente, la Comisión ha dicho que la Estrategia de Lisboa está reflejada en este programa. En realidad, está reflejada en parte, pero no plenamente. Quizá recuerden que tuvimos un debate sobre el equilibrio en la Estrategia de Lisboa. El Parlamento expresó la opinión de que la política social, la justicia social y la cohesión social no pueden ser consideradas asuntos secundarios respecto al crecimiento y al empleo. Creí que nos habíamos puesto de acuerdo en que la política social era una parte integrante del Proceso de Lisboa. Esto no se refleja en este programa de trabajo. La dimensión social es mínima.
Hemos hablado del hecho de que legislar mejor no significa necesariamente legislar menos. Yo observo que, en lo social, no hay ninguna legislación. Hay tres Comunicaciones y un Libro Verde, y eso está bien, pero no hay legislación alguna. No se puede decir que el Parlamento no haya formulado propuestas. Si me lo permiten, comentaré algunas de ellas. El primero se refiere a las nuevas formas de empleo: lo que ahora se denominan las formas atípicas de empleo, de las que hoy hay tal abundancia y que implican menos seguridad, menor influencia y probablemente más estrés en los lugares de trabajo. Hemos pedido una directiva que regule estas nuevas formas de empleo.
En segundo lugar, el señor Barroso y yo hemos estado en la conferencia sobre reestructuración. Yo pensé que estábamos de acuerdo en que si debíamos ser capaces de llevar a cabo la reestructuración, debíamos hacerlo de forma que los trabajadores participaran en el proceso. Contamos con instrumentos a escala europea. Tenemos los Comités de Empresa Europeos, cuya revisión hemos solicitado en el Parlamento Europeo. Nada de esto se ha hecho.
Por último, solo quiero aludir al programa de integración de discapacitados. Se trataría de un programa de no discriminación aplicable no solo al mercado laboral, sino a todos los ámbitos. También brilla por su ausencia.
Diana Wallis (ALDE). – (EN) Señor Presidente, quiero dar las gracias al Presidente de la Comisión por presentar el programa de la Comisión en un contexto muy político.
Deseo hacer un breve comentario: cuando llegué a esta Cámara hace seis años, el despliegue del potencial del mercado interior europeo se veía en el contexto de aprovechar al máximo el comercio electrónico y la llegada del euro. A tal fin hubo muchas iniciativas en el terreno de la justicia civil, para garantizar que allá donde se diera la posibilidad de instalarse, de negociar, de trabajar, de innovar, de comprar y vender, se facilitara también el marco jurídico adecuado que diera seguridad y acceso a la justicia.
Ha irrumpido la guerra contra el terrorismo y toda el área de lucha contra el crimen se ha convertido en algo fundamental, pero ¿ha de ir esto en detrimento de la justicia civil, que merece un solo párrafo y ninguna iniciativa nueva, ni siquiera consultas en este programa? Basta mirar las cartas que recibimos para ver que no estamos cumpliendo en el terreno de la justicia civil. Solo hay que echar un vistazo a la agenda de la Comisión de Peticiones. La vida de muchos de nuestros ciudadanos está enturbiada por la falta de acceso a la justicia civil o por unos mecanismos de indemnización transfronterizos que, por desgracia, están afectados directamente por el terrorismo. Por favor, pensemos más en la justicia civil.
Esko Seppänen (GUE/NGL). – (FI) He estudiado detenidamente el documento de la Comisión. Mi conclusión es muy clara: muchas palabras pero poca acción. La mundialización, que en realidad es una versión actualizada de capitalismo, se da por hecha, como si fuera una ley de la naturaleza. La legislación comunitaria promueve la idea del abaratamiento del trabajo en Europa, de la exportación internacional de puestos de trabajo y de la defensa de los intereses del mercado laboral de los Estados miembros.
He escrutado minuciosamente el programa de trabajo buscando el fundamento jurídico del anuncio realizado por el Presidente de la Comisión de que Francia ha de percibir un subsidio adicional de cincuenta millones de euros a cuenta de los vehículos que han sido incendiados en sus calles durante las últimas semanas. No creo que la legislación actual aporte un fundamento jurídico para esta forma de ayuda económica, y tampoco el programa de trabajo de la Comisión propone nada al respecto. ¿Pretendemos acaso sobornar a Francia con subsidios ilegales para que apruebe los planes financieros de la UE?
La Comisión propone manipular a la opinión pública para que esta tenga un mejor concepto de ella. Esto es propaganda y adoctrinamiento, aunque la Comisión hable de déficit de comunicación. En la forma en que difunde la información, la Comisión encarna la dictadura de la mayoría, pues la democracia se mide por la actitud de la mayoría cuando escucha a las minorías. En cualquier caso, en los referendos de Francia y los Países Bajos la mayoría votó en contra de la comunicación de la Comisión y de la dictadura propagandística.
Fue democrático el rechazo de la Constitución y no condujo a la UE a una crisis. Sin embargo, al no aprobarse las perspectivas financieras de 2007-2013, se está paralizando el trabajo de la UE. Dado que estamos en una situación de emergencia, la Comisión debería optar por el plan B: redactar anualmente los programas de los Fondos Estructurales y otros.
Jens-Peter Bonde (IND/DEM). – (DA) Señor Presidente, los Parlamentos nacionales y regionales deberían estudiar a fondo el programa anual y, bajo la rúbrica de «menos y mejor», vigilar que en él se cumplieran los principios de proximidad y proporcionalidad. Es preferible abordar menos tareas a cambio de realizar una labor de más calidad. La UE solo debería aprobar legislación vinculante en ámbitos de alcance supranacional en que los Parlamentos nacionales no puedan legislar efectivamente por sí mismos. Así, los votantes no tendrían nada que perder y sí mucho que ganar, y nosotros tendríamos el derecho de codecisión en vez de perder competencias. Si, por el contrario, la UE se arroga competencias en ámbitos en que los Parlamentos nacionales pueden legislar por sí solos, saldremos perdiendo en influencia y en democracia.
