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Acta literal de los debates
Miércoles 4 de junio de 2008 - Bruselas Edición DO

19. Informe anual 2006 sobre la PESC - Aplicación de la Estrategia Europea de Seguridad y la PESD (continuación del debate)
Acta
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  Presidente. − Continuamos con el debate conjunto sobre el informe de Jacek Saryusz-Wolski, sobre el Informe anual 2006 sobre la PESC (A6-0189/2008), y el informe de Helmut Kuhne, relativo a la Aplicación de la Estrategia Europea de Seguridad y la PESD (A6-0186/2008).

 
  
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  Ana Maria Gomes (PSE).(PT) Quisiera felicitar al señor Kuhne por su magnífico informe y sobre todo por su insistencia en ligar el concepto de seguridad al principio de la responsabilidad de proteger; un concepto que el señor Solana también ha defendido aquí.

Esos han de ser los dos pilares que sustenten cualquier planteamiento europeo aplicable a las misiones de gestión de crisis. Por un lado, la decisión de intervenir en un país en el marco de la PESD ha de basarse en una interpretación de la Carta de las Naciones Unidas que conceda especial importancia a la responsabilidad de proteger, es decir, a la obligación de impedir el genocidio, los crímenes de guerra, la limpieza étnica y los crímenes contra la humanidad.

Por otro lado, si la Unión se ve implicada en una crisis que requiera la utilización de recursos militares, es esencial que el uso de la fuerza se rija por la doctrina de la seguridad humana. Eso significa que las tropas europeas no tendrían que centrarse en destruir al enemigo con vistas a una victoria militar, sino más bien en habilitar refugios para la población civil no combatiente.

Esos dos principios brindan a Europa una estrategia de gestión de crisis coherente de principios del siglo XXI. La enmienda 1 del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo refleja, por tanto, las exigencias morales, jurídicas y operativas que se nos plantean en Afganistán, en Chad y en el Líbano y que se nos plantearán en el futuro.

Por todo ello, me parece lamentable que el Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) y de los Demócratas Europeos y el Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica hayan rechazado esa enmienda. Esta coalición reaccionaria insiste en hacer caso omiso de la primacía de los derechos humanos; una idea que reafirmaría la legitimidad y la popularidad de las misiones de la PESD.

 
  
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  Andrew Duff (ALDE). – Señor Presidente, me temo que hay dos problemas con el debate de esta tarde. El primero son los disparates acerca del Tratado Lisboa que escuchamos proferir a la extrema derecha. El segundo es la ligera complacencia que se aprecia entre los firmes defensores de la Política Exterior de Seguridad y de Defensa Común, entre los que me incluyo. El propósito de una estrategia europea de seguridad magnífica no es que se admire, sino que se siga; sin embargo, el Consejo y los Estados miembros han hecho caso omiso de su excelente estrategia en repetidas ocasiones.

El Reino Unido y Francia no han cumplido los compromisos del Acuerdo de St. Malo. Otros países han insistido en la política mezquina y contraproducente de que los costes se afronten allí donde recaigan. ¿Qué sentido tiene esa política, cuando el objetivo es el reparto de cargas? La cuestión es que sólo el 20 % de nuestras fuerzas armadas está en condiciones de luchar. Algunas de las misiones de la PESD se han arruinado. La falta de un cuartel general europeo para las divisiones de la PESD condiciona e impide la puesta en común de recursos.

Lo triste es que muchas veces no aprendemos de nuestros errores, y un mero retoque de la estrategia de seguridad no cambiará nada.

 
  
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  Mario Borghezio (UEN).(IT) Señor Presidente, señoras y señores, he escuchado el programa de la PESC, pero resulta un tanto ridículo viniendo de una Europa que ni siquiera puede controlar sus fronteras exteriores, pues miles de inmigrantes ilegales, traficantes y mafiosos las cruzan clandestinamente todos los días. Se trata de una política de seguridad sin fundamento, y, si lo tiene, le ruego, señor Solana, que nos diga cuál es.

En los informes se menciona constantemente el cambio climático, pero no el riesgo de ataques militares y atentados terroristas de carácter biológico e incluso nuclear, a pesar de que, dadas las amenazas de los terroristas islámicos, ese riesgo reviste una gravedad mucho mayor.

Uno de los puntos débiles de Europa son las conclusiones políticas. Por ejemplo, fíjense en el Mar Negro, una suerte de tablero de ajedrez en el que la política europea brilla por su ausencia, y eso a pesar de que en ese tablero se deciden nuestro futuro energético y el futuro de nuestra seguridad. ¿Dónde está el planteamiento político de Europa en ese tablero de ajedrez?

El Tratado de Lisboa no aportará nada más, aparte de lo poco que se ha conseguido: la falta de perspectivas de una Europa que carece de visión geopolítica. Señor Solana, han sido diez años infructuosos de gestión de la política exterior. En esos diez años no ha conseguido absolutamente nada.

 
  
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  Athanasios Pafilis (GUE/NGL).(EL) Señor Presidente, en ambos informes se plasman claramente la creciente agresividad de la UE y la intensificación de sus planes imperialistas. Se establecen una serie de prioridades para 2008, cuyo propósito es el avance económico, político y militar del capital europeo en el mundo. La UE pretende asimismo saquear pueblos y países, ya sea por sí sola o —cuando eso no es posible— con la ayuda de los Estados Unidos y de la OTAN.

En el primer informe, cabe destacar la injerencia y las consabidas excusas para iniciar guerras, como, por ejemplo, la lucha contra el terrorismo y la «protección de los derechos humanos y de la democracia». En el apartado 15, señor Solana, figura la típica, inaceptable y peligrosa distinción entre las naciones democráticas y las no democráticas. ¿Quién le ha dado derecho a catalogar a los pueblos de democráticos o de no democráticos? En este contexto, el nuevo término «seguridad humana» también puede servir de pretexto para iniciar guerras preventivas.

Es más, ambos informes —especialmente el segundo— promueven la creciente militarización de la UE por medio de la nueva campaña en favor de las agrupaciones tácticas y la creación de una fuerza militar permanente de la UE; algo que será posible, gracias al desarrollo del Eurocuerpo, una cooperación estructurada permanente y la acomodación de las fuerzas armadas de los Estados miembros a los planes agresivos de la UE. De modo que se siguen los pasos de la OTAN y se incrementa la contribución del presupuesto comunitario al gasto armamentístico y militar. La cooperación entre la UE y la OTAN se está intensificando por medio de misiones militares, fuerzas de orden público supuestamente no militares y cuerpos jurídicos; unos expertos que, en realidad, preparan y coordinan las campañas militares de la UE. Usted se jacta de las diecisiete misiones militares llevadas a cabo y hace un llamamiento para que se acometan más.

La Unión que está construyendo es una unión para la guerra, la agresión y el imperialismo. Por consiguiente, los ciudadanos deben optar por el camino de la resistencia, la desobediencia y la insubordinación.

 
  
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  Sylwester Chruszcz (NI).(PL) Señor Presidente, hoy estamos hablando de un ámbito de competencias que, hasta ahora, se había reservado para los Estados europeos soberanos. En estos momentos, la aparición de una política exterior y de seguridad comunitaria es una realidad cada vez más palpable, especialmente después de la adopción de la nueva Constitución Europea de Lisboa.

