El Presidente. El siguiente punto es el debate sobre la declaración de la Comisión sobre las futuras acciones en el campo de las patentes.
Charlie McCreevy, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, los derechos de propiedad intelectual (DPI) son la esencia de una economía basada en el conocimiento. La innovación es la clave de toda perspectiva de que Europa adquiera mayor competitividad a escala mundial. La protección de la propiedad intelectual es esencial, ya que los DPI no solo recompensan la inversión en nuevos productos y servicios, sino que también garantizan la transmisión de tecnología, estimulando una mayor innovación. La reciente consulta sobre el futuro del sistema de patentes en Europa ha generado un mensaje simple: el marco legal debería ofrecer una protección asequible a todas las empresas, grandes y pequeñas, garantizar la seguridad jurídica y aplicarse en beneficio de todos los agentes. Por lo tanto, es esencial que haya un marco jurídico sólido. Debo repetir que necesitamos mantener el ritmo. En comparación con nuestros principales socios comerciales, Europa está perdiendo terreno.
La patente comunitaria sigue bloqueada en el Consejo, pero pese a reconocer la importancia económica de las patentes, pensé que no era positivo dejar que todo el expediente de las patentes permaneciese en el limbo. Así que, como saben, a principios de este año hice una amplia consulta entre todas las partes interesadas sobre la futura política europea en materia de patentes.
La consulta ha demostrado que la industria es partidaria de los esfuerzos de la Comisión por simplificar el sistema de patentes en Europa y hacerlo más rentable. En este caso existen dos importantes problemas: por una parte las lenguas, o los costes de traducción, y por otra el sistema jurisdiccional. El apoyo a la introducción de una patente comunitaria es muy amplio. Sin embargo, la industria no está entusiasmada con el compromiso político alcanzado en el Consejo de 2003 sobre la patente comunitaria. Este rechaza las soluciones propuestas en materia de lenguas y del sistema jurisdiccional, ya que no aseguran las reducciones de costes y la simplificación del sistema de patentes que demanda la industria.
Al mismo tiempo, existe una fuerte demanda de mejora del actual sistema europeo de patentes, establecido por el Convenio de Múnich, con la conclusión satisfactoria de un acuerdo sobre litigios en materia de patentes europeas (EPLA) relativo a la jurisdicción y con la ratificación y entrada en vigor del acuerdo de Londres aspectos lingüísticos.
Cabe señalar que ninguna de las iniciativas para la mejora del sistema de patentes de la UE ha obtenido el apoyo unánime de las partes interesadas. Distintas partes destacan aspectos distintos y muchos sugieren que hace falta un paquete de medidas diferentes, que deberían aplicarse paralelamente.
Por ello estoy convencido de que deberíamos adoptar un planteamiento polifacético. Para tener éxito deberíamos abordar todas las cuestiones de propiedad industrial en un único paquete. Este paquete deberá responder a las críticas y necesidades de las partes interesadas. Solamente lo conseguiremos si demostramos que lo que proponemos tendrá un valor añadido frente a la situación actual, en particular con respecto a los costes de tramitación (costes de traducción) y seguridad jurídica (sistema jurisdiccional). Actualmente estamos trabajando sobre las opciones que se plantean, que presentaremos en una comunicación y un plan de acción que deberá adoptar la Comisión antes de final de año.
Un componente fundamental de este trabajo tiene que ver con la cuestión jurisdiccional. En la actualidad, pese a que las empresas tienen una ventanilla única en la que pueden adquirir una patente (la Oficina Europea de Patentes), puede darse la situación de tener que defender la patente en varios frentes al mismo tiempo. Esto se debe a que las patentes otorgadas por esta Oficina son de hecho una serie de patentes nacionales y solamente pueden hacerlas cumplir los tribunales nacionales. La posibilidad de que se produzcan litigios en múltiples foros con respecto a la misma invención aumenta naturalmente los costes, pero sobre todo genera incertidumbre, ya que los distintos tribunales de cada país pueden hacer interpretaciones distintas de la misma invención patentada. Debemos abordar esta cuestión de forma urgente. El actual «mosaico» puede impedir que los titulares de patentes puedan hacer valer sus derechos y desanima a los candidatos, especialmente a las PYME que buscan una protección eficiente y asequible de su propiedad industrial, de utilizar la patente europea. En la actualidad, Europa no es capaz de ofrecer a las empresas innovadoras una solución óptima en lo que respecta a la protección de su propiedad intelectual. No podemos aspirar a ser la economía más competitiva del mundo si no encontramos soluciones viables para la solicitud de patentes y la protección de la propiedad industrial.
