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Procedimiento : 2006/0086(COD)
Ciclo de vida en sesión
Ciclos relativos a los documentos :

Textos presentados :

A6-0410/2007

Debates :

PV 12/11/2007 - 20
CRE 12/11/2007 - 20

Votaciones :

PV 14/11/2007 - 3.3
Explicaciones de voto

Textos aprobados :

P6_TA(2007)0509

Acta literal de los debates
Lunes 12 de noviembre de 2007 - Estrasburgo Edición DO

20. Protección del suelo - Estrategia temática para la protección del suelo (debate)
Acta
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  Presidenta. − El punto siguiente se refiere al debate conjunto sobre:

– el informe de Cristina Gutiérrez-Cortines, en nombre de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria, sobre la propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo por la que se establece un marco para la protección del suelo y se modifica la Directiva 2004/35/CE (COM(2006)0232 – C6-0307/2006 – 2006/0086(COD)) (A6-0410/2007), y

– el informe de Vittorio Prodi, en nombre de Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria, sobre la estrategia temática para la protección del suelo (2006/2293(INI)) (A6-0411/2007).

 
  
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  Martin Schulz (PSE).(DE) Señora Presidenta, no habría vuelto a solicitar la palabra si el Comisario no hubiera intentado hacerse pasar por víctima en sus observaciones finales. Comisario, tendrá que aceptar que está usted en un foro europeo en el que tiene la obligación específica de ser muy cauteloso con lo que dice y lo que usted declaró en la entrevista concedida a Il Messaggero es objetivamente falso.

Ninguna autoridad europea tiene derecho a ir al campamento que sea, preguntar a nadie cómo se gana la vida y deportarlo si no es capaz de responder de inmediato. Ello es completa y rotundamente falso y, sin embargo, es lo que declaró en su entrevista a Il Messaggero, de manera que no se haga el ofendido si alguien se lo señala.

 
  
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  Presidenta. − Sea como fuere, el debate ha quedado cerrado. Lo siento, pero no es posible. Pensaba que deseaba usted tratar un punto del orden del día. El debate se ha cerrado. Procedamos. ... Me opongo a esta intervención. No podemos seguir con este tema; creía que el señor Schulz quería plantear una cuestión relativa al orden del día.

 
  
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  Stavros Dimas, Miembro de la Comisión. (EL) Señora Presidenta, permítame que comience dando las gracias al Parlamento y, especialmente, a los ponentes, la señora Gutiérrez-Cortines y el señor Prodi, a la Comisión de Medio Ambiente Salud Pública y Seguridad Alimentaria y a las demás comisiones por su aportación durante la primera lectura.

La propuesta de la Comisión de una estrategia temática para la protección del suelo se desprende del trabajo emprendido en 1998 por iniciativa del Ministerio de Medio Ambiente alemán. De resultas de unas prolijas consultas a los interesados y a los Estados miembros, el suelo se reconoció como un recurso natural valioso y su degradación en Europa se está convirtiendo en un problema. Posteriormente, la Comisión ha colaborado con las partes interesadas, sobre todo con el Parlamento y el Consejo, de manera que las cuestiones relativas a la protección del suelo puedan entenderse mejor y se pueda lograr un consenso en este ámbito.

La Resolución del Parlamento sobre la Comunicación de 2002 relativa a la protección del suelo contenía importantes recomendaciones a la Comisión sobre el camino que ésta debía seguir para garantizar una protección del suelo adecuada en Europa. Con las conclusiones adoptadas en Mallorca en 2002, el Consejo pidió a la Comisión que propusiera una estrategia amplia y de alcance sobre la protección de suelo, que comprendiera principios generales, objetivos cuantitativos y cualitativos adecuados y plazos para calibrar y evaluar las medidas previstas.

Permítanme que me refiera a cuestiones más concretas. Me parece muy satisfactorio que la degradación del suelo se reconozca como un grave problema que ha de superarse. En vista del gran interés mostrado por esta Cámara por la desertización, por ejemplo, es importante que en Europa nos comprometamos abiertamente a abordar las causas de este problema, tanto en Europa como en el resto del mundo. El cambio climático y ciertas prácticas de gestión del suelo inadecuadas están poniendo el peligro nuestro suelo. Determinar el alcance de la degradación y, posteriormente, desarrollar métodos para garantizar que el suelo se utilice de manera sostenible representa una aplicación directa de la estrategia basada en el conocimiento que el Parlamento valora acertadamente. Así pues, se garantizará que los esfuerzos sean más específicos y los recursos se emplearán con mayor eficacia para servir eficazmente a nuestros fines.

Las empresas tienen derecho a esperar que los Estados miembros apliquen la legislación comunitaria de manera coherente. En la evaluación de impacto ambiental elaborada por la Comisión, se estima que existen aproximadamente 3,5 millones de lugares en la UE con probabilidad de haber sufrido contaminación. Una proporción de los mismos, acaso un 15 %, ha sufrido contaminación sin lugar a dudas. Por consiguiente, es fundamental que las empresas confíen en la adopción de procedimientos similares para la identificación de lugares contaminados, lo que permitirá que se realicen las inversiones previstas.

También debemos tener en cuenta que existe una relación directa entre el cambio climático y el suelo. Por ejemplo, de acuerdo con un artículo de investigación publicado recientemente en la prestigiosa revista científica internacional Nature, a lo largo de los últimos 25 años, y únicamente en el Reino Unido, el suelo ha estado emitiendo 13 millones de toneladas de COa la atmósfera cada año, cantidad equivalente a la que habría emitido una cifra adicional de cinco millones de automóviles al año. Procede señalar que la capacidad del suelo de absorber carbono y convertirlo en humus útil no se aprovecha aún enteramente.

A la luz de lo expuesto, permítanme que resuma los objetivos básicos de las medidas propuestas por la Comisión:

En primer lugar, debe desarrollarse una política europea sobre el suelo que aúne un elevado grado de flexibilidad con la coherencia y la exhaustividad. A través de la creación de un marco para el uso sostenible del suelo, y con la adopción de medidas en origen, dicha política contribuirá a que se evite una ulterior degradación del suelo, de manera que se conserven sus vitales funciones de índole social, medioambiental y económica.

En segundo lugar, debe recabarse la necesaria información sobre las condiciones del suelo en Europa, de manera que podamos adoptar decisiones políticas basadas en el conocimiento y centrar nuestros esfuerzos en donde se haya identificado la degradación más grave.

En tercer lugar, los suelos degradados deben recuperarse en la medida de lo posible sobre la base de un análisis de las condiciones del suelo que llevarán a cabo los Estados miembros. El objetivo de la restauración debería consistir en lograr una calidad del suelo cuando menos coherente con el uso actual y previsto de la tierra.

En cuarto lugar, deberían adoptarse unas normas mínimas comunes para toda la UE con objeto de garantizar un planteamiento coherente en los Estados miembros en materia de protección del suelo. Estas normas comunes contribuirán a fomentar la transparencia y a evitar la distorsión del mercado interior.

El objetivo de la estrategia y de la Directiva consiste en formular una política europea de protección del suelo a largo plazo, de modo que, dentro de unos años, todos los Estados miembros hayan logrado importantes avances en este ámbito.

Desearía llamar su atención sobre ciertos aspectos clave de la Directiva marco sobre la protección del suelo:

En primer lugar, el documento elaborado tras el procedimiento de codecisión ha de ser inequívoco y proporcionar seguridad jurídica a las partes interesadas afectadas por este proceso legislativo. Debemos evitar introducir enmiendas que contengan lagunas jurídicas que restrinjan innecesariamente el ámbito de aplicación de la Directiva.

En segundo lugar, la propuesta ya incorpora un elevado grado de subsidiariedad y flexibilidad. Tengo entendido que se están proponiendo ciertas enmiendas para incrementar aún más el grado de subsidiariedad. Sin embargo, tendrán que cerciorarse de que tales enmiendas no creen dificultades en cuanto a la aplicación de la Directiva en todos los Estados miembros. Cabe aplicar lo expuesto, sobre todo, a las enmiendas que se refieren a programas de medidas en los ámbitos prioritarios especificados en la Directiva.

En tercer lugar, con objeto de lograr un elevado grado de protección medioambiental, tenemos que acordar un planteamiento coherente, al que se ciñan todos los Estados miembros, para la identificación de suelos contaminados. La supresión propuesta del anexo II nos impediría lograr nuestro objetivo.

Para terminar, permítanme que afirme que, en adelante, la Comisión seguirá la evaluación del asunto durante el debate de su propuesta en el Consejo y en el Parlamento Europeo. A continuación definirá su postura consiguientemente.

 
  
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  Cristina Gutiérrez-Cortines (PPE-DE), Ponente. – (ES) Señora Presidenta, yo quisiera, antes de hablar de la propuesta que va a ser votada mañana, dar gracias a los ponentes de todos los grupos políticos y, especialmente, quería dar gracias a Maruja Sornosa, del Grupo Socialista, y a nuestro amigo Prodi que, realmente, han trabajado mano a mano, han enriquecido la directiva, de la misma manera que el Grupo de los Verdes y otros muchos diputados.

El documento que mañana se va a votar es un documento con numerosas enmiendas que han sido el resultado de un acuerdo y, por tanto, ha sido enriquecido con la aportación de otros partidos políticos. Es un documento, en su mayor parte, consensuado. Y esto no es común en una política medioambiental que va a generar, diríamos, una política nueva europea y abre un nuevo camino.

Este documento es sumamente novedoso porque responde a una nueva manera de abordar las directivas. Nos encontrábamos con el problema de que, de veintisiete países, sólo nueve tenían una legislación para la protección del suelo. Y éste es un tema que vamos a tener que abordar en el futuro. Europa se ha desarrollado asimétricamente y, en este momento, hay muchos países que, en el ámbito de política del suelo, han hecho ya el doctorado y otros que están haciendo el bachillerato.

