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Procedimiento : 2007/2218(ACI)
Ciclo de vida en sesión
Ciclo relativo al documento : A6-0445/2007

Textos presentados :

A6-0445/2007

Debates :

PV 28/11/2007 - 14
CRE 28/11/2007 - 14

Votaciones :

PV 29/11/2007 - 7.29
CRE 29/11/2007 - 7.29
Explicaciones de voto
Explicaciones de voto

Textos aprobados :

P6_TA(2007)0573

Acta literal de los debates
Miércoles 28 de noviembre de 2007 - Bruselas Edición DO

14. Aprobación de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea por el Parlamento Europeo (debate)
Acta
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  Presidenta. – De conformidad con el orden del día, se procede al debate del informe (A6-0445/2007) de Jo Leinen, en nombre de la Comisión de Asuntos Constitucionales, sobre la aprobación por el Parlamento Europeo de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (2007/2218(ACI)).

 
  
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  Manuel Lobo Antunes, Presidente en ejercicio del Consejo. (PT) Señora Presidenta, señora Vicepresidenta de la Comisión, Señorías, la proclamación solemne de la Carta de los Derechos Fundamentales el próximo 12 de diciembre en Estrasburgo por los Presidentes del Consejo, el Primer Ministro portugués José Sócrates, el Parlamento Europeo y la Comisión Europea constituirá, sin lugar a dudas, uno de los momentos más significativos de la historia reciente de la Unión y de la Presidencia portuguesa de la Unión Europea.

Daremos un paso al frente y un paso con importantes implicaciones concretas para la consolidación de los valores universales de la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad. Gracias al nuevo Tratado de Lisboa, la Carta tendrá el mismo valor que los Tratados; en otras palabras, será jurídicamente vinculante. Este hecho, por su importancia, debe ser debidamente destacado y es algo de lo que todos nosotros, el Parlamento, los Gobiernos nacionales y la Comisión, debemos estar orgullosos. Marca el fin de un largo camino.

El alcance de la decisión de dotar de valor jurídico a la Carta de los Derechos Fundamentales transciende los círculos políticos y diplomáticos habituales, adentrándose directamente en la esfera jurídica de nuestros conciudadanos. Es un resultado concreto de Europa. Es cierto que las reformas institucionales del Tratado de Lisboa son importantes y también es verdad que los cambios realizados en las políticas de la Unión, la Política Exterior y de Seguridad Común, la política de justicia y asuntos de interior y otros ámbitos, son importantes para que la Unión pueda acometer el futuro y abordar los desafíos que se nos presentan. Pero la existencia de un catálogo de derechos, vinculante para las instituciones europeas y para los Estados miembros cuando apliquen el Derecho europeo, tiene un significado que va mucho más allá de todo eso. A partir de este momento, colocamos a los ciudadanos en el centro del proyecto europeo.

Ya que hablamos de derechos fundamentales, quiero también, en nombre de la Presidencia y en nombre de mi propio país, manifestar mi satisfacción con el Protocolo del Tratado de Lisboa, que prevé la adhesión de la Unión al Convenio Europeo de Derechos Humanos. Y es que ese Protocolo representa el logro de una ambición largo tiempo albergada.

Por todo ello, no puedo más que felicitar a este Parlamento y al señor Leinen por la aprobación de este proyecto de informe el pasado 12 noviembre en la Comisión de Asuntos Constitucionales. Se ha vuelto a demostrar el compromiso de esta Cámara con los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Sólo me queda expresar mi más sincero deseo de que la Cámara pueda emitir un voto favorable y permitir que el próximo día 12 de diciembre las tres instituciones proclamen solemnemente la Carta de los Derechos Fundamentales.

(Aplausos)

 
  
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  Margot Wallström, Vicepresidenta de la Comisión. − Señora Presidenta, la Carta de los Derechos Fundamentales será un instrumento clave en nuestra Unión basada en el Estado de Derecho. Contiene un verdadero catálogo de derechos de los que todos los ciudadanos de Unión deberían gozar, desde los derechos individuales relativos a la dignidad, las libertades, la igualdad y la solidaridad a los derechos vinculados al estatuto de ciudadano y la justicia. La Carta no modificará las competencias de la Unión sino que ofrecerá una consolidación de los derechos y una mayor libertad para los ciudadanos.

Las instituciones, organismos, oficinas y agencias de la Unión habrán de respetar los derechos recogidos en la Carta y los Estados miembros habrán de someterse a las mismas obligaciones cuando apliquen la legislación de la Unión. Los ciudadanos podrán reivindicar ante los tribunales los derechos recogidos en la Carta y el control judicial del Tribunal de Justicia garantizará que la misma se aplique correctamente.

La Comisión se congratula de que se haya conservado el carácter vinculante de la Carta a lo largo de las negociaciones en la Conferencia Intergubernamental. Al igual que el Parlamento, habríamos preferido que la Carta se aplicara en los 27 Estados miembros, sin excepciones a las posibilidades de acogerse a la misma, pese a lo cual no debemos subestimar los resultados obtenidos. La validez jurídica constituye un importante avance en pos de construir una Unión legítima y responsable, en la que los intereses de los ciudadanos representen el centro de atención. Ello no era obvio en un inicio y, para alcanzar dicha meta, ha habido que recorrer un largo camino.

