El Presidente. De conformidad con el orden del día, se procede al debate del informe (A6-0031/2006) del señor Cottigny, en nombre de la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales, sobre las reestructuraciones y el empleo (2005/2188(INI)) .
Jean Louis Cottigny (PSE), ponente. – (FR) Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, antes de nada quisiera dar las gracias a mis colegas por confiarme la elaboración de este informe.
Uno de los métodos que he empleado para elaborar este informe ha sido prestar oído. Me he reunido con todos los interlocutores sociales, trabajadores y empresarios, he ido a reunirme con el Consejo Económico y Social y con el Comité de las Regiones y me he entrevistado con el Comisario Špidla y los interlocutores de la Comisión.
Hemos efectuado también un enorme trabajo de concertación con los ponentes alternativos y quiero dar las gracias aquí a la señora Bachelot, la señora McDonald, la señora Schroedter y el señor Beaupuy, por su voluntad de compromiso y la calidad de su trabajo.
Cuando hablamos de reestructuración, siempre tenemos la impresión de que las personas están asombradas y de que se trata de un fenómeno nuevo. Sin embargo, es tan antiguo como las montañas y completamente inevitable. La sociedad cambia, progresa, se moderniza. Es normal que su actividad económica siga la misma curva evolutiva.
El progreso tecnológico realizado por los humanos ha dado lugar a reestructuraciones desde hace siglos. Pondré un ejemplo que seguro que no molestará a nadie en esta Cámara: en la transición de la caza y la recolección a la agricultura, nuestros ancestros vivieron muchas reestructuraciones. Dicho esto, es cierto que estos fenómenos han adquirido, con la aceleración del progreso y la actual dimensión mundial del mercado, un nuevo rostro.
Cada nueva decisión que adoptemos puede comportar reestructuraciones. Por esta razón quisiera felicitar, si me lo permiten, a la Comisión por haber reconocido en su Comunicación que puesto que la UE es a veces la causa de reestructuraciones, como en el sector textil, tiene que asumir su parte de responsabilidad apoyándolas del mejor modo posible.
Como habrán comprobado, a lo largo de mi informe he tratado de subrayar que la reestructuración es necesaria, pues en mi opinión asegura que nuestras empresas sigan siendo económicamente competitivas y de este modo garantiza los puestos de trabajo. Pero, al examinar esta cuestión, no podemos pasar por alto las reestructuraciones basadas en falsos pretextos, tras los cuales se oculta la mera búsqueda del beneficio inmediato. Tenemos derecho a considerar inmorales esos comportamientos, porque es inadmisible que hoy, en Europa, un trabajador que tiene que alimentar a su familia pueda encontrarse el lunes por la mañana ante la puerta cerrada de una fábrica vaciada a toda prisa durante el fin de semana.
El papel de nuestras instituciones, y el de los interlocutores sociales, es intervenir tan pronto como sea posible a fin de planificar mejor las reestructuraciones y amortiguar el golpe desde el punto de vista del coste social. En efecto, estén justificadas o no, a menudo las reestructuraciones dejan a muchas personas en la cuneta.
Las reestructuraciones no son un fenómeno que afecta a cualquier tal o cual Estado miembro en particular. No hay que ceder al canto de sirenas que trata de enfrentarnos unos a otros cuando abordamos el tema del empleo en esta Cámara. No hay dos bloques, por un lado los antiguos Estados miembros y, por otro, los nuevos Estados miembros. No, hay 450 millones de europeos que, de Tallin a Lisboa, podrían verse de pronto en esta situación.
En mi informe he intentado definir tres ámbitos de acción. En primer lugar, una acción de apoyo a lo que podríamos llamar a los buenos ciudadanos empresariales, mediante el refuerzo de los instrumentos de análisis del fenómeno a fin de poder prevenirlo de antemano, el aumento de las ayudas a las pequeñas y medianas empresas, el estímulo de la formación profesional a lo largo de toda la vida, que es un derecho de los trabajadores y una baza innegable para las empresas, la reforma de las ayudas estatales para apoyar el crecimiento y, sobre todo, la creación de un Fondo de Adaptación a la Globalización.
En segundo lugar, una acción de sanción a las empresas «bandoleras», si las puedo llamar así, que sin duda son una minoría pero también de las que más hablamos. Este tipo de acción pasa por un mejor control del uso de los fondos europeos para acabar con el turismo de subvenciones, por el cuestionamiento de determinadas reestructuraciones por motivos dudosos y por el respeto del acervo jurídico comunitario y su aplicación.
En tercer lugar, una acción de apoyo a los primeros afectados por el fenómeno de las reestructuraciones: los trabajadores. Se trata de crear unidades de reconversión permanentes para que el plazo entre la pérdida de un empleo y una nueva contratación sea lo más breve posible. Se trata de reforzar el papel de los interlocutores sociales, que son nuestra verdadera baza para tratar estos fenómenos, y por esta razón pido una vez más a mis colegas que piensen en la revisión de la directiva sobre los comités de empresa europeos. Se trata una vez más de alentar la participación de los trabajadores en el capital de la empresa y crear una ventanilla única para que todos los ciudadanos de la UE puedan tener un acceso igual a la asistencia.
