18. Fiscalidad de las empresas: base imponible común consolidada del impuesto de sociedades
El Presidente. De conformidad con el orden del día, se procede al debate del informe del señor Bersani, en nombre de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios, sobre la tributación empresarial en la Unión Europea: una base imponible común consolidada del impuesto de sociedades (2005/2120(INI)) (A6-0386/2005).
Pier Luigi Bersani (PSE), ponente. – (IT) Señor Presidente, Señorías, este informe dio lugar en comisión a un debate muy importante y positivo, y por ello deseo, ante todo, dar las gracias a todos mis colegas.
Los motivos que sugieren la introducción de una base imponible común consolidada para las empresas que operan en distintos países de la Unión tienen que ver con la reducción de las barreras que obstaculizan la plena realización del mercado interior y se inspiran en la Estrategia de Lisboa.
Se trata, en particular, de dos motivos. El primero es la necesidad de simplificar y reducir los costes de gestión y administrativos de las empresas, que hoy tienen que afrontar 25 bases imponibles diferentes. Gracias a esta medida, en vez de ello podrán cumplir sus obligaciones fiscales más fácilmente, recibiendo también un aliciente para invertir y operar en una dimensión europea y no exclusivamente nacional.
El segundo motivo tiene que ver con la transparencia, porque uniformar las bases imponibles dificultará toda clase de comportamientos oportunistas, en la medida en que una base imponible común permitirá –sin interferir en modo alguno en los tipos impositivos establecidos en los distintos Estados miembros– que por fin los distintos tipos impositivos sean plenamente inteligibles y comparables.
Estos dos motivos, plenamente reconocidos por los expertos y representantes de empresas cuya opinión recabamos durante la elaboración del informe, han convencido a gran número de miembros de la comisión.
Con todo, se trata de una operación muy compleja, tanto desde el punto de vista político como técnico. Las dificultades políticas se deben al hecho de que cierto número de países –aunque menos que hace algunos años– manifiestan dificultades y se opone a abordar materias fiscales, aun cuando en este caso no se trata de tipos impositivos. Las principales dificultades técnicas residen en la determinación de una base homogénea de indicadores con el fin de proceder a una base imponible común.
La Comisión trabaja desde hace tiempo en este sentido y ha creado los grupos técnicos. Con este informe queremos expresar nuestro aprecio por la labor realizada por la Comisión, alentándola, estimulándola y ofreciéndole una serie de sugerencias. El propósito y el empeño de los miembros de la comisión ha sido animar al Parlamento a manifestar su opinión de forma clara y rotunda, cosa que espero sea posible, aun cuando este conlleve por supuesto algunos sacrificios y autocontrol por parte de los Grupos políticos.
Los asuntos fiscales son muy problemáticos. No es un misterio que las posiciones entre los distintos Grupos y los distintos Estados miembros están muy alejadas. Por esta razón, en comisión elaboramos algunas posibles ideas de compromiso que permitieran centrar la atención en el meollo de la cuestión, es decir, la base imponible común consolidada, sin entrar en el campo más vasto de la competencia o la convergencia fiscal, que sigue abierto y que no se ha abordado en este caso. Este planteamiento nos ha permitido redactar un informe práctico y aportar algunas propuestas útiles y concretas.
El informe reclama la elaboración de un reglamento y señala las cuestioones que debería contener. Se prevé además la posibilidad de recurrir a la cooperación reforzada si no fuera posible alcanzar un acuerdo unánime, así como la adopción de un enfoque gradual para la introducción de la base común, que sería facultativa en un principio y se sometería a una evaluación a medio plazo para considerar la conveniencia de hacerla obligatoria.
El tema que presentamos está, pues, bien delimitado, pero se trata de un asunto importante, que espero pueda reunir una amplia mayoría del Parlamento. Por este motivo, aunque algunas de las enmiendas que se presentaron después recogen algunas de mis propias opiniones, considero indispensable preservar, en este debate y en las votaciones en la Cámara, el perfil del informe, un punto de equilibrio alcanzado en comisión, que considero muy valioso para el éxito de esta iniciativa.
László Kovács, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, me complace intervenir en este debate sobre la tributación de las empresas. He leído con mucho interés el informe de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios y he participado en una interesantísima audiencia celebrada recientemente por la comisión sobre este asunto.
Me complace especialmente que el proyecto de informe apoye de tal manera la actual política de tributación de empresas de la Comisión, y felicito al ponente, el señor Bersani, por su buen trabajo. El proyecto de informe incluye una excelente síntesis de la situación actual del impuesto de sociedades en el mercado interior. Sus conclusiones son muy parecidas a las de la Comisión.
El principal objetivo de una base imponible común consolidada del impuesto de sociedades es eliminar los obstáculos fiscales que dificultan el buen funcionamiento del mercado interno. Tales obstáculos están catalogados en el informe de la Comisión sobre impuestos de sociedades de 2001, y la Comisión propuso entonces introducir una solución integral a largo plazo: una base común consolidada del impuesto de sociedades .