La Carta proclamada en 2000 no era jurídicamente vinculante. Durante la Convención Europea de los años 2002 y 2003 y en la CIG subsiguiente de 2003 y 2004, se modificó para hacerla jurídicamente vinculante, pero dicho proceso se detuvo debido al fracaso en la ratificación del Tratado Constitucional.

Durante el Consejo Europeo de junio de 2007, se acordó que el nuevo Tratado futuro contuviera una referencia cruzada a la Carta, en su versión modificada y, por último, aprobada en 2004, y que aquélla tendría el mismo valor jurídico que los Tratados, extremo que se refleja en el nuevo Tratado.

El ponente propone que el Parlamento apruebe la Carta, lo que representa un paso necesario antes de su proclamación solemne y, por supuesto, la Comisión apoya plenamente esta recomendación. La Comisión aprobará asimismo la Carta durante la próxima semana y autorizará al Presidente a que la proclame el 12 de diciembre junto a los Presidentes del Parlamento y del Consejo.

La proclamación de la Carta modificada facilitará la base para la inclusión de una referencia cruzada en el nuevo Tratado, el cual se firmará al día siguiente en Lisboa, lo que representará una ampliación del valor jurídico y de la posibilidad de reivindicar los derechos recogidos en aquélla

Con el nuevo Tratado y con la Carta de los Derechos Fundamentales, la Unión potenciará innegablemente su nivel de protección de los derechos humanos. La Unión Europea no es sólo un mercado sino asimismo un espacio común basado en valores y en derechos comunes.

 
  
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  Jo Leinen, ponente. (DE) Señora Presidenta, señor Presidente en ejercicio del Consejo, señora Vicepresidenta, Señorías, la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea es un elemento fundamental del Tratado de Lisboa; de hecho, podríamos incluso decir que es el alma del nuevo Tratado de Reforma. Celebro que las tres instituciones estén de acuerdo en que el Tratado de Lisboa no trata únicamente de instituciones o de políticas; trata de personas, de los 500 millones de personas que viven en la Unión Europea. Esta Carta es una expresión visible del hecho de que la Unión Europea se preocupa por la protección de nuestros ciudadanos en lo que respecta a todos los actos jurídicos que emanan de la Unión Europea.

La Carta de los Derechos Fundamentales constituye, por tanto, un hito. Estamos pasando de una Europa de los estados a una Europa de los ciudadanos, y en el Parlamento Europeo hemos acogido siempre con satisfacción ese cambio. Con esta Carta y con los 50 derechos y libertades en ella contenidos, la Unión Europea tendrá el catálogo más moderno y completo de derechos fundamentales del mundo. No existe nada parecido en el resto del mundo, así que debemos estar orgullosos de ese logro. Empezando por el artículo 1, que habla de la protección de la dignidad humana, y a lo largo de toda la Carta hasta el último artículo, que trata sobre el derecho a no ser castigado dos veces por el mismo delito penal, la Carta refuerza la protección de los derechos y menciona también derechos que no se encuentran necesariamente en todas las constituciones de los 27 Estados miembros. Quiero llamar simplemente su atención sobre la prohibición de la clonación reproductiva de seres humanos por medio de la tecnología genética moderna, el derecho a la protección de los datos personales, el derecho a la libertad de información y el derecho de acceso a documentos, pero también el derecho a una buena administración, a una «buena gobernanza», que es lo que predicamos nosotros al resto del mundo, pero que también nos lo tenemos que aplicar, lógicamente, a nosotros mismos.

Por primera vez, un catálogo de derechos fundamentales pone los derechos económicos y sociales en el mismo plano que los derechos políticos y las libertades civiles. En la era de la globalización, estoy seguro de que con esta Carta se proporcionará una protección adecuada a los ciudadanos. Como se ha dicho otras veces en este Parlamento, es lamentable que el nuevo Tratado no reproduzca el texto de la Carta en su totalidad, ya que no es tan visible como podría haberlo sido. No obstante, creo que debemos destacar, con satisfacción, el artículo 6 del Tratado de Lisboa, que dice: «La Unión reconoce los derechos, libertades y principios enunciados en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, la cual tendrá el mismo valor jurídico que los Tratados.» Eso acaba con cualquier duda que pudieran tener los ciudadanos de la Unión Europea y les confirma que, con este Tratado, podrán reclamar sus derechos ante los tribunales nacionales y, en última instancia, ante el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas en Luxemburgo.

Todavía tenemos que volver a aprobar esta Carta en sesión plenaria, puesto que ha sido modificada y la nueva versión no es, lamentablemente, tan buena como la Carta de 2000. Me refiero sobre todo al artículo 52, que se ha suavizado, y a los posibles problemas de interpretación de las cláusulas muy poco precisas que contiene dicho artículo. No obstante, la Carta ha sido rescatada y va a formar parte de los Tratados. Creo que la Carta es un símbolo. Como ya se ha dicho en esta Cámara, la UE no es sólo un gran mercado con una unión monetaria asociada; la UE es una comunidad de valores y su cometido es la defensa de esos valores en sus políticas interiores y también en las políticas exteriores de Europa.

