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Ciclo de vida en sesión
Ciclos relativos a los documentos :

Textos presentados :

B6-0161/2006

Debates :

PV 15/03/2006 - 3
CRE 15/03/2006 - 3

Votaciones :

PV 15/03/2006 - 4.12
CRE 15/03/2006 - 4.12
Explicaciones de voto

Textos aprobados :


Acta literal de los debates
Miércoles 15 de marzo de 2006 - Estrasburgo Edición DO

3. Preparación del Consejo Europeo/Estrategia de Lisboa (debate)
Acta
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  El Presidente. De conformidad con el orden del día, procedemos al debate a partir de las declaraciones del Consejo y de la Comisión sobre la preparación del Consejo Europeo y la Estrategia de Lisboa.

Como hemos modificado el orden de nuestros trabajos, a consecuencia de la anulación de la sesión solemne, este debate se prolongará aproximadamente hasta las doce. El turno de votaciones tendrá lugar a continuación del debate.

 
  
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  Hans Winkler, Presidente en ejercicio del Consejo. (DE) Señor Presidente, Señorías, cuando falta una semana para el Consejo Europeo de Primavera, el debate de hoy representa una excelente oportunidad comentar conjuntamente las principales prioridades en las que se centrará la cumbre. Como saben, el desarrollo de la Estrategia de Lisboa va a ser un tema central de la cumbre. No hace falta decir que la mejor forma de asegurar el éxito de ese acontecimiento es prepararse a fondo y las formaciones del Consejo responsables de los diversos temas ya han examinado las prioridades del Consejo Europeo desde su perspectiva y han presentado sus aportaciones. Las conclusiones provisionales se examinarán en el curso del procedimiento estipulado.

El día de la inauguración del Consejo Europeo, el 23 de marzo, se celebrará también, como de costumbre, la Cumbre Social Tripartita. Su finalidad es asegurar la cooperación entre el Consejo, la Comisión y los interlocutores sociales, sobre todo en relación con el empleo, la política económica y la protección social.

En este sentido, agradecemos especialmente las iniciativas de las instituciones europeas para asumir una mayor responsabilidad y una mayor implicación a escala comunitaria, así como las valiosas aportaciones realizadas, por ejemplo, por la segunda reunión interparlamentaria del Parlamento Europeo y los Parlamentos nacionales. En ese contexto también se pide una gran implicación de los ciudadanos.

Los Gobiernos de los Estados miembros tienen la tarea de explicar mejor a sus ciudadanos la urgencia de poner en práctica esa asociación para el crecimiento y el empleo. En este sentido, es importante que las autoridades regionales y locales, en el marco de su Constitución nacional, y la sociedad civil también participen en el diseño y desarrollo de los programas nacionales de reforma.

Con este mismo espíritu constructivo, también queremos que el debate de hoy incluya un debate abierto sobre las alternativas para resolver los problemas económicos y sociales comunes de toda la Unión Europea, y sobre el importante papel que les corresponde a ustedes, en su calidad de representantes de los ciudadanos.

Como sabrán, el Consejo Europeo acordó en marzo de 2005 renovar a fondo la Estrategia de Lisboa y también reforzó el control del procedimiento. El nuevo ciclo de gobernanza se basa en la cooperación y la responsabilidad. Como parte de la cumbre celebrada en Hampton Court, los Jefes de Estado o de Gobierno dieron un mayor impulso político a la Estrategia de Lisboa recién reactivada, con especial atención al tema de cómo pueden contribuir los valores europeos a afianzar la modernización de la economía y de la sociedad en un mundo globalizado.

También es importante que el Consejo Europeo, en su reunión del diciembre pasado, llegara a un compromiso político sobre las perspectivas financieras para el período 2007-2013. Eso constituye en sí mismo un indicio importante de que la Unión Europea es capaz de encontrar soluciones, aunque por supuesto somos conscientes de que nos encontramos en un proceso de diálogo intensivo y difícil con ustedes, que queremos continuar desarrollando de forma constructiva para poder poner en práctica ese acuerdo entre los Gobiernos en cooperación con el Parlamento.

Europa se enfrenta con nuevos retos, como la mayor presión competitiva del exterior, tanto económica como tecnológica, el envejecimiento de la población, el aumento del precio de la energía y la necesidad de garantizar la seguridad energética.

Desde finales de 2005 ha habido indicios de recuperación económica lenta pero segura. Se prevé que, en los tres años que van desde 2005 hasta 2007, se crearán seis millones de nuevos puestos de trabajo en la Unión Europea. Ello reduciría el desempleo en casi un punto porcentual en 2007. Sin embargo, los principales retos de la Unión Europea siguen siendo continuar reduciendo el desempleo, que en la actualidad afecta a casi 19,5 millones de personas, y aumentar la productividad y el potencial de crecimiento.

Esta recuperación económica, aunque leve, constituye una oportunidad excelente para seguir impulsando con firmeza reformas estructurales acordes con los programas de reforma nacional y promover una mayor consolidación fiscal de conformidad con el nuevo Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Los objetivos y los calendarios concretos son una herramienta útil para acelerar la ejecución de las reformas previstas y conseguir mejores resultados desde el punto de vista del crecimiento y el empleo.

A partir de sus decisiones de la primavera de 2005, el Consejo Europeo ha adoptado unas directrices estratégicas integradas. Los Estados miembros se han basado en esas directrices para elaborar programas nacionales de reforma adecuados a las necesidades específicas de cada país. La Comisión ha presentado un «Programa Comunitario de Lisboa», donde se proponen las medidas que se deberían adoptar a escala comunitaria. El informe anual de situación de la Comisión también constituye una aportación importante al proceso de la Estrategia de Lisboa renovada para el crecimiento y el empleo.

Todos los Estados miembros han elaborado sus propios programas nacionales de reforma con rapidez y a conciencia. Dichos programas se han adecuado a las necesidades y circunstancias específicas de cada Estado miembro, y sirven para llevar a cabo las reformas. Los programas nacionales de reforma constituyen un primer paso decidido para progresar con una mayor responsabilidad individual y mayor conciencia de las prioridades de reforma. En general, dichos programas nacionales de reforma son una buena base para el futuro trabajo de desarrollo del programa de reformas.

Sin embargo, en opinión de la Comisión –y en este contexto quisiera manifestar mi especial agradecimiento al Presidente de la Comisión, señor Barroso, por el trabajo realizado por su institución, que es de una gran importancia para los preparativos de la cumbre, y en especial por la rapidez y la meticulosidad con que han trabajado–, algunos de los programas deberían incluir objetivos y calendarios más concretos y detalles adicionales sobre los aspectos presupuestarios de las reformas propuestas, y profundizar con mayor detalle en los temas de la competencia y la supresión de las barreras para el acceso al mercado.

Disponemos de los instrumentos necesarios. La principal prioridad de los Estados miembros para 2006 será, por lo tanto, el cumplimiento puntual y completo de nuestros objetivos. Para que ello sea posible, es esencial que los Estados miembros intensifiquen la aplicación de las medidas que ya han propuesto.

La Comisión no ha propuesto una actualización de las directrices para el crecimiento y el empleo, de modo que estas directrices seguirán vigentes en su totalidad. Después de los grandes cambios del año pasado, ahora deberíamos centrarnos en actuar más y con mayor continuidad.

De conformidad con la nueva gobernanza de la estrategia, los Estados miembros han realizado verdaderos esfuerzos para promover la participación de los Parlamentos nacionales, los representantes de las autoridades locales y regionales, los interlocutores sociales y demás representantes de la sociedad civil en el diseño de sus programas nacionales.

Ahora necesitamos que los ciudadanos de Europa participen más activamente en el proceso, para convencerles de que unas reformas oportunas y aplicadas de manera adecuada contribuirán a una mayor prosperidad mejor distribuida.

Para ello necesitamos realmente la ayuda de esta Asamblea. El Parlamento Europeo puede ayudarnos a otorgar a todos los implicados una mayor responsabilidad en relación con la Estrategia de Lisboa, de manera que la sientan más suya, y a asegurar su participación en el futuro. Debates como el de hoy ofrecen una oportunidad para ello que es muy de agradecer.

En este sentido, también quiero señalar que la Presidencia austriaca otorga una gran importancia al compromiso en relación con la Directiva sobre los Servicios, alcanzado durante la primera lectura en esta Cámara. Es un resultado muy equilibrado y constituye una base sólida para futuros empeños. La gran cantidad de enmiendas propuestas demuestra que el tema sigue siendo muy controvertido. A la vista de dicho resultado y de los debates celebrados hasta la fecha en el Consejo, la Presidencia tiene mucho interés en que el Consejo Europeo pida ahora a la Comisión que presente su propuesta modificada cuanto antes y manifiesta la esperanza de que las instituciones estén ahora en condiciones de poder completar rápidamente el procedimiento legislativo.

La intención de la Presidencia es que el Consejo Europeo establezca, en el marco de las directrices integradas adoptadas el año pasado, unas medidas prioritarias específicas que se deberán aplicar antes de finales de 2007. Así pues, como parte de la Estrategia de Lisboa renovada, la Cumbre de primavera estará dedicada a los temas a los que se ha otorgado prioridad en los programas nacionales de reforma y en el informe de la Comisión Europea, es decir, la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación, la política a favor de las pequeñas y medianas empresas, el empleo y la energía. Por supuesto, también debemos seguir actuando de manera en general en el contexto de las tres vertientes de la Estrategia de Lisboa: la económica, la social y la medioambiental. Para poder iniciar una fase de verdaderos logros y resultados visibles, tenemos que intentar conseguir una buena combinación de compromisos voluntarios verificables de los veinticinco Estados miembros y recomendaciones de la Comisión. Como parte de los preparativos para el Consejo, todavía estamos debatiendo hasta dónde tienen que llegar nuestras aspiraciones.

Un pilar de la Estrategia de Lisboa es la investigación y la innovación, como fuerza motora de la producción y la aplicación de los conocimientos. Han pasado ya cuatro años desde que nos propusimos como objetivo elevar al 3 % el gasto en investigación en Europa antes de 2010 y una proporción considerable –dos terceras partes– de esa financiación debía proceder del sector privado. Sería una buena idea que los recursos puestos a disposición por la Unión Europea se incrementasen a la par con los respectivos esfuerzos nacionales. Con este fin, también es preciso aumentar la cooperación entre las universidades, los centros de investigación y las empresas para contribuir a incrementar la financiación de la investigación.

Sin embargo, como todos sabemos, en realidad no hemos llegado muy lejos en este campo, que es tan importante para nuestro futuro: el gasto actual de la UE en investigación solo es de un 1,9 %.

Nuestros esfuerzos conjuntos con la Comisión Europea nos han permitido desarrollar un cierto impulso y mejorar el reconocimiento en los Estados miembros de que es importante establecer unos objetivos específicos y unos compromisos voluntarios para aumentar el gasto en investigación. En este sentido todos los Estados miembros ya han aumentado sus aspiraciones y han establecido sus objetivos nacionales en consonancia.

Además, las estrategias de comunicación modernas tienen un papel esencial para el fomento de la innovación en nuestra sociedad de la información donde todo sucede a un ritmo tan rápido. En cuanto a la educación superior, quisiéramos pedir a los Estados miembros que, para 2007, faciliten el acceso de las universidades a formas adicionales de financiación privada y supriman las barreras a la cooperación entre las instituciones académicas y las empresas, de conformidad con los usos nacionales.

En segundo lugar, hay que dedicar más esfuerzo a mejorar el marco de condiciones para la actividad empresarial, el potencial de negocios y, en particular, la situación de las pequeñas y medianas empresas. Ese debe ser también un foco de atención del Consejo Europeo. Las pequeñas y medianas empresas constituyen una parte importante de la economía europea y está justificado describirlas como su fuerza motora. En la Unión Europea tenemos unos 23 millones de pequeñas y medianas empresas que proporcionan casi 75 millones de puestos de trabajo. Por lo tanto, las medidas destinadas a consolidar y promover a las pequeñas y medianas empresas como columna vertebral de la economía europea pueden contribuir de manera significativa al crecimiento y al empleo. También queremos eliminar la burocracia para las PYME y reducir el tiempo y los gastos que requiere la creación de nuevas empresas.

(El Presidente interrumpe al orador)

 
  
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  El Presidente. Señor Winkler, discúlpeme, normalmente no está limitado el tiempo de intervención del Consejo y de la Comisión, pero esta mañana tenemos problemas de horario, debido al tiempo que hemos consumido en el debate previo. Le rogaría que, si pudiera, ajustara también su intervención para que los diputados pudiesen intervenir. Se lo agradecería.

 
  
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  Hans Winkler, Presidente en ejercicio del Consejo. (DE) Señor Presidente, lamento haberme extendido tanto. Voy a resumir mis comentarios y enseguida acabo. Hay varios temas que requieren con urgencia que se adopten medidas. Mis observaciones serían incompletas si no mencionara el mercado laboral, incluida en particular la promoción de la integración de los jóvenes en el mercado laboral. Desde el propio Consejo Europeo queremos prestar especial atención a la lucha contra el desempleo juvenil. Uno de nuestros objetivos es reducir el nivel de fracaso escolar para 2010 y garantizar que un mayor número de jóvenes completen la educación secundaria. Otro objetivo central de nuestros esfuerzos debe ser también la lucha contra el desempleo de larga duración.

Finalmente, el tema de la energía ocupará también un lugar especialmente destacado, no solo debido a la importancia del sector para la generación de puestos de trabajo y de crecimiento, sino también, por supuesto, a la vista de los recientes acontecimientos. Espero que el Consejo Europeo aporte un impulso importante en este aspecto, al igual que en todos los temas que he mencionado, que influya de manera decisiva sobre las actividades futuras de todas las instituciones de la Unión Europea.

 
  
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  El Presidente. No, señor Presidente. La Presidencia del Consejo, como la Comisión, no tiene tiempo tasado de palabra, pero precisamente hoy tenemos todos que repartirnos un recurso escaso y no renovable como es el tiempo.

 
  
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  José Manuel Barroso, Presidente de la Comisión. (FR) Señor Presidente, Señorías, el Consejo Europeo de la semana que viene tendrá lugar en un momento importante. Observamos actualmente los primeros y alentadores indicios de un aumento de la confianza de los consumidores en Europa: las inversiones se reanudan, las cifras de crecimiento mejoran progresivamente. Son buenas noticias. Aprovechemos este contexto económico favorable para dar un nuevo salto adelante hacia nuestro objetivo de crecimiento y empleo. Cambiemos a la siguiente marcha.

El año pasado propusimos una revisión en profundidad del modo de conducir la política económica en Europa. Acordamos trabajar juntos en el marco de una asociación. Nos repartimos las responsabilidades. Recentramos nuestra estrategia y nuestras preocupaciones en lo esencial. Su Asamblea prestó un apoyo masivo a este nuevo enfoque, y quiero felicitar al Parlamento por el papel que desempeñó al respecto.

En su informe al Consejo de primavera, la Comisión propone varias acciones prioritarias a favor del crecimiento y el empleo. No quiero abordar en detalle todas las medidas concretas que proponemos adoptar, pero sí algunos temas que me parecen hoy especialmente importantes.

Celebro que se hayan adoptado 25 programas nacionales de reforma, que exponen cómo desea cada Estado miembro aplicar, a la luz de las circunstancias reales propias de cada uno como nación, las directrices acordadas conjuntamente para el crecimiento y el empleo. Admito que no todos los planes nacionales de reforma tienen el mismo nivel de ambición. Es cierto que no todos tienen la misma calidad. Sin embargo, constituyen una buena base de trabajo.

Para que quede claro: esta es tan solo una primera etapa y todo el mundo sabe que los informes no crean puestos de trabajo. Ahora hay que ver la voluntad política, la voluntad de poner en práctica específicamente esas intenciones.

Por ello, este año ha llegado la hora de traducir las palabras en actos. Durante los próximos meses, la Comisión trabajará en estrecha cooperación con los Estados miembros para ayudarles a aplicar sus programas nacionales y darles continuidad. Estoy muy agradecido al Parlamento por el papel que desempeña a este respecto. Las sesiones parlamentarias conjuntas entre el Parlamento Europeo y los representantes de los Parlamentos nacionales, dedicadas a la Estrategia de Lisboa, han contribuido mucho a sensibilizar a los Parlamentos nacionales en torno a lo que está en juego y les han animado a participar en el proceso.