¿Cómo se puede conseguir una política de acuerdo, una política común con estas grandísimas diferencias? Ése es el reto con el que nos hemos encontrado. ¿Cuál ha sido la solución? Hemos ido al Tratado y visto que el artículo 249, al definir las directivas, dice que las directivas son objetivos comunes y, en cambio, la implementación y la aplicación se pueden dejar en manos de los países miembros. Y eso es lo que se ha hecho.

Los artículos 1 y 2 se han reforzado, hasta el 6 se han reforzado para que quede claro cuáles son los objetivos comunes. Es decir, la meta la tenemos visualizada. Sabemos cuál debe ser la meta a la que tenemos que ir. Y hemos de reconocer que la sostenibilidad es un proceso que tiene que tener metas claras. Pero todos los países no pueden andar al mismo ritmo. A aquellos que hasta ahora no han andado no se les puede pedir lo mismo que a los otros.

Por tanto, nosotros pedimos que la implementación sea una implementación que se deje en manos de los países miembros, respetando al máximo la subsidiariedad y, de esa manera, el miedo de algunos países -esos que tienen ya el camino recorrido- a que se repita su burocracia se elimina. Aquellos países que tengan una protección del suelo clara no tienen por qué volver a realizarla.

Esta política de flexibilidad se aplica también a que hay que reconocer que, dado el clima y las condiciones de cada país, ha de dejárseles que se pongan de acuerdo con sus ciudadanos para llevar a cabo esas políticas. De tal manera, por ejemplo, que en el artículo 8 garantizamos que los agricultores pueden pactar con sus Estados miembros la conservación del suelo y aquellos que ya lo tengan hecho no tienen que volver a repetir la legislación.

Ahora, esto significa que, al mismo tiempo, debemos garantizar que existe una política clara respecto a los suelos contaminados y, en ese sentido, la salud de los ciudadanos está por encima de todo y los objetivos de conservar la salud y tener transparencia para informar a los ciudadanos, esto está claro.

Y, ¿por qué me parece importante que exista una directiva frente a las críticas que no piden esto? Porque, señorías, nosotros tenemos que construir Europa basándonos en nuestras fortalezas, hemos de ir detrás de los países que han hecho las cosas bien. Y, en cambio, si no legislamos, entramos en la indeterminación y la inseguridad. Y la inseguridad y la indeterminación para el mercado y para la salud son una debilidad.

Construyamos Europa alrededor de las fortalezas, no de las debilidades. Ése es el camino que debemos recorrer.

Por otra parte, se garantiza la subsidiariedad, se advierte que no tiene que haber duplicidad burocrática y, también, la duplicidad legislativa. Y se responsabiliza a los Estados miembros de su concreción. Y es que libertad es responsabilidad.

En una Europa de veintisiete miembros, hemos de aprender que la política de medio ambiente no se puede hacer judicializando la implementación. No podemos basarnos sólo en los fiscales y en el Tribunal de Justicia para aplicarla. Tenemos que basarnos en la política común, en la fe, en la credibilidad y en la capacidad de los países para echarse a andar y llevar a cabo las mejores políticas. Por eso hemos acudido en gran medida a las buenas prácticas.

Otra novedad de esta directiva es que aborda, por primera vez, el cambio climático en relación con el suelo. Un tratamiento adecuado del suelo para las inundaciones, para la lucha contra la desertificación, contra la erosión. Y hay que tener en cuenta algo más: Europa y su paisaje son el resultado del trabajo del hombre, son el resultado de los agricultores como jardineros del paisaje. Nosotros hemos de tener en cuenta que la Europa del futuro ha de ser hecha por los ciudadanos y, por tanto, hay que, repito, marcar objetivos comunes, pero ayudarles a recorrer ese camino que garantice, además, la salud y el compromiso con la transparencia.

Muchas gracias y, de nuevo, gracias a los partidos políticos.

 
  
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  Vittorio Prodi (ALDE), ponente. – (IT) Señora Presidenta, Señorías, Comisario Dimas, querría darle las gracias y hacer extensivo mi agradecimiento a la ponente, señora Gutiérrez-Cortines. Se trata de un trabajo que hemos desarrollado juntos y espero que ello haya contribuido a mejorar el texto.

La Directiva que se debate hoy tiene como objetivo proteger el suelo europeo frente a fenómenos tales como la desertización, la erosión y la salinización, cada vez más vinculados al cambio climático y a la contaminación específica del suelo. Paradójicamente, pese a las numerosas reglamentaciones del uso y la liberación en el medio ambiente de sustancias contaminantes, no existía hasta la fecha una Directiva que estableciera disposición alguna en cuanto a la obligación de identificar y certificar el suelo gravemente contaminado antes de proceder a su mejora.

Sin embargo, este elemento parece molestar a ciertas personas, en esta Cámara y fuera de ella, que denuncian lo que denominan un ataque contra la subsidiariedad y la sofocante presencia de las instituciones europeas, que están empleando medidas como la Directiva marco sobre el suelo para acosar a los grupos de agricultores o empresarios con normas injustas y nuevas cargas administrativas y/o económicas.

¿De qué estamos hablando? Estamos hablando de la misma Directiva que concede a los Estados miembros un plazo de 25 años únicamente para la identificación en el territorio nacional de todas las zonas que podrían considerarse gravemente contaminadas y, por ende, comprometidas para diversos usos, tanto públicos como privados, de todas las zonas que corren un grave riesgo de desertización, erosión, salinización y pérdida de densidad.

Estamos hablando de directrices para la organización de un plan de mejora sistemático, donde resulte necesario, que redunde en interés de la colectividad. Estamos hablando de la protección de la salud humana junto a la protección del medio ambiente. Estamos hablando de una Directiva marco que no sólo respeta la autonomía de los Estados miembros, sino que no contiene disposiciones onerosas.

Cabe preguntarse por qué esta aversión por parte de algunos Estados miembros y diputados al Parlamento —los dos o tres de siempre— por aceptar una lista de actividades y lugares que han de ser objeto de una investigación exhaustiva por parte de las autoridades nacionales. ¿Qué es eso tan grave que pretenden ocultar? ¿Por qué tanta aversión, cuando sus gobiernos, en el Consejo, han aceptado ya el carácter vinculante de la investigación de todos los lugares propuestos por la Comisión en el anexo II, así como el principio de transparencia que debe prevalecer en las transacciones ligadas al suelo?

Además, un planteamiento europeo sobre el control del suelo aportará un valor añadido y mejorará la capacidad de los Estados miembros de conocer el suelo propio. En cualquier caso, los informes a la Comisión serán prácticamente automáticos, ya que se basarán en estudios por satélite. Acaso se desconoce que existe ya un trabajo realizado por la Comisión, el Soil Atlas of Europe, que representa un buen ejemplo de lo que se puede lograr si se trabaja conjuntamente.

Sin embargo, existe otro argumento a favor de un planteamiento comunitario de la protección del suelo, a saber, el cambio climático, que representa un reto para toda Europa. Dicho reto consistirá en el agravamiento de los fenómenos climáticos extremos: lluvias intensas, sequías más prolongadas, más lluvias y menos nevadas y el aumento del nivel del mar. Esto implica que tenemos el deber de gestionar el suelo, precisamente para luchar contra los retos citados: incrementar los tiempos de retención del agua en todo el territorio para evitar las inundaciones y favorecer la recuperación de los niveles freáticos, sobre todo en la costa, de modo que se impida la infiltración de agua salada, más probable debido al aumento del nivel del mar.

La gestión forestal, para controlar el riesgo de incendios, ya que el agravamiento de las sequías entrañará un mayor riesgo de desertización en caso de incendio. A propósito, este tipo de gestión del territorio fomentará el uso de energías renovables la hidroeléctrica y la biomasa. Por último, no debemos olvidar la función que desempeña el suelo en el equilibrio de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Así pues, les invito a que reflexionen, durante la votación del miércoles, sobre la necesidad, ahora más que nunca, de una estrategia y de una Directiva que puedan garantizar a las futuras generaciones el uso y el disfrute del mismo suelo por cuya protección debemos velar ahora, habida cuenta de que cada Estado miembro se enfrenta a las mismas amenazas y a los mismos riesgos medioambientales. El suelo es un recurso, un recurso escaso en Europa, y debemos maximizar su disponibilidad.

 
  
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  Joan Calabuig Rull (PSE), Ponente de opinión de la Comisión de Industria, Investigación y Energía. – (ES) Gracias, señora Presidenta y también gracias al Comisario Dimas por su decidido impulso a esta directiva.

Queremos saludar la propuesta de la Comisión ya que con ella, desde luego, se pretende proteger el suelo y preservar su capacidad para seguir desarrollando sus funciones medioambientales, económicas, sociales y culturales, todas ellas, desde luego, esenciales para la actividad humana.

Se nos propone, además, como bien ha dicho el Comisario, una norma flexible, ambiciosa en sus objetivos y no excesivamente prescriptiva en su contenido. Dentro de un marco común, de un mínimo común denominador, los Estados miembros van a definir su propio nivel de intervención, permitiendo un uso más eficaz de las capacidades administrativas a nivel nacional.

Pese a las resistencias exageradas de algunos sectores a esta directiva, es evidente que el suelo es un recurso vital, esencialmente no renovable y que está sufriendo una creciente presión medioambiental en la que la acción humana tiene una notable responsabilidad.

Se calcula, por los informes que se han comentado aquí, que el coste de degradación del suelo asciende a 40 000 millones de euros al año aproximadamente, unos costes que soporta la sociedad en forma de daños a las infraestructuras, incremento de costes de la asistencia sanitaria y otros muchos elementos.