Es muy lamentable que dos Estados miembros, Reino Unido y Polonia, hayan optado por la exclusión voluntaria. Nos parece lamentable y quiero hacer un llamamiento a los Gobiernos y Parlamentos de esos dos países para que no escatimen esfuerzos en revocar esa exclusión lo antes posible, para que los 27 Estados miembros puedan funcionar sobre la misma base en lo que respecta a la defensa de los derechos y valores fundamentales de la Unión Europea. Apoyo, por tanto, la aprobación de la enmienda de los Verdes en este sentido, que votaremos mañana como un anexo a nuestro informe de la Comisión de Asuntos Constitucionales. Les pido, por tanto, que voten a favor de este importante informe.

 
  
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  Íñigo Méndez de Vigo, en nombre del Grupo PPE-DE. – (ES) Señora Presidenta, esta mañana mi Grupo político ha festejado, ha conmemorado, la aprobación de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, y los miembros de mi Grupo llevamos hoy un badge que dice «Sí a la Europa de los valores».

En eso coincido con lo que han dicho los oradores precedentes -especialmente la señora Wallström- en que la Unión Europea no es solamente un mercado. La Unión Europea es un proyecto político, pero asentado sobre principios y valores que unen a los europeos.

Por tanto, señora Presidenta, hoy es un buen día, con una resolución que va a dar luz verde a que, en el Pleno de Estrasburgo, podamos festejar y proclamar solemnemente esa Carta de los Derechos Humanos.

Porque no creo desvelar ningún secreto si digo que a quienes tuvimos la dicha de participar en la redacción de esa Carta, en la primera Convención, nos quedó un regusto amargo, por dos razones. Primero, porque, aunque redactamos la Carta como si fuera a tener vinculación jurídica, al final no fue posible en Niza, porque hubo seis Gobiernos que se negaron a ello.

Pues bien, el tiempo dio la razón a quienes estábamos en esa tesitura y hoy la Carta, en el Tratado de Lisboa, será jurídicamente obligatoria. Por tanto, aquel regusto amargo se convierte hoy en una satisfacción.

Y, en segundo lugar, señora Presidenta, yo recuerdo como en Niza no hubo una proclamación solemne de la Carta. Se perdió una gran oportunidad para explicar a los europeos que los derechos y libertades proclamados en la Carta constituyen nuestras señas de identidad. Se hizo una firma de tapadillo.

Pues bien, gracias al empuje del Presidente del Parlamento Europeo y de nuestros tres representantes en esta Conferencia Intergubernamental, vamos a hacer el 12 de diciembre en el Parlamento de Estrasburgo lo que no se hizo en Niza. Vamos a proclamarla solemnemente y vamos a reafirmar, como hemos hecho los miembros del Partido Popular Europeo, nuestro compromiso con esos derechos y libertades que constan en esa Carta.

Votaremos, señora Presidenta, a favor del informe del señor Leinen.

 
  
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  Richard Corbett, en nombre del Grupo del PSE. – Señora Presidenta, el Grupo del PSE apoya la nueva adopción de la Carta, en su nueva forma, de manera que, a través del Tratado de Reforma, pueda convertirse en un documento vinculante para las instituciones europeas. De este modo estaremos colmando una importante laguna. Las instituciones europeas, como tales, no están obligadas aún, de un modo sólido, a respetar los mismos derechos que todos nuestros Estados miembros respetan en virtud de sus respectivas constituciones o en virtud haberse adherido al Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos o a otros instrumentos internacionales en la materia. Esta Carta será vinculante para las instituciones europeas y todo el ámbito del Derecho comunitario deberá respetar tales derechos; en caso contrario, la legislación europea podrá rechazarse en los tribunales.

Sorprende que algunos euroescépticos que, cabe pensar, deberían complacerse de que las instituciones europeas estén obligadas —limitadas— a obrar de este modo, se opongan a la Carta. Con todo, algunos lo hacen. Acaso quepa lamentar que, de resultas de ello, ciertos Estados miembros hayan considerado necesario aclarar, en un protocolo, el modo en que la Carta interactúa con su legislación nacional.

Ello, a su vez, ha generado confusión. Un colega acaba de llamarlo «cláusula de exclusión». No se trata, desde luego, de una cláusula de exclusión. La Carta sigue siendo vinculante para las instituciones europeas y para todo el ámbito del Derecho comunitario, sin perjuicio de cómo afecte al Derecho nacional en determinados países.

 
  
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  Andrew Duff, en nombre del Grupo ALDE. – Señora Presidenta, la proclamación solemne de la Carta es el culmen de nuestro trabajo, que se remonta al año 1999, dedicado a la creación de un régimen de derechos superior para la Unión Europea.

Dado que el objetivo principal de la Carta consiste en proteger a los ciudadanos frente al abuso del gran poder del que se ha investido a la Unión, es extraño y lamentable que un Estado miembro trate de sortear sus efectos vinculantes. Estoy convencido de que se acabará determinando que el protocolo británico es jurídicamente deficiente, amén de que constituye un grave error político.

Los tribunales están obligados a desarrollar una jurisprudencia para todo el sistema de la Unión que no tenga en cuenta la nacionalidad y sea fiel al principio fundamental del Derecho de la Unión, que consiste en que extraemos nuestros derechos fundamentales de las tradiciones comunes a todos nuestros Estados miembros, por oposición a las que sólo pertenecen a uno de ellos. En mi opinión, y en la de mi Grupo, la cláusula de exclusión británica es una vergüenza y debería relegarse al olvido cuanto antes.

