Presidente. − De conformidad con el orden del día, se procede al debate del informe (A6-0446/2007) del señor Christensen, en nombre de la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales, sobre los principios comunes de la flexiguridad (2007/2209(INI)).
Manuel Lobo Antunes, Presidente en ejercicio del Consejo. − (PT) Señor Presidente, creía que me estaba pidiendo que hiciera una última intervención en el debate sobre la Carta, una intervención que no tengo preparada, de ahí el motivo de mi confusión.
Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, la cuestión de la flexiguridad es ahora un punto clave del programa de trabajo europeo, esencial para el futuro de los modelos económicos y sociales de Europa. Se trata de una cuestión compleja, que tiene que ver con la capacidad de gestionar el cambio y de promover el empleo y la reforma de la seguridad social en un contexto globalizado y sujeto a una rápida transformación que exige respuestas a los desafíos de la competencia mundial, la innovación tecnológica y el envejecimiento de la población. Necesitamos mercados más flexibles, pero eso implica también que seamos capaces de dar a nuestros ciudadanos mejores condiciones, mejores instrumentos y más seguridad para afrontar de forma positiva ese cambio. Ese es el desafío al que nos enfrentamos.
Por nuestra parte, la Presidencia portuguesa ha procurado contribuir activamente a la búsqueda de soluciones integradas y equilibradas en este dominio. Tras la Comunicación de la Comisión presentada en junio, somos responsables de conducir un proceso que dé seguimiento al mandato del Consejo Europeo y alcanzar un consenso en torno a los principios comunes de la flexiguridad. La Comunicación de la Comisión constituyó, naturalmente, un excelente punto de partida para este trabajo, ayudándonos a desarrollar el concepto y a profundizar en el debate sobre las soluciones que puedan servir de plataforma común para los diferentes caminos que cada Estado miembro tendrá que recorrer.
Teniendo en cuenta que los puntos de partida y las situaciones son distintos, las soluciones tendrán que ser también diferentes. Para crear las condiciones que permitan avanzar en esa dirección, hemos promovido diversas iniciativas con los principales actores en la escena europea, entre ellas una Conferencia sobre los desafíos de la flexiguridad, a la que asistieron numerosos políticos y en la que se debatió lo sucedido en este ámbito y también las perspectivas futuras. Hemos procurado asimismo analizar la experiencia adquirida en países donde se han aplicado modelos con buenos resultados e identificar qué elementos de esos modelos pueden utilizarse en otros contextos. Hemos obtenido las opiniones de dos comités especializados en empleo y bienestar social, y también del Comité de las Regiones. Además, hemos tratado de incentivar la participación de los agentes sociales en este ámbito, porque somos conscientes de que el nuevo modelo exige un firme compromiso de todos los implicados, pero exige también que los intereses de todos sean tenidos en cuenta.
En estas circunstancias, el entendimiento al que llegamos con los agentes sociales en la Cumbre Social Tripartita del 18 de de octubre en Lisboa ha dado un importante impulso a este debate. El diálogo social a distintos niveles y la implicación de los agentes sociales son decisivos para asegurar el éxito de una estrategia de reforma de los mercados de trabajo. La participación de todos en este proceso es clave para encontrar soluciones ganadoras, siendo necesario un clima de confianza entre los agentes sociales y las instituciones. Todos tenemos que estar preparados para asumir la responsabilidad del cambio. Quiero destacar la calidad del debate y las intervenciones en todas las fases, tanto desde el punto de vista técnico y académico, como desde el punto de vista del debate sobre el contenido político y sobre el proceso.
Como resultado de todo este trabajo que he referido aquí, durante el que hemos contado siempre, debo decirlo, con la colaboración de la Comisión, el Consejo está ahora en condiciones de suscribir un conjunto de principios comunes sobre la flexiguridad que esperamos adoptar formalmente en la reunión del 5 y 6 de diciembre. Esos principios comunes que todos suscribimos incluyen, en particular, la consideración de la diversidad de situaciones en los Estados miembros que exigirán diferentes enfoques y soluciones, la necesidad de corregir la segmentación del mercado de trabajo, las diferentes dimensiones de la flexiguridad —legislación laboral, educación, formación, protección social—, el reconocimiento de la importancia del diálogo social en este contexto, la promoción de la inclusión social, y la no discriminación, la igualdad y la conciliación del trabajo y la vida familiar, así como la defensa de la necesidad de asegurar la compatibilidad de las políticas con la solvencia y la sostenibilidad de las finanzas públicas. Quiero insistir en que, en lo esencial, existe un consenso general con esta Cámara. Tengo que destacar el excelente trabajo que hemos realizado y que esta Cámara ha desarrollado en este ámbito.
Una vez adoptados, los principios comunes deberán constituir un instrumento esencial para la implantación del nuevo ciclo de la Estrategia de Lisboa. Se instará a los Estados miembros a tener en cuenta esos principios en la definición y aplicación de sus políticas nacionales, desarrollando sus propios mecanismos y enfoques de acuerdo con cada situación específica, que será objeto de vigilancia en el marco de los programas nacionales de reforma. Se instará a los agentes sociales a todos los niveles para que contribuyan a la definición y aplicación de las medidas de flexiguridad, y para que utilicen los principios comunes como referencia. Consideramos necesario invertir en la movilización social de nuestros ciudadanos en apoyo de esta estrategia y, en este sentido, quiero destacar la importancia primordial de la intervención del Parlamento Europeo. Por lo que políticamente representa y por su proximidad a los ciudadanos, este Parlamento puede realizar una excelente contribución para que se entienda mejor el concepto de flexiguridad. El principio clave es que la flexibilidad y la seguridad tienen que ser vistos como elementos que se apoyan y refuerzan mutuamente, y eso es algo que nuestros ciudadanos tienen que entender perfectamente.
Vladimír Špidla, Miembro de la Comisión. − (CS) Señor Presidente, la Comunicación de la Comisión sobre la flexiguridad ha provocado un debate importante y útil en toda la Unión. Doy las gracias al ponente, señor Christensen, y a los otros diputados que han participado activamente en el debate sobre la flexiguridad.