Esta directiva, desde luego, se basa en el principio de precaución y de acciones preventivas, en el principio de que los daños medioambientales deben ser rectificados en su origen y de que quien contamina, paga.

Esta norma permitirá paliar los efectos transfronterizos de la degradación del suelo, que también existen, y contribuirá a asegurar la igualdad de condiciones en el mercado interior.

Y quiero resaltar este aspecto, porque las diferentes obligaciones que se pueden imponer a los operadores económicos según los distintos regímenes nacionales de protección de suelos pueden producir un falseamiento de la competencia.

En conclusión, la directiva para la protección del suelo es un paso adelante que permitirá competir con mayor transparencia y protegerá ámbitos de interés común como el agua, la seguridad de los alimentos y la salud humana.

 
  
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  Neil Parish (PPE-DE), ponente de opinión de la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural. – Señora Presidenta, hubiese preferido sinceramente que esta Directiva no hubiera llegado hasta aquí. Hubiese preferido apoyar el rechazo de la misma, no porque no quiera que se proteja el suelo, ya que redunda en beneficio nuestro que lo esté. ¿Pero constituye la Directiva la forma correcta de avanzar?

Comisario Dimas, usted ha dicho que, de momento, sólo nueve Estados miembros tienen legislación aprobada para proteger el suelo. Yo diría que es competencia de los otros 18 Estados miembros aprobar la legislación para proteger el suelo y no deberíamos promover necesariamente otra Directiva. Ya tenemos una Directiva sobre aguas subterráneas y una Directiva sobre nitratos. Por lo que respecta a la agricultura, tenemos una gran cantidad de legislación sobre ecocondicionalidad que trata del suelo y de la compactación del mismo. Sé que la ponente está haciendo cuanto puede para dejar a la agricultura fuera de la propuesta, pero me temo sin embargo que lo que conseguiremos será más burocracia y más problemas para los agricultores.

El Comisario ha afirmado asimismo que existen 300 tipos de suelos en toda la Unión Europea. Resulta muy difícil tener una Directiva general que cubra todas estas particularidades. Basta con contemplar la agricultura en un año como este, en el que ha habido sequías en algunos Estados miembros y otras han tendido una meteorología muy húmeda, con muchas precipitaciones. Si este año se extraen patatas en muchos de los Estados miembros septentrionales, en los que ha habido lluvias copiosas, entonces por supuesto que se provocará una compactación. Es necesario hacerlo para recoger la cosecha. Eso se puede corregir al año siguiente removiendo el subsuelo y reparando el daño ocasionado al suelo.

Necesitamos flexibilidad en todo este tema. Verdaderamente pienso que la idea de contar con una nueva Directiva para imponer más reglamentación a nuestros agricultores y a nuestra industria representa el camino erróneo.

 
  
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  Karsten Friedrich Hoppenstedt, en nombre del Grupo del PPE-DE. (DE) Señora Presidenta, Señorías, la Directiva sobre la protección del suelo, y la estrategia temática para la protección del suelo se cuentan entre los temas más importantes de la presente sesión plenaria, y también lo han sido durante las últimas semanas y meses en las comisiones.

Por lo general una estrategia —en este caso sobre el suelo— se trata con antelación a la Directiva correspondiente por una buena razón. La ventaja de avanzar gradualmente reside por lo general en que en un primer momento se procede a un debate transparente de los intereses, de manera que los nuevos puntos de vista pueden tenerse en cuenta al elaborar la directiva. En cuanto a las fuertes críticas vertidas contra la propuesta de Directiva sobre la protección del suelo de la Comisión, un debate previo del tema habría sido sin duda de ayuda para, entre otras cosas, aplacar los ánimos.

En contraste con el carácter normal de una Directiva marco, la propuesta de la Comisión —y tal es también mi opinión— incluye disposiciones muy rígidas y detalladas y obliga a los Estados miembros a realizar numerosos exámenes e informes, lo que daría lugar a una elevada carga administrativa. Es algo inaceptable.

Los nuevos Estados miembros cuentan ya con una legislación nacional sobre protección del suelo que funciona bien. Para ellos, la propuesta de la Comisión exigiría en algunos casos una completa reestructuración de sus respectivos sistemas: un alto grado de duplicación reglamentaria y una carga administrativa adicional. Por ello, como ya se ha dicho, numerosos Estados miembros han expresado su escepticismo frente a esta Directiva.

No obstante, durante los últimos meses he trabajado con denuedo en la transformación de la propuesta de la Comisión, en su reescritura. Básicamente, se trataba de conceder a los Estados miembros un mayor margen de maniobra y, al mismo tiempo, de seguir persiguiendo el objetivo de mitigar el constante deterioro del suelo a nivel europeo.

Espero que, en último extremo, con la colaboración de nuestra amiga la señora Gutiérrez-Cortines, hayamos logrado un resultado razonable, asimismo en lo que atañe a la importancia del tema de la protección del suelo en general, un resultado que pueda adquirir un carácter modélico mundial, aparte de su dimensión europea. Por ello, desearía expresar mi más encarecido agradecimiento a la ponente, de nuevo, por ofrecer una solución que ha permitido alcanzar una transacción.

 
  
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  María Sornosa Martínez, en nombre del Grupo PSE. – (ES) Señora Presidenta, señor Comisario, señorías, en la legislación europea los recursos y medios naturales importantes (el agua, el aire, las especies, los hábitats de flora y fauna) tienen una normativa comunitaria específica, mientras que el suelo como recurso no la tiene. Es hora de solventar este desequilibrio y, por lo tanto, agradezco a la Comisión la propuesta, lo mismo que agradezco a la ponente, señora Gutiérrez-Cortines, el trabajo que ha realizado.

El suelo, ya lo hemos dicho muchos, es un recurso natural no renovable, y por tanto limitado, que cumple numerosas e importantes funciones ecológicas y económicas, y es la base de la práctica totalidad de las actividades humanas. Sin duda alguna, la implicación del sistema normativo institucional europeo en esta materia servirá de estímulo para mejorar la normativa que se está llevando a cabo en muchos países, encuadrándola en un marco coherente y apoyada en regulación y, eventualmente, en recursos de origen europeo.

Respecto al carácter inamovible del suelo, que parece ser aducido por algunos para justificar las preferencias por un tratamiento nacional o subsidiario respecto a una política europea, la propia comunicación de la Comisión Europea ya argumenta suficientemente el porqué de la necesidad de una estrategia a escala europea, y algunos colegas, como el señor Calabuig Rull, lo han nombrado.

Existen varios Estados miembros que no son demasiado proclives a la normalización de la protección del suelo a nivel europeo y, por ello, entendemos que es acertado el enfoque que se pretende dar tanto a la estrategia como a la directiva, en el sentido de que sea un instrumento jurídico flexible, ambicioso y no excesivamente prescriptivo. Esto hace que pueda servir para que cada Estado miembro lo adapte a sus necesidades y a la situación social y económica, puesto que se han previsto un marco y unos objetivos a largo plazo.

En definitiva, considero que el esquema metodológico de la propuesta de directiva, basado en la prevención, la sensibilización ciudadana, la información, la identificación de zonas prioritarias de degradación e inventarios de terrenos contaminados y programas de medidas y estrategias nacionales de rehabilitación, corresponde a un planteamiento coherente, eficaz y flexible para el tratamiento del problema de la degradación de los suelos en Europa, respetando la diversidad de situaciones y opciones nacionales.

Por ello, pido a esta Cámara, en primer lugar, un «no» rotundo al rechazo frontal que ha producido esta propuesta en algunos sectores, y el apoyo a las enmiendas de transacción que hemos alcanzado tras largas negociaciones.

Tal vez esta no sea la directiva que nos gustaría a todos, pero justamente, al estar todos un poco en contra de esta directiva, puede que sirva para un futuro.

 
  
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  Holger Krahmer, en nombre del Grupo ALDE. (DE) Señora Presidenta, en primer lugar desearía transmitir mi más sincero agradecimiento a la ponente, señora Gutiérrez-Cortines, quien ha desplegado una gran cantidad de energía durante los últimos meses en la intermediación entre los defensores y los detractores de la Directiva y quien, al final, ha logrado sentar las bases para la consecución de una transacción viable.

Sin embargo, sigo siendo de la misma opinión que los diputados de esta Cámara que desean que se rechace la propuesta de la Comisión. Para evitar cualquier malentendido: nuestros suelos son la base de nuestra existencia. Sin un suelo sano no existe agricultura, no se desarrolla el ciclo natural de los nutrientes y, a la larga, no existe vida. Estamos obligados a proteger nuestros suelos de las influencias nocivas, donde proceda, y a mantenerlos en una buena condición.

Sin embargo, esta Directiva no es el método adecuado para lograr tal fin. No creo que se nos plantee en este caso la pregunta de si deseamos proteger más o menos nuestros suelos sino que, a nivel europeo, la pregunta es, a mi juicio, la siguiente: ¿forma ello parte de nuestras competencias o no? Yo creo que no.

Consiguientemente, numerosos Estados miembros han desarrollado legislaciones en materia de protección del suelo que funcionan y que, de hecho, prestan mayor atención y ofrecen mejores soluciones a los problemas locales de cuanto sería posible lograr a través de una reglamentación centralizada procedente de Bruselas. Por ende, pido a la Cámara que apoye las enmiendas que disponen que los Estados miembros conserven su margen de maniobra.

Aparte, nos disponemos a crear una ingente cantidad de burocracia y de gastos para la administración y para las empresas. Con arreglo a determinadas enmiendas, el mero de establecimiento de una sociedad industrial podría emplearse como pretexto para encargar la realización de prolijos exámenes e informes.