Para terminar, creo que, junto con los interlocutores sociales y al margen de cualquier prejuicio político, podemos contribuir al apoyo a las reestructuraciones para ganar la batalla del empleo. Pensemos en ello cuando, de un minuto a otro, es posible que, en la otra punta del planeta, por la mera decisión de un consejo de administración, se vean reducidos a la nada, aquí, en nuestro territorio, los frutos de varias décadas de trabajo. Este asunto nos brinda la ocasión de intervenir en la vida de nuestros conciudadanos, pues de eso se trata sin duda, más allá de todos nuestros términos técnicos: de hombres y mujeres que solo aspiran a la felicidad. Con el mismo espíritu de los padres fundadores que construyeron la Europa de la paz, nos corresponde hoy contribuir a la Europa de la paz social.
PRESIDENCIA DEL SR. TRAKATELLIS Vicepresidente
Vladimír Špidla, miembro de la Comisión. (CS) Señor Presidente, Señorías, la reestructuración es esencial, ya que facilitará el desarrollo económico, suprimiendo las actividades menos productivas y fortaleciéndose en ámbitos fundamentales. Sin embargo, se suele dar el caso de que los nuevos empleos no son los mismos que los empleos que se han perdido. La mayoría será en el sector servicios y en las profesiones más cualificadas. Los empleos industriales y los menos cualificados desaparecerán. Esto implicará costes sociales y, por tanto, es esencial prever la reestructuración y garantizar que se ponen en práctica las medidas complementarias, que es una responsabilidad compartida de las autoridades públicas, las empresas y los agentes sociales. La comunicación sobre reestructuración de 31 de marzo de 2005 fue elaborada precisamente teniendo esto en mente. La Comisión quiere dar las gracias al señor Cottigny y a todos los diputados que han contribuido en la elaboración de este informe, que en principio apoya el consenso general que ha surgido al abordar la cuestión de la reestructuración.
La Comisión se muestra complacida de que el Parlamento respalde la decisión de contribuir con fondos suficientes de la Unión Europea para prever la reestructuración y garantizar la puesta en práctica de las medidas complementarias. Hay que hacer un mayor uso de los Fondos Estructurales para apoyar el cambio económico y social en las regiones y para volver a formar a los trabajadores más afectados por la reestructuración, así como para ayudarles a obtener nuevos y mejores empleos. Asimismo, la Comisión adoptó recientemente una propuesta para crear un Fondo Europeo de Adaptación a la Globalización, que ya hemos presentado a sus Señorías. El objetivo de este Fondo es garantizar el nivel necesario de solidaridad en el futuro entre los que se benefician de la liberalización del comercio y los que perderán su trabajo como resultado de la globalización.
La Comisión señala una serie de puntos interesantes en el informe del señor Cottigny, sobre los que seguirá trabajando. Entre estos se incluyen la idea de un centro único europeo para la reestructuración, que considero de particular interés. En cuanto a la mejora del control de la forma en que se emplean los fondos comunitarios, la Comisión ha propuesto para el periodo 2007-2013 que estos fondos hagan más estrictas las normas sobe las deslocalizaciones de empresas y amplíen la responsabilidad de asegurar un beneficio sobre inversiones. La Comisión también esta proponiendo que las empresas que infrinjan estas normativas sean obligadas a devolver la ayuda que han recibido y que no puedan recibir más ayudas en el futuro.
Si deseamos seguir un enfoque positivo y constructivo del cambio económico y social, es esencial la participación de los ciudadanos, tanto a escala europea, como nacional y regional. Al mismo tiempo, la reestructuración debe implicar principalmente a los que la llevan a cabo y a los que tendrán que vivir con sus consecuencias, es decir, las empresas y los trabajadores. Precisamente por este motivo, la comunicación del año pasado se centró en los agentes sociales europeos, instándoles a seguir la tarea conjunta de elaborar y poner en práctica procedimientos preventivos y positivos en relación con la reestructuración. La Comisión también ha pedido a los agentes sociales que encuentren formas de fortalecer el papel de los comités de empresa europeos. El programa de trabajo para los años venideros, que recientemente ha recibido el respaldo de los agentes sociales, prevé proseguir trabajando sobre estas cuestiones. La Comisión pide a los agentes sociales que aceleren la consecución de resultados en este ámbito.
Señorías, las reestructuración no debe ser sinónimo de declive social y de pérdida de sustancia económica. También puede contribuir al progreso económico y social, siempre y cuando se prevea a tiempo, de modo que las empresas puedan gestionarla con rapidez y de forma eficaz, y las autoridades públicas puedan contribuir con medidas complementarias adecuadas. Me complace encontrar este punto de vista expresado en la introducción del informe del Parlamento Europeo, que debe ser nuestra guía por el camino hacia el crecimiento, la cohesión social y unos niveles de vida más altos.
Roselyne Bachelot-Narquin, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (FR) Señor Presidente, Señorías, las reestructuraciones juntan dos mundos: el de la economía, en el que son necesarias para afrontar los cambios provocados por la globalización y las expectativas de los consumidores, y el social, donde muy a menudo son fuente de sufrimiento y ansiedad para los trabajadores. Las reestructuraciones adquieren una dimensión totalmente nueva con la emergencia de nuevas potencias, dando lugar a un nuevo aspecto de la distribución del trabajo, que hará que Europa se vea forzada a desarrollar el sector de los servicios y a renunciar a seguir siendo una potencia agrícola e industrial. Nos negamos a aceptar esta perspectiva.