Como diputado polaco, no deseo y no puedo consentir que no sea en Varsovia, sino en Bruselas, donde se tomen las decisiones sobre la política exterior de Polonia ni que sean los generales alemanes de los cuarteles generales militares de las afueras de Berlín o de Bruselas quienes se ocupen de nuestra seguridad. Tampoco quiero que los soldados polacos lleven una bandera de la UE en el uniforme ni que actúen en favor de intereses extranjeros en distintos lugares de Europa y del mundo.

La tónica actual y la reciente estructura abierta del Estado único europeo son inaceptables. Lógicamente, pueden engañar a sus propios ciudadanos negándoles la posibilidad de expresar su opinión acerca de la creación de una superpotencia comunitaria, pero tarde o temprano ese proyecto se vendrá abajo.

 
  
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  Tunne Kelam (PPE-DE). – Señor Presidente, ahora más que nunca, la PESC debería basarse en unos valores europeos comunes; ese debería ser el mensaje de hoy. La solidaridad y una mayor coordinación de las políticas exteriores y de seguridad comunes constituyen una respuesta convincente a los crecientes retos en materia de seguridad. Esos objetivos basados en valores deberían tener prioridad sobre las relaciones bilaterales, y Javier Solana no se equivocaba al decirnos que lo que realmente importa es la voluntad política.

En cuanto a la seguridad energética, quisiera instar a la Comisión y al Consejo a que tengan muy en cuenta la posición adoptada por el Parlamento en materia de seguridad energética el pasado mes septiembre; una posición que también aporta algunas mejoras institucionales.

El informe insta asimismo a la Comisión a que centre todos sus esfuerzos en terminar con éxito el gasoducto Nabucco. No creo haya posibilidad de elección: debemos construir nuestro propio gasoducto desde el punto de vista práctico y de manera eficaz.

Por último, ya va siendo hora de que los nuevos retos cibernéticos se aborden de forma eficaz, como bien ha señalado el ponente, el señor Kuhne. Desearía emplear el término «ciberterrorismo». Hace un año, un millón de ordenadores de todo el mundo se movilizaron para bloquear los organismos públicos y las entidades bancarias de Estonia. Creo que el Parlamento Europeo también ha de desarrollar, de manera concisa, su posición sobre cómo hacer frente a las amenazas de las nuevas tecnologías, que, hasta la fecha, parecen superar a los avances realizados por la Estrategia de Lisboa.

 
  
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  Adrian Severin (PSE). – Señor Presidente, quisiera abordar una cuestión de principios; a saber: las tendencias neoconservadoras de este Parlamento en lo que respecta a la Política Exterior y de Seguridad de la UE. Por lo visto, algunas de sus Señorías creen que el contenido de cualquier política exterior depende del régimen político que la ejerza; por lo tanto, parece que nuestro objetivo principal es exportar nuestro modelo político. Por desgracia, la Unión Europea no cuenta con los mecanismos de toma de decisiones ni con los recursos necesarios para promover una política intervencionista de forma eficaz.

Debemos cambiar de planteamiento y basar nuestra acción exterior en el realismo; eso quiere decir lo siguiente: definir claramente el ámbito de aplicación de nuestra política exterior, en conformidad con los intereses existenciales de los ciudadanos europeos; ajustar ese ámbito de aplicación a los recursos; reconocer, al mismo tiempo, que, aparte de nosotros, hay otros actores en el mundo y que no tienen por qué compartir nuestros valores; aprender a actuar con ellos, y dejarnos de narcisismos y procurar negociar y cooperar con nuestros oponentes, además de con nuestros amigos.

Por supuesto que deberíamos tratar de ganarnos la amistad del mayor número de interlocutores extranjeros posible, pero antes de hacerlo, y mientras lo hacemos, creo que deberíamos aprender a cooperar con los que no son como nosotros. En mi opinión, nuestros métodos y nuestra actitud a la hora de promover nuestras metas podrían hacernos más atractivos que nuestros meros objetivos; de modo que, a la larga, potenciaríamos nuestro modelo en el mundo.

 
  
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  Paweł Bartłomiej Piskorski (ALDE).(PL) Señor Presidente, hay varios aspectos que debemos tener en cuenta a la hora de debatir hoy sobre la política exterior común de la Unión Europea. Los informes del señor Kuhne y del señor Saryusz-Wolski están francamente bien, pero faltan algunos elementos.

Quisiera señalar que deberíamos prestar más atención a la tarea de explicar al público la política exterior europea, incluida la dimensión de la defensa. Nuestros ciudadanos, el público, saben muy bien qué aportamos, qué aporta la Unión Europea —la política agrícola, la política de infraestructuras, etc.—, pero nunca tienen claro lo relativo a la política exterior y de defensa europea y tampoco lo que ésta implica. No olvidemos que, originalmente, la Unión Europea fue constituida en torno a otros problemas que no eran éste.

Es asimismo importante tomar en consideración el Tratado de Lisboa —que, espero, entre en vigor lo antes posible y sirva de base para nuevas acciones comunitarias— y garantizar que entre sus resultados se cuente una serie de instrumentos óptimos. Muchos oradores se han detenido sobre todo en los aspectos militares. Si bien es cierto que tanto las agrupaciones tácticas como todo lo relativo a la identidad europea de defensa son temas muy importantes, no es menos importante debatir el modelo de diplomacia europea, concretamente, cómo funcionará ese servicio diplomático.

Es importante que el informe haga hincapié en el hecho de que la política exterior y de defensa de la UE está ligada a muchos aspectos importantes de la vida en la Unión Europea. Es asimismo importante señalar que también estamos definiendo los conceptos de política energética común y seguridad energética común en el marco de nuestro pensamiento europeo común.

Para terminar, es importante que consideremos la política exterior y de seguridad como una ampliación del ámbito de la seguridad, la estabilidad y la democracia. En este contexto, me parece muy bien la gran importancia que se ha concedido a los Balcanes y a Georgia.

 
  
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  Andrzej Tomasz Zapałowski (UEN).(PL) Señor Presidente, la seguridad de las personas que viven en Europa es una de las tareas más importantes de la Unión Europea. Si nos fijamos bien en la política comunitaria de los últimos años, nos damos cuenta de que, aparte de las acciones políticas, nuestro peso militar es escaso. Algunos países europeos, en su afán por alcanzar sus objetivos particulares, tratan de competir política y militarmente con la OTAN, una organización de la que son miembros. Es un error centrarse en crear agrupaciones tácticas, en concreto comandos ampliados, en lugar de profesionalizar las unidades seleccionadas en cada uno de los Estados miembros. También es un error infrautilizar las estructuras actuales de la OTAN.

El poderío comunitario debería radicar en unos ejércitos nacionales fuertes. Actualmente hay conflictos bloqueados en Europa, que la Unión Europea debe resolver, no sólo mediante declaraciones, sino también por medio de acciones políticas concretas. El apoyo que la UE ha brindado a Kosovo ha sido, en parte, el desencadenante de los recientes problemas de Georgia.

