El Presidente. El siguiente punto es el informe de José Manuel García-Margallo y Marfil, en nombre de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios, sobre el Informe anual sobre la zona del euro 2006 (2006/2239(INI)) (A6-0381/2006)
José Manuel García-Margallo y Marfil (PPE-DE), ponente. – (ES) Señor Presidente, es la primera vez que este Parlamento discute un informe sobre la situación económica de la zona euro y, por eso, doy a este informe una importancia singular, sobre todo cuando este debate, este análisis, que realizamos por primera vez conjuntamente, se desarrolla en un momento en el que la situación es políticamente compleja y económicamente dudosa.
Digo políticamente compleja, porque, al tratar aquí de cuestiones institucionales, no puedo ignorar que está vigente la discusión sobre qué hacemos con el Tratado Constitucional. No puedo ignorar tampoco que este informe se debate en una «era nueva» en materia de política monetaria —con tipos de interés que llevan subiendo desde hace un cierto tiempo y amenazan con seguir subiendo—, en una etapa en que estamos estrenando el Pacto de Estabilidad y Crecimiento revisado por la Comisión, y en la que, por primera vez, los Estados miembros vienen ante las instituciones europeas a rendir cuentas de qué han hecho con la Estrategia de Lisboa en sus planes nacionales de reforma.
Digo situación económica confusa, porque, si bien es cierto —y comparto el análisis de la Comisión— que la situación económica es buena, en todo caso mucho mejor de lo que era en etapas anteriores, quiero subrayar que nuestro crecimiento potencial, el 2 %, no es suficiente para absorber el desempleo europeo, para mantener el paso con nuestros competidores y para mantener nuestro nivel de vida.
Este informe se estructura, como es tradicional en esta casa, en varios epígrafes: políticas macroeconómicas, reformas, con especial énfasis en el mercado interior, y cuestiones institucionales, poniendo el acento en la coordinación de las políticas económicas y en la representación exterior.
En materia de política macroeconómica, no hay grandes novedades respecto a lo que dijimos en el debate sobre las grandes orientaciones económicas. La receta en las políticas macroeconómicas es más estabilidad, más estabilidad y más estabilidad.
En relación con la política monetaria, lo que subrayamos —subrayamos, insisto, cuestiones institucionales— es que nos gustaría más transparencia y más claridad en el Banco Central Europeo. Nos gustaría saber por qué hace lo que hace y cómo maneja y dosifica los dos pilares en los que basa sus decisiones. Por eso, pedimos la publicación de las minutas cortas en las que se expongan los argumentos en pro y en contra de una determinada decisión.
En materia de política presupuestaria, la primera constatación de este informe es que el ímpetu que ha tenido la política monetaria hasta este momento puede ir perdiendo fuelle y la antorcha debe pasar a la política presupuestaria, lo que nos lleva, como he subrayado antes, a pedirle a la Comisión que interprete de forma estricta el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y a los Estados miembros que hagan un esfuerzo mayor para reducir su déficit —especialmente en las épocas de «vacas gordas». Pedimos también, como novedad, una mayor coordinación de los calendarios presupuestarios y de las previsiones que los Estados miembros tienen en cuenta al fijar sus escenarios presupuestarios.
No tiene sentido que en países que participan en la Unión Económica Europea haya previsiones distintas en materia del precio del petróleo, de la evolución de los tipos de interés o de la evolución de los tipos de cambio; nos gustaría que en la discusión que tenemos con los Parlamentos nacionales todos supiésemos de qué estamos hablando.
En materia de deuda pública, como es tradicional, pedimos también un esfuerzo mayor de reducción de la deuda pública, para liberar recursos y hacer frente a la Estrategia de Lisboa y a los desafíos presupuestarios que se derivarán del envejecimiento de la población. El último punto —ya repetido— es una revisión de los sistemas fiscales para favorecer la competitividad de la economía europea.
En materia de reformas, la receta es Lisboa y más Lisboa. Queremos que la opinión pública conozca cuál es el comportamiento de cada uno de los Estados miembros. Por eso, pedimos un código de conducta que permita ejercer mayor presión sobre los más retrasados y que también permita a estos, a través de una exportación de las buenas prácticas, conocer el funcionamiento de los más listos de la clase.
En materia de mercado interior: libertad, más libertad en contra de las tentaciones proteccionistas que se han visto en los últimos tiempos; desarrollo del mercado de servicios. En definitiva, consolidación de las libertades fundamentales.
En materia de cuestiones institucionales —me quiero centrar en el mejor funcionamiento de la Unión—, pedimos un diálogo a tres —sé que al Comisario no le entusiasma la idea— entre el Consejo, la Comisión y el Parlamento, que se desarrolle trimestralmente, de forma paralela al diálogo que tenemos con el Banco Central Europeo.
Pedimos, para facilitar este diálogo, que el Eurogrupo haga una hoja de ruta que indique hacia dónde se dirige la zona euro en los próximos dos años. Le pedimos a la Comisión que en los informes sucesivos a este nos dé un conjunto de herramientas más preciso para favorecer el diálogo e invitamos al Comisario y al Consejo a reunirse con nosotros trimestralmente.
En materia de representación exterior se constata que esta no es coherente con el peso internacional del euro. Nos felicitamos por que los Estados miembros hayan actuado con una voz única en Singapur, con ocasión de las reuniones de las instituciones internacionales, y pedimos más coordinación y un esfuerzo de imaginación para contar con una representación única de los Estados miembros en el Fondo Monetario Internacional, en el Banco Mundial y en las demás instituciones internacionales.
Agradezco a todos los ponente alternativos y a todos los compañeros el esfuerzo que han hecho.
PRESIDENCIA DEL SR. ONYSZKIEWICZ Vicepresidente
Joaquín Almunia, miembro de la Comisión. (ES) Señor Presidente, Señorías, quiero agradecer, en primer lugar, al señor García-Margallo y a la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios de esta Cámara el interés demostrado en analizar este primer Informe anual de la Comisión sobre la zona euro, cuyo principal objetivo es fomentar el diálogo y el debate entre nuestras dos instituciones con el fin de identificar las actuaciones prioritarias que permitan mejorar el funcionamiento de la zona en su conjunto.
Desde que tuve la ocasión de presentar este informe ante la Comisión ECON el pasado mes de julio hasta hoy, las previsiones de crecimiento de la zona euro para este año y los dos siguientes han mejorado significativamente. La semana pasada presenté nuestras previsiones de otoño, que se pueden resumir diciendo que todos los indicadores económicos apuntan en la buena dirección: crecimiento económico al alza —el mayor en la zona euro desde el principio de la década—, desempleo a la baja, inflación estable y clara reducción de los déficits públicos.
