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RC-B6-0543/2007

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PV 12/12/2007 - 11
CRE 12/12/2007 - 11

Votaciones :

PV 13/12/2007 - 6.8
CRE 13/12/2007 - 6.8

Textos aprobados :

P6_TA(2007)0622

Acta literal de los debates
Miércoles 12 de diciembre de 2007 - Estrasburgo Edición DO

11. Cumbre UE/China - Diálogo sobre derechos humanos UE/China (debate)
Acta
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  Presidenta. − El siguiente punto es la declaración de la Comisión sobre la cumbre de UE-China.

 
  
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  Benita Ferrero-Waldner, Miembro de la Comisión. Señora Presidenta, me complace el debate de hoy acerca del diálogo entre la UE y China sobre derechos humanos. Como sabe, la cuestión de los derechos humanos se planteó y debatió en la reciente cumbre de Pekín, y la declaración conjunta también se refiere a ella de forma explícita.

Pienso que es justo reconocer que, si bien persisten algunas inquietudes serias que hay que abordar, China también ha hecho notables progresos en el ámbito de los derechos humanos a lo largo del pasado año. Esto es especialmente cierto en el ámbito de los derechos sociales y económicos, pero también en algunos otros.

Se han puesto en marcha iniciativas para reformar el sistema de «reeducación por el trabajo». A este respecto, acogemos con satisfacción la nueva iniciativa legislativa que se está estudiando y también esperamos que pronto se pongan en práctica reformas concretas. Uno de los principios fundamentales de los derechos humanos consiste en no privar a una persona de su libertad sin la debida justicia y un juicio justo.

China también está trabajando para llevar a la práctica las recomendaciones del Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la tortura. Por ejemplo, el Ministerio de Justicia ha dado instrucciones recientemente a los órganos judiciales para que no acepten las confesiones, por sí solas, como prueba suficiente de culpabilidad, ya que dichas confesiones a veces pueden ser el resultado de torturas por parte de la policía o del personal de detención. Análogamente, China está poniendo en marcha medidas de formación específicas orientadas a esos grupos de personal de orden público.

Nos complace asimismo observar los progresos conseguidos en relación con el Tribunal Popular Supremo que ahora ejerce plenos poderes de revisión de las sentencias a pena de muerte dictadas por los tribunales de rango inferior. Y entendemos que el resultado es una reducción del número de sentencias de muerte y ejecuciones efectivas. Esto es gratificante para la Unión Europea. Como sabe, hace tiempo que representa un asunto de intervención prioritaria.

No obstante —y ahora, naturalmente, tengo que decir algunas cosas negativas—, la Comisión sigue preocupada por la situación de los derechos humanos en China en general y, más concretamente, en el ámbito de los derechos civiles y políticos. Aquí pensamos especialmente en la libertad de expresión, religión y asociación y en la protección de los derechos de las minorías, por ejemplo en el Tíbet y en la provincia de Xinjiang.

En este contexto, la represión de los defensores de los derechos humanos sigue siendo un motivo importante de preocupación. Ejercer el derecho a hablar libremente a menudo acaba en palizas, en arresto domiciliario o incluso en penas de cárcel. El acceso a Internet —el derecho a la información— se vigila de cerca y se limita, y aquéllos que, por ejemplo, se manifiestan en favor de una mayor autonomía para el Tíbet son castigados con penas de cárcel desproporcionadas. El uso de la legislación sobre el secreto de Estado y de otras disposiciones penales mal precisadas facilita el procesamiento de quienes hablan o publican libremente.

Por tanto, la Comisión insta al Gobierno chino a permitir las expresiones de todas las formas de opinión. Éste también es, en nuestra opinión, un factor muy importante para la percepción que tiene de China el público internacional, especialmente el año que viene en el período previo a los Juegos Olímpicos, cuando todos los ojos se dirigirán hacia China. La historia nos dice que permitir la libertad de expresión conduce, a largo plazo, a una sociedad mucho más estable. Todos lo sabemos.

Todas estas cuestiones se abordan con regularidad en el diálogo entre la UE y China sobre derechos humanos. Por tanto, nos alegramos de que el diálogo más reciente, celebrado en octubre en Pekín, permitiera un intercambio de opiniones sincero y en profundidad sobre todos los asuntos que nos preocupan, y que varios de los debates dieran lugar a acciones de seguimiento. Es importante reconocer que este diálogo ofrece un foro importante en el que ambas partes pueden hablar abiertamente de sus verdaderas preocupaciones a la vez que contribuyen a una mejor comprensión de nuestras diferencias. Y nuestras diferencias siguen siendo notorias.

En este contexto lamentamos la decisión china de retirarse del Seminario sobre derechos humanos en Berlín alegando la participación de dos ONG y que, por motivos parecidos, el Seminario no se haya podido celebrar en Pekín recientemente. Consideramos que la sociedad civil debe desempeñar un papel muy importante y que el Seminario ofrece el foro apropiado para que las ONG hagan sus valiosas aportaciones. Confío en que seamos capaces de encontrar una solución de mutuo acuerdo para que este importante ejercicio continúe en el futuro su recorrido satisfactorio, como ha quedado subrayado en la cumbre UE-China.

Permítanme finalizar diciendo que hay otras dos cuestiones importantes de derechos humanos que planteamos regularmente con alta prioridad ante nuestros interlocutores chinos. Una es la ratificación por parte de China del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la otra es la liberación de las personas encarceladas con ocasión de las manifestaciones en la plaza de Tiananmen o de las que posteriormente conmemoraron los sucesos de 1989. La adopción de medidas decisivas por ambas partes enviaría un claro mensaje positivo que sería muy de agradecer.

 
  
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  Edward McMillan-Scott, en nombre del Grupo del PPE-DE. – Señora Presidenta, quiero dar las gracias a la Comisaria Ferrero-Waldner por esta declaración.

