Presidenta. − El próximo punto es el informe de Alain Lipietz, en nombre de la Comisión de Comercio Internacional, sobre comercio y cambio climático (2007/2003(INI)) (A6-0409/2007).
Alain Lipietz, ponente. − (FR) Señora Presidenta, señor Comisario, Señorías, este informe, que se presenta justo antes de la Conferencia de Bali, es relativamente importante.
Como todos sabemos, el comercio internacional se desarrolla dos veces más rápidamente que el producto mundial bruto. Este desarrollo conduce al crecimiento del sector de los transportes, uno de los que más gases de efecto invernadero producen. Además, permite el traslado de la actividad productiva, que puede optimizar el uso de la mano de obra y los costes salariales, pero, como no internaliza los costes de los gases de efecto invernadero producidos por esta división del trabajo, puede acelerar la producción de este tipo de gases y el cambio climático.
Por poner un ejemplo con algunas cifras, consideremos el transporte por barco, capaz de transportar cuarenta veces más carga que el transporte por avión, pero que produce solamente el doble de gases de efecto invernadero, y, sin embargo, las mercancías se transportan por avión para optimizar el ciclo productivo. Por consiguiente, creo que después del informe Stern y los cuatro informes el grupo intergubernamental sobre el cambio climático (IPCC), deberíamos ser conscientes de que es mejor esperar medio día o incluso tres días la llegada de las mercancías a su destino, en lugar de destruir el clima a un precio que el informe Stern estima en 5 billones de USD.
El informe que se presenta, además de reconocer lo anterior, intenta ofrecer alguna alternativa. Ciertamente, existen ciertas posibilidades en relación con el transporte. En este sentido, nos felicitamos por la reciente votación celebrada sobre la inclusión del sector de la aviación en el sistema europeo de cuotas. El informe invita a una reflexión sobre la organización industrial que reduzca la escala geográfica de los circuitos productivos —a favor de una producción más cerca del consumidor final— y realiza algunas propuestas sobre el comercio propiamente dicho de los bienes ambientales.
Proponemos, tanto en el marco de la OMC como en el contexto de los acuerdos bilaterales o birregionales —es decir, todos los acuerdos que negociamos en este momento— dar prioridad a la evaluación de los efectos sobre el cambio climático en las evaluaciones de los efectos medioambientales de tales acuerdos, así como a una reducción considerable de todas las barreras arancelarias y no arancelarias —y pensamos concretamente en los derechos de propiedad intelectual— que obstaculizan el comercio de bienes y servicios ecológicos, que son los que pueden reducir la producción de gases de efecto invernadero.
A falta de los acuerdos birregionales que actualmente negocia Europa, todo ello debe desarrollarse, naturalmente, en el marco más multilateral posible, preferentemente en la OMC. Pero no podemos excluir la posibilidad de que, después de 2012, en el primer periodo después de Kyoto, la humanidad haya alcanzado un acuerdo unánime en relación con la lucha contra el cambio climático. En ese caso, las decisiones adoptadas por Europa para liderar la lucha contra el cambio climático podrán perjudicar a algunos de sus sectores. Sin embargo, no a todos ellos. En muchos casos, el liderazgo en el sector de la lucha contra el cambio climático garantizará una ventaja competitiva. En algunos casos, y pienso concretamente en la industria cementera, ello puede acarrear enormes problemas e incluso conducir a la realización de transportes inútiles para evitar pagar impuestos ecológicos. En este caso, tras haber agotado todas las posibilidades de acuerdos multilaterales, proponemos la aplicación del artículo 20 del GATT, es decir, el establecimiento de tasas compensatorias en las fronteras para restablecer una competencia justa.
Éstas son las principales propuestas que quería presentar a sus Señorías.
Stavros Dimas, Miembro de la Comisión. − (EL) Señora Presidenta, Señorías, agradecemos la iniciativa de la Comisión de Comercio Internacional en relación con el tratamiento de las cuestiones relativas al comercio y el cambio climático.
