El Presidente. De conformidad con el orden del día, se procede al debate del informe del señor Beazley en nombre de la Comisión de Cultura y Educación sobre iniciativas que complementen los programas escolares ofreciendo medidas adecuadas de apoyo para la inclusión de la dimensión europea (2006/2041(INI)) (A6-0267/2006).
Christopher Beazley (PPE-DE), ponente. – (EN) Señor Presidente, el objetivo de este informe es muy claro y concreto. Insta al Consejo de Ministros a que dé un nuevo impulso a la inclusión y la mejora de la dimensión europea en los programas escolares. Se trata de una competencia nacional y las autoridades nacionales, regionales y educativas en nuestros Estados miembros varían. Sin embargo, este Parlamento tiene todo el derecho –y de hecho la obligación– de recordar al Consejo de Ministros que en mayo de 1998 aprobó una resolución que instaba a la mejora de la dimensión europea en la educación. La comisión comparte el sentimiento casi unánime de que ya es hora de que se actualizara. Así pues, ¿cuáles son los pasos prácticos?
En primer lugar, la dimensión europea no debería ser simplemente una obviedad vaga, una noción que los Gobiernos apoyan solo con palabras pero que, en realidad, apenas se esfuerzan por lograr. Creo que en la comisión hemos destacado este aspecto y espero que la Presidencia finlandesa pueda confirmar por correspondencia que este elemento se incluirá en el programa de trabajo del próximo Consejo de Ministros de Educación que se celebrará en Bruselas el 13 de noviembre. Espero que esto se me confirme. Creemos que nuestros Ministros deberían debatir este asunto, en concreto lo que implica la dimensión europea.
En lo que se refiere al trabajo realizado por la comisión del Parlamento, hemos examinado dos aspectos. En primer lugar, en las clases de ciudadanía, lo que solía llamarse «formación cívica»: la comprensión de qué es la UE, cómo funcionan las instituciones y, en particular, la contribución democrática de las personas, los intereses y preocupaciones en el proceso de toma de decisiones; en segundo lugar, e igualmente importante, la comprensión de nuestro patrimonio cultural e histórico común. El Parlamento celebró una audiencia sobre la enseñanza de la historia y su dimensión europea hace dos años. Por supuesto, las historias nacionales son el cimiento que nos permite entender nuestro pasado, pero resulta imposible enseñar los imperios clásicos de Grecia y Roma, la Edad Media, el Renacimiento, las guerras napoleónicas, la revolución industrial, el enfrentamiento entre democracia y dictadura sin referirnos al contexto europeo.
También hacemos hincapié en concreto en la importancia de la enseñanza de idiomas, que se ha reducido significativamente en mi propio país en los últimos años. En los últimos dos años, el número de estudiantes de 16 años que estudian idiomas se ha reducido un 14 %, ya que nuestro Gobierno ha convertido el aprendizaje de idiomas en una opción más que en una obligación en el programa escolar.
Si echamos un vistazo a Europa, nuestra comprensión y el uso que hacemos de las lenguas es muy desequilibrado. Como el ingles se está convirtiendo cada vez más en una lingua franca, a los que lo tenemos como lengua materna esto nos supone un verdadero problema a la hora de motivar a los estudiantes a que estudien y a los profesores a que enseñen lenguas extranjeras. Por lo tanto, sin esa comprensión cultural que va acompañada del aprendizaje de una lengua, ¿cómo vamos a ser capaces de cooperar debidamente y enriquecer el contenido de nuestros programas educativos?
Con respecto a la sensibilización del profesorado, he mencionado que existen disparidades, no solo en la UE, sino también dentro de los Estados miembros. Algunos centros educativos prestan mucha atención a la dimensión europea, participando plenamente en los programas europeos de intercambio, por ejemplo, utilizando no solo recursos de la UE, sino también recursos nacionales e independientes, material de archivo de televisión y de periódicos, mientras que otros apenas se concentran en la dimensión europea. Por lo tanto, tenemos un efecto de «dispersión».
