El Presidente. – De conformidad con el orden del día, se procede a las declaraciones del Consejo y de la Comisión sobre la 62ª sesión de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (CDHNU, Ginebra).
Hans Winkler, Presidente en ejercicio del Consejo. – (DE) Señor Presidente, señora Comisaria, Señorías, la cuestión que vamos a debatir ahora, a esta hora relativamente tardía, también me preocupa mucho a título personal, y por eso era importante para mí permanecer aquí para este debate. Me complace tener la oportunidad de unirme a ustedes en este debate.
Como saben, el año pasado se celebró en Nueva York una cumbre sobre la reforma de las Naciones Unidas, y como es lógico se preguntó a los participantes –Jefes de Estado o de Gobierno– si consideraban o no que la reunión había sido un éxito. El Presidente de la República de Austria afirmó que en efecto la consideraba un éxito. Sin duda –como siempre sucede en un entorno multilateral– hubo algunas cosas que se aprobaron y otras que no, pero a fin de cuentas la Cumbre de las Naciones Unidas del año pasado en Nueva York podría calificarse de éxito. Fue un éxito porque se lograron acuerdos, en esencia, respecto a una serie de cuestiones muy importantes, especialmente para nosotros como Estados miembros de la UE, para Occidente en su conjunto. Todos defendemos los derechos humanos y las libertades fundamentales. La decisión de principio tomada el pasado septiembre en Nueva York de crear un Consejo de Derechos Humanos en lugar de la Comisión de Derechos Humanos fue una decisión que justificó la valoración positiva de la Cumbre.
Por supuesto, la decisión del pasado mes de septiembre fue únicamente una decisión de principio, y hubo que entablar difíciles negociaciones para infundir vida a este Consejo de Derechos Humanos. En este contexto, creo que el Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el señor Jan Eliasson, merece un agradecimiento especial por trabajar incansablemente para conseguir que se tomara una decisión respecto al Consejo de Derechos Humanos hace unas horas en Nueva York. Los resultados de la votación por la que se aprueba este Consejo de Derechos Humanos son impresionantes: 170 votos a favor y 4 en contra, con la abstención de 3 países. Los países que votaron en contra fueron los Estados Unidos, Israel, Palaos y la República de las Islas Marshall. Venezuela, Irán y Belarús se abstuvieron.
Señorías, 170 votos en las Naciones Unidas es un gran éxito. La UE levantó un frente común en la Asamblea General de las Naciones Unidas con una postura común. Esto es algo de lo que podemos estar orgullosos y podemos felicitarnos a nosotros mismos y a la comunidad internacional por este éxito.
El establecimiento del Consejo de Derechos Humanos representa un paso importante, yo diría incluso histórico, hacia un refuerzo mayor del sistema de derechos humanos de las Naciones Unidas y de la protección de los derechos humanos en todo el mundo.
Naturalmente, hubo una serie de cuestiones respecto a las que incluso la UE quedó decepcionada. Nos habría gustado obtener un resultado distinto en algunas cuestiones, pero después de todo, los compromisos son necesarios en un marco multilateral y tenemos que preguntarnos si lo que lo que resultó posible al final sigue siendo, en esencia, coherente con lo que realmente queríamos. Respecto al Consejo de Derechos Humanos en su forma actual, la respuesta era claramente afirmativa. Estoy muy agradecido a todos aquellos que hicieron posible esta decisión. Me complace que el Consejo haga conseguido el apoyo de todos los Estados miembros a este respecto.
Llegados a este punto, no quiero centrarme demasiado en las cosas que no se lograron, sino en una serie de aspectos especialmente positivos –en mi opinión– del nuevo sistema del Consejo de Derechos Humanos.
En primer lugar, a diferencia de la Comisión de Derechos Humanos, que funcionaba bajo la égida del Ecosoc, que se reunía una vez al año en Ginebra para celebrar una sesión de seis semanas, el Consejo de Derechos Humanos se reunirá durante todo el año y será responsable directamente ante la Asamblea General. Se ha dejado abierta la opción de que el Consejo de Derechos Humanos se convierta un día en uno de los organismos principales de las Naciones Unidas. Sin duda, esto requeriría cambios en la Carta de las Naciones Unidas, y todos sabemos lo difícil que sería, pero la opción sigue abierta. No obstante, en todo caso ahora es un organismo permanente de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La elección directa e individual de los miembros sujeta a la exigencia de una mayoría absoluta de todos los Estados miembros de las Naciones Unidas también representa un progreso. Todos aquellos que, como yo mismo, han participado una y otra vez en los últimos años, se alegrarán de que esto signifique, si no el fin, al menos una reducción sustancial del proceso –a menudo descalificado– de tira y afloja respecto a las votaciones: quién vota a quién, cuándo se vota esta cuestión, si se vota o no otra en su lugar. Otro aspecto nuevo es la posibilidad de suspender a miembros del Consejo de Derechos Humanos en caso de violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos, sujeta a una mayoría de dos tercios. Dicho sea de paso, esta fue en última instancia la razón decisiva por la que los Estados Unidos no apoyaron el Consejo de Derechos Humanos. Los Estados Unidos intentaron hasta el final aprobar el requisito de una mayoría de dos tercios para la pertenencia, y también la exclusión automática de los miembros a los que el Consejo de Seguridad haya impuesto sanciones. La UE ofreció emitir –y de hecho, ha emitido– una declaración en la Asamblea General con ocasión del establecimiento del Consejo de Derechos Humanos y su compromiso político de abstenerse de votar a favor de la admisión en el Consejo de Derechos Humanos de cualquier país al que el Consejo de Seguridad haya acusado de violaciones de los derechos humanos y que sea objeto de sanciones del Consejo de Seguridad. También respecto a esta cuestión la UE ha enviado una señal política importante.
