Índice 
 Anterior 
 Siguiente 
 Texto íntegro 
Acta literal de los debates
Miércoles 31 de enero de 2007 - Bruselas Edición DO

18. Cambio climático (continuación del debate)
Acta
MPphoto
 
 

  El Presidente. – De conformidad con el orden del día, se procede al debate sobre el cambio climático.

 
  
MPphoto
 
 

  Johannes Blokland, en nombre del Grupo IND/DEM. – (NL) Señor Presidente, voy a intentarlo de nuevo. En primer lugar, quisiera felicitar cordialmente al Comisario Dimas y al Presidente en ejercicio del Consejo, el señor Gabriel, por sus propuestas y sus inspiradas intervenciones. El hecho de que el cambio climático haya estado en el candelero en los últimos meses se debe especialmente a la campaña de Al Gore y al informe del señor Stern. Esto significa que ahora es un buen momento para avanzar con paso firme. Europa debe tomar en efecto la iniciativa en el debate sobre el clima y en la acción a emprender. Lo que importa ahora es que no solo la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria haga suyas las recientes propuestas de la Comisión, sino también los Jefes de Gobierno de los Estados miembros. El problema del clima es tan amplio que será necesario mantenerlo en el orden del día durante décadas.

Puesto que el cambio climático, y por tanto el calentamiento global, no puede frenarse así como así, solo las medidas rigurosas tendrán el efecto apropiado. Dichas medidas incluirán necesariamente un uso creciente de combustibles libres de carbono y de baja emisión de carbono. Más concretamente, esto significa que debemos decir adiós a los combustibles fósiles. El Parlamento Europeo ya ha indicado que para el año 2020 Europa debe haber logrado una reducción del 30 % de los niveles de CO2. No obstante, la Comisión ha propuesto una reducción del 20 % a fin de dejar un margen para las negociaciones en un intento de llegar a un acuerdo global, que implicaría entonces una reducción del 30 % de las emisiones en Europa. Quisiera que el Comisario Dimas nos explicara por qué piensa que esta táctica funcionará.

Señor Presidente, quisiera pedirle un poco más de tiempo, puesto que me ha sido imposible hablar a mi ritmo normal.

 
  
MPphoto
 
 

  Luca Romagnoli, en nombre del Grupo ITS.(IT) Señor Presidente, Señorías, hay un evidente deseo común en esta Cámara, y sin duda entre el público, de combatir el cambio climático. No obstante, permítanme realizar una observación que será útil para poner de manifiesto la honradez intelectual que debemos a aquellos ciudadanos que están menos familiarizados con este tema: cuando hablamos de combatir el cambio climático, merece la pena especificar que nos referimos únicamente a la influencia del hombre y sus actividades en el medio ambiente, influencia que, como se ha demostrado científicamente, es mucho menos significativa que la de los condicionantes geofísicos y astronómicos.

Es cierto que resulta útil contar con una política energética que no solo sea lo menos perjudicial posible con el medio ambiente, sino que también garantice el suministro energético crucial para nuestro desarrollo, cosa que en Europa, con toda nuestra independencia política con respecto a los países no europeos, ha sido hasta ahora una perspectiva lejana. Desde luego que estoy de acuerdo con los objetivos de reducción de las emisiones, al igual que con los esfuerzos por desarrollar fuentes de energía renovables. Sin duda todo eso es correcto, y la idea de animar a los ciudadanos a que utilicen vehículos que contaminen menos parece buena. Pero ¿acaso la situación no va a terminar como en Italia, donde la ley presupuestaria de 2007 favorece a aquellos que pueden comprarse vehículos nuevos y de hecho condena precisamente a aquellos cuya situación económica no es tan buena y que no pueden permitirse cambiar de vehículo a carecer de movilidad y soportar unos costes elevados?

Por último, Señorías, aunque no soy sinófobo –por favor, créanme cuando lo digo–, les pregunto una vez más: ¿tienen sentido todos nuestros esfuerzos unilaterales con respecto a la sostenibilidad cuando en un año China y los gigantes económicos asiáticos emiten la misma cantidad de gases de cambio climático a la atmósfera que la que producen los países de la UE en diez años?

 
  
MPphoto
 
 

  Sigmar Gabriel, Presidente en ejercicio del Consejo. (DE) Señor Presidente, intervengo una vez más para responder firmemente a un ataque a la Presidencia alemana del Consejo por parte de la señora Harms en relación con la postura de dicha Presidencia con respecto a la implicación de la industria del automóvil en la respuesta al cambio climático.

Lo primero que quiero decir a la señora Harms es que la Presidencia del Consejo todavía no puede adoptar una postura sobre esta cuestión, puesto que la Comisión no ha presentado ninguna propuesta ni se ha celebrado ninguna deliberación en el seno del Consejo. Suponiendo que se refiera a la postura del Gobierno Federal alemán, señora Harms, sugiero que tome nota de una serie de cuestiones, la primera de las cuales es que su afirmación de que el Gobierno Federal alemán se opone a una propuesta legislativa y a una legislación a escala europea que estipule unas emisiones de CO2 de 120 gramos por kilómetro es del todo incorrecta. Existe un acuerdo en el seno del Gobierno alemán según el cual, si el compromiso voluntario por parte de la industria automovilística europea resulta poco efectivo, deberá promulgarse, por supuesto, una legislación europea con el fin de lograr un resultado de 120 gramos por kilómetro de CO2. No obstante, en segundo lugar, el Gobierno Federal alemán es de la opinión de que…

(Interrupciones)

… si la industria automovilística europea se ha fijado este objetivo para el año 2012, hay que tomarle la palabra. En este caso, el Gobierno alemán tampoco adopta una postura opuesta.

En segundo lugar, el Gobierno Federal alemán está convencido de que debemos alcanzar este objetivo de 120 gramos juntos y por dos vías: la primera es la tecnología de los vehículos y la segunda la inclusión de ciertos biocombustibles.

(Interrupciones)

No tengo ni idea de qué quiere decir con que esto no funciona; eso es algo que tendremos que debatir cuando llegue el momento, pero lo que intento decir es lo siguiente: ¿queremos –y sinceramente, preferiría que celebráramos este debate tranquilamente– que el efecto del desarrollo de la primera generación de biocombustibles supusiera más competencia entre los productos alimenticios, cuya consecuencia ya se ha visto en México, donde el pan de maíz, el alimento básico de los más pobres, se ha encarecido un 60 %, o queremos invertir en combustibles sintéticos, en la segunda generación de biocombustibles? ¿Sí o no?

Si eso es lo que queremos, tenemos que hacer que el mercado se interese en esta cuestión. Ni que decir tiene que la industria automovilística y la industria petrolera tienen interés en el desarrollo de combustibles sintéticos que obvien esta competencia en el sector alimentario si permitimos que logren este objetivo de 120 gramos teniendo en cuenta los biocombustibles, y aunque tendremos que discutir la sustancia de dicha afirmación, yo pediría a la señora Harms que no actuara como si el Gobierno alemán tuviera algún tipo de objeción con respecto a la necesidad de asegurar por ley el cumplimiento del objetivo de 120 gramos.

En tercer lugar, espero que estemos de acuerdo en torno a la necesidad de lograr este objetivo como promedio de entre la gama de vehículos de motor mediante la reducción del consumo y de la emisión de CO2 en todos los vehículos de motor, desde los de gama alta hasta los más pequeños, incluidos los modelos de gama media. Pero si lo que la industria automovilística europea se ha comprometido a hacer tiene que venir respaldado por ley, esto se hará de la manera prevista, es decir, con respecto a todas las clases de vehículos de motor para lograr una media de 120 gramos de CO2 por kilómetro.

Mi cuarto comentario en atención a la señora Harms es que creo que hay dos cosas que no debemos hacer. Quizás ella y yo podamos llegar a un acuerdo sobre ese aspecto si no lo logramos en otras cuestiones, y lo que digo también representa la posición del Gobierno alemán. Sería un error implicar a la industria del motor en el comercio de emisiones en Europa, porque haría que el comercio de emisiones se vuelva aún más complicado, y ya es demasiado complicado actualmente, por lo que tiene sentido hacerlo al margen del sistema de comercio de emisiones.

Quizás también estemos de acuerdo en que la reducción de las emisiones de CO2 es una tarea de futuro que no deberíamos transferir al sector privado diciendo que en última instancia depende de los hábitos de conducción de cada individuo. Se trata de un reto tecnológico que queremos afrontar de manera tecnológica, cambiando la tecnología de los vehículos de motor y teniendo en cuenta el desarrollo de biocombustibles sintéticos y el modo en que se adicionan.

Si su pregunta tenía que ver con la posición del Gobierno alemán, espero que la respuesta que le he dado sea suficiente para usted. Si por el contrario su pregunta se dirigía a la Presidencia del Consejo –que es lo que yo he entendido–, entonces le agradecería que tuviera la decencia de dar a la Presidencia la oportunidad de celebrar al menos un debate general en el Consejo de Asuntos Ambientales, que no podrá tener lugar hasta que la Comisión haya emitido una Comunicación sobre el tema.

Debo decir que si su sugerencia debía entenderse como una reclamación de dicha Comunicación para posibilitar un debate general, esa sería la parte –de hecho, la única parte– de su intervención con la que yo estaría de acuerdo.

(Aplausos)

 
  
MPphoto
 
 

  Avril Doyle (PPE-DE). (EN) Señor Presidente, he escuchado muy detenidamente lo que ha dicho el Ministro Gabriel porque los titulares de los periódicos irlandeses de hoy afirman: «Alemania impugna los límites de la UE para las emisiones de los coches». Los periódicos continúan diciendo que «la Canciller alemana Angela Merkel prometió combatir “con todas sus fuerzas” los planes de establecer límites generales sobre las emisiones de CO2 de los coches...». Los dos minutos que tengo no me permiten continuar leyendo.

Tiene usted un gran ejercicio de relaciones públicas por delante, señor Ministro, si lo correcto es lo que dice usted y no la Presidenta alemana del Consejo. Por lo tanto, le ruego aclare la confusión que existe en estos momentos, particularmente porque el discurso de la Canciller Merkel al comienzo de la Presidencia alemana fue excelente y sumamente alentador en este aspecto en concreto y ella garantizó que esta cuestión tendría prioridad en el orden del día de la cumbre de marzo.

