4. Cambio climático - Vencer la batalla contra el cambio climático planetario
La Presidenta. De conformidad con el orden del día, se procede al debate conjunto sobre las declaraciones del Consejo y de la Comisión sobre el cambio climático y sobre el informe (A6-0312/2005) del señor Wijkman, en nombre de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria, sobre Ganar la batalla contra el cambio climático mundial. (2005/2049(INI)).
Margaret Beckett, Presidenta en ejercicio del Consejo. (EN) Señora Presidenta, hoy en día se acepta casi universalmente que el cambio climático es un problema grave y urgente. El IPCC prevé que las temperaturas del planeta pueden subir 5,8 ºC más antes del año 2100. Según una compañía de seguros, el coste económico estimado del calentamiento del planeta podría doblarse hasta alcanzar los 150 000 millones de dólares cada año en los próximos diez años, acribillando a los aseguradores con unas reclamaciones de 30 000 a 40 000 millones de dólares. Hay pruebas de que la ola de calor que sacudió Europa en 2003 fue en parte a causa del calentamiento global y, como sus Señorías recordarán, el resultado fue de 26 000 muertes prematuras, así como unos costes de 13 500 millones de dólares.
Estos acontecimientos y los costes asociados nos traen muy cerca de casa la realidad de lo que significará para nosotros un cambio climático no controlado. Es evidente que la escala de un problema de cambio climático es enorme y apremiante. Por este motivo, el Reino Unido decidió que el cambio climático fuera una prioridad durante nuestra Presidencia tanto del G8 como de la UE.
El año 2005 ha sido decisivo para la política internacional sobre el cambio climático. Ha entrado en vigor el Protocolo de Kyoto. El Sistema de Comercio de Emisiones de la UE está en marcha y, para finales de año, debemos iniciar las discusiones sobre nuevas ayudas para después del 2012, un tema al que volveré más tarde.
El G8 representa solo a un grupo pequeño, aunque esencial, de países, pero espero que el progreso que hemos conseguido allí tenga un efecto importante. Las conversaciones en la cumbre del G8 en julio terminaron con un comunicado ambicioso. Incluía el acuerdo de todos los miembros, también de los Estados Unidos, sobre el papel de la actividad humana en el calentamiento global y sobre la necesidad de tomar medidas urgentes. También hubo consenso en cuanto a un paquete de medidas para combatir el cambio climático con toda una gama de medios: eficiencia energética, generación de energía más limpia, investigación y desarrollo, financiación de energía más limpia, gestión de impactos del cambio climático, así como la lucha contra la tala ilegal de árboles.
Los países del G8 se han comprometido con el Banco Mundial y otros bancos de desarrollo a mejorar el uso de la financiación de tecnologías limpias y, sobre todo, acordaron iniciar un nuevo diálogo entre el G8 y otros países con necesidades significativas de energía sobre el cambio climático, la energía limpia y el desarrollo sostenible. La primera reunión de ese dialogo tuvo lugar en Londres el 1 de noviembre. México se ha ofrecido a organizar una segunda reunión el año que viene.
En la década de los noventa, los Estados miembros de la Unión Europea fueron de los primeros en reconocer los peligros del calentamiento global y el vínculo entre la actividad humana y la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Ya en 1991 la Comisión emitió la primera estrategia comunitaria destinada a limitar las emisiones de CO2 y mejorar la eficiencia energética. A la luz de los compromisos de la UE con el Protocolo de Kyoto, pronto se hizo evidente que había que hacer mucho más. Por ello, en el año 2000 vino el lanzamiento del programa europeo de cambio climático. Hoy la UE, por ejemplo, es la primera en abordar las emisiones procedentes de la aviación, y agradecemos sinceramente el reciente comunicado de la Comisión sobre la reducción de los impactos de la aviación en el cambio climático. Ese anuncio de su apoyo a la inclusión de las emisiones de la aviación en el Sistema de Comercio de Emisiones de la UE es muy alentador y esperamos impulsar el progreso en ese sector como prioridad de nuestra Presidencia de la Unión Europea.
En Europa se reconoce claramente la importancia de la eficiencia energética para superar el desafío del cambio climático, y ya se está trabajando para ahorrar energía mediante la eficiencia energética en toda la Comunidad. Se espera que la directiva de servicios energéticos, sobre la que esperamos poder llegar a un acuerdo antes de finales de este año, sea un primer paso, mientras que el Libro Verde de la Comisión sobre eficiencia energética, publicado a finales de junio, debería constituir un plan de acción para la futura estrategia europea de eficiencia energética hasta 2020.
Pero a pesar de todo este trabajo y esfuerzo, es evidente que las emisiones de la UE no se están reduciendo tan rápidamente como quisiéramos y que se necesitan medidas urgentes en todos los sectores, tanto a escala nacional como de la UE. Por ello, aplaudo la decisión de la Comisión de lanzar una nueva fase del programa europeo de cambio climático para estudiar qué más podemos hacer.
Junto a todo esto, la Comisión y el Consejo están desarrollando una estrategia europea a medio y largo plazo para abordar el cambio climático e informaremos del progreso hasta la fecha en el Consejo Europeo de diciembre. La aportación del Parlamento será esencial, por lo que la resolución que han aprobado recientemente será una contribución muy valiosa a este proceso.
La Presidencia del Reino Unido se ha propuesto dar un nuevo impulso en el más amplio proceso internacional en el que la UE desempeña un papel esencial. Por este motivo hemos incluido el cambio climático en la agenda de nuestras cumbres de la UE con China y la India. Esos dos países son socios especialmente importantes para la UE en el terreno del cambio climático. Ambas cumbres incluían debates bilaterales útiles sobre la seguridad y la eficiencia energéticas.
Un elemento clave de la asociación con China es una nueva iniciativa sobre las emisiones casi nulas del carbón, con captura y almacenamiento del carbono, para afrontar el reto vital de tratar de resolver el aumento de las emisiones de gases invernadero procedentes del carbón. También hemos acordado una nueva asociación con la India. Y la cumbre UE-Rusia fue una oportunidad excelente para considerar qué experiencias podíamos compartir en la aplicación del Protocolo de Kyoto, para asegurar que esos mecanismos estén en marcha lo antes posible.
En septiembre, por primera vez, los Ministros del Consejo de Agricultura se reunieron con los Ministros de Medio Ambiente para debatir los efectos del cambio climático en la agricultura de la UE. También incluimos el cambio climático en la agenda de los Consejos de Energía, Transporte y Competitividad.
Toda esta actividad nos lleva a la primera reunión en diciembre de las partes del Protocolo de Kyoto en Montreal, donde, según el Protocolo, se iniciarán las conversaciones sobre el próximo período posterior a 2012. Permítanme dejar bien claro que la UE y el Reino Unido están absolutamente comprometidos tanto con el Protocolo de Kyoto en sí como con la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Como ha dicho nuestro Primer Ministro, Tony Blair, esta semana en el banquete del alcalde de Londres, el mundo necesita un marco con los objetivos necesarios, aplicados de forma sensata e inteligente en un plazo de tiempo adecuado, que nos lleva más allá de 2012. Quizás podría pedir a sus Señorías que tomen nota del uso de la palabra «objetivos», porque el Reino Unido ha declarado reiteradamente que los acuerdos formales con objetivos son absolutamente esenciales en cualquier programa internacional sobre el cambio climático, sobre todo porque proporcionan un incentivo y seguridad a la comunidad empresarial.
El proceso informal del G8 también es de gran importancia, pero es complementario. No es, y nunca ha pretendido ser, un sustituto del Protocolo de Kyoto o de la Convención de las Naciones Unidas. Espero que el trabajo que hemos realizado este año a través de ambas Presidencias sirva efectivamente de punto de partida en Montreal.
Montreal será principalmente la celebración de un logro inmenso: la entrada en vigor del Protocolo de Kyoto. A veces parecía que esto no iba a ocurrir nunca, pero la UE seguía trabajando obstinadamente para conseguir ese resultado, y ahora aquí estamos, con el único acuerdo mundial vinculante y creíble sobre el control de las emisiones de gases de efecto invernadero.
La UE fijó nuestra postura de negociación para Montreal en el Consejo de Medio Ambiente de octubre. En primer lugar, queremos aceptar los Acuerdos de Marrakech, las decisiones que constituirán el Reglamento del Protocolo. En segundo lugar, queremos acordar un mecanismo de conformidad que asegure que las partes del Protocolo se atengan a sus normas. En tercer lugar, queremos intentar mejorar el funcionamiento de los mecanismos de Kyoto, y me refiero principalmente al mecanismo de desarrollo limpio. El intercambio de emisiones, el MDL y la implementación conjunta son, todos ellos, elementos esenciales del Protocolo, y seguirán siendo esenciales en los próximos años.
Finalmente, la Conferencia de Montreal mirará al futuro, y empezará a debatir qué ocurrirá cuando termine el primer período de compromiso de Kyoto en 2012. Es probable que este tema sea el elemento más delicado, y también el más importante. No cabe duda de que queremos seguir con el Protocolo de Kyoto después de 2012 y que, de conformidad con el apartado 9 del artículo 3 de dicho Protocolo, debemos iniciar un debate para considerar los futuros compromisos de la UE junto con las demás partes de Kyoto. Sin embargo, también es evidente que, para que un sistema de cambio climático mundial sea realmente efectivo, necesitamos una participación más amplia que la que ofrece actualmente el Protocolo. En Montreal buscaremos vías para llegar a un marco para después de 2012 que tome como base y aprenda del Protocolo de Kyoto actual y pueda incluir al mayor número posible de países.
La UE tendrá que apoyar manifiestamente nuestra ambición política para la Conferencia de las Partes de Montreal con pruebas reales de que vamos en cabeza a la hora de hacer frente al cambio climático. El Protocolo de Kyoto también establece que para finales de 2005 las partes deben demostrar sus progresos en la consecución de los compromisos de Kyoto. Será el momento ideal para que la UE reafirme su compromiso con Kyoto, para cumplir nuestros objetivos de reducción de emisiones y nuestras obligaciones de ayudar a los países en desarrollo. En la preparación de la conferencia estamos reuniendo datos, hechos y cifras para demostrar la aplicación práctica de nuestro compromiso político. Sabemos que debemos hacer más y todos estamos dispuestos a hacer más.
El debate de hoy aquí en Estrasburgo nos permitirá hacer balance de la situación actual y nos ofrece una nueva oportunidad para demostrar al resto del mundo que la UE se toma este problema muy en serio y se compromete a ofrecer resultados. Juntos ya hemos conseguido mucho; hemos demostrado nuestro liderazgo y hemos marcado una verdadera diferencia. Debemos seguir así y no desfallecer a medida que crezcan los problemas ambientales.
No veremos una resolución del problema en Montreal, ni bajo la actual Presidencia del Reino Unido en la UE. Necesitamos presidencias futuras –tanto en la UE como en el G8– que continúen este trabajo, que sigan dando prioridad al cambio climático en sus programas de trabajo y hagan frente a la importante amenaza que supone para nuestra economía, nuestra sociedad y nuestro medio ambiente. Hay signos alentadores de que las próximas Presidencias del G8 –Rusia y Japón– tienen esa intención, por lo que tengo toda la confianza en que la UE seguirá decidida a abordar este tema vital.
(Aplausos)
Stavros Dimas, miembro de la Comisión. (EL) Señora Presidenta, me alegra en especial que se me conceda la oportunidad de debatir con ustedes los últimos acontecimientos en torno al cambio climático y la manera en que la política pertinente de la Unión Europea se reforzará y cómo se conseguirá la participación dinámica de todos los socios en una cooperación internacional productiva en este ámbito.