La patente comunitaria y las iniciativas de mejora de la patente europea, es decir, el Acuerdo de Londres sobre las traducciones y el EPLA, no son mutualmente excluyentes. Ambos persiguen el mismo objetivo: un sistema de patentes mejor, más barato y más fiable. Por esto pretendo continuar con ambos. Encontramos retos similares en el diseño de los acuerdos jurisdiccionales para la patente comunitaria: necesitamos encontrar un sistema unificado que proporcione independencia judicial y otorgue claridad y fiabilidad a los usuarios de patentes mientras evitamos el exceso de centralización y la fragmentación.
Para conseguir dicho objetivo, la Comunidad debe implicarse en el EPLA, que aborda las responsabilidades comunes de los Estados miembros y la Comunidad. Ni que decir tiene que el Parlamento deberá participar cuando la Comunidad proceda con las propuestas necesarias, con el fin de que esta cuestión avance en el futuro próximo.
Soy consciente de que existen posturas críticas hacia el EPLA. Quisiera decir que lo considero una iniciativa práctica para aportar una mayor unidad a la jurisprudencia sobre las patentes en Europa. Lo que nuestra industria necesita, grandes y pequeñas empresas por igual, es seguridad jurídica. La Oficina Europea de Patentes ha concedido cientos de miles de patentes. Incluso si contásemos con una patente comunitaria, sería necesario racionalizar el proceso de jurisdicción para las patentes concedidas por dicha Oficina.
Depende de nosotros implicarnos en esta iniciativa para garantizar que sirve a la competitividad de nuestra economía. Reconozco que existen dudas y preocupaciones legítimas: los costes de los litigios conforme al EPLA, el efecto del reglamento, que todavía debemos evaluar, y la independencia de los jueces del EPLA con respecto a la Oficina Europea de Patentes. Pero estoy convencido de que el mejor modo de abordar estos problemas consiste en participa activamente en el proceso y garantizar un resultado satisfactorio y justo para todas las partes implicadas y plenamente conforme con la legislación de la UE.
Por supuesto, ni la patente comunitaria ni el EPLA son una panacea. Siembre habrá empresas –las de menor tamaño– que preferirán trabajar con sus oficinas nacionales de patentes o utilizar modelos de negocio no basados en patentes. Debemos buscar formas de ayudarles y prestarles apoyo. Por supuesto, también debemos garantizar que las grandes empresas no abusen de su posición, ni explotando injustamente sus propias patentes ni pasando por alto injustamente los derechos de propiedad industrial de otros.
La consulta sacó a relucir muchos de estos problemas, como por ejemplo los posibles mecanismos de mediación que podrían preceder al litigio, la necesidad de crear mercados tecnológicos que permitirían a las empresas negociar con mejores resultados sus DPI y la idea de intercambiar buenas prácticas entre las oficinas de patentes nacionales, especialmente con respecto a las necesidades especiales de las PYME. Responderé a todas estas cuestiones en cooperación con mis colegas de la Comisión y por lo tanto pretendo plantear una estrategia general.
Ante la economía mundial y basada en el conocimiento del siglo XXI, necesitamos encontrar urgentemente una solución al problema de las patentes. Cuento con el respaldo del Parlamento para encontrar una solución integral a estas complejas cuestiones.
Klaus-Heiner Lehne, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (DE) Señor Presidente, Señor Comisario, Señorías, durante dos años he sido uno de los dos ponentes del grupo rector del Parlamento Europeo para el proceso de Lisboa. Como saben, lanzamos el proceso de Lisboa de forma conjunta en 2000 y, desde entonces, hemos trabajado sin descanso para señalar, en declaraciones de los Jefes de Estado o de Gobierno y en resoluciones del Parlamento, que el desarrollo del sistema de patentes europeo es una de las condiciones previas más importantes que nos permitirán lograr los objetivos definidos en Lisboa. Me impresionó el énfasis que ha puesto el Comisario McCreevy en la importancia de esta cuestión. Nuestro objetivo debe ser lograr una patente sencilla, rentable, aplicable en toda Europa, en todo el territorio si es posible, que ofrezca no solo a las grandes empresas, sino en particular, a las pequeñas y medianas empresas, la oportunidad de proteger sus innovaciones en el mercado interior: de hecho, son las pequeñas y medianas empresas las que ostentan el mayor número de patentes innovadoras.
La cuestión decisiva es que tenemos que hacer cambios en el paisaje europeo de las patentes, que actualmente está muy fragmentado, con el objetivo de reducir drásticamente los costes de consultoría, de procedimiento y de traducción, que constituyen una carga particular para las pequeñas y medianas empresas. Este es el objetivo decisivo que tenemos que lograr. Por supuesto, las personas ya pueden proteger sus invenciones en toda Europa, pero, en la práctica, tienen que hacerlo en todos los Estados miembros, bien directamente a través de las oficinas de patentes nacionales o indirectamente a través de la Oficina Europea de Patentes, con la madeja de patentes que se ha mencionado. En caso de disputas o infracciones, en teoría, tienen que iniciar una serie de procedimientos, incurrir en costes legales, etc. en todos estos países. Tenemos que resolver esto y hacerlo más viable y práctico, en particular para las PYME. El mercado interior necesita ser desarrollado a este respecto.