Permítanme que les ilustre con un ejemplo, a saber, el de la construcción de plantas de transformación industrial de gas. Éstas descomponen el aire normal, que es una mezcla de gases, en sus componentes, lo que no perjudica en absoluto el suelo. No deberíamos preocuparnos de cuestiones como ésta, sino únicamente de aquéllas con respecto a las que se albergue una sospecha justificada de que puedan contaminar el suelo.

Creo que es hora de que nos abstengamos de elaborar y publicar informes sobre la situación del suelo. Se trata de una restricción de la libertad de celebrar contratos. La venta de terrenos se somete al Derecho civil por una buena razón y así debería seguir sucediendo. Señorías, espero que, en último extremo, logremos una Directiva que garantice verdaderamente la protección del suelo y que no suponga sobre todo un aumento de la carga administrativa.

 
  
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  Janusz Wojciechowski, en nombre del Grupo UEN. – (PL) Señora Presidenta, hay un dicho conocido en muchos países: «más vale tarde que nunca». Vamos retrasados con la protección del suelo, tras varias décadas de devastación, como es evidente principalmente en las regiones industriales, pero es bueno que nos hayamos dado cuenta de que el suelo nos da de comer y que no debemos destruirlo. No debemos tratarlo como un artículo comercial ni llevar a cabo políticas en virtud de las cuales el mayor negocio consista en la adquisición de tierras de cultivo y su sustracción de la producción agrícola para otros fines.

Esta política ya está pagando por sus errores. Es bueno que por fin nos demos cuenta y empecemos a proteger el suelo, nuestro proveedor. Permítanme recordarles la idea expresada en la opinión de la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural, según la cual una condición para la protección efectiva del suelo es el mantenimiento y el desarrollo de la agricultura. Un suelo cultivado por agricultores mantiene su fertilidad pero, si se le priva de esta atención, se transforma en desierto. En nombre del Grupo Unión por la Europa de las Naciones, apoyo los informes de la señora Gutiérrez-Cortines y el señor Prodi.

 
  
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  Hiltrud Breyer, en nombre del Grupo Verts/ALE.(DE) Señora Presidenta, estamos a favor de un «sí» definitivo a la protección del suelo en el ámbito europeo. De todos es sabido que el suelo es nuestro principal recurso no renovable. El deterioro del suelo cuesta a la UE más de 38 000 millones de euros cada año. En Alemania, sólo el 2 % del suelo se conserva en su estado natural. El 12 % de los suelos de la UE están afectados por la erosión.

El deterioro del suelo no respeta las fronteras nacionales. Estamos segando la hierba bajo nuestros propios pies con el modo en que estamos utilizando nuestros suelos. La propuesta de la UE era buena, iba en la dirección correcta, y deberíamos haber intentado mejorarla. Sé que la ponente luchó por ello pero, desgraciadamente, la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad suavizó e incluso inutilizó muchos puntos de la propuesta, presionada por los conservadores y los grupos de presión agrícolas. No puedo entender que en la Comisión de Medio Ambiente hayamos acordado mantener el secretismo sobre los suelos que contienen contaminación heredada. Espero que aún seamos capaces de corregirlo mañana. Es una deuda con la transparencia y con el Convenio de Aarhus.

También es sabido que el cambio climático y la buena calidad de los suelos van de la mano, y que el suelo constituye una reserva importante de dióxido de carbono que pierde continuamente su capacidad de retener CO2. Debido a que la Comisión de Medio Ambiente ha intentado suavizarla, me temo que, desgraciadamente, será imposible que la Directiva de protección del suelo sea ambiciosa. No obstante, necesitamos una protección eficaz del suelo con plazos y criterios compartidos.

En resumen, necesitamos objetivos eficaces y específicos para detener el deterioro de los suelos en la Unión Europea. No debemos renunciar a la creación de algo que sea legalmente vinculante a causa de este supuesto compromiso. Sólo medidas vinculantes jurídicamente nos permitirán poner en marcha una estrategia ambiciosa del suelo.

 
  
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  Roberto Musacchio, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (IT) Señora Presidenta, señoras y señores, tenemos ante nosotros una directiva muy importante y positiva. Quisiera dar las gracias al Comisario, el señor Dimas, por encargarse del tema. Lo digo como diputado de un Grupo que, a menudo, critica las directivas y a la Comisión; esta vez no es ése el caso.

Esta Directiva supondrá un enorme paso adelante para Europa, desde el punto de vista de la calidad y de la eficacia de sus políticas. Con la finalización de las directivas marco sobre los elementos naturales, el suelo será considerado una parte clave de la biosfera, un elemento fundamental del equilibrio medioambiental y climático, y no sólo una plataforma sobre la que construir.

El suelo está vivo, absorbe CO2, produce biomasa; debemos protegerlo e incluso mejorarlo, porque el suelo europeo está especialmente contaminado. Europa lo sabe. Mantuvimos un debate largo y difícil en la comisión y quisiera agradecer a Cristina Gutiérrez-Cortines su que actuara con tanta decisión en este tema.

Sin embargo, existe el riesgo de que el Parlamento interfiera en el texto de la Comisión. No me gusta que ocurra, siempre prefiero que el Parlamento se adelante a la Comisión. Alguien ha sugerido incluso que se debería rechazar la Directiva, pero ése sería un grave error. Europa debe mirar al futuro. El suelo bajo nuestros pies es suelo que todos compartimos, es parte de nuestro planeta. Es el único suelo que tenemos, y debemos cuidarlo.

 
  
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  Kathy Sinnott, en nombre del Grupo IND/DEM. – Señora Presidenta, alcanzo a detectar cierta lógica en la legislación a nivel de la UE que regula la calidad de las aguas y el aire. Las compartimos en la UE y, de hecho, a nivel global. No obstante, pienso que la lógica falla en el tema de la protección de los suelos. Los suelos son mucho menos móviles y, además de fijar unos estándares razonables para su protección, deberían ser competencia de los Estados miembros y, dentro de ellos, las autoridades locales. Antes de que la UE asuma un control excesivo de los suelos, tal vez necesitemos hacer un poco de investigación de los mismos.

En Irlanda, algunas de las políticas problemáticas en términos de degradación del suelo han venido directamente impuestas desde Europa. Por ejemplo, la reforma del azúcar en la UE eliminó la remolacha de la rotación del trigo. La siembra de remolacha acondicionaba el suelo y lo hacía más apropiado para los cereales. Además, las subvenciones forestales de la UE a lo largo de los años se han traducido en la plantación improcedente de abetos que, al crecer, han hecho más ácido el suelo y, al ser talados, en algunos casos han compactado el suelo, convirtiéndolo en estéril, mientras que en otros lo han desprendido de las colinas, de donde ha sido arrastrado a los ríos y los lagos.

El suelo varía enormemente, pero debe estar vivo y en renovación. La UE debería prohibir la destrucción del suelo, pero dejar su cuidado y gestión a la gente que conoce su composición en cada zona.

 
  
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  Irena Belohorská (NI). - (SK) Antes de fijarnos en la formulación de la Directiva marco propuesta para la protección del suelo, deberíamos preguntarnos si es necesario que la UE legisle en esta área.

Deberíamos tener en cuenta la opinión de la Comisión de Asuntos Jurídicos, en la que claramente se manifestó que no era necesaria una legislación para la protección del suelo en la UE bajo la tesis de que el suelo no tiene implicaciones transfronterizas y que es, por consiguiente, un asunto regional. Pese a que otras comisiones, en sus respectivas opiniones, estuvieron por lo general a favor de que la UE legislara en esta área, ciertos grupos aún siguen dudando. Por ejemplo, en la enmienda al artículo 5 de la opinión de la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural se indica claramente que la degradación del suelo tiene causas y efectos locales o regionales y, por ello, es esencial adoptar medidas nacionales en lugar de europeas. Ésta parte parece contradecir el resto del texto, que está claramente a favor de la Directiva marco. Se pueden encontrar fórmulas similares en la enmienda de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad al artículo 2.

Por otro lado, es importante admitir que la degradación del suelo, como recurso no renovable, tiene consecuencias significativas en otros campos para los que ya existe legislación, tales como la calidad del agua, la seguridad alimentaria, el cambio climático, etc. Aunque ambas partes tengan algo de razón en lo referente a la necesidad de una Directiva marco, creo que la decisión de adoptar o rechazar el marco europeo será de índole política.

Quisiera comentar el cambio en el carácter del informe de negativo a positivo. Un ejemplo es la sustitución del término «zona de riesgo» por el de «zona prioritaria». Creo que en las áreas en las que es necesario detener urgentemente la degradación del suelo debemos usar terminología urgente; el suelo en riesgo debe ser señalado por un término negativo para subrayar lo serio de la situación.

 
  
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  Jan Březina (PPE-DE). - (CS) Señora Presidenta, Comisario, en primer lugar quisiera agradecer a los ponentes su trabajo sobre la propuesta en cuestión. Desgraciadamente, sin embargo, debo respaldar la postura de la Comisión de Asuntos Jurídicos, que apela a la comisión responsable a proponer el rechazo de la propuesta de la Comisión.

Las razones citadas por la comisión son válidas y lo siguen siendo a pesar de los cambios sustanciales hechos a la propuesta en los últimos meses. El suelo no tiene implicaciones transfronterizas y, por ello, debería seguir siendo competencia de los Estados miembros. Por lo tanto, a pesar de los cambios positivos, la propuesta sigue representando una infracción del principio de subsidiariedad. Respecto a la proporcionalidad, adoptar una legislación semejante podría ser visto como un despilfarro de recursos. Además, es importante recordar que en la UE existen muchos tipos de suelos diferentes que se usan de maneras diversas.

