El Presidente. De conformidad con el orden del día, se procede a la pregunta oral del señor Barón Crespo, en nombre de la Comisión de Comercio Internacional, a la Comisión sobre la situación del sector europeo del calzado un año después de su liberalización (O-0005/2006 - B6-0007/2006).
Enrique Barón Crespo (PSE), autor. – (ES) Señor Presidente, Señorías, señor Comisario, la industria del calzado es un sector económico importante en la Comunidad Europea, mundialmente conocida por la excelencia de sus productos.
Es un sector compuesto en su mayoría por pequeñas y medianas empresas localizadas, en muchos casos, en regiones donde constituyen la mayor fuente de empleo. En 2005 había más de 11 000 empresas que directa o indirectamente empleaban a más de 500 000 trabajadores, produciendo alrededor de 700 millones de zapatos, lo cual supone un 10 % de la producción mundial. Hay que señalar, además, que, en respuesta al proceso de apertura, la industria del calzado se ha sometido a una reestructuración extensiva, concentrando su producción sobre todo en la gama de precio más elevado. Yo diría que la especialidad europea más clara es la industria del cuero.
Como ha ocurrido en el caso del textil, el impacto del proceso de liberalización ha sido importante al terminar el sistema de cuotas. El sistema de control introducido por la Comisión demuestra claramente que las importaciones, particularmemte de China, pero no solo de China, han crecido de manera espectacular. El año pasado, las cifras en términos de valor y cantidad superaron en promedio el 450 % de incremento de importaciones y, en algunos casos, el 900 %.
El precio medio del calzado importado ha descendido significativamente y, sin embargo, el precio de venta de los productos no ha bajado, lo cual no corrobora la tesis, que creemos que es importante defender, de quiénes son realmente los beneficiarios del proceso de liberalización del comercio. En principio, deben de ser los consumidores.
Hace un año, la Confederación Europea del Calzado presentó una queja por prácticas de tipo dúmping en el calzado de cuero. Este es uno de los mayores casos planteados en la Unión Europea y que afecta a muchas industrias por un valor de más de 800 millones de euros.
El 23 de febrero, el Comisario, señor Mandelson, anunció a la prensa que la Comisión iba a recomendar un aumento de aranceles del 19,4 % para China y del 16,8 % para Viet Nam. El calzado de niño y otros, que representa una parte muy importante, no eran objeto de este tipo de medidas. El hecho es que la Comisión adoptó una decisión sin precedentes, introduciendo unos aranceles provisionales para un periodo de cinco meses en concepto de antidúmping. Hay que señalar que, dado el valor unitario de los productos, tampoco es una medida que se pueda considerar descabellada, es un porcentaje relativamente pequeño.
No voy a entrar más en el tema dúmping. Sin embargo, en calidad de Presidente de la Comisión de Comercio Internacional, sí querría hacer algunas consideraciones partiendo de un concepto inicial, y es la necesidad de respetar, en el marco de la OMC, las normas que nos hemos dado, tanto dentro como fuera de la Comunidad. Soy consciente de que se trata de algo más que de un simple caso de dúmping. Se plantea, en algunos casos, la superviviencia del sector en Europa y también la posibilidad de que la deslocalización sea una respuesta adecuada a la evolución. Como saben, en estos casos todo el mundo tiene sus razones; ahora, no es concebible que toda la industria europea se desplace hacia el exterior.
Al mismo tiempo, hay que señalar que China está tratando de obtener un estatus de economía de mercado en el marco de la OMC. Hay aspectos relacionados con las investigaciones comunitarias que señalan que, en este caso, China no ha cumplido claramente con las obligaciones de cara a la OMC, tanto en el terreno de las subvenciones, más o menos encubiertas, como en el terreno de las falsificaciones. Por ello, señor Comisario, esta es una oportunidad para demostrar a los ciudadanos que la Comisión va a hacer todo lo que esté en su poder para asegurar que las normas comerciales sean respetadas, incluyendo, si ello fuera necesario, el recurso al órgano de solución de diferencias en la OMC.
Estas distorsiones del mercado no se limitan al sector del cazado. Existen fundadas sospechas del carácter habitual de ciertas intervenciones ilegales de apoyo a las empresas exportadoras chinas. Señor Comisario, teniendo en cuenta las expectativas de la industria afectada y la sensibilidad de la opinión pública europea, quisiera saber qué acciones emprenderá la Comisión para asegurar que las reglas de la OMC serán respetadas por este país. Las consideraciones políticas no debe prevalecer sobre las conclusiones técnicas en un caso de antidúmping. Las medidas que usted ha propuesto son controvertidas. La industria europea y ciertos Estados miembros no están satisfechos con su propuesta. Son públicas las objeciones a la "creatividad" mostrada por la Comisión en la aplicación de sus bien establecidas normas y prácticas en materia de antidúmping. No sé si estas alegaciones son ciertas. Lo que sí sé es que las investigaciones antidúmping están basadas en leyes que deben aplicarse fielmente sin ningún tipo de consideraciones paralelas.
Le puedo señalar en conclusión, señor Comisario, que la Comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo va a seguir muy de cerca todo este proceso, porque creemos que el paso que ha dado la Comisión es un paso inicial, pero que debe completarse con una actitud favorable a que China u otros países, como Viet nam, puedan tener más posibilidades en el comercio internacional, pero respetando conjuntamente las reglas que nos hemos dado.
Peter Mandelson, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, en respuesta a estas preguntas, que me complace que se hayan formulado, permítame decir que he contraído el firme compromiso de desarrollar una relación bidireccional de comercio e inversión entre Europa y China, y con otros mercados asiáticos como el de Vietnam. El mayor desafío, en mi opinión, para la política comercial europea en los próximos años será desarrollar correctamente dichas relaciones.
Considero que Europa debe respetar las ventajas naturales con que cuentan esas economías y adaptarse a ellas, centrándose en los sectores y productos en los que nuestras compretencias y tecnologías nos dan una ventaja. Así crece el comercio y así han crecido las economías europeas a lo largo de los siglos.
La industria europea del calzado se encuentra en la primera línea de la competencia mundial. A pesar de su ingenio, su creatividad y su excelencia, los fabricantes europeos de calzado de cuero se enfrentan al extraordinario reto de los productores asiáticos. Sin embargo, para determinar la existencia de dúmping tengo que distinguir entre esta potente competencia nueva, por una parte, y las prácticas comerciales realmente desleales, por otra.
Las medidas europeas de defensa comercial apuntan contra el comercio desleal. No pueden protegernos de una fuerte competencia. No pueden protegernos de las ventajas naturales y legítimas de Asia basadas en los bajos costes. Sin embargo, si a estas ventajas comparativas añadimos prácticas desleales y contrarias a la competencia, tenemos el derecho y la obligación de actuar. Por ello, después de conocer el análisis y la evaluación preliminares de mis servicios, he recomendado a la Comisión y a los Estados miembros que se introduzcan aranceles provisionales en este caso.
Existen pruebas claras de una grave intervención pública en el sector del calzado de cuero de China y Vietnam: financiación en condiciones favorables, períodos de gracia fiscal, alquileres que no corresponden a los de mercado y una incorrecta valoración de activos que conduce al dúmping. Este dúmping está causando graves daños a los fabricantes de la UE.
Los aranceles contra el dúmping que recomiendo permitirán que los minoristas que tengan mercancía en tránsito no tengan que sufragar gastos imprevistos en la frontera. Propongo que se introduzcan progresivamente a lo largo de cinco meses, comenzando con un 4 % en abril. Esto permitirá que los importadores panifiquen con seis meses de antelación y con la mayor transparencia y previsibilidad posibles. Sin embargo, también implica que al cabo de seis meses estará establecido el arancel completo para contrarrestar los efectos perjudiciales del dúmping.
Como estoy obligado por ley, he ponderado muy detenidamente los intereses de los consumidores y de los minoristas en este caso. He propuesto la exclusión del calzado deportivo de alta tecnología, cuya producción en Europa ya no alcanza niveles significativos. Asimismo propongo que se excluya el calzado infantil, a fin de garantizar que incluso las pequeñas subidas de precios no se repercutan en las familias más desfavorecidas.
Soy consciente de que a algunos les preocupa el efecto que puede tener esta medida sobre los precios al consumo. En vista de los datos disponibles, considero que en la cadena de suministro hay margen para absorber un reducido arancel sobre la importación, repartiéndolo entre las gamas de productos y la cadena de distribución. Como ya he dicho, se trata de propuestas de medidas provisionales. Estas serán debatidas con los Estados miembros y deben ser confirmadas por el Colegio de Comisarios.