Entre los factores que han contribuido a obtener este cuadro positivo existen factores externos, como el vigor sostenido de la economía mundial, pero también factores internos, que desmienten la imagen de estancamiento y de parálisis que con frecuencia se ha querido dar de las economías europeas y, en particular, de la economía de la zona euro. Entre estos factores internos cabe destacar las reformas en numerosos países de la zona en los últimos años, los esfuerzos de consolidación presupuestaria y la respuesta, más eficiente de lo que muchos esperaban, de las economías europeas al aumento considerable de los precios del petróleo.
La existencia de la zona euro también ha contribuido por sí misma de manera significativa a esta coyuntura favorable, gracias a las buenas condiciones de financiación, para las familias y para las empresas, que nos proporciona el nivel actual de los tipos de interés y gracias, también, a la protección que ha supuesto el euro frente a las turbulencias de los mercados financieros, como sucedió en la pasada primavera.
Sin embargo, todos estos factores positivos no invalidan las principales conclusiones del informe de la Comisión sobre las actuaciones que nos deben permitir mejorar el funcionamiento de la zona y con las que están de acuerdo, en su mayoría, sus Señorías, según consta en el informe del señor García-Margallo.
Me refiero a la necesidad de profundizar en las reformas estructurales, de consolidar el mercado único y de asegurar una representación externa de la zona euro más eficaz y más integrada que hasta ahora.
Estas tres prioridades, recogidas en el informe, estarán también presentes en el Informe económico anual que presentaré a la Comisión el próximo día 22 y que precisamente este año hace hincapié en el funcionamiento de la Unión Económica y Monetaria y, en particular, de la zona euro a la luz de los ocho años de experiencia acumulados.
Examinando estas tres prioridades y en lo que respecta a las reformas económicas, coincido con la afirmación expresada en el informe acerca de la importancia de llevar a cabo las reformas comprometidas por los Estados miembros en sus planes nacionales de reforma dentro de la Estrategia de Lisboa.
Una vez unificada la política monetaria y enmarcada la política presupuestaria dentro del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, las políticas económicas de cada uno de los Gobiernos nacionales deben efectuar los ajustes necesarios en términos de productividad, de competitividad y de funcionamiento de los mercados para asegurar un alto grado de convergencia en el interior de la zona.
El próximo mes de diciembre, la Comisión adoptará, basándose en los informes que le han sometido los Estados miembros, el informe sobre el primer año de aplicación de los planes nacionales de reforma. Nuestro informe va a contener una valoración explícita del grado en que cada uno de los Estados miembros ha puesto en práctica esas reformas e incluso, si lo consideramos necesario, emitiremos recomendaciones para cada uno de los países.
También incluiremos en el informe una evaluación de lo que hemos hecho nosotros mismos, las instituciones europeas, en aplicación de las reformas necesarias del llamado programa comunitario de Lisboa.
Coincidimos, como he dicho antes, en la necesidad de profundizar en el mercado interior, que, junto con la moneda única, constituye uno de los dos instrumentos esenciales para fomentar una asignación más eficiente de los recursos y ofrecer mayores oportunidades a las empresas y más posibilidades de elección a los consumidores.
La integración del sistema financiero también constituye una prioridad de primer orden para el buen funcionamiento de la Unión Económica y Monetaria. En este sector, la hoja de ruta viene marcada por el Libro Blanco de la Comisión sobre los servicios financieros que abarca el período 2005−2010.
En lo que respecta a la representación exterior de la zona euro, constato la convergencia de puntos de vista entre el Parlamento Europeo y la Comisión en cuanto a la necesidad de una representación externa coherente. Como ya tuve ocasión de explicar en una de mis últimas intervenciones ante la Comisión ECON, la Unión Europea habló con una sola voz en Singapur —lo acaba de reiterar el señor García-Margallo. En octubre, después de esta reunión, tanto en el Eurogrupo como en el Ecofin hemos vuelto a debatir este asunto y hemos llegado a algunos acuerdos adicionales que avanzan en la buena dirección.
El informe del señor García-Margallo contiene también comentarios sobre la política monetaria y sobre la aplicación de los criterios del Tratado para la ampliación de la zona euro. El Banco Central Europeo se encuentra entre los bancos centrales más transparentes del mundo y esta percepción viene siendo bien valorada por los mercados, que aprecian la política de comunicación del Banco.
En cuanto a la aplicación del criterio de inflación a la hora de ampliar la zona euro —lo hemos debatido aquí en esta Cámara en muchas ocasiones en los últimos tiempos—, me remito a lo dicho hasta ahora.
Por último, no sé qué dudas ha percibido el señor García-Margallo. Soy plenamente favorable al diálogo con esta Cámara sobre el funcionamiento de la zona euro. Lo sabe bien la señora Presidenta de la Comisión ECON, con quien tuve ocasión, hace muy pocos días, de ver cómo podemos llevarlo a la práctica.
Othmar Karas, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (DE) Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, el Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y de los Demócratas Europeos acoge con agrado este informe; no solo no hay discrepancias sobre el mismo, sino que también decimos «sí» a lo que reclama, a su análisis y a su contenido.
A modo de profundización quiero comentar seis aspectos fundamentales. El primero es que el euro es la respuesta más potente de la Unión Europea a la globalización.
El segundo es que si bien puede ser el instrumento más importante para un mercado interior efectivo, no es el único; debe ir de la mano de la aplicación acelerada de las cuatro libertades del mercado interior por medio de la innovación activa, la eliminación de debilidades estructurales y la estabilización de la seguridad social, las pensiones y los sistemas sanitarios.
En tercer lugar, todos los Estados miembros de la Unión Europea necesitan unirse a la zona del euro. Cualquier Estado miembro que se resista al euro y se oponga a la zona del euro, que no se esfuerce por formar parte del área monetaria europea, debilita el mercado interior y la capacidad resistencia de la Unión Europea a los efectos de la globalización.
En cuarto lugar, los criterios de Maastricht son el tíquet de entrada y me complace que la Comisión, en sus decisiones de los últimos meses, se haya ceñido estrictamente a ellos.
En quinto lugar, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento es el marco necesario para la política presupuestaria. Pedimos que se aprovechen los aumentos cíclicos de los ingresos para reducir los déficit y la deuda pública.
En sexto lugar, según la prensa de hoy, el Ministro del Interior francés, el señor Sarkozy, pide que la zona del euro se someta al gobierno económico europeo. Quienes deseen fortalecer la economía europea han de ratificar la Constitución y dotar a la Comisión de los poderes necesarios; por este motivo defendemos un euro fuerte en los mercados mundiales y una voz única en el FMI, además de un Ministro europeo de Asuntos Exteriores que permita a la Unión Europea tener cierto peso a escala mundial.
Pervenche Berès, en nombre del Grupo del PSE. – (FR) Señor Presidente, señor Comisario, celebro la ocasión que nos brinda este debate en el Pleno para repasar juntos el funcionamiento de la zona del euro en un momento en que, como usted ha dicho, las perspectivas mejoran en algunos aspectos, pero en el que todo el mundo está de acuerdo en que el potencial de crecimiento no se utiliza plenamente y que nuestras economías padecen la desventaja de un tipo de cambio que dificulta las exportaciones de la zona del euro y lleva a algunas de nuestras empresas a contemplar su deslocalización para fabricar sus productos en la zona del dólar.