Es cierto que la Directiva en cuestión se ha convertido en lo que podríamos llamar una «directiva marco flexible». Además, como resultado de nuestra nueva filosofía, la Directiva es vinculante en lo que respecta a los resultados, pero deja la decisión de la forma y el método en manos de los Estados miembros. Es muy positivo que no sea necesario revisar la legislación existente sobre dichos objetivos en los Estados miembros. Así, nos acercamos realmente a los principios de subsidiariedad y proporcionalidad. Un efecto colateral positivo de esta legislación sería la presión que deberían soportar los Estados miembros cuya legislación de protección del suelo fuera inadecuada, aunque no estoy seguro de que éste sea el mejor modo de presionarlos. Después de sopesar los argumentos a favor y los argumentos en contra, creo que no es necesario adoptar la Directiva propuesta. Los Estados miembros pueden proteger sus suelos por sí mismos. Quisiera concluir citando las palabras del filósofo francés que dijo que, si una ley no es esencial, no debe ser escrita.

 
  
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  Karin Scheele (PSE).(DE) Señora Presidenta, soy otra representante que cree que la protección del suelo es indudablemente una tarea de la Unión Europea, y que el Parlamento Europeo debería por tanto adoptar esta Directiva marco. Sinceramente, yo tampoco entiendo los comentarios sobre el hecho de que no se ha tenido en cuenta la diversidad de los tipos de suelos en nuestros Estados miembros. Voy a volver a leer la Directiva con atención e intentar averiguar a qué se refieren los otros diputados, porque yo no he visto las medidas y propuestas inflexibles de las que hablan.

También quisiera mencionar la función de la agricultura ya que, desde mi punto de vista, la enmienda de compromiso entre las diversas partes es muy importante. Requiere que los Estados miembros, al usar el suelo con fines agrícolas, incentiven métodos de cultivo y forestación que puedan tener un efecto beneficioso para la materia orgánica y la fertilidad del suelo, para así prevenir los corrimientos de tierra y la desertificación.

Asimismo, se deberían incentivar los métodos agrícolas que evitan la compactación y erosión de los suelos. Sabemos que, a menudo, la agricultura menoscaba la calidad de los suelos, y creo que esta precisión es absolutamente esencial. No creo que la fórmula «apoyo a la agricultura a cualquier precio» sea suficiente para proteger los suelos en el ámbito regional, nacional o incluso europeo.

 
  
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  Zbigniew Krzysztof Kuźmiuk (UEN). – (PL) Señora Presidenta, una Directiva marco sobre la protección del suelo sería, desde mi punto de vista, un instrumento que promovería la producción de alimentos y suministros adecuados de agua limpia para las futuras generaciones de ciudadanos de la UE.

El suelo también desempeña muchas otras funciones importantes: es un sustrato para la actividad humana, junto con las ciudades y las infraestructuras, y también para la naturaleza y los valiosos paisajes. La protección del suelo es esencial para el mantenimiento de nuestro patrimonio natural y nuestras materias primas.

En vista de esta situación, una Directiva marco flexible que reconozca el principio de subsidiariedad será un instrumento que alentará a los Estados miembros a proteger sus suelos. Una directiva expresada en términos semejantes es vinculante para los Estados miembros en lo que respecta a los resultados que se deben alcanzar en materia de protección del suelo, pero deja a los Estados miembros la elección de las formas y los métodos usados para lograr dicha protección.

Son dignas de mención las propuestas contenidas en la Directiva que obligan a los Estados miembros a preparar listas de zonas contaminadas, incluso a escala regional, para que se publiquen y actualicen cada cinco años. Es información importante para la protección de la vida y la salud de los ciudadanos de la UE.

 
  
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  Marie Anne Isler Béguin (Verts/ALE). - (FR) Señora Presidenta, también yo quisiera felicitar en primer lugar a los ponentes y aplaudir el arduo trabajo de la señora Gutiérrez para llegar a un resultado con el fin de proteger nuestros suelos.

Al contrario que otros diputados, creo que una iniciativa legislativa más vinculante habría hecho posible una protección mejor.

Lamento también que aquellos de nuestros colegas cuyos países poseen una reglamentación más rigurosa que la propuesta sigan intentando debilitar este informe con enmiendas que les pido encarecidamente que rechacen mañana.

Nuestra actividad agrícola e industrial y nuestros planes de transporte han turbado la calidad de nuestros suelos. Sin embargo, esos suelos son el soporte de la biodiversidad y de nuestra alimentación. Llevan a cabo el filtrado y el almacenamiento de las materias orgánicas y minerales, y favorecen nuestro acceso al agua. Desempeñan una función de primer plano en la lucha contra el cambio climático. Además, ante el aumento de la demanda de producción alimentaria y energética, es indispensable salvaguardar y restaurar la calidad de los suelos y prevenir la desertización.

Así, sin una legislación a escala europea, no hay que esperar resultados.

 
  
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  Bastiaan Belder (IND/DEM).(NL) Señora Presidenta, hablo en nombre de mi colega, el señor Blokland.

Este debate es una prueba más de que la política del suelo propuesta es muy polémica. Ahora que existen dos propuestas —la estrategia y la Directiva— parece como si se estuviera introduciendo una nueva rama de la política medioambiental. Digo «parece» porque no hay nada más lejos de la realidad. La gestión sostenible del suelo ya aparece en primera plana en 33 directivas europeas, como la Directiva Marco del Agua. ¿Por qué, entonces, presentar legislaciones solapadas, que entrañan aún más cargas, en particular para los Estados miembros que ya tienen una política del suelo que funciona bien?

Apoyaré la estrategia temática del señor Prodi. En mi opinión, los Estados miembros que aún han de desarrollar una política del suelo deben hacerlo basándose en la estrategia. La Directiva marco, por el contrario, es desproporcionada y, en mi opinión, contraviene el principio de subsidiariedad. A diferencia del aire y el agua, el suelo no tiene una dimensión transfronteriza, y las políticas se aplican a menudo a escala local o regional. Ésta también es la razón por la que yo —es decir, el señor Blokland— me he unido a los firmantes de la enmienda en la que se rechaza la propuesta de la Comisión.

 
  
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  Jim Allister (NI). - Señora Presidenta, estamos familiarizados con la idea de que una expropiación de tierras es la apropiación injustificada de una propiedad que pertenece a otra persona. Me parece que la Directiva sobre el suelo equivale a una apropiación injustificada de poder por parte de Bruselas y, desde luego, conlleva una oleada inevitable de nueva burocracia.

El suelo, como ya se ha dicho en este debate, a diferencia del aire y del agua, no fluye de un Estado a otro. No tiene dimensión transfronteriza. Por tanto, la política sobre el suelo es y debe seguir siendo un asunto propio de los Estados miembros.

La PCIC, las obligaciones sobre ecocondicionalidad, la Directiva sobre los vertederos y la Directiva sobre los nitratos ya obligan a una participación de la UE más que suficiente. Por tanto, no voy a pedir perdón por apoyar el rechazo total de esta propuesta ávida de poder.

Pero, si como es de esperar, la UE decide a pesar de todo entrometerse en este asunto nacional, entonces una de las iniciativas que podría contemplar es la de introducir un pago a los agricultores para cubrir los sumideros de carbono en el uso del suelo y las prácticas agrícolas

 
  
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  Françoise Grossetête (PPE-DE). - (FR) Señora Presidenta, mi primer impulso ante esta propuesta de Directiva, fue rechazar el texto. Además, pienso que una directiva marco quizás no sea la solución apropiada.

¿Para qué un texto más sobre la protección de los suelos cuando tenemos ya todo un abanico de reglamentaciones relativas a los suelos, los residuos, los plaguicidas y la protección de la naturaleza? En el marco de legislar mejor, pensaba que no debíamos dar la impresión de pasar una vez más por el aro de la Comisión Europea. Me ponía, sobre todo, en el lugar de los alcaldes de nuestros municipios, que iban a encontrarse con otro texto más que diseccionar.

Pero hay una realidad: las prácticas humanas no han respetado los suelos. Para producir de forma intensiva, hemos agotado los suelos. A esto se suman el cambio climático y la desertización. Las políticas urbanas han mineralizado los suelos, los han degradado, y nuestros conciudadanos se sorprenden de vivir hoy inundaciones catastróficas porque los suelos ya no absorben la lluvia. ¿Quién no ha visto las llagas abiertas en el paisaje que representan las canteras, que sin embargo nos abastecen de materiales tan útiles?

Suelos empobrecidos, desecados, degradados, contaminados, dañados, en esto se ha convertido esta tierra de la que hablaban con veneración las generaciones anteriores, porque, para ellas, la tierra lo era todo: el trabajo, el alimento, la vida, el único bien de muchos. Hoy, miramos con recelo a la tierra nutricia de antaño. ¿Cuáles serán las consecuencias de esta degradación, de esta contaminación, sobre nuestro medio ambiente y nuestra salud?

La señora Gutiérrez ha realizado un trabajo notable, tratando de buscar un enfoque aceptable, de acercar a los que no querían esta Directiva y a los que la querían. Ha escuchado al Parlamento y encontrado posiciones equilibradas, que respetan la subsidiariedad necesaria en la elección de los métodos, ya que existe una disparidad enorme entre los Estados miembros. El texto final ha evolucionado mucho. Evita aumentar las cargas administrativas, incitándonos a reparar los errores que cometimos en el pasado con nuestras prácticas agrícolas, industriales y urbanas, que no han respetado los suelos. Este informe, completamente remodelado por la señora Gutiérrez, es satisfactorio. En la Unión Europea, la diversidad de suelos es tal que es esencial garantizar la subsidiariedad, al mismo tiempo que se asegura la protección y el uso sostenible de los suelos.