El debate de hoy es especialmente importante en la fase previa de la próxima reunión de las partes en Montreal, que estará marcada por la entrada en vigor del Protocolo de Kyoto y por las conversaciones sobre el sistema para luchar contra el cambio climático después de 2012.
A todos nos preocupa la reciente sucesión de catástrofes. Este verano, en la Península Ibérica, se registró una grave sequía e inundaciones en Europa Central; se produjeron una serie de huracanes –el Katrina, el Rita y el Wilma– y otras catástrofes de menor envergadura.
En 2005, ya se ha producido un récord sin precedentes y es que este ha sido el año con el mayor número de los llamados ciclones tropicales desde que se comenzó su historial. Aunque los fenómenos meteorológicos concretos no se pueden relacionar directamente con el cambio climático, el aumento de las sequías e inundaciones y la mayor incidencia de huracanes o tormentas tropicales confirman, no obstante, las alertas científicas sobre el cambio climático.
Probablemente desde que existe, la Tierra nunca se había calentado tan rápidamente como en los últimos 30 años. La década de los noventa ha sido la más caliente y nueve de los diez años más cálidos de la historia se han registrado entre 1995 y 2004, siendo el más cálido el año 1998. Los científicos expresan sus temores de que 2005 será finalmente el año más caluroso de la historia.
Como todos sabemos, cuando el planeta se calienta, también se eleva la temperatura del mar y cuando la temperatura del mar supera los 26 ºC, es probable que se desarrolle un ciclón tropical. La temperatura de la superficie del mar se ha incrementado a escala mundial durante los últimos 100 años en un 0,6 %, lo que supone que probablemente tendremos ciclones más potentes y con más frecuencia en el futuro.
Sin embargo, en lugar de determinar en qué medida el huracán Katrina u otros fenómenos climáticos han sido causados por la actividad humana, es más importante que saquemos lecciones de estos fenómenos meteorológicos, para poder luchar contra el cambio climático.
Quiero referirme en particular a la propuesta de resolución sobre la Comunicación titulada «Ganar la batalla contra el cambio climático mundial» y quiero agradecer en especial al ponente, el señor Wijkman, y a los miembros de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria, a la Comisión de Desarrollo y a la Comisión de Industria, Investigación y Energía sus propuestas concretas y valiosas.
La propuesta de resolución hace hincapié en que la estrategia comunitaria para reducir el cambio climático tiene que basarse en un enfoque que incluya lo siguiente: basarse en los elementos fundamentales del Protocolo de Kyoto; fuertes reducciones de las emisiones de gases de efecto invernadero en la Unión Europa; la participación de los principales países, como los Estados Unidos; el desarrollo de una asociación estratégica con los países en desarrollo de importancia crucial; el fomento enérgico de la investigación y la innovación y la mejora de la eficiencia energética en la Unión Europea.
Estoy de acuerdo y apoyo este enfoque; las iniciativas adoptadas por la Comisión este año en el ámbito del cambio climático, en su mayoría van de la mano de la propuesta del Parlamento.
Permítame hacer una breve observación general: en octubre, la Comisión marcó el comienzo de una nueva era en el programa europeo sobre el cambio climático en una importante conferencia en Bruselas a la que asistieron los principales actores del sector. El nuevo programa europeo sobre el cambio climático constituirá un nuevo marco para la política que ejerzamos sobre el cambio climático más allá de 2012.
Abordamos una serie de cuestiones nuevas, como la aviación, y también nos centramos en las nuevas tecnologías, como la fijación del carbono, que brindan oportunidades para adoptar medidas económicamente eficientes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Como primer paso, la Comisión está creando varios grupos de trabajo. Entre ellos, el grupo de trabajo que revisará los progresos realizados hasta la fecha en la aplicación de las políticas sobre el cambio climático; el grupo de trabajo que investigará la fijación y el almacenamiento del carbono en las formaciones geológicas para moderar el cambio climático; el grupo de trabajo que evaluará la integración de la aviación en el régimen comunitario para el comercio de derechos de emisión de gases de efecto invernadero; el grupo de trabajo que preparará la revisión de la estrategia comunitaria sobre la reducción de emisiones de dióxido de carbono generadas por los vehículos comerciales ligeros y el grupo de trabajo que determinará los ajustes políticos necesarios que conviene que siga la Unión Europea.
Cada uno de estos grupos de trabajo determinará nuevos campos específicos en los que la Unión Europea pueda intensificar su actuación para luchar contra el cambio climático. Se espera que el primero de estos grupos de trabajo empiece a presentar sus informes finales durante el primer semestre del año que viene.
Tal como ha dicho la señora Beckett, la Comisión también ha adoptado un Libro Verde sobre la eficiencia energética. De modo similar, quiero referirme a la Comunicación de la Comisión titulada «Reducción del impacto de la aviación sobre el cambio climático». La aviación está contribuyendo cada vez más a las emisiones de gases de efecto invernadero. La Comunicación llega a la conclusión de que la mejor manera de reducir estas emisiones es integrar el sector de la aviación en el sistema comunitario de derechos de emisión. Tras las consultas con las partes interesadas, la Comisión pretende presentar la propuesta legislativa pertinente a finales de 2006.
Por descontado, las iniciativas de la Comisión no se limitan exclusivamente a desarrollar medidas dentro de la Unión Europea. Tomamos parte activa en las conversaciones con terceros países y pedimos su opinión sobre las próximas medidas que conviene adoptar durante las futuras negociaciones sobre el clima y sobre la creación de nuevas estructuras para reforzar nuestro diálogo político y la cooperación tecnológica.
El cambio climático y, en particular, sus conexiones con la energía y el suministro seguro de energía se incluyen en las prioridades de nuestros contactos bilaterales y multilaterales. En este sector, estamos cooperando estrechamente con la Presidencia británica que, tal como ha dicho antes la señora Beckett, ha reservado un lugar destacado al cambio climático en la agenda de la cumbre del G8 en Gleneagles y que siempre ha ocupado un lugar en su lista de prioridades.
Los resultados son alentadores. El acuerdo sobre la asociación entre la Unión Europea y China relativo al cambio climático y la energía facilita el marco político para una cooperación y un diálogo más estrechos sobre estas cuestiones. El principal objetivo de la asociación China-UE es desarrollar tecnología avanzada para reducir las emisiones de carbono a un nivel cercano al cero, basada en la fijación y el almacenamiento del carbono en las formaciones biológicas. Sus otros objetivos son el fomento de otras fuentes de energía limpias y la eficiencia energética, el ahorro energético y las fuentes renovables de energía.
La iniciativa de la India-UE sobre el desarrollo limpio y el cambio climático dispone varias iniciativas para desarrollar el diálogo. Hace hincapié en la cooperación sobre el desarrollo y la evaluación de tecnologías limpias, sobre los ajustes necesarios al calentamiento del planeta y sobre el mecanismo de desarrollo limpio del Protocolo de Kyoto.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático empezará en Montreal (Canadá) a finales de mes y tendrá una duración de dos semanas. La Comisión ha participado activamente en una serie de reuniones informales para preparar la conferencia de Montreal. Nuestras actividades, tanto en la Unión Europea como en el escenario internacional, han desempeñado un papel importante en la configuración de las condiciones para el éxito de esta conferencia. ¿Cuáles son nuestros objetivos en Montreal?
En primer lugar, la conferencia marcará la entrada en vigor del Protocolo de Kyoto, con la adopción de las normas y procedimientos exigidos para su aplicación. Dentro de este marco, es importante que demostremos que la Unión Europea cumple sus compromisos.
En segundo lugar, el diálogo intenso mantenido durante los últimos meses ha creado un impulso importante, de modo que en la conferencia de Montreal el debate comenzará a escala internacional sobre la forma que adoptará la futura estrategia internacional sobre el cambio climático.
Sin embargo, la consecución de los anteriores objetivos no es una conclusión predecible. Un pequeño número de países, encabezados por los Estados Unidos, siguen sin mostrarse dispuestos a participar en el diálogo sobre la futura estrategia mundial relacionada con el cambio climático. Tendremos que redoblar nuestros esfuerzos durante los próximos meses, para que estos países también cooperen en el inicio del diálogo.
También es importante que comprendamos que la conferencia de Montreal no será el fin del procedimiento, sino que marcará el comienzo del diálogo, pero que no va a dar la solución. La solución solo se encontrará a través de un debate internacional intenso durante los próximos años. Mediante este diálogo, es necesario que hallemos las soluciones que darán una respuesta a los elementos básicos de la futura estrategia sobre el clima, tal como se determinó en la Comunicación de la Comisión a principios de este año. Estos elementos se reflejan en la propuesta de resolución del Parlamento: una participación más amplia, cobertura de todos los sectores y todos los gases, fortalecimiento del desarrollo y uso de nuevas tecnologías, utilización de medios basados en mecanismos de mercado y, por último, políticas para ajustar las consecuencias del aumento del calentamiento del planeta.
Para concluir, si hay que obtener un resultado positivo de este diálogo, tiene que continuar existiendo un interés político serio en la cuestión del cambio climático y hay que reforzar el papel destacado de la Unión Europea. Es necesario que demostremos que podemos reducir nuestras emisiones y que esto contribuye a nuestro desarrollo económico. La propuesta de resolución envía un mensaje claro de que, al afrontar este reto, la Comisión siempre puede contar con el apoyo del Parlamento Europeo.
Anders Wijkman (PPE-DE), ponente. – (SV) Señora Presidenta, Comisario quiero expresar mi especial agradecimiento a la señora Beckett, quien hoy ha estado presente en esta Cámara. El cambio climático es una de las amenazas más graves con las que nos enfrentamos. Quiero destacar que ya no se puede considerar un mero problema medioambiental. Un clima más cálido es un clima menos estable, que supone una amenaza para todos los sectores de nuestra sociedad, una amenaza que hay que declarar como uno de nuestros problemas de seguridad. Se trata de una amenaza para la seguridad no solo para la UE y sus Estados miembros sino también, por supuesto, para muchos países pobres de los trópicos.
Al mismo tiempo que digo esto, quiero destacar que es importante que no se considere que la cuestión climática es simplemente un problema y una carga. Si hacemos lo correcto, podemos reducir los riesgos para la sociedad en el futuro. Si hacemos lo correcto, también podemos abrir nuevas oportunidades para las empresas y la tecnología en una serie de ámbitos. El mundo cuenta con una asociación conocida como el Grupo Climático. Incluye a una serie de grandes empresas, lo que demuestra que es posible reducir las emisiones y ganar un montón de dinero en un período relativamente corto. Creo que la necesaria transformación de los sistemas energéticos y de transporte en nuestra parte del mundo debería convertirse en una palanca importante del Proceso de Lisboa y debería poder crear un cierto impulso para la creación de nuevos puestos de trabajo y oportunidades de exportación.
El informe del Parlamento ofrece una lista de medidas propuestas para la estrategia después de 2012. Creemos que la UE tiene que seguir desempeñando un papel destacado en la labor sobre el cambio climático a escala internacional. La señora Beckett nos acaba de confirmar en su intervención que en el Consejo se comparte este punto de vista. Es preciso que hagamos algo más a corto plazo para, de esta manera, cumplir realmente los requisitos del Protocolo de Kyoto. En estos momentos, no obstante, solo somos responsables de una parte de las emisiones, que ascienden aproximadamente a un 14 %. Por lo tanto, tenemos que implicar a otras partes interesadas. Es urgente que, con el tiempo, impliquemos a los Estados Unidos en una cooperación constructiva. Tenemos que establecer objetivos a largo plazo. Lo que pedimos, y queremos ver, son reducciones del 30 % en 2020 y del 60 % al 80 % en 2050. Esto también es una reivindicación constante del mundo empresarial, que dice que precisa directrices a largo plazo.
