Presidente. − De conformidad con el orden del día, se procede al debate conjunto de:
– el informe (A6-0189/2008) de Jacek Saryusz-Wolski, en nombre de la Comisión de Asuntos Exteriores, sobre el Informe anual del Consejo al Parlamento Europeo sobre los principales aspectos y las opciones fundamentales de la PESC, presentado ante el Parlamento Europeo con arreglo al punto G, apartado 43 del Acuerdo Interinstitucional de 17 de mayo de 2006 (2007/2219(INI)) y
– el informe (A6-0186/2008) de Helmut Kuhne, en nombre de la Comisión de Asuntos Exteriores, sobre la aplicación de la Estrategia Europea de Seguridad y la PESD (2008/2003(INI)).
Jacek Saryusz-Wolski, ponente. − Señor Presidente, quisiera comentar y expresar la opinión del Parlamento sobre la política exterior durante este debate, que, tal como se desprende de la asistencia del señor Solana, no es un debate anual cualquiera sobre la política exterior y la situación de la política exterior de la Unión, sino uno especial. Gracias por venir, señor Solana.
En primer lugar, dadas las novedades del Tratado de Lisboa, nos encontramos en una coyuntura sumamente importante, por no decir en un momento crucial, desde el punto de vista de la política exterior. No sólo tenemos que sacar conclusiones de los resultados obtenidos hasta ahora, sino que también debemos adoptar un planteamiento prospectivo. El gran apoyo que los ciudadanos brindan a una política exterior que sea seria y firme es cada vez mayor. Los Estados miembros cada vez van cambiando más su postura, a medida que entienden que es necesario adoptar una posición común y actuar al unísono a fin de que la Unión pueda contar con una política exterior eficaz.
Con este nuevo capítulo de la política exterior de la Unión Europea, estamos avanzando hacia un cambio cualitativo. A la legitimidad intergubernamental de la nueva política exterior debería sumársele la avalada por el control del Parlamento Europeo; de ahí —como podremos comprobar— la creciente importancia del Parlamento Europeo y de su papel en la elaboración de dicha política, tal como insistimos en nuestro informe. Necesitamos enfocar la política exterior de manera integral y global, con la coherencia, la convergencia y la complementariedad de todas las instituciones interesadas, incluidos los Estados miembros.
Si bien es cierto que la Unión Europea debería continuar ejerciendo su papel de pacificadora y mediadora, un poder suave, mediante la contribución a la estabilización, la reconstrucción y la reforma, una función de prestación de asistencia y ayuda humanitaria y un poder normativo, mediante la proyección de valores y la promoción de la democracia, la libertad y los derechos humanos, al mismo tiempo deberíamos complementar esa dimensión suave con una más firme, desarrollando la dimensión PESD y nuestras capacidades militares para que también estemos preparados para proyectar nuestro poder.
Deberíamos complementar nuestra política de respuesta a los desafíos a corto y a medio plazo con un planteamiento estratégico y una definición de los intereses europeos a largo plazo, centrándonos tanto en las repercusiones como en las verdaderas causas de algunos de los cambios que tienen lugar en torno a nosotros, como, por ejemplo, Darfur, donde no sólo hay un conflicto sino también un problema climático.
Si bien deberíamos seguir centrándonos en diferentes prioridades geográficas, también tendríamos que acometer nuevos desafíos y nuevas cuestiones horizontales como, entre muchas otras, la seguridad climática, la seguridad energética, la seguridad espacial, la seguridad cibernética y los flujos migratorios.
Dado que aspiramos a ser una potencia y un agente mundial, no sólo deberíamos ser actores —que es lo que somos y deseamos seguir siendo— sino también protagonistas en la escena mundial. El nuevo Tratado brinda muchas posibilidades de conseguir una política exterior eficaz; aunque, como bien sabemos todos, la aplicación será un factor decisivo. Se requiere la voluntad y la cooperación de todos, no sólo en el marco del triángulo institucional, sino también con los Estados miembros, y debemos evitar cualquier rivalidad.
Hemos procurado presentar un planteamiento constructivo en el informe. Nos preocupan algunos fallos de la política exterior, pero nos centramos sobre todo en el futuro. Reconocemos la evolución positiva, los avances y los éxitos. Recomendamos analizar los fallos, teniendo presentes los logros, y averiguar el modo de seguir avanzando.
El Parlamento Europeo no sólo pretende controlar la política exterior y hacer recomendaciones que sirvan de fundamento para las soluciones y decisiones de los Gobiernos, sino también contribuir a la elaboración de su propia política exterior; yo lo llamo «diplomacia parlamentaria», puesto que recae en nuestra competencia a nivel parlamentario.
En cuanto a las prioridades, en nuestra opinión, necesitamos un planteamiento específico y un limitado número de prioridades. Subrayamos la necesidad de una política exterior que se rija por los valores, no porque seamos excesivamente idealistas o ingenuos, sino porque, si el mundo que nos rodea comparte nuestros sólidos valores universales, servirá mejor a nuestros intereses de seguridad y prosperidad.
El Parlamento opina que la política exterior de la Unión constituye una contribución al afianzamiento de la identidad europea y un valor añadido para los ciudadanos europeos y que forma parte de la trayectoria de la Comisión Europea hacia una Europa de resultados.
En nuestra opinión, la política exterior es una política clave de la UE y, como tal, ha de contar con un marco institucional adecuado —el que le proporciona el Tratado de Lisboa—, con unos instrumentos apropiados y con suficientes fondos del presupuesto de la UE. Necesitamos disponer de una serie de instrumentos, y eso es algo que tenemos por delante.
Helmut Kuhne, ponente. − (DE) Señor Presidente, no hemos querido repetir en nuestro informe los aspectos que se han tratado en informes anteriores sobre la Estrategia Europea de Seguridad. Tal vez no lo hayamos conseguido del todo, pero creo que podemos seguir avanzando en esta línea en el futuro.
Por ejemplo, una cuestión que se abordó en informes anteriores y que no hemos vuelto a tratar precisamente por eso, pero que debería mencionarse aquí, es el apoyo del Parlamento Europeo a la Escuela Europea de Seguridad y Defensa. Nos gustaría que fuera una institución real y no una mera institución virtual. Desde la perspectiva europea, el tiempo ha pasado muy rápido desde diciembre de 2003, el año en que se adoptó la Estrategia Europea de Seguridad. Tal vez no haya pasado tan rápido desde una perspectiva objetiva, pero no cabe duda de que, en ese tiempo, la Estrategia Europea de Seguridad ha avanzado mucho desde un punto de vista práctico. Hay algunos logros de los que vanagloriarse, pero ahora no voy a enumerar las distintas misiones civiles y militares.
Sin embargo, lo que sí podemos señalar, desde el punto de vista estructural, es que, desde hace aproximadamente un año, contamos con un instrumento de planificación y control civil del lado del Consejo y que ahora hay una cadena de mando bien definida, desde el edificio de enfrente hasta las personas que llevan a cabo las operaciones sobre el terreno. Desde el punto de vista militar, hemos reforzado la capacidad operativa a fin de que no se limite a la utilización de las capacidades de la OTAN, con arreglo al acuerdo Berlín Plus. Hemos puesto en marcha las agrupaciones tácticas, que se supone que actúan por turnos. También hemos realizado operaciones que pueden considerarse de éxito, como, por ejemplo, las misiones por el Estado de Derecho de Georgia y otras misiones similares.
Sin embargo, aún hay algunos asuntos pendientes y en los que, en mi opinión, sigue habiendo deficiencias, y el hecho de que enumeremos esos aspectos no hace ningún mal a la Estrategia de Seguridad. Si se tienen en cuenta las cifras de población de los Estados miembros de la UE, se observa un desequilibrio en las contribuciones a las misiones, especialmente en el ámbito civil. Por lo tanto, proponemos que los Estados miembros estén obligados —ya sea moralmente o de otro modo— a presentar unos planes de acción en los que se especifiquen los recursos humanos que podrían poner a disposición de la Unión Europea en caso de ser necesario, así como las perspectivas profesionales de las personas que vuelvan a su país de origen después de participar en las misiones de la UE. A la larga, no podremos continuar con el angustioso sistema de proporcionar tropas para intervenciones militares como las de Darfur y Chad, como lo hemos venido haciendo hasta ahora. Por consiguiente, proponemos otras opciones.