Necesitamos una mayor responsabilización política en este debate. El verdadero problema es –y digo esto a través de la Presidencia a nuestro Comisario y al Ministro– que lo hayamos dejado en manos de nuestros funcionarios y diplomáticos. Sí, Nairobi supuso «un paso adelante» en la preparación del terreno. Es eso lo que usted ha dicho. Sin embargo, fue un pequeño paso adelante, un tortuoso paso adelante: apenas una mejora con respecto a lo que ya se había acordado en Montreal.

No tiene sentido que miles de nosotros, procedentes de cientos de países, nos reunamos una vez al año, agotemos el carbono y volemos a todo tipo de lugares para sentarnos a discutir principalmente acerca de lo que debería contener el orden del día y después marcharnos dos semanas después, solamente para regresar 12 meses más tarde y retomar la misma discusión sobre el orden del día donde la habíamos dejado 12 meses antes. Si lo que decimos nosotros y todos los informes de economistas, ONG, ecologistas y eminentes científicos es cierto –y lo es, pues el 99 % de la comunidad coincide en que lo es–, entonces debemos responsabilizarnos políticamente al máximo de la resolución del problema. Eso en lo que se refiere a las cumbres: no solamente en las reuniones de alto nivel, sino también en las Conferencias de las Partes, en las Reuniones de las Partes, en Nairobi y en cualquier otro lugar donde nos reunamos. Debemos elevar esta cuestión al nivel de los Primeros Ministros y Jefes de Estado durante los doce meses del año y no solamente en la reunión anual de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático o en la Conferencia de las Partes de Kyoto.

Necesitamos responsabilización política en el máximo nivel. Lleven adelante el programa, por favor.

 
  
MPphoto
 
 

  Dorette Corbey (PSE). (NL) Señor Presidente, señor Comisario, señor Gabriel, espero que estemos de acuerdo sobre la propuesta de reducción de la emisión de CO2 de los turismos a 120 miligramos y además de una reducción todavía mayor en la segunda generación de combustibles. Urge desesperadamente tomar medidas, porque muchas personas albergan serias preocupaciones acerca del cambio climático. Mañana, las Naciones Unidas anunciarán que la Tierra se está calentando a un ritmo más rápido que el que habíamos imaginado anteriormente. Europa debe mostrar capacidad de liderazgo en la resolución del problema. Por eso es importante que adoptemos una postura firme con respecto a este 30 % y de que no cedamos y aceptemos el 20 % si el resto del mundo no se une a esta iniciativa. El hecho de que dependamos de otros países hasta ese punto es muy decepcionante, aunque me imagino por qué es así: en primer lugar, tenemos un deber moral para con el resto del mundo. Puesto que hemos causado el cambio climático, también debemos subsanarlo. En segundo lugar, según el informe Stern, es mucho más barato adoptar una política climática firme que pagar los gastos subsiguientes para adaptarnos al calentamiento global. La política climática ofrece una gran oportunidad de innovación y empleo.

 
  
MPphoto
 
 

  Chris Davies (ALDE).(EN) Señor Presidente, la Presidencia ha empezado con muy buen pie en esta cuestión. No dudo en absoluto del compromiso del Ministro y me alegró escuchar las firmes palabras de la Canciller hace dos semanas. Pero sin duda la retórica debe corroborarse con hechos y Alemania tiene un problema. En primer lugar, tiene el problema del plan de asignación nacional. Me doy cuenta de que hay un problema de diferentes interpretaciones entre la Presidencia y la Comisión, pero en todo caso no es nada bueno que ustedes ocupen la Presidencia y no hayan aprobado todavía un plan de asignación nacional. Así que, señor Ministro, haga el favor de subsanar esto.

Después nos encontramos, por supuesto, con la cuestión de hoy de la industria automovilística alemana y la retórica de los distintos documentos. Acabo de presidir una audiencia sobre la reducción de emisiones de CO2 de los vehículos de motor, a la que tengo que volver. El claro mensaje de muchos de los expertos que se pronuncian sobre esta cuestión es que 120 gramos por kilómetro es perfectamente alcanzable en el período de cinco años de que estamos hablando, a un coste de mil euros: eso es lo que calculan muchos de esos expertos. Y eso supone mil euros que reportarán unos beneficios rápidos a los propietarios de los coches en virtud del ahorro de combustible y del ahorro de dinero en la gasolinera.

Le pregunto, ¿cuántas veces hemos oído a la industria decir en los debates sobre el medio ambiente que «esto es imposible, si la Unión Europea hace esto será el final de nuestra industria; si el Parlamento Europeo aprueba esto, va a costar un montón de dinero»? Y cada vez que legislamos y de alguna manera se disipan los problemas, la industria se pone a la altura y nos volvemos más competitivos a la vez que reforzamos nuestra posición en el mundo. Sospecho que ahora está ocurriendo lo mismo. La industria exagera, como hace siempre.

Hablamos de abordar la cuestión del cambio climático. Si consideramos el precio real de un coche, que se ha reducido de manera tan significativa en los últimos 20 o 30 años, y afirmamos que reducir las emisiones un 25 % costaría mil euros más, con lo que el precio real de un coche seguirá siendo menor que hace treinta años, ¿acaso no podemos pagar ese precio? ¿Cómo podemos mirar a nuestros hijos y decirles que no hemos estado dispuestos a pagar un poco más por una diferencia tan grande?

(Aplausos)

 
  
MPphoto
 
 

  Claude Turmes (Verts/ALE). (DE) Señor Presidente, tal y como yo lo veo, una razón por la que debemos ampliar este debate sobre los automóviles es que ilustra la distancia que media entre el dicho y el hecho. La propuesta del señor Gabriel de combinar la adición de biocombustibles y la necesaria eficiencia de los vehículos de motor oscurece la cuestión, porque incluso si vendo un coche que funciona con biocombustibles, no puedo estar seguro de que el cliente los vaya a utilizar después, y por ello el sistema que usted propone con respecto a cómo debe medirse la producción es muy poco claro y plantea problemas enormes.

Aunque ustedes hablan de una generación de 120 gramos de CO2 por kilómetro, lo que en realidad quieren es lo mismo que los fabricantes de coches alemanes, a saber, 130 o 140 gramos. Eso sería un paso fatal, no solo para Europa, sino también para el mundo entero, porque dado que el objetivo de 60 a 100 gramos debe lograrse a más tardar para el año 2020, la cifra de 120 gramos puede representar tan solo un estadio intermedio. También quiero agradecerles sus aclaraciones; espero que la señora Merkel y el señor Gloser sean de la misma opinión, porque la prensa no lo ha dejado claro en los últimos días. Puede que yo no sea alemán, pero a mi juicio Alemania siempre ha sido uno de los grandes líderes, porque el público alemán concede la máxima prioridad a la protección del medio ambiente y a la gestión del cambio climático, y que una Presidencia alemana que se ha propuesto hacer grandes cosas en el frente del cambio climático tropiece la primera vez que la economía sufre una presión mínima es una desgracia.

 
  
MPphoto
 
 

  Dimitrios Papadimoulis (GUE/NGL).(EL) Señor Presidente, los científicos llevan años haciendo sonar la alarma. No estamos hablando de un peligro futuro, sino de una amenaza presente. Por eso las declaraciones ambiciosas no bastan. Necesitamos medidas concretas con resultados tangibles y cuantificables. El ejemplo del coche es típico. Tan pronto como las declaraciones genéricas se convierten en medidas concretas, los grupos de presión reaccionan. Mi opinión es que las vidas de todos nosotros y de nuestros hijos valen más que la industria del automóvil.

Acogemos con satisfacción medidas concretas como la reducción de las emisiones de dióxido de carbono, el apoyo a las fuentes de energía renovables, los combustibles limpios y las tecnologías más limpias. El Parlamento Europeo insta a la Comisión y al Consejo a que fijen unos objetivos más ambiciosos y, sobre todo, a que los logren. Tenemos que cambiar muchas cosas con respecto a nuestros hábitos de vida y de consumo. La Unión Europea debe estar a la vanguardia de la creación de una gran alianza global. El Protocolo de Kyoto, que algunos todavía se niegan a adoptar, ya no es suficiente.

 
  
MPphoto
 
 

  Derek Roland Clark (IND/DEM). (EN) Señor Presidente, esta cuestión está rodeada de medias verdades y declaraciones engañosas que ponen en tela de juicio la totalidad de la cuestión y plantean más preguntas que respuestas. Por ejemplo, ¿por qué se hacen continuas referencias, en todo caso fuera de esta Cámara, a las emisiones de carbono? El carbono es un cuerpo sólido negro; es hollín, grafito o diamante. Habría que hablar del dióxido de carbono, que por cierto, no es un contaminante, sino un componente natural de la atmósfera. ¿Por qué me ha dicho el director de una agencia ambiental del Reino Unido que no podían relacionar el calentamiento global con el cambio climático? Si el calentamiento global se debe al CO2 y el efecto invernadero, en lugar de al cambio de la actividad solar, ¿por qué el mismo director no pudo decirme si el efecto invernadero aumenta proporcionalmente a la cantidad adicional de CO2 o aumenta en mayor medida con la misma cantidad de CO2 –exponencialmente– o con un crecimiento descendente, lo cual supone una disminución gradual y un efecto estático en algún momento?

¿Por qué el Informe Stern muestra un gráfico en forma L invertida para el calentamiento global –un aumento continuo durante 2 000 años– cuando de hecho en los siglos XIV y XV hacía más calor que ahora? ¿Por qué los Amigos de la Tierra afirman que la incineración de residuos con el fin de generar electricidad produce más CO2 que los generadores convencionales de gas, cuando en realidad gran parte de los residuos son biocombustibles, y por tanto, neutrales al carbono? Ignoran el hecho de que los residuos de los vertederos producen metano, un gas de invernadero 12 veces más potente que el CO2?

Por último, ¿por qué el Presidente de la Comisión van en un coche que produce 1,6 veces más CO2 por kilómetro que el coche de tipo medio que conduzco yo?

 
  
MPphoto
 
 

  Jana Bobošíková (NI). (CS) Señor Presidente, una serie de expertos han afirmado que –al margen de la especulación basada en advertencias a corto plazo– no hay pruebas científicas indiscutibles de que los gases de efecto invernadero derivados del crecimiento industrial sean la causa del cambio climático. El cambio climático se desarrolla a lo largo de millones de años y sin duda el clima seguirá cambiando. Por lo tanto, no comparto la opinión de que las personas pueden cambiar la historia del planeta con su rutina diaria. Ese punto de vista es, a mi juicio, arrogantemente antropocéntrico.

