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Acta literal de los debates
Miércoles 6 de junio de 2007 - Bruselas Edición DO

14. Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (debate)
Acta
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  El Presidente. De conformidad con el orden del día, se procede a las declaraciones del Consejo y de la Comisión sobre la quinta sesión del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que tendrá lugar en Ginebra del 11 al 19 de junio de 2007.

 
  
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  Günter Gloser, Presidente en ejercicio del Consejo. (DE) Señor Presidente, Comisaria Ferrero-Waldner, Señorías, desde el principio la Unión Europea acogió con satisfacción la creación del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 2006, pero siempre ha subrayado que espera que el Consejo sea un organismo eficaz y creíble que contribuya de manera genuina a la protección y la promoción de los derechos humanos en todo el mundo. En las sesiones anteriores del Consejo de Derechos Humanos, la Unión Europea también ha insistido en mantener debates de fondo sobre cuestiones de derechos humanos, así como en el diálogo y la cooperación estrecha. Durante la cuarta sesión ordinaria, la Unión Europea y el Grupo Africano lograron asegurar la aprobación de su resolución sobre Darfur por consenso. Esto fue el resultado de esfuerzos sostenidos por parte de la Unión Europea, y no solo refleja el mandato del Consejo, sino también el nivel de responsabilidad que cabría esperar que ejerciera.

La capacidad del Consejo de Derechos Humanos de cumplir su mandato está indisolublemente vinculada a su composición. Permítanme recordar una vez más que la Asamblea General de las Naciones Unidas espera que las naciones que son miembros del Consejo observen las normas más estrictas en materia de derechos humanos. También ha solicitado a todos los Miembros de las Naciones Unidas que elijan para el Consejo únicamente a las naciones que posean un historial positivo en materia de derechos humanos. Aunque este ideal sigue estando lejos de haberse logrado, quisiera expresar la satisfacción de la Unión Europea por el hecho de que en mayo se lograra desbaratar la elección de Belarús para el Consejo de Derechos Humanos. Este éxito se debió en gran medida a la oposición de la Unión Europea a la candidatura de Belarús. Aunque se halla numéricamente en minoría, la Unión Europea desempeña un papel destacado en el Consejo y ha logrado convertirse en un actor importante.

A pesar de algunos acontecimientos alentadores, como la adopción de una Convención Internacional para la protección de todas las personas contra la desaparición forzada, son necesarias más medidas para dotar al Consejo de Derechos Humanos de las prácticas e instrumentos de trabajo necesarios para estar a la altura de las expectativas de la comunidad internacional y particularmente las de la Unión Europea. La Unión Europea otorga la máxima prioridad al establecimiento institucional del Consejo. Por lo tanto, está haciendo denodados esfuerzos por garantizar la conclusión satisfactoria de este proceso de creación de instituciones antes del fin del primer año. Por lo tanto, la próxima quinta sesión tendrá una importancia capital. En dicha sesión, el Consejo tomará sus decisiones concluyentes sobre el establecimiento de la institución y en última instancia determinará su propia eficiencia y credibilidad durante los próximos cinco años.

Actualmente, la Unión Europea está colaborando estrechamente en Ginebra con todos los participantes a fin de lograr un resultado que permita que el Consejo de Derechos Humanos pueda aprovechar plenamente su mandato. En los contactos de la Presidencia con el Presidente y las demás delegaciones del Consejo de Derechos Humanos estamos intentando crear un papel central en el sistema de las Naciones Unidas para un Consejo eficaz y creíble. A este fin, la Unión Europea desea insistir en el lanzamiento de un proceso de revisión periódica eficaz y universal y en la preservación de mandatos por temas y por países. El código de conducta previsto para relatores especiales no debe mermar su independencia; al contrario, debe garantizar dicha independencia y centrarse en la obligación de los Estados con los que cooperan los relatores. Además, nuestro objetivo es establecer un proceso idóneo para la selección de representantes nacionales que garantice que posean la experiencia necesaria, además de su independencia.