Considero muy importante, tras la cumbre UE-China —y en particular el diálogo entre la UE y China sobre derechos humanos—, que los diputados de esta Cámara tengan la oportunidad de examinar los resultados. No quiero dedicar tiempo a la cumbre UE-China. Quiero hablar del diálogo sobre derechos humanos, porque esto fue lo que me llevó a Pekín en mayo pasado cuando, con la señora Flautre, estaba preparando un informe sobre la reforma de la Iniciativa Europea para la Democracia y los Derechos Humanos.

Esta tarde quiero hablar por aquéllos que no pueden hacerlo por sí mismos. Éstos, desde luego, representan la inmensa mayoría del pueblo chino, que desean cambios y reformas. Pero este movimiento está liderado, entre otros, por Gao Zhisheng, un abogado cristiano que ha desaparecido de su casa en Pekín, donde estaba sometido a arresto domiciliario a raíz de su condena por «subversión» el año pasado por estas fechas.

Aunque sé que su nombre figuraba entre los mencionados en el diálogo, creo que uno de los problemas que encontramos en esta Cámara es en relación con el diálogo. He escuchado a la Comisaria decir que se trató de un intercambio de opiniones sincero y en profundidad y estoy seguro de que fue así por parte de los europeos, pero no estoy convencido de que tal fuera el caso por parte de los chinos. En mi experiencia —desde que fui ponente UE-China en 1997, hace diez años, al inicio de este proceso—China no ha producido absolutamente nada en cuestión de derechos humanos, en el sentido de que la vida de la gente haya mejorado o que los prisioneros hayan sido liberados o que se haya puesto fin a la tortura o que haya terminado el encarcelamiento masivo del que informó Harry Wu desde la Fundación Laogai. Éste estima que actualmente hay 6,8 millones de personas detenidas de una u otra forma en China, muchas de ellas por convicciones religiosas, y en este sentido pensamos especialmente en los seguidores de Falun Gong, que no tienen culpa alguna pero son torturados, y en muchos casos mueren, por sus creencias.

También quisiera hacer una reflexión acerca de la inminencia de los Juegos Olímpicos. No debemos olvidar que el artículo 1 de la Carta Olímpica expone que los países deben imponer «el respeto por los principios éticos fundamentales universales». Esto sólo significa una cosa: que no se puede considerar a China como anfitrión apropiado para estos Juegos, sobre todo teniendo en cuenta que, fundamentalmente, no ha cambiado nada desde 2001. Espero que todos los Grupos apoyen la resolución conjunta, que solicita al COI que valore el grado de cumplimiento, por parte de China, de las condiciones acordadas en 2001. Me temo que encontrarán carencias. En mi opinión, los Juegos Olímpicos se deberían transferir a Atenas sin dilación y permanecer allí para siempre.

 
  
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  Hannes Swoboda, en nombre del Grupo PSE. –(DE) Señora Presidenta, para entrar directamente en materia, creo que los Juegos Olímpicos deben celebrarse en China porque tenemos una buena oportunidad para usar estos mismos juegos con el fin de acelerar nuestro diálogo con China. Esto figura también en la declaración conjunta, señor McMillan-Scott, y si usted sostiene la opinión que acaba de expresar, está en contra de la declaración conjunta.

Señora Ferrero-Waldner, una de sus anteriores homólogas, Madeleine Albright, observó siendo Secretaria de Estado de Estados Unidos que era naturalmente mucho más difícil plantear cuestiones de derechos humanos en China que en Birmania, porque en China los factores geopolíticos eran parte de la ecuación. Es un hecho que necesitamos a China como socio en la búsqueda de una solución a muchos problemas mundiales. Pero eso no debe impedirnos plantear la cuestión de los derechos humanos y tratarla con detalle, aunque no necesariamente en el tono pedante de quien lo sabe todo. Me complace mucho que se haya firmado hoy la Carta de los Derechos Fundamentales, porque muchos oradores han planteado la cuestión de que no tenemos derecho a hablar sobre derechos humanos a menos que nosotros mismos tengamos una trayectoria muy buena de respeto de tales derechos. Estamos firmemente convencidos de que va en interés de China no pisotear los derechos humanos, sino respetarlos adecuadamente.

China quiere estabilidad. ¿Cómo va a mantenerla si la cuestión de los derechos humanos no se plantea con más claridad? No deseamos que China se deshaga. No tiene ningún sentido fortalecer Europa mientras se busca la destrucción de China, pero no respetar los derechos humanos pone en peligro la estabilidad de China. Deseamos que China se gobierne de acuerdo con los principios de la justicia social. En el contexto de un proceso de crecimiento monumental, al cual también se ha referido el señor Barroso, la única manera de proteger la estabilidad es tener muy en cuenta los factores sociales. Pero es imposible luchar por la justicia social si no se respetan los derechos humanos, si las personas no pueden constituir sindicatos o lanzar iniciativas populares.

Queremos que China preste mucha más atención al medio ambiente porque éste es un importante recurso mundial común. Sabemos que en China están tomando forma muchas iniciativas para elevar una protesta masiva por el incumplimiento de las normas más elementales en materia de protección del medio ambiente. A China le convendría escuchar esas voces. Sería un paso adelante para el país.

Por estas razones creo que no se trata de arrogancia europea, sino de protección de nuestros intereses comunes. Debemos plantear la cuestión de los derechos humanos por el interés de China, y los representantes del sistema político chino más lúcidos harían bien en escucharnos y en prestar atención a esta resolución que va en beneficio de China y que le ayudaría a avanzar, cosa que no puede hacer si no respeta los derechos humanos.

