Presidente. − El siguiente punto es el informe (A6-0250/2008) de Karl von Wogau, en nombre de la Comisión de Asuntos Exteriores, sobre espacio y seguridad (INI/2008/2030).
Karl von Wogau, ponente. − (DE) Señor Presidente, señor Vicepresidente de la Comisión Europea, Señorías, las operaciones llevadas a cabo en el marco de la Política Europea de Seguridad y Defensa se están volviendo cada vez más peligrosas. Así lo demuestra el hecho de que por primera vez ha muerto un soldado en una operación bajo mando europeo. Gilles Polin murió en la frontera entre Chad y Darfur.
Por consiguiente, debemos considerar si se pueden evitar algunos de estos riesgos. Éstos surgen como resultado de la clase equivocada de estructuras de mando, pero también cuando no se dispone del equipo necesario para operaciones específicas.
Cuando consideramos este asunto, empezamos por el enfoque amplio de Javier Solana sobre la estrategia de seguridad, que abarca las fuerzas armadas y la infraestructura fundamental de la Unión Europea, sus fronteras exteriores y también las operaciones con fines humanitarios. En este sentido seguimos encontrando puntos débiles en el ámbito del reconocimiento espacial, las telecomunicaciones y la navegación vía satélite. Si cooperamos más estrechamente en este ámbito, lograremos hacer un gasto más útil de nuestro dinero y una mayor eficiencia.
Empezaré por el reconocimiento. Contamos con los satélites de reconocimiento Helios, los SAR Lupe alemanes y el italiano Cosmo-Skymed. Resulta vital garantizar que nuestro centro vía satélite de Torrejón recibe realmente las imágenes transmitidas por estos satélites de reconocimiento.
Además, existe el futuro proyecto MUSIS. En el informe, insto a que, con el tiempo, este proyecto se integre en un marco europeo adecuado. Después está la navegación por satélite, el proyecto Galileo. El informe deja bastante claro que en el futuro el proyecto Galileo también debería ponerse al servicio de las operaciones militares, porque nuestras fuerzas militares necesitan que este sistema les oriente a la hora de planear y llevar a cabo sus operaciones.
Llego así a las telecomunicaciones, que también deben estar basadas en satélites. Una cooperación más estrecha sería muy beneficiosa en este ámbito. También considero que la radio definida por programa informático es un proyecto conjunto que brinda grandes oportunidades, puesto que establece una norma común para las telecomunicaciones protegidas que podría conducir a la interoperabilidad entre las fuerzas armadas, por un lado, y la policía, por otro, así como con las fuerzas de apoyo en caso de catástrofe.
También necesitamos una vigilancia espacial para controlar nuestra infraestructura espacial y proteger nuestros satélites. En este ámbito, debemos desarrollar un sistema común europeo. Necesitamos un sistema de detección temprana de misiles balísticos y de inteligencia de señales y electrónica.
En cuanto a la financiación, me gustaría hacer algunos comentarios. Hemos observado que ya estamos gastando una parte importante del presupuesto europeo en materia de seguridad, en primer lugar en investigación sobre seguridad; en segundo lugar en el GMES, el sistema de observación vía satélite, que también tiene desempeña un papel en materia de seguridad; y ahora en Galileo. De hecho, destinamos 750 millones de euros del presupuesto a aspectos relativos a la seguridad. Quizás debamos considerar si no se podría destinar parte del presupuesto europeo a los proyectos que acabo de mencionar.
Günter Verheugen , Vicepresidente de la Comisión. − (DE) Señor Presidente, Señorías, la política espacial desempeñará un papel muy importante en los próximos seis meses, puesto que se trata de una de las prioridades de la Presidencia francesa. Esto es algo que ha contado con una acogida muy favorable por parte de la Comisión. Por supuesto, todos los aquí presentes sabemos que el espacio constituye un tema fascinante. Es algo que estamos presenciando actualmente con las aventuras científicas de la sonda Phoenix en Marte, o cuando hace unos meses instalamos con éxito el módulo europeo del laboratorio Columbus en la Estación Espacial Internacional.