En este contexto, el Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y de los Demócratas Europeos se niega a demonizar las reestructuraciones necesarias, pero considera que el mercado europeo debe promover un marco reglamentario para amortiguar los golpes de esta globalización. El mercado interior no es la causa de las reestructuraciones, sino su antídoto.
Sin embargo, el modelo europeo es también un modelo humanista y debemos tener en cuenta el sufrimiento de los hombres y los territorios afectados por este fenómeno. La pregunta que se plantea es la siguiente: ¿cómo promover reestructuraciones socialmente responsables? El informe del señor Cottigny nos permite explorar varios enfoques, que no son ajenos a la contribución de nuestro Grupo.
Un enfoque inicial implica revisar la directiva sobre el comité de empresa europeo y reforzar el papel de los interlocutores sociales, previa consulta en profundidad con ellos: el ponente ha presentado una enmienda en este sentido que nosotros apoyamos. Otros enfoques incluyen el acceso a los conocimientos técnicos y al intercambio de buenas prácticas, que constituyen un ámbito adecuado para el método abierto de coordinación; la formación profesional, con respecto a la cual celebramos que el fondo de apoyo propuesto por el señor Barroso respalde la reconversión de los trabajadores afectados y no se consagre a arriesgadas operaciones de salvamento; y optimizar el apoyo a las políticas de solidaridad a través de los Fondos Estructurales FSE/FEDER, pero a condición, señor Comisario, de no se vean puestos en entredicho por las perspectivas financieras retrasadas. Concluiré, por supuesto, mencionando la investigación y la innovación.
Quiero terminar dando las gracias al ponente Cottigny por su apertura de espíritu, que nos ha permitido alcanzar muchos compromisos y debería permitir a nuestro Grupo, salvo que ocurran desastres, votar a favor de su informe.
Jan Andersson, en nombre del Grupo del PSE. – (SV) Señor Presidente, me gustaría comenzar dando las gracias al ponente por la transparencia con la que ha trabajado en este informe y por lograr el consenso en comisión. Su forma de proceder fue excelente.
También comparto el punto de vista del ponente de que la reestructuración no es nada nuevo. Si pienso en mi propio país, veo que los grandes centros de trabajo que existían cuando era un niño ya no están ahí. Ahora han aparecido lugares de trabajo completamente nuevos. La sociedad ha cambiado como resultado de este proceso y los centros de trabajo ahora son de mejor calidad que en mi adolescencia. Esta evolución seguirá adelante. Lo novedoso es que el proceso se está produciendo de forma mucho más rápida en el mundo globalizado actual, que es lo que nos lleva a utilizar la reestructuración como instrumento.
Puede ser considerado bien como una amenaza o como una oportunidad, pero ahora que hemos elegido el camino que debemos seguir y puesto que no vamos a competir con India y China y con sus bajos salarios y sus particulares condiciones de trabajo, sino que vamos a mantener un nivel salarial elevado y unas buenas condiciones de trabajo, la reestructuración debe ser un instrumento utilizado en el proceso de Lisboa. Sin embargo, la cuestión que se nos plantea es saber cómo vamos a llevar a cabo este proceso reestructurador.
En primer lugar, nuestra planificación debe ser a largo plazo. Hay tendencias que necesitamos ser capaces de ver. Asimismo, debemos actuar a tiempo, porque, si nos retrasamos, puede que sea demasiado tarde y las fábricas no tendrán más remedio que cerrar. No habrá alternativas. Debemos trabajar para que el cambio se produzca a su debido tiempo.
En segundo lugar, debe haber participación. Ambas partes de la industria, incluidos los trabajadores, deben implicarse en todo el proceso, de forma que, cuando la reestructuración tenga lugar mediante actualización de aptitudes y de otras formas similares, las personas estén preparadas.
En tercer lugar, hay que compartir las experiencias. Visité el Instituto de Dublín el pasado fin de semana. Se ha llevado a cabo un exhaustivo análisis de procesos de reestructuración que han tenido éxito y existe una base de datos con información sobre ellos. Sé, por ejemplo, que, tras el cierre del año pasado, el 75 % de los antiguos trabajadores de Electrolux en Västervik han conseguido nuevos trabajos. Ha habido cooperación entre la empresa, ambos lados de la industria y la comunidad local con vistas a crear nuevos empleos.
Ahora que estamos creando un nuevo Fondo de Adaptación a la Globalización, no debemos olvidarnos de los antiguos instrumentos: el Fondo Social y la actualización de cualificaciones, junto con la responsabilidad asumida a escala nacional y regional. Soy un defensor del Fondo de Adaptación a la Globalización, si se emplea para fortalecer a las personas y para incrementar el empleo y si no preserva las antiguas estructuras. Sin embargo, también debemos utilizar los antiguos instrumentos, como el Fondo Social, para fomentar la actualización de las cualificaciones.
Jean Marie Beaupuy, en nombre del Grupo ALDE. – (FR) Señor Presidente, Señorías, considero que este informe es bastante ejemplar en muchos aspectos. Pienso que la primera razón de ello es que el informe plantea bien el problema.
Algunos de ustedes han recordado, entre ellos el propio ponente, que no se trata de un problema nuevo, sino que existe desde hace milenios. Quisiera destacar simplemente que estas cuestiones de adaptación –porque las reestructuraciones no son otra cosa que un aspecto de la adaptación de las empresas– son una necesidad para responder mejor a las necesidades del cliente, entre los que estamos incluidos todos nosotros.
