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Procedimiento : 2006/2292(INI)
Ciclo de vida en sesión
Ciclo relativo al documento : A6-0149/2007

Textos presentados :

A6-0149/2007

Debates :

PV 22/05/2007 - 6
CRE 22/05/2007 - 6

Votaciones :

PV 22/05/2007 - 9.11
CRE 22/05/2007 - 9.11
Explicaciones de voto

Textos aprobados :

P6_TA(2007)0196

Acta literal de los debates
Martes 22 de mayo de 2007 - Estrasburgo Edición DO

6. Una Europa global - Aspectos externos de la competitividad (debate)
Acta
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  La Presidenta. De conformidad con el orden del día se procede al debate del informe (A6-0149/2007) de Daniel Caspary, en nombre de la Comisión de Comercio Internacional, sobre una Europa global – Aspectos externos de la competitividad (2006/2292(INI)).

 
  
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  Daniel Caspary (PPE-DE), ponente. – (DE) Señora Presidenta, señor Comisario, Señorías, nuestra Unión Europea es el mayor mercado único del mundo y tiene globalmente un peso especial, y si deseamos seguir teniendo éxito en el plano internacional debemos crear las condiciones marco correctas en casa y, al mismo tiempo, organizar nuestra política de comercio exterior de tal forma que tenga debidamente en cuenta nuestros intereses económicos.

La Comisión inició en octubre de 2006 su reflexión sobre una estrategia comercial de este tipo, en su Comunicación titulada «Una Europa Global: Competir en el mundo». El presente informe de la Comisión de Comercio Internacional no tiene la intención de ser una respuesta a dicha comunicación, sino que pretende ajustar algunas prioridades, ya que la Comisión –y también usted, señor Comisario– debe establecer las prioridades correctas en lugar de buscar resultados a corto plazo.

Todos salimos ganando con la liberalización de los mercados de nuestros socios comerciales; la Unión Europea es un excelente ejemplo del éxito de los mercados abiertos y es la Organización Mundial del Comercio, la OMC, la que ofrece la mejor maquinaria disponible para abrirlos. La meta de la liberalización del comercio multilateral en el marco de la OMC debe consistir en realizar grandes avances en la actual ronda de negociaciones, a pesar de todas las dificultades que esta plantea; y aunque las perspectivas de éxito no sean las mejores, nosotros en la Unión Europea debemos seguir haciendo todo lo que esté a nuestro alcance para que sea un éxito, pues los acuerdos de libre comercio bilaterales o regionales no son más que la segunda mejor opción o incluso una solución de emergencia en vista de las muy diversas desventajas que conllevan. Si deseamos celebrar acuerdos de libre comercio, debemos aplicar algunas condiciones: para empezar, la elección de los acuerdos de libre comercio debe limitarse a los Estados o regiones económicos con los que nuestros competidores ya han celebrado dicho acuerdo o están negociando; en segundo lugar, el ámbito de aplicación de dicho acuerdo de libre comercio debe ir mucho más allá de los temas de la OMC, y la Unión Europea debe además esforzarse por consolidar en este acuerdo de libre comercio el mayor número posible de normas acordadas en foros multilaterales. Me refiero, por ejemplo, a las normas de origen, que se negocian de distinta manera en cada acuerdo de libre comercio y que resultan difíciles de aplicar a nuestras pequeñas y medianas empresas, que aprovechan cada vez en mayor número las oportunidades que brinda la globalización para exportar sus productos.

Desgraciadamente, en el pasado se priorizaban otras metas políticas iban en detrimento de la política comercial, por lo que en el futuro deberíamos evitar que esta política cargue con temas irrelevantes y, al mismo tiempo, velar por el cumplimiento de las normas vigentes que hemos acordado con nuestros socios comerciales. Esto es lo que ocurre en particular con la propiedad intelectual, pues en muchos casos la legislación vigente y los acuerdos contractuales se aplican de forma poco adecuada o incluso se frustra activamente su aplicación. Los instrumentos de protección comercial de la Unión Europea, las normas antidumping en particular, ofrecen protección contra las prácticas comerciales desleales.

Me gustaría señalar que una amplia mayoría de los miembros de la Comisión de Comercio Internacional coinciden conmigo en que actualmente no es necesario proceder a la revisión de los instrumentos de defensa comercial que propone la Comisión. No debemos prejuzgar el resultado de las negociaciones en el seno de la OMC, por difíciles que sean en estos momentos; los instrumentos de defensa comercial de la Unión Europea han demostrado su valía en un gran número de ocasiones y en estos momentos no requieren modificación alguna.

Ahora que se reducen los aranceles, la importancia de otros obstáculos al comercio va en aumento. Por ejemplo, las medidas antiterroristas en todos los sectores económicos no deben convertirse en la barrera no arancelaria del siglo XXI, y la reglamentación desempeña igualmente un papel importante en este aspecto, por lo que debemos hacer que nuestras normas y reglamentos internos sean compatibles con los de nuestros principales socios comerciales. Por eso apoyo firmemente la cooperación con los Estados Unidos y los esfuerzos realizados en las últimas semanas.

Tengo una gran confianza en que podremos aprovechar las oportunidades que brindan los mercados mundiales en beneficio propio y de otros países, tanto en vías de desarrollo como industrializados, siempre que se establezcan las prioridades correctas. La población de Europa y de todo el mundo sentirán los efectos positivos de esta política y estoy muy agradecido a los miembros y la Secretaría de la comisión parlamentaria, así como al personal de los Grupos por habernos permitido elaborar durante las últimas semanas un informe que, en mi opinión, podría recibir el apoyo de una amplia mayoría en esta Cámara cuando deba ser votado. Quiero darles las gracias por su cooperación, al igual que a la Comisión por aceptar nuestras propuestas.

 
  
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  Peter Mandelson, miembro de la Comisión. (EN) Señora Presidenta, este es un informe muy importante. Permítanme recordar los antecedentes de la Europa global. En Europa nos enfrentamos a enormes retos debido al ritmo del cambio de la economía global. Esto crea nuevas oportunidades, pero también genera cierta inseguridad y unos recelos comprensibles.

Nuestro mensaje central es claro: rechazo del proteccionismo dentro de la UE, lucha por abrir los mercados exteriores. Tenemos que mirar más allá de la reducción de los aranceles y fijarnos en las barreras comerciales que existen detrás de las fronteras. Tenemos también que aumentar nuestro compromiso con las grandes economías de la próxima generación, principalmente –aunque no solo– en Asia, donde existe un enorme potencial de crecimiento, pero donde Europa no cuenta con la presencia que debería.

Nuestra primera prioridad siguen siendo la OMC y la Agenda de Desarrollo de Doha, y quiero decir algo a este respecto. Es mucho lo que se juegan la economía global y el mundo en desarrollo y, desde luego, en las semanas venideras voy a explorar todas las vías para hacer posible un trato.

La semana pasada, la Unión Europea recibió durante dos días en las afueras de Bruselas a los negociadores ministeriales de Brasil, la India y los Estados Unidos. Celebramos reuniones constructivas, centradas en cifras y resultados. La consecución de esos resultados no va a resultar fácil en absoluto. Sin embargo, en términos generales creo que podemos sacar adelante esta negociación y finalizar la Ronda de Doha este año, según acordamos en Delhi en abril. Esto exige la convergencia en el G-4 durante el próximo mes, más o menos. El compromiso político respecto de dicho objetivo es de alto nivel, de hecho del más alto nivel político.

Las diferencias entre nosotros siguen siendo grandes, tanto en el tema de agricultura como entre esta y la industria y los servicios. No obstante, son superables si todas las partes están de acuerdo en combinar suficiente ambición con suficiente flexibilidad. Yo voy a insistir en el principio básico de que debe haber recortes reales y reducciones efectivas por parte de todos los agentes clave en todos los ámbitos clave. El acceso real al mercado en la agricultura bien vale unas reducciones reales de las subvenciones agrícolas y recortes reales de los aranceles de productos industriales.

El nivel de ambición del paquete final en agricultura y aranceles industriales está entrelazado de forma inextricable. Europa está dispuesta a hacer muchas cosas –de hecho, más que otros–, pero no a rebajar el listón de nuestra ambición si otros no hacen lo mismo. Desde luego, tiene que haber un esfuerzo proporcionado entre los países desarrollados y los países en desarrollo.

También es esencial recordar que la mayor parte del beneficio económico en la Ronda de Doha no va a proceder del acceso al mercado agrícola o, de hecho, al mercado no agrícola, sino de los compromisos por parte de los miembros de la OMC a abrir sus mercados de servicios y del recorte de la burocracia y de los costes de tiempo y dinero que lastran los flujos comerciales en todo el mundo. Las negociaciones relativas a la facilitación de los servicios y el comercio se están desarrollando según un calendario diferente del de las negociaciones de acceso al mercado, pero no deben quedar atascadas en las diferencias.

Todos nosotros, los negociadores principales, debemos asumir nuestra parte en lo referente al esfuerzo y la responsabilidad necesarios para obtener un resultado equilibrado en esta ronda. Todos tenemos que mirar hacia las economías que queremos crear en el futuro, más que hacia atrás para defender las estructuras del pasado. Sí, consolidar los réditos de la pretérita apertura del mercado, pero también contribuir a la nueva apertura del mercado necesaria para impulsar el crecimiento del comercio en el futuro. Esa es la única base sobre la que pueden concluir estas negociaciones y disponemos poco más de un mes para hacerlo.

