El Presidente. De conformidad con el orden del día, se procede a la continuación del debate sobre la zona del euro 2007 y el informe 2006 del Banco Central Europeo.
Andrea Losco, en nombre del Grupo ALDE. – (IT) Señor Presidente, señor Comisario, Presidente Trichet, Presidente Juncker, Señorías, el Parlamento Europeo puede afirmar con satisfacción que la zona del euro es un factor fundamental para la estabilidad en la economía global.
Como ya han explicado brillantemente los ponentes, el señor Rosati y el señor Mitchell, en este segundo informe, el Parlamento puede comparar la incuestionable mejora de la economía en 2006, que produjo un cambio positivo en términos de crecimiento económico, especialmente de empleo, con la creación de dos millones de empleos nuevos, como ya se ha señalado. Se trata de una tendencia positiva que los Estados miembros de la zona del euro han podido lograr gracias a una política fiscal prudente y saludable y a los esfuerzos realizados para llevar a cabo las reformas estructurales necesarias, que también son fruto de un grado mayor de interdependencia exigido a los Estados miembros por la zona del euro.
No obstante, tenemos que hacer algunas preguntas, y la principal ya ha sido planteada en el informe por el Comisario Almunia: ¿cómo perciben los europeos esta situación económica favorable? ¿Cuáles son los beneficios para los ciudadanos individuales? Lamentablemente, por encima de los datos oficiales, los efectos tangibles todavía no han sido reconocidos por el público. Debemos observar que, de hecho, las repetidas peticiones de moderación salarial, bajo ciertas condiciones que cuentan con una base sólida desde el punto de vista económico, se alejan de la vida cotidiana de los ciudadanos, por lo que está claro que, de momento, algunos Estados miembros, incluida Italia, que está experimentando graves tensiones sociales, están teniendo verdaderas dificultades para canalizar todos los ingresos adicionales hacia la reducción de la deuda.
Por lo tanto, creo que a la vez que cumplimos con los compromisos realizados a medio plazo, debemos responder a un reto: ¿cómo podemos compatibilizar las rígidas reglas de la economía con las peticiones de justicia social?
Zbigniew Krzysztof Kuźmiuk, en nombre del Grupo UEN. – (PL) Señor Presidente, al hacer uso de la palabra en este debate, quisiera plantear dos cuestiones.
En primer lugar, debemos observar con satisfacción que 2006 fue un año inusualmente positivo para los países de la zona del euro. El PIB aumentó en un 2,7 %, en comparación con un 1,4 % en 2005, y el desempleo se situó en un 7,6 %, la cifra más baja en quince años. Estos resultados se lograron con un tipo de inflación que ha permanecido en un 2,2 % desde 2005, así como un déficit fiscal reducido. No obstante, es extraño que estas cifras sean peores que las cifras de crecimiento, desempleo, inflación y déficit presupuestario en tres países fuera de la zona del euro, como lo son Reino Unido, Suecia y Dinamarca. También están a la zaga de las cifras anuales alcanzadas por la economía de los Estados Unidos.
En segundo lugar, ambos informes están llenos de cifras, y nos hemos concentrado en ellas. No obstante, parece que no todo el mundo considera que las cifras tienen la máxima importancia. El recién elegido presidente francés dijo en una entrevista que el crecimiento económico y el pleno empleo son tan importantes que los Jefes de Estado deberían abordarlos directamente, y también que la excesiva fuerza del euro, ocasionada por los últimos incrementos de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo, perjudica a los exportadores europeos. Además de este diagnóstico, el Presidente francés también quiere reducir los impuestos e incrementar el déficit presupuestario para incrementar el crecimiento económico y reducir el desempleo en el futuro.
Casi he terminado. Pero no he escuchado ninguna crítica, ni del Presidente de...
(El Presidente interrumpe al orador)
Alain Lipietz, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (FR) Señor Presidente, quisiera comenzar diciéndole al señor Juncker que no debería tomarse a mal el reducido número de diputados presentes en esta Cámara. Yo también me habría quedado de buena gana en mi oficina para haberle podido ver tranquilamente y de cerca en mi pantalla de televisión. Las condiciones de debate en esta sala son bastante difíciles.
Ante todo, quiero expresar mi emoción al ver la coincidencia del informe Mitchell con los debates que toda la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios lleva celebrando varios años ya. Por primera vez tenemos un informe relativamente unánime, que nos permitirá lograr acuerdos sobre cuestiones que solían dividirnos.
En primer lugar, está la idea de que las reformas estructurales pueden implementarse y pueden aumentar la tasa de crecimiento potencial en comparación con la que tuvimos en la década de los 90, y que puede que ya la hayan incrementado.
En segundo lugar está lo que es, en resumen, la afirmación explícita de que las reformas del mercado laboral no están relacionadas con ninguna moderación salarial incondicional, sino más bien, tal y como ha dicho el señor Juncker, con una moderación cualificada mediante la proporcionalidad con el crecimiento de la productividad y que este crecimiento se crea mediante un capital humano mejorado, mediante la formación y la investigación y no mediante la reducción de las garantías sociales.
El tercer avance importante del informe del señor Mitchell es que la cuestión del apartado 111 del Tratado por fin se ha abordado de manera adecuada. Corresponde al Consejo establecer una política de tipos de cambio. Al señor Juncker le diría que también debe escuchar lo que ha dicho el señor Gallois sobre la competitividad del Airbus. No podemos decir que exista un país concreto que tenga dificultades para adaptarse a los tipos de cambio actuales.
En el apartado 10 de la resolución del señor Mitchell, pedimos al señor Juncker que esté de acuerdo con el señor Almunia, y esto es algo que debe acogerse con satisfacción.
PRESIDENCIA DE LA SRA. KRATSA-TSAGAROPOULOU Vicepresidenta
Jacky Henin, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (FR) Señora Presidenta, no es gobernanza lo que necesita la Unión, sino medidas políticas para sus economías a fin de promover una forma de crecimiento que cree empleo estable, y sobre todo, bien pagado. El Banco Central Europeo es perjudicial porque su único objetivo es conseguir la tasa mínima de inflación posible, cuando debería incluir elementos de política estructural como el crecimiento, como lo hace la Reserva Federal de los Estados Unidos.
La creación del euro sin la implementación, al mismo tiempo, de un presupuesto federal a nivel de los Estados miembros implicados ha ocasionado la desaparición del instrumento de devaluación, sin que se hayan proporcionado otros métodos de protección alternativos. La infravaloración del dólar es, desde este punto de vista, un arma para la destrucción masiva de las capacidades industriales de Europa, y sus discursos autosuficientes no pueden disfrazar esta realidad del gasto exorbitante y excesivo de la sobrevaloración del euro. Los trabajadores y ciudadanos de Europa están pagando un precio muy alto por este error.