Este proyecto ha recibido recientemente un apoyo adicional durante la revisión de la Estrategia de Lisboa. Para lograr los objetivos de Lisboa –crecimiento, empleo, competitividad e inversión– y para promover una simplificación administrativa y la reducción de costes, necesitamos una política fiscal adecuada. Considero que la base impositiva común consolidada del impuesto de sociedades será un elemento decisivo para dotar a la UE de los instrumentos que necesita para progresar.
En octubre, la Comisión aprobó una comunicación que perfilaba la forma en que la política fiscal y aduanera podría contribuir a la Estrategia de Lisboa. Una de las medidas es la presentación de una medida legislativa comunitaria sobre la base impositiva común consolidada del impuesto de sociedades para 2008. Sé que es un plazo muy ambicioso, pero entiendo que el que sus Señorías proponen para 2007 lo es aún más.
Celebro que el informe del señor Bersani apoye tanto algunos de los elementos básicos de la base impositiva común consolidada del impuesto de sociedades, como la consolidación y la base impositiva consolidada común a los distintos Estados miembros. Asimismo, me complace que el informe respalde la postura de la Comisión de que la nueva base impositiva sea opcional para las empresas, y que el informe no caiga en la trampa de abordar los tipos impositivos. Nuestra labor actual versa sobre la base impositiva, no sobre los tipos.
Como saben, no todos los Estados miembros son partidarios entusiastas de la base impositiva común consolidada del impuesto de sociedades. Pero tenemos intención de plantear una propuesta a los 25 Estados miembros, de modo que su informe será una importante herramienta adicional para la Comisión en el futuro debate sobre este asunto, cuando intentemos convencer a los actuales disidentes.
PRESIDENCIA DEL SR. SARYUSZ-WOLSKI Vicepresidente
Christoph Konrad, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (DE) Señor Presidente, Señorías, quiero empezar dando las gracias al señor Bersani por su colaboración en la elaboración del informe. El resultado es en realidad un compromiso, cosa en la que deseo hacer hincapié, ya que en nuestro Grupo existen, por supuesto, otras opiniones, y puedo decir al señor Comisario que no solo los Estados miembros se oponen a esta política, sino también algunos miembros de nuestro Grupo, el del Partido Popular Europeo.
No solo se oponen a la base imponible única para las empresas, sino también a la idea de un único impuesto de sociedades en Europa, idea que aparece una y otra vez en este debate.
Así pues, ¿dónde creo yo, como ponente alternativo del Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y de los Demócratas Europeos, que residen los problemas? Creo que si comenzamos a hablar de la base imponible, resulta casi inevitable que terminemos deliberando acerca de los tipos fiscales de los Estados miembros, cosa que no haremos de ningún modo. Si deseamos armonizar la base imponible hemos de tener en cuenta que, al hacerlo, estaremos obligados a realizar una profunda incursión en las competencias nacionales en materia de recaudación de impuestos, y nuestro Grupo se niega rotundamente a ello. Si lo que se pretende es crear una base imponible para las empresas europeas, es necesario tener en cuenta que las empresas –las empresas incluidas en el índice DAX, por ejemplo– ya operan de conformidad con normas contables internacionales y tenemos que aceptar ese hecho. Señor Comisario, si deseamos hacer política fiscal a escala europea tenemos que procurar que no se aleje de las competencias en la materia que recoge el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea. Eso es algo que tenemos que tomar en consideración.
Por último, el hecho de que el Tribunal de Justicia Europeo vaya a dictar mañana la sentencia en el caso de Marks & Spencer no hace sino subrayar que la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de Luxemburgo extiende aún más la influencia de Bruselas. Ese es otro aspecto que debe tener en cuenta este debate, y quiero destacar que nos equivocaríamos si dejáramos que el ordenamiento jurídico de la Unión Europea se convirtiera en una comunidad basada en normas hechas por jueces, cosa que considero inaceptable.
Antolín Sánchez Presedo, en nombre del Grupo PSE. – (ES) Señor Presidente, señor Comisario Kovács, queridos colegas, la fiscalidad de las empresas en la Unión incide en el funcionamiento del mercado interior, en la competitividad de las empresas europeas y en las relaciones fiscales entre los Estados miembros. Es una cuestión capital para el lanzamiento de la Estrategia de Lisboa y la consecución de sus objetivos de crecimiento y empleo.
La aplicación de veinticinco impuestos sobre sociedades diferentes genera obstáculos para las actividades transfronterizas, disminuye la eficacia de las empresas, sobrecargándolas con mayores costes, y plantea numerosos problemas fiscales a los Estados miembros, así como mayor complejidad del combate contra el fraude y la evasión fiscal, del tratamiento de la doble imposición y de la resolución de las relaciones en grupos con presencia de distintos Estados miembros.
La heterogeneidad de las regulaciones existentes impide la coordinación económica de los Estados en este ámbito, impulsa la búsqueda de ventajas a través de prácticas de optimización fiscal, que pueden afectar a la igualdad de condiciones de concurrencia empresarial, y genera incertidumbres jurídicas, que están dando lugar a una creciente judicialización.
