El Presidente. – El siguiente punto es el informe elaborado por la señora Gröner y la señora Sartori, en nombre de la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género, sobre la creación de un Instituto Europeo de la Igualdad de Género (COM(2005)0081-C6-0083/2005-2005/0017(COD)) (A6-0043/2006).
Vladimír Špidla, miembro de la Comisión. (CS) Señor Presidente, Señorías, la creación de un Instituto Europeo para la Igualdad de Género responde a una exigencia fundamental de proporcionar un nuevo instrumento para la política europea en materia de igualdad de género que nos permita seguir avanzando. Estoy seguro de que sus Señorías estarán de acuerdo conmigo en que la igualdad de hombres y mujeres es un objetivo económico y político, así como un cimiento importante sobre el que se construye una sociedad democrática. Constituye un principio definitorio de la vida económica, social y política de Europa. La plena participación de las mujeres, con las mismas oportunidades y su plena participación en el lugar de trabajo, se ha convertido en un elemento fundamental de la economía europea dentro de una Unión que tiene que hacer frente a una población que envejece y con pérdidas demográficas. Los informes de la Comisión para los años 2005 y 2006 sobre la igualdad de género demuestran, sin embargo, que los avances en este ámbito son lentos. Siguen en pie grandes obstáculos en el camino de este objetivo social.
Señorías, si no logramos explotar el potencial que las mujeres ofrecen, no alcanzaremos los objetivos de Lisboa y, lo que es peor, no podremos competir a escala mundial. La igualdad de género, además de sus aspectos políticos subyacentes, constituye un factor competitivo clave para nosotros en esta feroz arena de la competencia mundial. Con vistas a eliminar todas las formas de desigualdad que existen entre hombres y mujeres, nuestra prioridad de primer orden es redoblar los esfuerzos en la Unión y en los Estados miembros, prestando especial atención al aumento de la heterogeneidad de la Unión ampliada. Por estos motivos, la creación de un instrumento que opere a escala europea se considera esencial desde 1999. El Consejo Europeo de junio de 2004 pidió a la Comisión que presentara una propuesta. La Comisión presentó una propuesta para crear una institución que sería un instrumento técnico que colaboraría con las instituciones europeas, en particular con la Comisión, en el desarrollo de política y guiando a los Estados miembros en su aplicación. La principal prioridad será recopilar, analizar y distribuir datos objetivos, fiables y comparativos dentro de un entorno comunitario. El Instituto también elaborará recursos metodológicos adecuados, destinados especialmente a incorporar una perspectiva de género en las políticas comunitarias. Finalmente, también contribuirá a incrementar la visibilidad de la política comunitaria, que es particularmente importante en estos momentos y que, en principio, también constituye uno de los cimientos del proceso político democrático, ya que es imperativo que nuestras políticas tengan visibilidad. Cuando algo no está visible o ha sido escondido, resulta muy difícil movilizar a la opinión pública y lograr un consenso mayoritario.
Nuestra propuesta es el resultado de numerosos análisis y tiene en cuenta los resultados de dos estudios sobre operabilidad, así como los incontables debates que han tenido lugar. Uno de los estudios fue llevado a cabo por la Comisión y el otro por el Parlamento Europeo, que ha respaldado la creación del Instituto desde 2002. La propuesta tiene en cuenta las restricciones presupuestarias y no representa un nuevo gasto a cuenta del presupuesto europeo.
Señorías, la Comisión quiere que esta institución se convierta en un centro de excelencia. En estos momentos no existe un centro así a escala europea. Existen varias universidades excelentes u otros organismos, pero no hay ningún centro de este tipo. Por tanto, es necesario que respondamos y, por tanto, la Comisión ha decidido satisfacer esta acuciante exigencia.
Lissy Gröner (PSE), ponente. – (DE) Señor Presidente, Comisario, esta Cámara lleva tiempo pidiendo la creación de un Instituto para la Igualdad; no solo planteamos esta exigencia cada año en el Día Internacional de la Mujer, sino que también queremos ver mejoras reales en la calidad de la política sobre igualdad y, por este motivo, respaldamos la propuesta de la Comisión.
La Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género, con el objetivo de garantizar un amplio apoyo, confió la elaboración del informe a los dos Grupos principales, representados por la señora Sartori y yo misma. Acordamos los compromisos y conjuntamente presentamos una serie de enmiendas generalmente destinadas a reducir la burocracia y a garantizar la primacía del proceso legislativo. Queremos evitar la duplicación y que se solape con otras agencias. Queremos garantizar que todo el conocimiento sobre las cuestiones de género que puede encontrarse en los institutos nacionales –los expertos en género, las universidades, las organizaciones no gubernamentales– pueda recopilarse en una sola red. Hemos propuesto algunas adiciones a la propuesta de la Comisión con la intención de implicar a la sociedad civil en un papel de asesor.
El Instituto para el Género desempeñará un papel muy importante a la hora de garantizar que nosotros, los legisladores, podemos utilizar sin demora los resultados de la investigación sobre cuestiones de género y, con ello, mejorar el proceso legislativo. El objetivo es que el Instituto sea un centro de excelencia e independiente, aunque, por supuesto, seguirá las directrices de la Unión Europea y nuestras políticas. Será una piedra angular y sus efectos sobrepasarán las fronteras de la Unión Europea, pero también existe el riesgo de que la gente diga –como ya están haciendo algunos diputados en esta Cámara– que no queremos un instituto específico para las cuestiones de género, sino que, en su lugar, debería combinarse con la Agencia europea de los derechos humanos.
El gran peligro es, en mi opinión, que no seamos capaces de garantizar la visibilidad de los programas de la Unión Europea. Al igual que con el programa de igualdad, lo que necesitamos es un instrumento con un efecto externo. No creo que el programa Progress nos haya permitido garantizar la visibilidad y debemos tener la seguridad de que el Instituto para la Igualdad sí lo hará. Lo que necesitamos es un instituto pequeño de gran categoría que trabaje para obtener unos buenos resultados.
