El Presidente. Señor Presidente de la República de Bolivia, le doy la bienvenida al Pleno del Parlamento Europeo, en un momento en que las relaciones de Europa con Latinoamérica y el Caribe están de plena actualidad y son motivo de debate entre nosotros.
Precisamente, hace tres días, los líderes de nuestros dos continentes celebraron su cuarta Cumbre en Viena, en la que usted desempeñó un papel importante.
Para el Parlamento Europeo es un placer recibirle en calidad de Presidente electo de Bolivia, el primer presidente perteneciente a una etnia indígena, la aimara, que tiene como palabras fundamentales las tres palabras sabias de ama sua: no seas ladrón, ama quella: no seas flojo, ama Hulla: no seas mentiroso.
El Presidente de Bolivia es una persona nacida en una comunidad pobre y extraviada del territorio boliviano, en Isallavi, del cantón de Orinoca, muy cerca del lago Poopó, en Oruro, nombres que nos suenan lejanos porque no forman parte de nuestras referencias geográficas habituales.
Desde niño trabajó en tareas agrícolas, era el encargado de cuidar el rebaño de llamas de su familia, trabajó de ladrillero, de albañil, de panadero y de trompetero.
Después, cuando el altiplano boliviano sufrió una de las mayores sequías de su historia, su familia emigró a nuevas tierras, hacia Cochabamba. Allí empezó una carrera sindical y política que le ha llevado a la Presidencia de su país, un país que es el segundo más pobre de América Latina, después de Haití, pero que tiene las segundas mayores reservas de gas de toda América Latina; un país en el que dos terceras partes de la población vive en la pobreza y que ha tenido a lo largo de su historia, después de acceder a su independencia, difíciles relaciones con sus vecinos; un país que hoy representa una emergencia de fuerzas políticas nuevas, como la del Presidente, que ha ganado las elecciones con el 53 % de los votos y que está planteando, como ustedes saben, medidas políticas en materia de nacionalización de la industria energética y de las inversiones efectuadas allí por muchas empresas europeas, que, sin duda, son interesantes de debatir para nosotros.
Por eso, quiero agradecerle, señor Presidente, que esté usted aquí y que no solo se dirija al Pleno, sino que haya aceptado participar después en un debate en la Comisión de Asuntos Exteriores y en la cena que lo seguirá.
Créame, señor Presidente, que apreciamos mucho su visita, porque en Viena quedó claramente reconocido por muchos Jefes de Estado latinoamericanos que la vuelta a la democracia en la región no ha significado, desgraciadamente, una mejora en las condiciones de vida de una parte muy importante de la población latinoamericana.
Europa y Latinoamérica están empeñadas en intentar construir una sociedad cohesionada y Bolivia es un claro ejemplo de la imperiosa necesidad de incorporar al desarrollo humano una parte muy importante de su población, que no se ha beneficiado de la riqueza natural de su país.
Tendremos ocasión de discutir de eso también en el seno de la Asamblea Parlamentaria Eurolatinoamericana que se ha decidido crear en la Cumbre de Viena. Espero que ello nos dé nuevas oportunidades de diálogo político.
Su visita hoy, señor Presidente, es a la vez simbólica y multifacética, porque refleja el compromiso del Parlamento Europeo para incrementar las relaciones con Latinoamérica, refleja la importancia de la diplomacia parlamentaria y refleja el papel que el diálogo tiene que tener para resolver los conflictos que surjan entre nosotros.
Señor Presidente, gracias de nuevo, tiene usted la palabra.
(Aplausos de la izquierda)
Juan Evo Morales Ayma, Presidente de la República de Bolivia. (ES) Señor Presidente, señoras y señores diputados, mediante ustedes quiero dar un saludo especial, cordial y fraternal a todo el pueblo europeo.
Es una enorme satisfacción y alegría para mí que me hayan invitado a participar en este encuentro tan importante de dos continentes: América y Europa. Es un honor, una satisfacción y un orgullo estar con ustedes y vengo acá aceptando la invitación no solamente para que me escuchen, sino también para escucharles a ustedes.
