La Presidenta. De conformidad con el orden del día, se procede al debate del informe (A6-0041/2006) del señor Bushill-Matthews, en nombre de la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales, sobre los retos demográficos y la solidaridad entre generaciones (2005/2147(INI)).
Philip Bushill-Matthews (PPE-DE), ponente. – (EN) Señora Presidenta, acojo con satisfacción la prioridad que ha dado el Comisario a esta cuestión. Esta prioridad la reconocen y apoyan todos los Grupos políticos del Parlamento. El hecho de que hubiera más de 200 enmiendas en la fase de comisión para lo que fue y es un informe de propia iniciativa se considera un reflejo de su naturaleza prioritaria y no se debe totalmente a la insuficiencia del ponente en primer lugar.
Quisiera empezar dando las gracias a los colegas de la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales, y especialmente a los ponentes alternativos, por su importante aportación. Quisiera expresar mi gratitud a la Comisión de Medio Ambiente, Sanidad Pública y Seguridad Alimentaria, y especialmente a la Comisión de los Derechos de la Mujer y la Igualdad de Género –con la que hemos mantenido una cooperación reforzada, tanto oficialmente como en la práctica– por sus valiosas opiniones y por las muchas ideas con las que también han contribuido a este informe.
No obstante, una consecuencia directa de todo esto es que el informe es demasiado largo: quizás un tributo a nuestro entusiasmo colectivo. Espero que con el apoyo de sus Señorías en la votación de hoy podamos acortarlo un poco.
No obstante, el objetivo de este informe debería seguir estando claro: los retos de una población que envejece, con más personas que viven mucho más tiempo, con más personas mayores que están inactivas y necesitan el apoyo de otros y más personas mayores que están activas y necesitan apoyarse a sí mismas, no son solo problemas para los ancianos, sino para la sociedad en su conjunto. Los retos de una tasa de natalidad en declive, con un menor número de personas en edad de trabajar, que matemáticamente son incapaces de financiar a un mayor número de pensionistas; con muchos padres que quieren tener más hijos y que luchan con la presión de combinar el trabajo y la vida familiar, pero que matemáticamente son incapaces de cuadrar las cuentas. No se trata simplemente de problemas para los jóvenes, sino también de problemas para la sociedad en su conjunto. Son retos para los Gobiernos; son retos para las empresas. No hay soluciones válidas para todos, pero como dicen en Expediente X: la verdad está ahí afuera.
Hay muchas ideas distintas y experiencias diferentes de las que sacar conclusiones, no solo en la Unión Europea. Hay una serie de ideas e indicadores en este informe. Ahora necesitamos que las mentes se abran, pero sobre todo necesitamos medidas para desarrollar estas ideas.
Espero que el Comisario considere que este informe no solo refleja su propia prioridad, sino también su propio sentido de la urgencia y que todos estemos de acuerdo en que el verdadero trabajo empieza ahora.
Vladimír Špidla, miembro de la Comisión. (CS) Señora Presidenta, Señorías, quiero dar las gracias al señor Bushill-Matthews, a la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales y a la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género por su informe, que es realmente inspirador. Celebro el apoyo que ha expresado el Parlamento Europeo a nuestro Libro Verde. El informe del Parlamento Europeo llega en el momento justo para dar un impulso al trabajo de la Comisión relacionado con la nueva comunicación sobre demografía, puesto que está previsto que esta comunicación esté terminada en las próximas semanas y el calendario nos permite, por tanto, hacer un uso muy práctico de su informe. El informe contiene algunos puntos de gran importancia que merecen ocupar un lugar destacado en la nueva comunicación, que reunirá las conclusiones derivadas de las respuestas que hemos recibido a nuestro Libro Verde y de los estudios de impacto financiados a través del proyecto piloto organizado por el Parlamento Europeo. Describe las posibilidades que existen de mantener la cooperación a escala europea en cuestiones demográficas.
Señorías, en los últimos tiempos Europa ha conseguido algunos éxitos extraordinarios. Quiero decirlo claramente, para que tengamos eso en cuenta. El envejecimiento demográfico de nuestra sociedad es el resultado de este éxito en dos de los vértices de la pirámide de la población y en dos lugares de esa pirámide. La esperanza de vida media ha aumentado gracias a los enormes avances médicos que, por ejemplo, han conseguido vencer en gran medida las enfermedades cardiovasculares, realizando con ello una importante contribución a la esperanza de vida media para las personas de mediana edad. Gracias a los importantes avances médicos en el ámbito de la atención infantil y perinatal, las cifras de mortandad de niños y lactantes han descendido hasta niveles nunca vistos antes en la historia y probablemente inesperados hace apenas unas décadas. Se trata de un éxito incuestionable. En cierto modo, ahora nuetra vida dura más del doble de la de nuestros antepasados. Me ha complacido descubrir, en mis conversaciones con compañías de seguros, que ahora están trabajando con tablas de mortalidad que llegan no hasta los 80, sino hasta los 120 años.
Este éxito tiene, por supuesto, algunas consecuencias, puesto que el envejecimiento demográfico altera al conjunto de nuestra sociedad en todos los aspectos. Es importante darse cuenta de que necesitamos una respuesta holística, una respuesta integrada que abarque todo. El envejecimiento demográfico va más allá de las cuestiones relativas a los sistemas de pensiones, la salud, la educación, la planificación urbana, etc. De hecho, dudo de que podamos encontrar alguna esfera de la actividad humana que no se vea afectada por el envejecimiento demográfico, incluidas las fuerzas armadas. Por tanto, debemos tratar de asegurar que el envejecimiento activo se haga realidad. Tenemos que desarrollar nuestros servicios asistenciales para niños y mayores. Tenemos que desarrollar nuevos productos y servicios para responder mejor a las necesidades de las personas que envejecen y, por supuesto, a las de una sociedad que envejecerá globalmente a medida que se altere su perfil de edad. Finalmente, tenemos que invertir más en desarrollo y conservación de nuestro capital humano de tal forma que consigamos mayores niveles de empleo y permitamos que las personas de edad avanzada puedan mantenerse laboralmente activas durante más tiempo. En las respuestas a las consultas del Libro Verde, especialmente en las de los Estados miembros, se hizo gran hincapié en la necesidad de conciliar mejor nuestra vida personal, familiar y profesional.