Decir que «no» hoy sería un grave contratiempo para la política de igualdad de la Unión Europea y un gran contratiempo para la hoja de ruta sobre la igualdad que se presentó de forma tan convincente la semana pasada. Fue el señor Barroso, el Presidente de la Comisión, quién fijó el calendario la semana pasada. Digamos «sí» hoy al informe Sartori/Gröner para poder cumplir el calendario y para que no haya más demoras.
Amalia Sartori (PPE-DE), ponente. – (IT) Señor Presidente, Señorías, quiero unir mi voz a la de mi colega, la señora Gröner, para defender el voto a favor de esta propuesta de la Comisión, que responde a una exigencia sentida en todos los países europeos, y no solo por las mujeres.
En realidad, como ya ha explicado tanto el Comisario como la señora Gröner, se habla de este tema desde hace mucho tiempo: la idea de crear un instituto de género se remonta a más de diez años atrás, a propuesta del entonces Ministro sueco de Igualdad de Oportunidades. El trabajo continuó durante cinco años y hubo un debate intenso; en el año 2000, el Consejo Europeo de Niza reconoció la necesidad de un instrumento para estimular el intercambio de experiencias y compartir la información en materia de igualdad entre hombres y mujeres.
La Comisión Europea elaboró un estudio de viabilidad, después lo presentó y hace un año, el 8 de marzo, se tomó esta decisión. Como ya se ha indicado, dicho estudio fue un trabajo conjunto y muy importante de nuestra comisión parlamentaria, que intervino para que el instituto se convirtiese en lo que todos nosotros queríamos: un instrumento técnico muy ágil encargado de recopilar todos los datos facilitados por los institutos estadísticos y difundirlos para dar a todos los operadores y todos los responsables de legislar y tomar medidas la posibilidad de adoptar decisiones teniendo en cuenta la perspectiva de género.
Algunos se preguntarán si es realmente necesario un instituto de género. Creo que sí, y nos lo confirman los datos que están a la vista de todos. Por ejemplo, la Directiva europea sobre la igualdad de remuneración fue aprobada hace treinta años, en 1975, pero aún hoy tenemos en Europa una desigualdad media del 15 %, que en algunos países se eleva al 30 %.
Están también los datos relativos al empleo: Lisboa solo podrá hacerse realidad si cada vez más mujeres tienen acceso al mercado de trabajo, por no hablar de los problemas derivados de la caída de la tasa de natalidad y de la violencia.
A mi entender, este instituto es necesario; todavía precisamos un instituto de género para las mujeres, destinado a las mujeres. La estructura será muy altamente consolidada: la junta directiva estará integrada por nueve miembros más un representante de la Comisión y un representante de cada país en el comité consultivo
Concluiré diciendo que las posiciones contrarias son de dos tipos: hay quien quiere centralizarlo todo en la Agencia de Derechos Humanos, cuya creación en Viena está ya prevista. Si yo quisiera ayudar al Comisario Frattini lo aceptaría, pero no creo que sea eso lo que necesitamos las mujeres. Otros piensan que costaría demasiado, pero mi respuesta a esto es que en Europa tenemos cuatro organismos que se ocupan del empleo y cuestan 66 millones de euros al año; este organismo, en cambio, solo costará 8 millones de euros.
Jutta D. Haug (PSE), ponente de opinión de la Comisión de Presupuestos. – (DE) Señor Presidente, Señorías, se da el caso de que en la Unión Europea necesitamos otro instrumento eficaz que nos permita avanzar a pasos agigantados hacia la igualdad entre mujeres y hombres, porque si seguimos dando pasos cortos como hasta ahora, la implantación de la igualdad será una lucha incluso para nuestras bisnietas. El Instituto Europeo para la Igualdad que se propone puede ser ese instrumento adicional, pero, nosotros como parlamentarios –y nosotras las mujeres en particular– no solo queremos trabajar con ahínco, sino también hacerlo para que los efectos de nuestro trabajo perduren; para ello, el Instituto debe tener unas condiciones marco adecuadas en las que funcionar, entre ellas la financiación de la que disponga y con la que tendrá que apañárselas.
Hay dos comentarios que la Comisión de Presupuestos y su ponente permanente para las agencias desearían aportar a este respecto. En primer lugar, ya tenemos 23 agencias, muchas de las cuales se están creando o en fase de reestructuración, y todas ellas necesitan mucho dinero. Si nuestro acuerdo con el Consejo sobre el próximo marco financiero se traduce en menos dinero del que esta Cámara ha propuesto, las agencias descentralizadas también se verán afectadas.
En segundo lugar, la Comisión ha propuesto –y la Cámara no ha puesto reparos a esta propuesta– que el Instituto de género sea financiado completamente a través de la Quinta sección del programa Progress. En junio del año pasado, esta Cámara, en su posición sobre las perspectivas financieras, asignó más de 850 millones de euros a este programa, pero el Consejo, en diciembre, recortó esa cantidad en casi 300 millones. Sin una financiación adecuada, no podremos lograr que los efectos sean duraderos en lo que a la igualdad se refiere. Un verdadero proceso legislativo y un trabajo de verdad requieren dinero, si no queremos seguir aparentando lo que no es, frustrando a los trabajadores y arrojando arena a los ojos de los ciudadanos.
Borut Pahor (PSE), ponente de opinión de la Comisión de Asuntos Constitucionales. – (SL) Antes de explicar algunas ideas propias, me gustaría expresar mi apoyo a mi colega que ha intervenido poco antes de mí sobre la importancia de la financiación para el éxito del Instituto.
Hablo como ponente de opinión de la Comisión de Asuntos Constitucionales, y quiero expresar mi satisfacción por la propuesta de creación de un Instituto Europeo para la Igualdad de Género. De hecho, propuse en la Comisión de Asuntos Constitucionales que debía llamarse agencia y no instituto. Mediante esta enmienda mi intención es hacer hincapié en el compromiso político de la institución, más que en su dimensión académica, que confiere la palabra instituto.
