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Textos presentados :

RC-B6-0375/2006

Debates :

PV 05/07/2006 - 17
CRE 05/07/2006 - 17

Votaciones :

PV 06/07/2006 - 6.19
CRE 06/07/2006 - 6.19

Textos aprobados :


Acta literal de los debates
Miércoles 5 de julio de 2006 - Estrasburgo Edición DO

17. SIDA, es hora de reaccionar (debate)
Acta
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  El Presidente. De conformidad con el orden del día, se procede al debate de la Declaración de la Comisión sobre «SIDA, es hora de reaccionar».

 
  
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  Louis Michel, miembro de la Comisión. (FR) Señor Presidente, Señorías, me complace hablarles hoy en este último Pleno antes de la pausa estival.

Es también nuestro último encuentro antes de la Conferencia Internacional sobre el Sida, que tendrá lugar en Toronto en agosto. Como saben, Toronto ofrecerá a la Comisión una tribuna de primera línea para comunicar su visión sobre el azote del VIH/sida.

La Comisión Europea sigue estando, evidentemente, muy preocupada por el problema del VIH/sida. A pesar de nuestros esfuerzos, la plaga sigue extendiéndose por el mundo. Afecta ahora a decenas de millones de personas, infectando cada vez más a niñas y mujeres jóvenes. Los países más afectados siguen siendo los más pobres del África subsahariana, en los que la tasa de prevalencia no disminuye y la enfermedad sigue minando cualquier perspectiva de desarrollo humano, social y económico digno de ese nombre.

Ante semejante tragedia, la Comisión Europea está más resuelta que nunca a apoyar firmemente a sus socios de África y de otros lugares. Nuestro objetivo es darles los instrumentos para luchar contra la pandemia, combinando prevención, tratamiento y asistencia de modo eficaz, pero, más allá de esta combinación, seguimos convencidos de que el VIH/sida no puede tratarse de forma aislada.

En primer lugar, la lucha contra el VIH/sida no puede disociarse de la lucha contra las demás enfermedades asociadas a la pobreza, en particular la malaria y la tuberculosis. Además, el VIH/sida pone crudamente de manifiesto los grandes retos asociados al desarrollo: el acceso limitado a los servicios sociales, las desigualdades exacerbadas –ya sean sociales o entre hombres y mujeres–, el desgobierno y la corrupción, o incluso la persistencia de un nivel de desarrollo económico y tecnológico extremadamente bajo. En una palabra, la flagrante insuficiencia del Estado con respecto a las funciones gubernamentales esenciales.

El VIH/sida solo podrá combatirse con éxito si los dirigentes de los países en desarrollo abordan todos estos problemas simultáneamente. Este enfoque integrado del VIH/sida es la principal fuerza motriz de la acción comunitaria y ocupa asimismo un lugar central en el enfoque concertado con los Estados miembros, pero también con nuestros demás socios de la comunidad internacional.

El principal instrumento financiero a que recurre la Comisión es el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, que consagra cerca del 57 % de sus recursos a la lucha contra el VIH/sida. Privilegiamos el recurso al Fondo Mundial porque, en la actualidad, es el instrumento más rápido y eficaz a la hora de prestar ayuda a los enfoques integrados elaborados por los países beneficiarios.

Creo que saben que la Comisión desempeña un papel clave en este Fondo. En efecto, ocupa una vicepresidencia. Desde la creación del Fondo Mundial a finales de 2001, la Comisión ha aportado 522 millones de euros, es decir, el 11 % del importe total de las contribuciones. Si incluimos las aportaciones de los Estados miembros de la Unión Europea, somos de lejos el primer donante del Fondo, con cerca del 60 % de la totalidad del mismo. Por otra parte, debo decir que hace algunos meses participé en la reposición del Fondo en Londres, y no les ocultaré que nos decepcionó un poco cierta tibieza, en todo caso cierta reserva, de los participantes a la hora de reponer este Fondo. Estamos muy lejos del objetivo que nos habíamos fijado. Por tanto, todavía quedan grandes esfuerzos que hacer para movilizar a los donantes.