El caso es que los inmigrantes ya invierten las pautas del declive demográfico en algunos Estados miembros. Para que tenga un efecto realmente beneficioso, la inmigración tiene que venir acompañada de mayores esfuerzos de integración y superación de las diferencias. Pese a todo ello, Señorías, sigue estando claro que los inmigrantes con los que contamos como elemento permanente de nuestras sociedades futuras no son la respuesta a los problemas del envejecimiento demográfico. Son solo uno de los componentes, pero en ningún caso deben considerarse la solución.
Quiero apuntar algunas de las cuestiones que deben incluirse en nuestro programa de trabajo en los próximos años. Queremos seguir centrándonos en la conciliación de la vida familiar y profesional, porque está claro que los ciudadanos europeos quieren tener más hijos que los que están teniendo. Y para que puedan cumplirse sus aspiraciones y deseos naturales, creo que tenemos que reflexionar profundamente sobre nuestra sociedad en su conjunto, nuestros hábitos, nuestras formas de hacer las cosas y los procedimientos que empleamos. Queremos crear un foro europeo sobre población y demografía que nos permita entender mejor los distintos aspectos implicados en la integración de la dimensión demográfica en las distintas políticas, con el respaldo de expertos reconocidos en la materia, así como organizaciones voluntarias. En 2007, la Comisión presentará un informe sobre las medidas adoptadas por los Estados miembros para integrar en su legislación nacional las disposiciones de la Directiva 2007/78/CE relativas a la discriminación por motivos de edad. Una vez cada dos años, coincidiendo con las sesiones plenarias del foro, la Comisión publicará un informe sobre población y demografía en Europa, en el que se describirán las tendencias demográficas europeas en el contexto de la evolución en el mundo.
Señorías, el valor añadido de Europa consiste principalmente en organizar el intercambio de información, comparar enfoques contrastados y presentar y divulgar los datos resultantes. Eso ya lo estamos haciendo en numerosos ámbitos, sobre todo en los relacionados con la Estrategia de Lisboa. Señorías, las tendencias demográficas están cambiando nuestra sociedad. La han cambiado a lo largo de toda la historia y la seguirán cambiando en el futuro. Nuestra sociedad está envejeciendo técnicamente en términos demográficos, pero podemos decir también con seguridad que se está haciendo más sabia, puesto que la sabiduría se adquiere con la experiencia y en todas las sociedades es una característica de quienes han disfrutado de buena fortuna y han podido vivir lo suficiente para tener la oportunidad de aprender de la experiencia. Creo que en nuestros debates encontraremos la manera de responder a los desafíos que plantea el enorme logro de nuestra sociedad de aumentar la esperanza de vida y mejorar la calidad de vida, y lo haremos de tal forma que las futuras generaciones sigan el curso que nosotros habremos trazado, un curso que conllevará un sentido más profundo de la calidad de vida, la dimensión humana y los valores sociales que todos acariciamos.
Thomas Ulmer (PPE-DE), ponente de opinión de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria. – (DE) Señora Presidenta, señor Comisario, Señorías, quiero empezar agradeciendo sinceramente al señor Bushill-Matthews su excelente informe. Quiero decir al Comisario Špidla que yo, personalmente, viviría de buena gana hasta los 120 años. Tengo que llegar a los 116 para recuperar lo invertido en mi plan de pensiones.
Me sorprende que el Libro Verde sobre el cambio demográfico no haya tenido más en cuenta los aspectos relacionados con la salud. Los problemas de una sociedad envejecida no se limitan a los aspectos económicos. Están apareciendo nuevos síndromes, como ya se puede ver: la demencia –bien la enfermedad de Alzheimer, bien la demencia subcortical–, enfermedad vascular –desde las cardiopatías coronarias hasta la insuficiencia renal–, enfermedades metabólicas –sobre todo diabetes–, artritis espinal y de las grandes articulaciones y osteoporosis, por nombrar solo algunas. Eso hace todavía más que sea una cuestión de prevenir, de garantizar unas buenas condiciones de vida para todos antes del tratamiento y, si este es necesario, de asegurar que sea lo mejor posible para todos los europeos. Se trata de mantener tanto la calidad de vida como la movilidad.
Necesitamos una reorientación social para afrontar estos retos. La jubilación ocupa ahora un tercio de la vida humana. Necesitamos un empleo con sentido, tareas sociales, tareas que permitan realizarse a las personas de edad avanzada, una vida sin barreras, nuevos conceptos de vivienda y, si es preciso, excelentes cuidados de enfermería y atención médica.
Sin embargo, me preocupa el supuesto implícito e irreflexivo contenido en el Libro Verde de que un declive de la población tendrá consecuencias exclusivamente negativas para el sistema social establecido. Quiero, por tanto, que se planteen las siguientes cuestiones: en qué medida las consecuencias negativas de un declive de la población pueden contrarrestarse por medio de la innovación, mayores niveles de empleo y la modernización de la protección social; si el descenso de la población puede tener también aspectos positivos, por ejemplo en cuestiones relacionadas con el medio ambiente, la congestión del tráfico y el desarrollo urbanístico; y si, en última instancia, podría establecerse un «óptimo de Pareto» en relación con el tamaño de la población de Europa.