Este informe nos brinda la ocasión de mirar atrás en un momento en que el Pacto de Estabilidad ha sido revisado y todo el mundo comprende que los compromisos contraídos por los Estados miembros de la zona del euro quizás requieran diferenciarse mejor de los compromisos contraídos fuera de la zona. Desde este punto de vista, el informe es útil y creo que debemos felicitar a nuestro colega, el señor García-Margallo, por el espíritu con que lo ha abordado.
Necesitamos ir más allá de la reforma del Pacto de Estabilidad y coordinar mejor los calendarios y los datos, y comprobar que, en el fondo, la Comisión y el Banco Central no solo evalúan los resultados de los Estados miembros de la zona del euro en función de sus déficit, sino también a la luz de sus puntos fuertes y débiles en un contexto más amplio. Lo ha indicado usted en su exposición, señor Comisario, y le doy las gracias por ello. Por otra parte, le pido que siga en esa línea.
También habrá que articular más el análisis macroeconómico con la evolución de los mercados financieros. Por otra parte, el modo en que las agencias de calificación se interesaron por la cuestión italiana y evaluaron la deuda de este país debe incitarnos a una mayor vigilancia, pues sería un riesgo muy grave desde el punto de vista del liderazgo de la zona del euro que las agencias de calificación asumieran un papel de primer rango en la evaluación de las deudas de los Estados miembros.
Una última palabra, señor Comisario, para respaldar lo que han dicho otros oradores sobre los tipos de cambio: necesitamos más política económica y liderazgo económico en este terreno.
Danutė Budreikaitė, en nombre del Grupo ALDE. – (LT) Señor Presidente, Señorías, la Unión Económica y Monetaria, con una moneda común, es el máximo nivel de integración económica que la Unión Europea ha alcanzado hasta la fecha. La zona del euro ya lleva funcionando seis años y su primera ampliación reveló que los criterios de Maastricht establecidos hace más de una década ya no se corresponden con la realidad de la Unión Europea ampliada y el desarrollo de la economía mundial Los países de la zona del euro son incapaces de cumplir los indicadores importantes del funcionamiento de la zona del euro, especialmente el requisito de la estabilidad de precios.
La Comisión Europea (de acuerdo con el Tratado CE) y el Banco Central Europeo aplican diferentes criterios de estabilidad de precios en la zona del euro. Según el Banco Central Europeo, la estabilidad de precios garantiza una inflación más baja, que sigue girando alrededor del 2 %. Conforme a la Comisión Europea, la estabilidad de precios de la zona del euro no solo se basa en la tasa de inflación de los países de la zona del euro y, por tanto, es imposible eliminar factores inflacionarios no característicos.
Insto a la Comisión y al Banco Central Europeo a que colaboren en la mejora del concepto de estabilidad de precios de la zona del euro y de los métodos para alcanzarla a fin de evitar malentendidos en el proceso de ampliación de la zona del euro y la aplicación de indicadores en la propia zona del euro. Pido a los Estados miembros de la zona del euro a aplicar debidamente los criterios de pertenencia a la misma, que ellos mismos aprobaron en pro de la integración económica. Además, quiero hacer hincapié en que hacen falta reformas estructurales para que la Unión Europea y la zona del euro puedan competir con éxito en la economía mundial y especialmente para progresar en la realización de un mercado interior que goce de la libre circulación de servicios, que ha contribuido a la competitividad de la Unión Europea.
Jens Holm, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (SV) Señor Presidente, Comisión, estimados colegas, Señorías, quiero empezar agradeciendo al señor García-Margallo y Marfil este informe sobre la situación de la zona del euro. El ponente observa que los pronósticos para la zona del euro son los mejores que ha habido en mucho tiempo. Esto depende, por supuesto, de la política económica que se pretende aplicar. La política aplicada hasta la fecha no ha sido precisamente un éxito. Grandes zonas de Europa sufren crisis sociales y económicas. De acuerdo con las últimas estadísticas, siete millones de personas viven en la pobreza en la mayor economía de Europa, Alemania. Una de las causas es, concretamente, la Unión Económica y Monetaria. La UEM está presidida por el banco central más conservador del mundo en materia de inflación, y su Pacto de Estabilidad frustra su política económica. Tal y como ha observado hace poco en un informe la Confederación Europea de Sindicatos (CES), ya no necesitamos esa política inflexible. En su lugar, los pueblos de Europa necesitan una política financiera activa y una reorganización de la UEM.
Como saben, mi país, Suecia, no es miembro de la UEM. En 2003, una mayoría clara votó en contra de participar en ella. Por ello me ha extrañado leer en el informe que a partir de 2007 la zona del euro abarcará 13 Estados miembros, pero que, y cito, «en la coordinación de la política macroeconómica y el mercado interior participarán los 27 Estados miembros». ¿Qué significa esto? ¿Significa que Suecia, que ha votado en contra de la UEM, participará en ella tarde o temprano? Me gustaría tener una respuesta de la Comisión y también del ponente, si se le da la palabra al final del debate.
Zbigniew Krzysztof Kuźmiuk, en nombre del Grupo UEN. – (PL) Señor Presidente, en nuestro debate del informe anual de 2006 sobre la situación de la zona del euro existen dos cuestiones que quiero sacar a colación. La primera es la tasa de crecimiento económico mucho más baja y la tasa de desempleo más elevada en los países de la Unión Europea, en particular en la zona del euro, que en los Estados Unidos y en los mercados emergentes, como China y la India. El crecimiento económico de la zona del euro en 2005-2007 apenas alcanzará la mitad del de los Estados Unidos, mientras que el desempleo casi lo duplicará.
La segunda cuestión es el índice de crecimiento económico más alto y los índices de desempleo inferiores en tres de los quince países que no se unieron a la zona del euro en comparación con los países de dicha zona. No me extraña que esos países no se apresuren a participar en la moneda única. Los nuevos Estados miembros tienen ahora mayores reservas ante el ingreso en la zona del euro, aunque siguen esforzándose por satisfacer los criterios de convergencia de Maastricht.
Dariusz Maciej Grabowski, en nombre del Grupo IND/DEM. – (PL) Señor Presidente, el crecimiento de la zona del euro ha sido el más bajo de todo el mundo durante muchos años, como ha ocurrido también en 2006. Pero en lugar de buscar las causas en casa, en la política monetaria del Banco Central Europeo, se ha intentado imponer la llamada armonización de políticas presupuestaria y fiscales en los Estados miembros.
Es un intento de perjudicar la iniciativa de los Estados miembros, una especie de imposición del más fuerte sobre el más débil. Si con la creación de una moneda común se trataba en primer lugar de simplificar el sistema y de este modo reducir costes, en segundo lugar de atraer la inversión extranjera y, en tercer lugar, hacer uso del privilegio de emitir moneda y crear una nueva moneda mundial, entonces en los dos últimos casos no se ha logrado el efecto deseado.
