Presidenta. – El próximo tema será la ponencia de José Manuel Barroso, Presidente de la Comisión, acerca de las propuestas sobre la energía y el cambio climático.
José Manuel Barroso, Presidente de la Comisión. − Señora Presidenta, permítame, en primer lugar, disculparme por el pequeño retraso. Como saben, acabamos de concluir la reunión de la Comisión e, inmediatamente, hemos venido aquí para presentar lo que creemos que es un paquete histórico para la Unión Europea. Ésta es la razón por la que el señor Dimas, Comisario de Medio Ambiente, el señor Piebalgs, Comisario de Energía, y yo acabamos de llegar. En este momento se está terminando la versión final del documento. Dispondremos de él inmediatamente; ésta es una ocasión muy importante para presentarles, de primera mano, las conclusiones de nuestra reunión de hoy.
Me gustaría comenzar manifestando que estamos todos muy satisfechos del resultado. El Colegio llegó al resultado por consenso, con el firme sólido de todos los Miembros de la Comisión a una propuesta muy ambiciosa, ya que hemos acordado el paquete más amplio en cuanto a acción contra el cambio climático y energía renovable que existe en el mundo. Estamos convencidos de que podemos estar orgullosos de él. Este paquete sobre la lucha contra el cambio climático y la energía renovable da respuesta a los retos del futuro. Estamos convencidos de que es bueno para el planeta, es bueno para la economía europea y es bueno para nuestros ciudadanos.
La labor de la Unión Europea se percibe, a veces, como muy técnica: interesante para los especialistas, pero carente de significado en la vida diaria de las personas. La acción sobre la que debatimos hoy demuestra que esta teoría es errónea: la lucha contra el cambio climático y la búsqueda de fuentes de energía seguras, sostenibles y competitivas afecta cotidianamente a todos los europeos. Todos nos vemos afectados por este hecho, que es uno de los problemas más importantes, si no el más importante, del siglo XXI.
Los europeos piden una visión clara y un plan de acción, que es lo que estamos haciendo ahora. Dicha visión se gestó el año pasado con el liderazgo de la comunidad política europea. De conformidad con una propuesta de la Comisión, el Consejo Europeo acordó la consecución de los objetivos denominados «20/20/20 de aquí a 2020»: la reducción del 20 % de los gases de efecto invernadero —o del 30 %, si otras economías desarrolladas se suman a la iniciativa—, la utilización del 20 % de energía procedente de fuentes renovables y el aumento del 20 % de la eficiencia energética para 2020.
Todo esto ha sido acordado por el Consejo Europeo. Podemos estar orgullosos de que Europa esté al frente de esta acción. Posteriormente, la presentamos en la Cumbre de Heiligendamm, en la Reunión de Alto Nivel de las Naciones Unidas en Nueva York y, finalmente, en la Conferencia de Bali. Si Europa no hubiera desempeñado una función de liderazgo sólida, no habríamos podido obtener los resultados prometedores de la Conferencia de Bali, que trazaron el programa de trabajo hacia el acuerdo global que buscamos actualmente y que esperamos lograr en Copenhague en 2009.
El compromiso claro de este Parlamento con esta causa ha sido esencial, y quiero agradecerles, una vez más, todo el apoyo prestado. La labor que realizaron durante el pasado año fue vital para construir el impulso político en favor de la acción. Estoy convencido de que las propuestas de hoy coinciden con los objetivos que ustedes establecieron y con el mandato conferido por el Consejo Europeo el pasado mes de marzo.
El paquete que presentamos hoy forma parte de un programa de trabajo detallado con el que se hará realidad la visión política acordada el año pasado. Nos hemos puesto de acuerdo en la visión y, ahora, debemos establecer los planes concretos, los instrumentos concretos para hacer realidad dicha visión. Creemos que la prioridad principal es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20 % para 2020 y estar preparados para aumentar este porcentaje al 30 % si hay acuerdo internacional. No olvidemos esto nunca. Hablamos del calentamiento de la Tierra, del cambio climático mundial; no únicamente del cambio climático en Europa. Debemos exponer nuestras propuestas de tal manera que sumemos a otros actores a nuestro proyecto. También es importante predicar con el ejemplo y ésta es la razón por la que, por ejemplo, ahora estamos proponiendo modos de lograr que, en 2020, el 20 % de la energía que utilicemos proceda de fuentes renovables.
El paquete que acabamos de aprobar en la Comisión incluye: la actualización del Régimen Comunitario de Comercio de Derechos de Emisión (RCCDE) a fin de que el comercio de derechos de emisión no tenga fronteras y, así, se pueda lograr la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero por parte de los grandes países emisores industrializados; el establecimiento de objetivos nacionales específicos y vinculantes para que los Estados miembros sepan exactamente lo que deben hacer fuera del marco del RCCDE en sectores tales como el trasporte, la construcción, la agricultura y los residuos; un nuevo enfoque que permitirá promover activamente los objetivos relacionados con las fuentes renovables de energía y que incluirá también objetivos nacionales vinculantes; nuevas normas para fomentar la captura del carbono y su almacenamiento, que constituye la tecnología del mañana para reducir las emisiones; y nuevas normas para las ayudas estatales que tomen en consideración la especificidad de la acción necesaria en esta esfera ambiental.
Formaba parte de nuestro mandato el objetivo de la utilización del 10 % de biocombustibles, a fin de que el transporte fuera uno de los motores de la reducción de las emisiones. Como ustedes saben, el Consejo Europeo acordó unánimemente dicho objetivo del 10 %.
Me gustaría ser claro en este punto: hemos expuesto las propuestas sobre combustibles y, al mismo tiempo, hemos respetado plenamente la otra parte del mandato: la necesidad de lograr la sostenibilidad medioambiental. Con la propuesta se crea el sistema más amplio y sostenible de todo el mundo para la certificación de biocombustibles, tanto para los nacionales como para los importados. También seguiremos promoviendo el rápido desarrollo de la segunda generación de biocombustibles.
Es importante que se entienda que promocionamos los biocombustibles sostenibles y que estamos contribuyendo al establecimiento de un régimen mundial, ya que, actualmente, en muchos casos, los biocombustibles no son sostenibles y no responden a nuestros criterios, criterios que queremos que sean aplicados no sólo en Europa, sino en todo el mundo.
El paquete de medidas que se propone hoy contiene las propuestas legislativas de mayor alcance que la Comisión Europea presentará en muchos años. ¿Cómo dimos forma a este complejo paquete? Pasamos mucho tiempo estudiando detalladamente las alternativas, aunque siempre nos ajustamos rigurosamente a cinco principios clave.
En primer lugar, respetar los objetivos. De no hacerlo, nuestra imagen ante los inversores, ante nuestros socios comerciales y, lo que es más importante, ante nuestros propios ciudadanos no será seria.
En segundo lugar, la equidad: es justo reconocer que la capacidad inversora de cada Estado miembro es diferente, al igual que el punto de partida de cada uno de ellos.
En tercer lugar, la competitividad: la elaboración de un sistema capaz de reducir al mínimo los costes que debe soportar la economía europea, y la mejora, en algunas áreas, de las posibilidades competitivas de Europa, dotando a la industria y la economía europeas de la ventaja de haber sido las primeras.
En cuarto lugar, que las propuestas elaboradas fueran en el sentido de promover un acuerdo internacional amplio a fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, incluso mediante un mayor esfuerzo por nuestra parte consistente en incrementar dicha reducción de las emisiones al 30 % si otros países desarrollados hacen lo mismo.
Por último, aunque no sea por ello menos importante, se debe comenzar a trabajar ahora para reducir a la mitad las emisiones mundiales en 2050: debemos trabajar hoy para disponer rápidamente de la tecnología del mañana.
Debe contemplarse, asimismo, la articulación de este paquete con algunas de nuestras propuestas anteriores, como el mercado interior de la energía y el Plan Estratégico Europeo de Tecnología Energética. El paquete forma parte de un conjunto de propuestas muy amplio mediante el que se está creando, por primera vez, una verdadera política energética europea. Aun así, queremos que dicha energía sea segura y sostenible. Seguramente, algunos dirán que el cambio tiene un precio demasiado alto y que no tenemos otra elección más que esconder la cabeza y confiar en que todo vaya bien. Creo que están equivocados. Claro que hay un coste, pero este coste es asumible.
Hemos trabajado mucho para concebir una estrategia que responda acertadamente a las ambiciones de Europa. Así, el esfuerzo adicional necesario para hacer realidad las propuestas sería de menos del 0,5 % del PIB de aquí a 2020. Esto supone, de media, alrededor de 3 euros semanales por cada ciudadano europeo. Esta cifra es muy inferior a los 60 euros semanales que puede llegar a costarnos la pasividad.
Incluso según las hipótesis más optimistas del Informe Stern, el coste de no emprender acciones es diez veces mayor que el coste que proponemos ahora. Debemos comparar el coste de este paquete con el que tendría no actuar y, ya que este último es muy superior, podemos afirmar que este paquete representa la mejor solución. De hecho, cada vez que aumentan los precios del petróleo y el gas, el coste real del paquete disminuye. Pero, en realidad, en vez de costes, deberíamos hablar de beneficios para la Unión Europea.
(Aplausos)
El paquete está íntimamente vinculado con el objetivo de alcanzar nuestras metas de forma eficiente, y el mercado es la clave para aplicar cambios en las áreas en las que sea más ventajoso en cuanto a los costes; se deben establecer condiciones iguales para todos los concurrentes y dejar, al mismo tiempo, que, en la medida de lo posible, se sigan tomando las decisiones en las esferas nacionales.
Hemos prestado especial atención a la cuestión de la equidad. Así, hemos elaborado las propuestas de tal manera que se garantice que lo que se exige a los Estados miembros más pobres es realista: todos contribuirán, pero de manera proporcional a su capacidad inversora.
En el plano comercial, sabemos que, en algunos sectores, el coste de reducir las emisiones podría tener consecuencias reales en la competitividad con respecto a las empresas de los países que no luchan —o lo hacen en pequeña medida— contra el cambio climático. No tiene sentido que Europa adopte una posición rígida si esto sólo conlleva el desplazamiento de la producción a países que no controlan sus emisiones.
La mejor manera de abordar esta situación es llegar a un acuerdo internacional, pero también es necesario dar a las empresas la seguridad jurídica de que emprenderemos las acciones necesarias. Las industrias que consumen grandes cantidades de energía dispondrán de derechos de emisión gratuitos en el caso de que no exista un acuerdo general o sectorial. Si no se cumplen nuestras expectativas respecto del acuerdo internacional, exploraremos otras alternativas, como la exigencia a los importadores de que compren sus derechos de emisión como hacen sus competidores europeos, en la medida en que este sistema sea compatible con los requisitos de la OMC.
Quiero hacer especial hincapié en esta cuestión, porque es muy importante que este paquete y las medidas que la Unión Europea adopte no favorezcan al medio ambiente en detrimento de la economía. No, las medidas no favorecen únicamente al medio ambiente y a nuestro planeta, sino también a nuestra economía y a la competitividad de la economía europea. Queremos que la industria permanezca en Europa. No queremos exportar nuestros puestos de trabajo a otras partes del mundo.
(Aplausos)
La equidad también es importante en el ámbito ciudadano. Estamos alentado a los Estados miembros para que actúen de manera sensible, por ejemplo, destinando una parte de los miles de millones de euros que ingresarán por las subastas de los derechos a ayudar a los menos acomodados a invertir en viviendas con un consumo energético eficiente.
Sin embargo, no debemos olvidar la gran oportunidad económica que representa la transición de Europa hacia una economía baja en emisiones. El liderazgo de Europa significa que debe demostrar que dispone de la tecnología necesaria y que para resolver los problemas a los que nos enfrentamos necesitamos un sector industrial eficiente y competitivo. Existen oportunidades reales en esta cuestión. De acuerdo con nuestras estimaciones, el sector de las energías renovables creará al menos un millón de puestos de trabajo de aquí a 2020. Estoy convencido de que, una vez más, la industria europea hará gala de su capacidad de innovación y adaptación. Europa puede ser la primera economía de la era baja en carbono. Debemos aprovechar esta oportunidad.