El informe de Alain Lipietz es una fuente útil de ideas y propuestas. Nos complace este informe porque reconoce la relación que existe entre los diversos aspectos de las negociaciones.
El cambio climático es una cuestión muy seria que, fundamentalmente, afecta a todos los sectores, incluido el del comercio. Debemos esforzarnos por definir una política coherente y de apoyo recíproco. La Unión Europea tiene por objeto facilitar el comercio, garantizar su viabilidad y también su contribución a otras políticas, como la política sobre cambio climático.
Acogemos con satisfacción el hecho de que el informe reconozca las perspectivas de negociación sobre bienes y servicios ambientales. Consideramos que ello constituye una contribución importante del comercio al logro de los objetivos en materia de cambio climático. Esperamos que se realicen progresos sobre esta cuestión durante la actual ronda de negociaciones comerciales multilaterales para el Programa de Doha para el Desarrollo. Nos complace el reconocimiento de la necesidad de conceder el estatuto de observador a las secretarías de los acuerdos multilaterales sobre el medio ambiente (AMUMA) en todas las reuniones de la OMC, algo que hemos intentado lograr para la actual ronda de negociaciones sobre el comercio. También nos complace el reconocimiento de la contribución que pueden realizar nuestros nuevos acuerdos de libre comercio a las cuestiones relativas al cambio climático a través de la inclusión de disposiciones especiales.
Los lazos existentes entre las oportunidades de acceso a los nuevos mercados, es decir, a un mayor volumen de flujos comerciales, y las políticas en materia de cambio climático son evidentes.
Las políticas medioambientales ofrecen un poderoso incentivo para la innovación tecnológica y promueven los resultados económicos. Los datos científicos y económicos muestran muy claramente que los beneficios de la contención del cambio climático superan el coste de las políticas de reducción.
La adopción de otras medidas para luchar contra el cambio climático podría resultar en ventajas competitivas significativas para los productores en países donde se limitan las emisiones de carbono, ya que —junto con otras políticas— tal limitación conducirá a un menor consumo de recursos valiosos y a la innovación tecnológica respetuosa con el medio ambiente, para la que las oportunidades de acceso a los mercados están aumentando. De este modo, llegaremos a una situación de la que todos se beneficiarán, tanto en términos competitivos como medioambientales. Debemos seguir buscando nuevas oportunidades para reforzar la contribución positiva realizada por la política comercial a la lucha contra el cambio climático.
Observo que el informe incluye en este contexto las cuestiones de los créditos a la exportación, la eliminación gradual de las subvenciones con repercusiones negativas sobre el clima y el refuerzo y la ampliación del acceso al mercado de la inversión directa extranjera. Todas ellas son cuestiones interesantes que podemos examinar con mayor detalle.
También debemos continuar con nuestros esfuerzos sobre los criterios de sostenibilidad en relación con los productos forestales, la deforestación y la tala ilegal de árboles.
Para terminar, permítanme volver a dar las gracias por esta valiosa contribución al debate sobre el cambio climático en un momento muy importante, cuando sólo faltan algunos días para el comienzo de la Conferencia de Bali sobre el cambio climático, que esperamos que ofrezca la motivación necesaria para negociar un acuerdo internacional para el periodo posterior a 2012.
Jens Holm, ponente de opinión de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria. − (SV) Señora Presidenta, ha llegado el momento de que el comercio mundial asuma su responsabilidad en relación con el clima. Desde 1990 el comercio mundial ha crecido exponencialmente. ¿Cuál es el resultado de tal crecimiento desde el punto de vista del clima? Naturalmente, el aumento del transporte y las emisiones. ¿Resulta razonable, por ejemplo, que los ganaderos de la UE importen millones de toneladas de soja de Brasil para la industria cárnica europea, o que el pescado capturado en Noruega se mande a China para su fileteado y de vuelta a Europa para su conservación? ¡Por supuesto que no!