Debo añadir que, al margen de sus logros principales, la tecnología espacial cada vez ofrece un mayor número de instrumentos que necesitamos para alcanzar nuestros objetivos políticos. Esto es igualmente aplicable a la política medioambiental, de transportes y agrícola, pero también a los principales ámbitos de nuestra política exterior, como la política de desarrollo, la ayuda humanitaria y la ayuda internacional para catástrofes, sin olvidarnos —y esto me lleva al tema que el señor von Wogau ha logrado mantener en la agenda durante muchos años, algo por lo que la Comisión le está sumamente agradecida— de la política espacial y la seguridad europea.
La Comisión describió la importancia de las aplicaciones espaciales para la Política Europea de Seguridad y Defensa en su Comunicación sobre la política espacial europea del pasado año. Estoy de acuerdo con el ponente en que ambas cosas están estrechamente vinculadas. Por consiguiente, la Comisión acoge favorablemente este informe sobre el espacio y la seguridad, con sus propuestas y detalles sobre iniciativas y medidas específicas.
Quisiera abordar algunos puntos en más detalle. El informe resalta que la Unión Europea destina más de 5 000 millones de euros a financiar proyectos espaciales en el marco de las perspectivas financieras actuales. La mayor parte de dicho importe va a parar a las aplicaciones del sistema GMES (Vigilancia Mundial del Medio Ambiente y la Seguridad), al que pronto se bautizará comercialmente con el —al menos desde mi punto de vista— atractivo nombre de Galileo. Esto sucederá en septiembre.
Las posibles aplicaciones del GMES van también más allá de la Política Europea de Seguridad y Defensa. No quiero que queden dudas a este respecto, para no repetir las equivocaciones del pasado: al GMES se le pueden dar múltiples usos, esto es algo innegable, pero esta multiplicidad debe manejarse con sensatez para evitar duplicaciones y costes innecesarios. Sólo de este modo podremos garantizar la competitividad de nuestra industria espacial y el desarrollo de esta tecnología.
El próximo punto que abordaré es sumamente importante para la Comisión, también en el contexto de nuestra experiencia con Galileo. Si queremos contar a largo plazo con los servicios del GMES, necesitamos una base financiera operativa permanente. Y actualmente no la tenemos. Todavía nos encontramos en la fase de desarrollo y, por tanto, el GMES recibe fondos de los recursos destinados a la investigación y el desarrollo. Pero muy pronto entraremos en la fase operativa, y entonces tendremos que estar preparados para sacar las conclusiones necesarias de lo que hemos decidido conjuntamente hasta el momento, no sólo por lo que se refiere concretamente a la política espacial, sino también sobre la base del presupuesto europeo. Tendría poco sentido que destinásemos miles de millones a desarrollar una tecnología para después negarnos a financiarla una vez que sea operativa.
Si queremos una base financiera operativa a largo plazo —y lo digo sin ningún tipo de dudas— debemos incluir los proyectos espaciales pertinentes a la seguridad y defensa.
Y con esto llego a la segunda cuestión. Estamos de acuerdo en que existe una estrecha relación entre el espacio y la política de seguridad y defensa. Por consiguiente, debemos hacer el mejor uso posible de las sinergias entre el espacio y la seguridad civil y militar, tanto en el ámbito tecnológico como en el operativo. Así pues, me complace especialmente que el informe promueva una cooperación sólida «entre pilares», es decir, entre la Comisión, el Consejo, la Agencia Europea de Defensa y el Centro de Satélites de la Unión Europea.
Desearía destacar también que debemos contemplar todas las dimensiones de la cuestión del espacio y sus vínculos con la Política Europea de Seguridad y Defensa, siempre en el respeto de las disposiciones de los Tratados —la Comisión nunca las modificaría y, como ya ha dicho claramente, no podemos salirnos del presupuesto de la UE para financiar ninguna medida comunitaria de defensa ni de carácter militar—. La Comisión acoge muy favorablemente que el informe también aborde aspectos de la política exterior y de seguridad en el sentido más estricto de la palabra, como el desarrollo de un código de conducta en materia de actividades espaciales o el potencial de los satélites para supervisar el cumplimiento de los acuerdos internacionales de control de armamentos.
Una preocupación central de nuestra política es el uso del espacio para fines estrictamente pacíficos. La Unión Europea apoya —y puedo citar varias resoluciones del Parlamento Europeo— todas las iniciativas destinadas a prevenir la proliferación de armas en el espacio. Es por ello que la Comisión acoge con satisfacción el propósito de la Agencia Espacial Europea de desarrollar un instrumento a tal efecto, es decir, para conocer la situación del espacio, y que no sólo permitirá comprobar la observancia de los acuerdos pertinentes, sino también vigilar la seguridad de nuestros satélites.
