El Presidente. Señorías, después de haber dado la bienvenida a nuestros colegas búlgaros y rumanos, permítanme unos minutos para valorar el trabajo que hemos realizado durante la primera mitad de esta legislatura.
Creo que existe un amplio consenso acerca de la creciente importancia y del mayor protagonismo del Parlamento Europeo. El Parlamento Europeo es hoy más conocido y mejor reconocido por el ejercicio de sus funciones. Hemos superado el reto de la ampliación y resuelto importantes problemas internos.
Lo debemos al trabajo de todos ustedes, del Secretario General, de la Administración del Parlamento. A todos quiero darles las gracias.
También quiero recordar las dudas que tuvimos, hace treinta meses, acerca de nuestra capacidad para trabajar con más diputados, con nueve idiomas más entonces -ahora son doce idiomas más- y con culturas parlamentarias aún más diversas.
Creo que hoy podemos constatar que hemos superado esas dificultades y que el Parlamento ampliado funciona. No ha habido división entre la vieja y la nueva Europa.
Los diputados de los nuevos Estados miembros se han integrado perfectamente en los distintos grupos políticos transnacionales, trabajando a escala y desde una perspectiva europea.
Hemos desempeñado un importante papel de amortiguación en las tensiones Este-Oeste, y ello nos ha permitido alcanzar acuerdos importantes, como es el paradigmático caso de la Directiva de servicios.
Los diputados de los diez nuevos Estados miembros han accedido a las más altas funciones políticas de nuestro Parlamento y hay un gran número de ponentes entre ellos.
Espero que esta integradora participación continúe en el futuro.
También recordarán que, al principio de la legislatura, les dije que el Estatuto de los diputados sería una prioridad. Lo dije ante un cierto escepticismo de los diputados con más experiencia, pero hoy disponemos de un Estatuto que garantizará, cuando se aplique, la igualdad de trato entre los diputados y la transparencia de sus gastos. Era una difícil cuestión que empañaba seriamente la imagen del Parlamento Europeo y creo que nos alegramos todos mucho de haberla resuelto.
Para poder funcionar con más diputados, hemos tenido que desarrollar importantes reformas internas. Más programación, más selectividad, más orientación política de los debates, más rapidez en la toma de posiciones frente a acontecimientos internacionales y frente a las decisiones y propuestas de la Comisión, más eficacia de nuestras delegaciones en terceros países, trabajo más dinámico de nuestras comisiones parlamentarias.
Cada cual ha puesto algo de su parte para encontrar y aplicar soluciones originales y eficaces. Gracias a todos, y especialmente a los presidentes de los grupos políticos, a los vicepresidentes y gestores que me han acompañado en la Mesa, a los presidentes de comisión, y también -permítanme que lo diga ahora- muy en particular al Secretario General, Sr. Priestley, quien pronto nos va a dejar.
(Grandes aplausos)
Créanme -lo digo con el conocimiento que me ha dado el cargo que he desempeñado- él, Julian, y sus colaboradores son los verdaderos artífices de ese milagro cotidiano que es el funcionamiento de esta compleja institución.
Para hacerla funcionar, también hemos tenido que desarrollar una importante política inmobiliaria, que no ha dejado de provocar polémicas. Hemos hecho grandes inversiones en obras en Bruselas y Luxemburgo que mi sucesor tendrá el placer de inaugurar próximamente.
Hemos adquirido edificios en las tres sedes de trabajo y en los veintisiete países donde tenemos oficinas de información. Somos una gran potencia inmobiliaria en toda Europa, y puedo decirles que esta política nos va a permitir ahorrar 100 millones de euros anuales, en comparación con lo que sería una política de alquiler, y eso nos va a permitir aplicar el Estatuto de los diputados sin tener que pedir recursos adicionales al contribuyente europeo.
Quiero agradecer en este terreno el trabajo del vicepresidente, Sr. Onesta, y del equipo de la Secretaría General.
(Grandes aplausos)
Recordarán también que, desde julio de 2004, se planteó la cuestión de nuestras relaciones con las otras Instituciones.
Hoy todo el mundo reconoce que esos tiempos turbulentos de la investidura de la Comisión fueron aquellos en los que el Parlamento Europeo alcanzó su madurez política.
¿Por qué? Simplemente porque utilizó sus competencias y ejerció su responsabilidad, rechazando unas propuestas que consideró inadecuadas.
Con ello el Parlamento Europeo demostró que las audiencias a los Comisarios no son un mero trámite, que el Parlamento no es un tigre de papel y que puede ejercer sus competencias de forma exigente y responsable a la vez, sin provocar ninguna crisis.
Creo sinceramente que el Parlamento, la propia Comisión y el proyecto europeo salieron reforzados de ese ejercicio de democracia parlamentaria que hoy podemos considerar como algo normal.
Después, nuestras relaciones con la Comisión han sido corteses, francas y cooperativas. Quiero agradecer, en la figura de la vicepresidencia aquí presente, esta relación.
Entre el Parlamento y la Comisión se impone la cooperación, porque los dos representamos el interés general europeo. Estamos llamados a cooperar porque los dos, de una manera u otra, representamos el interés general de Europa. Pero también somos la instancia de control de la Comisión, y eso a veces nos lleva a confrontarnos.
Y a veces, la Comisión no nos ha escuchado, y por eso hemos rechazado algunas de sus propuestas (servicios portuarios o transporte por ferrocarril). Pero eso debe animarnos a trabajar más en común sobre el Programa legislativo trabajo anual de la Comisión.
Con el Consejo nuestras relaciones también han mejorado, aunque en algunos momentos han sido difíciles.
Quiero referirme a las perspectivas financieras para lamentar de nuevo que los Estados miembros no se hayan aproximado a la posición ambiciosa y realista que elaboró el Parlamento Europeo a través de una comisión ad hoc que tuve el honor de presidir. Por primera vez el PE definió su posición antes de conocer la del Consejo
Parlamento y Consejo somos colegisladores. Y creo que podemos estar satisfechos de la parte que nos toca en esta tarea de colegislar. Nos hemos puesto frecuentemente de acuerdo, salvo en casos importantes, como la Directiva sobre la patentabilidad del «software», donde rechazamos la posición común del Consejo.
Pero también todo el mundo reconoce en Europa que este Parlamento ha desempeñado un papel clave, al menos en tres de los principales temas de esta mitad de legislatura.
Sobre la Directiva «Servicios», todo el mundo reconoce que el Parlamento ha sacado a la Unión Europea de la difícil situación creada en torno a una propuesta inicial que ha sido profundamente modificada. Podemos decir que el Parlamento ha ejercido, de facto, una capacidad de iniciativa legislativa que formalmente no tiene. Pero no ha sido una enmienda, ha sido un cambio radical y profundo de la propuesta inicial.
En REACH, hemos facilitado el compromiso final.
En materia de lucha contra el terrorismo, hemos alcanzado un acuerdo sobre la retención de datos, que, sin nuestra decidida participación junto con la Presidencia británica, difícilmente se hubiese conseguido.
Ahora hemos superado ya esos grandes temas legislativos, y debo advertir al Parlamento que existe el riesgo de una cierta «sequía legislativa», que existe el riesgo de que no tengamos propuestas sobre las que legislar.