De igual modo, presentamos varias propuestas para atajar la crisis relativa a los helicópteros e incrementar la disponibilidad de ese tipo de aeronaves. De cara al futuro, no tiene sentido que en la Unión Europea viajemos en veinticuatro tipos de helicópteros diferentes.
Además, hay algunas novedades que debemos tener en cuenta a la hora de seguir planteándonos la Estrategia de Seguridad. El terrorismo ha desdibujado las líneas divisorias entre las fronteras interiores y las exteriores. Se han de emplear recursos diplomáticos, económicos y técnicos —he omitido deliberadamente los militares— para garantizar el suministro de energía. La protección de las infraestructuras susceptibles de ser atacadas electrónicamente es algo que ahora tenemos presente. Debemos tener en cuenta todas esas cuestiones a la hora de pensar en los aspectos de la Estrategia de Seguridad que quizá deberían desarrollarse.
El señor Solana, Alto Representante de la UE, ha de plantearse esos aspectos por mandato específico del Consejo, y nosotros le apoyamos en su cometido. Esperamos que esas deliberaciones se materialicen a finales de año en un Libro Blanco que sirva de punto de referencia común para el debate europeo, no sólo para un debate entre el señor Solana y los Gobiernos, entre él y nosotros o en el ámbito de los parlamentos nacionales, sino también en aras del interés público europeo, desde Polonia hasta Portugal.
Javier Solana, Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común. − Señor Presidente, para empezar, permítame dar las gracias al Parlamento por invitarme al Pleno para participar en este importante debate sobre la política exterior, la seguridad y la defensa de la Unión Europea.
Sin embargo, antes de entrar en materia, permítame condenar el atentado terrorista perpetrado el lunes contra la Embajada de Dinamarca en Islamabad y expresar mi pésame a los daneses y a los pakistaníes, así como a los familiares de los fallecidos y los heridos. Recordémosles y recordemos, en especial, a los afectados. Recientemente he estado en Islamabad y me gustaría informar sobre ese viaje, si da tiempo durante la sesión.
Quisiera dar las gracias a ambos ponentes, el señor Saryusz-Wolski y el señor Kuhne, por sus informes. Creo que los informes contienen algunas ideas excelentes sobre la manera de incrementar el peso global de la Unión Europea en el ámbito internacional; unas ideas que se corresponden con nuestros valores e intereses. Desearía felicitarles y garantizarles, tanto a ellos como a todos ustedes, que tendremos en cuenta tantas observaciones como sea posible, porque me parecen muy constructivas y positivas, y, por eso, las tendré presentes.
Esta sesión es muy importante, y quisiera tratar algunas de las cuestiones planteadas en ambos informes. En el tiempo de que dispongo, me gustaría hablar de los asuntos más relevantes de la actualidad internacional, a fin de analizar de qué forma podemos contribuir a la resolución de los problemas de hoy.
Quisiera hacer un par de comentarios acerca del Tratado, al que los ponentes se han referido. En ambos informes hay numerosas referencias al Tratado de Lisboa, y es evidente por qué. Estos informes exigen una mayor eficacia, y el objetivo principal del Tratado es hacer que la labor de la Unión Europea sea más eficaz y más notoria, especialmente en lo que se refiere a la política exterior y de seguridad. Estoy seguro de que el Tratado resolverá muchos de los problemas planteados sobre todo en el informe del señor Kuhne.
Nuestra prioridad principal, la de todos nosotros, es que el Tratado se ratifique, y en los próximos días todos tenemos que seguir esforzándonos por conseguirlo. Me gustaría subrayar que, en diciembre, la Presidencia eslovena recibió el mandato del Consejo Europeo de efectuar los preparativos necesarios para que el Tratado de Lisboa entre en vigor sin complicaciones.
Como bien saben, esa labor se ha regido por una serie de principios básicos compartidos. El punto de partida de todo este debate es el propio Tratado, que ha de respetarse íntegramente. En general, se pretende asimismo que el Tratado entre en vigor en la fecha acordada, es decir, el 1 de enero de 2009, si todo va bien.
Muchos aspectos del Tratado les conciernen sobremanera a ustedes, al Parlamento Europeo, y —dado que estamos hablando de política exterior y de seguridad— a ese asunto en particular. Tanto la Presidencia como la Comisión y yo mismo hemos tenido la oportunidad de debatir muchos de esos aspectos con algunos de ustedes, y quisiera garantizarles que continuaré haciéndolo durante el tiempo de que dispongo aquí hoy y hasta el momento en que el Tratado entre en vigor. A mi parecer, es fundamental que las tres instituciones principales colaboren a fin de garantizar que no haya ningún problema en la aplicación del Tratado.
Permítanme hacer un comentario acerca del servicio europeo de acción exterior. Como bien saben, como Alto Representante en ejercicio y en virtud del artículo 15 del Tratado, he recibido el mandato de llevar a cabo los preparativos necesarios junto con la Comisión y los Estados miembros, y eso es lo que estoy haciendo. Cumplo ese mandato con un objetivo claro: conseguir que la decisión de poner en marcha el servicio europeo de acción exterior sea adoptada lo antes posible una vez que el Tratado haya entrado en vigor.
El señor Kuhne ha mencionado la Estrategia Europea de Seguridad. Permítanme comentar la situación desde mi punto de vista. El Consejo me pedía en su mandato de diciembre que elaborara otro informe para diciembre de 2008. Seguiré sus debates al objeto de conseguir las mejores enmiendas que sean necesarias.
La estrategia ha resultado muy útil; así lo ha reconocido el ponente, y yo se lo agradezco. En mi opinión, es un instrumento que en los últimos cuatro años ha dado buenos resultados. Se trata de un documento corto y a la par ameno, y, por eso, creo que ha cumplido su propósito.
En mi opinión, esa estrategia refleja nuestros valores y nuestros principios y pone de manifiesto el modo en que deberíamos retomar la política exterior y de seguridad. Creo que la tarea encomendada por el Consejo Europeo el pasado mes de diciembre no consiste en modificar el texto, sino más bien en mejorarlo y complementarlo siempre que sea posible.
Es importante tener en cuenta cuál era la situación internacional en el momento en que se redactó, en el año 2003, recuerden. Puede que lo acontecido desde entonces no sea lo suficientemente trascendental como para cambiar el contenido de la estrategia, pero complementa los aspectos de aquella época. Se han sacado conclusiones y se han mantenido debates en el Parlamento y en el seno de las instituciones. Por lo tanto, las aportaciones del Parlamento me parecen muy valiosas; también las realizadas por medio del informe del ponente, el señor Kuhne, que se agradece mucho.
Dentro de dos semanas tengo que informar oralmente al Consejo Europeo sobre este asunto, sobre cómo se está llevando a cabo esta labor. Entonces averiguaré qué opinan los Estados miembros sobre esta cuestión, les escucharé a ustedes y tendré en cuenta las observaciones que han realizado hoy. A continuación, el debate continuará y se celebrará una reunión informal de Ministros de Asuntos Exteriores —de tipo «Gymnich»— en septiembre, y seguiremos hablando entre nosotros de esos asuntos aquí, en el Parlamento.
Creo que la fecha es muy importante. En diciembre de 2008 será el quinto aniversario de la EES. Esperemos que para entonces ya se haya ratificado el Tratado de Lisboa y que eso haya contribuido a la coherencia de nuestra actuación. En cuanto a las principales amenazas contempladas en la estrategia, creo que las detectadas en 2003 son adecuadas. Supongo que estaremos de acuerdo en eso. Las armas de destrucción masiva, el terrorismo, la delincuencia organizada y los conflictos regionales son fundamentalmente las amenazas que persisten. Insisto en que sigue teniendo plena vigencia, y debemos continuar luchando activamente en ese sentido.
La estrategia se basa en un análisis de los principales retos mundiales de aquella época, pero reitero que hay algunos que todavía hoy tienen más validez que otros hace cinco años, y también hay otros nuevos. Recuerden que —como bien han señalado los ponentes— en la estrategia no se contemplaban el cambio climático y sus repercusiones en la seguridad internacional y energética, algo que ahora debe contemplarse a fondo. Lo mismo sucede en el caso de la migración —la migración clandestina, en particular— y en el de la seguridad de la información. No se contemplaba ninguno de esos aspectos, y ahora deben contemplarse. Hemos de tener en cuenta esas novedades.