Creo que he propuesto una solución equilibrada que merece el apoyo de los Estados miembros y de esta Cámara, pues corrige los daños, pero permite que los importadores cuenten con la mayor previsibilidad posible, y los costes adicionales que repercute a los consumidores son mínimos. No se establecerán cuotas ni límite alguno a las importaciones de calzado de cuero procedentes de China y Vietnam. He manifestado a las autoridades chinas y vietnamitas que deseo colaborar con ellas para encontrar soluciones a los problemas detectados por la investigación de la UE.
El cobro de aranceles sobre mercancías importadas en condiciones de dúmping no es proteccionismo. No se trata de pedir a los consumidores que subvencionen a los fabricantes europeos que no son competitivos, porque a menudo se hace esta fácil comparación. También cabe señalar que el calzado no es un caso similar al de los textiles. Este problema se refería a importaciones legales de productos textiles. En cambio, las medidas antidúmping que proponemos para el calzado de cuero apuntan contra el competencia desleal. La Comisión tiene la obligación legal de investigar estas denuncias y el derecho legal de proteger a los fabricantes europeos contra estas prácticas.
Algunas de las preguntas de sus Señorías se refieren a la situación en general del sector europeo del calzado. Permítanme exponer brevemente dicha situación. La contracción del sector del calzado es un proceso de larga duración que comenzó antes de la liberalización del comercio del calzado con China en 2005. Sin embargo, es evidente que con este cambio algunos han salido ganando y otros perdiendo. Algunos fabricantes han aumentado sus exportaciones, mientras que otros, como Turquía y algunos países ACP, han visto cómo sus exportaciones a la UE y a otros destinos se han mantenido constantes o han disminuido.
Sin duda, China cuenta con una asombrosa capacidad de producción y exportación, por lo que ha sido la más beneficiada. Aquí en Europa se han perdido más de 40 000 puestos de trabajo en la industria del calzado y más de 1 000 empresas de este sector han desaparecido desde 2001. La producción europea de calzado de cuero ha caído un 30 % y los márgenes de beneficio se han reducido a algo más del 1 %.
Sin embargo, no pensemos que la intensa competencia a que están expuestos los fabricantes europeos de calzado se debe únicamente al dúmping. En gran parte es consecuencia de los cambios de pautas de producción y consumo en la economía mundial. Creo que debemos aceptarlo y, al mismo tiempo, ayudar a los afectados a adaptarse a estos cambios. Asimismo debemos reconocer que los fabricantes europeos han hecho una contribución apreciable a estos cambios al trasladar su producción a Asia en un gran número de casos. Por ello debemos tener en cuenta una serie de intereses de los fabricantes europeos al evaluar nuestros intereses en esta materia.
Para hacer frente al desafío de Asia, nuestras empresas y trabajadores deben hacer grandes esfuerzos. La estrategia de crecimiento y empleo de la Comisión se basa en la idea de que Europa debe comprometerse a equipar a los europeos de hoy para hacer frente a este desafío y crear los empleos del futuro. No podemos impedir la globalización y el cambio económico. Y no creo que a Europa le convenga intentarlo. Aquellos que piden al Comisario responsable de Comercio que dé marcha atrás a los cambios económicos mundiales están pidiéndole que retenga las mareas.
Sin embargo, podemos dar forma a la globalización e incluso utilizar su potencial dinámico para la renovación y, de hecho, la innovación en Europa. Creo que el problema del sector del calzado en un sentido más amplio nos pone ante este imperativo. Tenemos que invertir en el cambio, invertir en las personas afectadas por el cambio, pero hacer frente a un mundo cambiante en este proceso. Asimismo debemos defender firmemente nuestras normas en materia de competencia. Tenemos que reconocer que si deseamos ganar la batalla política a favor del libre comercio, tenemos que estar dispuestos a defenderlo y reivindicarlo.
Sin embargo, no podemos negar que Asia cuenta con ventajas comparativas o con una industria competitiva que está sacando de la pobreza a cientos de millones de personas del mundo en vías de desarrollo. El único contrapeso sostenible para esa competencia es la creatividad, la innovación y la dedicación de las propias empresas europeas, con la ayuda de las autoridades políticas.
Con todo gusto volveré a abordar cualquiera de estos aspectos con más detalle y responderé a las preguntas que sus Señorías deseen formular acto seguido.
Robert Sturdy, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (EN) Señor Presidente, me preocupa que nosotros, y sobre todo la Comisión, no hayamos aprendido nada del problema de lo que llegó a denominarse la «guerra de los sujetadores», cuando tuvimos que reconsiderar nuestra posición. Comprendo perfectamente la situación relativa a las medidas antidúmping y estoy totalmente de acuerdo con las perspectivas de la Comisión al respecto. Sin embargo, señor Comisario, ha dicho usted una o dos cosas en su intervención que me preocupan.
Ha dicho que en los casos de Vietnam y China se han dado circunstancias en las que han obtenido financiación, acuerdos financieros especiales, reducciones de impuestos, etc. ¿No ha ocurrido lo mismo en algunos casos en la Unión Europea? ¿No hay muchos casos en los que eso sucede en la Unión Europea? Y sobre todo, ¿es que nunca se han utilizado fondos europeos, Fondos Estructurales, etc.? ¿Podríamos correr el riesgo de que nos demandaran ante la OMC por el alcance de las medidas o el apoyo contra el dúmping?
¿Podría responder usted también a una o dos preguntas más? Entiendo muy bien la situación con respecto a China y acepto su posición, pero una de las cosas que estamos tratando de conseguir actualmente en el mundo occidental es la erradicación de la pobreza. De eso hemos hablado mucho. Ahora bien, Vietnam, hace 30 años, incluso hace 10 años, era un país muy pobre, probablemente más pobre que muchos países del África subsahariana. ¿Por qué han tenido la necesidad? ¿Seguro que han podido competir sin introducir realmente un mecanismo de ayuda? ¿Podría responderme a eso? Vietnam es un país que ha conseguido recuperarse a pesar de ser uno de los más pobres y que ahora tiene por lo menos algo de infraestructura.
Me preocupa que vayamos a proteger a la industria europea del calzado. Usted lo niega. Pero a mí me sigue preocupando.
Quisiera que me respondiera a una última pregunta. Creo que nosotros como diputados al Parlamento Europeo y usted en representación de la Comisión, hemos perdido la oportunidad de hacer llegar el mensaje sobre el dúmping. Los ciudadanos piensan que somos proteccionistas. Su personal me ha dicho que un par de botas de diseño fabricadas en China cuesta unos 180 euros en Europa y solo 10 euros importarlas desde China. Si el efecto del 19 % se transfiere directamente al consumidor, ¿se aplicará ese 19 % a los 180 euros o a los 10 euros que cuesta importarlas?
Erika Mann, en nombre del Grupo del PSE. – (EN) Señor Presidente, tengo algunas preguntas que hacerle y en esta ocasión no podré intervenir en nombre de mi Grupo porque, como ocurre con los casos antidúmping, creo que estamos muy divididos y tenemos nuestras propias opiniones sobre esta cuestión. No obstante, quiero agradecer al Comisario la exposición de su punto de vista y su intervención.
Mi punto de partida es que las medidas y los instrumentos antidúmping deben tomarse bastante en serio. En ese punto, apoyo a mi colega el señor Sturdy, que tiene razón. Si no utilizamos el instrumento de una manera transparente y justa, se nos complicarán bastante las cosas.
La primera pregunta al Comisario es la siguiente: ¿realizará la UE una evaluación general de las condiciones de la competencia y la intervención estatal en la República Popular China? El Parlamento Europeo también pide un informe sobre el cumplimiento por parte de China de las disposiciones de la OMC y de su compromiso de adhesión cinco años después de su adhesión a la OMC.
¿Emprenderá la CE alguna acción en el marco de la OMC si China y Vietnam no ponen fin a sus medidas desleales dentro de un plazo razonable y cuál sería esa acción?
Señor Comisario, ¿considera usted que el acuerdo de la CE y los resultados de la investigación antidúmping son confidenciales y que las filtraciones de información pueden distorsionar el mercado? ¿Puede explicar en detalle el motivo de la exclusión del calzado infantil, sobre todo teniendo en cuenta que en algunos países el calzado infantil es utilizado por adultos? ¿Puede explicar por qué la divulgación de los resultados del sistema de seguimiento antidúmping se ha retrasado tanto? Si no estoy totalmente equivocada, ha pasado un año. Una pequeña pregunta: ¿cómo ve esta investigación en relación con otra evaluación actualmente en curso para reconocer a China la condición de economía de mercado?