La salvaguarda del principio de proximidad debería comenzar en las comisiones especializadas del Parlamento, de modo que las comisiones sociales abordaran propuestas de tipo social y las de transporte, propuestas relativas al transporte, etc., un procedimiento aprobado el pasado viernes por la Comisión de Asuntos Europeos de Dinamarca. En consecuencia, las comisiones europeas de asuntos europeos deberían emitir sus opiniones y reunirse en la Conferencia de los Órganos Especializados en los Asuntos Comunitarios y Europeos de los Parlamentos de la Unión Europea (COSAC), con vistas a aprobar el programa anual y a hacerlo preferiblemente de forma que podamos ver quién ha votado qué. Posteriormente, el programa anual debería ser considerado y debatido en el Parlamento Europeo y en el Consejo. Solo entonces se invitaría a la Comisión a redactar leyes, que contarían así con el apoyo de todas las instancias. Esa situación contrastaría con la actual, en que la Comisión se arroga a sí misma las competencias y utiliza su monopolio de iniciativa, sus 3.000 grupos de trabajo secretos y su acceso al Tribunal de Justicia para centralizar cada vez más el poder en Bruselas.
No hay nada tan malo que no sirva al menos para algo. La centralización ha llevado afortunadamente al rechazo de los votantes, como hemos visto en los Países Bajos y en Francia. Sin embargo, el programa anual contiene muchos aspectos de la Constitución rechazada. Hay que respetar el voto negativo: debe excluirse todo lo que procede de la Constitución. Gracias, señor Presidente, si es que hay algo por lo que dárselas.
Alessandro Battilocchio (NI). – (IT) Señor Presidente, Señorías, hablo en nombre del nuevo Partido Socialista Italiano. Europa debe afrontar desafíos importantes, claros y urgentes. Sin duda, el siglo XX condujo al viejo continente a niveles de libertad, progreso y bienestar jamás alcanzados antes. Sin embargo, ese extraordinario crecimiento generó también nuevos problemas, que provocan desequilibrios, riesgos y tensiones.
Los sucesos recientes en los suburbios franceses constituyen una clara señal de que los problemas de seguridad ya no consisten exclusivamente en peligros procedentes del exterior de nuestras fronteras. Una vez más, la actualidad nos obliga a ver lo que sucede en nuestra casa y nos pide que encontremos soluciones a problemas cotidianos, tan frecuentes y conocidos que demasiado a menudo escapan a nuestra atención.
La nuestra es una era de un extraordinario desarrollo acompañado de un exasperante estancamiento; de posibilidades que nos brindan un futuro mejor, pero también de gérmenes que nos traen amenazas y de un aumento del bienestar que ha conducido, sin embargo, a la aparición de nuevas enfermedades. Parece claro, por tanto, que todavía queda un largo camino por recorrer.
Estamos de acuerdo con los puntos más importantes de la propuesta que estamos examinando. El programa de trabajo de la Comisión, presentado puntualmente y con convicción por el señor Barroso, se centra con razón en algunos objetivos clave, a saber, la prosperidad, la solidaridad y la seguridad, así como el papel de la Unión como interlocutor mundial. Son cuestiones que requieren un compromiso constante, una estrategia efectiva y por extensión recursos suficientes para llevar a cabo intervenciones capaces de incidir realmente en la situación socioeconómica europea.
Malcolm Harbour (PPE-DE). – (EN) Señor Presidente, como coordinador de mi Grupo en la Comisión de Mercado Interior y Protección del Consumidor, quiero agradecer al señor Comisario y a su equipo la atención prestada por la Comisión a la culminación del mercado interior en una serie de importantes campos. Lo seguiremos muy de cerca.
Dicho esto, soy muy crítico con el conjunto del documento. Se trata de un texto extraño. Los diputados han estado hablando de prioridades. Citaré una de ellas: «La máxima prioridad hoy en día es recuperar el crecimiento sostenible y dinámico y el empleo en Europa». Está en la página 27 del documento. ¿En qué sentido tenemos prioridades cuando tenemos una lista inconexa de 96 asuntos mezclados y ordenados de forma arbitraria, sin que quede claro qué es lo legislativo y qué no lo es? En cualquier caso, le diré, señor Barroso, que en todo programa de trabajo yo quiero saber cómo avanzan las cosas. No solo quiero conocer las 96 tareas que comienzan ustedes, sino cómo se las están arreglando con las tareas que ya les hemos pedido que hagan y qué prioridad les asignan.
Y hay otra cosa que quiero preguntar, pues no sé nada de ella en absoluto. Es grato ver a todos los miembros de su Comisión aquí, pero lo que queremos es verles cooperar mucho mejor entre ustedes, haciendo política de forma más integrada, para hacer frente a ese crucial asunto que usted mismo ha colocado en lo más alto de su agenda: la competitividad, el empleo y el crecimiento en Europa. Eso no se logrará con 96 propuestas separadas, sino con la Comisión trabajando en común. ¿Por qué no lo vemos en su programa? Se lo digo también a la señora Wallström, que está aquí presente y que se supone que nos ayuda a comunicar estas cosas –se supone que nos ayuda. ¿Cómo puedo dirigirme a mis votantes y a las empresas de mi circunscripción y decirles que la Comisión va a trabajar por la competitividad y el empleo con su serie de 96 propuestas inconexas?
En cambio, quiero llamar la atención acerca del trabajo del Comisario Verheugen sobre automóviles en el contexto de una iniciativa de competitividad integrada. Deseo felicitarle por esa iniciativa y por muchas otras. Ojalá viéramos más ejemplos de esa forma de trabajar y no este compendio de propuestas inconexas.
Ieke van den Burg (PSE). – (NL) Señor Presidente, varios oradores que me han precedido ya han establecido la comparación con los Estados Unidos. Yo pertenezco a la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios, que también mantiene muchos contactos transatlánticos. Lo que he percibido es que hay una cierta inversión en la evaluación de los acontecimientos, sobre todo en el mercado financiero.
No sé si ha leído usted el titular del Financial Times de esta mañana, que una vez más afirma que los Estados Unidos nos envidian por lo logrado en esta Cámara en el último período parcial de sesiones. En octubre tratamos un volumen de ochocientas páginas de normas sobre las reservas mínimas de capital de los bancos, lo que nos sitúa muy por delante de los Estados Unidos. La sociedad no es suficientemente consciente de esto. Quizá conozca usted el libro de Jeremy Rifkin sobre El sueño europeo, donde se señala también que nuestra percepción al respecto es algunas veces errónea.