Cuidar el planeta tiene poco que ver con el comercio de emisiones, la imposición de normas más estrictas, la promulgación de nuevas leyes o la inversión masiva en el recorte de emisiones de fuentes de energía existentes. Un procedimiento mucho más sensato sería invertir en el desarrollo de nuevas fuentes de energía y de la energía nuclear. Creo firmemente que el actual enfoque antinuclear y cerril ante el calentamiento global nos llevará a un callejón sin salida en el que tanto nuestros ingresos como nuestras libertades se verán cercenados so pretexto de combatir los gases de efecto invernadero. Un enfoque de este tipo no equivale, por supuesto, a cuidar el planeta en interés de nuestros hijos.

 
  
MPphoto
 
 

  Françoise Grossetête (PPE-DE). (FR) Señor Presidente, estamos ante un reto cuádruple: en primer lugar está el propio cambio climático y el deseo público de atajarlo; en segundo lugar, la implicación internacional en la lucha contra el cambio climático; en tercer lugar, la innovación necesaria para el cambio de los métodos de producción y el uso de la energía y, por último, la adaptación de nuestros países a los inevitables efectos del cambio climático.

La pregunta es tentadora: ¿a qué está esperando Europa para abrir el debate –me refiero a un debate serio y desapasionado– sobre la energía nuclear? Les insto a emprender este debate sin más demoras. La opción de las energías renovables es, sin duda, muy atractiva, pero no tenemos otra alternativa que considerar estos asuntos de manera realista.

Tomemos dos ejemplos: la energía eólica y los biocombustibles. La primera supone un 0,05 % del consumo mundial de energía. ¿A qué ritmo deberíamos desarrollar la energía eólica para lograr un crecimiento anual del 2 % del consumo mundial de dicha energía durante un período de 30 años? Esto no se puede ni siquiera plantear. Por otra parte, los biocombustibles son un modo de abordar un problema de la política agrícola que resulta interesante y tiene buena prensa, pero las posibilidades que encierran los biocombustibles se hallan limitadas por el espacio agrícola disponible.

Señor Dimas, tendrá usted que convencer a su colega Comisario, el señor Verheugen, de que no obstaculice nuestras ambiciones. Señor Gabriel, hay ciertas batallas en las que tendremos que apoyar a ciertas industrias que, al enfrentarse a esta amenaza global, libran escaramuzas de retaguardia. Confío en que los fabricantes de coches alemanes puedan aportar el tipo de respuestas positivas que tanto necesitamos.

Entonces, ¿qué hemos de decir a los países terceros? ¿Decimos a China, por ejemplo, que no tiene derecho a desarrollar su economía? Por no hablar de la hipocresía de Europa cuando unos y otros se dan palmadas en la espalda por el comercio de emisiones.

Para terminar, aquellos que consienten el alarmismo solo terminarán por desestabilizar la opinión pública. Debemos sensibilizar e informar al público, pero meter miedo a la gente no sirve de nada. No es constructivo. Debemos intentar proponer soluciones factibles. Esto exige que todos hagan un esfuerzo y el tiempo es nuestra única prioridad.

 
  
MPphoto
 
 

  Riitta Myller (PSE). (FI) Señor Presidente, para muchos el cambio climático se ha hecho realidad ahora que se han calculado sus costes. Según uno de estos cálculos, el coste de no hacer nada podría ascender al 20 % del PNB mundial. No obstante, si ahora tomamos medidas y frenamos el cambio climático a 2 ºC, el coste se reducirá a una fracción de dicho porcentaje. Además, la inversión en la economía de bajas emisiones creará un mercado mundial para las tecnologías energéticamente eficientes, que según las previsiones alcanzará un valor de hasta 27 000 millones de euros para el año 2020.

Para que Europa pueda participar en este desarrollo tecnológico, la Unión tiene que crear un mercado interior viable para las formas de energía renovables y de bajas emisiones. Hemos de recordar que la energía nuclear no puede ser la solución a este problema, sobre todo si queremos que Europa sea una economía energética autosuficiente.

 
  
MPphoto
 
 

  Henrik Lax (ALDE). (SV) Señor Presidente, no voy a repetir lo que ya se ha dicho, pero quiero mencionar una cuestión. El Parlamento Europeo debe entablar un diálogo directo con el recién elegido Congreso estadounidense. En lugar de limitarnos a seguir el debate estadounidense en los medios de comunicación, es nuestra responsabilidad pasar a la acción.

El equilibrio político del Congreso ha cambiado y ahora puede que la puerta esté abierta para la cooperación necesaria para el cambio. El Congreso ha llegado a crear una comisión especial sobre el cambio climático. La fuerza reside en la acción conjunta de la UE y los Estados Unidos. Solo juntos podremos influir en países como China y la India, de modo que también ellos puedan participar en el comercio mundial de emisiones. En primer lugar, no hay que permitirles contaminar a voluntad su propio medio ambiente y el nuestro solo porque son países en desarrollo y responsabilizarse del medio ambiente planetario tan solo después de haber alcanzado niveles de vida altos.

Propongo que el presidente de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria se ponga en contacto de inmediato con la comisión correspondiente del Congreso estadounidense. Hay que organizar una reunión conjunta entre las comisiones implicadas esta primavera. El objetivo de este diálogo debe ser implicar a los Estados Unidos y a otros países que no participan en el comercio de emisiones.

Como representantes de los pueblos de Europa, debemos atrevernos a coger el toro por los cuernos. Para eso nos han elegido.

 
  
MPphoto
 
 

  Caroline Lucas (Verts/ALE). (EN) Señor Presidente, esta tarde ha habido mucha retórica aquí, especialmente por parte del Consejo, pero lo que se echa en falta es un sentido de la urgencia y un compromiso a favor de medidas ambiciosas. Está claro que la Unión Europea tiene que hacer bastante más y tiene que demostrar un verdadero liderazgo.

No obstante, en el minuto de que dispongo quiero pedirle, Comisario Dimas, que haga algo muy concreto. Hoy se ha debatido mucho sobre lo que está mal, pero no se ha hecho lo suficiente por mencionar lo que debemos hacer, es decir, algunas de las respuestas.

Quiero plantear la cuestión de los derechos personales de emisión de carbono. Es un sistema que despierta cada vez más interés en muchos Estados miembros en los que los derechos de emisión se adjudican a todos los individuos sobre una base per cápita equitativa, que después los gastan, por ejemplo, cuando adquieren combustibles fósiles o electricidad para uso personal y con el tiempo, claro está, estos derechos de emisión desaparecen.

Es algo complementario al esquema de derechos de comercio de emisión, pero en muchos aspectos es más equitativo que un aumento mayor de los impuestos, tiene la ventaja de estar sujeto a un límite general descendente y –esto es fundamental– compromete a los individuos personalmente. Afecta a las opciones individuales que realizan, porque uno de los mayores obstáculos para la acción individual es la sensación de que tu vecino no hace lo que tú estás haciendo. Por lo tanto, pido a sus departamentos que investiguen las medidas que pueden tomar para fomentar la implantación de estos mecanismos en la Unión Europea.

 
  
MPphoto
 
 

  Umberto Guidoni (GUE/NGL). (IT) Señor Presidente, Señorías, las más de 40 muertes causadas por el huracán Kyrill son una triste perspectiva de lo que nos espera en el próximo futuro. El calentamiento del planeta y el cambio climático asociado no han sido un sueño de los grupos ecologistas: a lo largo del siglo XX, la temperatura media ha aumentado más de medio grado, y debemos buscar la causa en la emisión de gases de efecto invernadero generados por las actividades humanas. La Unión Europea es responsable de alrededor del 14 % de estas emisiones, la tasa por habitante más alta del mundo. Por ese motivo, la lucha contra el cambio climático, que exige la concurrencia de todos los países, necesita a los países más avanzados para que allanen el camino.

La UE debe seguir trabajando por tanto en el espíritu del Protocolo de Kyoto, que nos ha llevado a embarcarnos en la innovación tecnológica. No obstante, en los últimos años se han dado algunos pasos atrás, especialmente en relación con la energía, y las recientes propuestas de la Comisión no han estado a la altura de las circunstancias. A pesar de que usted mismo, señor Dimas, solicitó el recorte de un 30 % de las emisiones sobre los niveles de 1990, se ha llegado a un compromiso devaluado de reducirlas un 20 %, y no hay estrategia para el sector del transporte, las fuentes de energía alternativas o las tecnologías de hidrógeno verde. Por no decir de la ambigüedad en lo tocante a la energía nuclear…

(El Presidente interrumpe al orador)

 
  
MPphoto
 
 

  Johannes Blokland (IND/DEM).(NL) Señor Presidente, la industria va a notar que se van a tomar medidas drásticas. Habrá que reducir cada año los derechos de emisión y habrá que poner fin a la distribución gratuita de derechos de emisión. Además, puesto que un número cada vez mayor de sectores tendrá que incorporarse al régimen obligatorio de comercio de emisiones, hay que acoger con satisfacción el deseo de la Comisión de incluir en él la industria aeronáutica. Tanto productores como consumidores deben aceptar sus responsabilidades con respecto al clima. Así que todos nosotros debemos hacerlo.

A modo de comentario final, no debemos intentar abordar el problema del clima de manera unilateral, lo cual significaría que las medidas ocasionarían otro tipo de daño ambiental. La producción e incineración de biocombustibles no debe perjudicar al medio ambiente, y ese era el problema con el aceite de palma. Es preciso prevenir las meteduras de pata ambientales de este tipo.

 
  
MPphoto
 
 

  Hans-Peter Martin (NI).(DE) Señor Comisario, señor Gabriel, yo también dispongo tan solo de un minuto para llegar a sus mentes. Lo único que se puede decir, después de haberles escuchado, es que al león lo pintan fiero. Sabemos que el Presidente Bush sostiene las riendas del poder, y el modo en que usted ruge, señor Ministro, recuerda al modo en que uno de sus predecesores –Klaus Töpfer– lo hizo en 1992, cuando estábamos en una situación muy similar. Parece como si se hubiera abierto una ventana de oportunidad histórica en algún lugar entre la caída del Muro y la globalización, pero dado que no ocurrió nada, esto sirve de ejemplo de lo que no hay que hacer.

No obstante, quiero animarles a que se ciñan a esta cuestión, a eludir lo más elegantemente posible la resistencia de la industria automovilística alemana y a centrarse realmente en la cuestión que está en juego. Sin duda, tendrán que ser conscientes de que esto no ocurrirá sin ciertos sacrificios. Si consiguen comunicar la idea a los Estados miembros ricos de que prescindir de ello es cosa buena, su destino político podría ser el del sucesor del Ministro de Medio Ambiente que he mencionado; para usted, y quizás para el mundo, no sería cosa mala.