Durante el mandato de su antecesor, el señor Bolkestein, se puso en marcha una admirable propuesta de Reglamento para crear una patente comunitaria. Sin embargo, cuando el artículo 308 constituye el fundamento jurídico y se requiere la unanimidad en el Consejo, resulta difícil llegar a un acuerdo. En este caso particular, no se pudo alcanzar un acuerdo en la disputa sobre los idiomas: en la actualidad hay 20 idiomas oficiales que el Consejo está exigiendo; tras la próxima ampliación habrá 22. La industria afirma, con razón, que nadie necesita ese tipo de patente: resulta tan extremadamente cara que no sirve de nada y prácticamente no tiene ningún valor económico. La competitividad de la patente europea nos haría retroceder en términos globales y no garantizaría la calidad necesaria. Una patente de este tipo solo beneficiaría a las empresas más grandes y ricas que pudieran permitirse ese tipo de cosa y, tal vez, ni siquiera a ellas. Par las empresas de mediano tamaño, sería completamente inútil. Por tanto, el Reglamento pronto se atascó y el Consejo no cambia de opinión.
Señor Comisario, mi sugerencia de seguir adelante con la armonización, que usted ha logrado incluir en la consulta, también fue rechazada por todas las partes, ante todo siguiendo nuestras experiencias con la segunda lectura de la Directiva relativa a la patentabilidad de las invenciones implementadas en ordenador, donde observamos que existe el riesgo de aplicar legislación que no mejoraría el actual sistema de patentes, sino que lo empeoraría.
Así pues, tampoco hemos avanzado en el tema de la armonización. Entonces, ¿qué nos queda? No nos queda más remedio que seguir adelante desarrollando el sistema de patentes actual. Sin embargo, existen problemas institucionales a este respecto: por un lado, la exigencia plenamente legítima de la Unión Europea de que los Estados miembros no deberían legislar en áreas que, en todo caso, se inscriben en parte en su esfera de competencia y pertenecen al mercado interior; y, por otro lado, la voluntad de los Estados miembros de seguir avanzando. Creo que debemos seguir intentando establecer un vínculo entre estos dos problemas para solucionarlos. Desde mi punto de vista, una opción concebible sería que la Unión Europea participara de algún modo –que habría que negociar– en el acuerdo sobre la patente europea y que, a cambio, despejara las preocupaciones institucionales en relación con el Acuerdo para la resolución de litigios en materia de patentes (EPLA). Esta podría ser una forma en la que podríamos mejorar la situación mientras no se llega a un acuerdo en el Consejo en relación con la patente comunitaria.
Con respecto a las críticas expresadas públicamente por los grupos de presión, la queja de que la introducción de un tribunal europeo de patentes común en el sentido del EPLA facilitaría las cosas es, por decirlo con tacto, un sinsentido. Es pura especulación de la que no hay pruebas: una de estas cuestiones compete al Derecho procesal y la otra al sustantivo. El EPLA tampoco es más caro. Debe quedar claro que estamos comparando manzanas con naranjas. Con el EPLA en funcionamiento, no será necesario emprender disputas legales en todos los países implicados: un tribunal, la segunda instancia, por decirlo así, dictará una sentencia que será igualmente vinculante en todos los Estados signatarios.
Quiero dar las gracias al Comisario McCreevy por la forma en que se ha dirigido la consulta. De los comentarios públicos del Comisario deduzco que también él ha extraído las conclusiones adecuadas de los resultados de la consulta. Me gustaría decir, en mi nombre y en el de la gran mayoría de mi Grupo, que compartimos y apoyamos esta posición. No hay alternativa. De otro modo, el gran proyecto de desarrollar el sistema de patentes europeo estará abocado al fracaso.
Michel Rocard, en nombre del Grupo del PSE. – (FR) Señor Presidente, señor Comisario, no somos muchos en esta Cámara, lo que no quiere decir que no deliberemos sobre cosas serias, ni mucho menos. Voy a hablarles en nombre de tres Grupos políticos y más aún, como también ha hecho mi colega y amigo el señor Lehne.
Señor Comisario, este debate se debe a la iniciativa del Parlamento Europeo y es fruto de nuestra voluntad de responder positivamente a su consulta. Le damos las gracias y le felicitamos por ella.
Tras las dificultades que encontramos en materia de patentabilidad de los programas informáticos, nos alegramos de que, por mediación de usted mismo, la Comisión inicie el procedimiento destinado relanzar la reflexión y los trabajos preparatorios sobre la patente europea.