Nuestra excelente opinión nos ofrece la oportunidad de emprender medidas concretas para abordar este problema. Pedimos la inclusión de los costes ambientales en el transporte. Queremos difundir las tecnologías ecológicas entre los países en desarrollo, por ejemplo, modificando sustancialmente las normas sobre patentes y derechos de propiedad intelectual. Queremos que se supriman las subvenciones a la producción de energía sucia. Deseamos que se establezca la certificación ambiental obligatoria de los biocarburantes y que todos los acuerdos comerciales se evalúen desde el punto de vista del clima. Todos éstos son sólo algunos ejemplos extraídos de este excelente informe. Si logramos todo lo anterior, podremos garantizar que el comercio mundial se convierte en parte de la solución y deja de ser parte del problema.
András Gyürk, ponente de opinión de la Comisión de Industria, Investigación y Energía. − (HU) Muchas gracias, señora Presidenta. Señor Comisario, Señorías, los lazos que unen a las dos cuestiones examinadas en el presente informe son muy evidentes y los vínculos entre ciertas formas de comercio y el cambio climático lo son todavía más. Es indiscutible que un intenso comercio internacional tiene muchas repercusiones negativas, entre ellas el aumento de las emisiones de dióxido de carbono y la reducción de los hábitats de las plantas que absorben los gases de efecto invernadero. A pesar de todo ello, estoy convencido de que el libre comercio no tiene sólo consecuencias negativas sobre el medio ambiente. La difusión del comercio y la división internacional del trabajo aumentan la eficiencia de la producción por encima de sus efectos negativos. Ello puede conducir a un menor consumo total de fuentes de energía.
Permítanme, en calidad de ponente de la Comisión de Industria, destacar tres ideas en este sentido de la opinión preparada por nuestra comisión. En primer lugar, resulta fundamental eliminar lo antes posible las barreras comerciales para las tecnologías respetuosas con el medio ambiente. Ello requerirá que la Unión Europea adopte un papel activo en las negociaciones internacionales sobre el cambio climático.
En segundo lugar, debemos procurar que el precio de los productos en el futuro refleje las consecuencias negativas que no son del todo evidentes, como las consecuencias negativas para el medio ambiente.
En tercer y último lugar, creemos que un análisis debidamente detallado de la relación entre el comercio y el cambio climático redunda en el interés de la Unión Europea, sobre todo porque Europa puede liderar la exportación de productos y servicios ecológicos a todo el mundo.
Señorías, tal como se desprende de lo anterior, los miembros de la Comisión de Industria opinan de forma unánime que la supresión de las barreras administrativas al comercio y las medidas de lucha contra el cambio climático sólo pueden realizarse mediante la cooperación internacional más amplia posible. Los debates en comisión nos han convencido de que, en relación con el cambio climático, el comercio constituye un problema, pero también es parte de la solución. Muchas gracias, señora Presidenta.
Georgios Papastamkos, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (EL) Señora Presidenta, Señorías, la Unión debe liderar —y en gran medida ya lo hace— la adopción de políticas respetuosas con el medio ambiente. En este sentido, su propia contribución, señor Dimas, ha sido significativa. La adaptación de todas las estrategias sectoriales a unos modelos de desarrollo sostenibles constituye, en cualquier caso, uno de los principales objetivos en materia de reglamentación.
Se considera que el aumento del comercio internacional contribuye al desarrollo económico mundial y beneficia tanto a los países desarrollados como a los países en desarrollo. El rápido crecimiento del volumen de los flujos comerciales transfronterizos, no obstante, resulta problemático para la política en materia de clima. El informe que debatimos hoy trata de los límites de la relación de cooperación o de oposición existente entre el sistema de comercio mundial y las políticas sobre cambio climático. Desafortunadamente, en el informe se observa un desequilibrio entre el componente comercial y el medioambiental. El rápido desarrollo del comercio internacional debería tratarse exclusivamente como un factor que tiene repercusiones negativas sobre el medio ambiente. Además, la adopción de las políticas sobre el clima no es, en sí misma, suficiente; es necesario contar con un plan general coherente que recoja las prioridades respetuosas con el medio ambiente en las políticas de transporte, comercio, industria, energía y agricultura. En cualquier caso, el esfuerzo únicamente de la Unión Europea no basta para luchar contra el cambio climático. La Unión debe seguir liderando el establecimiento de modelos de protección social y ambiental que, por otra parte, debe promover en sus relaciones comerciales con los países fuera de sus fronteras.
