El Presidente. De conformidad con el orden del día, se procede a la pregunta oral a la Comisión formulada por el señor Barón Crespo, en nombre de la Comisión de Comercio Internacional, acerca del Libro Verde de la Comisión y la consulta pública sobre una posible reforma de los instrumentos de política comercial de la UE (O-0002/2007 B6-0009/2007).
Ignasi Guardans Cambó (ALDE), suplente del autor. – (EN) Señor Presidente, hemos solicitado este debate para examinar los antecedentes y el propósito del Libro Verde aprobado por la Comisión el 6 de diciembre de 2006.
Con el Libro Verde, la Comisión pretende estimular un debate sobre el uso de los instrumentos de defensa comercial en Europa: medidas antisubvenciones, antidumping y de salvaguardia. Creo que se trata de una iniciativa loable y estoy convencido de la utilidad de este debate. Es necesario que dialoguemos mucho más sobre la política comercial y sobre las opciones tomadas por la Comisión Europea y el Consejo y debemos garantizar que las decisiones se debatan como es debido en este Parlamento. Tenemos que dar más poderes a este Parlamento y someter la política comercial en mayor medida a una fiscalización democrática.
Estamos viviendo todos un periodo que para muchos es como una especie de período de crisis. Vivimos una época en la que los europeos se preguntan: ¿qué representa Europa y, ante todo, por qué necesitamos algo tan complicado como la Unión Europea? Cuando se plantean preocupaciones tan legítimas como estas, la importancia del papel de una UE unida en el mundo globalizado y de contar con una única voz que represente y defienda los intereses de 500 millones de ciudadanos en cualquier negociación con otros socios comerciales en el mercado mundial son factores cruciales que hay que tener en cuenta.
El comercio mundial y su efecto en las vidas de nuestros ciudadanos y el futuro de nuestras empresas, ya sean grandes, pequeñas o medianas, desempeña un papel esencial en las inquietudes que muchos sienten ante lo que habitualmente denominamos «globalización». Pese a que muchos de nosotros creemos que gran parte de las críticas no son más que demagogia barata, debemos comprender esas inquietudes y oponernos al determinismo puro con respecto al modo en que se desarrolla este nuevo mundo, en que se lleva a cabo el comercio y en que se distribuyen pobreza y riqueza.
A los europeos que pierden sus empleos porque de pronto una empresa decide trasladarse hacia el este en busca de mayores beneficios no se les puede decir simplemente que los tiempos han cambiado y que no pueden interponerse en el camino del progreso. Quieren saber qué está pasando y es preciso que los que deciden en última instancia les presten oído.
No debemos olvidar que existe más de una receta para el crecimiento económico y el desarrollo comercial. Si el futuro de Europa pertenece exclusivamente a las grandes empresas minoristas y los importadores o si logramos preservar un modelo compatible con nuestras inquietudes sociales y ambientales más esenciales es una cuestión de opción política.
Nuestra firme creencia en el libre comercio es perfectamente compatible con la necesidad de reclamar unas reglas de juego equitativas. Incluso los países más pacíficos del mundo –y Europa entre ellos– saben que un pleno compromiso con la paz no implica necesariamente la abolición de los ejércitos y la destrucción de todos los medios de defensa.
Por tanto, decimos sí a los grandes beneficios del libre comercio en nuestro mundo abierto y sí a la aplicación justa de las normas en que se basa el comercio mundial.
Acogemos con agrado el Libro Verde, que tiene el mérito de abrir un debate sobre esta cuestión. El texto y las preguntas que suscita ya asumen que es preciso hacer algo para cambiar el actual sistema de defensa comercial de la Comunidad.
Esto podría ser cierto. El reciente caso del calzado ha demostrado que el riesgo de bloqueo es real. Está claro que esto no beneficia a nadie. Ninguno de los presentes defiende a ultranza una producción europea ineficiente ni respalda un planteamiento proteccionista de esta materia tan sensible. Se puede contemplar una reforma de la defensa comercial si se pretende conseguir una mayor efectividad y transparencia.
El Libro Verde puede constituir un buen punto de partida si se tienen en cuenta debidamente todos los puntos de vista de las partes interesadas y si la Comisión y el Consejo no se atrincheran tras posturas ideológicas preconcebidas. El proceso de toma de decisiones también es mejorable y tenemos que garantizar que los Estados miembros tomen decisiones basadas en una investigación bien fundamentada, realizada por organismos comunitarios independientes y no en intereses nacionales o, si lo prefieren, en egoísmos nacionales.
Por lo tanto, es importante mejorar y reforzar los instrumentos de defensa comercial en lugar de diluirlos. Por otra parte, cabe adoptar un nuevo enfoque de amenazas menos tradicionales para un comercio mundial libre y equilibrado. También hay que hacer frente a prácticas como el denominado dumping social o ambiental y, si es preciso, deberían considerarse seriamente nuevas formas de abordarlas como cuestión de interés comunitario.
Las siguientes son las preguntas que quisiera que me contestara el señor Mandelson esta tarde. En primer lugar, se han reanudado las negociaciones de Doha y sinceramente espero que sean un rotundo éxito. En ese sentido, ¿no habría sido mejor esperar a que concluyesen con éxito las negociaciones multilaterales antes de iniciar este ejercicio, que podría debilitar nuestra posición en Ginebra?
En segundo lugar, ¿podría explicarme el señor Mandelson por qué sus servicios ya están aplicando algunas innovaciones dudosas que se mencionan en el Libro Verde incluso antes de que haya finalizado la consulta pública y sin que haya habido ningún debate en el Consejo ni en este Parlamento?