Sin embargo, podemos y debemos apoyarnos en la plataforma creada por la OMC para generar nuevas oportunidades de crecimiento mediante una mayor apertura de los mercados de forma bilateral al comercio y a la inversión, no como una alternativa, sino como un complemento a la ADD.

Tenemos ante nosotros una agenda bastante ambiciosa: las negociaciones en torno al acuerdo de libre comercio con Corea, la India y la ASEAN, el incremento de nuestra relación con China y los Estados Unidos, el cumplimiento de los derechos de propiedad intelectual, una renovada estrategia de acceso al mercado, el seguimiento del Libro Verde sobre los instrumentos de defensa comercial, así como profundizar en la agenda sobre comercio y desarrollo. Lo hacemos dentro del contexto de esta compleja ronda comercial multilateral. Ello exige proceder con cautela. Pero los primeros seis meses de nuestra estrategia sobre la Europa global demuestran que podemos avanzar en paralelo: hemos adoptado iniciativas concretas siguiendo nuestra agenda sobre la Europa global y hemos vuelto a encarrilar la ADD.

Quiero dar las gracias al ponente, el señor Caspary, por su excelente trabajo. Me complace sobremanera constatar la manera en que el informe aborda todos estos temas. Me alegra que el Parlamento muestre tal interés por el informe, lo que queda demostrado claramente por las casi 200 enmiendas. También me satisface ver que ha estado involucrada la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios, dada la vinculación con la Estrategia de Lisboa.

Permítanme asegurarles que hemos implicado al Parlamento, y que seguiremos haciéndolo en el futuro, en el desarrollo de la agenda de la Europa global. Hemos informado a la Comisión de Comercio Internacional durante los preparativos de nuestra comunicación global, que presenté a la Comisión de Comercio Internacional una vez aprobada por la Comisión. Mis departamentos o yo mismo hemos debatido todas las iniciativas derivadas de la agenda de la Europa global –es decir, la comunicación sobre China, el Libro Verde sobre los IDC, la comunicación sobre acceso al mercado– en diferentes momentos con el Parlamento.

En cuanto a los nuevos acuerdos de libre comercio, se han facilitado las directivas de negociación a la Comisión de Comercio Internacional –lo cual constituye una novedad– y mis departamentos han informado recientemente a la comisión parlamentaria sobre el estado de cosas. Informaré a la Comisión de Comercio Internacional a principios de junio sobre las negociaciones de acuerdos de libre comercio que acabamos de poner en marcha.

La Comisión va a estudiar atentamente las recomendaciones y sugerencias planteadas por el Parlamento en su resolución. No obstante, como guardianes de los tratados, lo haremos respetando el marco existente.

Necesitamos su plena cooperación constante y sus aportaciones útiles sobre la Europa global con el fin de adoptar las decisiones correctas en esta ambiciosa andadura. Me siento muy satisfecho por haber avanzado notablemente en este tema hoy gracias al informe del señor Caspary.

 
  
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  Benoît Hamon (PSE), ponente de opinión de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios. – (FR) Señora Presidenta, quisiera felicitar al ponente, el señor Caspary. En el minuto que tengo para mi intervención me limitaré a mencionar los principales elementos del informe de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios, que es responsable de los asuntos de política monetaria.

La Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios se interesó por el tema de los tipos de cambio entre el euro y las monedas de nuestros principales socios y competidores para destacar que, evidentemente, los beneficios esperados de una reducción de los derechos de aduanas a la exportación o las cuotas de mercado que cabría esperar de unos controles reforzados en el ámbito de las barreras no arancelarias, pueden quedar claramente reducidos a la nada por una evolución desfavorable del tipo de cambio. Por ello, sugerimos a la Comisión que proponga nuevos instrumentos de defensa comercial que permitan a los productores europeos defenderse ante una depreciación abusiva de las monedas de nuestros competidores y sugerimos mirar a los Estados Unidos de América, donde algunos de nuestros colegas legisladores del Senado han ideado un sistema que gravaría las importaciones procedentes de países con moneda artificialmente infravalorada con el derecho de aduana correspondiente. Sin ir tan lejos, consideramos que la inercia mostrada en este terreno se ha tornado incomprensible.

La otra cuestión, entre las numerosas contribuciones del informe de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios, que quisiera destacar rápidamente, es el tema del medio ambiente, por considerar que no es equitativo que los productores europeos, que deben asumir los costes derivados de unos métodos de producción menos contaminantes, sufran la competencia de importaciones baratas procedentes de países que se niegan a asumir su parte en el esfuerzo de lucha contra el calentamiento climático. Por ello, la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios propone crear un impuesto sobre el carbono.

 
  
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  Syed Kamall , en nombre del Grupo del PPE-DE. – (EN) Señora Presidenta, quiero felicitar al ponente, el señor Caspary, por un informe tan ambicioso –lo que no me sorprende, dado el título de Europa global– y aplaudo su enfoque general. Sin embargo, tengo algunos temores y recelos acerca de ciertas posibles contradicciones.

Leo un informe que aboga por excluir todos los denominados servicios «públicos» de las negociaciones comerciales, incluidos los servicios de medios de comunicación. Pero sin duda centrarse en los servicios de medios de comunicación va en contra de la esencia de la Agenda de Lisboa, que aspira a convertir a la UE en una economía digital avanzada. No obstante, aún dejando de lado los servicios de medios de comunicación, ¿realmente vamos a ignorar a los ciudadanos de los países más pobres, que han de soportar una salud deficiente o inexistente, una educación, unos servicios de agua y transporte gestionados por monopolios estatales ineficientes o empresas ligadas en muchos casos a políticos corruptos o inútiles? Insto a mis colegas diputados a que escuchen a los ciudadanos y no a los políticos de esos países.

Constato asimismo que el apartado 80 defiende la opinión de que no hay necesidad de revisar los instrumentos de defensa comercial, pero solicito que la Comisión no vuelva a sucumbir a los anhelos proteccionistas de las empresas carentes de competitividad. Por ejemplo, los IDC han encarecido el calzado para las familias pobres, sobre todo las que tienen hijos, y penalizan a aquellas empresas de la UE que han aprovechado la ocasión ofrecida por la globalización y las cadenas de suministro global, creando puesto de trabajo de alto valor en investigación, diseño y marketing dentro de la UE, al tiempo que contrataban externamente en Asia los puestos de bajo valor. En verdad, los IDC significan que la Comisión presta más atención a las empresas europeas no competitivas que a los consumidores, los minoristas y los proveedores globales de la UE y no creo que, a la larga, salven un solo puesto de trabajo europeo en el sector de la fabricación.

Sin embargo, no quiero recrearme exclusivamente en mis temores. El informe confirma acertadamente que los beneficios de la liberalización superan cualquier impacto perjudicial y que quienes más se benefician son los países que suprimen las barreras arancelarias y no arancelarias y abren sus mercados. También pone de relieve el problema a que debe enfrentarse el nuevo Presidente francés, por cuanto el proteccionismo provoca paro. Por estas razones, apruebo el informe.

 
  
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  Elisa Ferreira, en nombre del Grupo del PSE. – (PT) Señora Presidenta, señor Comisario, Señorías, me gustaría comenzar dando la enhorabuena al ponente. Hoy en día, Europa debe clarificar su posición dentro de la economía globalizada.

Los socialistas –he sido ponente alternativa del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo– defendemos sin ambages el marco multilateral de la Organización Mundial del Comercio. Sin embargo, el relativo estancamiento de las negociaciones de Doha ha hecho que la Comisión y nuestros principales socios comerciales busquen soluciones temporales en los acuerdos comerciales bilaterales o regionales. No cabe duda de que esta no es la estrategia idónea y que solo será aceptable si los acuerdos son compatibles con el éxito de las negociaciones de Doha e incluyen condiciones ambientales y sociales mínimas que sean conformes con las normas internacionales reconocidas, como las relativas al trabajo digno.

Quisiera señalar, no obstante, que la revisión unilateral de los instrumentos de protección del comercio, como ha indicado el ponente, resulta totalmente inoportuna. Además, implica que los socios económicamente potentes, es decir, los que tienen bazas de negociación equivalentes a las de la Unión Europea, deben recibir un trato diferente de los países menos desarrollados o los que tienen graves problemas de desarrollo.

En relación con los primeros –Corea, la India, Brasil, México, China e Indonesia– ha llegado el momento de que la UE exija medidas de reciprocidad en el ámbito de acceso al mercado, respeto de la propiedad intelectual, cumplimiento de las normas comerciales, política de inversiones y competencia. Los ciudadanos europeos lo reclaman. Sin embargo, no podemos exigir esta reciprocidad a países vulnerables o que tienen problemas de desarrollo. Al contrario, esta estrategia impondrá a la UE nuevas responsabilidades respecto a estos países; la UE debe permitir que el comercio internacional se utilice para acelerar el desarrollo de estos países.

Como es lógico, no será fácil establecer un equilibrio entre estos objetivos. No obstante, espero que sea posible encontrar un espíritu de compromiso y un consenso suficiente entre los diferentes Grupos políticos, de modo que los ciudadanos europeos a los que representamos en esta Cámara puedan sentirse más seguros ante las incertidumbres de la globalización.

 
  
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  Ignasi Guardans Cambó, en nombre del Grupo ALDE. – (ES) Señora Presidenta, cuando hablamos de la competitividad de la Europa global no estamos hablando de una cuestión teórica o académica, estamos hablando de la creación de riqueza, de la creación puestos de trabajo, del bienestar de nuestros ciudadanos, del papel de Europa en el mundo, de sus responsabilidades y de cómo las ejerce, con sus vecinos, con sus socios comerciales y también con aquellos que son más débiles y que más pueden sufrir lo que hemos venido en llamar la globalización.