En tercer lugar, habrá una revisión periódica de la situación de los derechos humanos en todos los países mediante la creación de un mecanismo universal de revisión, que también ayudará a obviar las acusaciones de aplicación de un doble rasero y de selectividad en el futuro.
En cuarto lugar, el Consejo de Derechos Humanos tiene competencia para realizar recomendaciones directas a todos los organismos de las Naciones Unidas, incluido el Consejo de Seguridad. Creemos que este hecho puede reforzar sustancialmente el sistema de protección de los derechos humanos por parte de las Naciones Unidas en su conjunto.
El quinto punto es que, en última instancia, permanecen los importantes logros de la Comisión de Derechos Humanos, principalmente el sistema de ponentes especiales y la participación activa de las organizaciones no gubernamentales en las sesiones.
Aunque no fue posible lograrlo todo, este nuevo Consejo de Derechos Humanos representa una clara mejora respecto a la Comisión de Derechos Humanos, que había dejado de ser eficaz. La Comisión de Derechos Humanos se reunirá de nuevo –seguramente por tiempo breve– para concluir sus asuntos y posteriormente traspasárselos al Consejo de Derechos Humanos. En mayo de este año –dicho de otra manera, pronto– serán elegidos los primeros miembros del Consejo de Derechos Humanos, y la sesión inaugural del Consejo se celebrará este mismo mes de junio. La UE y el Consejo harán todo lo posible por garantizar que el Consejo de Derechos Humanos pueda realizar su trabajo con éxito y de manera eficaz desde el principio.
Aunque los Estados Unidos no apoyaron esta propuesta, no obstante creo que se ha establecido cierta confianza en los últimos días y semanas, especialmente en las relaciones trasatlánticas entre la UE y los Estados Unidos, puesto que los Estados Unidos afirmaron, con ocasión de la creación del Consejo de Derechos Humanos, que no era su intención obstaculizar la creación y la financiación de este Consejo, y que en principio estaban de acuerdo con los objetivos del mismo, pero que los dos problemas que he mencionado –la cuestión de la elección de los miembros y de la exclusión de los mismos– eran demasiado serias para permitir que votaran a favor.
Espero que el trabajo del Consejo de Derechos Humanos en los próximos años convenza a todas las partes de que ha sido una opción satisfactoria, que supone un progreso y que, en última instancia, también hemos hecho algo positivo para la protección de los derechos humanos en todo el mundo. Creo que, como Unión Europea, podemos estar orgullosos de haber contribuido a ello.
Benita Ferrero-Waldner, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, me gustaría poder decir: ¡eureka! ¡Tenemos un Consejo de Derechos Humanos! Eso es extraordinario y me satisface profundamente estar aquí esta tarde para celebrarlo con el Consejo y el Parlamento Europeo.
Como saben, la Unión Europea y la Comisión Europea han contribuido notablemente a ese resultado. La pasada semana, cuando la Unión Europea decidió apoyar el proyecto de resolución presentado por el Presidente Eliasson, logramos que varios países nos imitasen. Esperábamos que varias de nuestras propuestas estuvieran en la resolución. No obstante, estoy de acuerdo con la Presidencia en que el texto de compromiso representa una notable mejora de la Comisión de Derechos Humanos y eso es fundamental.
Permítanme decir unas palabras acerca de la Comisión de Derechos Humanos. En los últimos meses se ha criticado mucho a esa Comisión. Normalmente se le acusa de doble rasero, de un exceso de politización o de ser demasiado indulgente, en ocasiones, frente a violaciones flagrantes de derechos humanos. No cabe duda de que estas alegaciones tienen parte de verdad y no es casualidad que el documento de la Cumbre de las Naciones Unidas haya propuesto su sustitución.
Sin embargo, también es cierto que se ha hecho lo que se ha podido. Fue esa Comisión, en 1948, la que supervisó la elaboración del proyecto de la declaración más importante sobre los derechos humanos: la Declaración Universal de Derechos Humanos. Quería mencionarlo porque ahora, por supuesto, miramos adelante, pero también deberíamos haber mirado al pasado.
También me gustaría llamar la atención del Parlamento sobre un elemento del Consejo de Derechos Humanos: la revisión periódica universal. Si se aplica oportunamente, ayudará a hacer frente a las cuestiones de doble moral y selectividad, que han abundado en la Comisión de Derechos Humanos. Después de todo, comprobamos que la revisión paritaria funciona muy efectivamente en otros ámbitos, como en el comercio, el mecanismo de revisión del proceso comercial o incluso en el conflicto de los diamantes y el Proceso Kimberley.
Cabe señalar que durante todo el complejo y prolongado proceso de negociación en torno al Consejo de Derechos Humanos, la Unión Europea ha podido mantener una posición común. No cabe duda de que esto ha influido positivamente en el curso de las negociaciones. Por lo tanto, la Comisión se sintió muy aliviada cuando tras las recientes discrepancias entre Estados miembros con respecto al proyecto de resolución final, la Unión Europea pudo adoptar de nuevo una posición común y demostrar así su compromiso con la parte crucial del proceso de reforma de Naciones Unidas.
La Comisión, al igual que los Estados miembros, está preocupada por el voto estadounidense en contra del texto. No obstante, por otra parte también nos conforta su declaración expresando su deseo de trabajar con el Consejo de Derechos Humanos. Kofi Annan ha dicho hoy que entendía que los Estados Unidos, a pesar de que no pudiesen votar a favor del Consejo tal y como estaba actualmente propuesto, podrían trabajar con el Consejo, y no me cabe duda de que los Estados Unidos, que tanto han hecho por los derechos humanos, encontrarán una manera de trabajar con los demás Estados miembros para hacer del Consejo lo que debería ser. Por lo tanto, creo que las perspectivas, en general, no son malas.
Tenemos que rendir homenaje a la Comisión de Derechos Humanos, pero ahora queremos un cambio y cabe esperar que juntos podamos conseguirlo.