Este paquete representa una oportunidad para que Europa lo haga lo mejor posible: abordar una cuestión de importancia fundamental a largo plazo; utilizar la escala continental de la Unión Europea para lograr el mejor efecto; y convertir el consenso político en acciones prácticas.
Para aquellos europeos que dudan de la necesidad de que exista la Unión Europea, éste es exactamente el tipo de políticas que demuestran, más que nunca, la necesidad de que la Unión Europea sea sólida.
(Aplausos)
Es precisamente en este terreno donde podemos demostrar a los más escépticos que nuestros Estados miembros solos —incluso los mayores— no tienen el tamaño ni el empuje suficientes para hacer avanzar el programa. Pero Europa, si tiene la determinación de hacerlo, sí que puede. Por lo tanto, aparte de los aspectos ambientales, económicos y los muy importantes aspectos geopolíticos y de seguridad —porque no olvidemos que hablamos de la seguridad del suministro, y no deseamos depender de regímenes que no son nuestros amigos— éste es un gran argumento a favor de la unidad europea. Es también un gran argumento que demuestra no sólo que es necesario que la Unión Europea sea fuerte, sino también que el mundo necesita de una Unión Europea sólida que dirija las acciones mundiales para abordar los retos mundiales del siglo XXI.
(Aplausos)
Marianne Thyssen, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (NL) Señora Presidenta, señor Presidente de la Comisión, señor Presidente del Consejo, señoras y señores, hoy es un día histórico. El día de hoy influirá en nuestra manera de vivir y de pensar, determinará las cosas que haremos y las que no haremos.
Sin por ello querer obviar otros méritos, opino que, sin lugar a dudas, en el futuro se recordará a esta Comisión como la que dio una nueva dimensión a la integración europea, la Comisión que elaboró el paquete sobre el clima y la energía. Los cimientos del plan se colocaron durante la Presidencia alemana, gracias al ímpetu de la Canciller Merkel, a quien siempre ha apoyado el Grupo del PPE-DE.
Hoy, en Europa dejamos claro que no nos causa temor aceptar nuestras responsabilidades en el área de la energía y el clima y que podemos ser los pioneros en todo el mundo. Ahora nos toca aunar ambición y viabilidad. Señoras y señores, no nos engañemos: el logro de los objetivos 20/20/20 a corto y medio plazo nos exigirá tomar decisiones difíciles a todos; todos tendremos que realizar grandes esfuerzos, y el habernos puesto de acuerdo sobre cuáles son dichos esfuerzos representa ya un gran paso adelante.
Señor Presidente de la Comisión, el plan de acción que acaba de esbozar es muy sensato. El Grupo del PPE-DE apoya los cinco principios clave, si bien, por una cuestión de responsabilidad, deseamos disponer de cierta flexibilidad para estudiar si las propuestas de la Comisión son justas y factibles para cada uno de los Estados miembros y para los sectores a los que afectarán en mayor medida.
Para tener éxito, será necesario utilizar un enfoque amplio que nos permita unir nuestros ambiciosos objetivos energéticos y climáticos con nuestros objetivos en materia de desarrollo económico y empleo. A su vez, Europa debe asegurarse el suministro energético y comenzar a ser autosuficiente.
El Grupo del PPE-DE apoya el enfoque diferenciado, si bien somos conscientes de que ahora nos bombardearán con preguntas en las que se sugerirá que se suavice dicho enfoque. Es también nuestra responsabilidad escuchar con atención los comentarios de las autoridades nacionales y regionales y de todos los sectores de la sociedad. No obstante, partimos del principio de que, más que hablar mucho, debemos actuar. Debemos perseguir un enfoque diferenciado que se base en la transparencia, la objetividad y unos criterios justos, y no olvidar que es más costoso no hacer nada que actuar de forma sensata.
Además de nuestra solidaridad mutua, deberemos tener en consideración principalmente la capacidad geográfica y económica de los Estados miembros para dividir el coste. También se deben tener en cuenta las medidas ya adoptadas y la capacidad industrial para la innovación en el futuro. En ningún caso podemos renunciar a estos principios. En la evaluación final del Grupo del PPE-DE se debe constatar que la situación es beneficiosa para todos. Por una parte, debemos cumplir los objetivos relacionados en el clima y, por la otra, debemos mantener la prosperidad de la economía para crear puestos de trabajo. Si ponemos más peso en un lado que en el otro, nos arriesgamos a perder por ambos flancos si, por ejemplo, el sector económico se desplazara hacia sectores en los que ni siquiera hay límites de CO2.
Por ultimo, el Grupo del PPE-DE entiende que es vital para Europa y para el resto del mundo acabar con la adicción energética. Ha llegado el momento de que aprendamos a consumir en general de una manera baja en carbono. Todos nosotros —empresarios y demás ciudadanos— debemos hacer cambiar las cosas.
Hannes Swoboda, en nombre del Grupo del PSE. – (DE) Señora Presidenta, deseo dar las gracias al Presidente de la Comisión y a la Comisión por el trabajo realizado. Ya se ha mencionado que los objetivos medioambientales y económicos que se han establecido y que se persiguen son los correctos. Cuando apliquemos este paquete, como dijo la ponente anterior, deberemos tener especial cuidado con algunas cuestiones. Como sabe, señor Barroso, somos muy escépticos acerca del estado de desarrollo tecnológico de los biocombustibles. Es necesario que invertamos mucho más en investigación y desarrollo —y este principio debemos aplicarlo también en los próximos presupuestos— si deseamos que la segunda generación de biocombustibles sea una realidad en el futuro inmediato, e inclinar la balanza decididamente a favor de un medio ambiente más limpio. Es absolutamente crucial que se demuestre que la utilización de biocombustibles reporta beneficios netos al medio ambiente.
En cuanto a las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero, muchas personas dirán —y estoy de acuerdo— que la reducción del 20 % no es suficiente para garantizar el logro de los objetivos a los que aspiramos en la lucha contra el cambio climático. Por otra parte, estoy totalmente de acuerdo con su argumento de que no servirá de nada que Europa emprenda el camino sola y que asuma todos los riesgos mientras otros países se quedan al margen, ya que no queremos exportar tecnologías y puestos de trabajo contaminantes. Queremos desarrollar tecnologías limpias en Europa y exportarlas, para que, entre todos, podamos mantener limpio el medio ambiente del mundo. Ése debe ser nuestro objetivo.
(Aplausos).
Por ese motivo, señor Barroso, necesitamos establecer acuerdos internacionales transparentes y coherentes lo antes posible. Si se demuestra que el objetivo es inalcanzable, apoyamos una reflexión acerca de la cuestión por parte nuestra. En mi opinión, ésta es un área en la que la Comisión ha dudado demasiado. Por supuesto, concuerdo en que, de momento, no tienen que tomarse decisiones, pero sí creo que ahora es el momento de reflexionar sobre lo que tendremos que hacer si los acuerdos internacionales no se materializan. ¿Se gravará entonces la importación? El supuesto gravamen tendría que ser conforme a las normas de la OMC. Entonces, ¿consideraríamos finalmente la posibilidad de introducir un impuesto sobre el CO2? Esta idea ya ha sido objeto de cierto estudio en el Consejo y la Comisión. Hagamos lo que hagamos, tenemos que asegurarnos de que se toman en consideración tanto la dimensión medioambiental como la económica. Si bien no me tomo al pie de la letra cada una de las protestas de la industria, creo que sí que se debe prestar atención a los legítimos intereses de ésta y de los trabajadores. Usted dijo que sería así. Estaremos alertas a ese respecto durante el proceso legislativo.
Lo que sí que debemos lograr, señor Presidente, señoras y señores de la Comisión, es lo que conseguimos en el caso de REACH: una alianza no sólo de especialistas en medio ambiente, sino de éstos, la industria y los trabajadores, trabajando juntos para conciliar sus intereses respectivos. REACH es un buen ejemplo de dicho tipo de alianza. El señor Sacconi y muchos otros contribuyeron a garantizar que el Parlamento y la Comisión materializaran el marco REACH. Debemos guiarnos por los objetivos medioambientales, pero, al mismo tiempo, debemos prestar la atención debida a las cuestiones económicas, a fin de asegurar que la industria y la economía europeas sean limpias.
Graham Watson, en nombre del Grupo ALDE. – Señora Presidenta, los Liberales y Demócratas acogemos este paquete con satisfacción. Opinamos que constituye la iniciativa más importante de la Comisión del señor Barroso hasta hoy. El cambio climático es el reto más grande que amenaza la vida en nuestro planeta, el mayor problema que deben abordar nuestros gobiernos y una preocupación persistente para nuestros ciudadanos. Agradezco al señor Davies y a la señora Ek el trabajo que han realizado en el seno de mi grupo para garantizar que dispusiéramos de una respuesta temprana y firme.
Es importante que la Comisión actúe. Muy a menudo, las democracias nacionales se ven dirigidas por una gestión de crisis. Los problemas no se abordan hasta que no hay más remedio y, a veces, la respuesta llega demasiado tarde. Los científicos californianos nos advirtieron del cambio climático hace 30 años. Ya no podemos prevenirlo, pero debemos conservar la esperanza y esforzarnos para controlarlo.
Sus propuestas, señor Barroso, reconocen la importancia de actuar con extrema urgencia. Sus propuestas serán muy discutidas. Algunos argüirán que la aplicación de sus propuestas reducirá los beneficios económicos; otros argumentarán que perjudicará al empleo, ya hemos oído insinuar ambas cosas. No me cabe duda de que los debates de la Comisión han sido acalorados. Mi grupo está convencido de que sus propuestas pueden incrementar los beneficios y los empleos y, así, dar a nuestra economía una nueva ventaja competitiva. En cualquier caso, sus propuestas son vitales para la gestión responsable de nuestro planeta y trabajaremos a su lado para asegurar que sean objeto de acuerdo tan pronto como sea posible.
Liam Aylward, en nombre del Grupo UEN. – (GA) Señor Presidente de la Comisión, hace tiempo que esperamos ver los beneficios de este paquete legislativo. Quizá el sueño se esté haciendo realidad ahora. Quizá se establezcan objetivos de reducción del CO2 y de incremento de las energías renovables.
Sin duda, los Estados miembros afrontan un reto, ya en el presente. La legislación servirá para estabilizar el mercado, especialmente el comercial y el científico, asegurar a los inversores y promover la energía eólica, solar e hidroeléctrica y los biocombustibles. Y contribuirá, en general, a proteger el medio ambiente del cambio climático.
El Parlamento mantiene que los biocombustibles no harán empeorar el problema del CO2. El objetivo es, tal vez, un 10 % demasiado alto. Debemos garantizar que la legislación permita supervisar el suministro y la carencia de alimentos. Los Estados miembros deberán adoptar una actitud flexible respecto de las diferencias entre ellos.
La legislación debe ser viable. Acojo con agrado las propuestas de la Comisión sobre la segunda generación de bioenergía, aunque opino que deberíamos comenzar a ocuparnos ya de la tercera
Rebecca Harms, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (DE) Señora Presidenta, señor Presidente de la Comisión, Comisario Dimas, ¿todavía se acuerdan de Bali? Estoy convencida de que el señor Dimas sí que se acuerda. Fue allí donde la Unión Europea tipificó virtualmente el enfoque internacional para combatir el cambio climático, donde defendió la solidaridad internacional y la sostenibilidad. Fue fantástico. A menudo me sentí orgullosa de usted, señor Dimas. Incluso me sentí orgullosa del Ministro alemán de Medio Ambiente. Me recordó que la Unión Europea es capaz de recuperar el apoyo de sus ciudadanos encabezando una campaña verdaderamente eficaz contra el cambio climático.