No retomaré los distintos puntos que ha abordado el ponente en la presentación del tema. Lo que quisiera decir, porque me parece ejemplar, es que formula propuestas muy pragmáticas, que agruparé en seis categorías. Esto ya lo han subrayado algunos. El primer punto es la necesidad de actuar lo antes posible. Asimismo quisiera recordar a mis colegas diputados, si falta hace, que de la mayoría de las reestructuraciones no oímos hablar, precisamente porque la decisión está tomada de antemano.
En segundo lugar, hay que implicar a los interlocutores: a los interlocutores de la empresa, evidentemente, pero también a los interlocutores regionales y externos.
Por último, y este punto ya se ha planteado, está el apoyo a los trabajadores. Sin embargo, insistiré en un aspecto muy concreto, que es el apoyo personalizado a los trabajadores, pues las respuestas generales no son la única opción posible. Es realmente necesaria una respuesta hecha a medida. Cada trabajador debe poder encontrar una respuesta, a través de la información, de ayudas para la búsqueda de un nuevo empleo, etc.
En cuanto a las empresas, hemos de distinguir, como ha dicho usted, entre las empresas defraudadoras –porque existen algunas– y las empresas más esenciales, que deben ser apoyadas. Por último está el apoyo a las regiones desfavorecidas.
Señor Cottigny, quisiera darle las gracias por la forma en que ha trabajado. Como ha dicho la señora Bachelot en nombre de su Grupo, diré, por lo que respecta al mío, que es posible, muy posible, que le apoyemos.
En conclusión, espero por supuesto, señor Comisario, que la Comisión escuche las propuestas de este Parlamento, pero espero también que más allá de las instituciones europeas, los distintos agentes –en los Estados miembros, en las regiones, en las cámaras de comercio– y los distintos agentes profesionales entiendan el contenido de este informe y el espíritu de este informe para que las reestructuraciones no sean una sentencia de muerte sino más bien la oportunidad de recuperarse para esas empresas y esos trabajadores.
Elisabeth Schroedter, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (DE) Señor Presidente, de hecho ocurre que las empresas implicadas en los procesos de reestructuración siempre manifiestan verse empujadas a dicho proceso por algo que comparan con una fuerza de la naturaleza que les sobreviene de repente, pero no creo que estén haciendo lo correcto.
La reestructuración y la modernización son cosas que las empresas están constantemente obligadas a hacer; de hecho, se trata de una especie de obligación social de cara a sus trabajadores. Son responsables del continuo desarrollo de sus cualificaciones y en este punto comparto la opinión del ponente: los trabajadores tienen derecho a formación, ya sea básica, avanzada o continua. Por supuesto, es posible que el desarrollo profesional y la formación de los profesionales lo lleven a cabo organismos públicos, pero sería atroz que las empresas consideraran que se trata realmente de una obligación del sector público y que es este sector el que se tiene que responsabilizar de estas tareas.
Reconozco que la reestructuración o incluso las deslocalizaciones se traducen en un elevado nivel de desempleo en algunas regiones, pero en estas situaciones me gustaría recordar instrumentos tales como los pactos territoriales para el empleo que nosotros –es decir, esta Cámara junto con la Comisión– hemos creado. Según los estudios realizados, estos instrumentos fueron excepcionales porque implicaban a todas las partes interesadas de ámbito local. Son eficientes, recibieron financiación de los fondos estructurales europeos y fueron un éxito. Realmente me sorprende que la Comisión se más reticente a la hora de apoyar estos pactos territoriales para el empleo y ya no recurrir a estas opciones como solía hacer.
Me gustaría decir algo sobre el Fondo de Adaptación a la Globalización. Nuestro Grupo también está a favor de este fondo, pero la participación en el mismo debe estar restringida a aquellas empresas que realmente asumen la responsabilidad de la formación y el desarrollo constantes en lugar de delegarla en terceros. Esta es la única forma de evitar que este fondo sea considerado un mero gesto. Por este motivo, la implicación del sector público debe estar condicionada a la participación de todas las partes interesadas, incluidas las empresas, en la planificación social.
Ilda Figueiredo, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (PT) El presente informe aborda uno de los principales problemas a los que actualmente se enfrenta la UE, con graves ramificaciones en el desempleo, la igualdad económica y social y un problema que obstaculiza el desarrollo e incluso conduce al abandono de vastas regiones.
Consideramos que es esencial que la reestructuración empresarial solo tenga lugar cuando su objetivo sea salvar empleos y ayudar a las empresas a crecer, y nunca para aumentar beneficios a expensas de despidos o por motivos meramente especulativos o financieros, como ocurre cada vez con más frecuencia.
Por tanto, insistimos en la necesidad de una firme normativa para luchar contra este tipo de reestructuración, que da origen a inversiones sin empleos y a miles de despidos. De igual modo, se impone un control público eficaz de la utilización y la concesión de las ayudas comunitarias a las empresas. Las nuevas normas deben garantizar que la concesión de ayudas venga acompañada de la obligatoriedad de proteger los empleos con derechos y de fomentar el desarrollo regional a medio plazo. De otro modo, las empresas no podrán beneficiarse de ninguna ayuda.
Por tanto, creemos que los trabajadores –a través de sus representantes, en particular de los comités de empresa europeos– deberían tener el derecho a participar en cada fase del proceso, lo que significa tener el derecho a votar y, por tanto, de pedir que se revise la Directiva sobre los comités de empresa europeos.