Dentro de unos días, abordaremos cómo coordinar esto con las actividades comunitarias en una reunión a la que asistirán los Ministros responsables de los asuntos espaciales, la Presidencia francesa y la Comisión, y que se celebrará en Kourou, el puerto espacial europeo situado en la Guayana Francesa.
El informe sobre espacio y seguridad aclara los retos en materia de seguridad que deberá afrontar Europa en los próximos años. Debemos ver en ello una oportunidad de mejorar la capacidad de acción y la competitividad de Europa. Y, en este sentido, una política espacial europea innovadora y una política europea común de seguridad y defensa pueden enseñarnos el camino para lograrlo.
Romana Jordan Cizelj, ponente de opinión de la Comisión de Industria, Investigación y Energía. − (SL) La política espacial europea es excepcionalmente importante por dos razones: en primer lugar, porque contribuye a aumentar la seguridad y, en segundo lugar, porque nos ayuda a alcanzar los objetivos de desarrollo en materia de crecimiento y empleo que establece la Estrategia de Lisboa. Éste fue el aspecto principal en el que se centró la Comisión de Industria.
Nos complace gratamente que el Tratado de Lisboa, en su capítulo sobre investigación y desarrollo, ofrezca un fundamento jurídico para la política espacial europea. Analizaremos con detenimiento las propuestas para un programa espacial europeo que presente la Comisión, y posteriormente adoptaremos una posición al respecto. Por otra parte, deberemos definir, consiguientemente, las relaciones con la Agencia Espacial Europea.
También me complace que, justamente hoy, se haya procedido a la firma de la normativa que garantizará la puesta en práctica de los programas EGNOS y Galileo. Nuestra experiencia con estos dos programas nos permitirá determinar cómo debemos gestionar los siguientes. Ahora debemos preparar y crear en términos prácticos un ambiente en el que nos sea más fácil hacer un uso eficaz de los nuevos sistemas y de la mayor variedad posible de aplicaciones, sin imponernos de antemano límites demasiado estrictos.
Señorías, el espacio es un recurso natural compartido y no pertenece exclusivamente a una nación o comunidad. Por ello, al desarrollar la futura legislación comunitaria, también debemos tener en cuenta el marco internacional. Me refiero a los tratados de las Naciones Unidas en vigor, así como a los principios legislativos en materia espacial.
Por último, quisiera darle las gracias al ponente por su cooperación y por haber tenido en cuenta la opinión de la Comisión de Industria. Tengo el convencimiento de que trabajando de este modo aún podemos lograr mucho más.
Anna Ibrisagic, en nombre del Grupo del PPE-DE. – (SV) Señor Presidente, quisiera darle las gracias al señor von Wogau por su excelente y claro informe. Permítanme empezar con algo que a primera vista no parece tener demasiado que ver con el espacio: la guerra de los Balcanes. Con el tiempo, empezamos a darnos cuenta de que Europa cometió bastantes errores en los diversos conflictos que tuvieron lugar en los Balcanes durante los años noventa. No los cometió porque su política exterior y de seguridad común fuera mala, sino porque carecía totalmente de ella. Todavía hay quien se opone tanto a una política exterior y de seguridad común como a los ámbitos que aborda el presente informe.
Comparto la opinión del señor von Wogau de que los sistemas de vigilancia por satélite deben financiarse con cargo al presupuesto comunitario, no sólo porque pueden emplearse con fines de seguridad, sino también porque pueden emplearse con otros objetivos que revistan un interés común como, por ejemplo, el medio ambiente.
También quisiera recalcar que por lo que respecta a estas importantes, pero también delicadas, cuestiones a las que responde la dimensión espacial de la seguridad comunitaria, resulta conveniente contar con un sistema que no dependa de los Estados Unidos, que saque el mayor partido posible de la cooperación entre los Estados miembros y que haga un mejor uso de los recursos. Un sistema como el descrito en este informe es también una garantía de que en el futuro podremos enfrentarnos mejor a cualquier conflicto, porque aunque se trate de algo que no deseamos ver en Europa, es una posibilidad que no podemos descartar.