Simon Coveney, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (EN) Señor Presidente, la creación de una comisión de derechos humanos eficaz, que funcione y cuente con un amplio respaldo forma parte esencial del paquete de reformas de las Naciones Unidas perfilado por Kofi Annan el año pasado. A diferencia del campo minado político que rodea la reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la organización ha demostrado su capacidad para aprobar una nueva estructura que se encargue de cuestiones de derechos humanos.
La mayoría de las personas coinciden en que la actual Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas de base amplia y que se reúne durante seis semanas cada año en Ginebra, ya está desfasada y necesita ser sustituida. Necesitamos un mecanismo más permanente que pueda responder, durante todo el año, a las numerosas crisis de derechos humanos que se producen. Los temas de debate a la hora de formular la nueva estructura para los derechos humanos han sido numerosos:
1. La necesidad de una estructura/consejo permanente.
2. Los miembros de ese consejo deben tener credibilidad por lo que respecta a cuestiones de derechos humanos.
3. El consejo no debería ser demasiado grande.
4. El consejo debería reflejar la diferencia geográfica globalmente.
5. No debería verse como un consejo elitista, un pequeño grupo que sermonea a los demás.
6. La cuestión de cómo deberíamos seleccionar o elegir a los miembros de ese consejo.
7. La necesidad de otorgar un papel constante a las ONG.
8. Un mecanismo de suspensión para los que tienen continuamente un historial negativo en materia de derechos humanos.
Intentar alcanzar un acuerdo y, si fuese necesario, un compromiso con respecto a todas esas consideraciones nunca iba a ser fácil. No obstante, en mi opinión, el proyecto de resolución del Presidente de la Asamblea General es un intento razonable de conseguir precisamente eso, un esfuerzo por encontrar un terreno común. Acojo con satisfacción el amplio respaldo que han dado las Naciones Unidas a ese proyecto de resolución esta tarde. Es una lástima que los Estados Unidos no hayan podido apoyarlo.
Sin embargo, yo no considero que el documento sea perfecto en absoluto y me gustaría criticar dos puntos en particular. En primer lugar, creo que el Consejo es demasiado grande: 47 miembros son demasiados. En segundo lugar, el procedimiento de elección según el cual los miembros son elegidos por mayoría absoluta no es el ideal. Yo habría estado de acuerdo con los Estados Unidos y optado por una mayoría de dos tercios para ese fin.
Quiero terminar diciendo que las Naciones Unidas ha hecho hoy un buen trabajo y creo que esto mejorará la credibilidad de su postura relativa a las cuestiones en materia de derechos humanos.
Panagiotis Beglitis, en nombre del Grupo del PSE. – (EL) Señor Presidente, hoy ha habido un avance muy positivo respecto al acuerdo logrado en Nueva York. Este acuerdo, con una gran mayoría de 170 países, constituye un compromiso dinámico y progresivo hacia la mejora y el refuerzo de la eficacia del sistema internacional de defensa de los derechos humanos.
De los cambios y reformas serias realizadas, quisiera comentar de manera especial la participación en las reuniones del nuevo Consejo de organizaciones no gubernamentales y organismos de defensa de los derechos humanos. Creo que la Comisión y la Comisaria colaborarán con organizaciones no gubernamentales para reforzar el papel y la eficacia del Consejo.
Puede que estas claras reformas den un nuevo impulso a favor de los derechos humanos en la institución del Consejo y reduzcan la falta de credibilidad y eficacia de las Naciones Unidas. Del mismo modo, la Unión Europea puede trabajar con las Naciones Unidas y con el resto de países dentro del marco del Consejo a fin de reforzar la nueva institución. Lamentablemente, la ostentosa búsqueda por parte de los Estados Unidos de un resultado mejor mina este compromiso positivo logrado hoy. Ya era hora de que los valores humanitarios fundamentales se impusieran a las urgencias políticas.
Cecilia Malmström, en nombre del Grupo ALDE. – (SV) Señor Presidente, sin duda este es, por muchas razones, una fecha histórica, el día en que creamos un Consejo de Derechos Humanos. La cuestión es que el Parlamento Europeo ha impulsado esta cuestión en ocasiones anteriores y sabemos que es posible cambiar la situación de los derechos humanos trabajando mucho y al unísono. Apoyamos a las Naciones Unidas en esta labor.
La decisión relativa al Consejo de Derechos Humanos fue una de las pocas decisiones prácticas tomadas en septiembre, y por ello es muy gratificante que ahora exista dicho Consejo y que hayamos conseguido un organismo permanente que haga desaparecer la necesidad de esas seis semanas de presión intensiva en Ginebra, caracterizadas, como acaba usted de decir, por un constante tira y afloja en relación con quién iba a apoyar qué resolución. Si obtenemos un organismo permanente que pueda llevar las riendas en estos asuntos, puede que también obviemos la situación en la que en ocasiones algunos de los Estados más rufianes han presidido las sesiones de Ginebra.
También comparto el análisis de que el Consejo es bastante más débil de lo que se había esperado. Estoy de acuerdo con el señor Coveney en que una mayoría de dos tercios habría sido mejor. Este sistema regional de cuotas que se aplica actualmente para nombrar a los representantes del Consejo supondrá, lamentablemente, que los Estados que infrinjan los derechos humanos también estarán representados. No obstante, la votación secreta y la capacidad de excluir países supone un gran paso adelante.
Espero que en el futuro la UE adopte un enfoque unánime y coherente y no tenga miedo de señalar con el dedo si un país con puesto en el Consejo es culpable de graves violaciones de los derechos humanos. Eso es así porque si actúa concertadamente, la UE podrá desempeñar un papel muy importante en las Naciones Unidas. Con el tiempo, en mi Grupo nos gustaría que hubiera un representante común europeo en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Este es un gran paso adelante. Ahora es el momento de hacer las cuentas y es importante no solo poder actuar con rapidez cuando se produzcan crisis, sino también recordar los hechos menos llamativos desde el punto de vista de los medios de comunicación, es decir, las permanentes violaciones de los derechos humanos cometidas contra personas en lugares un tanto olvidados y lejanos. Si el Consejo de Derechos Humanos puede salvaguardar los derechos de estas personas, habremos dado un gran paso adelante.