 
  
MPphoto
 
 

  Gunnar Hökmark (PPE-DE).(EN) Señor Presidente, tenemos dos tareas que cumplir: una es reducir las emisiones de CO2 y la otra es garantizar que podamos hacer frente a los cambios que vengan con el cambio climático. Ambas tareas exigen que contemos con recursos que invertir, que tengamos oportunidades de crecimiento y oportunidades para cuidar el medio ambiente. Los límites y los objetivos son importantes a este respecto, pero es igualmente importante que tomemos medidas compatibles con el crecimiento económico y con los recursos de inversión a fin de garantizar lo que debemos hacer.

A veces podemos contemplar las medidas más prácticas y realistas. Mencionaré solo dos. Las combinaciones de camiones con remolque son uno de los modos más sustanciales de reducir las emisiones de CO2 en cuanto al transporte por carretera. Señor Comisario, señor Presidente en ejercicio: ustedes pueden hacer algo al respecto como medida práctica con un resultado sustancial.

La segunda tarea tiene que ver con la política energética. La eliminación gradual de la energía nuclear de la manera y al ritmo en que se está planificando en la Europa de hoy es un modo seguro de aumentar las emisiones de CO2. Si conseguimos lanzar más fuentes de energía renovables, la reducción gradual de la energía nuclear reducirá los beneficios y puede que incluso reduzcamos por debajo de cero el aumento de las emisiones de CO2.

Quisiera pedir a la Presidencia alemana que lidere una nueva política. No debe hacerlo para resolver el efecto invernadero, como dicen algunos, sino para no empeorar las cosas. Al menos debemos mantener la misma proporción de energía que procede de la energía nuclear que la que tenemos actualmente para no incrementar las emisiones de CO2.

Necesitamos tecnología punta, no tecnología anticuada; necesitamos más comercio, no menos; necesitamos más inversiones, no menos, y necesitamos más crecimiento, no menos. El reto es combinar todo esto, y espero su respuesta con respecto a mis dos tareas concretas, aunque les pueda resultar políticamente incómodo.

 
  
MPphoto
 
 

  Edite Estrela (PSE).(PT) Como dijo Kofi Annan en Nairobi, el cambio climático no es ciencia ficción. Es un problema mundial que exige una respuesta mundial tanto por parte de los Gobiernos como de los ciudadanos. Los Gobiernos deben tomar medidas con carácter urgente, pero también los ciudadanos deben cambiar su rutina y su estilo de vida; por ejemplo, no usando sus coches y caminando más, que es sano y protege el medio ambiente.

La lucha contra el cambio climático es una prioridad de las Presidencias alemana y portuguesa. Espero que juntos podamos impulsar esta lucha y que la Unión Europea aproveche la oportunidad, en la próxima conferencia de las Naciones Unidas que se celebrará en Bali durante la Presidencia portuguesa, para entablar negociaciones de cara a un nuevo enfoque de la cuestión del clima. Gracias por su excelente discurso, señor Gabriel.

 
  
MPphoto
 
 

  Anne Laperrouze (ALDE). (FR) Señor Presidente, anticipando el futuro en las décadas de 2030 a 2050, ¿se habrán agotado los combustibles fósiles? ¿Habrá cumplido el proyecto ITER su promesa con respecto a la fusión? Considerando el enorme crecimiento de China e India, ¿serán suficientes los recursos energéticos? ¿Cuáles serán los efectos del crecimiento sobre el clima? No tenemos necesariamente todas las respuestas a estas preguntas, pero lo que está claro es que debemos actuar en el marco de una estrategia europea y mundial, porque la energía es una necesidad fundamental y hay que poner freno al fenómeno del calentamiento global.

Acojo con satisfacción los ambiciosos objetivos que consisten en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en un 30 % para el año 2020, porque la Unión Europea debe enviar un mensaje contundente al efecto de que el comportamiento y la manera de pensar deben cambiar para que puedan encontrarse soluciones innovadoras con un impacto global.

También acojo con satisfacción las medidas propuestas por la Comisión, pero deben ir acompañadas de acciones políticas. Por consiguiente, hay que hacer más por obligar a los Estados miembros a tomar más medidas activas, por ejemplo en relación con el uso de biocombustibles y energías renovables, y a tomar medidas fiscales que fomenten el ahorro energético y promuevan la eficiencia energética de los edificios.

Además, sin querer ser alarmista, habría que lanzar una campaña de comunicación europea, con el apoyo de los medios de comunicación, a fin de presentar a los ciudadanos de Europa cosas sencillas que todos podemos hacer para ayudar a proteger el clima. El futuro que deseamos vendrá de la mano del desarrollo tecnológico fundamental y de medidas que todos podamos llevar a cabo, empezando hoy mismo.

 
  
MPphoto
 
 

  Satu Hassi (Verts/ALE). (FI) Señor Presidente, Señorías, pasado mañana las Naciones Unidas publicarán un informe científico que dice que lo más probable es que la Tierra se caliente tres grados durante este siglo. Si eso ocurre, la capa de hielo de Groenlandia se fundirá inevitablemente y el nivel del mar subirá al menos siete metros. Supondrá que habrá que trazar de nuevo el mapa de Europa. Esto hay que impedirlo.

Es muy urgente que tomemos medidas prácticas para impedir que la Tierra se caliente más de dos grados, que es el objetivo de la UE. No obstante, tenemos que pasar de la retórica a los hechos prácticos. En este contexto, es muy decepcionante ver que hoy la Comisión Europea ha retrasado una vez más la cuestión de los límites preceptivos de las emisiones de dióxido de carbono.

Hemos de entender que el factor más importante de todos son las medidas de mejora de la eficiencia energética y del combustible. Esto también se aplica al transporte. No podemos resolver el problema sustituyendo la mejora de la eficiencia energética por los biocombustibles. Si intentamos hacerlo, esto solo hará que los ecologistas se vuelvan en contra del biocombustible.

(Aplausos)

 
  
MPphoto
 
 

  Pilar Ayuso (PPE-DE). – (ES) Señor Presidente, señor Comisario, señor Ministro, Señorías, en primer lugar agradezco a la Comisión y al Consejo que hayan venido aquí a debatir este asunto y la estrategia que deba seguirse en el futuro.

Todos compartimos el principio de reducción de emisiones contaminantes que guía las propuestas de la Comisión y de los Estados miembros. Estamos de acuerdo en el diagnóstico, aunque tengamos algunas discrepancias sobre los remedios que deben aplicarse y sobre las responsabilidades de cada uno. Me alegra haber escuchado aquí algo que para mí es indispensable, esto es, que debe haber un acuerdo internacional sobre la reducción de las emisiones que logre integrar a todos; y si esto no se consigue, difícilmente lo vamos a solucionar asumiendo objetivos de forma unilateral. Entre otras cosas, porque la Unión Europea sola no puede ni reducir las emisiones mundiales ni fijarse objetivos de mantenimiento de temperaturas a nivel mundial.

Sinceramente, creo que nuestro objetivo principal debe ser alcanzar un acuerdo global con nuestro esfuerzo, por supuesto, y también con el de nuestras industrias. Personalmente, prefiero –como usted, señor Comisario– un objetivo más flexible en el que se comprometan todos a un objetivo de reducción del 30 % que no sabemos quién va a suscribir.

Además de esto, hay que tener en cuenta una serie de principios. Primero: deben reducir más sus emisiones los países que históricamente hayan contaminado más, y para las economías emergentes habría que marcar unos topes razonables de emisiones para el futuro. Segundo: todos los sectores tendrán que hacer frente a su responsabilidad en función de sus emisiones, porque no tiene sentido hablar de electricidad y no hablar de transporte. Tercero: hay que tener en cuenta también los beneficios para la retención de carbono de la agricultura y los bosques, que son reguladores naturales del medio ambiente.

Por último, quiero mencionar la utilidad de la promoción de las energías renovables y de los medios de transporte limpios y decir que es urgente que, de una vez por todas, se ponga en serio encima de la mesa el debate nuclear.

 
  
MPphoto
 
 

  Eluned Morgan (PSE). (EN) Señor Presidente, quiero dar las gracias al Comisario y al Ministro por su compromiso personal con respecto a esta cuestión crucial y recordar a la Cámara que estos son los buenos. Hay muchísimas personas en la Comisión y en el Consejo que van a presionar en contra de la posición que nos planteamos. Las propuestas formuladas por parte de la Comisión son, en efecto, ambiciosas. No obstante, no son suficientemente ambiciosas y no se conforman al estado de la ciencia. La ciencia indica que si queremos lograr lo que los Ministros ya han decidido –que es no superar los dos grados–, entonces tenemos que recortar un 30 % las emisiones de carbono. Si siguen ustedes al señor Stern, tenemos que asumir la carga ahora para ahorrar más tarde.

Lo que queremos ver es liderazgo mundial. Un recorte del 20 % no es liderazgo mundial. Los Ministros tienen que ser consecuentes. Si se comprometen a esto, tienen que ser consecuentes. Es decepcionante que los Estados miembros no aprueben los objetivos vinculantes del 20 % con respecto a las energías renovables. Es decepcionante que la Comisión haya cedido al grupo de presión de la industria automovilística alemana, pero es bueno escuchar a los Ministros afirmar que no vamos a rendirnos al grupo de presión del automóvil, como han hecho algunos Comisarios, aunque no el señor Dimas.

Por favor, señor Ministro, resuelva la cuestión de su plan de asignación nacional. Esto es crucial. Ha llegado el momento de que el Consejo deje de hablar y pase a actuar.

(Aplausos)

 
  
MPphoto
 
 

  Péter Olajos (PPE-DE). (HU) Estoy de acuerdo en que el cambio climático podría tener consecuencias catastróficas para el mundo, incluida Europa. Si en los próximos diez años no cambiamos de manera radical nuestras prácticas actuales, si no cambiamos nuestro modo de vida actual, podremos causar enormes perjuicios ecológicos y económicos.

Precisamente por este motivo redunda en interés de todos los Estados miembros y es su obligación moral que hagan suya la política climática anunciada por la Presidencia alemana, con una reducción del 30 % de las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2020, un incremento al 20 % de la parte de las energías renovables en el conjunto de las energías usadas y un aumento al 10 % de la proporción del biocombustible en el combustible consumido. Por lo que respecta a las medidas, insto a la Comisión a que compare los programas operativos de los Estados miembros, que se están evaluando actualmente, con estos objetivos. En la medida en que la Comisión detectara que en un Estado miembro concreto de la UE no hay recursos suficientes asignados para alcanzar estos objetivos, debería hacer uso de sus poderes para negarse a aceptar tal cual el programa operativo del país en cuestión.