Ana Maria Gomes, en nombre del Grupo del PSE. – (PT) Señor Presidente, deseo felicitar a su Señoría, el señor von Wogau, por este informe y por la tenacidad con la que ha apoyado la profundización del proyecto europeo a través de la construcción de una política europea de defensa. El informe logra un correcto equilibrio entre los que deben ser los objetivos principales de una política comunitaria en el ámbito del espacio y la seguridad. En primer lugar, es de capital importancia utilizar todas las vías diplomáticas y políticas para evitar la proliferación de armas en el espacio, tal y como ha subrayado el Comisario Verheugen, para que el espacio pueda seguir siendo un bien de uso público para toda la humanidad. En segundo lugar, hay que dotar a Europa de las políticas, recursos financieros y equipos necesarios para garantizar su autonomía estratégica en el escenario internacional.
Con respecto al primer objetivo, es importante señalar que no nos estamos refiriendo al uso del espacio para fines militares. Todos sabemos que, desde los inicios de la exploración espacial, diversos países han puesto satélites al servicio de las comunicaciones de sus fuerzas armadas. Algunos de sus Señorías insisten en confundir este tipo de operaciones, que son compatibles con el Derecho internacional, con las recientes tentativas de algunos países, especialmente de los Estados Unidos, de instalar armas en el espacio y convertirlo en un cuarto campo de batalla, sumándolo a la tierra, el mar y el aire. Son precisamente las estrategias bélicas de este tipo y otras iniciativas inadmisibles, como la prueba antisatélites de China de enero de 2007, las que se deben combatir.
El informe responde a estas amenazas preconizando una función diplomática proactiva de la Unión Europea. Corresponde a Europa conducir una estrategia mundial dirigida a dotar a la comunidad internacional de una arquitectura jurídica eficaz que garantice totalmente la no proliferación de armas en el espacio, mediante la revisión y el refuerzo del Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre.
Con respecto al segundo objetivo, el informe advierte que no se debe descuidar la importancia crucial del espacio para la autonomía estratégica de Europa. Como ha demostrado el proyecto Galileo, una abrumadora mayoría de sus Señorías creen que sólo poniendo en común los recursos económicos y tecnológicos y los equipos europeos podremos evitar que Europa dependa de los Estados Unidos, Rusia y China en relación con las actividades estratégicas vitales, como la navegación.
El informe también subraya la importancia, que con frecuencia se pasa por alto o se teme, de Galileo y otros programas nacionales europeos para una política exterior y de seguridad común seria. Sin un uso pacífico y eficaz del espacio, nuestras economías, sistemas de transporte y meteorología, así como todo nuestro modo de vida serían imposibles. Europa debe considerar esta importante cuestión de manera estratégica, como hacen Washington, Pekín y Moscú. Es por ello que lamento sobremanera que la Presidencia del Consejo no se encuentre presente en este debate.
Tobias Pflüger, en nombre del Grupo GUE/NGL. – (DE) Señor Presidente, en el apartado 41 del informe se puede leer: «Insta a que la política espacial europea no contribuya, bajo ningún concepto, a la militarización general y a la instalación de armamento en el espacio». Hasta aquí todo bien. Ahora bien, el informe por completo contradice esta afirmación. De hecho, constituye una lista de medidas militares. En el apartado 5, por ejemplo, se indica que se necesitan telecomunicaciones, gestión de la información, observación y navegación en el ámbito militar. El informe destaca también la necesidad del proyecto de navegación por satélite Galileo, que se trata muy claramente de un proyecto civil para las operaciones autónomas de la PESD.
Agradezco al señor Verheugen que haya aclarado de nuevo los aspectos presupuestarios. El Tratado de la Unión Europea en vigor establece de manera muy clara que el presupuesto comunitario no puede usarse para fines militares. Es por ello que el Grupo GUE/NGL ha presentado diversas enmiendas destinadas a rectificar la situación jurídica, que expliciten que el espacio sólo puede usarse para fines civiles y que Galileo es un proyecto civil.
Con respecto a las otras enmiendas presentadas, es interesante ver lo muy contradictorias que son algunas de ellas. Mi enmienda favorita es la presentada por el Grupo de los Verdes, que empieza recalcando que Galileo debe seguir siendo un proyecto espacial para fines civiles, y sin embargo más adelante reconoce su importancia para las operaciones autónomas de la PESD. Esto constituye una clara condición. Deberíamos dejar muy claro que de lo que se trata aquí es de la militarización del espacio por parte de la Unión Europea.
