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Procedimiento : 2006/2136(INI)
Ciclo de vida en sesión
Ciclo relativo al documento : A6-0243/2006

Textos presentados :

A6-0243/2006

Debates :

PV 24/10/2006 - 21
CRE 24/10/2006 - 21

Votaciones :

PV 25/10/2006 - 6.12
CRE 25/10/2006 - 6.12
Explicaciones de voto

Textos aprobados :

P6_TA(2006)0450

Acta literal de los debates
Martes 24 de octubre de 2006 - Estrasburgo Edición DO

21. Medidas antidumping, antisubvenciones y de salvaguardia adoptadas por terceros países contra la Comunidad (informe anual de la Comisión - 2004) (debate)
Acta
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  El Presidente. – De conformidad con el orden del día, se procede al debate del informe (A6-0243/2006) de la señora Muscardini, en nombre de la Comisión de Comercio Internacional, sobre el Informe anual de la Comisión al Parlamento Europeo sobre las medidas antidumping, antisubvenciones y de salvaguardia adoptadas por terceros países contra la Comunidad (2004) (2006/2136(INI)).

 
  
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  Cristiana Muscardini (UEN), ponente. – (IT) Señor Presidente, Señorías, señor Comisario, el Informe anual 2004 sobre las medidas antidúmping, antisubvenciones y de salvaguardia adoptadas por terceros países contra la Comunidad, presentado por los servicios de la Comisión, pone de manifiesto un dato que ha suscitado más de una preocupación en nuestra comisión parlamentaria. De él se desprende un incremento anormal de los casos de defensa comercial, tanto por parte de los usuarios tradicionales de tales medidas como por parte de Estados miembros de la OMC de desarrollo más reciente. En muchos casos, las normas y la jurisprudencia de la OMC han sido parcial o totalmente desoídas, causando un daño a la industria comunitaria.

Para los países desarrollados, encabezados por los Estados Unidos, los problemas principales se derivan de una aplicación unilateral y en cualquier caso reticente de las normas de la OMC. En el caso de algunos países emergentes, la aplicación de derechos compensatorios no pretende contrarrestar prácticas ilegales, sino garantizar a la industria local una protección adicional contra las importaciones europeas. En muchos casos, las normas de investigación dejan mucho que desear y suscitan más de una duda sobre su plena conformidad con las normas de la OMC.

El informe de la Comisión recoge algunos de estos casos significativos, es decir, el caso de la «reducción a cero» con los Estados Unidos, los casos antidúmping indios, los casos agrícolas sudamericanos y australianos y, en general, el uso extensivo e incorrecto de las salvaguardias. En muchos de los contenciosos emprendidos contra la Comunidad Europea, esta última ha logrado un arreglo satisfactorio para resolver las disputas en el marco de la OMC.

No obstante, ese éxito suele ser demasiado tardío y el perjuicio para la industria europea es irreparable. Ante el panorama que nos presenta la Comisión Europea en su informe, la Comisión de Comercio Internacional habría podido sugerir, respondiendo a una reacción instintiva, que se adoptara la misma metodología y se empleara el mismo comportamiento con los socios comerciales que violan las normas antidúmping, antisubvención y de salvaguardia, pero no lo ha hecho. En efecto, estamos convencidos de que el respeto de las normas en materia comercial, establecidas a escala internacional y en un marco multilateral, constituye un principio básico para el crecimiento económico y, más en general, para la convivencia pacífica entre las naciones. Dos errores no hacen nunca una razón. Sentado esto, queremos resaltar que las normas deben aplicarse y que si no se aplican deben imponerse rápidamente sanciones para garantizar que se cumpla la ley. Si no se aplican rápidamente, el daño será irreparable.

En defensa de la legalidad y de esa parte de la industria europea que se siente injustamente afectada por medidas ilegítimas, pedimos a la Comisión que prosiga con decisión las negociaciones en la OMC con vistas a que otros miembros de la OMC apliquen las medidas de defensa comercial de forma menos arbitraria y actúe como promotora de medidas encaminadas a hacer más rápida y eficaz la aplicación de las decisiones del órgano de resolución de disputas en la OMC. Estos puntos deberían inscribirse en el Programa de Doha para el Desarrollo, en caso de que se reanuden esas negociaciones, como esperamos.