Permítanme asimismo hacer un comentario acerca de la PESD, a la que el ponente se ha referido. Creo que podemos afirmar, sin exagerar, que ha sido un éxito; ha sido un elemento importante y notorio de la PESC. En los últimos cinco años —y no está mal reconocerlo—hemos emprendido más de 15 misiones, concretamente, 17. En este momento tenemos 14 —civiles y militares— en marcha en tres continentes: Europa (en los Balcanes), África y Oriente Próximo y Asia. Ese aspecto goza de un amplio reconocimiento en los informes, y lo agradezco mucho.
Sin embargo, el señor Kuhne pone de relieve en su informe algunos de los retos y deficiencias a los que nos enfrentamos en el contexto de la PESD, y estoy de acuerdo con la mayoría de los aspectos señalados.
Estamos trabajando en ello. Estamos teniendo en cuenta las conclusiones que hemos sacado de las misiones, estamos adaptando nuestras estructuras —tanto las civiles como las militares— y estamos procurando que la cooperación civil y militar sea mayor, es decir, adoptar un planteamiento global; y ese es, a mi parecer, el propósito del informe.
La semana pasada se hicieron grandes progresos en la reunión del Consejo con los Ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa. Se tomó una decisión importante. El ponente, el señor Kuhne, ha mencionado la palabra clave «helicópteros»; como bien saben, esa es una de las dificultades a las que se enfrenta actualmente la comunidad internacional en relación con las operaciones de gestión de crisis. Las capacidades que necesitamos no están disponibles, y las capacidades de que disponemos no están listas o no son las más idóneas para los retos actuales.
La decisión de que la Agencia de Defensa se centre en la cuestión táctica relativa a los helicópteros entra en vigor hoy, y confío en que reciban información de los militares de la Unión Europea. Espero que ese asunto sea abordado de forma coherente.
Permítanme decir unas palabras acerca de la coyuntura mundial actual, acerca de las zonas problemáticas y los asuntos que tratamos de resolver. Permítanme empezar por los Balcanes Occidentales. Como bien saben, aún hay algunos asuntos pendientes de resolver en los Balcanes Occidentales. Lo sucedido el domingo en las elecciones de la Antigua República Yugoslava de Macedonia debería ser motivo de reflexión para todos nosotros. No obstante, desearía comunicarles que, desde la última vez que hablamos, han tenido lugar dos acontecimientos importantes en Serbia: se ha firmado el AEA con los serbios y ha habido elecciones. Creo que el resultado de las elecciones guarda cierta relación con nuestra actitud, y esperemos que podamos contar con un Gobierno serbio que mire por la perspectiva europea de Serbia.
Permítanme hacer un comentario acerca de Kosovo. Como bien saben, el 15 de junio entrará en vigor el paquete global de leyes —incluida la constitución— que se prometió el día de la independencia de Kosovo. Nos gustaría que para entonces la situación sobre el terreno estuviera bien encaminada, es decir, que la EULEX Kosovo marchara bien. Estamos permanentemente en contacto con el Secretario General de las Naciones Unidas para dilucidar la manera de hacerlo, y confío en que en pocos días podamos comunicarles algún avance.
Es perfectamente lógico que comente la situación de Georgia. Mañana viajo a Georgia. Iré a Tbilisi, visitaré a sus autoridades y también viajaré a Abjasia. Es muy importante que también visitemos Abjasia para intentar establecer un contacto directo entre ambas partes, por el momento, en el marco de los Amigos del Secretario General y comprobar si se puede encuadrar en otro marco más activo. No creo que consigamos zanjar este asunto esta semana, pero confío firmemente en que realicemos una contribución positiva y constructiva.
De igual modo, debería informarles sobre la situación del Líbano, donde recientemente han tenido lugar una serie de acontecimientos importantes. El domingo tuve el honor de estar allí con el Presidente del Parlamento. El momento en que se alcanzó el acuerdo fue muy emocionante. Después de dieciocho meses de inestabilidad, el general Suleiman es el presidente actual. El edificio en el que estuvimos esa tarde había estado cerrado y por fin se había abierto. Confío en que la decisión adoptada en Doha, Qatar, permita que el Líbano avance hacia la paz y hacia la celebración de elecciones en 2009.
Como bien saben, no se trata de un acuerdo perfecto; si bien tiene algunos aspectos positivos, también tiene otros que no lo son tanto. Esperemos que, en los próximos meses, nuestra ayuda y la coherencia de nuestras acciones contribuyan al avance del proceso, porque, de momento, aún no se culminado. El Primer Ministro ha vuelto a ser designado. El señor Siniora es un hombre serio, un hombre que merece nuestro respeto. Ahora está al frente del Gobierno. Esperemos que llegue sin ningún percance al proceso electoral de mediados de 2009.
Me gustaría hablar de muchos otros temas, pero, con esta intervención —y me temo que he rebasado el límite de tiempo—, al menos les he dado una idea de los asuntos de los que me ocuparé los próximos meses.
También quisiera comunicarles que viajaré a Teherán. La última vez que estuve allí fue en junio de 2006; aunque, desde entonces, me he reunido en numerosas ocasiones con los dirigentes de Teherán. Así y todo, he decidido —junto con los seis países que participan en las negociaciones— volver a Teherán para reunirme con sus dirigentes, y les llevaré una oferta mejorada con respecto a la presentada en 2006. No espero ningún milagro, pero creo que es importante que no dejemos de tenderles la mano y que quede claro nuestro doble enfoque: negociar la resolución de las cuestiones básicas —concretamente, el conflicto nuclear— y, al mismo tiempo, seguir ateniéndonos a lo que el Consejo de Seguridad tenga que ofrecer.
(Aplausos)
Presidente. − Gracias por su intervención, Alto Representante; esperamos que le vaya bien en todos sus peligrosos viajes. Creo que el sitio más seguro en el que puede estar es el Parlamento Europeo. Siempre será un placer tenerle aquí.
Günter Verheugen, Vicepresidente de la Comisión. − (DE) Señor Presidente, señoras y señores, para empezar, quisiera felicitar a los ponentes, el señor Saryusz-Wolski y el señor Kuhne, por el planteamiento constructivo, global y prospectivo que se ha adoptado en ambos informes.
Dado el amplio abanico de temas que se han tratado en los dos informes, me gustaría centrarme en algunos aspectos especialmente relevantes para la Comisión; a saber: la aplicación del Tratado de Reforma de Lisboa, la Estrategia Europea de Seguridad, la Política Europea de Vecindad y la cuestión de la acción común, particularmente el papel de la Comisión en el ámbito de la gestión de crisis.
Al igual que la mayoría de ustedes, la Comisión también confía en que el Tratado de Reforma se ratifique este año. Si queremos defender mejor los intereses de todos los ciudadanos europeos a escala mundial, el Tratado es fundamental. Una Europa segura, con una economía próspera, una sociedad equilibrada y estable y un papel destacado en el ámbito internacional, que refleja su influencia económica, precisa una política exterior comunitaria sólida. Por lo tanto, todo lo que acabe contribuyendo a una política exterior coherente deberá apoyarse. No se trata de un problema eminentemente institucional y tampoco se trata de un problema de procedimiento ni de principios jurídicos; se trata de un problema político. La eficacia de la política exterior comunitaria depende de que todos los Estados miembros tengan la voluntad política necesaria para defender los intereses comunes de la Unión Europea. Eso, en cualquier caso, redundaría en beneficio de todos. Si permanecemos unidos, seguiremos en pie y, si nos dividimos, nos derrumbaremos. La decisión está en nuestras manos.
En este momento, la Comisión está elaborando su contribución a la revisión de la Estrategia Europea de Seguridad. El limitado concepto de seguridad de 2003 ya no puede dar una respuesta adecuada a los peligros y retos a los que nos enfrentamos hoy en día. El concepto de amenaza ha de reformularse, y se debe conceder más importancia a la relación entre seguridad y desarrollo, seguridad y energía y seguridad y cambio climático e incluso a los problemas que nos preocupan en estos momentos, como, por ejemplo, la subida de los precios, la disponibilidad de los productos básicos, el riesgo de escasez alimentaria y todo el asunto de la migración.
En ese sentido, la Comisión está de acuerdo con muchos puntos de los informes anuales sobre la PESC y sobre la EES y la PESD. Confío en que el Consejo Europeo también exprese su conformidad con esos puntos en diciembre de 2008.