Gracias a nuestros esfuerzos y a la cooperación con las otras comisiones parlamentarias, el Parlamento Europeo podrá aprobar una resolución que contribuirá de manera importante al enfoque propuesto por la Comisión. En nuestra sociedad, la seguridad depende del cambio. Ahora tenemos que coordinar maneras de buscar nuevas formas de seguridad: mayores capacidades, aptitudes para encontrar nuevos trabajos, medidas de protección modernas adaptadas al nuevo mercado de trabajo.
En los últimos años, por cada puesto de trabajo que se ha perdido en Europa en el sector industrial, se han creado cuatro nuevos en otros sectores. La cuestión más importante es cómo adquirir control sobre esos cambios y cómo gestionarlos con éxito. Tenemos que preguntarnos también por los motivos de la segregación del mercado de trabajo en algunos Estados miembros.
Acojo con gran satisfacción el informe que están considerando hoy. En él se reconoce que la flexiguridad puede ser una estrategia para la reforma del mercado de trabajo. El texto apoya también la estructura política cuatripartita formulada para la flexiguridad por la Comisión. Apoyo plenamente la propuesta relativa a los principios comunes que se mencionan en el apartado 15 de este informe. Sus propuestas van más o menos en la misma dirección que las propuestas que la Comisión hace en su propia Comunicación. Entiendo su deseo de que algunas cuestiones, como las medidas para combatir la inseguridad, se expliquen con más detalle. Pero creo que los principios tienen que ser concisos y verse desde el punto de vista de toda la Comunicación.
Quiero manifestar mi satisfacción por el hecho de que los agentes sociales europeos hayan coincidido en su análisis de los problemas del mercado de trabajo, análisis que fue presentado en la reciente Cumbre Social Tripartita en Lisboa el 18 de octubre de 2007 y en el que se consideró, entre otras cosas, también la flexiguridad. Esa coincidencia indica que el diálogo social puede conseguir resultados concretos. De hecho, se han referido ustedes a dicho análisis conjunto en la propuesta de resolución.
Ahora quiero responder a algunas de las opiniones críticas vertidas en su informe. Sé que ustedes van diciendo que el debate sobre la flexiguridad debería ser más equilibrado. Antes de nada quiero recordarles que la Comunicación de la Comisión es el resultado de un intenso diálogo entre todas las partes interesadas y de una consulta detallada con especialistas destacados en este campo. Estoy convencido de que el enfoque de la Comisión es equilibrado, puesto que el objetivo es promover la flexibilidad y la seguridad simultáneamente y, como ya se ha dicho, entendiéndolos como dos elementos sinérgicos y en ningún caso incompatibles.
Es evidente que el debate sobre la flexiguridad no tiene que ser utilizado indebidamente para avanzar hacia la desregulación del mercado de trabajo. Por el contrario, la flexibilidad y la movilidad tienen que apuntar más alto: esto es, hacia mejores puestos de trabajo, hacia una mejor conciliación de la vida profesional y personal, hacia una economía más eficiente en su conjunto. Como saben ustedes, en las próximas semanas el Consejo tomará una decisión sobre los principios comunes de la flexiguridad. Después de eso, proseguirán los debates nacionales previstos por todas las partes interesadas y se hará posible la aplicación de las estrategias de flexiguridad a escala nacional, teniendo en cuenta las características singulares de cada Estado. Estoy convencido de que todas las partes interesadas contribuirán a que pueda conseguirse un enfoque equilibrado en el ámbito de la flexiguridad.
En lo que respecta a los costes, debe saberse que los costes asociados a una política de flexiguridad son mucho menores que los beneficios concretos que pueden derivarse de un mercado de trabajo más dinámico y con menor desempleo. Es más, en algunos casos no supondrá un incremento de los costes financieros, sino un uso más eficiente de los recursos disponibles.
Quiero responder también al apartado del informe en el que se dice que el contrato de duración indeterminada debe constituir la base de un sistema de seguridad social. La intención de la Comisión no es, en ningún caso, restarle importancia al contrato de duración indeterminada. Sin embargo, creo que debemos adoptar sistemas más generales de seguridad social, aplicables tanto a los contratos de duración indeterminada como al trabajo a tiempo parcial: en resumen, la intención es que todas estas formas de empleo puedan existir también con una cobertura adecuada de la seguridad social, sin que por ello tengan que debilitarse los contratos de duración indeterminada.
Señor Presidente, creo que, con la excepción de estas reservas, el informe es una contribución útil e interesante al debate sobre la flexiguridad, y una vez más quiero darle las gracias por ello al Parlamento Europeo.
Ole Christensen, ponente. − (DA) Señor Presidente, Señorías, es para mí un gran placer intervenir hoy aquí como ponente. Las negociaciones en el Parlamento han finalizado, y ya podemos presentar un informe equilibrado que refleja actitudes propias de todo el espectro político. El concepto mismo en el que se basan estas directrices sobre la flexiguridad es afrontar los retos que plantean los mercados de trabajo en Europa. Observen que he utilizado el plural «mercados de trabajo», porque en el informe se reconoce que, en lo que respecta a la flexiguridad, no existe una solución de «talla única». Aunque no exista un modelo común de flexiguridad, tenemos que reconocer que Europa se enfrenta a muchos retos comunes en sus mercados de trabajo que requieren una respuesta conjunta. Los retos demográficos significan que en 2050 habrá 1,5 trabajadores por cada pensionista. En la actualidad, la cifra es de 3 trabajadores por pensionista. En torno a 100 millones de europeos viven en o cerca del umbral de la pobreza. Los efectos de la desigualdad pueden verse perfectamente bien cuando se comparan países donde existen grandes diferencias, como los de Europa Oriental y Europa Occidental. No obstante, esas diferencias se pueden ver también internamente en países donde estamos siendo testigos de desigualdades cada vez mayores. El 6 % de los trabajadores en Europa pueden considerarse «trabajadores pobres» y un número cada vez mayor está viendo empeorar sus condiciones de trabajo, con unas circunstancias de empleo inciertas y unas condiciones de trabajo muy malas. Los contratos a corto plazo y el trabajo temporal son cada vez más frecuentes, y el contrato de duración indeterminada normal está amenazado. El empleo precario representa el 12 % en Europa. Además, el empleo no declarado e ilegal está aumentando. En algunos países, el empleo ilegal representa casi el 15 % de todo el empleo. Es necesario invertir esta tendencia, en parte porque resulta costosa para Europa y en parte porque estas circunstancias inciertas e inestables de empleo afectan con frecuencia a los grupos más débiles de la sociedad.