En cualquier caso, para coincidir con el Día Internacional de la Mujer, el Parlamento Europeo, al adoptar esta decisión, está alentando nuevos pasos hacia la implantación de la igualdad de oportunidades, algo que considero es una de las ambiciones fundamentales de una Europa moderna. Espero que el Instituto no sea únicamente una oficina estadística pasiva encargada de medir la igualdad o la desigualdad, sino que sea un órgano activo que proponga nuevas estrategias que garanticen avances reales con respecto a la igualdad.
No puedo resistir la tentación de hablar a esta distinguida Cámara sobre la candidatura de Eslovenia para albergar este Instituto. Si Eslovenia sale elegida, se tratará de una decisión alentadora porque, aunque por un lado hemos logrado con éxito llevar a cabo nuestra transición, los datos indican, sin embargo, que los hombres siguen teniendo más éxito que las mujeres. Por otro lado, las autoridades están intentando activamente cambiar la situación, y en vista de esto, la creación del instituyo en un nuevo Estado miembro sería una decisión de buen augurio, ya que alentaría cambios positivos.
Anna Záborská, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (FR) Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, quiero manifestar mi profunda gratitud a la señora Gröner y a la señora Sartori por su excelente trabajo de equipo en la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género.
Me atrevo a formular una pregunta iconoclasta: ¿podríamos prescindir de un observatorio que se ocupe exclusivamente de las diferencias de trato entre hombres y mujeres?
Desde hace 30 años y a pesar de todas las directivas europeas, la persistente desigualdad de trato entre hombres y mujeres en todas las actividades económicas constituye un insulto a nuestra democracia. La cuestión demográfica no está resuelta. En interés de los padres, de las madres y de los hijos, necesitamos realizar urgentemente la conciliación entre vida familiar y vida profesional. La Estrategia de Lisboa dista mucho de ser un éxito. ¿Quién se toma en serio la creación del capital humano de las generaciones futuras? ¿Quién se toma en serio la solidaridad entre generaciones? Estas actividades económicas informales y no monetarias representan un trabajo duro y mayoritariamente realizado por mujeres. El papel de los hombres en el proceso de igualdad de género tampoco se tiene en cuenta para nada.
Por consiguiente, no me parece inútil promover medios para vigilar y denunciar las inaceptables diferencias de que siguen siendo víctimas las mujeres en comparación con hombres. Cualquier iniciativa que denuncie objetivamente estas injusticias, más allá de las divergencias políticas de opinión, siempre será bienvenida.
Sarah Ludford, en nombre del Grupo ALDE. – (EN) Señor Presidente, el grado de compromiso de cada uno con la igualdad de género no debe medirse por el apoyo a la creación de un Instituto Europeo de la Igualdad de Género. Los ponentes explican que apoyan este órgano «ya que con él, el objetivo general de la igualdad de género... no ocupará un rango inferior al de ninguna otra política contra la discriminación a escala comunitaria». Este objeto equivocado explica por quá la creación de un instituto es de hecho una mala idea. En la opresión no existen jerarquías. Sus promotores consideran que es más importante el prestigio de un órgano exclusivo que la realidad de una transformación general de la sociedad.
El Instituto Europeo de la Igualdad de Género debería formar parte en realidad de la nueva Agencia de los Derechos Fundamentales, al igual que lo será el Observatorio Europeo del Racismo y la Xenofobia. Si la igualdad de género es el único objetivo que queda fuera de la Agencia de los Derechos Fundamentales, se creará un modelo desequilibrado y se debilitará a esta última agencia. También podría provocar que la igualdad de género se convierta en un ámbito olvidado y aislado, en lugar de ser un abanderado sumamente visible, como desean sus partidarios.
Me parece que decir que es necesario un instituto para que la igualdad de género siga siendo una de las prioridades políticas de la UE es una posición sumamente defensiva. Por el contrario, las mujeres pueden impulsar la campaña por la igualdad de derechos humanos para todos a través de la Agencia de los Derechos Fundamentales. Esa es la opinión de la Comisión de Igualad de Oportunidades del Reino Unido y yo la suscribo.
Hiltrud Breyer, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (DE) Señor Presidente, el Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea apoya de forma incondicional la creación de un instituto sobre el género independiente y eficaz, y respalda el informe de la señora Gröner y de la señora Sartori en su totalidad.
Muchos en esta Cámara se preguntan por qué necesitamos un nuevo Instituto. ¿Por qué lo necesitamos? Necesitamos uno, porque la igualdad entre hombres y mujeres es la característica distintiva de la Unión Europea, porque la Unión Europea ha dicho que consideramos la igualdad como uno de los valores de la Unión y porque se sigue discriminando a las mujeres. Al contrario de lo que la señora Ludford acaba de decir, no estamos hablando solo de violaciones de los derechos humanos. Sigue habiendo discriminación en el mercado de trabajo, en el deporte y en muchas otras áreas. Sabemos que las mujeres tienen un papel que desempeñar a la hora de conformar el futuro, no solo en lo que a su potencial en el proceso de Lisboa se refiere, sino también, por ejemplo, en cuanto a demografía, donde su papel es positivo y crucial. Las madres, en particular, tienen un cometido fundamental en lo que respecta a las violaciones de los derechos de las mujeres migrantes. Ayer oímos al Comisario Frattini hablar de cómo seguimos teniendo pocos datos estadísticos sobre la prostitución forzosa. Este Instituto de Género es lo que necesitamos.
En el pasado, la Unión Europea era un baluarte de la política de igualdad. Un voto negativo sería un desastre; significaría una ruptura real en la Unión Europea y supondría admitir que la política de igualdad de esta Cámara no tiene nada que ofrecer. Por estos motivos, insto a la Cámara a que vote mayoritariamente a favor de este Instituto para la igualdad. Necesita hacerse visible de esta forma.
El Instituto Europeo de la Igualdad de Género no debe, sin embargo, sustituir las iniciativas legislativas. Nos mostraremos vigilantes para garantizar que la política de igualdad no queda encallada. El Instituto de Género no debe convertirse en un medio de entreguismo o de distracción de la falta de acción legislativa. Un Instituto de Género no hará menos necesarias las políticas en materia de igualdad y queremos que la Comisión se atenga a esto.