Johan Van Hecke, en nombre del Grupo ALDE. – (NL) Señor Presidente, las cifras que han divulgado recientemente sus oficinas y que usted parecía conocer desde hace tiempo nos demuestran que desde que se liberalizaron las importaciones europeas el año pasado, las importaciones mensuales de calzado de China han aumentado en un 400 % y, en algunos casos, nada menos que en un 900 %. Hasta el momento, usted no ha anunciado ninguna medida contra el dúmping. Algunos dirán que se ha hecho demasiado poco, demasiado tarde. Consideran que usted podría haber impedido el deterioro de la situación si se hubiera mantenido más alerta y hubiera respondido más deprisa.
La industria europea del calzado es un sector relativamente pequeño, limitado a unos cuatro países europeos, y ya deslocalizado en su mayor parte. El interrogante que se plantea es si eso es razón suficiente para permitir que todo el sector se vaya al garete, como sucederá sin duda si se tiene que enfrentar a unas prácticas comerciales desleales –como usted mismo las ha llamado con gran acierto–, como puede ser el dúmping o las ayudas estatales directas e indirectas.
En la actualidad, el libre mercado es un mercado socialmente adaptado en el que todos los participantes deben respetar las normas vigentes a escala mundial. Pero es evidente que esto no sucede en el caso que nos ocupa. China no tiene reparos en disfrutar de las ventajas de su pertenencia a la OMC, pero ignora las obligaciones que eso implica. Es evidente que la totalidad del mercado mundial corre el riesgo de tambalearse. Ayer fueron los textiles, hoy es el calzado, ¿qué será mañana?
Quisiera preguntarle al Comisario por qué la Comisión no ha reaccionado antes. ¿Será cierto que teme incomodar al gran gigante amarillo? Pero, sobre todo, ¿puede explicarnos el Comisario cómo podemos convencer a los trabajadores de la industria europea del calzado, que corren el riesgo de perder sus puestos de trabajo como resultado de la competencia desleal, de los beneficios que puede reportar este tipo de globalización?
Caroline Lucas, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (EN) Señor Presidente, cunde cierta sensación de déjà vu en este debate. Aunque el antidúmping es efectivamente diferente del ejemplo del Acuerdo Multifibras, creo que no es pura coincidencia que esta crisis se haya producido después de suprimir el sistema de cuotas. Está claro que en un mundo de libre comercio completamente desregulado y libre de trabas, el llamado «precio de China» arrastrará a la baja los costes y las normas en todo el mundo, afectando especialmente a los más pobres. Creo que veremos más casos de este tipo hasta que no reconozcamos la necesidad de un sistema de cuotas que permita a todos, y no solo a unos pocos, beneficiarse del comercio.
El señor Mandelson dice que Europa podrá adaptarse ascendiendo por la cadena del valor añadido, pero de eso ya hemos hablado muchas veces. Él conoce mi opinión de que, en lo esencial, China hará exactamente lo mismo, y ¿por qué no iba a hacerlo? Esa no va a ser la solución para Europa, ni tampoco para el resto del mundo.
Lo interesante del caso es la extraordinaria distancia que parece haber recorrido la Comisión para dar la impresión de que la situación es mucho menos grave de lo que en realidad es. Casi parece que el dogma y la ideología neoliberales se están beneficiando de los hechos sobre el terreno.
Por tanto, hay una serie de preguntas fundamentales a las que hay que responder, como el nivel de los aranceles en función de los daños causados, que el Comisario ha cifrado en un 19,4 % para China y un 16,8 % para Vietnam. Esos porcentajes se basan aparentemente en unos ajustes que la Comunidad Europa no ha realizado nunca antes. El sector está verdaderamente preocupado de que no sean suficientes. La exención del calzado infantil y deportivo tiene el efecto de excluir en torno al 42 % del calzado importado a precios de dúmping, aunque en este caso no tendrán que pagar aranceles antidúmping. Eso no me parece justo para los fabricantes europeos; pero tampoco es justo para los trabajadores chinos, que perciben unos salarios míseros –en torno a 12 dólares a la semana, como ha informado el China Labor Watch–, mientras que al mismo tiempo sus derechos sociales se reducen a un mínimo absoluto. A menos que supongamos que el consumidor se está beneficiando, creo que debemos recordar que los aranceles antidúmping rara vez provocan un aumento de los precios al consumo, aunque sí reducen los márgenes de beneficio de los importadores.
Creo que tenemos que estar sinceramente preocupados por el efecto de la competencia de las empresas establecidas en China –no solo en Europa, sino también en países más pobres como los de EuroMed– y reconocer que hasta que no tengamos un sistema de comercio administrado, los beneficiados se concentrarán en un puñado de cada vez menos países, mientras que los perdedores resultarán ser la mayoría.
Vittorio Agnoletto, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (IT) Señor Presidente, Señorías, durante diez años la Unión Europea y los Estados Unidos condujeron las negociaciones para la entrada de China en la OMC. Ahora, Pekín ha aprendido la lección y no duda en aplicar las normas de la Organización Mundial del Comercio con una despiadada resolución digna de sus maestros.
No parece que las medidas antidúmping sean en modo alguno compatibles con la legislación y la jurisprudencia comunitarias y pueden tener una repercusión enormemente negativa sobre todo el sistema de la política comercial comunitaria y sus consumidores: es necesario, por tanto, revisar por completo las doctrinas liberales de la OMC.
Nos parece importante que la Unión Europea defienda un modelo económico que conceda un lugar central al respeto de las cláusulas sociales y los derechos de los trabajadores en cualquier parte del mundo.
Europa debe aplicarse mucho más en las distintas instancias internacionales por promover el trabajo en condiciones dignas. Europa debe crear normativas encaminadas a desarrollar marcas que acrediten la procedencia geográfica y el respeto de las normas sociales y ambientales.
Si no reconsideramos el liberalismo de la OMC, después del textil y después del calzado vendrá una larga lista de otros productos.
Nigel Farage, en nombre del Grupo IND/DEM. – (EN) Señor Presidente, quiero manifestar mi solidaridad con el Comisario Mandelson. Señor Comisario, ha hecho usted un trabajo imposible. ¿Cómo pueden tener 25 países una política comercial única? No hay una misma talla que pueda servir para todos, ni en política comercial ni en la talla del calzado.
Además ha tenido el problema de ser usted personalmente partidario del libre comercio, un globalista y modernizador. Reconoce lo que está pasando en el mundo, pero combate el nacionalismo económico resucitado que existe en esta Unión Europea. Simplemente no puede hacer su trabajo y tiene que supervisar un sistema atrapado entre el proteccionismo y la más absoluta hipocresía, ya que nosotros, por supuesto, subvencionamos nuestra propia agricultura y mantendremos las subvenciones a la exportación hasta 2013.
Pero al hilo de lo que dijo justo el otro día John Blundell, director general de la AIE: ¿admite usted que la gran mayoría de empresas británicas quieren ahora que su país se retire de la política comercial común y que nosotros volvamos a aplicar nuestra propia política comercial? ¿Lo admite usted?
Cristiana Muscardini, en nombre del Grupo UEN. – (IT) Señor Presidente, Señorías, la liberalización del mercado del calzado desde el 1 de enero de 2005 hadado pie a un aumento de las importaciones de China del 500 por ciento en un año, ocasionando una nueva contracción del sector del calzado de la UE y un aumento de las quiebras y del desempleo.
Los precios de las importaciones son artificialmente bajos; no puede haber ninguna competencia leal cuando las bases de partida son tan divergentes y no hay equidad cuando impera el dúmping. La consecuencia de esta situación ha afectado también a los proveedores de calzado y componentes de terceros países, inclusive países candidatos y países en desarrollo, que han quedado desplazados del mercado comunitario.
Tras la denuncia de la industria europea contra China y Vietnam, la Comisión ha abierto una investigación antidúmping que, por sus dimensiones, es la mayor de este tipo jamás emprendida por la Comunidad.
Sin embargo, al Parlamento no le bastan las buenas intenciones, pedimos información sobre puntos concretos. ¿Qué repercusión ha tenido la desaparición del sistema de cuotas para la industria comunitaria y para los países en desarrollo? ¿Cómo piensa la Comisión afrontar la exigencia de reestructurar el sector del calzado europeo? ¿Qué evaluación hace la Comisión de los resultados del sistema de vigilancia comunitario en el sector? ¿Cómo marchan las investigaciones antidúmping y qué perspectivas hay para la protección del interés comunitario? ¿Piensa la Comisión poner en marcha nuevas iniciativas a escala internacional, como sucedió con el textil, o esperaremos a que sea demasiado tarde? ¿Ha considerado la Comisión la necesidad de poner en marcha una investigación sobre China en el marco del mecanismo transitorio de salvaguardia de productos específicos?
El nivel de protección previsto en la propuesta es demasiado bajo, inadecuado, más aún si se escalona en seis meses, durante los cuales los chinos no esperarán a que el arancel alcance el 20 % para exportar enormes cantidades de calzado. Esto, señor Presidente y señor Mandelson, no es libre mercado.