 
  
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  Francisco José Millán Mon (PPE-DE). – Señor Presidente, el informe Saryusz-Wolski, que mañana aprobaremos, es un informe muy completo que abarca de forma equilibrada prácticamente todas las regiones del mundo en las que se proyecta la política exterior de la Unión Europea. En sólo dos minutos voy a limitarme a algunos de los llamados aspectos horizontales que el informe recoge acertadamente.

En efecto, la política exterior en la actualidad no se puede explicar siguiendo solamente un orden geográfico. Hay temas que tienen un carácter global, horizontal. Estos temas revisten, además, tanta importancia que los principales actores de la política exterior de la Unión deben intervenir en ellos. Me refiero, en primer lugar, a la lucha contra el terrorismo y la delincuencia organizada. Son asuntos a los que la política exterior y de seguridad común debe prestar una atención muy especial.

Otra cuestión de gran importancia es la de los flujos migratorios y la lucha contra la inmigración ilegal. Resulta necesario conseguir la cooperación de los países de origen y de tránsito y la acción exterior de la Unión debe implicarse resueltamente. En suma, si queremos construir en la Unión Europea un espacio de seguridad, libertad y justicia, la dimensión exterior es imprescindible, como señala el informe Saryusz-Wolski. Es un asunto que no puede ser sólo competencia de los Ministros de Interior o del Comisario de Justicia.

Otro aspecto horizontal prioritario es la seguridad energética. Dada la elevada dependencia exterior de los Estados miembros, es necesario avanzar hacia una política exterior común de la Unión en el ámbito de la energía. Además, por el obvio carácter global del cambio climático, se necesita una activación exterior de la Unión para conseguir una respuesta efectiva contra esta amenaza.

Señorías, para mí es imprescindible avanzar en todos estos temas y que en ello se involucre la política exterior de la Unión. Son temas que preocupan a los ciudadanos y éstos piensan que la Unión Europea tiene que contribuir a fomentarlos de forma eficaz, puesto que las soberanías estatales se comparten, precisamente, para afrontar los retos que superan a los Estados individualmente, esto es, los retos globales.

Por todo ello, con progresos en estas materias, la Unión Europea podrá justificar mejor su razón de ser y reforzar así su legitimidad ante la opinión pública y los ciudadanos.

 
  
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  Justas Vincas Paleckis (PSE). – Señor Presidente, felicito a ambos ponentes y suscribo lo dicho acerca de la importancia de las valoraciones del Tratado de Lisboa al evaluar el informe sobre la PESC.

Si este debate hubiera tenido lugar dentro de diez días, después del referéndum definitivo —en el que creo que Irlanda optará por el «sí»—, habría sido un debate aún más específico y optimista.

En estos tiempos en los que las amenazas arrecian por todos los flancos, si la UE no puede adoptar una postura común, es esencial que al menos adopte una postura coordinada y más firme. Estoy completamente de acuerdo con la valoración del señor Solana.

No será fácil iniciar las negociaciones sobre el acuerdo entre la UE y Rusia. Después de un retraso de un año y medio, si no nos centramos en las cuestiones más importantes, corremos el riesgo de volver a perder el mismo tiempo o incluso más. Por eso, los veintisiete países deben concertar sus intereses y centrarse en los que sean comunes e importantes para todos. Una opción, a fin de que las negociaciones no se retrasen ni fracasen, sería ampliar las conversaciones bilaterales de Moscú con Roma o con Vilnius, con Berlín o con Budapest, con París o con Sofía. No se trata de una opción atractiva, especialmente para los nuevos Estados.

La respuesta de la Comisión y del Consejo —dada la amenaza del cambio climático— ha sido oportuna, al considerarlo un asunto fundamental. El Parlamento Europeo debería seguir de cerca y controlar constantemente el modo de aplicación de los planes y las medidas encaminadas a neutralizar la amenaza.

 
  
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  Anneli Jäätteenmäki (ALDE). – (FI) Señor Presidente, en este informe se subraya la importancia de los derechos humanos y civiles, y eso está bien. De igual modo, se señala la crucial importancia de las tendencias en el ámbito de la seguridad energética. También se censura el hecho de que terceros países, sobre todo Rusia, utilicen la energía de arma política, así como que los Estados miembros firmen acuerdos bilaterales en materia de energía sin la coordinación de la UE.

A la UE le hace mucha falta mirarse al espejo. Rusia colabora directamente con los Estados miembros, porque la UE no cuenta con una política energética coherente ni coordinada. Uno se pregunta si los Estados miembros realmente desean tenerla. Hay que reconocer que Rusia es un socio importante de la UE en lo que respecta a la energía, quizá el más importante. En cuanto a la cooperación entre Rusia y la UE en materia de energía, debemos apuntar a una situación en la que ambas partes salgan ganando. En mi opinión, también se puede llegar a esa situación ventajosa para ambas partes a fuerza de voluntad política y con muchos menos prejuicios.

Una política energética aplicada conjuntamente por Rusia y por la UE no debería basarse en la confrontación, sino en la cooperación. Actualmente, en algunos círculos —incluidos algunos de la UE—, se está tratando de obstaculizar la cooperación por medio de la confrontación. Durante mucho tiempo, Rusia ha deseado ser socio de pleno derecho de Europa. Que así sea; aunque somos plenamente conscientes de que no es fácil negociar con Rusia.

La Política Exterior y de Seguridad Común de la UE ha de tener más peso en la política internacional. Estoy totalmente a favor de que el Parlamento inste al Consejo a que promueva la idea de que la UE debería ser un miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Hasta que no lo sea, será difícil adoptar una postura común.

 
  
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  Miroslav Mikolášik (PPE-DE). – (SK) El documento en cuestión se basa, en esencia, en la Estrategia Europea de Seguridad adoptada por el Consejo en diciembre de 2003, así como en la resolución de mayo de 2007 sobre la Política Exterior y de Seguridad Común. Agradezco el trabajo del ponente, el señor Saryusz-Wolski, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores, quien nos ha proporcionado un texto exhaustivo y de gran calidad que votar.

Quisiera recalcar varios aspectos de la política exterior europea que no pueden llevarse a la práctica sin una cooperación estratégica con nuestro mayor aliado, los Estados Unidos; como bien se señala en el Acuerdo de Asociación Transatlántica entre la UE y los Estados Unidos, que también contempla el aspecto de las relaciones económicas. Este asunto también está íntimamente relacionado con la cooperación militar, no sólo con los Estados Unidos, sino también en el marco de la OTAN. Naturalmente, es preciso aclarar y decir de una vez por todas si el paraguas de seguridad proporcionado por el sistema de radar de Polonia y de la República Checa servirá a los intereses europeos comunes y los protegerá de forma eficaz o si se trata de una mera iniciativa unilateral encaminada a la protección frente a las amenazas de Asia. Concretamente, me viene a la cabeza la conducta de Irán en la región de Oriente Próximo.