Señor Comisario, nuestras espadas han chocado; estábamos en desacuerdo en varios puntos. Acabo de escucharle con enorme atención. Puedo decir que apruebo casi todo lo que acaba de decir. Estoy completamente de acuerdo, pero hay un argumento que no ha citado y, por su silencio, es el que me lleva a hacerme preguntas y el que, por el momento, deja a quienes yo represento en una expectativa más bien negativa, en tanto no encontremos una solución.
Me explicaré un poco más. Todos nosotros, aquí, europeos, deseamos la patente comunitaria. En esto coincido con mi colega y amigo el señor Lehne, que acaba de hablar con la elocuencia acostumbrada.
Todos sabemos que la patente europea ha tropezado con enormes dificultades y que está bloqueada. El principal bloqueo es lingüístico. En realidad, los cuatro factores de bloqueo son el problema lingüístico, el problema de los costes, el problema de la coherencia jurídica de la judicatura y el problema de la soberanía, del que usted no ha hablado.
Pienso, sinceramente, que el verdadero medio para romper el bloqueo político, cultural e intelectual, en el Consejo sobre el tema de la patente europea está relacionado esencialmente con la solución del problema de la lengua. No solo soy, como mi colega el señor Lehne, un diputado europeo favorable a Europa, también soy francés. Nadie es perfecto, espero que me disculpen. Creo que la ratificación del Acuerdo de Londres –ratificación que mi país todavía no ha ratificado oficialmente, aunque le recomiendo que lo haga– nos brindaría a todos la oportunidad de superar nuestra arrogancia lingüística y la hostilidad que genera y de aprender a vivir juntos, sabiendo que una lengua domina a las demás a escala mundial. Es algo que no nos gusta, pero es así, y además es cómodo. Esto es lo que resolvería potencialmente este bloqueo a la apertura de la perspectiva de una patente comunitaria. Estaríamos de acuerdo, pues, en que la resolución resultante de estos debates lo diga.
El segundo problema es el del coste; apenas hablaré de él, excepto para decir que las tres cuartas partes del factor coste son lingüísticas –es el problema que voy a abordar– y que la cuarta parte restante es modesta, que probablemente habría que mejorar el EPLA y que es escandaloso pensar que se va a ratificar un acuerdo del que muchos expertos dicen que aumentará los costes. No tenemos necesidad de eso.
El único problema del que usted no ha hablado es saber qué soberanía legislativa definirá y desarrollará con el tiempo el ámbito de lo que es patentable y lo que no lo es.
Este Parlamento, señor Comisario, será sumamente sensible a todo lo que afecte a la patentabilidad de la materia viva, que es un problema significativo para la civilización. Por otra parte, en lo que respecta a los programas informáticos, no podemos ratificar el EPLA, porque el EPLA otorga a un colectivo profesional de jueces una función en parte internacional y en parte europea: cambiar la jurisprudencia en lo que consideren oportuno, sin ningún control legislativo o soberanía que influyan en sus decisiones.
Esto es lo que no aceptamos: la idea de que la soberanía europea no vaya a desempeñar ningún papel en la definición del ámbito de aplicación. Por consiguiente, dado que el EPLA es un cuerpo de jurisdicciones autónomas que bloquean y frenan el establecimiento de la patente europea, decimos no al EPLA y le recomendamos...
(El Presidente interrumpe al orador)
Sharon Bowles, en nombre del Grupo ALDE. – (EN) Señor Presidente, señor Comisario, como saben, asistí a la jornada de consulta sobre patentes. Presenté mi propia contribución y he leído las de muchos otros, y creo que usted nos ha hecho ahora un resumen muy equilibrado de lo que se dijo. También quisiera darle las gracias por haber trasladado dicha jornada de consulta a una fecha que no interfiriese con las sesiones de Estrasburgo, de forma que otros diputados al Parlamento Europeo y yo pudiésemos asistir.
Ha sido un ejercicio muy útil, ya que ha demostrado el alcance d3e los problemas que plantean las propuestas relativas a la patente comunitaria. Sabíamos que las traducciones constituían un problema, pero ahora es evidente que también lo es la necesidad de un sistema jurisdiccional, con jueces especializados accesibles en los Estados miembros. Todos queremos que prevalezcan los criterios del mercado único y esto finalmente nos llevará a contar con una patente comunitaria, pero la consulta demuestra que hay medidas que pueden adoptarse para mejorar el proceso.