Por tanto, pedimos a la Comisión que conceda la debida importancia a este asunto en el marco de las iniciativas destinadas a incrementar la competitividad exterior de la industria europea que han sido recientemente anunciadas por el Comisario Mandelson ante la Comisión de Comercio Internacional.

Por último, recomendamos a la Comisión que se abstenga de conceder un trato preferente o especial a aquellos socios comerciales que de forma reiterada no se ajusten a las normas y la jurisprudencia de la OMC, con graves repercusiones económicas para la industria europea.

La Comisión de Comercio Internacional opina que, ante situaciones graves, no podemos permanecer de brazos cruzados. Si queremos ganarnos el apoyo de los ciudadanos a las nuevas normas del comercio internacional, hay que aspirar a una mayor transparencia, coherencia y respeto de la legalidad por parte de todos los agentes, aplicando medidas que van del control fronterizo a la imposición de sanciones comunes contra aquellos que comercian con mercancías falsificadas o ilegales en territorio europeo.

No podemos dejar de relacionar las conclusiones de este informe con la reciente iniciativa de la Comisión a favor de una reforma de la política antidúmping y antisubvenciones de la Comunidad Europea con vistas a limitar el uso de tales instrumentos por parte de la Comisión en el marco de los esfuerzos por asegurar que se contemple con más cuidado y amplitud el interés de la Comunidad.

 
  
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  Peter Mandelson, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, quiero dar las gracias a la ponente, la señora Muscardini, y a la Comisión de Comercio Internacional por el excelente trabajo que han realizado sobre esta importante cuestión.

La Unión Europea es un importante exportador a todo el mundo y eso nos expone a medidas de defensa comercial adoptadas por terceros países. Cuando esas medidas se adoptan respetando las reglas de la OMC, no podemos ni debemos quejarnos, y no lo hacemos. Sin embargo, no siempre sucede así y esas medidas pueden convertirse fácilmente en un impedimento grave e injustificado para nuestras oportunidades de acceso legítimo a los mercados.

Por tanto, tenemos que vigilar de cerca las acciones de terceros países contra nuestras exportaciones e intervenir para minimizar la repercusión negativa que pueden tener para nuestras empresas. Y no podemos bajar la guardia. En la medida de lo posible, somos partidarios de la vía diplomática, que es la forma más rápida y eficiente de resolver estas cuestiones cuando tenemos socios que quieren darles solución. Pero cuando la diplomacia fracasa, no dudamos en recurrir a los grupos de la OMC, como es nuestro derecho.

Tanto por la vía diplomática como por la del litigio se han conseguido éxitos notables. Pensemos, por ejemplo, en los casos de la India que se mencionan en el informe. La diplomacia ha conseguido que se retiren no menos de 12 medidas. Esperamos conseguir también un importante éxito con los casos de productos agrícolas que se han mencionado.

Es bien sabido que los Estados Unidos representan un problema recurrente para nosotros en este contexto. Son partidarios del libre comercio, pero muchos piensan que el uso que hacen del instrumento de defensa comercial es poco razonable en algunas cuestiones. Destaca sobre todo el sector siderúrgico, donde llevamos años manifestándonos en contra de algunas prácticas relacionadas con muchas de sus medidas de dúmping y subvención. Hemos logrado un éxito considerable en Ginebra, pero, sinceramente, cuesta mucho esfuerzo conseguir luego que adopten medidas correctivas cuando pierden litigios.

No podemos resolverlo todo por la vía de la diplomacia o los litigios. Por eso nos complace que hayan apoyado ustedes las propuestas que presentamos en la Ronda de Doha para reforzar las normas y disciplinas que regulan el uso de medidas antidúmping y contra las falsificaciones.

La Ronda se ha suspendido, cosa que deploro y lamento profundamente, pero estamos tratando por todos los medios que se reanude. En cuanto a la defensa comercial, eso nos permitiría adoptar mejores disciplinas en línea con la práctica de la UE en este ámbito, haciendo más difícil a los países un uso abusivo del sistema, cosa que me temo que algunos están demasiado dispuestos a intentar. Necesitamos disciplinas más estrictas en el sistema antidúmping.