Ciertamente, hay que legislar mejor -tanto los que proponen la legislación como quienes la enmiendan y aprueban, pero la better regulation no puede confundirse con la less regulation...
(Aplausos)
... ni hacerse en detrimento de los derechos -especialmente los derechos sociales y medioambientales- del acervo comunitario.
Y también, en este momento de despedida, debo manifestarles mi temor de que la actual deriva intergubernamental del funcionamiento de la Unión pueda conducir a un papel decreciente del Parlamento Europeo. Habrá que estar vigilantes para evitarlo.
El Parlamento no es sólo un colegislador. Aquí no hacemos sólo leyes. También tomamos iniciativas cuando las circunstancias lo exigen. Lo hacemos creando comisiones temporales o de investigación.
Hemos creado dos de ellas, muy importantes. Una sobre las supuestas actividades de la CIA, que ha servido para recordar cuán importante es salvaguardar los valores democráticos en que se basa nuestra Unión, y que hay que predicar con el ejemplo. No se puede exigir a los demás que hagan lo que nosotros no hacemos en casa.
En cuanto a la relativa a «Equitable Life», está claro que ahí hemos contribuido a determinar las responsabilidades de un desastre financiero que ha perjudicado seriamente a miles de ciudadanos europeos.
Señorías, también nos hemos preocupado intensamente de la inmigración ilegal, un problema que afecta al equilibrio socioeconómico de Europa, que está en el núcleo de los valores que defendemos y que produce dramas que nos afectan a todos.
Hemos enviado misiones a Ceuta, Melilla, Lampedusa, Canarias, París y Malta, y éstas han permitido mejorar el trato que reciben los inmigrantes ilegales y los demandantes de asilo y recordado a los Gobiernos sus responsabilidades al efecto. Ha sido una tarea muy importante sobre el terreno, que ha estado acompañada de una participación muy activa en la reflexión sobre el futuro de Europa.
Recordarán ustedes que el Parlamento aprobó por mayoría el Tratado constitucional, que -como su Presidente- defendí esta posición en los debates referendarios en varios países -no sólo en el mío-, que tras los "noes" francés y holandés, y el silencio de otros muchos, hemos tomado importantes iniciativas dentro de este proceso de reflexión en cooperación con la Comisión que ahora la Presidencia alemana ha dado por terminado.
La Conferencia de Presidentes se ha comprometido especialmente en esta tarea, visitando a cada país de la Presidencia y manteniendo en cada país debates con la sociedad civil.
No es el momento de analizar ahora la gravedad de la crisis en la que se encuentra la Unión como consecuencia del rechazo del Tratado Constitucional. Todos somos conscientes de la gravedad de esta crisis. Pero quiero exigir aquí, en mis últimas palabras como Presidente, que el Parlamento esté estrechamente vinculado a la búsqueda de una solución, y me alegro de que la Presidencia alemana me haya anunciado que pedirá al Parlamento Europeo que designe un representante para esta tarea, igual que lo va a pedir a la Comisión y a los Estados miembros.
Hemos lanzado toda una serie de iniciativas sobre la capacidad de absorción, que hemos rebautizado como integración, sobre el coste de la no-Constitución, pidiendo a la Comisión que elaborase un informe al respecto, y lo hemos hecho porque una gran mayoría de los miembros de este Parlamento -no todos, lo hemos podido ver al escuchar el himno- cree en la necesidad de una Europa política que pueda jugar un papel en la escena internacional como un actor global, y puedo decirles que hay un deseo muy vivo de Europa en el mundo, que Europa es apreciada y deseada en todo el mundo, quizás más que dentro de la propia Europa.
Y para responder a esta demanda de Europa, hemos desarrollado lo que se llama ya la diplomacia parlamentaria.
Yo mismo he visitado varios Estados no miembros para explicar qué es Europa, para escuchar los problemas que tienen respecto al mundo global y con nosotros en particular, en ocasiones para negociar. En India, en China, en muchos países latinoamericanos, en África, en todos los países candidatos y en casi todos los países mediterráneos.
Pero no he sido yo sólo. Nuestra actividad de observación electoral es hoy muy importante en el mundo
¿Saben ustedes que hemos enviado treinta y tres delegaciones a veintiséis países, y que en ellas han participado doscientos cuarenta y dos diputados? ¿Saben el papel que hemos jugado en Ucrania, en Palestina, en Afganistán, en Congo y en Venezuela, sólo por citar los más importantes?
Sí, podemos estar satisfechos de nuestro papel en el mundo. Yendo hacia él y acogiéndolo aquí.
Por aquí pasan los Jefes de Estado de los Estados miembros de la Unión, pero también han intervenido en este Parlamento, a invitación de su Presidente, quince Jefes de Estado de otros países, en momentos importantes para ellos y para nosotros.
Algunos de sus nombres lo demuestran claramente: Viktor Yúschenko, Hamid Karzai, Mahmud Abbas, Fuad Siniora, Evo Morales, Ellen Johnson Sirleaf, por citar sólo unos cuantos.
También en eso hemos ganado importancia política, y también por eso podemos sentirnos orgullosos de trabajar en esta institución.
Como también podemos estar satisfechos del papel que juega el premio Sájarov, que tanto alienta a quienes luchan por la libertad, como nos dijo aquí Alexander Milinkievitch en diciembre pasado, o como me recordó Leyla Zana, cuando me dijo en Estambul cuán importante había sido para ella y su causa poder venir a Estrasburgo y ver proyectada su imagen en las televisiones del mundo entero, hasta qué punto le hemos ayudado en su combate. Y por eso lamento que no hayamos podido recibir aquí a las "Damas de Blanco", ni tampoco a Aung San SUU KYI, Premio Sájarov 1990, que todavía está -dieciséis años después- en arresto domiciliario en su país.
(Aplausos)
Señoras y señores diputados,
Durante estos treinta meses, la defensa de los valores democráticos y de los derechos humanos se ha consolidado como una de nuestras señas de identidad.
Este Parlamento es conocido por su defensa de los derechos humanos, una cuestión central en las relaciones con otros países. Nuestras delegaciones intervienen intensamente en ello y también ello ha estado presente en todos mis viajes oficiales
He tratado el tema -a veces con resultados concretos- en Colombia, en China, en Túnez, en Egipto, en Argelia, en Turquía... Y en Lahti, Finlandia, pude dirigirme abiertamente al Presidente Putin, recordándole que Europa no debe cambiar derechos humanos por energía.
También hemos trabajado para fomentar la cooperación entre grandes conjuntos regionales.
En la APEM hemos aportado una importante contribución al proceso de Barcelona, pero, desgraciadamente, esto ha coincidido con el aumento de la tensión entre el mundo occidental y el mundo islámico. La APEM sigue siendo el único lugar donde es posible aprobar posiciones comunes ante situaciones conflictivas, como ocurrió cuando la crisis de las caricaturas de Mahoma o la guerra del Líbano.
Queridos colegas, mantengamos viva y activa la APEM, porque el mayor problema geopolítico de Europa es su relación con el mundo islámico, porque el Mediterráneo es la frontera más desigual del mundo y porque su cuenca es el condensado de todos los problemas de nuestro tiempo.