La iniciativa del EPLA por parte de los Estados miembros, que es opcional, incorpora algunas de estas medidas. Se trata todavía de un proyecto en curso, por lo que ahora tienen ustedes una oportunidad de participar y celebro que digan que aprovecharán esta oportunidad. Esto solamente puede ser útil para avanzar hacia una meta en la que finalmente exista un sistema de patentes europeo y comunitario único o fusionado. Puede que ustedes puedan contribuir a resolver algunas de las críticas al EPLA. Algo que me gustaría que se arreglase sería minimizar los honorarios del tribunal, en lugar de obligar a los litigantes a asumir todos los costes de los salarios de los jueces y los costes de establecimiento del tribunal de recurso. Otro cambio que introduciría sería la conservación de los tribunales nacionales de patentes, en lugar de retirarlos paulatinamente después de siete años. Seguramente podrían conservarse, del mismo modo que las notificaciones de patentes nacionales llevan coexistiendo con las patentes europeas casi 30 años.
Por otra parte, la posibilidad de contar con tribunales de primera instancia con base en los países y un grupo de jueces, con al menos uno que esté técnicamente cualificado y al menos dos que estén legalmente cualificados y de distintos Estados miembros, sería superior a las actuales disposiciones del Tribunal Europeo de Justicia, en aquellos casos que se apliquen a una patente comunitaria.
El señor Rocard y otros han criticado el EPLA, ya que permitiría que los miembros de la Sala de Recurso de la Oficina Europea de Patentes se convirtiesen en jueces técnicos. Esta objeción se basa exclusivamente en el desacuerdo con decisiones particulares en una o dos áreas tecnológicas. No tiene en cuenta el registro accesible al público que demuestra que las salas técnicas de la OEP son independientes tanto de la división de examen de la OEP como de las prácticas de esta. Pasa por alto el hecho de que en la estructura del EPLA dichos jueces técnicos estarían en minoría entre los jueces nacionales que han sido alabados por aquellos que comparten las ideas del señor Rocard por su postura en dichos ámbitos de la tecnología. Sin embargo, me pregunto si queremos que sean capaces de ocupar ambos puestos a la vez –no creo que esa fuera la intención – y creo que esto podría aclararse.
Asimismo, la designación de jueces a través de representantes de los Gobiernos de los Estados miembros sigue los precedentes de numerosas instituciones, incluido el Tribunal de Justicia Europeo, por lo que no creo que estos argumentos tengan demasiado sentido y realmente sería un error que la Comisión perdiese la oportunidad de contribuir al proceso del EPLA y de aprender del mismo.
Raül Romeva i Rueda, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (EN) Señor Presidente, quisiera intervenir en nombre de mi colega, la señora Lichtenberger, que no ha podido estar hoy aquí presente.
Siempre hablamos de una Europa competitiva y basada en el conocimiento, pero algunos depositan tan poca confianza en el potencial de Europa que prefieren reforzar un órgano no comunitario –la Oficina Europea de Patentes– en detrimento de los intereses de la Unión Europea. Si lo que queremos es una jurisdicción armonizada, ¿por qué no perseguimos ese objetivo mediante directivas de la UE? Ese sería el modo más obvio de proceder. Algunos temen enfrentarse al proceso democrático.
Tras la lucha en torno a la patente de programas informáticos, al parecer hay quienes están preocupados por las enmiendas que podría proponer el Parlamento Europeo. Por lo tanto, desean proceder de la forma menos democrática posible. Quieren dejar el destino de las empresas europeas en manos de la burocracia de las oficinas de patentes y no en manos de los responsables políticos elegidos. Por otra parte, el coste de los litigios sería demasiado elevado para las PYME, ya que todo litigio relativo a una patente de la OEP se sometería directamente a un nuevo tribunal internacional, un auténtico gol en propia meta para la competitividad europea.
Quisiera llamar su atención sobre el hecho de que a algunas grandes multinacionales como Nokia y GlaxoSmithKline les preocupa mucho esta propuesta. Si esta propuesta no ayuda a las PYME ni es bienvenida por las grandes empresas ¿a quién ayudará? Lo que desde luego podemos deducir es que solamente aumentará el trabajo de algunos agentes de la propiedad industrial. Europa no solo necesita más patentes, necesita más patentes de calidad que promuevan la verdadera innovación. El número de patentes solicitadas en la OEP al año ha aumentado aproximadamente un 60 % en los últimos siete años. Sin embargo, este número no se corresponde con un aumento de la actividad innovadora, lo que hace que nos preocupemos por la ampliación del objeto de la Oficina de Patentes.
Seguiremos repitiendo a nuestros colegas, y sobre todo al señor Comisario, que solamente un marco comunitario crea las condiciones para una legislación europea efectiva y competitiva a escala internacional en materia de patentes.