Hélène Flautre, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (FR) Señor Presidente, me complace la perspicacia del Parlamento Europeo, que ha organizado este debate unas horas después de la aprobación de la resolución y que a su vez aprobará otra resolución mañana mismo. Podemos expresar juntos nuestra alegría, nuestro gran alivio, por la aprobación de esta resolución. Por supuesto, no todo es perfecto: los miembros del Consejo no serán elegidos por mayoría de dos tercios; ha aumentado el número de escaños de determinados Grupos; y se han añadido apartados. No hace falta que siga.
No es menos cierto que la resolución aprobada establece un Consejo permanente de Derechos Humanos que presenta algunas características muy positivas. Los miembros serán elegidos en votación secreta por la Asamblea General. El Consejo podrá reunirse a lo largo de todo el año, en vez de menos de tres veces al año; podrá responder rápidamente a las situaciones de crisis en materia de derechos humanos; preserva los mecanismos especiales de las Naciones Unidas; garantiza un papel particular a las ONG, aun cuando en este terreno hace falta una reforma de las Naciones Unidas –cosa que considero sumamente importante– para asegurar una representación mejor de las ONG independientes, incluidas las no reconocidas; este Consejo establecerá un sistema de examen de la situación de los derechos humanos en los Estados miembros del Consejo. Todos estos son aspectos muy positivos. Existirá también la posibilidad de suspender a un país culpable de vulneraciones de los derechos humanos por mayoría de dos tercios de la Asamblea. Estos puntos positivos eran precisamente lo que querían el Parlamento y la Unión Europea en su conjunto y que gozaban del pleno apoyo de todos nosotros.
En cuanto a la 62ª sesión de la Comisión de Derechos Humanos, muy probablemente será una comisión de transición, encargada esencialmente de transmitir los expedientes al Consejo. No obstante, insto a los Estados miembros a que se mantengan atentos y garanticen el voto en temas importantes, como la adopción de un proyecto de convenio internacional para la protección de todas las personas víctimas de desapariciones forzadas, la declaración sobre los pueblos indígenas y la renovación de los mandatos, como el del representante especial de los defensores de los derechos humanos.
Vittorio Agnoletto, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (IT) Señor Presidente, Señorías, la aprobación de hoy en las Naciones Unidas supone un paso adelante de enorme importancia. Hasta ahora regía un doble rasero. No es aceptable que Rusia no haya sido condenada nunca por el atroz comportamiento de sus fuerzas especiales en Chechenia. No es aceptable que China no haya sido condenada nunca por la dramática represión de los derechos fundamentales del pueblo tibetano. No es aceptable que los Estados Unidos no tengan que responder por su comportamiento en Iraq, donde una ocupación ilegal, contraria al Derecho internacional, ha ocasionado más de cien mil víctimas entre la población civil. Y ¿qué decir de Israel, que impone castigos colectivos ilegales al pueblo palestino, expresamente prohibidos por los convenios internacionales? La razón de Estado no puede justificar la negación de los derechos de millones de hombres, mujeres y niños en todo el mundo.
La Unión Europea debe demostrar más valentía en esta cuestión: está en juego nuestra credibilidad y nuestra política de fomento de los derechos humanos. No basta protestar contra los países que no están protegidos por alianzas internacionales, a menudo discutibles. Los derechos humanos están consagrados en códigos: los tratados jurídicos valen para todos, y con mayor razón para los poderosos.
El golpe de gracia a la credibilidad de la ya difunta Comisión de Derechos Humanos de Ginebra vino dado por la presencia en dicha institución de Gobiernos dictatoriales que se sirven de su posición institucional en las Naciones Unidas para evitar críticas a sus políticas y comportamientos. ¿En virtud de qué, por ejemplo, el Gobierno sudanés puede formar parte, como sucede hoy, de la Comisión de Ginebra? Bienvenidas sean, pues, todas las reformas anunciadas, que deberán transformar la Comisión de Ginebra en un restringido Consejo de Derechos Humanos.
Aplaudo la noticia recién llegada de que la ONU ha aprobado la Resolución sobre la reforma radical de dicho órgano a pesar de la oposición de los Estados Unidos. Comparto el contenido de la resolución que votaremos mañana, sobre todo la afirmación de que solo podrán formar parte del futuro Consejo los países que demuestren respetar los derechos fundamentales. Debemos reconocer asimismo un papel más importante a las ONG internacionales, realmente democráticas e independientes, mediante la creación de un comité ONU de las ONG, que deberán desempeñar un papel de estímulo y crítica al sistema ONU de derechos humanos.
Inese Vaidere, en nombre del Grupo UEN. – (LV) Señorías, el objetivo de las reformas de las Naciones Unidas, y especialmente de los cambios en la Comisión de Derechos Humanos, era crear instituciones mejores, no iguales o peores. Finalmente se ha logrado un compromiso y el Consejo de Derechos Humanos acaba de formarse, que es algo bueno en sí mismo. No obstante, la solución actual, mediante la cual en la Asamblea General basta una mayoría para que un Estado sea elegido para el Consejo, pero se precisan los votos de tres cuartos de los presentes para excluirlo del Consejo, es un compromiso muy débil. No existe ninguna seguridad de que, con este método, los Estados en los que se produzcan claras violaciones de los derechos humanos no logren entrar en el Consejo. Será todavía más difícil expulsar a dichos Estados del Consejo. Con ello existe la posibilidad de que los Estados que no respeten los derechos humanos puedan seguir dentro del Consejo, con todo el desprestigio que ello comporta. El acuerdo de que el Consejo de Derechos Humanos se reúna no seis semanas al año, sino diez, tampoco es motivo de optimismo. Estos compromisos despiertan la duda de si la posición de Europa sobre las cuestiones de la reforma de las Naciones Unidas se planteó con fuerza suficiente. En el terreno de los derechos humanos, si en la Unión Europea no encabezamos procedimientos, nadie lo hará. Por lo tanto, la Comisión Europea debería movilizar el máximo apoyo posible a favor de otras reformas apropiadas de la institución de derechos humanos de las Naciones Unidas, al igual que la elección de Estados al Consejo que no lo desacrediten, sino que sienten unas bases sólidas para un trabajo eficaz en el futuro.