Los pueblos indígenas originarios campesinos de América, especialmente de Bolivia, pertenecemos a la cultura del diálogo, a la cultura de la vida, a la cultura del equilibrio, la justicia y la equidad.
Como decía nuestro Presidente del Parlamento Europeo, vengo de una familia muy humilde, perteneciente a la nación aimara. Históricamente hemos sido excluidos, pero no somos excluyentes. Históricamente hemos sido sometidos a la esclavitud, pero jamás hemos sometido a la esclavitud a otras familias; somos incluyentes, luchamos por la unidad respetando la diversidad de nuestros pueblos y, si, gracias a la conciencia de mi pueblo, llegamos a la Presidencia como pueblos indígenas, no fue por la venganza de nadie, sino por la esperanza de nuestros pueblos.
La ausencia del Estado en nuestras comunidades campesinas indígenas ha dejado mucho que desear y, por eso, queremos resolver los problemas sociales, los problemas culturales, los problemas económicos y los problemas estructurales de mi país.
Si hablamos en términos de salud, hay comunidades campesinas en las que no existen medios para resolver los problemas de salud; no se reconoce la medicina tradicional ni hay ninguna política para su recuperación.
Reconocemos algunos avances mediante la participación de la UNESCO. El tema de la educación está abandonado. Para su información, mi mamá (q.e.p.d.) era analfabeta y mi papá escribía poco o nada; también era analfabeto. Mis padres no tenían documentación. Por eso empezamos a trabajar en este corto tiempo de gobierno, de casi 110 días de Presidencia, en la alfabetización, gracias a la cooperación incondicional de algunos países latinoamericanos, europeos y asiáticos. A finales de este mes va a haber una promoción de cerca de 2 000 alfabetizados. Queremos erradicar el analfabetismo en mi país.
En cuanto al tema de la documentación, también gracias a la solidaridad estamos avanzando. Hasta ahora nos informan de que tenemos cerca de 50 000 documentados gratuitamente (familias campesinas indígenas; especialmente mujeres) gracias a la cooperación internacional. Y en materia de documentación, lamentablemente hay familias que han sido totalmente abandonadas; no tienen documentos y, por tanto, no tienen ciertos derechos ciudadanos. Este tema es muy preocupante en mi país.
Sé que acá, en Europa y en algunos continentes, el mejor amigo del ser humano, el perro, tiene pasaporte para poder viajar de un país a otro. Allá ni siquiera tenemos documentación —ni carné de identidad, ni certificados de nacimiento— para poder participar en actos electorales. Por eso, vamos a continuar con esta campaña de identificación: en menos de dos meses llegamos casi a 50 000 nuevos documentos de manera gratuita y vamos a avanzar para llegar a uno o dos millones de documentados de manera gratuita.
Gracias también a la cooperación de algunos países latinoamericanos estamos llevando a cabo campañas para ayudar a las familias más pobres en temas de salud. Mediante una operación del ojo, en menos de dos meses curamos gratuitamente a 8 000 personas.
Éstos son algunos de los problemas sociales que tenemos en mi país. Por eso este movimiento político, el Movimiento al Socialismo, inicialmente llamado Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos, creado por el Movimiento Campesino Indígena Originario, no ha sido creado por un grupo de politólogos, ni de profesionales o intelectuales, sino frente a la injusticia, para luchar por las reivindicaciones económicas, sociales, especialmente, en el año 1995, para cambiar nuestra Bolivia, para acabar con la discriminación, inclusive para cambiar esas políticas que históricamente han estado orientadas al exterminio de los pueblos indígenas originarios en nuestro país y en nuestro continente.
Los pueblos indígenas también somos seres humanos, tenemos los mismos derechos, los mismos deberes, y queremos cambiar. Y felizmente este movimiento político me lleva a la Presidencia. Quiero que ustedes sepan que lamentablemente no tuve la oportunidad de estudiar en la universidad; el mejor capital que tienen nuestro Movimiento y Evo Morales es la honestidad.