La labor que ha hecho la Asamblea Paritaria UE-ACP ha sido vital para evitar que África sea el continente olvidado de la globalización.
Y nos hemos empeñado en crear la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana, y después de un intenso trabajo de este verano, está constituida. Espero que el Parlamento le dé a este nuevo instrumento de relación entre Europa y América Latina toda la importancia que tiene.
Hemos superado suspicacias y antagonismos con los Parlamentos nacionales. Hemos celebrado conferencias interparlamentarias sistemáticas, porque tenemos que trabajar juntos, con los diputados y senadores de los Parlamentos de cada país, y espero que la costumbre de celebrar durante cada Presidencia conferencias que nos permitan trabajar juntos continúe.
Señoras y Señores diputados,
Me despido de esta alta función constatando con ustedes que la Unión Europea busca su respuesta económica y social frente a la globalización, el gran tema de nuestro tiempo, y muchos europeos, muchos de los ciudadanos a los que aquí representamos, perciben hoy la globalización más como un riesgo que como una oportunidad. Podemos lamentar o no que sea así, pero es así.
Según Eurostat, en 2003 las opiniones favorables a la globalización eran un 56%. Ahora, en la última encuesta de Eurostat, sólo son el 37%. Caer veinte puntos en tres años es un fenómeno sin duda preocupante.
Hay grandes diferencias entre países, no lo ven igual en un país europeo que en otro. Pero estoy seguro de que, si cada uno de ellos tuviese que enfrentarse solo al mundo globalizado, se sentiría muy solo, se sentiría superado por la magnitud de unos desafíos a los que podemos responder mejor juntos. Juntos podemos más, y por eso debemos reforzar nuestra Unión en la búsqueda de una política común de la energía, sobre todo después de que le hemos visto las orejas al lobo del gas que nos viene del Este.
Hasta ahora no hemos tenido una política de la energía en Europa. Sólo hemos aplicado la política de la competencia al sector de la energía como si fuese cualquier otro sector. Pero eso no basta, porque los mercados, el mercado, el más eficiente de los mercados, no crea poder, ni crea seguridad, ni da capacidad de negociación frente a terceros.
Estoy completamente convencido de que hay en el mundo de mañana una pareja indisociable: es la pareja energía/medio ambiente, y Europa puede encontrar en esa pareja indisociable una nueva razón de ser.
Como la puede encontrar también frente a los problemas de la inmigración, contrapartida indispensable de nuestra débil demografía. A corto plazo, el bache demográfico de Europa sólo se cubrirá con más inmigrantes. Pero, mientras nosotros buscamos una política de inmigración, los desesperados del subdesarrollo siguen llegando a nuestras costas a riesgo de sus vidas. Y es ilusorio creer que, después de haber suprimido las fronteras interiores entre ellos, después de que hemos decidido no tener fronteras entre nosotros, podamos seguir manteniendo cada uno su propia política de inmigración, controlando cada uno su propia frontera exterior.
Necesitamos inmigrantes, hemos de decírselo a los europeos, pero debemos ser capaces de integrarlos. Y ninguna política de control de la inmigración tendrá éxito sin el desarrollo de los países de origen. Si se dan un paseo por el arco del Níger lo entenderán perfectamente.
La Unión Europea busca también recursos propios. Verdaderamente propios. A ello hemos dedicado el debate de las dos últimas conferencias interparlamentarias. Necesitamos un sistema que permita llegar a acuerdos presupuestarios que no estén dominados por la consideración miope del balance neto de cada país en términos puramente contables. Esta forma de discutir las perspectivas financieras no conducirá nunca a un presupuesto ambicioso para la Unión.
Para nosotros, parlamentarios, éste es un tema de gran importancia. Recuerden que en el origen del parlamentarismo se decía aquello de "no taxation without representation". Bien, hoy en la construcción de la Europa política, quizá podamos decirlo al revés: "no real representation without taxation".
(Aplausos)
Queridos colegas:
Los ciudadanos europeos esperan que su Unión contribuya a responder a muchas de las preocupaciones que condicionan sus vidas. Con frecuencia creen que Europa está demasiado ausente en las grandes cuestiones que ningún país podrá resolver solo y está demasiado presente en cuestiones de poca importancia.
Ciertamente, como nos recuerda la Comisión con frecuencia, la Unión Europea necesita reforzar su legitimidad produciendo resultados a través de buenas políticas. Pero el pequeño problema es que las buenas políticas no crecen en los árboles. Las buenas políticas son el resultado de instituciones fuertes, eficaces y democráticas.
Por ello, este Parlamento, símbolo de la democracia representativa europea, embrión de la democracia supranacional que estamos construyendo, debe seguir mejorando su funcionamiento para contribuir al relanzamiento de la construcción europea.
Con este deseo, permítanme concluir con un diálogo imaginario entre Jean Monnet y el poeta español Antonio Machado, uno de nuestros grandes poetas, muerto en el exilio, que escribió un poema que todo español conoce:
"Todo pasa y todo queda. Pero lo propio de los seres humanos es pasar."
Sí, le hubiese podido contestar Monnet, los hombres pasan, pero las instituciones quedan. Nadie puede transmitir toda su experiencia a los demás, por eso nada puede hacerse sin instituciones.
Sí, queridos amigos, todo pasa. Pero lo importante no es el pasar de cada uno de nosotros, sino que tengamos instituciones que permanezcan y que sean testigos de la historia que entre todos escribimos.
Sí, queridos amigos, todo queda. Quedan las emociones y los afectos, en lo personal y en lo político, que es nuestro capital humano más importante.
Quedan momentos callados, que nadie conocerá, y quedan momentos solemnes, como las reuniones del Consejo Europeo a las que he tenido el honor de asistir representándoles. En su nombre me he dirigido a los Jefes de Estado y de Gobierno, y puedo decirles que se nos ha escuchado cada vez con más atención y que se nos ha invitado cada vez más a participar en sus trabajos. Es una satisfacción que quiero compartir con ustedes.
Ha sido un gran honor presidir el Parlamento Europeo.
Les agradezco su confianza y deseo mucho éxito a quien me suceda.
Muchas gracias.
(La Asamblea, puesta en pie, aplaude al orador)
Joseph Daul, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (FR) Señor Presidente, Señorías, en nombre del Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y de los Demócratas Europeos, permítanme saludar muy calurosamente a Rumanía y Bulgaria como nuevos miembros de la familia europea y dar también la bienvenida a los nuevos diputados de estos dos países. Desde ahora, esta es su casa. Desde septiembre de 2005 venimos colaborando con los observadores búlgaros y rumanos y estoy seguro de que en los próximos años seguiremos trabajando muy bien juntos.
Estas nuevas adhesiones representan para nuestro Grupo un acontecimiento muy significativo. Ahora, la UE de 27 debe afrontar los grandes retos del futuro. Confío en que lo haga del modo más unido y sobre todo del modo más responsable posible.
Una cosa es segura: los Tratados vigentes ya no nos dotan de medios suficientes para encarar la nueva realidad. Lo que necesitamos, y cuanto antes mejor, son nuevas reglas de juego institucionales, sin las cuales Europa no será capaz de resolver los grandes problemas a que se enfrenta nuestro continente.