La zona del euro no puede seguir funcionando del modo en que lo hace actualmente; debemos recurrir urgentemente a un cambio del estatuto del Banco Central Europeo y de la propia organización del euro. Debemos recurrir urgentemente a la protección de las aduanas. Es hora de implementar políticas laborales que garanticen la protección de los intereses vitales de los ciudadanos de Europa y que permitan la creación de empleos y la protección de los intereses comunes de los trabajadores europeos.
John Whittaker, en nombre del Grupo IND/DEM. – (EN) Señora Presidenta, el crecimiento económico aumenta, el desempleo desciende, el déficit público se reduce, pero ahora se expresa la preocupación de que este crecimiento pueda verse amenazado por la fortaleza exterior del euro. Aunque el señor Juncker no comparte esta preocupación, el señor Sarkozy y otras personas han venido pidiendo una gestión activa del tipo de cambio. El informe del señor Mitchell nos llama la atención sobre los reglamentos que confieren a los Estados miembros las competencias sobre la política de tipos de cambio e insta a los Ministros de Hacienda de la zona del euro a que coordinen con el Banco Central Europeo su influencia sobre el tipo de cambio.
El informe señala a continuación que esta acción no debería socavar la independencia del BCE para usar sus tipos de interés para combatir la inflación. No parece que entendamos cómo funciona esto. La forma de conseguir que el valor del euro descendiera sería que el BCE redujera los tipos de interés. Pero en ese caso tendría que abandonar su objetivo de inflación. En estos tiempos de libre circulación de capitales no es posible controlar al mismo tiempo la inflación y los tipos de cambio.
Hay otra forma, por supuesto, que consiste en imponer el control de cambios. Quizá sea esto realmente lo que tenemos en mente. Encajaría perfectamente con las declaraciones del señor Sarkozy, en las que defiende el proteccionismo francés, y sería a su vez desastroso para las economías de mercado de la zona del euro.
Sergej Kozlík (NI). – (SK) Quisiera subrayar que las variaciones de la tasa de inflación son, en gran medida, consecuencia de factores estructurales, no de políticas poco sólidas.
Se ha producido un incremento de los salarios a dos bandas en los nuevos Estados miembros de la Unión Europea, y el porcentaje de producción intensiva de energía y de materias primas en estos países es mayor que en los Estados más desarrollados de la zona del euro. Al mismo tiempo, se destina una parte considerable de la producción intensiva de energía y materias primas a la zona del euro. Por esas razones, los nuevos Estados miembros son más susceptibles de sufrir fluctuaciones en los precios de la energía y de las materias primas; por la misma razón, sirven de tampón, para absorber los impactos de los precios sobre los Estados de la zona del euro. No obstante, las presiones inflacionarias en los nuevos Estados miembros también pueden deberse a un elevado crecimiento, al aumento de la productividad y al ponerse a nivel de las normas de los países más desarrollados.
Después de todo, este es uno de los objetivos de la pertenencia a la Unión Europea.
Por lo tanto, apoyo la petición de revisión de los criterios de convergencia, especialmente con respecto a la inflación, para que no se conviertan en instrumentos para crear nuevas divisiones en Europa.
Cristóbal Montoro Romero (PPE-DE). – (ES) Señora Presidenta, señor Comisario, señor Presidente del Banco Central Europeo, señor Presidente del Eurogrupo, quisiera, en primer lugar, felicitar al señor Rosati y, también, de forma muy especial, al señor Mitchell, por la calidad de sus informes.
Entiendo que estamos viviendo en Europa un momento económicamente prometedor. Tenemos por fin un incremento de producción y de la actividad económica. Eso se está traduciendo en nuevas oportunidades de empleo y todo ello con una inflación moderada.
Ahora bien, la gran cuestión es confirmar este crecimiento económico, de cuyo logro van a depender también nuestros problemas institucionales. La duda, que está presente en los informes, es si estamos ante una recuperación de carácter coyuntural o si estamos ante un movimiento económico más de fondo.
En ese sentido, no nos tenemos que conformar con que Europa tenga un crecimiento potencial del 2 %. Tenemos que seguir sincronizando nuestros ritmos de crecimiento entre los países y tenemos, en definitiva, que conseguir que haya más creación de empleo y más pequeña y mediana empresa.
En ese terreno, el Banco Central Europeo debe seguir también las recomendaciones del informe del señor Mitchell: prudencia en la subida de los tipos de interés, porque no debe anticiparse a lo que deben ser las decisiones de los Gobiernos, decisiones de reforma y decisiones mucho más decididas para luchar contra el proteccionismo. El gran problema que realmente tenemos en esta Europa es ese discurso proteccionista que va en contra de lo que es el espíritu de integración de Europa.
Tenemos, en una palabra, un momento económico positivo que tenemos que ayudar entre todos a traducirlo, esto es, a conseguir que ese crecimiento continúe y ayude, en definitiva, a que los ciudadanos europeos identifiquen al euro como una de sus fuentes de bienestar, de prosperidad y, sobre todo, de nuevas oportunidades de empleo.
Ieke van den Burg (PSE). – (EN) Señora Presidenta, en este breve espacio de tiempo que me corresponde quisiera expresar, en nombre del Grupo del PSE, nuestro pleno apoyo al Pacto de Estabilidad y Crecimiento, y lo diré tantas veces como sea necesario, y en especial, a la reforma del pacto. Lo hemos dotado de mayor sofisticación, de manera que tenga en cuenta el ciclo económico y los hechos. Esto debe aplicarse como es debido y no deliberadamente, como sucede ahora. Por consiguiente, valoro positivamente las palabras del señor Juncker y del señor Almunia, y he de reiterar que hablo en nombre de mi Grupo político.
Quisiera llamar la atención sobre dos asuntos concretos, y me gustaría escuchar la respuesta de ustedes tres, a quienes me complace verles juntos en este debate. El primero es la moderación salarial. Apoyamos el principio de que la moderación salarial debería mantenerse dentro de los límites del aumento de la productividad, y así ha sucedido durante más de diez años. Sin embargo, ahora es el momento de pensar en reequilibrar los frutos del crecimiento, y, allí donde se aprecie que los salarios se quedan a atrás y constituyen una pequeña parte del PIB, es ahora el momento de reequilibrar esto. Me gustaría escuchar algunas opiniones al respecto. Ya sé que tanto el señor Juncker como el señor Almunia también las han expresado así. Quisiera invitar especialmente al Presidente del BCE a que dé su opinión sobre este asunto.