Lo que me preocupa es que la Comisión no sea consciente de lo mucho que podríamos hacer con la Estrategia de Lisboa y con la política macroeconómica. En Europa, cuando algo va mal, nos intentamos convencer unos a otros de lo inoperantes que somos, pero olvidamos que aquello también nos ofrece una oportunidad. Por ejemplo, podríamos aprovechar el malestar que rodea el Pacto de Estabilidad y Crecimiento para mejorar la política macroeconómica, y podríamos sacar provecho de nuestra ventaja en la normativa sobre los mercados financieros para rentabilizar las inversiones que esto podría generar, y hacer que la Comisión dirigiera esta política macroeconómica.
Me temo que la idea de que el mercado se las arreglará por sí solo es también atribuible a su punto de vista liberal. Creo que los estadounidenses podrían ayudarle a abandonar esa noción. El mercado no puede arreglárselas por sí mismo. Tendremos que mostrar el camino, y en este punto esperamos el liderazgo de la Comisión.
Anneli Jäätteenmäki (ALDE). – (FI) La integración europea no se logrará salvo que se fundamente en la responsabilidad conjunta. No basta establecer un mercado único y una moneda única, aunque sí favorecen la integración. Las prioridades de la Comisión: prosperidad, solidaridad y seguridad, son importantes y correctas.
Hay 18,8 millones de parados en Europa, casi veinte millones. ¿Qué es la UE para ellos y qué les ofrece? Ni solidaridad, ni prosperidad ni seguridad, en absoluto. Las meras palabras no bastan: hacen falta medidas concretas.
Señor Presidente, la UE debe centrarse en lo esencial. La decisión de la Comisión de eliminar la normativa y la burocracia innecesarias y de simplificar la UE merece todo nuestro apoyo. Además, espero que por fin se respete el principio de subsidiariedad. Eso acercaría también a nuestros ciudadanos a la UE y conferiría a esta un mandato para llevar a cabo su labor.
Georgios Toussas (GUE/NGL). – (EL) Señor Presidente, el programa de trabajo de la Comisión refleja sus honrosos esfuerzos por servir de la mejor forma posible a los intereses imperialistas de la Unión Europea y a los intereses de las grandes empresas.
Pese a las objeciones alegadas por el Consejo, se está promoviendo un acuerdo con profundos cambios sobre las perspectivas financieras para 2007-2013, a costa de los agricultores y de los trabajadores en general.
La Comisión está intentando ajustar su programa legislativo para 2006 a las nuevas circunstancias, no con cambios de orientación política, sino basándose en sus compromisos para su mandato quinquenal y en los intereses de los monopolios. El eje principal de su política es la política de comunicación. La corrupción, los sobornos y la cooperación de clases son ahora los medios para subyugar a las masas y obligarlas a aceptar las medidas más reaccionarias y antipopulares.
Pretende impulsar liberalización de los mercados, con la electricidad y el gas natural en el punto de mira. Busca la integración del mercado interior de servicios, correos, etcétera; la privatización de las empresas públicas, nuevas medidas de política de transporte y la promoción de nuevas medidas fiscales en perjuicio de los trabajadores.
Impulsa una estrategia uniforme para promover los objetivos antipopulares de Lisboa mediante programas de acción nacionales y la promoción de planes antilaborales para jóvenes, mujeres y trabajadores en general.
Este programa de la Comisión es totalmente contrario a las ambiciones y metas de los trabajadores, y por este motivo en los próximos meses habrá una escalada de las luchas por el derecho al trabajo, por un mejor nivel de vida, por defender las libertades populares, por la paz y la igualdad.
Frank Vanhecke (NI). – (NL) Señor Presidente, aunque estoy algo sorprendido por la indulgencia de la Comisión en esta especie de negativa, y aunque realmente pasa por alto –a todos los efectos– la manifiesta advertencia derivada del «no» francés y neerlandés en los referendos europeos, 2006 será, sobre todo, el año del inicio definitivo de las negociaciones entre la Comisión y Turquía, lo que prueba aún más la absoluta insensibilidad de la Comisión ante la voluntad democrática de los europeos y, además, denota su deseo de desobedecer sus propias normas legales, el otrora sacrosanto acervo comunitario.
En cualquier caso, tengo curiosidad por ver qué trucos, mentiras y falsedades intentará vendernos la Comisión, pese a la predicción del anterior Comisario de Agricultura, Franz Fischler, de que, a pesar de todo, Turquía sería finalmente capaz de integrarse en la Política Agrícola Común y de que los costes no serían desorbitados. Eso no nos impedirá seguir reiterando que la adhesión de Turquía a la Unión Europea es insostenible y antidemocrática.
John Bowis (PPE-DE). – (EN) Señor Presidente, uno de los temas que el Presidente Barroso ha tratado esta mañana ha sido la necesidad que de que nosotros inspiremos a los ciudadanos europeos, muchos de los cuales han perdido la ilusión por el concepto mismo de Unión Europea. Para conseguirlo, debemos resaltar las razones de la existencia de Europa, destacando en qué sentido es importante Europa para las vidas de los ciudadanos, para sus preocupaciones, sus esperanzas y sus ambiciones. Debemos ayudar a Europa a redescubrir su empuje a favor del crecimiento económico y la competitividad, recortando inflexiblemente el despilfarro y la burocracia y concentrándonos en los requisitos necesarios para este programa.
Es preciso reconocer que esos requisitos son la desregulación y la reducción de impuestos, pero también una población más sana en un medio ambiente más saludable. Ante todo, debemos esforzarnos por ayudar a quienes tienen una menor capacidad para afrontar los retos y las oportunidades de la vida, los que viven con discapacidades o enfermedades que ponen en riesgo su vida o en la pobreza. Por lo tanto, deseamos que la Comisión incremente sus responsabilidades en materia de salud, promoción de la salud, salud pública, emergencias sanitarias, salud mental, discapacidad, movilidad de pacientes e información a los pacientes.
También tenemos que trabajar para avanzar en nuestro programa en materia medioambiental, en los ámbitos del cambio climático, el comercio de emisiones, la calidad del aire, la reducción de residuos, la reutilización y el reciclado, el ruido y el medio ambiente urbano, la protección de la vida salvaje y los hábitats y la reducción de la experimentación con animales.