 
  
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  Graham Watson, en nombre del Grupo ALDE. – Señora Presidenta, siento gran admiración por la aportación de China al desarrollo de la civilización mundial. En términos de tecnología, en términos de sociedad y en términos de cultura, China probablemente ha contribuido más que ningún otro país al desarrollo de la humanidad.

Lamento que la creciente madurez económica de China no vaya acompañada de una creciente madurez política. Pero lamento igualmente que la Unión Europea no esté haciendo más por empujar a China en la dirección correcta.

Hace dos días, en el 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Unión proclamó su compromiso con la «promoción y protección de los derechos humanos en todo el mundo como piedra angular de nuestra política de acción exterior».

Y sin embargo, hace dos semanas, los señores Barroso y Sócrates abandonaron la Cumbre anticipadamente, tras haber afianzado los intereses económicos de Europa, dejando a los funcionarios la tarea de negociar las conclusiones, unas conclusiones que, como cabía esperar, apenas mencionaban los derechos humanos, apoyaban el levantamiento del embargo de armas y se oponían a la propuesta de Taiwán de incorporarse a las Naciones Unidas. Hicieron mucho por estropear las palabras cuidadosamente elegidas por el señor Solana el mes anterior.

Me pregunto hacia dónde va el mundo cuando la Unión Europea, autoproclamada protectora de los derechos humanos universales, interdependientes e indivisibles, omite pronunciarse claramente contra uno de los peores violadores de los derechos humanos del mundo.

Sospecho que tanto los chinos como otros pueden llegar a lamentar la decisión de hacer de Pekín la sede de los Juegos Olímpicos. Las propias autoridades chinas prometieron auspiciar un mayor clima de libertad y apertura. Y, sin embargo, algunos personajes de Human Rights Watch sugieren que las violaciones han aumentado en los últimos siete años. China no sólo sigue ejecutando más gente que el conjunto del resto del mundo, sino que además ha reforzado drásticamente la represión de la disidencia interna y de la libertad de los medios de comunicación con antelación a los Juegos.

Estos hechos violan el espíritu de la Carta Olímpica. Contravienen directamente los compromisos asumidos por las propias autoridades de Pekín en el contrato de ciudad organizadora que firmaron con el Comité Olímpico Internacional.

Ese contrato no se ha hecho público. ¿Por qué? Porque, si el mundo viera la desconexión total y absoluta entre las promesas chinas y las prácticas chinas, no nos quedaría otra opción que boicotear Pekín de la misma forma que boicoteamos la Sudáfrica del apartheid.

No creo en boicots. También he sostenido que entablar relaciones con una China comprometida con las reformas y la apertura sería más fructífero que las amenazas vacías. Pero el Presidente Hu Jintao debe aceptar que un trato es un trato. El contrato de ciudad organizadora, la cláusula sobre derechos humanos en la Constitución china, la Declaración Universal de los Derechos Humanos son promesas hechas a los ciudadanos chinos. Si, con los Juegos Olímpicos, China quiere demostrar al mundo su legitimidad y credibilidad, a cambio tiene que demostrar que está dispuesta a cumplir sus compromisos con los derechos humanos: mejorar la libertad de los medios de comunicación conforme a las promesas olímpicas, suspender la pena de muerte conforme a las exigencias de las Naciones Unidas, cancelar su apoyo a los dictadores militares desde Birmania hasta Darfur y permitir que se celebren elecciones por sufragio universal en Hong Kong. Así es como China se puede ganar un sitio en el corazón de la comunidad internacional.

 
  
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  Konrad Szymański, en nombre del Grupo UEN.(PL) Señora Presidenta, la República Popular China es un país que se encuentra en todas las listas de transgresiones de los derechos humanos, trátese de la libertad de expresión y asociación, del aborto obligatorio, de las desapariciones, de la tortura, de la libertad religiosa o de las amenazas de agresión a Taiwán.

China sigue persiguiendo a los seguidores de la Iglesia católica. Un informe de David Kilgour, el anterior Secretario de Estado del Gobierno canadiense para Asia, revela que uno de los grupos más perseguidos desde 1999 es Falun Gong, cuyos miembros tienen órganos necesariamente alejados en campos de trabajo chinos. Personas cuyo único delito ha sido reunirse con un vicepresidente de este Parlamento, el señor McMillan-Scott, han desaparecido recientemente sin dejar rastro.

Mientras tanto, nuestras relaciones comerciales prosperan. China está extendiendo su influencia en África, y pronto acogerá a millones de invitados a los Juegos Olímpicos. No puedo comprender la ausencia hasta el presente de la respuesta más obvia: el mundo libre debe boicotear los Juegos Olímpicos de 2008.

 
  
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  Hélène Flautre, en nombre del Grupo Verts/ALE. – Señora Presidenta, debatimos hoy con la señora Ferrero-Waldner, y lo celebro. Dicho esto, en la 10ª Cumbre UE-China, que se celebró en Beijing el 28 de noviembre, la Unión Europea estuvo representada por su Presidente, por el Comisario de Comercio Exterior y por el Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios.

Es cierto que, desde el año 2000, los intercambios comerciales entre la Unión Europea y China han aumentado un 150 % y que, por desgracia, es mucho menos fácil elaborar estadísticas sobre el empeoramiento de la situación de los derechos humanos en China. No es ningún tabú hablar de temas relacionados con los derechos humanos al mismo tiempo que del comercio. Cualquiera puede ver claramente la relación que existe entre éste y, por ejemplo, la libertad sindical, la capacidad de movilización de los trabajadores en China, de reivindicación de unas condiciones de trabajo mejores. Esta actitud general es deplorable, desde el momento en que nos está haciendo perder una oportunidad, pues la decisión de 2001 prometía la apertura de China y progresos en el ámbito de los derechos humanos y la democracia. La población china espera que se realice esta promesa, y nos lo pide.