La promoción de la democracia en otros países ha de continuar siendo uno de los ejes estratégicos de nuestra política exterior. En eso no nos falta experiencia. La ampliación de la Unión Europea es un buen ejemplo, ya que durante ese proceso hemos adquirido una gran experiencia, que podemos aplicar en favor de la Política Europea de Vecindad.
La Política de Vecindad es uno de los instrumentos más importantes —por no decir el instrumento más importante— de que disponemos en la actualidad para afianzar la paz y la estabilidad en nuestras regiones y para contribuir a la prosperidad y a la seguridad. Nuestro objetivo debe continuar siendo lograr la mayor integración posible en las políticas comunitarias. Si queremos que los países socios realmente puedan sacar provecho de esta oferta, necesitamos una solución pacífica a esos conflictos persistentes de los que el señor Solana acaba de hablar tan emotivamente, ya estén localizados en el Cáucaso, en Moldova, en Oriente Próximo o en el Sáhara Occidental.
El desarrollo global y, por tanto, la influencia mundial de la Unión Europea dependen de que se haga un uso óptimo de sus recursos e instrumentos. Por suerte, no empezamos desde cero. Ya hemos utilizado varios instrumentos comunitarios, entre los que se cuentan la ayuda al desarrollo y la ayuda humanitaria, con objeto de complementar las medidas de gestión de crisis de la UE, por ejemplo, en Afganistán, en Kosovo, en Oriente Próximo y en Chad.
Por otro lado, el presupuesto administrado por la Comisión para la PESC se ha multiplicado espectacularmente, casi por diez desde 2002. Actualmente hay once misiones de la PESD en los ámbitos de la política, el Estado de Derecho y la vigilancia y otras dos de carácter militar. Ahora, en la planificación de las misiones, se incluye, por norma y desde el principio, a la Comisión, como en el caso de las operaciones de Kosovo, Chad y la República Centroafricana.
En este sentido, permítanme decir unas palabras acerca del Instrumento de Estabilidad. Este importante instrumento comunitario de financiación ha sido incorporado recientemente al abanico de instrumentos de gestión de crisis y de prevención de conflictos, y se le ha asignado una media de 200 millones de euros al año durante el período de 2007-2013. La Comisión cree que ha merecido la pena llevar a la práctica el Instrumento de Estabilidad, tanto en lo que se refiere a la administración de los fondos como a la calidad de las medidas adoptadas.
La Comisión aplaudiría con entusiasmo una cooperación interinstitucional más estrecha en las actividades exteriores de la Unión Europea, si eso contribuyera a la coherencia, a la eficacia y a la notoriedad de la política exterior de la UE. La Comisión opina que deberíamos unir nuestras fuerzas. Eso es lo necesita Europa. Eso es lo que los ciudadanos europeos —y también la comunidad internacional— esperan de nosotros.
Gracias por su atención.
Joseph Daul, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (FR) Señor Presidente, Presidente en ejercicio del Consejo, Presidente de la Comisión, señor Solana, Señorías, si se cumplen nuestras expectativas y el Tratado de Lisboa entra en vigor el 1 de enero de 2009, será el comienzo de una nueva era para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión. Si bien es cierto que esa política ha sido una apuesta arriesgada, eso es precisamente lo que demuestra que la Unión Europea es un actor mundial. A pesar de sus considerables avances, a Europa —gigante económico y enano político— aún le queda mucho para llegar a ser una potencia política mundial que esté a la altura de su peso económico.
Como bien ha señalado el señor Saryusz-Wolski en su magnífico informe, a Europa aún le queda mucho para desarrollar el verdadero potencial de su papel en el mundo. Tanto en Israel y en Palestina como en el resto del mundo, nuestros interlocutores exigen más de Europa. Deberíamos atender a sus exigencias. La credibilidad de la Unión ante esos socios no sólo depende de la coherencia de sus palabras, sino de la disponibilidad de los instrumentos necesarios para hacerse oír. Su política exterior ha de basarse en la legitimidad democrática, y esa legitimidad se la proporcionará el control parlamentario introducido por el Tratado de Lisboa.
Señoras y señores, necesitamos una verdadera defensa para Europa; no para poder entrar en guerra ni mucho menos, sino para poder garantizar la paz y, lo que es más importante, ayudar a los más pobres del mundo. Nuestra seguridad común ya no se limita a la protección militar contra los ataques externos; también abarca el suministro energético, el cambio climático, la gestión de la migración y la promoción de los derechos humanos y las libertades civiles.
El Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y de los Demócratas Europeos se ha comprometido a garantizar que se tengan en cuenta todos los aspectos de dicha seguridad común. A nuestro parecer, la política exterior de la UE debe centrarse, en primer lugar, en nuestros vecinos más cercanos. Por eso instamos a la Comisión y al Consejo a que refuercen la Política Europea de Vecindad y a que aporten estabilidad a la situación de los Balcanes Occidentales. Concretamente, es imprescindible que prosigamos nuestro diálogo con Serbia sin dejar de apoyar a Kosovo. La colaboración entre el Consejo y el Parlamento en este tipo de asuntos no siempre ha sido fácil. El Consejo no siempre ha sido todo lo abierto y transparente que nos habría gustado; no obstante, hemos progresado mucho en nuestras relaciones. Ahora la Presidencia del Consejo y el señor Solana reconocen que la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE será más fuerte y más justa si cuenta con el apoyo del Parlamento.
En nombre del Grupo del PPE-DE, quisiera pedirle al Consejo que dé un paso más y participe en los debates del Parlamento sobre el nombramiento del primer Alto Representante y Vicepresidente de la Comisión y que le consulte de forma oportuna. De igual modo, nos gustaría que se consultara al Parlamento sobre la manera de crear un servicio europeo de acción exterior. En cuanto a la aplicación de la Estrategia Europea de Seguridad, nuestro Grupo insta al Alto Representante a que publique un Libro Blanco con objeto de evaluar la estrategia presentada en 2003.
En el contexto del futuro Tratado, hacemos un llamamiento para que se amplíen las competencias del Parlamento en materia presupuestaria, concretamente en todos los aspectos del gasto de la Unión. También estamos haciendo presión para obtener instrumentos de control parlamentario y de cooperación con el Consejo.
Señoras y señores, en un mundo dominado por las potencias regionales, la Unión Europea ha de aprovechar la magnífica oportunidad que le brindan los nuevos instrumentos del Tratado de erigirse en una potencia política más homogénea —y a la que, por ende, le resulte más sencillo hacerse escuchar en el ámbito internacional— y más firme con sus socios. La intensificación del control parlamentario contribuirá a la eficacia de esta política, porque la hará más democrática y más transparente.
Hannes Swoboda, en nombre del Grupo del PSE. – (DE) Señor Presidente, en primer lugar, quisiera felicitar al señor Kuhne por su informe, sobre todo porque define un concepto de seguridad muy amplio y, por ende, un amplio abanico de instrumentos en el marco de la política de seguridad, entre los que, naturalmente, se cuentan los militares, aunque no se basa exclusivamente en las medidas militares. El señor Wiersma entrará en detalles a este respecto. También me gustaría dar las gracias al señor Saryusz-Wolski por su reciente y eficaz colaboración con la Comisión de Asuntos Exteriores.
Me gustaría mencionar un par de cuestiones. La primera —y sobre la que ya hemos debatido hoy en nuestro Grupo, como bien ha señalado el señor Schultz— es la cuestión de la seguridad energética y la política energética común. No tenemos ningún interés en criticar unos acuerdos bilaterales que se formalizaron en una época en que no se debatía ninguna política de seguridad común. Sin embargo, esos acuerdos se siguen formalizando en la actualidad, y, especialmente de cara al futuro, es importante que quede claro que siempre han de suscribirse en el marco de una política de seguridad común y una política energética común.
Hoy he estado hablando con un destacado representante de Azerbaiyán que se encuentra aquí, en el Parlamento, y me ha dicho lo siguiente: «Amigos, ustedes dan una imagen muy distinta de la de China y Rusia». Eso es inaceptable. Si queremos perseguir objetivos comunes, debemos dar una imagen de unidad, y no le faltaba razón al señalar este hecho.