Somos conscientes de las dificultades que implican estos objetivos. Les aseguro que no cejaremos en nuestros esfuerzos por lograrlos. La Unión Europea sigue albergando también la firme esperanza de que el Consejo de Derechos Humanos, al celebrar sus sesiones en intervalos regulares durante todo el año, dotado de su nuevo y mejorado conjunto de instrumentos y su compromiso permanente a favor del diálogo actual con los relatores especiales y el Alto Comisionado de Derechos Humanos, se convierta en piedra angular del sistema de derechos humanos de las Naciones Unidas. Ahora corresponde a todos los miembros del Consejo de Derechos Humanos actuar responsablemente y trabajar por la consecución de estos objetivos.

 
  
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  Benita Ferrero-Waldner, miembro de la Comisión. (DE) Señor Presidente, señor Presidente en ejercicio del Consejo, Señorías, desde su fundación, la Unión Europea, como saben, ha sido una de las principales fuerzas motrices de la protección de los derechos humanos y por tanto ha desempeñado un papel activo en el avance hacia los objetivos del Consejo de Derechos Humanos y en el intento de asegurar que el nuevo organismo represente una verdadera mejora en comparación con la Comisión de Derechos Humanos.

Por lo tanto, los objetivos iniciales han consistido en garantizar que las sesiones del Consejo traten cuestiones urgentes en materia de derechos humanos en el contexto de acontecimientos actuales, en mejorar la coordinación en el interior de la UE e intensificar los esfuerzos de extensión, es decir, sus intentos de sensibilizar a los Gobiernos de terceros países en torno a cuestiones de derechos humanos. A este respecto, se ha realizado un verdadero avance que nos ha permitido, por una parte, mantener una postura coherente y creíble en el Consejo de Derechos Humanos y, por otra, reforzar nuestra cooperación con socios de otras partes del mundo mediante reuniones bilaterales y foros multilaterales, así como mediante una amplia campaña de concienciación en muchas capitales del mundo.

Entre las tareas prioritarias durante el primer año figuraba por tanto la salvaguardia de los mandatos y mecanismos del Consejo de Derechos Humanos en el marco del proceso de revisión y el establecimiento del nuevo sistema –el llamado examen periódico universal– para el seguimiento de la situación de los derechos humanos en todos los países.

El paquete de compromiso general presentado tan solo ayer por el Presidente del Consejo de Derechos Humanos apunta sin duda en la buena dirección; aunque es mejorable, desde nuestra perspectiva sigue siendo un excelente punto de partida para la negociación. Por lo tanto, la quinta sesión del Consejo de Derechos Humanos que tendrá lugar la semana que viene reviste una importancia muy especial como clave para el futuro de dicho organismo. Este es otro motivo por el que me complace especialmente que una delegación del Parlamento Europeo vaya a asistir a la sesión en el marco de la delegación de las Comunidades Europeas.

¿Cuál es el veredicto sobre los logros del Consejo de Derechos Humanos hasta la fecha? Es imposible dar una respuesta clara, pero en mi opinión el Consejo debería ser un proyecto continuo, una especie de trabajo en curso, como si dijéramos. Permítanme algunos breves comentarios. Las primeras sesiones del Consejo fueron, sin duda, bastante decepcionantes. Reaparecieron los antiguos modelos de comportamiento. Por supuesto, estamos familiarizados con ellos, por la Comisión de Derechos Humanos. Las sesiones sobre Oriente Próximo, en particular, se vieron empañadas por una actitud poco cooperativa por parte de los mismos Estados que las habían convocado. El resultado fueron proyectos de resolución sesgados que la Unión Europea no podía apoyar.

Por lo tanto, permítanme dejar claro que aunque la confrontación en torno a cuestiones de derechos humanos puede ser necesaria cuando están en juego los derechos fundamentales de las personas, la cosa cambia cuando los derechos humanos sirven de excusa para mantener vivo un conflicto sobre todo político. No obstante, del mismo modo que la Presidencia del Consejo, también nosotros hemos observado que la excelente resolución sobre Darfur, aprobada recientemente, ha mitigado estas impresiones desfavorables. Creo firmemente que se trata de la resolución más importante que ha aprobado el Consejo. Fue objeto de una estrecha coordinación con el Grupo Africano mediante negociaciones prolongadas y finalmente se aprobó por consenso. Fue un logro notable si tenemos en cuenta que trataba de una cuestión muy sensible y que ahora la UE puede perder fácilmente la votación en el Consejo de Derechos Humanos.