Edite Estrela (PSE), ponente de opinión de la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género. – (PT) Quiero felicitar al señor Bushill-Matthews por su excelente informe y por nuestra cooperación durante la elaboración de nuestros respectivos informes.
En 2003, el crecimiento natural de la población europea era del 0,04 %. Entre 2005 y 2030 se prevé una pérdida de más de 20 millones de habitantes. Hasta 2025 se espera que la población de la UE crezca ligeramente a causa de la inmigración, para luego volver a descender. La inmigración es solo una solución parcial. Los europeos no tienen el número de hijos que desean. Los estudios demuestran que les gustaría tener 2,3 hijos por término medio, pero solo tienen 1,5. Esta cifra es demasiado baja para la reposición de la población.
Algunas causas de la baja natalidad son: un acceso tardío o inestable al empleo; dificultades de acceso a la vivienda; la tardía edad a la que se tiene el primer hijo; la falta de incentivos fiscales y de prestaciones familiares; una baja parental insuficiente; escasez de centros guarderías para niños y otras personas dependientes; diferencia salarial entre hombres y mujeres; y dificultad de conciliar la vida familiar y laboral.
Según el experto demógrafo Phillip Longman, en Europa son los conservadores cristianos y musulmanes los que tienen más hijos y eso alterará la composición de la sociedad. ¿Qué podemos hacer para rectificar el rumbo? Phillip Longman formula algunas sugerencias: Suecia ha conseguido aumentar su tasa de natalidad reforzando las prestaciones sociales y construyendo centros infantiles y guarderías. En Italia convendría facilitar la obtención de préstamos para la adquisición de una vivienda, que ahora son muy difíciles de conseguir. Una cosa es cierta: en la mayoría de los Estados miembros existe una estrecha correlación entre los altos niveles de empleo femenino y unas elevadas tasas de natalidad, y viceversa.
PRESIDENCIA DEL SR. SARYUSZ-WOLSKI Vicepresidente
Struan Stevenson, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (EN) Señor Presidente, en palabras del Comisario Špidla, el cambio demográfico no solo es una cuestión actual, sino también uno de los principales retos a los que hoy se enfrenta Europa. De ahí que el informe del señor Bushill-Matthews sea a la vez oportuno y muy relevante.
El problema con los políticos de hoy en día es que solo pensamos en períodos de cinco años. No se considera políticamente urgente tratar cuestiones que tendrán un efecto dramático en nuestras vidas dentro de diez o veinte años. De hecho, en los últimos meses he presidido un grupo de trabajo del PPE-DE sobre aspectos concretos del cambio demográfico. Hemos sacado algunas conclusiones bastante útiles respecto a la cuestión.
En primer lugar, en el ámbito demográfico y familiar, Europa no debería resignarse a un declive de su población. La mejora de la situación general de los niños y los jóvenes y el refuerzo de la compatibilidad del trabajo y la vida familiar para hombres y mujeres, combinado con los incentivos fiscales, podría tener un impacto significativo sobre las tasas de natalidad.
En segundo lugar, está claro que necesitamos más posibilidades de opción y flexibilidad en el mercado laboral en Europa. A este respecto, deberíamos reforzar la inclusión de mujeres, jóvenes y personas mayores en la mano de obra, ofreciendo nuevas oportunidades, por ejemplo, a través de la flexibilidad del horario de trabajo, la promoción del empleo a tiempo parcial y el trabajo autónomo. Los sistemas educativos tienen que reformarse para incrementar la eficacia y el ritmo de la educación superior, permitiendo así una entrada más temprana en la vida laboral.
En tercer lugar, habría que atraer a trabajadores cualificados de terceros países, pero según nuestro grupo de trabajo, no deberíamos considerar la inmigración como una solución única a los futuros problemas demográficos y del mercado laboral de Europa. Los inmigrantes han de poseer talentos y habilidades que escaseen en Europa y deben estar dispuestos a integrarse en nuestras sociedades y aceptar nuestros valores comunes.
Para poder enfrentarse al reto del cambio demográfico y sostener una sociedad cambiante, tenemos que garantizar la aplicación decidida de la Agenda de Lisboa. El «status quo» no es una opción. Para desarrollarse y luchar, Europa necesita –por utilizar una de las palabras raras del señor Barroso– «flexiguridad» e innovación. La seguridad y la flexibilidad del mercado laboral nos permitirán responder a los retos de la globalización. Para lograrlos necesitamos reformar nuestros sistemas de pensiones y centrarnos en el crecimiento y el empleo introduciendo medidas innovadoras que favorezcan la tasa de natalidad y haciendo un uso juicioso de la inmigración.
Solo a través de la innovación, a través de la reinvención de nosotros mismos, podemos estar seguros de que el reto del cambio demográfico se convertirá en la oportunidad de crecimiento de mañana.
Joel Hasse Ferreira, en nombre del Grupo del PSE. – (PT) Es innegable la importancia del tema que hoy nos ocupa. Buena parte de Europa envejece. Con raras excepciones, las tasas de natalidad son bajas. Varios sistemas de protección social, solidaridad y seguridad social han visto amenazada su sostenibilidad. La inmigración procedente de países de fuera de Europa ha permitido equilibrar aparentemente las tasas de actividad de algunos Estados miembros, pero hay consecuencias sociales que conviene tener en cuenta, tanto en el plano de la integración social como del apoyo a las familias.
