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Procedimiento : 2008/2531(RSP)
Ciclo de vida en sesión
Ciclo relativo al documento : B6-0078/2008

Textos presentados :

B6-0078/2008

Debates :

PV 20/02/2008 - 14
CRE 20/02/2008 - 14

Votaciones :

PV 21/02/2008 - 4.8

Textos aprobados :

P6_TA(2008)0067

Acta literal de los debates
Miércoles 20 de febrero de 2008 - Estrasburgo Edición DO

14. Cooperación científica con África (debate)
Acta
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  El Presidente. − El punto siguiente es la declaración de la Comisión sobre la cooperación científica con África.

 
  
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  Vladimír Špidla, Comisario. (CS) Señoras y señores, como todos sabemos, la innovación tecnológica conforma cada vez más la economía mundial.

Los países en desarrollo deben servirse de la tecnología para introducir innovaciones, lo que mejoraría las condiciones de vida de su población desfavorecida y elevaría la competitividad de sus países y sus empresas. Es cierto que la mayoría de estos países han abierto sus economías, pero siguen atrapados en la producción de materias primas con un bajo valor añadido, y adolecen de la falta de mano de obra cualificada. En consecuencia, estos países deben reforzar sus capacidades productivas y diversificar sus economías mediante una mejor aplicación de la innovación y las nuevas tecnologías en la agricultura, la producción y los servicios.

Actualmente, los científicos africanos no participan de manera suficiente en proyectos internacionales de investigación y desarrollo, incluidos los que reciben el respaldo financiero de la Unión Europea. Este hecho se debe en parte a la falta de conocimientos especializados en la construcción de las capacidades de investigación, redes y alianzas necesarias, y a las deficiencias en la gestión de derechos de propiedad intelectual, contratos, transferencia de tecnología y difusión de los resultados de los estudios.

No obstante, cabe subrayar que problemas de ámbito mundial como las enfermedades contagiosas y los que atañen a la biodiversidad sólo pueden resolverse con éxito mediante la participación de estos países.

Los políticos africanos son conscientes de esta situación y hacen cuanto está en su mano para convertir la ciencia y la tecnología en una prioridad. La Conferencia ministerial africana sobre ciencia y tecnología, celebrada en septiembre de 2005, adoptó un nuevo Plan de acción consolidado para la NEPAD, la Nueva Asociación para el Desarrollo de África. Por otra parte, el pasado año, en enero de 2007, la Comisión de la Unión African instó a África en la cumbre de la Unión Africana a tomar la iniciativa para crear grandes capacidades científicas y tecnológicas, con vistas a la formación de un amplio número de científicos, ingenieros y técnicos. Posteriormente, 2008 fue declarado Año de la ciencia en África.

La Comisión Europea reconoce la importancia de esta cuestión y otorga cada vez mayor prioridad a la ciencia y la tecnología como parte importante de las negociaciones sobre cooperación al desarrollo. Los científicos africanos pueden participar en el programa general de investigación de la Comisión, y en las acciones Marie Curie, que otorgan ayudas a los científicos de países terceros, incluidas las naciones en desarrollo.

Con arreglo al 9º Fondo Europeo de Desarrollo, se asignaron 35,5 millones de euros a un programa de refuerzo de capacidades científicas y tecnológicas, en el marco de la cooperación con los países ACP. Asimismo, participamos actualmente en unas negociaciones con nuestros socios respecto a la ampliación de las ayudas en el marco del 10º Fondo Europeo de Desarrollo.

Hacia finales del pasado ejercicio, la Unión Europea y la Unión Africana convinieron la creación de una Alianza de la UE y África sobre Ciencia, Información y Espacio. Esta asociación contribuirá a salvar la brecha existente entre nosotros en el ámbito de la ciencia, y a desarrollar las capacidades científicas y tecnológicas de África, y ayudará a este continente para que haga un mejor uso de la ciencia y la tecnología con el fin de mitigar la pobreza y promover el crecimiento económico y el desarrollo social. Tal contribución se producirá asimismo en el marco del Plan consolidado de acción para África en el ámbito de la ciencia y la tecnología.