 
  
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  Konrad Szymański, en nombre del Grupo UEN.(PL) Señora Presidenta, en el año 2000 se redactó la Carta de los Derechos Fundamentales como una declaración de los valores que debían orientar la política de la Unión. La propia Unión debía ratificar el Convenio Europeo de Derechos Humanos. En ese momento, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas dejaría de dictaminar sobre la base de principales jurídicos generales derivados de las constituciones de los Estados miembros.

Ahora estamos en 2007 y la Unión va a ratificar el Convenio Europeo, pero no para que se convierta en el único sistema europeo de protección de los derechos humanos. Estamos creando un sistema alternativo basado en una carta de derechos jurídicamente vinculante. En muchos aspectos, esto es fundamental. Los principios jurídicos generales seguirán siendo el tercer conjunto de criterios para dictaminar en asuntos relacionados con los derechos fundamentales.

Todo ello está complicando el sistema de protección de derechos fundamentales en Europa y haciéndolo más difícil de entender para los ciudadanos. A muchos europeos les preocupa la situación. Básicamente, estas son las razones por las que dos Estados miembros han optado por protocolos para protegerse frente a las consecuencias imprevistas de los efectos de la Carta.

 
  
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  Johannes Voggenhuber , en nombre del Grupo Verts/ALE.(DE) Señora Presidenta, hoy me siento orgulloso de ser diputado en esta Cámara, que desde el primer día ha sido una ardiente defensora de los derechos fundamentales y civiles en general, y de esta Carta de los Derechos Fundamentales en particular. Han pasado nueve años desde que en la Cumbre de Colonia se emprendió la iniciativa de empezar a trabajar en una Carta jurídicamente vinculante, y este proceso no ha finalizado todavía.

Como alguien que ha tenido el privilegio de seguir ese proceso constitucional de principio a fin, quiero compartir con ustedes dos experiencias. Una es muy irónica: resulta extraño que, en esos nueve años, nada haya sido tan laborioso y controvertido, o tan difícil de conseguir, como esos documentos en donde se enuncian los principios que constituyen los cimientos de la Unión Europea y que tendríamos que dar por sentados: democracia, derechos parlamentarios, derechos sociales, economía de mercado, transparencia de legislación y derechos y libertades fundamentales. Es una situación muy extraña y seguramente tiene que ver con las verdaderas causas de la crisis de confianza que afecta a la Unión Europea.

La segunda experiencia que quiero compartir con ustedes es la siguiente: es importante que no desfallezcamos ni nos desilusionemos, y también es importante que no nos descorazonemos. Pienso desde hace mucho que Sísifo es el santo patrón de Europa, y toda esta experiencia así lo demuestra. Por eso creo que, hoy y siempre, debemos insistir y pedir al Reino Unido y a Polonia, en nombre de la indivisibilidad de los derechos fundamentales, en nombre de la indivisibilidad de los derechos humanos y los derechos y libertades fundamentales, que se sumen a este gran consenso europeo.

 
  
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  Francis Wurtz, en nombre del Grupo GUE/NGL.(FR) Señora Presidenta, señor Presidente en ejercicio del Consejo, señora Comisaria, en nuestra próxima sesión volveremos a aprobar la Carta de los Derechos Fundamentales.

Pero antes de eso, permítanme formular una pregunta que posiblemente no sea tan simple como aparenta. ¿Será ésta la Carta inicial proclamada en el año 2000 o, como deja entender el informe Leinen, será el refrito modificado que se ha integrado en el anterior proyecto de Tratado Constitucional? Por supuesto, los dos textos no son idénticos y me parece lamentable que no se expliquen claramente las diferencias entre ellos, aunque eso hubiese provocado cierta polémica legítima.

Por ejemplo, la comisión francesa de derechos humanos ha manifestado, y cito sus propias palabras, su seria preocupación por los cambios introducidos en los artículos consagrados a los derechos sociales – y sigo citando sus propias palabras – que amenazan con despojar a la Carta de su contenido social.

Uno de los principales autores de la Carta original, el abogado Guy Braibant, ha explicado a la prensa – y cito sus propias palabras – que las condiciones que rodean a la aplicación del texto han cambiado. En primer lugar, la palabra «poder» es sustituida en ocasiones por «deber». Además – y sigo citando sus propias palabras – existe una referencia oficial a las «explicaciones» del Presidium. Aunque tienen que ser pedagógicas y completamente neutrales, las explicaciones interpretan las leyes en un sentido bastante mínimo. Los derechos fundamentales se han debilitado, fin de la cita.

¿Qué texto vamos a aprobar en la próxima sesión? Otra pregunta: ¿será válida dicha aprobación en todos los países de la UE? Ese tipo de acción no puede dar lugar a ambigüedades. Por eso, agradecería una respuesta concreta a mis dos preguntas.