La inversión extranjera sigue fluyendo principalmente a los Estados Unidos y Asia. La demanda del euro como moneda mundial es relativamente débil. Se ha conseguido el efecto contrario: El mantenimiento de tipos de interés altos y el refuerzo artificial del euro ha socavado la competitividad de los fabricantes europeos y ha reducido los ingresos por exportación. La moneda común y la política del BCE parece que sirven a los intereses del capital financiero a expensas de los empresarios, los consumidores y los presupuestos nacionales de los Estados miembros.
La moneda única ha tenido un impacto indirecto en las exportaciones de los nuevos Estados miembros, frenando su desarrollo y conteniéndolas. Por tanto, creemos que se precisa una revisión radical de la doctrina monetaria de la Unión Europea para favorecer la restitución de la autoridad en materia monetaria y tipos de interés a las autoridades monetarias de los Estados miembros.
Hans-Peter Martin (NI). – (DE) Señor Presidente, de hecho todos podemos sentirnos orgullosos del euro. Mucho de lo que se previó antes de su introducción no ha llegado a pasar, pero hay tres cosas en las que hay que hacer hincapié constantemente. Una es que los ingresos fiscales que ahora están entrando deben utilizarse en realidad para reducir los déficit, como pedimos en el apartado 5 del informe. Otra es la petición urgente de que se apliquen con rigor los criterios de Maastricht. Relajarlos otra vez, como ha sucedido en el pasado, seguramente no nos llevará a ninguna parte. En tercer lugar está la transparencia. El BCE va muy a la zaga de la práctica mundial en este terreno. La incapacidad permanente para presentar algo parecido a unas actas de las votaciones o de cualquier acta en general resulta incomprensible y esta situación ha de mejorar urgentemente.
Gunnar Hökmark (PPE-DE). – (EN) Señor Presidente, en primer lugar quiero dar las gracias al ponente por su informe. Subraya la necesidad de la cooperación para fortalecer la economía europea. Es de justicia decir que el euro ha proporcionado a Europa una estabilidad nunca vista.
Al escuchar anteriormente a mi colega sueco, me ha parecido como si fuera un problema para la economía europea que los tipos de interés sean bajos. Sin embargo, la verdad es que contamos con tipos de interés más bajos que nunca. ¿Acaso piensa alguien que la economía europea estaría en mejor situación si tuviéramos los tipos de interés de las décadas de 1970 o 1980, o si sufriéramos los déficit presupuestarios de aquellos años, en los que Europa veía cómo se degradaba su economía? Dejemos de soñar y atendamos a la realidad. Hoy contamos con una moneda común que busca y favorece la competencia, el comercio y la inversión y se centra en la necesidad de reformas estructurales, así como en la necesidad de disciplina fiscal. Eso es bueno. Eso nos brinda oportunidades, ya que el problema de la economía europea no son los tipos de interés, es la ausencia de desregulación, es la falta de más comercio y de más mercado interior. Podemos constatar que somos más eficientes y tenemos más éxito desde que procedimos a abrir los mercados.
Creo que el euro nunca será más fuerte que la economía europea y la disciplina de los países que participan en el euro. Esto también realza la necesidad de que el Banco Central Europeo sea independiente, tal como se subraya en el informe. Eso es muy importante, ya que de lo contrario perderemos credibilidad.
Desde un punto de vista sueco, pronto tendremos el euro en una serie de nuevos países alrededor del Mar Báltico. Espero que celebremos un debate en mi país que nos permita unirnos a ellos y a otros países del euro en los próximos años.
Udo Bullmann (PSE). – (DE) Señor Presidente, me complace que la Comisión haya elaborado este informe y que se haya comprometido a observar la evolución de la zona del euro, pero me complace igualmente decir que la presencia hoy del señor Juncker significa que la persona responsable de hablar en nombre de los miembros de la zona del euro participará en nuestro debate.
Entonces, ¿cuál es la situación? Por primera vez nos hemos acercado al objetivo de crecimiento que nos fijamos en Lisboa; el crecimiento en la zona del euro se encuentra ahora en el 2,8 %, que es casi el 3 % que tomamos como cifra base en Lisboa.
En esta situación ¿cuál es el desafío que ha de afrontar la zona del euro? ¿Qué elemento esencial está en juego? ¿Nos complacerá que no sea más que una pequeña ráfaga de aire, nada más que un repunte en el ciclo que mañana habrá desaparecido, o queremos establecer alguna estructura para garantizar que podamos respirar hondo y tener la oportunidad de generar un ascenso a largo plazo que dure y que –ya que no son solo los datos los que hacen la economía, sino las personas– impulse la confianza popular?
Por este motivo creo que tenemos que esforzarnos por hacer lo que se necesita, en concreto, inversiones inteligentes en la zona del euro. Sí, consolidar presupuestos es bueno, pero no podemos limitarnos a salmodiar esto como un mantra, cuando lo que necesitamos es aprovechar el ascenso actual para embarcarnos en una política de modernización inteligente que nos brinde la oportunidad de reducir seriamente el desempleo, lo cual también consta en el informe.
Por último, quiero dar las gracias a nuestro coponente y al ponente alternativo, el señor Rosati, que ha participado a nuestros debates en nombre del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo, y no quiero pasar por alto al señor García-Margallo y Marfil, a quien se agradece su contribución esencial –y no es la primera– al debate macroeconómico en esta Cámara.
Jeffrey Titford (IND/DEM). – (EN) Señor Presidente, los sucesos parecen haber sobrepasado a este informe. A pesar de los comentarios del Comisario Almunia, sus optimistas proyecciones en cuanto al crecimiento en la zona del euro contrastan radicalmente con los datos económicos publicados a finales de la pasada semana, que cifraban en cero el crecimiento de la economía francesa. Existen asimismo signos de un crecimiento balbuciente en toda la zona del euro, que no se verá favorecido por los austeros regímenes fiscales que se van a implantar en Alemania e Italia el año próximo para cumplir los requisitos de estabilidad de la zona del euro.
Lo que este informe no nos dice es que el Gobierno de Italia se halla al borde del colapso debido a la decisión del señor Prodi de imponer incrementos fiscales y recortes presupuestarios exigidos por el Comisario europeo de Asuntos Económicos para alinear a Italia con el Tratado de Maastricht. Tampoco menciona los disturbios en Hungría a raíz de las revelaciones del Primer Ministro húngaro acerca de que había mentido de manera contumaz sobre las subidas de impuestos y el gasto público que, en secreto, había prometido a ese mismo Comisario.