Es inaceptable que algunos Estados miembros apoyen tan solo de boquilla la eficiencia energética y los esfuerzos europeos conjuntos realizados en el ámbito del ahorro energético. Hungría y Polonia quieren dedicar apenas algo más del 1 % al presupuesto de la Unión a este ámbito, mientras que Lituania, por ejemplo, desea dedicar un 5,4%. Ya se ve claro que esto no permitirá que los húngaros y los polacos cumplan siquiera sus compromisos actuales con la Unión Europea.

Si pensamos y actuamos de manera responsable, puede que en los próximos seis meses comience la tercera revolución industrial. El objetivo de esta revolución industrial es frenar el cambio climático y su resultado será la creación de una economía baja en carbono y posteriormente libre de carbono.

 
  
MPphoto
 
 

  Andres Tarand (PSE). (ET) En los últimos días nos ha llegado de Davos una gran cantidad de información interesante sobre el alcance del cambio climático y sus posibles efectos catastróficos. Yo participé en esa reunión hace 12 años y he de admitir que el cambio climático ni se mencionó en aquella ocasión. Sin embargo, con hablar no basta.

La fusión de la capa de hielo de Groenlandia, del hielo ártico y del permafrost siberiano ha reducido considerablemente la cantidad de hielo en la Tierra, lo cual ocasionará un peligroso aumento del nivel del mar en todo el planeta. Parece que esto nos ha ayudado a entender mejor los peligros a los que nos enfrentamos. Está claro que el propio Tratado de Kyoto es insuficiente como mecanismo político; tenemos que actuar con más rapidez. Y esto también se mencionó en Davos.

Debemos establecer objetivos vinculantes y ambiciosos en Europa a fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Las economías en desarrollo de China y la India son factores clave y estos dos países deben ocupar una posición importante en el nuevo mecanismo político. Para que nos sigan, primero debemos demostrar que Europa se toma esta cuestión en serio y no se limitará a una reducción de tan solo el 20 %.

 
  
MPphoto
 
 

  Ján Hudacký (PPE-DE). (SK) Para tratar una cuestión tan seria como es el cambio climático, es necesario que desde el Parlamento Europeo apoyemos una mejor comunicación y un procedimiento más normalizado para buscar soluciones estratégicas adecuadas. Creo que la iniciativa de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria podría haber realizado consultas previas con la Comisión de Industria, Investigación y Energía, especialmente con respecto al paquete energético de la Comisión Europea. El proyecto de resolución de la Comisión de Medio Ambiente incluye nuevos objetivos vinculantes que son mucho más ambiciosos, y todavía no estamos seguros de si cumpliremos –y del modo en que lo haremos– los objetivos establecidos en las propuestas presentadas por la Comisión Europea.

Todos sabemos que es hora de actuar, puesto que la situación en el ámbito del cambio climático es, sin duda, grave. No voy a enumerar los ámbitos del sector energético en los que se pueden lograr mejoras sustanciales con respecto a las emisiones de CO2. No obstante, los niveles de crecimiento esperados traerán nuevas ideas con respecto al problema del aumento de la demanda de energía. No cabe duda de que el desarrollo de nuevas instalaciones de generación de energía debe basarse en tecnologías libres de carbono. Las fuentes renovables, que hemos defendido tan a menudo y con toda la razón, apenas podrán hacer frente a la creciente demanda. Por lo tanto, es difícil comprender por qué la energía nuclear, que apenas genera emisiones de CO2, sigue sin contar con mucho apoyo y se menciona vagamente en las estrategias de la Comisión Europea y de la Unión Europea en general, dejando las decisiones en manos de los Estados miembros.

 
  
MPphoto
 
 

  Gyula Hegyi (PSE). (EN) Señor Presidente, en el minuto del que dispongo quiero centrarme en tres cuestiones que se basan en mis enmiendas, aprobadas ayer por la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria.

El transporte es una de las principales fuentes del cambio climático; los transportes por carretera utilizan cinco veces más energía que el transporte por ferrocarril para el mismo número de pasajeros. Lo mismo vale para los coches privados, por una parte, y el tranvía y el metro por otra. Por este motivo el transporte público debe ser una prioridad para nosotros. En una economía de mercado, en una sociedad capitalista, la mayoría de estos objetivos positivos pueden lograrse utilizando herramientas económicas y financieras. La eficiencia energética puede aumentarse únicamente con un sistema impositivo ecológico muy equilibrado.

A largo plazo, Europa debe contar con un sistema impositivo ecológico armonizado, porque sin dicho sistema, nuestra política ambiental común no tiene instrumentos adecuados.

Nuestros Estados miembros desarrollados han exportado su energía y sus actividades consumidoras de recursos naturales a los países menos desarrollados, exportando también emisiones de efecto invernadero y daños ambientales. Debemos impedir dichas prácticas en el futuro.

 
  
MPphoto
 
 

  Herbert Reul (PPE-DE). (DE) Señor Presidente en ejercicio, señor Comisario, Señorías, aunque una diputada acaba de decir que los problemas políticos como la protección del clima no deben debatirse durante demasiado tiempo si no tienen solución, lo contrario también es verdad, puesto que en política hay que tener cuidado de no convertir los problemas en el gran problema y en algo que presagie el fin del mundo sin ofrecer una solución que suponga un cambio a mejor.

También veo, con cierta preocupación, que algunos debates recientes se están celebrando de un modo que pierden el contacto con la realidad, que se habla de huracanes causados por los cambios climáticos, aunque cualquiera que lea información meteorológica inteligente sabe que no es así como funcionan las cosas. También hay ciertas preguntas que no se formulan o no se responde a ellas, como por ejemplo, ¿por qué, a pesar del incremento mundial de la cantidad de CO2 generada en los últimos 120 años, solo se está registrando un aumento de la temperatura de 0,3 grados en la mayoría de emplazamientos, y por qué entre 1930 y 1960 se produjo la mayor proliferación de tormentas de la categoría más alta, mientras que en las últimas cuatro décadas el aumento ha sido menos marcado? ¿Por qué no se explica el hecho de que, incluso si todas las naciones industrializadas redujeran su producción de gases de efecto invernadero a razón de un 30 %, en 2100 no habríamos hecho más que retrasar seis años el efecto de calentamiento?

No cuestiono la necesidad de que prestemos atención urgentemente a este problema; me limito a preguntar si lo examinamos de forma suficientemente profunda y si quizás estamos actuando de manera precipitada sin plantear las preguntas acertadas. Hablamos de cambio climático, seguridad del suministro y competitividad, aunque sin sopesar los distintos puntos, limitándonos a considerarlos desde el punto de vista de la naturaleza de sus alternativas.

¿Por qué no se considera seriamente la posibilidad de derivar el 70 % de la electricidad libre de CO2 de la energía nuclear? Porque si la protección del clima es tan importante, sin duda hay que considerar todas las alternativas sin miedo y sin prejuicios ideológicos, y una de estas alternativas, en el futuro, será la energía nuclear. Si vamos a mantener este debate, debe celebrarse sobre una base amplia, abiertamente y dedicándole el tiempo necesario.

 
  
MPphoto
 
 

  Matthias Groote (PSE). (DE) Señor Presidente, señor Comisario, señor Ministro, no dudo de que el tema del cambio climático nos tendrá ocupados durante mucho tiempo y de que mediará un largo periodo entre cualquier medida que tomemos y el efecto real que tendrá en la reversión del cambio climático.

Eso concede todavía más relevancia al hecho de que debemos hacer que Europa, sus políticas y la legislación que las acompaña se ajusten a este hecho y debemos hacer algo práctico al respecto, que sin duda implicará –junto con la continuación del Protocolo de Kyoto después de 2012– estrategias de reducción de las emisiones de CO2 en determinados sectores, por ejemplo, de los automóviles particulares, respecto de los cuales no solo debemos expresar nuestra preocupación, sino también examinar las oportunidades. La reducción de las emisiones de CO2 de los automóviles y el consiguiente ahorro de combustible tendrán un efecto positivo en la seguridad del suministro energético si tenemos en cuenta el hecho de que el tráfico por carretera es responsable del 26,5 % del consumo energético total de la Unión Europea.

Las medidas especiales que ya se han mencionado no implican reinventar la rueda; otros Estados, incluido Japón, también han lanzado programas de reducción del CO2 que emiten los vehículos de motor, que implican la división de los vehículos, mediante una comparación con los mejores, en nueve distintas categorías de peso y el establecimiento de objetivos vinculantes con respecto a las reducciones.

Como nos ha recordado el informe que recientemente nos ha presentado el señor Stern, el dicho de que el tiempo es oro adquiere un nuevo significado en la política climática.

 
  
MPphoto
 
 

  Anders Wijkman (PPE-DE). (EN) Señor Presidente, en primer lugar quisiera mostrar mi acuerdo con la señora Doyle en que el problema al que nos enfrentamos no es ambiental. Afecta a todos los sectores de la sociedad y tenemos que adoptar un enfoque sistemático y de conjunto.

Al señor Reul quisiera decirle que creo que tenemos que darnos cuenta de que paralelamente al cambio climático también nos afecta el agotamiento de la pesca, la enorme y rápida deforestación y la sequía en muchas partes del mundo. Tenemos que afrontar el hecho de que los estilos de vida que hemos desarrollado en un mundo con 8 000 a 9 000 millones de personas superan la capacidad de carga del planeta, y por ese motivo tenemos que adoptar un enfoque sistemático que nos devuelva a una trayectoria normal y sostenible.

El motivo por el que he solicitado intervenir es ante todo el hecho de que me decepciona mucho un aspecto del paquete energético y climático de la Comisión. Señor Comisario, en ese paquete usted habla de una asociación energética con África. Eso está bien. Pero ¿por qué no hacer lo mismo con China y la India? Me consta que existen acuerdos tecnológicos, pero hay muy poco dinero para respaldarlos. En los próximos cinco a diez años, las emisiones de estos países debidas a los sistemas energéticos en expansión nos abrumarán por completo, a menos que les ayudemos ahora a hacer lo que conviene.

Algunos dicen que hay que dejar «que China pague». Pero ignoramos la responsabilidad histórica que tenemos por las emisiones del pasado, al mismo tiempo que ignoramos el hecho de que los chinos necesitan personal cualificado; necesitan tecnología para conseguirlo; necesitan invertir en tecnologías limpias.