El organismo supervisor de cinco relatores independientes de las Naciones Unidas, creado al amparo de la resolución, presentará su primer informe al Consejo en las próximas semanas, muy probablemente la semana que viene.

Y no olvidemos que el Tribunal Penal Internacional ha inculpado recientemente a dos sospechosos sudaneses. En resumen, al menos hay movimiento en ese frente en Darfur. Esperamos con sumo interés que esto sea un ejemplo y que establezca normas para el futuro trabajo del Consejo de Derechos Humanos. Por último, los diálogos interactivos con el Alto Comisionado y el relator especial de las Naciones Unidas han demostrado ser un avance muy útil. Nos han permitido enfocar la situación de los derechos humanos en países concretos –a menudo relacionados con otras cuestiones de derechos humanos más generales– de manera sumamente visible y mucho menos controvertida. No obstante, nuestro siguiente paso es encontrar más modos de garantizar que estos diálogos vengan acompañados de avances prácticos sobre el terreno.

A pesar de la impaciencia con que podamos esperar un progreso rápido en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, yo aconsejaría que nos abstuviéramos de emitir juicios precipitados sobre el Consejo en este momento. Lo único que podemos decir hasta la fecha es que ha tenido sus más y sus menos. Estamos convencidos de que la UE seguirá esforzándose por seguir avanzando sobre la base de los hechos alentadores que sin duda se han producido y por impulsar, en el marco de un diálogo intenso con sus socios de las Naciones Unidas, un Consejo de Derechos Humanos eficaz y sobre todo que actúe en interés de las personas afectadas. Sigue siendo el principal foro internacional para tratar cuestiones de derechos humanos y en la UE tenemos la responsabilidad de utilizarlo activamente para reforzar nuestros valores, nuestros ideales y nuestros intereses.

 
  
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  Laima Liucija Andrikienė, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (LT) En primer lugar, quisiera dar las gracias a los representantes del Consejo y de la Comisión por sus respectivos informes sobre el primer año de actividad del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y por la quinta sesión del mismo. Mañana, el Parlamento Europeo votará sobre una resolución relativa a esta cuestión que especifica todos los problemas fundamentales, como nuestras aspiraciones con respecto al modus operandi del Consejo de Derechos Humanos, sus mecanismos, procedimientos especiales, relatores especiales, examen periódico universal y el papel de la Unión Europea. Sin duda, el Parlamento Europeo ha esperado y sigue esperando mucho del Consejo de Derechos Humanos, por la sencilla razón de que los derechos humanos son una cuestión que reviste una importancia especial, puesto que el respeto de los mismos y su defensa son parte fundamental de la ética y las leyes de la Unión Europea, y en general constituyen la base de la unidad y la integridad de Europa. El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas puede ofrecer excelentes posibilidades para una acción eficaz en defensa y garantía de los derechos humanos, así como en la promoción de los mismos en nombre de las Naciones Unidas. A este respecto, la quinta sesión es especialmente importante, puesto que un año de actividad del Consejo de Derechos Humanos ha revelado problemas y deficiencias, que pueden y deben arreglarse de inmediato. Se trata de un paso necesario para que el Consejo de Derechos Humanos pueda convertirse en una estructura verdaderamente fiable, es decir, capaz de responder de manera adecuada, rápida y puntual ante las violaciones de los derechos humanos en cualquier país del mundo y de encontrar medios eficaces para influir en los Gobiernos de los países en que los derechos humanos se vulneran brutalmente. El primer año de actividad del Consejo de Derechos Humanos nos ha permitido averiguar si al aplicar los procedimientos y mecanismos previstos será capaz de implementar el ambicioso programa que ha aprobado para sí mismo. La experiencia del primer año, las resoluciones sobre Darfur, Irán y Uzbekistán, la aplicación de requisitos de confidencialidad cuando se estaban debatiendo los abusos contra los derechos humanos cometidos en los dos últimos países, junto con otras decisiones, han demostrado que los procedimientos del Consejo de Derechos Humanos deben ser transparentes al máximo y que los relatores especiales y expertos tienen que ser verdaderamente independientes. Además, la aplicación de criterios claros en la elección de miembros del Consejo de Derechos Humanos es esencial: la simple lógica dice que los países en los que se producen graves violaciones de los derechos humanos no deberían ser miembros del Consejo de Derechos Humanos.