No obstante, señor Barroso, la aprobación pública se pierde fácilmente, en particular cuando las palabras y los hechos no se ajustan. He leído mucho acerca de los debates de la Comisión. A menos que sea perseverante con la línea dura de sus propuestas sobre el comercio de derechos de emisión, creo que destruirá un instrumento muy importante. Si sigue predominando el carbón limpio y se libra una campaña encubierta a favor de la energía nuclear, si nos seguimos centrando en los biocombustibles en vez de en una política de transportes diferente, si se ignora cada vez más la máxima de las prioridades, que es, señor Piebalgs, la eficiencia energética, es cierto que no podremos hacer nada frente al cambio climático.
(Aplausos)
Los violentos ataques de la industria europea a las propuestas son intolerables. A fin de cuentas, el mercado libre ha causado el problema climático. No fueron China ni la India quienes derrocharon sus recursos y emitieron demasiado CO2; fuimos nosotros. El mercado libre no resolverá el problema. El mercado libre se debe regular para proteger el clima. No hace falta decir que, en vista de las cargas asociadas, deberemos debatir sobre la protección exterior, y estamos dispuestos a hacerlo. Opino que son necesarias propuestas ambiciosas en el ámbito europeo para que podamos avanzar en las negociaciones internacionales sobre cualquier cuestión, incluida la protección exterior. No podemos llegar a Poznañ con instrumentos débiles. En Poznań y en Copenhague tendremos que volver a ser los líderes. Espero poder colaborar estrechamente con usted, señor Dimas.
(Aplausos)
Roberto Musacchio, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (IT) Señora Presidenta, señoras y señores, la decisión de la Comisión de venir a presentar sus propuestas a esta Cámara es significativa. Es un signo positivo que Europa aborde el asunto con seriedad y apunte hacia la respuesta justa que nosotros hemos ayudado a desarrollar.
No obstante, por esta misma razón, deseo decir, con toda sinceridad, que dudo acerca de algunos aspectos de estas propuestas y que no puedo apoyarlas. Me refiero a la excesiva participación de los biocombustibles, a pesar de los recelos crecientes que provocan. Me refiero al riesgo de que algunas personas equiparen la energía nuclear con una fuente renovable de energía, lo que es falso. Me refiero a la excesiva confianza en la tecnología de la captura del carbono en detrimento de otras prácticas mejores. Y también me refiero a las excepciones en cuanto a los límites de emisión que se otorgan a ciertos países o sectores contaminantes, como el del hierro y el acero.
Nos arriesgamos a menoscabar la credibilidad de Europa en vez de reforzarla en esta fase crucial que comenzó en la Conferencia de Bali. En Bali se establecieron las reglas básicas para un acuerdo posterior al de Kyoto. A fin de lograrlo —debemos lograrlo— serán necesarias mucha determinación política, coherencia, y la capacidad de elaborar un esquema complejo.
La determinación política implica considerar las cuestiones climáticas como la prueba de fuego para Europa y para una globalización diferente. La coherencia implica avanzar hacia el objetivo 20/20/20: la reducción de las emisiones, la eficiencia energética y el uso de energías renovables.
Por consiguiente, debemos identificar un paquete de medidas prioritarias y aprobarlo durante el próximo año, antes de que se disuelva el Parlamento y se celebren nuevas elecciones. Además del objetivo 20/20/20, el paquete debe contener medidas para los vehículos y las aeronaves que hagan creíbles las promesas de reducción, en parte mediante políticas verticales. A este respecto, las excepciones para sectores como el hierro y el acero representarían un gran error.
También debemos incorporar la complejidad necesaria que permita un acuerdo sólido, una llamada a una nueva globalización que no se base en la competencia, sino en la cooperación y la transferencia de tecnologías.
Además, es esencial que se estudien las nuevas ideas, como la propuesta de la señora Merkel sobre el cálculo de las emisiones por habitante, y que reflexionemos sobre los ajustes que afectan, en particular, a continentes como África, que, contaminando menos, sufre el cambio climático en mucha mayor medida. El criterio por el que se juzgarán la contribución y dedicación de Europa es éste: la situación de África.
Johannes Blokland, en nombre del Grupo IND/DEM. – (NL) Señora Presidenta, hoy es un día importante para la política ambiental y energética. Me gustaría dar las gracias a la Comisión Europea por el paquete energético presentado. El paquete legislativo se basa en las decisiones tomadas el año pasado acerca de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Una característica de las propuestas presentadas es que no reflejan los diferentes intereses, ni siquiera en el seno de la Comisión Europea.
Últimamente, hemos oído críticas a las sugerencias, procedentes sobre todo del sector de la industria que consume grandes cantidades de energía. Las enmiendas a la Directiva relativa al comercio de derechos de emisión perjudicarán, sin lugar a dudas, a varios sectores. No obstante, opino que debemos actuar ahora, aunque sea difícil.
Observo también con interés la propuesta de una Directiva sobre la captura y el almacenamiento del carbono. Sería maravilloso que se descubrieran nuevas fuentes renovables de energía: como se nos ha dicho, el 20 % de energía renovable sobre el total en 2020. Debemos ser críticos con el objetivo del 10 % de biocombustibles. Los criterios de sostenibilidad deben tener una cabida bien definida en la Directiva. La Comisión de Medio Ambiente será la responsable de la mayoría de dichas propuestas, lo que implica que tendrá que ser eficaz, si bien nos sentimos optimistas acerca del resultado final.
En los próximos meses oiremos duras críticas procedentes de los grupos de presión, pero también recibiremos un amplio apoyo. Debemos mantenernos firmes y asegurar que los marcos legislativos garanticen la responsabilidad y la justicia en todos los campos para todos los individuos, pero especialmente en lo que respecta al medio ambiente.
Irena Belohorská (NI). – (SK) Señora Presidenta, señor Barroso, Comisarios Dimas y Piebalgs, gracias por la propuesta que han presentado. Creo que es de suma importancia para todos nosotros y para el futuro de Europa.
En la Conferencia de Bali del pasado diciembre se colocaron los cimientos de un acuerdo internacional dirigido a abordar las cuestiones del cambio climático. El plan de acción y la Hoja de Ruta adoptados en Bali, así como el Fondo de Adaptación, representan retos en los que la Unión Europea debe asumir el liderazgo. A fin de cuentas, debemos admitir que somos responsables en cierta medida de la situación actual del cambio climático.
Es lógico que los objetivos de los países desarrollados y los de los países en desarrollo sean diferentes. China y la India deberían recibir una compensación especial que les permita reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, me temo que, a menos que los Estados Unidos empiecen a tomarse el asunto en serio, nuestros esfuerzos serán en vano.
La Conferencia de Bali no es el sucesor del Protocolo de Kyoto, pero esperamos que sirva de estímulo para resolver el problema. Señor Barroso, he apreciado especialmente el segundo principio: la equidad y el reconocimiento de que la capacidad inversora y el punto de partida de cada Estado miembro son diferentes. Una vez más, gracias.
Karl-Heinz Florenz (PPE-DE). – (DE) Señora Presidenta, señor Barroso, ustedes saben que estoy muy comprometido con la economía, el medio ambiente y nuestra política común. Hoy se ha avanzado un poco más en el desarrollo de la visión esbozada por Angela Merkel y los jefes de Estado o de Gobierno. La visión que ellos habían presentado la pasada primavera era perfectamente válida. Llegó en el momento justo. No obstante, ahora es necesario desarrollar dicha propuesta y, a este respecto, creo que no nos han dejado conocer todos los detalles. No he oído muchas cifras hoy. Me gustaría que se proporcionaran, porque queremos resolver este problema junto con los interesados, no sin ellos. Los programas que se han presentado en las últimas dos semanas, junto con el programa de hoy, modificarán drásticamente las políticas económicas e industriales de Europa. Por esta razón, opino que necesitamos aunar más esfuerzos y no confiar únicamente en los pilares principales.
Señor Dimas, debo admitir que estoy algo decepcionado por el hecho de que la política de gestión de residuos y, particularmente, la política de eliminación de residuos, no tengan una función importante en el programa. En Europa, si fuéramos lo suficientemente valientes, podríamos reducir las emisiones de CO2 en millones de toneladas para beneficio de nuestras principales industrias exportadoras. ¿Es que aún no nos hemos dado cuenta en los últimos dos años de que lo que afrontamos es más que un problema climático? En el futuro, tendremos un problema de recursos. Comisario, señor Presidente, si no adoptamos un enfoque más audaz, nuestros hijos nos harán preguntas incómodas.
Por supuesto, debemos ser justos con las empresas y las organizaciones medioambientales, por lo que apruebo decididamente sus cinco prioridades. No podemos colocar la camisa de fuerza a nuestras empresas exportadoras y, a la vez, esperar que superen a sus competidores. Simplemente, no es posible. Debemos ponernos manos a la obra, comenzar a hacer lo necesario.
En lo que respecta al sistema de comercio de derechos de emisión, cabe señalar que representa, a fin de cuentas, el sistema mejor conocido y avalado por la experiencia. Debemos aprender de nuestros errores y debemos ser estrictos. No le haremos un favor a nadie siendo demasiado generosos. Debemos ser estrictos y justos. En tal caso, les apoyaré decididamente.
La Unión Europea no debe temer la cuestión del cambio climático. Debemos abordar la circunstancia como una oportunidad para nuestro medio ambiente, nuestra industria y, en particular, para las generaciones futuras.
(Aplausos)
Guido Sacconi (PSE). – (IT) Señora Presidenta, señoras y señores, a mí también me gustaría destacar la importancia de que usted, señor Presidente de la Comisión, haya decidido venir a informarnos en tiempo real de la adopción de este paquete meticulosamente preparado, se podría decir hecho a medida. No olvidemos que este paquete va de la mano de otra decisión aprobada en diciembre: la propuesta de un reglamento sobre los vehículos que, de alguna manera, forma parte de este paquete.
No deseo comentar el contenido del paquete, ya que tengo la mala costumbre de juzgar los textos sólo cuando estoy familiarizado con ellos, los he estudiado y he evaluado todos sus detalles. Intentaremos determinar si ustedes han encontrado el equilibrio acertado o si, por el contrario, es necesario introducir ajustes o mejoras. En general, me parece que el conjunto de propuestas corresponde a los principios y objetivos que sugirieron el Parlamento y el Consejo los últimos meses.
No obstante, me gustaría plantar una cuestión política —a la que ya se ha referido el señor Musacchio— que nos afecta a todos. Concuerdo con su veredicto sobre Bali. El vaso no está ni medio vacío ni medio lleno; simplemente, fue un gran éxito político. Tres meses antes, nadie hubiera apostado un céntimo por tal éxito. La UE confirmó su liderazgo mundial en tal ocasión, si bien sus responsabilidades aumentaron. Tenemos más responsabilidades: no podemos llegar a Poznañ y luego a Copenhague con las manos vacías. Debemos llegar con hechos.
Ustedes ya han hecho su parte elaborando este paquete; ahora es el momento de que los legisladores —el Parlamento y el Consejo— lo adopten y lo traduzcan en normas vinculantes. No será tarea fácil en el corto período de tiempo de que disponemos. La presente legislatura ha entrado en su fase final, lo mismo que debían hacer las emisiones de CO2 en 2015, momento en que llegarían a su punto más alto antes de comenzar a reducirse. Pero ya hemos alcanzado ese techo.
Por lo tanto, se debe establecer algún tipo de acuerdo informal, un procedimiento de trabajo especial, que asegure que la mayor parte de este paquete quede concluido al término de la legislatura; si no, iremos a negociar las fases posteriores a Bali con las manos vacías. Por consiguiente, el Parlamento, al que afecta esta cuestión, debe evitar siempre que sea posible los conflictos de competencia, que hacen perder meses de trabajo. La cuestión atañe también al Consejo, que —como ha ocurrido en otras ocasiones— podría comenzar a cooperar con nosotros de manera informal desde prácticamente el principio. Y también le atañe a usted: hoy, usted ha llegado un poco tarde porque, evidentemente, tenía cuestiones que debatir. Si va a suceder lo mismo que con otros expedientes en los que he trabajado, sería bueno que la Comisión presentara un frente unido ante el mundo exterior.