Lo que tenemos que decir sobre Europa vale también para nuestras políticas para el mundo en desarrollo, pero nada de esto es posible sin un control y un cumplimiento suficientes, así como un control presupuestario adecuado. Estos aspectos traicionan con demasiada frecuencia nuestras buenas intenciones en Europa y contribuyen a las dudas del público sobre la capacidad de Europa para aportarles algún beneficio.
Poul Nyrup Rasmussen (PSE). – (EN) Señor Presidente, quiero pedirle que en la próxima reunión de la Conferencia de Presidentes trate el tema de la escasa asistencia de hoy. Creo que le debemos un respeto a la Comisión: todos los Comisarios que podían están aquí. La escasa asistencia a esta Cámara es totalmente inaceptable e indica una falta de respeto por la Comisión. Le aseguro que voy a abordar ese tema en mi Grupo esta noche.
Señor Barroso, el problema no es lo que hay en su programa. En el poco tiempo del que dispongo, quisiera esbozar el problema en una serie de puntos importantes.
En su presentación oral de hoy, ha dicho:
(FR) «Hay que conectar esos programas con nuestras prioridades políticas, mejorar la gobernanza económica de la Unión e incrementar los esfuerzos nacionales y europeos para la reforma y la inversión», y ha continuado: «una inversión a escala nacional pero también europea con vistas a la economía de mañana, la innovación, el conocimiento y nuevas infraestructuras. Estos dos tipos de inversión, a escala nacional y a escala europea, deben ir parejos».
(EN) Bien, de acuerdo. Señor Presidente de la Comisión, hagamos un trato hoy: nos dice que en las próximas semanas o los próximos meses usted y su Comisión elaborarán una estrategia para garantizar que, cuando nos reunamos en el Consejo Europeo de Empleo de la próxima primavera, tengamos este mensaje como enfoque común del Consejo Europeo. Usted, junto con el Comisario de Asuntos Económicos y la Comisión en su conjunto, animarán a los Gobiernos a suscribir un pacto, prometiendo invertir simultáneamente y estar coordinados en los próximos dos, tres o cuatro años. No le estoy despojando de facultades. Lo único que quiero es que coordinemos nuestras inversiones para poder hacer un uso activo de nuestra interdependencia económica.
En esencia, mi sueño es el mismo que el de la Comisión: que esta maravillosa Europa pueda seguir creciendo. Sí, es preciso que realicemos reformas, pero necesitamos más inversión, más crecimiento y más empleo, y eso exige coordinación, así que elaboremos juntos una estrategia. Espero su respuesta.
El Presidente. – Tal como ha pedido, señor Rasmussen, transmitiré a los órganos competentes del Parlamento su observación sobre la escasa asistencia aquí. Por supuesto, la Presidencia de sesión aprecia el hecho de que la Comisión esté al completo para este importante debate, aunque los bancos del Consejo estén un tanto vacíos.
Sophia in 't Veld (ALDE). – (NL) Señor Presidente, hace un año el Presidente Barroso nos prometió, con motivo del caso Buttiglione, que daría la máxima prioridad a los derechos fundamentales. Eso está bien, porque es justamente lo que el público espera. Por desgracia, no hay rastro de esta promesa en el programa de trabajo. Puede haber una comunicación en 2006 sobre la igualdad de género, y lo celebramos, pero ¿qué hay de las demás formas de discriminación? ¿Qué ha sido de la legislación transversal contra la discriminación? Todos los ciudadanos deben poder defender sus derechos ante los tribunales; de no ser así, la política antidiscriminatoria de la UE no valdrá el papel en que está escrita. ¿Por qué, en efecto, no se ha incluido el prometido estudio de viabilidad del nuevo artículo 13, y qué hay de nuevo en relación con las propuestas solicitadas por el Parlamento respecto a la libre circulación de parejas casadas del mismo sexo?
¿Promoverá de verdad la Comisión del Presidente Barroso los derechos fundamentales? ¿Tendremos de verdad una Unión de valores o no pasaremos de las meras promesas?
Maria Berger (PSE). – (DE) Señor Presidente, señor Presidente de la Comisión, señoras y señores Comisarios, hablo en nombre de la Comisión de Asuntos Jurídicos y debo decir que, aun desde las muy modestas expectativas de nuestra comisión, el programa legislativo y de trabajo de la Comisión es poco exigente y muy decepcionante.
En todas las áreas en que hemos expresado nuestro interés y que ustedes, al menos verbalmente, han admitido que eran prioridades –entre ellas, el derecho civil, los derechos de autor, los derechos humanos, los derechos de los niños y los consumidores–, ninguna de las propuestas tiene carácter legislativo. En algunas de las áreas sobre cuya importancia siempre estamos de acuerdo –por ejemplo, el derecho de propiedad industrial– no se observa ninguna iniciativa que pueda hacer avanzar a Europa, aunque siempre hayamos coincidido en que el derecho de propiedad industrial es vital para la innovación. Tampoco encuentro ninguna iniciativa sobre servicios de interés económico general.
Sin embargo, al mismo tiempo no puedo dejar de advertir que se retiran propuestas legislativas que suponen mucho para nosotros, si bien debemos admitir que son problemáticas, como el estatuto de las sociedades mutuas y el derecho europeo de asociaciones voluntarias. Hace ya años que luchamos por dotar al sector mercantil de estatutos europeos propios, pero es evidente que estamos negando al sector cooperativo, a la economía social y a la sociedad civil la relevancia que el derecho europeo les podría conferir.
Nosotros mismos hemos propuesto áreas en que podemos eliminar disposiciones legales y en que no consideramos necesaria una normativa europea, pero la Comisión no ha respondido a nuestras propuestas. Un ejemplo que me viene a la memoria es la mediación, donde se nos sometió un proyecto de directiva aunque habíamos dicho, cuando se publicó el Libro Verde, que era un área sujeta al principio de subsidiariedad y que en ella no había ninguna necesidad de una legislación europea. Mi punto de vista general es que han escuchado ustedes demasiado poco a lo que esta Cámara les ha estado diciendo en la fase preparatoria.