Así pues, pongamos en práctica una serie de instrumentos, proyectos y programas de apoyo financiero en los que la ayuda presupuestaria general ocupe un lugar privilegiado. Este enfoque se ajusta a la prioridad que concedemos a la apropiación por nuestros socios de su propia política y, por tanto, de su destino. Con este espíritu, la Comisión ha comprometido, desde 2002, cerca de 2 400 millones de euros en el presupuesto general solo para África, donde el impacto del VIH/sida es de lejos el más grave.

Evidentemente, mantenemos un diálogo político continuo con nuestros socios en relación con el uso de esos fondos. Ese diálogo tiene por objeto asimismo alentarles a que apliquen un enfoque integrado, y me refiero en particular a la inclusión de las cuestiones relativas a los derechos humanos y la gobernanza. Me refiero también a la igualdad de género, así como a las discriminaciones y actos violentos infringidos a las mujeres, o incluso a la cuestión del acceso de las niñas a la educación.

Aparte de estos esfuerzos realizados a través del Fondo Mundial y de la acción bilateral, la Comisión participa de forma activa en foros internacionales que se ocupan de las enfermedades relacionadas con la pobreza; pienso en particular en la Organización Mundial del Comercio, en la sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida, en el G8 y también en conferencias como la de Toronto.

La Comisión ha desempeñado un papel decisivo a la hora de garantizar que en estas ocasiones la Unión Europea hable con una sola voz en esta cuestión. Además, la Comisión mantiene desde hace varios años un diálogo con la industria farmacéutica para abogar por el suministro de medicamentos a bajo precio a los países en desarrollo. Ese diálogo ha dado sus frutos: la introducción de un mecanismo de tarificación escalonada ha permitido reducir un 95 % el precio de determinados medicamentos. Este sistema permite a los países en desarrollo pagar un precio acorde con sus medios, al mismo tiempo que protege a las empresas que producen esos medicamentos contra la reimportación de sus productos en los muy lucrativos mercados de los países desarrollados. En 1999, un tratamiento antiviral VIH completo costaba 10 000 dólares, hoy cuesta 200.

Nosotros mismos somos actores de la investigación, en colaboración con la industria y los centros de investigación de los Estados miembros, y nuestros esfuerzos se centran en particular en los microbicidas y las vacunas. Hemos iniciado asimismo una asociación para coordinar los programas de investigación de los Estados miembros, a fin de acelerar las pruebas clínicas y garantizar una comercialización más rápida de los medicamentos.

Señor Presidente, Señorías, debemos ir más allá en la lucha contra el VIH/sida, para que la prevención y los tratamientos estén al alcance de todos los que los necesiten de aquí a 2010. A este respecto, seguimos muy de cerca la aplicación por algunos Estados miembros de mecanismos de financiación innovadores, en particular la tasa sobre los billetes de avión. Nos complace asimismo ver cómo aumentan las aportaciones de fundaciones privadas, como la Bill Gates Foundation, a la lucha contra el VIH/sida, la tuberculosis y la malaria.

La creatividad de estas soluciones, así como la mayor participación del sector privado, constituyen para mí una fuente de esperanza. Reflejan la conciencia –que cada vez más se traduce en acción– de la amenaza que representa el VIH/sida y de la necesidad de responder a ella de forma activa para preservar nuestro futuro común. No hay que bajar la guardia, debemos seguir esforzándonos sin descanso. Podemos alcanzar el objetivo último, que es prestar ayuda a todos los que la necesiten, y ver crecer a las generaciones futuras sin temor al sida.

Me complace mucho seguir colaborando con el Parlamento Europeo para hacer de este objetivo una realidad. Muchas gracias por su atención.