Es importante que los cursos de formación del profesorado ofrezcan a los futuros profesores la oportunidad de conocer los materiales docentes de los que disponen y de cómo pueden encajarlos en los programas de estudio.
Quiero llamar su atención sobre el apartado 13 del informe, que debemos agradecer a la señora Novak. Dice así: «La dimensión europea complementa los contenidos nacionales, pero no los reemplaza ni sustituye.» Muy pocos se atreverían a atacar este informe y decir que no es más que mera propaganda, intentando obligar a la gente a que vea el lado más positivo y beneficioso de la Unión Europea. Yo contestaría esa mofa diciendo que los que intentan negar la información son los que realmente están distorsionando la realidad, privando a nuestros estudiantes de la oportunidad de hacer un juicio equilibrado por su cuenta y de considerar cuáles pueden ser sus oportunidades profesionales, porque ellos han tenido toda la información que se les ha proporcionado continuamente durante su etapa educativa.
Este informe realiza un llamamiento al Consejo de Ministros para que actúe. Esperamos ver los resultados positivos.
Ján Figeľ, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, de nuevo tenemos ante nosotros una iniciativa muy oportuna, ya que nos estamos preparando para el lanzamiento de nuevos programas para los próximos siete años. En el futuro, esta dimensión particular podría ser mucho más evidente en la cooperación en las políticas de educación y formación que antes. Este informe también podría resultar de inspiración, por tanto, para el Consejo y los Estados miembros. Esto incide en su ámbito de competencias y responsabilidades, por supuesto, pero, al menos, deberíamos reflexionar sobre dónde estamos y qué podemos hacer para mejorar esta dimensión educativa.
En su informe, el señor Beazley aborda problemas importantes concretos. La Comisión comparte sus preocupaciones. En el último informe conjunto del Consejo y la Comisión sobre los avances en la ejecución del programa «Educación y formación 2010», concluimos, por ejemplo, que, a pesar de que existen algunas iniciativas prometedoras sobre movilidad y participación en programas de la UE, siguen faltando estrategias nacionales sobre la dimensión europea en la educación.
Las políticas que garantizarían que, tras la educación inicial, los jóvenes tienen el conocimiento y las competencias que necesitan como ciudadanos europeos –no solo como turistas, sino como ciudadanos– son poco sistemáticas y están fragmentadas. También es cierto que el término «dimensión europea» tiene un significado distinto. Por un lado, se refiere al concepto de Europa, su civilización, sus valores democráticos y proyectos. Sin embargo, también puede verse como ciudadanía europea o identidad europea, con derechos y obligaciones como ciudadanos, participación activa y un sentimiento de pertenencia a Europa. Por tanto, es importante tener las ideas claras sobre cómo integrar la dimensión europea en los programas escolares y cómo proporcionar a los centros educativos el material y las oportunidades para aprender sobre Europa en la práctica.
La Comisión ya ha empezado este trabajo. Entre nuestros programas, Comenius, por ejemplo, apoya proyectos con socios de distintos países que trabajan en el desarrollo de la dimensión europea. La red de escuelas europeas es un buen ejemplo de herramienta interactiva y virtual para la creación de redes de contactos y para la difusión de información. El programa Juventud también tiene por objeto familiarizar a los jóvenes con el concepto de una dimensión europea en su vida mediante intercambios y, especialmente, actividades de voluntariado. Este tipo de proyectos transnacionales constituyen un ejemplo excelente de la dimensión europea en la práctica.
La recomendación sobre competencias clave para el aprendizaje permanente, que acabamos de debatir, representa un importante paso hacia adelante. Destaca una serie de competencias y actitudes necesarias para una ciudadanía europea activa como parte de las competencias sociales, cívicas y culturales. Del mismo modo, nuestro trabajo con expertos nacionales sobre la formación del profesorado destaca la importancia del conocimiento europeo, la movilidad y la creación de contactos. Estos elementos forman una parte muy importante del desarrollo profesional de los profesores. Estoy plenamente de acuerdo con el señor Beazley.