Señor Presidente, desde su elección hace dos años y medio, el Parlamento Europeo ha progresado mucho; los poderes de que goza ahora, el modo en que lleva a cabo sus tareas y su madurez política están a la vista de todos.
Para citar tan solo dos ejemplos, la Directiva sobre los servicios y el Reglamento REACH sobre los productos químicos, son dos casos destacados en los que el Parlamento ha desempeñado un papel decisivo. Otra cambio positivo es que las relaciones con la Comisión Europea han quedado mejor definidas con el nuevo acuerdo marco. No dudo, señora Wallström, de que la Comisión, al igual que el Parlamento, mantendrá todos sus compromisos en este sentido.
Europa sólo avanzará si las instituciones europeas, y en particular la Comisión y el Parlamento, trabajan en una atmósfera de respeto mutuo y cooperación positiva.
Señor Presidente, se ha esforzado usted mucho por intensificar el diálogo entre el Parlamento Europeo y los Parlamentos nacionales. Así lograremos convencer a nuestros conciudadanos de la importancia de la acción emprendida conjuntamente por los Estados miembros de la UE para responder a sus preocupaciones diarias. Debemos impulsar esta cooperación y mejorar su estructura. El Grupo del PPE-DE propondrá importantes iniciativas en pos de este objetivo.
Durante su mandato, señor Presidente, usted ha demostrado que este Parlamento es capaz de funcionar de forma eficaz con representantes de los 25 Estados miembros, ahora 27, incluidos los observadores búlgaros y rumanos. Para que esto funcione aún mejor en el futuro, ha tenido usted la sabia idea de proponer una reforma parlamentaria, que también nos ayudará a alcanzar este objetivo a partir del momento en que haya sido aprobada.
Asimismo ha conseguido usted, junto con la Presidencia luxemburguesa, supervisar la aprobación del Estatuto de los diputados, por lo cual le felicito. Todos sabemos que tuvo usted que llevar a cabo una tarea especialmente ardua.
Señor Presidente –querido señor Borrell–, ha sido usted el Presidente de todos nosotros. El Grupo del PPE-DE depositó su confianza en usted y no nos ha defraudado. Siempre ha estado abierto a las peticiones de los diputados a esta Cámara. Ha velado por que la voz del Parlamento resonara con fuerza y claridad, incluso en las reuniones del Consejo Europeo. En nombre del Grupo del PPE-DE, quiero darle las gracias muy cordialmente. Le deseo buena suerte y lo hago tomando prestadas estas palabras de Federico García Lorca, quien dijo, y ruego disculpen mi español, «Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar.»
(Aplausos)
Martin Schulz, en nombre del Grupo del PSE. – (DE) Señor Presidente, Señorías, para empezar quiero unirme a las muestras de felicitación dirigidas al señor Daul, quien, entre todos los aquí presentes, creo que ha asumido la tarea más difícil. Le deseo mucho éxito en la dirección del Grupo nada simple cuya presidencia acaba de asumir. Espero que tus decisiones, estimado Joseph, sean siempre acertadas.
Por otro lado, doy la bienvenida a los nuevos diputados de Bulgaria y Rumanía. Los miembros del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo lucharon como nadie en esta Cámara para que se mantuviera la fecha límite del 1 de enero 2007, ya que creíamos que cuanto más pronto se restableciera la unidad de nuestro continente en paz, en libertad y –espero que pronto– en una prosperidad indivisa, tanto mejor. Hoy es un buen día, porque a partir de ahora nuestros amigos búlgaros y rumanos se encuentran entre nosotros oficialmente, lo cual también supone un éxito para nuestro Grupo.
(Aplausos)
En mi opinión, hay dos razones por las que resulta importante que le dé las gracias, señor Borrell. Para empezar, debo pedirle disculpas. Tengo que pedirle perdón por todas las reuniones difíciles de la Conferencia de Presidentes en las que usted, en calidad de Presidente, ha tenido que soportar mi presencia y mi temperamento, que por supuesto es notoriamente ecuánime y que usted trató de mantener bajo control mientras supervisaba los procedimientos. No siempre lo consiguió, ni yo tampoco, y por este motivo le pido disculpas personalmente por todo lo que le hice pasar.
Por otro lado, quiero decirle, en nombre del Grupo Socialista, que su ejercicio como Presidente de esta Cámara ha resultado realmente digno. Dentro y fuera de nuestro continente, usted ha representado a Europa con enorme dignidad, ganándose así el respeto de todos. Un miembro del Consejo Europeo me comentó en una ocasión que no hay Jefe de Estado o de Gobierno que no escuche con atención las intervenciones de Josep Borrell durante la celebración de sus reuniones. Esto se debe, por un lado, a su dignidad personal, y por otro, al contenido inteligente de sus discursos, cualidades que justifican, en igual medida, el hecho de que se le considere un representante destacado de esta institución europea elegida en libertad.
En el Grupo Socialista votamos por usted; muchos diputados a esta Cámara depositaron su confianza en usted, aun siendo nuevo y desconocido, y creo que hablo en nombre de todos al decir hoy que ha estado a la altura de esa confianza en todos los sentidos.
En el Grupo Socialista nos alegramos de que vuelva a nuestras filas, convertido de nuevo en un diputado corriente. Los que le conocen saben que eso es lo que será –un diputado normal y sin pretensiones a esta Cámara–, ya que es capaz de ocupar un alto cargo y regresar después tranquilamente al anonimato de las filas del partido. Quizás sea esa clase de modestia personal la característica principal y distintiva de la personalidad de Josep Borrell.
Le expreso mi más sincero agradecimiento, en mi nombre y en el de mi Grupo, por todo lo que ha hecho por este Parlamento.
(Aplausos)
Graham Watson, en nombre del Grupo ALDE. – (EN) Señor Presidente, para ser sincero le diré que usted no era el candidato de mi Grupo en 2004. Nosotros habíamos propuesto a Bronisław Geremek, uno de los artífices de la Unión actual de 27 Estados miembros y símbolo de la reunificación de Europa. No obstante, usted ha desempeñado la presidencia de esta Cámara con imparcialidad y caballerosidad: ha tratado a los diputados con cortesía, al tiempo que ha abordado sus actividades con paciencia y serenidad. Dirigir este Parlamento no es nada fácil para alguien que acaba de incorporarse a él, pero usted aceptó el reto. Después de oír al señor Schulz, me pregunto si teme por su propio puesto en caso de que usted se reincorpore al Grupo.
(Risas)
Señor Presidente, agradezco en especial su voluntad de estrechar las relaciones con nuestros ciudadanos. Ha invitado a muchos de nosotros a que nos sumemos a su labor de ciudadano europeo activo en su país de origen. Asimismo, ha hecho gala de una dedicación encomiable y una energía casi inagotable en la promoción de la Unión Europea por todo el continente, y su trabajo ha venido marcado en particular por la atención dedicada a la juventud europea.
Sin embargo, su actividad no se ha limitado a la Unión Europea: ha sido un Presidente activo de esta Cámara más allá de nuestras costas, contribuyendo al fomento de la Asamblea Parlamentaria Euromediterránea, al establecimiento de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana y muchas cosas más. No obstante, creo que el mayor éxito de su Presidencia ha sido la supervisión de la integración satisfactoria a esta Cámara de los observadores búlgaros y rumanos.