Señorías, la propuesta de resolución contiene algunas cuestiones fundamentales. El Grupo del Partido Popular Europeo (Democratacristianos) y los Demócratas Europeos ha establecido que el voto a favor de la propuesta debería depender del resultado de la votación sobre tales cuestiones.
David Martin, en nombre del Grupo del PSE. – Señora Presidenta, cuando se trata la cuestión del cambio climático suele considerarse que el comercio forma parte del problema y es cierto que, simple y llanamente, no es posible justificar cierto tipo de comercio. Enviar gambas escocesas a Tailandia para que las pelen y las remitan de vuelta a Escocia constituye un absurdo y un despilfarro de energía. Sin embargo, tal como se demuestra en el bien fundamentado informe del señor Lipietz, el comercio puede ser asimismo una parte de la solución. Me limitaré a exponer tres breves ejemplos.
En primer lugar, el establecimiento de unas rigurosas normas de eficiencia energética en Europa para electrodomésticos tales como frigoríficos, lavavajillas, microondas, etc., no sólo puede deparar una reducción de las emisiones de CO2 aquí, sino que, asimismo, puede crear las condiciones para que se impongan unas normas más rigurosas en otros lugares. Por ejemplo, una única fábrica ubicada en China produce el 80 % de los microondas del mundo. Se antoja improbable que se desee producir con arreglo a una norma para Europa y de conformidad con otra para el resto del mundo o, incluso, en este caso, para su mercado doméstico.
Un segundo ejemplo citado por la Comisión de Industria lo constituyen los productos «verdes» o, haciendo uso de su nombre correcto, los bienes y servicios medioambientales. Si eliminamos los derechos de aduana relativos a los bienes y servicios medioambientales, podremos fomentar el comercio de productos que ayuden a que los terceros países atenúen su huella de carbono, tales como la exportación de generadores energéticamente eficientes, la tecnología asociada a la energía producida por las olas y los paneles solares. Tomemos de nuevo el ejemplo de China. Este país está aumentando anualmente su capacidad de generación de electricidad en una magnitud equivalente a la capacidad de generación total del Reino Unido. A todas luces, el animar a China a que emplee las tecnologías más modernas y eficientes podría revestir gran importancia para que el país pueda seguir creciendo sin que su huella de carbono aumente de manera proporcional.
Un tercer y último ámbito se referiría a facilitar que los consumidores elijan con conocimiento de causa los productos que compran a través de la transmisión de información clara sobre la huella de carbono de cada producto. Sin embargo, debemos ser cautelosos a la hora de garantizar que la información se calcule y se presente adecuadamente. Las etiquetas sobre el kilometraje recorrido por los productos («food miles») que se emplean en algunos supermercados británicos son insatisfactorias y pueden transmitir una información engañosa. La huella de carbono de las flores procedentes de Kenia, por ejemplo, es mucho menor que la de las cultivadas en los Países Bajos, pero una lectura rápida de la etiqueta podría dar lugar a una conclusión distinta.
Zbigniew Krzysztof Kuźmiuk, en nombre del Grupo UEN. – (PL) Señora Presidenta, tomo la palabra en nombre del Grupo de la Unión por la Europa de las Naciones en este debate sobre las repercusiones el comercio mundial sobre el cambio climático para llamar la atención sobre las siguientes cuestiones:
En primer lugar, como líder mundial de los esfuerzos para combatir el cambio climático, la Unión Europea pide una reducción de entre el 25 y el 40 % de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2020. Cabe recordar, no obstante, que si la Comisión Europea logra esta reducción de las emisiones principalmente como resultado únicamente de su actuación, con una escasa contribución de los demás países, su desarrollo económico puede verse amenazado.