La situación de los países en desarrollo es, por supuesto, increíblemente importante. Para ellos, la energía es ante todo una cuestión de crecimiento y desarrollo, pero no deben repetir nuestros errores. Necesitamos asociaciones estratégicas, en especial, con los grandes países en desarrollo, con el fin de incentivar los saltos tecnológicos hacia delante y la inversión en la mejor tecnología posible. Lo que se ha introducido en este ámbito mediante el acuerdo de la Comisión con China es, naturalmente, extremadamente constructivo, pero ha de tener lugar a mayor escala y ser mucho más importante. Hay que tener presente que, todos los meses, China pone en funcionamiento dos nuevas centrales eléctricas que utilizan carbón como combustible.
Tenemos que invertir en investigación y desarrollo. Ahora es un hecho que los Gobiernos en todo el mundo invierten menos en investigación energética proporcionalmente al PIB de lo que lo hacían hace 30 años. Esto me resulta completamente incomprensible. A menudo, comparo esta situación con la que se aplicaba con relación al proyecto Apolo. Si los estadounidenses fueron capaces de poner un ser humano en la luna en un plazo de diez años, deberíamos, mediante enormes esfuerzos en los ámbitos de la investigación y el desarrollo, poder hacer algo similar con respecto a un avance importante en las nuevas tecnologías. Para poder ser políticamente creíbles, tenemos que adoptar medidas enérgicas en casa. Hemos de impulsar el ahorro energético, algo que se ha destacado en diversas ocasiones. Esto significa que, por ejemplo, la Directiva relativa al rendimiento energético de los edificios debería ampliarse y ser más ambiciosa.
El ámbito del transporte también es muy crítico. Acogemos con satisfacción que la aviación y el transporte marítimo se incluyan en la política climática. Recomendamos que se conciban medidas rápidas para que el transporte por ferrocarril sea más eficiente. Creemos que hay que sacar las conclusiones correctas de las dificultades que conlleva la reducción de las emisiones del tráfico por carretera. Necesitamos, y, por lo tanto, proponemos, una normativa ambiciosa y vinculante que rija las emisiones de dióxido de carbono de los nuevos vehículos. Es necesario que contribuyamos a sacar al mercado nuevas tecnologías, que ya existen. Sin embargo, hay un gran número de obstáculos. Uno de ellos es, por supuesto, que seguimos subvencionando la tecnología convencional, o sea la tecnología alimentada por combustibles fósiles. Es necesario que desarrollemos el comercio de derechos de emisión, pero, por supuesto, hay que asegurarse de que el derecho de emisión no es tan ambicioso como el año pasado. En vez de ello, debemos reducir el límite máximo de emisiones gradualmente. Hay que invitar a otros agentes a que participen en este proceso para que Europa no se convierta en el único mercado.
La mayoría de las medidas que se proponen en el informe van dirigidas a las empresas y a los fabricantes. También creemos que es necesaria una participación más activa de los ciudadanos. El estilo de vida de todos nosotros afecta a los desarrollos. Tenemos la idea de considerar, con el tiempo, alguna forma de comercio de derechos de emisiones a nivel de los particulares. Puede que esto sea imposible de aplicar en la práctica, pero un primer paso sería aumentar el conocimiento tanto del contenido de dióxido de carbono de todo lo que compramos como del que emiten nuestros medios de transporte.
En el Parlamento y en las instituciones europeas tenemos que poner en práctica lo que predicamos. Conviene que nos aseguremos de que, por ejemplo, nuestros edificios y medios de trasporte sean tan eficientes como sea posible en cuanto a las emisiones de dióxido de carbono se refiere. Aún nos queda mucho por hacer en este terreno. Para resumir, quiero desear buena suerte tanto a la Comisión como al Consejo en Montreal. Deben asegurarse de que la UE continúa desempeñando un papel destacado y deben fomentar que se trabaje sobre el cambio climático en el plano internacional con vistas a conseguir resultados positivos.
Paul Verges (GUE/NGL), ponente de opinión de la Comisión de Desarrollo. – (FR) Señora Presidenta, Señorías, en nombre de la Comisión de Desarrollo quisiera felicitar en primer lugar a nuestro colega, el señor Wijkman, por su excelente informe sobre el cambio climático.
Como ponente de esta comisión, quisiera hacer algunas breves observaciones de orden general. Nuestro colega tiene razón al subrayar que si el calentamiento planetario constituye un desafío ambiental, es ante todo un desafío para el desarrollo.
De hecho, el cambio climático representa, a nuestro entender, un verdadero motivo de preocupación para la civilización. Por esta razón, nuestra comisión ha querido subrayar que la combinación de las consecuencias del cambio climático, de los cambios demográficos a escala mundial y de la globalización económica abre un período de inestabilidad sin precedentes en la historia de la humanidad. En efecto, es de temer que en este contexto el calentamiento del planeta agrave la fractura entre el mundo desarrollado y los países de desarrollo retrasado. Por desgracia, no hay duda de que esos países serán los más afectados por las repercusiones del cambio climático. Esto es especialmente cierto en el caso de los pequeños Estados insulares, vulnerables por más de un concepto y, en especial, ante los ciclones y la elevación del nivel del mar.
Por ello, consideramos que la ayuda a la adaptación de esos países a las repercusiones del cambio climático debe ser una prioridad de la política de ayuda al desarrollo de la Unión Europea. Recomendamos que la Unión Europea desarrolle una política de cooperación específica para los países en desarrollo. Como habrán comprendido, para la Comisión de Desarrollo la lucha contra el cambio climático es inseparable de la lucha contra la pobreza y la realización de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
El informe también tiene razón al insistir en los esfuerzos que quedan por hacer en materia de disminución de las emisiones para alcanzar los objetivos del Protocolo de Kyoto. Para terminar, una pregunta, señora Presidenta. Cuando, hoy, el 20% de la población del planeta consume el 80 % de la energía mundial, ¿qué sucederá hacia 2050 con la contaminación de la atmósfera, cuando haya que responder a las necesidades energéticas de nueve a diez mil millones de habitantes?
Cristina Gutiérrez-Cortines, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (ES) Señora Presidenta, evidentemente el cambio climático es tan intenso y tan cercano a nosotros que ya ha dejado de ser un problema intelectual y un problema de determinados grupos más sensibles, que lo habían puesto sobre la mesa.
Es una oportunidad para cambiar nuestros hábitos y costumbres, es una oportunidad para reducir emisiones y conseguir un aire más limpio, es una oportunidad para el desarrollo de energías renovables y alternativas y, también, es una oportunidad para que Europa se plantee su dependencia de las energías fósiles, muchas veces en territorios con una inestabilidad política grande y sometidos a fuertes cambios de precios. Por tanto, creo que abre también la puerta a la oportunidad de revisar y plantearnos la energía nuclear como una de las muchas soluciones, además de otras alternativas.
Todavía hemos de mejorar mucho la investigación y el conocimiento de las causas del cambio climático. Se ha investigado muy poco, por ejemplo, sobre la relación entre agricultura y cambio climático. Hay recientes investigaciones que han encendido una luz roja y abierto otro camino; estamos culpando únicamente a la industria del problema. Creo que tendríamos que hacer una agricultura inteligente y orientada hacia esas estrategias; eso sería científicamente mucho más seguro.
Por otra parte, creo que hay que mejorar también el tema de las cuotas, los modelos matemáticos para la fijación de cuotas; todavía hay muchos países que lo están haciendo de una manera poco correcta, cuando otros han llegado a buenas soluciones, como los británicos.
También creo que es preciso buscar estrategias para compensar el cambio climático y determinar en qué medida se puede paliar. Considero que ha de revisarse la política sobre la sequía y la desertificación en el Mediterráneo y atender el sufrimiento y el deterioro ocasionados al sistema ecológico e, incluso, al sistema de nuestros recursos animales y a la fauna.
Gyula Hegyi, en nombre del Grupo del PSE. – (EN) Señora Presidenta, hemos visto las caras de las víctimas del huracán y las inundaciones de Nueva Orleans. El calentamiento mundial no significa un calentamiento efectivo en todas las partes del planeta. Significa un número creciente de catástrofes, por ejemplo irregularidades meteorológicas y enormes pérdidas de vidas y bienes. El caso es utilizamos demasiada energía fósil. Si los países en desarrollo, como los casi tres mil millones de habitantes de China y la India, siguen el modelo de consumo estadounidense, quemaremos nuestro planeta. Por ese motivo, en nombre del Grupo Socialista, acojo con satisfacción el valiente informe del señor Wijkman.
Pero no basta con palabras bonitas. Debemos insistir ante nuestros socios en que ratifiquen el Protocolo de Kyoto. Debemos encontrar aliados para este objetivo entre políticos y ciudadanos estadounidenses de mentalidad abierta que comprendan la importancia del desarrollo sostenible.
Para reducir las emisiones debemos utilizar mucho más el transporte público. El ferrocarril es cinco veces más eficiente que el transporte por carretera. Además, es menos dañino para el medio ambiente. Pero la Unión Europea todavía no tiene los instrumentos adecuados para fomentarlo. La UE no tiene ningún proyecto para mejorar el transporte público urbano y el hecho de que en nuestras ciudades el número de coches vaya en aumento significa que la vida urbana es cada vez más caótica e insalubre. Nuestra población urbana merece más atención por nuestra parte como políticos en relación con la pureza del aire y la calidad del transporte público.
Las energías renovables se desarrollan en algunos países, pero en otros Estados miembros se han tomado muy pocas medidas. Necesitamos objetivos vinculantes, si no para 2010, al menos para 2020.
Hay una cuestión en la que no estoy de acuerdo con la señora Beckett. Creo que las soluciones a medias como la del almacenamiento de carbono no pueden ser una solución para el futuro. En vez de ocultar nuestras crecientes emisiones temporalmente, debemos reducirlas. Si hay que cerrar una central nuclear por el motivo que sea, debe ser sustituida exclusivamente por energías renovables. Cerrar centrales nucleares y utilizar más energía fósil sería una especie de suicidio colectivo.
Caroline Lucas, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (EN) Señora Presidenta, quiero dar las gracias a la Comisión y al Consejo por sus declaraciones. Pero debo decir que no comparto la valoración optimista de la señora Beckett sobre lo que hace la Unión Europea, a pesar de la promesa del Gobierno británico de hacer del cambio climático una prioridad de su Presidencia. El progreso sobre el terreno ha sido muy decepcionante. Escuchar que el comunicado del G8 sobre el cambio climático es ambicioso tensa la lengua inglesa casi hasta el límite. Si la Presidencia británica quiere de verdad ejercer el liderazgo internacional en este terreno, primero tiene que poner orden su propia casa.
A principios de este año encargamos un informe a la Asociación para la Conservación de Energía con el fin de evaluar si este Gobierno ha cumplido debidamente las leyes europeas sobre la reducción del uso de combustibles fósiles. Sus resultados dejaron claro que este Gobierno ha retrasado la aplicación de la directiva sobre el rendimiento energético de los edificios, ha pedido un aumento del nivel de emisiones de CO2 que permite el Sistema de Comercio de Emisiones de la UE, no ha establecido unos objetivos vinculantes para la reducción de la demanda de energía, como estipula la directiva de servicios energéticos, y no ha promovido las plantas de ciclo combinado de calor y electricidad a pequeña escala, en línea con la directiva de cogeneración.