El otro asunto del que quería hablar no es solo el de los fondos de cobertura, sino también el apartado 19 del informe Mitchell sobre la reestructuración de la deuda de las empresas. Se trata de una preocupación muy importante para la estabilidad financiera y quisiera pedirles también que lo valorasen e indiquen cómo se puede solucionar.
Olle Schmidt (ALDE). – (SV) Quiero comenzar dándoles las gracias a ambos ponentes por su constructiva labor. El Banco Central Europeo está haciendo un buen trabajo cumpliendo sus funciones. Aunque el debate se acalore en ocasiones, el señor Trichet siempre logra calmar a la gente utilizando un lenguaje que podría ser de un diplomático. El BCE se ha hecho considerablemente más abierto y transparente de lo que era, pero las demandas del Parlamento para que se publiquen las actas siguen estando ahí. Ese sistema funciona bien en otros bancos centrales y reforzaría el BCE a la vez que aumentaría su reputación. También expresamos de nuevo nuestro deseo de un procedimiento más abierto para las elecciones al Consejo Ejecutivo del BCE.
Es extremadamente importante garantizar la independencia del BCE y apoyar el objetivo de la estabilidad de precios. El Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa presta su pleno apoyo al BCE, a Jean-Claude Trichet y a Jean-Claude Juncker en lo que respecta a esta cuestión crucial. Sabemos que contar con una política de estabilidad firme es una condición básica para una Europa en crecimiento.
Lamentablemente, a muchos de nosotros nos preocupa que sigan los tonos estridentes de la campaña de las elecciones presidenciales francesas. La reunión del lunes en Bruselas no hace nada para reducir esta preocupación. Esa preocupación también está presente en la comisión, aunque el señor Juncker trate de tranquilizarnos, y puede escucharse en el amplio debate de hoy en esta Cámara. Hay frases en el informe que podrían tomarse como pretexto para cuestionar la independencia del BCE y permitir que interfiera políticamente en mayor medida. Esas son medidas que rechazamos. Quisiera señalar el texto del apartado 10, que a su vez se refiere específicamente, como lo ha hecho el señor Hamon, al artículo 111 del Tratado. Sería extremadamente lamentable que se considerase de algún modo que nuestro informe cuestiona al BCE.
Wiesław Stefan Kuc (UEN). – (PL) Señora Presidenta, los positivos resultados macroeconómicos de los países de la zona del euro confirman el enorme impacto que la unión económica y monetaria tiene sobre los resultados, que de hecho fue el objetivo de la introducción de una divisa común en la Unión Europea. Los niveles de integración más elevados en distintas zonas posibilitan el aumento del desarrollo y del progreso. No obstante, los problemas con la Constitución Europea, la votación y la fuerza de ciertos Estados miembros están impidiendo actualmente una mayor integración.
Lamentablemente, la Europa de dos velocidades predicha por el Presidente Prodi se ha hecho realidad. También es evidente en la introducción del euro en los Estados miembros. La introducción del euro en uno, incluso dos Estados en un periodo de tres años no puede considerarse como un éxito contundente. Debemos reforzar y acelerar estas actividades, puesto que permitirán un desarrollo más rápido y una mayor integración. Aprovechemos esta oportunidad.
En conclusión, permítanme extender mis más sinceras felicitaciones a ambos ponentes.
Hélène Goudin (IND/DEM). – (SV) No han transcurrido ni siquiera cuatro años desde que Suecia celebró un referendo sobre el euro y, con gran mayoría, rechazó la introducción del euro como divisa. Había y hay muchos argumentos en contra de formar parte de la zona del euro. Por un lado, se trata de un proyecto político muy poco estable; por otro, para un país es extremadamente problemático no poder controlar sus propios tipos de interés a fin de responder a los ciclos comerciales. Estos miedos han demostrado estar justificados, y ahora vemos cómo todo esto afecta a países que han cambiado sus divisas por el euro.
Entonces ¿Suecia ha salido perdiendo al mantener la corona? Estudios recientes demuestran que el comercio se ha visto afectado, pero de manera insignificante. Lo que Suecia ha ganado al no introducir el euro es mucho más valioso. Estamos en una situación muy distinta para controlar nuestro desarrollo, porque los tipos de interés pueden adaptarse a las condiciones que prevalecen en Suecia sin que el Banco de Suecia tenga que tener en cuenta la situación del comercio en otros países. Por ello, creo que, al contrario de lo que ha dicho el Comisario Almunia en esta Cámara, el voto negativo de Suecia debe respetarse, y también ha de proporcionarse a Suecia una exención formal de tener que unirse a la zona del euro, como es el caso de Dinamarca y el Reino Unido. Cualquier otra actitud sería extremadamente poco democrática.
Zsolt László Becsey (PPE-DE). – (HU) Me alegra que este debate se celebre ahora, lo cual me permitirá llamar la atención sobre algunas consecuencias de la ampliación, con referencia a algunos aspectos comunes a ambos temas. En primer lugar, me complace que, además de los países candidatos a integrarse en la zona del euro y del ponente, también el colega alemán, señor Schwab, haya advertido el problema derivado de que la perspectiva que se aplica para determinar el país de referencia en relación con el criterio de inflación para la admisión en la zona del euro –o sea, la totalidad de los Estados miembros– es distinta de la que aplicamos al fijar el objetivo del BCE, que implícitamente se aplica a sus trece Estados miembros.
A pesar de la carta de respuesta que nos hizo llegar ayer el señor Almunia, el Parlamento debe continuar insistiendo en que la reforma del Tratado debería incluir una rectificación, que se desprende lógicamente de la creación de la zona del euro. Además, ¿no es acaso un doble rasero no aplicar medidas contra la inflación excesiva a los Estados miembros de la zona del euro y, en cambio, establecer expectativas antiinflacionistas más rigurosas para quienes quieran incorporarse a ella?
Quisiera señalar que, mientras el criterio de referencia para el euro se basa en los 27 Estados miembros, en el Consejo de Dirección del BCE, la misma definición se aplica solo a 13 Estados, puesto que no tengo noticia de que los ciudadanos de los Estados que no forman parte de la zona del euro desempeñen ningún papel en dicho órgano. Por consiguiente, me parece que la expresión del Tratado «los Estados miembros de la Unión Europea» tiene una doble lectura.
Escuchamos muchas declaraciones retóricas sobre la solidaridad, pero esta no se manifiesta en relación con el uso de los billetes denominados en euros. De hecho, el billete de menor valor, el de 5 euros, tendrá un valor varias veces superior al del billete de menor valor de las monedas nacionales de los nuevos Estados miembros, lo cual obligará a los residentes en estos últimos a pasearse por la calle con bolsas llenas de monedas. Al mismo tiempo, el billete de mayor valor, el de 500 euros, en muchos casos equivale al valor de la pensión de medio año en dichos países. Yo mismo no he tenido ocasión de usar ese billete para pagar nada aquí en Estrasburgo o en Bruselas durante varias semanas. Si alguien pudiera cambiármelo, se lo agradecería. ¿Qué podría hacerse entonces con él en Riga?