Lena Ek (ALDE). – Señora Presidenta, ¡por fin pasamos de los objetivos a las herramientas! Estoy de acuerdo en que esta situación puede ser gestionada de manera juiciosa, una situación en la que todos ganemos, que nos permita mejorar el medio ambiente, crear mejores oportunidades para nuestros hijos y más puestos de trabajo en Europa. Pero será necesario que nuestra forma de administrar diferentes áreas políticas sea coherente —la política de investigación, la ayuda al desarrollo, la política agrícola común, la política energética, etc.— y el primer examen tendrá lugar en la cumbre que se celebrará en primavera con el Programa de Lisboa.
¿El Programa de Lisboa que se trate en el Consejo de marzo reflejará el paquete sobre la energía y el clima? Ésa será la primera gran prueba. Hay otro examen más. Sólo tenemos trece meses para tomar las decisiones acerca de esta importantísima propuesta, quizá la más importante: el mandato para el Parlamento Europeo, la Comisión y el Consejo. Trece meses para concordar una posición europea antes de las elecciones europeas y de la importantísima cumbre de diciembre de 2009 en Copenhague.
Todos sabemos que es verdaderamente importante, todos sabemos que es absolutamente necesario que logremos el resultado, y depende de cada uno de nosotros, individualmente, que se alcance —y no es imposible— una decisión en abril para que, al contrario de lo que ocurre en el viejo cuento danés, el emperador no esté desnudo cuando vaya a Copenhague.
También debemos abordar la pobreza energética —no le prestamos la suficiente atención—, la neutralidad de la tecnología y las cuestiones forestales, que se deben mejorar. Pienso que estas cuestiones se abordarán en el procedimiento parlamentario de manera muy transparente y abierta, como sucede en este Parlamento.
Finalmente, de las herramientas a los objetivos: es nuestra responsabilidad, y el Grupo ALDE le respaldará en la decisión de hacer, por fin, algo útil para los electores.
Alessandro Foglietta (UEN). – (IT) Señora Presidenta, señoras y señores, la Comisión ha cambiado de táctica en dos cuestiones relativas al paquete sobre la energía y el clima, aunque, desafortunadamente, no sabemos mucho de la cuestión: me refiero al mantenimiento de los compromisos de Kyoto y la mejora de la combinación y el suministro energéticos de Europa. Acogemos con especial satisfacción los compromisos de promover la expansión de las energías renovables, flexibilizar la autorización de la ayuda estatal para las acciones medioambientales y el desarrollo de fuentes y tecnologías limpias que permitan contener las emisiones.
Sin embargo, el paquete contiene algunas cuestiones delicadas relacionadas con la competitividad de nuestras empresas. El propio señor Barroso ha estimado que el coste será de alrededor de 60 000 millones de euros. Debemos examinar el impacto que tendrá esta carga. El plan de introducir un sistema de subasta de cuotas, cuyo coste se estima en alrededor de 39 euros por tonelada de CO2, y la intención de extenderlo a los sectores del transporte y la construcción están provocando cierta preocupación y, probablemente, terminarán afectando a los consumidores finales. En vista de estas sombrías previsiones, la Comisión y, particularmente, los Estados miembros deberán hacer todo lo posible por reducir el impacto económico y social de las medidas.
Me gustaría destacar que no se cuestiona la función que desempeña Europa como líder mundial en la lucha contra el cambio climático, función que, además, es incuestionable. No obstante, debemos recordar que nuestros competidores internacionales en muchos sectores económicos novedosos aplican el enfoque contrario. Para concluir, deseo señalar que estoy de acuerdo con las palabras del Presidente Barroso. Debemos trabajar intensamente para determinar los compromisos y los resultados y dar mayor relevancia al paquete que se nos ha presentado. Este paquete no debe quedar en lo virtual, sino que debe ser equitativo.
Claude Turmes (Verts/ALE). – Señora Presidenta, este Parlamento tiene la visión de 21 tecnologías de energías renovables diferentes para el siglo XXI. La propuesta de hoy de la Comisión supone el primer paso —el 20 % en 2020— en dirección a una Europa en la que, a finales de este siglo, la energía provendrá casi completa y exclusivamente de fuentes renovables.
Esto implica millones de puestos de trabajo para Europa; asumir el papel de líder tecnológico; reducir las emisiones de CO2; una menor dependencia de las importaciones de gas y petróleo; una mayor competencia en un mercado energético dominado por unos pocos afortunados y, por lo tanto, agradezco al señor Piebalgs que no se haya rendido ante la presión del sector eléctrico eliminando los sistemas de precio garantizado, porque los sistemas de precio garantizado son la única manera de permitir a las pequeñas y medianas empresas invertir en este mercado. El 10 % de la cuota de mercado de los biocombustibles es un objetivo que fue impuesto en las políticas por los fabricantes de automóviles y la industria azucarera. Usted no tuvo la valentía de desecharlo. Nosotros sí que seremos valientes.
Por último, tengo una pregunta concreta para la Comisión. Nosotros, como Verdes, estamos a favor de proteger a la industria europea del dumping medioambiental pero, señor Barroso, hay una contradicción en lo que usted ha anunciado. Si la industria europea que consume grandes cantidades de energía recibe derechos de emisión gratuitamente, ¿cómo se justifica el hecho de que una acerería china tenga que pagar por las importaciones? Si nuestra industria está completamente dispensada del pago, la OMC nunca aceptará que aquellos que importan a nuestros mercados tengan que pagar, por lo que hay una contradicción fundamental en lo que usted ha anunciado o, al menos, debe aclarar esta cuestión porque, de otra manera, lo que usted está anunciando es un engaño.
Esko Seppänen (GUE/NGL). – (FI) Señora Presidenta, Comisarios, concuerdo con los ponentes que han dado las gracias a la Comisión por sus buenas intenciones. No obstante, un día nos daremos cuenta de que el diablo está en los detalles. Con el sistema de comercio de derechos de emisión, el precio de éstos en los mercados mayoristas de la electricidad en la UE se aproximará al precio de la energía nuclear e hidroeléctrica, cuya producción no requiere derechos de emisión. La subasta de los derechos de emisión no participará de estos beneficios inesperados y, de hecho, a largo plazo, hará aumentar los beneficios adicionales y excesivos de las empresas eléctricas.
El comercio de los derechos de emisión favorece la extensión de la energía nuclear. Esperemos que la Comisión se haya ajustado a la opinión del señor Piebalgs de que la energía nuclear no es una energía renovable.
Por ahora, es imposible juzgar si el paquete presentado es equitativo para los Estados miembros. El requisito de aumentar el porcentaje de energía renovable hasta el 20 % del total como media en la UE podría situar en posiciones desiguales a los pequeños países, donde el porcentaje es ya mayor, y a los grandes países, donde el porcentaje es actualmente de entre el 2 y el 6 %.
Graham Booth (IND/DEM). – Señora Presidenta, hoy en día, cuando surge la cuestión del cambio climático, normalmente se le denomina «calentamiento de la Tierra». ¿Se hace deliberadamente? La única solución que se propone es reducir drásticamente la emisión de gases de efecto invernadero —es decir, el dióxido de carbono— porque se dice que una reducción del 30 % hará disminuir la temperatura del planeta en dos grados para 2020.
Tal aseveración es, cuanto menos, sorprendente, ya que no tiene en absoluto en cuenta el efecto que habrá producido el sol durante ese período. No obstante, aunque sólo sea para el propósito de este ejercicio, supongamos que los así llamados «expertos financiados por los contribuyentes» tuvieran razón. El cambio climático es justamente eso: cambios constantes del clima. Pero, ¿qué pasaría si el clima de la Tierra decidiera enfriarse en vez de calentarse? ¿Se sugeriría entonces que debemos producir mucho más dióxido de carbono para intentar contrarrestar el enfriamiento? Por supuesto que no. Estas personas están tan comprometidas con su predicción del «calentamiento del planeta» actual que esto no sería una opción. Pero, tristemente, parece que esto es lo que está ocurriendo.
Durante los últimos nueve años, es decir, desde 1998, la temperatura del planeta no ha variado. Durante el último decenio, el mundo no se ha calentado. El calentamiento del planeta se ha detenido. Y este dato no es un punto de vista ni responde a la falta de precisión de un escéptico; es un hecho perceptible. Es también un hecho científico que mueren muchas más personas de exceso de frío que de exceso de calor.
Así pues, para resumir, si el calentamiento mundial se ha producido únicamente durante un breve período y ahora nos dirigimos implacablemente a la siguiente era glacial, la reducción de las emisiones de CO2 tendrá justamente el efecto contrario del que se pretende. En los miles de millones de años que ha existido la Tierra, seguro que no es demasiado pedir que hagamos una breve pausa para verificar los hechos.
Jana Bobošíková (NI). – (CS) Señoras y señores, me preocupa el hecho de que el objetivo de reducir en un 20 % las emisiones europeas de CO2 en los próximos 12 años es un sueño inalcanzable. Desde 1990 ni siquiera hemos logrado reducirlas en el 5 % acordado en Kyoto.
No seamos populistas y centrémonos en la realidad descrita por los científicos y vivida por el ciudadano. Los biocombustibles no resuelven el problema energético. Por el contrario, pueden hacer aumentar los precios de los productos de alimentación, comprometen las reservas de agua y, a causa de la deforestación, son responsables del aumento de la concentración del indeseable CO2. Los biocombustibles representan un paso en la dirección equivocada.
Señoras y señores, estoy convencida de que debemos concentrarnos en la energía nuclear y dejar de lado el miedo a los reactores nucleares. Los gobiernos sensatos, como el de Finlandia y el del Reino Unido, ya han comenzado a hacerlo. La ciencia demuestra que la energía nuclear no produce CO2 y reduce al mínimo el avance del cambio climático. Al mismo tiempo, la energía nuclear es barata, fiable y segura, y hace que los países dependan menos de los combustibles sólidos procedentes de territorios inestables.
Si queremos actuar en beneficio de los ciudadanos de la Unión Europea, debemos invertir precisamente en la investigación, el desarrollo y la educación en materia nuclear.
Gunnar Hökmark (PPE-DE). – Señora Presidenta, en primer lugar me gustaría felicitar a la Comisión y a su Presidente por la presentación y las propuestas, que acojo favorablemente. Vengo de un país en el que se ha demostrado que estos objetivos son alcanzables —aunque no tengamos mucho sol— y sí que es posible lograr dichos objetivos. Y ahora, como se ha dicho hoy, estamos convirtiendo los objetivos generales en acciones y medidas concretas, lo que es positivo.
Quiero abordar tres cuestiones. En primer lugar, la competitividad necesita de la sostenibilidad, y la sostenibilidad necesita de la competitividad. Si deseamos ser una economía competitiva en el futuro, debemos disponer de fuentes de energía competitivas, y esto también es de aplicación para las renovables. Es necesario que haya competencia entre las diferentes energías renovables, y no una economía regulada que financie las diferentes energías renovables. La competencia debe ser justa y abierta, porque así podremos ver el nacimiento de la segunda y la tercera generación de energías renovables y las utilizaremos de manera adecuada.
En segundo lugar, los grandes costes para algunos países no deben conducir a que otros países sean menos responsables. Debo decir que, a este respecto, me siento un poco incómodo, quizá porque algunos países están escabulléndose con demasiada facilidad. Y es nuestra obligación subrayarlo, porque debemos esforzarnos todos.