 
  
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  John Bowis, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (EN) Señor Presidente, el Comisario lleva razón cuando señala los progresos que se están realizando, pero considero que él será el primero en reconocer que el desafío que plantea el sida se extiende. Todos conocemos esas cifras que mencionamos en cada debate, los 40 millones de personas que viven con el sida, los 20 millones que han muerto a causa del sida, los 12 millones de huérfanos del sida, los 2,5 millones de niños que viven con el sida, pero hay nuevos aspectos.

Está el hecho de que la mitad de las personas que tienen sida en la actualidad y están muriendo por la enfermedad son mujeres. Está el problema de las zonas donde el sida se expande. La India es ahora el país con el mayor número de casos de sida. Ha superado a Sudáfrica, tiene dos tercios del total de casos de Asia y a pesar de ello en la India solo el 7 % de las personas que necesitan antirretrovirales los están recibiendo.

Vemos que hay niños sin acceso a los medicamentos para el VIH que deberían estar tomando. Solo uno de cada 20 niños seropositivos recibe el tratamiento que necesita, y el Movimiento Mundial en Favor de la Infancia informaba hace poco de que cuatro millones de niños necesitan desesperadamente cotrimoxazol, el antibiótico que cuesta solo tres céntimos por niño y día y que podría evitar infecciones mortales en niños seropositivos y niños nacidos de madres seropositivas.

Más cerca de nosotros, a la vuelta de la esquina, vemos las cifras de Europa Oriental y Asia Central, donde el número de infectados se ha multiplicado prácticamente por 20 en menos de una década, y entre 2003 y 2005, el número de personas fallecidas a causa del sida prácticamente se ha duplicado. Por tanto, señor Comisario, nos sumamos a su decisión de redoblar el esfuerzo. Queremos que se actúe mucho más con respecto a la prevención. Senegal y Uganda son ejemplos de cómo la inversión en prevención puede funcionar de verdad y marcar la diferencia. Necesitamos que esta forma de actuación se extienda, especialmente en África y Asia.

Por último, necesitamos invertir más en investigación. Con la investigación sobre nuevos medicamentos y vacunas y el suministro de medicamentos se podrá dar esperanzas de futuro a los niños que he mencionado y que actualmente viven con el sida y están muriendo a causa del él.

 
  
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  Anne Van Lancker, en nombre del Grupo del PSE. (NL) Agradezco al señor Presidente y al señor Comisario su disposición a unirse a los pocos que participan en este debate y asistir a esta sesión nocturna de alguna forma «alucinante». Espero que hayan podido disfrutar del interesante partido entre Francia y Portugal. También me siento en deuda con el Comisario por su declaración. El Grupo Socialista en el Parlamento Europeo se sintió aliviado cuando la reunión de alto nivel de las Naciones Unidas sobre el VIH y el sida que tuvo lugar en Nueva York afirmó recientementeque que hay que ponerse al día en muchos aspectos si se desea lograr el objetivo de acceso universal a la prevención del VIH, su tratamiento y cuidados para todos. Aunque es totalmente cierto que se han logrado avances, el informe de las Naciones Unidas sobre el sida, del cual el señor Bowis ha citado algunos ejemplos hace un momento, muestra claramente que nuestras acciones deben ganar impulso.

Por este motivo, mi Grupo se sintió defraudado al ver que la declaración política emitida contenía muy poca cosa en lo tocante a compromisos concretos. De ahí la importancia de este debate y de la reunión de Toronto, donde la comunidad internacional debe demostrar que se toma sus compromisos muy en serio y esta plataforma se debe utilizar no solo para suscribir compromisos políticos, sino también financieros. En Toronto, los países participantes también deben ser capaces de dejar claro que se toman en serio la política global y convergente sobre el VIH y el sida.