El debate sobre los retos demográficos ha cobrado actualidad con la reciente aplicación del modelo social europeo en Escandinavia. Es muy importante combinar los aumentos de la productividad y los beneficios derivados de la competitividad con una nutrida participación femenina en el mercado de trabajo. Al mismo tiempo, las tasas de natalidad han aumentado y ahora hay mayores facilidades para disfrutar de permisos de paternidad y más apoyo a la maternidad.
En consecuencia, desde una perspectiva europea, todos los esfuerzos tienen que centrarse en conciliar la vida laboral y familiar en todos los Estados miembros, negociando una mayor flexibilidad de horarios y por medio de una infraestructura más adecuada y generalizada de apoyo a la infancia. Por otro lado, es necesario profundizar en el conocimiento mutuo de los diferentes sistemas de seguridad social, para dar a las personas la oportunidad de pasar libremente de un sistema nacional a otro, ya sea público, privado o de otro tipo, como por ejemplo mutualista. Esto es muy importante para los trabajadores que pagan la seguridad social en un determinado Estado miembro y cuya vida mejorará cuando regresen a su país de origen y cuando se muden a otro Estado miembro para trabajar.
Hay que realizar también un esfuerzo por modernizar los sistemas de protección social. Al mismo tiempo es preciso promover el envejecimiento activo. Todo esto se ha debatido en los informes del señor Bushill-Matthews, la señora Estrela y todos los miembros de las comisiones que con tanta dedicación han trabajado en este tema. Concluiré diciendo que los retos demográficos que afronta Europa en la actualidad son graves, pero hay formas de responder ante ellos. Por tanto, afrontemos el reto de ayudar a garantizar una mayor solidaridad entre las generaciones.
Marian Harkin, en nombre del Grupo ALDE. – (EN) Señor Presidente, deseo felicitar al ponente por este informe tan completo sobre un tema de gran importancia en el conjunto de la UE-25, concretamente el desafío de los cambios demográficos y la importancia de la solidaridad entre generaciones. En esencia, lo que el informe propone es una mejora de la calidad de vida para todos, en todas las etapas de la vida, y el reconocimiento de que las decisiones políticas y la legislación que se apruebe deben contribuir a ese objetivo central. Por problemas de tiempo plantearé brevemente tan solo dos cuestiones.
Me complace que se haya incluido en el informe una recomendación a los Estados miembros para mejorar la prestación de servicios de interés general en las zonas rurales, fomentando así un equilibrio justo entre la vida rural y la urbana, particularmente para las personas mayores.
También pido apoyo a la enmienda 20, que intenta reconocer el potencial de las viviendas con servicios de asistencia. Utilizo de modelo para ello el proyecto de St. Brendan’s Village, en el condado de Mayo, en el oeste de Irlanda, y el programa SLE Habitat Extra Care de Lille, en Francia.
En un informe elaborado por el Comité de Enlace Europeo para la Vivienda Social para celebrar el Año de las Naciones Unidas de las Personas Mayores, una de las recomendaciones principales es que los Gobiernos y prestadores de servicios ayuden a las personas a permanecer en sus comunidades cuando envejecen. Según el informe, los proyectos que acabo de citar constituyen dos buenos ejemplos de proyectos concebidos para satisfacer las necesidades locales. Ayudan a que las personas mayores permanezcan en las comunidades donde han pasado la mayor parte de sus vidas, con el apoyo de la familia, los amigos y los servicios y en un entorno familiar. Eso es auténtica solidaridad entre generaciones.
Todos los diputados a esta Cámara, si somos afortunados para contarlo, nos haremos mayores. Para algunos de nosotros está más cerca que para otros. Sin embargo, personalmente yo preferiría vivir independientemente en mi comunidad con el nivel de asistencia social y médica que necesito. Los dos proyectos a los que me he referido son modelos europeos de mejores prácticas en este terreno y podrían reproducirse en toda la UE-25.
Sepp Kusstatscher, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (DE) Señor Presidente, junto con el cambio climático, el cambio demográfico es probablemente el mayor desafío que se nos presenta hoy. Existen muchas razones por las que nuestra tasa de natalidad está en declive, con el consiguiente deterioro de las perspectivas futuras para nuestra sociedad.
Quiero referirme solo a un aspecto de esta cuestión tan extremadamente compleja: el pago de pensiones a las madres. El trabajo que hacen las madres, sobre todo las que tienen varios hijos, recibe muy poco reconocimiento. Uno de los principales problemas es que la mayoría de las madres de los tiempos en que no tenían o no querían una carrera profesional y preferían dedicarse a criar y cuidar a sus hijos están en una situación de clara desventaja, primero en su vida profesional y posteriormente en la vejez.
En nuestra opulenta sociedad, criar y cuidar a los hijos debe merecer al menos el mismo reconocimiento que las actividades desempeñadas en la producción y el sector de servicios. Debería, por tanto, contabilizarse plenamente a efectos del derecho a pensión. La solución más simple y completa sería una pensión básica no contributiva para todos.
Ilda Figueiredo, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (PT) Los cambios demográficos que están teniendo lugar en la UE son, en su conjunto, más beneficiosos que perjudiciales para la sociedad. Gracias a las mejores condiciones de vida y a los cuidados de la salud, la esperanza de vida ha aumentado. Eso plantea, naturalmente, nuevos desafíos que hay que afrontar.
Algunos de esos desafíos, que la Comisión no ha sabido abordar debidamente en su Libro Verde, son la importancia de la salud sexual y reproductiva, la integración de la perspectiva de género en todos los análisis y políticas, la mejora del nivel de vida de las personas y una mayor integración y cohesión económica y social.