Elizabeth Lynne (ALDE). – (EN) Señor Presidente, acojo con agrado muchos aspectos del programa de la Comisión, pero me ha decepcionado que no se hagan más referencias a las personas con discapacidad y a los ancianos. Me habría gustado que hubiera una directiva concreta sobre discapacidad que prohibiera la discriminación en al acceso a bienes y servicios, así como una sobre edad.
En lo que respecta a la salud y seguridad en el trabajo, quisiera que se modificara la Directiva de 2000 sobre agentes biológicos, con el fin de proteger a los trabajadores del contagio del VIH y del virus de la hepatitis C por lesiones causadas por pinchazos con agujas. En la Unión Europa se producen más de un millón de lesiones de ese tipo cada año.
Sin embargo, me complace el compromiso del Presidente de la Comisión de recortar la legislación innecesaria, que, por supuesto, es una carga para las empresas. En ese espíritu, ¿podría volver a analizar la Directiva de 2004 sobre campos electromagnéticos y la grave incidencia que podría tener sobre el uso de los escáneres de IRM más actuales y encontrar la forma de presentar una enmienda a esta directiva para garantizar que este tipo de escáner esté protegido en el futuro?
Amalia Sartori (PPE-DE). – (IT) Señor Presidente, Señorías, también yo deseo felicitar al señor Barroso por el informe que ha presentado esta mañana. No obstante, también yo, como muchos de mis colegas, le pido que agrupe las prioridades a fin de definir claramente el paquete de propuestas y objetivos que queremos alcanzar en los próximos cinco años.
Todos recordamos que la anterior Comisión, presidida por el señor Prodi, solo consiguió llevar a cabo en realidad el 50 % de lo inicialmente previsto en su programa. Considero que ese tipo de iniciativas no son útiles, sobre todo para una Europa que necesita creer en sí misma. Por tanto, la primera sugerencia que quiero hacerle es que ordene y priorice los objetivos que queremos alcanzar lo antes posible.
Acto seguido tendremos que dedicarnos sin duda a otras grandes cuestiones. En el informe que ha presentado esta mañana se abordan muchísimos puntos. Como coordinadora interna del Grupo del Partido Popular Europeo (Cristiano-Demócratas) y de los Demócratas Europeos y de la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género, quisiera destacar un tema en particular, en el que se ha comprometido usted sin duda a hacer algo importante, a saber, la elaboración de un plan de trabajo en materia de igualdad de género.
Aparte de esta cuestión quisiera que examinara también el tema del trabajo. Como sabe, hoy en Europa se produce un choque entre quienes tienen más derechos y quienes tienen menos, entre quienes tienen un trabajo y quienes no lo tienen, entre quienes pueden permitirse un colegio y una enseñanza de calidad y quienes no tienen acceso a ella, como sucede en los suburbios de París. Es un problema que hoy afecta a un país, pero que mañana podría afectar a otros.
A este respecto, el papel de la mujer en la Comunidad y sobre todo el papel de la mujer en el mundo del trabajo son fundamentales. Por tanto, es necesario afrontar, en el marco de la Estrategia de Lisboa, el tema de la escasa presencia de mujeres en el mundo laboral, que a menudo se ven obligadas a desempeñar trabajos poco cualificados y mal remunerados.
Richard Corbett (PSE). – (EN) Señor Presidente, yo también deseo agradecer la presencia de toda la Comisión y deplorar la ausencia de muchos diputados, que en parte se debe a que todos disponemos de monitores de televisión en nuestros despachos, por lo que es muy fácil seguir los debates mientras trabajamos en nuestra oficina. Sin embargo, sería mucho mejor que sus Señorías estuvieran aquí. No obstante, lo que se está diciendo no cae en saco roto, por supuesto: se está oyendo fuera de esta sala.
Me complace que el programa de trabajo de la Comisión recoja una referencia al Plan D para la democracia, el diálogo y el debate. Ese no es el tema principal de nuestro debate ahora. Debemos recordar que este programa de trabajo es muy importante, pero que se produce en un contexto más amplio, el de un profundo debate sobre a dónde se dirige nuestra Unión Europea, cuál va a ser su futuro.
Nos hallamos en un periodo de reflexión –y en un periodo de reflexión sobre la Constitución– que no ha comenzado sobre el papel, sino en el contexto. Este programa de trabajo forma parte de ese contexto más amplio. El futuro de nuestro modelo socioeconómico con la cumbre especial de Hampton Court es parte de ese contexto. La necesidad de encontrar en diciembre ese crucial pacto que estamos próximos a alcanzar en Luxemburgo sobre el presupuesto a medio plazo forma parte de ese contexto. Si podemos conseguir un contexto adecuado, incluido el programa de trabajo, podremos volver y analizar el texto de la Constitución dentro de uno o dos años y ver cuál es la mejor forma de avanzar en ese ámbito.
Permítanme abordar brevemente otro punto: legislar mejor. Todos le apoyamos en eso, señor Barroso. Sin embargo, en el contexto en el que esos antieuropeos de mi país y otros retratan a la Unión Europea como una enorme máquina de burocracia que escupe reglamentos, nos corresponde a todos señalar que, cuando la hacemos bien, la legislación europea es un ejercicio de recorte del papeleo, reducción de las cargas para las empresas, establecimiento de un único conjunto de normas para el mercado común, una patente, un registro de marcas, un formulario que rellenar, una tasa que pagar en lugar de 25. Una adecuada legislación europea reduce la burocracia y el papeleo. En este debate hay que mencionar también ese punto.
Joseph Daul (PPE-DE). – (FR) Señor Presidente, señor Presidente de la Comisión, señoras y señores Comisarios, el debate de hoy demuestra que se ha instaurado una verdadera cultura del diálogo entre la Comisión y el Parlamento. Por lo que respecta a la programación, que, lejos de ser un ejercicio burocrático o estadístico, es un elemento político esencial –y me congratulo por ello como presidente de la Conferencia de Presidentes de Comisión–, doy las gracias a la señora Wallström por sus múltiples comparecencias ante nuestra Conferencia, así como a los Comisarios que han debatido bilateralmente con las respectivas comisiones parlamentarias a lo largo de todo el procedimiento. Por supuesto, todavía son necesarias algunas mejoras, incluso en el Parlamento, por lo que respecta a nuestra asistencia en esta Cámara.