Francisco José Millán Mon (PPE-DE). – (ES) Señor Presidente, el documento final de la Cumbre de las Naciones Unidas celebrada en septiembre sentó unas bases, en algunos casos mínimas, sobre las que construir las reformas institucionales.
Así sucedió con el Consejo de Derechos Humanos: solo se alcanzó el compromiso de crearlo, lo demás estaba en el aire. Era difícil alcanzar un acuerdo en unos meses para poner en marcha el órgano que sustituyera a la desprestigiada Comisión de Derechos Humanos.
La propuesta final del Presidente Eliasson, que acaba de ser votada con amplio respaldo en Nueva York, es el fruto de una difícil negociación. No era una propuesta óptima —estaba por debajo de las ambiciones europeas—, pero crea un nuevo órgano que es mejor, desde luego, del que ahora tenemos.
En efecto, los miembros del nuevo Consejo serán elegidos por mayoría absoluta por la Asamblea, es decir, se requerirá un mínimo de 96 votos positivos. Además, durante su mandato, todos los miembros del Consejo serán sometidos a escrutinio e incluso, como se ha dicho, podrán ser suspendidos. Asimismo, como hemos reclamado, la frecuencia y la duración de las reuniones serán muy superiores a las de la actual Comisión de Derechos Humanos.
El nuevo Consejo es, pues, un claro avance respecto de la CDHNU. Sin embargo, tengo que decir que lamento que el cupo de países adjudicado al grupo de Europa occidental sea inferior al que disfrutábamos en la Comisión.
Señor Presidente, me habría gustado que esta propuesta del señor Eliasson se adoptara por consenso, pero, finalmente, ha sido sometida a votación. Lamento mucho que los Estados Unidos se hayan inclinado por el voto negativo. Es un país clave en las Naciones Unidas y esperaba que prosperaran las iniciativas para que se asociaran a la propuesta del señor Eliasson y que, finalmente, el nuevo Consejo naciera con el apoyo de Washington. Pero celebro que, en todo caso, hayan asegurado su colaboración constructiva con el nuevo Consejo.
Por lo demás, el trabajo y funcionamiento del Consejo serán revisados al cabo de cinco años, lo que nos permitirá superar las deficiencias del nuevo mecanismo: uno de los objetivos más ambiciosos del documento final de la Cumbre de septiembre.
Señor Presidente, en este documento, por cierto, la lucha contra la pobreza ocupa un lugar prioritario y quisiera recordar que la pobreza debería ser considerada, como ya dijo este Parlamento, como una violación de los derechos humanos, ya que atenta contra la dignidad de la persona e impide el disfrute de otros derechos básicos.
Józef Pinior (PSE). – (PL) Señor Presidente, hoy la Asamblea General de las Naciones Unidas ha votado a favor de la creación de un Consejo de Derechos Humanos que sustituirá a la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, cuya posición estaba en entredicho.
El nuevo Consejo de las Naciones Unidas no reúne muchos de los requisitos para una asegurar una supervisión efectiva de los derechos humanos y responder a los abusos de estos derechos en todo el mundo. No obstante, el establecimiento de una nueva estructura internacional basada en el respeto de los derechos fundamentales y las libertades políticas supone un paso adelante. La creación del Consejo ha contado con el apoyo de personas galardonadas con el Premio Nobel de la Paz, así como de organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional, Human Rights Watch o el Instituto para la Sociedad Abierta y la Red de la Fundación Soros.
Ahora, la Unión Europea debe desempeñar un papel fundamental en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. El Parlamento Europeo tiene la oportunidad de desempeñar un papel protagonista apoyando los esfuerzos del Consejo en la creación de un nuevo sistema mundial de protección de los derechos humanos. En el marco del diálogo trasatlántico, la Unión Europea debería animar a los Estados Unidos a que colaboren más intensamente con el Consejo de Derechos Humanos y trabajen por una reforma adicional de las Naciones Unidas. Los Estados Unidos son uno de los países que han votado en contra de la creación del Consejo.
Frithjof Schmidt (Verts/ALE). – (DE) Señor Presidente, señora Comisaria, señor Presidente en ejercicio del Consejo, Señorías, cuando debatimos sobre la cumbre de la reforma de las Naciones Unidas a finales de septiembre del año pasado, una de las pocas cosas que podríamos calificar realmente de éxito fue la sustitución prevista de la desacreditada Comisión de Derechos Humanos por un nuevo Consejo de Derechos Humanos. Lo único que todavía no estaba decidido era su composición y sus procedimientos. En realidad, habría sido una grave derrota para la causa de los derechos humanos, pero también para las Naciones Unidas, si hubiéramos fallado en nuestro intento de sustituir a tiempo esta desacreditada Comisión por un nuevo Consejo de Derechos Humanos.