En segundo lugar, las empresas sometidas a diversas restricciones en Europa en el marco de sus esfuerzos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero no pueden seguir compitiendo con las empresas de otros países en los que no se aplican tales restricciones. Muchos sectores y tipos de producción han dejado de existir en Europa debido a la competencia desleal de algunos productores del Sudoeste asiático y América del Sur.
En tercer lugar, tras la introducción de restricciones excesivas a las emisiones de gases de efecto invernadero en el territorio de la Unión Europea, hemos sido testigos del traslado de muchas industrias fuera de Europa, donde no existen tales restricciones. Como resultado de lo anterior, muchos puestos de trabajo Europeo podrían perderse para siempre.
En cuarto lugar, si no se alcanza un acuerdo a escala mundial sobre la limitación de las emisiones de gases de efecto invernadero y la Unión Europea sigue adelante ella sola, se deberían establecer tasas compensatorias en las fronteras de la Unión. Lo anterior debería aplicarse especialmente a los sectores en los que la competencia se vea ya gravemente afectada porque los costes de fabricación no hayan tenido en consideración los costes ambientales. En la medida de lo posible, también se debería tener en cuenta el aspecto climático del comercio en los acuerdos comerciales bilaterales entre la Unión Europea y terceros países.
Además, se deberían aplicar las mismas disposiciones a las iniciativas empresariales que reciben el apoyo del Banco Europeo de Inversiones. En relación con la ayuda a diferentes tipos de empresas, las mismas directrices deberían también ser aplicadas por las agencias nacionales de cobertura del crédito a la exportación y las inversiones directas.
Graham Booth, en nombre del Grupo IND/DEM. – Señora Presidenta, Al Gore afirma que el debate sobre el calentamiento global ha concluido y que ha quedado demostrado, sin ningún género de duda, que la actividad humana es responsable del mismo.
Hace poco recomendé, en la comisión, que no se excluyera del debate la enorme influencia del Sol en el clima de la Tierra a lo largo de millones de años e indiqué que la sucesión de prolongadas eras glaciales, entre las que se intercalan breves periodos interglaciares, constituye la explicación más probable del fenómeno. Se me dispensó una acogida muy hostil.
Sin embargo, el presidente, señor Markov, insistió en la improcedencia de exigir la eliminación de una opinión que entra en conflicto con la ortodoxia vigente. Recordemos que, cuando Galileo declaró en el siglo XVII que la Tierra orbita alrededor del Sol, la Iglesia Católica amenazó con someterlo a tortura por haber osado contradecir el hecho aceptado de que la Tierra se halla en el centro del universo. Hubo que esperar hasta 1992 para que la Iglesia reconociera que Galileo tenía razón.
El único CO2 al que se refiere el debate sobre el calentamiento global es la cantidad insignificante que produce la combustión de carburantes fósiles. Dicha cantidad relativamente pequeña constituye la única aportación moderna y no habitual a las inmensas cantidades que producen todos los organismos vivos y toda la materia orgánica en descomposición, así como la actividad volcánica
Antes de arriesgarnos a arruinar las economías mundiales con la imposición de tasas sobre la emisión de carbono, les ruego reentablemos el debate y nos cercioremos con certeza absoluta de qué parte tiene la razón.
Daniel Caspary (PPE-DE). – (DE) Señora Presidenta, Señorías, en nuestro examen de este proyecto de informe nos deberíamos centrar en la cuestión principal, es decir, el comercio y el cambio climático.