Sus esperanzas de apertura con motivo de la organización de los Juegos se han visto frustradas, y la frustración deja un profundo sabor amargo. Hasta el momento, los Juegos sólo han servido de ocasión de intensificar la política de represión y, lo que es peor aún, su propia organización conlleva efectos perversos y da pretexto para graves violaciones. Pienso en las expropiaciones forzosas o en la explotación de la mano de obra inmigrante. No debe sorprendernos si recordamos, como ha señalado el disidente Hu Jia, que el jefe de la Oficina de Seguridad de Beijing es también el encargado de la organización de los Juegos Olímpicos en esa ciudad.

Quizás encontremos por fin el modo de extrañarnos y denunciarlo cuando las medidas de intimidación y represión apunten aún más claramente a los periodistas extranjeros, algo que ha empezado ya, en cuanto que se les impide trabajar. Por ejemplo, la detención de dos periodistas de la Agencia France-Presse el 12 de septiembre demuestra que la normativa adoptada en enero de 2007 sólo se aplica ocasionalmente, y sólo en la medida en que los temas tratados no sean molestos para el régimen. Los compromisos contraídos por China se han quedado en letra muerta y su incumplimiento llega hasta la creación de listas negras. Hoy existe una lista negra que recoge 42 categorías de personas consideradas non gratas durante los Juegos Olímpicos, desde el Dalai Lama hasta Falun Gong, pasando por los disidentes del régimen.

Este año, en enero, se inició la negociación de un nuevo Acuerdo marco UE-China. Lo celebramos, puesto que un nuevo acuerdo quiere decir también una nueva cláusula de «derechos humanos y democracia». Quiere decir un nuevo espacio de intercambio sobre los derechos humanos con las autoridades chinas. Dicho esto, 2007 fue también el año de la cancelación del seminario jurídico preparatorio del diálogo «derechos humanos», porque las autoridades chinas denegaron la participación de dos ONG, entre ellas la muy conocida de la señora Sharon Hom, militante de los derechos humanos. La firmeza de la Unión en ese momento fue absolutamente saludable. Al mismo tiempo se plantea, obviamente, la cuestión de la continuación de este tipo de seminarios. Nuestra posición es que hay que hacer una cosa y la otra. Es muy importante seguir organizando seminarios jurídicos. Pero no podemos aceptar los diktats de las autoridades chinas sobre la participación en ellos.

 
  
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  Koenraad Dillen (NI). — (NL) Señorías, en los decenios pasados esta Cámara ha sido escenario de muchas declaraciones grandilocuentes sobre los derechos humanos. La proclamación de la Carta de los Derechos Fundamentales nos ha obligado una vez más a centrarnos en la verdadera esencia de Europa. Somos una comunidad de valores basada en la solidaridad, la tolerancia y el respeto de los derechos humanos.

Al menos, esa es la teoría, aunque la realidad es bastante distinta. Y la consigna de la Unión Europea en materia de derechos humanos debería ser otra. En las últimas semanas ha quedado bien claro que los que están hartos de oír hablar de derechos humanos son a menudo los mismos que aplican ese otro principio de Realpolitik que, en palabras de Bertolt Brecht, reza erst das Fressen, dann muere Moral: «primero la comida, luego la moral».

En París, Nicolas Sarkozy, a cambio de lucrativos contratos, está desplegando la alfombra roja para un asesino de masas que hace solo unos pocos días intentó legitimar el terrorismo jactándose de que no desperdiciaba palabras hablando de derechos humanos en su país. En Lisboa, un tirano sanguinario como Mugabe es recibido con plenos honores, porque también en África tenemos que cuidar nuestros intereses comerciales.

En China estamos siguiendo el mismo camino. El año pasado, Amnistía Internacional informó de que Beijing iba retrasado en cuestiones cruciales como la pena de muerte, los procedimientos judiciales, la libertad de la prensa y la libertad de movimiento para activistas a favor de los derechos humanos. Mientras tanto, la capital china está experimentando una elegante limpieza, afirma Amnistía Internacional. Se está recurriendo a la reeducación por medio de trabajos forzados y al encarcelamiento sin cargos para castigar delitos como la colocación no autorizada de carteles, la conducción de un taxi sin licencia o la mendicidad, por mencionar sólo unos pocos.

Señorías, el año que viene se habrá cerrado la boca a los luchadores por los derechos humanos, pero los estadios estarán resplandecientes. Muchos europeos acaudalados se pelearán por tener asientos de primera fila en la ceremonia inaugural de los Juegos. Y cuando vuelvan a casa, continuarán sin duda luchando contra el extremismo en Europa. Es nauseabundo.

 
  
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  Laima Liucija Andrikienė (PPE-DE). — (LT) Es imposible negar que desde 1998, cuando empezaron las reuniones de la cumbre entre China y Europa, las relaciones entre la UE y China en los terrenos político, económico, comercial y de investigación científica se han desarrollado con fuerza y se han convertido en una alianza estratégica. Sin embargo, las asociaciones estratégicas, tal como las entendemos nosotros, se basan en valores comunes, en el respeto por la democracia y por los derechos humanos.

El respeto por los derechos humanos siempre ha sido, y sigue siendo, la base sobre la que se ha construido la UE. No es una declaración pasajera, como el más de medio siglo de historia de la UE ha demostrado sin la menor duda. Es hora que todo los países, los socios de la UE, entiendan que hay algunas cosas en las que la UE nunca cedería ni abandonaría. Por consiguiente, me gustaría señalar que hace algunas horas se firmó en esta misma sala un documento histórico: la Carta de Derechos Fundamentales de la UE.

Quisiera ahora mencionar que algunas problemas afectan negativamente a la evolución de las relaciones entre la UE y China, y que la clave para la resolución de estos problemas está en la mayoría de los casos en manos de las autoridades chinas.