Por este motivo, el Consejo debería prestar especial atención al informe del Parlamento Europeo sobre el cambio climático, redactado con mano experta por el señor Wijkman. Allí encontrarán una llamada a la acción realmente valiente y ambiciosa. En concreto, el informe exige una fuerte reducción de las emisiones en el propio país, empezando con una reducción nacional del 20 % al 30 % en la UE antes de 2020, que debería pasar a ser del 60-80 % para 2050. Pide que se intente conseguir que Europa sea la economía más eficiente del mundo desde el punto de vista energético, estableciendo unos objetivos de reducción anual de la energía del orden del 2,5 % al 3 %, y que se elabore una estrategia contundente para Montreal. Y, en nuestra enmienda, los Verdes pedimos a la UE que garantice un mandato formal y un calendario para negociar futuros compromisos sobre el clima con un plazo fijo para llegar a un acuerdo a finales de 2008.
Quiero terminar con dos preguntas breves al Consejo. Primera ¿cuál es su opinión sobre la contracción y la convergencia como marco para una acción futura? Segunda, junto con la inclusión de la aviación en el sistema de intercambio de emisiones, ¿propondrá el Consejo instrumentos paralelos para resolver todo el impacto climático de la aviación, dado que, por lo que sabemos, el Sistema de Comercio de Emisiones no abarca las emisiones no relacionadas con el CO2?
Kartika Tamara Liotard, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (NL) Señora Presidenta, para ir al grano, un sistema de libre mercado no es la mejor solución para el problema del cambio climático. Una economía desenfrenada de libre mercado sin restricciones para un exceso de consumo y productos conduce al aumento de emisiones de gases de efecto invernadero y, por lo tanto, agrava el problema. El crecimiento económico es como una vaca sagrada: es sacrosanto, con todos y cada uno de los productos de consumo que necesitan estar disponibles en el mercado, en todo el mundo y al mismo tiempo. Hay que recordar, sin embargo, que las vacas sagradas también pueden despedir gases perjudiciales, y no se trata solo de una metáfora, sino que es literalmente cierto, si uno considera el porcentaje de explotaciones intensivas de ganado en el nivel de emisiones de CO2.
El grupo de presión de la energía nuclear se ha apoderado de la cuestión del cambio climático para volver a colocarlo en el mapa. Aunque parezca extraño, no dicen ni una palabra de las enormes montañas de residuos que crean para nosotros y que van a darnos enormes problemas durante los próximos diez mil años. No hay que intentar resolver una crisis medioambiental creando otra. Los miles de millones que siguen bombeándose en el desarrollo y el fomento de la energía nuclear podrían gastarse de forma más sensata en energía eólica, solar e hidráulica.
En 2030, los niveles de emisiones en el sector del transporte seguirán siendo del 28 % por encima del nivel de 1990. Su valor simbólico para una economía internacional de libre mercado hace que sea un sector difícil en el que se puedan adoptar medidas y, por lo tanto, pido que se impongan impuestos al transporte marítimo y aéreo. En contraposición al comercio de derechos de emisión, no podemos, mediante la fiscalidad, pasar el problema a los países en desarrollo.
Johannes Blokland, en nombre del Grupo IND/DEM. – (NL) Señora Presidenta, estoy impresionado con el programa de trabajo que el Presidente de la Comisión, el señor Barroso, presentó ayer a esta Cámara. Contiene muchos puntos válidos en lo que se refiere al objetivo de evitar el cambio climático. Por ejemplo, apoyo firmemente la inclusión del tráfico aéreo en el ámbito del sistema de comercio de derechos de emisión, así como la revisión de la Directiva sobre techos nacionales de emisión de determinados contaminantes atmosféricos, que data de 2001. Incluso así, la Comisión no ha sido, a mi entender, muy ambiciosa en este sentido. Durante años, hemos estado debatiendo reducciones drásticas en las emisiones de gases de efecto invernadero, pero los niveles de emisión siguen en aumento año tras año, no solo en todo el mundo, sino también en varios Estados miembros.
Si queremos que se nos tome en serio en Montreal, no solo hay que atreverse a mencionar las reducciones, sino que también hay que comprometerse a que, en esta ocasión, se adopten realmente medidas. En caso necesario, deberíamos implicar a un número más pequeño de países. Pido al Comisario Dimas que presente una estrategia que contenga medidas que puedan ayudarnos a conseguir nuestro objetivo a largo plazo, ya que, a pesar del efecto positivo que han tenido las propuestas que se han presentado en esta Cámara esta semana, solo están inspiradas con una visión a corto plazo.
Liam Aylward, en nombre del Grupo UEN. – (EN) Señora Presidenta, hace una década se especulaba mucho con el cambio climático, pero hoy es una realidad a medida que vemos cómo el futuro se despliega ante nuestros ojos. Los habitantes del Ártico lo ven en la desaparición del hielo ártico; los habitantes de las chabolas de América Latina y el sur de Asia lo ven en forma de tormentas e inundaciones mortales; Europa lo ve en la desaparición de sus glaciares, en los incendios forestales y en las olas de calor fatales. En Brasil, este año, por ejemplo, mientras a miles de kilómetros de distancia los huracanes destrozaban los Estados Unidos y el Caribe con agua y viento, los habitantes de un pequeño pueblo pesquero en la región profunda del Amazonas veían cómo el lago del que dependían para la comida y el transporte se secaba en un año en el que la región experimentó la peor sequía en cuatro décadas: consecuencia del calentamiento del agua del océano, que también ha sido la causa de los huracanes más violentos registrados en el Golfo de México.
La firma y la ratificación del protocolo de Kyoto por parte de algunos de los principales agentes ha sido un acontecimiento muy bien recibido. El Protocolo de Kyoto es un soplo de vida porque la Federación Rusa lo ha ratificado. Pero ahora los principales agentes deben esforzarse más por convencer a los países con los niveles más elevados de contaminación: los Estados Unidos y los países en desarrollo.
Me preocupa muchísimo que los Estados Unidos sigan prefiriendo abordar el cambio climático mediante actividades unilaterales. El cambio climático debe abordarse como problema mundial. Si no se reduce el dióxido de carbono, la cubierta de hielo del Ártico desaparecerá. Y, en concreto, afectará a la calidad de vida de quienes viven en las regiones costeras y en islas. Es un hecho científico, no un apasionado alegato político por mi parte.
Irlanda es mucho más eficiente, energéticamente, que hace una década. Animo a los demás Estados miembros a seguir su ejemplo. Nunca se ha dicho que abordar el cambio climático sea fácil, pero la autocomplacencia es mucho peor.
Lo que es un hecho, y lo que sorprende a muchas personas, es que debido al nivel de gases de efecto invernadero que ya tenemos en la atmósfera, estemos expuestos a un grado considerable de calentamiento global y al aumento del nivel del mar. Aunque fuéramos alumnos modélicos en términos de emisión de gases de efecto invernadero, también sufriríamos por la contaminación pasada, pero cuanto más esperemos a resolver seriamente el tema de las emisiones de gases invernadero, más duros serán sus efectos.
Ya se ha notado un aumento de las temperaturas. El aumento de medio grado de temperatura es similar al que se observó a finales del siglo XX. Pero lo más alarmante es el aumento previsto del nivel del mar, que es más del doble del aumento de tres pulgadas que tuvo lugar durante la última parte del siglo pasado. Esas cifras no tienen en cuenta el agua dulce que se funde de las capas de hielo y los glaciares, que podría al menos doblar el aumento del nivel de mar provocado solo por la expansión térmica.
Los científicos han dicho que la temperatura del agua en el Atlántico norte y en el Golfo de México ha sido este año 3,6 grados más alta que lo normal. Lo que ha contribuido a la formación de los huracanes que han devastado la costa del Golfo de los Estados Unidos y el Caribe. También ha contribuido a generar las corrientes de aire más cálido que lo normal que han soplado en la cuenca del Amazonas y han impedido que se formen las nubes de lluvia. Greenpeace ha advertido de que la experiencia de este año podría ser un indicio de lo que nos espera si no detenemos prácticas como la deforestación y la emisión a la atmósfera de gases que atrapan el calor.
Si abordamos seriamente el tema del cambio climático, no solo ayudaremos a preservar nuestro planeta para nuestros nietos y las generaciones futuras, sino que además les ahorraremos, a ellos y a nosotros, un coste monetario, dado el elevado gasto que supone la protección de las especies y los hábitats en vías de extinción.
Las regiones en evolución como el Sur de Asia, América Latina y África exigen unas políticas de reducción de emisiones que no perjudiquen su desarrollo económico. Así pues, las políticas de cambio climático deben elaborarse de forma que contribuyan al crecimiento económico de los países en desarrollo.
Dado que el mes que viene viajaré a Montreal con la delegación europea, espero ver cómo los agentes mundiales se enfrentan a la realidad de este año y trabajan juntos como socios en la resolución de este problema mundial tan importante.
PRESIDENCIA DEL SR. ONYSZKIEWICZ Vicepresidente
Irena Belohorská (NI). – (SK) Europa fue una de las primeras regiones del mundo en documentar los cambios climáticos que son la consecuencia de peligrosos cambios climáticos a escala mundial. Los veranos son más calurosos, los inviernos son más lluviosos, los caudales de los ríos han disminuido, la humedad del suelo se ha reducido y se registran más inundaciones, así como sequías y huracanes extremos.
No cabe duda de que estos cambios son el resultado directo de la actividad humana, principalmente en los países desarrollados que son los principales responsables de las altas emisiones de gases de efecto invernadero. La Unión Europea se incluye entre los mayores contaminadores. Todos los años, las catástrofes causan pérdidas económicas y se cobran vidas, y se produce una mayor incidencia de muchas enfermedades relacionadas con la contaminación medioambiental. Es esencial la acción común por parte de los principales contaminadores –China, los Estados Unidos, la Unión Europea y la India– en la lucha contra los cambios climáticos.
No es realista esperar que el género humano renuncie a las comodidades de la vida moderna, como los automóviles y otros medios de transporte, a favor de las bicicletas. Lo que necesitamos, por lo tanto, es innovación con respecto a las tecnologías existentes y el desarrollo de fuentes de energía más respetuosas con el medio ambiente. Es necesario utilizar más energía solar, hidráulica y eólica e impulsar la investigación de estas nuevas formas de energía.
En Europa, asistimos al éxodo de nuestros jóvenes científicos a los Estados Unidos, ya que Europa no les ofrece unos recursos adecuados para llevar a cabo una investigación efectiva con un alto nivel de calidad en este ámbito. Asimismo, existen otros campos de investigación que ni tan siquiera se tratan en Europa El cambio climático afectará a la salud de los europeos. Debido a los cambios climáticos, Europa estará expuesta a enfermedades que no son autóctonas de este continente, ya que son más típicas de zonas geográficas más meridionales. El calentamiento global incrementará la incidencia de enfermedades infecciosas transmitidas por los artrópodos, como los mosquitos que propagan la malaria y determinadas inflamaciones virales del cerebro.
Peter Liese (PPE-DE). – (DE) Señor Presidente, Señorías, permítanme que comience observando que la Presidencia del Consejo nos ha hecho esperar entre 10 a 15 minutos para el comienzo de este debate. Agradeceré al menos una explicación y una excusa, quizás se nos dé una.
Quiero expresar mi gratitud al señor Wijkman por su dedicación y su ardua tarea. La suya no ha sido una tarea fácil, y seguramente no es un secreto que se han mantenido deliberaciones en el Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristinos) y Demócratas Europeos, aunque hemos podido resolver estas cuestiones satisfactoriamente. El informe que nos ocupa es un buen informe, y hay un aspecto en particular que quiero destacar. El lunes, en Alemania, se llegó a un acuerdo sobre una nueva Gran Coalición, cuyos aspectos son objeto de crítica justificada: contiene algunos compromisos con los que no todo el mundo puede estar de acuerdo.