 
  
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  Jens-Peter Bonde, en nombre del Grupo IND/DEM. – (DA) Señora Presidenta, he participado en la elaboración de la Carta, y en ambos convenios he propuesto una solución muy sencilla: permitir que la UE ratifique el Convenio Europeo de Derechos Humanos. De esta forma, las instituciones quedarían vinculadas de la misma forma que los países. Salvaríamos las distancias. Si hacemos que la Carta sea jurídicamente vinculante, no estaremos salvando ninguna distancia. Todo lo contrario, estaremos creando diferencias en la protección que disfrutamos como ciudadanos en virtud de nuestras constituciones nacionales y como parte de nuestros derechos humanos europeos comunes. La interpretación activista del Tribunal de Luxemburgo prevalecerá siempre sobre Estrasburgo y sobre nuestro propio Tribunal Supremo. La Carta no es fuente independiente adecuada de legislación. Es demasiado imprecisa. ¿Comienza el derecho a la vida en el momento de nacer? Si la respuesta es negativa, ¿cuántos meses antes? ¿Se aplica el derecho a convocar huelgas también a los trabajadores del sector público? La libertad de expresión para los funcionarios públicos está mucho mejor protegida en el Tribunal de Estrasburgo que en el Tribunal de Luxemburgo. Además, ayer vimos un ejemplo clarísimo de los conflictos que pueden surgir. El periodista alemán Hans-Martin Tillack obtuvo el apoyo del Tribunal de Estrasburgo, al dictaminar éste que la OLAF había actuado en contra de la ley cuando le detuvo y le requisó 16 cajas de documentos, ordenadores y teléfonos. Luxemburgo apoyó el robo de las fuentes del periodista. Estrasburgo condenó el robo y la detención porque dio prioridad a la libertad de prensa.

La Carta se presentará como una victoria para los derechos humanos. Posiblemente lo sea. Pero recuerda más a una papeleta de lotería amañada. En cierto sentido, estamos corriendo un gran riesgo en lo que respecta a unos derechos humanos que nos han costado mucho conquistar, como la libertad de expresión y la libertad de prensa. Los jueces deciden la forma de sacar los números de la lotería en Luxemburgo, fuera de todo control parlamentario, y sólo cuando se les condene habrá una enmienda unánime de los tratados para corregir toda posible reacción violenta. Es muy poco práctica y se parece más a una cárcel para nuestros derechos que a una carta.

 
  
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  Jim Allister (NI). – Señora Presidenta, todos apoyamos los derechos humanos, y ya me están cansando ciertas personas —sobre todo aquéllas que proceden de Estados donde, desde el punto de vista histórico, los derechos humanos constituyen una novedad— que atacan al Reino Unido como si el país fuera una suerte de paria debido a su «remedo» de cláusula de exclusión con arreglo al Protocolo nº 7.

Permítanme recordarles que hace ya mucho tiempo, en 1688, la Ley de derechos fue el núcleo de la Revolución Gloriosa del Reino Unido. Desde entonces, el Reino Unido ha sido un faro de libertad. Así pues, no tenemos necesidad alguna de que nos señalen con dedo y nos den lecciones sobre derechos humanos.

Puede haber a quien le fastidie que les hayamos estropeado la fiesta al mantenernos al margen, de momento, de las trampas que tiende la «superestatalidad» de la UE, pero habré de señalarles que tal es nuestro derecho nacional y político. Tristemente, sin embargo, la cláusula de exclusión se irá desvaneciendo a medida que el Tribunal de Justicia vaya aplicando su agenda centralizadora. En último extremo, no obstante, tales personas se saldrán con la suya, si el Reino Unido es tan necio de ratificar este Tratado pese a la oposición de su pueblo.

 
  
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  Elmar Brok (PPE-DE).(DE) Señora Presidenta, señor Presidente en ejercicio, señora Vicepresidenta, éste es también uno de los derechos fundamentales de los ciudadanos que no deben pasarse por alto. La Carta de los Derechos Fundamentales proporciona, en efecto, protección a los ciudadanos similar a la contemplada por el Estado constitucional clásico. Pero la Unión Europea no es un Estado. No es un Estado, pero sí que tiene competencias legislativas, y sólo esa capacidad legislativa de las instituciones de la Unión Europea queda bajo la protección y el control de la Carta de los Derechos Fundamentales con carácter vinculante. Relacionado con lo anterior está el hecho de que la legislación europea y las acciones de las instituciones europeas están supeditadas a unos valores y a unas decisiones basadas en valores, además de a la primera frase de esta Carta, que es también la más noble: la dignidad humana es inviolable.

Para mí, ese principio se deriva de una concepción cristiana de la humanidad. Pero se puede derivar también de otras fuentes. Nuestro compromiso vinculante con ese principio, y el compromiso vinculante de nuestras tres instituciones con el respeto a ese principio, supone un enorme avance. Esto se aplica a la Unión Europea en su conjunto. Polonia y el Reino Unido son Estados de derecho; eso es indudable. Pero lo cierto es que, si no ratifican la Carta y deciden excluirse voluntariamente, no se estarán protegiendo a sí mismos; estarán protegiendo algo que ya está protegido. Lo cierto es que esta Carta no es, en ningún caso, aplicable a la legislación nacional y a las instituciones nacionales. En otras palabras, están protegiendo algo que ya puede darse por sentado. En Polonia sobre todo – donde la mayoría parlamentaria y la mayoría de los ciudadanos tienen una opinión diferente, pero donde el Presidente hace uso de sus prerrogativas − espero que, con el tiempo, las cosas cambien.

La naturaleza jurídicamente vinculante de la Carta puede reforzarse aún más si adoptamos una estrategia armonizada. Señor Presidente en ejercicio, le agradezco que estemos aprovechando la oportunidad que ofrece una personalidad jurídica única y que vayamos a ratificar el Convenio de Estrasburgo. Si este Convenio tiene éxito, el espacio europeo de justicia se hará coherente, al aunar la protección de los derechos fundamentales tanto a escala nacional como europea. Espero que el resultado sea una Europa de ciudadanos orientada a los valores de la que podamos sentirnos orgullosos.