Durante nuestras conversaciones con los representantes chinos, incluso durante las negociaciones sobre comercio y acuerdos de cooperación económica, siempre hemos recordado y nunca olvidaremos que en China sigue habiendo personas que sufren prisión por sus opiniones políticas, por su religión o por pertenecer a grupos étnicos minoritarios, y que delitos económicos como la evasión de impuestos se castigan con la muerte.

En años recientes, a medida que se acercan los Juegos Olímpicos de Beijing, hemos conocido otras «iniciativas», como la demolición de viviendas sin indemnizar a sus ocupantes para liberar espacio para la construcción de las estructuras olímpicas o la existencia de 42 categorías de personas que no pueden acudir a los Juegos, entre ellas el Dalai Lama, sus seguidores y los defensores de los derechos humanos.

Sólo puedo decir una cosa: esto está en completo desacuerdo con las tradiciones y el espíritu de los Juegos Olímpicos. Mi sugerencia, por consiguiente, sería cancelar estas listas, que en nada benefician a China, y conseguir que, en honor de los Juegos Olímpicos, se liberan todos los presos políticos y de conciencia y se declara una moratoria de la pena de muerte.

Lamento que la reunión de la cumbre de UE-China celebrada en Beijing no haya logrado convertirse en un acontecimiento histórico y que los participantes en ellas no hayan sido del tipo de políticos capaces de elevar las relaciones UE-China a un nuevo nivel. Solo les faltó hablar de una cosa: mayor consideración y respeto hacia las personas y sus derechos.

 
  
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  Glyn Ford (PSE). - Señora Presidenta, en este debate hablo de la cumbre UE-China y del diálogo entre la UE y China sobre derechos humanos, aunque algunas de las resoluciones presentadas por los grupos políticos en esta Cámara no permiten saber que la primera parte de este debate haya existido.

Es bien cierto que planteamos a los chinos la cuestión de los derechos humanos. La situación de los derechos humanos en China dista mucho de ser aceptable. China sigue recurriendo a la pena de muerte, como ha manifestado la Comisaria Ferrero-Waldner en su intervención inicial. Reprimen a las organizaciones que luchan en favor de la autonomía del Tíbet, a los grupos religiosos —salvo un número muy pequeño de grupos oficialmente permitidos—, y a otros que promueven sus regiones, promueven la libertad de prensa e intentan organizar sindicatos. También nos encontramos con la barrera infranqueable de los cientos de millones de trabajadores migrantes en China que intentan organizarse para poner fin a la explotación y para promover normas laborales decentes.

Pero en esta Cámara son muchos los que se niegan en redondo a reconocer los progresos que ha hecho China durante los dos últimos decenios. En mi opinión, la situación de los derechos humanos en China, aunque dista mucho de ser aceptable, es mucho mejor que en los días de la plaza de Tiananmen. Como ha expuesto la Comisaria, la pena de muerte, por ejemplo, requiere ahora la confirmación del Tribunal Supremo chino. Mi propia experiencia es que en China hay ahora un alto grado de libertad de pensamiento aunque no libertad para organizarse, porque esto sigue siendo la condición sine qua no en cuanto a lo que China y las autoridades chinas prohíben realmente.

Debemos seguir presionando a China sobre estas cuestiones, pero una negativa a reconocer todo avance desanimará decididamente a las fuerzas progresivas y liberales que desde dentro del régimen intentan seguir empujando, al no obtener el reconocimiento por lo que ya han hecho.

China es ahora una potencia económica, industrial y política mundial. La UE necesita tener unas relaciones críticas que censuren debidamente a China por lo que hace mal, por lo que debe mejorar, a la vez que participamos en un diálogo sobre cómo abordar el calentamiento global, los efectos negativos de la globalización, el desarrollo de África y la lucha contra el terrorismo.

 
  
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  Dirk Sterckx (ALDE). — (NL) Señora Presidenta, apruebo con satisfacción una asociación estratégica con China. Estoy encantado de saber que ahora tenemos algo más que simples vínculos económicos y que los intercambios culturales entre nosotros, por ejemplo, han crecido extraordinariamente en los últimos años. Me gusta la abundante atención que se presta a la dimensión política, y citaré un ejemplo.

África: debemos mantener nuestra relación con China sobre su política en África, y ahora disponemos de un foro para ello. Me complace que el señor Michel viaje en breve a Beijing para tratar este y otros asuntos. Y me parece estupendo que cada vez colaboremos más en asuntos económicos. Pero estoy muy preocupado por el desequilibrio de nuestra relación económica.

Por ejemplo no encuentro ningún indicio del hecho de que deberíamos hacer más para transmitir nuestra experiencia de nuestro Mercado Único a China, que de este modo podría mejorar considerablemente su propio mercado. Lo mismo vale para la política regional y para la eliminación de las diferencias regionales. Tenemos experiencia en estas áreas. Hemos aprendido unas pocas lecciones. Pero no creo que los chinos manifiesten mucho entusiasmo por este juego.

El señor Mandelson ha dicho que invertir en China provoca un poco de incertidumbre y que esto perjudica a nuestras exportaciones a China, así como al crecimiento económico de este país. Creo que tiene razón. No hay duda de que, para que la economía prospere, es imprescindible el imperio de la ley. Estoy hablando de asuntos como la propiedad intelectual, la seguridad de los productos o la gestión de capitales. Pero el imperio de la ley debe proteger también los derechos humanos individuales, por supuesto. Esto es igual de importante, si no mucho más.