 
  
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  Gyula Hegyi (PSE). - (HU) Es nuestro objetivo fundamental garantizar un medio ambiente sano para nuestros ciudadanos, y existe legislación estricta de la Unión para la mayoría de elementos de nuestro medio ambiente. El suelo es el único elemento medioambiental que aún no hemos sido capaces de reglamentar, de modo que actualmente no hay ningún instrumento de la Unión que permita detener la contaminación del suelo y la erosión de su calidad, pese a que esto nos causa a todos daños por valor de muchas decenas de millones de euros.

Según la legislación vigente, sólo es obligatorio actuar contra la contaminación del suelo cuando dicha contaminación afecta a otros elementos medioambientales: el agua subterránea, el agua dulce, los productos agrícolas, o cuando sea demasiado tarde para actuar. Celebraría la adopción de esta nueva Directiva por parte de la Unión Europea, y me complace que se haya creado un paquete de compromisos que es aún más aceptable desde la perspectiva de la protección medioambiental.

También es importante desde el punto de vista de Hungría que, como muchos de nosotros han propuesto, la legislación aborde también la acidificación del suelo. Ésta es una amenaza grave para la producción agrícola, por lo que debe ser combatida mediante los instrumentos de la Unión. El reconocimiento de las zonas contaminadas fomentará la búsqueda de soluciones para que podamos prevenir la contaminación de las aguas freáticas destinadas al consumo humano y, naturalmente, el cultivo de plantas contaminadas. La reglamentación del suelo es, pues, de interés para los agricultores.

Por lo tanto, espero que ciertos diputados al Parlamento Europeo de la derecha política, incluidos, sorprendentemente, algunos diputados húngaros, no triunfen en su intento de evitar la adopción de una Directiva que protege los intereses de la agricultura y el medio ambiente de Hungría. Siguiendo el espíritu de la Directiva, la rehabilitación de las zonas no cubiertas que estén contaminadas o cuyos suelos estén degradados será tarea de la Unión, para lo cual habrá que encontrar recursos en los futuros presupuestos comunitarios.

 
  
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  Jeffrey Titford (IND/DEM). - Señora Presidenta, esta propuesta de Directiva sobre protección del suelo tiene enormes lagunas de credibilidad. Primero, los contenidos y las calidades del suelo en diferentes partes de un país concreto varían considerablemente. ¿Cuánta más discrepancia no habrá entre los suelos de 27 países diferentes con climas enormemente dispares? Es absurdo sugerir que la UE pueda introducir una Directiva modelo único sobre el suelo desde el Mediterráneo hasta Escandinavia.

Ahora unas palabras en nombre de nuestros agricultores, de por sí ya sometidos enorme presión, muchos de los cuales han escrito a mi oficina del distrito electoral para poner seriamente en duda la necesidad de una Directiva sobre protección del suelo. Han señalado acertadamente que ellos tienen un interés muy personal en proteger el suelo, ya que constituye su sustento. Sugieren asimismo que vendría a imponerles otra carga gravosa, debido a la incapacidad de otorgar el debido reconocimiento a la legislación nacional existente.

La segunda gran laguna de credibilidad se deriva de la miope política sobre fronteras de la UE, que ha fomentado una inmigración masiva desde Europa Oriental a mi país. Eso ha generado la necesidad de un programa igualmente ingente para construcción de viviendas en cada centímetro cuadrado de tierra disponible; cerca de tres millones de viviendas nuevas para 2002, según se nos ha dicho. Incluso el cinturón verde se halla amenazado. Sepultar montones de hectáreas bajo hormigón armado no es mi idea en cuanto a la mejor forma de proteger el suelo.

 
  
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  Lambert van Nistelrooij (PPE-DE).(NL) Señora Presidenta, Comisario, apoyo la estrategia del suelo elaborada en el informe Prodi, pero me opongo a la Directiva sobre el suelo. Y lo hago claramente con arreglo a los principios de subsidiariedad y proporcionalidad.

Por lo tanto, he presentado una enmienda que la rechaza, pero también otra que opta por otro instrumento: la coordinación abierta. Se pueden lograr todos los objetivos de esta manera. Después de todo, está muy claro que todo esto se centra en la estimulación, el intercambio de conocimientos y la supervisión. Todo es posible, incluido el apoyo financiero de la Unión.

Se mantiene el riesgo de duplicación: se han designado de nuevo zonas prioritarias, e incluso el lecho marino se ha vuelto a incluir en el debate. Los ciudadanos de mi país, los Países Bajos, no entienden el por qué de una legislación innecesaria de la instancia superior, de ámbito europeo. Como se ha dicho, ya existen más de 30 directivas relacionadas con la calidad del suelo, sea de forma directa o indirecta. ¿De qué serviría una legislación central cuando es posible adoptar un enfoque descentralizado? No obstante, aprecio el intento de la señora Gutiérrez-Cortines de dirigir las normas en la dirección de la subsidiariedad.

Por ultimo, he presentado muchas más propuestas, con 40 firmas. Son enmiendas destinadas a aumentar el énfasis en la calidad y la protección del suelo y a responder a los nuevos desafíos, como el cambio climático. Sin embargo, no se debería adoptar ninguna legislación a nivel europeo. Ruego a mis colegas diputados que apoyen mis enmiendas a este respecto.

 
  
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  Dorette Corbey (PSE).(NL) Señora Presidenta, doy las gracias a la señora Gutiérrez-Cortines, aunque debo decir que, desgraciadamente, no estamos de acuerdo con ella.

Hay muchos lugares en Europa que sufren contaminación u otros problemas del suelo, como la erosión. Estos problemas deben ser resueltos lo más rápidamente posible. Supongo que todo el mundo está de acuerdo.

La Comisión propone resolver los problemas de los suelos en toda Europa y, en mi opinión, ahí está el problema. A fin de cuentas, los problemas del suelo a menudo son locales, y sólo en casos específicos tienen un efecto transfronterizo real.

Es deseable la cooperación europea en los casos de problemas de suelo con efecto transfronterizo, y en tales situaciones son importantes la solidaridad y la cooperación. Sin embargo, en el caso de problemas locales y nacionales, la política europea es totalmente innecesaria. Muchos Estados miembros ya tienen una buena política nacional para solucionar y prevenir los problemas del suelo. Sus políticas ofrecen un nivel de protección al menos tan alto como el que ahora tenemos sobre la mesa.

La Directiva sobre el suelo debería tomar en consideración a dichos Estados miembros —deberían estar exentos de las obligaciones europeas— y es por ello por lo que votaremos en contra de esta Directiva.

 
  
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  Mairead McGuinness (PPE-DE). - Señora Presidenta, he venido a este debate desde la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural, donde hemos rechazado la propuesta de Directiva. Apoyo la estrategia Prodi con algunas reservas.

Todos nosotros queremos que nuestros suelos estén protegidos, pero pienso que a quienes nos afecta esta Directiva, creemos que no es necesario hacerlo de esta forma. El señor van Nistelrooij ha sugerido una forma mucho mejor de realizarlo, por medio de coordinación abierta. La dificultad que veo en términos de protección del suelo es que no estamos investigando suficientemente sobre cómo proteger los suelos y que muchos investigadores y asesores en el sector agrícola están dedicados a rellenar formularios, unos formularios que se crean aquí, en la Unión Europea, y que les distrae de sus tareas de participar con los agricultores en buenas prácticas en cuanto a la protección del suelo.

A los agricultores les resulta muy difícil hacer frente a una mayor burocracia. Todos los días tratan de este tema, de la ecocondicionalidad. Creo que los suelos están siendo protegidos mediante buenas prácticas agrícolas. Se trata de un asunto propio de cada Estado miembro. Tenía la esperanza de que el debate de esta noche aquí me convenciera de que necesitamos una Directiva, pero por ahora no ha sido así.

Reconozco el trabajo realizado por la ponente, y ciertamente ha borrado muchas de las inquietudes que podíamos tener, pero sigo preguntándome para qué necesitamos todo esto. Pienso que los agricultores irlandeses, que ahora se encuentran en gran medida preocupados por el Tratado de la Reforma, van a entender esto como otro intento por sofocarles en su actividad cotidiana, a menos que podamos convencerles que no es así.

Reitero que mi preocupación radica en que la labor de investigación y asesoramiento está quedando destruida casi en su totalidad por los niveles de burocracia que ha creado la UE. Sí, tenemos que ocuparnos de los suelos que están contaminados, pero contamos con Directivas que ya lo hacen; están en funcionamiento. El debate de hoy no ha conseguido convencerme de que necesitemos una Directiva así. Voy a permanecer receptiva hasta el final de este debate y ver si logra convencerme, pero por ahora, me temo que no lo ha hecho. Sí a la estrategia, pero no a la Directiva.

 
  
  

PRESIDE: Mario MAURO
Vicepresidente

 
  
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  Péter Olajos (PPE-DE). - (HU) Gracias, señor Presidente. En primer lugar, quisiera felicitar a la señora Gutiérrez por haber empleado mucho tiempo y energía en la redacción de un borrador que ha conseguido llegar a la sesión plenaria y a las votaciones, a pesar de la resistencia que se puede experimentar en el Parlamento.

Hoy, cuando las condiciones meteorológicas extremas causadas por el cambio climático y la civilización suponen una carga cada vez mayor para el suelo y para el mundo entero, esta legislación es de especial importancia. En mi opinión, la Directiva es una de las declaraciones más relevantes sobre la importancia de la actividad agrícola y del infinito mérito de las personas que trabajan para mantener, proteger y mejorar el suelo. Sin ellos, no sólo estaríamos privados de alimentos, sino que también nuestro medio ambiente sufriría daños graves.

La aplicación con conocimiento de causa de prácticas de agricultura sostenible es uno de los pilares de la protección medioambiental. Sin embargo, una de las condiciones más importantes para ello es la información: una información sobre la situación del suelo accesible al público sería uno de los frutos de la nueva legislación, que protegería por fin a la población y a los agricultores en vez de a quienes contaminan.