 
  
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  Józef Pinior (PSE).(PL) Señora Presidenta, la Carta de los Derechos Fundamentales es el equivalente de principios del siglo XXI a las grandes declaraciones sobre derechos humanos y derechos de los ciudadanos realizadas en los siglos XVIII, XIX y XX. Fueron declaraciones famosas sobre la libertad y el Estado de Derecho que forjaron la democracia contemporánea. Nuestra Carta tiene sus raíces en los acontecimientos que contribuyeron al desarrollo de la democracia y al régimen contemporáneo de democracia liberal en los últimos 200 años.

No veo ninguna razón por la que algunos países europeos no deban aprobar esta Carta. Me dirijo al señor Szymañski: ¿cómo puede nadie declararse en serio contrario a la Carta en un país que ha sido el lugar de nacimiento de Solidarność, gracias a cuyo liderazgo Europa en su conjunto adquirió su actual concepción del derecho a la libertad, el Estado de Derecho y la democracia?

Apelo al Gobierno polaco en Varsovia y, en especial, al señor Tusk, el Primer Ministro. Señor Tusk, su grupo parlamentario ganó las elecciones hace un mes gracias a los votos de los polacos que quieren que se incluya la Carta en el Tratado de Reforma europeo. Confío en que no decepcionará a los votantes que le apoyaron hace poco más de un mes. Pido al Gobierno polaco que incluya la Carta de los Derechos Fundamentales en el Tratado de Reforma, para que sea vinculante también en mi patria. La Polonia de Solidarność, la Polonia europea, la Polonia de la tolerancia y la apertura, cree que la Carta de los Derechos Fundamentales es un elemento clave del Tratado de Reforma. No debemos permitir el chantaje del ala derecha conservadora, a la que le gustaría que decidiéramos no aplicar esta Carta en nuestra patria.

 
  
  

PRESIDE: MARIO MAURO
Vicepresidente

 
  
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  Bronisław Geremek (ALDE).(PL) Señor Presidente, creo que la Carta de los Derechos Fundamentales es una condición sine qua non para cualquier comunidad que desee funcionar respetando el sistema de valores basado en el respeto a la dignidad humana. Eso da lugar a los principios de libertad, igualdad y solidaridad. No veo razón alguna para que países como el Reino Unido o Polonia, que quieren formar parte de la Comunidad, rechacen su participación en algo que constituye los cimientos de nuestra acción común.

Esta Carta defiende la referencia a unos valores sociales, al modelo social europeo. Establece claramente que, en lo que respecta a las costumbres y prácticas locales, se debe aplicar la legislación nacional interna. Eso significa que no hay ningún motivo para optar por la exclusión voluntaria en este ámbito. Confío en que tanto Polonia como el Reino Unido decidan participar.

 
  
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  Bernard Wojciechowski (IND/DEM).(PL) Señor Presidente, el debate sobre este informe aborda muchos temas e, indirectamente también, la base para crear un nuevo marco jurídico. En agosto de 2007, el Presidente de este Parlamento hizo una declaración en este sentido ante una audiencia de personas desplazadas. Dijo que la fuente del derecho a una patria debe buscarse en el derecho a la dignidad, y que el derecho a una patria es, por tanto, un derecho humano fundamental.

El derecho a la dignidad se consagra en el primer artículo de la Carta. La opinión del Presidente ha sido criticada en el Parlamento polaco. La asociación alemana de personas desplazadas lamenta el destino de los ciudadanos polacos que han tenido que ser reasentados. ¿Qué sucedería si ese lamento alemán y su interpretación específica de la dignidad humana se aplicaran a Alsacia y Lorena? ¿Se crearía en este caso también un centro para los reasentados, o habría reconciliación? El intento de derivar el derecho a una patria del derecho a la dignidad es una mala interpretación de la axiología de los derechos humanos, como ha dicho el señor Karski, diputado en el Parlamento polaco. Se puede aceptar una interpretación que aclare la legislación primaria, pero no que la amplíe.

El Presidente del Parlamento Europeo ha hecho referencia al Papa Juan Pablo II. Quiero recordar a esta Cámara y a su Presidente que en 1965 el Arzobispo Karol Wojtyła publicó una declaración por escrito según la cual los obispos alemanes habían dicho claramente que los alemanes reasentados de Oriente quisieron entender, y de hecho entendieron, que allí estaba creciendo toda una nueva generación de polacos, y que esos polacos consideraban como su propia patria la tierra asignada a sus progenitores. En este tema no se necesitan disquisiciones morales ni portavoces sentimentales.

Pero creo que podemos conseguir la unanimidad de la Cámara en torno a la Carta, pese a la reciente sugerencia del Presidente Sarkozy de que la unanimidad contradice a la democracia. Vanas esperanzas, señor Sarkozy, puesto que usted mismo es incapaz de convencer siquiera a los trabajadores del metro de París.