Doy la bienvenida, en nombre de mi Grupo, al informe del señor Caspary, al que añadiremos, en la votación posterior, algunas enmiendas que mejorarán o precisarán algunas de sus afirmaciones, no en la línea de quitar nada, sino aportando algunas ideas en apoyo a las enmiendas presentadas por otros Grupos.

El comercio y el libre mercado no son un dogma, no son una verdad religiosa que haya que defender como tal.

Es una realidad, una constatación, que solo el libre comercio, con reglas claras y justas para todos, puede contribuir a la creación de riqueza, de bienestar y al desarrollo. El proteccionismo no puede ir nunca en esa dirección, y nunca ha habido pruebas de que aporte nada. El libre comercio, la apertura de los mercados a nivel mundial, llevan indirectamente consigo la creación de mayores libertades individuales para aquellos que se benefician de esa libertad. Por eso defendemos la apertura de los mercados y la liberalización, no como quien defiende un dogma o una verdad religiosa o un principio al que estemos políticamente unidos sino porque sus beneficios son muy claros.

Cuando la Unión Europea defiende ese mismo principio, defiende, en la nueva estrategia de una Europa global, esta apertura de mercados a nivel mundial, y tiene que ejercer también sus propias responsabilidades. Le incumben graves responsabilidades a la Unión Europea; las tiene cuando nos representa y nos defiende.

Por eso, y en esto mi Grupo se suma a lo que han dicho otros portavoces, no es momento para revisar los instrumentos de defensa comercial, es momento, quizás, para ajustarlos, pero no para suprimirlos, no para modificarlos, porque la Unión Europea tiene la responsabilidad de no perder de vista las restricciones que siguen existiendo, restricciones, en muchos casos no arancelarias, que se van imponiendo progresivamente. Subrayo aquí una de la que tendremos ocasión de hablar: la denigración comercial que padecen los productos europeos en algunos países.

La Unión Europea tiene también su responsabilidad cuando negocia en nuestro nombre, cuando pide el acceso al mercado de servicios, cuando negocia en el ámbito de los concursos públicos.

Es muy importante que nuestra política comercial, no solo no sea incompatible sino que encaje perfectamente con nuestra política de desarrollo —algo que no digo que no se esté haciendo—, pero el riesgo está ahí, que tengamos una política comercial que no vaya en paralelo con nuestras obligaciones en el ámbito del desarrollo. Por eso añadiremos también algunas enmiendas a este informe, para dejar clara esta idea.

 
  
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  Konrad Szymański, en nombre del Grupo UEN. (PL) Señora Presidenta, señor Comisario, en el fondo, la globalización representa una oportunidad para Europa. Quiero dar las gracias al ponente por dejar claro este concepto en su informe. Y quiero recalcarlo, en particular, a nuestros colegas de la izquierda, que son los principales responsables de que el libre comercio se asocie al desempleo y al desastre social.

Si deseamos evitar las consecuencias negativas del comercio mundial e imponernos a la competencia a escala internacional, debemos poner orden en nuestro propio sistema de asignación de recursos. Actualmente, la reglamentación y el control excesivos del mercado común de la Unión Europea lo distorsionan. Estamos dejando escapar lentamente esta oportunidad, en particular en lo referente a los servicios y el mercado de trabajo de la Unión Europea.

Todavía no explotamos todas las ventajas competitivas que podrían derivarse de un mercado común euroatlántico. En lugar de difundir la alarma por la reducción del precio de los servicios y la competencia laboral y fiscal, deberíamos sacar beneficios comunes de esta situación. Tenemos que competir en esta carrera y hacer todo lo posible por ganarla.

 
  
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  Pierre Jonckheer, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (FR) Señora Presidenta, señor Comisario, independientemente de su color político, los Gobiernos aprobaron en noviembre de 2006 las orientaciones generales propuestas por la Comisión y, ahora, esta ha entablado negociaciones, en concreto con Corea del Sur y los países de la ASEAN, sobre la base de los mandatos decididos por el Consejo a propuesta de la Comisión.

En estas materias, recordémoslo, el Parlamento Europeo solo tiene voz, pero no voto, y debe contentarse con un procedimiento de dictamen conforme al final del proceso. Lo mismo sucede, por lo demás, con los Parlamentos nacionales. Las negociaciones comerciales siguen siendo una prerrogativa de los ejecutivos nacionales y comunitarios, cosa que venimos criticando desde hace 25 años.

En efecto, deseamos que el Parlamento Europeo, en particular, participe en la definición de los mandatos de negociación a través de un procedimiento de codecisión y que, después, tenga lugar realmente un procedimiento de seguimiento y, desde este punto de vista, creo que, por interesantes que resulten, las comparecencias del señor Mandelson ante nuestra comisión no son suficientes.

Mi segundo mensaje tiene que ver con las normas. Desde el informe Bruntland pedimos que las normas del comercio internacional se adapten a las exigencias inevitables de un nuevo modo de desarrollo beneficioso para todos los pueblos de nuestro pequeño planeta.

Casi no hace falta recordar, señor Comisario, que la huella ecológica de nuestro modo de vida actual en Europa representa tres veces la capacidad de la Tierra. Este estado de cosas, por tanto, sería intolerable si adquiriera mayor amplitud; por esa sencilla razón es urgente hacer cumplir, y no solo fomentar, unas normas internacionales relativas al medio ambiente y las condiciones sociales en estas negociaciones comerciales, una opinión que por desgracia no comparte la Comisión ni la mayoría de este Parlamento, cegadas como están por los intereses inmediatos.

Por estas razones, y muchas más, en particular las repercusiones que dichas negociaciones podrían tener sobre el desarrollo futuro de la legislación europea, mi Grupo al completo rechazará este informe.

 
  
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  Helmuth Markov, en nombre del Grupo GUE/NGL.(DE) Señora Presidenta, señor Comisario, el señor Caspary, que es miembro de mi comisión parlamentaria, ha presentado un informe que, en esencia, repite lo expresado en la estrategia «Una Europa global» de la Comisión, que es la aplicación de la Estrategia de Lisboa a la política comercial exterior y que no puedo aprobar, al igual que no puedo aprobar la estrategia de acceso al mercado publicada en abril ni la política reflejada en los acuerdos de libre comercio, que se deriva directamente de ella. El objetivo primordial de la estrategia y su aplicación es permitir que las empresas europeas tengan un mayor acceso a los mercados de terceros países, y a priori no tengo nada que objetar al respecto.

Mediante la abolición de todos los obstáculos al comercio –en caso de que sea posible– se intenta someter no solo los aranceles, sino también las medidas amparadas en la política de protección de los consumidores, la política ambiental, la política social y la política de desarrollo al principio de competitividad, como exige la ideología librecambista, y al mismo tiempo se propone que los instrumentos de defensa comercial de la Unión Europea se apliquen de forma más coherente y que se amplíe la protección de la propiedad intelectual, es decir, de las «patentes». Puesto que está claro que existen muy pocas probabilidades de que se llegue a un acuerdo multilateral dentro de la OMC sobre esta especie de trato preferencial unilateral para las grandes empresas europeas, la Comisión y el Consejo se muestran cada vez más dispuestos a hacer prevalecer los intereses económicos europeos por medio de acuerdos bilaterales y regionales que van mucho más allá de lo que debe debatirse en la Ronda de Doha, y en los que figuran elementos como la desregulación de las inversiones, de los contratos públicos y de la política de competencia. Mi Grupo no puede aceptar una política que ya no tiene nada que ver con el establecimiento de un sistema comercial multilateral justo, pues tratar a débiles y fuertes por igual no es darles un trato justo, cuando lo que se necesita son acuerdos comerciales justos.

Sin embargo, el informe Caspary recoge un aspecto acertado e importante que me gustaría destacar, y es que resulta inaceptable que casi todas las decisiones importantes en el plano europeo se adopten sin que el Parlamento Europeo pueda intervenir a través del procedimiento de codecisión. Esta tarde volveremos a abordar los acuerdos de asociación económica. Sí, señor Comisario, es cierto que la comisión parlamentaria ha celebrado acalorados intercambios de puntos de vista con usted y con la Dirección General de Comercio, pero la Comisión de Comercio Internacional no recibe los borradores de los documentos. Mientras prosiga esta especie de diplomacia secreta dentro del Parlamento Europeo, no es de extrañar que muchos ciudadanos de la Unión adopten una actitud cada vez más escéptica respecto a lo que hace la Unión Europea.

 
  
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  Graham Booth , en nombre del Grupo IND/DEM. – (EN) Señora Presidenta, creo en el libre comercio. Ha beneficiado a mi país y constituye una herramienta importante para ayudar a las naciones más pobres del mundo a escapar de la pobreza. Sin embargo, los AAE hacen más mal que bien a la causa del libre comercio debido a la hipocresía de la Unión Europea.

A la vista de ello, abrir nuestros mercados a las importaciones procedentes de estos países suena muy bien, ya que contribuirá a impulsar sus economías, pero, como siempre, existe una contrapartida. Los países en desarrollo tienen que abrir sus mercados a las mercancías procedentes de Europa, tienen que rebajar sus aranceles de importación –según el calendario de la UE, para finales de año– y, en caso de que no lo hagan, volverán a elevarse las barreras comerciales europeas y volverá a bajar el importe de la ayuda europea. No se puede correr antes de aprender a andar. Como apunta el ponente, todavía no existen las facilidades en muchos países ACP para que la recaudación por ventas sustituya a los aranceles como principal fuente de financiación estatal.