Quiero añadir que el señor Rosati ha hecho una observación muy considerada sobre la ampliación de las cuatro libertades fundamentales al mercado interior. Sin embargo, también tengo un interrogante al respecto: ¿cómo es posible que quienes participan actualmente en la integración monetaria puedan bloquear la libre circulación de trabajadores por temor al dumping laboral eslovaco? ¿Cómo es posible que los reglamentos de la UE excluyan indirectamente la actividad intensiva en mano de obra de la prestación de servicios?
Muchas gracias, señora Presidenta, y espero que la ampliación de la zona del euro hacia el Este, hacia la antigua zona de influencia soviética, también se inicie pronto.
Pervenche Berès (PSE). – (FR) Señora Presidenta, señor Juncker, señor Trichet, señor Almunia, creo que esta es una buena semana para el euro. En primer lugar, porque es la primera vez que el diálogo macroeconómico sobre la zona del euro se celebra aquí, en el Parlamento Europeo. Espero que esto marque el inicio de una buena costumbre; el euro adquiere visibilidad en el Parlamento en el marco del presente debate y me congratulo por ello.
Además, también esta semana, un Presidente de la República recién elegido consideró que debía justificar ante el Eurogrupo lo que iba a proponer a su país. Pienso que esto no habría sucedido hace algunos años en ese país, que consideraba la estrategia presupuestaria como un asunto de competencia nacional. El debate colectivo sobre en qué consiste la gestión del euro ha avanzado y esto me alegra. Han pedido que se les permita evaluar la eficacia de los 13 000 millones de euros en beneficios fiscales propuestos y no puedo dejar de apoyar su propuesta.
Sin embargo, con vistas al futuro, les invitaría a ir aún más lejos. En primer lugar, porque creo que hacer uso de la vertiente preventiva del Pacto de Estabilidad y Crecimiento no permite aplicar las medidas que se requieren, a saber, una coordinación ex ante destinada a organizar las futuras inversiones estratégicas de forma coordinada y que permita anticiparse, conjuntamente, a los efectos de las reformas estructurales, puesto que las que se llevan a cabo en un país tienen repercusiones sobre todos los demás.
Y por último quisiera invitarles a abrir el debate sobre el tema del tipo de cambio. El artículo 111 del Tratado les permite abordar este asunto, también en el ámbito del Consejo. Este se debe considerar asimismo de interés común, tal como les insta a considerarlo el artículo 99 del Tratado.
Vladimír Železný (IND/DEM). – (CS) Señora Presidenta, se suponía que la introducción de la moneda única iba a crear un mercado interior único. Sin embargo, la Unión Europea, en lugar de establecer las libertades económicas que en 1957 contribuyeron a poner los cimientos del mercado común y que aún no se han hecho realidad, actualmente es esclava de un concepto de integración política rígido y de la creación de un superestado con exceso de regulación. El hecho de que no se consiguiera aprobar la Directiva Bolkenstein en su forma original, la existencia de obstáculos al libre traslado de la producción a zonas más eficientes de la Unión y las restricciones a la libre circulación de trabajadores de los nuevos Estados miembros, junto con otras restricciones proteccionistas y reglamentarias a la libertad del mercado común, están convirtiendo al euro en una moneda artificial. Como resultado, tenemos una moneda única en un mercado que no es único. Un ejemplo característico de ello es la imposición brutal, por un lado, de concesiones en el marco del Pacto de Estabilidad de las que algunos grandes Estados miembros decidieron que no podían prescindir, y por el otro lado, las condiciones absurdas y hace tiempo desfasadas que se imponen a los nuevos Estados miembros para su incorporación a la zona del euro, sin tener debidamente en cuenta los niveles de inflación necesarios y otros indicadores, que no son más que manifestaciones periféricas e incidentales de unas economías muy dinámicas que presentan una tasa de crecimiento superior a la media de la UE. La estrechez de miras de la zona del euro y el hecho de que las libertades económicas no se cumplan en un mercado injusto y no unificado están convirtiendo al euro en una moneda insegura y pusilánime.
(EN) Señora Presidenta, permítame hacer un comentario técnico. En el panel que está encima de usted y en la pantalla, mi nombre aparece a menudo escrito incorrectamente desde hace varios meses. Falta la «ý» al final de mi apellido. Le ruego que tome nota.
Othmar Karas (PPE-DE). – (DE) Señora Presidenta, por mi parte también acojo con satisfacción el trébol de tres hojas del euro.
El euro ha sido un éxito: es la mejor respuesta de la UE a los retos a escala mundial. El euro y las cuatro libertades son las piedras angulares de un mercado interior fuerte. A mi entender, los criterios de Maastricht y el Pacto de Estabilidad y Crecimiento son los principios reguladores más importantes que ha conseguido establecer la Unión Europea. A partir del 1 de enero de 2008, el Eurogrupo tendrá mayoría absoluta entre los miembros de la UE. Esto es una buena noticia y queremos dar una cordial bienvenida a Malta y Chipre.
Me llama la atención que se arme tanto revuelo porque un jefe de Estado haya prometido hacer los deberes. Estos se tienen que hacer. Es necesario que se respeten las normas, en lugar de interpretarlas en un sentido proteccionista.
Nos alegra que se hayan obtenido beneficios económicos y pedimos que estos se utilicen para reducir los déficit en la balanza comercial y los déficit públicos, permitiendo al mismo tiempo que los trabajadores participen en los beneficios.
No cuestionamos la independencia del Banco Central Europeo. Este garantiza el buen funcionamiento del euro. Sin embargo, un BCE independiente y unas relaciones exteriores unificadas para la zona del euro no son mutuamente excluyentes. Que la zona del euro hable con una sola voz en el ámbito de las relaciones exteriores no guarda relación alguna con el hecho de que esos tres caballeros puedan influir sobre los tipos de cambio. El mercado determina el tipo de cambio y el Banco Central Europeo decide los tipos de interés. Quiero aclarárselo a la izquierda.
Ahora entonamos alabanzas al euro y a los datos económicos, pero hemos olvidado que este también se debería considerar beneficioso para los ciudadanos de Europa y esto se les debería hacer ver. Tenemos que destacar lo mucho que estamos ahorrando en costes cambiarios. Tenemos que destacar la influencia del euro sobre la estabilidad de la zona del euro y del mercado interior. No debemos olvidar que en estos momentos nos va mejor que al dólar y esto es indicativo de un éxito real. Es lo que deseaban los ciudadanos cuando introdujimos el euro.