Por esa razón, el resultado de las largas negociaciones que se ha conseguido es un éxito importante, también para el Presidente Eliasson. Lo felicitamos por eso, puesto que se han introducido mejoras reales. Por citar algunas: los miembros de este nuevo Consejo de Derechos Humanos han de ser elegidos mediante voto secreto como mínimo por 96 países. Los miembros pueden ser excluidos del Consejo de Derechos Humanos con una mayoría de dos tercios si son culpables de graves violaciones de los derechos humanos. El Consejo de Derechos Humanos tiene que reunirse como mínimo tres veces al año. Se ha introducido una mayor continuidad en el trabajo y está previsto realizar una revisión periódica de la situación de los derechos humanos en todos los Estados miembros de las Naciones Unidas. Estos son cinco aciertos importantes. Por lo tanto, yo no podía entender por qué los Estados Unidos habían intentado bloquear el camino.
Señor Presidente en ejercicio, los Estados Unidos no solo han formulado demandas positivas, sino también que los cinco miembros del Consejo de Seguridad conservaran su condición privilegiada, que permanecieran en el Consejo de Derechos Humanos sin ser elegidos. Eso habría sido un grave error si se considera la situación de los derechos humanos en la República Popular China. Es positivo que la votación de hoy haya apoyado las propuestas en esta forma.
Athanasios Pafilis (GUE/NGL). – (EL) Señor Presidente, la abolición de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y la creación de un Consejo con un número de miembros mucho más reducido tiene el objetivo de excluir y poder expulsar a los países que no se sometan a los Estados Unidos de América, a la Unión Europea o a otras fuerzas imperialistas. El objetivo es tener un Consejo sumiso que pueda convertirse en una agencia que juzgue las violaciones de los derechos humanos con parcialidad y según el criterio de las ambiciones imperialistas. Por lo tanto, las decisiones dictadas proporcionarán el pretexto para varias intervenciones, incluso la guerra, en nombre de la defensa de los derechos humanos.
En efecto, los Estados Unidos de América han hecho mucho por los derechos humanos: han asesinado a decenas de millones de personas desde Hiroshima y Nagasaki hasta Iraq en la actualidad, pasando por Vietnam. Esa es su contribución. Por parafrasear a Brecht –porque el tiempo apremia–, quien escribió que «Cuando los imperialistas hablan de paz, se están preparando para la guerra», yo diría que cuando actualmente hablan ustedes de proteger los derechos humanos, se están preparando para pisotearlos, como hacen todos los días.
No obstante, no hay Comisión, Consejo de Derechos Humanos o Naciones Unidas que puedan impedir la lucha de los pueblos contra su subyugación.
Jana Hybášková (PPE-DE). – (CS) Señor Presidente, señora Comisaria, a pesar de que habría preferido que este debate tuviera lugar antes y es posible que hoy esté un poco atrasado, todos compartimos una nueva gran esperanza tangible y sin duda todos acogemos con agrado la creación del nuevo Consejo. Sobre todo, felicitamos al presidente sueco de la Asamblea General, no solo por lo que consiguió negociar entre los países miembros de las Naciones Unidas, sino especialmente por el modo en que consiguió reunir a las organizaciones voluntarias del sector no gubernamental que tanto le están apoyando ahora. Sin duda acogemos con satisfacción la mayor duración de los períodos de sesiones en Ginebra. Esperamos que la mejora de las relaciones trasatlánticas, constatada en las últimas semanas, no se agríe y que sea posible superar el posicionamiento actual. En mi opinión, es importante que la UE haya hablado y que tenga una postura clara y unificada, que comparte con todo el mundo desarrollado. No obstante, es el mundo en vías de desarrollo el que tiene la mayoría.
A pesar de todas las conversaciones sobre la pérdida de civilización, está claro que el nuevo Consejo debe adherirse por completo al principio de universalidad de los derechos humanos, aplicando las mismas normas a todas y cada una de las mujeres y a todos y cada uno de los hombres. Siempre se sabe si los derechos humanos han sido respetados o han sido violados, y el Consejo desempeñará un papel muy importante en este examen previo. El instrumento de exclusión también es muy importante en este contexto, a pesar de que requiere una mayoría de dos tercios, y en mi opinión brinda una nueva oportunidad a la política exterior europea, una nueva oportunidad para abordar realmente la violación de los derechos humanos, que es un problema derivado del mal funcionamiento de algunos Estados. Señora Comisaria, espero que tengamos, y especialmente usted, la valentía de dar pasos claros en defensa de los derechos humanos universales en todo el mundo.
Richard Howitt (PSE). – (EN) Señor Presidente, el año pasado asistí con la delegación del Parlamento a la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra y vi con mis propios ojos el descrédito al que había llegado dicha Comisión y el modo en que sus procedimientos eran prisioneros de países que a su vez eran responsables de los peores abusos de los derechos humanos. Así, junto con otros diputados de todos los lados de esta Cámara, acojo con satisfacción la creación del nuevo Consejo de Derechos Humanos. Creo que será un paso adelante que se reúna durante todo el año, que sea elegido por mayoría de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que exista un sistema de suspensión para aquellos países que sean miembros y aun así violen los derechos humanos y que se mantenga la tradición del acceso para las organizaciones no gubernamentales.
Me siento muy orgulloso de la función que hemos desempeñado como diputados al Parlamento Europeo en los aledaños del proceso. Cuando nos reunimos en Ginebra con la señora Arbour, la Alta Comisaria de Derechos Humanos, y cuando nos devolvió la visita en Bruselas, exploramos detalladamente sus propuestas sobre el proceso de revisión universal que se ha acordado ahora, del cual se dice que permitirá un examen más estricto y más objetivo de los datos de todos los países.
En nuestras resoluciones insistimos en que la pertenencia al Consejo de Derechos Humanos debería estar abierta únicamente a países que emiten invitaciones permanentes sin trabas para los relatores especiales. Eso forma parte del acuerdo de hoy. Sudán, Arabia Saudí, Nepal y Zimbabue no deben ser y no serán miembros de este nuevo Consejo.