La Comisión comparte el punto de vista de que es que necesario hacer mucho más para difundir las numerosas y positivas iniciativas nacionales y europeas. La Comisión sigue trabajando con los Estados miembros, por ejemplo, cofinanciando proyectos en el marco de Comenius y apoyando el multilingüismo, y animaremos a los Estados miembros a que desarrollen la dimensión europea como parte de sus estrategias sobre el aprendizaje permanente.
Asimismo, mi colega la señora Wallström y yo hemos acordado recientemente llevar a cabo una serie de iniciativas en este ámbito. Por lo tanto, por todos estos motivos, creo que este informe constituye una aportación importante a las reflexiones de la Comisión sobre estas cuestiones relativas a la educación y la ciudadanía.
Vasco Graça Moura, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (PT) Señor Presidente, Comisario, Señorías, el informe Beazley nos presenta un concepto que es difícil de definir, en concreto el de la dimensión europea. Si queremos dar un sentido de pertenencia a la realidad compleja que denominamos Europa, hay que transmitir la dimensión europea correspondiente a los ciudadanos, en particular a los más jóvenes, ya que es un requisito previo vital para la ciudadanía europea en el sentido estricto de la palabra.
Hay que ayudar a los jóvenes a que lo entiendan y asimilen que pertenecen a un entramado de civilizaciones que da lugar, por un lado, a culturas y entidades nacionales diversas y, por otro, a una visión particular de Europa en todo el mundo que, desde el punto de vista histórico, ha cambiado el curso del género humano. Hay cuestiones que son de gran interés para la construcción de la UE, que van de la mano de la dimensión europea, como el progreso científico y tecnológico, que forma parte integral tanto de Europa como de cualquier otra parte del mundo. Existen otros ámbitos relativos a una dimensión europea específica que sobresalen, como la historia, la geografía humana y física, los idiomas, y el patrimonio cultural y artístico en sus formas tangibles e intangibles.
Los aspectos nacionales de estas realidades han dado lugar, a menudo, a los tipos de asociaciones y relaciones, y al antagonismo y al conflicto, que se pueden hallar en las relaciones entre vecinos. Por consiguiente, están organizados en franjas que trascienden las fronteras nacionales. Sin embargo, hay un todo que es la matriz en la que todos estos elementos coexisten en un marco de interacción dinámica, y es esta matriz que nos permite llamarnos europeos. Esta es la dimensión de la que hablamos. No será una tarea fácil reflejar esta dimensión en el programa escolar. Por lo tanto, es necesario definir las prioridades, encontrar los métodos adecuados, remodelar los programas, elaborar materiales pedagógicos y formar a profesores y educadores en cada país. En común con el propio proyecto europeo, será un proceso gradual y multipolar que no siempre funcionará sin dificultades, pero que ha de empezar lo antes posible. La dimensión europea es el valor añadido europeo y sobre lo que estamos hablando es de más Europa.
Maria Badia i Cutchet, en nombre del Grupo PSE. – (ES) Señor Presidente, señor Comisario, señoras y señores diputados, la recomendación que estamos debatiendo ahora, junto con las otras dos anteriores, representa un gran avance para conseguir unos jóvenes y unos ciudadanos más conscientes e informados de la importancia de la Unión Europea.
En estos momentos, es cierto que la Unión tiene pocas competencias en materia de educación y mientras algunos Estados miembros −pocos− incluyen en sus asignaturas o programas educativos unos contenidos adecuados en materia europea, otros aún están muy lejos de introducir este elemento en los currículos educativos de sus centros de enseñanza.
Ante esta situación, considero necesario que, a nivel europeo, se desarrolle lo que ya estipula el artículo 149 del Tratado, que indica que la Unión deberá desarrollar la dimensión europea en la enseñanza, especialmente a través del aprendizaje permanente y de la difusión y enseñanza de lenguas de la Unión Europea.