No obstante, es cierto, Señorías, que todavía queda trabajo por hacer en términos de apropiación nacional de esta nueva estrategia para el crecimiento y el empleo. En el marco de la cooperación, los Estados miembros extraen enseñanzas de la experiencia de los demás. Todos tienen algo que ofrecer, todos algo que aprender, pero nunca insistiré lo suficiente en que necesitamos actuar no solo por parte de la Comisión, el Consejo y el Parlamento Europeo, sino que también necesitamos implicar activamente a los Parlamentos nacionales, los interlocutores sociales, los partidos nacionales –y no solo los partidos europeos– y a la opinión pública europea. Esta es una condición para el éxito de nuestra estrategia renovada para el crecimiento y el empleo.

Otra cuestión importante: la libre circulación de los trabajadores. He observado que el Parlamento, en la resolución que propone para cerrar este debate, insta, y cito, «a los Estados miembros a avanzar lo más deprisa posible hacia la total libertad de circulación de ciudadanos y trabajadores en la Unión Europea actuando al mismo tiempo con decisión para promover la calidad del trabajo en todos sus aspectos». Hago plenamente mía esta propuesta del Parlamento Europeo. Por lo demás, los hechos les dan la razón. Un análisis reciente de la Comisión demuestra claramente que el flujo de trabajadores de los Estados miembros de Europa central y oriental a los quince antiguos Estados miembros ha tenido, en lo esencial, efectos positivos. Esta es tan solo una de las razones por las que la Comisión celebra el anuncio reciente –concretamente, tras la publicación de nuestra Comunicación– por parte de Finlandia, Portugal y España, primero, y los Países Bajos ahora, de que se unirían a Irlanda, el Reino Unido y Suecia para levantar las restricciones a la libre circulación de los trabajadores en Europa. Estoy impaciente por que otros países se sumen a ellos.

(Aplausos)

En una economía globalizada, ningún Estado miembro puede permitirse andar a su aire. No es el momento del nacionalismo económico. No por utilizar la retórica nacionalista seremos capaces de construir la Europa de mañana.

(Aplausos)

Defender a los campeones nacionales a corto plazo, suele conducir, a más largo plazo, a relegarlos a segunda división. Las empresas más eficientes que hayan tenido que afrontar todo el rigor de la competencia dejarán atrás a los campeones nacionales cuando se presenten en los mercados internacionales. Seamos claros. Lo que necesitamos no son campeones nacionales, sino campeones mundiales con base en Europa que saquen el mayor provecho de nuestro mercado interior.

(Aplausos)

Pero que no haya malentendidos. La Comisión ejercerá sus prerrogativas si las empresas abusan de su posición dominante en el mercado. Está legalmente obligada a velar por la aplicación de las normas de la competencia y proteger al consumidor, y cumplirá plenamente este deber.

(EN) El reto de la globalización exige el fortalecimiento del mercado interior. La libertad para ofrecer servicios es un elemento esencial del mercado interior, y ya hemos dicho que el sector de los servicios, por un lado, y las pequeñas y medianas empresas, por otro, son hoy los principales impulsores del empleo en Europa.

Quiero darles las gracias por el resultado de la primera lectura en el Parlamento de la Directiva de servicios. Han presentado ustedes enmiendas basadas generalmente en un amplio consenso que ahora nos permitirá seguir avanzando. La Comisión responderá positivamente a su consenso.

El mes que viene presentaremos una propuesta modificada, que se basará en gran medida en esta primera lectura y en los debates en el Consejo. Sabemos que la Presidencia austriaca trabajará a partir de la posición común del Consejo poco después. Espero que esta legislación pueda adoptarse rápidamente, pues hemos de realizar progresos en este terreno si queremos realmente crecimiento y puestos de trabajo.

(Aplausos)

Los retos energéticos del siglo XXI exigen una respuesta fuerte y efectiva. Después de un largo periodo de relativa estabilidad, ya no podemos dar por sentado que tendremos unos suministros de energía seguros y asequibles. La mayor dependencia de las importaciones, el aumento de los precios de la energía y el cambio climático son retos compartidos por todos los Estados miembros de la Unión Europea. Solo una respuesta europea, basada en la sostenibilidad, la competitividad y la seguridad, puede hacer frente a la magnitud de estos retos.

En el Libro Verde de la Comisión hemos recalcado seis acciones clave. Hemos de crear un verdadero mercado europeo único del gas y la electricidad. Hemos de mejorar la integración. Con una mejor integración habrá más solidaridad entre los Estados miembros en tiempos de crisis. Hemos de acelerar la transición a una economía de bajas emisiones de carbono, utilizando tanto las energías nuevas como las actuales para asegurar la sostenibilidad. No solo debemos cambiar la oferta de energía, sino también la demanda. Hay muchas posibilidades de hacer un uso más eficiente de la energía en beneficio del clima, los consumidores y nuestra seguridad.

Europa está a la vanguardia del desarrollo de las tecnologías de reducción de las emisiones de carbono. Hemos de mantenernos en cabeza. Necesitamos más innovación europea para las energías renovables y todo lo que tenga que ver con tecnologías ecológicas. Por último, hemos de fomentar un enfoque más coherente e integrado en nuestras relaciones con terceros países y en los foros internacionales.

A veces oigo decir que la política energética europea no es viable porque toca aspectos en los que los Estados miembros tienen intereses estratégicos nacionales. No tengo que recordarles que la base de la Comunidad Europea fue de hecho una política común europea del carbón y del acero, los dos ámbitos que entonces se consideraban más delicados desde el punto de vista de los intereses estratégicos nacionales de los Estados miembros. Precisamente por el hecho de que la energía es estratégica necesitamos una estrategia europea y no 25 estrategias nacionales. Esta es precisamente la razón por la que necesitamos esta estrategia.

(Aplausos)

El Libro Verde invita a todo el mundo a participar en este importante debate. Me alienta mucho la reacción favorable que ha suscitado nuestro Libro Verde y el apoyo decidido de la Presidencia austriaca, y espero con interés el firme apoyo del Parlamento Europeo a esta nueva estrategia europea.

Asimismo quiero recalcar la necesidad de que la cohesión social se considere una parte integral de la estrategia de crecimiento y de creación de puestos de trabajo. La Comisión es plenamente consciente de la necesidad de asegurar puestos de trabajo de calidad y evitar las condiciones de trabajo precarias. Creo que la globalización ofrece grandes oportunidades, pero no podemos ni debemos ignorar la presión que ejerce la feroz competencia internacional sobre nuestras empresas y nuestros trabajadores. Por ello la Comisión ha propuesto un Fondo de Adaptación a la Globalización. Dicho fondo servirá de amortiguador del potente motor de la globalización. Complementará los esfuerzos de los Estados miembros por que los trabajadores afectados puedan volver al mercado de trabajo. Lo importante es que las personas se reciclen y vuelvan a la vida laboral de forma sostenible. Hemos de implicar a los interlocutores sociales en nuestros debates sobre puestos de trabajo y mercados de trabajo.

El futuro económico de Europa depende de la disponibilidad de los trabajadores mejor capacitados y formados, con una gama completa de aptitudes y la adaptabilidad necesaria para una economía del conocimiento. Por ello hemos de dar un impulso importante a la inversión en educación superior. La Comisión propone un objetivo del 2 % del PIB para 2010.

Al mismo tiempo, hemos de incrementar el gasto en investigación y desarrollo hasta el 3 % del PIB en 2010. Esto exige fijar objetivos nacionales más ambiciosos y medidas más ambiciosas para conseguirlos. Disponemos de algunas universidades y centros de investigación excelentes que realmente se beneficiarán de una mayor financiación. Sin embargo, nuestros sistemas están fragmentados. Hay un abismo entre la educación superior y la investigación, por un lado, y las empresas y la economía por otro. No parecen estar conectadas.

Son demasiados nuestros más destacados cerebros que abandonan Europa. Por ello, la Comisión, en busca de la excelencia, ha propuesto la creación de un instituto europeo de tecnología. Un instituto europeo de tecnología complementaría otras medidas; utilizaría los recursos aportados por sus partícipes y así beneficiaría de modo más efectivo tanto a ellos como a toda la economía de la Unión Europea. Se trata de un proyecto ambicioso. Pido a los Jefes de Estado y de Gobierno que respalden esta idea y pido el apoyo del Parlamento. Airbus y Galileo nos han demostrado la importancia de los proyectos insignia europeos de éxito. El IET podría ser el siguiente; simboliza un objetivo europeo, pero no es un mero símbolo: añade valor a nuestros esfuerzos colectivos en relación con la investigación, la educación y la innovación.

Asimismo soy consciente de la necesidad de hacer más en este terreno y creo que este puede ser un compromiso claro para este triángulo del conocimiento. En resumidas cuentas, un mayor compromiso con Europa conllevará más prosperidad y libertad para nuestros ciudadanos.

Les agradezco sinceramente su apoyo tan bien expresado en su propuesta de resolución. La semana que viene, el Consejo Europeo ha de demostrar un compromiso similar con el crecimiento y los puestos de trabajo. Ahora ha llegado el momento pasar de las palabras a los hechos.

(Aplausos)

 
  
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  Hans-Gert Poettering, en nombre del Grupo del PPE-DE. (DE) Señor Presidente, señor Presidente de la Comisión, señor Presidente en ejercicio del Consejo, Señorías, la Estrategia de Lisboa es sinónimo de crecimiento y empleo, y por consiguiente, como aspecto central de la misma, de competitividad de la economía de la Unión Europea, y me complace sobremanera el compromiso personal del Presidente de la Comisión y esté concentrando los esfuerzos de su Comisión en ese ámbito.

Quiero agradecerle que haya expresado que el retorno a un nacionalismo económico o –algunos desean darle un matiz positivo– el patriotismo económico supondría el declive de la economía europea y la pérdida absoluta de competitividad a escala internacional en este mundo globalizado.

(Aplausos)

Por lo tanto, agradezco esa actitud combativa y espero que diga lo mismo en el Consejo, durante la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno. Señor Winkler, le apreciamos mucho como persona y agradecemos su presencia aquí, pero cuando está presente el Presidente de la Comisión lo adecuado sería que la Presidencia del Consejo estuviera representada a un nivel similar, por un Ministro. Debemos tenerlo en cuenta. Quiero dejar claro que personalmente siento el mayor respeto por usted, pero las instituciones deben tener una representación equivalente en estos debates. Y lo digo con independencia de cualquier afiliación política. Se trata de las instituciones de la Unión Europea.

El Parlamento Europeo otorga una gran prioridad al proceso de Lisboa, que es un proceso continuado y no se limita al período hasta 2010. Por esto creamos el Grupo de pilotaje bajo la presidencia del señor Daul. Me complace que los tres Grupos mayoritarios –sí, y quizás algún día los demás también se sumen a ellos, señor Wurtz– tengan lo hayan adoptado como un eje central de sus actividades, como también lo ha hecho, naturalmente, el Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea, aunque no estén aquí, y quizás otros también…

(Protestas)

.... es cierto, sus dirigentes no están aquí y deberían agradecer que les preste tanta atención. El mercado único, la libre circulación de personas, productos, servicios y capitales, es una condición previa para que la Unión Europea sea competitiva en los mercados mundiales.

Pido a los jefes de Estado y de Gobierno y a los Gobiernos que sigan el ejemplo del esfuerzo realizado por el Parlamento en relación con la Directiva sobre los Servicios. A los Gobiernos, les digo que todo aquel que ahora quiera conseguir algo distinto destruirá el compromiso en relación con la Directiva sobre los Servicios. Por lo tanto, pido a los Gobiernos que sigan el ejemplo del Parlamento Europeo.

También acojo con satisfacción –no es mi cometido, pero me congratulo en mi calidad de presidente del Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y de los Demócratas Europeos– que ahora contemos con la presencia de uno de los dirigentes de los Verdes. Juntos forjaremos Europa, señor Cohn-Bendit.

En la Unión Europea hace falta espíritu emprendedor. Las empresas no son un concepto abstracto y comprometerse trasladar la libertad a la práctica. Espíritu emprendedor significa crear puestos de trabajo. Necesitamos una visión positiva en este contexto.

Señor Barroso, acogemos con satisfacción la propuesta que ha presentado con vistas a la creación de un Instituto Europeo de Tecnología. Pero no debe consistir en la creación de una nueva gran autoridad universitaria, sino de una red entre los diversos institutos tecnológicos europeos que ya existen, que permita obtener un valor añadido y que Europa pueda llegar a situarse en cabeza de la innovación y la investigación a escala mundial. Ha citado los proyectos GALILEO y Airbus. Necesitamos nuevos proyectos y en ese sentido apoyamos sus consideraciones.

Una observación final, puesto que no dispongo de quince minutos como el Consejo y la Comisión: en algún momento, señor Presidente, tendremos que reflexionar sobre cómo podemos conseguir un mayor equilibrio. Por mi parte, abogaría por que esta Asamblea trabaje en estrecha colaboración con los Parlamentos nacionales sobre este tema, puesto que nuestro cometido común, tanto a escala nacional como europea, es conseguir que Europa sea competitiva y asegurar su desarrollo adecuado desde el punto de vista económico y en general.

(Aplausos)

 
  
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  Christopher Beazley (PPE-DE). (EN) Señor Presidente, intervengo por una cuestión de observancia del Reglamento en relación con el apartado 1 del artículo 166 y del apartado 2 del artículo 121. Ruego me disculpe por interrumpir el debate, pero antes de que se iniciara, Sir Robert Atkins ha intervenido por una cuestión de observancia del Reglamento que usted ha rechazado porque no tenía que ver con los asuntos del día. En realidad se estaba refiriendo a una cuestión sumamente importante que está contemplada por el artículo 166. Cuando se incumple el Reglamento del Parlamento, es muy oportuno que un diputado le llame la atención al respecto.

Sir Robert decía que el Gobierno británico puede estar actuando ultra vires y violando la legislación comunitaria en lo que es un abuso de confianza. La comisión en cuestión le ha dirigido un escrito. Le pregunto si le es posible contestar a Sir Robert Atkins antes de la votación.

Quiero recordarle una vez más que me refiero al apartado 1 del artículo 166 y al apartado 2 del artículo 121 del Reglamento.

Ruego disculpen la interrupción.

 
  
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  El Presidente. Yo también lamento esta interrupción.

Señoras y señores diputados, a partir de ahora, la presidencia tendrá que ser más estricta en la consideración de las peticiones por cuestiones de orden, porque, una y otra vez, ustedes recurren a este procedimiento para fines para los que no está pensado.

 
  
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  Martin Schulz, en nombre del Grupo del PSE. (DE) Señor Presidente, Señorías, el lanzamiento del proceso de Lisboa fue el primer intento real, y desde mi punto de vista bien elaborado, de dar una respuesta europea a los retos de la globalización. La premisa establecida en Lisboa era que solo podríamos sobrevivir a la competencia intercontinental y seguir compitiendo con rivales en otros continentes a largo plazo si nos convertíamos en la economía nacional y la sociedad basada en el conocimiento más fuerte del mundo, pero a escala europea.

Era el paso que debíamos dar, pero ¿qué ha sucedido desde entonces? Quienes decidieron dar este paso no consiguen decidirse sobre si quieren que sea a escala europea o nacional. Dudan entre el mensaje de que «solo podemos sobrevivir a esta competencia como una Europa unida», que es el correcto, y el mensaje en sus países de que «en realidad, ya somos suficientemente fuertes como Gobierno para hacerlo solos», que por supuesto es más popular entre los votantes. El resultado es que no se ha invertido suficientemente en el proceso de Lisboa ni a nivel europeo ni a nivel nacional. ¡Esta es la situación después de seis años!

(Aplausos)

Señor Presidente de la Comisión, agradezco sus palabras, pero también lamento que guarde silencio sobre otra cuestión. Hay un enorme abismo entre lo que ha vuelto a describir hoy como un compromiso necesario, también desde el punto de vista de la política financiera, y lo que sucede en la práctica. Usted y su Comisión han descrito lo que se necesita en cuanto a financiación de la UE a lo largo de los próximos siete años, y el Consejo ha aprobado una base financiera. ¡El problema es que hay un abismo del 40,82 % entre lo que ha pedido usted y lo que ha decidido el Consejo!

El Consejo acordó un 40,82 % menos de lo que usted solicitó para la perspectiva financiera. Se trata, señor Presidente, de mensajes diferentes, de elementos de construcción diferentes. Es imposible construir una casa bonita con diferentes tipos de ladrillo. Ni siquiera se puede construir una choza. Ni siquiera se puede construir una cabaña de esquí en Arlberg am Lech –o mejor dicho, Lech am Arlberg– en la que por las noches se puedan entonar canciones de marineros. ¡Bienvenido al valle, señor Presidente! Ya ha acabado el descenso de la montaña.