Necesitamos más transparencia en el funcionamiento de los instrumentos de defensa comercial. Necesitamos menos arbitrariedad por parte de los Gobiernos. Esa conducta no hace más que desacreditar las normas. Comporta descrédito para el sistema y resta crédito al sistema de comercio multilateral y a su principal institución, la OMC.

Estamos de acuerdo con ustedes en que el mecanismo de resolución de conflictos es un rasgo fundamental del sistema de la OMC, que tiene que protegerse, pero estamos tratando de mejorarlo para que puedan conseguirse remedios más rápidos.

Aprovecharemos la oportunidad que nos ofrezcan todos los acuerdos comerciales bilaterales firmados con terceros países para conseguir que nuestros países asociados contraigan obligaciones específicas respecto al buen uso de los instrumentos de defensa comercial. Eso no viene a sustituir el refuerzo y la mejora de las normas de la OMC, sino que los complementa. Es una forma de conseguir mayores salvaguardias, de manera que podamos hacer uso de todos los métodos a nuestro alcance para dotar de sentido común y disciplina al funcionamiento de estos instrumentos. Eso se aplica sobre todo a los países que abusan más de ellos.

Las buenas prácticas son tan importantes como las buenas normas. Por eso los servicios de la Comisión han dedicado mucho tiempo y recursos a ofrecer asistencia técnica a terceros países que utilizaban por primera vez los instrumentos de defensa comercial. Nuestro objetivo es que apliquen esos instrumentos de una manera justa y equilibrada, respetando nuestras normas estrictas.

Estas iniciativas parecen estar dando sus frutos. A finales de 2005 pudimos constatar un cambio satisfactorio con respecto a la tendencia de años anteriores, con un descenso considerable del número de casos de defensa comercial iniciados contra exportadores comunitarios, de 33 en 2004 a 19 en 2005. El acceso al mercado, incluida la aplicación correcta y oportuna de los instrumentos de defensa comercial de la OMC por parte de nuestros socios comerciales, ocupa un alto lugar en nuestra lista de prioridades y seguiremos adoptando todas las medidas necesarias para conseguir que nuestras exportaciones no se vean indebidamente penalizadas.

Por supuesto, es difícil hacer un seguimiento de todos y cada uno de los casos con nuestros recursos actuales y está claro que me gustaría hacer más por nuestros exportadores, sobre todo por las pequeñas y medianas empresas, que a menudo tienen poca experiencia en este ámbito. La UE tiene que seguir siendo un ejemplo para otros.

Como se recuerda en el informe, se nos considera un usuario moderado de los instrumentos de defensa comercial. Ese prestigio es merecido y así debe seguir siendo. Con semejante espíritu hemos iniciado recientemente un proceso de reflexión sobre el funcionamiento de los instrumentos de defensa comercial de Europa, como el instrumento antidúmping, en la economía mundial moderna. A principios de 2007 tendrá lugar una amplia consulta a los ciudadanos, basada en un Libro Verde que se publicará en los próximos meses.

Esa consulta permitirá a la Comisión conocer opiniones muy diversas y determinar si todavía queda campo para mejorar más nuestras normas y prácticas. Nuestros instrumentos de defensa comercial pueden realizar una importante contribución para garantizar tanto el comercio libre como el comercio justo, fomentando con ello nuestra competitividad. Para ello hará falta una cooperación estrecha y directa con todas las partes interesadas, entre ellas los Estados miembros y la industria y, yo añadiría, el apoyo y la participación del Parlamento Europeo.

 
  
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  Syed Kamall, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (EN) Señor Presidente, me complace el tono general de los informes tanto de la Comisión como de la señora Muscardini en su deseo de ver un sistema de comercio internacional tan abierto y justo como sea posible. Sin embargo, cuando examinamos las medidas antidúmping adoptadas por terceros países, es necesario que nosotros, en la Comunidad, mostremos capacidad de liderazgo moral y evitemos la hipocresía.