 
  
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  Raimon Obiols i Germà, en nombre del Grupo PSE. (ES) Señor Presidente, yo creo que podemos felicitarnos por el consenso que se ha logrado entre los grupos de la Cámara, en relación con el texto que vamos a someter a votación mañana para la quinta sesión del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

La andadura de este Consejo no está resultando realmente fácil desde su creación. Por ello es importante que el Parlamento Europeo se muestre una vez más cohesionado, una vez más, sobre cómo proceder, en general, para la promoción y salvaguardia de los derechos humanos y, en concreto, sobre cómo facilitar y mejorar la labor del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

El balance de su actividad presenta algunos déficits que hay que atajar y que aparecen en torno a dos problemáticas, básicamente.

Por un lado, la debilidad e insuficiencia de las respuestas ante cuestiones dramáticas y urgentes que exigen una acción mucho más enérgica. Me refiero, en primera instancia, a la situación dramática en Darfur, algo que debería mantener a todos en la máxima atención y alerta.

En segundo lugar, la necesidad de mejorar sustancialmente los propios mecanismos internos del Consejo y de agilizar las dinámicas de relación entre los países miembros en pos de un trabajo más efectivo y ambicioso.

En ambos temas subyace una cuestión fundamental sobre la que el Parlamento y la Unión Europea pueden realizar una labor importante. Me refiero a las diferencias políticas, que no deben interferir en el empeño común irrenunciable de reducir substancialmente la vulnerabilidad de las poblaciones mundiales ante abusos y violaciones de los derechos humanos.

Se trata de un aspecto crucial, porque Europa debe estar en primera línea en el trato igualitario que debe darse a todos los países por lo que a diálogo sobre derechos humanos se refiere.

Creemos que esta filosofía debe extenderse en el Consejo y que la próxima Presidencia de Rumanía en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas puede constituir una buena ocasión para que estos imperativos de mejora se hagan realidad.

 
  
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  Marios Matsakis, en nombre del Grupo ALDE. – (EN) Señor Presidente, el respeto de los derechos humanos tiene un valor y una importancia universales, y sin duda constituye un principio fundamental de la Unión Europea. No sorprende que esta Cámara preste una atención especial a este principio, como refleja la elaboración periódica de informes y resoluciones sobre las violaciones de los derechos humanos en todo el mundo.

Durante años hemos contemplado con gran tristeza la ineficacia de la labor de la Comisión de Derechos Humanos, y hace aproximadamente un año acogimos con gran alivio la sustitución de dicha comisión por el Consejo de Derechos Humanos. En palabras de un representante de la organización Human Rights Watch, la Comisión de Derechos Humanos se convirtió, en efecto, en el club de los abusos, porque los Gobiernos que abusaban de los derechos humanos estaban deseosos de formar parte de ella para bloquear cualquier medida contra ellos u otros países. Lamentablemente, nuestras esperanzas de mejora recibieron un golpe tras las elecciones al Consejo, cuando accedieron a él Angola, Egipto y Qatar. Estos tres países tienen un conocido y atroz historial de abusos de los derechos humanos. Que Belarús no fuera elegida para el Consejo fue un alivio, aunque fue por un margen muy reducido.