El tercer lugar, dado que el nuevo sistema de defensa comercial propuesto por la Comisión asigna un papel a todas las posibles partes interesadas, incluidas las no relacionadas con la producción de mercancías incluidas en el ámbito de la investigación, ¿no cree usted que ha llegado la hora de permitir a los sindicatos que presenten una queja, conforme a lo previsto en el acuerdo antidumping de la OMC?
Para concluir, quisiera pedir formalmente al señor Mandelson que dé garantías de que se mantendrá informado al Parlamento Europeo en todas las fases del proceso y de que los puntos de vista expresados por sus diputados se tendrán en cuenta a la hora de debatir esta cuestión tan sensible.
Peter Mandelson, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, creo que en ningún Parlamento del que yo haya sido Presidente en ejercicio se me ha pedido que responda a una pregunta o intervención inicial con la que yo haya estado más de acuerdo que con la que acabo de escuchar. Desde el punto de vista de su descripción del espíritu, el objeto y el contexto de este ejercicio, debo decir que he pensado que su Señoría ha captado en todos los aspectos de la forma más precisa y correcta lo que estamos haciendo.
La única fase en la que debo decir que difiero es en la que me pregunta por qué nuestros servicios –la Dirección General de Comercio– están aplicando nuevas normas antes de que concluya la revisión. No tengo ni idea de los casos o cuestiones a que se refiere, por lo que me complacería escucharle, ya que no tengo conocimiento de ninguno.
El 29 de mayo del año pasado informé al Parlamento Europeo de la necesidad de revisar nuestros instrumentos de defensa comercial. Me complace estar de nuevo aquí para mantenerles al tanto sobre este proceso. Actualmente estamos llegando al final de la consulta que iniciamos en diciembre. En dicha consulta se solicitó la opinión de los Estados miembros, empresas, ONG, particulares y, por supuesto, el Parlamento Europeo. Lo que no se hizo en modo alguno fue cuestionar la importancia de los instrumentos de defensa comercial. Estos instrumentos son necesarios para combatir el comercio desleal en una economía internacional que no tiene un equivalente internacional a las reglas de la competencia que damos por descontadas en nuestras economías nacionales. Desde mi punto de vista, los instrumentos de defensa comercial son la otra cara de una economía abierta. Es la garantía de que otros no abusarán de esa apertura mediante un comercio desleal. El Libro Verde plantea si podríamos emplear mejor los instrumentos de defensa comercial, si nuestras herramientas se han adaptado a una economía global en proceso de cambio y si nuestras normas podrían ser más claras y funcionar de forma más transparente.
Creo que la justificación de un ejercicio de este tipo es muy evidente. La última revisión de nuestros instrumentos de defensa comercial se hizo en 1996 y desde entonces muchos aspectos han cambiado en el modo en que operan las empresas de la UE y con respecto al papel de las cadenas de suministro global en nuestra economía. Muchas más empresas de la UE producen actualmente bienes total o parcialmente fuera de la UE para importarlos a esta. Estos cambios cuestionan la idea tradicional de lo que constituye la producción de la UE y los intereses económicos de esta. Dificultan la definición de los intereses de los trabajadores europeos, ya que los casos son más complejos. Debido a que estos intereses son en general donde arraiga la defensa comercial, es un buen motivo para evaluar el modo en que trabajamos y la forma en que funcionan estas normas.
Pero el Libro Verde ha lanzado una consulta; no contiene recomendaciones de reforma ni pretende tenerlas. Plantea una serie de preguntas. He destacado en numerosas ocasiones que se trata de un proceso abierto y que no tengo ideas preconcebidas. En una de las preguntas se me consultaba sobre las intenciones subyacentes a las seis categorías de preguntas del documento de consulta. Simplemente están diseñadas para situar los distintos aspectos en su contexto. Algunas están relacionadas con el efecto de la globalización en nuestro sistema de defensa comercial. Otras, específicamente las relacionadas con la transparencia, las plantearon partes interesadas y expertos con los que tuve discusiones informales en julio del pasado año.
Así que no existen intenciones más allá del deseo de un debate inteligente y de reconstruir el consenso y la solidaridad que han respaldado los instrumentos de defensa comercial y han sido cuestionados en algunos casos recientes. Suscribo plenamente la observación inicial de su Señoría: tenemos que sustituir el egoísmo nacional por la solidaridad europea, y esto es lo que espero reconstruir con el proceso de esta revisión.
Hoy no me presento ante ustedes con propuestas sustanciales, ya que esa no es mi labor en esta fase. Actualmente estamos escuchando. El alcance de todo cambio propuesto dependerá de lo que oigamos. Alguien me preguntó cómo encaja esta revisión con nuestros esfuerzos por reformar las normas antidumping en la OMC. Su Señoría ha reflexionado sobre esta cuestión. Realmente se trata de una buena pregunta. Es esencial convencer a la OMC para garantizar que otros cumplan el tipo de normas que nosotros mismos nos aplicamos. Estamos haciendo eso y seguiremos haciéndolo en las negociaciones de la Agenda de Desarrollo de Doha.
Pero la legislación de la UE sobre instrumentos de defensa comercial va más allá de los requisitos de la OMC en numerosos aspectos. Los ejemplos más claros son la norma obligatoria del derecho inferior y la prueba de interés comunitario que aplicamos en todas las investigaciones. Se trata de normas que introdujimos porque hacen que el sistema funcione mejor en interés de la UE en sentido amplio. Por supuesto que presionaremos a otros para que adopten normas similares, pero la reforma a escala internacional es difícil y algunos de nuestros socios principales son francamente obstinados. Siempre y cuando nuestros refinamientos no nos coloquen en una desventaja competitiva y reflejen los intereses económicos de la UE, ¿por qué no deberíamos seguir impulsando la reforma?