La presencia actual de nuevos diputados es una señal de la finalización de la quinta ampliación de nuestra Unión. La asistencia hoy aquí de dos nuevos Comisarios, el señor Orban y la señora Kuneva –que están en activo desde el 1 de enero– reconforta nuestros ánimos, y la incorporación de dos nuevos países al Consejo de Ministros refuerza nuestra Unión cuando se prepara para un aniversario importante.
Señor Presidente, su predecesor, el señor Cox, se esforzó mucho por modernizar nuestra Cámara. Aunque reconocemos el valor de las reformas que usted ha promovido, a mi Grupo le habría gustado que se introdujeran más cambios en el funcionamiento de esta Cámara. Sabemos que lo ha intentado, pero siempre ha acabado viéndose atado, como Gulliver, por las burocracias de dos Grupos políticos, cuya presencia –la persistente presencia de los siglos– pesa gravemente sobre nuestro trabajo. ¿Por qué no puede el Parlamento Europeo reunirse formalmente cada semana para recibir un informe de la Comisión? ¿Por qué no se puede instalar una pantalla en el puesto de cada diputado para situarnos en el siglo XXI? ¿Por qué tiene que regirse nuestra democracia por unas normas establecidas en el siglo XIX por un matemático belga llamado D’Hondt? El resultado de la aplicación de dichas normas es más propio de una calculadora que de una papeleta electoral, determinado más por el tamaño y la influencia de las naciones que por el compromiso europeo y la competencia de los candidatos. Es preciso revisar esta cuestión si pretendemos reafirmar nuestra credibilidad en este año, cuando se cumple el 50º aniversario de la firma del Tratado de Roma, ya que si no conseguimos mantenernos al día, la desilusión del público irá en aumento. Cabe la posibilidad de que aumente el atractivo de las abominables fuerzas del nacionalismo visceral en la extrema derecha.
Por lo tanto, señor Presidente, confío en que sus sucesores entablen un debate con todos los diputados a esta Cámara sobre la organización de los asuntos del Parlamento, con vistas a proteger y desarrollar aquellos valores que usted ha defendido con tanto ahínco durante su mandato.
Para terminar, felicito al señor Daul por su primer discurso como líder de su Grupo. No cabe duda de que escucharemos muchas más intervenciones suyas durante los próximos años.
(Aplausos)
Brian Crowley, thar ceann an Ghrúpa UEN. – A Uachtaráin, is mór an onóir dom labhairt i mo theanga dhúchais anseo tráthnóna inniu. Ba mhaith buíochas ó chroí a ghabháil le rialtaisí uilig an Aontais Eorpaigh agus le Feisirí an tí seo as ucht a gcuid tacaíochta chun stádas oifigiúil oibre a bhaint amach don Ghaeilge. Tá cur chun cinn teangacha rí-thábhachtach ó thaobh forbairt iomlán a dhéanamh ar an Aontas Eorpach. Tá ceangal láidir idir éagsúlacht chultúir agus comhoibriú eacnamaíochta san Eoraip agus creidim, a Uachtaráin Borrell, gur éirigh leat an dá aidhm seo a bhaint amach le linn do théarma in oifig an Uachtaráin.
Es para mí un honor y un privilegio poder intervenir as Gaeilge –en mi lengua materna– por primera vez en este Parlamento. Le doy las gracias, señor Presidente, y a sus servicios en particular, al tiempo que agradezco la paciencia y perseverancia del señor Priestley y su personal en sus esfuerzos por lograr que esto sea posible. A la par que celebramos esta ocasión histórica desde una perspectiva irlandesa, conmemoramos un acontecimiento histórico aún más importante con la adhesión de Rumanía y Bulgaria. Doy la bienvenida a mis nuevos colegas como diputados de pleno derecho, con capacidad para participar en las votaciones y en la dirección del Parlamento Europeo en 2007. Les felicito por sus esfuerzos por garantizar el cumplimiento de los criterios que les exigían las instituciones europeas para poder formar parte de este maravilloso proceso de paz, prosperidad y estabilidad.
Señor Presidente, en la Conferencia de Presidentes le he expresado con claridad mis sentimientos de gratitud y aprecio hacia usted por toda la ayuda que me ha prestado a mí, a Irlanda y a los ciudadanos de este país que necesitaban ayuda en el plano institucional. Varios de mis colegas han citado a diversos poetas españoles. Yo me limito a citar a un viejo poeta irlandés, quien dijo lo siguiente: «Llegó como un extraño y sentimos miedo, pero gracias a su trabajo, a su tiempo, a sus esfuerzos, pero sobre todo a su honestidad, se convirtió en nuestro amigo y ahora añoramos su presencia, pero lo más importante es que seguimos sus pasos porque estos nos conducen a la grandeza.»
(Aplausos)
Monica Frassoni, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (IT) Señor Presidente, Señorías, en nombre del Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea, también yo quisiera dar la bienvenida a los colegas diputados de Rumanía y Bulgaria y a nuestros nuevos Comisarios; además quisiera agradecerle, señor Presidente, que nos haya brindado la oportunidad de escuchar de nuevo el himno europeo; realmente es el himno más bello del mundo y siempre es muy emocionante escucharlo.
A partir de hoy, para lo bueno y para lo malo, nuestros problemas, nuestras aspiraciones y nuestros objetivos serán un poco también los suyos, y sus preocupaciones, debilidades y objetivos serán un poco también los nuestros. Esperamos que tras la adhesión prosiga el arduo camino de las reformas, aunque por desgracia debo decir que el hecho de ser miembro de la Unión Europea no siempre es garantía suficiente de estabilidad y superación de desequilibrios y problemas, como demuestra claramente el ejemplo de algunos países antiguos y nuevos, entre los cuales, tristemente, debo incluir el mío.
Señor Presidente, quisiera darle las gracias también en nombre de mi Grupo. Ha presentado usted en esta Cámara un resumen de los acontecimientos de los últimos dos años y medio, que yo no recordaba tan densos y en determinados aspectos tan dramáticos. Quiero darle las gracias en nombre de mi Grupo, aunque, como sabe, no apoyamos su elección, por razones que obviamente no tienen nada que ver con su persona, pero quisiera darle las gracias concretamente porque ha hecho siempre todo lo que estaba en su mano para hacer de este Parlamento un foro de debate creíble y para diseminar por el mundo sus valores de democracia y armonía.
Le hemos apoyado a menudo, justamente cuando los dos Grupos mayoritarios, que a diferencia de nosotros sí votaron a favor de usted, le dejaron un poco en la estacada, por ejemplo cuando usted quería avanzar con la Constitución, con las perspectivas financieras o con las reformas internas, que por desgracia han quedado incompletas.
Hoy deja usted su cargo de Presidente del Parlamento Europeo; sin duda asumirá usted otras funciones o se sentará aquí con nosotros, en el Pleno. Una vez más le doy las gracias por su amabilidad y su amistad y, si puedo decirlo así, también por su afabilidad como persona.