Desafortunadamente, en su primer proyecto el ponente no ha logrado presentar propuestas positivas económica y socialmente compatibles en relación con el modo en que podemos abordar este problema. Desde mi punto de vista, la relación que propone el ponente en su informe entre la cuestión del comercio y la del transporte resulta demasiado confusa. El problema no reside en el comercio mundial ni en la división internacional del trabajo, ni tampoco en el hecho de que, gracias al comercio, las regiones que anteriormente eran pobres o que aún lo son estén experimentando un crecimiento económico. En absoluto. El problema, ciertamente, guarda relación con la falta de eficiencia del transporte, que no es respetuoso con el medio ambiente. El problema que debemos abordar se refiere al hecho de que, debido a la pobreza o el escaso nivel de prosperidad de algunas regiones del mundo, muchas personas y muchos países no pueden permitirse la protección climática necesaria y coherente en términos ecológicos y económicos.
Sólo podremos lograr que estas personas estén en disposición de adoptar medidas de protección del clima y el medio ambiente si integramos tales regiones en el comercio mundial. La lucha diaria por la supervivencia impide pensar en la protección climática o ambiental. Sólo a través de un comercio mundial que funcione bien podremos vender nuestras modernas tecnologías en todo el mundo y contribuir, por ende, a la protección del clima.
Éste es el motivo por el cual, desde mi punto de vista, necesitamos más comercio, no menos, para ofrecer una respuesta adecuada a los problemas del comercio y el cambio climático.
Por ello, doy las gracias a Georgios Papastamkos por haber introducido numerosas e importantes cuestiones en el debate en comisión, y también agradezco al Grupo ALDE que haya presentado diversas enmiendas que se dirigen en esta dirección para el Pleno de mañana.
Me gustaría concluir con una petición. Desafortunadamente, este informe incluye diversas cuestiones que desacreditan nuestra economía social de mercado. Deberíamos encontrar el modo de eliminar estas salidas de tono en contra de nuestro sistema económico, un sistema que ha llevado la prosperidad y la seguridad social a la vida de tanta gente. Agradecería que los grupos políticos pudiesen demostrar algo de creatividad en este sentido para que nuestro grupo pueda también votar a favor de este informe.
Elisa Ferreira (PSE). – (PT) Debo empezar felicitando al ponente por el exhaustivo trabajo realizado sobre una cuestión compleja, a saber, la relación entre el comercio y el cambio climático. Europa ha liderado a escala internacional la lucha contra el empeoramiento del cambio climático. Sin embargo, para resultar creíble y lograr los objetivos que se propone, debe reforzar la coherencia de sus diferentes políticas sobre esta cuestión. Concretamente, la política comercial europea, una de las políticas comunes más antiguas de la Unión, no debe ni puede olvidarse. La relación entre el medio ambiente y el comercio no es sencilla y no se ha examinado lo suficiente, especialmente en el seno de la Organización Mundial del Comercio.
En la Unión Europea, el cumplimiento de los objetivos en materia de cambio climático requiere un esfuerzo efectivo de reducción de las emisiones de carbono, que se refleja, a su vez, en las condiciones de producción y los respectivos costes de un número cada vez mayor de sectores productivos. Ha llegado el momento de preguntarnos si en un mundo de competencia global y ante el problema de la supervivencia del planeta tiene sentido que este esfuerzo de lucha contra el cambio climático se reduzca, por encima de todo, a un esfuerzo europeo. ¿Tendrá algún sentido que las emisiones de tantos sectores se trasladen del territorio europeo a otras zonas del mundo menos protegidas en términos ambientales? ¿La violación medioambiental puede ser una fuente legítima de competitividad? ¿Podemos aceptar que, en relación con los principales bienes objeto de comercio a escala mundial, existan normas diferentes de respeto medioambiental dependiendo de la zona del mundo en que se producen?
Creo que la respuesta a todas estas preguntas es que no. Es necesario encontrar un equilibrio entre el medio ambiente —incluido el clima— y el comercio que garantice un esfuerzo colectivo, proporcional y equitativo que no excluya a nadie, y mucho menos a los grandes socios comerciales mundiales. Se debe encontrar rápidamente un nuevo equilibrio entre el desarrollo de las amplias zonas empobrecidas del mundo y la supervivencia del planeta a través del diálogo, el respeto mutuo y la determinación frente a objetivos convergentes. Pero el esfuerzo debe ser global y, en este sentido, sólo cabe esperar que en diciembre en Bali este proceso dé comienzo de forma seria y comprometida.