Este punto tiene que ver con la pregunta sobre la postura general de la UE respecto al antidumping. ¿Somos proteccionistas o seguimos un planteamiento de «respuesta y defensa»? Desde mi punto de vista, el proteccionismo es la defensa de una industria nacional frente a la competencia extranjera, a la competencia justa; dura pero justa. Esta no es la intención de la política de la UE en materia de instrumentos de defensa comercial y yo, por supuesto, seguiré alerta a este respecto. No veremos cómo nuestros instrumentos de defensa comercial se convierten en medidas para proteger la industria de la UE frente a la competencia justa y legítima. Un proteccionista no reconoce la diferencia entre la competencia dura y la competencia desleal. Nosotros sí y nuestro sistema también. Esa es la diferencia entre protección y proteccionismo.
El proceso de la UE viene impulsado por las reclamaciones. Solamente actuamos cuando una industria de la UE puede proporcionar pruebas suficientes de que está amenazada por la competencia desleal, pero nosotros solamente defendemos la producción europea frente al comercio desleal y la ley nos obliga a garantizar que toda medida de defensa comercial redunde realmente en el interés económico europeo más amplio. Somos prudentes y comedidos, pero sobre todo somos objetivos y desapasionados. Varias preguntas se han referido precisamente a esta cuestión de garantizar que los instrumentos de defensa comercial sean efectivos y estén al servicio de los planes de competitividad y crecimiento de Europa.
Como saben, esta revisión forma parte de la política marco europea global que lancé el pasado año y que está explícitamente destinada a poner la política comercial comunitaria al servicio de su crecimiento y su estrategia de empleo. Dicho esto, creo que los instrumentos de defensa comercial pueden y deberían formar parte de nuestra estrategia más amplia para garantizar que las empresas de la UE compitan en igualdad de condiciones a escala internacional. Creo que depende de las partes interesadas sugerir lo bien que funciona el sistema en este sentido, y ese es el objeto de la revisión.
La pregunta sobre la efectividad de nuestras medidas es buena. Siempre existe la posibilidad de revisar las medidas de defensa comercial y las medidas no pueden ampliarse sin una prueba clara de que funcionan tal como se pretendía. La Comisión también realiza análisis internos para garantizar la efectividad de su trabajo. La DG de Comercio ha comenzado a analizar recientemente el impacto de las medidas de defensa comercial en determinadas empresas y sectores. Un sistema de instrumentos de defensa comercial creíble debe basarse en esta clase de análisis.
Se ha planteado una pregunta sobre información pública y sobre los resultados de los procesos de consulta. Como saben, la Comisión tiene normas muy claras sobre la transparencia de la toma de decisiones. Puede que algunos de ustedes hayan asistido al seminario sobre el Libro Verde celebrado ayer en Bruselas. Este acto estaba abierto al público y se transmitió a través de la página web. Salvo que el autor solicite el anonimato, publicamos todas las respuestas al Libro Verde en el sitio web de la DG de Comercio. Todo el proceso ha sido plenamente transparente.
Por último, respecto a la cooperación y el diálogo con el Parlamento: sus Señorías saben que he comparecido regularmente ante ustedes para hablar de todas las cuestiones de política comercial importantes, y seguiré haciéndolo. El Parlamento desempeña un papel muy importante en el proceso de reflexión sobre los instrumentos de defensa comercial. Su informe será fundamental para el proceso de revisión en curso, y estudiaré sus recomendaciones con mucho detenimiento.
Quisiera darles las gracias una vez más por escucharme y ansío volver pronto para debatir todas y cada una de las cuestiones de política comercial, sobre las que me complace responder ante esta Asamblea.
Christofer Fjellner, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (SV) Señor Presidente, señor Mandelson, instrumentos de defensa comercial: el nombre es bastante revelador. Es un instrumento para defendernos del comercio. No obstante, rechazar el comercio sería caro y estúpido, y por tanto hay pocos economistas que suelan apoyar la utilización de este instrumento. Yo mismo he tenido más de una ocasión de hablar aquí en el Parlamento, por ejemplo, sobre la forma en que se obliga a los consumidores a pagar precios astronómicamente elevados por un interés limitado del fabricante. Sin embargo, el hecho es que también en el futuro tendremos alguna forma de instrumento de defensa comercial. Hasta que tengamos una legislación común sobre competencia en todo el mundo, es probable que todos los países sientan la necesidad de protegerse frente a lo que les parece un comercio injusto. Por tanto, creo que debemos diseñar el instrumento ahora, para que sea legítimo y que todos –productores, importadores, consumidores y todos los Estados miembros– lo consideren como tal.
Debemos librarnos de los conflictos predecibles que enfrentan a norte y sur y a productores e importadores y consumidores, ya que los conflictos en sí mismos minan la confianza en el instrumento y, a largo plazo, en la política comercial de la UE. Si queremos lograr un consenso en torno a estos instrumentos de defensa comercial, hemos de hacer más por emular la legislación en materia de competencia. Todos mis interlocutores piden, por ejemplo, más transparencia, mayor predecibilidad y, sobre todo, menos regateo político en este asunto. Les comprendo, ya que es realmente ridículo que a los Estados miembros solo se le concedan unos pocos días para evaluar miles de páginas antes de tomar decisiones sobre derechos antidumping. El hecho de que en Bruselas tengamos un ejército de consultores que van a la caza de rumores sobre propuestas de la Comisión relativas a nuevas medidas de defensa es también ridículo, igual que el regateo político mediante el cual pueden cambiarse impuestos sobre el calzado por exenciones de la Directiva sobre la ordenación del tiempo de trabajo. Todo esto demuestra que se precisa una revisión en profundidad.