Me alegro de que vayamos a tener un informe sobre el diálogo en torno a los derechos humanos. Pienso que deberíamos tenerlo en todas las ocasiones. Como usted, Comisario, veo varios signos esperanzadores, pero el Parlamento Europeo debe mantener el énfasis en un par de cosas que todavía no se han resuelto: la libertad de la expresión, la política sobre minorías, los trabajos forzados que lamentablemente todavía siguen, el abuso del poder que por desgracia abunda demasiado y la pena de muerte aún vigente. Como Parlamento Europeo debemos seguir insistiendo en estas cosas, y debemos hacerlo día tras día.

 
  
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  Helga Trüpel (Verts/ALE).(DE) Señora Presidenta, señorías, creo que una y otra vez nos enfrentamos a la cuestión de la forma correcta de avanzar en nuestras relaciones políticas con China. El señor Sterckx ha vuelto a hablar de asociación estratégica, y con razón. Me parece un objetivo deseable sin restricciones. Pero debemos ser realistas y reconocer que todavía no hemos alcanzado ese nivel porque carecemos de valores compartidos —derechos humanos, tratamiento justo de las minorías, rechazo de la pena de muerte— en los que basar una asociación estratégica auténtica.

Creo Angela Merkel ha hecho lo correcto reuniéndose con el Dalai Lama —y digo esto con conocimiento de causa como diputado al PE por los Verdes alemanes— porque demuestra lo que queremos decir sobre el respeto por los derechos humanos.

Por otro lado, hay algo que en absoluto me parece correcto. El Presidente Sarkozy, cuando habló recientemente aquí, nos dijo que los derechos humanos deben ser el sello distintivo de la Unión Europea, mientras que en su viaje a China tres semanas después no hizo ninguna defensa de los derechos humanos. Esto es utilizar una doble norma europea, cosa que no debemos tolerar.

Creo fervientemente que nuestro diálogo con China, que apoyo y que debemos tener la voluntad política para proseguir, no puede limitarse a una conversación agradable y servil, sino que también debe incluir confrontación. Si tenemos en cuenta todo esto y negociamos con China seguros de nosotros mismos, también debemos manifestar abiertamente la crítica. En el contexto de los Juegos Olímpicos, China tiene que alcanzar los objetivos que se ha fijado, y los europeos hemos de ser claros y francos y plantear a China nuestras críticas cuando sea necesario.

 
  
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  Tunne Kelam (PPE-DE). - Señora Presidenta, hace unas horas el Presidente del Parlamento Europeo ha firmado la Carta de los Derechos Fundamentales y ha declarado que «tenemos la obligación moral y política de defender la dignidad humana. Esto es aplicable a todo ser humano de este mundo.» Y el Primer Ministro portugués ha dicho que «la Carta forma parte de la política exterior de la UE».

Permítame volver a China. Entendemos que, al convertirse en el país anfitrión de los Juegos Olímpicos de Pekín, el Gobierno chino se comprometió a respetar plenamente tanto el ideal olímpico de dignidad humana como los derechos humanos internacionalmente garantizados.

Ahora el Parlamento Europeo tiene que llegar a la conclusión de que se ha producido un aumento reciente en las persecuciones políticas directamente relacionadas con los Juegos Olímpicos. Además, se está ejecutando a más gente en China que en la suma del resto del mundo, hasta 10 000 personas al año.

Los defensores de la dignidad humana están siendo arrestados, y hasta siete millones de personas están siendo torturadas en los notorios campos de Laogai.

¿Qué debemos hacer? Creo que la respuesta la dio aquí ayer Osman, el ganador del Premio Sájarov, quien nos dijo que presionáramos más a los Gobiernos respectivos: que hiciéramos algo concreto. Entendemos el pecado de omisión: la responsabilidad por lo que pudimos hacer y no hicimos. No basta con expresar nuestras inquietudes; ha llegado el momento de aplicar el principio de condicionalidad y declarar, como nos ha dicho nuestro colega el señor Watson: un trato es un trato.

La única forma de lograr que los dictadores comunistas de China respeten más a sus ciudadanos es enviarles el mensaje de que nos tomamos nuestros propios valores de solidaridad y dignidad humana lo suficientemente en serio como para hacer que los dictadores sufran de verdad por sus abusos y su arrogancia.

 
  
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  Józef Pinior (PSE). — (PL) Señora Presidenta, el Parlamento Europeo ha recalcado en muchas ocasiones el incumplimiento de los derechos humanos en China y la falta de democracia en ese país. Estas son cosas obvias. Sólo ayer, al discutir el informe sobre los derechos humanos de la Unión Europea para el pasado año, hablamos de la falta de derechos humanos, democracia y respeto a la ley en China.

Por otro lado, no me parece correcto pasar por alto las mejoras que se están produciendo en China. En particular, el año que viene, el año de los Juegos Olímpicos, debe ser usado por la Unión Europea para presionar a las autoridades chinas hacia la liberalización, la democratización, el respeto a la ley y la liberación de todos los presos políticos.

El 20 de noviembre, una delegación de la subcomisión del Parlamento Europeo sobre Derechos Humanos ante la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York se reunió con Liu Zhenmin, el representante de China ante las Naciones Unidas. Considero que ha sido una reunión constructiva. El representante chino mostró signos de franqueza y sensibilidad ante la presión a favor de los derechos humanos y la democracia, un hecho también recalcado por representantes de Human Rights Watch y Amnistía Internacional en conversaciones con la delegación de la subcomisión.