Por eso, en las propuestas presentadas por nuestro Grupo se pone el acento en la necesidad de un empleo estable, de seguridad en el lugar de trabajo y de jornadas de trabajo reducidas, para permitir el acceso de los trabajadores jóvenes y los de más edad a trabajos debidamente remunerados. Eso permitirá a los trabajadores disponer de tiempo para dedicar a su familia, apoyar a los hijos y recibir formación permanente.
Las principales prioridades en lo que respecta a la gestión del cambio demográfico son el empleo con derechos, una distribución más igualitaria de los rendimientos, una seguridad social pública fuerte basada en la solidaridad entre generaciones y servicios públicos de calidad, principalmente en ámbitos como la salud, la educación, la vivienda y la protección social. En otras palabras, lo que proponemos es invertir la tendencia actual a dar prioridad a la competencia y al liberalismo, a un trabajo cada vez más precario y peor pagado, a la privatización de los servicios públicos y al atropello de los derechos laborales. Por eso insistimos en la necesidad de un cambio claro en esas políticas.
Kathy Sinnott, en nombre del Grupo IND/DEM. – (EN) Señor Presidente, en 1981 escuché en Irlanda una conferencia del doctor Ratner, profesor de salud pública y ética médica. En ella describía la demografía de Europa occidental continental. Predijo con precisión la tendencia rápidamente descendente que vemos ahora de los índices de natalidad hacia el año 2000 y el declive terminal de la población hacia 2020, que ahora es inevitable.
En esta conferencia, el doctor Ratner aconsejó a sus oyentes irlandeses que siguieran optando por la vida y, entre las muchas ventajas que esto comporta, que evitasen el suicidio demográfico de nuestros vecinos europeos. Dos años después optamos por la vida en un referendo para proteger la vida de la persona humana desde la concepción hasta la muerte natural. El índice de natalidad de Irlanda está cayendo ahora, pero hemos retrasado la tendencia 20 años y aunque ahora estamos un poco por debajo del nivel de reemplazo, todavía tenemos el índice de natalidad más sano, la población activa más joven y la economía más fuerte de la UE. Tal como afirma el Libro Verde de la Comisión sobre la demografía, no hay crecimiento económico sin crecimiento de la población.
Puedo aducir muchas razones de peso para que la UE adopte la cultura de la vida, la dignidad de la persona humana y Dios. Pero aunque no sea más que por razones de crecimiento económico y un futuro viable para Europa, debemos repensar nuestra actitud ante la santidad de la vida, la posición de la familia y el apoyo a las madres y otros cuidadores.
Amalia Sartori (PPE-DE). – (IT) Señor Presidente, Señorías, yo también quiero dar las gracias al ponente por su excelente trabajo. Por mi parte, las cuestiones que quiero mencionar son los dos grandes retos a los que nos enfrentamos: primero, el envejecimiento de una población a la que queremos garantizar una vejez óptima y digna y, segundo, una baja tasa de natalidad. Queremos que se restablezca el equilibrio adecuado en nuestro continente entre las expectativas de las mujeres y las de nuestros países.
Para afrontar el primer reto, se necesitan dos políticas. La primera consiste en eliminar todos lo que desincentiva la prolongación la vida laboral de las personas y, por tanto, apoyar todas las políticas encaminadas a permitir que las personas de edad avanzada sigan participando directamente en el mercado de trabajo durante el mayor tiempo posible. La segunda política consiste en dar a las personas de edad avanzada la oportunidad de seguir integradas en sus comunidades durante el mayor tiempo posible. Todas las políticas sociales deben encaminarse hacia este objetivo: permanecer en el entorno familiar y en las proximidades de la propia casa, recurriendo a las residencias asistidas tan solo en casos extremos.
En lo que respecta a la política de natalidad, creo que como siempre en la vida, las evidencias concretas ayudan. Hay que decir que en los últimos años los mismos países que adoptaron un enfoque inteligente en la formulación de nuevas políticas fiscales fueron los que obtuvieron buenos resultados; Francia es un ejemplo interesante. Por tanto, se necesitan nuevas políticas fiscales, mayores oportunidades de empleo para las mujeres, oportunidades de acceso al mercado de trabajo e indudablemente una calidad nueva y diferente de los servicios.
Karin Jöns (PSE). – (DE) Señor Presidente, Señor Comisario, Señorías, es indudable que el cambio demográfico representa uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo para todos los Estados miembros de la UE.
No obstante, el cambio demográfico debe verse también como una oportunidad para conseguir una nueva solidaridad entre generaciones, que garantice a los jóvenes una buena educación, cree puestos de trabajo para todos y permita a las personas envejecer con dignidad. Un paso muy importante en ese sentido sería incorporar el impacto sobre el cambio demográfico en todas las políticas y acciones de ámbito nacional y europeo. Lo mismo podría hacerse con el trabajo de la Comisión.
Además, existe otro ámbito en el que debemos aprender más unos de otros e intensificar el intercambio de experiencias no solo entre los Gobiernos, sino también entre los interlocutores sociales. Estos realizan una contribución fundamental a la característica distintiva del modelo social europeo, que es la solidaridad social. Por eso celebro la petición a los Estados miembros de establecer nuevas alianzas con los agentes sociales y también la petición de consultar lo antes posible a los agentes sociales sobre la conciliación de la vida familiar y profesional.
Gabriele Zimmer (GUE/NGL). – (DE) Señor Presidente, no puede haber un debate serio sobre el cambio demográfico si a las personas se las considera factores económicos en lugar de individuos; en mi opinión, tanto el Libro Verde de la Comisión como este informe del señor Bushill-Matthew cometen precisamente ese error.