Esto me lleva a la segunda cuestión, que analizaremos más detenidamente en el informe Brok. Ahora se habla mucho de la Unión para el Mediterráneo. Como Grupo, también pedimos una Unión para la región del Mar Negro. Se trata asimismo de una región importante en la que tenemos mucho que hacer, sobre todo por nuestro propio interés. Le agradezco al señor Saryusz-Wolski que haya tratado este asunto.
La propuesta, en la medida en que la conocemos por Polonia y por Suecia, es positiva. La apoyamos, pero es insuficiente. Si realmente deseamos defender nuestros intereses políticos en esa región en particular, tenemos que ir más lejos. Evidentemente, brindamos nuestro apoyo en relación con este informe y continuaremos el debate en relación con el informe Brok para conseguir que nuestros vecinos comunes del este y del sur también sean asesores y participen en la gestión y en la aplicación de los objetivos europeos.
Para terminar, haré una observación acerca del servicio diplomático, que ya ha mencionado el Alto Representante, el señor Solana. El tema ha suscitado numerosos debates, y nosotros elaboraremos otro informe al respecto, pero lo que está claro —si me permiten decirlo— es que necesitamos un servicio diplomático que sea viable y aceptable para la Comisión, el Consejo y los Estados miembros, un servicio diplomático que sea eficaz y que se tome en serio su responsabilidad política, incluida su responsabilidad ante el Parlamento. Para nosotros, es fundamental que quede claro que este servicio —independientemente de cómo se organice— debe rendir cuentas al Parlamento Europeo por medio del Alto Representante.
Un último comentario acerca de Irán: señor Solana, le deseo buena suerte en Irán. Naturalmente, nuestro planteamiento es el mismo, es decir, ser flexibles, sin dejar de manifestar claramente que no queremos más armas atómicas, especialmente en esa zona. Esas armas no contribuirían a la seguridad, sino a la inseguridad. Buena suerte, por tanto, en la tarea de hacer valer con éxito esos principios fundamentales.
(Aplausos)
Annemie Neyts-Uyttebroeck, en nombre del Grupo ALDE. – (NL) Señor Presidente, Comisario, Señor Solana, los informes del señor Saryusz-Wolski y del señor Kuhne constituyen un trabajo importante, y sería imposible analizar cada uno de los aspectos tratados en ellos en tan poco tiempo. Por eso, me centraré en tres aspectos.
En primer lugar, hablaré del papel del Parlamento en materia de asuntos exteriores y de defensa; en segundo lugar, de la enorme responsabilidad de todos los Estados miembros de establecer una política exterior y de seguridad coherente y eficaz, y, por último, de la necesidad de continuar nuestra lucha contra la proliferación de armas nucleares y en favor del control general del armamento. El hecho de que estemos manteniendo este debate con los participantes presentes esta tarde constituye una magnífica prueba del éxito obtenido por el Parlamento Europeo en la asunción de un papel más importante en materia de política exterior y de seguridad; a pesar de que, con arreglo a los tratados vigentes, en un principio no iba a ser así. Lo hemos conseguido gracias a nuestra perseverancia y a la comprensión de la que han hecho gala tanto la Comisión como el Alto Representante; una comprensión que ha dado lugar a un acuerdo interinstitucional que permite la celebración de debates como éste. Evidentemente, tenemos que aprovechar cualquier oportunidad que nos brinde el Tratado de Lisboa de continuar ejerciendo plenamente nuestro papel. A propósito, si hemos podido cumplir ese papel, también ha sido por el hecho de que nunca nos hemos excedido, porque nos hemos cuidado de no extralimitarnos o, como se dice en inglés, «not to overplay our hand».
Está claro que —como bien ha señalado el señor Swoboda— la eficacia de la política exterior y de seguridad depende de la acción concertada de los veintisiete Estados miembros y los Gobiernos de esos Estados miembros, incluidos los más importantes. Podemos dar unos discursos magníficos en el Parlamento, aquí cualquiera puede dar un discurso magnífico, pero si los Jefes de Estado y de Gobierno, los primeros ministros y los Ministros de Asuntos Exteriores no actúan del mismo modo en la escena internacional, la política no tendrá éxito. Por lo tanto, la responsabilidad de nuestros Estados miembros es especialmente importante, no sólo en el sentido al que me he referido, sino también a la hora de garantizar que sus palabras sean respaldadas con hechos. Nuestra experiencia al respecto ha sido vergonzosa en casos como, por ejemplo, la preparación de la intervención en Chad. Después de dar luz verde a la misión, se tardaron semanas en reunir a las tropas y todo el material. Ejemplos como ese menoscaban gravemente nuestra credibilidad; por lo tanto, confío en que todos nos esforcemos al máximo por reducir al mínimo las posibilidades de que eso se repita en el futuro.
Angelika Beer, en nombre del Grupo Verts/ALE. – (DE) Señor Presidente, señoras y señores, no voy a repetir todas las felicitaciones ni a volver a hacer hincapié en los puntos en los que estamos de acuerdo, es decir, la necesidad de una política exterior y de seguridad coherente —tal como nos la ha planteado el señor Saryusz-Wolski— y, naturalmente, la cuestión del control y la transparencia parlamentarios. Al volver a nuestros Estados miembros, nos damos cuenta, en todos nuestros debates, de que, cuanto más participa la Unión Europea en la política exterior y de seguridad, más deseamos y debemos promover esos instrumentos de transparencia y legitimidad entre los ciudadanos de nuestros países.
Quisiera abordar los temas polémicos que nadie ha mencionado todavía. Señor Verheugen, durante el primer debate, analizamos el proyecto de informe del señor Kuhne junto con la Comisaria Ferrero-Waldner. Ella, al igual que mi Grupo, subrayó que es bueno que sigamos pensando, que no nos limitemos a debatir sobre la revisión de la Estrategia Europea de Seguridad, sino que también tratemos de formular una declaración conjunta de objetivos, concretamente, sobre la seguridad humana y la responsabilidad de proteger. Si han seguido de cerca lo acontecido desde entonces, estarán al tanto de la extraña coalición de los conservadores y los comunistas, liderados, respectivamente, por el señor Von Wogau y el señor Pflüger. El texto en cuestión ha sido eliminado con el apoyo de ambos Grupos, y nosotros volveremos a solicitar que se incluya, porque, si no hacemos frente a este reto político, perderemos credibilidad en lo que respecta a nuestra manera de abordar este tema, es decir, la prevención de conflictos, y a nuestra manera de actuar en Darfur, en Chad y en otros conflictos que deberíamos vigilar.
En segundo lugar, por muy absurdo que me parezca, a pesar de que aún no hemos alcanzado ningún consenso al respecto, los conservadores del señor Von Wogau han pedido que, en el futuro, tengamos en cuenta la estrategia estadounidense de seguridad en el contexto de la Estrategia Europea de Seguridad y su revisión. Eso es completamente absurdo, porque se trata de una política estancada, y, como bien sabemos, la Administración estadounidense ha fracasado con esa intensificación y esa unilateralidad, un fracaso que ha costado muchas vidas. Por lo tanto, el hecho de sugerir que la apliquemos a nuestra futura política exterior europea no podría parecerme más absurdo.
En tercer lugar, quisiera mencionar un asunto sumamente importante: la proliferación. Señor Solana, yo también le deseo el mayor éxito. Si bien es cierto que tenemos que dialogar, incluso con Irán, desearía plantear a sus Señorías la siguiente pregunta: ¿acaso se considera una respuesta adecuada el hecho de que el señor Sarkozy, como futuro Presidente en ejercicio del Consejo de la Unión Europea, anuncie que desea que la tecnología nuclear se comercialice a escala mundial, sin restricciones y sin ningún medio de control? ¿Cómo afecta eso a nuestra credibilidad? Para empezar, el desarme nuclear que se supone que estamos llevando a cabo no está teniendo lugar, y, para continuar, estamos poniendo en circulación esa tecnología, a pesar de que sabemos que se puede hacer un mal uso de ella desde el punto de vista militar. Creo que nos estamos equivocando con esto y, por lo tanto, también presentaremos una enmienda.