Thomas Wise, en nombre del Grupo IND/DEM. – (EN) Señor Presidente, el año pasado el Parlamento rechazó por 684 votos contra 14 un intento de imponer patentes de programas informáticos, ya que, al igual que los libros y todo material escrito, los programas informáticos son más bien «ideas en forma simbólica» y debería seguir sometidos exclusivamente a los derechos de autor. El Parlamento también se convenció de que patentar programas informáticos acabaría con la actividad inventiva, paralizaría a las pequeñas empresas y afectaría a la economía, y sin embargo este año la Comisión regresa con una propuesta todavía más arrolladora, que permitiría que se patentase el software.
Se propone un único tribunal de patentes, cuya judicatura sería designada por el mismo órgano que designa a los jueces del actual tribunal de recurso de la Oficina Europea de Patentes, que meramente consultiva. La Comisión pertenece al Consejo y, conforme a esta propuesta, también adquiriría derecho a voto. Esto plantea serias dudas sobre la independencia del nuevo tribunal, especialmente si tenemos en cuenta que la OEP no tiene escrúpulos a la hora de conceder patentes de programas informáticos y que esta propuesta compromete a cada tribunal de patentes a acatar el precedente establecido por las anteriores decisiones de la OEP.
Como reconoce la propuesta, el litigio en este nuevo tribunal será de dos a tres veces más costoso que en los tribunales nacionales de patentes, que también abolirá esta propuesta, lo que hará que la apelación a este tribunal esté fuera del alcance de todos menos de las grandes empresas. Yo creía que la directiva sobre invenciones implementadas en ordenador era mala hasta que he visto esta propuesta. Si esta se aprueba, con gusto adoptaré el punto de vista leninista de que cuanto peor, mejor. Sin embargo, deberíamos decir «no» una vez más y preguntar a los Comisarios qué parte no entienden de ese «no».
Barbara Kudrycka (PPE-DE). – (PL) Señor Presidente, el importante incremento de las solicitudes de patentes se añade al impacto de una legislación incierta en esta materia. Por este motivo, son necesarias soluciones que permitan que comience el proceso de armonización de las leyes sobre patentes. Por tanto, necesitamos una definición clara de lo que puede patentarse o no. Es importante no utilizar la legislación sobre patentes de forma aislada de las propias innovaciones, porque, por su propia naturaleza, una patente implica que la libre competencia se restringe hasta un determinado grado. Una directiva armonizadora sería la mejor solución desde el punto de vista del interés comunitario, pero el Parlamento ha rechazado las propuestas anteriores de la Comisión.
Por tanto, hay que buscar otras soluciones. Una idea discutible es que todos los Estados miembros de la Unión acepten y ratifiquen el Convenio del EPLA. Sin embargo, hay que tener en cuenta que solo podemos apoyar este Convenio si cumple los criterios considerados esenciales por la Unión. Entre otros, estos criterios incluyen elaborar una definición clara, en la medida de lo posible, de lo que puede patentarse, garantizando la independencia de los órganos reguladores y la total imparcialidad de los jueces que deciden sobre la protección de las patentes y su validez. Los costes relativos a la protección de los derechos de patente también deben ser equilibrados y de fácil implementación.
Estos son los motivos por lo que no podemos aprobar el Convenio en su forma actual. Sus implicaciones podrían ser difíciles de valorar, porque, aunque es obvio que el EPLA implica soluciones institucionales, el posible impacto sobre el Derecho sustantivo no debe ser escatimado, en particular en lo que se refiere a las prácticas de la Oficina Europea de Patentes. Por este motivo, pido a la Comisión que incluya una evaluación de impacto detallada para cada una de las propuestas presentadas. Sin embargo, lo más importante es dejar claro que el Parlamento realmente quiere un cambio en la política de patentes. El tipo de cambio que tenemos en mente, sin embargo, debe satisfacer las necesidades de las grandes empresas y de las pequeñas y medianas empresas europeas.
Manuel Medina Ortega (PSE). – (ES) Señor Presidente, quiero felicitar al señor McCreevy por su esfuerzo en la construcción de un mercado interior, sobre todo respecto del derecho de patentes.
Sin embargo, tengo que decirle que los parlamentarios europeos estamos aquí en representación de nuestros constituyentes, y las reacciones que yo he recibido de los constituyentes del sector industrial de mi país son negativas con respecto a esta propuesta. Lo son por diferentes razones: el tema de las lenguas −creo que la solución propuesta es una solución mucho peor de la que tenemos en la Oficina de Armonización del Mercado Interior, que ofrece una mayor pluralidad de lenguas− y el tema de la jurisdicción, del que ya se ha hablado aquí.
Tenemos una jurisdicción propia, que es la del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas y el Tribunal de Primera Instancia, y la creación o multiplicación de jurisdicciones fuera de la Unión Europea plantean una serie de problemas que hemos de tener en cuenta.