Podemos admitir que los mecanismos de defensa comercial suelen utilizarse como excusa para proteger los mercados nacionales de la competencia; pero debemos admitir también que la UE es en ocasiones culpable de utilizar esos mecanismos para proteger a empresas poco competitivas frente a los proveedores de fuera de la UE, con el calzado y los textiles como ejemplos recientes. Por fortuna, seguimos haciendo un uso moderado de esos mecanismos.

Con el posible fracaso de la ronda de desarrollo de Doha, tenemos que trabajar con nuestros sociales comerciales para conseguir que su legislación y sus prácticas respeten en la medida de lo posible las reglas de la OMC. Pero para tener autoridad moral en este terreno, nuestras propias investigaciones antidúmping y antisubvenciones tienen que ser transparentes e imparciales.

Me preocupa la petición de una solución comunitaria para defender a las PYME exportadoras frente al proteccionismo en el extranjero. En las «guerras de los sujetadores» del año pasado, fue precisamente una llamada solución comunitaria la que suspendió las importaciones de China e hizo que las PYME del sector de la moda londinense perdieran contratos y tuvieran que indemnizar a clientes que se quedaron esperando unos pedidos nunca servidos. Si esa es una solución comunitaria, en Londres queremos menos soluciones de ese tipo.

En cuanto al arbitraje, creo que todos estamos de acuerdo en que cualquier grupo de arbitraje ad hoc debe estar formado por expertos en la materia. Pero tenemos que asegurarnos de que los expertos que formen parte de esos grupos sean expertos en el sector investigado que conozcan la estructura de la industria y los costes incurridos, no simplemente expertos en cuestiones comerciales más generales.

En términos generales, quiero felicitar tanto a la Comisión como a la ponente de este informe.

 
  
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  Francisco Assis, en nombre del Grupo del PSE. – (PT) Señor Presidente, el aumento del comercio internacional en los últimos años ha provocado, entre otras cosas, un incremento de la competencia, al tiempo que ha inducido a muchos países a recurrir a mecanismos de protección comercial para salvaguardar sus mercados. Por lo tanto, no debe sorprendernos el hecho de que se multipliquen los casos de adopción de medidas antidúmping, antisubvenciones y de salvaguardia.

Las exportaciones europeas, tal como demuestra claramente el informe sometido a debate, han sido objeto en numerosas ocasiones de este tipo de medidas por parte de terceros países. Los casos han aumentado de manera alarmante. Además de los países tradicionales, se encuentran implicados algunos de los actores recién incorporados al escenario de las relaciones comerciales internacionales.

Por lo tanto, es preciso abordar en serio este fenómeno, cuyos efectos pueden perjudicar de forma significativa a varias industrias europeas. Para ello, ante todo hay que distinguir con cuidado entre aquellos casos en los que el uso de estos instrumentos se debe por completo a la implementación legítima de los principios de relaciones comerciales justas, y los casos en que se trata simplemente de una cortina de humo jurídica destinada a ocultar medidas proteccionistas ilegales en el peor sentido de la palabra. Solo lograremos establecer una distinción clara si nos comprometemos a reforzar la transparencia en los procesos dedicados a evaluar si las medidas de defensa comercial se utilizan de forma legítima. Por consiguiente, el objetivo consiste en garantizar la plena conformidad con las normas y la jurisprudencia de la Organización Mundial del Comercio. En este sentido, la Comisión debe canalizar sus esfuerzos hacia la mejora de dichos procedimientos, para lograr así poner freno al uso ilícito de este tipo de instrumentos.

Dicho esto, conviene mencionar la importancia de la asistencia de la Comisión a los Estados miembros y a la industria europea en los casos de protección comercial iniciados por terceros países. Este apoyo resulta especialmente significativo para las PYME, las cuales, por naturaleza, están menos preparadas para afrontar estas situaciones.

Por último, celebro el hecho de que la Comisión esté dispuesta a adoptar un papel activo en el marco de la OMC en lo que respecta a la revisión conjunta de las disposiciones que regulan el uso de instrumentos de protección comercial, con vistas a recalcar el valor del multilateralismo. No obstante, no hay que olvidar en este debate que la Unión Europea es el área comercial más abierta del mundo y que los europeos también tenemos intereses legítimos que salvaguardar.

 
  
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  Daniel Caspary (PPE-DE). (DE) Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, felicito a la señora Muscardini por este excelente informe.