Al intentar forzar la marcha, creo que estamos perjudicando más que favoreciendo la causa del libre comercio global. Además, ¿quién nos creemos que somos para obligar a estos países a suprimir los aranceles? Al fin y al cabo, el año pasado la Comisión implantó aranceles para el calzado procedente de China. Pero eso no era libre comercio, ni comercio justo, para el caso. Se nos dijo que estaban inundándonos con productos subvencionados. Pero, ¿qué estamos haciendo con nuestros excedentes de productos agrícolas, subvencionados a través de la PAC? Exactamente lo mismo: estamos inundando con ellos a los países más pobres y, con ello, arrastrando a los agricultores a la pobreza.

El ponente afirma que se van a firmar AAE entre la UE y muchos países ACP. Tal vez sea cierto, pero solo porque la UE es quien lleva la batuta. Es posible que se llame «asociación», pero es una asociación sumamente desigual. Favorece a las grandes empresas, no a los países en desarrollo. Las normas sanitarias y ambientales en Europa son tan estrictas que las posibilidades que tienen muchos países ACP de exportar su producción agrícola van a ser muy limitadas.

Es más, la propia evaluación de impacto de la Comisión sugiere que la firma de estos acuerdos bien pudiera precipitar el colapso del sector de fabricación en África Occidental. Como ciudadano de un país que históricamente ha abrazado y promocionado el auténtico libre comercio, no quiero ser cómplice de esto. No viene sino a acrecentar mi determinación en el sentido de que mi país negocie sus propios acuerdos comerciales y abandone esta horrorosa Unión Europea, que con todo su beato discurso sobre aliviar la pobreza y favorecer el desarrollo, realmente ha sido responsable directa de provocar la pobreza a gran escala en todos los países en desarrollo del mundo.

 
  
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  Dumitru Gheorghe Mircea Coşea, în numele grupului ITS. – (RO) Îl felicit pe raportor pentru munca excelentă pe care a depus-o, dar subliniez şi susţin în acelaşi timp remarca pe care raportorul o face în legătură cu faptul că este regretabilă situaţia în care cetăţenii Uniunii Europene stabilesc o paralelă între, pe de o parte, mondializare, iar, pe de altă parte, scăderea producţiei europene şi pierderea de locuri de muncă. În acest context se înscrie şi reacţia negativă pe care cetăţenii europeni o au faţă de procesul delocalizării unor întreprinderi productive spre noile state membre în scopul utilizării unei forţe de muncă mai ieftine. Am remarcat o astfel de reacţie negativă şi în timpul campaniei electorale prezidenţiale din Franţa, şi m-a deranjat faptul că România este prezentată ca o ţară care ar atrage aceste delocalizări, prejudiciind situaţia locurilor de muncă în alte ţări membre ale Uniunii. Se vorbeşte chiar de o politică de dumping social pe care ar practica-o România. Constat, cu regret, lipsa de informaţii pe care o au cetăţenii europeni şi insist pe nevoia unei informări nu numai ample, dar şi mai corecte.

În acest sens ar trebui ştiut că România, prin strategia sa de postaderare, nu încurajează delocalizarea, deoarece, în multe cazuri, prin aceasta se produc dezechilibre majore din punctul de vedere al protecţiei mediului, se dezvoltă ramuri industriale energofage şi utilizatoare de muncă slab calificată. Interesul actual al României este dezvoltarea unor ramuri industriale moderne, care să ridice gradul de competitivitate al economiei, şi nu aglomerarea pe teritoriul ţării a unui amalgam de întreprinderi, deplasate tehnic şi tehnologic. Iată de ce consider că delocalizarea este un proces care nu avantajează pe nimeni în interiorul Uniunii şi apare ca fiind extrem de necesară adoptarea unei strategii care să permită ca într-adevăr mondializarea să contribuie la respectarea interesului, nu numai al Uniunii, dar şi al diferitelor ţări membre în parte.

 
  
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  Roger Helmer (NI).(EN) Señora Presidenta, existen algunos aspectos positivos en este informe –la importancia de la relación transatlántica, la reducción progresiva de los aranceles en el comercio transatlántico, la importancia de la liberalización comercial y el hecho de que el proteccionismo conduce al paro– y, sin embargo, el informe es prácticamente esquizofrénico en lo tocante a los derechos de aduana. Por una parte alaba lo que denomina «el éxito de la unión aduanera de la UE», a pesar del prolongado declive económico de Europa en comparación con Asia y los Estados Unidos, y, por otra, aboga por la progresiva reducción arancelaria.

Tenemos que aclararnos. Las barreras comerciales o son buenas o son malas, pero no pueden ser ambas cosas a la vez. El hecho es que las uniones aduaneras son un concepto bismarckiano del siglo XIX y no tienen cabida en el siglo XXI. Va siendo hora de abandonar el arancel exterior común de la UE y de crear una zona de libre comercio europea.

El informe también alaba el modelo social europeo y la Agenda de Lisboa revisada, pero todos sabemos que la Agenda de Lisboa es letra muerta. Hablamos de ella pero no la ponemos en práctica, al tiempo que la competitividad de la UE va cada vez más a la zaga de la de nuestros competidores. Recuerdo bien al Primer Ministro británico, Tony Blair, planteando en esta misma Cámara la pregunta: «¿qué tipo de modelo social es ese que va dejando 20 millones de parados por toda Europa?». Respuesta: el modelo social europeo. También recuerdo una visita a Singapur, cuando el entonces Primer Ministro, Goh Chok Tong, fue preguntado por nuestro colega, el señor Corbett, por qué un país próspero como Singapur tenía unas prestaciones sociales y un subsidio de paro tan bajos. El señor Goh Chok Tong respondió: «Creemos que si pagamos a la gente para que esté en el paro, tendremos mucha gente desempleada, así que no lo hacemos». Eso es sabiduría oriental y haríamos bien en tenerla presente.

Solo existe un camino adelante para una Europa competitiva: necesitamos la «quema de reglamentos» de Konrad Adenauer. Necesitamos mayores reducciones de impuestos y de costes sociales y de empleo. Entonces, tal vez, podríamos empezar a competir en el mundo.

 
  
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  Georgios Papastamkos (PPE-DE).(EL) Señora Presidenta, los exportadores y las empresas no siempre tienen un acceso fácil a los mercados de muchos socios comerciales importantes de la Unión. Se enfrentan a aranceles elevados y barreras técnicas, a prácticas poco transparentes e injustas, a obstáculos administrativos y fiscales, y en general a una aplicación incompleta del principio de trato nacional.

Me gustaría también hacer hincapié, como ha hecho el ponente, el señor Caspary, en la deficiente protección de los derechos de propiedad intelectual e industrial a escala mundial.

Otro parámetro al que se debe la escasa competitividad de los productos y servicios europeos es la obligación de cumplir especificaciones y reglamentaciones más estrictas en materia de productos, salud pública, protección del medio ambiente y de los consumidores, y salud y seguridad.

No estoy a favor de rebajar el marco reglamentario europeo, sino de lograr condiciones de reciprocidad con nuestros socios comerciales.

Además, tenemos que evitar no solo el dumping económico, como sucede actualmente, sino también el dumping social y ecológico, tanto en el plano bilateral como multilateral.

En el presente caso, la Unión Europea pretende con toda razón abolir los derechos a la importación de los denominados «productos verdes» en el marco de las negociaciones en curso en la OMC. Sin embargo, al mismo tiempo es necesario estudiar la posibilidad de imponer un «impuesto verde» a las importaciones de países que no han firmado el Protocolo de Kyoto a fin de contrarrestar las desventajas competitivas de las empresas europeas y evitar que se trasladen a zonas en las que se apliquen normas ambientales más flexibles.

El equilibrio del sistema comercial mundial depende de la convergencia de sistemas, la transparencia institucional y la convergencia de obligaciones sociales y ambientales.

 
  
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  Erika Mann (PSE).(DE) Señora Presidenta, me gustaría abordar algunos aspectos del informe del señor Caspary y de la propuesta de la Comisión que son importantes para mi Grupo.

Quiero agradecer al Comisario el valor que ha tenido de plantear estas cuestiones y proponer que la Unión Europea cambie su estrategia, cosa que esta Cámara ya pidió en 2002, cuando propuse que dirigiéramos nuestra mirada más hacia Asia para la celebración de acuerdos, y le doy las gracias de todo corazón por ello.

Sin embargo, el problema radica en que la economía mundial ha venido sufriendo profundos cambios desde 2002. Junto con China, otros agentes han entrado en escena, y los países propuestos –Corea, por ejemplo, y algunos países de la ASEAN, así como la India– ya no son países en vías de desarrollo en el sentido tradicional del término, sino que cuentan con economías emergentes y han adquirido una enorme competitividad, si bien es verdad que en algunos de ellos predomina una gran pobreza, lo que plantea retos a la Unión Europea, y eso implica que debemos elaborar una estrategia bien pensada que promueva la equidad en el comercio con estos países.

Tendremos que encontrar un equilibrio entre la apertura de los mercados junto con los países interesados, por una parte, y un planeamiento individual, por otra; y al mismo tiempo insistir en el respeto de normas en el ámbito de la protección del medio ambiente y la seguridad en el lugar de trabajo, y por supuesto en el de la propiedad intelectual. Lograr ese equilibrio será algo difícil.

Usted ha dicho, señor Comisario, que ya había concedido al Parlamento más derechos al conferirle la decisión sobre el mandato. Y ha sido así, y me gustaría darle las gracias por ello, pero aun así me gustaría pedirle su apoyo cuando pedimos al Consejo que en el futuro se nos conceda el derecho de aprobación, que será de gran utilidad para desarrollar una buena política comercial.