Es más, el mundo ha cambiado. A medida que los impuestos globales se vuelven vinculantes y disminuyen, cada vez más socios comerciales nuestros utilizan instrumentos para impedir la importación de productos por la vía tradicional, y, dado que Europa es el mayor agente en el mercado mundial, tenemos de tomar la delantera. Por tanto, quiero concluir preguntándole cómo vamos a garantizar que esta reforma, de hecho, no vaya a convertirse finalmente en algo que según Frédéric Bastiat, por ejemplo, sería como amputarnos la nariz para fastidiarnos la cara.
David Martin, en nombre del Grupo del PSE. – (EN) Señor Presidente, me complace el Libro Verde porque está claro que nuestros instrumentos de defensa comercial necesitan una reforma.
La gran mayoría de los interesados están descontentos con la situación actual. Actualmente, las investigaciones antidumping y antisubvenciones carecen de transparencia, coherencia y objetividad y están excesivamente politizadas, además de no ajustarse a la realidad de una economía moderna que se adapta a las fuerzas de la globalización.
Pese a que probablemente es imposible crear un proceso totalmente objetivo, puede que haya mejoras, y debe haberlas, en el actual procedimiento de investigación con el fin de despolitizarlo y garantizar que se atienda del mejor modo posible a los intereses de todos los ciudadanos europeos.
Para ello, tal como ha indicado el Comisario, debemos redefinir el interés comunitario y darle más peso. Si la Unión Europea quiere ser más relevante en la vida de las personas, debe tomar medidas en serio para velar por los intereses de los ciudadanos. Por supuesto, esto implica proteger los puestos de trabajo frente a comportamientos desleales y contrarios a la competencia. Sin embargo, demasiado a menudo los intereses particulares de un grupo de productores decididos han prevalecido sobre los de millones de consumidores que pueden salir beneficiados con el proceso de globalización y cuya voz muchas veces no ha sido escuchada.
Por otra parte, a la hora de considerar el interés comunitario también hay que dar mayor importancia al posible daño causado a las empresas europeas que establecen cadenas de suministro mundiales con el fin de seguir siendo competitivas en una economía globalizada. En lo que se refiere al proceso de investigaciones antidumping, los interesados suelen estar descontentos con el acceso que tienen actualmente incluso a documentos e informaciones no confidenciales.
También hay que poner en tela de juicio el uso de países análogos. Me refiero concretamente al caso del calzado del pasado año, en el que se utilizó la economía brasileña para hacer comparaciones con China, cuando en realidad sus economías son tan similares como sus equipos de fútbol.
También me gustaría que la Comisión investigase la viabilidad de la ampliación de los instrumentos de defensa comercial para disuadir el dumping ambiental y social con el fin de garantizar que no se obtenga una ventaja injusta a través del maltrato del medio ambiente o del incumplimiento de unas condiciones laborales dignas.
Gianluca Susta, en nombre del Grupo ALDE. – (IT) Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, la cuestión que debatimos, cuyo contenido apoyo, constituye una firme petición al ejecutivo europeo de que garantice, sin renunciar a su compromiso de reavivar el diálogo multilateral, de abrir mercados y de establecer normas que fomenten el desarrollo en lugar de bloquearlo con barreras no arancelarias, que la Unión no adopte medidas unilaterales que nos penalicen más de lo que quisiéramos en relación no solo con los países emergentes, sino también con los países más desarrollados, principalmente los Estados Unidos.
Reavivar la competitividad y la coherencia con la Estrategia de Lisboa, abrir los mercados, proteger a los consumidores, incluso mediante la introducción de la indicación de origen obligatoria en productos importados, el éxito de medidas adoptadas para defender la efectividad de la libre competencia; estos elementos están todos inextricablemente vinculados. Hacemos hincapié en que nos oponemos al uso distorsionado de medidas antidumping y a formas de proteccionismo disfrazado y no consensuado que se presenta como una lucha contra la competencia desleal, de lo que nos acusan nuestros competidores internacionales. Sin embargo, pedimos que la reforma de las normas antidumping por parte de la Unión Europea no sirva de apoyo indirecto a quienes no han salido en defensa de la liberalización.
En esta fase y durante un tiempo, creo que la liberalización y la regulación, más que nunca, deben estar estrictamente vinculadas en interés del propio mercado. No obstante, las reglas han de ser objetivas, como las que se redactaron con respecto a la competencia, que son claras, accesibles, eficaces y fáciles de aplicar. Por este motivo, debemos minimizar el elemento de discreción utilizado para aplicar medidas defensivas, y las pequeñas y medianas empresas han de poder respetar y defender las reglas cuando los precios sufran alteraciones anómalas.
Señor Comisario, esperamos que el ejecutivo europeo tenga en cuenta estas consideraciones, a sabiendas de que la economía real europea necesita sentirse parte de una comunidad fuerte que le dé impulso y le inste a afrontar los desafíos de un mundo cada vez más globalizado, y que sin embargo la defienda de quienes incumplen las reglas para lograr injustamente su propio desarrollo a expensas de terceros.
Zbigniew Krzysztof Kuźmiuk , en nombre del Grupo UEN. – (PL) Señor Presidente, señor Comisario, celebro que se haya iniciado el debate sobre la reforma de los instrumentos de política comercial.
El sistema actual de instrumentos de política comercial, que durante décadas ha permanecido intacto, ya no es eficaz para contrarrestar los efectos negativos de la floreciente globalización. Como es un tema demasiado amplio para debatir aquí con mucho detalle, quiero llamar la atención sobre esos aspectos que deben reformarse.