Resulta muy fácil señalar con el dedo a otros que —también— están militarizando el espacio. Es precisamente este uso militar lo que no deseamos presenciar. Es por ello que el contenido del presente informe, en su conjunto, tal como está redactado, es erróneo, puesto que alenta precisamente esta militarización. Y eso es algo con lo que discrepamos. Queremos que el espacio se utilice para fines civiles y queremos que Galileo siga siendo un proyecto exclusivamente civil. Con esta última licitación, hemos hecho que el contribuyente asuma la carga, que asciende a 3 400 millones de euros. Seguimos manteniendo que deseamos un sistema independiente de los Estados Unidos, pero ahora Boeing ha mostrado un claro interés por esta licitación, por lo que parece que esto también va a dejar de ser así.
Simplemente queremos un uso exclusivamente civil del espacio, y nos oponemos a cualquier tipo de militarización.
Gerard Batten , en nombre del Grupo IND/DEM. – Señor Presidente, este informe comienza diciendo que «los diversos desafíos políticos y de seguridad que afronta cada vez más la Unión Europea hacen de una Política Espacial Europea propia una necesidad estratégica».
Si aceptamos esta premisa inicial en su sentido literal, no cabe duda de que las recomendaciones del informe tienen su lógica: la política espacial europea común, la aplicación de la política de seguridad y defensa europea, el uso del sistema de navegación por satélite Galileo para fines militares y, por supuesto, un presupuesto para financiar todo ello.
Pero si no aceptamos esta premisa, toda la lógica se desmorona. Efectivamente, el continente europeo se enfrenta a desafíos políticos y de seguridad, pero ¿por qué razón debería la Unión Europea contar con un acceso autónomo al espacio y con una política de seguridad y defensa?
Para una gran mayoría de sus ciudadanos, la Unión Europea no es y no debe ser un Estado político. Y sólo los Estados están legitimados para disponer de políticas de seguridad y capacidades militares. Tal y como afirma el informe, el Tratado de Lisboa incluye un fundamento jurídico para la política espacial europea y una posible cooperación estructurada permanente en materia de seguridad y defensa.
Pero, jurídicamente, el Tratado de Lisboa está muerto. Murió con el «no» de los irlandeses en el reciente referéndum, de manera que la aplicación de una política espacial y de seguridad y defensa también debería morir.
No cabe duda de que la política espacial y de seguridad y defensa requiere un sistema común de comunicaciones, y en este sentido el informe destaca la necesidad de que Galileo se ponga a disposición de una política de seguridad y defensa europea autónoma. Pero hasta hace muy poco nos decían que Galileo se emplearía sólo para fines civiles. Y finalmente, hay que admitir que se trata en realidad de un sistema con fines militares comunitarios.
El informe lo quiere todo. Por una parte, quiere un programa espacial comunitario vinculado a la política de seguridad y defensa, mientras que por otra preconiza que la política espacial no debe contribuir a la militarización e instalación de armamento en el espacio. Resulta obvio que se va a producir una militarización y una instalación de armamento en el espacio. Es algo inevitable. Lo harán los Estados Unidos, probablemente Rusia y, a su debido tiempo, sin duda también China.
Los intereses en materia de seguridad de Occidente deberían estar representados en el espacio no por una Unión Europea ilegítima, sino por una Unión apoyada por nuestro aliado, los Estados Unidos, y por la única organización de seguridad legítima que cuenta con el respaldo democrático de los ciudadanos europeos, la OTAN.
Justas Vincas Paleckis (PSE). – (LT) Mi enhorabuena al ponente, el señor von Wogau, que ha elaborado un informe muy importante y de gran interés. Desde mi punto de vista, el informe podría resumirse del siguiente modo: más paz en el espacio, una mayor cooperación entre Estados miembros de la UE y otros países y una mayor financiación para proyectos espaciales comunes.
Estoy de acuerdo con las enmiendas propuestas, que vienen a destacar una vez más la importancia de Galileo como proyecto estrictamente civil y rechazan cualquier posibilidad de utilizar el espacio con fines militares.
Cada vez son más los países que participan en proyectos espaciales, y el espacio ha comenzado a desempeñar un papel cada vez más importantes en nuestras vidas. Los sistemas militares y civiles basados en satélites en el campo de la observación de la Tierra, así como de las telecomunicaciones, la navegación, el posicionamiento y la medición del tiempo, se han convertido en nuestros ojos y oídos. Los clásicos geopolíticos afirmaron hace tiempo que «quien domine el espacio dominará el mundo». La Unión Europea no pretende alcanzar una superioridad.