Por lo tanto, mi pregunta a usted y al Ministro es: ¿por qué no piensan a lo grande? ¿Por qué no establecen una asociación con China y la India y la refuerzan con recursos financieros para que podamos hacer esto juntos con decisión? De lo contrario, creo que lo que hagamos aquí será bastante marginal en años venideros. Tenemos seguir este enfoque dual y creo que la omisión de este aspecto en su paquete energético es llamativa.

(Aplausos)

 
  
MPphoto
 
 

  Proinsias de Rossa (PSE). (EN) Señor Presidente, esta es una oportunidad única para superar el europesimismo, mostrando a los ciudadanos el valor añadido de nuestros Estados soberanos compartiendo el poder para abordar el problema global del cambio climático, sobre el que están seriamente preocupados. No obstante, las decisiones deben tomarse de manera transparente y democrática para que podamos ver quién presiona para retrasarlas. Las decisiones posteriores llegarán demasiado tarde con respecto a esta cuestión.

Debemos aunar nuestros recursos, adoptar normas y reglamentos comunes y las sanciones necesarias para garantizar la aplicación. Es preciso tomar decisiones políticas duras con respecto a los impuestos, la energía renovable, la eficiencia de los combustibles y las tecnologías más limpias que revolucionarán nuestras industrias y nuestro consumo. De hecho, ¿por qué no establecer referencias comparativas para los programas de infraestructura nacionales que en muchos casos financia la Unión Europea? También afirmo que debemos llevar cuidado con los falsos profetas, como la industria nuclear, que dicen tener la respuesta a este problema.

 
  
MPphoto
 
 

  Stavros Dimas, miembro de la Comisión. (EL) Señor Presidente, quisiera empezar felicitando a todos aquellos que han intervenido hoy por sus discursos sumamente positivos, que ilustran hasta qué punto los diputados al Parlamento Europeo son conscientes del problema del cambio climático, y esto también refleja, por supuesto, la opinión pública, que ha adquirido asimismo conciencia del problema.

Quisiera dar las gracias a la Presidencia alemana, especialmente al Ministro Gabriel, por la cooperación que nos ha brindado y por el modo en que ha hablado y en que defiende las cuestiones ambientales. Espero que la Presidencia alemana consiga buenos resultados y cumpla las expectativas de los ciudadanos europeos, respondiendo a los puntos de vista expresados aquí esta tarde. El cambio climático es un reto mundial, y el liderazgo de la Unión Europea reviste una importancia decisiva a la hora de abordarlo.

El debate de hoy nos ha dado la oportunidad de subrayar la importancia de las decisiones inminentes que se tomarán en la Unión Europea esta y las próximas semanas; estas decisiones son necesarias para que las negociaciones internacionales puedan comenzar y para que podamos exigir un acuerdo a escala mundial.

Debemos garantizar la credibilidad de la Unión Europea en el liderazgo que ejerce a nivel mundial abordando el cambio climático, y debemos enviar el mensaje más contundente posible a nuestros socios, tanto en el mundo desarrollado como en el mundo en desarrollo.

También debemos subrayar la importancia de las decisiones que han de tomarse en los próximos años en relación con el régimen internacional de cambio climático –puede que más adelante retome esta cuestión– para garantizar unos esfuerzos todavía mayores a escala mundial tras el primer período de compromisos basado en el Protocolo de Kyoto, que expira en 2012.

Los argumentos científicos y económicos a favor de las medidas ambiciosas y globales para abordar el cambio climático son obvios e indiscutibles. Se necesita un esfuerzo político todavía mayor para conseguir compromisos más amplios y fundamentales. Este es precisamente el objetivo de la Comisión con respecto al paquete de medidas sobre el clima y la energía.

Los próximos años serán decisivos para dar forma a un marco global con el objetivo de garantizar que se evite un cambio climático irreversible y posiblemente catastrófico. La participación activa de todos nosotros, que he visto aquí esta noche con gran satisfacción, es necesaria en este diálogo. Es crucial que sus Señorías apoyen la firme voluntad de la Unión Europea de actuar con decisión a escala europea e internacional.

(EN) Quisiera responder a algunas de las observaciones que se han hecho esta tarde.

En primer lugar, con respecto a los objetivos, tengo que repetir que hace 15 meses no estábamos hablando de objetivos. La palabra «objetivo» ni se mencionaba. En las conclusiones del Consejo Europeo, este hablaba de explorar vías de reducción del 15 al 30 % en los países desarrollados. Nadie planteó un compromiso unilateral por parte de la Unión Europea. Alguien ha mencionado que quizás haya cierta confusión. Tengo que dejar claro que tenemos un objetivo, que es el 30 %, y es el mandato que pedimos que el Consejo Europeo dé a la Comisión para negociar con otros países desarrollados. No obstante, al margen de este acuerdo y hasta que se alcance, tenemos el compromiso unilateral de reducir un 20 % las emisiones en la Unión Europea. Para subrayar la envergadura de este compromiso, quisiera señalar que es más del doble de nuestra obligación total. He escuchado que no hay suficiente ambición y que no hemos ejercido el liderazgo estableciendo este objetivo. Ningún otro país del mundo es tan ambicioso, ni siquiera California. El Gobernador Schwarzenegger ha recibido numerosos elogios. Me han preguntado que por qué no tenemos un objetivo similar al del Gobernador Schwarzenegger, un objetivo del 25 % para 2021, pero utilizando 2006 como base. Por lo tanto, si hacen sus cálculos, su ambición equivale a menos de la mitad de nuestra reducción del 20 %.

Por lo tanto, permítanme dejar claro que somos ambiciosos, tenemos que ejercer el liderazgo en el mundo, tenemos que practicar lo que proponemos, y nuestro objetivo es verdaderamente ambicioso. Sin duda, a fin de lograr lo que la ciencia nos dice, para limitar el incremento medio de temperatura en el planeta a 2 ºC necesitamos una reducción del 50 % en todos los países del mundo para 2050. Eso se aplica a los países desarrollados y a los países en desarrollo: una reducción del 60-80 % en los países desarrollados y una reducción del 30 % en los países en desarrollo de aquí a 2020. Alguien ha hablado de flexibilidad: estos objetivos del 20 % y del 30 % son flexibles. No son para todos los países de la Unión Europea, pero se ajustarán conforme al acuerdo de reparto de cargas celebrado hace algunos años con miras a la consecución de nuestro objetivo total. Debería ser un sistema similar.

Se ha hablado de Nairobi. Sin duda, Montreal fue diferente de Nairobi. En Montreal logramos muchas cosas con el Plan de Acción de Montreal. Según este plan, en Nairobi teníamos ciertas prioridades que se lograron. La señora Doyle tenía razón al decir que no eran ambiciosas, pero era un paso –más grande o más pequeño, pero un paso– y la Unión Europea logró todas las prioridades que se había propuesto, especialmente en su intento de ayudar a los países menos desarrollados para lograr algunas de las inversiones con los mecanismos habituales de recorte y flexibilidad.

El señor Wijkman ha dicho que no éramos ambiciosos porque no tenemos una asociación con China o porque tenemos una asociación que no financiamos. La verdad es que tenemos una asociación Unión Europea-China y una iniciativa Unión Europea-India, y ambas cuentan con objetivos específicos que se financiarán con fondos de la Unión Europea y de distintos Estados miembros de la Unión Europea. Sin duda son muy importantes, porque como usted ha dicho, después de 2020 China, la India y el resto de países de rápido desarrollo emitirán más que el resto de países de la OCDE. Por ello, es totalmente necesario que se suban al carro para poder luchar juntos contra el cambio climático, pero de acuerdo con el principio común, pero diferenciado, del Convenio de las Naciones Unidas.

He afirmado lo importante que es contar con la participación de China y la India y los demás países en rápido desarrollo. No obstante, es más importante contar con los países desarrollados. Nuestro primer objetivo debe consistir en plantearnos cómo contar con los países desarrollados como Estados Unidos, que emiten el 25 % de las emisiones del mundo y no han ratificado Kyoto. La opinión pública de los Estados Unidos está cambiando y nos animan las señales que nos llegan de allí. Sin embargo, hay que seguir trabajando. En concreto, debemos reforzar nuestro sistema de comercio de emisiones, porque un instrumento basado en el mercado como este podría ser el mejor modo de contar con los Estados Unidos. Algunos Estados de los Estados Unidos ya cuentan con un sistema de comercio de emisiones. En el noreste hay un sistema de comercio de emisiones en el sector de la generación de energía. California y otros Estados occidentales tienen previsto introducirlos, y colaboraremos con ellos para tener un sistema similar a fin de vincular los sistemas. Así que el sistema global de comercio de emisiones puede aparecer de abajo arriba. Para ello necesitamos un buen sistema de comercio de emisiones en la Unión Europea; de otro modo, no podemos discutir con ellos. Por ese motivo necesitamos planes de asignación nacionales que creen realmente escasez en el mercado. Si yo hubiera aceptado todos los planes de asignación nacionales de los Estados miembros, el sistema de comercio de emisiones se habría venido abajo.

Ustedes, los diputados al Parlamento Europeo, con quienes he debatido en muchas ocasiones el sistema de comercio de emisiones, deben ayudar a convencer a aquellos Estados miembros que tienen reservas sobre los planes de asignación nacionales. Voy a hacer mi trabajo y a evaluar los planes de asignación nacionales como es debido para luchar contra el cambio climático.

Es muy importante decidir cuáles son los elementos básicos para un régimen futuro. Tenemos que fijar objetivos, los medios mediante los cuales vamos a lograr dichos objetivos y establecer quién participará en el logro de dichos objetivos. He hablado de los participantes, que son los países desarrollados y los países en desarrollo. Ahora he de hablar de los objetivos: el objetivo es 2 ºC. Es esencial ceñirse al compromiso contraído por la Unión Europea. Los medios son los siguientes: en primer lugar, el uso del mercado: es necesario un sistema mundial de comercio de emisiones; en segundo lugar, necesitamos investigación, tecnología, desarrollo tecnológico y uso de la tecnología, como ha señalado el Ministro Gabriel. Por lo tanto, necesitamos que sea financieramente interesante para los socios económicos emplear las nuevas tecnologías. También necesitamos transferir tecnología a los países en desarrollo y para ello necesitamos financiación, porque sin ella no será posible.