Derek Roland Clark, en nombre del Grupo IND/DEM. – (EN) Señor Presidente, he visto que esta tarde debatiremos sobre el sector europeo del calzado. Y lo cito como ejemplo de reestructuración, pues vivo en Northampton, ciudad que alguna vez fue la capital británica de la industria del calzado. En los últimos 40 años, de las siete u ocho grandes empresas fabricantes de calzado de Northampton, una industria de gran intensidad de mano de obra, no queda más que una, y todas las empresas de construcción mecánica de la ciudad han desaparecido. Paralelamente, la población de la ciudad se ha duplicado, al igual que el número de solicitantes de empleo, pero no ha habido ningún problema de desempleo. La tasa de desempleo en Northampton es actualmente algo inferior a la media del Reino Unido, que es del 5,5 % y la más baja de la UE si no contamos a Suecia ni Dinamarca.
¿Cómo lo hemos logrado? ¿Como hemos llevado a cabo la reestructuración? No ha sido obra de programas comunitarios, pues todo empezó antes de que el Reino Unido ingresara en la CE. Tampoco se han utilizado fondos de la UE. Lo hemos conseguido con nuestras propias fuerzas, haciendo que nuestra ciudad atrajera a empresas del sector de los servicios. Barclaycard, por ejemplo, que es una de las mayores entidades de tarjetas de crédito, tiene su sede en nuestra ciudad desde hace mucho tiempo.
Sé que a ustedes no les gustan los enfoques basados en la autoayuda, pues no se prestan al intervencionismo y la regulación de la UE, ni a la generosa devolución de los recursos de un país a través de asambleas regionales no elegidas y agencias de desarrollo. Ayer mismo el señor Schulz se quejaba de que las diputadas y diputados electos a esta Cámara no tienen tanto poder como el Consejo y la Comisión, que no es un órgano elegido.
Así pues, digamos adiós a la segunda versión de la Agenda de Lisboa y permitamos que los Gobiernos nacionales y los ayuntamientos de los Estados miembros hagan el trabajo para el que han sido elegidos democráticamente.
Zdzisław Zbigniew Podkański, en nombre del Grupo UEN. – (PL) Señor Presidente, solo cabe esperar que las empresas necesiten adaptarse a las nueva condiciones y retos derivados de una economía global, una mayor competitividad y los cambios sociales. Nuestro papel es adoptar medidas adecuadas para garantizar que estos cambios van destinados a aumentar la competitividad, al tiempo que se reducen los costes sociales.
Al considerar nuevas soluciones jurídicas a escala europea, no deberíamos centrarnos exclusivamente en la necesidad de mejorar los resultados financieros y la rentabilidad. Nuestra principal preocupación siempre debe ser el bien de los ciudadanos. Ellos son los que nos eligen para representar sus intereses y promover su bienestar. Los recursos de los que disponemos deberían ir dirigidos principalmente a las regiones más débiles y muchas de estas se encuentran en los últimos Estados miembros que se han adherido a la Unión.
Como conclusión, y retomando el debate de ayer sobre la deslocalización en el contexto del desarrollo regional, me arriesgo a señalar que muchas personas, incluidos algunos diputados de esta Cámara, han olvidado con rapidez las esperanzas suscitadas en los nuevos Estados miembros durante las campañas de preadhesión. También hay una tendencia a olvidar los compromisos realizados a estos Estados. Tenemos que recordar que estos son los países en los que la situación es particularmente difícil y el desempleo se encuentra en su punto máximo.
Alessandro Battilocchio (NI). – (IT) Señor Presidente, Señorías, hablo en nombre del nuevo Partido Socialista Italiano. También hoy nos encontramos en esta Cámara ante una encrucijada: Europa debe elegir si avanza hacia una apertura de los mercados que siga ciegamente las leyes naturales de la competencia o si por el contrario desea proteger a sus trabajadores de los riesgos asociados a una liberalización excesiva.
Una vez más, como reformista, creo que el camino acertado está en el medio: impedir las reestructuraciones es una vana ilusión. Lo que la Unión Europea puede y debe hacer es prevenirlas con incentivos a las pequeñas empresas, para que sean lo más competitivas posible a escala internacional, y con desincentivos para el denominado turismo de subvenciones. Hay que aplicar asimismo una estrategia que favorezca por todos los medios la inserción plena y satisfactoria de nuestros recursos humanos para combatir el desempleo y evitar la fuga de los mejores cerebros fuera de nuestras fronteras.
En los casos de reestructuración inevitable, la Unión deberá aportar además todo el apoyo necesario para limitar los despidos y proteger lealmente a los trabajadores con la ayuda de fondos ad hoc, reclamada con razón por el ponente.
Philip Bushill-Matthews (PPE-DE). – (EN) Señor Presidente, estoy de acuerdo con lo que ha dicho el señor Comisario al inicio de este debate, en el sentido de que la reestructuración es necesaria para poder recortar las actividades que ya no son suficientemente productivas. La cuestión ahora es cómo gestionar la reestructuración y quién debe encargarse de ella. Una vez más, estoy de acuerdo con el Comisario en que deben ser las propias empresas y los trabajadores directamente implicados.