La libertad de acceso a los mercados extranjeros resulta fundamental para un gran número de empresas europeas. En la actualidad hay numerosas ocasiones en las que dicha libertad no existe porque terceros países impiden el acceso al mercado a las empresas europeas, incumpliendo con descaro los acuerdos vigentes o contraviniendo las normas de la OMC. De este modo, estos terceros países destruyen todo el espectro de barreras arancelarias y no arancelarias para poder comerciar hábilmente en su propio beneficio y en perjuicio nuestro. La competitividad de la economía europea, y por tanto del mercado laboral de la Unión Europea, se ve afectada sobremanera por estos problemas. Estas acciones llevadas a cabo por algunos de nuestros socios comerciales resultan inaceptables.

Comisario, la Unión Europea no puede permitir que otros países nos traten de este modo. Es preciso que todos los participantes del comercio mundial acaten las normas. Asimismo, la Unión Europea tampoco debe tratar así a terceros países. También nosotros tenemos que atenernos a las normas a fin de poder tomar medidas creíbles contra los infractores, sin dejar flancos al descubierto. Solo podremos disfrutar de un comercio libre y justo si entran en vigor normas vinculantes y respetadas por todas las partes, sin excepciones.

¿Cómo debemos actuar entonces? Insto a la Comisión a que haga todo lo posible por garantizar el cumplimiento de las normas por parte de los europeos. Pido a la Comisión que ponga en marcha medidas destinadas a proteger nuestras empresas en caso de que determinados socios comerciales no respeten las leyes. Insto a la Comisión a que utilice de forma consistente el procedimiento de solución de discrepancias existente –en el que, si cabe, se pueden introducir mejoras– si, en casos específicos, no se llega a un acuerdo amistoso a corto plazo.

Conviene que nuestros esfuerzos se centren en el futuro en garantizar que todos los socios comerciales acaten las normas. Solo se podrán obtener beneficios a largo plazo del comercio mundial si todas las partes, sin excepciones, respetan las normas.

 
  
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  Małgorzata Handzlik (PPE-DE). – (PL) Señor Presidente, doy las gracias a la ponente por presentar un informe tan exhaustivo sobre las medidas de salvaguardia adoptadas por terceros países en contra de la Unión Europea. Por desgracia, un estudio del informe de la señora Muscardini y del informe de la propia Comisión confirma que la política comercial europea presta demasiada atención a la protección de los productores a expensas de los consumidores. Esto se aplica sobre todo al sector agrícola.

Las cuotas de importación, los derechos antidúmping y los obstáculos administrativos que afectan a los productos agrícolas cuestan a cada hogar europeo unos 1 500 dólares al año. Sin duda alguna, hay ocasiones en las que se pueden imponer medidas protectoras, pero solo en un número muy limitado y claramente definido de casos. Es preciso establecer por adelantado las circunstancias en las que resultan aplicables. Las decisiones se deben planificar con tiempo suficiente y han de tener una amplia difusión, con vistas a que los empresarios puedan organizar de manera apropiada los pedidos o las existencias.

Lamentablemente, los agentes del mercado también siguen pagando un precio muy alto por la existencia de políticas comerciales mal planeadas y por las decisiones repentinas de aplicar tasas protectoras. Esto les provoca una incertidumbre jurídica y comercial, al tiempo que hace que les resulte más complicado adaptarse con rapidez a los cambios. Por tanto, es muy importante que la política comercial sea estable y predecible. Los tipos preferenciales tienen que ser comprensibles y fáciles de aplicar. Su implementación tiene que someterse, con suficiente antelación, a un amplio debate entre todos los interlocutores comerciales, de forma que cada empresario esté debidamente informado y pueda sentirse seguro con respecto al futuro y a sus pedidos.

Por último diré algunas palabras acerca del comercio con los países en desarrollo, la Organización Mundial del Comercio y la Unión Europea. Es preciso que los países en desarrollo puedan aprovechar todas las oportunidades que ofrece la pertenencia a la OMC. Hay que tratar a estos países como socios en igualdad de condiciones. Por consiguiente, resulta inaceptable que los países industrializados protejan los intereses de grandes empresas ubicadas, sobre todo, en la Unión Europea y los Estados Unidos.