Quisiera felicitar al ponente, señor Bersani, por haber tratado todos estos aspectos en su informe con equilibrio y rigor, alcanzando un importante consenso en la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios. La creación de un marco jurídico que establezca una base imponible común consolidada para las empresas de ámbito comunitario en el impuesto de sociedades es un instrumento indispensable para abordar los problemas planteados. Aportará transparencia para realizar comparaciones homogéneas entre Estados e impulsar su coordinación en el ámbito fiscal de acuerdo con las líneas directrices integradas aprobadas para relanzar la Estrategia de Lisboa.
El informe es ambicioso. Pretende la primera armonización fiscal en el ámbito de la imposición directa, emplaza a la Comisión a presentar una proposición legislativa de aquí a 2007 y trata de poner fin a un inmovilismo normativo perjudicial en este terreno. La consecución de una base imponible común tiene un gran valor en sí misma, con independencia de que sea requisito imprescindible para ulteriores avances.
Por todo ello, apoyamos el informe decididamente y consideramos muy positivo un amplio respaldo para que no queden dudas de la voluntad del Parlamento de avanzar en este hito histórico.
Margarita Starkevičiūtė, en nombre del Grupo ALDE. – (LT) Recientemente hemos venido prestando más atención a la política fiscal, a pesar de tratarse más bien de una cuestión de política nacional. Desgraciadamente, estos debates se limitan al examen de diversos impuestos y no incluyen la evaluación del impacto global de cada tipo de impuesto sobre la economía. La finalidad del impuesto de sociedades es promocionar la oferta o, como se dice ahora, el espíritu de empresa. Estas características varían de un país a otro y dependen de diversos factores, como las tradiciones, la educación y la experiencia histórica. Por lo tanto, se necesitan distintos grados de esfuerzo para fomentar el espíritu de empresa en cada país y, por consiguiente, deben aplicarse diferentes tipos de impuesto de sociedades.
Mi Grupo no votará a favor de las enmiendas que proponen, de una manera o de otra, igualar los tipos del impuesto de sociedades. Sin embargo, apoyamos las propuestas que figuran en el informe del señor Bersani, encaminadas a desarrollar un procedimiento para calcular y aplicar una base imponible común. Consideramos que la introducción de una base imponible común permitirá, en primer lugar, aprovechar mejor las ventajas que ofrece el mercado único y, en segundo lugar, dejará que los talentos de los empresarios se manifiesten no solo en sus propios países, sino en toda la Unión Europea. De este modo se contribuirá igualmente a la creación de una tradición empresarial y resultará más fácil hacer frente a los retos que plantea la mundialización. ¿Cuáles son, así pues, los motivos de preocupación? Existen dos cuestiones que resultan problemáticas y que probablemente deberíamos examinar más detenidamente en el marco de nuestras actividades legislativas. En primer lugar, los medios para evitar la competencia desleal, ya que las pequeñas empresas tendrían que aplicar la base imponible de su país de origen, mientras que las grandes empresas que operan en varios países podrían optar por la base imponible más favorable de esos países. En segundo lugar, la forma de distribuir los ingresos fiscales del impuesto de sociedades entre los distintos países cuando una empresa opera en varios países y calcula este impuesto de un modo uniforme.
Sahra Wagenknecht, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (DE) Señor Presidente, Señorías, ya veo venir, como punto de nuestro orden del día, el tema de la armonización de la fiscalidad de las empresas a escala europea. La coexistencia dentro de la UE de 25 regímenes fiscales distintos, con pronunciadas diferencias, no solo en las condiciones en que se recaudan los impuestos, sino también en la manera en que se calculan los beneficios, ha provocado en los últimos diez años un efecto que destaca sobre todos los demás, a saber, que el porcentaje de los impuestos sobre las empresas dentro de la financiación de los presupuestos públicos va en descenso, y una parte cada vez mayor de la carga fiscal es soportada por los trabajadores por cuenta ajena o por los consumidores, siendo esta última solución la peor de todas por sus repercusiones sobre la sociedad y el crecimiento económico. De esta forma se concede a las grandes multinacionales en particular todas las oportunidades para reducir al mínimo su carga fiscal. La transferencia de precios y el traslado de pérdidas son tan solo dos de los métodos favoritos para que los beneficios aparezcan en la cuentas precisamente en el lugar en que el recaudador se muestra menos inclinado a poner la mano.