Como bien sabemos todos, Irán brinda apoyo militar y financiero a Siria, concretamente, a los grupos terroristas que actúan en la región; unos grupos que constituyen una amenaza constante para la estabilidad y la paz, dadas las operaciones de Hezbolá en el sur del Líbano y en Siria. Irán no oculta su deseo de alcanzar una posición hegemónica, y el objetivo de su programa nuclear militar es ayudarle a conseguirlo. Sin embargo, he de preguntar si se puede hacer referencia —como se ha hecho en varias ocasiones— al Tratado de Lisboa en el documento sobre la política exterior que debatimos hoy, teniendo en cuenta que el Tratado aún no ha entrado en vigor, pues el proceso de ratificación aún no ha culminado en todos los Estados miembros. Quiero formular otra pregunta. ¿Sobre qué disposición de Derecho se fundamenta la misión EULEX Kosovo? ¿Acaso no se trata de un acto ante legem? Estoy convencido de que no hay ninguna resolución de las Naciones Unidas que justifique esa medida.

 
  
  

PRESIDE: Edward McMILLAN-SCOTT
Vicepresidente

 
  
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  Ioan Mircea Paşcu (PSE). – Señor Presidente, el mundo en el que se insta a la UE a que promueva su integración para la elaboración de una auténtica política exterior común es cada día más complicado. La perspectiva de una recesión económica, alimentada por la crisis financiera actual y el incremento de los costes de la energía, unas relaciones transatlánticas que dejan mucho que desear y la creciente firmeza de Rusia, que cada vez le plantean a Europa más retos geopolíticos como los de antes, para los que ya no está preparada, son un simple reflejo de la coyuntura internacional actual.

En este contexto, en un momento de creciente dependencia del suministro ruso por parte de la UE, lo normal es que la energía sea la prueba definitiva del éxito o del fracaso de la empresa de conseguir una política exterior comunitaria común, ya que importa muchísimo si Europa decide crear un mercado único de la energía y, por consiguiente, se dirige unida a los proveedores, sobre todo a Rusia, o si persiste en las divisiones nacionales actuales y da prioridad a los contratos bilaterales de suministro en condiciones preferentes, cuyo objeto es cubrir la creciente demanda energética. La política internacional actual se centra ante todo en el gas y en el petróleo.

 
  
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  Colm Burke (PPE-DE). – Señor Presidente, apoyo el desarrollo de la PESC y la PESD, así como los cambios que el Tratado de Lisboa introduce en esas políticas. Esa es también la postura del Gobierno irlandés. Esos cambios permitirán que la UE desarrolle sus capacidades de prevención de conflictos y gestión de crisis y, al mismo tiempo, garantizarán la absoluta coherencia de los nuevos acuerdos con la tradicional política de neutralidad militar de Irlanda.

Quisiera decir a los compañeros de viaje del Sinn Fein, quienes están difundiendo información errónea sobre el Tratado de Lisboa, que, en Irlanda, el despliegue de tropas está sujeto a tres condiciones: en primer lugar, debe haber una resolución de las Naciones Unidas; en segundo lugar, debe haber una decisión del Gobierno, y, en tercer lugar, ha de ser aprobado por el Dáil Éireann, el parlamento nacional. Eso no va cambiar después de Lisboa.

La misión autorizada por las Naciones Unidas que la UE está llevando a cabo en Chad, y en la que Irlanda está desempeñando un papel fundamental, constituye un magnífico ejemplo de las actividades de la UE en ese ámbito. Acabo de visitar Chad y la base de la misión de mantenimiento de la paz de la UE, que se encuentra al este del país, y estoy convencido de que esa misión garantizará la seguridad de la ayuda humanitaria prestada a cientos de miles de refugiados y desplazados, así como la del personal humanitario sobre el terreno. Con esta misión de la PESD en Chad, la UE lleva adelante por primera vez una operación de mantenimiento de la paz prácticamente con la absoluta conformidad de todos los interesados.

Entre otras misiones que han contado con la participación de Irlanda se cuentan la misión de formación de policías en territorios palestinos, la de seguimiento del proceso de paz entre los rebeldes y el Gobierno de Indonesia y la de apoyo a las autoridades policiales bosnias.

Ha habido más de veinte misiones como esas desde 2003. La UE cada vez recibe más peticiones de asistencia y de ayuda en esos campos. Lo fundamental de todas esas iniciativas es que su objetivo es potenciar la eficacia de las actividades de mantenimiento de la paz y de gestión de crisis de la UE.

Desde el punto de vista nacional, mantenemos el derecho de veto sobre cualquier acontecimiento con el que no estemos de acuerdo y mantenemos el derecho soberano de decidir si participamos en cualquier misión de gestión de crisis en conformidad con nuestros requisitos legislativos. Esa es una de las muchas razones por las que el pueblo irlandés debería votar «sí» el 12 de junio.

 
  
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  Presidente. − Antes de continuar, quisiera dar la bienvenida a todos los visitantes que se encuentran en la tribuna de visitas, en especial, a un grupo de mi circunscripción de Yorkshire and the Humber.

 
  
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  Anna Záborská (PPE-DE).(FR) Señor Presidente, Alto Comisionado, me dirijo a usted directamente para preguntarle por la persecución que están sufriendo los cristianos en Argelia. ¿Qué medidas ha tomado la Unión Europea con respecto a la persecución de los cristianos en un Estado con el mantenemos una estrecha relación? La libertad de religión está contemplada en el artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que también impone a todos los Estados la obligación de garantizar el respeto a esos derechos. A pesar ser miembro de las Naciones Unidas, Argelia está haciendo caso omiso de ese derecho fundamental. Los cristianos son ciudadanos de pleno derecho; tienen tanto derecho a profesar su religión como cualquier otra comunidad religiosa. Por eso, le ruego, Alto Comisionado, que agote todas las vías diplomáticas directas e indirectas para poner fin a la persecución de los cristianos. En este caso, también está en juego la credibilidad de la Unión Europea.

 
  
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  Hubert Pirker (PPE-DE).(DE) Señor Presidente, Comisario, señor Solana, en mi opinión, el debate ha puesto de manifiesto el hecho de que la Unión Europea sólo puede ser una verdadera unión política si se dan ciertas condiciones. En primer lugar, el Tratado de Lisboa ha de ratificarse, y, en segundo lugar, debe haber una verdadera Política Europea de Seguridad y de Defensa digna de tal nombre, es decir, que ha de mejorarse. Entonces la Unión Europea tendrá la oportunidad de pasar de ser un pagador a ser un protagonista de la escena internacional.

Si bien es cierto que, en un principio, no estuvimos especialmente atinados en Chad, ese trabajo nos ha servido de lección a nosotros, a la Unión Europea, sencillamente porque las deficiencias saltaban a la vista. Este ejemplo vuelve a poner de manifiesto que la Política Europea de Seguridad y de Defensa necesita unos sistemas compatibles y unos mecanismos rápidos para proporcionar tropas. ¡Ya está bien de debatir; ha llegado la hora de actuar!

 
  
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  Csaba Sándor Tabajdi (PSE). – (HU) Señor Presidente, me gustaría felicitar al señor Kuhne por su magnífico informe. Tiene toda la razón al decir que 2008 será un año decisivo para la Política Exterior y de Seguridad Común. No sólo por el Tratado de Lisboa, sino también porque Kosovo será una prueba de fuego para la UE, pues deberá demostrar si está preparada para politizar la cuestión de Kosovo de forma adecuada. Lamentablemente, las Naciones Unidas y la UE aún no han llegado a un acuerdo, y, por desgracia, tampoco estamos preparados a nivel intelectual, dado que aún no hemos sacado las conclusiones oportunas de nuestra presencia en Bosnia-Herzegovina.