Brian Crowley, en nombre del Grupo UEN. – (GA) Señor Presidente, la cooperación y la coordinación de los Estados miembros en el ámbito de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) es fundamental. En mi opinión, el Tratado de Lisboa y la PESC nos ayudarán a neutralizar las nuevas amenazas que acechan en todo el mundo. En cuanto a la PESC, no sólo se trata de la aplicación de una política, sino que supone la cooperación de veintisiete Estados miembros en la consolidación de la paz, los derechos humanos, el Estado de Derecho y la democracia en todo el mundo. El Tratado de Lisboa recoge esos mismos principios, que coinciden plenamente con los valores de Irlanda.
Al felicitar a ambos ponentes por su trabajo en este ámbito en particular, y teniendo en cuenta la experiencia de los últimos años, es especialmente importante que seamos conscientes del hecho de que, con demasiada frecuencia, Europa no ha estado a la altura de las expectativas creadas por su grandilocuencia. Por eso, si bien esperamos ansiosamente que se elaboren nuevas políticas, sin adelantarnos de ningún modo al resultado del referéndum de Irlanda —que, espero, sea favorable a la adopción y ratificación del Tratado de Lisboa—, no debemos olvidar que, a menos que los Estados miembros adopten posiciones comunes y avancen actuando conjuntamente, los discursos serán magníficos, pero la acción, en cambio, un fracaso.
El ejemplo más reciente ha sido lo sucedido en Chad. Pese a los horrores de los que hemos sido testigos en relación con los refugiados en la frontera entre Chad y Sudán y a pesar de que todos los Estados miembros deseaban que se viera que se estaba haciendo algo, nuestros problemas logísticos para llevar las tropas a Chad evidenciaron nuestras deficiencias.
Cuando hablamos de las amenazas, las oportunidades y, cómo no, los peligros del futuro, siempre debemos tener presente que Europa es el mayor proyecto de paz. La labor que ejercemos, y lo que hemos conseguido y construido en la Unión Europea desde 1958, demuestra que la actuación conjunta, la cooperación con tolerancia y la comprensión de otros puntos de vista constituyen un poder y una herramienta mucho más poderosa que cualquier arma que podamos poner a nuestra disposición. Eso no es ser ingenuos y tampoco quiere decir que no dispongamos de recursos. Sin embargo, debemos tener en cuenta que todos los Estados miembros han de actuar al unísono a la hora de buscar nuevas políticas exteriores y de defensa para el futuro y que no se puede ningunear ni demonizar a ningún país por el hecho de que no dé su visto bueno.
Tobias Pflüger, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (DE) Señor Presidente, los dos informes que estamos debatiendo son una clara señal del avanzado grado de militarización de la Unión Europea.
Quisiera señalar algunos aspectos, como, por ejemplo, la estrechísima cooperación entre la UE y la OTAN, algo absolutamente fatídico. La OTAN también es una alianza para la guerra, y estamos en contra de esa estrecha cooperación entre la Unión Europea y la OTAN.
Gracias por aclarar que el Tratado de Lisboa acarreará cambios fundamentales en el ámbito militar. Esa es una de las razones esenciales por las que estamos en contra del Tratado de Lisboa, y quisiera señalar que aún no se ha ratificado y que espero que, el 12 de junio, Irlanda diga «no».
En el Tratado de Lisboa se establece —y eso también consta en el informe del señor Kuhne— la creación de un presupuesto militar independiente para la UE, conocido como el fondo inicial, que, en nuestra opinión, daría lugar a un gran número de problemas.
El control parlamentario de las misiones de la PESD no está garantizado. Se supone que las agrupaciones tácticas de la UE pueden desplegarse en un plazo de entre cinco y treinta días, y, en ese espacio de tiempo, no se puede contar con la participación del Bundestag alemán. No se ha podido lograr el consenso de todos los Grupos en lo referente al control parlamentario, en parte, porque exigíamos que todos los Grupos, incluidos los más pequeños, recibieran la información pertinente, algo que, por lo visto, el Parlamento no desea.
El informe hace un llamamiento para que se pongan en marcha nuevos proyectos armamentísticos. En nuestra opinión, eso no está bien. Primero se han de evaluar detenidamente las anteriores misiones de la UE; algo que debería haberse hecho mucho antes. Los soldados franceses que participaron en la Operación Artemis del Congo infligieron torturas, la operación de Chad es un desastre, y la misión EULEX Kosovo —que se supone que es una misión por el Estado de Derecho— carece de fundamento jurídico.
Los dos informes están francamente mal encaminados. Por lo tanto, como Grupo, hemos emitido una opinión minoritaria. Ahora se han evidenciado las intenciones militares de la Presidencia francesa. La militarización se intensificará aún más; ya se han mencionado las agrupaciones tácticas de mar y del aire. No queremos una Unión Europea militar y tampoco queremos una alianza militar; lo que queremos es una Unión Europea civil. Por todo ello, nos oponemos rotundamente a estos dos informes.
Gerard Batten, en nombre del Grupo IND/DEM. – Señor Presidente, ambos informes dan por hecho la ratificación del Tratado de Lisboa o la Constitución Europea, aun cuando el resultado del referéndum de Irlanda no se sabrá hasta el 12 de junio. No cabe duda de que el Parlamento ya ha decidido que, si Irlanda dice «no», hará caso omiso del referéndum.
La Unión Europea no quiere someter su política exterior ni sus pretensiones militares a la voluntad de los ciudadanos de los Estados europeos por medio de un referéndum, porque es perfectamente consciente de que las rechazarían si se les diera la oportunidad de hacerlo. ¡Y de menudas pretensiones estamos hablando! Estos informes ponen de manifiesto la intención de la UE de formar sus propias fuerzas armadas, combinando las fuerzas multinacionales, creando estructuras comunes de comando y de control, adoptando políticas comunes de adquisición de equipos y sistemas, implantando sistemas de comunicaciones comunes, etc. Se contempla la combinación de las fuerzas multinacionales actuales y la disponibilidad de una fuerza permanente a las órdenes de la UE. Ese es el comienzo de un ejército europeo permanente. Esos planes ponen en peligro a la OTAN y socavan las posiciones de los Estados en las Naciones Unidas, cuya usurpación está en la mira de la Unión Europea.
Recientemente he asistido a una conferencia sobre seguridad en Bruselas, en la que alguien formuló la siguiente pregunta: ¿Quién teme a la Unión Europea? Naturalmente, lo que quería decir era que, sin la amenaza de la fuerza militar, nadie se tomará en serio las pretensiones de la política exterior de la UE. Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, uno de los hombres de Stalin dijo que el Papa estaba en contra de algunas de sus acciones de política exterior; a lo que Stalin respondió: «¿Y cuántas divisiones tiene el Papa?»
La Unión Europea pretende contar con sus propias divisiones para imponer su voluntad e inspirar temor en la escena internacional. Si queremos hacernos una idea de cómo será, sólo tenemos que imaginarnos la política agrícola común y la política pesquera común, y añadirles fusiles, tanques y aviones.
Los únicos europeos que tienen la palabra en este asunto son los irlandeses en su referéndum del 12 de junio. Uno de los factores clave que determinarán la decisión de los irlandeses será la conservación de su neutralidad histórica. Pero ¿son conscientes de que, si Lisboa se ratifica, la neutralidad se acabará, y estarán sometidos a la política exterior y a las pretensiones militares de la Unión Europea? No sólo perderán su neutralidad, sino que acabarán ayudando a sufragar soldados y armamento destinados a operaciones militares con las que podrían no estar de acuerdo.
Deberían plantearse todo esto muy seriamente antes de decidir cuál será su voto en el referéndum. Es vergonzoso que el Gobierno británico y las Cámaras del Parlamento hayan traicionado al pueblo del Reino Unido negándoles un referéndum sobre Lisboa. No sólo está en juego la neutralidad de Irlanda, sino también la capacidad de defensa del Reino Unido.
PRESIDE: Alejo VIDAL-QUADRAS Vicepresidente
Irena Belohorská (NI). – (SK) Señoras y señores, para empezar, permítanme decir que aplaudo el informe anual de 2006 y el progreso realizado en cuanto a la estructura del informe. El Parlamento Europeo ha de adoptar una postura más firme y actuar al unísono en lo que respecta a los asuntos en cuestión, que el Consejo debería abordar sistemáticamente. En ese sentido, aplaudo lo establecido en relación con la mayor cooperación entre el Parlamento Europeo y los parlamentos nacionales y con la mayor responsabilidad de los parlamentos nacionales y los Estados miembros respecto a las decisiones estratégicas.