 
  
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  Georgios Papastamkos (PPE-DE). (EL) Señor Presidente, tras felicitar a la ponente, la señora Muscardini, y dar las gracias al Comisario por su detallada declaración, diré a modo de introducción que el mantenimiento y el fortalecimiento de la competitividad de la Unión Europea en el nuevo entorno globalizado requiere, en primer lugar, una mayor intervención europea en los mercados de terceros países y, en segundo lugar, una protección eficaz frente a las prácticas comerciales injustas desarrolladas por nuestros interlocutores.

La Comunidad –esto ya se ha comentado– sigue usando de forma moderada los instrumentos de defensa comercial. Por otro lado, el aumento constante de estos instrumentos en contra de la Comunidad está alcanzando niveles preocupantes.

La Unión es –y debe seguir siendo– un mercado abierto a la competencia internacional. Estamos en contra del proteccionismo. No obstante, también estamos en contra de la distorsión de la competencia y de que nuestros socios obtengan ventajas competitivas recurriendo a prácticas sospechosas en contravención de las normas de comercio internacional.

No tiene sentido que se produzca un desarme unilateral por parte de la Unión. El «pacifismo» comercial solo funciona cuando lo aplican todas las partes. No se puede negar que está aumentando el uso de instrumentos de defensa comercial en contra de la Comunidad. Por tanto, es preciso que la Comisión se mantenga alerta al respecto y garantice la supresión de las medidas abusivas e irregulares, ya sea a través de procesos de consulta o recurriendo a los órganos judiciales de la OMC cuando sea necesario.

Además, podemos ver que el número de instrumentos de defensa comercial frente a los productos agrícolas europeos es relativamente grande. Es responsabilidad de la Comisión asegurar que nuestros interlocutores comerciales tomen debida cuenta de las reformas radicales de la PAC cuando decidan activar medidas antisubvenciones.

 
  
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  Peter Mandelson, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, nunca he sido partidario del desarme unilateral, en ninguna etapa de mi trayectoria política ni en ningún contexto. Siempre he sido partidario del multilateralismo, tanto con respecto al desarme como a la aplicación de normas internacionales para la creación de instituciones de gestión de asuntos públicos mundiales o el diseño de procesos para alcanzar acuerdos o resolver conflictos en el mundo. Menciono esos principios y ese enfoque del tema como he hecho en otras ocasiones durante toda mi carrera política.

Hemos escuchado esta noche un llamamiento al liderazgo moral. La moral que yo aporto a este tema del comercio es mi confianza en el libre comercio. Digo que es moral porque creo que el libre comercio es la mejor forma de promover el crecimiento económico, elevar los niveles de vida, crear oportunidades para las personas y combatir la pobreza en nuestro mundo. Eso es lo que yo llamo «moral».

Ahora bien, una de las formas de promover «moralmente» el libre comercio es la defensa del comercio justo. Cuando miro a mi alrededor y veo la preocupación, la incertidumbre y el descontento de los ciudadanos por lo que está sucediendo en la economía mundial y percibo que los ciudadanos se sienten cada vez más inseguros y amenazados por los profundos cambios que están teniendo lugar en la arquitectura y el paisaje de la economía mundial, pienso que la gente se empieza a cuestionar si el libre comercio es una buena idea. Les veo empezando a preguntarse si no sería mejor protegernos de la economía mundial; si no sería mejor levantar barreras entre nosotros y nuestros socios comerciales para asegurar nuestros puestos de trabajo y nuestro sustento.

Quiero manifestarme rotundamente en contra de esa reacción y ese instinto, pero nunca ayudaré a defender el argumento en contra del proteccionismo si se me ve o se me considera débil a la hora de defender la adopción y aplicación de normas comerciales internacionales contrarias a las conductas anticompetitivas, las intervenciones estatales o las distorsiones del mercado, cuya finalidad es dar a un socio comercial una ventaja injusta, injustificada e inaceptable en el mercado frente a otro. Por eso es necesario y correcto el uso de instrumentos de defensa comercial siempre que se respeten las normas establecidas por nuestras instituciones multilaterales.