El señor Comisario ha dado ya algunos ejemplos que van en esta dirección, pero este informe debe contribuir a reforzar aún más esta necesidad a nivel comunitario, no solo para proporcionar las competencias necesarias en materia de ciudadanía europea, sino para facilitar también el conocimiento, por parte de los ciudadanos, de las políticas e instituciones de la Unión.
Hay también otro motivo y es el de contribuir a la sensibilización y a la conciencia de ciudadanía europea, que redundaría en una mejor comunicación entre los ciudadanos y las instituciones, una comunicación que actualmente presenta algunos síntomas de falta de salud que acarrean bastantes consecuencias no muy positivas.
Señor Comisario, le pido que la Comisión trabaje todavía más para concretar la definición de esta llamada «dimensión europea» en la educación, para poder después acordar en el Consejo cómo se adoptaría este cometido en cada sistema educativo.
Por último, quiero recordarles la importancia −ya se ha dicho también− de la enseñanza de idiomas para acercar a la juventud a las distintas culturas de la Unión, así como del intercambio de buenas prácticas, especialmente en el terreno de la formación del profesorado, un colectivo clave para conseguir los objetivos que nos hemos fijado.
Hannu Takkula, en nombre del Grupo ALDE. – (FI) Señor Presidente, señor Comisario, yo también quiero expresar mi agradecimiento al ponente, el señor Beazley, por su excelente informe. Se trata de un tema muy importante. Hemos de asegurarnos que no existe solamente una dimensión regional y nacional, sino también una dimensión europea de la identidad y la mentalidad de nuestros hijos, y que entienden a qué clase de comunidad de valores pertenecen y qué clase de legado intelectual tienen.
A pesar de su mosaico de culturas, Europa posee valores comunes basados en los de la religión cristiana. Estos valores también se fundamentan en el legado helenístico y el Derecho romano. Hoy en día se pueden ver principalmente en forma de democracia, derechos humanos y libertad de opinión. Es importante enseñar estos valores a los niños y a los jóvenes desde una edad temprana, para promoverlos y adoptarlos como un tema de plena inmersión en su educación, para que podamos comprender qué es lo que significa ser un europeo en un mundo cada vez más integrador, y para que podamos estar orgullosos de ello, así como de nuestras raíces nacionales y de nuestro continente.
Bernat Joan i Marí, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (EN) Señor Presidente, quiero dar las gracias al Comisario Figeľ y al señor Beazley por su informe. La construcción de la Unión Europea es un proceso complejo en el que, según nuestro punto de vista, la educación desempeña un papel fundamental. Es imposible establecer la ciudadanía europea sin el apoyo activo de un sistema educativo adecuado.
Como sabemos, muchas de nuestras opiniones sobre la historia, las culturas, la sociedad, etc. se han forjado durante nuestros cruciales años escolares. El sistema educativo resulta ser un medio para la coacción estatal, a menudo a expensas de la pluralidad y la diversidad culturales. Por este motivo, la historia, por ejemplo, ha sido tradicionalmente muy manipulada por el Estado. Las consecuencias de una educación estatal pueden ser muy contraproducentes para nuestros propósitos y valores. Por ejemplo, el chovinismo y el monolingüismo: cerca del 50 % de los ciudadanos europeos solo hablan con fluidez su propia lengua. Tenemos que superar este tipo de educación basada en el Estado. La introducción de la dimensión europea en nuestros sistemas educativos puede ser una contribución fundamental para evitar el chovinismo nacional, mejorar el dominio de varias lenguas de los ciudadanos, fortalecer el respeto por la pluralidad y la diversidad, y construir una identidad europea común.