Además, la Alianza garantizará un reparto equitativo de la carga entre los distintos Estados miembros. En este sentido, algunos de ellos han asumido un papel de liderazgo en determinadas áreas; por ejemplo, los Países Bajos, en el de la horticultura, y Suecia, en la investigación sobre suministro y distribución de agua.

 
  
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  Pilar del Castillo Vera, en nombre del Grupo PPE-DE. – (ES) Señor Presidente, señor Comisario, reflexionamos hoy aquí —ya que no vamos a debatir, porque no estamos en condiciones, a estas horas, de hacer un gran debate— sobre la propuesta de resolución conjunta que presentan los grupos parlamentarios para apoyar medidas que mejoren el desarrollo de la ciencia en África y que permitan una relación con la Unión Europea más intensa, más fluida que lo que, hasta ahora, ha venido teniendo lugar en el campo de la ciencia y de la tecnología aplicada.

El encuentro, como ha señalado el propio Comisario, que tuvo lugar en Lisboa, el segundo encuentro África/Unión Europea —recordemos que el primero fue en el año 2000 en El Cairo — volvió otra vez a subrayar la importancia de esta dimensión, de esta área de la ciencia y de la tecnología en el futuro desarrollo de África.

En el año 2010 se va a establecer una evaluación del desarrollo de las decisiones que se tomaron en esos acuerdos, en ese encuentro de Lisboa entre África y la Unión Europea. Ahora vamos a aprobar una resolución que pretende incidir, desde el Parlamento Europeo, en lo mismo; que sigue la estela, por tanto, de ese encuentro que hubo en Lisboa, pero no solamente de ese encuentro, sino que sigue, de alguna manera, distintas iniciativas que, en muchos sitios del mundo, se están desarrollando ahora con respecto de África.

Ahora que China, como gran país, como gran área geográfica, política, cultural y económica, empieza a tener un desarrollo importante, lo mismo que la India y que muchos países asiáticos, más que nunca los ojos se han vuelto hacia África. Y se han vuelto, además, con una característica nueva, dando un paso cualitativo respecto del pasado. Se han vuelto no desde la caridad, que ha caracterizado, en buena parte, la relación de Occidente con África, sino desde la cercanía, la igualdad, la asociación, etc.

En ese sentido, especialmente en el campo de la ciencia y de la tecnología, el camino por recorrer es todavía mucho, porque se ha trabajado en otros ámbitos como el de la salud, la educación, etc., pero no se ha trabajado intensamente en el campo de la ciencia y de la tecnología. En cambio, los beneficios que puede producir para el desarrollo de África y para la plena incorporación de África a la globalización, de la que, de alguna manera, está excluida —entre comillas lo digo—, van a ser extraordinariamente importantes.

Por ello, creo que esta resolución que mañana votará el Parlamento es un impulso, un acicate en esa dirección que me parece fundamental para África y para el futuro del mundo.

 
  
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  Teresa Riera Madurell, en nombre del Grupo PSE. – (ES) Señora Presidente, señor Comisario, señorías, ésta es una propuesta de resolución importante, porque muchas veces hemos hablado de África en este Parlamento, pero pocas veces de cooperación científica con este continente. Hoy en día el desarrollo económico y social de los pueblos es algo inseparable de la investigación científica, del desarrollo tecnológico y de la innovación.

Además, en un mundo globalizado, muchos de los problemas que la ciencia tiene todavía pendientes de resolver exigen la cooperación de todos sin exclusión, especialmente en sectores específicos como la energía, el cambio climático o la seguridad alimentaria.

Por tanto, la cooperación científica para el desarrollo debe ser una prioridad en el marco de nuestra estrategia global de cooperación con los países de África.

Ello exige incrementar la participación de científicos en proyectos conjuntos de I+D, favorecer los intercambios y la movilidad del personal investigador, reforzar las infraestructuras de investigación de acuerdo con las necesidades de la comunidad científica y, sobre todo, apoyar lo que ya existe.

Señorías, acabo de regresar de Sudáfrica en mi calidad de integrante de la delegación de este Parlamento. Con la República de Sudáfrica, por poner un ejemplo, existe un acuerdo de cooperación científica y tecnológica desde hace diez años. Precisamente, con tal motivo, el Comisario Potočnik estuvo visitando el país el pasado mes de noviembre.