La educación es la materia prima más importante de Europa en el competitivo mercado mundial, y no se la está prestando la debida atención. De hecho, el 15 % de nuestros jóvenes está abandonando demasiado pronto el sistema educativo, en un momento en el que el mercado de trabajo impone grandes demandas al conocimiento. Los que no se suban al tren de la educación tendrán dificultades a largo plazo y nosotros, por tanto, tenemos la obligación de ayudar a esas personas.
Por lo tanto, los retos están claros para Europa. Nuestra responsabilidad es transmitir un mensaje y una visión de cómo afrontaremos esos retos. En este sentido, quiero dar las gracias a la Comisión por su excelente contribución. Hemos colaborado de manera satisfactoria durante la elaboración del informe, y mi papel ha sido, lógicamente, atar los cabos sueltos aquí en esta Cámara. Mi percepción como ponente es que se necesita prestar más atención a la Europa social, para conseguir que se respeten más los derechos de los trabajadores en toda la UE y que tengamos más y mejores puestos de trabajo. La mayor flexibilidad en el seno de las organizaciones no puede conseguirse a costa de las condiciones de trabajo de los trabajadores. ¿Cómo podemos asegurar eso? El informe hace específicamente hincapié en la necesidad de que el contrato laboral de duración indeterminada se convierta en el modelo de contrato habitual en Europa. Segundo, tenemos que conseguir una mayor participación de los agentes sociales. La idea de que las decisiones no pueden tomarse sin tener en cuenta a los trabajadores está en el centro mismo de un mercado de trabajo flexible y seguro. La participación de los trabajadores es absolutamente esencial, y no se puede insistir demasiado en esto a la hora de aplicar las estrategias de flexiguridad.
Por último, el informe se ocupa de lo que podríamos llamar el marco para la flexiguridad. En otras palabras, los términos y las condiciones nacionales para implantar la flexibilidad y la seguridad. La flexibilidad y la flexiguridad cuestan dinero. Pero no es dinero mal gastado; es, por el contrario, dinero que se invierte y produce un rédito. Por ejemplo, la inversión en personal puede ser un gasto a corto plazo, pero la experiencia ha demostrado que dará sus frutos a largo plazo. Por consiguiente, la flexiguridad, como nosotros entendemos este concepto en Europa Septentrional, requiere un Estado de bienestar de cierto calibre y magnitud. En este sentido, tenemos que ser sinceros y decir que los acontecimientos que venimos observando en algunos países, donde existe competencia para reducir cada vez más los impuestos, harán muy difícil que se pueda financiar el aspecto de seguridad de la flexiguridad. Por lo tanto, trataré de acallar, de una vez por todas, las voces que afirman que la flexiguridad es un concepto neoliberal cuyo objetivo es debilitar los derechos de los trabajadores. Eso no es así; sino todo lo contrario.
Para terminar, espero que, gracias a este debate aquí en el Parlamento y en toda Europa, podamos derribar algunos mitos que existen en torno a la flexiguridad. Como ponente, he podido, con ayuda considerable de mis colegas, elaborar un conjunto de directrices equilibradas en materia de flexiguridad, directrices que explican cómo Europa debe desarrollar su mercado de trabajo en el futuro para poder ser tanto competitiva como social. Con una estrategia así, descubriremos también la manera de abordar la incertidumbre que existe entre los trabajadores europeos. Muchos de ellos están actualmente preocupados por la posibilidad de que sus puestos de trabajo sean trasladados a otro lugar y ellos dejen de ser necesarios en el mercado de trabajo.
Por último, quiero dar las gracias al ponente alternativo, a los ponentes de las otras comisiones y a todos los que han contribuido a este informe. Termino manifestando mi esperanza en que los Jefes de Estado o de Gobierno incorporen las recomendaciones del Parlamento Europeo en su futuro trabajo para que se aprueben unas directrices comunes de flexiguridad cuando se reúnan en Portugal en diciembre.
Olle Schmidt, ponente de opinión de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios. − (SV) Señor Presidente, doy la gracias al ponente por el excelente trabajo que ha realizado. Los cambios asociados a la globalización ofrecen nuevas y mejores oportunidades para los países de todo el mundo pero, por supuesto, plantean también retos. Europa se encuentra en una encrucijada. Podemos elegir entre dar la bienvenida a una economía nueva y flexible y a las posibilidades que ésta ofrece, o retroceder y adoptar el proteccionismo en todas sus formas.
La flexiguridad es una de las herramientas más importantes para la creación de un mercado de trabajo que, como dice el ponente, haga pleno uso del potencial que ofrece la mano de obra. La formación, la movilidad y la empleabilidad son palabras clave. Está claro que no hay ningún modelo de aplicación universal, pero nosotros podemos y debemos aprender los unos de los otros. En la opinión de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios decimos que los sistemas de protección que son demasiado rígidos pueden proteger, en efecto, a los que están ya en el mercado, pero dificultar también la entrada de otros en el mercado de trabajo.
El crecimiento demográfico en Europa es un problema, que el ponente ha mencionado. Más personas necesitarán un puesto de trabajo. La flexiguridad, si se utiliza correctamente, es un buen modelo para que Europa siga desarrollándose de manera positiva en una economía globalizada. El ejemplo de Dinamarca, que el ponente no ha mencionado, creo que así lo demuestra.
Señor Presidente, hay por lo menos una cosa en la que debemos estar de acuerdo toda la Cámara, y es que el número de parados es excesivo. Europa tiene que seguir creciendo para poder crear nuevos puestos de trabajo.
Giovanni Berlinguer, ponente de opinión de la Comisión de Cultura y Educación. − (IT) Señor Presidente, Señorías, el informe del señor Christensen ha sido esencial para sacar adelante el documento inicial.