Véra Flasarová, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (CS) Señorías, me alegra que en la República Checa se enseñen al menos dos idiomas extranjeros desde la edad de la enseñanza primaria, y en el sistema de educación superior, como por ejemplo, en la Universidad de Ostrava, el europeismo forme parte del currículo de Ciencias Sociales. Quiero llamar la atención sobre un aspecto del europeismo al que, no obstante, no se da el énfasis que merece, y esto es la tolerancia. El ponente menciona la necesidad de llegar a un acuerdo sobre una historia compartida, que a mi entender es un objetivo idealista que podría alcanzarse en un futuro remoto. No obstante, algo que sí se puede alcanzar es la tolerancia, que es esencial para la existencia de la UE.
Los Estados miembros de la UE no pueden tener una única perspectiva de su historia, ya que el éxito de una nación a menudo ha supuesto el fracaso de otra. Sin embargo, esta manera de ver las cosas solo hace poco que ha cambiado. En Europa, no hay ninguna nación que pueda estar por encima de la historia del continente, que ofrezca un punto de vista que se adapte a todo el mundo sin ofender a nadie. La idea de una historia europea compartida solo puede ser a lo sumo un compromiso. Un objetivo más realista será entender la historia de otros países y su versión imparcial sine ira et studio de los acontecimientos. Mostrar tolerancia con las diferencias históricas y culturales sería el primer paso para que los europeos compartan sus valores con otros países y culturas de todo el mundo. Al mismo tiempo, la tolerancia y el entendimiento serán la base para definir los valores europeos compartidos. Los jóvenes han de aprender idiomas extranjeros, pero también reconocer la cultura y la historia de otros países. La tarea de los profesores es ofrecer este tipo de conocimiento como una serie de valores que merecen el mismo respeto que los valores propios.
Zdzislaw Zbigniew Podkański, en nombre del Grupo UEN. – (PL) Señor Presidente, antes de debatir el modelo educativo y su aplicación, primero hay que preguntarse qué clase de modelo tenemos presente, a quién tiene que beneficiar, y para qué propósito.
¿Ha de ser un modelo que fomente el desarrollo integral de ciudadanos libres, y promueva todas sus capacidades e intereses? ¿O tiene que ser un modelo cuyo objeto sea producir personas globalizadas que estén formadas para la vida cotidiana pero que carezcan de creatividad e imaginación, personas que posean pocos conocimientos pero que sean capaces de llevar a cabo las tareas que se les asignen?
Estoy a favor del primer modelo, puesto que es el único que brinda a los seres humanos la oportunidad de realizarse y la libertad de pensamiento necesarias para que puedan enriquecer el mundo con su creatividad. Por consiguiente, la educación y los estudios de una persona deben fundamentarse en los valores familiares y nacionales, y ofrecer la posibilidad de basarnos libremente en la cultura de otras naciones.
Necesitamos una Europa de las patrias, en las que cada nación e individuo puedan sentirse seguros. Toda iniciativa que se adopte para crear una sociedad globalizada con una única cultura aprobada, en la que solo sea posible comunicarse en algunas lenguas, haría que el desarrollo económico e intelectual de Europa se estanque. Por lo tanto, el modelo europeo de educación correcto deberá proteger las tradiciones de todas sus naciones y basarse en ellas para beneficiar a las personas y fomentar su desarrollo.
Thomas Wise, en nombre del Grupo IND/DEM. – (EN) Señor Presidente, me gustaría recordar a la Cámara lo que nuestro ponente dijo el 12 de octubre del año pasado: «Los Gobiernos no saben nada sobre educación; frustran la profesión de los profesores». Lo que me atemoriza es por qué piensa que la UE lo puede hacer mejor. El señor Beazley es un antiguo profesor y diputado y no es consciente de que la Ley de educación británica de 1996, introducida por su propio partido, prohíbe el fomento de puntos de vista partidistas en las escuelas del Reino Unido.
La UE es un proyecto político, un proyecto que no ha logrado persuadir a millones de adultos, como muestran los resultados de los referendos francés y neerlandés del año pasado. Tras haber fracasado a ese nivel, ahora el señor Beazley quiere convencer a nuestros hijos de las ventajas de la UE. Me viene a la cabeza una cita: «Denme un niño de siete años y será mío para toda la vida».