(Risas)

La troika sobre la perspectiva financiera, que tendremos en los próximos días, y la posterior cumbre vuelven a llamar la atención sobre esta discrepancia. La troika está dominada por tacaños, que rebañan hasta el último euro para que no se pueda dar el dinero a Europa.

(Aplausos)

Tres días más tarde, los Jefes de Estado y de Gobierno se reunirán, y una vez más proclamarán lo importante que son la cumbre de Lisboa y los objetivos de Lisboa. Esto es precisamente lo que obstaculiza a Europa: la falta de un enfoque coherente y consistente del proceso de Lisboa.

En el Parlamento Europeo, hemos intentado combinar la flexibilidad que necesita Europa con la imprescindible cohesión social, porque ambos aspectos van de la mano. Si queremos que los ciudadanos se unan a nosotros sí, señor Winkler, tiene usted razón en este sentido, si queremos que los ciudadanos nos acompañen, hemos de retratar la globalización como una oportunidad, pero también hemos de reducir el riesgo de que se utilice para suprimir las normas sociales. Con la Directiva de Servicios hemos intentado decir sí a la flexibilidad siempre que sea necesario y posible, pero manteniendo en todo momento la cohesión social. Por ello, supongo que la decisión del Parlamento Europeo constituirá la base para que la Comisión y el Consejo sigan con las consultas sobre la Directiva de Servicios. Solo puedo advertir que no hemos de desviarnos de ella. Hizo usted una promesa, señor Winkler, y hoy ha dicho que cumplirá esta promesa. Nos aseguraremos de que lo haga, ¡no le quepa la menor duda!

De hecho, ya se ha gastado mucha tinta sobre el tema del futuro del proceso de Lisboa. Lo que hemos de hacer es invertir en investigación y capacitación, para que nuestros mejores cerebros no se marchen a otros continentes. Lo que hemos de hacer es invertir en el aprendizaje permanente porque, si una buena capacitación es un requisito previo para acceder al mercado de trabajo, el aprendizaje permanente es un derecho básico que garantiza que todo el mundo tenga acceso.

Ayer, el Presidente de la República Federal de Alemania dejó claros los deseos de los jóvenes en Europa utilizando el ejemplo del programa Erasmus. Sin embargo, Erasmus es uno de los puntos donde el Consejo ha reducido más la perspectiva financiera. Así que se lo repetiré: en el proceso de Lisboa, nada cuadra.

(Aplausos)

 
  
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  Graham Watson, en nombre del Grupo ALDE. (EN) Señor Presidente, más que nunca en la historia de la Unión se evidencia una disyuntiva entre quienes intentan avanzar y quienes quieren volver atrás; entre los que defienden el mercado único y la Agenda de Lisboa como el mejor medio de garantizar la eficacia, la competitividad y el crecimiento a largo plazo, y los que rechazan el libre comercio a favor de un patriotismo económico parecido –como ha dicho Giulio Tremonti– al inmediatamente anterior a la guerra de 1914-1918.

La ironía es que este supuesto patriotismo un nacionalismo económico apenas disimulado aportará tan pocos beneficios a los ciudadanos de Francia, España y Polonia como al resto de Europa, pues es la libre competencia la que impulsa el mercado mundial, aumenta la calidad y baja los precios, y el proteccionismo socava precisamente la libre competencia. Si una empresa puede ver una lógica comercial en la fusión con otra, ¿por qué tendríamos que ponerle trabas? El gran éxito del euro, como ha señalado el Presidente de la Comisión, es que las fusiones y las absorciones se producen rápidamente. La industria europea se está preparando para los retos que implica competir en una economía mundial.

Se trata de cuestiones para el Consejo de primavera. Se trata de cuestiones para la Comisión, porque la Comisión será puesta a prueba en este clima como defensora y guardiana de los Tratados. Enfrentada a un asalto sin precedentes contra el mercado interior, la Comisión ha de aferrarse a los Tratados, aferrarse a las libertades básicas y decir lo que piensa cuando sea preciso como ha hecho usted, señor Barroso, y como han hecho los Comisarios McCreevy y Kroes y actuar en defensa de la Unión. Pero defender el mercado único no solo es tarea de la Comisión; el Consejo tiene un papel que desempeñar, como recalcamos en la propuesta que debatimos hoy. Esto significa que el Consejo de primavera deberá acelerar la transposición y la aplicación de las directivas de la Unión para realizar un mercado único con libre circulación de mercancías, servicios y capital. Queremos que el Consejo Europeo trate seriamente la libre circulación de servicios, la libre circulación de trabajadores y la libre circulación de capital. Cuando debatan la futura financiación de nuestra Unión, los Jefes de Estado y de Gobierno deberían encontrar los fondos necesarios para capacitar a nuestra mano de obra, para las redes transeuropeas y para la investigación y el desarrollo a través del Instituto Europeo de Tecnología, que garantizará el futuro dinamismo económico.

Es hora de que nuestros Jefes de Estado y de Gobierno formalicen las reuniones del Consejo que tienen lugar en marzo y octubre. Estas no tienen que anunciarse puramente como cumbres de política económica; las exigencias de seguridad energética, de paz en Oriente Próximo y de lucha contra el crimen organizado internacionalmente también son urgentes y deberían incluirse en el orden del día de la semana que viene. Asimismo hay que celebrar un debate público sobre la floreciente política de defensa de la Unión, que actualmente se está planificando a puerta cerrada. La Presidencia austriaca abrió al escrutinio público una reciente reunión del Consejo de Medio Ambiente; ¿por qué no hacer de esta apertura una práctica universal en el Consejo?

Mi Grupo aplaude la propuesta de la Comisión de presentar un documento conceptual para que podamos debatir la política de defensa en el Parlamento e implicar a nuestros ciudadanos en el debate sobre el posible papel de nuestro continente.

Señor Presidente en ejercicio del Consejo, hace un siglo su país tenía un Ministro de Asuntos Exteriores que estudió en Estrasburgo, que restauró el antiguo régimen y dominó la política continental durante 30 años. Si la señora Plassnik puede emular los logros de Metternich, Europa prosperará. Si fracasa, siempre puede seguir su ejemplo y huir a Gran Bretaña.

 
  
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  Rebecca Harms, en nombre del Grupo Verts/ALE. Señor Presidente, señor Winkler, señor Barroso, con el paso del tiempo mi Grupo se ha dado cuenta de que la estrategia de Lisboa ha dejado de ser la estrategia que se estableció al inicio de este proceso tan interesante. Ha quedado bien claro en la intervención del señor Winkler. Ahora se trata de una estrategia unilateral para el crecimiento y los puestos de trabajo. Se ha desechado por completo la idea de que los objetivos de sostenibilidad y equidad social, establecidos en Gotemburgo, también deberían formar parte de esta estrategia. De acuerdo con los debates que he presenciado en la estructura de coordinación de Lisboa y a la luz de lo que hemos preparado como propuesta de resolución, sobre la cual votaremos hoy, me temo que existe un riesgo de que el Parlamento ya no esté dispuesto a seguir esta ambiciosa estrategia de vincular realmente la sostenibilidad con el crecimiento.

¿Por qué lo digo? No hay ninguna voluntad de debatir instrumentos importantes que garantizarían el éxito. En esta estructura de coordinación, intentamos debatir la política fiscal. Si no estamos preparados para considerar una fiscalidad uniforme de las empresas dentro de la UE, ¿cómo pretendemos resolver la competencia negativa debido a la localización de las empresas? Si no estamos dispuestos a hablar de impuestos ecológicos, ¿cómo podremos promover la sostenibilidad de una manera controlada? Algunos de los diputados a este Parlamento no están dispuestos a utilizar en absoluto la palabra «impuesto»: temen asustar a los ciudadanos. Les hacen promesas, pero no garantizan el establecimiento de instrumentos que nos permitan cumplir realmente estas promesas ambiguas.

Pongamos un ejemplo actual importante: la política energética. Quiero decirles lo siguiente al Comisario Verheugen y al señor Barroso: si no están ustedes dispuestos a incorporar la política de transporte en sus estrategias de política energética, si no están dispuestos a poner la conservación de los recursos y la eficiencia justo en el centro de sus estrategias, y si continúan concentrándose en la prolongación de la vida útil de las centrales nucleares, están ustedes condenados al fracaso. No reducirán la dependencia en las material primas, y no podrán asegurar unos precios justos en el mercado de la energía. Basta con mirar a los países en los que una gran proporción de la energía proviene de las centrales nucleares. ¿Acaso la energía en Francia y Alemania es barata? No, es cara.

Con respecto al mercado, señor Barroso, quiero pedirle una cosa: confíe en las propuestas que hizo la semana pasada la señora Kroes. Hoy por hoy, el mercado no puede aplicarse a la energía. Tenemos que separar la producción y la distribución de energía, la generación y la red. Como dijo muy oportunamente la señora Kroes, solo tendremos una oportunidad política contra los gigantes de la energía si hacemos prevalecer realmente el mercado a pesar de ellos.

(Aplausos)

 
  
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  Francis Wurtz, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (FR) Señor Presidente, señor Barroso, señor Winkler, por norma general la Comisión tiene el don de encontrar patronímicos evocadores para sus programas: Erasmus, Sócrates... Pues bien habría podido poner a su Estrategia de Lisboa el nombre de «Jano», por la célebre divinidad romana habitualmente representada con dos rostros, uno vuelto hacia el futuro y el otro hacia el pasado, exactamente igual que la Agenda de Lisboa.

Uno de los rostros de la Estrategia de Lisboa para el decenio 2000-2010 es agradable y me recuerda las conclusiones del Consejo Europeo de primavera 2005 con sus palabras sobre la necesidad de invertir en capital humano, que califica de activo más importante de Europa. Anuncia más empleo, incluso el pleno empleo, así como puestos de trabajo de mejor calidad. Subraya la importancia de la investigación, la enseñanza y la innovación, así como de un tejido industrial sólido en todo el territorio de la Unión. Incluso propone el objetivo de detener la pérdida de diversidad biológica de aquí a 2010.

Este rostro del Jano europeo mira al futuro. Parece anunciar tal era de progreso social, económico y ecológico que resulta difícil entender a primera vista que la Comisión considere textualmente que «[a] queda mucho por hacer para convencer a los ciudadanos de que las reformas contribuirán al advenimiento de una prosperidad mayor y compartida y asociarlos a ellas».

¿Por qué demonios? Porque hay otro rostro de la Estrategia de Lisboa, vuelto hacia las sempiternas obsesiones liberales de los dirigentes de la UE. Me remito a la última Comunicación de la Comisión con sus referencias a la necesidad de mejorar el atractivo de Europa para las empresas, la reforma de las pensiones, del sector de la sanidad, del mercado de trabajo y la estabilización del presupuesto, el aumento de la edad de jubilación, el aumento de la productividad del trabajo, la garantía de una verdadera competencia en el ámbito de los servicios y la promoción de una mayor competencia en los mercados de la electricidad y del gas.

La Comisión espera incluso de los sindicatos que contribuyan a la proliferación de esta estrategia liberal y del Parlamento que también pregone sus virtudes.

Pues bien, no cuenten con nosotros para explicar a los trabajadores alemanes de la administración pública que se movilizan contra el aumento del tiempo de trabajo y el descenso de las remuneraciones, a los trabajadores italianos que exigen la revisión de la ley 30 y el modo en que genera alegremente inseguridad laboral. Vemos a los jóvenes franceses que se alzan contra el proyecto de un contrato de trabajo de dos años, que permite a la patronal despedirlos a su antojo, a las trabajadoras británicas que se oponen al proyecto de elevar la edad de jubilación de 60 a 65 años, a los trabajadores de los nuevos Estados miembros de Europa Central que no quieren que sus países se consideren zona de bajo coste y reivindican sus derechos al progreso social. Delante de todos aquellos que se oponen a la estrategia de recorte del gasto público y social practicada bajo la égida del Pacto de Estabilidad, no cuenten con nosotros, se lo suplico, para explicarles que se equivocan porque la Estrategia de Lisboa pretende, contra toda apariencia, su bienestar.

La verdad es que las dos vertientes de la Estrategia de Lisboa son incompatibles. Hay que poner en jaque la segunda para que pueda florecer la primera. Esta es la elección que se nos plantea.

 
  
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  Jens-Peter Bonde, en nombre del Grupo IND/DEM. (DA) Señor Presidente, a raíz de la negativa francesa y holandesa a la Constitución, la cumbre de la UE decidió intercalar una pausa para reflexionar sobre el futuro de Europa. Ahora resulta que no se trataba de una pausa para pensar sino, más bien, un cambio en la programación de quién ha de ratificar y cuándo. Desde los dos votos negativos, la Constitución ha sido aprobada en Luxemburgo, Chipre, Malta, Letonia, y más recientemente, en Bélgica. El proceso está en marcha en Estonia, y Finlandia aprobará la Constitución antes de que asuma la Presidencia el 1 de julio. Una delegación de la Comisión de Asuntos Constitucionales visitó Helsinki el otro día. Solo un pequeño partido, que representa a los verdaderos finlandeses, respetará el «no» francés y holandés. La Constitución propone que se permita proseguir con las ratificaciones hasta que el 80 % de los países la hayan aprobado, tras lo cual se celebrará una cumbre especial. Sin embargo, las disposiciones de la Constitución no pueden servir de base para cambiar el Tratado de Niza, donde la norma es la unanimidad. Por ello la Constitución está formalmente muerta después del «no» francés y holandés. En los Países Bajos, el Gobierno ha declarado que no ratificará el documento rechazado, y en Francia, los principales políticos dicen lo mismo. Por ello es ilegal proseguir con las ratificaciones sin una nueva decisión, salvo que Francia y los Países Bajos se hayan enzarzado en una doble negociación y digan una cosa en casa y otra en Bruselas.

Quiero preguntarle a la Presidencia si Francia y los Países Bajos han aceptado formalmente que las ratificaciones continúen sin que se efectúen cambios en el documento rechazado. ¿No sería mejor aprovechar el respiro para encontrar nuevas ideas y preparar un documento que los ciudadanos puedan aceptar en referendos celebrados el mismo día en todos los países, un documento cuyos títulos podrían ser transparencia, democracia y proximidad con los ciudadanos?

 
  
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  Brian Crowley, en nombre del Grupo UEN. (EN) Señor Presidente, quiero agradecer al Presidente en ejercicio del Consejo, el señor Winkler, y al Presidente Barroso las presentaciones que han hecho hoy.

Después de examinar y debatir esta cuestión durante varios años, una de las cosas que me asombra es: ¿qué queremos realmente obtener de la Estrategia de Lisboa? Los elementos y objetivos clave siguen siendo tan válidos hoy como lo eran cuando se acordó por primera vez: hacer de Europa la economía más dinámica e innovadora del mundo en 2010. Por desgracia, lo que oímos hoy es todo menos lo que debería estar haciendo la Estrategia de Lisboa. Quizá seamos demasiado ambiciosos o queramos abarcar demasiado en lo que respecta a los ámbitos que queremos incluir.

Una de las cuestiones más importantes que hoy han abordado todos los oradores de esta Cámara ha sido la inversión en capital humano: la cuestión de la formación, la educación y el modo en que esto aporta más investigación y futura innovación y desarrollo. Examinemos realmente lo que está sucediendo en la Unión Europea en estos momentos. Examinemos la situación demográfica, que muestra un envejecimiento de la población y un descenso de la natalidad en la mayoría de los Estados miembros, cuando no disponemos de estrategias para responder a estos problemas. Necesitamos estrategias que contemplen la faceta positiva de la población que envejece, la experiencia que tiene; pero también estrategias que sean realistas al ver que se niega a la gente oportunidades para acceder al nuevo mercado laboral. Hemos de darles las aptitudes y la formación que necesitan para trabajar en la llamada economía digital.

A pesar te todas las palabras edulcoradas que puedan decirse aquí, la realidad es que quien es capaz de cumplir estas estrategias capaz de dar estas aptitudes a trabajadores jóvenes, estudiantes o personas mayores que quieren seguir cursos de reciclaje o recapacitación no es la Unión Europea, sino cada Estado miembro. Por ello hemos pedido planes nacionales con objetivos claros que garanticen la rentabilidad de la inversión.