Los capítulos sobre el medio ambiente, la energía y el cambio climático son, no obstante, perfectamente respetables, y creo que permitirán que Europa también avance. Mucho de lo que contiene el acuerdo de coalición es idéntico a lo que la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria ha propuesto en el informe Wijkman, y esto es un estímulo para que la Comisión redoble su determinación de perseverar en sus objetivos en ámbitos como el transporte aéreo.
En lo relativo a las energías renovables, queremos –no solo en la Gran Coalición alemana sino también en las enmiendas que hemos presentado al informe Wijkman– que se dé una nueva prioridad al calentamiento, un ámbito en el que, con poco gasto, podemos ahorrar mucho CO2 y es por esta razón que la Comisión ha querido presentar una propuesta de directiva sobre el tema.
Creo que hay una cuestión sobre la cual ni la Gran Coalición alemana ni la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria han resuelto satisfactoriamente: la energía nuclear. Estoy de acuerdo con la señora Gutiérrez de que la energía nuclear es indispensable si queremos resolver el problema climático.
Sin embargo, me gustaría que el informe obtuviera una mayoría amplia y convincente, y para concluir, quiero hacer hincapié en lo que el señor Wijkman ha dicho sobre que también existe un problema de seguridad. Según un estudio del Pentágono, el cambio climático representará, a largo plazo, un mayor peligro para los humanos que el terrorismo internacional. Esto debería dejar claro a todo el mundo que ha llegado la hora de actuar.
Dorette Corbey (PSE). – (NL) Señor Presidente, en primer lugar, quiero dar las gracias al señor Wijkman por su informe excelente e implacable. También quiero felicitar a la señora Beckett por su compromiso con la política climática. Hoy, esta Cámara vuelve a reclamar una política climática ambiciosa y el Comisario Dimas ha explicado por qué está plenamente justificado que se haga así.
En Montreal, hay que sentar las bases para una nueva política climática. Nos enfrentamos con el enorme reto de suministrar energía limpia y un transporte más limpio, al mismo tiempo que reducimos el consumo de energía.
Hasta la fecha, Europa ha desempeñado un papel destacado, lo que ha tenido su compensación. No cabe duda de que hay que celebrar algo en Montreal.
El primer cometido de Europa ahora es garantizar que el mayor emisor de CO2, los Estados Unidos, también acepten obligaciones y que la implicación de países como China y la India en todo el proceso sea honesta. Esto solo se puede conseguir si la propia UE aborda estos problemas y demuestra que la economía europea recibirá un buen impulso mediante la innovación, siendo mucho más eficiente energéticamente, con una producción más eficaces y comercializando productos sostenibles. Sin embargo, por desgracia, a excepción de Gran Bretaña, la mayoría de los países no cumplen sus obligaciones y, lamentablemente, los automóviles más limpios y más económicos no se fabrican en Europa sino en Japón. ¡Es necesario que hagamos más y mejor! Esto solo será posible si implicamos a los ciudadanos en la política climática.
(Aplausos)
Alyn Smith (Verts/ALE). – (EN) Señor Presidente, estoy totalmente de acuerdo con los comentarios de mi compañera de Grupo, la doctora Lucas, sobre la trayectoria bastante irregular del Gobierno del Reino Unido en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, si el Consejo tiene alguna aspiración, haría bien en examinar atentamente y adoptar el informe del señor Wijkman.
El hecho es que necesitamos un cambio radical en la forma de debatir el cambio climático, especialmente entre los ciudadanos. Debemos empezar con nuestros propios actos, porque son los que podemos controlar mejor. Debemos darnos cuenta de que si aceptamos el reto, podremos sacar provecho de nuestro propio ejemplo. La energía renovable es la clave de la solución. Mi propio país, Escocia, podría ser el líder mundial de la energía renovable, verde y limpia. Tenemos olas, mucha costa, colinas barridas por el viento, biomasa y energía geotérmica, y la materia prima para crear cascadas hidroeléctricas nos cae del cielo de forma regular. Sin embargo no invertimos suficiente en tecnologías renovables, ni en Escocia ni en Europa. En el caso de Escocia, es porque el Reino Unido controla la política energética y sigue empeñado en un plan nuclear que creo que no ofrece ninguna solución a largo plazo.
En esta Cámara podemos contribuir a ese cambio radical en materia de energía renovable y al debate sobre el cambio climático, y debemos unirnos alrededor del informe del señor Wijkman. La Comisión puede desempeñar su papel dando prioridad a la energía renovable en los Programas FP7.
Roberto Musacchio (GUE/NGL). – (IT) Señor Presidente, Señorías, el efecto invernadero es el problema más importante que tenemos que afrontar, porque tiene que ver con una alteración estructural de las condiciones necesarias para la existencia. La capacidad para afrontar este problema debe ser un elemento primordial de nuestra actuación. A este fin, es necesario asumir la estrategia de Kyoto y su aplicación como elementos principales de todas nuestras opciones, como fundamento jurídico y una base para la planificación, y como factor clave de la política interior e internacional de Europa de Montreal en adelante.
Los ejes del Protocolo de Kyoto, es decir, la convergencia y la reducción, nos indican que nuestros modelos de desarrollo y económicos deben cambiar radicalmente y orientarse a una gestión más racional y equitativa de los recursos. Pienso que se puede llegar a la cifra de una tonelada de equivalente petróleo por persona. Este compromiso debe conducirnos al ahorro energético y al uso de fuentes alternativas renovables, gestionadas democráticamente.
Toda idea de recurrir a la energía nuclear –que es una fuente finita y sumamente peligrosa, que acarrea problemas irresolubles como los residuos nucleares, y que no es democrática– para alcanzar este objetivo y responder a esta necesidad es realmente inaceptable.
Urszula Krupa (IND/DEM).–(PL) Señor Presidente, me resulta difícil dar mi aprobación a un informe que contiene tan pocas sugerencias constructivas con respecto a las medidas prácticas que pueden adoptarse para impedir el cambio climático, y que tampoco incluye un análisis financiero. Asimismo, los Objetivos de Desarrollo del Milenio y el cumplimiento de las recomendaciones contenidas en el Protocolo de Kyoto son insuficientes por sí mismas. Este último obliga a cada Gobierno y empresa a una política de aplicación de programas cuyo objetivo es reducir los gases de efecto invernadero y poner en práctica sistemas de comercio de derechos de emisión y normativas en materia de ahorro de energía.
La principal responsabilidad de la destrucción medioambiental radica en los países industrializados. Los estilos de vida liberales de los que gozan y el comportamiento de los consumidores que fomentan son la causa de este desastre, que tiene consecuencias inimaginables para la salud y para el futuro de la Tierra en general. Al margen de estas medidas a las que ya se han referido anteriores oradores, hay que dar, por lo tanto, igual importancia a la labor de cambiar la mentalidad de la gente y a asegurar que se desarrollan como individuos. Esto se ha descrito, con razón, como el avance hacia una cultura de la satisfacción, e invierte la tendencia de la posesión a cualquier precio y la acumulación de bienes sin control.
Bruno Gollnisch (NI). – (FR) Señor Presidente, si el calentamiento climático parece hoy una evidencia, todavía hay que verificar los análisis que lo atribuyen casi exclusivamente a los gases de efecto invernadero, cosa que discuten algunos científicos, pues son posibles otras causas. Dicho esto, en caso de respuesta afirmativa, los defensores del medio ambiente deberían preguntarse si no se han excedido en su encarnizado combate contra toda forma de energía nuclear, que sin duda presenta riesgos, pero no emite gases de efecto invernadero.
Como propone el informe Wijkman, las energías alternativas deben alentarse, en especial la energía solar y la geotérmica. Pero no se pueden imponer restricciones tan importantes solo a los países europeos, cuando China, los Estados Unidos y otros muchos aumentan masivamente sus emisiones de CO2. En cuanto al almacenamiento del dióxido de carbono, permítanme preconizar un método natural, eficaz y beneficioso, a saber, la repoblación forestal, puesto que una repoblación sistemática podría ser objeto de un vasto programa de cooperación internacional.
Avril Doyle (PPE-DE). – (EN) Señor Presidente, el debate está a punto de terminar y el jurado científico se ha puesto de acuerdo en general sobre el impacto de los gases de efecto invernadero en nuestro clima. Las pérdidas económicas a causa de las catástrofes naturales relacionadas con el clima se han sextuplicado desde los años sesenta. La temperatura de la tierra aumenta a un ritmo alarmante. La UE de los 15 no cumplirá sus actuales objetivos de Kyoto sobre reducción de emisiones de CO2 y no se hará nada al respecto.
En la reunión COP 11/MOP 1 de Montreal, el mes que viene, nos centraremos en el período posterior a Kyoto y en lo que ocurrirá después de 2012. Sin una verdadera cooperación mundial, sobre todo del principal productor mundial de gases de efecto invernadero, los Estados Unidos, ningún acuerdo tendrá sentido. Es un reto enorme. Esperamos que la Comisión revise el funcionamiento del régimen de comercio de emisiones el próximo mes de junio para mantener a raya a los cínicos y a los del «ya te lo dije» y conservar la credibilidad del sistema de comercio de emisiones. Es esencial que ampliemos su alcance y establezcamos objetivos sectoriales horizontales. Quedan excluidos demasiados sectores, lo que crea vacíos e ineficiencias en el mercado, con lo que se corre el riesgo de aumentar el coste para las empresas. Todavía seguimos ofreciendo soluciones de boquilla al sector de la eficiencia energética, que tiene mucho que ofrecer. También debemos centrarnos en el desarrollo de combustibles alternativos y otras tecnologías. Los vehículos de transporte público y las líneas urbanas deberían utilizar combustibles limpios y alternativos para estimular al mercado y al sector privado y poner en marcha el proceso de instalación de una red de puntos de venta en estaciones de servicio.
Debemos crear sistemas impositivos favorables para los biocombustibles y los bioflexicombustibles. ¿Por qué no legislar de forma que todos los combustibles para automóviles incluyan una mezcla de combustible procedente de fuentes renovables, por ejemplo una mezcla del 5 % de bioetanol en gasolina, un mezcla del 2 % de biodiésel en los vehículos de gasóleo, sin que sea necesario modificar los vehículos? Necesitamos ideas radicales y acciones radicales. Si estamos convencidos de que deben reducirse radicalmente las emisiones de CO2, debemos dejar de juguetear en los márgenes de la energía renovable y conseguir una autentica liberalización de los mercados eléctricos. Actuemos de acuerdo con lo que decimos, dirijamos la mirada hacia el FP7 e invirtamos en este sector.
Anne Ferreira (PSE). – (FR) Señor Presidente, Señorías, el informe del señor Wijkman merece toda nuestra atención. Debemos considerar este texto nuestro plan de trabajo para luchar contra el cambio climático en los próximos años. Las vías que propone son realistas, a nosotros nos corresponde emprenderlas lo más rigurosamente posible apoyándonos en todos los socios implicados de la aplicación del informe, desde los Estados miembros hasta los ciudadanos, y cambiando nuestros métodos de producción y de consumo.
Pero si hay un ámbito esencial en el que debemos comprometernos mucho más, dotándonos de medios financieros a la altura del reto, es el de la política de investigación, pues no hay nuevas tecnologías ni innovación sin investigación. La materia gris de nuestros investigadores constituye para la Unión Europea un recurso que debemos explotar para superar el desafío del desarrollo sostenible y del cambio climático, sin olvidar, por supuesto, nuestra responsabilidad con los países más pobres. Así pues, mañana tendremos que disponer de un presupuesto para investigación que esté a la altura de nuestras ambiciones.