En cuanto al segundo informe, el enfoque antirruso del informe del señor Saryusz-Wolski no me parece adecuado. Si bien se puede y se debe criticar a Rusia, se trata, al mismo tiempo, de un socio estratégico ineludible, y la intensificación de la cooperación les interesa a ambas partes. El hecho de que los Estados miembros de la UE firmen acuerdos bilaterales no impide que haya una política energética común; la cuestión es que, a falta de una política energética común, los Estados miembros no tienen nada a lo que ajustarse ni con lo que alinearse; de modo que la crítica del informe del señor Saryusz-Wolski resulta inadmisible. Gracias por su atención.

 
  
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  Monika Beňová (PSE). – (SK) Al igual que los anteriores oradores, yo también deseo expresar mi agradecimiento por el trabajo realizado por el señor Saryusz-Wolski y el señor Kuhne, concretamente por el equilibrio logrado entre los aspectos sociales, jurídicos y económicos del informe. Confío en que en el futuro sea fundamental para nosotros dar más importancia a las relaciones con nuestros socios principales, Estados Unidos y Rusia, y estar mejor preparados para ellas.

Rusia tiene un nuevo Presidente, y pronto habrá una nueva Administración en los Estados Unidos.

Por consiguiente, haremos muy bien en centrar nuestra política exterior común en esos dos países.

En cuanto al aspecto económico, se debe dar prioridad a la necesidad de garantizar la seguridad energética, particularmente en la Unión Europea. En este sentido, confío en que avancemos en nuestras negociaciones con la Federación de Rusia. A propósito de estos dos socios, permítanme decir que sería conveniente que tratáramos con ambos —tanto con los Estados Unidos como con la Federación de Rusia— en pie de igualdad y en igualdad de condiciones, y que nuestras políticas estuvieran equilibradas. Por último, señor Presidente, quisiera decir que aplaudo las referencias al Tratado de Lisboa. Al mencionarlo en el informe, damos a entender que el Parlamento cuenta con su ratificación y que lo apoya plenamente.

 
  
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  Miloslav Ransdorf (GUE/NGL). – (CS) Gracias, señor Presidente. Hacía bastante tiempo que no veíamos al señor Solana, y temía por su salud. Ya veo que está sano y salvo y que después de lo sucedido en Kosovo, no se ahorcó, como Judas Iscariote. Eso significa que puedo preguntarle si sabía que Hasim Thaci y sus compinches habían traficado con los órganos de los prisioneros serbios. ¿Lo sabía o no?

 
  
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  Mieczysław Edmund Janowski (UEN).(PL) Señor Presidente, ambos ponentes merecen todo mi reconocimiento por la calidad de estos documentos. Sin embargo, quisiera señalar varios aspectos relativos a la política exterior y de seguridad. Me refiero al potencial europeo en los siguientes ámbitos.

El potencial demográfico está disminuyendo. El potencial económico es positivo, pero las crisis financieras nos tienen en jaque. En cuanto al potencial militar —desunido y disperso—, salta a la vista cuál es su estado. También están el potencial energético y el relativo al acceso al agua y a los alimentos. Hemos mencionado otras amenazas, entre las que quisiera hacer constar, por ejemplo, las amenazas epidemiológicas y la seguridad de la información. En mi opinión, la política exterior actual debería basarse, entre otras cosas, en la unidad con aquellos países cuya civilización sea afín a la nuestra, en la cooperación con todos los que deseen cooperar y en una posición firme frente al resto.

 
  
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  Csaba Sógor (PPE-DE). – (HU) Hace ochenta y ocho años, las superpotencias europeas tomaron algunas decisiones en materia de política de seguridad —en el marco del Tratado de Trianón, con el que se puso punto final a la Primera Guerra Mundial— que no contemplaban los derechos de las minorías nacionales o sólo los garantizaban sobre el papel. El Tratado de París, firmado después de la Segunda Guerra Mundial, tampoco resolvió los problemas. La cuestión de la política de seguridad se redujo a la garantía de la inviolabilidad de las fronteras. Muchas de las fronteras que se crearon entonces ya han desaparecido, y Checoslovaquia y Yugoslavia ya no existen.

La cuestión de las minorías sigue vigente. Los húngaros hemos acabado en ocho países, y, hasta la fecha, sólo Eslovenia ha logrado dar una respuesta tranquilizadora a la cuestión de los derechos de la comunidad húngara. Según el informe, deben realizarse progresos en el ámbito de la protección efectiva de los derechos de las minorías, en consonancia con las normas europeas.

Pero ¿qué tipo de normas europeas? Sería conveniente exigir lo que esperamos de los Balcanes Occidentales en el ámbito de la propia UE. Como dice el proverbio latino, «si quieres la paz, prepárate para la guerra». Hoy queremos una Europa segura. Hay que utilizar los instrumentos de autonomía regional y cultural que han funcionado en la mitad occidental de Europa para afianzar los derechos de las minorías tanto en el ámbito de la Unión Europea como en terceros países. Gracias.

 
  
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  Günter Verheugen, Vicepresidente de la Comisión. − (DE) Señor Presidente, coincido con el señor Solana en que este debate ha revelado un amplio consenso en cuanto a la línea fundamental de la Política Exterior y de Seguridad europea, y me alegro mucho de ello.

Quisiera comentar brevemente tres aspectos. En primer lugar, volviendo a la cuestión de la definición de seguridad, no creo que nuestras posturas sean tan divergentes. Todos los principales problemas mundiales a los que tendremos hacer frente ahora y en un futuro próximo están relacionados con la política de seguridad. Incluso la crisis de los mercados financieros y la situación de los alimentos y los productos básicos —sin olvidarnos de las preocupaciones habituales— guardan relación con la política de seguridad.

Sin embargo, no hay riesgo de que nuestra política exterior y la Unión Europea se militaricen, porque la respuesta militar a este tipo de peligros sólo suele barajarse en los casos más excepcionales. Cuando finalmente se opta por una respuesta militar, suele ser con el propósito de proporcionar un entorno seguro, en el que se pueda llevar a cabo la verdadera misión, que será de carácter político y concernirá a la sociedad civil. Pero debemos estar en condiciones de hacer ambas cosas. Tenemos que estar preparados para ambas tareas, y esa es exactamente la dirección a la que apunta la política europea. Además, estamos muy preparados para lidiar con las crisis mundiales, porque disponemos de un amplio abanico de instrumentos para poner en práctica nuestras estrategias.

La Unión Europea no sólo puede recurrir a la PESC y a la PESD, sino también a los distintos instrumentos comunitarios, entre los que se cuentan los instrumentos de cooperación para la estabilidad y el desarrollo en general, así como la ayuda humanitaria y el Mecanismo de Protección Civil.

Tenemos que asegurarnos de elegir siempre los instrumentos adecuados y de que haya una interacción lógica entre todas las partes interesadas. No cabe duda de que una de las principales ventajas del Tratado de Lisboa —cuando entre en vigor— es que facilita en gran medida esa interacción armoniosa y eficaz.