Durante el primer año del Consejo de Derechos Humanos hemos visto cambios que han mejorado su funcionamiento, pero hay que decir que no han sido cambios espectaculares. Esperamos que se produzcan mejoras más prometedoras. El Consejo, con sede en Ginebra, ha demostrado hasta ahora voluntad de tratar los problemas mundiales de manera rápida y repetida, si es necesario, pero la eficacia de su trabajo debe considerarse desde un punto de vista más crítico. Un ejemplo a este respecto es el hecho de que el año pasado el Consejo adoptara más de ocho resoluciones en las que criticaba a Israel por sus acciones militares en los territorios palestinos en Líbano. Estas resoluciones fueron útiles, aunque no demasiado, en términos prácticos. Esto no es culpa del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, pero dicho Consejo tiene que asumir cierta responsabilidad por no poder encontrar la manera de que su voz se escuche y se tome más en serio. Otros ejemplos incluyen las problemáticas negociaciones del Consejo con Uzbekistán e Irán.

Puesto que la próxima sesión del Consejo…

(El Presidente interrumpe al orador)

 
  
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  Jan Tadeusz Masiel, en nombre del Grupo UEN. – (PL) Señor Presidente, la Unión Europea ha tomado el relevo de los Estados Unidos en la función de guardián de los derechos humanos en el mundo. Entre todas nuestras numerosas políticas, esta es la que nos granjea más popularidad a escala mundial.

Lamentablemente, la Unión Europea no siempre puede ocupar el sitio que se merece en las reuniones. En la Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático del pasado mes de noviembre, por ejemplo, la delegación de la Unión se sentó en el puesto de Finlandia, dado que Finlandia ejercía la Presidencia en aquel momento. Tenemos que ser capaces de ocupar el lugar que nos corresponde como UE para asegurar que nuestra voz se oiga claramente al tratar los numerosos problemas de nuestro mundo contemporáneo. Una zona preocupante es Oriente Próximo, donde Hamás está amenazando con destruir Israel, mientras que los israelíes ya se dedican a destruir a la nación palestina.

 
  
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  Raül Romeva i Rueda, en nombre del Grupo Verts/ALE. (ES) El Consejo de Derechos Humanos nació como sustituto de la Comisión de Derechos Humanos y se enfrentó al reto, nada fácil, de no caer en la excesiva politización e injerencia gubernamental en algo tan importante como es velar por el respeto universal de los derechos humanos. Sin embargo, los progresos hechos hasta el momento, al menos en este ámbito, son, cuando menos, preocupantes.

Ayer mismo escuchábamos a Jody Williams –relator especial del Consejo de Derechos Humanos para Darfur– lamentarse de las enormes presiones que recibió para que su informe fuera, decía, consensuable por todos.

Todos y todas sabemos también lo que esto quiere decir. Significa eliminar o, en todo caso, rebajar las críticas, rebajar el tono al mínimo para no incomodar.

Pero lo más grave es que estas peticiones se las hacían para no poner en riesgo la continuidad del Consejo.

Mal vamos si una estructura como el Consejo de Derechos Humanos prioriza su propia supervivencia en vez de lo que debería ser su primera y principal responsabilidad: velar por la protección de los derechos humanos en el mundo, lo que implica, entre otras cosas, señalar a los responsables de las violaciones, incluso si éstos son gobiernos, o principalmente si éstos son gobiernos.

En este primer aniversario de vida del Consejo debemos tener muy en cuenta estos riesgos si no queremos que este Consejo se convierta en una estructura más de las que sólo sirven para cubrir las vergüenzas de aquellos que, constantemente, vulneran los derechos humanos más fundamentales, dentro y fuera de sus fronteras.

Con esta resolución, consensuada en el caso del Parlamento Europeo y de la que me felicito, instamos al Consejo, y le animamos también, a que asuma en el quinto período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos un papel de firme liderazgo, algo que, sabemos, no va a ser sencillo. Pero al menos hay dos temas que sí nos gustaría que destacaran en su gestión.

El primero, que se garantice que la elección de los relatores especiales se haga en función de su independencia y de su capacidad y que puedan seguir funcionando también en esta condición de relatores independientes.

Y segundo, que las revisiones periódicas universales incluyan asimismo la participación de personas expertas independientes.

Sólo así podremos garantizar la credibilidad de este Consejo.