Stavros Arnaoutakis (PSE). – (EL) Señora Presidenta, señor Comisario, Señorías, ciertamente los intercambios comerciales a escala europea y mundial han aumentado de forma significativa en los últimos años. Aunque tal aumento promueve el desarrollo económico de las naciones, también tiene unas repercusiones significativas sobre el cambio climático. Permítanme por tanto que manifieste mi preocupación personal acerca de este problema. Debemos decidir el modo en que la política comercial puede contribuir positivamente a la solución del problema del cambio climático.
El objetivo fijado de una reducción del 20 % de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2020 es bastante ambicioso. Espero que podamos ganar esta apuesta, porque el coste si la perdemos será enorme. En este sentido, me gustaría subrayar la contribución del Comisario y darle las gracias por todas las iniciativas emprendidas y los esfuerzos realizados en esta dirección.
Debemos apoyar en mayor medida la transición a unos medios de transporte más respetuosos con el medio ambiente, la promoción de una industria más respetuosa con el clima, el desarrollo de nuevas tecnologías y el establecimiento de medidas disuasorias en relación con las actividades que tengan repercusiones negativas sobre el clima, una cooperación efectiva entre las Naciones Unidas, la Organización Mundial del Comercio y la Unión Europea, así como la consulta y la participación constantes de la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales que trabajan en el sector del medio ambiente. El Parlamento Europeo tiene que desempeñar un papel importante. Espero que los resultados de la Conferencia de Bali de diciembre transmitan los mensajes optimistas que todos deseamos.
Presidenta. − Se cierra el debate.
La votación se celebrará el jueves 29 de noviembre de 2007.
Declaraciones por escrito (artículo 142 del Reglamento)
Eija-Riitta Korhola (PPE-DE), por escrito. – (FI) Para que la lucha contra el cambio climático sea efectiva, la integración de la política sobre el clima en todas las demás políticas resulta esencial. El informe que se examina constituye una aportación valiosa e inspira un debate muy necesario, a saber, la política comercial debe formar parte de la política climática debido al aumento de los gases de efecto invernadero a causa del crecimiento de la actividad comercial. Por un lado, la inclusión de la política comercial en la política climática resulta muy efectiva y, por consiguiente, puede ser parte de la solución.
En primer lugar, la política comercial desempeña un papel esencial en la promoción de tecnologías ecológicas. El comercio internacional es uno de los instrumentos más efectivos de la transferencia de tecnología. El papel de la Organización Mundial del Comercio es importante, ya que resulta fundamental eliminar las barreras arancelarias para los bienes ecológicos y mejorar las normas sobre la propiedad intelectual. Por otro lado, es intolerable que la OMC aún apoye la concesión de subvenciones a los carburantes fósiles que distorsionan la competencia, por ejemplo, dificultando la comercialización de las tecnologías ecológicas.
Sin embargo, creo que el informe concede demasiada importancia a los éxitos de Kyoto. Kyoto está lleno de deficiencias que, de hecho, agravan la situación. Las actuaciones unilaterales distorsionan la competencia y conducen a la fuga de carbono. Trasladar las emisiones de un lugar a otro no significa reducirlas. Por otra parte, la solidaridad con la población de los países en desarrollo debería impedir la contaminación de su entorno. Kyoto conduce a la explotación medioambiental. El cambio climático es un fenómeno absolutamente mundial y exige soluciones globales. El establecimiento de un régimen mundial de comercio de emisiones en el que participen obligatoriamente todos los países industrializados y economías emergentes es, por consiguiente, una medida completamente fundamental.
Comparto plenamente la preocupación expresada en el informe acerca del destino de los bosques al que conduce el aumento del comercio. La UE debe prestar especial atención al riesgo que presentan los biocarburantes para los sumideros de carbono. Por último, los objetivos fijados por la Comisión para las fuentes de energías renovables tampoco deben acelerar el cambio climático.