Pienso también que en el debate hay que plantear el cambio demográfico como una cuestión mundial. Es evidente que ni los Objetivos de Desarrollo del Milenio ni la lucha contra la pobreza en el mundo asoman siquiera remotamente en nuestro debate sobre el cambio demográfico. Al fin y al cabo, el problema principal no es que la población europea esté en declive, sino que, primero, este sea desproporcionado de una región a otra; segundo, que la coexistencia en la sociedad esté en riesgo; y, tercero, que no relacionemos el cambio demográfico en Europa con la explosión demográfica mundial.
Consideramos el envejecimiento de la sociedad europea casi exclusivamente desde el punto de vista de la disminución de la población activa y, de paso, ignoramos por completo el aumento de la productividad. Al mismo tiempo, explotamos la productividad como un medio de reducir las prestaciones sociales, de enfermedad, sanidad y pensiones y de plantear la posibilidad de prolongar en gran medida la vida laboral. Me refiero en este caso al estudio elaborado y publicado por la Comisión, que prevé la jubilación a los 71 años.
Sugiero un cambio de prioridades. Necesitamos una sociedad volcada en los niños, que acoja con verdadera satisfacción la convivencia con los niños. Necesitamos un tipo diferente de debate, porque no podemos limitarnos a ver a los niños como una inversión para salvaguardar las prestaciones laborales y las pensiones. Por otra parte, tampoco podemos seguir limitándonos a buscar una conciliación mejor entre la vida profesional y familiar, entre el tiempo de trabajo y el tiempo de ocio. Tenemos que ocuparnos de algo más: de los niños, porque son ellos los que importan aquí. Los niños tienen que ocupar realmente el centro y hay que considerarlos individuos.
Naturalmente, la sociedad necesita también afrontar los desafíos del envejecimiento, por ejemplo, con la ampliación de los servicios sociales o, como no, por medio de la planificación urbanística: por ejemplo, con viviendas para mayores y redes de transporte diseñadas teniendo en cuenta a los niños y a los mayores. Esta cuestión es mucho más polifacética de lo que pensamos.
Ria Oomen-Ruijten (PPE-DE). – (NL) Señor Presidente, no hace falta ser economista ni licenciado en ciencias políticas para comprender que la tendencia a querer sacar dinero de todas las cosas y la desaparición de los espacios verdes en nuestra sociedad traen consigo numerosas consecuencias.
Los políticos como nosotros sabemos –pero la mayoría de los ciudadanos no– que la globalización y el cambio demográfico plantean numerosos problemas. El informe Bushill-Matthews trata de infundir esperanza, cosa que le quiero agradecer. Pero lo que debemos hacer no es solo fijarnos en lo que dice la Comisión. Aunque tenemos que procurar que la tasa de natalidad aumente, hacer que nazcan niños no depende de nosotros, los políticos, sino de los progenitores.
Lo que tienen que hacer los políticos es crear una sociedad abierta a los niños, una sociedad en la que los niños no sean una carga, sino un beneficio añadido. Eso significa también que tenemos que asegurarnos de que las personas puedan cuidar debidamente a los niños. Para ello hace falta flexibilidad en el mercado de trabajo, flexibilidad en la vida y flexibilidad en los horarios de trabajo. Ahí es donde aparecemos de nuevo nosotros, los políticos.
Si queremos crear una sociedad buena y justa en la que puedan desenvolverse tanto los jóvenes como los mayores, que es lo que necesitamos, tenemos que conseguir también que la legislación sea favorable a los niños en el plano europeo, pero desde luego también en el nacional.
Marianne Mikko (PSE). – (ET) Señorías, señor ponente. El señor Bushill-Matthews ha elaborado un informe que era muy necesario. Si seguimos ocupándonos meramente de la política cotidiana, Europa se verá afectada por una catástrofe demográfica y social de magnitud similar al tsunami asiático.
La sostenibilidad de la forma de vida europea está amenazada. La generación más joven trabaja largas jornadas por un salario mísero, con el consiguiente desgaste físico y mental. Lo que se presenta aquí como su libertad de elección, en realidad les viene impuesto por una sociedad que se guía por el lema de que «quien gana se lo lleva todo». La esclavitud asalariada o el desempleo, la promoción profesional o la puerta cerrada en las narices: estas son las opciones que tienen nuestros jóvenes altamente cualificados.
Cuando a pesar de la ley una persona trabaja 12 horas al día y más, ni los horarios laborales flexibles ni los horarios de apertura más amplios en el comercio y el sector de servicios pueden servir de ayuda. Simplemente no hay tiempo para la vida privada ni para tener hijos.
Desde el punto de vista macroeconómico, esta situación se produce debido a la necesidad de financiar las pensiones anticipadas de la generación de más edad y el tratamiento médico, que cada vez es más caro. El presente informe debe ser tan solo un punto de partida. El mantenimiento del alto nivel de vida que disfrutamos en Europa nos obliga a los políticos a trabajar mucho más y a actuar deprisa.
Gracias por su atención.
Marie Panayotopoulos-Cassiotou (PPE-DE). – (EL) Señor Presidente, el ponente, el señor Bushill-Matthews, conocido por su atención al detalle y su gran sensibilidad y que ha tenido la paciencia de elaborar este informe, hace bien en destacar las posibles soluciones del problema demográfico, empezando por los medios para acometer con decisión los bajos niveles de crecimiento económico y las elevadas tasas de desempleo.
Se proponen distintos enfoques de acuerdo con las circunstancias, que –como bien se recalca– tienen que respetar la libertad de elección y facilitar el ejercicio del derecho humano fundamental de las familias europeas a tener tantos hijos como deseen, sin los obstáculos creados por la dificultad de conciliar la vida profesional y familiar. La identificación de estos obstáculos y los que existen tanto fuera como dentro del lugar de trabajo (como impuestos, vivienda y el coste de la educación, la salud y los seguros) es responsabilidad de los Estados miembros, puesto que son ellos los que deciden en exclusiva tanto la política familiar como la de desarrollo.