En resumidas cuentas, permítanme decir en este sentido que lo que realmente importa es nuestra voluntad política compartida de aprovechar nuestras oportunidades. Las oportunidades están ahí; sólo tenemos que desear aprovecharlas. Debemos aprovecharlas cooperando los unos con los otros. Lo cierto es que, dadas las circunstancias actuales, no nos queda otra alternativa. Sencillamente no podemos permitirnos actuar de forma incoherente ni hacer un uso ineficiente de los fondos; si queremos conseguir una verdadera política comunitaria común y coherente, debemos poner en común nuestros recursos e instrumentos y concentrarlos. Sólo entonces la conseguiremos y podremos cumplir las expectativas legítimas de nuestros ciudadanos y socios.

Muchas gracias.

 
  
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  Javier Solana, Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común. − Señor Presidente, me gustaría responder a las dos o tres preguntas que se me han planteado directamente, empezando por la del señor Salafranca Sánchez-Neyra.

Señor Salafranca Sánchez-Neyra, le diré que sí a las dos preguntas que me ha planteado, pero permítame que le diga que vamos a ver primero si se aprueba el Tratado. Las cuestiones a partir de la ratificación del Tratado tendrán que esperar y los acuerdos probablemente tendrán que ser posteriores.

(FR) Señora Záborská, estamos estudiando ese asunto. Dado que la señora Záborská no está presente, dejaré esta respuesta para más adelante.

En la Agencia estamos trabajando duro en el tema de la interoperabilidad, que es algo por lo que se ha preguntado, y la respuesta es «sí». En cuanto a las demás preguntas, las he contestado en mi anterior intervención.

He tomado debida nota de todas las intervenciones y espero que, con el tiempo —a medida que se acerque la hora de la verdad—, una vez que el Tratado se haya ratificado, podamos llevar a la práctica, entre todos, algunas de las ideas que se han propuesto aquí. Antes de que ambos ponentes tomen la palabra, quisiera volver a felicitarles, como ya lo he hecho públicamente antes.

Por último, me gustaría expresar mi absoluta conformidad con lo dicho por el Comisario Verheugen en su anterior intervención, y no añadiré nada más al respecto.

 
  
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  Jacek Saryusz-Wolski, ponente. – (FR) Señor Presidente, si bien es difícil resumir este debate en pocas palabras, estoy contento con su contenido. La necesidad de que el Parlamento, el Consejo, la Comisión y los Estados miembros colaboren es la conclusión más importante que podemos extraer de él. En segundo lugar, el contenido goza de un consenso bastante amplio. En tercer lugar, reconocemos que ya se han cosechado muchos logros importantísimos. Por último, subrayamos la necesidad de redoblar nuestros esfuerzos.

El Vicepresidente de la Comisión, el señor Verheugen, nos ha recordado acertadamente la inmensa contribución de las políticas comunitarias, gestionadas por la Comisión Europea. Estoy de acuerdo con él, pues la política exterior integrada estaría incompleta sin los resultados obtenidos con las políticas comunitarias.

Creo que se trata del primer debate con vistas al nombramiento del futuro Ministro de Asuntos Exteriores de la UE, quien ostentará un cargo doble.

Lo que me lleva a plantear la siguiente pregunta: ¿qué haremos sin esta tensión creativa?

(FR) …en el futuro, cuando sólo haya una institución. Comparto la idea de que necesitamos una política exterior con un contenido más firme para las instituciones. La seguridad energética es el tema que más veces se ha planteado. El país o la zona geográfica que se ha mencionado en más ocasiones parece ser Afganistán, como si constituyera una prueba para la Unión Europea y para toda la comunidad internacional. Ha habido varios puntos de divergencia. Sin esas diferencias que avivan los debates, éstos podrían resultar un poco aburridos. Por lo tanto, espero que los debates que mantengamos en el futuro sean tan animados y enriquecedores como éste. Así y todo, hemos llegado a un acuerdo sobre los principios fundamentales que parece muy prometedor, y espero que el Consejo, el Alto Representante y la Comisión, con la modestísima contribución del Parlamento, claro está, puedan elaborar en el futuro una política exterior para la Unión que sea aún más firme, mejor y más ambiciosa.

 
  
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  Helmut Kuhne, ponente. − (DE) Señor Presidente, esta última oportunidad de intervenir me permite hacer algo que no he tenido tiempo de hacer antes: dar las gracias al Comisario Verheugen y al señor Solana por una magnífica cooperación con sus equipos, cuyos miembros han estado abiertos al debate, y con los que he aprendido muchísimo. Eso ha influido muy positivamente en el informe.

De igual modo, quisiera dar las gracias a los miembros de la comisión, especialmente al presidente de la comisión y al ponente del otro informe, el señor Saryusz-Wolski. Alguna que otra vez, cuando los temas de nuestros informes coincidían, hemos intercambiado notas —como escolares— con objeto de exponerlos de la misma manera. Eso también ha funcionado muy bien.

Quisiera mencionar otros tres aspectos.

Primero, en inglés, puesto que algunos oradores se han referido a la cuestión del referéndum de Irlanda.

En cuanto a la leyenda de la militarización, en mi informe figura toda una serie de propuestas de control del armamento y de desarme, toda una página de propuestas. En segundo lugar, el Tratado de Lisboa respeta el derecho de todos los Estados miembros a abstenerse de participar en las misiones de la UE, especialmente en las misiones militares. El Tratado de Lisboa no vulnera ese derecho en ningún sentido. Ha sido muy interesante escuchar a los autoproclamados defensores de la OTAN decir que temen por la independencia de esa nación neutral que es Irlanda a causa de la PESD. Me ha parecido sumamente interesante.

− (DE) El último aspecto, al que se ha referido el señor Pflüger, guarda relación con la cuestión del control parlamentario. No sé si se trata de un malentendido deliberado, pero el texto que figura tanto en el informe del señor Saryusz-Wolski como en el mío no descarta el acceso de los Grupos a la información confidencial. Se trata de una formulación abierta. Primero debemos hacer nuestros deberes en el Parlamento y adoptar algún tipo de posición de negociación con respecto al Consejo. ¿Qué nivel de habilitación de seguridad queremos conceder y a cuántas personas? Podríamos determinar que se conceda cierto nivel a todos los Grupos y otro nivel a determinados Grupos, etc. Primero tendremos que decidirlo nosotros, y ninguna de nuestras propuestas impide que los Grupos tomen parte en esa decisión.

No sé si ha sido un malentendido deliberado o si el texto es así de incomprensible —aunque no creo que lo sea—; en cualquier caso, primero tenemos que reunirnos todos aquí, en el Parlamento, y adoptar una posición de negociación con respecto al Consejo.

 
  
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  Presidente. − Se cierra el debate.

La votación se celebrará el jueves, 5 de junio de 2008.

Declaraciones por escrito (artículo 142)

 
  
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  Roberta Alma Anastase (PPE-DE), por escrito.(RO) Me gustaría subrayar la importancia de este informe y dar las gracias al ponente por haber incluido todas mis propuestas en el texto final. En el contexto de la ratificación del Tratado de Lisboa y las futuras competencias del Parlamento Europeo, hace falta evaluar las operaciones de la Política Exterior y de Seguridad Común y establecer sus objetivos prioritarios para 2008 y 2009.