En primer lugar, la Comisión impone aranceles antidumping sobre un producto si se prueba que su precio en el mercado de la UE no supera su coste de producción. Para ello, la Comisión tiene en cuenta principalmente factores de producción, como por ejemplo los salarios, el coste de los materiales y de la energía. Sin embargo, la Comisión no establece si la empresa soporta el coste de la seguridad social de sus empleados o de medidas de protección ambiental. Por tanto, es difícil establecer si los costes declarados son incompletos y, por tanto, si se ha reducido artificialmente el precio de un producto que no los incluye.
En segundo lugar, a menudo sucede que los precios relativamente altos de algunos productos originarios de la Unión Europea y, por tanto, su falta de competitividad en el mercado mundial, se deben a las normas estrictas que deben cumplir, por ejemplo con respecto al bienestar animal. La Unión Europea debe exigir que los productos de países terceros vendidos en su mercado también cumplan esas normas.
En tercer lugar, la Comisión Europea es muy cautelosa a la hora de aplicar las llamadas cláusulas de protección, cuyo objetivo consiste en impedir que el mercado de la Unión Europea se vea de repente inundado por un determinado tipo de producto. Sin embargo, estos instrumentos son mucho más rápidos y fáciles de utilizar que los aranceles antidumping.
Por último, la Comisión también debería intentar reducir a un mínimo el período entre el inicio de un procedimiento concreto y la ejecución del instrumento de protección relevante. Actualmente esto supone varios meses, y para los aranceles antidumping hasta nueve meses, lo que expone a los productores europeos a enormes pérdidas.
Carl Schlyter, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (SV) Señor Presidente, el libre comercio no es bueno si es injusto y las medidas de defensa comercial son un intento de hacerlo más justo. Creo que la Comisión hace demasiado hincapié en las empresas multinacionales y me incomoda tener que redefinir el interés comunitario. Quiero aclarar el hecho de que si una empresa transnacional ubicada en la UE se ve implicada en un caso de dumping social o ambiental, por sí misma o a través de empresas filiales o subcontratistas, no puede considerarse un interés comunitario solo porque esté registrada en la UE. Habrá que sancionarla por tales prácticas.
El Libro Verde también aborda varias cuestiones interesantes que tenemos que debatir, como por ejemplo la mayor transparencia y la mayor influencia de las pequeñas empresas y organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, falta una dimensión importante: el Libro Verde no es suficientemente verde. Falta toda la dimensión del dumping ambiental. Permítanme recordarles el apartado 11 del informe Muscardini de octubre, según el cual el Parlamento Europeo «pide a la Comisión que tenga en cuenta la oportunidad de proceder a una profunda revisión de las normas para el uso de medidas de defensa comercial (antidumping, antisubvenciones, etc.) en el marco de la OMC», y esto con la finalidad de incluir el incumplimiento de los acuerdos mundiales y de las convenciones sobre cuestiones ambientales y sociales como formas de dumping o subvención.
El hecho es que los países que tienen una legislación ambiental débil o que carecen de los impuestos ambientales de sus competidores, de hecho subvencionan o rebajan indebidamente sus costes de producción; en otras palabras, que lisa y llanamente practican el dumping tradicional. Esto será un problema cada vez mayor cuando aumente el nivel global de ambición. Por tanto, no tiene que haber zonas libres para la destrucción ambiental que socave la labor ambiental mundial. Por ejemplo, tenemos que introducir un arancel de Kyoto para los países que no cumplan el Acuerdo de Kyoto. A otros países hay que denunciarlos ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y quién sabe si ganaremos o perderemos. Muchos creen que la OMC es una organización poderosa, pero una cosa es cierta: al clima no le importa nada la OMC y si no aplicamos medidas de defensa del clima en la política comercial, cambiará al margen de lo que piense la OMC.
Un comentario final: si ahora queremos que haya solidaridad y tenemos un límite de uno por cien, ¿cuándo va a poder aplicar Malta estas medidas de defensa y cuando va a obtener más de un uno por cien del comercio interior?
Béla Glattfelder (PPE-DE). – (HU) El libre comercio funciona bien si se siguen sus normas. Pero no siempre ocurre así. Cada vez se utilizan más las prácticas comerciales desleales y el dumping contra la UE y sus productores. En varios casos de dumping se ha demostrado que son los proveedores, y no los consumidores, los que se benefician. La Unión Europea no tiene motivos para suavizar las reglas comerciales actuales. Es inaceptable que debamos castigar a las empresas que se han quedado en Europa, que han mantenido puestos de trabajo europeos, y que premiemos a quienes han trasladado su producción al extranjero.
Necesitamos protección frente a la competencia desleal. No deberíamos suavizar las reglas en contra del comercio desleal, sino reforzarlas. Esto se aplica especialmente a los países que no tienen economías de mercado, donde, por ejemplo, el Estado utiliza medios complejos y no transparentes para prestar ayuda a empresas que producen para exportar. Además, China no utiliza sus crecientes ingresos comerciales para expandir la democracia, reducir la pobreza, proteger el medio ambiente o reducir las emisiones de CO2, sino para comprar armamento. Este año, China ha aumentado el gasto militar un 18 %. De acuerdo con las estadísticas oficiales, alcanzará los 45 000 millones de dólares estadounidenses. Además, según varios expertos en materia de política de seguridad, el verdadero importe de lo que gastan en armamento es tres veces esta suma.
Señor Comisario, no tiene mucho sentido que apoyemos el crecimiento militar de China recortando puestos de trabajo europeos.