Se trata de un acuerdo de cooperación que está dando importantes frutos en mutuo beneficio: científicos sudafricanos han participado en 117 proyectos de investigación del Sexto Programa Marco, una participación sólo por detrás de Estados Unidos, China y la Federación de Rusia, y se prevé una participación todavía superior en el Séptimo Programa Marco.

Esta cooperación se da en ámbitos tan diversos como la biotecnología, la salud, las nanotecnologías, la aeronáutica, el transporte, la energía o el cambio climático. Es una cooperación que, como europeos, debemos apoyar, porque compartimos muchos problemas que requieren una solución urgente, y porque aunar esfuerzos en investigación y desarrollo, en innovación y en transferencia de tecnología sólo puede ser beneficioso para ambas partes.

Un ejemplo es la energía, que es un tema también muy candente en aquel país. Estamos buscando lo mismo: asegurar el suministro a un precio asequible y de manera respetuosa con el medio ambiente. En esta línea están desarrollando proyectos de investigación muy interesantes en tecnologías del carbón, en energías renovables y en eficiencia energética.

Otra área importante de cooperación científica con Sudáfrica y con toda África en general que se ha de destacar es la del sida, una enfermedad que está causando estragos en el continente y que, en un país como Sudáfrica, ha hecho disminuir en más de 10 años la esperanza de vida.

Por ello, me parece muy importante la referencia especial que se hace a la investigación sobre esta enfermedad en la resolución.

Finalmente quiero destacar que toda cooperación debe reforzarse, siempre, mediante un intercambio de información, un diálogo franco y abierto y un reconocimiento sincero por ambas partes.

 
  
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  Fiona Hall, en nombre del Grupo ALDE. – Señor Presidente, esta propuesta de resolución sobre la prestación de apoyo a la cooperación científica con África es muy oportuna, puesto que es inmediatamente posterior a una serie de declaraciones sobre ciencia en África efectuadas a lo largo de los últimos doce meses por la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África en enero de 2007, en la Declaración de la Cumbre del G8 acerca del refuerzo de la cooperación a la investigación y el desarrollo, y en el nuevo capítulo sobre TIC, ciencia y tecnología en la Estrategia UE-África.

En el contexto de la próxima celebración de la conferencia Ciencia con África en Addis Ababa en marzo, el presente es indudablemente un momento idóneo para que el Parlamento Europe registre su apoyo a un planteamiento nuevo y reforzado respecto a la cooperación científica entre la UE y África. Obviamente, ha habido iniciativas en el pasado. Se han otorgado becas generales y de investigación para ayudar a los científicos africanos a trabajar en Europa. Se han apoyado ciertos proyectos. Sin embargo, lo que no se ha dado es una cooperación científica consolidada y de doble dirección entre África y la UE.

No existe aún una base sólida de investigación en África, para África. Las estadísticas son ilustrativas. África cuenta únicamente con el 1 % del total de investigadores científicos, pero concentra al 13 % de la población mundial. Sólo 1 de cada 10 000 residentes en África es científico o ingeniero, cuando esa proporción es de 1 de cada 200 en los países industriales.

Sin embargo, a causa del cambio climático, no hay región del planeta donde la investigación sea más vital. El calentamiento global en África amenaza con acabar con los modestos avances logrados hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. No obstante, si la base científica y tecnológica fuera más sólida, el cambio climático podría representar también una oportunidad para África.

En esta propuesta de resolución, acertadamente, se hace mención específica de la energía solar. La energía renovable es la que abunda en África. Actualmente se realizan enormes avances en el campo de la tecnología fotovoltaica. El pasado viernes visité el New and Renewable Energy Centre situado en Blyth, en Northumberland, donde se desarrollan innovadores estudios para reducir el coste de la electricidad solar mediante el enfoque de los rayos solares sobre células de silicio de dimensión muy reducida.

Me complace enormemente que estas investigaciones se lleven a cabo en mi circunscripción, pero si estas tareas de investigación y desarrollo no se llevan a cabo también en África, el inmenso potencial de la energía fotovoltaica para generar megavatios de electricidad en toda África nunca se materializará. Confío en que este sea el tipo de cooperación científica hacia el que nos dirigimos actualmente.