 
  
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  Eija-Riitta Korhola (PPE-DE). – (FI) Señor Presidente, estamos examinando los resultados del primer año de actividad del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Las expectativas de la comunidad internacional todavía no se han visto colmadas. Probablemente el ejemplo más lamentable sea la resolución sobre la situación en Darfur, cuyo contenido se diluyó parcialmente a raíz de las sucesivas concesiones. Como es natural, el trabajo se ha visto obstaculizado por el hecho de que el funcionamiento y las prácticas todavía están en rodaje.

Nuestras propuestas de resolución subrayan, como es debido, los aspectos problemáticos de la labor del Consejo de Derechos Humanos. Hay que prestar atención a dos cuestiones concretas. En primer lugar, tenemos que aprender de la historia. El trabajo de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, como representante del Consejo de Derechos Humanos, perdió credibilidad por el hecho de que en el Consejo había países que han violado flagrantemente los derechos humanos. La UE debe seguir defendiendo con ahínco la condición de que la pertenencia al Consejo de Derechos Humanos se base en un criterio objetivo y que los requisitos de dicha pertenencia sean suficientemente estrictos. El concepto de derechos humanos abarca un ámbito muy amplio. Ciertos derechos humanos fundamentales deben formar parte incondicionalmente de las condiciones de la pertenencia al Consejo. Creo que los países en los que los tribunales de la sharía forman parte del sistema judicial son especialmente problemáticos. La UE debe luchar por garantizar que este Consejo de Derechos Humanos no se convierta en un club de los que abusan de los derechos humanos, a imagen y semejanza del organismo que lo ha precedido.

La otra cuestión está relacionada con la conexión entre el mecanismo de examen periódico universal y los procedimientos especiales empleados en cada uno de los países. La Unión Europea tiene que insistir firmemente en que en el futuro el trabajo de los expertos especiales en los distintos países de las Naciones Unidas se mantenga separado del examen periódico universal y verdaderamente independiente de los Gobiernos. Me preocupa que los Estados miembros puedan utilizar el derecho de veto indirecto en el examen periódico universal, en relación con un debate sobre la situación de un país, para que no puedan elaborar su informe específico del país.

Entiendo las limitaciones que impone la asamblea del Consejo de Derechos Humanos a la influencia de la UE. Los países de África y Asia juntos pueden dirigir, con sus 29 escaños, el trabajo del Consejo en una dirección distinta de los objetivos de los países occidentales en el ámbito de los derechos humanos. La UE debe demostrar ahora un verdadero liderazgo y una voluntad firme. Debemos intentar utilizar las conversaciones para romper los bloques regionales. Quiero dar las gracias a la Presidencia alemana, que ha demostrado una firmeza ejemplar en su llamamiento a la prohibición de la pena de muerte.

 
  
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  Józef Pinior (PSE).(PL) Señor Presidente, hace más de un año desde que el Parlamento Europeo acogió con cautela la creación del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas para sustituir a la desacreditada Comisión de Derechos Humanos. Esperábamos que el nuevo Consejo se convirtiera en una institución que ayudaría a reformar las Naciones Unidas y que realizaría un esfuerzo decidido por garantizar un mayor respeto de los derechos humanos en todo el mundo.

Las delegaciones de la Unión Europea, de los Estados miembros y del Parlamento Europeo ha participado activamente en la labor del Consejo. Ha llegado la hora de evaluar el primer año de funcionamiento del Consejo. Por desgracia hay que reconocer que hasta ahora la creación de este nuevo Consejo no ha marcado un punto de inflexión en las actividades de las Naciones Unidas en el ámbito de los derechos humanos. Los intereses de varios países siguen prevaleciendo por encima de la defensa de las libertades y derechos fundamentales amenazados.

El ejemplo más ilustrativo de esto es la incapacidad del Consejo de Derechos Humanos de responder de manera apropiada a la situación de Darfur. En marzo se aprobó un informe sobre la trágica situación de esa región, y aun así el Consejo como tal no pudo sacar las conclusiones lógicas de dicho informe y abordar el problema de la responsabilidad política de las autoridades sudanesas con respecto a la situación política de ese país. También se da el caso de que el Consejo ha condenado a Israel ocho veces. Esto demuestra el desequilibrio en el trabajo del Consejo y su sesgo político.