Así pues, pido otra vez un firme apoyo para este informe.
Eva-Britt Svensson , en nombre del Grupo GUE/NGL. – (SV) Quiero agradecer a mis colegas de la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad, especialmente a la señora Gröner y a la señora Sartori, su comprometida labor en esta materia. Lo apoyo completamente, como el resto del Grupo. Comprendemos que un Instituto no puede por sí mismo aumentar la igualdad, pero apreciamos que, si se diseña de la manera correcta, puede resultar un instrumento increíblemente importante para el éxito del trabajo de promoción de la igualdad.
Me gustaría indicar dos propuestas que reforzarían aún más el trabajo del Instituto: la primera, que sería efectivo posiblemente evaluar las consecuencias para las mujeres, o, si fuera el caso, para los hombres, de las decisiones tomadas a todos los niveles; y, la segunda, que la junta estuviera compuesta por seis personas del Consejo, seis de la Comisión y por tres miembros más procedentes, según convenga, de la patronal o un sindicato, y una organización voluntaria. Creo que estos tres últimos miembros también deberían tener derecho de voto y que la organización voluntaria debería ser una organización de mujeres.
Urszula Krupa , en nombre del Grupo IND/DEM. – (PL) Señor Presidente, en su esfuerzo por conseguir la igualdad entre sexos, la Comisión Europea tiene intención de dedicar 50 millones de euros a las actividades del planeado Instituto Europeo para la Igualdad de Género. Este órgano tendrá los objetivos de asegurar un salario igualitario para el mismo trabajo, terminar con los estereotipos de género y también promover la igualdad entre sexos fuera de la Unión Europea.
Sin embargo, me gustaría recordar a la Cámara que casi 70 millones de los 450 millones de habitantes de la Unión Europea viven en la pobreza. Esto representa el 15 % de la población y es un indicador claro de desigualdad. También es una violación de los derechos humanos fundamentales y una afrenta contra la dignidad humana.
En interés de la paz sería apropiado ayudar a los pobres, terminar con el desempleo y resolver la situación de los servicios sanitarios. Esto sería mucho más beneficioso que animar sentimientos enfermizos entre hombres y mujeres, lo que trae siempre consecuencias negativas para las mujeres. Cualquier desigualdad relativa a la remuneración podría ser remediada por medio de una sola ley, que no requeriría una financiación tan amplia. En vez de intentar igualar los desequilibrios naturales en diversas áreas de la economía y la vida profesional, y promover la igualdad fuera de la Unión deberíamos centrarnos en la igualdad dentro de la Unión. Los fondos anteriormente mencionados se podrían gastar con más utilidad ayudando al menos a los niños que viven en la pobreza a mejorar sus condiciones de vida. Promocionar la familia debería tener preferencia sobre la eliminación de los estereotipos de género y ayudaría a revertir la tendencia actual a relegar la familia a una curiosidad cultural anticuada.
Wojciech Roszkowski , en nombre del Grupo UEN. – (PL) Señor Presidente, la igualdad entre hombres y mujeres es un mantra repetido a menudo dentro de la Unión Europea. El sentido común nos dice, sin embargo, que no se trata en absoluto de un asunto sencillo. Nos referimos a hombres y mujeres precisamente porque son diferentes. Son iguales en términos de dignidad pero son diferentes. Esto es obvio en el mundo deportivo mencionado anteriormente. He intentado recientemente descubrir en qué forma entiende la Comisión Europea esta fórmula, especialmente porque esta fórmula viene muy a menudo acompañada por el corolario en todas las áreas. Por ello, he preguntado si esta igualdad proviene de las leyes naturales o de las leyes estatutarias y qué se puede hacer para que los hombres puedan dar a luz. El Comisario Špidla ha contestado que el principio de la igualdad de género solo se refiere al trabajo y al acceso a bienes y servicios. Esto es contrario a los hechos. Después de todo, el Artículo 23 del Capítulo III de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea se refiere claramente a todas las áreas. Si la Comisión Europea es incapaz de resolver el problema con las leyes europeas, dudo que el Instituto planeado pueda hacerlo.
Lydia Schenardi (NI). – (FR) Señor Presidente, una cosa es segura, no faltan estructuras y redes de todo tipo dedicadas a estudiar y defender a las mujeres. Se puede citar el Instituto para la Igualdad entre Hombres y Mujeres, varias ONG, comités ad hoc, agencias de derechos fundamentales, foros consultivos sobre los derechos de la mujer, el Lobby Europeo de Mujeres o nuestra propia comisión parlamentaria.
Por tanto, ¿es razonable crear un nuevo instituto europeo encargado de la igualdad entre hombres y mujeres? En esta nebulosa de estructuras, que no siempre funcionan en perfecta armonía en el intercambio de información, ¿tendrá este nuevo órgano, que se supone pondrá en red toda esa información, medios reales para existir? Hablando claramente, ¿podemos garantizar, hoy, y al margen de su posible operatividad, su plena independencia política y financiera?
Parece que no, pues la Comisión no está dispuesta a dar demasiado margen de maniobra al futuro instituto. En efecto, su reticencia a aceptar que el director del instituto sea responsable únicamente ante su consejo de administración y no ante ella, resulta muy reveladora a este respecto.
Por todas estas razones y otras más, no puedo aprobar esta iniciativa de creación de lo que me permitiría denominar otro sistema laberíntico.
Zita Pleštinská (PPE-DE). – (SK) Señorías, la creación de un instituto europeo para crear una corriente dominante sobre género, una tarea a largo plazo fundamental señalada en el Tratado de Amsterdam y influida positivamente por el proceso que siguió a la Cuarta Conferencia Mundial de las Mujeres que tuvo lugar en Pekín, se ha convertido en un tema de discusión política entre las personas a favor y en contra del Instituto.