Robert Goebbels (PSE). – (FR) Señora Presidenta, tengo la sensación de estar participando en un debate decepcionante: para nuestros invitados, que se han encontrado con un hemiciclo vacío, y para la derecha, cuyos diputados están alterados por la pérdida de independencia del BCE, cuando este es y seguirá siendo independiente. Francia modificó su Constitución con objeto de que el BCE pudiera ser independiente. Para modificar el estatuto del BCE se requeriría un acuerdo entre 27 Gobiernos y 28 Parlamentos, incluido el nuestro. ¡Es un cometido imposible!
Además, el BCE está desarrollando una labor bastante buena; el euro es la segunda moneda de reserva internacional y, desde 2000, se ha apreciado alrededor de un 25 % frente al dólar. Nos cuesta menos comprar materias primas, petróleo y gas. La inflación en la zona del euro es más baja que en los Estados Unidos y en el Reino Unido. Si tengo alguna crítica contra el BCE, es que está demasiado obsesionado con la inflación. Esta es perjudicial, sobre todo para los económicamente débiles, pero actualmente la presión inflacionaria es limitada y el Banco podría apoyar más la política económica de la UE.
El poder adquisitivo de muchos europeos ha disminuido, pero eso no impide que el BCE siga propugnando la moderación salarial. Espero que el señor Trichet también recomiende moderación al Presidente Sarkozy, que está renunciando a los compromisos adquiridos por Francia para ofrecer regalos fiscales a los ricos.
El último desengaño es el siguiente: ¿de qué nos sirve una Carta de los Derechos Fundamentales si esta no se aplica en toda la Unión? ¿Cómo puede aplicarla el Tribunal de Justicia Europeo, si no se aplica en el Reino Unido? Esta última pregunta va dirigida a mi compatriota y gran europeo, el señor Juncker.
Jean-Paul Gauzès (PPE-DE). – (FR) Señora Presidenta, señor Juncker, señor Trichet, Señorías, no es una paradoja ni una contradicción apoyar las conclusiones de los excelentes informes presentados y apoyar a la vez la actuación valiente y decidida del Gobierno francés para llevar a cabo las reformas necesaria y fomentar el crecimiento. No es paradójico ni contradictorio porque Francia ha vuelto a ocupar su lugar en Europa. Con la solemne declaración de su compromiso a favor de la integración europea, el Presidente de la República Francesa ha contribuido de manera importante a la revitalización de Europa y a sacarla del punto muerto en que se encontraba. El acuerdo alcanzado durante la Cumbre de Bruselas, gracias a los esfuerzos de la Canciller Merkel, constituye el primer ejemplo práctico de ello.
Uno de los objetivos es mejorar el funcionamiento de la zona del euro. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que desde 1999 ha constituido un marco para los presupuestos de los países de la zona del euro y que define la disciplina presupuestaria que deben observar los Estados miembros con el fin de evitar que se generen déficit excesivos, se debe aplicar de forma sistemática, ya que contribuye a la estabilidad monetaria. A pesar de lo que se ha dicho, está muy claro que Francia no está poniendo en entredicho las normas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que siguen siendo fundamentales. Sin embargo, necesitamos cumplir sus criterios sin perder de vista el objetivo del crecimiento. El Pacto se debe aplicar de manera inteligente y dinámica.
Con este espíritu, el Presidente de la República Francesa quiso ofrecer las explicaciones necesarias con respecto al ambicioso programa de reforma estructural que se dispone a aplicar. El fructífero diálogo iniciado ha permitido clarificar las posiciones. El señor Sarkozy ha ratificado su compromiso de hacer todo lo posible para cumplir el objetivo en 2010, si el impulso al crecimiento que espera de las medidas citadas da los resultados previstos en materia de ingresos fiscales. Francia ya se ha comprometido a reducir su déficit público al 2,4 % a partir de 2007. No se abandonarán los esfuerzos para consolidar el presupuesto con el fin de reducir el endeudamiento público.
Me cuento entre quienes creen que es preciso fortalecer el papel del Eurogrupo. Dotado de un Presidente estable y de calidad, este debe seguir procurando lograr unas políticas económicas nacionales coherentes y coordinadas. Finalmente, de este modo, con el debido respeto a la independencia del Banco Central Europeo, el Eurogrupo podrá actuar como un útil contrapeso frente al desarrollo de políticas económicas orientadas hacia el fomento del crecimiento y el empleo.
Vladimír Maňka (PSE). – (SK) La semana pasada asistí a un encuentro en el Ministerio de Finanzas de Dublín.
La economía irlandesa ha registrado la notable tasa de crecimiento media del 6 % durante los últimos diez años. EL PIB per cápita es un 40 % superior a la media de la UE. El desempleo se sitúa en un 4,2 % y es evidente que los irlandeses conseguirán alcanzar el objetivo de la Estrategia de Lisboa en ese aspecto. Sin embargo, su preocupación es que la inflación alcanzará el 5 % este año. Si Irlanda no formara parte de la zona del euro, en este momento no podría incorporarse a ella conforme a las normas actuales. En este contexto, quisiera recordar que la inflación estructural es más alta en las economías con un crecimiento rápido. Esta situación forma parte integrante de la Unión monetaria.
La inflación forma parte del proceso, especialmente en los nuevos Estados miembros que están intentando emular a los países más desarrollados. El Consejo y la Comisión deberían elaborar, por tanto, nuevos análisis y revisar los criterios de convergencia. Es esencial que prosigan las conversaciones políticas sobre la aplicación de dichos criterios a los futuros miembros de la zona del euro.
Jean-Claude Juncker, Presidente del Eurogrupo. (FR) Señora Presidenta, tomo la palabra al final del debate para hacer algunas observaciones adicionales con respecto a lo que se ha dicho o no se ha dicho.
Voy a empezar por referirme a la política salarial, ya que es un tema del que me estoy ocupando y que me preocupa. Sigo estando convencido de que, si se siguen impulsando las políticas actuales, es decir, las políticas consistentes en continuar ensanchando la brecha que separa a quienes trabajan de quienes dicen que crean empleo, estamos abocados al desastre. Los europeos, sobre todo los europeos corrientes y modestos, que no son menos inteligentes que los demás, no entienden esta brecha, que crece día a día, entre los que tienen y los que aspiran a tener.