La quinta sesión del Consejo comenzará dentro de algunos días. Una delegación del Parlamento estará presente. Los Países Bajos, Eslovenia e Italia acaban de integrarse en el Consejo. Otro país europeo que se convertirá en miembro es Bosnia y Herzegovina. Belarús, que actualmente está gobernada por el régimen autoritario del señor Lukashenko, no ha sido elegida al Consejo para evitar controversias.

Deberíamos garantizar que los Estados miembros de la Unión Europea se impliquen más en el trabajo del Consejo para que éste último se transforme en un organismo dedicado verdaderamente a lograr el respeto de las libertades fundamentales. Están en juego una política eficaz en materia de derechos humanos en el mundo contemporáneo y una reforma de las Naciones Unidas. También lo está la credibilidad de la propia Unión Europea, y haríamos bien en recordarlo.

 
  
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  Alexander Lambsdorff (ALDE).(DE) Señor Presidente, Señorías, este Parlamento siempre ha seguido el proceso de reforma de las Naciones Unidas con ánimo constructivo como defensor del multilateralismo efectivo. Queremos unas Naciones Unidas fuertes, queremos seguridad y estabilidad, queremos una guerra incisiva contra la pobreza y queremos una protección eficaz de los derechos humanos. Como presidente del grupo de trabajo del Parlamento Europeo sobre las relaciones con las Naciones Unidas también tengo un interés personal en el logro de estos objetivos.

Cuando el Consejo de Derechos Humanos se creó como nuevo instrumento de las Naciones Unidas, acogimos con satisfacción dicha creación, porque venía acompañada de un conjunto de promesas muy atractivas: la elección genuina de los miembros, métodos de trabajo racionales y el examen periódico universal de todos los miembros. ¿Y qué decimos hoy? Nuestra resolución es sumamente crítica: Angola, Qatar y Egipto han ingresado para unirse a países como China y Cuba, y las elecciones entre una pluralidad de candidatos prácticamente no existen. Tan solo hemos logrado impedir la elección de Belarús. Los miembros de la Organización de Países Islámicos están en mayoría tanto en el grupo regional asiático como en el africano. Esto significa que controlan y bloquean de manera efectiva las actividades de todo el Consejo, desde informes de países hasta la revisión universal. Señora Comisaria, estoy en ascuas con respecto al destino del paquete que se presentó ayer. Espero que tengamos motivos para ser optimistas.

Una de sus observaciones ha sido especialmente significativa. Ha dicho usted que la Unión Europea puede perder la votación fácilmente. Esto plantea la cuestión de si Occidente ha hecho los deberes. Se trata de una pregunta para el Consejo, o mejor todavía, para los Estados miembros. Los estafaron en las negociaciones y ni siquiera se dieron cuenta. Esto se debió claramente a la falta de atención por parte de nuestros Gobiernos. Pero nosotros los parlamentarios también debemos preguntarnos si nuestra labor de fiscalización y la de nuestros homólogos nacionales ha sido suficientemente estricto. En mi opinión no lo ha sido. Esto refuerza todavía más la necesidad de que los parlamentarios no dejemos las Naciones Unidas en manos de nuestros Gobiernos. Debemos reforzar la dimensión parlamentaria de las Naciones Unidas.

Señora Ferrero-Waldner, me complace su evaluación crítica del primer año del Consejo de Derechos Humanos, porque dicho organismo no cumplió con las esperanzas que se depositaron en él. Pero el hecho es que la institución existe y sigue siendo el principal foro internacional. Debemos trabajar sobre esta base y espero que logremos apoyar el Consejo para que salga del callejón sin salida en el que se encuentra actualmente. Por último, me complace que estemos celebrando este debate en Bruselas y no en Estrasburgo.