Kader Arif (PSE). – (FR) Señor Presidente, Señorías, quiero dar las gracias al señor Barón Crespo y al señor Guardans Cambó por haber tomado la iniciativa de formular esta pregunta oral a la Comisión.
En efecto, toda esta cuestión de nuestros instrumentos de defensa comercial reviste la máxima importancia, no solo para asegurar la protección efectiva de los productores europeos contra diversas formas de competencia desleal, sino también en el marco del debate más amplio sobre el lugar de la Unión Europea en una economía globalizada y sobre las normas que desea promover para su gobernanza.
Aun cuando la Unión Europea ha defendido siempre el sistema multilateral de la OMC, me parece como poco sorprendente que la Comisión lance esta consulta pública y prevea una reforma potencialmente profunda de nuestros instrumentos de defensa, cuando las negociaciones en la OMC sobre las medidas antidumping, antisubvenciones y de salvaguardia no han concluido aún y sus resultados influirán en el modo de utilización de esos instrumentos.
Quiero recordar a la Comisión que ella misma encargó un estudio sobre la evaluación de los instrumentos europeos de defensa comercial y que este concluyó que el statu quo es tanto la solución más razonable como la más adecuada para responder a las preocupaciones de todas las partes. Dicho estudio sostiene asimismo la idea de que en la actualidad no existe ninguna necesidad evidente y apremiante de revisar o modificar los instrumentos de defensa comercial actuales de la Comunidad.
Me gustaría saber, pues, qué cambios concretos planea la Comisión y cómo participará el Parlamento en todas las fases de este proceso y pido a la Comisión que tenga en cuenta todos estos distintos factores en el marco de los próximos debates en el Consejo, así como la opinión de los diputados a este Parlamento y los resultados de la consulta pública que ha lanzado ella misma con vistas a la elaboración de sus futuras propuestas.
Leopold Józef Rutowicz (UEN). – (PL) El Libro Verde y el debate sobre instrumentos de política comercial son muy importantes para nuestra economía y podrían reportarnos un valor añadido considerable.
La política de comercio exterior europea ha de responder suficientemente a todo cambio que se produzca en la fabricación y venta de productos en el mercado interior y en los mercados exteriores. Por ejemplo, en el marco de los acuerdos vigentes nuestro mercado puede promover la compra de materiales para biocarburantes, cuya venta tiene buenas perspectivas de desarrollo, y limitar las importaciones, reduciendo así la producción de la industria azucarera, por ejemplo. A través de nuestras relaciones mutuas deberíamos ayudar a aquellos proveedores nuestros que pudieran empezar a producir de conformidad con nuestras necesidades en el ámbito de los acuerdos promocionales o de asociación.
A medida que el dumping avanza, nuestra respuesta se va haciendo prolija e indecisa, lo que nos perjudica más que nos beneficia. Por ejemplo, en el caso de las fresas congeladas de China, pasaron siete años hasta que se establecieron medidas antidumping, y para entonces numerosas explotaciones agrícolas habían quebrado. Un análisis de la eficiencia operativa y una reducción drástica de los procedimientos burocráticos actuales podrían dar pie a normas de trabajo claras y responsabilidades que permitirían tramitar con rapidez las solicitudes.
Otro problema para la Unión Europea es definir los principios de nuestra política comercial común a fin de evitar la competencia desleal en el mercado exterior. Las cuestiones que he mencionado requieren una supervisión constante. Quiero agradecer a otros diputados su participación en el debate sobre este asunto.
Daniel Caspary (PPE-DE). – (DE) Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, la UE ha de pensar seriamente en el modo de defender mejor sus propios intereses. La estrategia de hacer concesiones al principio con la esperanza de obtener beneficios más tarde sin duda no funcionará. En su lugar, es preciso que se respeten las normas en interés de una competencia libre y leal. Las prácticas comerciales desleales no deberían tolerarse y, por tanto, los instrumentos efectivos de defensa comercial forman parte sin duda de la estrategia europea de competitividad. En este sentido coincido plenamente con el señor Glattfelder: los instrumentos de defensa no deben suavizarse más.
A mi juicio, señor Comisario, el Libro Verde es del todo inoportuno, ya que no deberíamos anticiparnos a los resultados de las actuales negociaciones multilaterales en torno a los instrumentos de defensa comercial. En Europa no deberían introducirse reformas antes de que concluyan estas negociaciones, tanto si tienen éxito, cosa que espero, como si no lo tienen.
La segunda cuestión que quiero mencionar es que los instrumentos actuales han demostrado básicamente su utilidad. Si tiene que haber reformas, estas deberían centrarse en la mejora del sistema existente.
Tenemos que distinguir claramente, tal y como ha mencionado el Comisario con razón, entre dumping real por un lado y la fijación de precios de acuerdo con el Derecho de competencia por otro. No hay que abusar de las medidas antidumping con fines proteccionistas. Sin embargo, por otro lado, no convendría sacrificar la preservación duradera de la producción europea en aras de intereses inmediatos de los consumidores. Desde el punto de vista de procedimiento es preciso garantizar que la evaluación de los casos sea lo más objetiva posible y no se vea influida por intereses nacionales específicos en el Consejo. Estoy firmemente convencido de que mientras terceros países hagan un uso intensivo, a menudo abusivo, de instrumentos de defensa comercial contra nosotros, no debemos relajar los nuestros.
Todo esto es posible de acuerdo con las normas vigentes si se aplican correctamente y, por tanto, yo pediría al Comisario que fuera muy sensible a este respecto y le recomendaría la estimulante lectura de mi último proyecto de informe sobre estrategia de comercio exterior, donde también trato el tema de los instrumentos de defensa comercial.