Lena Ek (ALDE). – (SV) Señor Presidente, el otro día fue grato oír al Comisario Dimas expresar su apoyo, en la Conferencia Internacional de Energías Renovables de Beijing, a la ambición del Parlamento de disponer de un 25 % de energía renovable en 2020, igual que también fue gratificante oírle decir que la energía renovable es crucial para superar problemas como el cambio climático y la pobreza, así como para el fomento del desarrollo económico general.
Si tenemos que crear un mercado para la energía renovable, hay que mostrar claramente los costes que conlleva la actual dependencia insostenible de las fuentes de energía a base de combustibles fósiles. No se trata solo de mostrar los efectos, en el medio ambiente y la salud pública, de los elevados niveles de emisiones a la atmósfera. Más bien, lo que hay que hacer también es expresar los efectos en de euros y céntimos. Europa ya ha introducido un sistema de comercio de derechos de emisión regido por el mercado. Seguramente, el papel que desempeña la aviación en el sistema es tema de discusión, pero también quiero ver incluidos el transporte marítimo y, sobre todo, el tráfico terrestre. Solo cuando veamos claramente los costes que conllevan las emisiones de dióxido de carbono de este sector, impulsaremos en serio la demanda –y el suministro– de fuentes de energía renovables.
Por lo tanto, mi primera pregunta es si –y, de ser así, cuándo– la Comisión tiene la intención de incluir el sector del transporte en el comercio europeo de derechos de emisión. Mi segunda pregunta es sobre la proporción de fuentes de energía renovables. Queremos incrementarlas, pero, por supuesto, también es necesario utilizarlas. ¿Cuándo pretende la Comisión proponer que lo establecido en la Directiva relativa a la calidad de la gasolina y el gasóleo se sustituya por un 10 % de aditivo de etanol como mínimo en el carburante de los vehículos?
Bairbre de Brún (GUE/NGL). – (La oradora habla en irlandés)
(EN) El informe del señor Wijkman deja claro que cumplir los requisitos de Kyoto es la primera prioridad de la UE. Aunque Kyoto es solo un pequeño paso en la lucha contra el cambio climático, debemos apoyarlo e instar a quienes no lo han firmado a que lo hagan inmediatamente.
Me ha complacido oír esta mañana que la Comisión y el Consejo resaltan la importancia de la siguiente fase, porque el verdadero reto es establecer unos objetivos ambiciosos para el período posterior a 2012 y conseguir que los principales agentes mundiales se impliquen. También quiero apoyar las enmiendas presentadas por mis colegas del Grupo GUE/NGL, sobre todo la afirmación de que la promoción de un libre mercado desenfrenado ha comportado un exceso de consumo, que a su vez desemboca en un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
(La oradora habla en irlandés)
Georgios Karatzaferis (IND/DEM). – (EL) Señor Presidente, quería que habláramos sobre una cuestión muy grave. Me pregunto cuántas mujeres esta mañana no se han echado laca en el cabello y quién de nosotros no ha utilizado un desodorante en forma de spray. De esta manera, contribuimos a crear el efecto invernadero. Son cosas simples que incluso pasamos por alto.
Se esfuerza en vano, señor Dimas, si no consigue que los estadounidenses se adhieran a las normas. Permítame que le cite dos estadísticas: los Estados Unidos emiten más contaminantes que las tres cuartas partes de los miembros de las Naciones Unidas y el Estado de Nueva York emite la misma contaminación que toda África. Por consiguiente, independientemente de lo que hagamos en Europa, a menos que persuadamos a la parte díscola de costumbre, con lo que me refiero a los Estados Unidos, de que asuma su responsabilidad, fracasaremos. Esta es la trágica verdad.
También conviene que consideremos que es lo que hará China al respecto, siendo el país con más habitantes del mundo, que por sí sola posee un tercio de la población mundial. Independientemente de lo que hagamos en Europa, no obtendremos resultados. Se nos plantea el enorme problema del clima, que no conoce fronteras. No podemos instalar alambradas. Por lo que es necesario convencer a los estadounidenses si queremos impedir que se produzcan resultados catastróficos. El rumbo que se está trazando con precisión matemática es que vamos a tener el mismo destino que los dinosaurios. Conviene que todos entendamos que la amenaza de Bin Laden y el terrorismo es mucho menor que la amenaza medioambiental que se cierne sobre los estadounidenses. Por consiguiente, si queremos obtener resultados, es necesario que consigamos que los estadounidenses se adhieran a las normas.
Françoise Grossetête (PPE-DE). – (FR) Señor Presidente, señor Comisario, señora Ministra, hace apenas unos años, cuando se hablaba de cambio climático, algunos sonreían con aire dubitativo. Hoy nadie pone en duda la evidencia de este cambio. Incluso hay urgencia. Hay que actuar de inmediato para responder a esta amenaza, sin duda una de las más graves de la historia de la humanidad, con un número creciente de inundaciones, sequías, huracanes, deshielo de la banquisa, deshielo de los glaciares y quizás un día con el desarrollo de determinadas enfermedades.
Ante esta amenaza tenemos una oportunidad sin precedentes de lanzar un auténtico programa tecnológico, que permita suscitar la innovación que tanto necesitamos para la creación de nuevos puestos de trabajo en Europa. Europa y el mundo han celebrado muchos debates, pero los actos no son suficientes. Ha llegado, pues, el momento de tener la valentía política de dar un nuevo impulso al Protocolo de Kyoto. Biocarburantes, energía solar, energía eólica, hidroeléctrica, hidrógeno, esfuerzos en materia de eficiencia energética, estas tecnologías existen. Nos corresponde acelerar su utilización en nuestras políticas de planificación urbana y nuestros métodos de construcción.
Hay que utilizar todas las posibilidades que se nos ofrecen. No hay una solución única e ideal, sino que debemos combinar el uso de todas estas fuentes. Todavía existen demasiados obstáculos a la aplicación y la comercialización de las innovaciones tecnológicas, como los vehículos híbridos o los vehículos eléctricos. Nuestros conciudadanos están dispuestos a asumir su parte de responsabilidad en el control de la energía. Los Estados Unidos, la India y China están tomando ya iniciativas, en especial en el ámbito de la energía nuclear. No podremos prescindir de la energía nuclear, que no emite ningún gas de efecto invernado. ¿A qué espera Europa para abrir de verdad el debate sobre la energía nuclear? Un debate serio, desapasionado. Les pido que no lo retrasen.
Marie-Noëlle Lienemann (PSE). – (FR) Señor Presidente, Señorías, para ser creíble a los ojos de los europeos, la Unión Europea debe dejar de lado las buenas intenciones y actuar de forma concreta, dotándose de ambiciones acompañadas de inversiones. ¿Cuánto dinero se asignará al transporte combinado ferrocarril-carretera? ¿Cuándo tendremos las grandes redes transeuropeas, que seguimos esperando? ¿Cuándo tendremos créditos de la PAC para los biocarburantes? ¿Cuándo veremos un aumento de los presupuestos de investigación al servicio de los grandes desafíos energéticos, como los relativos al sector del hidrógeno? ¿Cuándo veremos un ajuste de los Fondos Estructurales y las subvenciones con vistas a la eficiencia energética y al ahorro de energía? Pienso en el medio urbano, en la vivienda y en la vivienda social. ¿Cuándo veremos unos impuestos ecológicos sobre el transporte de mercancías, en particular el transporte marítimo? ¿Cuándo veremos una regulación del comercio que tenga en cuenta la lucha contra el efecto invernadero? Esperamos respuestas concretas y operativas, que sienten las bases para la acción inmediata. La Unión Europea debe actuar aquí y ahora para convencer a los ciudadanos, para servir de modelo y para entablar nuevas cooperaciones con los países del Sur. Todavía estamos solo en las intenciones. Pasemos a los actos.
Gunnar Hökmark (PPE-DE). – (SV) Señor Presidente, quiero agradecer al señor Wijkman su informe equilibrado sobre una cuestión importante. Quiero destacar que, en estos momentos, es difícil que Europa logre cumplir los objetivos de Kyoto, ya que son muy exigentes y la política que ahora se lleva a cabo no parece que vaya a dar lugar a que podamos lograr estos objetivos en la primera etapa. Una de las razones es que se ignoran en gran parte las exigencias de una política medioambiental moderna sobre política energética.
Si consideramos las condiciones tal y como están, no podremos cumplir los objetivos de Kyoto en cuanto a las expectativas relativas a los combustibles renovables. Se van a desarrollar estos combustibles y desempeñarán un papel más amplio, pero no resolverán los problemas. No podemos cumplir los objetivos de Kyoto regulando la economía o ahorrando, ya que este tipo de medidas interferirían con el objetivo de crear las condiciones básicas para una mejor economía más rigurosa en el cumplimiento de los requisitos medioambientales. No podemos resolver los problemas haciendo que la economía crezca más lentamente. En cambio, conviene aplicar una política medioambiental compatible con una política energética creíble y coherente, en cuyo caso también deberá examinarse la base de nuestro suministro energético.
El petróleo y el gas no son el camino del futuro y, sin embargo, vemos cómo es, ante todo, el uso del petróleo y del gas lo que aumenta cuando se elimina progresivamente la energía nuclear, cuya consecuencia es un aumento de las emisiones de dióxido de carbono. Con la actual diversificación de los combustibles primarios, la producción de energía nuclear en Europa representa el 50 % de las emisiones de dióxido de carbono y da lugar a la reducción de estas últimas, que equivalen a las de los automóviles privados. Esto viene a ilustrar el tipo de cifras sobre las que estamos hablando. Dado que esto es así, no podemos descartar la energía nuclear. La energía nuclear no resolverá nuestros problemas medioambientales, pero esos problemas no se pueden resolver ni se pueden cumplir los objetivos de Kyoto ignorando a la energía nuclear. Por lo tanto, es una tarea importante para este Parlamento y también para los Estados miembros que apliquemos una política energética creíble que no esté dirigida a eliminar progresivamente la energía nuclear y a sustituirla por petróleo y gas. En cambio, tenemos que garantizar que la energía nuclear pueda desempeñar un papel importante en la política energética equilibrada que se necesita.
Justas Vincas Paleckis (PSE). – (IT) Quiero agradecer al señor Anders Wijkman y a otras personas que comparten la convicción de que salvar el planeta es nuestro problema, no de los demás.
La Unión Europea debe ejercer toda la influencia que esté en sus manos para instar a los países que todavía no se han adherido al Protocolo de Kyoto, incluso a los más poderosos, a que lo hagan. Sería ingenuo afirmar que si los Estados Unidos de América hubieran cumplido los requisitos del Protocolo de Kyoto, no habría sufrido la devastación de los huracanes Katrina y Wilma. Pero la naturaleza devolvió el golpe precisamente al Estado que más daños le inflige. A menos que la comunidad internacional adopte medidas drásticas y urgentes para detener la extensión del calentamiento global, nuestro planeta se convertirá en un monstruo portador de huracanes y que escupe fuego y agua.
El presente informe ofrece, con razón, la posibilidad de que la UE sea un dirigente aún más destacado en el uso de las fuentes de energía renovables. También expreso mi pleno apoyo a la propuesta de incrementar la sensibilidad de los ciudadanos de la UE e implicarlos en la conservación del medio ambiente. Conviene que dediquemos más energía al desarrollo de un sistema fiscal, sancionador y de fomento que estimule a las empresas a operar de forma eficiente y respetuosa con el medio ambiente. Aún más importante es el estilo de vida. Todos los ciudadanos de la UE deben entender que vivir con la menor contaminación posible y alteración del clima del planeta no solo es noble y bello, sino que también es una empresa que merece la pena.