Cuando hablamos de la estrategia de empleo europea, de cohesión social y cooperación social, es fundamental que incluyamos a las personas, pero también es fundamental que las personas despierten y vean la realidad de lo que está sucediendo con la deslocalización de la industria como debatimos ayer y la falta de inversión en investigación y desarrollo. Miren las 20 principales empresas de biotecnología del mundo. Diecinueve son norteamericanas y una es suiza; ninguna está dentro de la Unión Europea.

Si queremos ser realistas cuando hablamos de ser los más dinámicos tendremos que tomar decisiones drásticas que reflejen esta posición.

(Aplausos)

 
  
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  Leopold Józef Rutowicz (NI). (PL) Señor Presidente, el informe del grupo de alto nivel presidido por el señor Wim Kok aporta una descripción realista del estado de la economía europea, que se enfrenta a la amenaza de la marginación en relación con los mercados asiáticos y norteamericanos. El mercado mundial es benevolente hacia los organismos económicos que son eficientes y competitivos, y que ofrecen unos productos y unos servicios baratos y de buena calidad. La implicación directa de los Estados miembros y los Parlamentos en los programas de aplicación puede incluirse entre los éxitos de actividades encaminadas a lograr la Estrategia de Lisboa. La acción relacionada con el programa de seguridad energética también puede crear unas condiciones mejores y más estables para el desarrollo económico. El hecho de que un gran número de personas esté participando en la aplicación de la estrategia también puede ser motivo de optimismo. El problema reside en la eficacia de las acciones y la resistencia mostrada hacia ellas. Estas acciones incluyen la creación de un mercado interior, un mercado de trabajo, las condiciones adecuadas para la reestructuración y la creación de empresas, y el crecimiento de la innovación, al tiempo que se elimina el desempleo y se aumentan los salarios. Necesitamos un consenso entre los Grupos políticos, los sindicatos y los empresarios. Hay obstáculos especialmente importantes que bloquean el proceso de reestructuración, organización del mercado agrícola y limitación de los costes de producción agrícolas. La falta de viabilidad en algunos sectores agrícolas significa que un gran número de empresas se enfrenta a la liquidación y que hay un aumento del desempleo y de la tierra sin utilizar. Por ello es vital emprender acciones rápidas para establecer un sistema de producción agrícola con un mercado garantizado como los biocombustibles y la biomasa. Necesitamos un programa plurianual para adaptar la actividad agrícola a las nuevas condiciones del mercado. El proceso de abolición del proteccionismo, que no crea sino que reduce el valor añadido y aumenta los costes sociales, se enfrenta a grandes obstáculos. Por último, quiero mencionar una cita optimista del Presidente alemán: «Deberíamos convertir las dificultades en oportunidades de éxito». Creo que es algo que podemos lograr.

 
  
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  Othmar Karas (PPE-DE). – (DE) Señor Presidente, señor Presidente de la Comisión, señor Presidente en ejercicio del Consejo, Señorías, deseo lo mejor a todas las instituciones en relación con las acciones que tienen que adoptar en las próximas semanas o en la cumbre, que han de ser los puntos de partida del futuro de Europa. El lema de todas las sesiones en las próximas semanas ha de ser, como ha dicho el señor Barroso: «hechos, no palabras».

Pedimos acciones que dejen bien claro que rechazamos el particularismo, el proteccionismo y la mentalidad de que la «caridad bien entendida empieza por uno mismo». Pedimos unas acciones europeas valientes, concretas y verificables por parte de los Estados miembros a favor del crecimiento y los puestos de trabajo, y para la política energética. Por último, pedimos a los Estados miembros que se adecuen a la Directiva de Servicios y a la perspectiva financiera y que no se queden parados por más tiempo.

¿Qué queremos? En primer lugar, queremos acciones decisivas, para que la Unión Europea pueda seguir desarrollándose hacia una unión política con más valor, credibilidad y decisión. Una unión política es nuestro objetivo prioritario.

En segundo lugar, tenemos que crear un mercado interior que funcione y tomar medidas para que acabe convirtiéndose en un mercado nacional. ¿Cuándo podremos hablar de un mercado nacional para todos? Cuando desperdiciemos el menor tiempo posible en aplicar las cuatro libertades para todos los ciudadanos de una UE sin fronteras. Libertad y responsabilidad en lugar de cadenas, proteccionismo, nacionalismo y normas transitorias divisorias: estos son nuestros objetivos, y ofrecerán un valor añadido común a los ciudadanos de Europa.

(Aplausos)

En tercer lugar, todo aquel que nacionalice en lugar de «europeizar» está embaucando a la gente. ¿Dónde están las iniciativas y los proyectos para aplicar el Plan D y para implicar a los ciudadanos en el proyecto europeo? En cuarto lugar, también pido la codecisión del Parlamento Europeo en todas las cuestiones relacionadas con el mercado interior, en cuestiones de crecimiento y empleo y en la perspectiva financiera. Es evidente que la norma de unanimidad en el Consejo bloquea el progreso, evita o impide unas soluciones europeas y refuerza el particularismo. Esto no es lo que queremos.

En quinto lugar, necesitamos proyectos específicamente europeos, no solo planes de acción nacionales: la creación de un marco de investigación europeo, la creación de una infraestructura europea, la creación de un mercado de energía europeo, la creación de un espacio aéreo europeo, la creación de una ofensiva de establecimiento y de innovación europea, la expansión del programa de educación europeo. Para todo esto necesitamos proyectos y acciones, y no simples declaraciones. En sexto lugar, no tenemos una política económica común, lo cual significa que hemos de coordinar mucho más estrechamente las políticas económicas. La UE es una oportunidad. El particularismo y el proteccionismo son nuestro riesgo casero.

(Aplausos)

 
  
  

PRESIDENCIA DEL SR. McMILLAN-SCOTT
Vicepresidente

 
  
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  Robert Goebbels (PSE).(FR) Señor Presidente, señor Winkler, señor Barroso, una estrategia sin recursos es como Napoleón sin ejército: impotente y a fin de cuentas inútil. Es la amenaza que se cierne sobre la Estrategia de Lisboa. Con unas perspectivas financieras enclenques, unos presupuestos nacionales desequilibrados y un presupuesto comunitario que representa menos de un tercio del déficit presupuestario de los Estados Unidos, ¿se ha reducido la Unión a los gestos?

El proyecto de resolución que he elaborado con mi excelente colega, el señor Lehne, indica algunas vías interesantes que emprender, aunque a veces este Parlamento se niegue a mirar de frente a la verdad. Así, la mayoría de los diputados al Parlamento Europeo ha dado la espalda al hecho de que buena parte del plus de crecimiento de los Estados Unidos en los últimos años ha sido resultado de la integración de más de diez millones de inmigrantes legales. Necesitamos una política de inmigración europea más generosa. ¿Se haría a costa de los países en desarrollo? Según las Naciones Unidas, las transferencias monetarias de los inmigrantes a sus familias representan más del doble de la ayuda internacional al desarrollo. El espectacular desarrollo económico de la India, China, Taiwán y Hong Kong debe mucho a la creación de empresas por antiguos emigrantes que han regresado a casa.

Está por construir la Europa de la investigación. Sobre todo las empresas de medianas dimensiones no invierten lo suficiente. Una de las causas de este fenómeno es un acceso demasiado burocrático a los fondos europeos. Otra es la falta de cooperación entre empresas y universidades. Estas últimas deberían procurarse más recursos invirtiendo en talentos jóvenes prometedores y aumentando el prestigio de sus actividades de investigación mediante la concesión de diplomas y títulos asociados.

En materia energética, Europa debe concertarse con los demás grandes consumidores, Estados Unidos, Japón, China y la India, a fin de contrarrestar los cárteles y los oligopolios que dominan los sectores del petróleo y el gas. Ante un mercado dominado por un puñado de países productores, no tiene sentido tratar de sanearlo únicamente mediante la liberalización del mercado europeo, sobre todo cuando dicha liberalización conduce a la creación de los supuestos campeones europeos, que acabarán por repartirse el mercado entre ellos. La liberalización del mercado energético estadounidense dista mucho de haber sido un éxito.

La evolución demográfica que espera a Europa no solo representa un desafío para la financiación de la seguridad social. El aumento de diez o veinte años de la esperanza de vida en unas poblaciones generalmente en buena forma y sanas constituye también una gran oportunidad. Hay que elaborar estrategias que permitan a las personas permanecer activas mientras envejecen, ofrecerles diversas opciones para la jubilación e integrarlas en la vida en general de la sociedad. Europa debe renunciar a su discurso pesimista sobre el futuro y aprovechar todas las oportunidades nuevas para construir esa sociedad dinámica e integradora que pretende conseguir con la Estrategia de Lisboa.

 
  
  

PRESIDENCIA DEL SR. ONYSZKIEWICZ
Vicepresidente

 
  
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  Alexander Lambsdorff (ALDE). (DE) Señor Presidente, un año después de la revisión intermedia de la Agenda de Lisboa va siendo hora de preguntarnos una vez más qué estadio ha alcanzado Europa. Por desgracia, la respuesta a esta pregunta da que pensar; después de la conmoción política que causaron los votos negativos a la Constitución, ahora nos enfrentamos a la amenaza de una parálisis económica, de que Lisboa se convierta –al igual que la famosa mujer sin la parte inferior de su cuerpo– en una atracción de feria, pues, a pesar del consenso en que la aplicación de la estrategia es responsabilidad de los Estados miembros, son precisamente ellos los que cometen proteccionismo en nombre del patriotismo económico y ello es motivo de grave preocupación.

Quienes se imaginan que podríamos lograr «más Lisboa» o ser más competitivos con menos mercado interior han perdido contacto con la realidad o no son francos. El éxito económico de Europa en los últimos cincuenta años se ha basado en las cuatro libertades del mercado interior, tres de las cuales corren ahora un grave peligro. Todo empezó hace dos años cuando, entre otros, Alemania y Austria impusieron restricciones a la movilidad de la mano de obra procedente de los Estados miembros del este de la UE. Ahora resulta que los países que, como Gran Bretaña, no interfirieron en la movilidad de la mano de obra han obtenido resultados positivos.

Consideremos la libre circulación de capital. Italia está prohibiendo la adquisición de intereses en bancos italianos; Polonia se opone a la fusión de UniCredit y HBV; franceses y españoles se resisten a la absorción de proveedores de energía nacionales. Ello resulta especialmente irónico teniendo en cuenta el hecho de que el sector energético es el que exige un enfoque europeo, ¿o hemos de creer que podemos tener una política energética común sin un mercado interior en materia de energía? Celebro las palabras claras de la Comisión sobre este tema, y es de esperar que el Consejo siga sus recomendaciones.

La tercera libertad, la de prestación de servicios, también corre peligro. La debilitación de la Directiva de Servicios perpetrada por Alemania, Bélgica y Francia implica sencillamente un aplazamiento de la división del trabajo en esta zona. Si se aplicara a la circulación de mercancías, significaría, por ejemplo, que Renault podría exportar coches a Alemania solamente si, una vez allí, no costaran ni más ni menos que un Volkswagen. ¿Y qué hemos de pensar de Skoda? Los trabajadores en Mladá Boleslav ganan menos que sus colegas que montan coches de Audi o Citroën; ¿es esto también dúmping social? La consecuencia lógica de los argumentos de los sindicatos sobre la directiva de servicios es que deberían exigir la aplicación de aranceles aduaneros punitivos sobre los productos industriales procedentes de Estados miembros donde los salarios sean inferiores, y es solo una cuestión de tiempo que lo hagan. Por cierto, si se considera la cuestión sistemáticamente, podría decirse que las exigencias hechas a los nuevos Estados miembros de que aumenten los impuestos que aplican a las empresas equivalen exactamente a lo mismo.

Lisboa ya no es más un fin por sí misma que el mercado interior. Lo que se necesita en el corazón del continente europeo es un nuevo crecimiento, y más de esto, si se quiere dar una nueva esperanza para el futuro a los millones de desempleados. Dársela es una obligación, tanto desde el punto de vista político como social, y a la postre, moral. Poner en peligro el mercado interior es un atentado contra el desempleado en Europa, frente al cual tenemos obligaciones, en el sentido de que es por su bien, por el bien de los miembros más débiles de nuestra sociedad, que hemos de hacer que Lisboa sea un éxito. Lo mismo puede decirse de las personas mayores; la resolución de esta Cámara recalca la importancia de un cambio democrático, y tanto los mayores de hoy como los de mañana merecen nuestra atención. Crecimiento es lo que hace falta para estabilizar nuestros sistemas de seguridad social; la redistribución por sí sola no hará el trabajo. He de añadir que creo que este debate se debería estar celebrando en Bruselas, no en Estrasburgo.

 
  
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  Pierre Jonckheer (Verts/ALE).(FR) Señor Presidente, señor Winkler, señor Barroso, señor Verheugen, soy ecologista pero no les hablaré de energía. Tengo colegas que ustedes conocen y que son muy competentes en esa materia.

Quisiera hablarles del papel de la Comisión en la Estrategia de Lisboa. Han insistido ustedes en muchas ocasiones, y con razón, en el hecho de que esta estrategia no tendrá éxito sin una amplia adhesión popular y que hay que promover la debida participación de todos los agentes relevantes, incluidos los Parlamentos nacionales. Creo que, a tal fin, conviene que la Comisión transmita dos mensajes claros.

El primero es que la Estrategia de Lisboa no es sinónimo de competencia desbocada entre los Estados miembros. Defendemos, por el contrario, un modelo de cooperación y solidaridad entre los Estados miembros.

El segundo es que en una Unión Europea de 25 Estados miembros no puede haber ciudadanos o trabajadores de primera y de segunda.

Les pondré ahora tres ejemplos concretos en los que espero de su parte un mensaje más incisivo. Primer ejemplo: la libre circulación de los trabajadores. Han aludido ustedes a ella, han publicado un informe –que está muy bien– y celebran que algunos países sigan la línea marcada por la Comisión. Yo esperaría del Presidente de la Comisión y del Colegio de Comisarios que en interés de la Unión Europea dijeran a los Estados que no quieren seguirla o que se muestran reticentes a hacerlo que van descaminados.

Paso a mi segundo ejemplo. En el tema de la Directiva de servicios, el Parlamento ha rechazado el principio del país de origen, el PPO. ¿Qué problema planteaba este principio? Que no queríamos organizar el mercado único poniendo a competir entre sí unas normas nacionales insuficientemente armonizadas. Ahora, para tranquilizar a los trabajadores, deberían declarar sin rodeos que los portugueses, alemanes o eslovacos que trabajen en una obra de construcción en Polonia deben percibir el mismo salario, y a la inversa. En otras palabras, es necesario reforzar la Directiva sobre el desplazamiento de los trabajadores y ustedes poseen la prerrogativa para hacerlo.

Veamos ahora mi tercer ejemplo. Hablando de la evolución de la fiscalidad en Europa, la Comisión ha avanzado en la armonización de la base imponible en el marco de la fiscalidad de las empresas. En 2007-2008 deben presentar ustedes un informe sobre el presupuesto y los recursos futuros de la Unión Europea. Deberían tener ustedes la voluntad política y el coraje de decir –y este es un tema del que han hablado otros diputados– que es inadmisible que el presupuesto se reduzca hasta el punto de tener que recortar un tercio el presupuesto previsto para los jóvenes estudiantes o los jóvenes trabajadores.

En otras palabras, señor Barroso, espero que en el proceso de aplicación de la Estrategia de Lisboa no solo se refugie detrás de los Estados miembros, aun cuando estos tienen un papel importante que desempeñar. En vez de ello, espero que vaya más allá de su papel de honesto mediador y encuentre realmente, porque tiene usted el monopolio de la iniciativa legislativa, la fuerza para defender el interés europeo, que está amenazado por la tendencia de las naciones a replegarse cada vez más sobre sí mismas.

 
  
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  Ilda Figueiredo (GUE/NGL). (PT) Ha llegado la hora de escuchar las protestas y la lucha contra las medidas neoliberales contenidas en esta Estrategia de Lisboa, ahora revisada, cuyas consecuencias son contrarias a lo que se prometió en 2000 en la cumbre de Lisboa.

Con la intensificación de la liberalización de los mercados, de la privatización de los servicios públicos y de la promoción de la flexibilidad del mercado laboral, o flexiseguridad, como la denomina ahora la Comisión, lo que hemos visto es un menor crecimiento económico, un mayor desempleo, más trabajo precario, más pobreza y una mayor desigualdad en la distribución de la riqueza, en nombre de la competitividad y la libre competencia.