Por este motivo, la Unión Europea también debe hacer su aportación y esforzarse. Hay cuatro puntos concretos que me gustaría escuchar de su boca, compromisos que el Grupo del PSE desea ver incluidos en el programa de Toronto. En primer lugar, el 6 % para el desarrollo humano y social dentro del nuevo instrumento de cooperación al desarrollo es, a nuestro juicio, demasiado poco. Nos gustaría mucho que se incrementara este porcentaje.

En segundo lugar, creemos que debería ser posible dedicar no menos que el 50 % de la ayuda oficial al desarrollo a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, cuyo eje central deberían ser el VIH y el sida.

En tercer lugar, pensamos que es correcto que la Unión Europea se comprometa a mantener y, mejor aún, aumentar su aportación al Fondo Mundial.

En cuarto lugar, nos complacería mucho que la Comisión prestara un apoyo activo a los países en desarrollo que se comprometan a dar prioridad a la ayuda sanitaria básica y la lucha contra el VIH y el sida. Como declara el informe de las Naciones Unidas sobre el sida, sabemos qué hace falta hacer para detener el sida en seco. Lo que ahora necesitamos es la voluntad política y los fondos para ello.

 
  
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  Fiona Hall, en representación del Grupo ALDE. (EN) Señor Presidente, mantengo contacto directo con una ONG vietnamita que se dedica a la lucha contra el VIH/sida. Esta ONG me ha destacado la importancia del pleno acceso a los medicamentos antirretrovirales, sobre todo porque muchas más personas acceden a hacerse las pruebas si existe un tratamiento eficaz disponible para quienes dan positivo.

Sin embargo, también me comentan que hay verdaderos problemas prácticos con los fondos de la Comisión Europea. Solo proyectos muy locales en las propias comunidades pueden lograr superar el estigma y la discriminación, y hacer que la gente hable abiertamente de sexualidad, así como ofrecer asesoramiento y atención personal. Sin embargo, las ONG locales, que contribuyen significativamente al cambio de actitudes con respecto al sida, ven a menudo rechazadas sus solicitudes de financiación europea.

¿Estaría la Comisión dispuesta a ofrecer más apoyo en el proceso de financiación y una respuesta más favorable a las ONG solicitantes?

 
  
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  Karin Scheele (PSE). – (DE) Señor Presidente, «es hora de reaccionar», es decir, ha llegado la hora de cumplir la promesa. Este es el lema del XVI Congreso internacional sobre el sida que debe comenzar en Toronto el día 13 de agosto de este año y usted también, señor Comisario, ha expresado su decepción ante la falta de voluntad política por parte de los agentes internacionales y los Estados miembros cuando llega la hora de facilitar los recursos económicos necesarios.

El informe de las Naciones Unidas de 2006 sobre el sida muestra los éxitos logrados en todos los países en donde se realizan grandes esfuerzos en el campo de la prevención, aunque también muestra que hay grandes deficiencias en la prevención y la lucha contra el VIH y el sida. No cabe duda de que uno de los elementos más alarmantes del informe es el hecho de que los programas de prevención del VIH no solo son deficientes, sino que además, donde se establecen, no llegan a los grupos de más riesgo. Los esfuerzos para informar a los jóvenes son aún insuficientes, lo cual es verdaderamente alarmante cuando se tiene en cuenta que existen más jóvenes vivos ahora que antes y que son ellos los más vulnerables a contagiarse que grupos de otras edades.

Hace cinco años, 189 Estados adoptaron la Declaración de compromiso sobre el VIH/sida de forma unánime –lo que de por sí resulta poco común–, comprometiéndose a abordar el enorme reto constituyen que el VIH y el sida para el desarrollo de la humanidad.