Por último, esta reforma de las Naciones Unidas deriva de la Cumbre de Revisión del Milenio y se produce en un momento histórico en la defensa del principio de multilateralismo en nuestro mundo. Desde el Parlamento Europeo deberíamos enviar un mensaje a los Estados Unidos –no solo al Gobierno, sino también a sus ciudadanos– en el sentido de que tanto con respecto al Consejo de Derechos Humanos como a Kyoto, a la Corte Penal Internacional o al propio principio del multilateralismo, los Estados Unidos están profunda y peligrosamente aislados en este mundo y ese no es el papel que corresponde a la última superpotencia mundial que queda. Si los Estados Unidos quieren formar parte de este nuevo Consejo, tendrán que permitir el acceso sin trabas a la Bahía de Guantánamo. Me pregunto si los Estados Unidos mantendrán su postura.
Milan Horáček (Verts/ALE). – (DE) Señor Presidente, estoy de acuerdo con los oradores anteriores: es importante que se haya tomado una decisión para no dejar este Consejo de Derechos Humanos en estado embrionario. El respeto de los derechos humanos en el sentido tradicional es una de las piedras angulares de la interpretación europea de los valores, que se verá reforzada por la creación de este nuevo organismo.
Aunque la propuesta aprobada no es ideal, representa una clara mejora respecto a la Comisión de Derechos Humanos, que seguía siendo influenciable por países que habían cometido ellos mismos violaciones gravísimas de los derechos humanos. Es un paso importante para los derechos humanos en el mundo.
Un organismo que funcione podrá intervenir con mayor rapidez en los casos urgentes y deberá obligar a los países a defender los derechos humanos, luchar por ellos y promoverlos. Un bloqueo habría significado la pérdida de credibilidad de la comunidad internacional en la lucha contra los abusos de los derechos humanos.
Por esa razón resulta tan positivo que este proyecto no haya fallado; y también en vista de la importante labor de las numerosas ONG.
Bogusław Sonik (PPE-DE). – (PL) Señor Presidente, la labor de la actual Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha sido duramente criticada desde casi todos los flancos. Ha sido acusada de estar demasiado politizada y demasiado activa, además de ser corrupta. Por lo tanto, deberíamos acoger con satisfacción los ambiciosos intentos de reformar la Comisión y transformarla en el Consejo de Derechos Humanos, cuya actividad será más independiente.
Aunque el alcance de estos cambios parece estar bien pensado, hay peligro de que se limiten parcialmente en el curso de las conversaciones internacionales sobre las propuestas. El Parlamento Europeo debería dejar clara su postura respecto a la cuestión, subrayando la necesidad de estos cambios con el fin de promover y desarrollar una cultura basada en el Estado de Derecho y en el régimen democrático en todo el mundo.
El reto más importante relacionado con esta reforma es, como ya se ha mencionado, la independencia del propuesto Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. La exigencia de que se convierta en uno de los organismos principales de las Naciones Unidas es uno de los principales medios para lograr este objetivo.
Lo que debería cambiar realmente es el modo en que se elige a los candidatos. La Asamblea General debería elegirlos por una mayoría de votos que imposibilitara la pertenencia de un país cuyo Gobierno se comporte de modo que pudiera generar dudas respecto a sus credenciales en materia de de derechos humanos. También es importante que se plantee una votación sobre la candidatura de todos los países, incluso si hay menos candidatos de la región que plazas reservadas a dicha región. Evitar la presencia de países como Libia, como ha ocurrido en ocasiones recientes, o de Cuba, como es el caso actual, es uno de los pasos básicos en el camino hacia el objetivo de recuperar la credibilidad de las Naciones Unidas en el ámbito de la protección de los derechos humanos en el mundo. También es importante reducir el tamaño de esta institución para que sus medidas y decisiones puedan ser más eficaces.
La reforma de la Comisión de Derechos Humanos es una gran oportunidad para realizar mejoras significativas en la situación de los derechos humanos en todo el mundo. No obstante, no podemos tratar este tema como una transformación excepcional. Tenemos que considerarlo una oportunidad para comenzar un proceso de continuas mejoras del sistema de protección de los derechos humanos, de modo que asegure que se ganará la confianza de la opinión pública mundial y la condición de un mecanismo que llame la atención sobre los abusos más graves de los derechos humanos en el mundo y no esté sujeto a vínculos políticos.
Ana Maria Gomes (PSE). – (PT) Las noticias de Nueva York nos dan alivio y satisfacción. El compromiso propuesto por el Presidente de la Asamblea General, el señor Eliasson, no será perfecto, pero es positivo. Esto se debe a las razones expresadas por una serie de oradores y, en un artículo, por varios galardonados con el Premio Nobel de la Paz, incluido el ex Presidente Jimmy Carter.
Nos decepciona que los Estados Unidos hayan votado en contra, aunque no nos sorprende, dado que los Estados Unidos –un país que siempre ha hecho tanto por los derechos humanos y por la legislación internacional sobre los derechos humanos y las Naciones Unidas– están actualmente a merced de una administración que no goza de ninguna credibilidad o coherencia respecto a esta cuestión. Se trata de una administración que pasará a la historia como la de la ignominia de la invasión de Iraq, de Guantánamo, de Abu Ghraib y de la ley de entregas extraordinarias.
Eleanor Roosevelt y otros honorables defensores de los derechos humanos deben estar revolviéndose en sus tumbas. Cuando la Administración Bush se equivocó fue al intentar hacer chantaje con la creación del nuevo Consejo en las negociaciones de última hora. Debemos asegurarnos de que si intenta boicotear los procedimientos del nuevo Consejo no lo logre. Es responsabilidad de la UE seguir persiguiendo una relación de trabajo sólida y clara con el señor Eliasson a través de la Presidencia austriaca y las presidencias ulteriores y a través del señor Solana y el señor Barroso, cuyas voces quisiéramos oír con mayor fuerza y claridad respecto a esta cuestión. Europa tiene que utilizar toda su notable influencia para garantizar la puesta en marcha del Consejo de Derechos Humanos en cuanto sea posible.