Forzar a muchos de nuestros nuevos Estados miembros de la UE a atenerse a las políticas deflacionistas diseñadas para las economías más desarrolladas de la zona del euro equivale a generar una demanda débil, un crecimiento raquítico y un paro masivo. Este informe omite igualmente mencionar que el Tratado de Maastricht ha convertido a los europeos orientales en ciudadanos de segunda clase: no tienen ninguna posibilidad de entrar en la zona del euro en un plazo previsible, al tiempo que tienen que gestionar sus economías con las exigencias que esta plantea. Antes o después, los ciudadanos de Europa van a incomodarse con un sistema que les mantiene permanentemente en el carril de los lentos de la economía, al tiempo que les niega toda participación democrática en las decisiones sobre su gestión.
Sergej Kozlík (NI). – (SK) Quiero celebrar y apoyar la propuesta de la oposición en el Parlamento Europeo en relación con la declaración de 2006 sobre el aniversario de la zona del euro. En particular, quiero subrayar la petición de un examen a fondo del mecanismo de los tres Estados miembros que han alcanzado los mejores resultados desde el punto de vista de la estabilidad de precios y los métodos para calcular las tasas de inflación de referencia.
La cuestión es que las tasas de inflación que varían de un Estado miembro a otro no reflejan los diferentes enfoques de la política macroeconómica, sino que son más bien resultado de factores estructurales. Creo que esta premisa se aplica especialmente a los nuevos Estados miembros de la Unión Europea. La cuota relativa de productos que consumen mucha energía y muchas materias primas en muchos de estos países es mayor que en la zona del euro. Una parte importante de esta producción se transporta después a la zona del euro directamente o formando parte de productos acabados, por ejemplo con respecto al metal laminado utilizado para fabricar carrocerías de automóviles.
Por estos motivos estructurales, los nuevos Estados miembros son más susceptibles de sufrir fluctuaciones del precio de la energía y las materias primas; del mismo modo sirven de amortiguador que absorbe el impacto de los cambios de precios en la zona del euro. Este problema afecta en particular a la República Eslovaca.
Por tanto, el enfoque actual de evaluar los criterios de inflación son inapropiados y a largo plazo puede reducir las oportunidades de que los nuevos Estados miembros consigan entrar en la zona del euro, incluso si cumplen todos los demás requisitos.
Zsolt László Becsey (PPE-DE). – (HU) Señor Presidente, en primer lugar felicito a la Comisión y al ponente por examinar este tema tan difícil. Me complacen en particular las observaciones relativas a la flexibilidad del mercado laboral y el enfoque de la educación orientado a los objetivos. Creo que nuestras conclusiones apuntan en la misma dirección. Procedo de uno de los países de Europa Oriental que espera entrar en la zona del euro y solo quiero hacer cuatro observaciones breves:
Primera: con respecto a la ampliación de la zona del euro, no debería aplicarse ningún otro criterio de admisión aparte del criterio político que se aplica a los que ya están dentro.
Segunda: es importante que los nuevos Estados miembros se unan lo antes posible y, por tanto, que no haya margen para la interpretación, sobre todo en materia de inflación, sostenibilidad y el nivel de referencia, que en la práctica aplazaría durante un largo período el acceso de los nuevos Estados miembros, que siguen sin alcanzar el promedio económico de la Unión Europea y, por tanto, todavía tienen que reducir distancias en salarios y precios. Sobre este asunto, el señor Kozlík ha dado una explicación excelente.
Tercera: Estoy de acuerdo en que las estadísticas de los Estados miembros han de supervisarse de cerca y que la Comisión debe responder con instrumentos políticos, o con algo más, como informar en una Cumbre europea si un Estado miembro es especialmente indisciplinado y va en la dirección equivocada. A largo plazo, hacer la vista gorda es inaceptable. La Comisión también tiene una responsabilidad política a este respecto.
Cuarta: profundizar en el mercado interior es esencial y es importante que todos cumplan los criterios. Los nuevos Estados miembros lo están haciendo. Sin embargo, existe una contradicción: por un lado, el mercado laboral, el espacio Schengen, sigue cerrado a los nuevos Estados miembros, y las Directivas sobre los servicios intensivos en mano de obra y sobre el desplazamiento de trabajadores son muy restrictivas. Sin embargo, por otro lado estamos obligados a abrir el mercado de los servicios financieros a todos. Este desequilibrio no facilita en absoluto la integración de los Estados miembros desde la perspectiva de la profundización del mercado interior.
Benoît Hamon (PSE). – (FR) Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, este informe contiene varias recomendaciones interesantes y bienvenidas, por las que quisiera dar las gracias al ponente.
Así, en vez de reclamar tan solo una reducción del gasto público, el informe recomienda liberar recursos para realizar inversiones públicas que se suponen necesarias en la enseñanza, la formación, la infraestructura y la investigación.
Del mismo modo, en vez de recomendar la moderación salarial, el Parlamento Europeo admite –este es de hecho el término utilizado– que a largo plazo los salarios reales y la productividad deberían aumentar al mismo ritmo. Agradezco al ponente sus esfuerzos de moderación y conciliación.
Pero el tema de este debate es la situación económica de la zona del euro. Ahora bien, considero que a pesar de la reciente y hasta inesperada mejora de los indicadores de crecimiento, la situación económica sigue siendo frágil e insatisfactoria. Después de todo, la política macroeconómica de la Comisión afecta a la vida cotidiana de millones de ciudadanos europeos, cuyo poder adquisitivo, no lo olviden, está amenazado por el estancamiento de los salarios y el aumento del coste de la vida y cuyas condiciones de trabajo siguen degradándose, mientras que la protección social también se debilita.
La respuesta concreta aportada por la Comisión y el Banco Central es siempre la misma: combatir la inflación a base de austeridad presupuestaria y recortes salariales, por una parte, y aumentar la competencia en los mercados de servicios, capitales, productos y de trabajo, por otra.
Quizás haya llegado el momento de hacer inventario de los resultados de esta política y preguntarse si el desmantelamiento de los servicios públicos, la desregulación del mercado de trabajo y la disminución del gasto público son de verdad motores duraderos del crecimiento en la zona del euro y en la Unión Europea. Por desgracia, en el orden del día no figura ninguna pausa de reflexión. Dentro de dos días tendremos que pronunciarnos sobre una Directiva de «servicios» sin duda mejorada, pero que sigue siendo fiel al modelo desregulador de Fritz Bolkestein.
Dentro de unos meses tendremos en el orden del día una directiva que propone el fin del servicio público de correos. En cuanto a la energía, a pesar de la inestabilidad crónica de las zonas productoras de petróleo, a pesar del chantaje con el gas ejercido por un país vecino, a pesar del calentamiento global y a pesar de los cortes de luz generalizados en media Europa, tanto da, la respuesta sigue siendo la misma: concluir el mercado interior liberalizado y desregulado de la energía en Europa. El informe económico de la zona del euro es quizás un poco mejor este año; su resultado social y político sigue siendo, en mi opinión, tan malo como siempre.