En definitiva, me da la impresión de que esta propuesta puede estrellarse, como las propuestas anteriores, por no tener en cuenta estos elementos. Se trata de avanzar en materia de patentes, pero, para hacerlo, hay que tener una amplia base política.
En primer lugar, yo diría que, en este momento, no inspiran confianza procedimientos jurisdiccionales que se proyecten fuera de la estructura de la Unión Europea −tenemos una gran confianza en esas magníficas instituciones que son el Tribunal de Justicia y el Tribunal de Primera Instancia− y, en segundo lugar, el tema lingüístico no es un tema accidental. Sé que hay muchos que tienen un idioma de carácter más universal, pero dentro de la Unión Europea hemos buscado soluciones al problema lingüístico, porque la Unión Europea incluye varias culturas, varios modelos, varios sistemas jurídicos, que tienen que coexistir.
Espero que el Comisario y la Comisión, en general, mediten sobre este tema y puedan ofrecernos una propuesta que sea aceptable para el conjunto de la Unión Europea.
Toine Manders (ALDE). – (NL) Señor Presidente, señor Comisario, gracias por sus esfuerzos para que este barco que se mueve tan despacio vuelva a navegar a toda máquina. Hemos estado más de treinta años hablando sobre patentes y resulta particularmente extraño que tantos diputados se hayan mostrado críticos con sus ideas, incluso cuando casi todos los Estados miembros de la UE son firmantes del Convenio de Munich. De esta forma, demuestran una falta de confianza en nuestros Estados miembros; lo que considero como una especie de punto muerto, y creo que resulta extraño el hecho de que no pueda debatirse el tema de la patente comunitaria en el Consejo.
En la actualidad, la UE no tiene ningún control democrático sobre la Oficina Europea de Patentes y esto, por supuesto, es lamentable. Seguimos adelante con nuestra forma de pensar y convendría que la UE, como hizo en la conferencia de La Haya, participara como organización política y económica para que nosotros, como parte de ella, pudiéramos influir en lo que ocurra. Si eso ocurre, entonces el enfoque intergubernamental ya no estaría a la orden del día y se habría adoptado el método comunitario. Nos alegraría ver que la UE participara en el Convenio de Munich del mismo modo, para que la Comisión –y tal vez el Parlamento también– pudiera ejercer un control democrático constante sobre lo que allí sucede. Juntos, con el Grupo del Partido Popular Europeo y con los Liberales –y espero que el Grupo Socialista se una a nosotros–, hemos presentado una resolución que apoya nuestra posición y con la intención de examinar las opciones disponibles. Consideramos que esta es la única solución si el Consejo va a seguir con esta idea por mucho tiempo.
No estamos hablando de las normas que regulan los idiomas o de los costes, y, sin lugar a dudas, no es nuestro deseo suspender los tribunales nacionales, pero con el tiempo debe existir una sala especial en el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas con jueces especializados capaces de decidir sobre cuestiones de patentes en toda Europa en caso de que los litigios lleguen a juicio.
En cuanto a las invenciones implementadas por ordenador a las que se ha referido el señor Rocard, no queremos volver a abrir esta caja de Pandora particular; estoy de acuerdo en que hacerlo sería una tarea tediosa. También vemos que puede que se sigan cometiendo errores en la Oficina Europea de Patentes, y, por el sencillo motivo de que no podemos corregirlos, es importante que realicemos un seguimiento de esta situación.
Me impresionaron las palabras pronunciadas por un Comisario irlandés, que hace poco dijo en Finlandia: «Basta de palabras bonitas sobre Lisboa; es hora de ponernos manos a la obra». Espero que sea eso lo que va a hacer, porque usted, señor Comisario, fue quien lo dijo.
Charlie McCreevy, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, he escuchado el debate de esta tarde con gran atención. Todos estamos de acuerdo en que la situación no es perfecta y todos sabemos que existen distintos puntos de vista respecto a las soluciones correctas. Estoy convencido de que en un mundo ideal la patente comunitaria es la solución, pero en el mundo real no hay posibilidad de que se llegue a un acuerdo sobre la patente comunitaria en un futuro próximo.
¿Debería yo quedarme de brazos cruzados y esperar a que suceda algo? Quizás sería un recurso fácil, pero también profundamente irresponsable, ya que nada sucederá si no tomamos la iniciativa.
La consulta ha proporcionado algunos mensajes claros e importantes. Existe un gran deseo de contar con un sistema de patentes más simple y rentable y que mantenga el más alto nivel de calidad en sus procesos de examen y concesión.
Todas las partes interesadas han acercado posiciones con nosotros. Ahora es justo que esperen resultados, y yo estoy de acuerdo con ellos. Creo que ha llegado la hora de hacer un esfuerzo coordinado por mejorar el sistema de patentes de Europa. Es nuestro deber como responsables políticos y reguladores.