Soy de los que apoyan la visión compartida por las ponentes, la señora Gröner y la señora Sartori, que han conseguido encontrar una solución común para los dos Grupos políticos mayoritarios del Parlamento Europeo. Admiro y aprecio su trabajo sobre este informe, y en particular su paciente campaña de concienciación en la que defienden la creación del Instituto como coordinador, cuya tarea será la de proporcionar apoyo técnico que permita aplicar las políticas de género de la UE, estimulando y actuando en colaboración con las instituciones existentes, repartiendo información y mejorando la visibilidad de los temas relacionados con la igualdad de género.
No apoyo la enmienda que sugiere que el Instituto se integre en la Agencia de los derechos humanos de la Unión Europea con sede en Viena, pues el área entera del problema se convertiría en una parte de un programa ya existente, y ello no satisfaría el deseo de la UE de reforzar las políticas de igualdad de oportunidades. Como también sugieren los informes más recientes, las desigualdades entre hombres y mujeres siguen existiendo. La existencia de desigualdades es un problema para la toda la sociedad y no solo para las mujeres. La puesta en marcha del Instituto será el pilar fundamental de la hoja de ruta adoptada recientemente para la implantación de las políticas de igualdad de oportunidades. En términos financieros, el Instituto no supondrá una carga significativa, pues la financiación corre por cuenta de fuentes ya existentes. El valor añadido del Instituto también incluirá actividades fuera de la Unión Europea, especialmente con vistas a la ampliación, donde la igualdad de oportunidades es, y seguirá siendo, un tema de actualidad.
Como conclusión, estoy convencida de que situar el Instituto en uno de los nuevos Estados miembros además consigue el objetivo de descentralizar de forma equilibrada las instituciones de la Unión Europea.
Teresa Riera Madurell (PSE). – (ES) Señor Presidente, ante todo quiero felicitar a las ponentes por su informe y expresar mi satisfacción por los esfuerzos de la Comisión para que la Unión Europea pueda disponer de un organismo independiente dedicado específicamente a los asuntos relativos a la igualdad de género.
Quiero insistir en la necesidad de que el Instituto goce de una completa independencia, sin ningún tipo de condición. Este es un requisito fundamental para que el Instituto pueda cumplir con sus objetivos, que van mucho más allá de la mera asistencia técnica a la Comisión.
Como método de trabajo, la idea de crear una Red europea de la igualdad de género me parece claramente innovadora y eficaz, sobre todo para superar los imperativos de tiempo y distancia en la puesta en común y en el intercambio de conocimientos, informaciones y políticas.
En cuanto a la estructura del Instituto, creo que, al final, se ha logrado una solución aceptable en la composición del Consejo de Administración, que supone una distribución justa y eficaz de las funciones entre las tres instituciones y ajustada a lo que va a ser la realidad de un organismo, desgraciadamente, con bajo presupuesto y poco personal. En este sentido, quiero insistir en que, para que el Instituto pueda cumplir sus objetivos, es imprescindible una buena financiación, una financiación adecuada que dé credibilidad al compromiso de la Unión Europea con la igualdad de género.
Esto es algo que todos debemos tener muy presente estos días en las negociaciones que, sobre financiación, se están celebrando entre las distintas instituciones.
Anneli Jäätteenmäki (ALDE). – (FI) Señor Presidente, estoy a favor de crear un Instituto Europeo para la Igualdad de Género separado, activo e independiente. Una política sólida de la UE sobre igualdad sería un recurso. Las mujeres participan cada vez más en el mercado laboral, y los hombres cada vez menos. En el futuro no podremos permitirnos desatender o ignorar los recursos humanos existentes. El Instituto para la Igualdad de Género podría, aun así, influir en esta situación. En el contexto de la Estrategia de Lisboa, el punto de vista de la igualdad cobró al principio una gran importancia, pero ha sido olvidado. El tema de la igualdad debería estar mucho más destacado, y respecto a ello un Instituto activo podría conseguir una UE más fuerte y competitiva que nunca.
Irena Belohorská (NI). – (SK) Me gustaría agradecer a las ponentes la elaboración de este informe, que debería culminar en la creación de un Instituto Europeo de Género. La tarea del Instituto será la de recoger y analizar datos sobre la igualdad entre hombres y mujeres en los países de la UE, así como organizar conferencias y campañas. Creo que es completamente equivocado cuestionar la creación del Instituto y, en este sentido, también me opongo a la forma en la que se han vertido dudas sobre la Republica Eslovaca como sede potencial del Instituto.
No voy a hacer una lista de cada institución que tiene su sede en los quince primeros Estados Miembros. Respeto el hecho de que durante la fundación de la Unión Europea dichos centros tenían que establecerse y desarrollarse como parte de una acción conjunta coordinada. Por lo tanto, insto a sus Señorías a que voten a favor de la creación de este Instituto.
El Instituto de Género podría funcionar como un defensor del pueblo de las mujeres, un mediador entre organizaciones gubernamentales y no gubernamentales para eliminar injusticias, como la discriminación en las relaciones laborales. Después de todo es bien sabido que los salarios más bajos se corresponden normalmente con los llamados «sectores femeninos», es decir, la educación y la sanidad, mientras los salarios más altos son típicos de ocupaciones en las que predominan los hombres como las fuerzas armadas y la policía. ¿Son la sanidad y la educación de las generaciones futuras acaso menos importantes?
María Esther Herranz García (PPE-DE). – (ES) Señor Presidente, desde luego quiero felicitar a las dos ponentes y a todos los miembros de la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género, que han trabajado tanto en este informe.
Me parece que este Instituto ha de ser un instrumento útil, pero dicha utilidad dependerá de la voluntad política de los Gobiernos de querer de verdad una igualdad o no entre hombres y mujeres.
Digo esto porque, como ha dicho la señora Sartori, hace más de cincuenta años que hay una legislación para que hombres y mujeres cobren lo mismo por un trabajo igual. Sin embargo, estamos en 2006 y hay todavía muchas mujeres que cobran menos que los hombres por igual trabajo o cuyo contrato no corresponde al trabajo que están realizando efectivamente.