Pero en ningún caso quiero ver que esas normas se utilicen como arma arrojadiza contra los competidores de bajo coste o contra el uso legítimo que otros hagan de sus ventajas comparativas. Eso no es correcto ni aceptable, pero tampoco fue ese el caso, si se lo puedo decir al señor Kamall, con los textiles o el calzado. El calzado, sí, fue una medida antidúmping adoptada después de mucho trabajo de investigación, análisis, recomendaciones, comentarios, debates y, finalmente, decisión entre nuestros Estados miembros, como debe ser. Quiero destacar la objetividad y transparencia con que se tomó esa decisión, y desde luego que no se tomó con fines proteccionistas.

Pero en el caso de los textiles, nunca he dicho que se tratara de comercio injusto. Nunca he dicho que la feroz competencia a la que nos enfrentamos en los textiles fuera el resultado de distorsiones del precio o del mercado por los chinos. Simplemente he sugerido que con la supresión definitiva de las cuotas, en Europa nos vimos enfrentados de pronto e inesperadamente a lo que resultó ser una avalancha que, de no haberse frenado, habría tenido probablemente el efecto de acabar con nuestro mercado y distorsionar tan seriamente lo que nuestros ciudadanos producen, su manera de vender, los beneficios que obtienen, su forma de ganarse la vida y, por tanto, sus puestos de trabajo, y de una forma tan repentina, que consideré conveniente –y, al final, nuestros socios comerciales chinos admitieron también que había sido necesario y conveniente– adoptar medidas de cooperación voluntaria para poner freno al rápido aumento de las exportaciones de textiles chinos.

Tienen ustedes razón en que en todo momento, en todas las ocasiones y en todos los casos, debemos actuar con imparcialidad, transparencia y veracidad en los análisis que presentemos, las conclusiones que alcancemos y la manera de tratar de justificar las medidas propuestas.

Es cierto, como ha dicho la señora Handzlik, que cualquier tipo de intervención en el mercado –legítima, antidúmping u otras aplicaciones de los instrumentos de defensa comercial– está abocada a crear cierta incertidumbre y a debilitar la capacidad de las empresas para planificar su futuro. El señor Kamall ha hecho un comentario parecido. Esto es algo que, en efecto, me tomo muy en serio, porque no quiero que mis decisiones, con el respaldo de los Estados miembros, tengan el efecto de empeorar una situación ya de por sí mala al interferir con o debilitar la capacidad de las empresas para planificar el futuro y organizar su producción, cosas ambas que se ven dificultadas, por supuesto, si las cadenas de suministro y producción se debilitan o perturban con este tipo de intervenciones. Así pues, tenemos que reducir al mínimo esas perturbaciones. Una de las cosas que quiero abordar muy en serio en el contexto de nuestro Libro Verde y nuestro análisis de la cuestión es la manera de reducir al mínimo las perturbaciones y ofrecer la mayor previsibilidad posible a las empresas que puedan verse afectadas.

Solo quiero hacer un último comentario: el señor Caspary ha dicho –si me permiten extender y adornar un poco sus palabras– que debemos respetar las normas y tratar en todo momento de reforzarlas y mejorarlas. Estoy de acuerdo con esto. Pero precisamente por eso estamos trabajando en el Programa de Doha para el Desarrollo y por eso tenemos un sistema y un proceso multilateral que gobierna esas normas, así como una institución que nos permite negociar justamente el fortalecimiento y la mejora que han propuesto ustedes. De ahí la importancia del sistema de la OMC.

Solo quiero decir para terminar que, sean cuales sean las perturbaciones, intervenciones, distracciones o desviaciones que tengamos en un programa comercial tan amplio y tan complejo, siempre tendré la mirada muy puesta en el Programa de Doha para el Desarrollo, en la importancia de ese programa que queremos aprobar y en la importancia crucial de concluir con éxito esas negociaciones. Quiero hacer eso no solo con respecto al acceso al mercado, sino también a las normas comerciales y a su fortalecimiento, y eso es lo que la Comisión sigue empeñada en conseguir.

 
  
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  El Presidente. El debate queda cerrado.

La votación tendrá lugar el miércoles a las 12.30 horas.

 
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