Georgios Karatzaferis (IND/DEM). – (EL) Señor Presidente, he estado escuchando a los oradores todo este tiempo, especialmente al Comisario competente, el señor Almunia, defendiendo la canonización del euro. Pero, ¿se trata realmente de eso? ¿Es posible que lo que vamos a canonizar en esta Cámara es el espantajo de los ciudadanos de la Europa que representamos?
El valor del euro aumenta y todos estamos encantados. No obstante, al mismo tiempo, el número de ciudadanos que viven por debajo del umbral de pobreza también aumenta. De los 500 millones de habitantes de Europa de 27, 100 millones viven por debajo del umbral de pobreza. En otras palabras, son personas que solo pueden permitirse comer carne dos veces al mes, que no pueden comprar ropa para sus hijos y no pueden cambiar de coche hasta que han pasado 15 años. ¿Qué significa el euro para estas personas?
Quiero recordarles que empezó con un imperium. No queremos billetes de un euro y de dos euros y, sin embargo, el 75 % de las transacciones diarias son inferiores a 5 euros. Nos complace que el euro esté al alza actualmente. Ha subido de 87 céntimos de dólar a 130. ¿Qué significa esto? Ningún país que no tenga productos patentados puede vender a los Estados Unidos de América o a otros países. Por supuesto, Alemania puede vender Mercedes porque es un Mercedes, pero ¿cómo va a vender mi país, que no tiene productos patentados, a los Estados Unidos, el gran mercado, cuando estos pueden encontrar el mismo producto en un país vecino de fuera de la UEM a un tercio del precio? ¿Cómo, señor Almunia, van a venir turistas a Grecia o cómo a ir turistas estadounidenses a España si es imposible controlar el valor del euro?
¿No podemos revisar todo esto? ¿No podemos discutirlo? Es un problema enorme y tienen ustedes una gran responsabilidad en la Comisión, sobre todo usted personalmente, señor Almunia.
Andreas Mölzer (NI). – (DE) Señor Presidente, Señorías, mientras los que vivimos en la zona del euro tenemos que procurar, por supuesto, dejar a nuestros hijos la menor deuda posible, bajo ningún concepto debemos prescindir de los niveles sociales en nuestra aspiración a una economía más vigorosa. Siempre que nos invitan a comparar nuestra tasa de crecimiento con la de los Estados Unidos, no hay que dejar fuera de la ecuación la falta de casi cualquier tipo de protección social en los Estados Unidos.
No creo que vayamos a alcanzarles jubilando a una masa de trabajadores del sector público y privatizando sus puestos de trabajo, o mediante el pago de un euro la hora de trabajo combinado con la imposición de lo que parece ser el empleo por cuenta propia a un número cada vez mayor de trabajadores. En el pasado hemos sido testigos de la venta de cada vez más plata familiar para poder entrar en el club del euro, y esto debe terminar; en su lugar tenemos que esforzarnos por controlar el crecimiento explosivo del trabajo sumergido, reducir los obstáculos burocráticos que afrontan las pequeñas y medianas empresas y facilitar el acceso de las mismas a las subvenciones. Solo entonces la zona del euro tendrá un futuro caracterizado por el crecimiento.
Dariusz Rosati (PSE). – (PL) Señor Presidente, señor Comisario, me satisface mucho anunciar mi apoyo a la presentación de la Comisión Europea del primer informe anual sobre la situación de la zona del euro.
El informe sienta una buena base para debatir los principales desafíos que afronta ahora la zona del euro en los próximos años. Hay mucho por discutir. El índice de crecimiento medio de la zona del euro en el período 2001-2005 fue de un mero 1,9 %. El desempleo ascendió a 13 millones y la situación con las finanzas públicas empeoró, en lugar de mejorar.
El año pasado mejoró un poco la situación, tal y como ha tenido usted la amabilidad de confirmar, pero esto no cambia el hecho de que Europa va a la zaga no solo de los Estados Unidos y Japón, sino también de los países del auge asiático. En la raíz del estancamiento europeo hay problemas estructurales sin resolver. El alto coste de la creación y gestión de una empresa, los elevados gastos indirectos del coste de la mano de obra, la reticencia a innovar y el mantenimiento de barreras perjudiciales de acceso al mercado laboral y al mercado de servicios reducirán la competitividad de las empresas europeas, frenando el crecimiento y aumentando la presión sobre las finanzas públicas. Nos impide aprovechar plenamente las oportunidades que ofrece una moneda común y una política monetaria uniforme.
Por tanto, pido a la Comisión Europa que presione a los Estados miembros para acelerar la aplicación de las reformas necesarias. Esta necesidad se ha demostrado en numerosos informes y estudios, incluido el informe Shapiro y el informe de alto nivel preparado bajo la presidencia de Wim Kok.
Es preciso mejorar la política macroeconómica de la zona del euro. Lo que sobre todo falta es una coordinación adecuada de la política fiscal entre los Estados miembros. Al mismo tiempo, la moneda común exige una disciplina fiscal que deben observar todos los Estados miembros. Esto permitirá equilibrar la política macroeconómica y restablecer una panoplia apropiada de políticas.
La política monetaria debe basarse en reglas claras y transparentes y tener amplitud de miras. El exceso de secretismo en la toma de decisiones, la falta de reglamentos claros acerca del papel que desempeñan los «dos pilares» de la política monetaria, en particular la oferta monetaria M3, que crea grandes dudas con respecto a las reglas para designar a los miembros del consejo del Banco Central Europeo, todo esto limita la eficacia y la transparencia de la política monetaria común y puede minar la posición de la moneda común.
Un elemento sustancial para fortalecer la zona del euro es ampliarla y aceptar a nuevos miembros. En este proceso debemos observar la norma que deben cumplir los candidatos en virtud del Tratado, de todo el Tratado y de nada más que el Tratado. Esto significa que deben cumplir los criterios establecidos en el Tratado, pero también que no se les puede imponer requisitos adicionales. Estoy convencido de que el acceso de nuevos miembros a la zona del euro, cuyos niveles de déficit y deuda pública a menudo son inferiores a los de otros Estados miembros, contribuirán a fortalecer la zona del euro.
Para concluir, quiero dar las gracias al señor Juncker, presidente del Eurogrupo, por participar en nuestro debate, que espero le inspire y le ayude a gestionar aún mejor el Eurogrupo. Asimismo, quiero agradecer al señor García-Margallo y Marfil este excelente informe y mostrarle mi pleno acuerdo con la mayoría de las propuestas que recoge.
Joaquín Almunia, miembro de la Comisión. (ES) Señor Presidente, muchas gracias a todos los señores y las señoras diputados por sus intervenciones. Creo que el debate demuestra que es útil tener todos los años un informe como este, sobre el funcionamiento de la zona euro y sus resultados, que es la primera vez que se ha aprobado por la Comisión y se está debatiendo en el Parlamento.