Aparte de esta especie de dúmping fiscal, la coexistencia de regímenes fiscales ha provocado una competición por los recortes fiscales. El tipo medio del impuesto de sociedades ha descendido un total de 15 puntos porcentuales en los antiguos Estados miembros de la UE desde finales de los años ochenta. Una demostración de que estos recortes no son en modo alguno nominales la encontramos en el estudio de larga duración realizado por la Universidad de Mannheim, según el cual el importe de los impuestos pagados por los 50 mayores grupos empresariales europeos pasó del 36 % en 1988 tan solo el 31 % en 2000, lo que implica que se han regalado y malgastado miles de millones de euros de ingresos públicos. Resulta extraño, sin embargo, que el campeón del dúmping fiscal en Europa –sobre todo por lo que se refiere al impuesto de sociedades– no sea un país de Europa Oriental o Irlanda, sino la República Federal de Alemania, que supuestamente es un país de elevada carga fiscal, donde una reforma fiscal impuesta por el anterior Gobierno de Schröder –que la justificó por la competencia fiscal dentro de Europa– hizo que los ingresos del impuesto de sociedades quedaran totalmente congelados. Únicamente la armonización fiscal en Europa puede poner fin a esta locura, que permite que las empresas hagan beneficios enormes, al tiempo que contribuyen cada vez menos a la financiación de la comunidad y que las personas con rentas medias y bajas –y, a través de los impuestos sobre el consumo, incluidos los pensionistas y desempleados– acaben colmando el agujero.
Sin embargo, no creo que baste con armonizar la base imponible. Lo que necesitamos urgentemente es un tipo mínimo del 40 % para el impuesto de sociedades en toda Europa, sobre una base imponible amplia. El dúmping fiscal está en todas partes y esta es la única forma de evitar que siga avanzando.
John Whittaker, en nombre del Grupo IND/DEM. – (EN) Señor Presidente, uno de los principios de la buena fiscalidad es la certeza, tanto en las bases de cálculo como en los tipos impositivos. Pero la única certeza que hay en las propuestas de armonización de la base del impuesto de sociedades es que creará incertidumbre.
Si, por ejemplo, las negociaciones siguen el patrón de desarrollo de la ley europea de sociedades, pasarán décadas antes de que tengamos una situación estable. Los continuos cambios de tipos y normas fiscales y la perspectiva de nuevos cambios perjudican el negocio. En este informe, tanto como en los primeros informes de la Comisión sobre este tema, se acepta como dogma de fe que haya de buscarse, sin cuestionarlo, el mercado único, y que haya que lograrlo mediante una discutible igualdad de oportunidades.
Si hemos de armonizar la base del impuesto de sociedades, ¿por qué insistir en que no se armonicen también los tipos? No tiene sentido. Igual que el señor Konrad, sospecho que los tipos uniformes figuran en planes futuros, por mucho que se niegue. La simplificación de la normativa fiscal en cada Estado miembro, sobre todo en los antiguos, puede ser muy beneficiosa, pero es un asunto que compete a cada Estado. Si los Estados miembros ven la necesidad de una cooperación fiscal entre ellos, también eso debería ser su propio asunto, y no de la Comisión ni del Tribunal Europeo de Justicia.
Mi recomendación es dejarlo como está. Así, los países que prosperen y atraigan las inversiones serán los que apliquen tipos fiscales más bajos y tengan los métodos más simples y menos burocráticos de cálculo y recaudación. Si se quiere que la fiscalidad sea más positiva para los negocios, debe ser una iniciativa de cada Estado miembro y estar regida por las leyes del mercado. Me temo que la coerción por parte de la Unión Europea es un mal camino para lograr la reforma fiscal.
James Hugh Allister (NI). – (EN) Señor Presidente, tengo muy claro que la propuesta de la Comisión es un manifiesto ataque a la fiscalidad como competencia exclusiva de los Estados miembros. Una base fiscal común llevará inexorablemente a tipos comunes. Con esta taimada propuesta, Bruselas aspira claramente a reemplazar al Estado como autoridad que decida sobre la tributación de las empresas.
El control nacional del impuesto de sociedades ha sido un arma fundamental para muchos países en su pugna por la inversión internacional. Estonia, con su economía en fase de crecimiento, es un buen ejemplo de ello, al igual que la experiencia de la República de Irlanda. La armonización fiscal hurtaría a los Estados miembros el derecho a ajustar sus regímenes fiscales a sus propias necesidades, y supondría una nueva imposición de la talla única en toda Europa para cercenar la iniciativa nacional. El crecimiento económico, la independencia y la libertad de acción son connaturales a una mayor flexibilidad nacional, y no al revés. Por ejemplo, el impuesto de sociedades en mi zona de Irlanda del Norte debería reducirse drásticamente para estimular la inversión, librándonos de la excesiva dependencia del sector público.
Alexander Radwan (PPE-DE). – (DE) Señor Presidente, señor Comisario, el tema del debate de hoy es la base imponible única, cosa que en principio hay que acoger con agrado, sobre todo desde la perspectiva de las pequeñas y medianas empresas y, en especial, para facilitarles la vida en el mercado interior único.
No siempre podemos trazar una distinción estricta entre la base imponible, por una parte, y el tipo del impuesto, por la otra, ya que la base imponible tiene sin duda efectos sobre la clasificación de los impuestos y los equilibrios internos, cosa que hay que tener en cuenta al examinar los siguientes pasos de la Comisión. No deseamos introducir por la puerta trasera una especie de aproximación de los diversos regímenes fiscales, y creo que a la Comisión no le interesa intentar dicha aproximación si desea avanzar en sus negociaciones con los Estados miembros.