Quiero dar las gracias al señor Caspary y a mi colega, la señora Ferreira, ponente alternativa, por el informe en sí y su disposición a colaborar con nosotros.

 
  
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  Gianluca Susta (ALDE). (IT) Señora Presidenta, Señorías, el compromiso que ha asumido Europa para fomentar la apertura de mercados no debe evitar que Europa defienda sus propios intereses en este mundo globalizado. La Estrategia de Lisboa representa un ambicioso objetivo con el que todos podemos estar de acuerdo, y que nos permite hacer frente al reto que nos plantean los competidores de la Unión Europea.

No obstante, debemos tener en cuenta que el gran juego del comercio y el desarrollo a menudo no se juega con reglas justas, y esta falta de reciprocidad, que se justifica debido a que muchos países han comenzado su desarrollo con retraso, penaliza nuestros sistemas de producción y tiene graves repercusiones sociales. Al mismo tiempo que mantenemos nuestro planteamiento multilateral, debemos intentar celebrar acuerdos bilaterales si es necesario. Nuestra política consiste en la liberalización de los mercados, reduciendo progresivamente los derechos de aduana y creando igualdad de condiciones para la competencia. En este contexto, nuestras políticas de innovación, apertura de los mercados y ayuda a la reestructuración de los sectores desfasados que ya no son productivos va acompañada de medidas de protección de la propiedad intelectual y de la protección comercial en general, como se señala en el Libro Verde y se refleja agudamente en el informe Caspary.

 
  
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  Seán Ó Neachtain (UEN). – (GA) A Uachtaráin, ba mhaith liom a dheimhniú ar an gcéad dul síos nach n-aontaíonn mise beag ná mór leis an gcur chuige oibre atá ag Peter Mandelson, Coimisinéir Trádála an AE, maidir le comhráití DOHA ar thrádáil Domhanda.

Dealraíonn sé domsa go bhfuil an tUasal Mandelson ag iarraidh margadh trádála ilshleasach a bhaint amach, is cuma cé a ghortófar sa phroiseas. Tá an iomarca géillte ag an Aontas Eorpach cheana féin sna cainteanna seo. Tá ciorraithe móra déanta ag an AE ar an tacaíocht a thugtar d'fheirmeoirí na hÉireann agus na hEorpa, agus táimid fós ag feitheamh go gcuirfeadh Meiriceá agus Grúpa Cairns na leasaithe a gheall siad féin i gcrích.

Ba chóir go mbeadh Rialtais na mBallstát uilig an-soiléir agus an-chúramach maidir leis an gcineál margaíochta ar mian leo a dhéanfadh an Coimisinéir Mandelson ar a son. Níor chóir dúinn ár bhfoinse beatha a bheith chomh fada ó bhaile le Meiriceá Theas. Ba chóir dúinn é a chothú anseo ag baile agus bá chóir dúinn é a dhéanamh ar na bunphrionsabail ar bunaíodh an tAontas Eorpach orthu, agus bá chóir go dtuigfeadh an tUasal Mandelson é sin. Is Sasanach é, agus ba chóir go mbeadh ciall ceannaithe ag Sasana sa phróiséis seo anois.

 
  
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  Jacky Henin (GUE/NGL).(FR) Señora Presidenta, Señorías, atrevámonos a acabar con el mito: el libre comercio ya no hace retroceder la pobreza y ya no favorece el desarrollo. Los últimos estudios publicados por el Banco Mundial evalúan los beneficios casi inexistentes que se han obtenido y, de esos beneficios casi inexistentes, el grueso ha ido a parar a China.

Si se tiene en cuenta la desaparición de los derechos de aduana, el balance resulta especialmente negativo para los países en desarrollo. La globalización capitalista no organiza la competencia entre las grandes multinacionales; las protege. En cambio, introduce una fuerte competencia entre los sistemas sociales y fiscales elegidos democráticamente por los ciudadanos de cada nación. Una de las consecuencias del libre comercio es, además, la transferencia completa de la carga fiscal de las empresas a los hogares. Por ello, las frases rimbombantes del informe sobre la preservación del modelo social europeo no son más que fórmulas teatrales cuyo único fin es hacer que corran las lágrimas. Si queremos salir de esto, es importante sustituir el principio de libre comercio por el de comercio justo.

La caída del dólar y del yen desangra el empleo industrial en la zona del euro. Y el informe invita a la Comisión a… ¡invitar! ¡Tartufo no lo habría dicho mejor! Ni una palabra sobre la voluntad inicua de aguar las normativas antidumping so pretexto de que perjudican determinados intereses financieros, a saber, los europeos. Porque estamos al servicio de los ciudadanos europeos y no de sociedades de inversiones especulativas, elijamos la cooperación en vez de la competitividad, elijamos un proteccionismo racional que se apoye en unos derechos de aduanas sociales y ecológicos, establezcamos un control sobre los tipos de cambio y la circulación de capitales.

Tengo la convicción, señora Presidenta, Señorías, de que si perseveramos en esta huida hacia delante al libre comercio, la Unión se precipitará directamente contra el muro, apretando a fondo el acelerador y cantando a voz en grito.

 
  
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  Bastiaan Belder (IND/DEM). – (NL) Señora Presidenta, antes que nada me gustaría felicitar al ponente por su informe tan equilibrado, que contará con mi apoyo en la votación de mañana.

En mi calidad de ponente para las relaciones entre la UE y China, me han interesado en especial los apartados sobre las relaciones comerciales con la República Popular, pero me ha sorprendido lo que se dice en el apartado 14, porque de ninguna manera considero que China sea el mejor ejemplo de un país que haya tenido un efecto positivo sobre la liberalización del comercio y haya participado activamente en los mercados mundiales y competitivos. De hecho, si tenemos en cuenta la larga lista de problemas y diferencias que mencionaré a continuación, el ponente coincide conmigo en este aspecto.

Dejando aparte los problemas en el ámbito social y ambiental, y la preocupación que nos causa la propiedad intelectual europea, quisiera señalar el deficiente acceso que tienen las empresas europeas al mercado chino y las prácticas de dumping en China, lo que también es perjudicial para la industria europea. Después de todo, los chinos protegen su mercado contra la competencia extranjera y conceden al mismo tiempo una preferencia excesiva a sus propios productores.

A menudo se confunde –erróneamente– una economía abierta en un mundo en plena globalización con una economía sin obstáculos. Afortunadamente, el ponente no ha optado por ello. En el apartado 17 de su informe, el señor Gaspari menciona acertadamente los daños que ha sufrido la economía europea a manos de países que infringen las normas comerciales. En respuesta a ello, la Unión Europea debería protegerse contra las prácticas comerciales desleales.

Por ello invito a la Comisión a que indique, tanto dentro del marco de la OMC como fuera de él, que la Unión no tolera el comportamiento desleal. Esto significa, sin embargo, que la UE debe estar dispuesta a adoptar sanciones efectivas por medio de los instrumentos de defensa comercial necesarios, que no sean resultado de una reacción proteccionista, sino de comprender que en algunos casos únicamente las sanciones ayudarán a garantizar la igualdad de condiciones para las industrias de la UE.

 
  
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  Jean-Marie Le Pen (ITS).(FR) Señora Presidenta, el informe de nuestro colega diputado del Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y de los Demócratas Europeos, el señor Caspary, adopta un enfoque casi caricaturesco al declarar los beneficios de la globalización y de la política comercial de la Unión Europea.

En efecto, solo le encuentra ventajas: apertura de los mercados, en especial de los contratos públicos, aumento de la competitividad, beneficios de la competencia y libre comercio mundial, aunque con un ligero correctivo en relación con los derechos de la propiedad intelectual.

En cambio, el proteccionismo se ve condenado sin remisión y los derechos de aduanas se ponen en la picota como intolerables ultrajes al dios Comercio. Frente a los todopoderosos ultraliberales del Parlamento Europeo y de la Comisión Europea, será interesante ver qué hace el Gobierno del señor Sarkozy para defender nuestras empresas, en particular nuestras PYME y PYMI, nuestra agricultura y nuestros servicios públicos.

Dado que Europa es ya el conjunto económico más abierto del mundo, resulta paradójico que se quiera ir más allá, salvo para sacrificar de forma deliberada y definitiva nuestra agricultura y nuestra industria. Sin embargo, es lo que hace la Europa de Bruselas, en nombre de la competencia, del dogma a favor del libre comercio o para satisfacer a nuestros aliados estadounidenses. En estas condiciones, a falta de una defensa comercial digna de este nombre, a falta de instrumentos de protección eficaces, a falta de funcionarios europeos independientes de los grupos de presión anglosajones, ¿qué puede hacer Europa para impedir las deslocalizaciones de empresas y la fuga de cerebros y capitales? Apoyarse en las naciones milenarias, y no en el espejismo ultraeuropeísta que defiende el señor Caspary y que garantiza graves desilusiones para los ciudadanos europeos.

 
  
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  Alessandro Battilocchio (NI).(IT) Señora Presidenta, Señorías, Europa siempre ha defendido en el marco de la OMC –a menudo sola y en perjuicio de sus intereses económicos inmediatos– la interpretación restrictiva de las normas del sistema y ha estado al tanto para detectar cualquier práctica que pueda provocar distorsiones en el mercado interior y el mercado internacional. Para que estas normas tengan sentido, la UE debe insistir firmemente en que las apliquen también los demás miembros, sobre todo nuestros competidores directos.