Resulta mucho más atractivo un mundo multipolar en el que se garanticen los derechos de todas las naciones. Combinando su poder en el espacio, los veintisiete Estados miembros de la UE aumentarán su potencial para llevar a cabo con éxito operaciones independientes civiles y preventivas, de acuerdo con la política exterior y de seguridad común. Esto podría ofrecer una importante ventaja a la UE, a saber, la capacidad de controlar la proliferación de armas y vigilar el cumplimiento de los acuerdos internacionales.
Los países de la UE han creado varios proyectos espaciales para aumentar su seguridad. Para evitar duplicaciones costosas, sería más conveniente utilizar plenamente el potencial que ofrecen estos sistemas y reducir el coste de la vigilancia terrestre. El sector de los satélites de telecomunicaciones debe someterse a una normalización más eficaz. Necesitamos una interacción más intensa entre los proyectos espaciales desarrollados por la UE. En este sentido, la UE debería asignar una cuantía más sustancial de fondos y contar con un presupuesto común para impedir que los países dilapiden de manera individual esfuerzos y recursos.
Entretanto, las próximas negociaciones sobre la asociación estratégica entre la UE y Rusia nos brindan una buena oportunidad de organizar una cooperación aún más productiva en el espacio, procurando indudablemente y por todos los medios ampliar la cooperación estratégica en relación con programas espaciales comunes con los Estados Unidos y la OTAN.
Philippe Morillon (ALDE). - (FR) Señor Presidente, solicité la palabra cuando oí a la señora Ibrisagic describir la crisis de los Balcanes, en la que, como probablemente recordarán, participé.
El por aquel entonces diputado Jean-François Deniau dijo en aquellos momentos: «Europa murió en Sarajevo»; a lo que respondí: «Europa no murió en Sarajevo porque Europa no existe».
Europa aún no existe, y felicito a nuestro colega, el señor von Wogau, por tratar con todas sus fuerzas, como ha hecho desde que preside la Subcomisión de Seguridad y Defensa, de garantizar que Europa cumple las expectativas expresadas no sólo fuera de Europa, en todos los rincones del mundo, sino también en Europa, donde, como saben, el 70 % de nuestros conciudadanos piden que Europa ocupe el lugar que le corresponde en la escena internacional y se muestre digna de su patrimonio.
Marie Anne Isler Béguin (Verts/ALE). - (FR) Señor Presidente, puesto que muchos de sus Señorías no se encuentra hoy aquí presentes, aprovecharé la oportunidad para agregar, en la misma línea que el señor Morillon, que los ciudadanos esperan realmente mucho de Europa, y que incluso en la actualidad —como bien sabe el señor von Wogau— Georgia, un país que está englobado en nuestra política de vecindad, se encuentra prácticamente al borde del conflicto bélico. Todos los días se producen enfrentamientos entre Georgia y la región separatista de Abjasia. Y me atrevería a decir que la situación empeora por momentos.
Es más, esta tarde hemos recibido un llamamiento urgente de las autoridades de Georgia, en el que insta a la Unión Europea a que intervenga para resolver este conflicto, algo que viene a demostrar cuánto necesitamos a Europa. Si creamos una política de vecindad, también debemos encargarnos de ponerla en práctica.
Günter Verheugen, Vicepresidente de la Comisión. − (DE) Señor Presidente, Señorías, como era de esperar, este debate se ha centrado claramente en las cuestiones verdaderamente cruciales. Deberíamos hablar de ellas abiertamente, porque lo que estamos abordando es la realidad, y no lo que desearíamos que fuera.
La realidad es muy simple. Los modelos tradicionales de conflicto ya no son lo que eran. La distinción tradicional entre la seguridad interior y exterior se empaña cada vez más. Por ejemplo, no todos los presentes estarán de acuerdo con el criterio estadounidense de que la lucha contra el terrorismo es una guerra. Sin embargo, la mayoría de los estadounidenses comparten ese punto de vista.
La tecnología que antes se empleaba para preservar la seguridad interior, especialmente para combatir la delincuencia y el terrorismo internacional, tiende cada vez más a proceder de los mismos centros de investigación y las mismas empresas y también a utilizarse para los mismos fines, aunque con distintos ámbitos de aplicación.