En tercer lugar, en relación con las energías renovables, me gustaría destacar la importancia de la energía nuclear, no porque considere la energía nuclear como una energía renovable, sino porque estoy convencido de que, si debemos aprovechar y utilizar al máximo las energías renovables, no debemos avanzar hacia una situación en que la desaparición escalonada de la energía nuclear consuma los logros alcanzados en la lucha contra las emisiones de dióxido de carbono. Necesitamos ambas energías, la una en apoyo de la otra.
Éstas son mis tres cuestiones de hoy. Acojo con agrado la propuesta y la presentación y nos deseo buena suerte a todos.
Reino Paasilinna (PSE). – (FI) Señora Presidenta, señor Barroso, las fuentes renovables de energía no conllevan únicamente costes, sino que también crean empleo, innovación y capacidad competitiva. Es un hecho. Sin embargo, la Comisión no ha tenido suficientemente en cuenta el empleo, y éste es un problema central. ¿En qué nos beneficiaremos si la industria que utiliza grandes cantidades de energía y las industrias más limpias se trasladan a países en los que no existen límites de emisión? Debemos sumar a nuestro proyecto a otros países industrializados; es su obligación hacerlo.
Al igual que ocurrió en el sector de las telecomunicaciones, en el comercio de derechos de emisión ya se ha castigado a aquéllos que han alcanzado el nivel objetivo, como ha señalado el señor Hökmark. Al mismo tiempo, miramos de reojo a quienes les da igual el logro de los objetivos a tiempo y la adopción de decisiones conjuntas. Así no podremos progresar de manera continua. La Comisión no ha tenido en cuenta cuál es el punto de partida, la intensidad energética, la eficiencia de la economía, la función de las emisiones próximas a cero, etc., todos ellos factores importantes.
Para finalizar, me gustaría señalar que la eficiencia en cuanto los costes se logra mediante la innovación, cuestión que no figura en los presupuestos de los Estados miembros ni de la Comisión. Y debería figurar, ya que es un medio de resolver esta situación.
Chris Davies (ALDE). – Señora Presidenta, nadie ha dicho nunca que afrontar el reto del calentamiento del planeta iba a ser fácil, pero me complace que la Unión Europea esté dando aquí el primer paso para convertir las aspiraciones en políticas prácticas. Se han lanzado muchas cifras de manera casi superficial—muchos veintes en 2020— y es fácil hablar de cifras, pero lo difícil es alcanzar los objetivos que se fijan ahora.
Soy muy consciente de que en mi país, el Reino Unido, por ejemplo, cumplir estos objetivos conllevará cambios de dirección y de velocidad radicales. Opino que este nuevo enfoque político se hacía esperar hace mucho tiempo, pero soy consciente de las dificultades y la realidad que tenemos ante nosotros.
Tengo miedo principalmente de dos cosas. La primera es que los gobiernos firmen el compromiso pero no sean capaces de obtener resultados, por lo que quiero saber si vamos a definir algún tipo de objetivos temporales, una estructura de sanciones, a fin de garantizar que, al final, se lleva a cabo lo prometido.
Mi segundo temor es que, intentando obrar bien, hagamos cosas mal. Mi preocupación principal a este respecto son los biocombustibles. He escuchado los comentarios del Comisario de Energía, pero la idea de que podamos jugarnos la destrucción de las selvas tropicales y forzar el aumento de los precios mundiales de los alimentos para complacer a nuestros fabricantes de automóviles me parece, sinceramente, escalofriante, y debemos tener mucho cuidado con los criterios de sostenibilidad. También me preocupa el futuro de nuestro propio presupuesto. Fomentamos esquemas que estimulan las emisiones de CO2 y me da la impresión de que ahora tenemos que correr más rápido a causa de lo que se hizo antes.
Es necesario reflexionar detenidamente sobre muchas de estas cuestiones, pero sé que estamos todos trabajando por un propósito común. Este paquete de medidas promoverá la innovación, estimulará las inversiones y creará millones de puestos de trabajo. No debemos verlo como una amenaza, sino como una oportunidad para todos nosotros.
Guntars Krasts (UEN). – (LV) Gracias, señora Presidenta. Me gustaría expresar mi gratitud a la Comisión por haber comenzado el debate acerca de esta importante cuestión. Si bien incluir la reducción de las emisiones y el aumento de las fuentes renovables de energía en un mismo documento es lógico en términos formales, opino que esta opción aumenta artificialmente la presión política sobre las dos tareas y resta claridad al debate. Por consiguiente, sólo me referiré a las fuentes renovables de energía. En la Unión Europea hay ciertos países que, a día de hoy, exhiben resultados positivos en esta área. Los Gobiernos nacionales deben decidir entre los retos de la seguridad del suministro, la competitividad económica y la protección del clima. Por ahora, la seguridad del suministro energético ha recibido una atención particular, ya que los precios y la seguridad del suministro de petróleo y gas están fragilizando este último de manera particular. No hay razón que nos induzca a pensar que los Estados miembros de la UE ignoran este hecho. Si bien se acoge favorablemente el establecimiento de objetivos comunes a toda la UE para aumentar la proporción de las fuentes renovables de energía, no creo que nos debamos embarcar en la tarea de establecer tales objetivos en el ámbito de los Estados miembros. Dicha tarea se debería acometer tras una evaluación de las circunstancias particulares de los Estados miembros y sus Gobiernos que tenga en cuenta no sólo los factores económicos, sino también los sociales y culturales. Es especialmente irónico que se cargue a los Estados que ya han avanzado mucho en esta cuestión con nuevas tareas ambiciosas. No quiero subestimar el papel que desempeñan las instituciones europeas, ya que éstas añaden mucho valor, por ejemplo en el área de la liberalización del gas y la electricidad; no obstante, la producción de energía renovable debería seguir siendo una competencia nacional, ya que es precisamente en la esfera de los Estados miembros donde se llevan tratando mucho tiempo estas cuestiones.
Andreas Mölzer (NI). – (DE) Señora Presidenta, mientras las economías emergentes, hambrientas de energía, y las naciones industrializadas, que la malgastan, no dirijan su atención al medio ambiente, los esfuerzos de la UE no servirán ni para contrarrestar los daños producidos por dichos países. Cuestiono también el éxito del sistema de certificados y su ayuda al desarrollo disimulada, que, sin lugar a dudas, no reducirán el volumen total de las emisiones, sino que, como mucho, lo redistribuirán. Austria es el único país que ha comprado certificados hasta hoy, el coste de los cuales ha alcanzado los 280 millones de euros, en comparación con los 20 millones de euros que invierte anualmente en las energías renovables. Por consiguiente, opino que, en vez de utilizar las cuestiones energéticas como pretexto para acelerar la adhesión de Turquía a la UE, tendría más sentido considerar las relaciones de la Unión con Rusia, en vista de la situación energética. La UE tiene muchas tareas en su programa energético, como la aplicación de tecnologías completamente desarrolladas de propulsión y energía respetuosas del medio ambiente, esperadas desde hace mucho tiempo, la eliminación de los vertidos en las aguas, la derogación del apoyo a las operaciones de transporte transcontinental y la mayor presión sobre los principales actores responsables del cambio climático.
Giles Chichester (PPE-DE). – Señora Presidenta, acojo favorablemente este paquete en principio, si bien debemos reconocer que las energías renovables y el aumento de eficiencia son un activo interior de la UE que nos reportará beneficios tanto por el hecho de ser una economía que emite poco carbono como por la seguridad del suministro. Debemos reconocer también que las energías renovables no la panacea, como algunos piensan: conllevan costes derivados de factores financieros, ambientales y de la falta de flexibilidad. Comparto con el Presidente Barroso la determinación de lograr nuestros objetivos sin perder nuestra competitividad en el mundo y sin exportar puestos de trabajo ni actividades comerciales. Ya que hablamos de objetivos, debemos romper con la línea de actuación del pasado, ya que anteriormente la UE ha fracasado de forma estrepitosa en la consecución de los objetivos. Únicamente podemos acordar el establecimiento de objetivos vinculantes si éstos son alcanzables.
Acojo con satisfacción el enfoque de los mecanismos de mercado, como el RCCDE, pero espero que podamos mejorar la metodología y así hacer que funcione mejor, a fin de lograr nuestros objetivos.
Por último, permítame sugerir que deberíamos resistirnos a la tentación de centrarnos únicamente en las tecnologías, no debemos obsesionarnos considerando las energías renovables como la solución, ya que lo que de verdad importa es el objetivo de reducir las emisiones drásticamente, por lo que debemos utilizar todos los medios disponibles y no desechar ninguna alternativa.
Britta Thomsen (PSE). – (DA) Señora Presidenta, Presidente de la Comisión, estoy muy satisfecha de que dispongamos de un paquete legislativo, que representa el elemento básico que nos permitirá trabajar para alcanzar nuestros objetivos y demostrar que la UE es capaz de actuar, no sólo de hablar. ¡Finalmente podremos producir resultados! Como ponente sobre el paquete en el Parlamento, he hecho hincapié en la función central de los planes de acción nacionales. Tales planes deberían ir acompañados de objetivos temporales, y me complace comprobar que la Comisión los ha incluido en la propuesta. Esta cuestión es esencial para garantizar que se empieza a actuar desde hoy y que no nos encontraremos, de repente en 2020, con los objetivos incumplidos. El Parlamento también ha destacado la necesidad de disponer de una iniciativa para los tres sectores (electricidad, calefacción y transporte) y me complace comprobar que la Comisión pretende exigir el establecimiento de objetivos sectoriales a los Estados miembros. Sin embargo, me hubiera gustado que se destacara más la dimensión social en relación con los precios de la energía y los alimentos y la participación local, si bien éstas son algunas de las áreas en las que trabajaremos en el Parlamento. Deseo dar las gracias a la Comisión por el buen resultado que se ha logrado hoy.
Vittorio Prodi (ALDE). – (IT) Señora Presidenta, señoras y señores, gracias por la presentación de este paquete sobre la energía y el cambio climático. Estoy completamente de acuerdo con las prioridades que establece.
En el marco de la Directiva relativa a la promoción de las fuentes renovables de energía, opino que no se hace suficiente hincapié en la necesidad urgente de promover las tecnologías que permitan convertir la biomasa directamente en gas. Dichas tecnologías tienen muchas aplicaciones, debido especialmente a su eficiencia general en comparación con la combustión convencional.
Otra cuestión que deseo plantear está relacionada con la Directiva relativa al almacenamiento del dióxido de carbono. Parece ser que la ayuda financiera se dirige en primer lugar y principalmente a los sectores del carbón y el petróleo. No estoy de acuerdo con esta decisión, ya que existen otras alternativas para capturar el dióxido de carbono en los procesos de producción de energía, por ejemplo la utilización de microalgas en el agua.
Un último comentario: si realmente debemos utilizar el carbón, promovamos al menos la tecnología que permitirá convertir el carbón en gas de manera más limpia y eficaz. Naturalmente, me reservo el derecho a estudiar los documentos finales.
Bogdan Pêk (UEN). – (PL) Señora Presidenta, mis comentarios van dirigidos al Comisario Dimas, a quien quiero acusar, como poco, de incompetencia. Estoy en posesión de una carta abierta que firmaron 100 importantes científicos de todo el mundo y que se envió al Secretario General de las Naciones Unidas. Me gustaría que el Comisario estudiara detenidamente el último párrafo de esta carta, que cito a continuación: «Los intentos de evitar que ocurra el cambio climático mundial son, en última instancia, inútiles, y representan una mala y trágica asignación de los recursos, que podrían destinarse a la resolución de los problemas reales y urgentes de la humanidad».