 
  
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  Jens Holm, en nombre del Grupo GUE/NGL. (SV) Buenas noches. Una de las cuestiones clave cuando debatimos la cooperación científica con África es el modo en que los países africanos podrán protegerse del cambio climático. Como ha determinado el Grupo de expertos de las Naciones Unidas sobre el clima, África constituye quizá el continente que puede verse más gravemente afectado por el cambio climático. Tales efectos se producen ya en diversos casos. Se queman cosechas. El desierto se extiende. Lagos y cursos fluviales se secan, los refugiados por causas relacionadas con el clima en el continente africano pueden contarse ya por millones.

Muchos de los conflictos existentes en África son resultado de la presión y la tensión producidas por el cambio climático. Una de las mayores ironías del problema del clima es que son los que contaminan menos los que se ven más afectados.

Etiopía, por ejemplo, emite 0,1 toneladas de dióxido de carbono por habitante y año, mientras que mi país, Suecia, emite más de 6 toneladas por habitante y año, El promedio de la UE se sitúa en torno a las 10 toneladas. Por tanto, Suecia emite 60 veces más, y la UE, 100 veces más, que Etiopía, por tomar sólo un ejemplo concreto.

Desde este punto de vista, no cabe duda de que tenemos en Europa una enorme responsabilidad. Por un lado, debemos reducir de manera generalizada nuestras propias emisiones; por el otro, hemos de hacer cuanto esté en nuestra mano para ayudar a los países en desarrollo a emprender acciones contra el cambio climático.

Esta noche debatimos la manera en que podemos establecer una cooperación científica eficaz con África. Creo que debemos preguntarnos, de forma autocrítica, aquí y ahora: ¿hacemos realmente todo lo que podemos para ayudar a los países africanos? ¿Hacemos verdaderamente todo lo que podemos, por ejemplo, para transferir conocimientos y tecnologías modernas y favorables al medio ambiente a los países africanos? Cuando negociamos acuerdos comerciales, ¿prestamos máxima atención a nuestras propias empresas, o a las empresas africanas que desean comerciar con nosotros de un modo justo? Por desgracia, en lo que a mí respecta, no puedo dar una respuesta positiva a estas preguntas. Por tanto, queda mucho por hacer.

¿Cuál es la situación, por ejemplo, en lo que atañe a nuestra legislación sobre propiedad intelectual y patentes? En noviembre, en nuestra resolución previa a las negociaciones de Bali, declaramos en el Parlamento Europeo que éste «reconoce que los honorarios relativos a los derechos de propiedad intelectual en el ámbito de las tecnologías limpias pueden constituir una barrera a la transferencia de dichas tecnologías a los países en desarrollo».

Permítanme poner un ejemplo: el 75 % de la tecnología relacionada con la energía eólica esta controlado por cuatro empresas en el mundo. Sí, sólo cuatro empresas en todo el mundo. Tres de ellas son europeas. La cuarta es de los Estados Unidos. Ahora que muchos países en desarrollo desean desarrollar la energía eólica, se ven obligados a utilizar una tecnología antigua y no patentada. Sencillamente, no pueden permitirse una tecnología moderna y favorable al medio ambiente.

Gran parte de la tecnología moderna se encuentra sencillamente bloqueada por nuestra propia legislación. Lógicamente, esta situación favorece a una minoría de grandes empresas que controlan las patentes. Pero, ¿qué beneficio supone esta situación para Angola, Bostwana o Rwanda?

Quiero una respuesta clara de la Comisión esta noche. ¿Están haciendo algo para flexibilizar la legislación sobre propiedad intelectual y patentes? ¿Qué medidas han adoptada para que la tecnología pueda transferirse con más facilidad?

Por último, otro ejemplo de estas deficiencias consiste en los denominados mecanismos flexibles. Obviamente, en los países industrializados, podemos transferir parte de nuestra responsabilidad respecto al clima a los países en desarrollo. El objetivo es, si se interpreta lícitamente, que debemos transferir tecnología y actividad medioambiental a los países en desarrollo. Sin embargo, de acuerdo con un nuevo informe que recibimos en la Comisión de Medio Ambiente el año pasado, menos del 2 % de los proyectos CDM se desarrollan en países africanos. La mayoría son proyectos que, de hecho, no deparan un beneficio particularmente elevado.