(Aplausos)
Creo que varios lo hemos dicho, incluido el Presidente del Banco Central Europeo, quien recientemente manifestó su oposición a unas diferencias cada vez más amplias. Por mi parte, creo que debemos seguir manteniendo el principio de la moderación salarial. Creo que este se puede explicar de un modo sencillo: mientras los salarios evolucionen a la par con los aumentos de la productividad, la moderación salarial no provocará una pérdida de competitividad ni tampoco una inflación excesiva. En cambio, si los salarios se desvían del camino que les marca el desarrollo de la productividad, podríamos tener un problema y sin duda lo tendremos. Creo que tenemos que explorar una forma moderna que permita que el mayor número posible de personas participen en los beneficios. No todo depende del aumento de los salarios nominales. Tenemos que considerar las posibles formas de participación de los trabajadores; tenemos que contemplar formas de participación en los beneficios; tenemos que considerar otras formas de formación de los trabajadores que permitan que el mayor número posible de personas participen en los frutos del crecimiento económico, el cual, cabe añadir, no se debe vilipendiar ni criticar por principio, como se tiende a hacer desde ciertos sectores. Al contrario, se debe ver como un instrumento que permitirá aumentar la tasa de participación de la zona del euro y de la Unión Europea en los mercados laborales y reducir, por extensión, su tasa de desempleo con respecto a la que estamos registrando en la actualidad. Queremos el crecimiento porque queremos puestos de trabajo; no queremos que sea un objetivo en sí mismo.
Por lo que respecta a la libre circulación de trabajadores en la zona del euro, quiero decir –al igual que el Presidente del Banco Central Europeo, podría añadir, cosa que demuestra cuán absolutamente coincidentes son nuestras posiciones– que, en efecto, existe una contradicción entre el hecho de formar parte de la misma zona monetaria y no participar a la vez plenamente en las cuatro libertades. Por lo tanto, estoy de acuerdo con quienes afirman que los trabajadores eslovenos, por ejemplo, deberían poder circular libremente en la zona del euro. Sin embargo, no encontrarán en el Tratado, ni tampoco en los acuerdos de adhesión, ninguna disposición que nos permita afirmar que los trabajadores eslovenos en efecto deben poder circularmente libremente en el territorio de los doce miembros de la zona del euro pero no en el de los demás Estados miembros, como tampoco encontrarán disposiciones que nos permitan afirmar que los trabajadores checos, eslovacos y polacos no pueden desplazarse, que eso solo les está permitido a quienes pertenecen a la zona del euro. No redacté todos los artículos del Tratado y ni siquiera una parte ínfima del mismo, pero todos esos textos resultan a veces inevitablemente farragosos. Es decir, que es necesario que discutamos esa cuestión, pero es preciso comprender que esta no se puede resolver exclusivamente en el ámbito de la zona del euro, sino que en realidad se tendrá que resolver a escala de toda la Unión Europea.
Se ha hablado mucho de la persona a la cual me referí como «nuestro visitante de esta noche» el lunes pasado, en la reunión del Eurogrupo. Se trata, además, señor Hamon, de una expresión que he tomado de un período de la historia del palacio del Elíseo que no se corresponde exactamente con la actual, pues otros también tenían la costumbre de recibir visitas nocturnas, antes de que lo hiciera el Presidente del Eurogrupo. Eso solía ocurrir sobre todo en la década de 1980 en Francia. En Europa es una costumbre bastante reciente y ya veremos si marca el inicio de una gran tradición o si se queda solo en el epifenómeno que fue.
Dicho esto, quisiera reseñar brevemente los compromisos adquiridos por Francia. En primer lugar, Francia no ha acabado con la consolidación presupuestaria, Francia no ha empezado a abandonar su esfuerzo de consolidación financiera. En segundo lugar, el déficit de 2008 …
(Se dirige al señor Goebbels, que le ha interrumpido)
... Si, en efecto, señor Goebbels, ya lo veremos. No soy responsable de la política presupuestaria francesa; por lo tanto, ya lo veremos... Finalmente, quisiera decirle, apreciado señor Goebbels, que si las finanzas públicas francesas fuesen tan saneadas como las del país del que soy responsable, no estaríamos desarrollando este debate y no habríamos recibido a nuestro visitante el lunes por la noche.
(Risas)
Dicho esto, el compromiso de Francia es total; Francia hará todo lo posible para cumplir el objetivo en 2010, igual que nos comprometimos todos en abril de este año. Francia no es el único país que tiene problemas para cumplir el objetivo dentro del plazo establecido. Vamos a examinar con el mismo rigor e insistencia los resultados de otros países, que quizás no consigan cumplir el objetivo en el plazo deseado bajo las condiciones establecidas; sin embargo, el Eurogrupo espera que todos los Estados miembros que forman parte del mismo cumplan su objetivo a medio plazo para 2010, como muy tarde. Francia, por su parte, nos presentará un programa de estabilidad actualizado en septiembre con objeto de que la Comisión y el Eurogrupo puedan examinar conjuntamente las posibilidades de que las reformas estructurales emprendidas por el Gobierno francés consigan el resultado deseado, esto es, la recuperación de un crecimiento francés positivo y la garantía de la viabilidad de las finanzas públicas francesas a más largo plazo. Me remito al Pacto de Estabilidad y Crecimiento en su forma modificada.
Por lo que respecta a la ampliación de la zona del euro y con independencia del debate que podamos mantener sobre los criterios de adhesión, quisiera repetir ante esta Cámara que la zona del euro y el Eurogrupo no son, evidentemente, una zona ni un club excluyentes. Todos los Estados miembros que cumplan los criterios de adhesión no solamente pueden incorporarse a la zona del euro, sino que deben hacerlo. Ningún miembro de la zona del euro, sea un Estado o un político, puede rechazar una solicitud de adhesión. Los Tratados son de una claridad meridiana al respecto.
Evidentemente podemos discutirlo y sin duda lo haremos, pero tenemos que hacerlo con detención y sin eludir la pregunta fundamental, a saber: ¿los criterios se deberían basar más en los datos nominales, tal como requieren los Tratados, o deberíamos considerar, por el contrario, la convergencia real? Ya he advertido a los nuevos Estados miembros –una expresión que sigo detestando– de que deben tratar con cautela el concepto de convergencia real. En realidad, los Estados miembros, los llamados nuevos Estados miembros, no tienen nada que ganar con que apliquemos análisis basados más en la convergencia real que en los datos nominales; pero podemos seguir debatiendo esta cuestión durante los próximos meses.
No he acabado de entender la pregunta que me ha hecho el señor Goebbels al final de su intervención, cuando me ha preguntado por la Carta de los Derechos Fundamentales en Europa. Francamente, no veo qué relación guarda con el debate que estamos celebrando, a menos que se trate de insinuar que no existe mayor motivo para que el Reino Unido solicite una cláusula de exclusión de la Carta de los Derechos Fundamentales, y que tampoco existe motivo para que siga insistiendo en pedir a toda costa una cláusula de exclusión de los asuntos monetarios. Por mi parte, pienso, además, que el Reino Unido acabará aplicando algún día la declaración de los derechos fundamentales en su territorio –porque llegará un momento en que deseará hacerlo, ya que no es posible desafiar de forma permanente al sentido común– antes de haber introducido la moneda única.