Mi respeto y mi admiración al Presidente cuando menciona esa ley cósmica de nuestros antepasados, el ama sua, ama Hulla, ama quella, que es la ley de los pueblos indígenas originales: no robar, ni ser flojo, ni mentir. Y ese principio de una ley cósmica nos trae hasta acá y tengo la obligación de llevar adelante esta norma de nuestros antepasados para cambiar nuestra historia.
Con seguridad pueden preguntarse sobre muchos temas estructurales, sobre muchos temas sociales. Hasta ahora, evidentemente, hemos decidido recuperar nuestros recursos naturales, renovables y no renovables; recursos naturales que permitan resolver los problemas sociales y los problemas económicos de mi país.
Y quiero transmitirles la lucha en defensa de la hoja de coca, la lucha por el agua, para evitar cualquier privatización del recurso agua, y la lucha por los hidrocarburos, que son las luchas de nuestros antepasados, de los líderes indígenas, como Tupac Amaru, Tupac Katari y Bartolina Sisa: era la lucha por el territorio. Bolivia con semejante riqueza, pero también con semejante pobreza. No se trata de distribuir la pobreza, sino de redistribuir la riqueza y, para redistribuir la riqueza, tenemos la obligación de recuperarla, nacionalizándola.
Es verdad que el petróleo y los recursos naturales ya fueron nacionalizados dos veces en el pasado milenio. Y ahora en este nuevo milenio nos toca nacionalizar a mi Gobierno y al pueblo boliviano, con muchos sectores sociales, sean del campo o de la ciudad.
Pero quiero que se entienda que acá no se expropia ni se expulsa a nadie. Quiero ser muy sincero y con mucho respeto a ustedes. Nuestras familias vienen a Europa por una necesidad, por falta de empleo, y muchas están siendo expulsadas. Históricamente mi país, mi región, yo diría, inclusive, toda América, antes llamada Abya Ayala, jamás expulsaron a nadie. Ni con esta nacionalización estamos expulsando a nadie.
Entiendo perfectamente que tienen que recuperar su inversión y tener derecho a las utilidades, pero ellos no pueden ser dueños de los hidrocarburos, ni pueden controlarlos. El Estado boliviano controlará en las bocas de pozo o en centros de fiscalización. Cualquier empresa que invirtió en el país tiene todo el derecho de recuperar su inversión y tiene derecho a las utilidades, pero no al control, y por tanto, serán socios y no dueñas de nuestros recursos naturales.
(Aplausos)
Lamento mucho que algunos medios de comunicación nos quieran confrontar con regiones, con continentes, con países, con empresas. Pertenecemos a una cultura de solidaridad, a una cultura de reciprocidad y, por tanto, es importante buscar soluciones de manera conjunta. Es verdad que en este proceso de cambio en Bolivia necesitamos cooperación, pero también les traigo propuestas para invitarles a resolver juntos los problemas, sean de América o sean de Europa.
Entiendo que es un problema para los europeos el tema de la inmigración. Por falta de fuentes de trabajo, mucha gente abandona América y Bolivia y se viene a Europa.
La única forma de resolver ese problema es crear fuentes de trabajo en Bolivia, garantizar mercados al pequeño productor de artesanía, al microempresario, a las cooperativas, a las asociaciones, a las empresas comunales. Eso frenará seguramente la masiva invasión de bolivianos y bolivianas de este continente.
Es importante la industrialización de los recursos naturales. Ustedes saben que históricamente hemos sido sometidos a un saqueo permanente de nuestros recursos naturales. Y si, en algún momento, el Estado controló los recursos naturales, sea el petróleo, sean los minerales, no pudo llevar adelante la industrialización, dar el valor agregado a estos recursos naturales. Después de la nacionalización, nuestra tarea será industrializar, con socios, sean Estados o empresas. Acá no hay ninguna exclusión ni marginación.
Estamos convencidos de que la industrialización de nuestros recursos naturales frenará, en todo caso, el masivo abandono de mi país hacia otros países. Antes eran los Estados Unidos o Argentina y, ahora, siento y lamento mucho que muchos de nuestros hermanos y hermanas vengan a Europa a buscar fuentes de trabajo.