La consolidación de la Política Europea de Vecindad ha de ser un objetivo principal para 2008. En cuanto a la calidad del informe en materia de cooperación en el Mar Negro, quisiera destacar la importancia de su desarrollo a corto plazo. Si 2007 fue el año en que se estableció una política de la UE relativa a esta región, 2008 ha de centrarse en la aplicación práctica de la Sinergia del Mar Negro. Es asimismo sumamente importante tratar por todos los medios de llevar a buen puerto el proyecto energético Nabucco con la mayor rapidez posible y resolver los conflictos de la región.

Por último, los países de los Balcanes Occidentales y su proximidad a la UE también han de ser cuestiones prioritarias en el ámbito de la Política Exterior de la UE. Entre todos los asuntos que deben seguirse de cerca en esta región, quisiera destacar la necesidad de proteger de forma eficaz los derechos de las minorías, incluidos los derechos de los oradores rumanos.

 
  
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  Adam Bielan (UEN), por escrito. – (PL) Para empezar, quisiera felicitar al señor Saryusz-Wolski por haber elaborado un informe magnífico. Me gustaría poner de relieve algunas de las ideas que revela la lectura del informe. La más inquietante de todas es la creciente dependencia de la UE de la energía procedente de países inestables y no democráticos. A nuestro parecer, el hecho de que los Estados miembros firmen unos acuerdos bilaterales en materia de energía que amenazan los intereses de la UE y que plantean un interrogante sobre sus proyectos estratégicos revela una absoluta falta de coordinación. Este tipo de acciones por parte de algunos Estados miembros están socavando considerablemente la capacidad de negociación de la Unión Europea, así como sus esfuerzos por establecer una política exterior común.

Desearía volver a subrayar la importancia estratégica del gasoducto Nabucco para la seguridad energética de la UE e instar a la Comisión Europea y al Consejo a que traten por todos los medios de agilizar las obras de ese proyecto.

En cuanto a la conferencia de dos días sobre la Política Europea de Vecindad, en cuya organización estoy participando durante el período de sesiones actual, quisiera recalcar la importancia de las medidas encaminadas a reforzar dicha política. La persistencia de los conflictos abiertos en los países a los que atañe la PEV constituye una grave amenaza para la seguridad de la UE.

En resumidas cuentas, creo que la prioridad de la política exterior de la UE debería ser afianzar una política de vecindad para los países del Este, atajar la provocación de conflictos al otro lado de nuestra frontera oriental y garantizar la seguridad energética.

 
  
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  Alexandra Dobolyi (PSE), por escrito. El informe refleja fielmente nuestro parecer acerca del futuro desarrollo de la PESC. La PESC es un elemento vital de la política exterior de la UE. Quisiera aplaudir las mejoras que el Tratado de Lisboa aporta en relación con las acciones exteriores. Su aplicación contribuiría a la eficacia y coherencia de la PESC. Si bien es cierto que los nuevos cargos creados por el Tratado podrían dar mayor notoriedad a la UE, creo que es esencial definirlos a fin de garantizar que las distintas funciones contribuyan a la coherencia y a la eficacia de la PESC.

Si queremos que la UE sea una fuerza de paz y de estabilidad activa, debemos contar con todos los instrumentos y herramientas necesarios, y eso requiere más voluntad política por parte de los Estados miembros.

La presencia mundial de la UE es cada vez mayor, y se pueden encontrar misiones de la UE por todo el mundo. Con su ayuda a la consolidación de la paz y la estabilidad en el mundo, la UE también contribuye a la seguridad de sus ciudadanos. Esa es la mejor forma de defender su seguridad y promover sus valores.

En mi opinión, estas medidas están bien encaminadas.

 
  
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  Genowefa Grabowska (PSE), por escrito. – (PL) Brindo mi apoyo al informe que se ha presentado. En mi opinión, se trata de un documento equilibrado, y no busca la confrontación.

En estos momentos es especialmente necesario evaluar la política exterior de la UE, sobre todo en el contexto de los cambios que el Tratado de Lisboa propone al respecto. El Tratado refuerza la función del Alto Representante, y no tengo la menor duda de que así permitirá que se aplique una estrategia a largo plazo más previsora en el ámbito de la política exterior de la UE. Dado que el conjunto de la Unión Europea se basa en valores comunes, esos valores han de plasmarse en su Política Exterior y de Seguridad Común. Ese planteamiento es el único que dará credibilidad a la UE en la escena internacional. La PESC exige, por un lado, unidad política entre los Estados miembros y, por otro, respeto a los principios de solidaridad, especialmente a la hora de elaborar nuevas estrategias políticas comunitarias.

Por lo tanto, comparto el pesar y la preocupación manifestados en el informe por la falta de progresos en la elaboración de una política energética europea común. Tampoco me parece aceptable que algunos Estados miembros formalicen con Rusia acuerdos bilaterales de suministro energético individuales. Eso está socavando considerablemente la posición de negociación del conjunto de la Unión Europea, así como sus esfuerzos para elaborar una política energética común. Es algo que resulta aún más lamentable si se tiene en cuenta que hace poco esos Estados criticaban los acuerdos individuales en materia de visados con los Estados Unidos y acusaban a los Estados de Europa Central que habían suscrito esos acuerdos de perjudicar la política europea común en materia de visados.

 
  
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  Janusz Lewandowski (PPE-DE), por escrito. – (PL) Señor Presidente, la Unión Europea cada vez cobra más protagonismo en la escena internacional, y la mejor prueba de ello es el mapa de la participación comunitaria. No hay más que ver las decisiones operativas adoptadas por el Consejo en 2007 y a principios de 2008, a las que el señor Kuhne se ha referido en su informe: la misión de policía de Afganistán, la operación militar de Chad, la reconfiguración de las tropas en Bosnia y la preparación de una misión en Kosovo y otra en Guinea-Bissau.

Por desgracia, el mapa mundial de su participación no lleva aparejada la subsanación de una serie de deficiencias que hace ya tiempo que son palpables; a saber: la falta de un cuerpo civil de pacificación en la UE, la falta de medios de transporte y el compromiso desigual de los distintos países.

A la luz de la información recibida recientemente, se ha de debatir un nuevo aspecto de la seguridad europea. Me refiero a la seguridad de las Instituciones europeas de Bruselas, Luxemburgo y Estrasburgo. El hecho de que se hayan descubierto grupos terroristas cuyo objetivo es atentar contra las Instituciones europeas significa que la seguridad ha dejado ser una cuestión teórica y nos obliga a replantearnos nuestros principios actuales. Somos conscientes del fácil acceso que, por naturaleza, brinda el Parlamento Europeo, y es difícil encontrar un punto medio entre la transparencia de esta Institución y la mayor seguridad requerida. Sin embargo, cada vez resulta más necesario hacerlo, y esa necesidad debería contemplarse en el presupuesto de 2009. Este asunto no es tan importante como otros problemas que se han abordado en el informe, pero merece nuestra atención.