 
  
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  Günter Gloser, Presidente en ejercicio del Consejo. (DE) Señor Presidente, señora Comisaria, Señorías, me limitaré a resumir brevemente porque estamos de acuerdo con los objetivos. Señor Lambsdorff, puedo entender su decepción por las cosas que acaba usted de enumerar. No es el único que está decepcionado, porque todos nosotros teníamos expectativas muy distintas.

Comparto la postura de la Comisaria Ferrero-Waldner, que ha dicho que el Consejo había existido durante un año, que nos habíamos imaginado que todo sería distinto pero que no deberíamos emitir juicios precipitados sobre el Consejo. Pido por favor que no introduzcamos ahora una cuña entre Parlamentos y Gobiernos. Eso no sirve de nada, más bien es contraproducente.

Aunque hay cosas mejorables en distintos ámbitos, la Unión Europea –y los Parlamentos nacionales, el Parlamento Europeo, los Gobiernos y la Comisión forman parte todos ellos de la Unión– deben permanecer unidos y dejar claro que nuestra defensa de los derechos humanos es demasiado firme para dejar que alguien siembre la división entre nosotros. Solo puedo esperar que se avance en un ámbito u otro durante el segundo año, aunque al término del primer año la evaluación intermedia no provoque entusiasmo. Pero vaticino que tendremos éxito junto con ustedes, que tan fervientemente apoyan la causa de los derechos humanos. Espero que del informe del año que viene podamos sacar conclusiones más favorables que las que hemos sacado hoy.

 
  
  

PRESIDENCIA DEL SR. MAURO
Vicepresidente

 
  
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  Benita Ferrero-Waldner, miembro de la Comisión. (DE) Señor Presidente, Señorías, entiendo que el Consejo de Derechos Humanos es un organismo que todavía está en pañales y sigue experimentando ciertos dolores de crecimiento. Hoy no es fácil para la Unión Europea lograr un verdadero progreso en la defensa de nuestros criterios en materia de derechos humanos en el marco de las Naciones Unidas. ¿Por qué? Porque tenemos pocos aliados permanentes. El apoyo que recibimos procede normalmente de Canadá, Suiza, Noruega, los países que solicitan el ingreso en la UE y algunos países individuales que forman parte de nuestra política de vecindad, por nombrar algunas de las fuentes principales. Esta lista no es exhaustiva, pero a menudo nos encontramos con un frente unido de países del G-77 y rara vez logramos algo si adoptamos una actitud de confrontación.

Debemos sacar nuestras propias conclusiones de esto. ¿Dónde está el problema? ¿Qué podemos hacer? Por ejemplo, podríamos reforzar la figura del relator especial, apoyar al Alto Comisionado de Derechos Humanos e introducir revisiones universales, pero también podríamos condenar los casos más graves y denunciar las violaciones más flagrantes. Dicho de otro modo, en casos concretos debemos seguir hablando claramente en nombre de las víctimas de los abusos.

A menudo me gustaría que pudiéramos responder y reaccionar más rápidamente a los acontecimientos. Desde el principio, por ejemplo, he solicitado una especie de mecanismo de alerta. Realmente espero que podamos avanzar gradualmente en esa dirección. No obstante, a largo plazo, el logro de los objetivos del Consejo de Derechos Humanos dependerá de que se establezca un nuevo enfoque de los derechos humanos en el seno de las Naciones Unidas.

De hecho, la transición a este nuevo enfoque estaba en el meollo de la resolución sobre la creación del nuevo Consejo. La resolución afirma que el trabajo del Consejo «se guiará por los principios de universalidad, imparcialidad, objetividad y no selectividad, diálogo internacional constructivo y cooperación». Sin duda, también debemos ser conscientes de que nunca existirá un foro de las Naciones Unidas que sea apolítico. Por lo tanto, ni que decir tiene que no solo debemos fomentar nuestros valores, sino también defender todos nuestros intereses.

 
  
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  El Presidente. He recibido dos propuestas de resolución(1) presentadas de conformidad con el apartado 2 del artículo 103 del Reglamento.

El debate queda cerrado.

La votación tendrá lugar el jueves.

 
  

(1) Cf. Acta.

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