Sin prejuzgar el análisis del programa de trabajo al que procederán los Grupos políticos con vistas a la adopción de una propuesta de resolución en el periodo parcial de sesiones de diciembre, creo poder afirmar que en esta programación se encuentran en buena medida las prioridades expresadas por las comisiones parlamentarias en los principales capítulos del programa, es decir la prioridad, la solidaridad, la seguridad y la responsabilidad exterior.
En contrapartida, surgen dos puntos de desacuerdo en relación con el espacio de libertad, seguridad y justicia en materia de derechos humanos. Algunas propuestas no han sido recogidas por la Comisión. No obstante, lo importante es que el Parlamento, como colegislador, haya sido informado con plena transparencia de las razones por las cuales la Comisión, en el ejercicio de su derecho de iniciativa, no ha dado curso a sus deseos.
Unas palabras también sobre el objetivo de la Agenda de Lisboa: en materia de empleo y de competitividad, de cohesión y de investigación, necesitamos un presupuesto y unas perspectivas financieras.
Por último, la programación es solo uno de los capítulos de una agenda más amplia titulada «legislar mejor» y, en este sentido, concedemos una gran importancia a la transposición y la simplificación de la legislación europea. Es necesaria una solución válida en materia de comitología, y quisiera insistir en la necesidad de incluir, el año próximo, en el programa legislativo y de trabajo, las medidas de simplificación, así como las propuestas de retirada, a fin de conferir más visibilidad y también más transparencia a este ejercicio. Celebro el compromiso contraído por la señora Wallström en este sentido en nuestra última reunión del 13 de octubre, y estoy convencido de que todas las comisiones parlamentarias velarán activamente por la aplicación de este programa.
Genowefa Grabowska (PSE).–(PL) Señor Presidente, el programa de la Comisión supone un intento de evaluar la situación de Europa y de la Unión Europea y de identificar las amenazas que nos acechan. Por eso, propongo que examinemos lo que las propuestas de la Comisión tienen de nuevo y original. Se refieren al logro de la prosperidad mediante el conocimiento, de la solidaridad mediante el trabajo y de la seguridad mediante la restricción de las libertades civiles y la aplicación de la ley. Me pregunto si este es un plan de acción adecuado para una institución que es la guardiana de los Tratados, y si de verdad son esas sus prioridades, o más bien una serie de promesas y sueños que esperan ustedes que se cumplan solos.
Ahora quisiera ir al grano y examinar las propuestas de la Comisión relativas al Tratado Constitucional. En la descripción del programa, la Comisión lamenta que la Constitución no vaya a ser ratificada en un futuro próximo. Continúa diciendo que pretende participar activamente en los debates nacionales y apoyarlos. Señor Barroso, esa postura deja mucho que desear. No basta decir que uno lo lamenta y esperar después a que los debates nacionales aporten una solución. La Comisión debe dar impulso.
El segundo asunto que quiero comentar es el de «legislar mejor». Todos queremos una legislación mejor, más eficaz y también más fácil de entender para los ciudadanos, pero tengo mis dudas de si esto es lo que la Comisión está de hecho en condiciones de lograr. Por ejemplo, es evidente que retirar sesenta y ocho propuestas legislativas no hará mejor ni más comprensible el resto de la legislación impulsada por la Comisión. Tampoco la acercará a los ciudadanos. Eso no es lo que significa la simplificación de la legislación.
Mi último comentario es que, a mi juicio, la intención declarada por la Comisión de establecer una «nueva estructura» responsable de legislar mejor tiene resonancias ominosas, pues supondría reemplazar el sistema actual, en que se juzgan las propuestas por su contenido, por un procedimiento formal. Tengo la impresión de que la Comisión está actuando de acuerdo con la ley de Parkinson y siguiendo el principio de que cada vez que hay dudas sobre la forma de proceder, se crea una nueva institución. Señor Barroso, esperamos menos palabras grandilocuentes, menos promesas y más medidas valientes y eficaces. No solo lo esperamos los diputados a esta Cámara, sino los ciudadanos de la Unión Europea.
Csaba Õry (PPE-DE). – (HU) Señor Presidente, el programa de trabajo de la Comisión Europea para 2006 apunta en la dirección correcta en lo que respecta a las responsabilidades sociales, el derecho laboral y el empleo. Esto es indudable en el caso de las iniciativas relativas a la jornada laboral, la deslocalización y las personas desfavorecidas por diversas razones, y también en el caso de las iniciativas en materia de salud y seguridad en el trabajo.
Sin embargo, al mismo tiempo debemos ver que los ciudadanos, los protagonistas de la vida económica, se oponen a los procedimientos excesivamente burocráticos. Por eso debemos asegurar que se ayude a las pequeñas y medianas empresas de la forma más eficaz posible: simplificando el entorno legislativo de las PYME en la Unión Europea y haciéndolo más transparente.
Me ha complacido oír al Presidente de la Comisión, el señor Barroso, comprometerse sin rodeos a crear un mercado unificado de servicios. Creo que es necesario tanto para la competitividad y el éxito como para la creación de empleo. Asimismo, deseo añadir que la Comisión tendrá un papel muy especial que desempeñar cuando, en el curso del año, evalúe las experiencias en materia de libre circulación de los trabajadores. Confiamos en que no se limite a presentar un análisis objetivo, sino que actúe como un verdadero motor y catalizador asegurando que se levanten las restricciones transitorias lo antes posible. Este es un paso importante para la consumación del mercado único y permitirá la creación de muchos nuevos puestos de trabajo.
Por eso tenemos fe en que la Comisión progrese al mismo tiempo en el ámbito de la competitividad y en la creación de un mercado interior que garantice el crecimiento, y también en el desarrollo de un entorno legislativo en la esfera social basado en valores europeos. Esos son los retos fundamentales. Necesitamos una política equilibrada en esos terrenos para asegurar que no perdamos el tren de 2012 que conecta con Lisboa.
Markus Pieper (PPE-DE). – (DE) Señor Presidente, el programa de trabajo para 2006 supone una gran oportunidad para las instituciones europeas. Nos brinda la ocasión de mostrar a la sociedad que la hemos entendido, que hemos comprendido que los resultados negativos de los referendos de Francia y los Países Bajos tienen que ver con el hábito europeo de regulación excesiva y de negar a los ciudadanos su derecho a tomar decisiones como adultos; que hemos entendido que todo lo que debe hacer Europa es establecer el marco de condiciones y que no debe obsesionarse con detalles y con interferir en las competencias y responsabilidades de los Estados miembros.