Por tanto, esas medidas efectivas, que son las que las mujeres han de ver en nuestra sociedad europea, necesitan que las leyes se pongan en práctica y no que se creen más y más leyes. Para eso, hace falta voluntad política que se expresa en dinero, en el dinero que ha de ponerse en los presupuestos, tanto en los presupuestos nacionales como en los de la Unión Europea.
Digo que quiero de verdad igualdad y, desde luego, lo que no quiero es propaganda política. Hay muchas ocasiones en las que Gobiernos que se dicen muy progresistas, cuando presentan planes, como, por ejemplo, el Plan Nacional de Reformas que ha presentado el Gobierno de mi país, incluyen frases como «se darán beneficios a la contratación para jóvenes varones desempleados menores de treinta años» al mismo tiempo que no contemplan ninguna medida para las mujeres menores de treinta años, que, en mi país, tienen un índice de desempleo mucho más alto que el de los hombres. A esto le llamo yo demagogia: decir una cosa y hacer otra, y es precisamente lo que tenemos que evitar en la Unión Europea.
Por tanto, sí a ese Instituto, pero que, de verdad, sirva para algo.
Marie-Line Reynaud (PSE). – (FR) Quiero felicitar a las dos coponentes, la señora Gröner y la señora Sartori, por el excelente trabajo que han realizado. En efecto, el informe aporta al texto inicial de la Comisión una serie de mejoras que también yo había sugerido en mi proyecto de opinión en la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior.
Quisiera citar cuatro de ellas. En primer lugar está la función de iniciativa que se otorga al instituto, en particular a través de sus misiones de análisis y de transmisión de conocimientos prácticos, y la posibilidad que se le da de someter sus recomendaciones y orientaciones a las instituciones comunitarias. Después, la importancia de la cooperación con la Agencia de los Derechos Fundamentales. También, la necesidad de una presencia equilibrada de hombres y mujeres en el Consejo de Administración y, por último, el papel del Parlamento Europeo, en particular por lo que respecta al nombramiento del director del instituto y los miembros del consejo de administración y al seguimiento de sus actividades.
Este Instituto de la Igualdad de Género es indispensable para una verdadera Europa de los ciudadanos y las ciudadanas, y me ha decepcionado enormemente que mi proyecto de opinión fuera rechazado en la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior, por 18 votos a favor y 18 en contra, debido a la voluntad de una parte del Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y de los Demócratas Europeos y de una parte del Grupo de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa de impedir que este instituto vea la luz. Dicho esto, me alegra ver y comprobar que las coponentes han integrado lo esencial de mis preocupaciones en su informe.
Eugenijus Gentvilas (ALDE). – (LT) Estoy muy complacido con este informe. Creo que es muy importante para la identidad de una Europa nueva y moderna. El problema de la igualdad de oportunidades es especialmente relevante en los Estados de la Europa oriental. Es más, no es por casualidad que Eslovenia, Eslovaquia y Lituania aspiren a albergar la sede de este Instituto en su territorio. Las mujeres en los Estados de la Europa del Este todavía son vistas con frecuencia como amas de casa y no están integradas en los procesos económicos. El Parlamento Europeo cuenta con una Comisión sobre los Derechos de las Mujeres e Igualdad de Género. En muchos Estados europeos hay ministerios, departamentos y otras instituciones dedicadas a la igualdad entre los sexos. Es por ello por lo que creo que es lógico crear una institución de estas características para toda la Unión Europea. Por lo tanto, apoyo los esfuerzos de las ponentes Lissy Gröner y Amalia Sartori así como su argumento de que un instituto independiente puede operar de forma mucho más efectiva que uno que sea parte de otra agencia. Me gustaría hacer hincapié en que el Instituto es necesario tanto para los hombres como para las mujeres, y es lamentable que la mayoría de los que han hablado hoy sean mujeres.
Maciej Marian Giertych (NI). – (PL) Señor Presidente, el ridículo eslogan de las feministas sobre la igualdad de género va en detrimento de las mujeres. Dicho eslogan atribuye un gran valor a las características masculinas y sugiere que las mujeres también las poseen. Este no es el caso. Las mujeres poseen características femeninas y las mismas también han de ser valoradas. Las referencias a las esposas que no trabajan son insultantes, pues dichas mujeres trabajan muy duro en el hogar. Su trabajo debería ser valorado y reconocido al menos en igual -si no en mayor- medida que el trabajo realizado por los hombres. Uno de los rasgos más desafortunados de la sociedad contemporánea es que las mujeres se ven obligadas a trabajar fuera de casa por razones financieras, porque es imposible criar una familia con un solo sueldo. Esto sucede en un contexto de desempleo alto. No se puede pedir a las mujeres que contribuyan en la misma medida que los hombres. Por ejemplo, no se les puede pedir que hagan turnos o estén varios días fuera de casa. Porque sencillamente no somos iguales. Las mujeres tienen un valor inestimable por su papel de madres, y es por ello por lo que merecen especial consideración y protección. No necesitan un instituto.
Lidia Joanna Geringer de Oedenberg (PSE). – (PL) Señor Presidente, es urgentemente necesaria la creación de un Instituto Europeo para la Igualdad de Género, porque incluso en el corazón de Europa en el siglo XXI somos testigos habituales de discriminación por razones de sexo.
Las mujeres representan el 52 % de la población de Europa y continuamente experimentan discriminación en muchas áreas de sus vidas. Este nuevo Instituto no puede dedicarse únicamente a recoger datos estadísticos si quiere promover e implantar políticas de igualdad de género de forma efectiva en una Unión ampliada. Por el contrario, debe centrarse en analizar los datos en detalle y dar consejo y establecer pautas necesarias para crear una corriente dominante sobre igualdad de género efectiva en el sistema legal europeo. Se debería tener en cuenta que la igualdad de género, que el Instituto debe encargarse de promover, es un derecho fundamental y una prioridad de las políticas comunitarias. Está consagrado en el Tratado y debe ser implantado en todas las áreas de actividad social y económica, especialmente en lo que refiere a empleo e iniciativa empresarial.