Por último, me gustaría decir, en nombre de mi Grupo, que estamos a favor, sin duda alguna, de la competencia fiscal. Solo hay que imaginarse lo que sucedería si encerráramos a los 25 Ministros de Hacienda de la UE y no los dejáramos salir hasta que saliera una fumata blanca que anunciara que habrían llegado a una armonización fiscal; si lo hiciéramos, Europa se convertiría en una región de alta presión fiscal, y eso no es lo que queremos.
Antes de terminar me gustaría plantear otra cuestión en forma de pregunta, a saber: ¿cómo podemos llegar a una única base imponible? Invariablemente, la respuesta a esta pregunta es que debemos basarnos en los sistemas de contabilidad internacionales. No propongo que abordemos la cuestión de si estos sistemas son buenos o malos, o la forma en que se aplican, pero en todo caso se trata de un proceso sobre el que la política europea tiene muy poca influencia. Por ello resulta aún más extraordinario que los políticos recomienden este sistema como orientación para la introducción de una única base imponible. Si lo hicieran –y recomiendo a esta Cámara, al Consejo y a la Comisión que no lo hagan–, los responsables políticos habrían capitulado y renunciado a competencias esenciales en este terreno, y ese no puede ser el camino a seguir.
Mia de Vits (PSE). – (NL) Señor Presidente, señor Comisario, me complace la propuesta de la Comisión y la propuesta que figura en el informe Bersani de introducir una base imponible común del impuesto de sociedades. Dicha base generará mayor transparencia en beneficio de nuestra economía y del empleo.
Hay que señalar, no obstante, que el asunto Marks & Spencer, que ya ha sido mencionado, muy pronto dará lugar, nos guste o no, a un debate sobre la armonización fiscal. Por ello quiero destacar ante sus Señorías las enmiendas que he presentado, junto con unos cuarenta diputados, no con el fin de armonizar impuestos, sino para introducir un tipo impositivo mínimo del impuesto de sociedades. Esta enmienda permite la competencia fiscal entre los Estados miembros, pero es equitativa, incluso para las empresas. Garantiza la recaudación de fondos suficientes para financiar nuestro modelo social y ofrece fondos suficientes para que la Administración financie cosas tales como las infraestructuras de las empresas.
A este respecto me gustaría citar al Ministro de Asuntos Sociales de Hungría, Kinga Göncz, que considera que el recorte permanente de impuestos no encaja en el modelo social europeo y pone en peligro la financiación de los sistemas de protección social. A pesar de las ventajas a corto plazo que aporta, es probable que pronto hagan que se agoten los recursos necesarios para garantizar la prosperidad y la aplicación del modelo social, cosa que deseamos evitar. Ya tenemos un impuesto mínimo en materia de beneficios de capital, y mañana queremos un impuesto de sociedades mínimo.
José Manuel García-Margallo y Marfil (PPE-DE). – (ES) Señor Presidente, señor Comisario, quisiera, en primer lugar, clarificar de qué estamos hablando, porque, a raíz de una intervención del Comisario McCreevy, me parece que sus ideas tampoco coinciden con las del señor Kovács, dentro de la propia Comisión, y desde luego no coinciden con las de este Parlamento, ni siquiera sobre el objeto de la discusión.
De lo que estamos hablando ahora es de establecer unas reglas comunes para definir la base imponible. No estamos hablando de armonizar o aproximar los tipos impositivos, que permanecerán en manos de los Estados miembros.
Aclarado eso, ¿por qué estoy a favor de la consolidación de la base imponible y apruebo y aplaudo el informe del señor Bersani? En primer lugar, porque creo en un mercado interior que funcione. Y para que un mercado interior funcione, las sociedades que operan en todo el mercado, las sociedades multinacionales, no pueden estar sujetas a veinticinco reglas diferentes a la hora de definir lo que es un ingreso computable o un gasto deducible.
En segundo lugar, porque estoy a favor del ciudadano europeo, y el ciudadano europeo que quiera invertir sus ahorros en una sociedad juzgará con más claridad los beneficios de las sociedades si todas se definen con las mismas reglas.
En tercer lugar, porque no me gusta el fraude fiscal, y creo que la consolidación de la base imponible permitirá eliminar precios de transferencia y localización de operaciones societarias en aquellos países que sean más permisivos a la hora de no computar un gasto o poder deducir una operación.
Por último, porque si aquí se dice que se defiende la competencia fiscal entre los Estados miembros, la competencia será más limpia, más transparente, más brutal, si me lo permiten, si los distintos Estados aplican tipos diferentes —los tipos que ellos quieran— a realidades homogéneas. Porque será la única forma de computarlo.
Y, para terminar, una advertencia, señor Presidente: si no lo hacemos nosotros, como lo hemos hecho en el código de buena conducta, lo hará el Tribunal de Justicia, para sonrojo de este Parlamento.