 
  
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  Koenraad Dillen (NI).(NL) Señor Presidente, nadie discute que los ciudadanos europeos tienen que armarse de derechos y libertades fundamentales, tanto en sus propios países como en la Unión Europea. Una Europa sin derechos ni libertades dejaría de ser Europa. Pero ese no es el problema hoy, porque los ciudadanos están ya suficientemente protegidos frente a sus Gobiernos nacionales tanto por sus respectivas constituciones nacionales como por el Convenio Europeo de Derechos Humanos. En cuanto a las instituciones europeas, los ciudadanos europeos pueden hacer valer también sus libertades y derechos fundamentales de acuerdo con la jurisdicción establecida por el Tribunal de Justicia. Lo cierto es que, con la proclamación de esta Carta, se ha dado un paso más hacia una Europa federal. Los ciudadanos quieren una Carta Europea de Derechos, igual que en los Estados Unidos federales. Pero la diferencia entre ellos es que esta Carta va mucho más allá de la simple enumeración de los derechos y las libertades tradicionales. En ocasiones parece una enumeración de todo tipo de promesas socioeconómicas. El manifiesto no se corresponde para nada con el contenido de la Carta.

 
  
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  Charlotte Cederschiöld (PPE-DE). – (SV) Señor Presidente, señora Vicepresidenta, señor Presidente en ejercicio, Señorías y —por supuesto— ciudadanos de Europa, hoy es una ocasión festiva, un gran día, un día para alegrarse, un día inmensamente importante, mucho más importante de lo que muchos se creen hoy. Es importante para los que creen en los derechos fundamentales como un principio, y también para los que creen en el desarrollo y la integración de Europa.

Tendría que haber quedado claro hace mucho tiempo que las instituciones europeas tienen que respetar los valores que todos compartimos, pero no ha sido así. De hecho, el pueblo británico cree también en los principios del Derecho, con independencia de cómo los den forma. Pocos diputados se declararían contentos de contribuir a la supresión de los derechos humanos; de hecho, la gran mayoría tiene un punto de vista totalmente opuesto. Ha sido un placer y un honor participar en el desarrollo de esos valores, que estoy convencida de que significan mucho para nosotros.

Ahora todos sabemos qué es lo que defiende esta Unión, aunque no consigamos leer todo el Tratado. Son valores positivos, valores buenos, valores a los que todos tenemos que contribuir, y tenemos que asegurarnos de que la Unión contribuye a su correcta aplicación. Mi más sincero agradecimiento a Jo Leinen y a todos los que han contribuido a ese trabajo y —sobre todo— ¡mis más sinceras felicitaciones a los ciudadanos europeos!

 
  
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  Libor Rouček (PSE).(CS) Señorías, el 12 de diciembre, el Presidente del Parlamento, conjuntamente con los Presidentes del Consejo Europeo y la Comisión Europea, proclamarán solemnemente la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Estoy convencido de que, en la votación de mañana, la gran mayoría de los diputados manifestará su apoyo a este documento histórico y a este paso histórico.

La Carta de los Derechos Fundamentales refleja el patrimonio moral y espiritual de los pueblos de Europa en la Unión Europea. Refleja valores como dignidad humana, libertad, igualdad, solidaridad, los principios de la democracia y el Estado de Derecho. Centra la atención en el individuo porque, entre otras cosas, la Carta reconoce la ciudadanía de la Unión. Me alegro de que la proclamación de la Carta de los Derechos Fundamentales esté teniendo lugar después de la ampliación de la Unión Europea, para incluir a los nuevos Estados miembros. Esto significa que la Carta, es, en sí misma, una reflexión moral, jurídica y política sobre la unidad de la Unión Europea: Occidente y Oriente, Norte y Sur. Creo, asimismo, que tanto los Gobiernos como los Parlamentos de Polonia y del Reino Unido llegarán a comprender esto y que en un futuro próximo permitirán que sus ciudadanos compartan con nosotros este histórico momento.

 
  
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  Irena Belohorská (NI).(SK) Celebro la aprobación de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, ya que aumenta la visibilidad de los derechos que ya disfrutan los ciudadanos de la Unión Europea. No obstante, quiero pedir también una aclaración sobre los posibles conflictos de intereses entre la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, un documento de la Unión Europea, y el Convenio Europeo de Derechos Humanos, un documento del Consejo de Europa que la Unión Europea se ha comprometido a respetar también. De ahí se deduce también que puede surgir un conflicto de intereses entre el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas en Luxemburgo y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Estrasburgo.

¿Cómo se posicionará el Tribunal de Estrasburgo frente al Tribunal de Luxemburgo? ¿Como tribunal supremo o como tribunal constitucional? ¿Podrá ser aceptado realmente este resultado por el Tribunal de Justicia europeo? ¿Tendrá la Unión Europea, que posee personalidad jurídica, un juez distinto en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos? Quiero insistir en la necesidad de resolver este problema jurídico para evitarnos un problema, porque cuando la Carta de los Derechos Humanos se haga jurídicamente vinculante, preveo un aumento de los contenciosos jurídicos en este ámbito de los derechos humanos.

 
  
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  Reinhard Rack (PPE-DE).(DE) Señor Presidente, como casi todos los oradores que me han precedido —sólo casi todos, lamentablemente— celebro que hoy, o mañana, vayamos a encomendar al Presidente de esta Cámara la ratificación de la Carta.