Acojo con satisfacción la promesa de la Comisión de legislar mejor en 2006. Agradezco las referencias que hace en la introducción al programa de trabajo hace a la mejora de la legislación, a la subsidiariedad y a las evaluaciones de eficiencia e impacto. Realmente, veo buenas señales en el programa de trabajo, sobre todo en los campos del crecimiento y la política de seguridad, pero la impresión general que tengo es, por desgracia, más la de «aquí no ha pasado nada» que la de «legislar mejor».
Hay tres puntos que quiero mencionar. El primero es el relativo a las perspectivas financieras. Lamento que la Comisión no participe activamente en la resolución de este conflicto. Lamento la ausencia de propuestas sobre cómo mantener, aun con menos recursos, una política estructural efectiva, quizá con la cofinanciación del sector privado o mediante tipos de interés subvencionados.
En segundo lugar están las directivas sobre la protección del medio ambiente y el ahorro de energía. Solo sobre eficiencia energética hay más de una docena de instrumentos legislativos europeos. Lo que hay que hacer es eliminar tres directivas antiguas por cada una nueva proyectada, pero no se hace nada en este sentido.
En tercer lugar, ¿por qué reclama Europa más y más competencias en asuntos sociales? ¿Necesitamos de verdad un Libro Verde europeo sobre los derechos de las parejas casadas y no casadas, como el que está previsto? Con eso haremos el ridículo desde Lituania hasta Grecia. Pese a todas las ideas positivas que contiene, debo decir, muy a mi pesar, que el programa de trabajo no da la impresión general de que hayamos entendido las señales que han enviado los ciudadanos de Europa.
Pido un debate más profundo sobre la legitimidad de la legislación europea y que empecemos a hacer de la regulación excesiva una cuestión del pasado.
Alexander Radwan (PPE-DE). – (DE) Señor Presidente, señor Presidente de la Comisión, estamos aquí para discutir el programa de trabajo con que debemos afrontar el año 2006. En primer lugar quiero decir –y me dirijo no solo a la Comisión, sino también a mis colegas del Parlamento– que legislar menos y mejor, objetivo que nosotros mismos nos hemos propuesto, también es algo que debemos tomarnos en serio en nuestras exigencias a la Comisión sobre lo que ha de presentar en materia de mercado interior y eficiencia. No debemos contrariar una y otra vez nuestras propias exigencias llamando al legislador europeo cada vez que creamos que hace falta algo; tengamos algo más de disciplina.
En lo que respecta al objetivo de legislar mejor, aunque las primeras acciones emprendidas por la Comisión son muy positivas y constituyen un primer paso en la dirección adecuada, rogaríamos que fuera más coherente en sus futuras acciones y que estableciera una referencia comparativa para la transposición en los países conocidos por su práctica de «chapado en oro», al objeto de que quede patente quién está transponiendo efectiva y correctamente la legislación europea y qué países están imponiendo cargas adicionales.
Tengo otra petición que formular a la Comisión: en respuesta al informe Basilea II, pusimos a los «Amigos de la Presidencia» a trabajar en comitología y establecer acuerdos con la Comisión, el Consejo y el propio Parlamento sobre los derechos de este último. Esta labor está empezando. La futura legislación tendrá, en lo que respecta a la comitología, cláusulas esenciales que le permitan expirar, especialmente en el área de los servicios financieros. A este respecto quiero pedir a la Comisión –ya que el Comisario McCreevy ha hecho alguna labor preparatoria– que nos ayude a llegar a un acuerdo para hacer más manejable la comitología entre el Parlamento y el Consejo. El Consejo está en una posición en que no siempre se muestra precisamente cooperativo.
José Manuel Barroso, Presidente de la Comisión. (FR) Señor Presidente, primero haré unas observaciones de tipo general y después intentaré responder a las preguntas concretas que me han formulado.
En primer lugar, celebro, como ha dicho el señor Daul, en su calidad de presidente de la Conferencia de Presidentes de Comisión, la buena cooperación que se ha instaurado entre la Comisión por un lado y, por otro, el Parlamento y sus distintas comisiones durante la elaboración de este programa de trabajo. Es importante porque nos hemos esforzado por responder a no pocas de sus expectativas. Hay que reconocer, como ha dicho un diputado a este Parlamento, que esto ha desembocado en 96 medidas concretas. Ustedes pensaban que eran demasiadas, pero escuchando a todos esta mañana parece que algunos de ustedes habrían querido todavía más. A este respecto, tenemos que ser honestos. Debemos llegar a un equilibrio, y ese equilibrio significa que, fijando unas prioridades claras –y tenemos unas prioridades claras para la Estrategia de Lisboa renovada– hay que responder al carácter muy variado de las expectativas que se expresan aquí, cuando debatimos con ustedes.
He pedido a la Comisión en su conjunto, así como a todos los Comisarios, que sean serios, realistas y objetivos en el marco de la elaboración de este programa. Quiero una tasa de ejecución mucho más alta que en el pasado, y estoy orgulloso de poder decirles que este año ya vamos a presentar tasas de ejecución mucho más altas que las anteriores con respecto a la labor de la Comisión. Nos hemos concentrado en determinados objetivos que realmente queremos realizar. Por supuesto, nuestro programa general se escalona a lo largo de cinco años. Vamos a presentar ahora el programa para el año 2006. No todo se completará en 2006. Lo que les pido es que analicen nuestro trabajo en términos de objetivos realistas y concretos.
Por otra parte, quiero darles las gracias por la muy favorable acogida general que han reservado a nuestra iniciativa «legislar mejor». Se trata de una preocupación, como acaba de decirse, que no se limita a la Comisión, sino que deben compartir todas las instituciones, incluido el Parlamento.