Históricamente, por supuesto, la inmigración ha resuelto en muchos casos el problema de la renovación de la población y hoy llena la laguna creada por nuestra decisión de no tener hijos o tener un solo hijo a una edad avanzada. ¿Qué nos ha llevado a tomar optar por este plan de vida en tiempos de paz y opulencia? Buscar las causas del cambio demográfico no es tarea que competa a la Comisión Europea ni a los Gobiernos. No está dentro de las competencias de la Unión Europea; es competencia de cada ciudadano europeo, que quiere ir más allá de sus capacidades humanas, tanto en la planificación del inicio de la vida como en la imposición de su final.
Desde luego, la educación, la formación y la búsqueda de empleo en el contexto del desarrollo sostenible son condiciones necesarias para conseguir un alto nivel de vida. Pero si se quieren evitar los problemas demográficos, si se quiere que nazcan niños europeos y que envejezcan en condiciones dignas, los futuros padres tendrán que ponerse de acuerdo para poder exigir fiabilidad en sus relaciones personales y, en general, una visión de la vida para el presente y el futuro.
Aloyzas Sakalas (PSE). – (LT) Como diputado al Parlamento Europeo por Lituania, el problema demográfico me parece especialmente importante. Sobre todo porque el número de habitantes en Lituania está disminuyendo progresivamente, no tanto debido a la emigración, sino más bien al rápido descenso de la tasa de natalidad, que ha ocasionado ya el cierre de algunas escuelas. Las medidas adoptadas por el Gobierno lituano para resolver este problema son claramente insuficientes y por eso acogemos con satisfacción la publicación de documentos de ámbito europeo. Pero el descenso de la tasa de natalidad no es solo un problema para Lituania, sino para la totalidad de Europa, y aunque estadísticamente nuestras familias tienen menos de 1,5 hijos cada una, en los países asiáticos, entre ellos Turquía, un país candidato a la Unión Europea, los niños nacen como las setas. Lo que eso significaría en un futuro no tan distante es un tema que debe hacernos reflexionar. Podemos y debemos superar esta crisis demográfica mediante acciones y programas reales. Cada familia debería poder tener al menos tres hijos. Ese es precisamente el espíritu del documento presentado y una vez que se apruebe habrá que buscar soluciones prácticas.
Roselyne Bachelot-Narquin (PPE-DE). – (FR) Señor Presidente, Señorías, quiero dar las gracias al señor Bushill-Matthews por su excelente informe.
Para hacer frente al efecto del colapso demográfico se suele recurrir a tres estrategias: una política de inmigración cuidadosamente formulada y regulada, la movilización de la mano de obra y las políticas destinadas a las familias y al aumento de la tasa de natalidad.
Este último tipo de estrategia suele dejarse en manos de los Estados miembros. Pero sería un error que la Unión Europea se privara a sí misma de esos recursos. Su eficacia es bien conocida y el ejemplo francés así lo atestigua: ventajas fiscales para las familias, baja parental, ayuda económica y, sobre todo, la prestación de cuidados a la infancia: cuidados infantiles fuera de la escuela, cuidados para los niños más pequeños y cuidados para los niños con discapacidades. Además, es importante recordar que no se podrá conseguir la incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo sin la debida prestación de cuidados para sus hijos.
Europa no carece de medios, siempre que tenga la voluntad política y los recursos financieros. Por tanto, es fundamental que los reglamentos de las políticas de cohesión territorial hagan más hincapié en la necesidad de financiar centros de atención a la infancia. En un momento en el que se está debatiendo la naturaleza del modelo social europeo, los niños y las familias, con toda su diversidad, tienen que constituir un elemento fundamental de ese modelo.
Vladimír Špidla, miembro de la Comisión. (CS) Señorías, quiero darles las gracias por un debate que ha demostrado que la demografía es una de las cuestiones más importantes a las que se enfrenta Europa hoy, y que ha arrojado luz sobre la cuestión de muchas formas. Creo que hemos obtenido una clara confirmación de la opinión básica de que se trata de un cambio fundamental que exige un enfoque holístico o integrado, como ya se ha dicho. Al mismo tiempo se han considerado distintos aspectos del problema general. Por ejemplo, se ha dicho que el Libro Verde no presta la misma atención a dos conjuntos de problemas, a saber, los problemas que afectan al sector sanitario y los problemas en el contexto internacional. Puede que hayan leído en mi informe que el contexto internacional se tratará en los informes periódicos, puesto que desde ese punto de vista ya existe una respuesta preliminar específica. La cuestión de la salud es una de las más fundamentales de todas y creo que el debate nos ha inspirado para desarrollar nuestras ideas al respecto en el futuro.
Este problema plantea no solo cuestiones técnicas y organizativas, sino también toda una serie de cuestiones éticas, puesto que el envejecimiento de la población creará cada vez más situaciones que llevarán a las personas a vivir en circunstancias extremas por una combinación del destino y de su estado de salud personal. Eso significa que será difícil encontrar una respuesta ética adecuada y exigirá una profunda reflexión.
Me parece también claro que una cuestión que ha centrado la atención, en mi opinión de manera justificada, es la de los niños y la baja tasa de natalidad, así como la manera de cambiar o al menos influir en esa tendencia. En el debate ha quedado también claro que es un problema general de Europa, ya que a pesar de que Irlanda, por ejemplo, tiene en la actualidad el mayor número de nacidos vivos por mujer en edad fértil, ha registrado también un descenso en los últimos 20 años mayor que en casi todos los demás países, y el nivel actual no es suficiente para mantener la estabilidad demográfica. Existen, por supuesto, otros Rstados que están en una situación mucho peor y en los que la situación podría resultar extremadamente difícil dentro de unas generaciones.