Estos principios pueden tener un gran valor, pero sólo si al mismo tiempo existen salvaguardas para todos los grupos de riesgo – inmigrantes, mujeres, mayores y discapacitados –, así como para los adultos con un bajo nivel de educación, que son más vulnerables y están peor protegidos.
Por otra parte, las desigualdades en nuestra sociedad son cada vez mayores, como la ausencia de un salario mínimo – que tiene que implantarse en todos los países − y la necesidad de reconocer los derechos de los trabajadores. La base de conocimientos de los trabajadores tiene que acrecentarse. Y es también urgente que se asignen fondos a la aplicación de estos principios y que se identifiquen los recursos disponibles.
Por último, me parece que en los últimos años han aparecido muchas fuentes nuevas de desequilibrio en las relaciones entre capital y mano de obra: los beneficios y la especulación financiera han acabado dominando, mientras que los salarios han disminuido. Una de las tareas que tenemos que acometer conjuntamente para resolver estos problemas es la eliminación de ese desequilibrio.
Tadeusz Zwiefka, ponente de opinión de la Comisión de Asuntos Jurídicos. – (PL) Señor Presidente, es poco probable que el llamado modelo de flexiguridad sea eficaz en el mercado de trabajo europeo, salvo que se acompañe de otras acciones y propuestas dirigidas a promover la iniciativa empresarial y a favorecer la creación de empresas. Estoy pensando, por ejemplo, en el trabajo de elaboración de un estatuto para la empresa privada europea.
En cuanto a los principios comunes para implantar la flexiguridad, quiero insistir en que la introducción de soluciones legislativas complejas a escala europea en este ámbito contradice los principios de subsidiariedad y proporcionalidad. La política social y de empleo está dentro de las competencias de los Estados miembros, y cualquier acción de la Unión Europea en el ámbito de la flexiguridad tiene que cumplir el principio de subsidiariedad recogido en el artículo 5 del Tratado UE.
Además, la complejidad interna del modelo no favorece la transposición de la legislación comunitaria, ni lo que se conoce como soluciones «de talla única». El resultado de la evaluación de impacto indica que la coordinación abierta puede ser el método más apropiado. Esto es especialmente importante para los nuevos Estados miembros que posiblemente tengan que afrontar diferentes problemas estructurales en el ámbito del empleo como legado de su pasado. Se tienen que considerar también los elevados costes a corto plazo y, en consecuencia, la elevada carga presupuestaria, asociados a la introducción de medidas para la aplicación del modelo de flexiguridad.
José Albino Silva Peneda, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (PT) Señor Presidente, Señor Comisario, Señor Presidente del Consejo en ejercicio, Señorías, las reformas que la Unión Europea tiene que realizar con el objetivo de conseguir una posición competitiva en la economía mundial no pueden ser vistas como iniciativas limitadas del sector público, sino también como cambios de comportamiento y de actitudes, tanto por parte de los trabajadores como de las empresas.
Estos cambios no pueden ser llevados a cabo con éxito si no existe un clima de confianza entre los agentes sociales, un clima que sólo puede crearse si se favorece el diálogo social. En lo que se refiere a la gestión del mercado de trabajo, tenemos que saber pasar de una mentalidad dominada por la cultura del conflicto a un nuevo enfoque basado en la cultura de la cooperación. A mí, personalmente, no me gusta el término «flexiguridad». Prefiero hablar de «cambio con seguridad», porque cualquier cambio implica riesgos. Lo importante es minimizar esos riesgos. No se puede pedir a alguien que sea flexible cuando esa persona no tiene confianza en sí misma ni en el mundo que la rodea. Por eso, nosotros insistimos continuamente en este informe en la necesidad de políticas activas de empleo y de sistemas de aprendizaje permanente.
El Grupo del PPE-DE ha presentado 120 enmiendas al informe inicial y, después de un proceso de negociación, hemos llegado a una versión final que me parece equilibrada y completa. Se ha conseguido un buen equilibrio entre los conceptos de flexibilidad y seguridad, y también entre los intereses de todas las partes implicadas en el proceso, sobre todo los agentes sociales y las autoridades públicas. El informe se refiere, de una forma clara, a la necesidad de aplicación de los principios de subsidiariedad y proporcionalidad en la aplicación y la gestión de la flexiguridad. Recomiendo, por tanto, que este informe sea aprobado por la Cámara.
Stephen Hughes, en nombre del Grupo del PSE. – Señor Presidente, deseo felicitar al ponente.
Comentaré cuatro puntos, el primero de los cuales se refiere a la Comisión. Primero en su Libro Verde sobre el Derecho laboral y ahora en su Comunicación sobre flexiguridad, la Comisión hace hincapié en la seguridad del empleo en lugar de en la seguridad del puesto de trabajo. Nosotros hacemos hincapié en ambas y ello se debe a que reconocemos las necesidades de unas empresas flexibles. Una empresa flexible es aquélla que tiene que cambiar una línea de producción cada seis meses o su régimen en materia de TI cada cuatro y que precisa una mano de obra adaptable, adecuadamente cualificada y leal; no se obtiene tal cosa de una mano de obra fragmentada, segmentada y eventual.
En segundo lugar, la flexiguridad precisa una gama completa de factores para funcionar adecuadamente: un clima macroeconómico favorable y estable, inversión en políticas de mercado de trabajo adecuadas, un diálogo social bien desarrollado y políticas de protección social de calidad. Todos estos elementos son importantes y una cosa está clara: no son baratos. Por ende, la Comisión tiene que reconocer que la flexiguridad sólo puede aplicarse en determinados Estados miembros a lo largo de un periodo de tiempo considerable.
En tercer lugar, una forma equilibrada de flexiguridad debe fundamentarse en los principios incluidos en el apartado 15 de este informe, y tales principios deben incorporarse a un paquete de directrices modificado. Se les debe dar visibilidad y deben aplicarse. De otro modo, todo el buen trabajo incluido en este excelente informe habrá sido en vano.