Ahora está más claro que los dos pilares esenciales de las políticas neoliberales son el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y la llamada Estrategia de Lisboa, por no mencionar los recortes brutales de los fondos comunitarios que han servido para convertir la cohesión económica y social en un simple espejismo.

Por consiguiente, como sugerimos en la resolución que hemos presentado, es vital que la Estrategia de Lisboa sea sustituida por una estrategia europea para la solidaridad y el desarrollo sostenible, que promueva la inversión en investigación e innovación con el objetivo de lograr un desarrollo equilibrado y duradero, en la calidad del trabajo en todos sus aspectos, en la promoción de las cualificaciones, en infraestructura básica para apoyar a la industria, en servicios públicos, en protección del medio ambiente y tecnología medioambiental, sobre todo en el ámbito de la energía y el transporte, en la mejora de la normativa laboral, social y medioambiental y la normativa de seguridad, para conseguir la armonización a los más altos niveles, y en la economía social.

También se requiere una nueva agenda de política social, con miras al desarrollo de una sociedad...

(El Presidente interrumpe a la oradora)

 
  
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  John Whittaker (IND/DEM). (EN) Señor Presidente, el señor Barroso quiere que los ciudadanos de la Unión Europea participen en la sociedad civil; el señor Winkler quiere motivar a los ciudadanos de la UE. Pero si hay algo que puede hacer que los observadores de la Unión Europea bostecen o suspiren o digan: «¡oh no, otra vez no!», es hablar de la Agenda de Lisboa. ¿Es que no podemos aceptar que la Estrategia de Lisboa ha fracasado, al igual que fracasó el Pacto de Estabilidad, lo cual es de lamentar porque es lo que apuntala al euro? Si la Estrategia de Lisboa no ha fracasado, ¿por qué tenemos que relanzarla?

Todos queremos crecimiento económico y puestos de trabajo; todos queremos que las economías de Europa prosperen. Sin embargo, es hora de reconocer que no disponemos de la fórmula adecuada. En lugar de ser la fuerza que impulsa las reformas necesarias, la UE con sus infinitas normas y su interferencia es lo que frena las economías de Europa. Las recientes y modestas mejoras de algunas economías de la Unión Europea se han logrado a pesar de la Unión Europea. Son más bien un resultado del desarrollo mundial.

Las economías de la UE no necesitan la Estrategia de Lisboa: necesitan que se las deje en paz para que los mercados trabajen y los empresarios creen puestos de trabajo. ¿No vemos que al seguir hablando de la Estrategia de Lisboa, la Unión Europea no hace más que insistir en su incompetencia? Por ello recomiendo un periodo de silencio: dejen de hablar de una agenda que, año tras año, ha demostrado a los ojos del mundo entero que es un fracaso.

 
  
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  Guntars Krasts (UEN). – (LV) Señor Presidente, después de la revisión del proceso de Lisboa el año pasado surgió la esperanza de que la estrategia hubiera adquirido un vigor renovado, pero los acontecimientos de los últimos seis meses han demostrado que la acción real para alcanzar los objetivos de la estrategia sigue atrasada.

Al evaluar los programas de los Estados miembros para implementar la Estrategia de Lisboa, la Comisión Europea habla de duplicar los esfuerzos para lograr los objetivos de Lisboa. Creo que actualmente sería un gran adelanto lograr reducir al menos a la mitad los esfuerzos que se han hecho para evitar las tareas de Lisboa. El ejemplo evidente más reciente es la Directiva de Servicios, cuyo objetivo era dar un impulso vital a la liberalización del mercado interior y aumentar la competitividad, y que también ha sido una de las piedras angulares de la Estrategia de Lisboa. El texto de compromiso del Parlamento Europeo no podrá contribuir mucho a vitalizar el mercado común, por lo menos no mientras la Estrategia de Lisboa siga operando. De un modo similar, en otras esferas vemos cada vez más que los cambios y las reformas se topan con una creciente acción social y política contraria. Se gasta una enorme energía en preservar la situación existente y limitar los cambios y las reformas, pero de hecho, las reformas al mercado interior de la Unión Europea y la intensificación de su integración son los principales pasos que podría dar un entorno que permita implementar la Estrategia de Lisboa.

Hasta ahora poco se ha logrado para ofrecer un apoyo financiero coordinado a las tareas de Lisboa. Durante el apasionado proceso de debatir el marco financiero, los representantes de los Gobiernos de los Estados miembros no tenían previstas consideraciones estratégicas, y el marco financiero demuestra solo una muy débil conexión con las tareas de Lisboa. De una forma similar, poco se ha hecho para coordinar el uso de los Fondos Estructurales con las prioridades de Lisboa. El uso de los Fondos Estructurales y una más estrecha coordinación de la Estrategia de Lisboa debería lograrse tanto a escala de la UE como de Estados miembros armonizando los planes de desarrollo nacionales con los programas de aplicación de la Estrategia de Lisboa.

En la base de cualquier estrategia reside la capacidad de subordinar los intereses a corto plazo a las tareas a largo plazo. Por este motivo, alcanzar la Estrategia de Lisboa también dependerá de cómo y cuándo los Estados miembros y la Unión Europea en su conjunto logren convencer a los ciudadanos de la UE del hecho de que si no se logra la Estrategia de Lisboa a largo plazo no será posible alcanzar los objetivos de crecimiento y empleo.

 
  
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  Philip Claeys (NI). – (NL) Señor Presidente, la Estrategia de Lisboa tiene por objeto convertir Europa en la economía más fuerte del mundo, y creo que en esta Cámara existe un amplio consenso acerca de dicho objetivo, aunque quiero cuestionar la manera en que se pretende lograrlo. No puedo evitar constatar que la Europa de hoy sigue estando demasiado preocupada por las subvenciones en detrimento de la inversión y la innovación.

No solo los diferentes Estados miembros, sino también la Comisión, tienen una gran responsabilidad en este sentido. Mientras que la Comisión había propuesto duplicar el gasto para ciencia y desarrollo hasta 10 000 millones de euros al año a partir de 2007, el Consejo rechazó esta propuesta porque habría implicado efectuar unos recortes considerables en las subvenciones agrícolas, las subvenciones regionales y también los fondos estructurales.

Cuando pienso en los fondos estructurales europeos, recuerdo enseguida el pozo sin fondo de Valonia, por ejemplo, en el que cada año se introducen millones de euros, sin que ello afecte en modo alguno a ningún cambio estructural, porque lo impide un omnipresente y corrupto Parti Socialiste. Es algo que ahora también corroboran diversos políticos e influyentes economistas valones.

Y ahora, la señora Danuta Hübner, Comisaria europea de Política Regional, afirma que Valonia consigue utilizar eficazmente los fondos estructurales y que los proyectos valones son característicos de los notables cambios estructurales que tienen lugar en esta región. Ahora bien, viniendo de alguien que es en parte responsable del cumplimiento de la Estrategia de Lisboa, esa afirmación plantea un interrogante sobre toda la cuestión.

 
  
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  Klaus-Heiner Lehne (PPE-DE). (DE) Señor Presidente, Señorías, quiero empezar aprovechando la oportunidad para agradecer sinceramente a mi coponente, el señor Goebbels, la actitud cooperativa en el grupo de coordinación, en el que hemos logrado elaborar, para el Pleno y para la Conferencia de Presidentes, una propuesta que es la continuación lógica de lo que conseguimos el año pasado cuando considerábamos la revisión intermedia.

Tal como hicimos en aquella ocasión, la Cámara apoya la estrategia de la Comisión. En concreto, hemos dejado claro una vez más que nuestra capacidad para realizar los otros objetivos principales de la Estrategia de Lisboa tal como queremos depende del crecimiento y del empleo.

Esta Cámara también ha desempeñado un papel a la hora de establecer prioridades, tres de las cuales se mencionan en nuestra resolución, concretamente el cambio demográfico, la política energética y la innovación.

Mi única queja es acerca de algo que muchos oradores ya han mencionado. El enfoque estratégico no es nuestro principal problema; el enfoque estratégico es el correcto. Nuestro problema es qué sucederá al final. Hablando en términos prácticos y bastante claros, lo que considero el aspecto más negativo es lo que siempre sucede cuando el Consejo Europeo interviene en este asunto: decide sobre una estrategia buena y substancialmente sólida, la presenta en una conferencia de prensa y el resultado es que se escribe sobre ella. Al día siguiente, o quizás al cabo de dos días, llegan los ministros de finanzas y retiran lo que había decidido el Consejo Europeo. Es un problema estratégico fundamental, y no tengo ni idea de cómo solucionarlo; contribuye en gran medida a avivar la percepción que tienen algunos ciudadanos europeos de que la política europea es deshonesta y a aumentar la desesperación del público con Europa. Lo que ha de decirse en esta cumbre es que no podemos aplicar una doble moral; al contrario, la política aplicada en la práctica ha de reflejar las directrices estratégicas.

La última cuestión que queremos abordar es la de cómo hay que evaluar el impacto de las leyes: algo que también mencionamos en nuestra resolución. Nos gustaría señalar que esperamos que la evaluación del impacto incluya un factor independiente, garantizando así que el resultado sea realmente neutral. Ello forma parte de una «mejor legislación», y esta exigencia también va dirigida a la Comisión.

 
  
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  Harlem Désir (PSE).(FR) Señor Presidente, 2005 fue el primer año en que se aplicó la Estrategia de Lisboa revisada. Ahora la estrategia es más conocida, ha sido debatida en los Estados miembros y se han adoptado los programas nacionales de reforma. Es un progreso, pero casi es el único que ha habido.

Por lo demás, el señor Winkler ha sido muy audaz al afirmar hace un momento que se había relanzado la Estrategia de Lisboa. De hecho está más bien atascada. Como ha dicho el señor Schulz, está maniatada por unas perspectivas financieras cicateras y un crecimiento anémico en la zona de euro, así como por la clamorosa ausencia –tanto a escala europea como en cada uno de los Estados miembros– de inversiones en investigación e innovación, en las universidades y en la formación a lo largo de toda la vida. Del mismo modo, hay dificultades para completar las redes transeuropeas, mientras las energías renovables y las biotecnologías siguen siendo el pariente pobre en lo que respecta a nuestros esfuerzos de inversión e investigación.

Cambiemos a una marcha superior, ha dicho usted, señor Barroso. Si pusiéramos la primera ya estaría bien, he tenido ganas de responderle. Para que la Estrategia de Lisboa sea un éxito, necesitará recursos, unas perspectivas financieras coherentes, con unas prioridades definidas, inversiones por parte de cada uno de los Estados miembros y un marco macroeconómico que realmente apoye el crecimiento.

Pero necesitará también que los ciudadanos la hagan suya, como ha indicado usted, señor Presidente. Si queremos que la estrategia de crecimiento definida por la Unión Europea dé resultado, necesita apoyo. Por ello, renunciar a la dimensión social de la estrategia, dejarse llevar por una pendiente de liberalizaciones a ultranza, de precarización, de fragilización de los derechos sociales y de los servicios públicos, sería un doble error. Sería debilitar las bases de la competitividad futura de la Unión, apartarse de la Europa de la excelencia, y sería también alejar a los ciudadanos de la Unión Europea y de sus políticas.

La dimensión social no es enemiga de la competitividad. Los países nórdicos, como hemos mencionado a menudo en este debate, supieron llevar a buen término las reformas porque las negociaron y se aseguraron de que vinieran acompañadas tanto de una inversión colectiva en investigación e innovación como de una nueva flexibilidad económica y una compensación significativa de los trabajadores en materia de prestaciones sociales, de formación a lo largo de toda la vida y de protección de los derechos. Ahora bien, todo esto requiere el mantenimiento de un alto nivel tanto de desgravaciones fiscales como de redistribución social. Del mismo modo, Alemania ha recuperado todas sus bazas en materia de exportación y, como otros países de la Unión Europea, ha demostrado que incluso con unos costes salariales altos, incluso con un sistema de protección social que es uno de los más eficientes de Europa y de los más extensivos del mundo, puede mantener el lugar que le corresponde en la competencia internacional.

Por tanto, dejemos de invocar la competencia mundial para rebajar el modelo social europeo. Invoquémosla para invertir más en las bazas de Europa, en capital humano, en investigación, en innovación.

Hoy, el relanzamiento del crecimiento pasa esencialmente por el aumento de la demanda interior, por la confianza de los consumidores, por la recuperación del poder adquisitivo, así como por un reparto más equitativo de las rentas y del valor añadido entre los accionistas y los trabajadores asalariados.

Para concluir, señor Winkler y señor Barroso, quisiera decir que el Consejo Europeo será juzgado según dos criterios: por una parte, a la luz de las enseñanzas que saque de la votación del Parlamento sobre la Directiva de servicios –no debe haber, insito en ello, un retorno a Bolkestein– y, por otra, de la libre circulación de los trabajadores de los nuevos Estados miembros dentro de la Unión Europea. Es hora de reconocerles esta libertad fundamental.

(Aplausos)

 
  
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  Paolo Costa (ALDE).(IT) Señor Presidente, señor Barroso, señor Winkler, Señorías, considero positivo que la Unión Europea ejerza su influencia para hacer que el todo valga más que la suma de las partes potenciando la investigación y el desarrollo para liberar el potencial de las empresas, favorecer la ampliación y una mejor utilización de la calidad de la mano de obra mediante intervenciones encaminadas a garantizar los suministros energéticos, pero todo esto está supeditado a una premisa básica: el valor añadido europeo solo se expresa plenamente si es fruto del trabajo de una sociedad y una economía europea realmente unificada, si los resultados se alcanzan gracias a la actividad principal de la Unión Europea.

La creación del mercado único y de una Comunidad unificada desde el punto de vista social y político mediante el desarrollo de su riqueza de identidades culturales es un factor que hay que destacar con fuerza: no hay mercado único ni sociedad europea capaces de expresar todo su potencial sin una integración física de Europa, sin infraestructuras y servicios de transporte que garanticen la movilidad y el acceso desde cada punto «a» hasta cada punto «b» de la Unión.

Este objetivo no debe considerarse casi obsoleto ante los nuevos retos que debemos afrontar, sino que es una premisa esencial: no se puede desarrollar la investigación sin la posibilidad de mantener contactos cara a cara; no hay potencial empresarial efectivo si los mercados no están integrados. Es una condición necesaria fundamental que hace un año prometimos solemnemente conseguir con la Resolución 884-2004 aprobada por esta Cámara, asumiendo el compromiso de completar lo antes posible, antes de 2020, la red transeuropea de transporte.

Por desgracia ya no hay ni rastro de este objetivo en la Comunicación de la Comisión –contrariamente a la propuesta inicial– o de lo que sucedió el año pasado, cuando hicieron una reflexión sensata y nos guiaron en esta dirección, urgiendo asimismo a los Estados miembros a hacer lo mismo. Si a esto se suman las propuestas del Consejo de recortar drásticamente el presupuesto en este terreno, lo cual hace casi irrealizable el objetivo o al menos lo aleja enormemente en el tiempo, nos encontramos en una situación de alarma roja.

De algún modo, me parece que el Parlamento, con su intervención, está tratando de poner un parche en su resolución y pidiendo a todas las partes implicadas que garanticen la conclusión de la red transeuropea de transporte.

Mi sentido llamamiento de hoy es que hay que evitar un gravísimo error político: un error totalmente político, porque, tras la Decisión 884 se desencadenaron en Europa energías intelectuales, políticas y financieras y enormes expectativas en torno a la idea de proseguir el proyecto RTE. No hay lugar en Europa en el que no se hable de las RTE. De hecho, las RTE constituyen hoy uno de los capítulos no incluidos –y por tanto insuficientemente apoyados– de aquel plan D que pretende suplir la falta de interés de los ciudadanos por la Unión Europea.

Si no cumplimos las promesas, si no respondemos a estas expectativas, los resultados serán muchísimo más graves y profundos que aquellos que intentamos alcanzar en el intento de cohesionar el proyecto europeo. Espero que esta idea no sea aprobada y sea posible evitar los desastrosos efectos de una posible interrupción del proyecto sobre las expectativas de muchos ciudadanos europeos.

 
  
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  Bernat Joan i Marí (Verts/ALE). (EN) Señor Presidente, si queremos que Europa se convierta en la economía basada en el conocimiento más competitiva del mundo, tendremos que impulsar la inversión en educación y en el ámbito de la investigación y el desarrollo. Por desgracia, Europa sufre ahora una fuerte emigración de nuestros investigadores a los Estados Unidos. En la Europa actual, si un investigador quiere significarse lo mejor es que ingrese en una destacada universidad estadounidense. Hemos de competir con los Estados Unidos mejorando nuestras políticas para que nuestros estudiantes se queden en la Unión Europea.