Panagiotis Beglitis (PSE). – (EL) Señor Presidente, quiero dar las gracias especialmente al Comisario Mandelson.
Creo que el debate de esta noche revela una división estratégica interna en la Unión Europea. Creo que, tal y como ha dicho el señor Fjellner en su discurso, por un lado existe la Europa de grandes redes comerciales de protección del consumidor y, por otro, la Europa de las fuerzas productivas, de la protección del tejido productivo e industrial y del empleo y de la defensa de los trabajadores. Tenemos que reconciliar estos dos enfoques estratégicos por el bien de la Unión Europea. Por supuesto, nadie quiere convertir la Unión Europea en una fortaleza proteccionista. Sin embargo, por otro lado, sería una ilusión creer que la Unión Europea puede permanecer desarmada en medio de los desafíos y las consecuencias negativas de la globalización, que puede permanecer desarmada frente a las prácticas comerciales desleales a escala internacional y frente al dumping social y ambiental que practican ciertas economías emergentes del mundo en desarrollo.
Creo que el Libro Verde presentado por el señor Mandelson puede constituir una buena base para seguir debatiendo. Necesitamos medidas de defensa comercial con la condición básica de que sean eficaces y de que contribuyan a defender los intereses comerciales de la Unión Europea y el principio de transparencia y mayor rapidez en la toma de decisiones. Siempre que, señor Mandelson, su propuesta esté orientada a mejorar los mecanismos de defensa comercial de la Unión Europea, podemos realmente mantener un debate y contribuir positivamente al mismo.
Danutė Budreikaitė (ALDE). – (LT) El objeto de debate de hoy es el Libro Verde de la Comisión, que se centra en los instrumentos de defensa comercial de Europa en una economía mundial cambiante. En el comunicado se han expresado preocupaciones sobre los instrumentos de defensa comercial que no afectarían a la elevada productividad. También se ha mencionado la cuestión de coordinar los intereses comunitarios y los de la elevada productividad, de los importadores, consumidores e incluso los intereses de los países en desarrollo.
Las cifras aportadas demuestran que los Estados Unidos y la India, a la hora de proteger sus mercados, han emprendido más estudios que la UE sobre el modo de aplicar instrumentos de defensa. La UE está teniendo dificultades para aplicar la Estrategia de Lisboa y para crear nuevos puestos de trabajo, y existe una falta catastrófica de trabajadores cualificados en el ámbito de la ingeniería y de científicos capaces de crear nuevas tecnologías competitivas.
En la situación actual, de ningún modo convendría relajar los instrumentos de defensa, porque esto ahogaría la productividad actual de la UE, especialmente de las pequeñas y medianas empresas, en particular en los nuevos Estados miembros.
Además, quiero pedir a la Comisión que realice rápidamente estudios antidumping, porque el retraso en este terreno ya ha causado la quiebra del fabricante lituano de telescopios «Ekrans».
Francisco Assis (PSE). – (PT) Señor Mandelson, esta iniciativa de la Comisión tiene directamente el mérito de promover el debate sobre una cuestión para la que no hay respuestas sencillas. Hay sectores en Europa que se inclinan más por las respuestas demagógicas y populistas de quienes creen tener respuestas sencillas a esta cuestión. Pueden ser respuestas sencillas, pero son erróneas.
La cuestión principal es la forma en que la UE debería utilizar los instrumentos de defensa comercial a su disposición para garantizar el cumplimiento de las normas de comercio leal y desempeñar un papel activo en el proceso de regulación del comercio internacional.
Es preciso defender el modelo económico y social europeo, pero nunca debe sobrepasar el umbral del proteccionismo. Este es actualmente el desafío más importante que afronta la UE.
Ya hemos visto que existen discrepancias naturales e intereses opuestos en la propia Unión Europea. Los intereses de los fabricantes no coinciden necesariamente con los de los principales importadores, y los intereses inmediatos de los consumidores no coinciden necesariamente entre sí. Se precisa una línea directriz que siempre haga hincapié en un principio básico: cómo participará la Unión Europea de forma activa, seria e inteligente en el proceso de regulación del comercio internacional. En este contexto ha de intentar proyectar a escala internacional, en el marco de la Organización Mundial del Comercio, algunos de los valores básicos que la identifican, a saber, una economía competitiva y, al mismo tiempo, una sociedad que demuestra más solidaridad y más cohesión y que está muy al tanto de mantener determinados valores ambientales básicos.
Este es el desafío que ahora afronta la Unión Europea y, por tanto, creo que la Comisión ha hecho lo que tenía que hacer al promover este debate.
Benoît Hamon (PSE). – (FR) Señor Presidente, yo también quisiera dar las gracias a la Comisión por haber abierto este debate sobre los instrumentos de defensa comercial de la Unión y asimismo felicitar al señor Guardans Cambó por ofrecernos la ocasión de debatir hoy esta cuestión.
Lo que me choca en el cuestionario de la Comisión o, más en general, en todo su pensamiento sobre la política comercial, es la ausencia de toda referencia a la cuestión de los tipos de cambio entre el euro y las monedas de nuestros principales socios comerciales. Me gustaría que el señor Mandelson me dijera cómo cree que se puede defender eficazmente los intereses comerciales de la Unión Europea cuando el euro está donde está con respecto al dólar, al yuan y al yen.