Hay un tema central que es un problema para ustedes y también para nosotros: la cocaína y el narcotráfico. Quiero decirles que como pueblos indígenas originarios no somos de la cultura de la cocaína. No somos de la cultura del narcotráfico. Lamentablemente, nos han importado este nuevo problema: la cocaína. Debe haber una lucha real y efectiva contra el narcotráfico. La lucha contra el narcotráfico no puede ser un instrumento de dominación, de recolonización o de sometimiento. Siento que algún país en América usa el tema del narcotráfico como un instrumento de sometimiento y de subordinación. Creo que es responsabilidad de todos nosotros hacer una lucha efectiva y real contra el narcotráfico.
Además, quiero decirles que la coca no es cocaína. He revisado mucho la historia de la coca en Europa. Los primeros países que industrializaron la hoja de coca fueron los europeos. Estamos hablando del siglo XIX. Solo recientemente han empezado a industrializar América o los Estados Unidos. Y no es posible que la hoja de coca sea legal para la Coca-Cola, pero ilegal para la región andina, para los pueblos indígenas.
Siento que es importante revalorizar la hoja de coca, pero quiero decirles que, si bien durante mi Gobierno, jamás habrá libre cultivo de coca, tampoco puede haber cero de coca. Felizmente, estamos concertando con nuestros hermanos productores de la hoja de coca cómo racionalizar su producción, y quiero decirles, para la satisfacción de ustedes, que estamos hablando de una pequeña extensión de cultivo de coca por familia: 40 metros por 40 metros. Estamos convencidos de que una parte de la hoja de coca es desviada a un mercado ilegal y no estamos de acuerdo con ello.
Las políticas de erradicación con compensación económica y después la erradicación bajo militarización forzosa, han dejado mucho que desear en términos de derechos humanos y la única forma de frenar esa confrontación es que la producción de coca sea controlada por el propio movimiento campesino, racionalizada y, de esta manera, que la lucha contra el narcotráfico sea efectiva y que la producción de esa pequeña porción, de 40 x 40 metros —seguramente muchos investigadores han debido leer el llamado «cato», cato no son hectáreas, son 40 x 40 metros— sea controlada y que su producción vaya al consumo legal: qué mejor que industrializar con fines benéficos para la Humanidad.
Pero la lucha contra el narcotráfico no puede terminar en este control, sino que es importante el control de los precursores, de los agentes químicos. Y qué mejor que, junto con ustedes, controlar el secreto bancario. Porque el verdadero narcotraficante no es el que está en la cárcel en este momento en Bolivia, sino —lo hemos investigado en corto tiempo— quien mueve miles y millones de dólares. Y no anda cargado de dólares en las sendas o en los autobuses o en los camiones. Maneja las bancas privadas. Qué mejor que el control de la banca privada, de los bancos, aunque sean estatales, para acabar con esa forma del negocio del narcotráfico.
(Aplausos)
Quiero aprovechar esta oportunidad para, a través de ustedes, presentar a todas las naciones de Europa mi respeto y mi admiración por la Unión Europea. En Bolivia también tenemos muchos deseos de unirnos los andinos, los latinoamericanos, los sudamericanos. esa será nuestra responsabilidad. Seguramente será un proceso en el que necesitemos diálogo y paciencia para unir a nuestros países.
Digo esto porque en Bolivia hemos decidido refundar Bolivia, para acabar con modelos económicos que no han resuelto los problemas sociales, para cambiar ese Estado colonial. Quiero decirles también, con mucho respeto, que existe en este momento el Estado colonial. Pero no estamos planteando un cambio o una lucha armada. Lamento mucho que en algunos países vecinos a Bolivia haya una confrontación armada. Gracias a este movimiento político, que nace del sector más despreciado y odiado históricamente, del sector más discriminado, como son los pueblos indígenas originarios. ¿Por qué hablo de los pueblos indígenas originarios? El último censo realizado en 2001 demuestra que el 62,2 % está constituido por pueblos indígenas. Yo diría que somos más del 70 % o casi el 80 % de los pueblos indígenas originarios. Porque, en la fundación de Bolivia, en el año 1825, el 90 % de la población estaba constituido por indígenas y el 10 % fundó Bolivia. Sin embargo, ese 90 % participó en la lucha por la independencia y, ahora, en democracia, de manera pacífica, mediante una refundación de Bolivia, queremos cambiar y queremos hacer una revolución democrática, cultural y pacífica, evitando cualquier confrontación. Yo creo que aquí nacerá el verdadero cambio, que haga posible vivir en paz con justicia social.