Sabemos –ya que se ha mencionado anteriormente– lo que hay que hacer para enfrentarse al aumento del contagio, para evitar que la enfermedad se expanda más y para tratar a los que ya están enfermos. Sin embargo, falta la voluntad política necesaria y, por este motivo, en nuestra resolución somos críticos –como lo son muchos representantes de la sociedad civil mundial– con los escasos y bastante vagos resultados obtenidos en la reunión de alto nivel mantenida en Nueva York a finales de mayo y a comienzos de junio. Instamos a la comunidad internacional a que aproveche el congreso internacional de Toronto para formular exigencias y objetivos claros y concretos.

 
  
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  Louis Michel, miembro de la Comisión. (FR) Señor Presidente, siempre es un poco molesto limitarse a decir que lo que se acaba de oír se ajusta a las propias convicciones, pero es evidente que pienso como ustedes sobre lo esencial de lo que se ha dicho. No obstante, y para ser enteramente objetivo, haré una serie de observaciones.

Se ha afirmado que tenemos los medios para resolver este problema crucial si tuviéramos la voluntad de hacerlo. Esto es para mí objeto de gran preocupación. La señora Scheele lo ha dicho: es una cuestión de voluntad política. Por mi parte, solo puedo pelear con discursos y argumentos. Evidentemente, no puedo obligar a los Estados miembros ni a los donantes internacionales a que se muestren más generosos. Me chocó y sorprendió mucho, en Londres, la falta de compromiso. Si recuerdo bien, el objetivo fijado era de 7 000 millones de dólares y apenas alcanzamos la cifra de 3 700 millones, que está muy por debajo del objetivo inicial. Por consiguiente, habrá que proseguir el esfuerzo.

Mi segunda observación es que estoy de acuerdo, por supuesto, con el señor Bowis, que aboga por una intensificación de la investigación en este terreno. Es evidente que la investigación acabará por hacernos ganar mucho tiempo si queremos erradicar definitivamente este mal tan sórdido.

Por lo que respecta a la fijación de un porcentaje, señora Van Lancker, aunque estoy bastante de acuerdo con lo que ha dicho, quiero destacar que nosotros no determinamos ese porcentaje: lo determinan los países asociados. Existe el principio de asignación y a menudo debemos abogar ante nuestros socios por que acepten consagrar una parte de la ayuda al desarrollo a un ámbito como el que abordamos esta tarde. Me parece importante recordarlo. En otras palabras, personalmente le apoyo cuando habla del 6 %, pero no depende totalmente de nosotros.

En cuanto a la parte de la ayuda al desarrollo consagrada a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, tengo la impresión, francamente, de que en el marco de la nueva programación, en la que trabajamos y para la que necesitaremos su contribución, su creatividad y sus ideas, iremos más allá de un 50 % para los Objetivos del Milenio. En efecto, tengo la convicción –que se ha convertido en una obsesión, que curiosamente me cuesta mucho encontrar personas que la compartan–, de que en muchos países en desarrollo el mal se debe a la insuficiencia del Estado, a la incapacidad de los Estados para prestar servicios sociales o democráticos como el acceso a la educación para las niñas, el acceso a la salud, el acceso a la justicia, el acceso a la administración. Todo esto es a menudo muy incompleto y, a veces, no existe en absoluto. Por tanto, cuando se ponen medios a disposición de los Estados afectados para que mejoren su capacidad de servicio en sentido amplio, cabe pensar que ese dinero beneficiará a los Objetivos del Milenio.

Por lo que respecta a su observación sobre el mantenimiento de nuestra contribución al Fondo Mundial, tenemos por supuesto la intención de mantenerla. Debo decir, además, que en Londres muchos Estados miembros de la Unión Europea dieron ejemplo e hicieron esfuerzos reales en relación con los importes. Los socios no europeos fueron los que se mostraron más tímidos al respecto.