Por último, tanto el Consejo como la Comisión se refieren sin cesar a la importancia de la flexiguridad, pero ¿cómo es posible tomar en serio al Consejo en tanto la Directiva relativa a las condiciones de trabajo de los trabajadores cedidos por empresas de trabajo temporal sigue bloqueada? ¿Cómo se puede tomar en serio a otras instituciones mientras sigan proliferando formas explotadoras de trabajo atípico en todos nuestros Estados miembros? Para muchos millones de nuestros trabajadores, el término flexiguridad se refiere enteramente a la flexibilidad y no tiene nada que ver con la seguridad. Este informe establece métodos para que dicha situación cambie.
Bernard Lehideux, en nombre del Grupo ALDE. – (FR) Señor Presidente, Señorías, nosotros queremos apoyar a la Comisión en su apuesta por impulsar una reflexión colectiva sobre la flexiguridad. La UE tiene que estar detrás del diálogo entre todas las partes interesadas en este ámbito. Nuestro Grupo celebra también que, por primera vez en Europa, los agentes sociales se hayan puesto de acuerdo en torno a un documento común que pide a los Estados miembros la aplicación de políticas de flexiguridad. Esto es lo más importante, porque la flexiguridad tiene sentido únicamente si se instaura en un clima de confianza entre trabajadores y empresas.
En tanto que representantes electos de los ciudadanos de la Unión, tenemos una responsabilidad especial de crear condiciones que favorezcan esa confianza. Todo el mundo está interesado en participar en el juego y, sobre todo, no debemos caer en la tentación de oponernos a la flexibilidad, que beneficiaría a las empresas, ni a la seguridad, que sería una contrapartida para los trabajadores.
La aplicación de la flexiguridad significa garantizar la flexibilidad y la seguridad simultáneamente a los trabajadores y a las empresas. Los trabajadores necesitan flexibilidad para conciliar sus vidas profesionales y personales, o para reconducir sus vidas profesionales por nuevas sendas. Las empresas necesitan seguridad tanto como los trabajadores, sobre todo seguridad jurídica en sus relaciones contractuales con el personal.
El informe es un paso adelante en la buena dirección. Es equilibrado y propone un marco para que todos los Estados miembros adopten principios comunes. Deseo felicitar al ponente por su trabajo. Los Estados miembros no deben verse obligados a imponer una visión particular de la flexibilidad. Los mercados de trabajo en cada Estado miembro presentan obviamente algunas características muy diferentes. Nosotros apostamos por la coordinación de las políticas de empleo, no por su armonización prematura.
Pero nuestros conciudadanos desean una Europa que ofrezca soluciones a los desafíos de la globalización. Protegiendo las oportunidades profesionales, facilitando la adaptación de los trabajadores, aceptando y acompañando en los giros repentinos de la vida, la flexiguridad puede constituir una forma diferente de modernizar nuestros modelos sociales. No dejemos pasar la ocasión de ponernos de acuerdo para trabajar por el mismo fin.
Ewa Tomaszewska, en nombre del Grupo UEN. – (PL) Señor Presidente, el movimiento a favor de formas más flexibles de empleo surgió en un momento en el que la tasa de desempleo era muy elevada, cuando resultaba relativamente fácil obligar a un trabajador a aceptar peores condiciones de empleo si quería permanecer en su puesto de trabajo fuera como fuera. Cuando los trabajadores no tenían recursos suficientes para atender las necesidades básicas de su familia ni las suyas propias, estaban dispuestos incluso a tolerar que se les humillase en el puesto de trabajo. Estaban también dispuestos a trabajar sin la cobertura de un seguro de accidentes y a trabajar ilegalmente por unos salarios miserables.
Por fortuna, la situación en el mercado de trabajo está cambiando. La mayoría de las empresas polacas subestimaron la importancia del empleo permanente. Como resultado, ahora hay escasez de trabajadores, y Polonia ha sido testigo de la emigración de casi dos millones de jóvenes, muchos de ellos con un alto nivel de educación. El empleo flexible que no reconoce la importancia de la seguridad en el puesto de trabajo comporta beneficios a corto plazo para las empresas a costa de los trabajadores. Celebro que la propuesta de resolución del Parlamento Europeo otorgue más importancia a la necesidad de seguridad en el empleo que la Comisión Europea. Quiero decir que la investigación realizada por la Organización Internacional del Trabajo confirma que los trabajadores con contratos permanentes son más eficaces.
Felicito al ponente por su informe.
Elisabeth Schroedter, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (DE) Señor Presidente, señor Comisario, señor Presidente en ejercicio del Consejo, Señorías, el debate sobre la flexiguridad demuestra que no se puede extrapolar el modelo social de un Estado miembro directamente a la UE en su conjunto. Ni eso parece ser lo que quiere la Comisión. Su documento no trata de mejorar la seguridad social de los trabajadores ante los cambios radicales en las condiciones del mercado de trabajo; no, la Comisión quiere imponer flexibilidad a las relaciones laborales sin estar realmente en posición de mejorar la seguridad social para los trabajadores: ésta es una competencia de los Estados miembros, que tienen nociones muy diferentes de su importancia.
Es más, el papel clave y la función de control de los sindicatos —que en Dinamarca constituyen un elemento fundamental del modelo de flexiguridad— no pueden darse actualmente por sentados en otro Estado miembro, ni tampoco en un futuro próximo. En algunos Gobiernos, también, donde la flexiguridad se interpreta y defiende únicamente como flexibilidad, los derechos sindicales se están viendo recortados al mismo tiempo. Nosotros los Verdes somos críticos con las iniciativas emprendidas para utilizar la flexiguridad como un vehículo con el que introducir la desregulación del mercado de trabajo en toda la UE, consiguiendo así la competitividad mundial de la Unión Europea a costa de los derechos de los trabajadores. Lamentablemente, la coalición en esta Cámara está siguiendo la estela de la Comisión y está perdiendo la oportunidad de introducir un elemento fundamental —la seguridad social— como un componente igual de importante en el modelo de flexiguridad.
Me pregunto cómo pretenden explicar los Socialistas esto a los trabajadores. Mi preocupación es que vayamos a perder la oportunidad de un futuro debate sobre los beneficios claramente inherentes al modelo de flexiguridad. Necesitamos, por tanto, que el informe se modifique, o no podremos apoyarlo.