En mi país, Hungría, la imagen es típicamente doble: por un lado, hay una tierra de calidad excelente y un alto grado de protección legislativa pero, por el otro, existe una gran contaminación industrial causada por cuarenta años de comunismo, cuya reversión exigirá, al menos, 40 años más y 4 000 millones de euros. Ahora mismo estamos gastando dinero de la Unión en solucionarlo, pero quisiéramos acelerar el proceso en el futuro, y esta legislación sería de gran ayuda.

Por último, señoras y señores, si adoptamos la Directiva de protección del suelo estaremos completando un proceso también en un sentido teológico. Ya hemos reglamentado todos los elementos que crearon el mundo: el aire, el agua, el fuego —es decir, la energía— y la Unión protege su importancia completa y adecuadamente, así que ahora es el turno del cuarto elemento, la tierra, para completar el círculo. Muchas gracias.

 
  
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  Frieda Brepoels (PPE-DE).(NL) Señor Presidente, Secretario, quisiera comenzar felicitando sinceramente a nuestra ponente, la señora Gutiérrez-Cortines, y agradeciéndole su enorme esfuerzo por alcanzar un equilibrio entre aquéllos que están a favor y aquéllos que están en contra de esta Directiva, en el contexto de este difícil expediente.

Personalmente, estoy firmemente convencida de que una Directiva europea sobre la protección del suelo es necesaria, por varios motivos. Espero tener aún una oportunidad de convencer a la señora McGuinness.

Algunos diputados rechazan la Directiva marco porque su país ya tiene legislación suficientemente extensa sobre el suelo. Mi región —Flandes— también lleva algunos años desarrollando una política del suelo progresiva. Por ejemplo, hace ya tiempo que está en vigor un sistema de certificados obligatorios del suelo para las transferencias de propiedad, algo inconcebible en muchos Estados miembros actualmente.

Quisiera dar la vuelta al razonamiento de dichos diputados. Esta Directiva flexible no sólo ofrece un marco para los Estados miembros que aún no tienen una política del suelo, sino que también es claramente capaz de prevenir que se menoscabe la posición competitiva de los países y las regiones que ya están haciendo un esfuerzo. Por este motivo, es muy importante que todos los Estados miembros adopten las medidas presentadas en el informe.

Es cierto que se produce un efecto transfronterizo en muchos lugares: por ejemplo, la erosión en Flandes podría generar sedimentos en los Países Bajos y viceversa. La Directiva también proporciona un marco coherente para la legislación existente sobre la protección del suelo.

Podría dar más razones, pero, por limitaciones de tiempo, concluiré diciendo que el informe sobre el que se discute hoy cubre todas las necesidades mencionadas mucho mejor que la propuesta original de la Comisión. Yo misma he presentado varias enmiendas y estoy muy satisfecha con el resultado.

La propuesta aporta a los Estados miembros un margen de actuación suficiente, no crea cargas administrativas adicionales ni duplicaciones y reconoce explícitamente la función de las autoridades regionales. Por ello, espero un amplio apoyo de mis colegas diputados en la votación de mañana.

 
  
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  Robert Sturdy (PPE-DE). - Señor Presidente, permítame en primer lugar felicitar a la señora Gutiérrez-Cortines. Pienso que ha realizado un trabajo absolutamente fantástico en un informe que ni es necesario ni deseado por muchos de nosotros y que, Comisario Dimas, a mi juicio desacredita totalmente a esta Cámara y a la Comisión. Ustedes están elaborando una legislación que es completamente innecesaria.

Lo que deberían estar haciendo es aplicar la legislación que tenemos. La Comisión normalmente fracasa de plano en su esfuerzo por aplicar la legislación que ya existe. Puedo citar varios casos, pero no quiero hacerlo ahora mismo. En lo concerniente, por ejemplo, a su compañero, el señor Kyprianou: acabamos de sufrir otro brote de fiebre aftosa en el Reino Unido, tenemos lengua azul (fiebre catarral ovina); hoy se anunciado que tenemos gripe aviar. Ha prometido poner fin a todo ello. Iba a hacer todo lo posible para detenerlo. Yo le he creído. Creo a la Comisión cuando dice algo, y sin embargo lo que ocurre es que no aplica la legislación existente para impedir que se produzca este tipo de situaciones. Hago un llamamiento a esta Cámara para que rechace de plano esta propuesta de legislación.

Pienso que la señora Gutiérrez-Cortines ha realizado un trabajo absolutamente fantástico y voy a apoyarla totalmente si esta Cámara decide no rechazarlo, pero voy a referirme escuetamente a algo que han dicho la señora Scheele y la señora Corbey sobre la erosión. Estoy totalmente de acuerdo con ellas. La erosión constituye un problema importante, pero no necesariamente en la Unión Europea. Es un problema allá donde existe deforestación y eso es algo a lo que podríamos poner remedio.

Pienso que las apreciaciones del Allister son totalmente correctas. Creo que la Comisión nos está fallando. Falla a la hora de aplicar los Reglamentos.

Les quiero dejar con un último pensamiento. Como agricultor, el suelo constituye mi vida. Lo protegeré todo lo mejor que sepa. No generen más legislación. Déjenme que me ocupe de la protección del suelo, que proporciona los alimentos, que proporciona los ingresos a la gente que vive en las comunidades rurales.

 
  
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  Horst Schnellhardt (PPE-DE).(DE) Señor Presidente, Comisario, señoras y señores, lo que afirma la Comisión (que el suelo es la base crucial de la producción sostenible y a largo plazo de alimentos, piensos y biomasa) es cierto.

También es cierto que no podemos estar satisfechos con el estado de los suelos en la Unión Europea, pero asumir por ello que necesitamos una directiva de ámbito europeo es ir en la dirección equivocada. ¿Por qué? No estamos teniendo en cuenta el hecho de que ya existen numerosos reglamentos en la Unión Europea que son aplicables al suelo y que podríamos usar de manera eficaz. Algunos ejemplos son la Directiva sobre hábitat, la Directiva relativa a la prevención y el control integrados de la contaminación, la Directiva marco del agua, la Directiva sobre las aguas subterráneas y las normas sobre condicionalidad: con ellas, podemos influir económicamente en la mejora de la situación en los países individuales. Todas constituyen medidas existentes y, si añadimos la Directiva de protección del suelo, se creará una duplicidad normativa —una legislación paralela— que sólo acarreará más burocracia.

¡Decimos que queremos reducir la burocracia en un 25 % para el año 2010, pero con esta Directiva lograremos lo contrario! Haremos aumentar la burocracia en un 25 %. En el Tratado nos comprometimos a reglamentar en el ámbito local todo lo que pudiera ser reglamentado mejor en dicho ámbito, y eso es lo que debemos hacer, lo más rápido posible. No obstante, la afirmación de que el deterioro del suelo está causando el cambio del clima es inaceptable. Los científicos afirman de modo unánime que el deterioro es el resultado del cambio climático, no su causa.

Seguramente la ponente ha trabajado mucho en este tema, pero es inaceptable que las normas aplicadas por otras directivas tengan prioridad: no tenemos directivas prioritarias y directivas secundarias.

Si realmente queremos conseguir algo, ajustémonos al método de coordinación abierta y transfiramos los conocimientos técnicos de país a país. Ése es el enfoque adecuado y, sin duda, dará sus frutos. Esta Directiva sólo conlleva burocracia y legislación confusa.

 
  
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  Markus Pieper (PPE-DE).(DE) Señor Presidente, ¿cuál es el valor añadido? ¿Cuál es la justificación de los reglamentos europeos sobre la protección del suelo? Los argumentos de la Comisión sobre los efectos transfronterizos son más bien artificiales, al menos desde el punto de vista ecológico. Tampoco puedo aceptar el argumento de que el mercado interno está distorsionado por las diferentes legislaciones nacionales de protección del suelo. Si ésa fuera realmente la opinión de la Comisión, no nos presentaría una Directiva marco que otorga a los Estados miembros la mayor autodeterminación posible en la definición de los objetivos de protección del suelo. En vez de compensarlas, aumentaría las diferencias en la legislación de la protección del suelo. ¿No revela este enfoque el hecho de que la Comisión no está segura de cómo proceder en lo relacionado con la subsidiariedad de la legislación sobre el suelo en lugares específicos? En este caso, en el que todos deseamos una mejor protección del suelo, pero las legislaciones nacionales difieren, ¿no deberíamos utilizar en primer lugar el instrumento de coordinación abierta? Así lo creo yo.

La Directiva marco da el segundo paso antes que el primero. Estamos desperdiciando la oportunidad de que los países sin legislación aprendan de aquéllos que disponen de excelentes prácticas de protección de los suelos. Además, sufriremos la burocracia, especialmente los países que ya tienen una legislación estricta. ¿Por qué deberían tener que inspeccionar su territorio y definir zonas de riesgo, pese a disponer ya de una legislación ejemplar? No necesitamos esta burocracia, al igual que tampoco necesitamos el sistema de protección del suelo con marco de oro que ahora nos pide Europa.

Para concluir, un comentario sobre el argumento de que el propio Parlamento pidió esta Directiva hace años. Sí, ese era el caso hace cinco años y más. Sin embargo, en este tiempo hemos adoptado la Directiva sobre hábitats, la Directiva relativa a la prevención y el control integrados de la contaminación, la Directiva marco del agua y muchas más. Además, a diferencia de los Comisarios, nosotros debemos rendir cuentas en el ámbito local. Por ello, no nos aferramos a los planes a cinco y diez años cuando las empresas y las autoridades locales del terreno nos dicen que es demasiado bueno. Reconozco los esfuerzos de la ponente dirigidos a flexibilizar la Directiva, pero es mejor evitar la burocracia en el origen. Todavía podemos hacerlo rechazando la Directiva.