Como conclusión del debate de hoy, se puede avanzar una constatación optimista: la zona euro crece de nuevo, contrariamente a las afirmaciones de quienes decían que la zona euro era una zona de crecimiento muy bajo. La zona euro está creciendo este año un 2,6 %, quizás, incluso, algo más al final del ejercicio. La zona euro crea empleo y disminuye el paro. Según nuestras previsiones, entre este año y el 2008, en la zona euro se van a crear cinco millones de puestos de trabajo. Se dice pocas veces, pero es verdad, que desde el principio de esta década, a pesar del bajo crecimiento, en la zona euro y en el conjunto de la Unión Europea, por supuesto, se han creado bastantes más empleos que en los Estados Unidos, que siempre se sitúan como el punto de referencia que hay que imitar en las políticas y en las estrategias para la creación de empleo.
Por lo tanto, creo que, analizando el funcionamiento de la zona y analizando los resultados que obtenemos gracias a la integración monetaria, hay elementos que pueden justificar una apreciación moderadamente optimista. Pero también es verdad que hay elementos que deben seguir atrayendo nuestra atención, porque queda mucho por hacer.
Queda mucho por hacer, como han dicho muchos de ustedes, para aumentar el crecimiento potencial, para seguir reduciendo el paro, para permitir que un mayor crecimiento y un mayor nivel de empleo incrementen el bienestar de nuestros ciudadanos, reduzcan desigualdades, ofrezcan bases más sólidas para nuestros sistemas de protección social, para nuestro sistema de servicios y de prestaciones sociales. Eso exige, por un lado, como han dicho muchos de ustedes, seguir cumpliendo, cumplir mejor con los criterios de estabilidad, de disciplina presupuestaria establecidos en el Tratado e instrumentados a través de la aplicación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que se está aplicando de forma razonablemente positiva y consensuada. Y también exige seguir adelante con las reformas y la profundización de la Estrategia de Lisboa y completar el proyecto del mercado interior. Porque ese proyecto de eliminar barreras y facilitar las cuatro libertades ha demostrado ser una base sólida para afrontar el futuro en mejores condiciones.
Exige también, de acuerdo con el análisis y de acuerdo con muchas de sus conclusiones, una mejor gobernanza en la zona euro. Creo que la eficacia del funcionamiento del Eurogrupo, desde que está dotado de una presidencia estable, a la cabeza de la cual está el señor Juncker, que hoy nos acompaña, ha mejorado. Nos permite avanzar mejor en el análisis, en el entendimiento común, en la coordinación de decisiones que afectan a los Estados miembros, pero que no pueden serles impuestas desde arriba, que tienen que ser adoptadas por consenso, con su pleno convencimiento, en el marco de sus competencias. También hay que reforzar el diálogo.
Y por si le queda alguna duda a alguna de sus Señorías, en opinión de la Comisión y en mi opinión, como Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, hay que profundizar en el diálogo bilateral entre la Comisión y el Parlamento sobre estas materias. Creo que hay que avanzar en un diálogo tripartito entre la Presidencia del Eurogrupo, la Comisión y el Parlamento, sobre estos asuntos: sobre el funcionamiento del Eurogrupo, sobre los temas que atraen nuestra atención y, si ustedes están de acuerdo, creo también que hay que avanzar en un diálogo que incluya —por qué no—, respetando plenamente su independencia, al Banco Central Europeo que desarrolla con ustedes un diálogo monetario, pero que también desarrolla con nosotros un diálogo mensual. Creo que el Parlamento puede y debe formar parte, cada cierto tiempo, de ese intercambio de puntos de vista entre todas las instituciones, cuyo objetivo común es el buen funcionamiento de la zona euro y que el euro, nuestra moneda común, produzca los mejores resultados posibles para todos nuestros ciudadanos europeos.
Juncker, Presidente del Eurogroupo. (FR) Señor Presidente, en primer lugar quisiera pedir disculpas por el retraso. El eje Luxemburgo-Estrasburgo está tremendamente sobrecargado a la entrada de Estrasburgo y los atascos me han impedido llegar a la hora. Procurando no perturbar la paz y tranquilidad de los ciudadanos de Estrasburgo, no he querido venir con todo el aparato, he respetado escrupulosamente el código de circulación y soy la primera víctima de ello, pues he llegado a este debate con retraso. No obstante, quisiera decirles que este debate es importante para mí, puesto que las reflexiones del Parlamento no solo son importantes en sí mismas, sino que alimentan los debates del Eurogrupo que presido, con la ayuda, la inspiración, el empuje y el arrastre del Comisario responsable de Asuntos Monetarios, mi amigo el señor Almunia.
Quisiera decir en primer lugar, señor Presidente, que el crecimiento me parece fuerte: se amplía y no se ve amenazado, a pesar de los intentos de amortiguarlo, particularmente por parte de Francia. La tasa de empleo aumenta y el desempleo disminuye, aunque no ha alcanzado niveles aceptables. En cuanto al crecimiento, si lo ponemos en perspectiva, probablemente será más fuerte de lo que pensamos en la actualidad y, de todos modos, será más fuerte de lo que pensábamos hace seis meses.
En 2007 habrá que ver en qué medida la desaceleración coyuntural en los Estados Unidos influye en los resultados económicos de la zona del euro. En el Eurogrupo pensamos que la repercusión de la desaceleración estadounidense sobre las economías de la zona del euro será menos acusada que en 2000-2001. Observamos que la desaceleración coyuntural estadounidense afecta sobre todo al sector de la construcción y que no se extenderá por contagio a otros sectores de la economía de ese país. Por tanto, la repercusión sobre el crecimiento en la zona del euro será menos acusada que antes, aun cuando los resultados por países presentarán diferencias importantes.
¿Por qué hemos llegado hoy a un nivel de crecimiento que nos parece más adecuado que hace algunos años? En primer lugar, porque el euro, durante los años que han transcurrido, nos ha protegido masivamente. Nunca se dice lo bastante cuando se hace el balance de la introducción del euro: ¡el euro nos ha protegido, nos protege y seguirá protegiéndonos! ¡Imaginen el estado de la economía europea y el estado de los sistemas monetarios europeos, si el euro no hubiera existido durante las crisis! Durante el período en que estaba en preparación, asistimos a las crisis financieras latinoamericana, rusa y del sudeste asiático. ¡Imaginen hasta qué punto se habría descontrolado el sistema que teníamos antes del establecimiento del sistema europeo, en el momento de la guerra de Iraq, en el momento del 11 de septiembre de 2001! ¡Imaginen cuál sería el comportamiento de las monedas europeas, si siguieran existiendo, cuando los teatros geoestratégicos son una fuente constante de preocupación! ¡Imaginen cuál sería el comportamiento de algunas monedas nacionales tras el «no» francés y el «no» neerlandés! El euro nos ha protegido, ha protegido incluso a los países que demostraron cierta reticencia hacia Europa cuando encararon la aprobación del Tratado Constitucional.