Ryszard Czarnecki (NI). – (PL) Señor Presidente, es evidente que Europa necesita protegerse. La magnitud de la amenaza que nos acecha se puede apreciar fácilmente si consideramos que la importación de calzado de China ha aumentado en varios cientos por ciento. La situación es mucho peor en lo que respecta a Vietnam, dado que se trata de un país todavía más dinámico. Está claro que tenemos que recurrir a una serie de instrumentos que solo en apariencia son contrarios al espíritu del libre mercado. Digo solo en apariencia porque en continentes como Asia, la producción en el sector que nos ocupa no tiene nada en común con el libre mercado, puesto que la mano de obra local es extremadamente barata. Por consiguiente, es evidente que la Unión Europea tiene derecho a defenderse y a recurrir a los procedimientos e instrumentos económicos habituales.
Aun así, pido coherencia. Un estudio de la situación general revela que el desempleo en el sector ha afectado sobre todo a un par de Estados de la Unión Europea. También revela que esos mismos Estados se niegan negando a reconocer la liberalización del mercado en la Unión Europea. En mi opinión, eso demuestra una cierta falta de coherencia y pido a los Gobiernos de los Estados miembros en cuestión que pongan remedio a dicha situación.
Tokia Saïfi (PPE-DE). – (FR) Señor Presidente, señor Comisario, usted ha dado las cifras: hoy, la producción de calzado en Europa ha retrocedido en torno a un 30 %, los precios a la importación han caído más de un 20 % y, sobre todo, el sector ha perdido cerca de 40 000 puestos de trabajo. Han pasado seis meses desde el asunto de la industria textil y, tal como habíamos predicho en su momento, el mercado comunitario se enfrenta nuevamente a prácticas comerciales desleales. Disponemos, como ha apuntado usted, de pruebas de una intervención estatal y de la concesión de subvenciones encubiertas a los fabricantes de China y Vietnam. Ahora bien, la Unión Europea, ante semejante violación objetiva de las prácticas comerciales, tiene el deber de responder y corregir el perjuicio causado a la industria comunitaria, cosa que es conforme a las normas de la OMC.
Por esta razón es necesario –como ha demostrado usted, señor Comisario– adoptar medidas antidúmping con respecto a esas importaciones. Establecer una ley sobre los productos que son objeto de dúmping no equivale a pedir al consumidor que subvencione empresas europeas no competitivas. De hecho, se trata más bien de garantizar las condiciones de un comercio equilibrado, que preserve el interés de los consumidores y el interés de los fabricantes. Por ello, intervenir con ánimo de limitar los efectos negativos del dúmping no debe considerarse proteccionismo.
La Unión Europea aspira a mantener unas relaciones comerciales armoniosas y abiertas con sus socios asiáticos, entre otras cosas para sacar a esas poblaciones de la pobreza, pero aspira asimismo a que se respeten unas normas comerciales leales y equitativas para todos.
Francisco Assis (PSE). – (PT) Un año después de la abolición de las últimas restricciones a la importación de calzado procedente de China, estamos en buenas condiciones para poder evaluar objetivamente las consecuencias de la liberalización del comercio en dicho sector: han aumentado bruscamente las importaciones, con las consiguientes repercusiones para el sector de fabricación europeo.
Esta nueva situación acentúa la necesidad de un seguimiento del proceso de reestructuración en curso en el sector del calzado, a la vez que se debe incentivar la adaptación del mundo empresarial y reorganizar la estructura económica de las regiones más directamente afectadas por las consecuencias sociales de las transformaciones que están teniendo lugar. Pero, al mismo tiempo, es indispensable que la Comisión Europea se comprometa a detectar y a combatir los casos de manifiesta competencia desleal que agravan una situación ya de por sí problemática. La competencia desleal constituye el mayor aliado de los impulsos proteccionistas. La UE debe ser particularmente exigente en este aspecto.
En este contexto, debemos saludar la decisión de la Comisión de adoptar medidas antidúmping después de haber verificado que China y Vietnam han recurrido a prácticas desleales, como la reducción artificial de los precios de sus exportaciones en este sector. Sus prácticas son especialmente inadmisibles, dado que se trata de países que ya gozan de extraordinarias ventajas comparativas. Por lo tanto, cualquier actitud manipuladora resulta injustificable.
Aunque en general acogemos con satisfacción las medidas adoptadas, hay un par de aspectos que nos preocupan. La aplicación gradual de los derechos antidúmping, a partir de un nivel bajo, puede originar un incremento inmediato de importaciones anticipadas de China y de Vietnam, lo cual agravaría mucho la situación actual. Es una preocupación importante. Por otra parte, la idea de excluir algunas categorías de productos del ámbito de aplicación de las medidas merece un análisis detenido, dado el riesgo de una respuesta agresiva que solo será posible combatir si, como esperamos, dichas importaciones se someten a una rigurosa vigilancia.
Sajjad Karim (ALDE). – (EN) Señor Presidente, en septiembre intervine ante esta Cámara y pedí al Comisario que hiciera gala de una mayor capacidad de previsión después de la eliminación del sistema de cuotas. No sabía entonces que desde junio la Comisión tenía en su poder estadísticas que demostraban un incremento de casi el 700 % de las importaciones de calzado de China, que reflejaba la grave intervención del Estado en el sector que la Comisión tardó cinco meses en revelar. El cínico que hay en mí sugiere que esas estadísticas no se dieron a conocer porque se quería poner fin a la «guerra de los sujetadores», un nuevo parche cuando lo que la UE necesita son soluciones a largo plazo.
Para colmo, la Comisión anunció seguidamente a la prensa su intención de introducir aranceles antidúmping sobre el calzado de cuero, antes incluso de que los Estados miembros recibieran las propuestas, por no hablar del Parlamento. Señor Comisario, los fabricantes y minoristas de la UE que temen el futuro en un mercado inundado de importaciones asiáticas baratas, necesitan respuestas que usted les oculta. Necesitan confianza y esperanza que usted les niega; y por encima de todo, necesitan de usted innovación, ideas y gestión, que usted parece incapaz de darles.
Señor Comisario, primero fueron los textiles, ahora es el calzado; luego serán los muebles. Salvo que demuestre usted una mayor previsión y se comunique plenamente con sus socios de la UE, no podremos trabajar juntos ni ayudar a la industria europea a enfrentarse al reto de esos mercados emergentes.
Bastiaan Belder (IND/DEM). – (NL) Señor Presidente, apenas un año después de los problemas habidos en el sector textil que Europa está a punto de volver a entrar en un nuevo conflicto comercial con China. Una y otra vez, el rápido desarrollo económico de los países asiáticos coge por sorpresa a Europa, y Europa vuelve a estar dividida. No obstante, la UE no debe paralizarse por los puntos de vista opuestos adoptados por los Estados miembros del norte y del sur. De nuevo, la política de la Comisión constituye un débil compromiso entre el libre comercio y el proteccionismo. Por esta razón, conviene que la Comisión, como asunto prioritario, desarrolle una política comercial sólida y inequívoca con la región asiática, para romper la cadena de conflictos sectoriales.
Aunque puedo entender la frustración que sienten los importadores y los Estados miembros que no poseen una industria propia, mi opinión es que es vital que se recuerden a China las normas de la OMC. Como estas palabras han de estar respaldadas por las acciones, le pido, Comisario, que incluya la intervención estatal documentada en la industria del calzado en las negociaciones sobre el estado de la economía de mercado para la República Popular China.
Luca Romagnoli (NI). – (IT) Señor Mandelson, Señorías, estamos en las mismas: después de abolir todas las restricciones a las importaciones de calzado de Extremo Oriente y haber dañado así a la industria europea e italiana del sector, con las consecuencias evidentes sobre el empleo, se están sentando las bases para el futuro y seguro menoscabo del destino de las pequeñas y medianas empresas. Estas últimas serán definitivamente aplastadas por la competencia desleal de mercancías de bajísimo coste, sin ninguna comprobación seria de las condiciones de la cadena de producción y de distribución, tanto por lo que respecta al impacto ambiental como a las garantías sociales y laborales de que goza la mano de obra.
En estos factores de producción reside la ventaja de los costes de explotación, que alteran deslealmente cualquier capacidad de competencia y la transforman, de juego del libre mercado, en abierto dúmping contra los intereses no solo de un sector, sino de toda la Comunidad.
Pido que la Comisión intervenga en defensa del sector del calzado frente a la competencia desleal de los productos importados de países extraeuropeos, habida cuenta también de que las medidas de vigilancia que la Unión ha emprendido hasta ahora han demostrado ser prácticamente inútiles.