Espero que enviemos al Consejo el mensaje claro de que no puede esperar que sus países acepten esta ola de burocracia.

 
  
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  Stavros Dimas, miembro de la Comisión. − Señor Presidente, ante todo quiero dar las gracias a los oradores en este debate por sus contribuciones positivas y me gustaría exponer el parecer de la Comisión sobre una serie de asuntos clave planteados por el Parlamento.

Permítanme decir que la Comisión va a vigilar la evolución de su propuesta en el Consejo y en el Parlamento y a considerar su posición a la luz de tales desarrollos.

Empezaré por aquellos aspectos de la estrategia temática que aparecen en el informe de la Comisión sobre Medio Ambiente y que no están recogidos en la Directiva.

Acojo con agrado el apoyo contenido en el informe en cuanto a abordar la protección del suelo a nivel europeo y los vínculos esenciales entre protección del suelo y cualquier estrategia para combatir el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la desertización.

Coincido asimismo con el hecho de revisar la legislación medioambiental existente para explotar totalmente y seguir reforzando las posibles sinergias con la protección del suelo.

Por último, la resolución que ustedes han aprobado propone una serie de recomendaciones relativas a una nueva Directiva sobre residuos biológicos y una Comunicación sobre desertización.

La Comisión tendrá en cuenta estas recomendaciones a la hora de desarrollar nuevas medidas para poner en práctica la estrategia temática.

Permítanme referirme ahora a la Directiva marco sobre el suelo y exponer el pensamiento actual de la Comisión acerca de las cuestiones planteadas.

Muchas de las enmiendas planteadas por la Comisión de Medio Ambiente constituyen una clarificación útil a la propuesta. Me estoy refiriendo, en concreto, a una mejor clarificación del objetivo de la legislación y el papel desempeñado por las funciones del suelo para garantizar el uso sostenible del mismo en el artículo 1, conforme a la enmienda 36. Además, elementos como la introducción de códigos voluntarios de buenas prácticas o un anexo no vinculante sobre posibles medidas para combatir la degradación del suelo pueden ser apoyados en los artículos 4 y 8, conforme a parte de las enmiendas 58 y 65.

La inclusión de la acidificación a la lista de procesos de degradación del suelo que es necesario combatir a fin de tener en cuenta las distintas condiciones de suelo que existen en algunos nuevos Estados miembros. La Comisión también considera la clarificación introducida en la disposición referente a la identificación de terrenos contaminados en el artículo 10, conforme a la enmienda 74, como una mejora al texto.

No obstante, también hay una serie de enmiendas que constituyen motivo de preocupación para la Comisión. Primero, la enmienda 30 al artículo 1, para supeditar la Directiva marco sobre el suelo a otra legislación de la Unión Europea, de manera que las disposiciones sobre protección del suelo, contenidas en otras legislaciones comunitarias, prevalezcan sobre las de esta Directiva.

Segundo, está claro que tiene que haber una fecha en la cual deban estar elaborados los programas de medidas para afrontar las amenazas agrícolas.

Tercero, algunas enmiendas, como la enmienda 77 relativa al artículo 12, suprimen las disposiciones que se refieren a la información sobre contaminación del suelo que debe suministrarse en el caso de determinadas transacciones de terrenos.

El informe sobre el estado del suelo es un componente muy importante de la propuesta de la Comisión. Aumentará el nivel de transparencia en transacciones de terrenos, ayudará a las autoridades competentes a identificar terrenos contaminados y acelerará la confección del inventario. Los costes derivados de la elaboración de este informe son insignificantes comparados con las cantidades de transacciones de terrenos de tales emplazamientos industriales.

Me gustaría resaltar la importancia de mantener una lista común de actividades en el anexo 2. Este anexo tiene una importancia fundamental si se quiere conseguir un inventario significativo, aplicable, sistemático y económico de terrenos contaminados.

Muchos Estados miembros y regiones usan ya una lista muy similar para realizar sus investigaciones. Es muy importante disponer de una lista común para garantizar la ejecución armonizada y evitar una distorsión del mercado interior para los distintos sectores.

De esa forma ofreceríamos a los inversores, los operadores económicos, las autoridades públicas y a la sociedad en general la certidumbre y una base común para evaluar los progresos en cuanto a la identificación de terrenos contaminados.

Voy a facilitar a la Secretaría del Parlamento una lista completa de la posición actual de la Comisión sobre las enmiendas(1). Como ya he mencionado, puedo asegurarles que la Comisión va a hacer un seguimiento de la evolución de su propuesta en el Consejo y el Parlamento y considerar su posición a la vista de ello.

Una vez más quiero dar las gracias a los ponentes por su trabajo.

miembro de la Comisión. −

Posición de la Comisión sobre las enmiendas del Parlamento

Informe Gutiérrez-Cortines (A6-0410/2007)

La Comisión va a hacer un seguimiento de la evolución de su propuesta en el Consejo y en el Parlamento y a considerar su posición a la luz de tales desarrollos. La posición actual de la Comisión en cuanto a las enmiendas propuestas es que hay 50 enmiendas que la Comisión puede aceptar en su totalidad, en parte o en principio.

Se trata de las enmiendas: 1, 7, 12, 13, 15, 20, 22, 30, 36, 41, 42, 45, 47, 49, 53, 55, 58, 59, 61, 62, 63, 64, 65, 69, 73, 74, 79, 80, 83, 86, 89, 90, 92, 96, 98, 99, 103, 104, 108, 115, 117, 137, 142, 143, 144, 145, 146, 147, 148 y 150.

No puede aceptar 111 enmiendas: 2, 3, 4, 5, 6, 8, 9, 10, 11, 14, 16, 17, 18, 19, 21, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 31, 32, 33, 34, 35, 37, 38, 39, 40, 43, 44, 46, 48, 50, 51, 52, 54, 56, 57, 60, 66, 67, 68, 70, 71, 72, 75, 76, 77, 78, 81, 82, 84, 85, 87, 88, 91, 93, 94, 95, 96, 97, 100, 101, 102, 105, 106, 107, 109, 110, 111, 112, 113, 114, 116, 118, 119, 120, 121, 122, 123, 124, 125, 126, 127, 128, 129, 130, 131, 132, 133, 134, 135, 136, 138, 139, 140, 141, 149, 151.

 
  
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  Presidente. − Se cierra el debate.

La votación sobre el informe Gutiérrez-Cortines tendrá lugar el miércoles a las 12 del mediodía y la votación sobre el informe Prodi, el martes a las 11.30 de la mañana.

Declaraciones por escrito (artículo142)

 
  
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  Richard Seeber (PPE-DE), por escrito. – (DE) A la luz del reciente acuerdo sobre el Tratado de Reforma, el Parlamento Europeo, y con él toda la UE, debe apoyar y reforzar esta confirmación renovada del espíritu de cercanía a los ciudadanos y de la protección de la subsidiariedad, comenzando por las iniciativas actuales.

La presente propuesta sobre la Directiva marco de protección del suelo no hace justicia a este propósito. La burocracia que requerirá no tiene nada que ver con la utilidad real de la Directiva y no podrá justificarse de modo alguno ante los ciudadanos de Europa. Es más bien lo contrario: se opone a la decisión del Consejo Europeo de reducir la burocracia en la UE en un 25 % para 2012. El suelo es en primer lugar y ante todo un recurso local.

La protección eficaz del suelo debe, pues, ser llevada a cabo en la esfera que sea más conveniente: la local o la regional. Sólo en dichos ámbitos se puede tratar de manera exhaustiva la amplia gama de características del suelo. A pesar de las grandes mejoras introducidas por la ponente, rechazo esta propuesta porque contraviene el principio de subsidiariedad. Algunos Estados miembros ya tienen reglamentos muy buenos, que podrían incluso quedar debilitados por esta Directiva. Si fuera necesario, el método de coordinación abierta podría proporcionar una solución.

 
  
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  Witold Tomczak (IND/DEM). – (PL) La degradación del suelo es un hecho. Un factor de este estado de cosas es… la política agrícola común. La autosuficiencia alimentaria se ha alcanzado a costa de la intensificación de la agricultura y la degradación del suelo.

El aumento en la eficiencia económica lleva a la eliminación de los agricultores pequeños y medianos, la inmensa mayoría de los cuales emplean prácticas más ecológicas que los grandes negocios agrícolas orientados a los beneficios. Éste es el último aviso para ralentizar el proceso de abandono de las tierras de cultivo y volver a un modelo de agricultura racional y equilibrado que proteja los suelos. Sin embargo, la distribución actual de los subsidios agrícolas no respeta este modelo. Los subsidios se dirigen sobre todo a cuestiones agrícolas y grandes explotaciones intensivas. ¡El 1,39 % de los beneficiarios recibe casi el 30 % de los subsidios! La PAC debe ser corregida. Su principal objetivo debería ser la producción de alimentos saludables, no el aumento de la competitividad. Un buen suelo debería ser un elemento clave de esta nueva política. Por ello, apoyo todas las acciones que sirvan para proteger el suelo y restaurar su fertilidad.

No compitamos con productos procedentes de monocultivos y con la cría intensiva de ganado. Digamos NO a la carne barata atiborrada de hormonas. No compitamos con frutas que tienen escaso valor nutricional, con vino barato de baja calidad o con alimentos modificados genéticamente, de cuyas consecuencias aún sabemos poco.

El modelo agrícola europeo debería hacernos destacar en el mundo y ser un ejemplo para él.

 
  

(1) Posición de la Comisión sobre las enmiendas del Parlamento, véase Anexo

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