Hemos de crear un espacio europeo de investigación con el objetivo de analizar y encontrar maneras de mejorar la investigación y hacer de él una herramienta útil para las necesidades y los objetivos de nuestros investigadores. Creo que hemos de vincular la Estrategia de Lisboa con el Proceso de Bolonia a fin de establecer una buena conexión entre nuestro sistema universitario y nuestros objetivos de política económica y de bienestar.

Si no mejoramos los actuales instrumentos educativos y de I+D en cada uno de los Estados miembros y en los organismos supraestatales, la llamada Estrategia de Lisboa será un gran fracaso.

 
  
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  Helmuth Markov (GUE/NGL). (DE) Señor Presidente, ni que decir tiene que los objetivos de la estrategia de Lisboa –20 millones de nuevos puestos de trabajo, un crecimiento medio anual del 3 % en el PIB y un incremento similar en la cantidad dedicada a investigación y desarrollo– son los correctos, pero quiero decirle al señor Lehne que el problema no radica tanto en el destino como en la estrategia propuesta para alcanzarlo.

Consideremos las realidades actuales: nuestro crecimiento económico es del 1,5 % de media y solo hemos creado cerca de una cuarta parte de los nuevos puestos de trabajo que esperábamos crear, y se trata de puestos de trabajo muy mal pagados. Este es el problema fundamental. Es el curso que hemos seguido durante seis años, y las directrices recientemente adoptadas, que ahora han de aplicarse como parte de los planes nacionales, así lo reflejan.

Basta con echar un vistazo: en todos los Estados miembros de la Unión Europea, ¡los beneficios de la productividad ascienden vertiginosamente! Pero ¿qué pasa con los salarios? ¡Los salarios siguen donde estaban! Entontes, ¿cómo pretenden ustedes estimular la demanda nacional? Lo que se hace siempre refleja la idea de que las prestaciones de la seguridad social tienen un cierto efecto negativo para la economía nacional, pero eso no es cierto; ¡son positivas! A la postre, unos salarios elevados dan como resultado un crecimiento económico, pero hay que elaborar de nuevo la política.

Lo que no necesitamos es una desregulación y una privatización permanentes. Necesitamos competencia, pero hemos de competir por unas normas sociales más elevadas y unas normas medioambientales más elevadas. Hemos de comprender que los bienes que producimos han de fabricarse de acuerdo con normas laborales internacionales. ¡Eso es lo que necesitamos! Entonces tendremos la oportunidad de llevar realmente adelante la Estrategia de Lisboa hasta el objetivo que queremos alcanzar, y no lo haremos reduciendo constantemente las prestaciones de la seguridad social a fin de dar aún más libertad a las empresas; esa es la forma errónea de hacerlo.

(Aplausos apagados)

 
  
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  Johannes Blokland (IND/DEM). – (NL) Señor Presidente, cada año en marzo, celebramos debates como preparación de la cumbre de primavera y, desde 2001, hemos debatido por qué el proceso de Lisboa no logra alcanzar los objetivos prescritos. En 2004, el informe Kok dio una respuesta inequívoca a esta pregunta: los Estados miembros han de asumir su responsabilidad y tomarse en serio la tarea de reformar sus economías y su Estado de bienestar, dando cabida al crecimiento sostenible y al empleo. Ahora que el crecimiento económico vuelve a estar en perspectiva, se corre el riesgo de que las reformas necesarias se dejen para más tarde, pero el crecimiento por sí solo será insuficiente para mantener intacto nuestro modelo social.

¿Podría indicar el Comisario qué pretende hacer la Comisión para evitar este peligro y aplicar las conclusiones del informe Kok? Espero que también se debata sobre el periodo de reflexión, pues es muy necesario. Se pone de manifiesto que la elite europea es incapaz de debatir el futuro de la UE sin el exceso de equipaje de una Constitución rechazada. Nueve meses de reflexión deberían ser suficientes para un primer seguimiento.

 
  
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  Wojciech Roszkowski (UEN). – (PL) Señor Presidente, es una vergüenza que tanta charla exaltada sobre la aplicación de la Estrategia de Lisboa no haya producido nada más que palabras.

La Estrategia de Lisboa está relacionada en particular con la competitividad de la Unión. Como todos sabemos, una mayor competitividad exige principalmente un aumento de la productividad, lo cual, a su vez, pone en peligro los puestos de trabajo. Esta amenaza no se materializará si el incremento en ingresos creado por una mayor productividad es suficientemente elevado y no se limita a unos países individuales, sino que también se aplica a economías integradas como las de la UE.

Sin embargo, una mayor productividad exige no solo la aplicación de los avances tecnológicos, sino también el traslado de la producción desde emplazamientos donde es más cara a lugares donde es más barata. El incremento de ingresos resultante de estas actividades será beneficioso para todos en la Unión, mientras que abandonar el proceso amenaza con provocar un estancamiento y un descenso de la competitividad, puesto que el mundo no está parado. Por ello hemos de optar bien por un cierto estancamiento bien por un riesgo que puede dar sus frutos.

No deberíamos tener miedo de la Estrategia de Lisboa. Es una oportunidad para todos nosotros.

 
  
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  Alessandro Battilocchio (NI).(IT) Señor Presidente, Señorías, hablo en nombre del nuevo Partido Socialista Italiano. A nuestro entender, las acciones emprendidas para alcanzar los objetivos de Lisboa –crecimiento, empleo y competitividad– han sido escasas y poco claras.

Hay que apoyar más a las pequeñas y medianas empresas, que son el corazón de nuestro tejido industrial, por ejemplo facilitando el acceso al crédito, a la financiación europea y a los programas de investigación y tecnología y reforzando la defensa de la industria europea de calidad contra los ataques desleales de la competencia internacional, y me remito a los sectores textil y alimentario a título de ejemplo.

Es necesario un plan energético que independice a la Unión Europea de la actual inestabilidad geopolítica, prestando la máxima atención a las nuevas fuentes de energía, a fin de garantizar un desarrollo sostenible y duradero también en el plano ambiental.

Es necesario invertir, en concreto, en educación, formación, investigación e innovación para garantizar la competitividad de nuestros procesos productivos. Es necesario, por último, salvaguardar nuestro principal recurso: los trabajadores y el capital humano.

Hay que evitar que el empleo y el bienestar de nuestros conciudadanos pasen a un segundo plano con respecto a las leyes del mercado y del comercio internacional. No podemos olvidar que la industria debe estar al servicio de los trabajadores y no al revés.

 
  
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  Marianne Thyssen (PPE-DE). – (NL) Señor Presidente, señores Presidentes, Señorías, no tengo por costumbre hacer cumplidos, pero en este debate sería muy poco oportuno no expresar mi aprecio por los coponentes el señor Lehne y el señor Goebbels. Ambos merecen nuestras felicitaciones por la propuesta de resolución que han preparado, que es más que satisfactoria y que respaldamos en su totalidad.

Evidentemente, como coordinadora de mi Grupo en el grupo coordinador de Lisboa, también quiero expresar mi aprecio por mis colegas de Grupo que han ofrecido las aportaciones necesarias. El debate sobre esta resolución en el Parlamento ha sido mucho más constructivo que el año pasado, y espero que esta sea una buena señal para la esperada aplicación de la renovada estrategia para el crecimiento y los puestos de trabajo.

Parece quela revisión intermedia da frutos, que los Estados miembros están cooperando, y deseo perseverancia a los Estados miembros más valientes y a los demás el valor de la convicción para empezar o para aumentar el ritmo. Pero por supuesto, también tenemos una responsabilidad como institución europea, y en este sentido aplaudo las intenciones, expresadas por la Comisión y por la Presidencia del Consejo, de abordar rápidamente la directiva de servicios y, en este sentido, respetar el difícil equilibrio que hemos logrado después de un duro trabajo en esta Cámara.

Estamos familiarizados con la naturaleza y la amplitud del reto al que se enfrenta Europa. En Europa nos gusta vivir bien y queremos seguir así, pero para hacer realidad nuestro sueño, para conservar nuestro nivel de prosperidad y mantener intacto lo que llamamos nuestro modelo social, hemos de convertirnos en un agente global competitivo.

No podría decirlo mejor que el Presidente alemán ayer: tendremos que tendremos que ser mejores cuanto más caros seamos. Hemos de traducir nuestra intranquilidad en creatividad y hemos de tener fe en que solo cambiando podremos mantener el potencial para realizar nuestras ambiciones. Sabemos lo que tenemos que hacer. Actuemos en consecuencia en todos los frentes, pues no tenemos otra alternativa.

 
  
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  Poul Nyrup Rasmussen (PSE). (EN) Señor Presidente, el presidente de mi Grupo, el del PSE, ha hablado acerca de la necesidad de actuar de inmediato. Es hora de que pasemos a la acción. Me centraré en esta cuestión. Todos sabemos que nuestro crecimiento económico ha mejorado un poco, pero un crecimiento anual medio del 2,2 % en lugar del 2,1 % no genera suficiente empleo para reducir seriamente nuestro desempleo de 19,5 millones. Por ello estoy fundamentalmente de acuerdo con el Presidente Barroso y el Presidente del Consejo Europeo. Necesitamos más crecimiento.

Tengo dos preguntas breves. En primer lugar, sobre la inversión. Señor Presidente de la Comisión, ¿prevé usted que en la próxima reunión del Consejo Europeo los Gobiernos puedan llegar –quizá no tengamos la capacidad ni los poderes en el Tratado para obligarles a hacerlo– a una especie de acuerdo intergubernamental de invertir en los próximos dos o tres años en los objetivos que ha recomendado usted en sus documentos y recomendaciones? Si pudiera preverlo me complacería mucho, porque entonces habríamos dado un paso hacia una actividad inversora coordinada.

En segundo lugar, me complace que el Consejo de Empleo tomara una decisión en materia de flexibilidad y seguridad sobre la base de las propuestas de la Comisión. Señor Presidente en ejercicio del Consejo, ¿prevé usted que las conclusiones asegurarán no solo la flexibilidad, sino también una seguridad moderna? En Francia veo a un Gobierno que se concentra únicamente en la flexibilidad y he visto las reacciones de los jóvenes. Por ello es tan necesario que garanticemos ambas cosas. Quisiera que me respondiera y sería muy oportuno y conveniente que nos diera una respuesta hoy, si es posible.

Es hora de cumplir lo prometido y espero que todos unamos fuerzas. Haré lo que pueda en el Partido Socialista Europeo y sé que mi colega, el presidente de nuestro Grupo, hará lo que pueda por cumplir lo prometido, porque ha llegado el momento y los ciudadanos esperan que lo hagamos.

 
  
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  Nils Lundgren (IND/DEM). – (SV) Señor Presidente, quiero hacer algunas reflexiones generales sobre la Agenda de Lisboa en conjunto. Desde mi punto de vista, se basa en un malentendido sobre la manera en que las economías –y si vamos al caso, las civilizaciones humanas– se desarrollan en el transcurso de la historia.

Hubo un periodo de la historia –que empieza a finales del siglo XVIII y prosigue a lo largo del XIX– en que Europa se convirtió en la región basada en el conocimiento más dinámica del mundo. Empezó con los cambios en el Reino Unido, incluida la legislación sobre cuestiones económicas y la abolición del sistema de gremios. Tuvo lugar un progreso enorme y rápido, que se expandió con increíble rapidez a grandes partes del mundo. También otros países empezaron a utilizar máquinas de vapor y las hiladoras con husos múltiples. Así es como se produce el desarrollo.

Es un error pensar que hoy podrían existir personas inusualmente sabias que sabrían con todo detalle qué medidas deberían tomar los países europeos a fin de ayudar a que Europa se convirtiera en una región dinámica basada en el conocimiento. Son los propios países los que intentan encontrar soluciones, vigilándose unos a otros y copiando las soluciones constructivas. Así es como se produce el desarrollo. Seguir como hacemos hasta ahora nos hará pensar de forma equivocada. Deberíamos ocuparnos de las cuestiones adecuadas, en la Unión Europea.

 
  
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  Françoise Grossetête (PPE-DE).(FR) Señor Presidente, la próxima Cumbre de primavera tendrá que responder a los retos de nuestra época, incluidos los que plantean el medio ambiente y la política energética. Deberá tener en cuenta las expectativas de la juventud y del deber de reconocimiento de nuestros ancianos, cada vez más numerosos. Todo esto supone la necesidad de adaptar nuestras infraestructuras. Nuestra sociedad está experimentando grandes cambios y eso es lo que preocupa a los ciudadanos. Por tanto, debemos ayudarles a superar el trance anticipándonos a las dificultades de los próximos decenios.

El Estado de bienestar omnímodo de la década de 1980 ya no es la respuesta. Debemos conciliar flexibilidad y seguridad, encontrar otras vías de dar prioridad al empleo y devolver la confianza a nuestros conciudadanos, la confianza en sus políticas y en una Europa que se une. Es una confianza que impulsaría espontáneamente el crecimiento y la tasa de natalidad, que es un buen barómetro del estado de nuestra sociedad. Es una confianza que haría que la inmigración se viera como una gran oportunidad y que en lugar de amordazar la iniciativa privada, la liberaría, la estimularía y la apoyaría. Esa confianza restablecida nos permitiría formar mejor y retener a nuestros investigadores. Deberíamos hacer todo esto en interés de una sociedad basada en el conocimiento, pero viendo lo que pasa con Erasmus, realmente hay de qué preocuparse con respecto a las perspectivas de tal sociedad. Finalmente, sería una Europa que no tendría tabúes y que por tanto se atrevería a hablar de energía nuclear y de independencia con respecto a las fuentes de energía. Podría darles muchos más ejemplos de lo que esta Europa sería capaz de hacer.

Pero sin un presupuesto adecuado, ¿de qué sirven los discursos? Hoy se nos dice que va a haber que elegir, señor Barroso, entre las grandes redes transeuropeas y Galileo. ¿Es posible? No, no lo es. Necesitamos Galileo y hay que completar el mercado interior con mejores comunicaciones. Y permítame apoyar además, de paso, el proyecto de enlace ferroviario Lyon-Turín.

No quisiera que esta jornada matinal fuera la enésima ocasión de hablar de la Estrategia de Lisboa. Palabras, palabras, palabras... Es hora de pasar de las palabras a los hechos. Quisiera animar a los Jefes de Gobierno a que se armen de valor. La Estrategia de Lisboa es el único antídoto contra las diversas formas de proteccionismo nacional.

 
  
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  Jan Andersson (PSE). – (SV) Señor Presidente, aprovecharé este breve minuto para concentrarme en una enmienda presentada por el Grupo Socialista del Parlamento Europeo en la cual aplaudimos la propuesta presentada por los Jefes de Gobierno de seis países de que se establezca un pacto europeo para la igualdad entre hombres y mujeres.

Proponemos medidas en tres ámbitos. En primer lugar, queremos reducir el desequilibrio entre géneros en el mercado de trabajo; en segundo lugar, facilitar la conciliación entre el empleo remunerado y la educación de los hijos; y, en tercer lugar, introducir una perspectiva de igualdad, que deberá seguirse en todos los ámbitos políticos.

El objetivo de este pacto de igualdad no es crear un nuevo proceso, sino reforzar los procesos ya existentes, como el de Lisboa, para que los objetivos de crecimiento sostenible, pleno empleo y justicia social sean alcanzables. Los objetivos en relación con el cuidado de los niños y la conciliación del empleo remunerado con la educación de los hijos son especialmente importantes.

 
  
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  Timothy Kirkhope (PPE-DE). (EN) Señor Presidente, la próxima reunión del Consejo brindará una oportunidad a los Gobiernos de los Estados miembros de afirmar la vital necesidad de que la reforma avance más rápidamente que antes.

Creo que, en sus conclusiones, el Consejo debería hablar clara y enérgicamente sobre dos cuestiones. A la luz del documento de la Comisión «Es hora de acelerar», publicado en enero, sin duda no es un momento para que los conductores se queden sin combustible. Me complace que el señor Barroso parezca estar avanzando con combustible de alto octanaje y que siga así durante mucho tiempo, pero la marea creciente de retórica proteccionista y actos proteccionistas por parte de los Gobiernos de los Estados miembros es inaceptable. Es extraordinario que la Unión Europea siga tendiendo Gobiernos aferrados a una mentalidad proteccionista anticuada y a la promoción del patriotismo económico e industrial.