Esto, al igual que muchas otras propuestas de esta comisión, no es más que mera propaganda tendenciosa y yo no la toleraré ni la apoyaré.
Maciej Marian Giertych (NI). – (PL) Señor Presidente, el documento objeto de debate se refiere a una dimensión europea en educación y la inclusión de contenido europeo en la educación. Sin embargo, no se han definido estos términos. Existe una referencia a una historia y un patrimonio cultural compartidos, pero tampoco se han definido.
Nuestra historia compartida consiste en su mayor parte en guerras de unos contra otros, pero ¿a qué equivale nuestro patrimonio cultural común? Esforcémonos en resumirlo. ¿Cuál es la naturaleza de nuestros valores positivos comunes? Si nos paramos a pensar en esta cuestión hemos de reconocer que a todos nos une la cultura griega, el Derecho romano y la ética cristiana. Todo lo que es europeo se basa en estos fundamentos clave que definen a la propia Europa. De ello se desprende que hemos de promover la enseñanza del griego y del latín, las lenguas clásicas. También hemos de promover la enseñanza de la contribución cristiana a las normas culturales dominantes de Europa, con lo que quiero decir el arte, la arquitectura, nuestro modo de vida y, en particular, nuestra familia y nuestras vidas sociales.
Por desgracia, no obstante, esta Cámara se esfuerza en lo posible por borrar todo lo que es cristiano de sus documentos. Es más, se está fomentando una postura claramente anticristiana. Se produjo una reacción escandalosa en la Cámara cuando el Ministro de Educación polaco retiró de las escuelas el libro de texto Compass, del Consejo de Europa, que recomendaba promover la homosexualidad en las escuelas, aduciendo que se rechazaban los valores europeos.
Este documento está vacío de contenido y carece de utilidad sin las definiciones de la dimensión europea, los valores europeos y el contenido europeo.
Ján Figeľ, miembro de la Comisión. (SK) Nunca antes se habían debatido los temas de la identidad, los valores, las fronteras y la ciudadanía europeos tan ampliamente como lo han sido hoy. De acuerdo, no podemos definir estas nociones con precisión, pero este debate es una manifestación de cómo ha cambiado Europa. Ahí donde anteriormente Europa se dedicaba no solo a debatir, sino también a controlar la producción de carbón y de acero para evitar el riesgo de guerra, hoy el debate se centra en la propia Europa y el mundo que la rodea. Creo que es un cambio positivo.
La educación acerca de lo que ha experimentado Europa y el entorno en que existe es muy importante para su propio desarrollo y para el mundo del siglo XXI en el que Europa debe y tiene que desempeñar un papel más importante y positivo que en el siglo XX, cuando era una fuente de tragedias, guerra, totalitarismo y otros males a escala mundial.
La ignorancia y la indiferencia suelen ser fuentes importantes de intolerancia. Allanan el camino a la propaganda y la manipulación de la opinión pública, así como de las opiniones personales. Por lo tanto, creo que la educación sobre el pasado y el presente de Europa, y las culturas con las que convivimos y experimentamos, es un requisito importante para una Europa más pacífica y con una mayor cohesión que seguirá desarrollando su ordenamiento jurídico y perspectivas sobre los valores y la cultura. Creo que Europa acometerá esta tarea de manera más pacífica y tolerante que cuando se dedicaba a la aniquilación mutua.
Quiero volver a agradecer a Christopher Beazley este informe de propia iniciativa y expresar la esperanza de que este tema sea tema de debate entre los Estados miembros, puesto que son ellos quienes asumen la responsabilidad de determinar el contenido y la organización de la educación, algo que no se considerará superfluo sino más bien un aspecto complementario sumamente importante de la educación en este espacio único cultural, económico y jurídico de una Europa ampliada.
El Presidente. El debate queda cerrado.
La votación tendrá lugar mañana a las 11.30 horas.