Francis Wurtz, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (FR) Señor Presidente, al comienzo de esta legislatura respondí del modo siguiente a su primer discurso, en el que esbozó las orientaciones generales de su Presidencia. «Sus palabras –dije entonces–, refuerzan nuestra idea de que podremos desarrollar unas relaciones muy constructivas y de buena cooperación con usted». Eso es exactamente lo que ha sucedido y se lo agradezco por varias razones.
En primer lugar, quiero alabarle por ser un auténtico progresista. A pesar de las servidumbres de su cargo y las condiciones particulares en que ha ejercido su mandato, ha sabido permanecer fiel a los ideales que compartimos. Hace pocos días, en su discurso en la Universidad Humboldt, fustigó usted la tendencia, y cito sus palabras, «a dejar que se desarrolle la competencia social y fiscal entre nuestros países, que hace que Europa no aparezca como una respuesta constructiva a la globalización, sino más bien como un caballo de Troya que socava las conexiones sociales». Comparto este análisis. Por si sola, este tipo de convergencia podría corroborar la idea de que gozamos de excelentes relaciones.
Pero ha demostrado usted una segunda cualidad que quisiera resaltar. Aunque convergen en determinados aspectos, sus puntos de vista políticos se alejan bastante de los que defiende mi Gripo, y en algunos casos difieren mucho, por ejemplo por lo que respecta al proyecto de Tratado constitucional. Sin embargo, lo que apreciamos en usted es su aptitud para escuchar puntos de vista diferentes, incluso en una materia tan delicada como esta. No se trata de que escucha por cortesía sobre un fondo de indiferencia, sino que lo hace atentamente sobre un fondo de respeto por el interlocutor y, por tanto, de voluntad de comprender sus motivaciones.
Le agradezco que haya comprendido la idea de que uno puede estar a favor del proyecto europeo y al mismo tiempo oponerse frontalmente a una precipitada huida adelante comercial y financiera, con la competencia generalizada que la acompaña, que llamamos la Europa liberal. Lo repito hoy, cuando damos la bienvenida a nuestros colegas de Rumanía y Bulgaria: si queremos salir airosos todos juntos de la crisis de confianza –la crisis de sentido común, incluso– que atraviesa Europa, necesitamos examinar con mirada crítica el modelo actual. Si queremos cambios profundos, es para que los ciudadanos de nuestros 27 Estados miembros reconozcan que la Unión es suya. Nuestra crítica es, pues, constructiva, y le agradezco que lo haya comprendido.
Por último, cuando se hace el balance político de un Presidente del Parlamento, casi siempre hay un hecho definitorio o un acto destacado, un momento estelar de algún tipo. Si tuviese que identificar ese hecho clave de su mandato, diría que fue el pasado verano, cuando se desató la guerra contra Palestina y el Líbano. Como debería hacer todo político en un caso como este, usted sin duda se preguntó: en el cargo que ocupo, ¿qué puedo hacer, aunque sea modestamente, para oponerse a una injusticia como esta? Su respuesta fue convocar a todos los presidentes de Grupo, que estaban de vacaciones, para hacer algo, en nombre del Parlamento, que los 25 Estados miembros se habían mostrado incapaces de realizar a su nivel: exigir al menos un alto el fuego inmediato y el retorno a la legalidad internacional; asimismo reclamó el inicio de conversaciones para el intercambio de prisioneros y la celebración de negociaciones internacionales, a la mayor brevedad posible, sobre la base de todas las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas sobre Oriente Próximo. Admito que con nuestra resolución unánime no cambiamos la faz del mundo, pero al menos salvamos, gracias a usted, el honor de Europa.
Por todas estas razones, señor Presidente, le doy las gracias. Espero que sus futuras responsabilidades nos permitan continuar nuestra excelente y fructífera cooperación.
(Aplausos)
Jens-Peter Bonde, en nombre del Grupo IND/DEM. – (EN) Señor Presidente, bună seara, Rumanía; добър ден, Bulgaria; bienvenidos y permítanme, como diputado más veterano, mostrarles la Cámara por dentro. El 84 % de las leyes alemanas proceden de Bruselas, lo que supone una falta alarmante de democracia y una suspensión de facto de la separación de poderes, en palabras de Roman Herzog, ex Presidente de Alemania. Por desgracia, tiene razón.
Si la UE solicitara la adhesión a la Unión, la respuesta sería: «Lo sentimos, pero tienen que solucionar primero su déficit democrático». El principio fundamental de la democracia suele ser la celebración de elecciones, la formación de una nueva mayoría y, a continuación, la promulgación de nuevas leyes. Aquí apenas se encuentran vestigios de este principio. Por lo tanto, amigos rumanos y búlgaros, pasan ustedes a formar parte de un Parlamento en que no hay debates vivos y que asistirá a la coronación planificada de antemano de nuestro próximo Presidente.
Bienvenidos al derroche de 22 días laborables, de 50 facturas de hotel adicionales, de 250 millones de euros gastados en el circo ambulante entre Estrasburgo, Luxemburgo y Bruselas, y bienvenidos a las 5 500 votaciones al año, donde es difícil saber con exactitud sobre qué se está votando.
El sistema D’Hondt les impedirá acceder a los puestos y elaborar los informes más interesantes. En sus comisiones se sentarán detrás de ustedes una serie de jóvenes asistentes y becarios del Consejo que tendrán en sus manos todos los documentos legislativos secretos que a ustedes no les dejarán leer. La UE cuenta con más de 90 000 páginas de legislación –burocracia–, que ustedes nunca podrán modificar como diputados electos a este Parlamento. Para cambiar cualquier cosa es preciso recurrir a alguien que no haya sido elegido. De 480 millones de ciudadanos, solo los 27 Comisarios no electos tienen derecho a proponer nuevas leyes o modificaciones de las ya existentes.
En 2005 decidimos más de 3 000 normas diferentes en la Unión Europea, aplicándose la codecisión en solo 57 casos. La mayoría de las normas las deciden funcionarios pertenecientes a 300 grupos de trabajo secretos del Consejo y las elaboran otros 3 000 grupos de trabajo secretos de la Comisión.
Estimados nuevos colegas, bienvenidos a una lucha por la transparencia, la proximidad y la democracia. Mi regalo de bienvenida es este nuevo manual naranja en el que encontrarán una larga lista de victorias a favor de la transparencia y una lista aún más larga de tareas actuales. Diputados de todos los Grupos e independientes han elaborado un programa de «presidencia justa» para nuestro próximo Presidente. Podríamos tener una única sede principal, acabar con el circo ambulante, entablar debates vivos, votar sobre asuntos importantes y cambiar el sistema D’Hondt por un sistema más justo, que permita la discriminaciones contra las delegaciones más pequeñas integradas en los Grupos grandes, contra los grupos menos numerosos y contra los independientes. Un millón de ciudadanos han firmado una petición a favor de una única sede de trabajo y el señor Poettering ni siquiera nos va a permitir debatir acerca de esta petición. La votación de mañana es secreta; aprovechen el primer voto de las 10 en punto para mostrar su apoyo a la sede única y a una Presidencia justa.
(ES) Estimado Presidente Josep Borrell, mañana tiene usted la oportunidad de cambiar este sistema. Muchas gracias, Señor Presidente.