Aplaudo las declaraciones de la Comisión que condenan esta deriva. Aplaudo los recientes comentarios del Ministro de Economía alemán, que dijo que no necesitábamos patriotismo industrial y que los inversores extranjeros deberían ser recibidos con los brazos abiertos, y no solo tolerados. Si los planes nacionales de reforma presentados por los Gobiernos se parecen de alguna forma a los que ha presentado el Gobierno del Reino Unido, que el Cielo nos ampare.

El tema del proteccionismo está en el meollo del debate sobre el futuro desarrollo económico. No hay espacio para las políticas que hemos visto hasta la fecha. Ya ha pasado el tiempo de las filigranas diplomáticas. Hemos de permitir que se oigan las voces de las pequeñas y medianas empresas.

En cuanto a la Directiva de servicios, los Gobiernos han de mejorar el paquete de compromiso acordado por el Parlamento. Hemos avanzado, pero no lo suficiente. El Consejo debería actuar unido en la Ronda de Doha y esforzarse más por conseguir acuerdos comerciales mundiales.

Me temo que en estos momentos el jurado sigue reunido. Pido al Consejo Europeo que demuestre el mismo vigor y la misma firmeza que el señor Barroso. Le insto a que evite la chapuza habitual en la próxima reunión y a que ejerza un liderazgo real. Entonces podremos juzgarle por su firmeza y podremos darle nuestro veredicto.

 
  
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  Maria Berger (PSE). (DE) Señor Presidente, incluso el señor Poettering, en su declaración inicial de hoy, se ha sentido obligado a criticar la representación de la Presidencia austriaca –en concreto, la ausencia del Canciller Schüssel– y podría muy bien ser que la ausencia tuviera algo que ver con el hecho de que la noticia que debía transmitir la Presidencia austriaca está lejos de ser algo de lo cual alardear o ni siquiera algo conveniente. Y por consiguiente, prefiere dejar esta tarea tan ingrata a otra persona.

El mensaje es modesto e inadecuado en cuanto a los objetivos, sobre todo la pretendida reducción del desempleo, si tenemos en cuenta cuánto desempleo hay y lo que pretendíamos en un principio que lograra el proceso de Lisboa; no es solo modesto e inadecuado, sino también falso en cuanto a los medios que van a aplicarse, pues estos objetivos, por modestos que sean, no se lograrán solo a través de reformas estructurales.

La UE y los Estados miembros deben conseguir más dinero. Si no hay dinero, la banda no toca, eso también lo aprendimos de Mozart.

 
  
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  Jacek Emil Saryusz-Wolski (PPE-DE). (EN) Señor Presidente, una economía europea competitiva, tal como se propuso en la Agenda de Lisboa, no puede cimentarse sobre un abastecimiento inseguro de gas y petróleo. No puede basarse en una accesibilidad y una seguridad diferenciadas y desiguales del abastecimiento energético. Esto sería contrario a la lógica del mercado único y a los principios de la competencia. Por ello, es bueno que la seguridad del suministro energético constituya una de las prioridades de la Presidencia y de la Comisión.

Ya iba siendo hora de que la Unión emprendiera acciones concretas en este terreno. La seguridad del suministro de energía es crucial para la actividad económica y la competitividad de la economía de la UE en su conjunto. La energía, como hemos visto recientemente, también se utiliza como arma para ejercer influencia política. Por ello, también debería considerarse dentro del contexto de la política exterior y de seguridad de la Unión.

Los recientes problemas en torno al suministro de energía ponen de manifiesto nuestra debilidad, nuestra vulnerabilidad y nuestra dependencia de terceros. Por ello es esencial que la UE desarrolle una verdadera política de seguridad energética. Si tratamos seriamente el mercado interior y la Agenda de Lisboa, deberíamos ofrecer a nuestros operadores económicos y a nuestros ciudadanos el mismo acceso a los suministros de energía y la misma seguridad. Los pasos emprendidos por la Presidencia, y especialmente el Libro Verde de la Comisión, van en la buena dirección, aunque son demasiado modestos.

La solidaridad es uno de los principios más importantes de la integración europea; crea la obligación de ayudar a todos los Estados que se encuentran en dificultades. Hemos de extender este principio de solidaridad a problemas relacionados con la escasez de suministro de energía causada por la acción política. Lo que necesitamos para asegurar los suministros de energía del exterior es cooperación y solidaridad, no competencia entre los Estados miembros.

La seguridad energética tiene asimismo un aspecto financiero: los mayores recortes de las perspectivas financieras, como acordó el Consejo, se han producido en el ámbito de las redes transeuropeas de energía. Hemos de resolver esta situación durante el diálogo a tres bandas sobre el presupuesto, pues de lo contrario nuestras prioridades quedarán sobre el papel.

La seguridad energética también es una de las piedras angulares de la política de vecindad. La buena cooperación en el ámbito de la seguridad energética es indispensable y es la medida más eficaz para aumentar la confianza, tanto dentro de la Unión Europea como entre la Unión y sus vecinos.

 
  
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  Gary Titley (PSE). (EN) Señor Presidente, hay tres prioridades para la cumbre de primavera: acción, acción y acción: acción ante el hecho de que más de un tercio de nuestra población en edad de trabajar está económicamente inactiva, lo cual es un escándalo. No podemos recibir la globalización con los brazos abiertos y al mismo tiempo abandonar a muchos de nuestros ciudadanos. Necesitamos mercados de trabajo activos.

Hemos de actuar para aplicar la legislación: demasiados Estados miembros no están aplicando la legislación que han aceptado y, francamente, esta situación es inaceptable.

Por último, 13 años después de crear el mercado único, va siendo hora de que aceptemos que hay un mercado único europeo que exige campeones europeos y no campeones nacionales.

Así pues, espero que en esta cumbre los Estados miembros haya menos palabras y muchos más planes de acción concreta. ¡Cumplan sus promesas y no hablen tanto!

 
  
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  Ria Oomen-Ruijten (PPE-DE). – (NL) Señor Presidente, este debate es sobre la cumbre de primavera y tenemos una buena resolución con unas espléndidas recomendaciones. A fin de cuentas, se sigue prometiendo más crecimiento y más puestos de trabajo a los ciudadanos europeos, pero no nos engañemos, pues el papel puede esperar. Cuando después de la cumbre, la semana que viene, los Jefes de Gobierno regresen a sus capitales, tienen que llevar consigo la responsabilidad de Lisboa, ya que son los Estados miembros junto con los interlocutores sociales, los políticos nacionales y regionales, quienes lograrán finalmente un aumento del empleo.

El mensaje a los Estados miembros es simple y claro. El mercado interior ha de convertirse en una realidad, pase lo que pase. Debería hacerse más en el ámbito de la investigación y el desarrollo; hay que apoyar la innovación, y la organización de la educación y la formación debe ser más eficiente y ha de estar más orientada a la calidad. Sin embargo, la Estrategia de Lisboa también tiene una dimensión social. No seremos más competitivos si reducimos nuestros principios y valores en relación con la solidaridad con los más débiles, la responsabilidad de nuestros ciudadanos, la justicia social o los salarios, hasta un nivel que nos permita competir con nuestros rivales asiáticos. Esa no es la respuesta europea que inspirará confianza al público.

No obstante, las reformas son necesarias. Es preciso abordar el cambio demográfico, en forma de envejecimiento de la población y descenso de la natalidad. Hemos de atrevernos a examinar a fondo la forma como se financian los regímenes de seguridad social, pues la realidad demográfica se nos está echando encima a gran velocidad. De nada sirve filosofar sobre un clima favorable para los empresarios o el aprendizaje permanente si no podemos cumplir nuestras promesas. Hay mucho por hacer.

Hemos organizado los programas estructurales europeos de forma que garanticen que tres cuartas partes, o 55 000 millones, contribuyan a los objetivos de Lisboa, y si faltan los fondos para estos programas, o si los Estados miembros no están dispuestos a pagarlos, entonces debo advertir que no se logrará un crecimiento y un empleo conforme a lo establecido en Lisboa.

En lo que respecta al envejecimiento de la población y a la disminución del número de jóvenes, tendremos que adaptar la política de empleo y la seguridad social de forma que los jóvenes activos y las personas mayores sanas puedan contribuir a la sociedad en el futuro próximo, a la prosperidad y la felicidad de nuestros ciudadanos.

 
  
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  Libor Rouček (PSE). – (CS) Señorías, hoy quiero hablar acerca de dos cuestiones que considero sumamente importantes para cumplir los objetivos de la Estrategia de Lisboa, es decir, el crecimiento y el empleo. La primera de estas cuestiones es el mercado único interior. Parece que el concepto de las cuatro libertades que sustentan la Unión Europea es algo que, tristemente, a menudo solo existe en el papel. El mes pasado dimos un paso muy importante con la primera lectura de la Directiva de Servicios. Creo firmemente que fue un paso en la dirección correcta, pero me gustaría decir algo acerca de la libre circulación de personas. El informe de la Comisión Europea, que ya se ha mencionado antes aquí, recalca que la movilidad de la mano de obra, no solo entre los nuevos y viejos Estados miembros, sino también dentro de la «vieja» UE, sigue siendo insuficiente. Y sin embargo, el crecimiento económico depende precisamente de esta movilidad. La segunda cuestión es la aprobación de la Perspectiva Financiera.

Señorías, si no tenemos una Perspectiva Financiera a mitad de año, Europa se enfrentará a una crisis. Una crisis económica, una crisis política y, me temo, que también una crisis de confianza. Por ello me gustaría pedir a las tres instituciones que trabajen codo a codo en esta cuestión para que la Perspectiva Financiera esté lista a finales de junio, o en otras palabras, al final de la Presidencia austriaca.

 
  
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  John Bowis (PPE-DE). (EN) Señor Presidente, en primer lugar quiero dar las gracias al Presidente Abbás por brindarme esta inesperada oportunidad de contribuir a este debate. Doy las gracias a Lisboa por darnos la Agenda, y al hijo de Lisboa que preside la Comisión por su liderazgo en esta Agenda. No hay nada más importante para Europa que asegurar el éxito de la Agenda de Lisboa. Este es el modo de dar a nuestros ciudadanos nuevas esperanzas de que Europa contribuirá a mejorar su futuro y que colaboraremos juntos para dar también una nueva esperanza a otras partes del mundo.

Quiero hacer hincapié en dos aspectos de la Agenda que recalca esta resolución. El primero es la salud de los ciudadanos de Europa, porque creo que es una condición indispensable de Lisboa. Sin una población sana no podremos tener una economía sana. Es importante que empecemos por examinar algunas de las amenazas sanitarias a que nos enfrentamos, incluida la posibilidad de una pandemia de gripe, y las oportunidades sanitarias como las que ofrece la movilidad de los pacientes y las consideremos una parte integrante de la Agenda.

Como han dicho mis colegas, hemos de entender el envejecimiento de la población como una oportunidad y no una carga. Asimismo, hemos de entender que un medio ambiente saludable es una exigencia de nuestra economía. Esto tampoco supone una amenaza. Las oportunidades que tienen las empresas de innovar y cumplir las exigencias más estrictas que esperamos en nuestro medio ambiente, las situarán en un buen lugar con respecto al resto del mundo. Tenemos la oportunidad de liderar el mundo en el terreno de la sostenibilidad, la innovación, el etiquetado ecológico, etc., y creo que es un reto que la Comisión ha de asumir con el Parlamento.

Por último, permítanme reconocer y rendir homenaje a la Presidencia austriaca por el trabajo que ha realizado en estos dos ámbitos, en relación tanto con las personas sanas como con un medio ambiente saludable, porque esto conducirá a la economía sana que Lisboa nos puede aportar a todos en un futuro muy cercano.

 
  
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  Edit Herczog (PSE) . (HU) Señor Presidente, el 15 de marzo, Hungría conmemora la lucha por la libertad y la revolución de 1848. Volviendo la vista atrás podemos decir que los resultados duraderos de la revolución han sido el cambio del sistema económico, la libertad de las personas y la competitividad continuada del país.

Hoy, ya no hay competencia entre Estados nacionales, sino entre continentes, a escala mundial. Por ello, también es preciso crear una competitividad duradera a este nivel. La Unión Europea tiene que cambiar mucho su filosofía económica. Finalmente, hemos de pasar de la competencia desfasada e improductiva entre Estados miembros a un mercado interior europeo que garantice el más alto nivel de libertad y de dignidad a sus ciudadanos.

La Estrategia de Lisboa no es únicamente un plan quinquenal o decenal, sino la base de nuestra competitividad y supervivencia para los próximos 100 o 150 años. En 1848, los políticos comprendieron el mensaje de los tiempos y encabezaron el cambio. Pido al Consejo, a la Comisión, al Parlamento y a los Primeros Ministros que se están preparando para la cumbre de primavera que finalmente comprendan y pongan en práctica el mensaje del siglo XXI. Esto es lo que esperamos los ciudadanos de Europa.

 
  
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  Vito Bonsignore (PPE-DE).(IT) Señor Presidente, Señorías, en marzo de 2000 los líderes europeos decidieron qué sería Europa en 2010. Habían comprendido que las intervenciones de cada Estado miembro serían aún más eficaces si estuviesen respaldadas por la acción colectiva de los demás.

Hoy, la creciente diferencia de crecimiento entre Europa y América y Asia, así como el envejecimiento de la población, exigen aplicar con urgencia y eficacia la Estrategia de Lisboa para recuperar el tiempo perdido. Además, será posible conseguir mejores resultados adoptando las medidas complementarias y los cambios estructurales concertados en el seno de la Unión Europea.

Es necesario intervenir a tiempo en los sectores que se identificaron en su momento con el fin de hacer Europa más atractiva para los investigadores y los científicos, completar el mercado interior para permitir la libre circulación de mercancías y capital y crear un verdadero mercado único de los servicios; a fin de crear un contexto más favorable para las empresas hay que aplicar a tiempo las recomendaciones del Grupo de Trabajo Europeo sobre el Empleo.

Los Estados miembros individuales han hecho progresos en algunos de estos ámbitos, pero ninguno ha obtenido resultados positivos y duraderos. Para alcanzar sus objetivos, Europa debe demostrar un compromiso más fuerte, entre otras cosas presionando a los Estados miembros. Los Estados deben renunciar a las viejas prácticas nacionales y dedicar más recursos a la construcción de Europa. Debemos hacer comprender a los ciudadanos que los sacrificios de hoy son las ventajas de mañana.

El Parlamento Europeo es un elemento central de la estrategia de crecimiento y del compromiso de construir la nueva Europa. Por tanto, debe intervenir cada vez más estimulando a todas las partes interesadas en el relanzamiento de Europa.

 
  
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  Reino Paasilinna (PSE). – (FI) Señor Presidente, evidentemente nos hemos acorralado a nosotros mismos en la Unión. La mayoría de los Estados miembros está ralentizando la ejecución de la Estrategia de Lisboa por motivos puramente egoístas y, además, estrechos de miras. Por ejemplo, cada semana, nos quedamos muy rezagados detrás de los Estados Unidos de América y Japón en cuanto a inversión en tecnología de la información y comunicaciones. Al mismo tiempo, China y la India están compitiendo con nosotros de forma cada vez más feroz. Estamos completamente atascados, y no vamos a ninguna parte.

Sin embargo, los países nórdicos han mantenido unos elevados niveles de competitividad, así como el Estado de bienestar y una amplia base de conocimiento. Esto ha sucedido ahora. Quiero preguntarle al señor Barroso, Presidente de la Comisión Europea, si es posible que tenga el tipo de temperamento sureño para transmitir este ejemplo a los que aún tienen miedo de las soluciones valientes que adoptamos hace mucho tiempo. No nos han puesto boca abajo, y ni siquiera el frío invierno nos ha hecho cambiar de dirección. En otras palabras, es posible; ¿por qué no habría de serlo?

 
  
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  Gunnar Hökmark (PPE-DE). – (SV) Señor Presidente, cuando debatimos acerca del proceso de Lisboa, podemos ver que los países tienen éxito con él en mayor o menor grado. Los países que han aplicado reformas y cambios, tienen muchas menos dificultades para hacer frente a la globalización y para conseguir ser mucho más competitivos. Los que no han introducido reformas lo están pasando menos bien.

Sin embargo, lo curioso es lo poco que ha sucedido en realidad a una escala europea común y el limitado grado en que hemos dado más espacio a nuevas empresas, servicios y mercados para expandirse y más oportunidades a los productos para desarrollarse. La tarea primordial general de la Comisión es combatir el nuevo proteccionismo que vemos que se está desarrollando entre los Gobiernos y los políticos de Europa. Este nuevo proteccionismo va dirigido contra los nuevos Estados miembros y el mundo exterior donde se encuentran los grandes mercados del futuro. Aunque también va dirigido contra los antiguos Estados miembros, y puede encontrarse cada vez más en las relaciones entre ellos.