Roberto Musacchio, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (IT) Señor Presidente, Señorías, la flexiguridad no es nada nuevo. Es un viejo modelo danés, que se remonta a finales del siglo XIX, según el cual el Estado garantiza la seguridad que no garantizan los contratos de trabajo, con un elevado coste.
Lo que es nuevo en esta Europa nuestra es la dramática precariedad que afecta a los jóvenes en el trabajo, pero que daña a toda la sociedad. Para combatirla, tenemos que cambiar de rumbo y prescindir de los métodos y las ideologías liberales que la han provocado. No es cierto que la inseguridad cree puestos de trabajo y crecimiento económico, sino todo lo contrario. Ahora, con la flexiguridad, estamos experimentando con una nueva ideología, pero que mantiene intacto el viejo modelo de la precariedad.
Por esta razón, mi Grupo ha defendido algunas ideas muy prácticas: contra la idea de un indicador de la rigidez del mercado de trabajo y a favor de un indicador del empleo de calidad, para insistir en que lo normal es un empleo estable y seguro; contra el despido injustificado, que es causa de discriminación; contra la acumulación recurrente de contratos atípicos, o de precariedad durante toda la vida, que es la forma moderna de esclavitud; a favor del derecho de los que no tienen empleo a unos ingresos, ya que no pueden vivir del aire; a favor de la reunificación de diferentes formas de asistencia; y en contra de la discriminación que afecta a la mujer en el trabajo.
El hecho de que no se hayan destinado recursos a garantizar la flexiguridad —se ha producido un recorte del 2 %— y, en consecuencia, que no sea posible una inversión fiable, demuestra claramente el riesgo de que esta iniciativa acabe siendo pura demagogia.
Los trabajadores y los jóvenes están pidiendo hechos concretos, no ideologías desfasadas. Estos son los puntos por los que nos hemos batido en esta Cámara y que nos gustaría someter a votación.
Kartika Tamara Liotard, ponente de opinión de la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género. − (NL) Señor Presidente, la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género ha estado a punto de ser ignorada en este debate, pero por fortuna en el último minuto se le ha permitido hacer uso de la palabra.
Más de la mitad de la población europea son mujeres y, por el momento, esas mujeres suelen representar una proporción excesiva de los contratos temporales y a tiempo parcial en el mercado de trabajo. Las mujeres, por tanto, tienen que hacer frente a una mayor incertidumbre, al cobro de pensiones más bajas y a unos gastos médicos insuficientes. Cuando algunos como la Comisión y el Gobierno neerlandés desean hacer aún más flexibles los derechos de protección en caso de despido injustificado, este colectivo se hundirá más todavía en la opresión y la falta de derechos. Por tanto, me complace extremadamente que la Comisión de Derechos de la Mujer haya aprobado por unanimidad una serie de propuestas para mejorar la propuesta de la Comisión en este sentido. Lamentablemente, el ponente ha decidido rechazar muchas de esas propuestas generales y elevadas. Con ello, ha desacreditado a la Comisión de Derechos de la Mujer y ha ignorado las desigualdades tan reales que existen. Pido, por tanto, a todas sus Señorías que apoyen en la votación de mañana las enmiendas que se han presentado para evitar esas desigualdades.
Thomas Mann (PPE-DE). – (DE) Señor Presidente, cada vez son menos las personas que trabajan toda su vida en la misma empresa, por lo que tienen que ser capaces de adaptarse sin ningún problema a cambios en sus condiciones de vida y de trabajo. Al mismo tiempo, han de tener una seguridad adecuada de empleo. Comisario Spidla, sólo si se consigue un equilibrio entre flexibilidad y seguridad, el nuevo concepto de flexiguridad podrá disfrutar de un amplio apoyo. Por una parte, tiene que haber más flexibilidad para que las empresas puedan identificar nichos de mercado, hacerse más innovadoras y planificar activamente su desarrollo, sin limitarse a reaccionar ante los acontecimientos. Por otra parte, los trabajadores de los Estados miembros necesitan la seguridad que ofrecen los sistemas modernos de protección social y los acuerdos fiables entre agentes sociales responsables. Se tienen que dar también las condiciones marco adecuadas para unos puestos de trabajo más permanentes y unas transiciones más fáciles a puestos nuevos. Se tiene que evitar el abuso de nuevas formas de empleo, el autoempleo fingido y el trabajo no declarado.
Otra prioridad es el aprendizaje permanente, esencial para que nuestros trabajadores puedan afrontar la globalización. El consenso en torno al 2 % del PIB como valor de referencia con carácter vinculante me parece inaceptable, porque tenemos que dejar a los Estados miembros cierta libertad financiera en esto. No obstante, los Gobiernos y las empresas tienen que asegurar una inversión mucho mayor en nuestro recurso más importante, que es una mano de obra debidamente formada, con una elevada cualificación, motivación y capacidad de adaptación.
El Grupo del PPE-DE ha vuelto a presentar algunas enmiendas por iniciativa mía. En una de ellas decimos que las empresas tienen que poder decidir por sí mismas sobre la manera de enfocar la cuestión de la responsabilidad social corporativa. La RSC tiene que seguir basándose en un sistema voluntario, no en uno obligatorio.
Como último comentario, permítanme que diga que la propuesta de adelantar la fecha para levantar las medidas transitorias que obstruyen la libre circulación de los trabajadores de 2013 a 2009 envía una señal equivocada. En regiones donde se pagan salarios por hora mucho mayores y que tienen un alto nivel de seguridad social, la presión de la inmigración es intensa y difícil de manejar. Aquí tampoco se debe descuidar la seguridad, sin menoscabo de la flexibilidad, que es indudablemente necesaria.
Jan Andersson (PSE). – (SV) Señor Presidente, señor Presidente en ejercicio, Comisario, permítanme que empiece dando las gracias al ponente por el buen trabajo que ha hecho y por un informe excelente. Al igual que José Albino Silva Peneda, yo prefiero hablar de «cambio con seguridad», cambio que encontramos en forma de globalización y en forma de crecimiento demográfico. Esa me parece que es la mejor forma de plantearlo.