Así, si puedo retomar el ejemplo de la industria aeroespacial, que con sus planes de despido y reducción de puestos de trabajo y con sus amenazas de subcontratar trabajos en terceros países o deslocalizarlos ocupa en estos momentos el centro del escenario, una variación de 10 céntimos del tipo de cambio entre el euro y el dólar equivale a una pérdida o una ganancia de mil millones de euros en el resultado anual de Airbus. ¿Acaso las devaluaciones competitivas de la moneda por parte de nuestros competidores no son los ejemplos más flagrantes de dumping, cuyo resultado es que Airbus, buque insignia de la industria europea, piensa ahora que es mejor producir parte de sus aviones fuera de la zona del euro si quiere competir con Boeing? ¡Es justo lo que siempre queríamos!
Quisiera animoar al señor Mandelson a que mire al Banco Central Europeo y haga algo, hoy mismo, para que asuma sus responsabilidades no solo cuando el euro se deprecia, sino también cuando se aprecia. ¿No ha llegado la hora de que el Consejo y la Comisión, en el marco de los poderes que les confiere el artículo 111 del Tratado, asuman por fin sus responsabilidades para que podamos dotarnos de algo que nos es indispensable, a saber, las líneas maestras de una política de tipos de cambio?
Peter Mandelson, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, al reconocer que el 85 % de los que han intervenido han acogido de buen grado esta revisión, me siento satisfecho de haber tomado la iniciativa de proponerla a la Comisión. Espero que el Consejo y la Presidencia tomen nota de este hecho y de las contribuciones inteligentísimas y en su mayoría equilibradas que se han hecho en este debate. No sé si están representados aquí esta tarde. Parece que no, pero estoy seguro de que este hecho llegará a su conocimiento por sí solo.
Pues bien, dentro de la buena acogida dispensada a la revisión se han manifestado diferencias con respecto a si se desea que sirva o no para suavizar los instrumentos de defensa comercial existentes. Voy a decepcionar a ambos bandos, tanto a los que quieren suavizarlos como a los que no, afirmando que el objetivo de la revisión no es reforzar ni debilitar nuestros instrumentos de defensa comercial actuales. El objetivo es garantizar que tengamos normas que son claras, coherentes y capaces de concitar el consenso en toda la Unión. No estoy plenamente convencido de que actualmente hayamos conseguido el equilibrio correcto. De ahí la controversia, la ruptura del consenso y la ruptura de la solidaridad en el seno de los Estados miembros y entre ellos que hemos observado en casos recientes. Es responsabilidad mía hacer lo que sea necesario, si es que se puede hacer algo, por recuperar dicha solidaridad y asegurar la reconstrucción del consenso.
Por supuesto, al ejercer y aplicar estas normas nos enfrentamos a constantes dilemas. La protección legítima de una persona es proteccionismo para la otra, y es en este punto donde hay que tomar una resolución sobre la base del análisis objetivo emprendido por la Comisión.
Pero he podido escuchar la petición de muchos diputados a esta Asamblea de que se garantice que nuestro sistema antidumping sea claro, transparente y objetivo. He oído las preocupaciones expresadas sobre la duración y la falta de eficiencia del proceso y he oído a aquellos que han dicho que quieren que queden mejor reflejadas las preocupaciones ambientales.
No estoy seguro de si algún día podré crear una serie de instrumentos que nos permitan emplear la defensa comercial para hacer frente al calentamiento global o dar seguridad al mundo. Se trata por supuesto de un reto que quieren lanzarnos los diputados al Parlamento Europeo, con lo que tendríamos que estar a la altura, pero no estoy seguro de que lo consigamos, como tampoco estoy plenamente seguro de que podamos emplear los instrumentos de defensa comercial para abordar la política de tipos de cambio.
Quisiera das las gracias a quienes han intervenido y planteado cuestiones muy importantes. Desde mi punto de vista, retomando lo dicho por el primer orador en este debate, si ustedes desean realizar y defender la apertura económica en Europa, al igual que yo, entonces los ciudadanos de Europa deberán confiar en que, cuando sean objeto de un trato desleal o se vean afectados por el comportamiento anticompetitivo de otros, tienen a alguien de su lado: ese alguien somos nosotros. Es el papel esencial y cada vez mayor de la Unión Europea y la Comisión Europea en esta era global. Esto no facilita nuestra labor, sino que la hace aún más necesaria e importante y se trata de una responsabilidad que, por mi parte, pretendo que se realice de forma justa, objetiva y desapasionada.
El Presidente. El debate queda cerrado.
Declaración por escrito (artículo 142 del Reglamento)
Tokia Saïfi (PPE-DE), por escrito. – (FR) La Comisión Europea ha adoptado un Libro Verde con el fin de lanzar una consulta pública sobre la aplicación de los instrumentos de defensa comercial (IDC) de la Unión Europea en una economía mundial en mutación. Esta consulta pública debería dar lugar a propuestas de la Comisión encaminadas a reformar sus instrumentos de defensa comercial (antidumping, antisubvenciones y cláusulas de salvaguardia).
Ahora bien, hay que abordar con prudencia este proyecto de reforma. La Unión Europea no debe actuar unilateralmente y con precipitación, pues toda revisión de sus instrumentos debe realizarse dentro del marco legal de las negociaciones en curso sobre las disciplinas multilaterales aplicables a los IDC en el marco de la Ronda de Doha. Además de la necesidad de ajustarse al calendario de la OMC, la Comisión Europea debe tener en cuenta imperativamente que la liberalización del comercio hace que los IDC sean indispensables.
Los IDC suelen emplearse con moderación y no son en ningún caso las camisas de fuerza por las que las toman los defensores del libre comercio, o el arsenal de los proteccionistas. De hecho, como reguladores sirven para restablecer las condiciones de una competencia leal en los mercados comerciales internacionales y limitar las consecuencias negativas de prácticas ilegales en la industria, el crecimiento y el empleo en la Comunidad Europea.