Pervenche Berès (PSE). – (FR) Señor Presidente, espero que este Parlamento, cuando vote sobre el excelente informe del señor Bersani, le preste un fuerte apoyo de cara a los debates que le esperan, señor Comisario, tanto en el Consejo como en el propio Colegio de Comisarios. Soy conmsciente de cuánto se ha avanzado desde que este tema se puso sobre el tapete y sé que usted se plantea recurrir a procedimientos de cooperación reforzada. Esperemos no nos vearnos obligados a llegar hasta ahí. Pero pensamos que el modo en que usted aborda el tema y su voluntad de progresar realmente son señales muy positivas.
Mi segunda observación es que la fiscalidad puede influir en el mercado interior, y todos los que aquí se dedican todo el tiempo a decirnos que hagamos que funcione mejor el mercado interior deberían preocuparse por el hecho de que una competencia fiscal excesiva puede tener un impacto fundamental, en especial por sus efectos transfronterizos, en el funcionamiento del mercado interior.
En cierto modo, este informe nos sitúa ante una paradoja: espero que lleguemos a un acuerdo en torno al informe Bersani, pero este, sin embargo, oculta algunas divergencias de opinión. Ya se esté a favor de la competencia fiscal o de la armonización de los tipos impositivos, todos necesitamos esta armonización de las bases impositivas.
Así que demos juntos este primer paso siendo conscientes de que –como hemos visto en las audiencias de expertos– queda mucho por hacer en materia de tipos y que razonar en términos de horquilla no elimina del todo la competencia. Simplemente nos permite crear unas condiciones sanas y viables para el mercado interior, en línea con los objetivos de la Estrategia de Lisboa.
John Purvis (PPE-DE). – (EN) Señor Presidente, en buena medida me complace apoyar el informe del señor Bersani. El ponente ha hecho grandes esfuerzos por llegar a compromisos con nosotros en el Grupo del PPE-DE.
Sin embargo, respaldaré dos enmiendas del Grupo para eliminar la última cláusula del considerando I –sobre la competencia fiscal desleal– y el apartado 2, también sobre la competencia fiscal. Esta propuesta no tiene nada que ver con la armonización de tipos impositivos. Quiero que haya competencia entre los Estados miembros en torno a dichos tipos, pero creo que una base impositiva común del impuesto de sociedades será positiva para la competencia entre los Estados miembros y beneficiará a las empresas en el mercado único europeo. Solo con una base común será posible comparar la ventaja fiscal relativa de establecerse o invertir en uno u otro Estado miembro. Eso presionaría a cada país para que estableciera un entorno fiscal atractivo para nuestras empresas y le obligaría a ser eficiente y cuidadoso con el gasto público y el presupuesto.
Algunos Ministros de Hacienda pueden protestar porque limita su capacidad de aplicar incentivos especiales, por ejemplo para investigación y desarrollo. Yo consideraría que dichos incentivos serían coherentes con una base impositiva común, siempre que fueran totalmente transparentes. No serían otra cosa que tipos variables del impuesto de sociedades, y estarían permitidos dentro de unas normas claras y sencillas.
Quisiera pedir al Comisario que confirme la aceptación de tales incentivos fiscales claros y transparentes en toda propuesta que plantee. Con este claro entendimiento, me complace apoyar y felicitar al señor Bersani por su informe.
Harald Ettl (PSE). – (DE) Señor Presidente, una de las consecuencias de la inexistencia de una estrategia coherente en materia fiscal es la imposibilidad de mantener el nivel de servicios sociales en Europa, y esa es la principal razón por la que cada vez perdemos más puestos de trabajo que se crean en otras partes. Ahora es necesario dar prioridad absoluta a la armonización de las normativas de derecho mercantil y fiscal relativas al cálculo de beneficios. Actualmente ni siquiera los expertos fiscales saben lo que hacen las empresas que operan a escala transfronteriza. Es necesario armonizar las bases imponibles; los regímenes del impuesto de sociedades no solo deben armonizarse, sino que también deben ser más transparentes y comparables, y los obsequios fiscales y las zonas económicas especiales, que han perdido toda relación con la competencia fiscal, deben pasar a la historia. El Consejo no puede seguir observando desde la tribuna mientras nosotros nos enfrentamos a las crecientes y perjudiciales distorsiones de la competencia que resultan de sus políticas fiscales. Podríamos asumir lo que hace Irlanda, pero multiplicar lo que hace Irlanda por diez o doce resulta excesivo; señor Comisario ¿quién va a pagar el coste de esta política? ¿Los trabajadores?
Gunnar Hökmark (PPE-DE). – (SV) Señor Presidente, esta Cámara se equivoca si cree que son los tipos fiscales elevados los que permiten la protección social. No es así. Lo que permite la protección social es el aumento de la inversión, la creación de empleo, elevados ingresos fiscales y el aumento de los mismos.