Inicialmente, la votación de este informe debía haberse celebrado en el período parcial de sesiones de febrero, pero los principales Grupos políticos acordaron, con razón, retrasar un mes dicha votación para tener tiempo de mejorar el informe. Sin duda, este tiempo adicional era necesario. Se ha avanzado gracias a algunas de las enmiendas presentadas. De hecho, la señora Bachelot-Narquin ha realizado una gran labor en este sentido y le doy las gracias por ello. Pero no solo debemos aprobar las enmiendas positivas, sino que realmente debemos suprimir en su totalidad algunos de los apartados originales. Hasta que no lo hagamos, este informe reflejará la resistencia al cambio y promoverá el poder de los sindicatos para enfrentarse a dicho cambio. Este informe debe permitir el cambio y promover el poder de los trabajadores para hacerle frente.
Sin duda el ponente sabe que su informe sigue sin gustarme, pues no solo es preciso mejorarlo, sino que necesita –si se me permite decirlo así– una reestructuración. Como él sabe, yo fui uno de los que votó en contra de su informe en comisión, en parte para poder presentar nuevas enmiendas en este periodo parcial de sesiones, pero ahora debo decir que mis colegas conservadores británicos, al igual que algunas otras delegaciones nacionales, se reservan el derecho de votar en contra en el Pleno de mañana. Si bien no se trata de un informe legislativo, sería una pena rechazar un informe sobre un tema tan importante. Pero será mejor rechazarlo que dar la impresión de que a este Parlamento le preocupa más conservar el pasado que ayudar a las empresas y trabajadores a hacer frente al futuro.
Françoise Castex (PSE). – (FR) Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, tras el informe Hutchinson, que debatimos ayer por la tarde, el informe Cottigny plantea el debate de las reestructuraciones y las deslocalizaciones de empresas.
Quisiera dar las gracias a los dos ponentes por haber planteado estos problemas socioeconómicos, que son de los que más angustia e inseguridad social generan en nuestros conciudadanos. Es un acierto que el Parlamento debata estas cuestiones, porque urge, señor Comisario, que la Comisión tome medidas. Estas cuestiones plantean a la Unión Europea el desafío de la competitividad económica de nuestras empresas y el desafío de la seguridad laboral de nuestros trabajadores. En la mente de los trabajadores europeos, deslocalizaciones y reestructuraciones están relacionadas unidas y prácticamente son sinónimos, pues tienen los mismos efectos: pérdida del empleo tras años de trabajo en el mismo sector de actividad, a veces incluso en la misma empresa, y el mismo cuestionamiento de su valía en el mercado de trabajo. Esto no debería ser así, pues las reestructuraciones son en ocasiones señal de un progreso, de un progreso técnico. Las reestructuraciones no tienen las mismas causas económicas que las deslocalizaciones, y corresponde al legislador dar a cada problema una solución adecuada.
Quisiera insistir en el tema de las reestructuraciones de empresas causadas por cambios tecnológicos. Es, de hecho, el tema central del informe del señor Cottigny. Este tema plantea a la Unión Europea el reto de su capacidad para adaptarse a los cambios cada vez más rápidos de esta era de progreso técnico. Nos plantea realmente el reto de anticiparnos a esos cambios. Se ha dicho que gobernar es prever. Del mismo modo, hacer negocio, estar en la primera línea de la producción y la competición económicas, también exige prever. No se trata de adaptarse al progreso, hay que anticiparlo, hay que inventarlo. En este ámbito, la responsabilidad de las empresas es total, deben producir y deben ayudar a los trabajadores a anticiparse velando por su formación continua. Esta es la cuestión planteada por el informe Cottigny y yo les pediría, señor Comisario, Señorías, que apoyen estas propuestas.
Gabriele Zimmer (GUE/NGL). – (DE) Señor Presidente, estoy muy agradecido al señor Cottigny por el duro trabajo que ha realizado con este informe. Sin embargo, dudo que el objetivo que subyace al informe –mitigar el impacto social de la reestructuración– sea realmente viable.
En primer lugar, la Unión Europea establece el aumento de la competitividad en los mercados mundiales como el objetivo de la actividad económica y, por ende, también de la reestructuración y esto no conduce a nada más que a intentar buscar y encontrar las zonas sensibles fuera de la UE, a las que poder transportar a los perdedores.
En segundo lugar, si la sociedad realmente es capaz de aliviar las consecuencias de la reestructuración, las ayudas para los que pierden frente a la globalización tendrían que ser tan sustanciosas que ellos mismos serían menos competitivos. Si nosotros en la UE no queremos exportar nuestros problemas, deberíamos dar el visto bueno a la reestructuración, pero tendríamos que preguntarnos cómo debería funcionar. Lo que necesitamos es otra forma de gestionar las cosas desde el punto de vista económico, otra forma de producir los bienes de la sociedad y que se basen realmente en la sostenibilidad social y global. El objetivo de esto no debe ser vencer a nuestros competidores a cualquier coste y esta debe ser la idea que guíe nuestra forma de pensar. Este es el verdadero reto al que nos enfrentamos.
Georgios Karatzaferis (IND/DEM). – (EL) Señor Presidente, hablar esta bien, pero tenemos que poner nuestras palabras en acción. Tenemos que ir decir todo lo que se oye en esta Cámara en nuestras circunscripciones en Salónica o en Macedonia o en Naoussa, que es una ciudad muerta: las deslocalizaciones han traído consigo desempleo, pobreza, injusticia social y muerte. Esa es la verdad.