Bogusław Sonik (PPE-DE).–(PL) Señor Presidente, a finales de este mes y a principios del próximo, el Parlamento Europeo presentará de nuevo su posición sobre el cambio climático en una conferencia de las Naciones Unidas. Antes de que se presente esta posición a la comunidad internacional para su debate, es crucial asegurarse de que refleja los mejores intereses de todos los Estados miembros de la UE. Tal como la señora Grossetête y el señor Hölmark han observado, con razón, también debería darse la debida consideración al papel que desempeña la energía nuclear.
En muchos Estados miembros, las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando. Por consiguiente, cada ciudadano deberá desempeñar un mayor papel en los esfuerzos conjuntos para limitar las emisiones y encontrar un estilo de vida más sostenible, si hay que aplicar en su totalidad el Convenio de las Naciones Unidas y el Protocolo de Kyoto. En este sentido, un aspecto importante de la lucha para reducir las emisiones de CO2 es el enfoque integrado, que implica a políticos, a la industria y la sociedad.
La aprobación de este enfoque integrado sería una forma de reducir las emisiones de CO2 más efectiva y más económica. Se basa en el supuesto de que la responsabilidad de reducir las emisiones reside no solo en los fabricantes de automóviles y los proveedores de combustible, sino también en los usuarios de los vehículos. Otros factores que merecen nuestra atención incluyen las condiciones de las infraestructuras de las carreteras y los sistemas de gestión del tráfico por carretera, tal como se indica en el II Programa Europeo sobre el Cambio Climático puesto en marcha en octubre de 2005.
Aunque el cambio de una economía basada en los combustibles fósiles nos brinda una oportunidad de negocio histórica, no hay que olvidar que muchos países con abundantes recursos de energía renovable no disponen actualmente de las tecnologías necesarias para aprovecharlos. Esto es especialmente cierto en el caso de los países en desarrollo. La cuestión de las subvenciones energéticas es, por lo tanto, muy importante en las negociaciones sobre la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Ya se han encontrado muchos métodos para reducirlas. Las tecnologías de ahorro de energía y de baja emisión son una herramienta eficaz en la lucha contra la contaminación medioambiental, pero no deben combinarse con la reducción de las subvenciones a los combustibles fósiles propuesta por el ponente como un requisito sine qua non para el uso de soluciones modernas de protección medioambiental.
Edite Estrela (PSE). – (PT) Señor Presidente, señora Ministra, señor Comisario, como un gran líder indio dijo en una ocasión, la Tierra no nos pertenece, la hemos tomado prestada de nuestros hijos.
Si perdemos la batalla contra el cambio climático, ¿qué clase de Tierra les vamos a dejar? Se ha hecho el diagnóstico. Todo lo que falta es el valor de poner en práctica políticas más ambiciosas y efectivas. El informe del señor Wijkman es un paso en la buena dirección. Las acciones hablan más alto que las palabras y, con arreglo a la Estrategia de Lisboa, hay que adoptar nuevas tecnologías, y la comunidad internacional tiene que esforzarse por cumplir las obligaciones del Convenio de Kyoto.
Los Estados Unidos tienen que asumir sus responsabilidades. Agradezco el diálogo de la UE con China y la India, pero también es necesario implicar a países como Brasil, Sudáfrica, Rusia, Japón e Indonesia y eliminar las contradicciones como las subvenciones a los combustibles fósiles. El señor Dimas ha dicho que la Conferencia de Montreal no dará todas las soluciones que estamos buscando. Sin embargo, se espera que algunas soluciones salgan de ella. Nuestros hijos y las futuras generaciones no esperan menos.
Richard Seeber (PPE-DE). – (DE) Señor Presidente, señor Comisario, señora Beckett, me alegra que la Presidencia del Consejo siga nuestro debate y, antes de decir algo más, quiero dar las gracias a mi buen amigo, el señor Wijkman, por el informe tan ambicioso que ha elaborado sobre este tema.
La necesidad de actuar se ilustra simplemente por los fenómenos naturales que se producen en torno a todos nosotros, ya sean incendios que arrasan el sur de Europa, los huracanes en América o las inundaciones en el Tirol austriaco, de donde procedo. Sin embargo, hay un error que no podemos permitirnos: hay que tener cuidado en no atribuirlo todo al cambio climático mundial o decir que este cambio solo es debido a las emisiones de CO2 producidas por los humanos y que es, de algún modo, culpa nuestra. Por desgracia, los efectos que ocurren en la naturaleza están coincidiendo en parte con los que se pueden atribuir a la acción humana; es preciso hacer mayores esfuerzos en la investigación en este ámbito si es que, en el futuro, se han de poder facilitar pronósticos fiables de la evolución climática y, ante todo, evaluar los efectos de la actividad humana.
Sin embargo, también es importante que se establezcan estrategias a largo plazo para que podamos dar una respuesta y con el fin de que nos dé la seguridad de planificar el futuro. Simplemente hay que dar a entender a las empresas y a la industria hacia donde conduce este camino y de qué opciones dispondrán en el futuro. Esto es de suma importancia para Europa como lugar de negocios. Tengamos también presente que, actualmente, la Comunidad es responsable de solo el 14 % de las emisiones de CO2 y, por consiguiente, es de importancia capital que no solo se convenza a los países en desarrollo sino también, por supuesto, a los Estados Unidos de América, que son la principal fuente de emisiones. El punto del informe que conviene subrayar varias veces es el que dice: «necesitamos una estrategia global».
He de decir que no estoy de acuerdo con mis colegas con respecto a la energía nuclear, que considero que no es una alternativa a aquellas tecnologías que producen CO2, puesto que sus efectos a largo plazo son demasiado negativos. Ante todo, no hay que ofrecerla a los países en desarrollo como una alternativa, sencillamente porque no la pueden utilizar con seguridad.
También es importante que prestemos más atención al transporte e intentemos simplemente en este ámbito hacer pleno uso del potencial para la reducción del CO2.
Rebecca Harms (Verts/Ale), ponente de opinión de la Comisión de Industria, Investigación y Energía. – (DE) Señor Presidente, Señorías, aprovecharé esta oportunidad para continuar donde lo dejó el anterior orador. He de decir que, tras mi visita al Reino Unido la semana pasada, creo que es muy fastidioso que Tony Blair y otras personas dirijan el debate del cambio climático hacia la idea de que los objetivos de la protección del clima se consigan haciendo un mayor uso de la energía nuclear, lo que produciría energía que supuestamente sería más limpia.
Quiero aprovechar esta oportunidad para desengañarles de su error, y preguntarles qué es lo que ustedes, en Inglaterra, suelen entender cuando hablan sobre energía nuclear más limpia. ¿Están hablando de la extracción de uranio, que es una actividad especialmente sucia? ¿Se refieren al enriquecimiento del combustible, que es sucio en particular? ¿Están hablando de la conversión del hexafluoruro de uranio, que es un proceso muy difícil que implica elevados niveles de contaminación medioambiental? ¿Cuando hablan sobre energía atómica limpia, quieren decir la fabricación de barras de combustible en Rusia? ¿En Inglaterra, han estudiado alguna vez cuántos residuos deberán eliminar y cuándo y a qué coste harán esto? ¿Cómo evalúa los peligros y riesgos que implica su reprocesamiento? Windscale es un ejemplo de la gran experiencia que han adquirido con los daños reales que el reprocesamiento causa al medio ambiente y a las personas. Me asombra mucho que sean los británicos quienes, de hecho, abandonaron la energía nuclear por motivos económicos, los que impulsen este debate demencial sobre la «protección climática mediante un mayor uso de la energía nuclear».
Consideremos solo el cuadro global: si realmente queremos ser eficientes contribuyendo mediante la energía nuclear a proteger el clima, tendremos que construir cientos y miles de reactores nucleares. Esto, en realidad, implica la expansión masiva de una nueva generación de reactores reproductores rápidos, que ya han demostrado ser un fracaso devastador en Europa. Implicaría el funcionamiento de instalaciones de reprocesamiento en todo el mundo, ya que las existencias de uranio disponibles ni por asomo serían suficientes para una expansión de la energía nuclear de esta envergadura.
Embarcarse en una expansión como esta en un momento en que estamos debatiendo el terrorismo y los riesgos de la proliferación es irresponsable. Aunque es mucho más difícil abordar los problemas de la energía potenciando la eficiencia energética, recortando su utilización, o cualquier otro enfoque, empecemos ahora, por fin, a hacerlo así y continuar haciéndolo, en lugar de volver a utilizar una tecnología que ya está confinada al siglo pasado y tratar su contaminación y sus residuos que aún no hemos comenzado a abordar.
Margaret Beckett, Presidenta en ejercicio del Consejo. (EN) Señor Presidente, ha sido un debate interesante y estimulante, marcado por una aceptación casi total –con toda la razón– del informe del señor Wijkman y de su contenido, y por un verdadero acuerdo sobre la naturaleza y la magnitud del reto. También ha estado marcado por la insistencia de muchos oradores en los recursos renovables, citándose varios ejemplos de esto, y también por las grandes diferencias de opinión sobre la energía nuclear. Quisiera decir a la última oradora, la señora Harms, que si el único aspecto del debate sobre el cambio climático que ha escuchado en el Reino Unido ha sido el de la energía nuclear, entonces debe de haberse movido en círculos muy restringidos, porque se ha discutido mucho en el Reino Unido, que no ha optado realmente de nuevo por la energía nuclear, aunque se ha comprometido a discutirla. De hecho, la eficiencia energética está en el Reino Unido a la cabeza de la lista de políticas para hacer frente al cambio climático, tal como ella desea.
Se ha hecho mucho hincapié en lo que en la jerga se conoce normalmente con el nombre de «cobeneficios». Algunos oradores han puesto el acento en el daño causado por la contaminación atmosférica por los mismos gases que contribuyen al cambio climático, mientras que otros han hecho hincapié en que, al mismo tiempo que abordamos el cambio climático, con la reducción en el uso de esos gases obtendremos otros beneficios potenciales para la salud.
La señora Gutiérrez-Cortines ha preguntado sobre el papel de la agricultura. Como debe de saber, en países como Nueva Zelanda el ganado es la fuente de casi todas las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que lo convierte en un problema particularmente difícil de resolver. No hay por consiguiente ninguna duda de que la agricultura puede, en determinadas circunstancias, ser parte del problema. Sin embargo, tal como han señalado muchos oradores con respecto a la biomasa y los combustibles biológicos, también puede ser parte de la solución. Es un asunto que se analizará con más detalle.
Siento que el señor Hegyi se oponga a la recogida y almacenamiento del carbono. La pura y triste realidad es que países como la India y China, que necesitan crecer y desarrollarse para abordar la pobreza –y este ha sido otro asunto al que se ha hecho referencia, también con toda la razón, en el debate– tienen enormes reservas de carbón y las usarán, porque piensan que no tienen elección. Seguramente es mejor para nosotros intentar encontrar maneras de ayudarles a hacerlo de manera sostenible, con tecnologías como la recogida y almacenamiento de carbono, en lugar de decirles simplemente que no usen estas fuentes de energía, lo que me temo que sería inútil.