Debemos reconocer claramente que debemos establecer los límites en otro sitio, a saber, allí donde se adoptan las decisiones políticas sobre el uso de los instrumentos. Llegados a este punto, permítanme dejar claro lo siguiente: es en este sentido que el Tratado es aplicable.
El general Morillon —si me permiten utilizar dicho título del señor Morillon, dado que él mismo hizo alusión a su importante papel en los Balcanes— ha vuelto a llamar nuestra atención a este respecto. Durante años, se han desplegado operaciones comunitarias para prevenir conflictos, resolver conflictos y evitar conflictos. No necesito llamar a ningún funcionario de alto nivel como testigo, pues todos los aquí presentes saben que los responsables de la seguridad de los soldados comunitarios destinados a estas misiones depende sobremanera de disponer de una imagen fiel y precisa de la situación. En las condiciones actuales, ya no es posible obtener este tipo de imágenes si no es utilizando tecnología espacial, porque de lo contrario el otro lado la tendría. Pondríamos a nuestras propias fuerzas en una situación de extremo peligro y socavaríamos su eficacia si, por razones de principios, dijéramos que los europeos no podemos permitir tal la cosa.
Deseo volver a llamar la atención sobre estos problemas para dejar de relieve que soy muy consciente de ellos. Éstos están relacionados tanto con nuestra política espacial como con el ámbito de la investigación en materia de seguridad.
Sólo puedo instar al Parlamento a que actúe también para garantizar que, en esta difícil situación en la que nos encontramos, en la que las cosas no son sólo blancas o negras, sino que también hay amplias zonas grises, sigamos actuando sin comprometer nuestros valores y principios.
Karl von Wogau, ponente. − (DE) Señor Presidente, desearía retomar lo que ha dicho antes el señor Verheugen y responder también al señor Pflüger y al señor Batten en relación con lo que los ciudadanos de la Unión Europea desean.
Las encuestas del Eurobarómetro indican que entre un 70 % y un 80 % de los ciudadanos de la UE creen que necesitamos una política de seguridad y defensa común. Es algo que quedó particularmente claro con los terribles sucesos de los Balcanes. Los veintisiete países comunitarios destinan anualmente 170 000 millones de euros a la defensa. No obstante, fueron incapaces de poner fin al derramamiento de sangre de los Balcanes, por la simple razón de que aún no disponemos de una organización europea común para tales operaciones. Se destinaron tropas alemanas, francesas, británicas, italianas y luxemburguesas, entre otras, pero los únicos que pudieron poner fin por aquel entonces al derramamiento de sangre fueron los estadounidenses, no los europeos. Esto es algo que el señor Morillon vio con sus propios ojos y vivió en sus propias carnes.
También es un gran error referirse a las armas espaciales en este contexto. ¿Qué amenaza existe? Si, por ejemplo, instalamos Galileo o satélites de observación en el espacio para observar lo que está sucediendo, lo hacemos por la seguridad de nuestros ciudadanos. El verdadero peligro es que se instalen armas en el espacio con el propósito de destruir nuestros satélites de comunicaciones, porque entonces todo nuestro sistema social resultaría trastocado por un medio relativamente menor. Imaginen solamente lo que sucedería si se destruyeran los satélites de telecomunicaciones para la televisión, la radio y todo lo que hoy en día forma parte de nuestra sociedad.
Es por ello que creo que vamos por el buen camino, también con Galileo. Probablemente mañana presenciemos en la votación un cambio de posición del Parlamento Europeo. El primer paso fue que conseguimos que la financiación para Galileo no procediera del presupuesto comunitario. La Comisión de Presupuestos y la Comisión de Asuntos Exteriores se mostraron muy firmes a este respecto y finalmente lo lograron. El segundo paso es que Galileo se trata claramente de un proyecto civil, algo que difiere del sistema estadounidense, pero que a su vez es necesario y con el que deben contar las operaciones llevadas a cabo por las fuerzas comunitarias en, por ejemplo, el Congo, Bosnia y Herzegovina o Chad.
Así pues, creo que mañana veremos un cambio de punto de vista mayoritario en el Parlamento Europeo.
Presidente. − Se cierra el debate.
La votación se celebrará mañana, 10 de julio de 2008.