IKEA abrió en Atenas y dos mil quinientos pequeños establecimientos y talleres cerraron sus puertas. ¿Cómo se supone que deben reestructurarse? Como saben, cuando llegan las grandes empresas, las pequeñas se hunden. Es una jungla, un océano en el que el pez grande se come al chico. Llega Carrefour con sus 20 000 metros cuadrados y las pequeñas tiendas de toda la región cierran. ¿Qué vamos a hacer allí? ¿Qué haremos? ¿Cómo podemos ayudar? Esa es la realidad. Tenemos un grave problema. Nos enfrentamos a un capitalismo desenfrenado, que invade la vida y entierra los sueños de los más débiles. Nada funciona hoy. El índice de desempleo es de aproximadamente el 20 % en Macedonia, que una vez fue la cantera de toda Europa. ¿Qué vamos a hacer allí? ¿Cómo vamos a salvar a este mundo de la necesidad y la pobreza? Organicemos un nuevo ejército de nouveaux pauvres. Ese es el problema. Ahí es donde tenemos que actuar, ahí es donde necesitamos ayudar.
Guntars Krasts (UEN). – (LV) Señor Presidente, la propuesta de la Comisión sobre reestructuración y empleo contiene la conclusión de que las políticas destinadas bloquear el cambio y la congelación de las estructuras económicas solo pueden aplazar el problema y, por tanto, exacerbar los efectos negativos. Sin embargo, varias medidas relativas a la reestructuración que se mencionan en el informe del Parlamento lamentablemente van precisamente en esta dirección y podrían hacer que las empresas tuvieran más dificultades para adaptarse a los cambios en los mercados.
El análisis que el informe hace de la situación y las conclusiones entra en conflicto con las medidas propuestas. Por ejemplo, el informe menciona el lento crecimiento de la economía de la Unión Europea, la escasa competitividad de las empresas y la movilidad de la mano de obra. Sin embargo, en el informe más adelante también se sugiere que la reestructuración no debería utilizarse para aumentar la rentabilidad de las empresas mediante la reducción del número de trabajadores. La propuesta del informe para un fondo de ajuste al crecimiento es otro ejemplo de ideas a corto plazo. La mejor forma de preservar puestos de trabajo es crear otros nuevos. El informe debería asimismo hacer hincapié en este aspecto. Así pues, en el ámbito de la reestructuración, la política debería, en primer lugar, dirigirse hacia la implementación de modelos socioeconómicos orientados hacia el cambio permanente. Las medidas adoptadas deberían fomentar el desarrollo de capacidades de autorregulación en los Estados miembros y la Unión Europea en su conjunto. Solo así será posible equilibrar el crecimiento y un índice de empleo elevado a largo plazo.
Jacek Protasiewicz (PPE-DE). – (PL) Señor Presidente, se ha dicho mucho en esta Cámara sobre el hecho de que hoy en día las economías son cada vez más globalizadas y competitivas. Así son las cosas y, por tanto, los empresarios, necesitan aplicar unos métodos de gestión modernos. Una característica fundamental de estos últimos es la capacidad de reaccionar de forma flexible ante las condiciones cambiantes del mercado, en particular en lo que respecta a los nuevos retos competitivos. Dadas las circunstancias, no es posible gestionar empresas de forma eficaz sin un constante análisis de costes y sin estar dispuestos a emprender la reestructuración necesaria. Es importante tener en cuenta que las consecuencias de tener miedo a llevar a cabo una reestructuración adecuada siempre son dolorosas tanto para los empresarios como para los trabajadores. Siempre debemos tener esto en mente al debatir el informe del señor Cottigny sobre la reestructuración y el empleo.
Estoy seguro de que la calidad del documento es mucho mejor como resultado del trabajo de la Comisión de Empelo y Asuntos Sociales. No obstante, me veo en la necesidad de decir que en mi opinión el texto sigue siendo controvertido, porque adopta una posición demasiado recelosa con respecto a los empresarios que reestructuran sus negocios o que tienen intención de hacerlo. En mi calidad de diputado que representa a uno de los países que recientemente ha entrado en la Unión Europea, estoy especialmente preocupado por las propuestas de imponer sanciones a las empresas que transfieran todas sus actividades o parte de ellas a aquellos lugares de la Unión donde los costes de producción son menores. Los empresarios que toman decisiones de esta naturaleza no están recurriendo a «prácticas inmorales y depredadoras», y cito del documento que tenemos ante nosotros. En mi opinión, el caso es precisamente el contrario. Están demostrando unas aptitudes de gestión bien fundadas y están asumiendo la responsabilidad del futuro de la empresa. Por tanto, están actuando para fomentar el desarrollo de la economía de la Unión y para aumentar su competitividad. Me gustaría recordar a sus Señorías que este es uno de los objetivos fundamentales de la Estrategia de Lisboa, que tanto apreciamos.
Introducir elementos de planificación centralizada en la economía europea tampoco es la forma correcta de responder a las consecuencias sociales de la reestructuración. Esto ya ha demostrado ser un fracaso y no solo en los países postcomunistas. La única respuesta adecuada es mejorar las cualificaciones, fomentar el aprendizaje permanente entre los trabajadores y promover la movilidad de la mano de obra. Me gustaría lanzar otro llamamiento a este respecto e instar a que se levanten las disposiciones transitorias para el acceso a los mercados de trabajo a la primera oportunidad que se presente.