Contamos con el mecanismo flexible de Kyoto –los mecanismos del desarrollo limpio, la aplicación conjunta–, pero también necesitamos otro tipo de financiación. Doy las gracias al Ministro Gabriel porque cuando anuncié la creación por la Unión Europea del Fondo Global de Energías Renovables y Eficiencia Energética, se presentó de inmediato con una contribución significativa de Alemania. Italia le siguió y espero que otros países también lo hagan, porque este dinero es necesario para transferir tecnología a los países en desarrollo, para permitir que sean eficientes en materia de energía y para realizar esfuerzos en la lucha contra el cambio climático.

Hoy he escuchado muchas opiniones sobre los biocombustibles de segunda generación y los biocombustibles en general. He dicho que hoy la Comisión ha adoptado un instrumento legislativo muy importante. No obstante, todo el mundo se ha centrado en los coches y no en este instrumento legislativo. Pero es muy importante. Yo diría que ahorraríamos más dióxido de carbono con esta directiva que con la otra, sin pretender que los coches no son importantes; son muy importantes, especialmente para el futuro. Contar con una nueva flota de coches en la Unión Europea es importante para luchar contra el cambio climático.

La adopción hoy por parte de la Comisión de la directiva sobre la calidad de los combustibles promueve los combustibles sostenibles para el transporte, los biocombustibles, y de manera especial los biocombustibles de segunda generación, que son benignos para el medio ambiente.

Con respecto a los coches, mi propuesta sigue sobre la mesa. Mi propuesta está allí, como lo estaba hace 15 días. Me complace mucho que hoy el Presidente haya dicho que la próxima semana será debatida en la Comisión. Necesitamos coches limpios, competitivos y asequibles que contribuyan a la lucha contra el cambio climático. Debemos proteger a los consumidores, a los trabajadores, al público en general y, por supuesto, luchar contra el cambio climático, proteger nuestro planeta y proteger nuestros países.

Finalmente, sobre Davos, ha sido muy interesante porque aunque había cuestiones muy importantes que debatir –Iraq, Oriente Próximo y Doha–, una encuesta reveló que una mayoría del 57 % de los participantes consultados afirmaron que la cuestión número uno a que se enfrenta el mundo hoy en día es el cambio climático, lo cual significa que los políticos que reflejan la opinión publica también han recibido respuestas de líderes empresariales. Los líderes empresariales se han unido a los políticos y a la opinión pública y han mostrado su firme voluntad de luchar contra el cambio climático. Por esa razón les pido ayuda y les ruego que aprueben la resolución, que nos ayudaría mucho a llevar adelante nuestras propuestas.

 
  
MPphoto
 
 

  Sigmar Gabriel, Presidente en ejercicio del Consejo. (DE) Señor Presidente, Señorías, solo quiero extenderme sobre algunos puntos. Muchos de ustedes han dicho que llevamos hablando del cambio climático durante muchos años sin que haya ocurrido nada, pero pido que no se subestime lo que ha conseguido la Comisión en las últimas semanas y se haga parecer menos de lo que es.

El hecho de que la Comisión haya diseñado por primera vez una estrategia conjunta para asegurar el suministro energético y la protección frente al cambio climático lo considero una oportunidad única, y quiero señalar que aunque en el pasado siempre hemos debatido, por regla general, estas dos cuestiones por separado, ahora tenemos una estrategia conjunta.

Dirigiéndome a la señora Harms, entre otros, permítanme preguntar lo siguiente: ¿cuáles han sido las propuestas más importantes que ha criticado anteriormente? El primer paquete trataba de la eficiencia energética. No se trata de que la Unión Europea sea capaz, en virtud de la mayor eficiencia energética en 2020, de ahorrar 100 000 millones de euros que necesitamos urgentemente para los consumidores, para las inversiones en investigación, desarrollo y otros asuntos que tenemos en el orden del día, porque el incremento del 20 % de la eficiencia energética significa que ahorramos 780 millones de toneladas de CO2, el doble de lo que queríamos ahorrar en Europa con el Protocolo de Kyoto.

La eficiencia energética no se presta a menudo tan bien a los grandes debates ideológicos y políticos como por ejemplo la energía nuclear. La eficiencia energética trata más bien de muchas cuestiones menores que hay que supervisar, que hay que tener controladas mientras se sigue avanzando, pero ofrece las mayores oportunidades, no solo para la seguridad del suministro energético, sino también para la protección del clima.

A mi juicio las propuestas de la Comisión con respecto a este tema son un paquete excelente, y me alegraría que –muy al margen de los grandes titulares– consideráramos en la misma medida la cuestión de cómo podemos implementar los numerosos programas individuales incluidos en este paquete, tanto en el ámbito de la política comunitaria como en las políticas de los Estados miembros.

En segundo lugar, los 120 gramos de CO2 por kilómetro emitidos por los automóviles forman parte, por supuesto, de la cuestión de una mayor eficiencia energética, pero volviendo a su pregunta anterior sobre cómo va a garantizarse que se tenga en cuenta una cantidad proporcionada de biocombustible, puedo afirmar que estamos intentando que la industria petrolera de Europa pase de la proporción actual del 5,75 % de biocombustibles para adicionar a un porcentaje sustancialmente mayor. La Comisión propone el 10 % y algunos Estados miembros ven factible un porcentaje mayor. Tal y como yo lo veo, el 12,5 % o el 15 % no debería situarse más allá de los límites de lo posible para asegurar efectivamente que en la Unión Europea no llegue petróleo al mercado ni a los surtidores de gasolina a menos que contenga una determinada proporción de biocombustibles.

Lo considero una necesidad imperiosa, en primer lugar, también en este ámbito, para que dependamos menos de las importaciones de petróleo y gas; en segundo lugar para garantizar que no nos afecten tanto los incrementos de los precios internacionales; y en tercer lugar, para hacer la contribución más importante a la reducción de la generación de CO2 en virtud de los combustibles que consumimos.

El segundo ámbito más importante es, sin duda, el de las energías renovables, así que hagamos el favor de no hacer como si ya fuera evidente en la Unión Europea que todos los Estados miembros aceptarían como objetivo único lo que propone la Comisión, que es que el consumo de energía primaria en Europa sea en un 20 % renovable. Hay mucho camino por recorrer antes de llegar hasta ese punto. Lo que pido a esta Cámara es que nos ayude a nosotros y a la Comisión a conseguir una mayoría a favor de este objetivo en la cumbre de primavera de los Jefes de Estado o de Gobierno, porque lo considero uno de los más importantes que tenemos que lograr.

La señora Grossetête, que me había pedido una respuesta sobre el asunto de la energía nuclear, lamentablemente ya no se encuentra en la Cámara, así que quizás puedan decirle de mi parte que si la energía nuclear supone un 15 % del consumo energético del usuario final en Europa, no tiene mucho sentido centrarse únicamente en ese 15 %, porque si lo hacemos así, el 85 % restante quedaría al margen.

Quisiera añadir que si quieren depender menos de las importaciones de petróleo y gas a fin de que los vehículos de motor emitan menos CO2, difícilmente podrán ofrecer la energía nuclear como alternativa, a menos que en Europa acordemos conducir exclusivamente coches eléctricos. No creo que esto vaya a pasar en un futuro cercano. Por ese motivo, el modo correcto de proceder, a fin de cuentas, pasa por apostar por las energías renovables, como propone la Comisión. Sin duda, eso supondrá un acuerdo para compartir la carga, y que cada país de Europa asuma cierto porcentaje y haga posible que se alcance el objetivo del 20 % del consumo energético primario para 2020.

Permítanme concluir mencionando dos ámbitos en los que estamos muy lejos de lograr avances reales. Muchos de ustedes han señalado las economías emergentes de países como China, la India y Brasil –que generarán grandes cantidades de emisiones en el futuro– y han argumentado que tenemos que convencerlos en lo que concierne a la reducción del CO2 mediante compromisos que podrían ser voluntarios pero que sería mejor que fueran obligatorios, y tienen ustedes razón, pero no podremos hacerlo en ausencia de soluciones tecnológicas que podamos ofrecerles para mantener su crecimiento.

El hecho de que la Unión Europea opte por el 30, el 20, el 40 o el 10 por ciento es totalmente irrelevante; el único modo en que tendremos una oportunidad de convencer a estos países es ofrecerles tecnologías que puedan utilizar para proporcionarles energía, que les garanticen el crecimiento sin perjudicar el clima del modo que hasta ahora se ha hecho en las naciones industrializadas, y estamos muy lejos de lograrlo. A pesar de la buena iniciativa del Fondo Global de Energías Renovables y Eficiencia Energética, a pesar de la voluntad de transferir tecnología por medio de proyectos del «mecanismo de desarrollo limpio» al amparo del Protocolo de Kyoto, lo que se ofrece no es, ni mucho menos, suficiente.

Por lo tanto, si quieren saber hasta qué punto piensan de modo diferente la Unión Europea y los países en desarrollo acerca de estos asuntos, asistan y participen en las conversaciones internacionales de vez en cuando.

Cuando empezamos a hablar de cómo abordar el cambio climático, nuestros homólogos de los países en desarrollo lo interpretan como que sus antiguos señores coloniales vienen a poner trabas a su desarrollo económico. Cuando vamos a Brasil y hablamos de cómo proteger la selva tropical –uno de cuyos propósitos es frenar las excesivas emisiones de CO2 a la atmósfera y otro es mantener la capacidad natural de la selva de absorberlo–, la respuesta que obtenemos de los funcionarios es que «ustedes no se han acostumbrado a la idea de que estas son nuestras selvas tropicales; somos nosotros los que decidimos lo que ocurre con ellas y no los antiguos Estados coloniales de Europa, que de nuevo intentan decirnos lo que tenemos que hacer». Esa es la distancia que nos separa realmente de cualquier tipo de entendimiento común de lo que implica proteger el clima, y es muy difícil llegar a un terreno común en este punto.

Varias de sus Señorías han dicho que tenemos que practicar la autonegación; imagino que se refieren a que los ciudadanos de Europa tienen que negarse la prosperidad y otras cosas. No creo que tengan que hacerlo, aunque de todos modos nosotros, en los Estados industrializados, debemos declararnos dispuestos a devolver algunos de los beneficios que hemos obtenido en los últimos siglos de nuestras antiguas colonias, parte de la riqueza que hemos acumulado a costa de su pobreza, a aquellos Estados, sobre todo a la hora de responder a sus preguntas sobre cómo pueden hacer avanzar su propio desarrollo económico y social sin perjudicar el clima.