Bruno Gollnisch, en nombre del Grupo ITS. – (FR) Señor Presidente, un Presidente se va y llega un nuevo Grupo, el Grupo Identidad, Tradición y Soberanía.
Para empezar, quisiera dar las gracias a los patriotas rumanos, búlgaros, flamencos, italianos, austriacos, británicos y, por supuesto, franceses, que han hecho posible la constitución de este Grupo, en espera, como deseo, de la llegada de otros diputados valientes y lúcidos. Transmito también mis felicitaciones personales a nuestro colega, el señor Daul, por su elección.
Con este Grupo veremos aumentar nuestra presencia, nuestros recursos y nuestro peso en esta institución y seremos los portavoces de decenas de millones de europeos, 23 millones según mis cálculos, que no estarían representados aquí en el Parlamento si no fuera por nuestro Grupo.
Las fuerzas nacionales son el futuro de Europa, de la verdadera Europa, la de los ciudadanos y las naciones soberanas, la de las identidades y las tradiciones, como refleja el nombre de nuestro Grupo. Por citar un ejemplo, en los últimos cinco años han sido tres los patriotas que han llegado a la ronda final de las elecciones presidenciales en sus respectivos países: el señor Siderov en Bulgaria, el señor Tudor en Rumanía y el señor Le Pen en Francia, y esto no es más que el comienzo. Esto refleja nuestra importancia política, tanto en el Este como en el Oeste de Europa.
Si me lo permite, señor Presidente, quisiera alabarle, al menos al final de su Presidencia, por el hecho de que –a pesar de que en ocasiones haya podido verse confundido por las calumnias que circulaban sobre algunos de nosotros– hiciera usted una interpretación perfectamente correcta tanto del Reglamento como de la declaración de nuestro Grupo, y de que, en el ejercicio de su función presidencial, se haya resistido a peticiones que me parecen absolutamente totalitarias. ¿Qué tiene de anormal, Señorías, que en democracia se agrupen algunos políticos para poner de manifiesto sus ideas y defender sus opiniones, por las que fueron elegidos y que sus electores desean escuchar?
Estoy horrorizado ante el desvanecimiento de las líneas divisorias y la colusión que existe entre las dos fuerzas principales de esta Cámara, que se enfrentan ante los electores, que presentan programas diferentes, que creemos rivales y competidoras y que se entienden igual de bien para designar a un Presidente como para excluir a tal o cual minoría que no comparta sus opiniones dominantes.
Unas pocas palabras, señor Presidente, para hacer inventario. Es cierto que el Parlamento plantó cara al Consejo y a la Comisión al introducir importantes cambios en la Directiva sobre los servicios con el informe Gebhart, al igual que en la Directiva REACH. Me pareció lamentable que, en lo que se denomina el triángulo institucional, fuera rechazado el nombramiento del Comisario italiano, el señor Buttiglione. Ese episodio representa una caza de brujas intelectual y moral y a mi juicio no fue digno de esta Cámara. Por otro lado, la mayoría de este Parlamento sufrió cierto número de reveses, en especial con respecto a la Constitución Europea, que fue rechazada por los franceses y los neerlandeses. Espero que se tome nota de este rechazo.
¿Qué pasará en el segundo semestre de 2008 bajo la Presidencia francesa, es decir, bajo lo que tal vez sea la Presidencia del señor Le Pen, como esperamos todos?
(Dirigiéndose a los señores Schulz y Cohn-Bendit, que lo han interrumpido)
Pues sí, señor Schulz, cosas más sorprendentes se han visto en la historia. Señor Cohn-Bendit, hemos visto cómo incluso usted ha llegado a ser diputado al Parlamento Europeo.
¿Cuál será la política energética de Europa? ¿Cuál será su política de inmigración? ¿Cuál será la política de Bruselas sobre la liberalización de los servicios públicos? En todas estas cuestiones, por supuesto, y en muchas otras, haremos oír nuestra voz. Tranquilícense, Señorías, tranquilícese, señor Presidente, seremos la mala conciencia del Parlamento Europeo, su crítico implacable, el defensor incansable de los pueblos y las naciones europeas, que han hecho la grandeza de nuestro continente y nuestra civilización.
(Aplausos del Grupo ITS)
Irena Belohorská (NI). – (SK) Ya ha transcurrido la mitad de nuestra legislatura y para muchos de nosotros esta ha sido nuestra primera experiencia en la política europea de altura. Sería conveniente detenernos en este punto para hacer balance y, quizás, evaluar lo que pretendíamos conseguir y lo que hemos logrado en realidad.
Al analizar las actividades del Parlamento Europeo y los diferentes reglamentos, directivas y recomendaciones que hemos aprobado para los Estados miembros y sus ciudadanos, puedo decir que hemos hecho un buen trabajo y que nuestra labor ha sido eficaz en beneficio de nuestros votantes. No obstante, para poder obtener unos resultados favorables, es preciso afrontar la realidad de la situación y ver en qué hemos fallado o qué expectativas de nuestros votantes no hemos sido capaces de satisfacer. Creo que el principal error radica en que los diez nuevos Estados miembros no cuentan con una aceptación suficiente. Esto se puede apreciar en especial en la escasa representación que tenemos en los puestos clave, en el reducido número de nuestros ciudadanos que trabajan en la Comisión Europea y en nuestra casi nula participación en las agencias de la Unión Europea, por no mencionar el hecho de que nuestros ciudadanos ocupan los cargos de menor importancia. En un intento por justificar esta situación, se podría echar la culpa a nuestra falta de experiencia comunitaria. Sin embargo, esta excusa ya no sirve y, por tanto, espero que en la segunda mitad de la legislatura se solucione esta cuestión. No se trata de aumentar el perfil de los individuos, sino, sobre todo, de aceptar a los diez nuevos Estados miembros como socios en igualdad de condiciones, no solo con respecto a sus obligaciones, sino también a sus derechos.
Nos hemos fijado el gran objetivo de convertirnos en líder mundial y hacer frente a la competencia de importantes agentes mundiales como los Estados Unidos y China. No obstante, la realidad de la situación es bastante diferente. La Unión Europea no es capaz de identificarse con los objetivos que se ha fijado. Estamos perdiendo tiempo y no sabemos cómo actuar con respecto al Tratado Constitucional, a pesar de que somos conscientes de que su aprobación nos beneficiaría. Aunque la competitividad depende de nuestro nivel de progreso en el ámbito de las tecnologías modernas, nuestros jóvenes científicos, doctores e ingenieros están abandonando Europa todos los días debido a que aquí carecen de apoyo.