¿Cuál es la opinión de la Comisión respecto a los mecanismos flexibles y los proyectos CDM, el Mecanismo de desarrollo limpio? ¿Están dispuestos a revisar tales mecanismos de manera exhaustiva, como hemos demandado en el Parlamento Europeo? ¿Cómo podrá África obtener un mayor beneficio de las transferencias de tecnología en el futuro?

 
  
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  Avril Doyle (PPE-DE). – Señor Presidente, la ciencia y la tecnología han sido identificadas por la Unión Africana como factores cruciales que contribuyen al desarrollo sostenible en el continente africano.

Actualmente casi todos los países africanos adolecen de cierto retraso en lo que respecta a la producción y la capacidad científicas. Tomemos las publicaciones científicas como indicador de la situación. Egipto, como uno de los países africanos más notables en este ámbito, genera únicamente el 0,4 % de las publicaciones de este tipo en el mundo. La colaboración y la cooperación en el terreno científico brindan la oportunidad de superar las disparidades extremas en cuanto a desarrollo. Sin embargo, se afrontan retos considerables en áreas como la que atañe a problemas de sostenibilidad global como la pobreza, el cambio climático, la biodiversidad, el VIH/SIDA, las enfermedades contagiosas, la energía, el agua limpia; la lista es aparentemente interminable. Añadamos a la misma la fuga de cerebros, el problema de la libre circulación de científicos y el acceso limitado a la información.

En la actualidad, existen más oportunidades que nunca para colaborar eficazmente con interlocutores africanos. Se dan ejemplos de esta cooperación en las áreas de la biotecnología, las TIC, el espacio y las nanotecnologías.

Combinadas con los abundantes recursos naturales y la amplia biodiversidad de África, estas iniciativas pueden resultar altamente efectivas. Por otra parte, un compromiso político renovado en África, y un mayor compromiso de los países industrializados, incluida China, resultan esenciales para todo desarrollo ulterior en este ámbito.

En los últimos 20 años, la UE ha adquirido una considerable experiencia en la organización y la gestión de programas de ciencia y tecnología basados en la colaboración. FP7 ofrece algunas oportunidades de gran interés para diversos interlocutores africanos, pero puede hacerse más.

Hemos de materializar todo el potencial que la cooperación en materia científica puede ofrecer a los países africanos y al desarrollo de su continente. En los distintos campos de la ciencia y la tecnología se puede y se debe hacer más. Hemos de crear amplios canales de comunicación y redes entre los científicos y los profesionales que trabajan en el ámbito del desarrollo, con el fin de que puedan aprender unos de otros.

El concepto de diplomacia científica vuelve a ocupar un lugar destacado en los temarios de acción, y ha de adaptarse a una nueva era caracterizada por Internet, los viajes de bajo coste, las noticias internacionales las 24 horas del día, el poder de las ONG y otros muchos factores.

El hecho de que la ciencia se mantenga, y deba mantenerse, al margen de la esfera de la política convierte a los científicos en diplomáticos de confianza. Ha llegado la hora de que la comunidad científica refuerce su papel en el ámbito de la diplomacia. Una nueva y dinámica diplomacia científica orientada a los ciudadanos africanos, así como a sus gobiernos, proporcionará bienestar humano, educación, crecimiento económico y, sobre todo, esperanza. Una diplomacia de hechos, y no sólo de palabras. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio constituyen un desafío cada vez más estimulante en el año de la ciencia con África.

 
  
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  Romana Jordan Cizelj (PPE-DE). – (SL) África concentra a más del 13 % de la población mundial total, pero sólo al 1 % de los científicos del planeta. Dedica únicamente el 0,3 % de su PNB a la investigación y el desarrollo. Al mismo tiempo, Europa afronta dos retos fundamentales de dimensión mundial que sólo pueden abordarse con éxito mediante la acción a esa misma escala. Ésto es aplicable igualmente a la investigación científica.