También es importante que estas normas se ajusten periódicamente a los constantes cambios que sufren las prácticas comerciales y el sistema productivo, como en los recientes casos de deslocalización, a fin de proteger no solo la calidad y el número de puestos de trabajo dentro de la UE, sino también de que se respeten las normas sociales y ambientales en los países extracomunitarios. En este aspecto, es importante estimular y acelerar los procesos en curso para crear la marca de calidad europea y proteger la propiedad intelectual, con el fin de poder proteger la competitividad de nuestras empresas, en particular las pequeñas y medianas, y la calidad de nuestra producción, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.

En mi calidad de miembro de la Comisión de Desarrollo, creo que debo señalar en todo caso que es necesario un planteamiento flexible y gradual para los países en vías de desarrollo que se han comprometido a satisfacer las necesidades básicas de su población, como por ejemplo un acceso equitativo al agua potable, educación y sistemas sanitarios eficientes, que son indispensables para el posterior desarrollo económico sostenible, antes de proceder a la apertura total de sus mercados.

 
  
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  Christofer Fjellner (PPE-DE). (SV) Antes que nada quiero dar las gracias al señor Caspary. Tengo que decir que este es uno de los mejores informes sobre política comercial que he visto en el Parlamento, en el que se señala con toda claridad que el libre comercio promueve la prosperidad y que el proteccionismo fomenta la pobreza. El hecho de que podamos decir esto juntos en el Parlamento Europeo es un paso positivo en la buena dirección. La iniciativa «Una Europa global» de la Comisión sobre la dimensión externa de la competitividad también resulta sumamente constructiva. Como es lógico, la política comercial tiene que formar parte de la Agenda de Lisboa desde un principio. De lo contrario, hablar de competitividad europea sin hablar de nuestro comercio con el mundo que nos rodea sería no decir nada.

Ahora que todavía está entre nosotros, señor Mandelson, me gustaría aprovechar la oportunidad para transmitirle dos observaciones.

En primer lugar, he observado que la Comisión habla a menudo de competitividad, pero casi exclusivamente de la importancia de aumentar el acceso a los mercados y reducir los derechos de aduana en otros países. Sin embargo, resulta igualmente importante aumentar el acceso y las oportunidades de otros países en Europa, así como reducir nuestros propios derechos. Con ello, los consumidores y empresas europeos dispondrían no solo de productos más baratos, sino que adoptarían una actitud más entusiasta hacia la competencia, aumentando así nuestra competitividad respecto del mundo que nos rodea. Así pues, la reducción de nuestros derechos de aduana es tan importante como la de los demás.

La otra cuestión que quiero abordar es la necesidad de reformar los instrumentos de defensa comercial. En este aspecto, no estoy de acuerdo con el informe presentado. Soy conciente de que la Comisión fue objeto de fuertes presiones tras la presentación de esta iniciativa. Desgraciadamente, esta presión parece haber reducido las ambiciones de la Comisión. La retórica ha pasado de hablar de reforma a hablar de revisión, pero espero que la Comisión presente una reforma de los instrumentos de defensa comercial digna de ese nombre. Resulta estúpido que la UE deba defendernos del comercio.

También quiero mencionar uno de mis ejemplos favoritos de obstáculos absurdos al comercio, a saber, los derechos especiales que impone la UE a las bombillas de bajo consumo, ya que, al mismo tiempo que nos preocupa el efecto invernadero y hablamos de prohibir las bombillas ordinarias, impedimos la importación de bombillas de bajo consumo por medio de elevados derechos.

No, señor Mandelson, debemos llevar a cabo sin demora una reforma exhaustiva de los instrumentos de defensa comercial.

 
  
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  Harlem Désir (PSE).(FR) Señora Presidenta, señor Comisario, Señorías, quisiera limitarme a hacer cuatro observaciones.

En primer lugar, señor Comisario, creo que tenía usted razón al insistir en que la estrategia de una Europa globalizada no debe significar el abandono de la prioridad en las negociaciones multilaterales. Hay mucho entusiasmo, pero también muchas ilusiones, en torno a lo que pueden aportar los acuerdos bilaterales de libre comercio. Se nos dice que hay que hacerlo, porque otros han seguido este camino, por ejemplo los Estados Unidos. De hecho, los Estados Unidos solo han firmado seis o siete acuerdos de libre comercio, que apenas representan el 5 % de su comercio exterior. Los demás acuerdos han fracasado, porque plantean los mismos problemas que en el marco multilateral, en general con el mismo tipo de socios. Quisiera añadir que estas negociaciones desembocan a menudo en acuerdos que resultan más desequilibrados para los países en desarrollo, para evidente ventaja de los países desarrollados.

Esto me lleva a mi segunda observación: al pasar del marco multilateral al marco bilateral, no hay que abandonar de paso los objetivos de desarrollo de la política comercial. Desde este punto de vista, señor Caspary, creo que no se puede decir que la política comercial no está asociada a otras dimensiones: desarrollo, lucha contra la pobreza, medio ambiente y política social. Ahora bien, el vínculo entre comercio y desarrollo, entre comercio y reducción de la pobreza, no es automático. Por ejemplo, se dice que si África no comercia, seguirá siendo pobre. Lo cual es cierto. Pero ¿significa esto que todo acuerdo comercial con África es necesariamente bueno para ella? No, no es cierto. Hay que contemplar una apertura diferenciada, controlada, que tenga en cuenta los sectores frágiles de cierto número de países. Y no se trata solo de los países más pobres, sino también de los países emergentes, países como la India, que se encuentra entre los países con la población más pobre del mundo.

En tercer lugar, esta estrategia de una Europa globalizada no puede significar la reintroducción de temas descartados en el marco multilateral. Pienso en los temas de Singapur, en las negociaciones sobre las inversiones, los contratos públicos, los servicios públicos. La reintroducción de estos temas no está justificada y conducirá a los mismos problemas, a los mismos bloqueos, o bien se impondrán por la fuerza, y son temas que van más allá de las normas del comercio y que conciernen a la regulación interna de sectores sensibles, como el acceso a los servicios esenciales, a los servicios públicos.

En cuarto lugar –y concluiré con este punto–, al igual que el señor Jonckheer, creo que no debemos perder de vista el hecho de que la Unión, a través de su política comercial, también persigue la aplicación de normas sociales y ambientales. Lo hacemos a través del sistema de preferencias generalizadas reforzado, no lo hacemos ya en los acuerdos de libre comercio, cosa que lamento, porque también debemos promover, en particular, el respeto de las normas de la OIT.

 
  
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  Jan Tadeusz Masiel (UEN). – (PL) Señora Presidenta, señor Comisario, la Comisión Europea debería facilitar más información sobre su propuesta de política comercial, no solo al Parlamento, sino sobre todo a los ciudadanos. Actualmente, los europeos de muchos países tienen miedo de la OMC y sus acciones.

Es preciso un mayor esfuerzo para explicar a los ciudadanos el principio según el cual una política de libre comercio genera crecimiento económico, empleo y desarrollo sostenible en todo el mundo, siempre que dicha política se base en la cooperación y sea cada vez más equilibrada y honesta. Además, dicha política debería inspirarse en nuestras normas sociales y ambientales europeas. Damos gran importancia a ese aspecto. Por una parte, se requiere un mercado libre y competencia libre y, por otra, normas ambientales y sociales europeas.

Actualmente todo esto no son sino buenos deseos, pero en algún momento será necesario que converjan estos valores. A este fin deberían encaminarse sus trabajos, señor Comisario.

 
  
  

PRESIDENCIA DEL SR. BIELAN
Vicepresidente

 
  
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  Tokia Saïfi (PPE-DE).(FR) Señor Presidente, en primer lugar quisiera felicitar a mi colega el señor Caspary por su excelente informe.

Dado que la globalización impone cambios sin precedentes, la Unión Europea debe llevar a cabo ahora las reformas necesarias que le permitan sacar el máximo provecho de la globalización. Una de esas reformas se basa en la adaptación de la política comercial europea a los retos de la competitividad. En efecto, hay que poner fin a la lógica que establece un paralelismo entre la globalización, por una parte, y, por otra, el declive de la producción europea y la pérdida de puestos de trabajo.

Europa debe ser capaz de convertirse en una zona de sinergias y cooperación industrial. Para ello, todo es cuestión de atractivo, especialización y defensa. Por tanto, Europa debe aplicar políticas que promuevan un entorno favorable al espíritu de empresa, a la producción y a la creación de empleo. Las PYME, agentes clave de estas políticas, deben disfrutar de un fácil acceso a los contratos públicos, como se observa ya en los Estados Unidos. Para que sean más completas, más integradas y más orientadas al futuro, estas políticas tampoco deben dejar de lado el sector agrícola, que es una baza comercial estratégica de la Unión Europea y no una moneda de cambio. Por lo demás, la Comunicación debería hacer referencia a ella, del mismo modo que al sector de los servicios o a los productos de alto valor añadido.

Paralelamente a esta actitud positiva, Europa también debe proteger. Los resultados de la Unión Europea con respecto a las economías emergentes están hoy comprometidos por una falta de reciprocidad en las condiciones de acceso a los mercados y por la proliferación de prácticas comerciales desleales. Ante esta pérdida de posiciones, Europa debe adoptar una postura más resuelta. Debe ser capaz de protegerse del dumping económico, social y ambiental a través de instrumentos de defensa comercial, que son en la actualidad los únicos paliativos a la ausencia de unas normas de la competencia mundialmente reconocidas. Como vemos, la competitividad exterior de la Unión Europea quedará asegurada, y ello tanto por su capacidad para atacar como por su capacidad para defenderse.