Señoras y señores, no existe base científica que nos permita creer que podemos modificar el ciclo del cambio climático, que está provocado por cambios en la actividad solar. Sobre la base de un estudio de muestras de hielo, los científicos han llegado a la conclusión de que este ciclo se ha producido durante decenas de miles de años. Asignar cientos de miles de millones de euros a combatir el cambio climático es un ataque directo a la civilización humana y al sentido común. Le acuso de incompetencia y…
La Presidenta interrumpe al ponente)
Péter Olajos (PPE-DE). – (HU) Señora Presidenta, Miembros de la Comisión, gracias. Acojo favorablemente los esfuerzos de la Comisión en lo que respecta a la cooperación internacional y la legislación interior. La Comisión siempre puede contar con el apoyo del Parlamento a este respecto. Es bueno comprobar que Europa está siendo líder de la tercera revolución industrial. Estoy convencido de que la innovación tecnológica que resultará de este proceso ayudará a los países en desarrollo a materializar sus legítimas aspiraciones y reducirá la contaminación producida por nuestro propio crecimiento.
El mayor peligro en la Unión Europea es la actitud tibia y reacia de algunos Estados miembros, que pone en peligro la aplicación de estos planes ambiciosos. La Comisión, no obstante, también es culpable de esta situación ya que, a menudo, hace la vista gorda ante el incumplimiento de los Estados miembros. Permítanme darles un ejemplo personal: mientras Hungría era país candidato a la adhesión a la UE, la Comisión nos exigió que cumpliéramos con todas y cada una de las disposiciones de la legislación y, ahora que ya somos un Estado miembro, parece que todo vale. Esto no se llama equidad; se llama oportunismo.
Usted habló de viviendas con un consumo energético eficiente: han pasado dos años y Hungría no ha introducido la Directiva relativa a la certificación energética de los edificios. Parece ser que la Comisión tampoco lo exige. Hungría gasta una pequeña fracción del dinero que recibe de la UE en medidas de eficiencia y ahorro energéticos. La Comisión no le obliga a hacerlo. Les pregunto, ¿cómo será posible alcanzar los objetivos establecidos por la Comisión, si la propia Comisión [...]?
Riitta Myller (PSE). – (FI) Señora Presidenta, Miembros de la Comisión, a pesar de los discursos de unos cuantos escépticos, tenemos tiempo de poner en práctica nuestra decisión de marzo. Al debatir las propuestas que se han presentado hoy, tanto en el Consejo de Ministros como en el Parlamento Europeo, debemos recordar nuestros propios compromisos, el más importante de los cuales es que tenemos que actuar, que nuestro objetivo sólo se conseguirá si tomamos decisiones acerca de todos los detalles, en otras palabras: que la temperatura mundial no aumente dos grados en comparación con la era preindustrial. Ésta debe ser la conclusión cuando debatamos las propuestas legislativas de forma individual, porque es la única manera de que logremos aplicar cambios.
Estos cambios, que son importantes para la política ambiental, implican también la modificación de nuestra producción industrial. Está claro que algunos sectores sufrirán, pero muchos otros sectores se beneficiarán. Opino que debemos invertir en los sectores beneficiados. Así, Europa podrá llevar más allá su liderazgo y crear empleos en su propio territorio, creando al mismo tiempo una situación beneficiosa para todas las partes que permitirá soluciones globales.
Espero que seamos capaces de comprometernos sólidamente, para que nuestras soluciones en cuanto a los biocombustibles se perciban como una fuerte señal y propicien el desarrollo de productos sostenibles que reemplacen los combustibles actuales.
Francesco Musotto (PPE-DE). – (IT) Señora Presidenta, señor Presidente de la Comisión, señoras y señores, apoyo plenamente la idea central de la propuesta de la Comisión que nos presentado el señor Barroso. Este reto principal para Europa no se puede posponer más.
Los objetivos propuestos, en particular la reducción del 20 % de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2020, son alcanzables, a pesar de las muchas dificultades que deberemos resolver. No obstante, será necesario el compromiso conjunto de todos los países para que la política energética sea capaz de abordar la urgente cuestión climática y de liberar a Europa finalmente de su dependencia de las importaciones y, por consiguiente, de los continuos aumentos de los precios de la energía.
También se debe hacer hincapié en las cuestiones relacionadas con la seguridad del suministro y las fuentes renovables de energía, que precisan de un programa de diversificación. Las emisiones de gases de efecto invernadero se pueden reducir mediante el uso de la energía nuclear, el carbón limpio y las energías renovables que emiten poco carbono. Se deberían realizar mayores esfuerzos en la investigación en materia nuclear...
(La Presidenta interrumpe al ponente)
Atanas Paparizov (PSE). – Señora Presidenta, al igual que la mayoría de los ponentes, yo también reconozco la importancia de este paquete energético y ambiental. También creo que supondrá un decisivo paso adelante para aumentar la importancia del papel que desempeña Europa en la lucha contra el cambio climático.
Me gustaría señalar dos de los cinco principios mencionados por el Presidente de la Comisión: la equidad y la competitividad. Me gustaría manifestar mi satisfacción por el hecho de que la Comisión haya tomado en consideración la posición de países como el mío, Bulgaria, especialmente en lo que respecta al comercio fuera del marco del RCCDE y a la definición de objetivos para las energías renovables.
No obstante, en lo que respecta a la competitividad, se deben emprender muchas acciones para precisar las propuestas de la Comisión y, si no hay certeza de que se pueda alcanzar un acuerdo en el futuro, deberíamos actuar con mucha cautela respecto de países como Bulgaria y la combinación energética, de tal modo que se preserven las posibilidades de desarrollar más los sectores energético e industrial, sobre la base de unos objetivos y un precio factibles.
Karin Scheele (PSE). – (DE) Señora Presidenta, me gustaría dar las gracias al Presidente de la Comisión por haber expresado claramente en su discurso inicial que el coste de que la UE y sus Estados miembros no actúen, o no hagan lo suficiente, supondría cinco veces el coste del paquete presentado hoy. Me identifico con los ponentes que han destacado la importancia de las fuentes renovables de energía, y me complace comprobar que la Comisión no considera la generación de energía nuclear como una energía renovable, punto que siempre ha sido incuestionable.
Me gustaría destacar la importancia de la eficiencia energética y de las medidas que se deberán adoptar a fin de alcanzar dicho objetivo, ya que todos los estudios muestran que la eficiencia energética es el modo más económico de luchar contra las emisiones de CO2. Quiero hacer hincapié en el hecho de que soy muy escéptica acerca de la cuestión del almacenamiento del CO2 y que me opongo a la cuota vinculante del 10 % de biocombustibles.
Como persona que trabaja en las políticas de desarrollo, me gustaría añadir que aguardo con mucho interés las propuestas de la Comisión acerca de cuántos proyectos más se podrán llevar a los países más pobres del planeta en el marco del mecanismo de desarrollo limpio, ya que todos sabemos que son los países más pobres los que más sufren los efectos del cambio climático.
Françoise Grossetête (PPE-DE). – (FR) Señora Presidenta, el Presidente Barroso ha puesto un objetivo ambicioso para la producción de energía renovable con la finalidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero sin dificultar las perspectivas de crecimiento.
No obstante, estoy en desacuerdo con la Comisión en la cuestión siguiente: la Comisión pretende utilizar el PIB de cada Estado para sus cálculos, y opino que esto no es apropiado. Creo que el esfuerzo realizado por cada Estado miembro para reducir las emisiones antes de 2020 debería estar determinado por el nivel de partida de emisiones por habitante, sin perjuicio, por supuesto, de los mecanismos de solidaridad entre los Estados. Dicho de otra forma, debemos tomar en consideración la proporción de energía libre de carbono que utiliza cada Estado.
No debemos confundir el fin con los medios. La idea central debe ser, naturalmente, reducir los gases de efecto invernadero y propiciar la «descarbonización» de la economía, como se destacó en las conclusiones del Consejo de marzo de 2007.
Dorette Corbey (PSE). – (NL) Señora Presidenta, hoy estamos viendo el resultado de las ambiciones climáticas de Europa. Opino que las propuestas se complementan bien, pero, desgraciadamente, los objetivos son demasiado bajos. En Bali se decidió que era necesaria una reducción de entre el 25 y el 40 % antes de 2020 para proteger el clima. De repente, el compromiso de la Unión Europea parece que se ha establecido a la baja. No es un buen mensaje para el resto del mundo; Bulgaria y Rumanía, entre otros países, siguen percibiendo que pueden aumentar considerablemente sus emisiones.
En mi opinión, no es una buena idea. No da razones a China e India para reducir sus emisiones. Sería más deseable que los países más ricos de la Unión Europea ayudaran a países como Bulgaria y Rumanía a reducir sus emisiones, lo que supondría una mejor manera de alcanzar la credibilidad mundial.
Es triste constatar que la presión de la industria ha aguado la modificación del Régimen Comunitario de Comercio de Derechos de Emisión. Es una pena que la Comisión se haya mostrado débil y haya reducido los derechos a vender acciones en subasta de la industria que emplea grandes cantidades de energía. Algunos países funcionan de esta manera en el ámbito internacional, aunque sería mucho más deseable poner en marcha un sistema equitativo y establecer derechos de aduana.
Avril Doyle (PPE-DE). – Señora Presidenta, acojo con satisfacción el anuncio de este importantísimo paquete y espero con mucho interés el debate legislativo que seguirá. Creo que es oportuno recordar a aquellas personas, principalmente de mi país, que conocen bien la cuestión del calentamiento del planeta y del aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y a quienes preocupa, por otro lado, la ratificación del Tratado de Lisboa —o el Tratado de Reforma, como señalamos— que las cuestiones ambientales y del cambio climático, a diferencia de lo que ocurría en el Tratado Constitucional, están recogidas de manera específica en el Tratado de Lisboa: un punto de suma importancia sobre el que se debe hacer hincapié.
Tras la Conferencia de Bali, ha quedado claro que Europa, en calidad de Unión de 27 Estados miembros, tiene la capacidad para estar al frente del mundo en lo que respecta a la lucha contra cambio climático, cuestión de máxima importancia, con este paquete como motivo central. En Bali se trazó el programa de trabajo que debería llevar a un acuerdo mundial en 2009 y se reconoció que era urgente establecer acuerdos internacionales claros y transparentes —tomo prestadas las palabras del Presidente Barroso— a fin de garantizar un descenso de al menos el 50 % de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2020. Y, como seguir siendo competitivos es una cuestión de la máxima importancia, no podemos resolver nuestras ecuaciones y alcanzar los objetivos exportando puestos de trabajo mediante el traslado a regiones en las que no existen leyes para reducir los gases de efecto invernadero...
(La Presidenta interrumpe a la ponente)
Inés Ayala Sender (PSE). – (ES) Señora Presidenta, el programa que nos propone la Comisión, en relación con el respeto de los objetivos para garantizar nuestra credibilidad, consistente en exigir a cada uno según sus posibilidades reales, aprovechar este reto y transformarlo en una oportunidad para hacernos más competitivos, proponerlo de modo que, de manera cooperativa, todos lo podamos hacer a nivel internacional y no perder ni un minuto es, desde luego, un programa muy esperanzador y lleno de retos apasionantes. Entre otros, se ha nombrado —y estoy de acuerdo con ello— el reto de proponer energías alternativas en vez de energía nuclear.
En cuanto al sector del transporte, creo que es un sector que comporta un reto mayor y, por lo tanto, le rogaría a la Comisión que utilizase los instrumentos que ahora mismo están sobre la mesa: el plan de acción de logística. La logística, que ahora mismo se está convirtiendo en un factor competitivo, debería ser uno de los instrumentos para aplicar la inteligencia a la movilidad y para que seamos capaces de dar buenas soluciones en materia de reducción de las emisiones.
En cuanto al proyecto Galileo, que hasta ahora ha tenido poco desarrollo, puesto que no le veíamos todas sus potencialidades, justamente creo que las aplicaciones para conseguir reducir las emisiones deberían ser otro de los retos.
Finalmente, el plan sobre el transporte urbano, creo que es ahora mismo también una posibilidad abierta.