La unión virtuosa de la declaración de los derechos fundamentales y la del Consejo de Europa relativa al mismo tema dará lugar, por lo tanto, a una solución que, mediante la combinación de ambas fuentes de Derecho, permitirá que el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas garantice que, en este aspecto como en otros, el Derecho pretoriano acabe demostrando que a veces se anticipa a la realidad que están configurando quienes desean más Europa y quienes, lamentablemente, desean menos. La gran aportación del Parlamento Europeo a nuestros debates reside en que, por regla general, se encuentra alineado con quienes desean más Europa. No ganaremos nada con el deseo cotidiano de menos Europa y entregando por partes la Europa que tenemos a quienes desearían desmantelar un proyecto que no ha dejado de crecer y de impresionar al mundo desde que empezamos a trabajar en él.
(Aplausos)
Jean-Claude Trichet, Presidente del BCE. (EN) Señora Presidenta, voy a hacer cinco observaciones en respuesta a la pregunta. En primer lugar, quisiera volver a señalar que los informes del señor Rosati y del señor Mitchell son extraordinarios y contienen muchas ideas y recomendaciones importantes.
Primero, con respecto a los comentarios del señor Schwab: está claro que se trata de una cuestión de filosofía institucional. Hay 13 democracias políticas ejemplares en la zona del euro, y a partir del próximo enero habrá 15. En el futuro, puede que haya 25 o incluso más. Es inconcebible que se produzcan cambios tres o cuatro veces al año debido a los cambios derivados del normal funcionamiento de nuestra democracia. Está claros: o se cumplen los compromisos contraídos dentro del Eurogrupo o no se cumplen. Si no se cumplen, entonces es imposible que el Eurogrupo tenga autoridad, como sin duda es el deseo y la voluntad de todos los países afectados.
Mi segundo comentario se refiere al empleo. Las cifras son las cifras. A menudo oigo decir que el euro no está concebido para generar empleo, que tenemos un problema con el crecimiento y el empleo, etcétera. El euro fue creado sobre la base de una filosofía compartida en todo el mundo: que la estabilidad de precios y la credibilidad a la hora de garantizar la estabilidad de precios son requisitos fundamentales para un crecimiento y una creación de empleo sostenibles. Esta es la decisión que tomaron los europeos, y están en buena compañía, porque es fruto del consenso. ¿Cuáles son las cifras? Desde la introducción del euro se han creado más de 12 millones de empleos, repito, más de 12 millones; dos millones de ellos, tal como ha expuesto el ponente de forma muy elocuente hace un momento, se crearon en 2006. Desde la introducción del euro hemos creado incluso más empleo que los Estados Unidos. Tenemos la tasa de desempleo más baja de los últimos 25 años. No estamos satisfechos, y tenemos motivos para no estarlo, porque tenemos que hacerlo mucho mejor. Sin embargo, que no se diga que el euro juega en contra de la creación de empleo. Sencillamente no es verdad, y podemos demostrarlo.
Con respecto a la obsesión que tal vez tengamos con la estabilidad de precios, ya he mencionado que se trata de un requisito imprescindible del crecimiento sostenible y de la creación de empleo sostenible. Permítanme decir también que esta opinión la comparten por completo nuestros ciudadanos. Todos los estudios demuestran que están claramente a favor, con una diferencia increíble, de la estabilidad de precios, y que no necesariamente están plenamente satisfechos con la situación actual; nos alientan a ser tan creíbles como podamos. Aunque actualmente tengamos un tipo a 50 años del 4,67 % y un tipo a 30 años del 4,65 % (el tipo a 50 años se refiere a Francia, donde se emiten bonos a 50 años, y el de 30 años a Alemania), estas cifras son todavía mucho más bajas que el tipo a 10 años de los Estados Unidos. ¿Por qué son tan bajos? Porque somos creíbles cuando garantizamos la estabilidad de precios a 30 años e incluso a 50 años. Esta es la contribución de nuestra credibilidad a Europa.
Permítanme mencionar la cuestión de los tipos de cambio, que es muy importante. En primer lugar, las reglas están claras: son las que establece el Tratado. Son exactamente las mismas reglas que regían en Alemania desde la fundación del Bundesbank después de la Segunda Guerra Mundial. Son exactamente las mismas que las del sistema francés introducido en enero de 1994, cuando el Banco de Francia consiguió su independencia, tal y como las recogió el Tratado de Maastricht y fueron acordadas de forma unánime por la derecha y la izquierda francesas, quienes decidieron, como señala el señor Goebbels, cambiar la Constitución de la V República para dotar de independencia al banco central.
Por tanto, las reglas están claras. Son las mismas que en otros países. En la práctica, como ha expresado aquí de forma muy elocuente una de sus Señorías, esto significa que estamos en un sistema de tipos de cambio flotantes y que contamos con un foro para tratar estos asuntos: el G-7. Según recuerdo, Jean-Claude Juncker y yo firmamos la declaración del G-7, junto con nuestros socios estadounidenses –la Reserva Federal y el Secretario del Tesoro–, con nuestros socios japoneses y nuestros demás socios, el Reino Unido y Canadá.
Así es cómo hemos tratado estos asuntos desde la creación del sistema de tipos de cambio flotantes. Y esto no significa que la situación sea fácil o cómoda, pero seamos tan responsables como podamos en las circunstancias actuales y garanticemos este diálogo, entre nosotros y también, desde luego, con nuestros socios. Es inconcebible que pudiéramos hacer cosas contradictorias con los deseos de nuestros socios. No funcionará.
Señora Presidenta, no quisiera aburrirles repitiendo lo que ya hemos dicho, pero juntos estamos diciendo a China que no estamos satisfechos con la situación actual. Sin duda nos hacemos eco de lo que ya ha dicho nuestro amigo japonés, que los mercados no reconocen plenamente sus indicadores fundamentales actuales y, con respecto a los Estados Unidos, ya expresamos juntos que tomábamos nota de que el Secretario del Tesoro y la autoridad monetaria habían expresado que les interesaba un dólar fuerte frente al euro. No voy a decir nada más al respecto, pero hemos de saber exactamente cuál es la situación.