Emine Bozkurt (PSE). – (NL) Señor Presidente, Señorías, me gustaría felicitar al señor Cottigny por su informe. En mi país, los Países Bajos, la reestructuración y la globalización son temas importantes y hay opiniones divergentes sobre cómo abordarlos. Los socialdemócratas, entre los que me cuento, consideran que es innecesario bombear fondos de los Países Bajos a Bruselas y viceversa, y que esa no es la respuesta.
Aunque no todo el mundo en mi país está satisfecho con el Fondo Europeo de Adaptación a la Globalización que se ha propuesto, me gustaría expresar mi apoyo y quisiera añadir que creo que debemos recurrir a las estructuras del FSE existentes todo lo que podamos. A pesar de todo esto, ¿por qué estoy a favor de dicho fondo? Porque los ciudadanos necesitan ayuda para hacer frente a los efectos adversos de la globalización. Si no reciben esa ayuda de sus propios Gobiernos –que, en el caso de los Países Bajos, no ocurre en determinadas regiones, como la septentrional por ejemplo–, entonces nos complacerá recibir esa ayuda de Europa.
Vladimír Špidla, miembro de la Comisión. (CS) Señorías, he escuchado el debate con interés y pienso que ha surgido de un período de exhaustiva preparación y que el consenso demostrado es muy sólido. Me gustaría responder a algunas de las preguntas que se han planteado directa o indirectamente. En cuanto al tema de informar y consultar a los trabajadores, esta es la consulta de la Segunda fase con los agentes sociales. En cuanto a la salvaguarda del derecho de los trabajadores a ser informados y consultados antes de las medidas de reestructuración, esta obligación se establece en varias directivas comunitarias. Hay que defender estrictamente estas directivas.
Me gustaría destacar la importancia fundamental del diálogo social en las empresas, ya que representa un instrumento que permite prever y gestionar las reestructuraciones, y la comunicación, por lo tanto, desempeña la consulta de la Segunda fase con los agentes sociales europeos, como algo que implica a la empresa que lleva a cabo la reestructuración y los comités de empresa europeos por igual. Espero que los agentes sociales empiecen a trabajar intensamente con vistas a introducir mecanismos de ejecución y control de los principios de referencia expuestos hace un año y medio en relación con la reestructuración y para hacer uso de los comités de empresa como mediadores para el cambio a nivel empresarial. La Comisión considera que se trata de una sus tareas fundamentales. No se puede descartar por completo la vía legislativa, pero en la fase actual sería más adecuado y beneficioso dejar que los agentes sociales lleven las riendas.
En cuanto a la ayuda comunitaria para las deslocalizaciones, me gustaría decir que el marco actual prevé la cancelación de las ayudas de los Fondos Estructurales en casos en los que una empresa determinada se somete a un cambio significativo, por ejemplo cuando se deslocaliza durante los cinco años después de que se ha tomado la decisión de concederle una serie de recursos. Diría que, con respecto al período de programación 2007-2013, la Comisión está proponiendo un aumento de esta garantía a siete años, junto con la obligación de que cualquier ayuda recibida deberá reembolsarse si se incumple esta normativa y que si una empresa infringe esta obligación ya no podría recibir más ayudas en el futuro.
La Comisión adoptó recientemente una propuesta de Reglamento por el que se establece un Fondo de Ajuste a la Globalización. Dependerá de ustedes debatirlo con el Consejo y decidir si lo aprueban. La Comisión está plenamente preparada para debatir las condiciones aplicables al fondo y he apuntado varias ideas que considero importantes a este respecto. Entre estas está indudablemente la idea de que las propias empresas deben contribuir dentro del marco de reestructuración y que la estrategia de traspasar todos los costes al erario público no es defendible. También me gustaría hacer hincapié en la naturaleza directa y de corto plazo de la ayuda prestada a través de este fondo, en contraste con las actividades más estructuradas de los Fondos Estructurales, especialmente el Fondo Social Europeo. Esto quiere decir que el fondo está plena y explícitamente concebido como complementario de los instrumentos existentes, complementándolos en áreas en las que no son eficaces. Como ya he dicho, el Fondo Social, así como otros Fondos Estructurales, permite llevar a cabo actividades a largo plazo destinadas a ajustar regiones, sectores y procesos de trabajo al cambio económico y social, en contraste con las exigencias a corto plazo de situaciones excepcionales concretas. Esta es una prioridad fijada para el objetivo de los Fondos Estructurales, que es la competitividad y el empleo en el período 2007–2013.
Señorías, la idea unificadora en este debate ha sido sin lugar a dudas que la reestructuración ofrece oportunidades, pero que los costes humanos serán elevados hasta un punto inaceptable, si no se gestiona debidamente. Estas oportunidades surgen de la estructura fundamental de nuestra sociedad y de la estructura fundamental del desarrollo moderno en general, en cuanto que constituye una búsqueda de soluciones más eficaces y más avanzadas tecnológicamente en las esferas económica y social. Señorías, se trata de un componente básico del Tratado de la UE que el objetivo de nuestros esfuerzos debe ser la calidad de vida en el sentido cotidiano de la palabra. En mi opinión, la comunicación o el informe que presenta el Parlamento constituye un documento estimulante que supone un paso adelante en esa dirección.
El Presidente. – El debate queda cerrado.
La votación tendrá lugar el miércoles a las 11.30 horas.