Estoy de acuerdo con ustedes en que hay que prever un apoyo más importante a favor de los países que realizan esfuerzos especiales, aunque por desgracia el sida no tiene fronteras. Por tanto, hay que ayudar en función de la eficiencia de los países. Es lo que hacemos. Por otra parte, el décimo Fondo Europeo de Desarrollo, como saben, prevé un tramo especial con el objetivo, precisamente, de aportar medios adicionales relativamente importantes con respecto a la dotación inicialmente prevista, en función de la gobernanza y la eficiencia y en función también, por ejemplo, de la inversión realizada por los países asociados en la lucha contra el sida.

Ahora, señora Hall, en cuanto a las ONG locales que consideran que no son bien tratadas por la Comisión, si piensa en ONG concretas con proyectos precisos, desearía conocerlas. Dicho esto, reconozco que la política de la Comisión ha sido evitar dispersar los créditos entre todo tipo de proyectos, que, tomados individualmente y a escala microlocal, son sin duda importantes. En todo caso, nos pareció que era más importante aún que la comunidad internacional dispusiera de una verdadera estrategia comunal coherente, basada en una metodología que fuera la misma en todas partes a fin de tratar el problema en su conjunto. La política de la Comisión ha sido intentar echar el resto en el Fondo Mundial, para que exista, diría, «una cabeza pensante» capaz de generar una estrategia global. En cualquier caso, si un proyecto individual es bueno, por qué no financiarlo, en efecto. Pero sigo convencido de que si nos dispersásemos entre todo tipo de proyectos, no seríamos tan eficaces.

Esta es la opción de la Comisión, lo que no me impide estar abierto al debate, pues no soy de mentalidad cerrada. Ahora bien, si algunos estiman que hay que multiplicar los pequeños proyectos, sigo siendo escéptico sobre la eficacia a la larga de esta estrategia, aun cuando esos proyectos sean buenos. Personalmente estoy a favor, ante grandes problemáticas como la que tratamos esta noche, de un modo de proceder mucho más sistemático. Cuando se dispersan los recursos entre una multitud de pequeños proyectos, se pierde de vista el enfoque global sistemático y se pierde en eficacia. Esto me preocuparía. Pero si conoce ONG que han presentado solicitudes, que me las den y me las enseñen, porque tampoco quiero dar la impresión de ser arbitrario. Por lo demás, no soy yo quien decide, la administración me presenta sus conclusiones y, por desgracia, yo no tengo la posibilidad de estudiar cada solicitud una por una. Por tanto, si alguien considera que sus solicitudes han sido objeto de un trato injusto, estoy dispuesto a examinar la cuestión.

Un punto final: ustedes saben que yo abogo, dentro de un amplio consenso europeo, por una programación conjunta de los donantes europeos, Estados miembros y Comisión juntos. Si realmente pudiésemos llevar a buen término este ejercicio de programación conjunta, es decir, acordar juntos objetivos comunes y ver cómo repartir el trabajo entre nosotros, pienso que seríamos mucho más eficaces, en especial en la lucha contra esta terrible enfermedad que es el sida. El enfoque sería más coherente y quizás podríamos disponer de una estrategia europea real, cosa que, debemos admitirlo, no sucede actualmente. Hoy somos donantes, ponemos dinero en el Fondo Mundial, financiamos ese Fondo, pero no tenemos una estrategia propia de lucha contra el sida, excepto, como he dicho antes, nuestro plan de atacar en varios frentes: la desigualdad de género, la educación de las niñas, la asistencia, el acceso a la sanidad, todos los problemas que un Estado está llamado a resolver. Aparte de esto, no tenemos una estrategia realmente específica para luchar contra el sida. Lo que hacemos es financiar a operadores existentes, hay que admitirlo. Por tanto, si pudiésemos tener una programación conjunta, quizás podríamos aplicar una estrategia más adaptada, que contemple más directamente las características específicas, incluso locales, de este problema.

 
  
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  El Presidente. Al término del debate he recibido seis propuestas de resolución(1), presentadas conforme al apartado 2 del artículo 103.

El debate queda cerrado.

La votación se celebrará mañana a las 12.00 horas.

 
  

(1)Véase el acta

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