Reivindicamos no solo vigilancia, sino también defensa activa del genio y la calidad de la empresa del calzado europea, limitando en gran medida las importaciones, imponiendo aranceles y certificado la ética social y ambiental de los productos, como ya he pedido en otras ocasiones.
Georgios Papastamkos (PPE-DE). – (EL) Señor Presidente, pertenezco a quienes apoyan un sistema mundial de libre mercado que sea coherente tanto política como institucionalmente. Quiero decir un sistema basado en normas aún más estrictas, en instituciones más sólidas y en procedimientos más democráticos y transparentes.
El incremento de las importaciones de zapatos de piel de hasta el 500 % en 2005, porcentaje que el señor Barón Crespo ha aumentado a un 900 %, no solo es el producto de la liberalización y esto es algo que hay que entender. Es el producto de prácticas desleales con el incumplimiento de las normas del comercio internacional por parte de China y Vietnam, dos economías emergentes.
Tal como han dicho otros diputados, hemos perdido miles de puestos de trabajo y cientos de unidades productivas desaparecieron ayer en la industria europea del textil y hoy le toca el turno a la industria del calzado. La Unión Europea necesita enviar un mensaje claro, como usted ha dado a entender Comisario, y todos estamos de acuerdo con este mensaje. Le respaldamos. Sí a la competencia, no a su distorsión evidente y oculta. Los aranceles antidúmping –y esto es algo que hay que entender– no son una medida de protección; son una medida de defensa comercial lícita y, si esta medida ha de ser eficaz, los aranceles han de ser proporcionados al grado de dúmping.
A todos los que utilizan el argumento de un mejor precio contra la imposición de aranceles, les respondo con la pregunta siguiente: ¿se han beneficiado los consumidores de la reducción de los precios de las importaciones tras la liberalización? Mi opinión personal es que quienes se han beneficiado han sido unos pocos proveedores de productos chinos y vietnamitas. La Comisión ha de organizar su ataque institucional, un ataque de convergencia sistemática y la protección eficaz de la propiedad industrial e intelectual, un ataque contra el dúmping social y ecológico, contra las prácticas desleales y opacas y las intervenciones estatales. De lo contrario, el cúmulo de experiencias de violación de las normas del comercio internacional, con la reacción de la Unión después de producirse, puede poner en peligro la confianza de los ciudadanos europeos en el principio fundamental de la liberalización del sistema de comercio mundial.
Kader Arif (PSE). – (FR) Señor Presidente, señor Comisario, desde que se suprimió el régimen de cuotas el año pasado, las importaciones procedentes de China han experimentado un aumento espectacular, como ya se ha dicho, de alrededor del 500 %.
Esto tiene graves consecuencias para la competitividad del sector europeo del calzado, que, ante esta ola de importaciones a muy bajo precio, registra un número dramático de quiebras, por no hablar de las pérdidas de empleo que las acompañan.
Por otra parte, nuestros proveedores tradicionales, países candidatos y países de la zona euromediterránea, se han visto desplazados del mercado comunitario. La Comisión permanece muda y no parece querer evaluar la repercusión de los perjuicios de esta liberalización.
A raíz de la queja presentada por los operadores del sector, usted abrió una investigación antidúmping. Los alarmantes resultados de esa investigación han sacado a relucir pruebas indiscutibles de intervenciones estatales y prácticas de dúmping social, que ocasionan un daño material a nuestras industrias.
Para luchar contra esta distorsión de las normas elementales del comercio internacional, hoy nos propone usted algunas medidas. Sin embargo, me preocupa la entrada en vigor progresiva de las leyes antidúmping a lo largo de un período de cinco meses, un precedente que me parece poco oportuno, jurídicamente discutible y no exento de efectos perversos. Esas leyes deberían permitir eliminar el dúmping o los perjuicios que ocasiona. Ahora bien, los tipos progresivos propuestos no responden a ninguna de estas dos condiciones alternativas. Por último, la exclusión del calzado infantil me parece injustificada e incomprensible. Sus propuestas podrían resultar insuficientes muy pronto, dada la magnitud de los daños sufridos por nuestras empresas.
Podrían tomarse otras iniciativas para contrarrestar las prácticas comerciales desleales. Por ejemplo, sería posible abrir una investigación en el marco de las medidas de salvaguardia transitorias aplicables a las importaciones chinas, medidas que tienen la ventaja de ser sencillas y eficaces.
Si los Estados miembros le piden tomar este tipo de iniciativas, ¿contemplaría la Comisión la posibilidad de adoptarlas? ¿Se podría plantear, señor Comisario, la posibilidad de llevar a cabo una evaluación de la aplicación efectiva de las normas comerciales de la OMC por parte de China y del respeto por esta de unas prácticas comerciales equitativas y leales, a la inversa de las violaciones patentes de las normas de la OMC que no cesa de cometer? Sus propuestas no son enérgicas ni lúcidas. Después del textil el año pasado y el calzado hoy, ¿qué otros sectores tendrán que padecer, mañana, estas prácticas desleales?
Giulietto Chiesa (ALDE). – (IT) Señor Comisario, Señorías, el examen de la situación italiana del sector del calzado me lleva a pedir una modificación sustancial de las medidas que propone usted y en parte han sido aceptadas por el Gobierno italiano. Italia está pagando ya precios altísimos en términos de empleo.
La mía no es una petición en nombre del proteccionismo, sino de un cálculo de los efectos sociales. No se trata de afirmar o negar la globalización o el mercado, su análisis es teóricamente prudente y también realista. Es una cuestión de acentos: la línea entre el paraíso y el infierno es muy fina. Tan fina como la distinción, según ha repetido usted aquí, entre una competencia fuerte y una competencia desleal.
Me baso en sus palabras: China y Vietnam han violado las normas. Usted propone responder, pero las proporciones del dúmping parecen bastante superiores a las de los aranceles que nos presenta. Pienso francamente que sus medidas deben renegociarse, cambiando tanto los valores como los plazos, es decir, la aplicación inmediata de los aranceles, no dentro de unos meses, y su elevación, excluyendo de la exención también los zapatos deportivos de alta tecnología. De otro modo no defenderemos ni a los fabricantes ni a los consumidores europeos, ni se prestará un buen servicio al mercado.
Patrick Louis (IND/DEM). – (FR) Señor Presidente, en la ciudad de Romans, en el departamento de Drôme, la tasa de desempleo es del 18 % −el doble de la media francesa−, debido a que el sector del calzado está devastado y las aptitudes tradicionales desaparecen. Este colpaso se debe a la aplicación anacrónica del modelo ricardiano que subyace a su política. La nueva división internacional del trabajo ha empujado a los países de bajos salarios a especializarse en las industrias de gran intensidad de mano de obra, mientras que los países con una elevada tasa de ahorro se concentran en las industrias muy intensivas en capital.
Hoy, el capital, sediento de crecimiento, se marcha también de esos países. Así, los países de la Unión Europea, que solían tener un alto nivel de productividad y salarios elevados, se ven superados por países que gozan de la misma productividad pero pagan salarios más bajos.
Para evitar un resultado fatal debemos releer al liberal Maurice Allais, debemos redescubrir las virtudes del difunto arancel exterior común de feliz memoria y debemos protegernos fuera de la Unión para ser libres en el interior de ella. Si no lo hacemos, todas nuestras industrias intensivas en mano de obra seguirán los pasos de la industria del calzado.
Christofer Fjellner (PPE-DE). – (SV) Comisario, la historia de la UE, en lo que se refiere al antidúmping, da miedo. Se permite continuamente que intereses especiales bien organizados impongan aranceles en su busca de pequeños beneficios que se convierten en grandes costos para los consumidores.
Cuando la Comisión introdujo los aranceles en los televisores, los consumidores tuvieron que pagar 2,00 coronas suecas por cada corona que la industria ganaba. En el caso de los aranceles sobre la ropa de cama procedente de Pakistán, cada corona que iba a parar a los fabricantes costaba 3 coronas suecas a los consumidores. En el caso del salmón noruego, las cosas incluso eran peor: cada corona que ganaban los productores de salmón costaba a los consumidores 70 coronas suecas. Por consiguiente, la Comisión no está teniendo lo suficientemente en cuenta a los consumidores y, por lo tanto, los intereses comunitarios.
En estos momentos, el proceso ha vuelto a empezar a cometer el mismo error –con respecto al calzado procedente de China y Vietnam– pero esta vez conocemos el precio de la política por anticipado. El Gobierno danés ha llevado a cabo un estudio en que se demuestra que los costes para los consumidores de la UE han sido ocho veces más que los beneficios de los fabricantes y que, en total, la UE está perdiendo más de 2 500 millones de coronas suecas.