Paso ahora a las cuestiones concretas, Señorías. Por lo que se refiere a la estrategia de desarrollo sostenible, señor Jonckheer, quiero decirle que no es mi hijo pobre, sino todo lo contrario. Cuando expuse en Gleneagles a nuestros socios estadounidenses y a otros, en nombre de la Comisión Europea, la importancia del cambio climático como gran prioridad, no me refería en absoluto a un hijo pobre. Cuando anunciamos una nueva estrategia de desarrollo sostenible, que presentaremos en diciembre, demostramos también nuestro interés por esta problemática. Cuando adoptamos, como acabamos de hacer, un conjunto de estrategias temáticas para el medio ambiente, demostramos una vez más nuestro compromiso con la defensa del medio ambiente. Por tanto, vamos a hacerlo. Vamos a hacerlo intentando, por supuesto, como ya he dicho, hacer compatibles nuestros distintos objetivos, de forma que se refuercen unos a otros.
Señor Swoboda, usted ha planteado, entre otras, dos preguntas: una sobre la armonización fiscal y otra sobre el Instituto Europeo de Tecnología. Por lo que respecta a la armonización fiscal, debemos respetar obviamente el consenso existente entre los Estados miembros: es decir, trabajar por la elaboración de una base imponible común. Por esta razón, nos esforzamos por llegar a un acuerdo sobre una base común para los impuestos en Europa. Estamos convencidos de que esto permitirá reducir de forma significativa los costes de las empresas y las inversiones en nuestros países, y al mismo tiempo cada Estado miembro conservará la libertad de fijar el tipo del impuesto de sociedades. Esta es la posición de la Comisión Europea.
Por lo que se refiere a la investigación, creemos que hay que reforzar los centros de excelencia para la investigación en todas partes en la Unión. Pensamos que las universidades europeas deben estar en primera línea mundial en materia de investigación, educación e innovación. Debemos trabajar para hacer más atractivo nuestro medio universitario, de forma que los mejores de todo el mundo se dirijan a Europa, en vez de ir a los Estados Unidos, como sucede hoy. Podemos tener centros de excelencia universitaria en Europa. Por esta razón, debemos implantar un mecanismo de cooperación más estrecha entre las universidades europeas, a fin de explotar al máximo el potencial de conocimiento existente en Europa. Por esta razón, los esfuerzos encaminados a la creación de un Instituto Europeo de Tecnología constituyen un elemento importante de nuestra estrategia para el crecimiento y el empleo.
En cuanto a las preguntas que ha formulado en relación con la ampliación, señora Grossetête, respetamos los compromisos que los Estados miembros, el Consejo Europeo, han contraído por unanimidad. Dicho esto, quiero que el Parlamento sepa que la Comisión será rigurosa y sistemática al evaluar los progresos realizados por todos los países candidatos.
En cuanto a la política sobre la población y la familia, fuimos nosotros los que inscribimos este tema en el orden del día de la Cumbre de Hampton Court y ahora tenemos un mandato claro del Consejo Europeo para aportar nuestra contribución a esta reflexión, o mejor, medidas concretas, que pensamos anunciar. Por tanto, actuaremos también en este ámbito.
Pasando a las preocupaciones expresadas por varios de ustedes, en particular el señor Crowley, en relación con la agricultura y las negociaciones multilaterales, puedo garantizarles que Europa no aceptará verse reducida a una posición defensiva en este terreno. Pensamos que no debemos seguir oyendo las lecciones, en materia de apertura de los mercados, de los mismos que mantienen unos mercados mucho más cerrados que el nuestro, que es uno de los mercados más abiertos al mundo, sino el que más. Estaremos allí para defender claramente el interés de Europa.
(EN) Los derechos de los niños han sido también un asunto problemático sobre el que ha llamado nuestra atención el señor Crowley. Estamos plenamente comprometidos con ese tema. El Vicepresidente Frattini está preparando propuestas –que se debatirán en la Comisión en breve– para una comunicación que esperamos presentar en marzo de 2006. Es cierto que el fundamento jurídico para legislar en esta materia no está muy claro, pero creemos que no debemos renunciar a tratar de conseguir una mejor coordinación entre la Unión Europea y los Estados miembros en materia de los derechos de los niños. Pueden estar seguros de nuestro compromiso con los derechos de los niños y con todos los temas relativos a los derechos civiles, incluidos los aspectos relativos a la no discriminación que han mencionado.
Quisiera comentar las palabras del señor Rasmussen. Estamos de acuerdo en que necesitamos ambos elementos: reforma económica e inversión. De hecho, estamos empezando a hacer eso, y Hampton Court fue el primer paso importante en esa dirección. Los Estados miembros decidieron allí, al más alto nivel, que debemos escoger algunos ámbitos específicos de inversión y un enfoque coordinado a escala comunitaria, tratando de combinar la escala comunitaria con la de los Estados miembros, por ejemplo en el ámbito de la energía y la investigación.
Ahora tenemos algunos ámbitos en los que podemos mostrar un fuerte compromiso y un enfoque coordinado sobre el gobierno económico en Europa. Estamos de acuerdo en eso. La dificultad, señor Rasmussen y estimados colegas, reside en gran medida en que nos hallamos en el último año de las perspectivas financieras para este periodo. Ahora resulta imposible reorganizar todas las prioridades para este año. En lo que respecta a nuestro análisis de los programas nacionales de reforma de los Estados miembros, lo que estamos haciendo ahora y –se lo prometo– lo que vamos a hacer está dentro del marco de la nueva Estrategia de Lisboa; estamos intentando avanzar basándonos no solo en un enfoque que refuerza nuestros esfuerzos en términos de reforma económica y estructural, sino también en un enfoque más común e integrado en materia de inversión, de forma que podamos impulsar el crecimiento y el empleo en Europa. Quiero destacarlo porque es un buen ejemplo de un enfoque a escala comunitaria que aporta valor añadido a los esfuerzos de los Estados miembros. Esta idea de asociación entre los Estados miembros, la Comisión y el Parlamento es el fundamento en el que queremos seguir basándonos para trabajar con ustedes a fin de conseguir un proyecto de Unión Europea renovado, más fuerte y más comprometido.
(Aplausos)
El Presidente. – El Parlamento da las gracias al Presidente de la Comisión y a todos los Comisarios, que como he dicho están presentes al completo.
El debate queda cerrado.
La votación tendrá lugar el 14 de diciembre de 2005.
(La sesión, interrumpida a las 12.10 horas en espera del Turno de votaciones, se reanuda a las 12.15 horas)