Actualmente nos encontramos en un atasco. Debemos dar el primer paso, el más difícil, en una dirección u otra. No existe una solución perfecta. No hay un solo elemento que proporcione todas las respuestas. Debemos combinar instrumentos distintos para cubrir las distintas necesidades de las distintas partes implicadas. Como he dicho en mi introducción, la patente comunitaria y el EPLA no son iniciativas que se excluyan mutuamente; de hecho, nuestro objetivo es que converjan. En ambos casos, nuestra meta es la misma: un sistema de patentes mejor, más barato y más fiable.
No ignoro los posibles inconvenientes y peligros del EPLA, pero tendremos una mayor posibilidad de conseguir el resultado adecuado para las empresas europeas si participamos activamente en la negociación del acuerdo.
Actualmente la estrategia de patentes contiene algo más que nuestros planes futuros para una patente comunitaria y el EPLA. Hay toda una gama de medidas de acompañamiento y apoyo que debemos considerar, muchas de ellas dirigidas a las pequeñas empresas. Nuestro objetivo es crear un sistema que cubra las necesidades de todas las partes interesadas en todos los niveles –nacional, europeo y comunitario– y proporcione un equilibrio justo entre los diversos intereses implicados.
Quiero hacer hincapié en un aspecto final. Con una experiencia de 30 años en la política pocas cosas me sorprenden. Pero esta semana algo me ha sorprendido ligeramente. Ha sido el hecho de que los principales aspectos de nuestra estrategia de futuro, que expuse en una intervención en Helsinki hace unas semanas, hayan sido utilizados por algunos para afirmar que la Comisión desea volver a introducir en la agenda la cuestión de las invenciones implementadas en ordenador. Ahora estoy acostumbrado a oír argumentos contundentes y a cómo se establecen conexiones, pero este me ha dejado perplejo. En varias ocasiones he manifestado en esta Asamblea que mientras sea Comisario de mercado único y servicios la Comisión no presentará ninguna iniciativa ni realizará ningún trabajo sobre esta cuestión. Puede que a unos les guste y a otros no, pero este Parlamento rechazó la posición común el pasado año. Respeto y acepto dicha decisión y no haré absolutamente nada para cambiarla.
Les aseguro que soy un hombre de palabra. Cuando se sacaron las conclusiones del ejercicio de consulta, las invenciones implementadas en ordenador no estaban en absoluto en mi mente. Y así seguirá siendo mientras dure mi mandato.
(Aplausos)
El Presidente. Obsérvese que el plazo para la presentación de propuestas de resolución conforme al apartado 2 del artículo 103 del Reglamento queda fijado para el lunes 9 de octubre de 2006, a las 12.00 horas.
El debate queda cerrado.
La votación tendrá lugar el jueves 12 de octubre a las 11.00 horas.
Declaraciones por escrito (artículo 142 del Reglamento)
Richard Corbett (PSE). – (EN) Tengo serias dudas sobre las propuestas de crear un sistema de tribunales de patentes que mantendría las distancias con las instituciones democráticas y con la revisión judicial adecuada. Si se aplicase la propuesta de resolución relativa al Acuerdo sobre litigios en materia de patentes europeas, podría poner las disputas sobre patentes en manos de los que tienen interés en un uso muy amplio de las mismas, podría generar costes adicionales para las PYME, provocar una proliferación exponencial de los litigios y posiblemente limitar la innovación en Europa.
Los partidarios del Acuerdo sobre litigios en materia de patentes hacen referencia al tribunal central federal de patentes de los Estados Unidos, pero este sistema ha dado lugar a un uso excesivo de las patentes, además de un volumen considerable de litigios y amenazas torticeras de pleitos.
Bernd Posselt (PPE-DE). – (DE) Señor Presidente, ni siquiera son las 4 de la tarde y se ha cancelado este debate urgente de esta semana, que solo habría durado una hora. En otras palabras, habríamos terminado a las 5 de la tarde. Teníamos cuestiones importantes para debatir, como el golpe de Estado en Tailandia y la situación en Moldova, pero la Conferencia de Presidentes ha decidido arbitrariamente que no habrá debate sobre cuestiones de urgencia. De nuevo, al cierre de la sesión, me gustaría protestar enérgicamente por esto. Se nos dijo que esta era la segunda reunión en septiembre, pero no es correcto: celebramos la sesión plenaria de agosto a principios de septiembre y ahora estamos en la sesión plenaria de septiembre, por así decirlo. Como tal, es nuestro derecho celebrar un debate de urgencia en cada reunión regular en Estrasburgo. Pido que transmita esta protesta a la Mesa y a la Conferencia de Presidentes.
El Presidente. Sus comentarios serán transmitidos a la Conferencia de Presidentes.