Convendría que el Instituto estuviera situado en los nuevos países de la Europa unida, quizás en Polonia. Polonia es el país más grande de los nuevos Estados, y un país donde no solo la discriminación está extendida, sino que es practicada por las autoridades.
Justas Vincas Paleckis (PSE). – (LT) Emile Zola dijo que una mujer es el eje en torno al cual gira la civilización. Este instituto debería convertirse en el eje en torno al cual giraran los temas de igualdad de género y su implantación. Para convertir en una realidad el Instituto Europeo para la Igualdad de Género, todo lo que hace falta es entender el problema, voluntad política y algo de financiación. Será considerablemente más difícil para el funcionamiento del instituto cambiar las actitudes hacia las mujeres y erradicar la discriminación que soportan en muchos países europeos. El instituto debería emplear no solo a especialistas, sino también a personas de ambos sexos apasionados por estas actividades. Son necesarios la influencia del Parlamento Europeo en la formación del equipo del instituto y el control parlamentario constante. El instituto debería evaluar la situación en cada área, en cada país y presentar propuestas. Sobre esta base, las instituciones de la UE deberían tomar medidas efectivas y se debería exigir lo mismo a los Gobiernos nacionales. El instituto debería empezar su trabajo en uno de los nuevos países de la UE. Vilnius ofrece no solo lo que Lituania puede alcanzar con la implantación de la igualdad, sino también la oportunidad de combinar la experiencia de los países escandinavos líderes con el potencial de la Europa central, y de hecho con el de la totalidad de Europa.
Vladimír Špidla, miembro de la Comisión. (CS) Señorías, he escuchado con gran interés su debate y espero que ahora me permitan referirme a varias de las cuestiones que se han planteado. En primer lugar, quiero agradecer la excepcional calidad del informe elaborado por las ponentes, que solo puede calificarse de brillante, dada la complejidad del tema tratado. Señorías, en el debate se han expuesto una serie de argumentos y opiniones que me parece que requieren respuesta.
La primera opinión que se ha expresado es que la institución en cuestión debe formar parte de la agenda en materia de derechos humanos. Algunos oradores que han intervenido en el debate han manifestado la opinión –que apoyo plenamente– de que la cuestión de la igualdad de oportunidades va más allá de una simple cuestión de derechos humanos, pese a la importancia fundamental de los mismos. La cuestión de la igualdad de oportunidades es más amplia.
Se ha planteado también si la Unión Europea debe promover la igualdad de oportunidades incluso en sus relaciones internacionales. Tengo que expresar mi firme convicción de que eso es necesario. La Unión Europea mantiene numerosas relaciones internacionales, tanto con los Estados miembros como en el contexto de la ayuda al desarrollo y a escala multilateral, y todas ofrecen la oportunidad de consolidar la igualdad de género en la práctica.
Señorías, estoy convencido de que la igualdad entre hombres y mujeres, fomentada y apoyada a escala mundial, constituirá una importante fuente de estabilidad en el mundo y puede conseguir pacificar muchos de nuestros conflictos actuales. También me parece acertado el argumento expuesto en el debate en el sentido de que el nuevo instituto dotará de mayor visibilidad y transparencia política a las cuestiones relacionadas con la igualdad de derechos y la igualdad de oportunidades. Apoyo plenamente dicho argumento. Conviene asimismo que recordemos, como se ha dicho con frecuencia en el debate, que todavía nos queda mucho por hacer. Es evidente que tratamos de basar la formulación de nuestras políticas en el debate argumentado y ese es uno de los resultados civilizados de la vida en la Europa actual. Podría añadir que son políticas basadas en demostraciones prácticas y opiniones prácticas. Pero incluso desde esa perspectiva, el instituto puede mejorar la calidad.
Me parece evidente que existe un gran volumen de información importante que no se está utilizando de manera eficaz cuando se adoptan decisiones políticas. ¿Cuántos de ustedes saben, por ejemplo, que en España los hombres dedican 52 millones de horas al año a cuidar de otras personas, mientras que esa cifra es de 200 millones de horas en el caso de las mujeres? Se trata, sin duda, de un indicador importante de cuán desigual es el reparto de algunas de las obligaciones y responsabilidades que tenemos como seres humanos, hombres y mujeres. Pero ninguna de esa información se tiene en cuenta a la hora de adoptar decisiones políticas. Estoy seguro de que el instituto hará posible muchas cosas.
Señorías, uno de los principios básicos de la vida parlamentaria europea es el multilingüismo y a menudo descubrimos que determinadas cuestiones pueden expresarse con más elegancia y precisión en alguna otra lengua europea. Espero, por tanto, que me permitan citar el refrán alemán que dice «Stillstand ist Rückschritt». Estoy totalmente convencido de que si se quedan ustedes donde están, en la práctica retroceden. Señorías, permítanme expresar mi opinión sobre las enmiendas que se proponen en el informe o que se van a someter a votación. La posición de la comisión con respecto al carácter del instituto nos permite ser flexibles y aceptar la mayor parte de las enmiendas encaminadas a reforzar las funciones y los métodos de trabajo del instituto, incluida la creación de su red. Estas enmiendas son aceptables en su forma original, parcialmente o con algún cambio en su redacción. En una segunda categoría figuran las enmiendas que contribuyen a hacer más legible el texto y que la Comisión también puede aceptar en su forma original o con algunos pequeños retoques. El tercer Grupo corresponde a las enmiendas que hacen referencia a las técnicas de presentación jurídica y que, aun siendo constructivas, se apartan de las previsiones originales de los instrumentos existentes y, por consiguiente, no podemos aceptarlas por razones de cohesión. Por último están las enmiendas relacionadas con cuestiones horizontales; en otras palabras, con todas las agencias y organizaciones y sus procedimientos de selección de directores, prórroga de contratos y evaluación de las organizaciones. No podemos aceptar dichas enmiendas porque es necesario mantener un cierto principio de cohesión entre todas las agencias.