Ese es el tipo de autonegación del que estamos hablando: no la renuncia a la prosperidad para nosotros mismos, sino la renuncia a la idea de que toda la riqueza por la que hemos trabajado en Europa y en otros Estados industrializados debe ser para nosotros solos.

Tendremos que ofrecer parte de esta riqueza para financiar el desarrollo tecnológico y las transferencias de tecnología, junto con las medidas que han de tomarse para adaptarse al cambio climático que ya se está produciendo. Esa es la segunda exigencia de los países en vías de desarrollo a las naciones industrializadas; antes de mostrarse dispuestos a hablar con nosotros de limitar el volumen de CO2 que generan mientras siguen por la senda del crecimiento, quieren que nos mostremos dispuestos a reparar el daños que ya han sufrido debido al cambio climático y que les ayudemos a adaptarse a él.

Ahora tenemos un fondo que se pretende valorar en 300 millones de euros –quizá más– para 2012, con la intención de financiar medidas de adaptación en todo el mundo. ¿Hay alguien en esta Cámara que crea realmente que 300 millones de euros serán suficientes para ajustar todo el mundo al cambio climático? Esa cantidad equivale aproximadamente a los presupuestos de dos ciudades de tamaño medio de mi país, y desde luego no es ni mucho menos suficiente.

Esas son las dos preguntas que se nos plantean. No se nos pregunta si en Europa estamos dispuestos a realizar recortes del 20, el 30 o el 40 %; se nos pregunta qué estamos haciendo para favorecer las transferencias reales de tecnología a sus países para permitirles crecer al mismo tiempo que se evita perjudicar el clima, y en segundo lugar, qué estamos haciendo para financiar la adaptación de estos países al cambio climático del que somos responsables. Esas son las respuestas que tenemos que dar si queremos que China, Brasil y la India –que generarán una parte tan grande de las futuras emisiones– estén de nuestro lado.

Al igual que el Comisario Dimas, estoy convencido de que los Estados Unidos suscribirán un acuerdo que funcione; que ese acuerdo se denomine Kyoto o de otro modo está por ver, pero lo que los Estados Unidos harán es participar en un mercado que funcione, en un sistema de comercio de emisiones que funcione y en esquemas de protección climática que funcionen realmente.

Porque mientras no haya respuestas a estas preguntas por nuestra parte, a los estadounidenses –independientemente de quién esté en el poder en este país– les resultará fácil no firmar compromisos vinculantes.

Quisiera hacer un segundo comentario en respuesta al diputado austriaco que ha dicho que al león lo pintan fiero y a la señora Harms, que ha dicho que basta ya de palabras y que ha llegado la hora de actuar. Creo que todavía no se ha hablado lo suficiente, ni mucho menos, y si la señora Harms quiere pruebas, basta con que se informe en esta Cámara o en el Bundestag en Alemania.

Si estamos convencidos de que el cambio climático es un peligro real para el género humano, entonces, ¿por qué no conseguimos que los diputados que intervienen en los Parlamentos nacionales en los debates sobre la reforma del servicio sanitario, el mercado laboral, la política exterior y la paz intervengan también sobre el cambio climático?

¿Por qué, entonces, no conseguimos que los diputados que se encontraban antes en esta Cámara para votar se queden y participen en este debate, enfadándose por lo que dice la Comisión o el Consejo, ofreciendo sus propias propuestas, expresando su acuerdo o desacuerdo, formulando críticas o participando en el debate?

Estamos lejos de haber conseguido implicar al público que vota hasta el punto en el que lo deberíamos haber hecho, porque si lo hiciéramos, habría unanimidad sobre estas diversas cuestiones en los Estados miembros. Por lo tanto, mucho cuidado con las afirmaciones de que ya ha se ha hablado demasiado; creo que todavía nos quedan cosas por hacer antes de haber convencido a los que hay que ganarse si queremos que las decisiones difíciles cuenten con un respaldo mayoritario. No basta con convencer a los expertos en política ambiental, y de hecho, a algunos de estos expertos en nuestros Estados miembros todavía hay que ganárselos. No soy especialmente propenso a decir a otros lo que tienen que hacer; ya tenemos bastantes cosas que hacer en mi país, y sospecho que no soy el único que piensa así.

 
  
  

PRESIDENCIA DEL SR. COCILOVO
Vicepresidente

 
  
MPphoto
 
 

  El Presidente. El debate queda cerrado.

La votación tendrá lugar en el periodo parcial de sesiones de febrero.

Declaraciones por escrito (artículo 142 del Reglamento)

 
  
MPphoto
 
 

  Richard Corbett (PSE). (EN) El cambio climático es uno de los mayores retos a que se enfrenta la humanidad, ante el que las respuestas aisladas y parciales de cada país individual serían totalmente insuficientes.

La Unión Europea se halla en un nivel en el que las medidas pueden ser muy eficaces, tanto a la hora de fijar normas comunes estrictas para nuestro mercado común como de impulsar medidas prácticas a escala mundial. Sin la Unión Europea no habría habido acuerdo de Kyoto, pero ahora debemos avanzar con más fuerza todavía para asegurar que haya un acuerdo que le suceda. También debemos considerar el refuerzo de nuestro esquema de comercio de emisiones e intentar ampliarlo a otras partes del mundo.

De hecho, las medidas de la Unión Europea en relación con el medio ambiente deben ser tan eficaces y visibles que nuestros ciudadanos comiencen a identificar las siglas UE con Unión Ecológica.

 
  
MPphoto
 
 

  Christine de Veyrac (PPE-DE). (FR) El hecho de que estemos reunidos para debatir el cambio climático al mismo tiempo que se reúnen los expertos internacionales en París para debatir el cambio climático y las consecuencias del mismo es muy significativo.

El calentamiento global no es una fantasía de unos pocos científicos y políticos que buscan publicidad; es una realidad que ahora tenemos que aceptar.

Como legisladores, nos corresponde elaborar normas encaminadas a limitar el impacto del cambio climático. Este es el objetivo de la propuesta de la Comisión para incluir la aviación en el mecanismo de intercambio de emisiones, y hay otros casos similares. Necesitamos este tipo de legislación si queremos compensar el efecto del fuerte aumento del transporte aéreo.

No obstante, debemos prestar mucha atención al modo en que decidamos aplicar este mecanismo, porque no se trata de minar las líneas aéreas europeas o de frenar el transporte aéreo, sino de reducir el efecto del transporte aéreo sobre el cambio climático.

Además, para que nuestros esfuerzos repercutan de verdad en las emisiones CO2, también me gustaría que la Unión promulgara leyes relativas a otros medios de transporte, por ejemplo la industria del automóvil.

 
  
MPphoto
 
 

  Ilda Figueiredo (GUE/NGL). (PT) Como sabemos, la Comisión propuso recientemente un paquete de medidas en materia de energía y una serie de objetivos sobre emisiones de gases de efecto invernadero y energías renovables, afirmando así su deseo de combatir el cambio climático y fomentar la seguridad energética y la competitividad de la UE.

La Comisión ha venido a esta Cámara para reafirmar estos objetivos, subrayando un acuerdo internacional sobre el marco posterior a 2012 y el objetivo de una reducción del 30 % de las emisiones de los países en desarrollo. Por consiguiente, la UE debe comprometerse inmediatamente a reducir un 30 % las emisiones de gases de efecto invernadero y a aplicar medidas prácticas en el ámbito específico de la energía.

No obstante, como era de esperar se mantiene abierta la posibilidad de comerciar con emisiones, lo cual afecta sobre todo a los países más frágiles económicamente, que no tienen dinero para comprar derechos de emisión.

Aunque hay algunas propuestas que merecen un aplauso en el ámbito de la reducción de emisiones y de las energías renovables, hay otro conjunto de propuestas que sería difícil implementar, dados los estrictos requisitos impuestos en los distintos países y conociendo a la oposición, es decir, a los Estados Unidos. No obstante, lo más importante es que todo esto no debe verse como una oportunidad para una mayor liberalización y una mayor concentración en el sector energético, manteniendo así el predominio de los países más poderosos.

 
  
MPphoto
 
 

  Roger Helmer (NI). (EN) Estamos hablando como si el debate hubiera concluido y la amenaza de calentamiento global catastrófico fuera real. Pero hay muchos climatólogos que tienen una opinión distinta. Creen que los cambios actuales se encuentran dentro de los parámetros históricos normales y que las predicciones de calentamiento futuro son exageradas y alarmistas.

No obstante, al margen de nuestra postura sobre el cambio climático, la seguridad energética exige que reduzcamos nuestra dependencia de los combustibles fósiles importados. Ya no podemos confiar en Rusia, en Oriente Próximo, en Nigeria y en Venezuela en cuestiones energéticas.

A la vez que debemos desarrollar energías renovables y fomentar la conservación de la energía, solo hay una tecnología que no genera carbono y que puede proporcionar la energía continua y fiable que necesitamos para impulsar el crecimiento económico: la tecnología nuclear.

Es una amarga ironía que muchos de los alarmistas del clima que exigen reducciones drásticas de las emisiones de carbono también se opongan a la energía nuclear.

 
  
MPphoto
 
 

  Alessandro Battilocchio (NI). (IT) Como ha señalado la Presidencia alemana con razón, no podemos seguir retrasando la elaboración de una política ambiental y energética adecuada si queremos garantizar un desarrollo saludable y sostenible a largo plazo para nuestros ciudadanos y para la UE. Por ello, estoy de acuerdo con mis colegas diputados en que debemos dar prioridad absoluta a este tema en nuestro trabajo en los próximos meses.

Parece raro, pero precisamente en el 50º aniversario del proyecto europeo, y en un momento de bloqueo político a causa del fracaso de la Constitución, las dificultades con la ampliación y el distanciamiento que acusa un sector de la población europea, tenemos la oportunidad, armados como estamos con instrumentos políticos, tecnológicos y económicos mucho más adecuados, de relanzar el proceso con propuestas prácticas, revitalizando y adaptando a las necesidades diarias la idea que subyace al proceso europeo: aunar nuestros esfuerzos y propósitos para lograr un suministro energético sostenible y suficientemente independiente. El desarrollo económico, al igual que la salud de los ciudadanos y de nuestro medio ambiente, dependerá de esto, como sucedió hace 50 años. Además, gracias al papel que desempeña en el ámbito internacional, la Unión Europea también puede influir en la estabilidad política mundial y servir de ejemplo para aquellas economías flotantes que experimentan un auge económico pero que todavía no son conscientes de las consecuencias que esto conlleva.

 
Aviso jurídico - Política de privacidad