Yo entiendo perfectamente a los países y a muchos empresarios que quieren seguridad jurídica. Todos luchamos por que haya seguridad jurídica, pero para ello es importante que haya seguridad social, que haya salud, educación, vivienda, empleo. Eso pasará, sobre todo, cuando recuperemos nuestros recursos naturales y cuando estos beneficien a todo el pueblo boliviano. Estamos apostando por esa transformación en lo económico y en lo político.
Quiero expresarles mi enorme satisfacción por el apoyo que nos está dando el Secretario General de las Naciones Unidas. Aprovechando esta Cumbre de Jefes de Estado, de Presidentes de Europa, de Latinoamérica, del Caribe, he sido invitado a una pequeña reunión con el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, que me ha prometido todo el apoyo para la Asamblea constituyente, tanto en asesoramiento como en términos económicos, para que se garantice esta transformación profunda y democrática de mi país.
Quisiera contar con la presencia de ustedes, con su experiencia, para este cambio profundo. Estoy convencido de que Europa es el símbolo de la democracia, defiende la democracia y los derechos humanos. Y hablando de los derechos humanos, quiero pedir de manera muy particular que nos ayuden a defenderlos en Bolivia. Y defender los derechos humanos en Bolivia significa crear fuentes de trabajo, de salud y de educación, y recuperar nuestros recursos naturales.
Quiero decirles, con mucho respeto, que hubo algunos Gobiernos, antes, en las dictaduras, que masacraron a pueblos. Ustedes conocen perfectamente la historia de Bolivia. Pero también los Gobiernos democráticos, para defender intereses ajenos a los intereses bolivianos, masacraron a Bolivia y algunos de ellos se escaparon a los Estados Unidos. Legalmente, apelando a la Justicia boliviana, hemos pedido la extradición de quienes humillaron a Bolivia y quiero pedir el apoyo de ustedes para que esas personas que han hecho tanto daño a los derechos humanos y económicos de los bolivianos sean juzgadas por la Justicia boliviana, como son Gonzalo Sánchez de Lozada y Sánchez Berzaín, que mataron a mucha gente en mi país y que queremos que sean sometidos a la Justicia boliviana.
(Aplausos)
En este proceso de cambio, buscamos no solo interacción política, y entendimiento entre los países, sino también integración, mediante la vertebración vial de mi país. Bolivia, el corazón de Sudamérica, no tiene salida al mar por una injusticia histórica. Con mi Gobierno podemos resolver esta vertebración vial con todos los países vecinos. Solo tenemos una parte con Perú, pero no tenemos un camino pavimentado ni con Chile, ni con Argentina por Potosí, ni por Tarija, tampoco por Brasil. Saludo y respeto muchísimo al compañero Presidente de Brasil. No es cierto que estemos enfrentados, como dan a entender algunos medios de comunicación. Tenemos una alianza estratégica con el Gobierno de Brasil. Entiendo que, Lula, ex-dirigente sindical obrero, es un hermano mayor que de verdad me orienta. Y quisiéramos también acá, en Europa, recibir alguna orientación. Les decía hace un momento que no somos excluyentes, somos incluyentes. Quiero aprender de ustedes, pero aprender fundamentalmente cómo buscar soluciones en el marco del equilibrio, de la justicia y de la igualdad.
Ése es mi gran deseo y por eso luchamos. Ahora tenemos la oportunidad, desde nuestro Gobierno, un Gobierno popular e indígena, con apoyo de muchos sectores intelectuales y hasta empresariales en Bolivia —clase media—. Tengo una experiencia hasta este momento. Algunos compañeros, compatriotas de la ciudad me dicen dos cosas: «yo no soy indígena, pero ahora soy indigenista». Me dicen: «antes los Gobiernos nos hacían llorar de depresión, ahora nuestro Gobierno hace llorar de emoción, de dignidad, de sentar soberanía, de respeto entre nosotros y, sobre todo, de recuperar nuestros recursos naturales».
