Presidente. − Señorías, de todos es conocida la noticia relativa al terrible ciclón tropical, Nargis, que asoló Myanmar el pasado sábado. Se trata de una tragedia en la que decenas de miles de personas han perdido la vida y centenares de miles su hogar y que ha destruido asimismo las infraestructuras de las zonas más densamente pobladas del país. Es la mayor catástrofe que el país ha experimentado jamás y aún se desconoce en toda su magnitud la cantidad de vidas perdidas y los daños ocasionados.
La junta militar que gobierna el país no ha sido capaz, en apariencia, de gestionar la situación adecuadamente. No se han adoptado medidas preventivas ni se ha proporcionado a la población una ayuda adecuada.
Aunque cabe congratularse de que el referéndum constitucional se haya aplazado al 24 de mayo en las regiones más afectadas por el ciclón (las de Yangón y el delta del Irrawaddy), dicho aplazamiento debe hacerse extensivo a todo el país, si es que el Gobierno desea expresar su preocupación por su propio pueblo, y es preciso centrarse en la ayuda humanitaria urgente y en la acción inmediata.
Las autoridades han indicado que dispensarán una buena acogida a la ayuda internacional. Ello debería considerarse un gesto positivo y esperamos que el Gobierno facilite la ejecución de las medidas de ayuda internacionales.
La Unión Europea ya ha iniciado la adopción de medidas de ayuda de emergencia. Durante nuestra próxima sesión plenaria de Estrasburgo escucharemos el informe de la Comisión Europea sobre la ayuda humanitaria facilitada y las condiciones de facilitación de la misma en dicho país.
El pueblo de Myanmar merece nuestra más sincera solidaridad. Por ende, desearía expresarla en nombre el Parlamento Europeo, con toda sinceridad, y querría añadir que no olvidamos en ningún momento a nuestra ganadora del Premio Sájarov, Aung San Suu Kyi. Estamos con ella, con la que nos une un vínculo de solidaridad, y exigimos su liberación, de modo que pueda trabajar por la libertad de su pueblo y por la democracia en su país.