Está también claro que debemos considerar muy en serio el hecho de que no todas las sociedades son propicias al ser humano. Un antiguo dicho romano dice: «Inter arma silent Musae», en otras palabras, cuando la sociedad está sometida a presiones o situaciones extremas, la creatividad sufre. En mi opinión, la decisión de tener hijos es una cuestión de necesidad profunda y deseo profundo. Educar a los hijos y cuidar de ellos es también, en cierta forma, una actividad que requiere niveles muy altos de creatividad, y está claro que los ciudadanos europeos, para decidirse a tener hijos, necesitan una mayor seguridad en un mundo que está experimentando enormes cambios.
En el debate se han tratado también cuestiones de equilibrio de género, en mi opinión de forma justificada. Permítanme que mencione un único dato procedente de un estudio español: «en España, los hombres dedican 52 millones de horas al año a cuidar de personas dependientes, ya sean niños o familiares mayores. Las mujeres dedican 200 millones de horas al año a ese tipo de cuidados». Así que la carga, que es bastante frecuente, recae de manera muy desigual, soportando las mujeres cuatro veces más peso que los hombres. Creo que estas son también cuestiones que debemos examinar. Señorías, quiero darles las gracias por el debate y por un informe muy conciso que demuestra que existe una sorprendente tendencia a la convergencia en nuestros enfoques en el contexto del pensamiento social y político sobre Europa. En mi opinión, eso permite albergar esperanzas de conseguir una posición consensuada capaz de superar los cambios a menudo problemáticos que ocurren después de unas elecciones, puesto que cinco años es un plazo de tiempo muy corto para muchas cuestiones.
El Presidente. El debate queda cerrado.
La votación tendrá lugar mañana a las 11 horas.
Declaraciones por escrito
(artículo 142 del Reglamento)
Zita Gurmai (PSE). – (EN) Los desafíos demográficos y la solidaridad entre generaciones representan constituyen problema complejo que tiene un efecto extensivo en nuestras sociedades europeas. Sin dos desafíos de carácter amplios que los Estados miembros tienen la responsabilidad de abordar de forma duradera y orientada al futuro.
La solución debería ser una estrategia integral, mundial, coherente y justa para fomentar la comprensión y la solidaridad duradera entre el número creciente de generaciones que viven juntas.
Las soluciones políticas al desafío demográfico, como el envejecimiento, el género, el mercado de trabajo, las pensiones y la migración deberían suscitar una visión nueva y coherente de la sociedad europea.
Aunque hay diferencias importantes en las circunstancias locales de los Estados miembros, los desafíos y objetivos son similares: afrontar el creciente desafío del envejecimiento de la sociedad europea, teniendo en cuenta los objetivos de Lisboa de hacer de Europa la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, con mayor cohesión social y capacidad de crecimiento económico sostenible, y con más y mejores puestos de trabajo.
Superar los desafíos demográficos debe ser una solución duradera que llega incluso más allá de los plazos de Lisboa. Para lograr estos objetivos se necesitan estrategias políticas, económicas y sociales complejas.
Nils Lundgren (IND/DEM). – (SV) Los Estados miembros se enfrentan a importantes retos demográficos. Pero los problemas y las condiciones básicas difieren de un Estado miembro a otro. Tanto por eso como por razones democráticas se necesitan soluciones arraigadas en las distintas naciones. No tiene sentido que el Parlamento Europeo proponga recomendaciones políticas detalladas pretendiendo que valgan para todos los Estados miembros.
El informe actual contiene una larga lista de exhortaciones sobre el tipo de medidas que los Estados miembros deben adoptar en ámbitos tan importantes como la seguridad social, los impuestos, los tiempos de trabajo y la inmigración. Las vías elegidas por cada Estado miembro en importantes ámbitos de la política deben decidirse por medio de procesos democráticos nacionales, no imponerse desde arriba.
El progreso político y social tiene lugar cuando los países experimentan y ensayan diferentes soluciones que luego pueden comparar. De esta forma, aprenden unos de otros. Por medio de estos procesos se ha desarrollado la cultura europea y, en la práctica, ha conquistado el mundo. Las soluciones y formas de pensar europeas han tenido éxito precisamente porque se han basado en la competencia institucional entre diferentes países, en lugar de ser el resultado de una decisión centralizada.
El informe objeto de debate constituye otro ejemplo más de la forma en que, lento pero seguro, el Parlamento Europeo trata de obtener una influencia aún mayor en las cuestiones políticas nacionales. Lamento este proceso y yo criticaría la ausencia de toda oposición en el Parlamento Europeo a esta iniciativa antidemocrática.
David Martin (PSE). – (EN) Es evidente que si Europa desea superar en el futuro sus desafíos demográficos de forma más eficaz que hoy, debe afrontar el problema de la conciliación de la vida laboral y familiar. Si queremos atraer a los padres y madres de niños pequeños, a personas mayores u otros grupos que consideran imposible trabajar con el típico horario de nueve a cinco, debemos instaurar jornadas de trabajo más flexibles, tener guarderías infantiles mejores y más accesibles, políticas fiscales más favorables a la familia y mayor igualdad en el lugar de trabajo. Sin embargo, es evidente que incluso si atraemos a un mayor número de residentes europeos actuales para que se integren en la población activa, todavía habrá escasez de cualificaciones. Por eso también necesitamos una política de inmigración equilibrada.