Existe una diferencia entre la propuesta de la Comisión y la propuesta del Parlamento, sobre todo en lo que respecta a la manera de enfocar los cambios. En la propuesta del Parlamento hemos adoptado un enfoque diferente. La Comisión centra su atención en la seguridad del empleo, y no en la seguridad del puesto de trabajo. No debería hacerse esa distinción. Lo que hace falta es combinar la seguridad de poder conseguir un nuevo puesto de trabajo con un alto nivel de seguridad en el empleo. En el Parlamento, hacemos hincapié en la participación en el proceso, unos sindicatos fuertes y un diálogo social reforzado. Nos centramos en una política de empleo activa, en el aumento de las inversiones en formación y en el refuerzo de los sistemas de seguridad social.
Muchos han dicho que no hay un modelo único, sino que todos tienen que proceder sobre la base de sus propios conceptos. El proceso de Lisboa es aplicable. Ahora, cuando se tienen que establecer los principios, quiero apoyar lo que ha dicho Stephen Hughes: fíjense en el apartado 15; vean qué principios deben constituir las directrices.
Por último, le diría a Elisabeth Schroedter que no es cierto que el ponente no haya tenido contacto con el movimiento sindical europeo. Se han mantenido estrechos contactos todo el tiempo y ellos nos apoyan plenamente en nuestro afán por cambiar de enfoque. Si nos abstuviéramos de opinar antes de que lo hagan los ministros de trabajo, estaríamos delegando en ellos el derecho mismo a decidir. El Parlamento tiene que adoptar una línea ...
La Unión Europea no necesita sólo reformar sus propias instituciones rápidamente, sino también proporcionar a sus ciudadanos y a sus empresas una política que mitigue los efectos secundarios de la intensa competencia y de la apertura del mercado.
Me parece igual de importante que se fomenten unas relaciones industriales estables en las que exista un alto nivel de confianza. Cualquier cambio en la legislación laboral tendrá más éxito si los trabajadores se sienten más seguros. Debemos tener también en cuenta que la sensación de seguridad suele depender de lo fácil que sea encontrar un nuevo puesto de trabajo.
Yo creo que los mayores problemas en la Unión Europea están relacionados con la existencia de una mano de obra flexible y cualificada y que, por tanto, esta cuestión debe ocupar el centro mismo de la estrategia de flexiguridad de Europa.
Lo más importante tiene que ser crear un mercado de trabajo flexible elevando el nivel de educación con programas de formación y reciclaje profesional.
Roberta Angelilli (UEN). – (IT) Señor Presidente, Señorías, la flexiguridad no es una panacea ni un tema tabú. Basta con que nos pongamos de acuerdo sobre las reglas de juego. Ni que decir tiene que Europa tiene que estar a la altura de los retos de la globalización y la competencia —no siempre leal— que nos impone la economía globalizada.
Todo ello requiere flexibilidad, pero eso no significa dar la espalda al modelo social europeo, a sus valores, a sus niveles de seguridad y, sobre todo, a su solidaridad. La flexibilidad, por tanto, puede aceptarse con la condición de que existan reglas estrictas, garantías y mecanismos de compensación.
Lo más importante es que Europa sepa guiar a los Estados miembros en una estrategia que consta de algunos ingredientes fundamentales: un nivel digno de formación continua, medidas adecuadas de bienestar, servicios de calidad empezando por los servicios para la infancia, y sistemas de seguridad social que ayuden a los trabajadores durante períodos de inactividad. Esa ayuda, de hecho, no tiene que ser necesariamente económica; puede consistir también en oportunidades de adquirir las capacidades necesarias para poder acceder a nuevas ofertas de empleo.
Por último, tiene que haber medidas para conciliar la vida profesional y familiar, que permitan a las mujeres disfrutar realmente de las mismas oportunidades en el mundo del trabajo.
Naturalmente, esos objetivos necesitan una cantidad considerable de financiación, pero sólo de esta forma podrá la flexiguridad ser una oportunidad, y no un obstáculo, para la desregulación del mundo del trabajo.
Donata Gottardi (PSE). – (IT) Señor Presidente, Señorías, yo también quiero darle las gracias al ponente por su trabajo, especialmente por haberlo finalizado en tan corto espacio de tiempo.
Yo también creo que una palabra es sólo una palabra. La flexiguridad, en sí misma, no es una política ni buena ni mala. Tampoco es sólo una política: es un conjunto de acciones combinadas y equilibradas. Todo depende de cómo se diseñen y pongan en práctica esas acciones.
La flexiguridad suele entenderse como una estrategia dirigida a hacer que el mercado de trabajo sea más flexible y a compensar con ayudas económicas y formación el cambio de un puesto de trabajo a otro. Eso supone una actitud defensiva, una limitación de los daños, cuando lo que necesitamos es un enfoque nuevo, innovación y calidad.
Si tratamos de ver la flexiguridad desde un punto de vista femenino, obtendremos una perspectiva útil de la cuestión. Podremos darnos cuenta de que las mujeres son las principales destinatarias de puestos de trabajo precarios e inestables. Pero al mismo tiempo podremos percibir el pleno potencial positivo de esa estrategia si entendemos la flexibilidad no como precariedad, sino como una organización flexible del empleo y de las jornadas de trabajo para atender las necesidades de los trabajadores.
Si entendemos la seguridad no sólo como ayudas para formación, sino también como ayuda con las diferentes actividades y decisiones que se presentan a lo largo de la vida de una persona, podremos adoptar una perspectiva nueva y hacer propuestas que miren hacia el futuro, en lugar de permanecer anclados en el pasado.
Manuel Lobo Antunes, Presidente en ejercicio del Consejo. − (PT) Señor Presidente, señor Comisario, Señorías, muy brevemente. El trabajo de esta Cámara proseguirá después de este debate, así que tengo que decirles que esta Presidencia, nuestra Presidencia, considera que se trata, naturalmente, de un debate importante y necesario. Esto se demuestra por el nivel de participación y por el muy numeroso número de diputados que han querido participar y colaborar en este debate.
La flexibilidad significa, naturalmente, movilidad, y en un mundo globalizado, la palabra «movilidad» es necesaria y significa adaptación al cambio. Pero no estamos hablando sólo de movilidad; estamos hablando también de seguridad. Eso significa apostar por las personas, apostar por los trabajadores, por su cualificación y su formación, y también por la protección de la familia y la protección de la calidad del trabajo.