La situación presupuestaria ha mejorado, cuando, con toda lucidez y con el acuerdo e incluso a menudo el apoyo activo del Parlamento, modificamos y reformamos el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Algunos se creían autorizados a expresar su viva preocupación por la adopción del Pacto reformado. Hoy comprobamos que los mecanismos del Pacto reformado resisten bien y que todos los Gobiernos se esfuerzan por aplicar sus principales normas y sus principios rectores. Los déficit presupuestarios descienden y surge un consenso general con vistas a que todos los Estados miembros se tomen en serio el aspecto preventivo del Pacto de Estabilidad y Crecimiento: todos han decidido asignar de forma prioritaria los excedentes fiscales derivados de la reactivación coyuntural a la reducción del déficit y a la reducción del nivel de deuda pública. Celebro esta decisión.
En el Eurogrupo estamos ahondando nuestra reflexión sobre la intensificación de la vigilancia presupuestaria y lo hacemos junto con la Comisión, cuya forma amistosa de ayudar a la presidencia del Eurogrupo resulta muy eficaz. En nuestra próxima reunión, que tendrá lugar hacia finales del mes de noviembre, por tanto después de mi paso, señora Berès, por la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios que con tanto talento preside, veremos cómo reforzar la vigilancia presupuestaria. De ahora en adelante, lo haremos sobre la base de un informe horizontal de la Comisión, que no dejará de insistir en los verdaderos problemas políticos que se plantean, incluidos los político-económicos, y no dejará de formular –de una forma que está por decidir– recomendaciones específicas a los distintos Estados miembros, incluso a la zona en su conjunto.
Por lo que respecta al conjunto de la zona monetaria, quisiera que este año nos tomásemos en serio una petición ya antigua de la Comisión, a saber, la de consagrar un capítulo específico de las conclusiones del Consejo Europeo –cuando examine los progresos de la Estrategia de Lisboa– a la zona del euro, capítulo que incluirá las reformas estructurales que deben llevarse a cabo en los distintos países miembros de la zona del euro.
Sobre este problema de las reformas estructurales, diré simplemente, señor Presidente, que se subestima lo que han aportado ya esas reformas estructurales a la coherencia de la zona del euro. No estoy de acuerdo con todas –o en general con algunas de ellas– las reformas estructurales que se han realizado en todos los Estados miembros, pero el hecho es que, contrariamente a la idea, a la imagen, que transmitimos muy a menudo de la zona del euro, se ha puesto en marcha un gran número de reformas estructurales y hoy recogemos ya los frutos de esa reforma estructural de envergadura que hemos puesto en práctica en la zona del euro.
Si miran detenidamente los programas de reformas nacionales que han introducido los distintos Estados miembros, verán que las respuestas estructurales son muchas, que por norma general son coherentes entre sí y que este tren de reformas debe proseguir, sin caer por ello en un neoliberalismo indeseable ni en una desregulación frenética sin límites ni miramientos, a la cual me opongo porque sigo creyendo que el euro y la zona del euro y la coherencia de las políticas que aplicaremos ganarían en credibilidad si completásemos nuestra acción en materia de reformas estructurales con el establecimiento de un conjunto de derechos sociales mínimos. Esto garantizaría a todos los trabajadores, en toda la zona del euro, cierto número de derechos mínimos que los Estados miembros no pudieran revisar a la baja al intentar reforzar su combatividad nacional.
Los trabajadores de Europa tienen derecho a saber a qué atenerse. Debemos dejar de dar la impresión de que la Unión monetaria es una empresa de los Ministros de Hacienda, los banqueros, el gran capital y las grandes industrias que, de hecho, se ejercería en contra de los derechos más elementales de los trabajadores, que después de todo constituyen la mayoría de la población en Europa.
Unas palabras, señor Presidente, sobre la ampliación de la zona del euro. No estoy de acuerdo con quienes inducen a pensar que, en la zona del euro, somos ahora más estrictos que antes con los nuevos Estados miembros, deseosos de adherirse a la zona. Los criterios que aplicamos son los del Tratado de Maastricht. No ha habido reivindicaciones en el sentido de modificar los criterios que definimos cuando se firmó el Tratado el 7 de febrero de 1992 en Maastricht. No se trata de abandonar la política de convergencia nominal para sustituirla por un criterio que omita la aplicación de determinados criterios, que han tenido que cumplir los primeros miembros de la zona del euro. En cuanto a los que atacan los criterios de convergencia nominal en un plano distinto del teórico, les advierto del riesgo real de que los criterios de convergencia nominal sean sustituidos por criterios de convergencia real. La aplicación de criterios de convergencia real alejaría, y mucho, a los nuevos Estados miembros de la adhesión a la zona del euro. Por consiguiente, me parece sabio atenernos a los criterios que tenemos actualmente, y esta política reforzará la credibilidad de la zona del euro.
La representación exterior de la zona del euro merecería, de hecho, una larga explicación, pero una explicación breve puede ser suficiente. La zona del euro debe estar representada por un hombre, una voz y un puesto en todas las instancias internacionales, en particular en las organizaciones financieras internacionales. Estoy convencido de que no habremos llegado a eso cuando mi mandato expire el 1 de enero de 2009. No obstante, tengo la convicción de que llegará un día en que los europeos, incluso los más reticentes, se darán cuenta de que no dejamos de ridiculizarnos al aspirar a codirigir los asuntos monetarios del mundo si seguimos presentándonos de forma dispersa en los foros internacionales. Estas son, señor Presidente, algunas observaciones que me he sentido autorizado a hacer, excusándome por no haber podido, como es mi costumbre, responder a todos los que han intervenido; he tenido que responder de forma sucinta porque no estaba presente cuando –con la seriedad que caracteriza a esta Cámara– intervinieron los oradores.
El Presidente. El debate queda cerrado.
La votación tendrá lugar el jueves a las 11.30 horas.
Declaración por escrito (artículo 142 del Reglamento)
Jean-Pierre Audy (PPE-DE). – (FR) Aunque el informe de mi excelente colega, el señor García-Margallo y Marfil, desarrolla elementos de análisis y propuestas muy interesantes sobre la zona del euro, lamento que no plantee de entrada la cuestión de la transformación del euro de una moneda técnica en una herramienta política al servicio del crecimiento y el empleo. La política monetaria practicada por el Banco Central Europeo (BCE) parece estar en contradicción con la realidad: normalmente, el tipo de cambio debería ser fuerte cuando el crecimiento económico es fuerte y depreciarse cuando el crecimiento es bajo. Ahora bien, en Europa, se produce lo contrario desde el decenio de 1990. Mientras los Estados miembros se reforman, la búsqueda de la inflación cero a través de una política monetaria inadecuada conduce a Europa a obtener unos resultados mediocres en términos de crecimiento económico.
Si esto continúa, en una época en que el precio de las materias primas y la energía se dispara en todo el planeta, tendremos inflación cero y crecimiento cero, y los fabricantes acabarán por instalarse en la zona del dólar. Con todo lo que está ocurriendo, es como si el BCE despreciase la política económica, mientras que su homólogo estadounidense no piensa más que en ella.