Si queremos gestionar con éxito el proceso de Lisboa, la principal tarea es combatir este proteccionismo, que contraviene el Tratado y todo lo que representa la integración europea. Europa tiene un potencial fantástico, y cada vez que hemos puesto en práctica reformas, hemos tenido éxito. Basta con mirar el mercado de las telecomunicaciones, que es donde más éxitos hemos tenido.

Lo que ha de hacer la Comisión es explicar claramente la importancia de salvaguardar el libre comercio, que es la base de la prosperidad europea. La Comisión debería mostrarse positiva respecto a la globalización, pero sobre todo debería aplicar medidas que conllevaran más empresas nuevas y empleos nuevos. Deben ser los resultados los que cuenten y no los objetivos. Entonces podremos dar a Europa un nuevo futuro.

 
  
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  Edite Estrela (PSE). (PT) Señor Presidente, señor Barroso, quiero hacer tan solo un par de observaciones. Para conseguir los objetivos de crecimiento y creación de puestos de trabajo, es preciso realzar la integración del género en la Estrategia de Lisboa, sobre todo en las orientaciones generales de las políticas económicas y en las orientaciones sobre el empleo. Hemos de incrementar la proporción de empleo entre las mujeres, desarrollar una estrategia activa en relación con el envejecimiento y construir una sociedad que se caracterice por el aprendizaje permanente.

El segundo punto tiene que ver con la perspectiva financiera. Es muy necesario llegar a un acuerdo interinstitucional. No hay tiempo que perder. El Consejo, la Comisión y el Parlamento deben actuar rápidamente para llegar a un acuerdo. Los ciudadanos de Europa no aceptarán más aplazamientos. Ha llegado el momento de «lisboizar» la UE y adoptar un presupuesto que promueva el crecimiento, y más y mejores empleos para todos, incluidas las mujeres. Sin mujeres, la Estrategia de Lisboa no será un éxito.

 
  
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  Hans Winkler, Presidente en ejercicio del Consejo. (DE) Señor Presidente, Señorías, prometo ser lo más breve posible. Sobre esta cuestión se han dicho cosas muy importantes e interesantes, y estoy seguro señor Poettering y señora Berger que el Canciller Federal, a pesar de que no está presente hoy, está siguiendo muy de cerca lo que esta Cámara tiene que decir. Evidentemente, las opiniones de Sus Señorías desempeñarán un papel importante en los preparativos. Quisiera decirle a la señora Berger que no ha de interpretar mi presencia hoy aquí como un indicio de falta de ambición; al contrario, la Presidencia austriaca tiene la ambición de colaborar con la Comisión para lograr grandes cosas en beneficio de los ciudadanos europeos.

Asimismo, puedo decir al señor Schulz que por supuesto somos conscientes de la necesidad de desarrollar los recursos financieros necesarios. Aquí no hablamos solo de recursos europeos, sino de recursos nacionales, y lo que importa es su calidad y eficacia, pues no hemos de limitarnos siempre a considerar la cantidad de recursos, sino que también hemos de tener cuidado de que los recursos se desplieguen en los lugares adecuados.

(EN) Señor Watson, sin duda coincido con usted en que hay muchos temas que el Consejo Europeo debería tratar, pero el tiempo no da para tratarlo todo.

En lo que respecta a su referencia a Metternich, le aseguro que Metternich no es un modelo para nosotros. Su forma de ver Europa no es la misma que la nuestra. No queremos un directorio de cinco grandes países que gobiernen al resto. Recordemos que estuvo al frente de un Estado policial, cosa que tampoco queremos.

(DE) Lo que me gustaría decir a la señora Harms es que la sostenibilidad desempeña por supuesto un papel importante en la Unión Europea y puedo recordar a la Cámara que la estrategia de sostenibilidad se revisará antes de mediados de 2006. Estoy convencido de que la sostenibilidad también desempeñará un papel importante en todo lo que intentan hacer el Consejo y la Comisión.

También quiero decirle algo al señor Bonde. Quiero declarar totalmente inadmisible la idea de que los Estados que quieren ejercer sus derechos soberanos prosiguiendo con el proceso de ratificación del tratado constitucional estén actuando ilegalmente.

(Aplausos de la derecha)

Le remito a la decisión del Consejo Europeo de junio que, al instaurar el periodo de reflexión, también declaró expresamente que no se cuestiona la validez de continuar con el proceso de ratificación.

Creo que el Consejo está trabajando a pleno ritmo para alcanzar los objetivos que nos hemos fijado.

(EN) Es muy posible, señor Kirkhope, que el Consejo no funcione con un octanaje elevado, a diferencia del Presidente de la Comisión. Quizá funcionemos más con biocarburante, conforme al espíritu de nuestro tiempo.

(DE) Diversos oradores han mencionado, en este contexto, la iniciativa de «mejor legislación» de la Comisión, y en este sentido quiero dar las gracias en especial al Comisario Verheugen, quien se encuentra hoy con nosotros, y alentarle a que siga adelante con esta iniciativa, pues esa es la clase de iniciativas que comprende el público y que acercará más la Unión Europea a los ciudadanos.

El señor Rasmussen y otros se han referido a la cuestión de la «flexiseguridad» y puedo confirmar y resaltar que aquí se trata de flexibilidad a través de seguridad como un paradigma global para las reformas en el ámbito de la legislación laboral y la política social. Ni que decir tiene que la intención es lograr una relación equilibrada entre flexibilidad y seguridad en los mercados de trabajo europeos.

(EN) Señor, Titley, coincido con usted en que es preciso actuar, porque eso convencerá a nuestros ciudadanos. Nosotros, junto con la Comisión, estamos decididos a dar los pasos necesarios para actuar.

 
  
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  Günther Verheugen, Vicepresidente de la Comisión. (DE) Señor Presidente, Señorías, aunque «crecimiento» y «empleo» son las palabras clave en la Estrategia de Lisboa, creo que es preciso aclararlas una vez más.

Cuando, en la Europa del siglo XXI, utilizamos el término «crecimiento», no podemos estar hablando de un tipo de crecimiento que no sea sostenible, socialmente defendible y ambientalmente responsable. Cualquier otra cosa significaría que no hemos aprendido nada de las últimas décadas, y les ruego que tomen nota de ello de una vez por todas. Cuando la Comisión habla de crecimiento, está hablando de crecimiento sostenible, que implica innovación ambiental, eficiencia energética, competencia para lograr una mayor calidad y no unas normas sociales más bajas, unas normas ambientales más bajas o unos salarios más bajos, así que espero que haya quedado claro de una vez por todas.

Cuando hablamos de puestos de trabajo, no nos referimos a tan solo antiguos puestos de trabajo, pues nos hemos dado cuenta de que la gran pregunta social de nuestro tiempo es si, en medio de las tormentas de la globalización, lograremos poner a disposición suficientes empleos bien pagados y especializados. Esta es la gran cuestión que hemos de abordar. No solo nos preocupamos únicamente por los puestos de trabajo antiguos; lo que importa es que haya trabajos que duren en tiempos en que la competencia es cada vez más feroz.

La consecuencia de ello en nuestra situación actual es que es preciso hacer algunas exigencias claras a los Estados miembros, a los que hay que decir con firmeza que ha llegado el momento de cambiar de curso. Ha llegado el momento de dar el paso –con toda la determinación que podamos reunir– hacia una sociedad basada en el conocimiento. En Europa, no podemos permitir sociedades cuyas políticas educativas excluyan en lugar de fomentar o discriminen a las personas en lugar de integrarlas. Necesitamos una política educativa que utilice plenamente las reservas de educación de este continente.

No nos podemos permitir unas políticas sociales que, aunque admitan que las mujeres jóvenes tengan una buena educación, luego no les den la oportunidad de aprovecharla por falta de compatibilidad entre la vida familiar y laboral, y no nos podemos permitir unas políticas sociales que simplemente echen a los trabajadores mayores del proceso de producción porque se considera que ya no son necesarios. Hoy en día, todas estas cosas han dejado de ser una propuesta viable, y nuestra estrategia lo deja bien claro.

Asimismo, afirmamos que el mercado único europeo, una política que debe hacer frente a la competencia internacional, es bueno para el crecimiento y el empleo, y por esta razón la Comisión no cree en el patriotismo económico de ningún tipo. Queremos reiterar que quienes quieren un gran mercado interior europeo también deben aceptar el hecho de que las empresas se crean a fin de operar en él sin referencia a las fronteras.

(Aplausos)

Si tiene que haber un mercado europeo, también deberá haber empresas europeas. La Comisión observa con preocupación la renacionalización del pensamiento económico en algunas partes de la Unión Europea y advierte contra ello, pues –como han dicho casi todos los oradores– lo correcto es hacer frente a los problemas de Europa juntos.

Sin embargo, también tengo algo que decir a las empresas europeas. Desde hace años hemos aspirado a una política de mejora de las condiciones para las empresas europeas, pero lo que esperamos de ellas ahora, en un momento en que las más grandes prosperan más que nunca, es que sean conscientes de su responsabilidad para con Europa como centro de actividad empresarial. Las empresas no solo están obligadas a conseguir beneficios a corto plazo; también tienen una responsabilidad en el sitio donde los consiguen.

(Aplausos)

Si una empresa que experimenta cambios estructurales recurre al despido de personal, entonces la responsabilidad primaria no reside en los responsables políticos; al contrario, en un caso como este nos enfrentamos a un fracaso por parte de la empresa, pues las empresas pueden reconocer con tiempo suficiente cuándo va a ser necesario un cambio estructural y cuándo hay que ponerlo en marcha, y pedimos a las empresas europeas que hagan más para dar un resultado positivo al cambio estructural. Despedir al personal es siempre la peor forma de abordarlo, y una forma a la que no deberían recurrir.

(Aplausos)

Sin embargo, hay otra cosa que debemos decir a las empresas europeas: es posible crecer utilizando los grandes beneficios de las empresas para crear nuevos productos, para desarrollar nuevas tecnologías y nuevas capacidades, en lugar de solo comprar otras empresas.

Quiero señalar –de la forma más amable posible– que, en los últimos veinte años, toda nuestra experiencia con la adquisición de empresas no ha evidenciado, en la gran mayoría de los casos, efectos positivos en las empresas ni en la economía en su conjunto. Preferiría que las empresas europeas utilizaran los enormes beneficios que han realizado en los últimos años para invertir en nuevas capacidades de investigación y producción en Europa en vez de financiar campañas para absorber otras empresas.

También hay algo que han de hacer los diputados a los Parlamentos. Ha habido quejas bastante justificadas de que no se ha implicado al público en general en el desarrollo de la estrategia de crecimiento y de empleo. Es algo que corresponde a los políticos nacionales y a los Parlamentos nacionales.

Les pido, Señorías, que hablen con sus colegas de los Parlamentos nacionales de sus países para que pongan esta cuestión en la agenda política nacional. A fin de cuentas, no es tarea de la Comisión impulsar a los políticos de la oposición en los Estados miembros para que hagan su trabajo y garanticen que esta cuestión se ponga en la agenda. Es tarea de los diputados, así que les pido encarecidamente que ejerzan su influencia aquí, ya que solo si logramos iniciar un amplio debate político en los Estados miembros y sus legislaturas, conseguiremos dejar bien claro que es necesario un esfuerzo conjunto, no solo por parte de los responsables políticos, sino también de los ciudadanos, si queremos mantener intacta nuestra competitividad.

(Grandes aplausos)

 
  
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  Martin Schulz (PSE). (DE) Señor Presidente, quiero agradecer sinceramente al Comisario Verheugen la intervención que acaba de hacer, que ha sido excelente. He podido escucharla con los auriculares puestos, aunque he de decir, señor Presidente, que si no los hubiese utilizado, apenas habría podido seguirla, a pesar de los altavoces de la Cámara.

(Aplausos)

Y no tiene sentido que usted, con la amabilidad que le caracteriza, diga por el micrófono en su propio idioma a los diputados que se sienten; el hecho es que no le comprenderán si no se traduce lo que dice. Si quería usted que se sentaran, debería haber blandido el martillo.

Únicamente quiero dirigir una solicitud a la Cámara, y lo hago como uno de sus diputados. Considero inaceptable que no podamos ejercer la cortesía mínima y escuchar a los que se dirigen a nosotros.

(Aplausos)

 
  
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  El Presidente. Espero que todos los presentes traten con seriedad lo que se ha dicho. Acepto las críticas y por ello pediré orden a los diputados hablando en una lengua de la UE más extendida o utilizando el martillo.

He recibido dos propuestas de resolución(1) presentadas sobre la base del apartado 2 del artículo 103 del Reglamento.

El debate queda cerrado.

La votación tendrá lugar el miércoles a las 12.00 horas.

 
  
  

PRESIDENCIA DEL SR. TRAKATELLIS
Vicepresidente

 
  
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  Sarah Ludford (ALDE). (EN) Señor Presidente, solo quiero plantear una pequeña cuestión interna. Algunos de nosotros no hemos recibido mensajes de correo electrónico desde las 11.00 horas de hoy, excepto a través del webmail. No sé cuántas personas están afectadas, porque hay más de un servidor. Sin embargo, uno de los servidores no funciona y tampoco funcionó durante parte de la mañana de ayer. Creo que es un problema especialmente relacionado con Estrasburgo, que, por supuesto, es otro de los motivos de alegría de venir aquí.

(Aplausos)

¿Podría asegurarse de que la administración dé prioridad a resolver este problema tan sumamente inoportuno?

(Aplausos)

 
  
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  El Presidente. – Lo tendremos en cuenta, señora Ludford.

 
  
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  Carl Schlyter (Verts/ALE). – (SV) Señor Presidente, me refería concretamente al artículo 140 del Reglamento del Parlamento Europeo conforme al cual estamos autorizados a consultar los documentos directamente a través del sistema informático del Parlamento. Me gustaría que revisara usted el acuerdo con la empresa privada que se supone ofrece este servicio. Creo que hay que hacerlo por nuestros intereses democráticos y económicos.

 
  
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  El Presidente. – Muchas gracias. Lo examinaremos.

Declaraciones por escrito (artículo 142 del Reglamento)

 
  
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  Richard Corbett (PSE). (EN) Señor Presidente, la reunión de primavera, en la que el Consejo Europeo examinará la economía de Europa, tiene lugar justo cuando se produce un brote de proteccionismo en diversos países europeos, especialmente en Francia.

El Presidente Chirac intenta a menudo retratar a Francia como la defensora de la integración europea y acusa a otros países de falta de entusiasmo. Ahora bien, el historial de Francia desde el punto de vista de la aplicación de la legislación europea es uno de los peores, su actitud ante las fusiones transfronterizas es obstruccionista, ha incumplido deliberadamente sus obligaciones derivadas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento y ha frenado continuamente el ritmo de la reforma de la PAC.

El Consejo Europeo debería ser una oportunidad para otros Estados miembros de presionar a Francia para que ponga en orden sus asuntos.

 
  
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  Dominique Vlasto (PPE-DE).(FR) Los temas relacionados con la competitividad y el crecimiento siempre han ocupado un lugar central en la Estrategia de Lisboa.

Hoy –y quiero decir que me parece excelente– la resolución sobre la que vamos a votar introduce la dimensión social. No debe considerarse un freno a la realización de los objetivos de la Estrategia de Lisboa, porque, entre otras cosas, permite a todos los ciudadanos de la Unión Europea acceder a una educación de alto nivel y a la formación a lo largo de toda la vida. Quisiera señalar la importancia de un programa de intercambio europeo para los aprendices.

Quisiera resaltar también el papel de las PYME en la realización de los objetivos de Lisboa. Estas empresas son una de las principales fuentes de puestos de trabajo de mañana. Hemos de dotarnos, por tanto, de los recursos necesarios para eliminar los obstáculos a que se enfrentan esas empresas, en particular las más pequeñas, y más allá de esto, darles los recursos necesarios para innovar. De ahí la importancia de un presupuesto ambicioso para el Programa marco de Competitividad e Innovación.

Como habrán comprendido, deploro la ausencia de un presupuesto que esté a la altura de las ambiciones de la Estrategia de Lisboa y espero que consigamos mejorar las perspectivas financieras con vistas a remediar esta situación.

 
  

(1)Véase el Acta.

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