Para Suecia, la cifra es aún más terrible. Cada corona que ganan los fabricantes suecos cuesta 44 coronas suecas a los consumidores suecos. En total, los consumidores suecos pueden contar con que pagarán casi 60 millones de coronas suecas de más por sus zapatos. El único país de la UE para el que se estima que el negocio es rentable es Eslovaquia, donde se estima que han ganado 300 000 coronas suecas. Sería mucho más barato si en el Parlamento Europeo hiciéramos un fondo común con nuestro dinero, y así evitaríamos que los ciudadanos tuvieran que pagar aranceles.
Para ser sincero, no creo que esto fuera un error. Pese a todo, la Comisión ha elegido a consciencia hacer comparaciones con calzado caro de Brasil y ha calculado el incremento de las importaciones antes de que se suprimieran las cuotas en contra de estas después de que se suprimieran las cuotas. No se ha dado condición de economía de mercado ni a una sola fábrica, a pesar de reconocerse que las fábricas compran piel y mano de obra en condiciones ajustadas al mercado. Me preocupa muy en serio el cada vez mayor proteccionismo que encuentro en la UE y espero que esta sea la última vez que la Comisión cede a las exigencias de los proteccionistas en detrimento de los ciudadanos.
Joan Calabuig Rull (PSE). – (ES) Señor Presidente, el sector europeo del calzado vive una situación de dificultad por dos cuestiones: por un lado, está soportando prácticas desleales, y, por otro, todavía se encuentra, señor Comisario, con dificultades arancelarias y otras barreras en la práctica a la hora de acceder a mercados de terceros países.
Creo que todo esto hace necesaria una acción eficaz frente al dúmping, que permita reaccionar de forma justa, pero a la vez ágil, de manera que evitemos, como ha sucedido con el textil, que, entre que se toman medidas y no se toman, se produzcan movimientos especulativos y promovamos al final un aumento mayor de las importaciones.
La propuesta de la Comisión sobre el procedimiento antidúmping relativo al calzado originario de China y Vietnam es una expresión razonable y equilibrada, pero contiene elementos sorprendentes que mucha gente no puede entender, como es la exclusión de las medidas que usted ha propuesto del calzado infantil, que, como usted sabe, no es en muchos casos utilizado solo por los niños, y también del calzado deportivo de tecnología especial (STAF).
Si existe dúmping, habrá que imponer los derechos que sean efectivos para garantizar unas condiciones de competencia justas y, en ese sentido, el nivel de los derechos y su aplicación práctica deberían basarse en su efectividad, es decir, en la eliminación efectiva del dúmping.
Daniel Caspary (PPE-DE). – (DE) Señor Presidente, Comisario, lo que falta en Europa es una estrategia para afrontar la globalización. En estos momentos el Fondo de Adaptación a la Globalización nos da un medio para abordar el pasado, pero ¿qué soluciones tenemos para el futuro? Mi primera reacción es que se trata del mismo tipo de proteccionismo que encontramos con respecto al textil, y esto sería algo negativo ya que necesitamos un acceso libre y leal a los mercados en todo el mundo. Esto es importante para nuestros productores de la Unión Europea y es importante que en la Unión Europea nos ajustemos a las normas, igual que exigimos que lo hagan nuestros socios comerciales.
Después de que conseguí hacerme con más información, me quedó claro que no se trata de proteccionismo sino de dúmping, y me quedó claro que las medidas que está adoptando, hablando desde un punto de vista técnico, están mejor planificadas que las que adoptó para el textil en su día, pero también puedo ver que nuestras medidas, ahora como entonces, son incoherentes y que los chinos van a considerar la incoherencia como una señal de debilidad. Sigo viendo los motivos por los que se ha dejado fuera del procedimiento al calzado deportivo, pero ¿por qué lo hemos hecho para el calzado de los niños? O es dúmping lo que estamos tratando o no lo es.
No creo que tenga sentido tampoco abogar sobre la base de los efectos en los consumidores, ya que en modo alguno se han beneficiado de los precios de importación reducidos durante los últimos años, cuando uno considera que unos zapatos importados por 6,5 euros pueden venderse al público en 120 euros, queda claro que no hay ninguna justificación cualesquiera que sean las advertencias de los importadores sobre los incrementos de precios que, según se reivindica, será del orden del 20 %.
Echemos un vistazo al tema de China. ¿Qué se oculta detrás de este dúmping? Un aspecto que creemos que es muy preocupante: a las empresas no les salen las cuentas ni pueden asegurar una buena gestión. Esto es una parte de los motivos. Por otro lado, sin embargo, también me preocupa profundamente el papel que desempeña cada vez más el Estado en el dúmping, los precios injustificados del suelo, las deducciones fiscales a las empresas exportadoras, los préstamos irrecuperables de los bancos, los costes subvencionados de las materias primas y muchas más cosas. No tiene sentido entonces que, tal como algunas personas de la Comisión parecen querer hacer, reconozcamos a China como una economía de mercado. En este asunto también hay que ser coherentes.
En todos estos aspectos, quiero ver, en el futuro, que seamos más coherentes y nos atengamos a las normas.
Elisa Ferreira (PSE). – (PT) Quiero empezar expresando mi apoyo a la propuesta de adoptar medidas antidúmping en el sector del calzado. Es lo menos que podemos pedir dado que el dúmping destruye la esencia misma del libre comercio. La industria europea no debe morir de apatía ni de complicidad con dichas prácticas.
Dada la falta de tiempo, me limitaré a hacer dos observaciones. Puesto que conocemos que se está produciendo dúmping, no tiene sentido permitir que se tolere. Esto es lo que ocurrirá con la propuesta de enfoque gradual para aplicar medidas antidúmping. No hay ninguna justificación para este enfoque gradual.
Mi segunda observación es que la exclusión del calzado para niños es totalmente inadmisible. No hay ninguna justificación, fundamento jurídico ni técnico para una medida como esta. Defender esta postura y otras exclusiones injustificadas socava totalmente la credibilidad de estas medidas. Por lo tanto, pido que se reconsideren completamente estos aspectos.
Por último, es crucial que la Comisión abandone su postura de reacción constante y empiece a obtener resultados en su prioridad política de apertura de mercados de terceros países para las exportaciones de calzado europeas y, en particular, el mercado japonés, los mecanismos de acceso al mercado ruso y el mercado chino.
Syed Kamall (PPE-DE). – (EN) Señor Presidente, quiero empezar agradeciendo a la Comisión que aprenda de su experiencia. Celebro la decisión que ha tomado de no imponer cuotas de importación, puesto que eso habría sido desastroso para toda la cadena de suministro y para los consumidores, y creo que todos estamos de acuerdo al respecto.
Sin embargo, tenemos que preguntarnos a quién benefician esos aranceles antidúmping. No veo que los consumidores vayan a beneficiarse. Nos guste o no, los bolsillos de los ciudadanos europeos mandan y ellos compran calzado importado. La imposición de aranceles podría perjudicar a los consumidores al elevar el precio que pagan por el calzado.
Estoy de acuerdo en que algunas de las subidas de precios anunciadas pueden ser alarmistas, pero seguro que habrá subidas de precios. Se nos dice que un arancel del 20 % sobre el precio del calzado importado no debería producir una gran subida del precio minorista. Se espera que los minoristas y otros eslabones en la cadena de suministro absorban los aranceles. Sin embargo, aquí y ahora me deja estupefacto que la Comisión crea que sabe mejor que nadie cómo deben dirigir sus negocios los minoristas y los fabricantes de calzado y cuánto deben cobrar a sus clientes. ¿Qué ha sucedido con las leyes de la oferta y la demanda entre los vendedores y los ciudadanos y consumidores europeos?
Si la Comisión cree verdaderamente que los minoristas están obteniendo unos márgenes demasiado grandes en el calzado, debe realizar una investigación de la competitividad en la industria del calzado, sin penalizar a los minoristas ni a la cadena de suministro utilizando el instrumento poco eficaz de los aranceles antidúmping. ¿Cree verdaderamente que subiendo el precio del calzado procedente de China y Vietnam va a ayudar a los fabricantes europeos, o simplemente obligará a los minoristas a abastecerse en otros mercados fuera de la UE, como la India?
Por último, ¿podemos realmente adoptar una postura moralista y quejarnos de que el Gobierno chino subvencione a la industria del calzado cuando nosotros gastamos una parte tan grande del presupuesto de la UE para subvencionar a una agricultura ineficiente? Abandonemos en la UE el modelo proteccionista de la posguerra y adelantémonos a abrazar la globalización.
Pia Elda Locatelli (PSE). – (IT) Señor Presidente, señor Mandelson, Señorías, solo quisiera decir que tengo la impresión de que esta medida es ahora insustancial. Se ha excluido el calzado deportivo, pero ¿qué entendemos por calzado deportivo? Se ha excluido el calzado infantil, que yo y muchas, muchas otras mujeres todavía llevamos y no somos niñas desde hace ya bastante tiempo.