 
  
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  Carlos Carnero González (PSE). – (ES) Señor Presidente, cierto, tenemos la globalización ante nosotros y ante ella hay dos maneras de actuar: dejarse llevar por los acontecimientos o tratar de gobernarla y de intervenir en ella, de regularla, al fin y al cabo.

Creo que eso es lo que pretendemos con nuestra política comercial, y, desde mi punto de vista, ese es el sentido de la Comunicación de la Comisión Europea y, en general, también del informe del señor Caspary.

Debemos transmitir un mensaje muy claro a nuestros ciudadanos en el debate que estamos celebrando hoy. No pretendemos hacernos con nuestra cuota de mercado, independientemente de otros criterios, no. Queremos estar presentes en el mercado mundial, pero favoreciendo tanto el refuerzo del modelo social europeo como la extensión de la riqueza y, por lo tanto, la disminución de la pobreza en todo el mundo.

Esto debe conseguirse en términos multilaterales antes que nada. La Organización Mundial del Comercio sigue siendo la vía preferente de la Unión Europea para intervenir en la globalización. En ese sentido, hay que seguir esforzándose todo lo posible para culminar la Ronda de Desarrollo de Doha.

Mientras eso no sea así, por propia responsabilidad hacia nuestros ciudadanos e, incluso, hacia los ciudadanos de los países con quienes queremos establecer acuerdos de libre comercio, tenemos que impulsar este segundo instrumento.

El informe del señor Caspary recoge elementos muy importantes para los socialistas y socialdemócratas. En este sentido quiero recordar el apartado 20, sobre las normas de la Organización Internacional del Trabajo, o el apartado 65, que diferencia claramente los servicios comerciales de los servicios públicos.

Si, además, el informe Caspary recogiera nuestras enmiendas 43 y 52 estaría mucho mejor orientado a lo que pretendemos. Aun así, desde mi punto de vista, este informe representa una aportación positiva.

Quiero decir también, como miembro de la Comisión de Asuntos Constitucionales, que, ojalá el Consejo accediera a poner en marcha lo que la Constitución, en proceso de ratificación o modificación, establece: no solo un dictamen conforme sino también participación en el mandato, en el seguimiento de las negociaciones y, por lo tanto, representación plena de los ciudadanos en algo que, al fin y al cabo, afecta de manera muy clara a su vida diaria.

 
  
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  Zbigniew Krzysztof Kuźmiuk (UEN). – (PL) Señor Presidente, señor Comisario, en mi contribución a este debate me gustaría destacar tres cuestiones.

El tema del informe objeto de debate es el desarrollo del comercio, y tengo que decir antes que nada que este no debe considerarse un fin por sí mismo, sino en relación con sus repercusiones sobre el crecimiento económico, incluida la producción europea, y sobre las tendencias del mercado laboral europeo y el desarrollo equilibrado de toda la Unión Europea.

En segundo lugar, las afirmaciones del informe sobre la apertura de los mercados son correctas siempre que se basen en el principio de reciprocidad y en los principios de la competencia leal. A menudo, la UE abre sus mercados en situaciones en las que sus socios extranjeros no tienen intención de atenerse a la reciprocidad ni de respetar los principios de la competencia leal.

En tercer lugar, es sumamente importante que estos principios se cumplan en el comercio con productos alimenticios. Algunos de los socios de la Unión no se han atenido a los principios de la competencia leal en este sector, lo que ha provocado recortes un muchos ámbitos agrícolas europeos. En algunos casos, la producción ha sido totalmente abandonada. Para Europa será muy difícil, si no ya imposible, reanudar estas actividades en el futuro si los socios extranjeros están en condiciones de fijar los precios.

 
  
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  Alexander Stubb (PPE-DE). (EN) Señor Presidente, quiero plantear tres cuestiones. La primera es dar las gracias al señor Caspary por realizar un trabajo excelente en este informe y felicitarle por seguir una buena línea liberal, de libre comercio.

Mi segunda observación es que soy defensor del libre comercio y el multilateralismo. Sin embargo, comprendo que en la actual Ronda de Doha hemos de adoptar ciertas medidas, que no necesariamente nos gustan, en la línea del bilateralismo, pero hemos de ajustarnos a ello.

Me gustaría decir al señor Mandelson que es muy bueno que nos esté promocionando como una superpotencia comercial: más del 20 % del comercio mundial se hace con nosotros, el 20 % con los Estados Unidos. Cuando hablamos de comercio, la gente escucha, y esa es la razón por lo que resulta tan importante encontrar un equilibrio entre libre comercio y proteccionismo.

En cuanto al propio instrumento de defensa comercial, estoy un poco confuso –por ejemplo, me gustan las zapatillas de tenis chinas– y, por tanto, me gustaría que el Comisario fuera un poco cauto a ese respecto y no lo llevara demasiado lejos. No nos gustaría convertirnos en un Estado Colbert europeo.

Mi último comentario se refiere a la globalización, en concreto, la liquidación de la globalización. Me entristece escuchar a gente como Jean-Marie Le Pen, cosa que no hago a menudo. Parece como si la globalización se hubiera convertido en el chivo expiatorio de todo: todo lo malo se debe a la globalización y todo lo bueno es mérito de los propios Estados miembros. Esa es la forma errónea de abordar los temas. Yo realmente no deseo que la Unión Europea se convierta en un moderno Colbert, en otras palabras, en un Estado mercantilista, que cree en sus propias exportaciones, pero que desea frenar las importaciones de otras procedencias. Eso no es lo que nos ocupa: nuestro planteamiento básico se refiere a la libre circulación de bienes, servicios, personas y capitales, y eso tenemos que fomentarlo también en todo el mundo.

 
  
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  Kader Arif (PSE).(FR) Señor Presidente, Señorías, deseo recordar aquí algunos principios esenciales y expresar algunas preocupaciones en relación con la nueva estrategia comercial preconizada hoy por la Comisión y recogida en el informe de nuestro colega, el señor Caspary.

El primer principio que hay que recordar es que siempre hay que dar prioridad al multilateralismo. Sabemos que la proliferación excesiva de acuerdos bilaterales resulta muy perjudicial para el edificio multilateral regulado, al que nos adherimos. El segundo principio es no debilitar el compromiso de la Unión a favor de una política comercial que favorezca el desarrollo, una política que integre dimensiones no comerciales, como el trabajo digno, el acceso a los medicamentos, el medio ambiente o la erradicación de la pobreza.

En cuanto a mis preocupaciones, tienen que ver con tres puntos. El primero de ellos es que la dimensión de la ronda de Doha destinada a favorecer el desarrollo ya no es prioritaria en los futuros acuerdos de libre comercio ni en el nuevo plan de trabajo comercial de la UE, aun cuando los objetivos de política comercial de la UE deberían ser siempre plenamente compatibles con su política de desarrollo y complementarla de forma útil, por lo que respecta en particular a las cuestiones sociales y ambientales.

Mi segundo tema de preocupación es el alcance de estos acuerdos, que van mucho más allá de las disposiciones actuales de la OMC. Por ejemplo, no es aceptable que se intente favorecer el principio de reciprocidad incluso para los países emergentes, que se enfrentan a la pobreza a gran escala. Debemos permitir a los países en desarrollo proteger de forma transitoria los sectores frágiles y sensibles de su economía. En resumen, no debemos imponer a los demás lo que no sabemos imponernos a nosotros mismos.

Mi última preocupación tiene que ver con las propuestas encaminadas a negociar sobre los denominados temas de Singapur. Esos temas, muy controvertidos, fueron excluidos de la ronda de Doha debido a la oposición generalizada de los países en desarrollo y los países emergentes. Esta controversia había conducido anteriormente al fracaso de Cancún.

Sabemos que estas cuestiones, que son complejas tanto para la Unión como para nuestros socios, plantean cuestiones delicadas, que tienen que ver con la política interior y, por tanto, con la soberanía misma de los Estados miembros. Además, esas cuestiones podrían tener un efecto considerable sobre los modelos económicos y sociales y, por tanto, sobre el propio desarrollo de nuestros socios.

Es esencial que la Unión no exija la inclusión de estas cuestiones en las negociaciones. Nada puede justificar que lo que ha salido por la puerta de una ronda multilateral regrese por el ventanuco de un acuerdo bilateral. Lo que está en juego es nuestra coherencia, nuestra credibilidad y cierto modelo de desarrollo que siempre hemos intentado promover.

 
  
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  Glyn Ford (PSE). (EN) Señor Presidente, quiero expresar mi agradecimiento por todo el esfuerzo que ha dedicado el señor Caspary a este informe. Como bien ha dicho el Comisario Mandelson, nuestra prioridad este año consiste en concluir la ronda de desarrollo multilateral de Doha. Paralelamente existen negociaciones complementarias sobre acuerdos bilaterales de libre comercio con Corea del Sur, la ASEAN y la India.

El informe del señor Caspary define un modelo dentro del que debemos intentar operar en estas negociaciones, no porque lo diga el señor Caspary, sino por nuestra comisión. No obstante, el informe contiene contradicciones, ya que, como ha dicho el señor Helmer, es sin duda esquizofrénico.

Algunos diputados de mi Grupo se quejan de que el informe no se muestre favorable al desarrollo. No estoy seguro de que pretendiera serlo, ya que nuestras negociaciones inminentes se desarrollarán con países como Singapur y Corea del Sur, Tailandia y la India, países que ya no se encuentran en la categoría de países menos desarrollados. Dentro de ASEAN, Laos y Camboya están incluidas en la política de «todo menos armas» de la UE y, por consiguiente, gozan de cierto grado de protección.