 
  
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  Marianne Mikko (PSE), por escrito. (ET) Señoras y señores, es imposible que los Estados miembros lleven adelante individualmente una política exterior y de seguridad eficaz. Cualquier planteamiento bilateral en materia de política energética y política exterior afecta negativamente a nuestra credibilidad. Es inadmisible que, hasta ahora, el peso de la Unión Europea en las relaciones internacionales haya sido, en numerosas ocasiones, inferior al de algunos Estados miembros. La Unión Europea ha de adoptar una postura unánime frente a los principales países del mundo, especialmente frente a la Federación de Rusia; una postura que sirva al interés común de los veintisiete Estados miembros. Sólo entonces le tratarán en pie de igualdad en los Estados Unidos y en Asia.

Celebro que, en el informe del señor Saryusz-Wolski, la consolidación de la Política Europea de Vecindad se considere el objetivo principal de 2008. La Conferencia sobre la Política Europea de Vecindad para Europa Oriental que se celebra hoy y mañana en el Parlamento Europeo es la prueba de que nos tomamos nuestro objetivo en serio. La seguridad de la Unión Europea requiere la adopción de medidas urgentes encaminadas a la democratización de los países vecinos y a la resolución de conflictos. Debemos ayudar a Moldova a resolver el conflicto de Transdniéster.

Como presidente de la delegación de Moldova, he de decir asimismo que la perspectiva de ser miembros de la Unión Europea es sumamente importante tanto para Moldova como para Ucrania. Esa posibilidad es el motor que impulsa las reformas económicas y la democratización. Si bien es cierto que llevará tiempo cumplir los tres criterios de Copenhague, Moldova y Ucrania han demostrado estar preparadas para el desarrollo europeo. El cuatro criterio de Copenhague, a saber, la capacidad de asimilación de la UE, no debería constituir, en ningún caso, un obstáculo para la adhesión de esos dos países europeos a la Unión Europea. No cabe duda de que la ampliación debe continuar.

 
  
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  Sirpa Pietikäinen (PPE-DE), por escrito. (FI) Doy las gracias al ponente por su magnífico y exhaustivo informe. Coincido con él en que es importante que, en los próximos años, la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión se centre más específicamente en el desarrollo de unas estructuras y unos procedimientos con los que la Unión pueda reaccionar más rápida y eficazmente ante las crisis internacionales. La gestión de las crisis civiles, el mantenimiento de la paz y la protección de los derechos humanos son los pilares de la PESC.

Con el Tratado de Lisboa, el Alto Representante de la Unión será la nueva figura principal de la política exterior de la UE. Los cambios que comportará el nuevo Tratado brindarán la oportunidad de elaborar una política exterior y de seguridad más eficaz y coherente. La UE debe adoptar una postura más coherente y actuar consecuentemente en la escena internacional.

No obstante, espero que, en sus futuros informes anuales, el Parlamento endurezca su posición en lo que respecta a la mayor coherencia y firmeza del papel de la UE en las Naciones Unidas. La UE es una superpotencia económica y política. Con los años, el peso de la Unión ha ido aumentando a escala internacional, y ahora su cometido principal ha de ser construir una organización mundial respetuosa con las personas y con el medio ambiente.

La UE ha de dedicar tiempo y esfuerzos al desarrollo de la cooperación económica, la estabilidad política y la democracia en las regiones del Mediterráneo, el Báltico y el Mar Negro. En el futuro harán falta más recursos para llevar a la práctica la Estrategia Báltica, aumentar la cohesión en la región y resolver sus problemas medioambientales. Mediante el apoyo a la región del Mar Negro y una mayor integración con ella en el marco de la Política Europea de Vecindad, se podrá contribuir a la estabilidad política de la UE y sobre todo a la de la región del Mar Negro.

 
  
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  Nicolae Vlad Popa (PPE-DE), por escrito.(RO) El informe de Helmut Kuhne sobre la aplicación de la Estrategia Europea de Seguridad y la PESD está bien estructurado, dado que detecta problemas reales y ofrece posibles soluciones. En mi opinión, este planteamiento operativo a modo de «lista de control» facilitará el seguimiento de los avances realizados. En lo que se refiere al contenido, me gustaría hacer las siguientes observaciones:

1. Debería mencionarse la Escuela Europea de Seguridad y Defensa, pues desempeña un papel fundamental en la determinación de un acuerdo común en materia de PESD, debido a la formación impartida en el ámbito estratégico, especialmente teniendo en cuenta que el presidente de la Subcomisión de Seguridad y Defensa, el señor Von Wogau, ha remitido un escrito a la atención del Secretario General y Alto Representante, Javier Solana, en el que brinda su apoyo a la actividad de la EESD.

2. El mensaje de la declaración sobre las relaciones entre la UE y la OTAN podría haber sido más contundente, a la luz de la Declaración de Bucarest, aprobada en la cumbre de la OTAN.

3. Podría haberse mencionado la importancia de la asociación estratégica entre la UE y la OTAN. La afirmación de que «una Unión Europea más fuerte contribuirá a la seguridad común» podría combinarse con el principio de la indivisibilidad de la seguridad de los aliados, aplicable, por tanto, a la UE.

 
  
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  Toomas Savi (ALDE), por escrito. El informe del señor Saryusz-Wolski reafirma el compromiso de la Unión Europea con los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas; aunque se trata de una expresión un tanto vacía de contenido, pues se está utilizando mucho en el contexto de la política de desarrollo de la UE, cuando, en realidad, apenas se están realizando progresos y los ODM continúan estando fuera de nuestro alcance.

De todos los Estados miembros, sólo Dinamarca, Luxemburgo, los Países Bajos y Suecia están aportando más del 0,7 % de su PIB a la Ayuda Oficial al Desarrollo, a pesar de que el objetivo del 0,7 % se acordó nada menos que el 24 de octubre de 1970, en el marco de la Estrategia Internacional de Desarrollo para el Segundo Decenio de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Estoy convencido de que uno de los objetivos principales de la Política Exterior y de Seguridad Común debería ser garantizar la credibilidad de la UE como protagonista en la escena internacional. El cumplimiento de los compromisos que hemos adquirido sería un comienzo magnífico.

La UE y sus Estados miembros han de transformar esas declaraciones rimbombantes en las que se reafirman en sus compromisos en medidas concertadas y, en conjunto, eficaces. En mi opinión, eso sólo puede conseguirse poniendo en común los recursos y estableciendo una institución de la UE encargada de recaudar, asignar y desembolsar la Ayuda Oficial al Desarrollo.

 
  
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  Esko Seppänen (GUE/NGL), por escrito. (FI) El Tratado de Lisboa supondrá la militarización de la UE, dado que el nuevo contenido de la Política Exterior y de Seguridad Común consistirá en una política de seguridad y de defensa común. Eso dificultará la no alineación de los países no alineados, por ejemplo, cuando los Estados miembros se vean obligados a incrementar su gasto militar y cuando se implante el nuevo eje militar de la UE: una cooperación estructural permanente. Todo eso tendrá lugar durante la Presidencia francesa.

Por desgracia, el informe del señor Saryusz-Wolski está a favor de la militarización de la UE. El énfasis del informe en la seguridad energética también resulta muy agresivo desde el punto de vista absolutamente parcial de Polonia.

 
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