Creo que los representantes de los nuevos Estados miembros también encontrarán su lugar en la nueva estructura de los servicios diplomáticos europeos. En mi opinión, el Tratado de Lisboa favorecerá la unidad de Europa en el ámbito de las relaciones exteriores. Es esencial que los Estados miembros consulten con mayor frecuencia a sus socios y al Alto Representante de la UE, especialmente en relación con la adopción de decisiones importantes. La personalidad jurídica única de la Unión le permitirá formalizar acuerdos internacionales y entrar en organizaciones internacionales. Al adoptar ese tipo de decisiones vinculantes, la Unión Europea también debería tener en cuenta las preocupaciones y las expectativas de los ciudadanos europeos en relación con los asuntos de carácter internacional.
Javier Solana, High Representative for the Common Foreign and Security Policy. − (ES) Mr President, allow me to take my turn by briefly congratulating those who have spoken on behalf of the parliamentary groups. I think that in general terms, while there has not been unanimity, there has been a broad consensus on many of the matters that we have covered in the first part of the debate.
ENJavier Solana, (FR) En primer lugar, me gustaría dar las gracias al señor Daul, del Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y de los Demócratas Europeos. Se ha expresado con claridad en lo referente a los objetivos de la revisión de la EES y a los objetivos del Tratado de Lisboa en general. Coincido con usted plenamente y creo que es sumamente importante potenciar la voz y la dimensión humana de la Unión.
Creo sinceramente que Europa no sólo tiene una obligación ante sus ciudadanos, sino también ante los de terceros países. Todo el mundo ha expresado su confianza en que Europa adopte una política más clara y tome unas medidas más eficaces. Por lo tanto, comparto plenamente los comentarios del Grupo del PPE-DE y haré cuanto esté en mi mano por favorecer una cooperación eficaz con todas las instituciones hasta la fecha de entrada en vigor del Tratado. Ese es el mandato que he recibido en virtud del artículo 15 del Tratado, y me esforzaré por cumplirlo.
También me gustaría contestar al señor Swoboda, no para disentir de su parecer, sino, por el contrario, para señalar que gran parte de lo que él ha dicho coincide con mi manera de ver las cosas y con cómo me gustaría que marcharan las cosas. Creo que la cooperación entre civiles y militares, a la que usted se ha referido, es fundamental. Estamos hablando del ámbito de la gestión de crisis y no de ningún otro. En ese sentido, la Unión Europea debería disponer de todos los instrumentos de gestión de crisis necesarios para sacar el máximo partido de sus capacidades.
No obstante, insisto en que lo más importante es tener voluntad política. Puede que tengamos las capacidades, pero sin voluntad política no hacemos nada. De todos modos, es posible que tampoco tengamos las capacidades. Por lo tanto, debemos trabajar en ambos sentidos, tanto en el de las capacidades como en el de la voluntad política. La voluntad política es algo que todos los ocupantes de este hermoso edificio, así como las demás instituciones de la Unión Europea, han de procurar conseguir.
Permítanme decir unas palabras acerca del informe del señor Saryusz-Wolski. Hay algunos apartados del informe con los que estoy de acuerdo de principio a fin. Por ejemplo, quisiera hacer hincapié en los párrafos sobre Afganistán, porque el de Afganistán es un asunto sumamente importante en el que tenemos responsabilidades. No he tenido ocasión de señalar entre mis observaciones preliminares el hecho de que, para mí —y para nosotros, espero—, Afganistán es uno de los retos pendientes, y debemos ser capaces de llegar a una resolución, que ha de ser política. Por lo tanto, lo que usted ha dicho en el informe acerca de la misión de la policía es muy importante. Allí se necesitan fuerzas del orden público. Como bien sabe, en la última reunión del Consejo Europeo de Asuntos Exteriores, decidimos duplicar el número de personas desplegadas.
Sin embargo, también quisiera subrayar sus palabras acerca de la calidad. Cuando hablamos del Estado de Derecho, de la policía y de los jueces, es cierto que éstos no están a nuestra disposición, sino que están trabajando en otros asuntos en sus respectivos Estados miembros. Por lo tanto, habrá que ver cómo podemos pasar de eso a tener a nuestra disposición un cuerpo de policías, un cuerpo de jueces y un cuerpo de agentes sociales europeos que puedan desplegarse rápidamente. Eso podría hacerse con los militares, porque, por suerte, si no estuvieran participando en una operación de gestión de crisis, estarían disponibles para su despliegue. Debemos pensar en ello, y no sólo pensarlo, sino también encontrar respuestas a esas cuestiones.
Quisiera decir que, por lo general, las intervenciones han sido muy constructivas. También me gustaría comentar el apartado relativo a la seguridad humana. Señora Beer, como bien sabe, ese concepto me toca de cerca. Marie Colvin es amiga mía, y he escrito alguno de esos artículos con ella. Creo que se trata de un concepto que arroja luz sobre gran parte de nuestras ideas actuales sobre seguridad. Por lo tanto, no importa cómo lo llamemos; lo que importa es lo que hagamos. El nombre es importante, pero nuestras acciones son más importantes que ese nombre. En mi opinión, ambos informes se inspiran en esa idea, en la idea de que la seguridad es algo que está por encima de un concepto clásico.
Sin embargo, he de decir, con todos mis respetos, que no estoy de acuerdo con algunas observaciones, empezando por la realizada por el representante de la Comisión. No creo que la estrategia de seguridad tenga que revisarse porque se centre en un concepto de seguridad muy limitado. No creo que eso sea cierto. En mi opinión, la mayoría de los límites de la estrategia de seguridad elaborada en 2003 son los mismos elementos, retos y problemas a los que nos enfrentamos hoy en día. Puede que tengamos que complementarla y puede que debamos actuar, pero yo no diría que la estrategia se caracteriza por una perspectiva limitada de la seguridad. Por el contrario, se trata de la perspectiva más abierta desde la que la Unión Europea jamás haya enfocado ese problema.
En aras de la claridad, no creo que debamos elaborar otro texto, sino conservar lo esencial en la mayor medida posible, esto es, nuestro mandato, y tratar de añadir otros elementos. Por ejemplo, muchos de ustedes han mencionado la cuestión de la seguridad energética —que es importante— y la cuestión de las repercusiones del cambio climático en todas sus dimensiones, la cuestión de cómo hacer frente a nuestra responsabilidad con respecto a las catástrofes naturales que no han sido provocadas por el hombre, para las que contamos con recursos y capacidades destinados a combatir esos acontecimientos dramáticos.
En cuanto a la proliferación, casi siempre que se me ha brindado la oportunidad de hablar de ese tema, lo he hecho; he hablado de los riesgos y de la importancia que ese problema tiene para todos nosotros. Creo que, si tuviéramos que decidir abordar dos cuestiones horizontales, una sería el cambio climático y la otra, la proliferación y el desarme. Esas son las dos cuestiones más importantes, que podrían poner en peligro muchas de las cosas que valoramos de la vida. Por lo tanto, coincido en ese punto.
Quisiera decirle unas palabras a mi querido amigo, Brian Crowley. En mi opinión, lo importante son los resultados, y estoy de acuerdo con él. No obstante, fijémonos en el ejemplo de Chad. No sé si ha sido el mejor ejemplo que podía haber puesto. Hace un par de semanas estuve en Chad. Fui a la capital, a la segunda ciudad y a Goz Beida, donde está desplegado el batallón irlandés, que hace gala de un ánimo excelente y de una enorme profesionalidad. Deberíamos sentirnos orgullosos de ello. Me enorgullezco de la labor que el batallón irlandés está llevando a cabo en plena sabana, tratando de ayudar a los desplazados de los campos de refugiados con una generosidad formidable. Aplaudo a los soldados irlandeses que están allí; su actitud es muy generosa y están absolutamente decididos a mejorar la situación sobre el terreno. Ese es el objetivo de la misión.
Quisiera expresarles mi agradecimiento a usted, señor Presidente, y a todos los Grupos parlamentarios, y espero de todo corazón que en el tiempo que nos queda hasta que 2008 toque a su fin podamos trabajar de forma constructiva por conseguir hacer realidad el sueño de tantos ciudadanos de la Unión Europea: la aplicación del Tratado a fin de conseguir una Europa cuya presencia en la comunidad internacional, en el mundo, se corresponda con nuestras ideas, nuestros principios, nuestras capacidades y nuestro nivel de vida.