El primero de ellos consiste en los denominados objetivos de desarrollo del milenio para erradicar la pobreza en el mundo. La salud deficiente o el fallecimiento de adultos a una edad en la que podrían mantenerse activos puede abocar a las generaciones más jóvenes y de edad más avanzada de sus familias a la pobreza. Al utilizar los medios del Séptimo Programa Marco, debemos ser suficientemente transparentes para no invertir recursos únicamente en la investigación de enfermedades que afligen a la población europea. Asimismo, hemos de encontrar una solución apropiada para las enfermedades que representan una amenaza de escala mundial, como el SIDA, que acabó con más de dos millones de vidas en 2006.

El otro reto es el del cambio climático. Los datos indican que afecta mayoritariamente a los pobres. Europa debe aceptar su cuota de responsabilidad y cooperar en el desarrollo de medidas de adaptación al cambio climático, así como de limitación del calentamiento global.

El Séptimo Programa Marco podría incluir asimismo a científicos procedentes de países en desarrollo. En cualquier caso, el mensaje que transmiten es que sus medios para esta forma de cooperación son demasiado escasos. Los mecanismos incluidos en los marcos de políticas de desarrollo ofrecen un enorme potencial para reducir las diferencias existentes. No obstante, debemos poner fin a la forma de cooperación tradicional basada únicamente en las ayudas. La constitución de una alianza significa que hemos de incluir la ciencia, la tecnología y la innovación en nuestras políticas de desarrollo.

 
  
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  Jerzy Buzek (PPE-DE).(PL) Gracias, señor Presidente. Gracias, Comisario. Vivimos en una era de globalización, lo que conlleva una competencia encarnizada de todos con todos. El continente africano es un terreno de especial rivalidad. Tanto las economías china y japonesa, como Australia y los Estados Unidos tratan de adquirir este mercado.

Si alguien desea fomentar y reforzar relaciones, suele comenzar por el deporte, y éso es lo que ha ocurrido ya. Inmediatamente después llegan los intercambios de estudiantes y la cooperación científica. Si comenzáramos a colaborar con África en ese campo hoy, en el plazo de cinco, o quizá de diez años, intercambiaremos miles de estudiantes y científicos. Estos ejercerán como embajadores de nuestra cooperación mutua. Las iniciativas científicas conjuntas de hoy equivaldrán, dentro de diez años, a grandes inversiones, un flujo de trabajadores cualificados, la apertura de mercados y, en consecuencia, a competencia, crecimiento y nuevos puestos de trabajo en Europa y África. Merece la pena realizar el esfuerzo hoy para obtener tales resultados en el futuro.

 
  
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  Mairead McGuinness (PPE-DE). – Señor Presidente, la cooperación científica con África ha de perseguir el objetivo de desarrollar una comunidad científica instruida y activa en dicho continente, para beneficio de éste, y no, debo advertir, para arrebatarle a sus científicos, como hacemos con su personal médico y de enfermería cualificado.

En 2005, cuando me encontraba en Malawi, me alentó enormemente conocer a un joven científico cualificado y especializado en agricultura. Había estado en la Unión Europea, donde había recibido formación, pero se mostraba orgulloso de encontrarse de regreso entre los suyos, enseñándoles la manera de utilizar el terreno y el agua para producir alimentos capaces de proporcionarles una vida sostenible.

Señalaré para terminar que una de las áreas que se han desatendido en África es la de la inversión en ciencia agraria, como se refleja en el proyecto de informe del Banco Mundial correspondiente a este año. Por tanto, creo que debemos colaborar a todos los niveles en el ámbito de la ciencia, pero hemos de prestar especial atención al área de la agricultura y los recursos naturales.

 
  
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  Avril Doyle (PPE-DE). – Señor Presidente, puede que esté poniendo a prueba su paciencia, pero, durante esta misma sesión, he observado un precedente en cuanto a los oradores que toman la palabra de nuevo si no hay cinco llamadas de atención, así que gracias.

Me gustaría plantear una pregunta concreta al Comisario. Hablé de diplomacia y de diplomacia científica, una diplomacia de hechos, y no sólo de palabras. Existe la opinión generalizada de que la Cumbre de Lisboa sobre la UE y África del año pasado constituyó una gran decepción, y de que hubo más palabras que hechos. Me gustaría que usted respondiera específicamente a esa acusación.