He dejado para el final el tema de la composición del Consejo de Administración. Celebramos que la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género se haya manifestado a favor de limitar el número de miembros del Consejo de Administración y que haya tenido en cuenta la resolución aprobada por el Parlamento Europeo en diciembre del año pasado sobre un marco operativo para las futuras agencias reguladoras. Ahora podemos guiarnos por esa propuesta, aunque el número de representantes de la Comisión no sea el mismo que en el caso del Consejo. El equilibrio entre ambas organizaciones y ambos niveles de interés, lo que equivale a decir entre la esfera nacional y la esfera comunitaria, podría mejorarse si, de acuerdo con la propuesta y en los ámbitos de competencia de la Comisión, la voz de su representante tuviera el mismo peso que las voces de todos los representantes del Consejo sumadas, en el número muy limitado de casos que requieran la aprobación de presupuestos y programas de trabajo. Por lo tanto, aceptamos las enmiendas 66, 82 y 85 relativas a la composición del Consejo de Administración y la regulación de las votaciones. Con el mismo espíritu, aceptamos que el número de miembros se pueda reducir a solo 25 representantes de los Estados miembros, según se establece en las enmiendas 67 y 83, y consideramos suficiente que las partes asistan a las reuniones del Consejo de Administración sin derecho a voto. Esperamos que el Consejo pueda aprobar su propuesta sobre el Consejo de Administración, la cual, junto con el sistema de rotación, permitirá la alternancia de representantes de todos los Estados miembros en el transcurso de tres mandatos.
Para terminar, quiero decir que hemos hecho un esfuerzo para hacer nuestras el mayor número posible de sus enmiendas. En este momento, la Comisión puede hacer suyas las enmiendas 2 a 10, 13, 15, 17, 18, 20, 24, 25, 26, 28, 29, 35, 36, 38 a 42, 44, 45, 48, 53, 55, 59 a 69, 74 y 76 a 85. La Comisión no puede aceptar las enmiendas 1, 11, 12, 14, 16, 19, 21 a 23, 27, 30 a 34, 37, 43, 46, 47, 49 a 52, 54, 56 a 58, 70 a 73 y parte de la 75. También debemos estar atentos a los debates que se desarrollen en el Consejo y hacer todo lo posible para asegurar el logro de un compromiso aceptable antes de finales de año. La Comisión cuenta con el apoyo del Parlamento Europeo para crear este instituto europeo tan necesario y es importante garantizar que la organización empiece a trabajar en 2007, por el bien del progreso y para elevar el perfil de la política a favor de la igualdad de género. Por supuesto, les transmitiré por escrito una opinión sobre cada una de las enmiendas.
(Aplausos)
El Presidente. – El debate queda cerrado.
La votación tendrá lugar mañana a las 11.30 horas.
Declaraciones por escrito (artículo 142 del Reglamento)
Hélène Goudin (IND/DEM). – (SV) La Lista de Junio considera que las cuestiones relacionadas con la igualdad de género son importantes y que desde luego es innecesario decir que las mujeres y los hombres tienen que recibir el mismo trato en todas las circunstancias. El nuevo Instituto Europeo de la Igualdad de Género se ha creado para analizar la igualdad en la Unión Europea comparando los datos de los diferentes Estados miembros.
La pregunta obvia que hay que formularse es: ¿Qué valor añadido aportará este organismo? ¿Podrá realizar un trabajo práctico y útil o será sobre todo una vía para que las instituciones de la UE demuestren su capacidad de actuar? ¿Contribuirá a promover la igualdad de género o constituirá sobre todo una cierta coartada y una manera de demostrar que la UE se preocupa por las cuestiones de igualdad?
Los argumentos presentados en el informe son poco convincentes. Las actividades del nuevo instituto podrían desarrollarse en el marco de las estructuras ya existentes. La Unión Europea ya cuenta con su agencia central de estadística, Eurostat, que puede elaborar estadísticas comparativas sobre la igualdad de género en los países de la Unión. También existen autoridades nacionales que trabajan sobre las cuestiones de igualdad y que pueden cooperar a escala transfronteriza.
La Comisión está integrada por 18 hombres y 7 mujeres. Aproximadamente el 30 % de los diputados al Parlamento Europeo son mujeres. Las instituciones de la UE deberían empezar por aplicar la igualdad en sus propias estructuras y sentar de ese modo un ejemplo, antes de crear nuevas autoridades centralizadas a escala de la Unión. La cooperación también se puede desarrollar de forma más descentralizada, sin necesidad de engrosar la Unión con la creación de nuevas autoridades para cada cuestión importante.
Katalin Lévai (PSE). – (HU) Señorías, la creación del Instituto Europeo de la Igualdad de Género, que facilitará la eliminación de todo tipo de discriminación por razón de género en Europa, tiene una enorme importancia.
Comparto el deseo expresado por las ponentes de que las actividades del Instituto no se limiten únicamente a la recopilación de datos, registro e investigación. Los análisis deben integrarse en las políticas de los Estados miembros de una forma innovadora, con el objetivo de que la igualdad de oportunidades llegue a ser una directriz política de primer orden y se integre en todas las políticas y acciones de los legisladores. Al mismo tiempo, los resultados de la investigación deben hacerse públicos con el fin de permitir que los ciudadanos europeos puedan adoptar una posición informada sobre las cuestiones relativas a la igualdad de género. Pero esto requiere una consolidación e institucionalización de la relación del Instituto con el sector civil y con los foros responsables de los temas de comunicación. Quiero llamar la atención sobre el hecho de que la cooperación con los medios de comunicación y la utilización de los medios modernos de comunicación constituye una tarea importante del Instituto.
Se deben poner a disposición recursos que permitan que los resultados de la investigación transciendan la esfera profesional, se hagan públicos y se puedan utilizar a la escala más amplia posible. El Instituto solo podrá desarrollar una labor eficaz si realmente funciona como una red europea de igualdad de género, si es capaz de coordinar a los centros, organizaciones y especialistas que participan en la implantación general de la igualdad de oportunidades en los Estados miembros y si su mensaje llega a los Gobiernos y a los ciudadanos de Europa.
Felicito a las ponentes y propongo que se acepte el documento.
Muchas gracias por haberme concedido el uso de la palabra.