Los derechos humanos son nuestra seña de identidad europea, tanto dentro como fuera de Europa. No obstante, permítanme que recomiende precaución y que no nos dejemos llevar por las emociones y nos pongamos objetivos imposibles de alcanzar. Con la Carta y la necesaria ratificación del Tratado de Lisboa, estamos dando a los derechos fundamentales clásicos importantes y a los derechos sociales importantes una base jurídicamente vinculante, lo que significa que serán vinculantes para las instituciones europeas y en la aplicación del Derecho comunitario. Estamos haciendo también posible el recurso al Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas en Luxemburgo en cuestiones relacionadas con estos derechos fundamentales, si bien en unas condiciones muy estrictamente definidas. Pero eso no significa que todos los ciudadanos puedan elevar un recurso al Tribunal de Justicia Europeo en Luxemburgo directamente o en cualquier momento, como algunas personas han afirmado a veces llevadas por sus emociones. Ese tipo de afirmación no sirve bien a nuestros intereses.

Dejemos de hacer esas afirmaciones, que son exageradas, y sintámonos satisfechos por todo lo que hemos conseguido. En la Unión Europea hemos dado un paso importante – no sólo en materia de los derechos clásicos, sino también de nuestra política social – del que podemos estar todos plenamente orgullosos. Hemos avanzado con la conciliación de la vida laboral y familiar, la prohibición del trabajo infantil, la protección de la salud para todos y un alto nivel de protección del medio ambiente y del consumidor. Debemos estar satisfechos de esos logros; esa es la verdad, y no hace falta que la embellezcamos.

 
  
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  Carlos Carnero González (PSE). – (ES) Señor Presidente, me parece que estamos hablando de un sujeto extraordinariamente importante por lo que se refiere a la ciudadanía. Es evidente que tratar de explicar la reforma de la Unión Europea puede ser muy complicado, pero lo que es cierto es que es sencillo subrayar la importancia de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea.

¿Tendrá carácter jurídicamente vinculante? No estará en el Tratado explícitamente, pero nuestra obligación es darla a conocer. Por eso, me parece que la iniciativa que hemos tomado para que se suscriba antes de la firma del Tratado de Lisboa es muy positiva. A partir de ahí tendremos que decir también que las excepciones no deberían repetirse en el futuro y que no son buenas ni para los ciudadanos de los países concernidos ni para el conjunto de los ciudadanos de la Unión Europea.

Por eso creo que es clave que hagamos un esfuerzo, como propone el Sr. Leinen en su informe, para apoyar claramente la Carta de los Derechos Fundamentales y su carácter jurídicamente vinculante.

 
  
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  Presidente. − Se cierra el debate.

La votación se celebrará mañana.

Declaraciones por escrito (Artículo 142 del Reglamento)

 
  
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  Magda Kósáné Kovács (PSE), por escrito. – (HU) Los ciudadanos de los países europeos han luchado, tanto juntos como por separado, en defensa de todos y cada uno de los derechos contenidos en la Carta de los Derechos Fundamentales. Por eso mismo, es una alegría que, cuando la Carta de los Derechos Humanos se haga jurídicamente vinculante, se puedan proteger por fin mejor los derechos fundamentales, no sólo a escala de los Estados miembros, sino también a escala de la legislación europea y de su aplicación.

Los ciudadanos europeos disfrutarán de sus ventajas siempre que puedan recurrir a un remedio legal en el caso de que se violen sus derechos fundamentales a escala europea. Este tipo de garantías harán a la Unión Europea y a sus instituciones más democráticas, más asequibles y más verificables para 500 millones de ciudadanos europeos.

El carácter jurídicamente vinculante de la Carta de los Derechos Fundamentales, cerrará un capítulo en la historia de la lucha en defensa de los derechos fundamentales. Al mismo tiempo, creo que, de cara al futuro, la Carta de los Derechos Fundamentales tiene que convertirse en el ars poetica de Europa. Junto con los intereses económicos comunes, Europa tiene que liderar el camino en el ámbito de los derechos fundamentales, y forjar la unidad de todos sus ciudadanos, no sólo garantizando los derechos y las libertades clásicas, sino también los derechos sociales y culturales, la igualdad de trato y los derechos de las minorías.

Horacio dijo en su ars poetica, «Escritores, tomad a vuestras fuerzas materia igual; haced prueba primero de aquel peso que pueden o no pueden sustentar vuestros hombros». Espero que las instituciones de la Unión Europea sean suficientemente fuertes y valientes para poder garantizar los mismos derechos fundamentales a todos los ciudadanos europeos en todo el territorio de Europa.

 
  
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  Alexander Stubb (PPE-DE) , por escrito. (FI) El 19 de octubre se firmó en Lisboa un tratado con el que se pretendía hacer a la Unión Europea más viable y más democrática. Se pretendía reforzar también los derechos civiles. La Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea tiene que hacerse jurídicamente vinculante y la UE debe ratificar el Convenio Europeo de Derechos Humanos.

La Carta de los Derechos Fundamentales constituyó la segunda parte de la Constitución no ratificada. En una conferencia intergubernamental, los diputados de este Parlamentó aprobaron una iniciativa por la que los Presidentes del Parlamento Europeo y de la Comisión, y el Presidente en ejercicio del Consejo, ratificarían la Carta de los Derechos Fundamentales en una ceremonia celebrada en sesión plenaria del Parlamento Europeo el 12 de diciembre y se publicaría en el Diario Oficial de la Unión Europea.

Eso está totalmente de acuerdo con los valores que representa la Carta de los Derechos Fundamentales. Una firma ceremoniosa aumentará también la visibilidad del documento. Ni que decir tiene, pues, que queremos encomendar su firma a nuestro Presidente, Hans-Gert Pöttering.

 
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