Karl von Wogau (PPE-DE). – (DE) Señor Presidente, señoras y señores, señor Solana, en primer lugar, quisiera expresar mi agradecimiento al señor Kuhne por su informe y por su forma de acometerlo; gracias ello hemos podido estar de acuerdo en casi todos los puntos.
Señor Solana, hace unos meses, usted asistió al funeral del señor Polin, que tuvo lugar en Bayona. Él fue el primer soldado que perdió la vida en una operación europea. Aquel fue un momento muy emotivo para mí, un momento muy triste, que me hizo reflexionar muy detenidamente sobre la razón por la que desplegamos soldados y sobre las condiciones en que lo hacemos.
Al mismo tiempo, esta es, asimismo, mi respuesta a la señora Beer en relación con el concepto de seguridad humana. El de la seguridad humana es un concepto muy interesante, también desde la perspectiva de la ayuda al desarrollo. Sin seguridad, no hay desarrollo. Sin embargo, no estoy seguro de que se trate de un concepto adecuado para la política de seguridad y de defensa de la Unión Europea, ya que podría interpretarse que deberíamos intervenir en todos los casos del mundo, y eso crearía unas expectativas que podrían resultar imposibles de cumplir. Cuando las personas necesitan ayuda, no recurren a quien tenga las mejores intenciones, sino a quien realmente pueda ayudarlas. Ese es el punto débil de este concepto, y, en este contexto, no hay nada peor que alimentar falsas esperanzas. Por lo tanto, mi Grupo votará en contra de que se mencione este principio.
Durante la próxima Presidencia francesa seguramente también haya que tomar algunas decisiones importantes. Como ya he dicho antes, cada vez se están enviando más soldados a misiones peligrosas. De igual modo, somos responsables de garantizar que cuenten con los equipos necesarios, con los mejores equipos disponibles para este tipo de operaciones; sin embargo, eso no sucede en muchos ámbitos. Hay muchas deficiencias en el ámbito de las telecomunicaciones y —esto es sumamente importante— en el ámbito civil y en el de las operaciones civiles. Hay deficiencias en el reconocimiento y en la navegación. Confío en que se hagan sugerencias al respecto a fin de que, en el futuro, se estreche la cooperación y esos proyectos y esas deficiencias se solventen conjuntamente, al estilo europeo.
En el informe que tenemos sobre la mesa se insta a que el Eurocuerpo esté permanentemente a las órdenes de la Unión Europea. En mi opinión, eso supondría un gran avance con respecto a las agrupaciones tácticas, que sólo se ponen a disposición de la Unión Europea durante un período de seis meses. Hago un llamamiento para que la Escuela Europea de Seguridad y Defensa que ha mencionado el señor Kuhne sea más que una mera escuela virtual, al objeto de que se le brinden los recursos necesarios para que pueda desempeñar su función.
Jan Marinus Wiersma (PSE). – (NL) Señor Presidente, quisiera hacer algunas observaciones acerca de la Estrategia Europea de Seguridad analizada en el informe de mi estimado colega Helmut Kuhne. Naturalmente, el señor Kuhne ha contado con todo el apoyo de mi Grupo en la elaboración del informe, y el resultado nos parece excelente. No obstante, también me gustaría hacerle algunos comentarios al Alto Representante.
La Estrategia de Seguridad está en vigor y, cuando se elaboró en 2003, se consideraba toda una novedad. Naturalmente, la esencia de la Estrategia sigue vigente; lo que se está debatiendo ahora es su adaptación a una agenda internacional distinta. El multilateralismo eficaz es un principio importante; la combinación de los aspectos civiles y militares tiene una importancia fundamental, y el análisis de las amenazas actuales también es importante. En los últimos años, hay numerosos ejemplos positivos de la actuación en ese sentido de la Unión Europea, bajo la dirección del señor Solana. En realidad, se trata del mismo planteamiento, pero ahora se tiene en cuenta una agenda más amplia. Todo el mundo dice que no podemos limitarnos a hablar de terrorismo y de los problemas de seguridad tradicionales, sino que también debemos considerar el peso de los problemas relativos a la seguridad energética y a la amenaza climática en nuestra agenda de seguridad. Esa es la agenda amplia.
Sin embargo, a mí me gustaría defender una agenda más reducida. No se trata sólo de la seguridad de los Estados, sino también de la seguridad de las personas. Opino que está bien que el señor Kuhne haya intentado abrir ese debate aquí, en el Parlamento; del mismo modo que nosotros mantuvimos, en las Naciones Unidas, todo un debate sobre la «responsabilidad de proteger», otro debate relativo a las personas. Debemos averiguar sin falta cómo incorporarlo a nuestro concepto; por eso, opino que es una lástima que el Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y de los Demócratas Europeos no quiera participar en la definición de estas ideas. Lo que queremos decir al hablar de seguridad humana no es que todas las situaciones en que la seguridad humana podría verse amenazada requieran una intervención inmediata, sino que se trata de un factor importante y que deseamos que se le preste más atención.
En cuanto a la citada agenda amplia, es asimismo importante el hecho de que, gracias al Tratado de Lisboa —y esperemos y recemos para que se confirme nuestra suposición, y, el 12 de junio, Irlanda vote a favor del Tratado—, la Unión Europea podrá abordar una agenda amplia, pues el nuevo Alto Representante —quien debe esa designación a mi país— también será Vicepresidente de la Comisión Europea y así coordinará esa amplia agenda de forma eficaz.
Por último, haré otra observación acerca de los Estados Unidos. Se van a celebrar elecciones, y no sabemos quiénes serán los dos candidatos. En cualquier caso, está claro que, sea quien fuere nuestro interlocutor —aunque, naturalmente, espero que sea Barack Obama—, la cooperación en materia de seguridad resultará más sencilla. La cuestión de la no proliferación de las armas nucleares constituye un ejemplo específico. Los comentarios de John McCain en torno a este tema han sido muy interesantes. A finales de año tal vez sea el momento de presentar otras iniciativas y nuevos acuerdos, por ejemplo, en el ámbito de la multilateralización del ciclo del combustible nuclear. Confío en que el Alto Representante esté dispuesto a trabajar en ello.
István Szent-Iványi (ALDE). – (HU) Señor Presidente, Alto Representante, en primer lugar, quisiera felicitar al señor Saryusz-Wolski y al señor Kuhne por sus exhaustivos informes; han hecho un magnífico trabajo. Una de las conclusiones más importantes del informe del señor Saryusz-Wolski es que, en estos momentos, la principal prioridad de la Unión Europea es la estabilidad de los Balcanes Occidentales, y yo estoy totalmente de acuerdo.
En el caso de Kosovo, está en juego nada menos que la credibilidad de la Política Exterior y de Seguridad Común. El panorama no es muy alentador; si bien es cierto que todos los Estados miembros han apoyado el Plan Ahtisaari, aún no han alcanzado un consenso sobre el reconocimiento de Kosovo. No obstante, la falta de acuerdo en lo referente a la transferencia de competencias de la UNMIK a la EULEX Kosovo es aún más grave. Sin esa transferencia de competencias, la Unión Europea no podrá cumplir sus compromisos, y eso minará su credibilidad. Entre las importantísimas tareas de la misión EULEX Kosovo se cuentan el establecimiento de la constitucionalidad, la implantación de una economía de mercado viable, el afianzamiento del carácter multirracial de Kosovo y la generación de confianza entre los pueblos que viven allí.
La Unión Europea no puede dejar que Kosovo se las arregle solo. Nuestra política relativa a los Balcanes Occidentales se ha sustentar en tres pilares. En primer lugar, debemos brindar una perspectiva europea digna de crédito a esos países, estudiar detenidamente las condiciones y ser coherentes. Estaríamos cometiendo un grave error si, por un momento, dejáramos de considerar las condiciones desde un punto de vista político o si hiciéramos concesiones injustificadas a países que no cooperan con nosotros, cuando no se las hacemos a aquéllos que sí lo hacen. Tengan por seguro que este tipo de actuaciones continuarán poniendo en peligro la credibilidad de la Unión Europea.
La Unión Europea desea desempeñar un papel en el ámbito internacional y tiene derecho a hacerlo, pero ese deseo no se hará realidad a menos que pueda garantizar la paz, la estabilidad y el progreso en sus inmediaciones. Gracias.