¿Podría señalar alguno de los hechos, diferenciados de las meras palabras, que se derivarán de la participación de los cientos (si no miles) de personas que se congregaron en Lisboa para hablar de esta importantísima cuestión, y cuándo podremos comprobar los resultados concretos derivados de esta reunión?

 
  
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  Vladimír Špidla, Comisario. (CS) Señoras y señores, la política de la UE respecto a África se basa en una estrategia completa, y, lógicamente, parte de ésta atañe al acceso de este continente a la ciencia y la tecnología. La Unión Europea reconoce la importancia de tal acceso, ya que permitirá a África hacer frente a los desafíos del cambio climático. La Comisión cree que los países africanos han de desarrollar con urgencia las estrategias complejas necesarias para su adaptación, asegurándose de que tales cambios no pongan en peligro los resultados positivos que han logrado en su lucha contra la pobreza.

La Comisión estima que nuestra cooperación en el ámbito de la ciencia y de la tecnología reviste especial importancia en lo que concierne a la investigación agraria y el seguimiento de los productos agrícolas. En consecuencia, la Comisión apoya los esfuerzos de la Unión Africana para establecer un programa complejo de investigación científica en el ámbito de la agricultura, y el empeño de los organismos internacionales en armonizar los sistemas de alerta temprana agraria. Respaldamos asimismo la transferencia de la tecnología vinculada a las energías renovables, cuestión estrechamente relacionada con la reducción de las emisiones de CO2. No obstante, tal transferencia debe centrarse más en los esfuerzos por obtener un suministro de energía sostenible y eficaz, y en el acceso a dicho suministro, que en la cuestión del cambio climático.

El sector privado desempeña un papel de gran relevancia en el contexto de la transferencia de tecnología, y recibe la ayuda de la Comisión a este respecto mediante un programa específico. En lo que atañe a la conferencia de Addis Ababa que se celebrará en marzo, la Comisión participará, y confiamos en que constituya un hito en el camino hacia la cooperación científica con África, y en el desarrollo de la ciencia y la tecnología en el continente africano.

La cuestión del SIDA también se mencionó en el debate. Tan sólo permítanme que señale brevemente que la Comisión Europea es uno de los mayores contribuyentes al Fondo mundial de lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria, y creo que tenemos todo el derecho para sentirnos orgullosos de tal situación.

Como he mencionado anteriormente, durante la cumbre UE-África celebrada en Lisboa a finales del año pasado, la Unión Africana y la Unión Europa acordaron asimismo el establecimiento de una alianza entre Europa y África en el campo de la sociedad de la información, la ciencia y la tecnología espacial. Actualmente preparamos una comunicación en la que se fijarán aspectos concretos y un plan de acción con el fin de llevar esta alianza a la práctica.

Señoras y señores, me temo que no puedo estar de acuerdo con la opinión del diputado respecto a que la conferencia de Lisboa supuso una decepción. Indudablemente, no fue el caso: la conferencia constituyó el primer paso de un trayecto y, como he dicho antes, ahora abordamos otros pasos concretos que se servirán del impulso de Lisboa.

 
  
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  El Presidente. − Para cerrar el debate se ha presentado una propuesta de resolución(1) de conformidad con el apartado 2 del artículo 103 del Reglamento.

Se cierra el debate.

La votación tendrá lugar mañana a mediodía.

Declaraciones por escrito (artículo 142 del Reglamento)

 
  
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  Glyn Ford (PSE), por escrito. – La frase «dale un pez a un hombre y comerá un día; enséñale a pescar y comerá siempre» encaja perfectamente con este debate. Si África pretende escapar de su trampa de la pobreza, necesitará ampliar la explotación de sus materias primas, reforzar su base manufacturera y aumentar sus exportaciones, pero, al mismo tiempo, tendrá que mejorar sus conocimientos científicos especializados. En Occidente, debemos potenciar la participación de científicos africanos en proyectos científicos y de I+D internacionales basados en la colaboración, y reforzar la infraestructura para la investigación existente.

 
  

(1)Véase el Acta.

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