El país europeo que tiene uno de los tipos fiscales más elevados del impuesto de sociedades, Alemania, capta menos ingresos para su economía nacional que, por ejemplo, Eslovaquia, cuyo impuesto de sociedades tiene un tipo impositivo único. No son los países con bajos tipos impositivos que son los que obtienen nuevas inversiones y crean empleo los que amenazan la protección social. Creo que en una Europa con 20 millones de parados tenemos motivos para criticar la forma en que ha funcionado nuestras políticas.
Lo cierto es que un régimen fiscal claro, transparente y predecible genera condiciones favorables para la inversión y la creación de empleo. Lo vemos en los países que tienen las tasas de crecimiento más elevadas dentro de la economía europea. Contar con una base imponible común y con un método común para el cálculo del impuesto no implica una armonización fiscal. Por el contrario, cada país debe poder elegir el nivel del impuesto de sociedades que mejor se adapte a sus condiciones fundamentales.
Es positivo que haya competencia. La transparencia es igualmente muy conveniente, de modo que sepamos qué países tienen tipos impositivos elevados y cuáles tienen tipos bajos. No es cierto que los nuevos Estados miembros practiquen el dúmping fiscal, como afirmaba el ex Canciller alemán, Gerhard Schröder. Al contrario, son aquellos países que tienen numerosas lagunas y regímenes fiscales variables e impredecibles los que dificultan las cosas para las pequeñas empresas e impiden las nuevas inversiones. Por ello estoy a favor de este informe y felicito al señor Bersani por su excelente labor.
Ieke van den Burg (PSE). – (NL) Señor Presidente, al ser el último orador del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo, me gustaría unirme a las felicitaciones al señor Bersani por su informe, pero también me gustaría dar las gracias a los ponentes alternativos y a los miembros del Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa y al Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y de los Demócratas Europeos por la manera en que han tratado este tema. Asimismo quiero unirme al señor García-Margallo y Marfil y decir que me complace que sea el Comisario Kovács quien llevará este expediente, y no el Comisario McCreevy, que nos visitó hace poco.
Los impuestos directos, como ha puesto de relieve este debate, son un tema que despierta grandes emociones y controversias, y esta Cámara siempre ha tenido grandes dificultades para llegar a una Posición Común en esta materia, en particular en el último período parcial de sesiones. A pesar de ello creo que esta vez tendremos éxito, y espero que el Comisario Kovács también logrará llegar a un acuerdo con el Consejo o, al menos, con un gran número de Estados miembros. Me complace ver que el sentido común se impondrá a las luchas ideológicas.
El sentido común me obliga igualmente a considerar el modesto papel que desempeña la Unión Europea en este terreno. Quiero desvincularme totalmente del comentario, hecho hace unos momentos, entre otros similares, en el que se afirmaba que Bruselas arrebata competencias a los Estados miembros. Simplemente considero que en este ámbito es necesario garantizar un mercado interior e igualdad de condiciones, y evitar su perturbación, así como garantizar una simplicidad y seguridad que permitan a las empresas operar en la Unión Europea.
No es casualidad que la petición de un fundamento común consolidado provenga de los medios empresariales; pues procede, sin excepción, de las empresas, incluidas UNICE y la Mesa Redonda. Esto no tiene nada que ver con apoderarse de competencias a escala europea. Se trata simplemente de adaptarse a los deseos de la industria.
Creo que es importante tener en cuenta cómo puede ser la situación en que todos salgan ganando. Si todos conocemos los fundamentos sobre los que trabajamos, las empresas tendrán una menor carga administrativa y los Gobiernos no tendrán que competir indiscriminadamente con tipos fiscales. Muchos de los nuevos Estados miembros cuentan con tipos impositivos reducidos con una base sumamente amplia. Por ello considero que la solución de este proceso de armonización de la base imponible radica en aproximar aún más los tipos, y que necesitamos esa clase de transparencia. El debate sobre lo que sucederá después, es decir, sobre posibles tipos o tramos mínimos o lo que sea, solo tendrá lugar más tarde. Por ahora lo crucial es dar el primer paso y puedo decir al Comisario Kovács que puede contar con nuestro apoyo.
Gay Mitchell (PPE-DE). – (EN) Señor Presidente, para empezar diré que no parece haber más motivos para una armonización de las bases o los tipos del impuesto de sociedades que para armonizar los impuestos sobre el patrimonio o las rentas del capital. En primer lugar, una base impositiva común consolidada del impuesto de sociedades reduciría la soberanía nacional y la subsidiariedad. En segundo lugar, la Comisión sostiene que no trata de armonizar tipos fiscales, pero ¿cómo es posible separar la base imponible de los tipos impositivos? ¿No llevaría la armonización de la base a la armonización de los tipos?
Algunos colegas han confundido armonización de la base impositiva con la de la contabilidad de las empresas y los requisitos de transparencia entre ellas y sus cuentas. Es un error. Naturalmente que es posible armonizar las cuentas, pero luego estas se podrían ajustar en cada Estado miembro con fines fiscales, y eso les compete a ellos.