 
  
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  István Szent-Iványi (ALDE). — (HU) Señora Presidenta, Comisario, miles de millones de personas esperan con gran interés que llegue el 8 de agosto de 2008, fecha de la inauguración de los Juegos Olímpicos. No estarán atentos sólo los amantes de los deportes, sino también los que esperan el progreso de China en el área de los derechos humanos. Lamentablemente, no podemos estar satisfechos con los resultados vistos hasta la fecha. El Partido Comunista Chino puede felicitarse por el éxito logrado en la legitimación del poder. Pero también tenemos la oportunidad de aprovechar al máximo el tiempo que falta hasta los Juegos Olímpicos y exigir con seriedad una explicación por la deslealtad que se aprecia en el área de los derechos humanos. El diálogo Unión Europea-China sobre los derechos humanos se mantiene desde hace 24 años. Lamentablemente, su equilibrio no es nada favorable. Se ha avanzado algo, por ejemplo, en el área de la aplicación de la pena de muerte, pero en muchas otras, como la libertad de expresión, la libertad de prensa y libertad de Internet, se percibe una clara sensación de retroceso. Para que podamos provocar el cambio, también debemos cambiar el diálogo sobre los derechos humanos.

En primer lugar, debemos decir que el diálogo sobre los derechos humanos no es el único foro para plantear tales problemas. Cada Estado miembro está también obligado a actuar estricta y firmemente en estos asuntos en sus relaciones bilaterales.

En segundo lugar, hay que garantizar la presencia de organizaciones civiles y la transparencia de las negociaciones. La transparencia es muy importante para nosotros, para vigilar lo que está sucediendo allí. Ya que el diálogo no es una meta en sí, sólo tiene sentido si hace una buena contribución a la mejora de la situación de los derechos humanos en China.

Por último, quisiera hablar sobre la situación de la minoría Uyghur. Poco se dice de ellos, una minoría olvidada. No sólo están afligidos por la opresión general en China, sino que también son víctimas de discriminación étnica, religiosa y lingüística. Les insto a que actúen también en su beneficio. Gracias.

 
  
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  Raül Romeva i Rueda (Verts/ALE). - Señor Presidente, yo quisiera aprovechar este espacio para hacer un par de recordatorios, pero un par de recordatorios a los Gobiernos europeos.

El primero tiene que ver con el periódicamente comentado levantamiento del embargo de armas a China, y quiero recordar que esta Cámara, en varias ocasiones, ha insistido en que este levantamiento sólo podrá tener lugar cuando haya verdaderos avances, significativos avances, en relación con la situación de los presos de Tiananmen de 1989, no en términos genéricos sino específicamente en relación con este tema, porque esto es lo que, en estos momentos, estamos esperando que haya por parte de las autoridades chinas: algún, insisto, significativo avance que permita tomar esa actitud.

Hasta entonces yo creo que no solamente es prematuro, sería un pésimo mensaje y una muy mala imagen para la Unión Europea levantar un embargo que, insisto, se puso en su momento por unos motivos muy concretos que no han sido en absoluto esclarecidos.

El segundo mensaje, también apoyando la opinión de mi colega Trüpel: es inaceptable que algunos países y Gobiernos europeos se sometan y de alguna forma sucumban a las presiones de las autoridades chinas para impedirles reunirse formalmente con personas significativas chinas, disidentes en algunos casos o representantes como el Dalai Lama, a cambio, precisamente, de no poner en riesgo las relaciones comerciales con China.

Yo creo que esto es, precisamente hoy, que hemos firmado la Carta de los Derechos Fundamentales, algo que es totalmente incoherente con la lógica fundamental que queremos imponer en la Unión Europea.

 
  
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  Ana Maria Gomes (PSE). — (PT) En la Cumbre, Europa habló claramente del modo en que China está pervirtiendo las reglas de la OMC no respetando los derechos de los trabajadores, exportando productos nocivos para la salud, pirateando tecnologías e impidiendo el acceso europeo al mercado chino. Los líderes chinos no están habituados a oír a la UE hablar con tanta franqueza y se desquitaron reteniendo la declaración conjunta durante unos pocos días, pero el liderazgo europeo fue lamentablemente incapaz de mantener la presión: no sólo hicieron concesiones inadmisibles en el referéndum en Taiwán, sino que no se opusieron al «principio de una China» ni se enfrentaron con Beijing en lo relativo a los graves problemas de derechos humanos. Dado que no había tiempo, el Presidente José Sócrates dijo a los periodistas portugueses que a veces estas cosas se tratan durante cena.

La pena de muerte y la liberación de los presos encarcelados desde la masacre de la plaza de Tiananmen son algunas de las razones por las que este Parlamento está a favor de mantener el embargo de armas a China. La detención y el enjuiciamiento arbitrarios, la corrupción y los desahucios forzados, la persecución y la represión de periodistas y usuarios de Internet, la represión de tibetanos y minorías, la responsabilidad por las tragedias de Darfur y Birmania: ninguno de estos problemas fundamentales estuvieron en el orden del día de la Cumbre. Sin duda, la UE no es la única obligada a pedir cuentas a Beijing antes de los Juegos Olímpicos de 2008. Si el Comité Olímpico Internacional se interesa por la calidad del aire, ¿por qué no juzga a Beijing en relación con el respeto del ideal olímpico en sus relaciones con sus propios ciudadanos y con los de otros países? Nadie, y menos el Consejo de la UE y la Comisión, puede seguir descuidando la lucha por las libertades y los derechos humanos en China. Es una maratón que sólo cobrará impulso en el contexto de los Juegos de 2008. No sólo afecta a millones y millones de chinos, sino que tendrá consecuencias para toda la humanidad.

 
  
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  Milan Horáček (Verts/ALE). — (DE) Señora Presidenta, el diálogo sobre los derechos humanos entre la UE y China se ha celebrado dos veces al año a puerta cerrada durante los once últimos años, y todavía no ha hecho nada para mejorar la situación de los derechos humanos en China. Los informes de ejecuciones, torturas en las prisiones y campos de trabajo y la opresión de los tibetanos muestran claramente que los europeos no estamos asumiendo nuestra responsabilidad.