Todas las referencias hechas a los Estados más vulnerables y a los sectores más vulnerables dentro de otros países destacan la necesidad de las acciones que la UE debe emprender para adaptar, y ayudar a adaptar, los impactos que no podemos evitar. Se ha hecho mucho hincapié en el papel de los otros numerosos países implicados y en la necesidad de un diálogo global –con el que el Consejo está de acuerdo incondicionalmente–, y hay un acuerdo claro en que la UE debe continuar a la cabeza a escala internacional y nosotros debemos continuar poniendo el acento sobre todo en cumplir nuestros propios programas.
La señora Doyle y el señor Hökmark han sugerido que es poco probable que la UE cumpla sus objetivos de Kyoto. No es así como yo entiendo la última posición, tal como la valora la Comisión. Sin embargo, este es un informe que publicaremos cuando nos acerquemos a Montreal, y sin duda sigue dándose el caso de que debemos continuar manteniendo e incluso intensificando nuestra propia actividad.
Esto me lleva a los comentarios de la señora Lucas y el señor Smith, quien con toda la razón alabó la ambición del informe Wijkman al establecer el objetivo de la reducción de un 60 % de las emisiones en 2050, sin darse cuenta por lo visto de que este es el objetivo del Gobierno del Reino Unido establecido en su propio Libro Blanco de la Energía en 2003. Aunque, tal vez, esto no debería ser una sorpresa, ya que la señora Lucas no tiene nada que decir sobre el enfoque del Reino Unido. Sin embargo, tengo que dejarle muy claro a ella y en nombre de este Consejo que es una pérdida de tiempo para todos pedir que la UE entregue un mandato formal y una agenda formal en Montreal. Este órgano debe reconocer sobre todo que el mundo del imperialismo ha concluido. No podemos simplemente ir a Montreal y dictar al resto del mundo cómo debe conducirse y ocuparse de sus cosas, entre ellas cuando hablamos de algunos de los países más pobres y vulnerables del mundo cuya prioridad, con toda la razón, es desarrollar y alimentar a sus poblaciones. No vamos a actuar así. Si somos capaces de suscitar un diálogo y provocar un proceso en Montreal, será un éxito real y sustancial, tal como fue un éxito real y sustancial aclarar el lenguaje y garantizar el programa de acción acordado en Gleneagles. Todos estamos de acuerdo en que deberíamos movernos más rápidamente, pero permítasenos reconocer al menos el hecho de que estamos progresando algo.
(Aplausos)
Stavros Dimas, miembro de la Comisión. (EN) Quiero dar las gracias a todos los que han participado en este rico e importante debate.
El señor Wijkman y otros han subrayado la necesidad de actuar urgentemente para abordar el cambio climático. Creo que las acciones emprendidas y las series de nuevas iniciativas establecidas por la Comisión desde que se aprobó su Comunicación de febrero demuestran claramente su voluntad de actuar en este terreno.
La primera prioridad de la Unión Europea en Montreal es organizar una amplia ayuda internacional para futuras acciones y llegar a un acuerdo para iniciar un proceso formal de discusión de la forma de un futuro régimen multilateral de cambio climático. Una vez que las discusiones estén en marcha, la Unión Europea tendrá que considerar el momento oportuno para presentar sus puntos de vista sobre los objetivos de tal régimen futuro. Los objetivos han demostrado ser un instrumento muy útil para la adopción de políticas ambientales. Orientan a los responsables de la toma de decisiones en la sociedad. Son particularmente útiles para la industria y el sector privado cuando tienen que tomar decisiones de inversión a largo plazo. Así pues, los objetivos siguen siendo un elemento central de cualquier arquitectura futura de cambio climático. Necesitamos objetivos.
Como saben, el Consejo Europeo del pasado marzo estableció el objetivo del 15 al 30 % de reducción de las emisiones para 2020. Sin embargo, la Comisión cree que todavía no ha llegado el momento de establecer objetivos concretos para los países desarrollados en Montreal en diciembre. Eso solo se hará cuando tengamos más claro el progreso de las negociaciones en el periodo posterior a 2012.
El señor Seeber ha subrayado que cualquier régimen futuro de cambio climático tendrá que basarse en una amplia participación de todos los principales emisores y es sumamente importante que nuestra cooperación sea verdaderamente eficiente.
La Comisión y los Estados miembros están esforzándose mucho por promover un diálogo más profundo con los Estados Unidos y los países en vías de desarrollo. Hemos establecido un diálogo político con el Gobierno de los Estados Unidos dentro del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y en otros foros y reuniones, como el Taller Conjunto de Ciencia y Tecnología sobre el Cambio Climático. Esto comprende asuntos concretos como la energía renovable, la eficiencia energética y el secuestro del carbono.
Los Estados Unidos alegan que tienen un enfoque diferente para combatir el cambio climático, basado principalmente en la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías. La diferencia entre su enfoque y el nuestro es que ellos han visto un incremento aproximado del 15 % en las emisiones de dióxido de carbono mientras que la Unión Europea de 25 ha conseguido una reducción considerable comparada con los niveles de 1990, y los 15 países miembros sometidos al régimen de obligaciones de Kyoto están un 1,7 % por debajo del nivel de 1990. No es suficiente, pero estamos seguros de que al final de nuestro periodo de compromiso cumpliremos el objetivo de Kyoto. Esta es la diferencia entre los dos enfoques.
En cuanto a los países en vías de desarrollo, la Unión Europea tiene una visión abierta de cómo deben participar en la futura cooperación multilateral en materia climática. Está claro que no podemos esperar las mismas exigencias preceptivas que las que esperamos de los países desarrollados. Cualquier compromiso que contraigan se basará en el principio de responsabilidades comunes, pero diferenciadas.
China y los demás países en vías de desarrollo han contribuido a la formación del fenómeno invernadero en un porcentaje mucho más pequeño que los países desarrollados, y las emisiones por habitante en China son en la actualidad inferiores a un décimo de los niveles en el mundo desarrollado, así que deberíamos seguir ese ejemplo. Cuando la renta per cápita es mucho menor y las necesidades de desarrollo son mayores, tenemos que seguir lo que el Convenio de las Naciones Unidas sabiamente prescribe como política común pero diferenciada.
El señor Verges ha señalado que tenemos que ocuparnos especialmente de los países en vías de desarrollo y de sus crecientes necesidades derivadas del calentamiento del planeta. Deberíamos prepararnos realmente para ese efecto. La Comisión ya está proporcionando fondos y apoya las intenciones de Canadá de preparar un programa de trabajo de cinco años sobre la adaptación en la Conferencia de Montreal.
Además, la Unión Europea es el principal contribuyente a la Declaración Política de Bonn de 2001, que ha prometido 410 millones de dólares estadounidenses al año en fondos para el cambio climático para los países en desarrollo, a comenzar este año.
En el Consejo de octubre sobre el Medio Ambiente, los Ministros se comprometieron a comunicar en Montreal el progreso realizado en el cumplimiento de este objetivo. También, para ayudar a los países en desarrollo, tenemos que estar seguros de que los mecanismos de desarrollo limpio funcionan realmente. El asunto clave es la eficiencia del consejo ejecutivo en Bonn, y la Unión Europea ya está aportando financiación, pero se necesita claramente más ayuda. La Unión Europea sigue siendo el principal contribuyente de fondos al consejo ejecutivo.
Ha habido algunas preocupaciones acerca de la cooperación bilateral fuera del contexto de las Naciones Unidas, y especialmente en la Asociación Asia-Pacífico. Permítanme subrayar que esto no se puede considerar de ninguna manera una alternativa al proceso de las Naciones Unidas. Sin embargo, esta Asociación puede respaldar nuestros esfuerzos en la Convención del Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto a través de una cooperación bilateral más estrecha que incluya tanto un diálogo político más fuerte como una especial atención a la tecnología. Así es también como deberían verse las asociaciones Unión Europea-China y Unión Europea-India. Esto se traduce en acciones muy concretas: hemos celebrado recientemente dos talleres en la India y China sobre el Mecanismo de Desarrollo Limpio y los mecanismos basados en el mercado. En relación con China, también vemos la necesidad de prestar atención al desarrollo y demostración de sistemas generación eléctrica de casi cero emisiones, y estoy de acuerdo con la señora Beckett en que la captura y el almacenamiento de carbono es uno de los medios de abordar el problema del cambio climático. No es la panacea, pero es uno de los muchos medios que podemos utilizar. Estas asociaciones tendrán el efecto positivo e inmediato de apoyar las discusiones sobre un régimen de cambio climático multilateral para después de 2012.
El señor Blokland ha preguntado sobre la eficiencia de las actuales medidas de la Unión Europea. Si aplicamos plenamente todas las medidas, el resultado será una reducción del 4 % en comparación con 1990, lo que evidentemente no es suficiente para cumplir el objetivo del –8 % que nos hemos impuesto. Por eso hemos incluido más medidas en el programa de cambio climático que lanzamos hace un mes. Eso implica que tenemos que hacer más recortes en las emisiones, que nos permitan alcanzar el objetivo de Kyoto y seguir progresando durante el periodo posterior a 2012. Es importante saber que para la Unión Europea de 25, el resultado obtenido con las medidas existentes será del –7%.
La señora Doyle, la señora Grossetête y otros han preguntado sobre las emisiones de los automóviles. Estoy plenamente de acuerdo en que es un asunto vital y, por ese motivo, en 2006, la Comisión revisará el acuerdo con la industria del automóvil para valorar la posibilidad de alcanzar el objetivo de la Comunidad de 120 g/km en un momento determinado, estando seguro, naturalmente, de que alcanzaremos el objetivo, acordado voluntariamente con la industria del automóvil de Europa, Japón y Corea, de 140 mg.
La señora Ek se ha referido a la inclusión del transporte en las emisiones industriales de la Unión Europea. La Comisión ha hecho ya una propuesta con respecto a la aviación, como saben. La Comisión tendrá esto en cuenta para los demás sectores de transporte en el marco de la revisión de 2006.
Sobre la energía renovable, la Comisión establecerá, en las próximas semanas, un nuevo informe asignando un objetivo para la energía renovable en 2020. Con respecto a la energía nuclear y las observaciones hechas por el señor Hökmark, algunos Estados miembros prevén que la energía nuclear forme parte de su energía futura. Sin embargo, tenemos que garantizar que dispongamos de una gran variedad de fuentes de energía de bajas emisiones de carbono. La energía nuclear no podrá satisfacer las crecientes demandas energéticas y también tenemos que ser conscientes de que la energía nuclear se enfrenta a problemas relativos a los residuos nucleares y a la opinión pública.
Con respecto a lo que la señora Gutiérrez-Cortines ha dicho sobre la agricultura, la Comisión acepta que se pueden encontrar sinergias entre el cambio climático y la agricultura. Hemos tenido una reunión muy interesante en Londres, organizada por la señora Beckett y la Presidencia del Reino Unido, sobre el cambio climático y la agricultura y se han alcanzado allí conclusiones muy importantes. La Comisión va a establecer un plan para ayudar a los combustibles biológicos.
Finalmente, ganar la batalla contra el cambio climático exige tomar medidas decididas con carácter inmediato. Requiere medidas, como ha dicho el señor Smith, de todos los agentes y sectores de la sociedad. No debemos subestimar la magnitud del reto. Ganar la batalla contra el cambio climático llevará tiempo, del que disponemos bien poco, y esfuerzos que algunos alegarán que no podemos permitirnos. Con su esfuerzo continuado, estamos decididos a reafirmar el liderazgo de la Unión Europea en este reto vital para la humanidad. Muchas gracias.
El Presidente .–El debate queda cerrado.
La votación se celebrará hoy a las 12.00 horas.
(La sesión, suspendida a las 11.55, se reanuda a las 12.05 horas)