Y, por eso, quiero decirles, estimados diputados del Parlamento Europeo, que mediante ustedes quisiera mantener una alianza estratégica por la vida, por la humanidad. La vivencia de los pueblos indígenas no es exclusión ni marginación, —repito— es solidaridad, reciprocidad y no solamente con el ser humano, sino que también es armonía con la madre tierra. A nosotros nos preocupa muchísimo que el modelo occidental de industrialización vaya afectando al planeta Tierra, a la madre tierra: a la pachamama. Si no revisamos esta forma de industrialización, seguramente de acá a poco tiempo, todos, no solo ustedes ni nosotros, sino todos, vamos a tener un problema de vida. Creo que es importante recoger iniciativas y propuestas que vienen de los pueblos para defender y salvar a la Humanidad y eso se hará fundamentalmente respetando a la madre tierra, viviendo en armonía con ella.
(Aplausos)
Son aportes importantes que podemos dar, basándonos en nuestra vivencia. Basados en nuestras organizaciones naturales, sean sindicatos, sean comunidades, sean Consejos de ancianos, esas autoridades que debaten permanentemente y proponen soluciones. He entendido que no se trata de imponer programas ni políticas, sino que se trata de recoger esas propuestas y esos programas para el bien de la humanidad.
Es verdad también que en este proceso de cambio es importante cómo participar en Bolivia y eso no es ni subordinación ni sometimiento —algún medio decía: «son títeres»—, sino que se trata, de manera horizontal, de compartir nuestros principios y nuestras experiencias. Esperamos que esta pequeña intervención en el Parlamento Europeo pueda servir de algo. Queremos acabar con el Estado mendigo.
Generalmente los Gobiernos de Bolivia salían al exterior a pedir ayuda, mendigaban para el Presupuesto General de la nación. Queremos terminar con esto. Estoy seguro de que aumentando los volúmenes de exportación y mejorando el precio —un precio racional, no se trata tampoco de chantajear o de imponer precios—, recuperando nuestros recursos naturales, acabaremos con ese Estado mendigo. Lamento mucho que tengamos un Estado mendigo y quisiéramos, con ustedes, revisando la historia, ahora, en este nuevo milenio, resolver esos problemas sociales y culturales.
Quiero decirles, en nombre del pueblo boliviano, y especialmente en nombre del movimiento indígena originario, que queremos tener aliados estratégicos para defender la vida. Queremos acabar con ese odio, ese racismo, ese desprecio. Somos de la cultura incluyente, no excluyente, aunque hemos sido sometidos a la exclusión, y, de verdad, después de haber escuchado que me invitaban al Parlamento Europeo, me sentí muy contento y muy orgulloso de ustedes. Quiero que ustedes también se sientan orgullosos de los pueblos indígenas originales, que defienden la vida.
Para mí es un honor y una nueva experiencia, aunque siempre empezamos con nerviosismo —mis disculpas—, pero, de todo corazón y con mucho respeto, quiero contar con el apoyo de ustedes para salvar la vida y para mejorar la situación social y cultural de mi país.
Muchísimas gracias.
(La Asamblea, en pie, aplaude al Presidente de la República de Bolivia)
El Presidente. Señor Presidente de la República de Bolivia, muchísimas gracias por sus palabras, palabras sentidas, que salían de su corazón y que los diputados han acogido con el aplauso que usted acaba de recibir.
Señor Presidente, es usted el representante de su pueblo elegido democráticamente, ha presentado un programa electoral que ha recibido el apoyo de sus ciudadanos y le guían las mejores intenciones para conseguir la prosperidad de todos ellos.
Espero que Bolivia y Europa puedan mantener una relación de colaboración, que, desde el respeto a las normas del Derecho, nos permita contribuir a la construcción de un futuro de progreso compartido.