Presidente Borrell, estos días son los últimos de su Presidencia en el Parlamento Europeo. Permítame expresarle mi agradecimiento y mi respeto por su labor durante el que ha sido un período plagado de retos, en el que se han adherido diez nuevos Estados miembros. Ha hecho frente a numerosas situaciones difíciles con comprensión y compostura, y se ha mostrado dispuesto a escuchar a los demás con paciencia. Le deseo mucha suerte en su vida profesional y personal. Este es un día importante para la Unión Europea, no solo debido al relevo que se produce en los cargos fundamentales del Parlamento Europeo, sino también porque se cumplen los objetivos del Tratado de Niza con la adhesión de Bulgaria y Rumanía a la Unión Europea. Se pone fin así a un importante período de cambio político en Europa. Por mi propia experiencia, sé lo larga y agotadora que se ha hecho la espera de este día. El cumplimiento de los criterios de adhesión ha exigido además la aprobación de medidas severas y a menudo impopulares. Por tanto, hemos dejado atrás un período trascendental. No obstante, su participación en el Parlamento Europeo dependerá de la adopción de un enfoque activo y, a este respecto, la experiencia adquirida por los diez nuevos Estados miembros durante este tiempo puede resultar útil.
Doy una calurosa bienvenida a aquellos cuyas acciones e intenciones han sido imparciales y sinceras. Les deseo aguante, valor y éxito.
Ignasi Guardans Cambó (ALDE). – (ES) Señor Presidente, permítame treinta segundos para señalar que, ahora que abandona esta Presidencia, cuando le estaban rindiendo homenaje todos los parlamentarios de esta Cámara, sólo los eurodiputados españoles del Partido Popular se han negado a aplaudirle.
Como diputado elegido en España, que tampoco le votó a usted, quiero lamentar esa actitud, porque es traer a esta Cámara una división que se está produciendo en su lugar de origen y que está afectando a cuestiones muchísimo más graves.
Quiero lamentarlo y denunciarlo públicamente, y felicitarle a usted, desde la distancia y la discrepancia, igual que han hecho otros colegas de otros colores políticos, y lamentar esa actitud de miembros del Partido Popular español, que han permanecido sentados mientras toda la Cámara le aplaudía en pie.
Jean-Claude Martinez (ITS). –(El orador se expresa en una mezcla de catalán y valenciano)
El Presidente. Muchas gracias. Lamentablemente, sus palabras no serán recogidas en el Acta, porque ha utilizado usted un idioma no comunitario, que yo he entendido perfectamente. Pero su objetivo, seguramente, no era quedar registrado en el Acta, sino transmitirme su afecto al utilizar mi lengua materna, y se lo agradezco.
Margot Wallström, Vicepresidenta de la Comisión. (EN) Señor Presidente, sin lugar a dudas la temperatura en esta Cámara se ha elevado cuando nuestros nuevos colegas de Rumanía y Bulgaria han hecho su entrada en ella, rodeados de un sentimiento de orgullo y cordialidad. No obstante, también se ha podido sentir un aire bastante frío procedente de extremistas nacionalistas y fuerzas xenófobas que, lamentablemente, existen en toda Europa.
(Aplausos)
Sirva esto para recordarnos la tarea común básica que tenemos todos, al margen de las afiliaciones partidistas, de defender y fortalecer la democracia europea.
En nombre de la Comisión Europea me honra y me complace dar una calurosa y sincera bienvenida a los 53 nuevos diputados al Parlamento Europeo procedentes de Bulgaria y Rumanía que se han incorporado hoy a esta Asamblea.
¡Bine aţi venit, Rumanía!
¡Добре дошли, Bulgaria!
Muchos de ustedes llevan participando desde hace más de un año en procedimientos parlamentarios en calidad de observadores, por lo que estoy segura de que se adaptarán con rapidez al ritmo trepidante de esta Cámara. Participarán en los trabajos y enriquecerán los debates y las reflexiones en los Grupos políticos, las comisiones y también en las sesiones plenarias. La Comisión y sus servicios esperan con interés colaborar con ustedes.
Nosotros, los representantes de las instituciones de la Unión Europea, tenemos una enorme responsabilidad con respecto a los ciudadanos de Rumanía y Bulgaria, y a sus esperanzas de cara al futuro. Debemos hacer todo lo posible por cumplir sus expectativas y demostrar que la confianza depositada en la integración europea dará sus frutos y contribuirá a fortalecer Europa en general.
Su función como parlamentarios es crucial para el éxito de la integración de sus países, al tiempo que la comunicación constituye un factor clave en todos los aspectos. Por tanto, acérquense a sus circunscripciones locales y hablen con sus electores, escuchen a sus ciudadanos y muéstrenles que son capaces de tomar en consideración sus opiniones y preocupaciones. Tómense su tiempo para explicarles el funcionamiento de Europa y el modo en que nuestras políticas afectan a sus vidas cotidianas, e intenten ofrecerles una imagen realista acerca del significado de Europa y de la importancia que tiene ser un ciudadano europeo.
El primer día de enero de este año ha marcado un momento histórico para todos nosotros. No solo para ustedes, los 53 nuevos diputados al Parlamento Europeo, quienes han presenciado finalmente la incorporación de sus países a la familia europea, sino también para todos los demás, porque con la adhesión de Bulgaria y Rumanía se ha completado la quinta ampliación de la Unión Europea, un proceso que ha contribuido a la paz, la prosperidad, la estabilidad y la democracia en toda Europa.
Permítame dirigirme ahora a usted, Presidente Borrell Fontelles. Durante esta legislatura ha desempeñado usted un papel significativo al asegurar la incorporación sin problemas de 162 diputados de los 10 nuevos Estados miembros a los procedimientos de trabajo del Parlamento Europeo. Asimismo, ha ayudado a que los observadores rumanos y búlgaros se adapten y se sientan cómodos tanto en Bruselas como en Estrasburgo. En nombre del Presidente Barroso y de toda la Comisión, le doy las gracias por la excelente cooperación mantenida por nuestras dos instituciones durante su mandato, empezando por la renegociación y actualización del acuerdo marco, y también por su firme compromiso personal, su firme compromiso político y los esfuerzos inagotables por aumentar las responsabilidades de esta Cámara con el fin de impulsar nuestro proyecto común europeo y de defender nuestros valores compartidos. Ha dejado una huella imborrable en esta Cámara, ya sea por su importante papel en la búsqueda de un acuerdo sobre las perspectivas financieras, como Presidente de la comisión temporal, por su iniciativa personal de reformar los métodos de trabajo del Parlamento Europeo o por sus visitas a terceros países, donde ha defendido sin cesar la causa del pluralismo y la democracia. Va a ceder a su sucesor una Asamblea que, en los dos años y medio que acaban de transcurrir, ha demostrado de modo fehaciente que se trata de un socio fiable y competente, el cual ha asumido su función de colegislador con responsabilidad y autoridad, por ejemplo a la hora de hallar un compromiso en torno a la Directiva relativa a los servicios o cuando las instituciones negociaron el importante acuerdo sobre la nueva legislación relativa a los productos químicos.
En su discurso inaugural en 2004, usted afirmó, como Presidente del Parlamento Europeo, que su pasión por la democracia se fundía en aquel momento con su pasión por Europa.
Permítame decir, a título personal, que espero que esta unión de pasiones continúe durante muchos años más. Asimismo, permítame decir, como comentario muy personal, que me sentí muy orgullosa de estar junto a usted en los diferentes encuentros con jóvenes y que me impresionó mucho el modo en que manejó usted esas situaciones. Como todo el mundo, también yo he dado clases de español con resultado dispar, por lo que me atrevo a decir lo siguiente:
(ES) Gracias por todo y te deseo suerte en el desempeño de tus nuevas funciones.