Eva Lichtenberger (Verts/ALE). – (DE) Señora Presidenta, me gustaría referirme una vez más al transporte, una de las causas principales de los problemas del clima, y hacer hincapié en la necesidad de que sea el punto central de nuestras acciones. La Unión Europea no se ha cubierto de gloria en lo que respecta a la reducción de las emisiones debidas al transporte. Sin embargo, ahora tenemos una segunda oportunidad. Por ejemplo, tenemos la oportunidad de calcular completamente el coste social de las operaciones de transporte sometiendo al sistema «Euroviñeta» a los vehículos pesados de transporte de mercancías por el uso de las infraestructuras, con lo que se fomentaría el transporte por ferrocarril en detrimento del transporte por carretera, reduciendo así notablemente las emisiones.
Si no abordamos la cuestión del transporte, no tendremos ninguna posibilidad de alcanzar los objetivos relacionados con el clima. Esto es de aplicación para los países centrales de Europa. Si deseamos que dichos Estados miembros adopten medidas a largo plazo para reducir el tráfico por carretera, debemos aplicar sanciones a aquéllos que provoquen incrementos adicionales y que no desean reducir sus volúmenes de tráfico.
José Manuel Barroso, Presidente de la Comisión. − Señora Presidenta, en primer lugar me gustaría agradecer a los diputados el sólido apoyo que, en general, prestan a nuestras propuestas. He comprendido que esta Cámara está comprometida con esta importantísima cuestión y que reconoce que es uno de los mayores retos, si no el mayor, a que se enfrenta nuestra generación. Quiero darles las gracias por ello.
Se nos pidió que viniéramos al Parlamento inmediatamente después de nuestra reunión, por lo que todavía no podemos mantener un debate en profundidad, pero permítanme decirles que la Comisión desearía participar activamente en tal debate: yo mismo, el Comisario Dimas, el Comisario Piebalgs y los demás comisarios competentes. Estaremos preparados para debatir con ustedes todos los detalles de este importantísimo conjunto de propuestas.
Permítanme comenzar diciendo que algunos de sus comentarios abordan cuestiones anteriores y no las propuestas que presentamos hoy. Es importante que se entienda que las propuestas son las que se han adoptado hoy en el Colegio. El trabajo se ha desarrollado a lo largo de varios meses, es una cuestión muy compleja. Ustedes han podido acceder, al igual que la prensa, a una parte de los documentos de trabajo que son, en sí, muy importantes, pero la decisión se tomó tan sólo media hora antes de que llegáramos a esta Cámara.
Estoy convencido de que es una decisión muy equilibrada —ambiciosa, aunque equilibrada y equitativa al mismo tiempo— de la que estamos muy orgullosos. Creo que hemos ganado tiempo. Opino que el hecho de que dispongamos de un mes más para alcanzar un consenso sólido en la Comisión nos ayuda a ganar tiempo para la adopción, esperemos que en este Parlamento, del paquete entero. He comprendido lo que querían decir el señor Sacconi y la señora Ek acerca de la necesidad de que sea así, pero veámoslo de esta manera: no contemplemos el período comprendido entre hoy y junio de 2009 como la recta final de este Parlamento; concluyamos el trabajo de esta Cámara con un gran éxito, con un clímax, adoptando estas importantes propuestas.
Permítanme decirles que, a raíz de mis contactos con los Gobiernos de nuestros Estados miembros, con la actual Presidencia eslovena y la próxima Presidencia francesa, entendí que existía una determinación decidida a actuar rápidamente, a avanzar, a hacer de ello una verdadera prioridad. Y, si hacemos lo mismo en el Parlamento, creo sinceramente que será posible aprobar este paquete, claro está, tras las negociaciones necesarias, para las que estamos listos. No pretendemos afirmar que nuestra propuesta es perfecta. Estoy convencido de que es posible que este Parlamento, durante la presente legislatura, alcance un consenso muy sólido acerca de este conjunto de propuestas ambiciosas.
Hemos destacado las cuestiones difíciles y políticas. Permítanme hacer un último comentario sobre este asunto. Por un lado, la cuestión del equilibrio entre el compromiso ecológico y la necesidad de reducir nuestra emisión de gases de efecto invernadero y, al mismo tiempo, la necesidad de abordar los miedos de algunas partes de nuestro sector industrial acerca de las consecuencias sobre la competencia internacional. Seamos claros: no vamos a hacer ninguna excepción para ningún sector industrial. Todos tendrán que participar. Estamos estudiando las alternativas en el caso de que no se alcance un acuerdo mundial, pero, no obstante, tal acuerdo es nuestro objetivo y prioridad. Sí, habrá algunas medidas para suavizar las consecuencias en algunas de nuestras industrias, porque deseamos, por supuesto, proteger la economía de Europa y mantener nuestros puestos de trabajo en Europa. Esto es muy importante, y estamos convencidos de que hemos alcanzado una solución muy equilibrada.
En cuanto a lo que se ha dicho sobre repartir la carga entre los Estados miembros, hemos decidido hacerlo, en términos generales, de la manera siguiente. Veamos las propuestas concretas acerca de las energías renovables. Como saben, se estableció el objetivo de que se utilizara un 20 % de energía procedente de fuentes renovables. Actualmente utilizamos el 8,5 %, así que tenemos que conseguir un aumento adicional del 11,5 %. Hemos decidido que, en términos generales, la mitad de ese aumento sea un porcentaje fijo, igual para todos. La otra parte, según se ha decidido, se establecerá en función del PIB per cápita. Nos parece que es el método más equitativo, porque da mayores posibilidades a los que disponen de más recursos para invertir que los Estados miembros más pobres. Pienso que es justo. Para los países que ya han llevado a cabo acciones, hemos ajustado este sistema con los criterios de flexibilidad, a fin de premiar, de alguna manera, a los que han empezado antes.
Toda la metodología será transparente. Vamos a presentarla. Estamos convencidos de que es una propuesta buena y equitativa en cuanto al reparto de la carga entre los Estados miembros. Tengo la esperanza de que será bien recibida por la mayoría de nuestros Estados miembros. En cualquier caso, todas las hipótesis de trabajo serán transparentes, se presentará la metodología y, si el Consejo y el Parlamento pueden encontrar una solución mejor, por favor no duden en proponerla. Pensamos que, a fin de cuentas, ésta será la solución, porque tiene sentido técnicamente y es, asimismo, muy equitativa.
En lo que respecta al problema de los biocombustibles, estamos de acuerdo con la mayor parte de sus comentarios. La cuestión es que, actualmente, no existen criterios de sostenibilidad para los biocombustibles que ya se producen y circulan en el mundo. Ahora deseamos establecer, por vez primera, criterios de alto nivel sobre la sostenibilidad de los biocombustibles —tanto los nacionales como los importados—, teniendo en cuenta que nuestro objetivo es alcanzar un acuerdo mundial. Actualmente no hay acuerdo mundial: en América Latina se hace de una manera, en los Estados Unidos de otra y, en África, de otra. Por lo tanto, es necesario que exista un régimen internacional para la sostenibilidad de los biocombustibles, que es exactamente de lo que nos estamos ocupando: de la promoción de una nueva generación de biocombustibles. Por lo tanto, si bien aceptamos las críticas de los que han manifestado que existen riesgos asociados a los biocombustibles —y estamos de acuerdo en que existen—, comparemos nuestra propuesta con la alternativa. Proponemos una solución mucho mejor que la situación actual.
Algunos de ustedes han mostrado su preocupación por la necesidad de invertir más en tecnología. Estoy de acuerdo con ustedes. No lo olvidemos cuando debatamos acerca de las próximas perspectivas financieras. Pero creo que debemos hacer aún más. Estoy de acuerdo, porque, para capturar y almacenar el carbono, tecnología importante y prometedora, necesitamos capital. Dicho sea de paso, en lo que respecta a los ingresos generados por las subastas de los derechos de emisión de los Estados miembros, proponemos que éstos asignen una parte de dichos ingresos a la lucha contra el cambio climático. Esperamos que lo acepten.
Permítanme exponerles una cuestión que, a raíz de mis contactos con los Estados miembros durante todos estos procesos, ya he hecho pública anteriormente. A veces, cuando se debate sobre el cambio climático, recuerdo lo que John Stuart Mill dijo sobre su padre. Dijo que su padre amaba a la humanidad en general, pero que odiaba a cada individuo en particular. Esperemos que nuestros Estados miembros y algunos de nuestros políticos nacionales no sean así. Si desean luchar contra el cambio climático, nuestros políticos no pueden estar a favor fervorosamente del programa político y, después, no comprometerse a aplicar los métodos y lograr los objetivos precisos. Esta cuestión es muy importante.
Lo que la Comisión ha hecho hoy es traducir estos objetivos e intenciones en medidas concretas e instrumentos transparentes. ¿Son perfectos? Discutámoslo. Creemos que son fiables, equitativos y eficientes. Pensamos que es también importante, como ha dicho el señor Hökmark, confiar en el mercado. No entraremos en la cuestión de la combinación energética de los Estados miembros, ya que ésta sería una cuestión sin fin. No reivindicamos que ésta o aquélla sea la mejor alternativa. Manifestamos que ahora se ha alcanzado unánimemente el acuerdo, por parte de los Estados miembros, de que el 20 % de la energía utilizada proceda de fuentes renovables —por razones obvias, hemos enfatizado el hecho de que sean renovables, ya que debemos dar algunos incentivos claros al mercado— y es el mercado quien decidirá cuáles son la mejor tecnología y la mejor fuente de energía. No vamos a dar más instrucciones precisas, porque ésa no es tarea nuestra.
Pero, se lo ruego, piensen en las dificultades. Estamos aplicando normas, principios e instrumentos generales a 27 situaciones muy diferentes, no sólo en cuanto al desarrollo económico, sino también en cuanto a la combinación energética, a la historia de los países y a la concienciación diversa acerca de algunos de estos problemas. No se pueden evitar ciertas diferencias. Lo más importante es que el enfoque sea coherente. Y estoy convencido de que nuestro enfoque, hoy, es coherente.
Espero con impaciencia los necesarios debates en el ámbito legislativo y creo sinceramente que, gracias al espíritu asociativo que hemos mostrado en otras ocasiones, seremos capaces, junto con el Parlamento Europeo y el Consejo, de alcanzar una propuesta muy ambiciosa al tiempo que realista.
(Aplausos)
Presidenta. – Se cierra el debate.
El acta de la reunión de hoy se transmitirá al próximo período parcial de sesiones del Parlamento para su aprobación.
Declaraciones por escrito (Art. 142)
Alessandro Battilocchio (PSE), por escrito. – (IT) Acojo favorablemente el paquete de energía y cambio climático que nos ha presentado hoy la Comisión. Es importante que la Unión Europea continúe desempeñando una función de liderazgo en la lucha contra el cambio climático y, por esta razón, debemos comprometernos decididamente con el logro del objetivo «20/20/20 para 2020» (la reducción del 20 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, el 20 % de ahorro de energía y la utilización de un 20 % de energías renovables sobre el total). Me gustaría recordar a la Comisión que, en la situación actual, la única tecnología lo suficientemente avanzada para garantizar la eficiencia energética real y la reducción sostenida de las emisiones de CO2 es la nuclear.
Algunos Estados europeos han avanzado mucho en este terreno, otros se están preparando, mientras que otros —por ejemplo, Italia— no están haciendo nada al respecto. Es obvio que en el pasado habría hecho falta disponer de un marco de reglamentación común y, de forma más general, de una estrategia amplia de la UE en esta materia. La Comisión Europea sólo ha tomado la iniciativa ahora, sin condiciones, porque el escenario internacional exige que se tomen decisiones, en algunos casos muy audaces.
El futuro de nuestra economía está en juego; y, por consiguiente, también lo está la oportunidad de hacer oír en todo el mundo nuestra demanda de respeto por los derechos, sin miedo a que nos chantajeen.