Lidia Joanna Geringer de Oedenberg (PSE). – (PL) Señor Presidente, es inaceptable que frente a los abusos frecuentes de los derechos humanos, el mundo carezca de una organización que permita condenar esos hechos.
Lamentablemente, la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas se ha convertido en los últimos años en símbolo de la indolencia de esta organización. Era una especia de club de ex alumnos en el que se podían reunir países notorios por sus abusos de los derechos humanos, como China, Sudán, Zimbabue o Rusia. No obstante, su objetivo era impedir cualquier tipo de debate sobre sus propias actividades.
La propuesta de un Consejo de Derechos Humanos es un intento de crear una institución capaz de responder con mayor celeridad a las crisis en el mundo y cuyas actividades irían más allá del envío simbólico de una misión de las Naciones Unidas al país objeto de críticas. El proyecto no es perfecto, pero parece que el deber del Consejo de Derechos Humanos de evaluar la situación en cada uno de sus miembros impedirá al menos los abusos que hasta ahora han sido perpetrados por sus propios miembros.
La creación de un Consejo de Derechos Humanos es, sin duda, la mejor solución disponible para el problema de la Comisión de las Naciones Unidas, cuya integridad se ha visto comprometida. La Unión Europea debería conceder a esta nueva institución todo su apoyo para que pueda enfrentarse efectivamente a los retos mundiales en el ámbito de la protección de los derechos humanos.
Hans Winkler, Presidente en ejercicio del Consejo. – (DE) Señor Presidente, Señorías, quisiera expresar mi más sincero agradecimiento por las opiniones expuestas aquí. Confirman en gran medida que la postura de la UE era la correcta. Las expectativas del nuevo Consejo son altas y se necesita una postura coherente respecto a su uso para que pueda cumplir estas expectativas y funcionar de manera adecuada.
Sin duda, no podemos abolir las leyes de la realidad política de un día para otro, pero creo que tenemos una posibilidad. La UE debe desempeñar un papel clave a este respecto. Agradezco a la Cámara el apoyo que sus Señorías han expresado aquí.
Se ha señalado en repetidas ocasiones que la elección de los miembros del Consejo de Derechos Humanos reviste una importancia máxima. Todos lamentamos que no pudiera aprobarse la propuesta original de una mayoría de dos tercios. No obstante, quisiera reiterar que el compromiso de la UE, que he mencionado anteriormente, de votar exclusivamente a países que tengan un historial impecable en materia de derechos humanos, es muy importante. No se trata de 25 o 27 votos, sino de que si incluimos a países asociados –de hecho, la comunidad de naciones democráticas en su conjunto– se trata de un número considerable, capaz de bloquear el ingreso de países en los que se violan de modo flagrante los derechos humanos.
El señor Coveney ha dicho que la cifra de 47 miembros del nuevo Consejo de Derechos Humanos es demasiado alta, que el instrumento es demasiado grande. Esto está abierto a debate. Hay que tener presente que, en todo caso, el número de miembros del Consejo de Derechos Humanos es algo menor que el de la Comisión de Derechos Humanos. Frente a los 191 Estados miembros de las Naciones Unidas, personalmente considero que la cifra de 47 es totalmente apropiada. Dicho sea de paso, eso ha supuesto un número bastante inferior de escaños para el grupo occidental, debido al hecho de que ahora los miembros tienen que ser elegidos, no en el Ecosoc, sino directamente en la Asamblea General. Eso también es lamentable, pero tenemos que estar a las duras y a las maduras. Si queremos un instrumento poderoso y relativamente pequeño, tenemos que aceptar que contaremos con algunos votos menos.
Estoy de acuerdo con todo lo que ha dicho el señor Schmidt. La petición de los Estados Unidos de que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad sean miembros natos del Consejo de Derechos Humanos fue una propuesta relativamente temprana que dejó de recibir apoyo en una fase posterior. Sin duda no habría contado con el apoyo de la UE, y como tal nunca habría conseguido una mayoría.
La señora Flautre ha señalado que hay que llevar a término los importantes expedientes que todavía está tratando la Comisión de Derechos Humanos. Sin duda, la UE garantizará que las cuestiones pendientes se ultimen, y ello de manera que salgan favorecidos los derechos humanos y que estos expedientes puedan traspasarse inmediatamente al Consejo de Derechos Humanos.
Benita Ferrero-Waldner, miembro de la Comisión. (FR) Señor Presidente, Señorías, el hecho de que el proyecto de resolución por el que se crea el Consejo de Derechos Humanos haya sido votado por una mayoría tan amplia –70 votos a favor, 4 en contra y 3 abstenciones– hace pensar que este Consejo tendrá realmente cierta credibilidad.
No cabe ninguna duda de que el 9 de mayo, día de la elección de los miembros del Consejo, será un momento importante en la génesis del mismo. Espero que los países candidatos presenten su candidatura un mes antes de la votación, como la Unión les ha pedido que hagan.
El Consejo debería reunirse por vez primera en Ginebra el 16 de junio. Espero que seamos muchos los que asistamos a esa sesión. Si el Consejo de Derechos Humanos es indiscutiblemente un resultado feliz de la última Cumbre de las Naciones Unidas, por fuerza hemos de constatar que la arquitectura multilateral se ha visto coronada por el éxito con la creación, también en diciembre de 2005, de la Comisión de consolidación de la paz, que debería reunirse pronto.
El año 2006 debería ser, en efecto, un buen año para el multilateralismo. En ambos casos, la Unión ha demostrado su apego a un multilateralismo efectivo, su liderazgo y su capacidad de influir en la reforma de las Naciones Unidas. Creo que podemos continuar juntos por este camino.
El Presidente. – Al término del debate he recibido cuatro propuestas de resolución(1) de conformidad con el apartado 2 del artículo 103 del Reglamento.