Las medidas antidúmping se aplican de una forma gradual nunca vista antes, sobre todo si se proponen derechos antidúmping que no sirven para afrontar una situación de competencia desleal que la propia Comisión califica de grave.
Por tanto, le pregunto: ¿no cree que tras la defensa de los consumidores, en particular de las familias más pobres, como escribió usted en Le Figaro del domingo, se oculta también o quizás sobre todo –no lo sé– el intento de salvaguardar los intereses de las multinacionales?
¿No cree que la política, que a veces considero ambigua, de la Comisión puede poner en peligro el instrumento importante, por no decir único, de la política comercial europea?
Por último, me gustaría que comentase usted qué está sucediendo con la ropa de cama, porque tampoco en este caso se entiende bien la acción emprendida por la Comisión.
Peter Mandelson, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, si no le importa no responderé a la pregunta sobre la ropa de cama en este preciso instante. En el tiempo de que dispongo, creo que será mejor que me limite al calzado, pero puedo asegurarles que la cuestión de los aranceles antidúmping sobre la ropa de cama será debidamente evaluada y correctamente resuelta, como creo que ya se hace.
Pienso que la utilidad de los debates como este y la importante función del Parlamento Europeo quedan reflejadas en las observaciones sumamente importantes y perspicaces que se han hecho en los últimos 45 minutos. Mi función como representante de la Comisión es escuchar lo que tengan que decir sus Señorías y reflexionar muy detenidamente sobre los comentarios y los argumentos que planteen. Puedo asegurarles que reflexionaré sobre ellos y sobre las observaciones hechas por los Estados miembros, para que cuando regrese a la Comisión con recomendaciones definitivas, lo haga después de haber escuchado la variedad, la diversidad y el alcance de los distintos comentarios y argumentos planteados.
Sin embargo, después de haber escuchado a tantas personas quejarse esta tarde de que mi intervención es proteccionista, innecesaria e injustificada, y de que un número ligeramente mayor de diputados a esta Cámara se han quejado de que me quedo a mitad de camino, que mis actuaciones son insuficientes y que debo hacer más, tengo la tentación de hacer el comentario fácil de que quizás haya hecho lo correcto situándome a medio camino entre esos dos puntos de vista contrarios. Pero por mucho que me tiente ese comentario barato, me abstendré de hacerlo.
No obstante, quiero decir que estoy particularmente de acuerdo con el señor Papastamkos y la señora Saïfi en que es necesario intervenir contra las conductas de nuestros socios que distorsionan la competencia y el mercado, pero al mismo tiempo hay que hacerlo con cierto grado de perspectiva y equilibrio que me corresponde defender. Creo que el señor Assis tiene razón en que con las medidas provisionales que se introduzcan es importante que mantengamos un estrecho control y vigilancia del efecto de esas medidas, para tener la seguridad de que, si se burlan los aranceles, podamos analizar la situación y posiblemente reconsiderar nuestra actuación cuando tengamos que adoptar medidas definitivas este mismo año.
Permítanme que responda muy deprisa a otros comentarios que se han hecho.
Algunos han trazado un paralelismo entre las medidas propuestas para el calzado y las medidas que adoptamos para los textiles. Son casos muy diferentes. En el caso de los textiles, se trataba de productos comercializados con todas las de la ley, aunque experimentaron un aumento notable y repentino del volumen tras la eliminación de las cuotas impuestas a los textiles chinos a principios de 2005. Por tanto, adoptamos una medida de salvaguardia con el establecimiento de cuotas, como tenemos derecho a hacer. Pero no nos enfrentamos, como en este caso, a medidas contrarias a la competencia –actividades de dúmping– que justifican una medida antidúmping en forma de arancel, no una cuota ni un límite físico. Por tanto, no creo que vayamos a tener en principio los mismos problemas temporales que tuvimos en el caso de los textiles. Eso deberían recordarlo quienes hablan del período textil como si nos hubiéramos implicado en una especie de guerra o batalla con China. Nada de eso. Conseguimos acordar con China las medidas adoptadas mediante un proceso que no tuvo nada de bélico.
Algunas de sus Señorías han planteado otras dos cuestiones. Una de ellas es el efecto en los precios al consumo. Pongamos el caso en perspectiva. Afecta solo a nueve de cada 100 pares de zapatos adquiridos por los consumidores europeos; en otras palabras, a una fracción de toda la gama de productos. El arancel supondría apenas 1,50 euros sobre un precio medio al por mayor de 8,50 euros del calzado que luego se vende a un precio de 40 a 120 euros; eso frente a un arancel de solo 1,50 euros. Por favor, no me digan que los importadores y minoristas no pueden absorber 1,50 euros, sobre todo los que se han beneficiado del bajo precio de las importaciones de China y Vietnam, pero que no han trasladado los efectos de esos precios más bajos de las importaciones a los consumidores, una cuestión que los consumidores podrían plantear a sus minoristas si es que en el futuro todavía queda alguno.
Algunas de sus Señorías me han preguntado por qué propongo la exclusión del calzado deportivo y el calzado infantil. En el caso del calzado deportivo, este se excluye de la investigación porque no se fabrica en Europa en cantidad suficiente como para pensar que pueda verse perjudicado por el dúmping. Así pues, los fabricantes europeos no pueden verse perjudicados porque apenas existen en el caso del calzado deportivo.
En el caso del calzado infantil, la exclusión que propongo es para defender los intereses comunitarios. Los niños pequeños necesitan tres o cuatro pares de zapatos nuevos al año. Por consiguiente, la repercusión de un arancel sobre el precio de esos zapatos podría ser mayor que en el caso de los zapatos normales.
En mi opinión, los padres no deben encontrar ningún obstáculo potencial para poder comprar zapatos de buena calidad a sus hijos. Los que quieren que reclasifique la segmentación de los aranceles para ese tipo de calzado deben tener en cuenta que la clasificación arancelaria para niños llega hasta la talla de 37½, con unos tacones de menos de 3 cm. Aunque estoy dispuesto a discutir eso con mis colegas en la TAXUD, es una clasificación que me viene dada, no que yo proponga.
Permítanme que haga tan solo uno o dos breves comentarios más. Se ha sugerido que la investigación ha durado demasiado tiempo. El muestreo lleva su tiempo. Estoy obligado por la normativa legal vigente en la Comunidad Europea a seguir procedimientos muy estrictos y a utilizar países y empresas de referencia de forma muy estricta a la hora de investigar los de otro país al que no se le reconoce la condición de economía de mercado.
Por tanto, de la misma manera que no puedo anticipar quejas por dúmping –algunas de sus Señorías se han quejado de que no demuestro previsión suficiente, como si pudiera tener ante mí una bola de cristal que me indicara la procedencia de la siguiente queja por dúmping–, tampoco puedo saltarme los procedimientos establecidos ni las investigaciones contempladas en nuestros reglamentos, que tengo la obligación de seguir estrictamente.
Permítanme que responda a la sugerencia de que en cierto modo se ha incumplido el principio de confidencialidad. No lo entiendo. Los Estados miembros recibieron el documento de trabajo de la Comisión antes de la rueda de prensa que di el 23 de febrero. En el momento en que estos documentos de trabajo se entregan a los Estados miembros, les puedo asegurar que son inmediatamente divulgados a los medios de comunicación. Eso me obliga a hacer aclaraciones inmediatamente y a explicar y justificar lo que estoy haciendo. Lo cual no priva, desde luego, a los Estados miembros de su derecho a manifestar una opinión al respecto ni a recibir respuestas detalladas de los servicios de la Comisión.
Dejaré ahí el asunto, salvo para decir por último que es muy importante que veamos con cierta perspectiva lo que está sucediendo en China, Vietnam, India y otros países asiáticos. Por supuesto que existe una dura competencia y que es un reto difícil al que deben enfrentarse los productores y fabricantes europeos, y nosotros tenemos la obligación de hacer todo lo posible por ayudar a los productores europeos a afrontar ese reto y ayudar a los trabajadores de las empresas a adaptarse a los desafíos y a las nuevas circunstancias del comercio internacional que estamos experimentando. No creo que una forma correcta y legítima de ayudar a los ciudadanos a adaptarse a esas nuevas fuerzas de la economía globalizada consista en animarles a protegerse de ellas o pretender que, si cerramos los ojos o escondemos la cabeza debajo del ala, esos cambios, esos desafíos y estas nuevas fuentes de competencia desaparecerán de una u otra forma y nos dejarán en paz, razón por la cual no debemos darles respuesta alguna.