Petru Filip (PPE-DE), por escrito. – (RO) Si bien apreciamos las preocupaciones medioambientales de la Comisión, nos preocupa más la poca relevancia de los indicadores utilizados en el algoritmo que se ha aplicado para calcular la distribución de los certificados de emisión. Se necesitan nuevos coeficientes de corrección para reflejar las diferencias del potencial de inversión de los países que tienen un PIB similar pero perspectivas sociales y económicas diversas. La cantidad de inversiones necesarias es muy diferente en función del estado de desarrollo de cada área europea. Por consiguiente, el esfuerzo presupuestario nacional que es necesario para mantener las emisiones dentro de los límites permitidos se cargará al presupuesto de inversión en tecnología, lo que creará un obstáculo al cumplimiento de las normas medioambientales europeas en las zonas económicamente desaventajadas.
El principio de la solidaridad europea sólo se respetará si se trata a los países y las regiones cuyo desarrollo está por debajo de la media europea con arreglo a su estado concreto de desarrollo. Asimismo, en línea con el mismo principio, espero que mis colegas alemanes que han criticado la decisión de Nokia de deslocalizarse a Rumanía se den cuenta —y se lo expliquen claramente a los trabajadores alemanes despedidos de Bochum— de que los salarios de los trabajadores rumanos son diez veces más bajos que los suyos, mientras que el precio de un litro de leche o de petróleo es el mismo que en Alemania.
Urszula Gacek (PPE-DE), por escrito. – El debate de hoy crea un nuevo medio favorable para fomentar un debate social más amplio acerca del papel que desempeñará la energía nuclear en el futuro de Europa. La generación nuclear es un método comprobado y rentable de producir energía eléctrica sin que haya emisión de gases de efecto invernadero. Sospecho que el ciudadano europeo medio probablemente ignora este hecho.
El debate público se centra casi exclusivamente en las fuentes renovables y en limitar los efectos de la combustión de los combustibles fósiles.
Deberíamos ser honestos y admitir que la cantidad de energía procedente de fuentes renovables que podemos generar es limitada, si deseamos mantener unos precios energéticos competitivos. Las energías renovables son importantes, pero no podemos inducir a los ciudadanos a error manifestando que las energías renovables, por sí solas, resolverán el problema. Si bien los esquemas de captura y almacenamiento del carbono reducirán las emisiones de gases de efecto invernadero debidas a los combustibles fósiles, aún se tienen que aplicar las tecnologías a escala industrial. Además, tendrán repercusiones sustanciales sobre los precios.
Un enfoque responsable del reto del cambio climático requiere equilibrio, una combinación de tecnologías para las energías renovables económicamente viables, sistemas de captura y almacenamiento de carbono y tecnologías nucleares modernas. Nuestra responsabilidad es garantizar que se estudian todas las alternativas y que el hecho de privilegiar una no excluya a las otras.
Gyula Hegyi (PSE), por escrito. – Las energías renovables pueden, en un principio, ofrecer una solución para el cambio climático y la crisis energética europea. No obstante, los biocombustibles y otras formas de bioenergía son herramientas contradictorias para combatir el cambio climático. Pueden reemplazar adecuadamente a la energía fósil hasta un cierto nivel, pero, a una escala mayor, ponen en peligro las selvas tropicales y el suministro de alimentos en los países del Tercer Mundo.
Ya hay signos preocupantes de deforestación en Brasil, Indonesia, Malasia y otros países. El precio de los alimentos ha aumentado también debido al creciente consumo de biocombustibles. La UE debería limitar su consumo de biocombustibles al excedente agrario de la propia Unión para no favorecer así la deforestación.
Monica Maria Iacob-Ridzi (PPE-DE), por escrito. – (RO) Apoyamos plenamente a la Comisión en su esfuerzo por proponer a los Estados miembros y a los ciudadanos un plan viable para lograr los objetivos energéticos y ambientales. No obstante, deberíamos tomar en consideración los aspectos financieros y económicos que conllevan las propuestas.
Es necesario revisar las normas de aprobación de la ayuda estatal a los proyectos medioambientales. Dado que algunas industrias contaminan en gran medida y que el ajuste a tecnologías limpias no es eficiente en cuanto a sus costes, la ayuda estatal de entre el 60 y el 100 % podría ser una solución factible. La minería es una de tales industrias, y necesita urgentemente las tecnologías de captura y almacenamiento del CO2.
En cuanto al proyecto de la Comisión de crear 12 nuevas centrales energéticas de carbón y gas equipadas con tecnología de captura y almacenamiento del CO2, me gustaría reiterar la disposición de Rumanía a albergar dicho tipo de centrales en su territorio. La cuenca del valle del Jiu tiene la ventaja de ser rica en recursos minerales y estar situada cerca de otras centrales de energía en funcionamiento.
Janusz Lewandowski (PPE-DE), por escrito. – (PL) El problema del cambio climático y la lucha contra la degradación del medio ambiente natural ganó la máxima prioridad en el programa de la Unión Europea en 2007. Las propuestas de la Comisión Europea son una expresión concreta de los objetivos ambiciosos que se esbozaron en marzo del año pasado. Reflejan el papel de líder que ha asumido nuestra Comunidad de 27 Estados en la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero.
No deseo cuestionar los objetivos ni las ambiciones, pero debe reconocerse, no obstante, que la Comunidad Europea se compone de dos grupos de países que, hasta hace poco, estaban divididos por el así denominado «telón de acero». Desde hace muchas décadas, las democracias occidentales han sido sensatas en cuanto a la necesidad de proteger el medio ambiente natural, lo que ha resultado en normas medioambientales que deberían ser imitadas en otros continentes. Por el contrario, los países del antiguo Comecon han experimentado una rápida industrialización. Dicha industrialización ha desarrollado el potencial de la industria del hierro y el acero, la industria química y de otros tipos, lo que ha tenido efectos negativos en el medio ambiente.
El proceso de ajuste a las normas de la Unión ha sido muy costoso y no es sorprendente que estos países hayan negociado tanto sobre los períodos de transición en sus tratados de adhesión. En un período de tiempo muy corto, los países de Europa central y oriental han vivido una transformación radical a este respecto.
Según las propuestas de la Comisión Europea, estos países afrontan nuevos retos que podrían ser mayores que su capacidad para abordarlos y que podrían afectar a sus oportunidades de desarrollo. La Unión Europea en su conjunto debería encontrar el equilibrio adecuado entre los requisitos medioambientales, las condiciones favorables a la competitividad y la protección del empleo. Es de gran importancia para los países que ya están luchando por alcanzar el nivel de los otros Estados.
Athanasios Pafilis (GUE/NGL), por escrito. – (EL) La presentación que ha hecho el señor Barroso, Presidente de la Comisión, de las medidas del Consejo para combatir el cambio climático tiene los siguientes objetivos:
Fortalecer los monopolios europeos en el marco de la competencia tardoimperialista cada vez más intensa en el sector energético. Es un intento de explotar el objetivo esencial de restringir las emisiones de productos contaminantes para dividir los mercados y limitar el crecimiento de las nuevas economías emergentes (China y Brasil), que exigen mayor participación en el mercado.
Proporciona asimismo una válvula de escape para la acumulación excesiva de capital mediante la comercialización de la protección medioambiental. Tras la liberalización de sectores estratégicamente importantes (energía, telecomunicaciones), la economía actual es la de los nuevos mercados de inversión para el capital monopolístico. Por esta razón, el señor Barroso habló de inversión en tecnologías energéticas innovadoras, de modernización tecnológica y de la participación de grupos privados a fin de cumplir los requisitos de la nueva legislación medioambiental. Además, el Protocolo de Kyoto creó un nuevo mercado capitalista: el comercio de derechos de emisión. En la «bolsa» del dióxido de carbono se puede comprar el derecho a contaminar.
Estas medidas cultivan un clima de cooperación basada en un sistema de clases cuya intención es explotar el clima mundial de concienciación y que esconde el hecho de que los peligrosos cambios del clima y el calentamiento del planeta son el resultado del desarrollo industrial basado en el beneficio capitalista, la comercialización de la tierra, el aire, la energía, el agua, etc.
Estas medidas son perjudiciales para las necesidades de las personas y para el aumento de la rentabilidad del capital en el sector de medio ambiente.
Daciana Octavia Sârbu (PSE), por escrito. – (RO) Los Estados miembros de la UE afrontan los retos del cambio climático, la mayor dependencia de la energía importada y los altos precios de la energía. Por consiguiente, el compromiso de la Unión Europea a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos el 20 % para 2020, especialmente mediante medidas en el sector energético, es un paso decisivo en la lucha contra el calentamiento del planeta.
Propiciar la transición a las energías bajas en carbono mediante la utilización de biocombustibles y fuentes renovables de energía fomentará la innovación y hará aumentar la competitividad industrial.
A los Estados miembros cuyas economías están en proceso de desarrollo, especialmente Rumanía y Bulgaria, se les permitirá un aumento del 20 % de las emisiones en comparación con 2005 en las industrias no comprendidas en el Régimen Comunitario de Comercio de Derechos de Emisión, y este aumento se calculará con arreglo al PIB. Ésta es una prueba de solidaridad por parte de la Unión Europea, que garantiza que los países más pobres tendrán la oportunidad de alcanzar a las economías más desarrolladas.
Toomas Savi (ALDE), por escrito. – La semana pasada el Presidente Putin y el Viceprimer Ministro Medvédev, de la Federación de Rusia, firmaron un acuerdo en Sofía para la construcción de un gasoducto denominado «South Stream» bajo el Mar Negro. En este preciso momento en que el Tratado de Lisboa está a punto de ser ratificado, parece extraño que Bulgaria no consultara a sus socios europeos.
La política energética de la Unión tiene como objetivo garantizar la seguridad del suministro energético en la Unión, con un espíritu de solidaridad entre los Estados miembros. Los expertos han detectado que el gasoducto South Stream amenaza el proyecto Nabucco, que forma parte de las redes transeuropeas de energía de la UE.
En mi opinión, la forma de actuar de Bulgaria, que ha firmado un acuerdo bilateral sobre energía con la Federación de Rusia, es muy decepcionante. Si bien el proyecto Nabucco recibió su nombre de una ópera de Giuseppe Verdi, la situación actual se parece más a una opereta o a una farsa.
Theodor Dumitru Stolojan (PPE-DE), por escrito. – (RO) Acogemos con agrado la iniciativa del Presidente de venir a presentar al Parlamento Europeo las propuestas sobre la energía y el cambio climático. Aprovechamos esta ocasión para solicitar a la Comisión Europea que preste especial atención a adoptar todas las medidas necesarias para acelerar el proyecto NABUCCO, que es de gran importancia para garantizar la seguridad del suministro de gas a la UE.
Silvia-Adriana Ţicău (PSE), por escrito. – (RO) Opino que podremos ganar la lucha contra el cambio climático sólo si conseguimos asegurar la solidaridad mundial. La Unión Europea debería incluir la cuestión del cambio climático en todos sus acuerdos, bilaterales y multilaterales.
También es importante para el ajuste al cambio climático tomar en consideración y propiciar el desarrollo económico sostenible de la Unión. No se deberían promover los cultivos de biocombustibles en detrimento de los cultivos para consumo humano. El desarrollo sostenible del transporte puede ayudar en la lucha contra el cambio climático.
Los Estados miembros deberían escoger una combinación energética que contaminara lo menos posible. Solicito a la Comisión que revise las perspectivas financieras para 2007-2013 y el presupuesto de 2008, los programas y las políticas comunitarias, así como las leyes principales, para que en todos ellos se contemple la cuestión del cambio climático.
La Comisión debería reconocer la importancia de las autoridades nacionales, locales y regionales para el desarrollo y el cumplimiento de las medidas de ajuste al cambio climático, así como la necesidad de conferirles autoridad y prestarles la ayuda que necesiten.
Opino que es necesario disponer de un programa marco de ámbito europeo dirigido a la reducción del riesgo de la desertificación y la escasez de agua.