Los Juegos Olímpicos se acercan y dan a China una buena ocasión para demostrar que su celo reformador es genuino. Al mismo tiempo, no debemos aplicar un doble rasero. Es muy gratificante que la Canciller Federal Angela Merkel haya recibido al Dalai Lama a pesar de las fuertes críticas. Sería lógico que los dirigentes de Bélgica, Francia y otros países hicieran lo mismo. La UE se acepta en todo el mundo como la voz de los derechos humanos, y ya es hora de que actuemos del mismo modo en todos los contextos, incluido el de nuestro diálogo con China.

 
  
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  Alexandra Dobolyi (PSE). - Señora Presidenta, hoy tenemos un debate sobre la cumbre UE-China, celebrada hace diez días, y sobre la vigésima cuarta ronda de diálogo entre la UE y China en materia de derechos humanos, celebrada hace dos meses.

Hoy especialmente, permítanme empezar por lo segundo. El respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales es un principio básico de la UE y de sus políticas, y es algo que a todos nosotros nos importa mucho y que todos apoyamos. Pero soy de los que creen que la UE debería seguir un enfoque orientado hacia los resultados en la promoción del respeto a los derechos humanos, en lugar de un enfoque puramente basado en los principios y, lo que es más importante, debemos aceptar que las mejoras se producirán paso a paso. Eso no quiere decir que la UE deba vacilar en manifestar sus críticas y en usar su poder para insistir en las reformas democráticas.

También soy de los que se preocupan por un alto nivel de seguridad de los productos que afectan a 550 millones de ciudadanos europeos; de los que se preocupan por el desequilibrio comercial, un acceso efectivo al mercado, los derechos de propiedad intelectual y las políticas de competencia internacional que afectan a miles de empresas europeas y a millones de empleados europeos; y de los que se preocupan por la cooperación en la protección del medio ambiente, por la gobernanza internacional del medio ambiente y por el cambio climático que afecta a toda la población de la Tierra.

Porque nos preocupa todo lo anterior, apoyamos firmemente a la Comisión y al Consejo y a su Presidencia por abordar, negociar y subrayar continuamente cada una de las cuestiones en el diálogo periódico con la parte china. Basta una simple lectura de las 18 páginas de la declaración conjunta de la última cumbre UE-China para comprender que la complejidad, sensibilidad e importancia de la cooperación entre la UE y China...

(El Presidente interrumpe a la oradora.)

 
  
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  Benita Ferrero-Waldner, Miembro de la Comisión. Señora Presidenta, este debate vuelve a demostrar que los cambios sociales llevan tiempo, y creo que nunca debemos perder de vista de dónde viene China. Creo que también debemos reconocer cierto progreso, como dije al principio. Pero, al mismo tiempo, es cierto que aún no estamos en el punto en el que nos gustaría ver a China.

Por tanto, opino que el diálogo sobre derechos humanos —acompañado asimismo por el seminario de las ONG— sigue siendo la piedra angular para abordar con China nuestras inquietudes por los derechos humanos.

No obstante, creo que debemos ser decididos pero también realistas. Decididos a convencer a China de que establecer el pleno respeto por los derechos humanos en todos los ámbitos va en su propio interés. Realistas porque debemos reconocer que sólo con el compromiso y con un esfuerzo a largo plazo podemos esperar conseguir verdaderas reformas en China. En este contexto, también quisiera decir que la celebración continuada del seminario de las ONG es de mutuo interés para China y la Unión Europea. Esto también lo acaba de confirmar la cumbre.

Creo, por tanto, que existe una buena probabilidad de que, a continuación del próximo diálogo sobre derechos humanos bajo la Presidencia eslovena, seamos capaces de reanudar este seminario de la sociedad civil.

Respecto a otras cuantas cuestiones, sólo diré que los derechos humanos también se mencionaron en la declaración conjunta que está ahí, y leeré solamente las primeras líneas. «Ambas partes subrayaron su compromiso de promover y proteger los derechos humanos y continuar poniendo un alto valor en el diálogo China-UE sobre los derechos humanos, incluido el seminario legal adjunto.» Ya lo ven: ahí está. Subrayan la importancia de dar pasos concretos en los ámbitos de los derechos humanos y se reafirman en su compromiso de seguir reforzando el diálogo, etc.

Quisiera decir también que hay algunos puntos concretos, resaltados en este debate, sobre los que deseamos ver avances, como es el caso del Falun Gong. La situación de los seguidores del Falun Gong, sometidos a represión a causa de sus creencias, nos sigue preocupando. Hemos planteado esta cuestión varias veces, especialmente con ocasión de las sesiones del diálogo sobre derechos humanos. Hemos pedido, y seguiremos pidiendo, a las autoridades chinas que pongan fin al duro tratamiento impuesto a los seguidores del Falun Gong.

En cuanto a la pena de muerte, ya he dicho antes que esta cuestión tiene alta prioridad en nuestra agenda, y dentro de este marco hemos instado a China —y seguiremos haciéndolo— a que reduzca el ámbito de aplicación de los delitos capitales, con vistas a terminar aboliendo la pena de muerte.

Un primer paso sería imponer una moratoria a la aplicación. Seguidamente, como dije en mis comentarios preliminares, vendría una revisión de las sentencias a pena de muerte por parte del Tribunal Supremo como primer paso que sería supervisado de forma continua.

Creo que el debate ha puesto de manifiesto que existe una situación mixta: hay progresos, pero queda mucho por hacer; y sólo puedo decir que seguiremos colaborando con China a fin de animar a este país a continuar avanzando. Creo que los Juegos Olímpicos supondrán una buena oportunidad para que China demuestre que ha hecho más progresos.

 
  
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  Presidenta. − He recibido seis propuestas de resolución presentadas de conformidad con el apartado 2 del artículo 103 del Reglamento.

Se cierra el debate.

La votación se celebrará el jueves 13 de diciembre de 2007.

 
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