Cualquier político que transmitiera este tipo de mensaje a los ciudadanos sería culpable de un falso liderazgo, y de un mal liderazgo de los ciudadanos, quienes tienen que comprender lo que está sucediendo y ayudar a responder de ello. No podemos seguir pretendiendo que en Europa, si eludimos el desafío competitivo que plantea la economía globalizada, podremos de alguna forma escondernos y al mismo tiempo mantener nuestro nivel de vida y nuestra prosperidad en el futuro. Nosotros no podemos hacerlo ni lo haremos.
Por el contrario, tenemos que responder al desafío haciendo hincapié en nuestra competitividad, nuestra innovación y nuestra capacidad de responder al cambio y de competir más eficazmente en el futuro. Si no afrontamos ese reto ni se lo explicamos así a los ciudadanos, no podremos culparles luego de que reaccionen con miedo y mistificación ante lo que está sucediendo en la economía globalizada.
(Aplausos)
PRESIDENCIA DEL SR. COCILOVO Vicepresidente
Erika Mann (PSE). – (EN) Señor Presidente, quiero preguntar al señor Comisario si podría comentar brevemente una cuestión planteada por muchos de nuestros colegas sobre el reconocimiento de la condición de economía de mercado a China.
Peter Mandelson, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, China no cumple todavía las condiciones para que Europa pueda reconocer su condición de economía de mercado. Hay una serie de criterios técnicos que China no cumple, aunque está haciendo progresos en esa dirección. En efecto, podemos y debemos ayudar y de hecho prestamos toda la ayuda posible a China para que pueda realizar más fácil y rápidamente los cambios técnicos que le permitan cumplir esos criterios. Es importante que lo hagamos.
Permítanme que añada otro comentario relacionado. El contexto en el que los Estados miembros y sus Señorías tienen que juzgar la condición de economía de mercado de China se verá facilitado y favorecido si China hace más de lo que ha hecho hasta ahora por abrir sus mercados a nuestras exportaciones y a los productos de otros mercados, por asegurarse de cumplir plenamente sus compromisos de adhesión a la OMC y para asegurarse de que, si está tardando más de lo razonable en cumplir plenamente esos compromisos y las reglas de la OMC, haga cuanto antes los cambios necesarios. Si China hace todo eso y responde a las preocupaciones de Europa y de todo el mundo ante el crecimiento de su capacidad exportadora de forma que se vuelva a equilibrar la balanza comercial –de manera que los ciudadanos, además de ver la avalancha cada vez mayor de productos procedentes de China, puedan ver también que esos contenedores regresan a China cargados de mercancías de Europa y otros lugares–, eso servirá más que ninguna otra cosa para tranquilizar a los ciudadanos ante lo que estamos viendo en China. Es lógico que los ciudadanos europeos vean como una amenaza el crecimiento del mercado chino, pero tenemos que verlo también como una enorme oportunidad para la venta de nuestros productos y servicios europeos en ese mercado en el futuro.
No obstante, China es responsable de asegurar que no sigan existiendo barreras artificiales o irracionales a los productos y servicios europeos vendidos al mercado chino en cantidades cada vez mayores. Cuando consigamos resolver esa ecuación, posiblemente los ciudadanos puedan mirar con más simpatía y con una mentalidad más técnica la cuestión de la condición de economía de mercado de China.
(Aplausos)
El Presidente. El debate queda cerrado.
Declaraciones por escrito (artículo 142 del Reglamento)
Alessandro Battilocchio (NI). – (IT) Acojo con agrado la rapidez con que la Comisión presta oído a las peticiones de las PYME europeas preocupadas por el aumento de las importaciones de terceros países y su última propuesta de imponer a China y Vietnam derechos compensatorios antidúmping sobre el calzado de piel. No obstante, considero que las medidas propuestas son totalmente inadecuadas ante la gravedad de la situación. Los derechos propuestos son inadecuadas porque resultan demasiado bajos y por tanto ineficaces. El periodo de implantación (6 meses) es inadecuado porque sigue un procedimiento demasiado flojo para un caso tan grave de dúmping. También es inaceptable la exclusión del calzado deportivo no profesional y del calzado infantil (que también puede incluir el calzado de señora).
Recuerdo además que otra petición fundamental, la introducción obligatoria de la marca de origen para los productos que entren en la UE, se arrastra desde hace dos años sin que se consiga alcanzar un acuerdo entre los Estados miembros.
Hay que afrontar también el preocupante aumento del comercio triangular, es decir, los movimientos anómalos de productos con el fin de eludir los controles aduaneros más exigentes (las importaciones de Bélgica han aumentado un 17,8 % en volumen, algo absolutamente inexplicable). Los llamamientos de la Comisión a introducir cambios innovadores son razonables e interesantes, pero solo tienen sentido en un entorno competitivo equitativo y leal, y la Comisión tiene el deber de velar por que el mercado internacional lo sea.
Glyn Ford (PSE). – (EN) Quiero recordar al señor Comisario la situación de una fábrica de mi circunscripción – «Dickies», en Midsomer Norton, cerca de Radstock en Somerset– cuyo futuro y cuyos trabajadores pueden verse amenazados si la investigación que están realizando actualmente sus servicios de una demanda antidúmping relativa a la protección del calzado importado de China se salda con un resultado negativo.
Me he reunido con representantes tanto de la dirección como de los trabajadores, entre ellos representantes sindicales del GMB, y todos ellos piensan que sus puestos de trabajo y su medio de vida se verán amenazados si la Comisión impone aranceles antidúmping en este sector específico. El calzado importado de China sustenta los departamentos de distribución y fabricación de la fábrica de Midsomer Norton. Los que han presentado la queja no fabrican generalmente en Europa, sino que se abastecen de otros países terceros distintos a China. Creo que la investigación no podrá demostrar que las importaciones de China estén ocasionando daños a la industria europea y de hecho las fábricas afectadas, cuya mayoría ha solicitado el reconocimiento de la condición de economía de mercado, no han realizado prácticas de dúmping. Detengan ese peligroso impuesto sobre la protección, liberen a los ciudadanos de sus preocupaciones lógicas y cierren este expediente lo antes posible.
Pedro Guerreiro (GUE/NGL). – (PT) La situación en el sector del calzado es alarmante, sobre todo en Portugal.
Solo a modo de ejemplo, docenas de empresas –entre ellas, Ecco y Rhode– en el distrito de Aveiro, han cerrado o han despedido a trabajadores en 2005. El desempleo y el riesgo de pobreza ha aumentado, un caso concreto es el de C & J Clarks en Castelo de Paiva, donde se prometió trabajo, formación y subvenciones a los trabajadores, para que se les despidiera dos años más tarde.
De nuevo, hemos de informar que:
- Con el gran aumento de las importaciones de calzado de terceros países, no ha sido el llamado consumidor cuyo bolsillo se ha vuelto más estrecho, sino los grandes distribuidores y minoristas quienes han acumulado fabulosos beneficios.
- No son los terceros países quienes son los responsables del cierre de empresas y de la pérdida de puestos de trabajo, sino que es la UE, que está a la cabeza de la cola en el fomento de la competencia y la liberalización del comercio internacional y que mantiene el euro a un nivel que perjudica la fabricación y la exportación, como en el caso del calzado.
Los auténticos perdedores de esta política son los trabajadores, las pequeñas, medianas y microempresas, y los países como Portugal, tal como confirman los estudios y, lo más importante, la realidad.
David Martin (PSE). – (EN) Es evidente que la UE se enfrenta a nuevos desafíos competitivos en el mercado mundial, desafíos que generan preocupación e incertidumbre a nuestra industria, a nuestros trabajadores y a nuestros consumidores. Pero al mismo tiempo que nos adaptamos al nuevo contexto globalizado, tenemos que evitar la defensa demagógica de unas medidas proteccionistas que, en el mejor de los casos, constituyen una panacea a corto plazo para unos males de largo alcance.
Ahora, sin embargo, parece tratarse de un caso bien documentado de dúmping y perjuicio para la industria europea. Aunque me temo que algunas empresas de la UE con normas laborales correctas y con intereses en Extremo Oriente (por ejemplo, los calzados Clarks) se verán afectadas por estas medidas, celebro que se hayan conseguido algunas exenciones del oneroso arancel propuesto por la Comisión, como en el delicado sector del calzado infantil.
En conjunto, creo que la Comisión ha hecho bien en este caso. Estoy de acuerdo con el Comisario en que los consumidores deben preocuparse más por el margen de que disfrutan actualmente los minoristas sobre productos fabricados de forma mucho más económica pero en unas condiciones laborales y ambientales deplorables, que luego se venden por debajo del coste de producción. Nuestros socios tienen que abordar ahora esas cuestiones sociales y laborales, cuestiones que también nosotros hemos abordado y a las que hemos dedicado mucho tiempo y esfuerzo para superarlas conjuntamente por medio del proyecto europeo.