Confiamos, por supuesto, en que las directrices principales que hemos logrado consensuar con nuestros agentes sociales permitan en la práctica adoptar y aplicar las medidas necesarias para poder garantizar el cambio y la seguridad, de manera que Europa sea más capaz de afrontar con éxito los desafíos que nos plantea la globalización.
El Consejo, en su reunión de 5 y 6 de diciembre, aprobará, esperamos, estas directrices. Estoy convencido de que en el futuro se demostrará que son unas directrices acertadas y que constituyen una buena base para una política que hará a Europa más fuerte y más competitiva.
Vladimír Špidla, Miembro de la Comisión. − (CS) Señor Presidente, Señorías, cuando miro a la pantalla, veo lo rápido que se pasa el tiempo, así que permítanme decir sólo dos cosas: primero, en el debate ha quedado claro, y me gustaría incidir en ello, que el objetivo de la flexiguridad no consiste para nada en imponer un modelo nacional único a toda la Unión Europea. Se reconoce la naturaleza singular de los distintos modelos. No obstante, quiero sugerir que los Estados que aplican los principios mencionados tienen un mercado de trabajo en mejor situación, y no me refiero sólo a los países escandinavos.
La otra cuestión que quiero mencionar es la de los costes. De nuevo, Dinamarca es el ejemplo típico mencionado con frecuencia, con unos gastos en protección social y asistencia sanitaria que no están por encima de la media europea. Esto debe destacarse siempre.
Señorías, gracias por un debate tan interesante que, aunque breve, ha ayudado a enriquecer el concepto de la flexiguridad. Permítanme que dé las gracias especialmente al ponente.
Presidente. − Se cierra el debate.
La votación se celebrará mañana.
Declaraciones por escrito (Artículo 142 del Reglamento)
Christian Ehler (PPE-DE), por escrito. – (DE) En una de las enmiendas presentadas sobre este informe, se intenta conseguir el apoyo del Parlamento Europeo a unos salarios mínimos europeos. En mi opinión, este enfoque es totalmente equivocado. Las condiciones y los parámetros establecidos en los distintos mercados de trabajo regionales son tan diferentes que un enfoque europeo no nos permitirá aumentar la prosperidad para los ciudadanos; todo lo contrario, estaríamos contribuyendo a la pobreza, al desempleo y al trabajo en el mercado negro.
Se pide también que los salarios mínimos se establezcan en no menos del 50-60 % del salario nacional medio. ¿Qué país en Europa tiene un salario mínimo tan alto? Antes de someter este tipo de enmienda a debate, sus promotores deberían hacer por lo menos el esfuerzo de ver cuál es la realidad en Europa. Se está tratando aquí de promover una política europea de fijación de salarios que aumentaría los salarios mínimos nacionales actuales una media del 20 %. ¡Eso es pura demagogia!
Espero que una clara mayoría de este Parlamento se muestre contraria a esas ideas peligrosamente utópicas, que lo único que conseguirían sería aumentar el paro y la pobreza y amenazar a la competitividad económica de Europa.
Ilda Figueiredo (GUE/NGL), por escrito. – (PT) Lamentamos que el informe no se oponga, con suficiente claridad, a la estrategia de flexiguridad defendida por la Comisión Europea. Se limita a proponer algunos cuidados paliativos para los principios enunciados en la Comunicación de la Comisión.
Por eso, hemos votado en contra del referido informe en la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales, e insistimos también en presentar propuestas que rechazan el concepto de flexiguridad adoptado en dicha Comunicación. Lo hemos hecho porque ese concepto trata de desregular los mercados de trabajo y la legislación laboral, lo que supondría, en la práctica, la destrucción de los vínculos contractuales actuales, la liberalización de los despidos injustificados y el aumento de la inseguridad de la generalidad de los trabajadores.
No hay cuidados paliativos que resistan al constante debilitamiento de la negociación colectiva, la depreciación de las organizaciones sindicales, la transformación de los contratos permanentes en contratos temporales con el pretexto de la globalización capitalista.
En la masiva manifestación que tuvo lugar el 18 de octubre en Lisboa, convocada por la CGTP (Confederación General de Trabajadores Portugueses), los trabajadores portugueses dijeron no a estas propuestas. Lo que ellos quieren es más empleo con derechos que presupongan un compromiso con la producción, más inversión en servicios públicos de calidad y el respeto a la dignidad de los trabajadores.
Por eso, insistimos en las propuestas que hemos presentado. Si se siguen rechazando, votaremos en contra de este informe, puesto que rechazamos la flexiguridad.
Monica Maria Iacob-Ridzi (PPE-DE), por escrito. – (RO) El informe somete a debate una cuestión europea esencial: las acciones de la Unión Europea orientadas a la integración en el mercado no pueden ignorar la restricción arbitraria de la libre circulación de trabajadores. Ocho de los países que entraron en la UE en 2004 – conjuntamente con Rumanía y Bulgaria – tienen períodos transitorios de al menos dos años, que pueden alcanzar los siete años.
Desde el segundo año de transición, las instituciones europeas se implicaron activamente en el proceso de autorizar los períodos transitorios impuestos por los Estados miembros. Por eso, solicito al Consejo Europeo que examine muy detenidamente, en diciembre, la cuestión de la restricción de la libre circulación en la Unión Europea para los nuevos Estados miembros y que adopte una posición común obligatoria para reducir al mínimo las barreras que se interponen a la libre circulación de trabajadores.
La cuestión de la restricción del acceso al mercado de trabajo está directamente relacionada con el primer principio sugerido por el ponente: «la acción europea contra las prácticas abusivas en distintos tipos de contratos atípicos». Como diputada al Parlamento Europeo, he recibido numerosas quejas de ciudadanos de origen romaní que se están viendo abusivamente privados de una retribución por su trabajo y de las condiciones más elementales de seguridad social y asistencia sanitaria en los países donde desarrollan su actividad. Las disposiciones que aprobemos basadas en el concepto de flexiguridad deben dirigirse principalmente a eliminar este tipo de situaciones.
(La sesión, suspendida a las 17.05 horas, se reanuda a las 17.10 horas)