Y ahora me refiero al último punto, que también es importante: la independencia. He tomado nota con gran atención que todos los Gobiernos europeos han dicho que respetarían plenamente la independencia del Banco Central. Jean-Claude Juncker, en nombre del Eurogrupo, ha dicho hace un momento: la independencia está en el Tratado y es la clave absoluta de la credibilidad. ¿Cómo podríamos resultar creíbles durante los próximos 50 años si no se nos considera independientes por parte de todos aquellos que toman decisiones, ya sea aquí en Europa, en Nueva York, en Tokio, en Singapur, en Hong Kong y en otros lugares? Confían en nosotros porque somos independientes, pero la independencia no solo se basa en el pleno respecto del Tratado por parte de nuestros socios, los brazos ejecutivos, sino que depende también de nosotros. Quisiera decirlo en nombre del Consejo de Gobierno, y me gustaría poder decirlo en varias lenguas para asegurarme de que se entienda bien. –
BCE. (FR) Voy a mantener con toda firmeza la independencia del BCE bajo todas las circunstancias. Junto con mis 18 colegas, tenemos la intención de atenernos rigurosamente al Tratado en este aspecto y también en todos los demás. Nos remitiremos al Tratado, a la totalidad del Tratado y nada más que al Tratado.
BCE. (DE) En mi calidad de Presidente, sostengo el firme compromiso de mantener la independencia del BCE en todas las circunstancias. Junto con mis 18 colegas, tenemos la intención de atenernos rigurosamente al Tratado, a la totalidad del Tratado y nada más que al Tratado.
Joaquín Almunia, miembro de la Comisión. (ES) Señora Presidenta, muy brevemente, para concluir este debate, que creo que ha sido muy interesante, quiero hacer un comentario sobre la aplicación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, porque en este debate –como en otros muchos que hemos tenido ya dentro y fuera de este Parlamento– hay quien pide a la Comisión y al Consejo –en particular a la Comisión, y con razón, además– firmeza en la aplicación del Pacto. Y yo estoy totalmente de acuerdo.
La Comisión y yo mismo intentamos proponer al Consejo una aplicación del Pacto tal cual es, tal cual ha sido acordado. Por lo tanto, sin excepciones, sin ruptura de reglas, una aplicación firme, lo cual no quiere decir una aplicación rígida. Hubo malas experiencias cuando se confundió firmeza con rigidez. La firmeza no quiere decir rigidez. La firmeza quiere decir rigor, y el rigor, cuando se encuentra con situaciones distintas y difíciles, exige combinar firmeza con flexibilidad si se quieren obtener los resultados de la disciplina presupuestaria, que es una condición necesaria para el crecimiento económico.
La segunda consideración que querría hacer es la siguiente: se han referido algunas de sus Señorías a otras tareas que tenemos pendientes para sostener el crecimiento y para prolongar el crecimiento y el empleo. Tenemos que continuar desarrollando el mercado interior y va a haber un debate antes de final de este año al respecto.
La Comisión se ha comprometido ante el Consejo a presentar un análisis acerca del funcionamiento del mercado interior y cómo creemos que debe seguir desarrollándose. Es un debate importante que va a prolongar debates como los que se han celebrado en este Parlamento y en el Consejo sobre la Directiva relativa a los servicios, que ahora hay que ver cómo se aplica, que es un debate que conecta con la integración creciente de los servicios financieros, que es un tema clave para mejorar el funcionamiento de la zona del euro, muy en particular.
Tenemos que seguir hablando de la Estrategia de Lisboa y vamos a discutir en los próximos meses la revisión de las orientaciones integradas, de las grandes orientaciones de política económica, de las orientaciones de empleo.
Las reformas estructurales en el ámbito de la Estrategia de Lisboa empiezan a dar resultados. Los buenos resultados, los magníficos resultados en términos de empleo que acaba de citar el Presidente del Banco Central Europeo no serían explicables sin las reformas del mercado de trabajo que se han incluido en el marco de la Estrategia de Lisboa, igual que tampoco creo que van a poder explicar en el futuro –aunque todavía no tenemos todos los elementos analíticos en nuestra mano– algunas de las mejoras de productividad que están teniendo lugar en estos últimos trimestres sin ponerlas en conexión no solo con el ciclo económico sino también con algunas reformas en los mercados de productos, en los mercados de servicios, con algunos procesos de modernización en el funcionamiento de sectores muy importantes de nuestra economía, o sin la aplicación, de nuevo, firme, rigurosa, pero no ciega, de las reglas de la competencia que la Comisión tiene que vigilar muy en especial.
Mi último comentario, que ha sido mencionado en varias ocasiones y al cual ha respondido ya Jean-Claude Juncker, es la cuestión de los salarios. Yo he hecho mención a ella en varias ocasiones aquí, en el Parlamento, y en discusiones fuera de él.
Estoy totalmente de acuerdo con la posición expresada por Jean-Claude Juncker. Los salarios deben evolucionar en línea con la productividad. En la medida en que hay mejoras de la productividad, dichas mejoras deben reflejarse en la evolución de los salarios. No se puede recomendar la negociación de salarios en línea con la productividad cuando la productividad no crece y olvidarse de esa recomendación cuando la productividad aumenta.
Pero mi impresión es que a la vez tampoco podemos olvidar la necesidad de moderar la evolución de los salarios, no perder competitividad o, en el caso de la zona del euro, analizar muy en serio las razones y las alternativas a la evolución divergente de los costes laborales unitarios entre Estados miembros de la zona del euro que pueden llegar a crear problemas importantes de funcionamiento a los países que están perdiendo competitividad a través de esa vía. Por lo tanto, yo sugiero que este debate lo ampliemos algo más. No nos fijemos solo en los salarios sino que hablemos de la evolución de las desigualdades porque –y conecto con la última idea que quiero dejar en este debate– la percepción del euro es una parte importante de la percepción que los ciudadanos tienen sobre Europa, sobre la idea europea.
La percepción del euro se ve afectada sin duda por la percepción que los ciudadanos tienen sobre la evolución económica, y debemos decirles la verdad: cuando la economía va mal, hay que decírselo, pero cuando la economía mejora, también hay que transmitírselo. No hay que olvidar que ahora que la economía mejora también hay que transmitir esas mejoras a los ciudadanos que, quizás, no tienen capacidad de percibir a través de su situación económica individual el conjunto de la evolución de nuestras economías.
Pero, en esa percepción de la situación económica, del efecto de la integración europea, de la integración monetaria y económica sobre las economías individuales, pesan también factores de incertidumbre ante el futuro, factores de incertidumbre ante el futuro de los sistemas de protección social, de incertidumbre ante las consecuencias de la globalización y del envejecimiento de la población, y tenemos que dar respuesta a esas incertidumbres sin poner en peligro los fundamentos, las bases de la Unión Económica y Monetaria que hoy hemos estado analizando.
La Presidenta. – El debate queda cerrado.
La votación tendrá lugar mañana, jueves 12 de julio de 2007.