Aplaudo el apartado 30 del informe, que tiene en cuenta los intereses de los países más pequeños y más débiles. Desde luego acojo con satisfacción el apartado 32, que exige que los futuros ALC deben incluir las normas de la OIT sobre empleo digno.

Puedo compartir las consideraciones del señor Kamall en lo referente a los servicios audiovisuales, aunque debo decir que la privatización de la salud, la educación, el agua potable y la energía rara vez favorece a los pobres en los países en desarrollo, sino más bien a la minoría acaudalada.

Aplaudo el apartado 33, que facilita la suspensión de los acuerdos de libre comercio cuando no se estén cumpliendo, sobre todo por lo que respecta a las cláusulas sociales. Pero para algunos miembros del Grupo del PSE, el apartado 29 es mortal. Exige una amplia liberalización de los servicios. Mi Grupo se reunió ayer y decidió, por un estrecho margen, que no podía apoyar el informe si se incluía este apartado y otros similares.

 
  
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  Peter Mandelson, miembro de la Comisión. (EN) Señor Presidente, hemos escuchado algunas aportaciones muy bien documentadas y muy inteligentes a este debate. Las aprecio y doy las gracias a quienes se han tomado el trabajo de intervenir.

Pienso que el espíritu, aunque no cada letra, tanto de mi propio planteamiento como el del informe del señor Caspary, ha sido captado por el señor Fjellner cuando ha afirmado que el libre comercio propaga la prosperidad, mientras que el proteccionismo difunde la pobreza. En términos generales, creo que eso es cierto, aunque yo añadiría que el libre comercio es una condición necesaria, pero no suficiente, para provocar el desarrollo económico y la supresión de la pobreza en algunos de los países más necesitados del mundo.

Coincido con quienes, como el señor Désir, desean que la Comisión ponga en práctica un principio de reciprocidad proporcional por lo que respecta a los países en desarrollo. Estoy de acuerdo con eso y mi planteamiento refleja las capacidades de los mercados de los países en desarrollo en cuestión. La UE solo exige a los socios comerciales lo que les permite su nivel de desarrollo, pero como han expresado otros oradores, los tipos de economías que buscan acuerdos de libre comercio con nosotros –Corea, los países de la ASEAN, la India– difícilmente pueden calificarse de típicos países menos avanzados del mundo.

El señor Arif se ha centrado en los denominados asuntos de Singapur, al igual que el propio señor Désir. Lo único que puedo decir al respecto es que si los países socios deciden que quieren discutir estos asuntos bilateralmente con la Unión Europea a fin de fomentar su propio desarrollo y crear oportunidades económicas para ellas, ¿por qué no habrían de hacerlo? No creo que nos competa a nosotros en Europa decir a los países en desarrollo y a las economías emergentes que no deben abordar temas como la inversión, la competencia y la transparencia en la contratación pública.

Uno o dos diputados han hecho alusión a la defensa comercial. El señor Caspary lo ha hecho al comienzo y el señor Guardans Cambó, en un momento posterior, lo mismo que la señora Saïfi. No tengo intención alguna de renunciar al derecho de Europa a tomar medidas contra el dumping. Los instrumentos de defensa comercial representan una forma vital de garantizar el libre comercio en el caso de bienes que han sido producidos en condiciones subvencionadas o cuando se está produciendo una distorsión de los precios. Desde luego, no debe confundirse con las normales ventajas de bajo coste en el comercio para muchos países en desarrollo. Nuestro objetivo a la hora de utilizar los instrumentos de defensa comercial no consiste en proteger a las empresas europeas frente a una competencia de bajo coste.

Bies es cierto que, de vez en cuando, me reúno con quienes pretenden utilizar los IDC porque temen a la competencia, no porque quieran enfrentarse limpiamente a ella. Pero considero que una revisión periódica nos permite garantizar el mantenimiento de la confianza pública en tales instrumentos y asegurar que, en caso necesario, estos instrumentos pueden modificarse para reflejar un mundo cambiante. Eso es todo lo que estamos haciendo.

Quiero volver sobre uno o dos puntos que se han planteado. Por lo que se refiere a la cuestión de la liberalización de los servicios, coincido bastante con la observación del señor Kamall. Sí, vamos a estudiar la apertura del mercado en el sector de los servicios durante nuestras negociaciones bilaterales en torno a los acuerdos de libre comercio, pero van a ser unas negociaciones en las que nuestros socios conservarán el derecho a regular su sector de servicios y su derecho a abrir o no el sector de los servicios públicos. Esto deben decidirlo ellos. No podemos imponerlo nosotros.

Me agrada asimismo que uno o dos diputados se hayan centrado en el tema de las condiciones laborales, sociales y ambientales de nuestros socios comerciales. Creo fervientemente que el desarrollo sostenible, que atañe a todos estos temas, es un objetivo global también en el caso de la política comercial. Una cuestión comercial y ambiental que hemos perseguido con afán en las conversaciones de Doha, pero al que se han opuesto algunos países, es la bajada de los aranceles para los productos ambientales. Muchos de los problemas ambientales se podrían resolver fomentando este comercio. En los futuros ALC también continuaremos incluyendo compromisos respecto de las normas en el lugar de trabajo.

Sin duda saben ustedes que nos encontramos con cierta oposición por parte de nuestros interlocutores en lo relativo a estas condiciones. Ellos no las entienden como una forma de elevar las normas, sino como un medio para que las personas en el mundo desarrollado utilicen nuevos pretextos para mantener cerrados sus mercados a los bienes y servicios que son exportados desde los países en desarrollo. Así que es importante que mantengamos un equilibrio en estos asuntos y, desde luego, por lo que respecta a estos temas, creo firmemente que deberíamos utilizar la presión que tenemos a nuestra disposición por medio de incentivos, no de sanciones.

El señor Markov y la señora Mann se han referido al tema del papel del Parlamento Europeo. Yo siempre he creído en una estrecha cooperación con el Parlamento Europeo, y me he comprometido a practicarla al amparo del acuerdo marco que tenemos. Siempre que sea posible extendemos nuestra participación con el Parlamento en asuntos comerciales. Esa es la razón por la que hemos compartido con el Parlamento las directrices de negociación para los ALC de una manera totalmente transparente.

Voy a referirme rápidamente a algo que ha dicho el señor Papastamkos. Además de su referencia a nuestra meta de cero impuestos para una lista consensuada de productos ambientales, creo y acepto que necesitamos estudiar y encontrar una forma de abordar el tema de los que van por libre con respecto a las políticas respetuosas con el clima y en conexión con el Protocolo de Kyoto. A la larga, esto se va a convertir en un rasgo cada vez más importante del debate sobre el cambio climático. Creo que es prematuro pensar en un impuesto sobre el carbono. A mi entender, existen numerosas dificultades, tanto de índole práctica como legal, para explorar esa idea específica. Hemos de tener cuidado de que cualquier política e instrumento respetuoso con el clima que podamos desarrollar en el futuro no se convierta en un instrumento proteccionista. No obstante, admito totalmente que ha llegado el momento de que estudiemos detenidamente estos asuntos, ya que van a ir adquiriendo cada vez más relevancia con el paso del tiempo.

Quiero dar las gracias a todos los diputados y diputadas que han intervenido y han contribuido de forma tan provechosa a este debate. Espero mantener una cooperación continuada y sólida entre mis servicios, yo mismo y este Parlamento.

 
  
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  El Presidente. El debate queda cerrado.

La votación se celebrará hoy a las 12.00 horas.

Declaración por escrito (artículo 142 del Reglamento)

 
  
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  Edit Herczog (PSE), por escrito. – (HU) Quiero felicitar al ponente y, en particular, a la señora Ferreira por su colaboración tan eficaz. Europa adopta una doble posición ante la globalización: por una parte, somos los defensores más activos y comprometidos de los países en vías de desarrollo, porque creemos en los valores de la democracia y del progreso social y económico. Por otra parte, apenas los países en vías de desarrollo se convierten en competidores económicos, sentimos miedo de ellos y los consideramos una amenaza para nuestra economía y nuestra prosperidad. Sin embargo, es insostenible que los países más pobres únicamente sean nuestros socios en la medida en que sigan siendo pobres, tanto dentro de la UE como respecto a nuestra relación con terceros países.

Tenemos que recordar que los logros sociales de Europa fueron obtenidos gracias al auge económico y no al contrario. Solo podemos esperar que nuestros socios alcancen la prosperidad económica y social si les permitimos y ayudamos a enriquecerse. Y es con los países desarrollados, con Europa, por lo que podrán hacerse más ricos gracias a mercados con un alto poder adquisitivo. Si les cerramos nuestros mercados, frustraremos sus perspectivas de crecimiento.

Esto no significa que debamos renunciar a nuestro propio crecimiento, sino simplemente que tenemos que comprender que no podemos ser más competitivos que todos los demás en todos los sectores. En las actuales condiciones económicas mundiales, podemos sobresalir con nuestro avance tecnológico, con nuestra conciencia ambiental, con nuestros productos y servicios intelectuales, y con nuestras competencias en materia de innovación, y es en ellos donde debemos sustentar nuestra competitividad.

Europa debe recordar que, en la competencia mundial, la mejor de las especies es la oca, pues puede cantar, nadar, correr y volar. No es la mejor en ninguna de estas actividades, pero puede defenderse en cada una de ellas. Este es un ejemplo que debemos tomarnos muy en serio.

 
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