En tercer lugar, la propuesta de la Comisión Europea de armonizar los impuestos de sociedades se basa en la suposición de que una nociva competencia fiscal haría que la tributación de las rentas del capital pasara a la de las rentas del trabajo, relativamente inmóvil, y que esto sería perjudicial para el empleo y para los ciudadanos de a pie de la UE. Pero esto es, a mi juicio, cuestionable. Mientras que los tipos del impuesto de sociedades han tendido a bajar en algunos Estados miembros, esto ha venido de la mano tanto de la ampliación de las bases impositivas para empresas como de una mejora de su rentabilidad subyacente. En mi país, por ejemplo, los tipos reducidos han supuesto una multiplicación de la recaudación. Hemos pasado de 385 millones de euros en 1996 a 5.707 millones en 2004.
Por último, no olvidemos que la Agenda de Lisboa pretende hacer de la UE la economía más competitiva del mundo en 2015. Allanar el camino a unos tipos impositivos mínimos o a planes del impuesto de sociedades no evitará que las empresas busquen tipos más competitivos fuera de la UE.
Ján Hudacký (PPE-DE). – (SK) Casi todo el mundo acepta que el estado actual de la economía de la UE se debe en parte al problema fundamental de la falta de competitividad en relación con países avanzados, como los Estados Unidos. La competencia fiscal ejerce una influencia considerable sobre el estado de la economía europea, como lo pone de manifiesto el bajo crecimiento económico registrado por algunos de los antiguos Estados miembros de mayor tamaño, en comparación con el rápido crecimiento experimentado por la mayoría de los nuevos Estados miembros que están llevando a cabo enérgicas reformas estructurales y fiscales.
A menudo, la falta de voluntad política para aplicar reformas estructurales se traduce en acusaciones de dúmping fiscal contra los nuevos Estados miembros, y la reclamación de una armonización de los impuestos directos para restablecer el equilibrio. Este debate sobre la armonización de la base imponible del impuesto de sociedades es resultado de ello.
El argumento según el cual la armonización de la base imponible no tendrá repercusiones sobre los tipos impositivos y, por ende, sobre la competencia fiscal, no es totalmente correcto. La base imponible y el tipo impositivo están relacionados entre sí hasta cierto punto, en función de la amplitud de la base imponible armonizada y del ámbito de las exclusiones y elementos deducibles. Por ejemplo, si tomamos como base el actual modelo alemán, Eslovaquia se vería obligada, en las circunstancias actuales, a incrementar su tipo impositivo para mantener sus actuales ingresos fiscales.
Por otra parte, comprendo el argumento que afirma que la armonización de la base imponible debería generar una mayor transparencia entre los distintos regímenes existentes en la Unión Europea al facilitar una comparación entre un país y otro. Otra ventaja importante sería la reducción del coste de las transacciones de las empresas y de los litigios judiciales.
Señor Comisario, creo que la Comisión Europea debería examinar detenidamente todos estos argumentos acerca de la propuesta de armonización de la base imponible a fin de mantener un grado idóneo de competencia fiscal entre los Estados miembros, competencia que es condición necesaria para aumentar la competitividad en general de la Unión Europea.
László Kovács, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, he escuchado el debate de la Cámara con gran interés y me ha impresionado no solo su conocimiento, sino también su entusiasmo e interés por la materia. Como he dicho antes, celebro que el proyecto de informe apoye tanto la política de la Comisión sobre la base impositiva común consolidada del impuesto de sociedades .
Me gustaría hacer algunos comentarios sobre las enmiendas propuestas. Las formuladas por el señor Konrad no presentan ningún problema para la Comisión, de manera que las respaldamos. Pero la Comisión no acepta las enmiendas que tratan de un posible tipo mínimo y que ven la base impositiva común consolidada del impuesto de sociedades como un instrumento de unificación de los tipos impositivos. La Comisión no tiene intención de limitar la libre competencia ni de armonizar la base impositiva. Lo único que pretende es dar mayor transparencia a la carga fiscal. Los tipos deben seguir siendo competencia de los Estados miembros. Si quisiéramos un tipo mínimo, sospecho que perderíamos un valioso apoyo por parte de los Estados miembros y de las empresas, que son, en definitiva, las principales beneficiarias de una base impositiva común consolidada del impuesto de sociedades. Y tanto como ellas se beneficiarán los consumidores a través de las ventajas para la economía en general.
Aprecio la enmienda relativa a la investigación y desarrollo y reconozco la importancia del asunto, pero la Comisión no puede aceptarla porque el tratamiento fiscal de la investigación y desarrollo es uno de los puntos que debatiremos en el marco de nuestra labor. Creo que sería un error perfilarla de esta manera.
No diré nada más por ahora. Agradezco el interés del Parlamento Europeo por esta materia y espero con interés el resultado del la votación sobre el informe.
El Presidente . – El debate queda cerrado.
La votación tendrá lugar el martes a las 12 del mediodía.